Subido por mopigatuno

Resumen La Marsellesa de Stefan Zweig

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RESUMEN “LA MARSELLESA” de Stefan Zweig
La historia de la marsellesa comienza en el año 1792 cuando la Asamblea Nacional Francesa
contempla declarar la guerra contra la coalición de emperadores y reyes para intentar
reprimir revoluciones. El 20 de abril de ese año, Francia declara la guerra a Austria y Prusia.
En una de las ciudades fronterizas, Estrasburgo, la tensión aumenta a la llegada de la noticia
de la guerra. Dietrich, el alcalde, lee la declaración de guerra ante las tropas en la Plaza
Mayor. Las bandas interpretan himnos de guerra, pero las tropas cantan proclamas distintas
a las letras originales: Aux armes, citoyens! L’etendard de la guerre est deployé! Le signal est
donné! Las masas se exaltan con las nuevas proclamas, que ocultan el miedo y la
preocupación con entusiasmo hacia las tropas. Saben que los enemigos asolarán sus tierras
y acabarán con sus familiares. El alcalde reúne a las tropas en su casa para una fiesta de
despedida. Tras varias consumiciones de vino, las tropas se animan y vuelven a los cánticos
anteriores. En medio de la fiesta, el alcalde se dirige a un capitán del ejército de apellido
Rouget. Este capitán de ingenieros es conocido por que escribió en su momento un himno a
la libertad. El alcalde le pide que componga un nuevo himno de guerra para renovar los
himnos para la nueva guerra. Rouget, que no se consideraba buen compositor, es
consciente de que ya creó una buena obra en su momento y se creía capaz de componer de
nuevo.
Al día siguiente, los soldados se preparaban para marchar en los cuarteles. Rouget,
sopesando ideas para comenzar su himno, le sigue dando vueltas a los cánticos que tan
populares habían sido la noche anterior entre el pueblo. Basándose no solo en esas
proclamas, sino también en las voces preocupadas que se escuchan por las calles, escribe las
primeras líneas. La letra le cuadra, pero necesita un ritmo que lo acompañe. En unos
primeros ensayos con su violín halla unas notas perfectas para las palabras elegidas. Rouget
no necesita de mucho esfuerzo para inventar una letra, pues le basta con recordar lo que se
escuchaba por las calles aquel día. Enlazando música con más palabras, va creando el himno
estrofa por estrofa hasta que lo acaba y cae rendido por el cansancio.
Con la llegada del nuevo día, Rouget entrega su composición al alcalde y esa misma noche la
interpretan ante el público, que no ignoraban la importancia que ese himno que acababan
de escuchar sería tan importante. Sin embargo, la Marsellesa no estaba compuesta para un
auditorio, sino para ser cantada por las masas que se dirigían a la batalla. Rouget, que nunca
se había sentido tan apreciado, canta por ahí su obra y la envía a muchos generales del
reino. Sin embargo, por aquel entonces el himno sería solo un éxito efímero que sería
olvidado tras poco tiempo.
Por suerte para esta pieza, en Marsella, un club organiza una despedida para soldados que
marchan al frente. En pleno banquete, un estudiante de medicina llamado Mireur alza su
copa y empieza a entonar el himno de Rouget. Una vez más, el himno llena de entusiasmo a
todos los presentes y esos soldados que marchan al frente se apropian del himno para la
batalla. Mientras estos marchan, la multitud escucha intrigada el himno que estos cantan.
Poco después de ese resurgir de la Marsellesa, el pueblo ha adoptado la canción como suya,
y el primer ministro ordena que se envíen copias a los cuarteles del ejército para motivar a
las tropas con la canción.
Desde entonces, la Marsellesa suena en cada fiesta, en cada reunión y en cada batalla.
Nadie puede hacer frente a la capacidad motivacional que esta canción tiene sobre los
soldados franceses, ni siquiera el propio gobierno puede hacerle frente durante la
revolución. Sin embargo, Rouget, cuyo nombre ya no es recordado, está completamente en
contra de las ideas revolucionarias. Cuando los parisinos obligan a abdicar al rey, Rouget se
niega a prestar juramento y es encarcelado por sus ideas. Vive desde prisión como Dietrich,
el que mando crear tal himno; y Luckner, el general al que estaba dirigido, son conducidos a
la guillotina.
Pero el destino no quiere eso para Rouget. Aunque es probable que este hubiera preferido
una muerte rápida y heroica, es condenado a desvanecerse en el olvido. Este rechaza
ayudas oficiales de Carnot o incluso Bonaparte. Es más, escribe a este último para jactarse
de él de forma patética. Los negocios con los que intenta salir adelante quiebran y acaba
una vez más en prisión por ellos. Tras su exilio a alguna provincia perdida, observa como su
himno es censurado y prohibido por Napoleón y los Borbones, respectivamente. Cuando en
1830 el himno renace una vez más durante la revolución, este recibe reconocimiento y el
rey le otorga una pensión.
En 1836, Rouget muere sin ser recordado por nadie. No es hasta la primera guerra mundial
que su himno es recordado y su cadáver es enterrado con reconocimientos en Los Inválidos,
para descansar por fin en el mausoleo más ilustre de su amada patria.
RELACIÓN CON EL MOMENTO HISTÓRICO
El principio del texto, como ya es especificado, sucede durante abril de 1792. La revolución
francesa ya ha implantado varios cambios y Francia va alejando la administración de
poderes del rey. La Asamblea Nacional ya ha aprobado una Constitución y una Declaración
de derechos, y el rey se ha trasladado al Palacio de las Tullerías. En el resto de Europa, otros
reinos absolutistas temen verse afectados por las revoluciones que están sucediendo en
Francia, por lo que Austria y Prusia declaran la guerra.
Tanto la composición de la Marsellesa como su futura extensión desde Marsella suceden en
este lapso de tiempo durante la guerra contra Austria y Prusia. Durante esa guerra, en París,
el palacio de las Tullerías es asaltado y el rey es destituido de la Asamblea. Poco después, es
juzgado, y ejecutado al año siguiente. En ese movimiento más agresivo de la revolución,
Rouget es encarcelado, y tanto su general como el alcalde de Estrasburgo son ejecutados.
Tras la destitución y ejecución del rey, es el primer ministro de la república el que manda
enviar copias de la Marsellesa por todos los cuarteles para que el himno sea conocido por
los soldados. Después de eso, el himno permanecerá como inspiración soldados y civiles,
hasta que Napoleón prohíbe su distribución y los Borbones la prohíben del todo, con miedo
de que pueda incitar a una nueva revolución en su contra.
Cuando la Marsellesa vuelve a hacer un amago de aparecer es en 1830, en la nueva
revolución que tanto temían los monarcas de la época, pero que todavía no sabían lo que
supondría para ellos.
A partir de ahí, nada muy relevante ocurre hasta la primera guerra mundial. Como en las
guerras pasadas de Francia, el himno renace entre los soldados y obtiene la popularidad que
conserva hasta nuestros días.
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