Subido por Fidel Llave Juárez

Valor para Vivir los Valores

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Valor para vivir
los valores
Valor para vivir
los valores
Cómo formar a los hijos
con un sólido sentido ético
JORGEYARCE
GRUPO
EDITORIAL
norma
Bogotá, Barcelona, Buenos Aires, Caracas, Guatemala,
Lima, México, Panamá, Quito, San José, San Juan,
Santiago de Chile, Santo Domingo
Yarce. Jorge
Valor para vivir los valores I Jorge Yarce. Bogocl : Grupo Editorial Norma. 2004.
280 p. ; 23 cm.
ISBN 958-04-7856-2
1. 1. Valores (Educación) 2. &ito 3. Ética - Ensefianza
1. Tít.
370.114 al 19 ed.
AHU5615
CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Angel Arango
Copyrigbt ID 2004 por Jorge Yarce
Copyrigbt ID 2004 para todo el mundo por Editorial Norma S.A
Apartado A�reo 53550. Bogocl. Colombia
www.norma.com
Reservados todos los derecbos. Prohibida la reproducción total o parcial
de este libro. por cualquier medio. sin permiso escrito de la Editorial.
Impreso por Imprelibros S.A.
Impreso en Colombia - Printed in Colombia
Edición. OIga Martín
Asesoría editorial. Fredy Ordófiez
Dirección de
arte.
María Clara Salazar
Diagrarnación. Andrea Rincón
ISBN 958-04-7856-2
mi padres y hermanos,
que fueron para mí la primera escuela
de valores.
A
Contenido
Introducci6n
Vivir los valores: Una tarea apasionante
........
....... ....... 1
1 Los valores están en crisis......................................... 5
"Todo depende de ... " ............................................... 9
"Lo bueno para mí y lo bueno para ti" ....................... 10
Decir "no", una manera de afirmar .. ... ........... ......... 1 1
.
Cumplimiento
=
.
.
"cumplo y miento" ..... ........... . .. 13
.
...
.
.
Raíces amenazadas ........... ................................. . ... 14
.
.
...
Las cuentas de la naturaleza ....................................... 16
La procesi6n va por dentro ....................... ...... ...... 18
.
Y todos tan tranquilos ...... . .. .. . .
..
.
.
...
...
....
..
. ..
.
..
. .. .. . 19
....
.
...
.
.
"Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente" .. . 20
.
Claves del capitulo
2 Vivir los valores
.
.
......................................................
.......................................................
Para estar en forma ..... .. ....... . .. ... .
.
.
.
.
..
.
...
.
.
...
Una pérdida indolora . . .. . .. .. .. ......
.
.
.
..
..
.
...
25
........ ... ....... 26
....
A punta de cincel y martillo .. ..... .. .. .
.
22
.....
.......
.
..
.....
...... 28
. . . . . 29
..
...
.
.
.
VI
Wllor para vivir los valores
------
Está en juego algo importante
30
.
"Héroes" para no Imitar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
...................................
.
.
"Y¡o
no naCI para esto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
,
No es tan difícil
,,
.
36
.........................................................
Un esfuerzo constante y renovado
Claves del capítulo
.
............
................
37
39
................ ....................................
..
3 El dinamismo de los principios,
los valores y las virtudes
Pero, ¿qué es un principio?
Una historia antigua
.....
.
41
..........................................
................................
.....
.
.42
.
......
......................................
44
¿y, en definitiva, cuáles son los principios
primordiales?
................
.
......
.. .
...
..............
....
.
.
.......
46
No se confunda: los principios
son distintos de los valores
..................
Una gran diversidad de valores
El dinamismo de los valores
.....
...........
.............
...
..
.
.
Para todos los gustos
Claves del capítulo ..
...........
..
.
.......
..
......
.......
Los valores éticos son los primordiales . . . .
La virtud y el arraigo de los valores
.
....
.
. .
..
. . .. .
... .
. .
..
..
..
....
...
.....
.................
.............
.
.
.
..
. .47
.
. 49
..
......
.....
... . 5 2
.
...........
...........
..................... .. ........................
...
50
54
56
57
4 ¿Para qué sirven?, ¿romo se enseñan
y
se aprenden? ......................................................... 59
¿Para qué sirven? ........................................................60
Pero, ¿cómo hacerlos realidad? ...................................62
Y, ¿cuál es la mejor manera de enseñar valores? ..........63
Un sistema de vasos comunicantes .............................64
Contenido
-------
Su fuerza práctica
Las motivaciones, resortes de los valores
Un contagio bueno
La
66
....................
....................................................
68
71
Claves del capitulo
5
65
......................................................
......................................................
familia, primera escuela de valores
Los ámbitos básicos
Un papel necesario
Un faro encendido
73
......................
...................................................
....................................................
78
.........................................
De lo transitorio a lo permanente
79
..............................
¡Pongámonos de acuerdo en lo fundamental!
76
77
....................................................
No hay nada irremediable
75
81
.............
El carácter: primer propósito de la educación
en la familia
Valores para la calidad de vida
El poder de la familia unida
Claves del capitulo
.........................
85
86
......................................................
>-
La laboriosidad
>-
El orden
>-
La responsabilidad
>-
El respeto
>-
La sinceridad
>-
La generosidad
.......................
.....................................................
...............................................................
La justicia
84
.......................................
6 Algunos valores básicos en la familia
>-
84
...................................
Cada familia es un "metro de patria"
................................................
...........................................................
� La fortaleza
82
..........................................................
......................................................
....................................................
.........................................................
...........................................................
89
89
93
97
10 1
105
1 10
1 14
117
Vl1
W¡lor para vivir los valores
Vlll -------
� La :un.istad
� La alegría
..........................................................
............................................................
� La austeridad
�Lafe
......................................................
...................................................................
121.
128
131
134
7 Cómo desarrollar los valores en la familia .............. 139
Cómo se enseñan los valores en la familia
Una recomendación y una estrategia
Los valores. en relación con la edad
.
.....
................
.
........
.
.....
...
..........................
Consideraciones para tener en cuenta
....................
.
.
142
143
145
146
Un ambiente propicio para la formación
de valores
..
...
. .
..
.
....
. .
...
.
....
. .
..
....
. . .
..
.
.....................
"La cantidad" no reemplaza "la calidad"
Desde la familia hacia la sociedad
..
. . .
..
..
. .
....
.
..
............................
148
149
151
Claves del capítulo .................................................... 154
8 En qué consiste una educaci6n en valores .............. 157
Algo más que desarrollar la inteligencia
Descentralizar la mente y el corazón
.
.
......
...
..
Un proyecto de vida con dimensión social
.
No al conformismo
.
....
..
...
.
.
.
.
.
El futuro puede y debe ser distinto
..
.
157
..
...
..
.
..... .
...
.
. .. .....
.
..
...... .. ..
.
. ... ... ...... .. ... . . .... ...
.
...........
... .... ........ 159
"Técnicamente" educado pero deshonesto .
Educación y calidad personal .. . .
..
.
.
..
.....
..
.
.
..... ....
...
.
160
161
163
164
....... ..... .. ...... 165
.
..
.
Claves del capítulo .................................................... 166
9 Algunos valores básicos en la educaci6n................ . 169
�
La libertad
......
...
� La autenticidad .
.........
...
.
...
... . . . .
. .
..
.
.
..
..
....
..
....
.. . ...
...........
..
..
. . . . . .... 169
.
..
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..
..
.............
. .. 174
..
Contenido
-------
� La audacia ........ ..... .......... ... . .. .... ... . . ....... . . 176
.
.
.
...
.
.
..
.
� La prudencia . .. ... ... . . . . .. .... ......... ........... 179
.
.
..
...
.
.
...
.
..
.
� El optimismo . ... .. .................. ....... ... ...... . . . . . 181
.
..
.
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..
.
.
� La humildad . .... ..... ....... . .... ...... ... ........... 184
..
.
..
.
� El patriotismo . . ...
...
...
.
..
..
.
.
.
. .. ... . .. .. ........... .... 187
....
...
..
.
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..
.
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� La lealtad .... . . . . ... . .. . ..... .. ........ . ..... ... 191
..
� La paz . .. ...
.
...
.
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..
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..
...
.
.
.
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.
.
... ...... . . .. . . .. ... .. .............. 194
....
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.
..
..
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.
...
.
� La constancia ....... ............ ......... ................... . . . . . 197
.
.
� La voluntad .... ...... ........ ...... ........ ........ ... ... . .... 202
.
.
.
.
.
� El carácter .............. . . .... . ...... . . ............ . .... . . . . , .... . . . . 206
10 Cómo construir valores en la educación
..............
211
Primer paso: proceso de interiorización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 212
Segundo paso: proyección y práctica
interpersonal . ....................... ................ . . . . . . . . . . . . . . 217
Tercer paso: aprendizaje permanente ........ .... . . . . . . . . . . . 220
Cuarto paso: crear una cultura institucional
de vivencia de los valores . ............... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225
El papel de los líderes multiplicadores de valores . . . . . . 230
Una labor dinámica . . . . . ... . . . .......... .... .... ..... . . . . . . . . . . . . . . . 231
Todos ponen, todos ganan . . . . . . . . . . . . . . . . . ... . ... . . . . . . . . . . . . . . . 232
Inspiración y pasión . . . . . . . . . ... . . . . . . . .... . . . . . . . . ... . . . . . . . . . . . . . . 233
Ejemplo gráfico para el trabajo sobre valores . . . . . . . . . . 234
.
Epílogo
.
.....................................................................
Léxico de valores
Bibliografía
.......................................................
.....................................................•.........
237
243
263
�
INTRODUCCIÓN
Vivir los valores:
Una tarea
apasIonante
.
D
ifícil encontrar una tarea tan apasionante como la de
hablar de valores y tratar de explicar lo que realmente
son, la importancia que tienen en la familia y cómo se pue­
den practicar en ella y en las instituciones educativas. No se
trata de una simple moda, sino de una necesidad social que
exige respuestas muy concretas. Una tarea nada fácil.
Después de varios afios de trabajar en el tema decidimos
exponerlo en esta obra, que recoge las experiencias que he­
mos tenido con públicos de muy diferentes latitudes, países
y sectores sociales. Esto es, tal vez, lo que más nos ha enri­
quecido y lo que nos ha permitido poner por escrito esta pro­
puesta, para que el tema de los valores no se quede como algo
abstracto e intemporal, que muy pocos quieren abordar para
llevarlo a la vida cotidiana porque no saben cómo hacerlo.
Hemos intentado, entonces, sentar unas bases concep­
tuales, lo más daras y sencillas posibles, sin pretender elabo­
rar una teoría muy compleja o sofisticada. Y creemos, since­
ramente, que su lectura ayudará a esclarecer incógnitas
comunes: si los valores son ideales o reales, cómo se diferen­
cian de los principios, qué tienen que ver con la virtud, si
son innatos o se aprenden. Es decir, casi todo lo que las per­
sonas desean saber sobre los valores. Por otra parte, no nos
cabe duda de que los valores siguen vivos en nuestra socie­
dad, como tampoco de que son necesarios para lograr la ca­
lidad de vida en las personas y en la familia. Si los valores se
viven primero individualmente, es mucho más fácil que se
practiquen después en la educación y en los grupos sociales.
Lo que nos preocupa a todos es cómo hacerlos realidad y
cómo proyectarlos a los demás.
4
Valor para vivir los valores
------
Para facilitar la aplicación concreta de todo lo anterior,
escogimos doce valores básicos en la familia y luego explica­
mos cómo desarrollarlos en ella. Algo semejante hicimos con
la educación: escogimos otros doce valores (que valen tanto
en el ámbito familiar como en el educativo, al igual que los
primeros doce) y luego explicamos la metodología para de­
sarrollar o "construir" estos valores en la educación. Por últi­
mo, incluimos un léxico o "bolsa de valores" para facilitar el
trabajo de quienes estén interesados en utilizarlo en su hogar
o en su centro educativo, a través de seminarios o talleres.
Aspiramos que este libro, dirigido especial pero no ex­
clusivamente a los padres de familia y a los educadores, sea
para ellos una obra fácil y agradable de leer y, sobre todo,
una herramienta eficaz para utilizar en su tarea diaria de for­
mar personas con un sólido sentido ético, una tarea que siem­
pre será apasionante e indispensable para la sociedad.
Para concluir estas líneas, queremos expresar un agrade­
cimiento especial a Carlos Bernal Quintero, quien colaboró
especialmente en la preparación del manuscrito y en su revi­
sión, aportando su valiosa experiencia en el campo del desa­
rrollo humano y como educador y padre de familia. Este
agradecimiento también se hace extensivo a todas las demás
personas que de una u otra manera han hecho posible que
este libro salga a la luz pública, de modo particular a la Edi­
torial Norma y en ella a Adriana Delgado, Fredy Ordóñez y
OIga Martín.
1
Los valores
estan en crISIS
"
A pesar del progreso y del bienestar de la sociedad actual,
.l'l.existe una fuente de malestar que hace que ese progre­
so no sea del todo satisfactorio: "La crisis de los valores".
¿Qué queremos decir exactamente con esta expresión? Mos­
trémoslo con un ejemplo:
o
Lafamilia Ramlrez es unafamilia común y corrien­
te. Laura, la hija mayor, de 23 años, ha sido invitada a
trabajar en un reality show. Sus padres, que conocen
bien las experiencias por las que pasan las chicas que
intn-vienen en eseripo deprogramas, no están muy con­
tentos de que su hija acepte esa propuesta. Sin embargo,
la situación económica que atraviesa lafamilia lospone
a pensar en e/dinero que ella podrla recibir en caso de
ganarse elpremio, una suma que seria la solución a sus
problemas económicos. El papá de Laura prefiere que
6
l-álor para vivir los valores
------
ella no se preste para ese tipo de programa, asl la situa­
ción económica siga siendo grave, mientras que la mamá
es delparecer contrario.
O
Los dilemas éticos son frecuentes en el seno de las fami­
lias. Frente al que acabamos de exponer, es posible que la
balanza se incline por el "no", pero lo cieno es que cada va.
se inclina más por el "sí", y ésta es una de las maneras como
se presenta la crisis de valores. Los valores, que antes lleva­
ban inmediatamente a rechazar este tipo de propuesta (a decir
"no"), parecen haber cambiado; sin embargo, ¿no será que
esos valores se han desvinculado de cienos principios éticos
elementales, tales como el buen componamiento, la digni­
dad y la decencia?
La crisis de valores se manifiesta por el clima de permisi­
vidad moral en el que parecen estar bien algunas conductas
que antes eran reprobables desde el punto de vista ético. En
cierto modo, nos acostumbramos "a pensar como vivimos y
no a vivir como pensamos". Se han perdido los puntos de
referencia; por ejemplo, por creer que la comunicación fa­
miliar consiste en un diálogo de iguales, se pierde el respeto
a los padres y, así, el diálogo se conviene en un enfrenta­
miento y en desobediencia. Los padres, en muchos casos, no
pueden ser considerados como iguales porque dejarían de
cumplir su misión.
O
Juan Carlos cuenta que en su casa estd prohibida la
palabra "papd " o "mamá ': Alll se emplea el término
Los va/ores están en crisis
-------
"amigazo " para referirse al padre. A raiz de esto, las
relaciones estdn sometidas a vaivenes extremos: si lo que
dice el «amigazo " le gusta a Juan Carlos y estd de acuer­
do con él las cosas van bien; pero si el «amigazo " trata
de imponerse respecto a la inconveniencia de ciertas
amistades, el «amigazo " se estd volviendo intransigente
(aunque sólo esté actuando como elpadre que ejerce su
autoridad en bien de los hijos).
O
Es indudable que los valores "respeto" y "autoridad"
han sufrido cambios, pero si esos cambios no están liga­
dos a los principios que les dan validez fundamental (la
autoridad, por ejemplo, como el principio que vincula a
una persona con otra para ayudarle a crecer y a lograr sus
objetivos) , entonces no se trata simplemente de un cam­
bio en los valores sino de una crisis de los mismos, es
decir, de una separación entre el valor y el principio que
lo sustenta.
O
Gonzalo es profesor en una universidad desde hace
20 años. En una reunión de profesores con el rector,
Gonzalo cuenta que lleva todo ese tiempo explicando la
materia de la misma manera, con el mismo contenido y
los mismos apuntes, y que asi «le ha ido muy bien': Asom­
brado, el rector anticipa unas excusas por lo foerte de
esta afirmación y le dice: «Usted estd muerto:' lo único
que hace falta es enterrarlo: ¿No cree que el saber y el
modo de enseñar hayan cambiado en estos 20 añosr "
O
7
l-álor para vivir los valores
8
Desde el punto de vista ético, ¿será correcta la conducta
de Gonzalo? Si la examinamos, descubriremos un compor­
tamiento que quizás no tenga las consecuencias del caso de
Laura; sin embargo, aunque sea �enos grave a la luz de los
principios y los valores éticos, su actuación de todas maneras
deja mucho que desear, pues refleja mediocridad y pasivi­
dad, al olvidarse de valores como la iniciativa, el crecimiento
y el compromiso.
Una ética personal inconsistente, sin bases sólidas, lle­
va a que la gente haga cosas malas creyendo que son buenas
y a pensar, actuar o dejar hacer a los demás porque -se
esgrime como una justificación- "lo que no está expresa­
mente prohibido por las normas, se puede hacer".
Entonces surgen conductas ambiguas y conflictos de
intereses mal resueltos; por ejemplo, el caso de la artista
famosa que roba ropa interior en el centro comercial y que,
después de ser condenada a pagar una multa, la vende en
una subasta pública para donar el dinero recaudado a una
obra de beneficencia; los muchachos de familias ricas que
roban en el supermercado; los empleados de una fábrica
que sacan materias primas, o los de un comercio que se
guardan parte del dinero que reciben en efectivo; quienes
manejan licitaciones en entidades oficiales o privadas y so­
licitan un pago para favorecer a determinada firma propo­
nente; el jovencito que se queda con las vueltas de una com­
pra que le encargaron en la casa, o el guardia de tráfico que
acepta sobornos y permite ,así el incumplimiento de las
normas, etc.
Los va/ores están en crisis
------
"Todo depende de...
"
El relativismo transforma poco a poco los valores en con­
ductas moralmente sospechosas pero socialmente aceptadas;
por ejemplo, hay quienes son considerados por los demás
como "tontos" si no aprovechan la ocasión de hacerse ricos
dejando a un lado los "prejuicios morales" (ser honrado, aca­
bar bien las cosas, esmerarse en prestar
un
buen servicio,
evitar el despilfarro del dinero, obedecer a los padres y a los
profesores) .
Es frecuente escuchar que el juicio moral sobre estas si­
tuaciones depende del punto de vista desde el cual se obser­
ven. Surge entonces la idea de que las cosas son relativas y de
que nadie puede ser juez en causa ajena, a pesar de tratarse
de asuntos más o menos evidentes. "Todo depende de . . . " es
la frase usual para respaldar acciones que contravienen la éti­
ca. Si la cajera del supermercado le entrega a alguien más
dinero en las vueltas del que debía darle, hay quien piensa
que "ése es su problema por contar mal el dinero".
o
Mario estudia Administración en la universidad y
para poder aprobar el semestre necesita sacar una nota
excelente en economla, materia en la que va malpor sus
frecuentes ausencias. Decide, entonces, pagar a un pro­
fesional sin empleo para que elabore el trabajo que el
profesor ha puesto y que definirá la calificación final y
de este modo asegurar su aprobación de la materia.
O
En casos como el de Mario, no faltará quien considere su
9
10
�lor para vivir los valores
-------
conducta como algo común y corriente. Acostumbrarnos a
esto forma parte del clima de permisividad y de tolerancia
ilimitada al que nos hemos referido antes. Mario hace algo
éticamente reprochable, pero piensa que simplemente se trata
de que el fin (pasar la materia) justifica el medio empleado
(pagarle a alguien) . Incluso, no falta la persona a quien la
conducta de Mario le parezca correcta y responsable, porque
piensa que les está evitando a sus padres el costo de tener que
pagar la repetición del semestre.
"Lo bueno para mí y lo bueno para ti"
Este relativismo lleva a pensar que da lo mismo una u otra
orientación moral y que todas las decisiones éticas son re­
lativas a las diferentes personas y culturas. Algo que para
mí es bueno, para otro puede ser malo, o al revés. Y no hay
por qué empefíarse en que uno de los dos tenga la razón.
Lo que ocurre -argumentan algunos- es que unas personas
defienden unos principios éticos que son válidos para to­
dos pero que, a la hora de la verdad, si uno no está de acuer­
do con que esos principios existen en alguna circunstancia
específica, entonces la conducta no tiene por qué estar re­
gida por esos principios. Lo máximo que se admite es una
"ética de mínimos" (conformada por principios que se
modelan según mi conveniencia) , es decir, algunas reglas
convencionales como para que no impere la "ley de la sel­
va', que tienen el fin de aparentar que vivimos en una so­
ciedad civilizada.
Los va/ores están en crisis
El relativismo es una de las causas de la actual crisis de
valores, pues deteriora la honestidad, la lealtad, la veracidad
y la justicia; los hace parecer como ideales inalcanzables, que
sólo se pueden esperar de personas con una formación muy
especial.
o
Jaimeprepara sus últimos exdmenes de Derecho, con
miras a obtener una beca para elpostgrado que le exige
un promedio de calificaciones muy alto. Antes de esos
exdmenes, Carlos lo llama para decirle que un grupo de
estudiantes ha conseguido las preguntas pagdndole un
dinero al asistente académico encargado de custodiar
los cuestionarios. Hay que reunir el dinero entre todos
los interesados. Jaimepaga su parte, presenta los exdme­
nes y obtiene las mejores notas y con ello la beca para el
postgrado en el extranjero. Jaimey Carlos discuten sobre
el tema, expresan sus dudas y deciden plantedrselas al
padre del primero, que es magistrado de un tribunal.
Los dos muchachos dicen que eso ya pasó y no pueden
volver el tiempo atrds. El padre piensa lo contrario e
insta a su hijo a dar a conocer a las autoridades acadé­
micas el hecho.
O
Decir "no", una manera de afirmar
No todas las crisis de valores se expresan a través de conduc­
tas negativas, es decir, a través de acciones contrarias a la
ética; también se manifiesta en el contraste entre quienes se
11
12
Valor para vivir los valores
-------
niegan a aceptar el relativismo en su comportamiento (es
decir, guiarse moralmente por lo que hacen o dejan de hacer
los demás) y las personas que los censuran por esto. Hay
quienes deciden fumar marihuana o consumir cocaína por­
que todos los del grupo en el que se encuentran lo están
haciendo, pero en ese mismo grupo hay quienes tienen la
valentía de permanecer sin imitar las conductas reprobables
de sus compañeros aunque sean considerados como unos
"
"
_C
.
aguarlestas
Hay muchas personas que saben decir "no" a ciertas pro­
puestas, porque sus convicciones les dicen que no está bien
aceptarlas y que les harían daño a los demás. y a sí mismas,
aunque otros, en un clima generalizado de cobardía moral,
las tachen de mojigatas o de moralistas. Hacen lo que deben
hacer de acuerdo con principios que consideran inmodi­
ficables porque están apoyados en leyes naturales propias del
ser humano, que pueden coincidir o no con convicciones
religiosas. Estos principios tienen validez para todas las per­
sonas, no s610 para quienes simplemente "creen" en ellos,
sino también para los que los deducen del orden establecido
por Dios en el mundo.
Es mucho más fácil, hoy en día, decir "sí" para no correr
el riesgo de verse excluido del grupo al que se cree pertene­
cer, que decir "no" y ser víctima de alguna censura. A lo lar­
go de la historia, el derrumbe de las civilizaciones ha empe­
zado siempre con un "sí" a determinadas ideas o costumbres;
basta recordar la manera en que el nazismo comenzó su lar­
go genocidio, para el cual esgrimían razones supuestamente
Los valores están en crisis
científicas y al cual las personas fueron incapaces de decir
"no" a tiempo.
.
Cumplimiento
=
"cumplo y miento"
Asimismo, encontramos otras maneras, más sutiles, en las·
que se manifiesta esta crisis. Por ejemplo, cuando una perso­
na abandona progresivamente la vivencia de alguno de los
valores. Cuando alguien se considera suficientemente res­
ponsable porque se limita a cumplir con las mismas tareas,
puede estar perdiendo iniciativa y creatividad, puede decirse
incluso que su cumplimiento es un "cumplo y miento". Así
surgen antivalores como la pereza, la negligencia, la medio­
cridad, la desidia.
Otro de los factores que agudizan la crisis de valores es el
predominio del consumismo y del utilitarismo como "filo­
sofía de vida"; es bueno o valioso lo que resulte útil para mí,
lo que me convenga en determinado momento. Lo mismo
sucede con los placeres: lo que impide que haga las cosas a
mi gusto y para mi propia satisfacción deja de tener interés
para mí; el esfuerzo y el sacrificio, como caminos para la vida
valiosa, pasan a un segundo plano.
Sucede entonces que en lugar de que la persona actúe
siguiendo unas pautas de conducta, que podemos denomi­
nar principios éticos básicos, o según determinados valores
arraigados cultural y socialmente, adapta los principios a su
modo de ver y entender la vida; construye una "ética de bol­
sillo" para sus necesidades particulares, que determina lo que
13
14
Válor para vivir los valores
---
--
es bueno o malo según su conveniencia, de modo que los
deberes frente a los demás pierden obligatoriedad y se en­
cuentran siempre justificaciones para no cumplirlos.
o
Lucia es una señora que tiene que ir al banco con
mucha frecuencia, pero siempre llega con mucho afán,
por sus ocupaciones en la casa, y se las arregla para sal­
tarse la fila para ser atendida antes que los demás, que
llevan ahi tiempo esperando. Vive muy contenta de su
habilidad para lograrlo, pues considera que salir rápi­
damente de sus gestiones en el banco le permite cumplir
a cabalidad con sus deberes de ama de casa.
O
Raíces amenazadas
La crisis de valores conduce a que los antivalores ocupen
finalmente el lugar correspondiente a los valores. Así como
la raíz del árbol es amenazada por una serie de alimafías y de
mala tierra que se le adhiere haciendo que se tuerza o que se
seque, el cultivo de los antivalores se convierte en algo habi­
tual e inconsciente. La persona actúa de este modo creyendo
que no está obrando mal; es desordenada o prepotente sin
darse cuenta de ello porque incorporó esos antivalores a su
conducta.
O
En una reunión con sus siete hijos, Daniel se da
cuenta de que es percibido por ellos como una persona
prepotente y autoritaria. En la noche, pregunta a Ali-
Los va/ores están en crisis
15
cia, su esposa: <¿Acaso yo soy prepotente? ¿Cómo puede
darse que yo sea prepotente con mis hijos?" "No,
tú
tal
vez no lo eres': le responde Alicia, pero ellos te perciben
asl': "&pl/came cómo puede ser eso ': replica Daniel
"Muy sencillo:
tú
eres.frio y distante con ellos, no les
hablas casi, no te interesaspor sus cosas, ven que estable­
ces una especie de barrera entre tú y ellos': <¿ Yqué tengo
que hacer?" "Lo contrario a eso': le contesta Alicia. Efec­
tivamente, Danie4 a ra/z de esta conversación con su
esposa, se esforzó por actuar de otra manera, y a los 3
meses sus hijos le comentaron que estaban muy sorpren­
didos por el cambio positivo en su actitud
O
La manera de afrontar positivamente la crisis de valores
es enseñando y aprendiendo valores. Este libro pretende ser
una respuesta a las inquietudes que surgen sobre el modo en
que debemos afrontar esa crisis, especialmente en el ámbito
de la familia y de la educación. No basta con quedarse con­
templando los problemas que se generan. Ni se trata tampo­
co de no prestarles atención. Es necesario realizar tanto un
proceso de "desaprendizaje" de los antivalores, como, para­
lelamente, un proceso de aprendizaje de los valores.
La crisis se presenta primero en las personas y luego en la
familia, en la educación, en los grupos sociales, en las em­
presas e instituciones, en la política y en el Estado. A veces se
suele creer, equivocadamente, que el proceso es al contrario.
Pero esto no tiene lógica, porque los valores y los antivalores
están inicialmente en las personas y no en la colectividad.
16
Valor para vivir los valores
-------
Desde las personas se proyectan, a través del ejemplo, a las
organizaciones. Y sólo en ese sentido se puede decir que una
familia o un grupo determinado practica un valor o un
antivalor concreto.
o
En casa de Mariluz y Rodrigo han tenido por cos­
tumbre dejar el dinero para los gastos de transporte y
otros gastos menores en un sitio visible, de modo que los
hijos, desde pequeños, conocen ese modo de proceder de
sus padres y saben cuáles son las reglas del juego respecto
a ese dinero. Juan Rodrigo, el hijo mayor, que ha cum­
plido 16 años, gasta sus ahorros en discos de rock, que es
su mayor afición. En los últimos meses se ha visto corto
de dinero y ha empezado a tomar pequeñas cantidades
del dinero común para transportes. Piensa que eso no
tiene- importancia porque es muy poco lo que toma y
porque, ademds, sus padres no se han dado cuenta.
O
Las cuentas de la naturaleza
En un primer momento, los valores se transgreden con un
cierto entusiasmo e incluso con aire de victoria, como ocu­
rre cuando una persona se droga. Sin embargo, el paso del
tiempo va mostrando las consecuencias de una conducta erra­
da. Surgen las inquietudes, las dudas sobre si se obró adecua­
damente o no y las reclamaciones mutuas entre quienes in­
currieron en esa conducta o la apoyaron. La vida misma
-aunque la expresión suene algo gastada- se encarga de pa-
Los va/ores están en crisis
17
sar una cuenta de cobro por las violaciones a los principios
básicos que la rigen. El triunfo absoluto del mal sólo se da en
las películas, en las que se muestra a los asesinos escapar im­
punes hacia una isla paradisíaca. Ahí se acaba la historia por­
que hasta ahí llega la imaginación del guionista.
La vida real es más rica en matices que la imaginación
misma. Y la conciencia humana, por deformada que esté,
hace su trabajo y, más temprano que tarde, reaparece, apoya­
da en lo que queda de algunos principios que no han podido
ser extirpados por las malas acciones.
o
Ramoncito pasa por elfrente de una de las casas del
conjunto residencial donde vive, en la cual se estdn ha­
ciendo algunas reparaciones. Con muy mala intención
-porque uno de los operariosya le ha llamado la atención
por caminar indebidamente por el lugar donde se estd
haciendo el trabajo- toma una piedra, la lanza contra
una de las ventanas y rompe el vidrio
más grande
de la
casa. El dueño, que ha sido informado de lo ocurrido por
los obreros, se dirige donde la mamá de Ramoncito para
protestarpor lo ocurrido. A lo cual la mamd, delante de
Ramoncito, le responde exigiendo que, por favor, los
operarios no se metan con su hijo y proponiéndole hacer
la reposición del daño ('sin importar cudnto cueste'')
con la condición de que nadie se meta con él
O
¿Qué ensefianzas sacará Ramoncito de esta situación?
¿Cómo las relacionará con las orientaciones que recibe en su
18
Vtzlor para vivir los valores
-------
colegio sobre urbanidad, civismo y solidaridad? Si, como es
lógico, sus amiguitos del conjunto residencial se enteran y,
desde luego, su padre, ¿podrá quedarse sin sanción alguna la
conducta encubridora y complaciente de la mamá con las
faltas del niño? Si no se corrige a tiempo quedará en él la
actuación equívoca de su madre, que producirá una defor­
mación en la conciencia del niño.
La procesión va por dentro
La crisis de valores se resuelve en primer lugar con un análi­
sis de lo que ocurre cuando se desconocen los valores. Si se
toma lo sucedido y sus consecuencias como una oportuni­
dad de aprendizaje, se habrá dado un paso en la dirección
correcta. En este sentido, se aprende de los errores; éstos no
suceden simplemente para echárselos en cara a las personas.
Pero hay que llegar al porqué de una determinada conducta
o actuación.
Uno de los aspectos más preocupantes de la crisis de va­
lores es que no nos damos cuenta de que la crisis está suce­
diendo; es decir, no advertimos que se han dejado de dar
respuestas claras y acertadas frente a los dilemas éticos. Así
como en el terreno religioso se habla de un ateísmo práctico,
que no ofrece argumentos en contra de la existencia de Dios
sino que se limita a vivir como si Dios no existiera, en el te­
rreno ético es actuar como si no existieran los principios y
valores que rigen la conducta.
Actualmente, las personas se enfrentan a dilemas éticos
Los valores están en crisis
---
en la familia, en el colegio, en la universidad, en el trabajo y
en el ejercicio político. Para resolverlos hay que contar con
elementos de juicio, partiendo de la idea de que la persona
es consciente del alcance práctico que tiene para ella la solu­
ción de los mismos. Es un asunto de que cada uno asuma esa
responsabilidad. Hay quienes eluden la responsabilidad o la
delegan, al imitar irreflexivamente las conductas estereo­
tipadas que difunden los medios de comunicación.
y todos
tan tranquilos
La crisis a la que nos referimos no está localizada en un de­
terminado sector de la sociedad o en un determinado país;
sencillamente, está generalizada. Las situaciones son las mis­
mas y la falta de conductas ejemplarizantes influye en la di­
fusión del mal. Los medios de comunicación hacen de
superconductores de la crisis. Una película con una alta do­
sis de inmoralidades es más eficaz que diez lecciones de éti­
ca. Lo vemos a través del bombardeo permanente de los no­
ticieros de televisión, de los reality shows, de las telenovelas,
de los dramas y las series de acción en las que los protagonis­
tas hacen de todo: robar, violar, matar, defraudar, etc. Inclu­
so se ha puesto de moda, no el final feliz, sino el final en el
que triunfa el mal y todo el mundo se queda tranquilo, pen­
sando que tal vez así es la realidad.
Lo cierto es que la ciencia, la técnica y los conocimientos
progresan a velocidades fantásticas, y basta comprobarlo en
las cosas que usan y disfrutan las personas. En contraste, no
19
20
Valor para vivir los valores
------
existe el mismo progreso en nuestra formación ética ni en
los valores que ponemos en práctica, precisamente en una
sociedad en la que es necesario actuar con responsabilidad
personal. Puesto que, por los medios de comunicación, el
mundo se ha vuelto pequeño, el mundo de cada persona
debe hacerse grande a sí mismo, asumir el reto de su propia
calidad de vida, que exige sin duda alguna un temple moral
y una buena dosis de valores vividos.
Ante el contagio masivo de antivalores, estimulado por
los medios de comunicación, hay que reaccionar con un an­
tídoto, también masivo, de valores en todos los campos: en
la vida personal y familiar, en la educación, en la empresa, en
los grupos sociales y en la comunidad en general. La fuerza
de los valores es muy grande. Si se desencadena, los cambios
no tardarán en hacerse evidentes. El riesgo de la autodes­
trucción moral que implica la crisis global de los valores se
debe reemplazar por esta especie de gran revolución que es el
poder de los valores.
"Camar6n que se duerme,
se lo lleva la corriente"
Es verdad que el ambiente está plagado de comportamientos
ambiguos, difundidos ampliamente por los medios de co­
municación, pero eso no quiere decir que resulten dignos de
ser seguidos o imitados. Es necesario averiguar las cosas per­
sonalmente y encontrar la razón de ser, los motivos y las
causas de nuestras acciones. El bien y el mal se albergan, en
Los va/ores están en crisis
-------
último término, en el corazón y en la mente de cada perso­
na, y es ahí, también, en donde nacen la solución a los pro­
blemas y la claridad para entenderlos.
Aprender los valores por sí mismo o transformar los
antivalores en conductas positivas es algo que sólo se puede
acometer comprometiendo la libertad personal. Una vez que
la persona toma la decisión de enfrentarse a una crisis, indi­
vidual o colectiva, echa mano de lo mejor de sí misma para
impulsar desde ahí las acciones futuras.
No hay que dejarse arrastrar por la corriente de lo que el
común de las personas hace, dice o piensa, y menos en un
tema tan delicado como el de los valores. Sería como hacer
depender de las encuestas de opinión asuntos que requieren
el criterio personal basado en un juicio y en una delibera­
ción racional.
El ejercicio de los valores es la mejor garantía de que una
persona, una familia, un centro educativo o una sociedad
funciona bien. Para calibrar esto, es bueno preguntarse, por
ejemplo, ¿qué diferencia hay entre una organización "per­
fecta" dedicada a producir y comercializar cocaína, y otra,
igualmente bien organizada, que vive a costa de sus clientes,
de sus empleados y de la sociedad? La respuesta tendría que
ser que ambas fallan en sus valores; están dominadas por los
antivalores pero en diferente intensidad.
Es relativamente fácil estar de acuerdo en la importancia
que tienen los valores. Pero lo clave es ver cómo se viven o
practican, cómo se convierten en algo real, cómo interio­
rizarlos y proyectarlos a los demás, qué hacer para que se
21
22
Va/or para vivir los va/ores
-------
traduzcan en un beneficio para quienes los practican. En otras
palabras, cómo evitar que se queden sólo en un proyecto.
Muchas veces esos valores están muy bien seleccionados y
definidos, pero esto no asegura su auténtica vivencia.
Esto no se da de la noche a la mañana y supone, sobre
todo, un largo trabajo para que los valores se arraiguen en las
personas. Quienes lo hacen comprueban los resultados. Este
libro quiere llevar de la mano al lector a realizar de manera
directa y práctica ese trabajo con realismo, confianza y optimIsmo.
Claves del capítulo
� La
crisis de los valores es un fenómeno de la
sociedad actual, que está vinculado al clima
de permisividad y de ilimitada tolerancia.
�
El relativismo y el utilitarismo son factores que
recrudecen la crisis de valores.
� El
relativismo lleva a pensar que da lo mismo
cualquier orientación o que no hay ninguna.
� En
medio de la crisis, hay quienes se niegan a
aceptar las modas y los convencionalismos del
momento y saben decir "no" como una mane­
ra de afirmar una conducta ética.
� La
crisis de valores se origina en cada perso­
na, y desde ahí se proyecta a la familia, la edu­
cación, la empresa y el Estado.
Los valores están en crisis
---
� La
manera de afrontar positivamente la crisis
de valores es enseñando y aprendiendo valo­
res.
� Aprender los valores
o transformar los antiva­
lores en conductas positivas es algo que sólo
se puede lograr comprometiendo la libertad
personal.
� El
ejercicio de los valores es la mejor garantía
de que una persona o una institución funcio­
na bien.
23
2
Vivir
los valores
C
uentan que Miguel Ángel se quedaba contemplando
un trow de mármol de Carrara y exclamaba: ''Ahí está:
sólo hay que quitarle lo que sobra". Él "veía" la obra de arte,
lo que faltaba era "sacarla" de ahí.
Podríamos decir que en cada uno de nosotros, en la fa­
milia y también en las demás instituciones que conforman la
sociedad, hace falta quitar cosas que sobran para que quede
la obra de arte, lo valioso y digno de aspiración.
Si pensamos detenidamente en qué es lo más valioso para
cada uno de nosotros, no hace falta ir muy lejos. Cada uno
podría enunciar sus valores, que son lo más preciado y esti­
mado (no sólo por nosotros, sino por los demás) y que, so­
bre todo, nos ayudan a definirnos como personas, como se­
res que tienen por misión ayudar a que también otros
descubran lo más valioso que poseen: la dignidad humana.
Esta tarea de descubrir los valores en nosotros exige es-
26
Valor para vivir los valores
-------
fuerw y, principalmente, el convencimiento de que vale la
pena emprenderla. Es como extraer la piedra preciosa que
está en la entraña de la roca, quitándole lo estorboso y noci­
vo. Es cuestión de empezar cada día, y de "comenzar y reco­
menzar" continuamente, de modo que el esfuerw se vuelva
un hánito a través de la lucha constante por mejorar. Es el
valor que hace falta para vivir los valores.
Para estar en forma
La publicidad de los productos habla insistentemente de la
calidad. Y así como sabemos exigirla en las cosas, con más
razón debemos exigirla en las personas. Esta calidad se mide
por los valores, por la capacidad de hacer el bien, no por lo
que una persona aparenta, viste o habla, ni por lo que posee
y, mucho menos, de lo que alardea; los demás nos damos
cuenta, sin mucha dificultad, cuándo faltan los valores y cuán­
do están presentes. Sobre todo aquellos valores que tienen
que ver con la persona en cuanto persona (el carácter, la vo­
luntad, la inteligencia) y que son esenciales.
Poseer un valor nos ayuda a estar en buena forma interior, a
portarnos de acuerdo con la dignidad que tenemos como per­
sonas y, en
ese
sentido, a ser estimados, a ser apreciados como
tales, como fruto de lo que somos y no de lo que tenemos.
No hay que "inventar" los valores, porque todos, aun­
que no tengamos una palabra para nombrarlos, están dentro
de nosotros y cada día nos vemos confrontados por ellos de
algún modo. Además, si miramos al pasado, vemos que la
Vivir los valores
----
historia nos trae al presente los valores a través de las perso­
nas que los han encarnado de una manera ejemplar o exce­
lente. Y si miramos alrededor de nosotros (familia, amista­
des, centro educativo), ahí también descubrimos muchos
valores y comprobamos que la manera más eficaz de comu­
nicarlos es a través del ejemplo.
No hay que inventarlos, porque todos nacemos con unos
valores que vamos desarrollando a lo largo de la vida por
medio de la educación y del esfuerzo que hacemos para me­
jorar en todos los campos. Pero no basta con los valores que
se viven o se tienen, es necesario alimentarlos y adquirir otros
nuevos, que nos hacen mejores como personas y como ciu­
dadanos.
Los valores buscan arraigarse en la persona, tienden a ser
algo permanente, sobre todo si están vinculados a la virtud,
que le da una base psicológica estable al valor.
No todos los valores que una cultura adopta socialmente
en determinado momento son necesariamente éticos (aun­
que los valores que más relevancia tienen son los éticos) . Los
valores, además, son variables, no tienen que ser siempre los
mismos. Un valor estético, como la belleza de algo o de al­
guien, es más relativo y discutible en sí mismo que un valor
ético, como el respeto, pues éste nos remite a un principio
que no se puede relativizar, porque es objetivo y válido para
todos: la dignidad humana. Incluso, podría decirse que cuan­
do hablamos de valores nos referimos a los valores éticos,
que son los que asumen en su sentido más estricto el con­
cepto de valor.
27
28
Valor para vivir los valores
-------
En nuestra sociedad, los valores no están exentos de ata­
ques; por eso hay que defenderlos. Y hace falta valor para
vivirlos. Hace dos o tres décadas, hablar de valores era incu­
rrir en "juicios de valor", es decir, en asuntos que no tenían
objetividad alguna y eran vistos como resultado de los pre­
juicios. Afortunadamente, esta idea ya no está tan generali­
zada y, más bien, existe un afán por esclarecer lo que son los
valores y entender su papel en la vida de las personas y los
grupos sociales. Hoy en día, existe una curiosidad sana de
ver cómo operan y cuál es su relación con nuestros compor­
tamientos.
Lo importante es que los valores son para vivirlos, para
actuar bajo sus dictados, para abrirnos camino en la vida con
ellos. Si el valor al que me refiero es el "poder", lo debo con­
cebir como la autoridad o la influencia que utilizo para ser­
vir a la gente. Si el valor es el "dinero", es para emplearlo
como medio y no como un fin en sí mismo. Si el valor es el
"amor", es para ayudar a otro a realizarse como persona, a
complementarse, a darse y entregarse con sinceridad. Y así
podríamos seguir considerando cada uno de los valores esté­
ticos, afectivos, ecológicos, éticos, religiosos, culturales, etc.
A punta de cincel y martillo
Vivir los valores no es una tarea fácil, pero hay que afrontar­
la. Semejante al trabajo que realizaba Miguel Ángel con el
mármol, en el que veía la escultura previamente en su men­
te, nosotros debemos trabajar a punta de cincel y martillo
Vivir los va/ores
----
para ir logrando la forma deseada. Esto no se logra oyendo o
leyendo, sino viviendo. Los valores son de todos, pero cada
uno los consigue en una medida diferente. Mientras más
valores tengamos, lograremos una personalidad más sólida.
No es suficiente con los valores que ya tenemos, así como
al hombre no le basta con alimentarse sólo un poco. Hay
que hacer crecer los valores en nosotros, para que se desarro­
llen y sean árboles altos, ojalá con buena sombra, a los que se
arrime quien está cansado de caminar a pleno sol. Una per­
sona que no mejora sus valores cada día se queda sin fuerzas
o se conforma con vivir de cualquier manera y, si se descuida
mucho, dará dos pasos adelante y tres para atrás. Los valores
son siempre una meta y un ideal; nadie puede decir que tie­
ne ya suficientes. Hay que fomentarlos, desarrollarlos, man­
tenerlos en el centro del obrar personal y colectivo.
Una pérdida indolora
Si los valores no se respetan y no se hacen respetar en los
demás, pueden perderse. No es tan fácil darse cuenta de esto
como cuando perdemos un objeto: no se siente, no duele,
porque los antivalores (la violencia, la injusticia, la mentira)
han tomado su lugar.
Por eso es tan importante que pensemos si tenemos va­
lores, si vivimos valores y si defendemos valores. A veces la
gente defiende cosas que no valen la pena y en cambio se
deja quitar lo más importante: los valores morales, como la
honradez y la buena conciencia. Los valores se siembran en
29
30
Va/or para vivir los va/ores
---
la mente y en el corazón; si hay buena disposición y un es­
fuerzo constante por mejorar, siempre recogeremos el fruto.
A la gente le gusta hacer negocios y ganar dinero rápida­
mente; algunos esperan ganarse una lotería para salir de sus
problemas económicos, pero todos debemos pensar que el
mejor negocio es ser una persona valiosa, con valores que
procuramos vivir a pesar de que tengamos muchos defectos.
Como es lógico, los valores no se exhiben como un trofeo
ganado en una competencia. Se sienten, se contagian, se
imitan y se reflejan.
Hay que poner lo mejor de nosotros mismos en la tarea
de construir nuestra personalidad, la de ser hombres y muje­
res valiosos para nuestra familia, para nuestra institución
educativa, para nuestra empresa, para nuestros amigos, para
nuestra comunidad y para nuestra patria. '
Está en juego algo importante
Accedemos a los valores por diversos caminos. Unos ya están
en nosotros, porque los hemos recibido a través de nuestros
propios genes (la herencia biológica) y los vamos desarro­
llando poco a poco. Otros están en el ambiente en el que nos
desenvolvemos: en la familia y en la escuela, gracias al con­
tacto permanente con personas que actúan inspirados en ellos
(la infancia es, precisamente, la etapa en la que hay una dis­
ponibilidad natural, una sensibilidad especial para captar y
vivir los valores) . Los encontramos también en la empresa o
en otras instituciones. Pero hay otros que son necesariamen-
Vivir los valores
---
te fruto de un aprendizaje. Si yo me lo propongo, aprendo a
ser leal o generoso o buen compañero de trabajo. De esta
manera adquiero experiencia, y la experiencia misma se con­
vierte en fuente de valores, pues de ella extraigo lo más gra­
nado, lo mejor y más valioso de mí mismo y de los demás, y
lo incorporo a mi jerarquía personal de valores.
Esa jerarquía no es una lista de valores, sino un marco de
referencia de aquello que es más valioso para mí como fruto
de mi esfuerzo, de la experiencia acumulada, del aprendizaje
y la educación. Y todos son importantes, pero no todos va­
len lo mismo. Por algunos valores daríamos la vida (la liber­
tad, por ejemplo) mientras que por otros (por ejemplo la
belleza de una melodía) no valdría la pena ir más allá de una
discusión interesante. Por eso cada uno establece personal­
mente su propia jerarquía de valores, juzgando cuáles son
los principales y cuáles los secundarios o accesorios. Se supo­
ne que por los primeros lo jugamos todo y que los segundos
son más cambiantes y menos importantes, pero no quiere
decir que no cumplan un papel necesario en la vida.
A la luz de esa jerarquía, que conviene establecer desde
muy temprano en la vida con ayuda de padres y educadores,
cada uno sabe qué es lo que defiende y con qué argumentos
lo defiende. Esta jerarquía no depende de lo que los demás
hagan, piensen o vivan, ni de lo que dicten las encuestas
sobre cuáles son los valores de moda en determinado grupo
social, sino de lo que cada uno de nosotros elige responsa­
blemente para su propia vida, asistido por su inteligencia, su
voluntad y sus afectos. Mi inteligencia emocional, mis senti-
31
32
Valor para vivir los valores
----
mientos, mis emociones y mis motivaciones desempeñan un
papel decisivo en esa jerarquía de valores y en la manera como
éstos modelan mis comportamientos cada día.
En la familia, la educación y la empresa, los valores no
pueden ser un discurso ideal, alejado de los intereses de cada
uno de sus integrantes; por el contrario, deben ser objeto de
discusión, de perfeccionamiento y, sobre todo, de esfuerw
para traducirlos en vivencias operativas, que conduzcan a
mejorar el comportamiento. Cuando se afectan mis valores,
se afecta todo mi ser; de lo contrario, no tendríamos unidad
de vida, ni conductas coherentes que brinden un soporte a
nuestra vida.
Las personas que encarnan valores, lo decíamos antes,
son puntos de referencia para los demás. Así, el mejor argu­
mento para consolidar los míos consiste en confrontarme
con los de ellos. Las personas con valores son dignas de imi­
tación y se convienen en ejemplos que mueven a los demás
a obrar de manera parecida.
"Héroes" para no imitar
La crisis de valores en la sociedad actual puede mirarse bajo
el prisma de la falta de héroes, es decir, de personas que en­
carnen valores y a quienes valga la pena imitar. Hay dema­
siada mediocridad y conformismo, demasiada aspiración al
éxito económico y al disfrute del poder como metas supre­
mas de la vida. Muchos eligen el modelo equivocado. Como
no hay padres "modelos", o escasean, los hijos a veces esco-
V,"vir los va/ores
-------
gen al deportista famoso que es un modelo en la práctica de
un deporte pero que, a veces, en su vida personal es poco
ejemplarizante. Es un ídolo de barro cuya fragilidad no le
permite a quien lo admira forjar una construcción seria de
valores. Ese tipo de "héroes" son héroes para admirar, no
para imitar. Los medios de comunicación se han encargado
de fabricar montones de estos "héroes".
Deberíamos hablar más bien de héroes que acerquen el
ideal de los valores a todos, pero no como un producto de
consumo, sino como fruto del esfuerzo por construir hábi­
tos estables de una vida con calidad y de excelencia. Éstos, a
la hora de la vivencia de los valores, adquieren aun más relie­
ve. No tanto para ser mirados como algo inalcanzable, sino
al contrario, para mostrar que todos somos seres humanos
iguales a ellos (con las mismas condiciones y capacidades) y
que, por tanto, podemos vivir los valores de la misma mane­
ra.
Por esto, los padres, los maestros y los jefes, cuando en­
carnan los valores que quieren promover, pueden convertir­
se en "motores de ejemplaridad". No se trata de que se lo
propongan para causar impresión y, por consiguiente, para
alejarse de las personas; al contrario, se trata de que sean
modelos de carne y hueso, con debilidades y fortalezas, que
estén cerca de los demás animándolos a crecer. Si el hijo, el
alumno o el empleado descubre sencillez en vez de ostenta­
ción, humildad en vez de prepotencia, si comprueba sacrifi­
cio en vez de facilismo, acepta gustosamente ese ejemplo.
33
34
Va/or para vivir los va/ores
-------
"v.
.1.0
no naCl, para esto
"
En un clima familiar, educativo o de trabajo en el que los
padres, profesores o directivos se sienten distantes, en que la
comunicación es mínima y no se interactúa realmente, es
muy difícil que exista un ambiente común de valores com­
partidos o que opere la ejemplaridad. Sin embargo, ellos no
constituyen la única vía para adquirir los valores: los compa­
ñeros de estudio y de trabajo son, a veces, ejemplos más cer­
canos para fortalecer los valores y para desaprender los
antivalores que se han atrincherado en las conductas.
Por otra parte, los valores no tienen por qué ostentarse
llamativamente; sería ridículo y produciría el efecto contra­
rio al de la ejemplaridad. Tampoco es aconsejable el otro
extremo: una discreción tal que los valores no se adviertan, o
que su presencia sea hiriente por la manera odiosa como la
persona los presenta a los demás; esto es como si alguien
dijera: "Miren cómo se deben hacer las cosas; menos mal
que hay alguien como yo que sí encarna valores". Sería como
borrar con el codo lo que se hace con la mano.
A veces sucede que los valores se manifiestan sin que ten­
gan que ser llamados expresamente, porque están ahí, en las
reservas personales: si un padre, profesor o superior falta al
respeto al hijo, al alumno o al empleado, se nota enseguida
el antivalor. Si la reacción es oportuna y se encuentra una
persona que le ayude a ver la incoherencia de su proceder,
esa persona actuará con un mayor equilibrio entre la justicia
y lo que espera del subordinado.
Vivir los valores
-------
Pensemos en que para hacer realidad los valores, cada
uno de nuestros actos debe reflejar la decidida voluntad de
hacer bien las cosas, de no contentarnos con la mediocridad,
de aspirar a ser los mejores y, de esta manera, encontrar la
felicidad propia y ayudar a hacer felices a los demás. Los
valores hay que vivirlos, encarnarlos lo mejor posible -esto
es
lo que solemos llamar virtudes- y defenderlos, evitar que
nos los quiten el materialismo, el consumismo, la falta de
libertad interior, las modas o las costumbres que representan
contravalores o antivalores, como el irrespeto a la vida, la
violencia, la invasión de la privacidad, los atentados al pu­
dor, la corrupción moral, etc.
La trinchera -en términos bélicos- es siempre buen sitio
para defenderse y muy malo para atacar. Quien tiene valores
no se resguarda en ellos como en una trinchera, sino que
avanza campo abierto en la vida, sin miedo a nada ni a na­
die. A veces se piensa que vivir valores es algo para gente
religiosa, para personas naturalmente buenas o privilegiadas
a las que les resulta fácil. Pero ésta es una visión completa­
mente equivocada. Los valores son necesarios y están al al­
cance de todas las personas. Se inculcan en el hogar y en la
escuela, se cultivan en la vida social, en la vida universitaria,
dentro de las empresas y en el resto de grupos que hacen
parte de la sociedad.
Es cierto que la fe religiosa refuerza muchos valores hu­
manos, los dignifica y ofrece una motivación para vivirlos.
Pero también la dignidad humana y la dimensión de aventu­
ra que tiene la vida invitan a vivir los valores, a promoverlos,
35
36
l-álor para vivir los valores
----
a trabajar por ellos, a defenderlos y a construir una sociedad
con base en ellos.
No es tan difícil
En el campo de los valores, como en otros de la vida huma­
na, no hay una única manera de hacer las cosas. Tanto la
vivencia de los valores como su jerarquización pueden lograrse
de muy diversas maneras; por ejemplo, puedo empezar por
vivir un valor como mi rango o posición y, luego, vivir un
valor de más imponancia, aquél que me hace experimentar
mi sentido de pertenencia, el sentimiento de hacer pane
afectivamente de un grupo humano.
Hay momentos en los que para lograr un valor mayor
tengo que renunciar a uno inferior. Si yo quiero servir a los
demás, tengo que renunciar en pane a servirme primero a
mí mismo. O cuando alguien da una orden, en ejercicio de
una posición de poder, pone en práctica el valor de la obe­
diencia respecto a sí misma primero que la otra persona. Pero
si, acudiendo a un valor superior, logra que la otra persona
caiga en cuenta de sus responsabilidades y actúe con autono­
mía conforme a ello, logra la vivencia de un valor superior a
otro; en este caso, la disponibilidad y la responsabilidad, ade­
más de la obediencia.
También hay ocasiones en las que intervienen dos o más
valores y en las que es importante no perder de vista que
éstos pueden estar en distintos niveles. Por ejemplo, un pa­
dre llama a su hijo para felicitarlo efusivamente por sus 10-
Vivir los va/ores
------
gros académicos y le da unas palabras de estímulo y de con­
fianza; en este caso intervienen valores como el carifio y el
reconocimiento, pero el más relevante es este último, pues el
carifio es sólo la manera como se brinda el reconocimiento.
Es necesario tener presente el lugar que cada valor tiene
en nuestra jerarquía, para no caer en manipulaciones o sim­
plificaciones respecto a los motivos de nuestra conducta. No
se trata de realizar acciones heroicas o de gran relieve; son las
pequefias acciones, asumidas con amor y entereza, las que
dan relieve a las grandes acciones y les otorgan importancia.
Un esfuerzo constante y renovado
Defender y vivir o practicar los valores no es una postura
"defensiva", como ya se insinuó, es una postura "ofensiva",
de ataque. Después de tomar conciencia de su importancia y
defenderlos, es necesario concretarlos efectivamente. No basta
pensarlos, desearlos ni proponerlos, hay que hacerlos reali­
dad cada día. Los valores forman parte de la calidad de vida
de la persona, constituyen un camino de perfección para el
hombre que, gracias a ellos, es estimado por los demás.
Como afirma Pérez-López: "El ser humano descubre ra­
cionalmente algo que es valioso y, al decidir libremente su
actuación de acuerdo con ese descubrimiento, llega a sentir
el valor de ese algo. Los sentimientos humanos son el fruto
de un largo y laborioso proceso ascético, proceso que desa­
rrolla las virtudes morales, el instrumento que necesita la
libertad para que la acción personal sea coherente con los
37
38
Valor para vivir los valores
---
valores descubiertos por la razón" . Proceso, que, además de
implicar el uso de nuestra razón, exige de nosotros descubri­
mientos afectivos y un esfuerw constante y renovado para
obrar bien, vivir los valores y desarrollar virtudes.
Para cosechar valores hace falta sembrar abundantemen­
te y en distintos ámbitos (familiar, laboral y escolar) de modo
que se conecten estrechamente el intelecto y las emociones.
"Porque es muy probable que las cosas que se produzcan
tengan mejor calidad cuando se producen para el consumo
propio o de las personas a quienes uno ama, que cuando se
producen con el único propósito de venderlas para obtener
una ganancia" (Tomás de Aquino) .
Necesitamos valores éticos que exijan nuestra creativi­
dad y que, así, permitan que otros puedan descubrir sus pro­
pios valores; no somos "dueños" de los valores sino ejemplos
de ellos que llegan a los demás. La dinámica de los valores
depende directamente de nuestras actuaciones, al tiempo que
se refleja en cada uno de nuestros actos.
Los valores nunca se ofrecen a las personas como algo
estático, sino como parte del compromiso vivo con la reali­
dad. Cuando los valores están incorporados a la vida, no hay
que hacer esfuerws excesivos, porque brotan espontánea e
inconscientemente, y a partir de este momento se pueden
impulsar los procesos colectivos.
Lo que nos señalaba la anécdota de Miguel Ángel ad­
quiere ahora un nuevo sentido: "la obra de arte está ahí",
aunque nos parezca informe la piedra que vamos a tallar,
aunque creamos que carecemos de talento o aunque la expe-
Vivir los va/ores
------
riencia acumulada nos desaliente. Un cambio de actitud que
nos lleve a trabajar por los valores siempre es posible a través
del aprendizaje y el esfuerzo constantes.
En cualquier caso, la realidad nos asegura que el talento
humano está ahí, disponible, que no se trata tanto de una
habilidad técnica para lograr la vivencia de los valores a nivel
personal o colectivo, sino de un empeño individual serio y
consistente para emprender la construcción y el fortaleci­
miento de unos hábitos de conducta. Además, debemos ser
conscientes de que la unión y la propagación de estos proce­
sos modifican positivamente los ambientes de convivencia y
de trabajo, al tiempo que construyen una base firme porque
están ligados a los valores en las personas.
Claves del capítulo
� La
calidad de una persona se mide por los va­
lores, por la capacidad de hacer el bien.
� No
hay que inventar los valores, porque todos
tenemos valores .
� Los
valores son para vivirlos, para actuar bajo
sus dictados , para abrirnos camino en la vida
con ellos.
� Los
valores son siempre una meta y un ideal.
� Los
valores se siembran en la mente y en el
corazón.
� Cada
uno tiene la obligación de conformar su
personal jerarquía de valores .
39
40
l-á/or para vivir /os va/ores
---
--
�
Las personas que encarnan valores son mode­
los para los demás (por ejemplo los padres, los
profesores y los directores de empresas pue­
den ser un gran motor de ejemplaridad) .
3
El dinamismo
de los principios,
los valores y las virtudes
E
n este capítulo vamos a tratar dos conceptos nuevos,
que nos servirán para entender las estrategias que desa­
rrollaremos después con respecto a los valores: los principios
y las virtudes.
Los principios constituyen
un
tema que toca al común
de los seres humanos, y queremos dar una explicación clara,
comprensible y asequible a un público amplio. Es un tema
que, además, hemos trabajado en diversos foros y que, gra­
cias a esto, se ha enriquecido y madurado.
Cuando decimos que alguien es una persona "de princi­
pios", estamos resaltando el hecho de que tiene un carácter
definido y unas convicciones firmes. Lo estamos elogiando.
Esta persona, seguramente, procura inculcar esas conviccio­
nes en su familia y está atenta especialmente a que sus hijos
se formen con una sólida convicción ética.
42
Va/or para vivir los va/ores
---
--
Con los centros educativos sucede algo semejante. Cuan­
do uno de ellos asegura que presta una particular atención a
los principios y a los valores morales, sabemos que en la for­
mación de sus alumnos tiene como punto de referencia con­
ceptos o verdades fundamentales de la vida que inspiran, de
cierta manera, la conducta personal.
Pero, ¿qué es un principio?
El término "principio" tiene varias acepciones. Una de ellas
lo define como la "norma o idea fundamental que rige el
pensamiento o la conducta" . Otra lo define como la "base,
origen, razón fundamental sobre la cual se procede discu­
rriendo en cualquier materia" , o "cada una de las primeras
proposiciones o verdades fundamentales por donde se em­
piezan a estudiar las ciencias o las artes". Estas dos últimas se
refieren a los principios lógicos o principios epistemológicos
(relativos al conocimiento) y se las considera evidentes e
implícitas en todo razonamiento. Entre los principios pode­
mos destacar, a manera de ejemplo, los siguientes: el princi­
pio de contradicción ("Nada puede ser y no ser al mismo
tiempo") y el principio de razón suficiente ("Todo ente tiene
su razón de ser", "El hombre es un ser racional" o "El todo es
mayor que las partes") .
Pero hay uno, que aquí denominamos el primer princi­
pio de la razón práctica: "Las personas tienden a hacer el
bien y a evitar el mal". Este principio también recibe el nom-
El dinamismo de los principios, los valores y las virtudes
------
bre de sindéresis, palabra de origen griego que significa "chispa
de la conciencia" y que definimos ahora como "el discerni­
miento o la capacidad natural para juzgar rectamente lo que
está bien o lo que está mal".
y aquí,
cuando hablemos de los principios, nos referire­
mos a los principios éticos. De manera semejante a como la
naturaleza está determinada y ordenada por leyes universa­
les, el comportamiento humano se rige por algunos princi­
pios fundamentales. ¿Qué caracteriza a estos principios éti­
cos? Podemos destacar los siguientes aspectos:
�
Objetividad
�
Universalidad
�
Inmutabilidad
�
Inherencia al ser humano
Pero enunciemos un principio que nos permita ver con
claridad estas características: "la dignidad humana" . Es obje­
tivo, es decir, no depende de mí, ni puedo someterlo a discu­
sión; sólo puedo acatarlo. Es universal y es inmutable, por­
que es válido, de la misma manera, en todas las culturas,
indistintamente de su situación en el tiempo o en el espacio.
Es inherente al ser humano, porque si lo quebranto, me que­
branto a mí mismo; es decir, si alguien actúa desconociendo
lo que ordena este principio, va en contra de sí mismo. En
fin, si una persona o comunidad decide desconocer lo que
ordena el principio y alejarse de él, sufre un proceso inevita­
ble de deterioro y destrucción.
43
44
Villor para vivir los valores
-------
Una historia antigua
En el sentir popular y en el lenguaje común se reflejan las
características que hemos atribuido a los principios: objeti­
vidad, universalidad, validez absoluta, inmutabilidad. "Cam­
biar de principios" es entendido como dejar de ser coheren­
te. Por otra parte, existe la convicción bastante arraigada de
que "los principios no se negocian", porque son las pautas
fundamentales del comportamiento que me vienen dadas,
en último término, por mi condición de persona. No son
resultado de una moda pasajera. Los principios están desde
siempre en la preocupación de la humanidad por encontrar
las raíces de la conducta y han sido formulados y vividos de
muchas maneras y reflejados en las leyes y las costumbres de
los pueblos.
Si hay principios absolutos, quiere decir que no todo es
relativo, ni todo da lo mismo (decir la verdad o mentir, res­
petar la vida o atentar contra ella, cumplir los compromisos
o faltar a ellos, etc.) , porque hay leyes naturales que la razón
práctica humana descubre en ella misma, que son puntos de
referencia obligada, y esto significa que hay que aceptarlas
porque de lo contrario el mundo se convertiría en un autén­
tico caos.
De esta manera, podemos introducir la distinción prin­
cipal entre un principio y un valor: se puede cuestionar o
relativizar un valor, pero no un principio. Los principios no
dependen de nuestras interpretaciones ni de nuestras per­
cepciones, puesto que son inherentes a nuestro ser.
El dinamismo de los principios, los valores y las virtudes
------
También hay que tener en cuenta la manera en que yo
vivo el principio, distinta a la idea que tengo de él, pues éste
se vive espontánea e instintivamente. Así como cuando ve­
mos que un ladrillo viene desde arriba hacia nuestra cabeza,
no necesitamos saber (y mucho menos formular) la ley de la
gravedad para comprobar que caerá encima de nosotros si
no nos desplazamos. No pensamos en nada, sino que nues­
tro instinto de supervivencia nos mueve inmediatamen­
te.
Sobre estos principios se fundamentan el desarrollo de la
persona, la convivencia y la armonía social. Su validez no
depende de otras ciencias o de que una mayoría decida que
están vigentes. Los distintos grupos sociales, el Estado y, so­
bre todo, cada persona no tienen más que hacer que recono­
cer los principios, descubrirlos, no inventarlos (no es necesa­
rio) , porque son inherentes a la condición humana, de manera
parecida a como el instinto de supervivencia es propio de
cada ser.
Algunas veces las leyes pueden estar en contra de lo que
indican los principios, a pesar de que éstas buscan, ante todo,
la protección o realización de ciertos principios que faciliten
la convivencia armónica; por ejemplo, en algunos países la
ley dice que "El que contamina paga" , lo cual está en contra
del principio que nos indica que debemos respetar la natura­
leza. Aunque el hombre actúe de conformidad con esa ley,
de todas maneras está yendo en contra del principio que pide
proteger la naturaleza, es decir, se está haciendo daño a sí
mismo o a otros, a largo plazo. O cuando en algunos países
45
46
Wllor para vivir los valores
---
--
se admite la eutanasia voluntaria, dejando que prime la deci­
sión personal de quitarse la vida.
Es normal que a la hora de concretar estos principios y
de expresarlos haya diversidad de posturas. Pero, a pesar de
todo, hay ciertos aspectos inmodificables que perduran aun
dentro de las diferencias de interpretación. Por ejemplo, en
cualquier contexto se sabe que el derecho a la libertad es
indispensable para el desarrollo de la vida humana, y po­
nerlo en duda supondría el derrumbe del orden ético y ju­
rídico.
¿Y, en definitiva, cuáles son
los principios primordiales?
A pesar de que hay una significativa coincidencia de algunos
principios en la historia de muchas culturas (con distintas
ideologías y religiones y de distintas razas) , no se puede ela­
borar una lista única. Pero podemos citar algunos (introdu­
ciéndoles algunas variaciones) , tomados del libro Dilemas
éticos en la empresa, de Carlos Llano:
� La persona tiende por naturaleza a hacer el
bien y evitar
el mal.
� El
ser humano está dotado de una dignidad esencial.
� La
vida humana debe ser respetada como un bien ina-
lienable.
� El
fin no justifica los medios.
� La
persona tiene derecho a su pleno desarrollo.
� La
libertad es esencial para el desarrollo de la persona.
El dinamismo de los prinCIpios, los valores y las virtudes
-------
>- El
bien común es superior al bien particular.
>- La
persona tiene derecho a participar en los destinos de
la sociedad.
>- La familia es un ámbito
indispensable para el crecimien­
to de la persona.
>- El ser humano es capaz de comprometerse y cumplir lo
prometido.
>- El trabajo
es un derecho básico para la subsistencia per­
sonal.
>- La naturaleza es
un ámbito esencial para la vida y como
tal debe ser respetada.
>- La
persona tiene derecho a vivir en paz.
Los Diez Mandamientos contienen principios naturales
de orden ético. También pueden considerarse en esa misma
línea los derechos humanos, definidos y aceptados en cono­
cidas declaraciones universales (algunos de los mencionados
en la enumeración anterior y otros como el derecho a la vida,
al buen nombre, a la libertad, al trabajo, a la movilización
personal, a un juicio justo, etc.) .
No se confunda: los principios
son distintos de los valores
Los principios no se deben confundir con los valores. Los
principios son universales y no se discuten sus implicaciones;
en cambio, los valores sí se pueden prestar a mayor discu­
sión. Por ejemplo, la dignidad esencial del ser humano es
distinta de los valores que se pueden deducir de ella: el res-
47
48
Wllorpara vivir los valores"
---
--
peto a las ideas, la tolerancia, etc. De hecho, cuando nos
preguntamos si un valor es interpretado de una manera co­
rrecta, debemos invocar el principio del cual se desprende el
valor (que es subjetivo porque requiere una adhesión espiri­
tual y libre por parte de la persona) .
Pongamos otro ejemplo: El principio es "Los pactos de­
ben ser cumplidos" . Una persona leal es la que cumple con
aquello con lo que se comprometió. La lealtad es un valor y
como tal es subjetivo, pero no puede serlo hasta el punto de
alejarse del principio del cual se desprende. Sería el caso de
alguien, supuestamente leal, que sostuviera que podría ser
leal sin cumplir los compromisos, en cuyo caso estaría yendo
contra el principio que inspira el valor de la lealtad.
Incluso se puede afirmar lo mismo de valores que no re­
presentan un compromiso espiritual tan fuene como los éti­
cos. En estos valores (los naturales, económicos, sociales,
culturales, estéticos) , la noción misma de valor posee, por
decirlo así, una "intensidad" diferente a la de los valores éti­
cos. Podemos decir que éstos son "trascendentales" porque
están inspirados en principios que trascienden a la persona
concreta y afectan a todos.
Es importante también tener clara la relación que existe
entre los valores y las vinudes, que son las que representan el
ejercicio de capacidades personales de hacer el bien a través
de hábitos estables dirigidos a formas específicas de dicho
bien. La virtud es siempre personal, lo que no ocurre con el
valor, que puede permanecer en un plano impersonal, no
incorporado a la vida o incorporado sólo a través de acciones
El dinamismo de los prinCIPios, los valores y las virtudes
------
aisladas, no vividas como hábitos. Pero de este análisis nos
ocuparemos detalladamente más adelante.
Una gran diversidad de valores
Tenemos dos perspectivas distintas del valor. En un primer
momento, podemos referirnos a él como un concepto ("ci­
vismo", "generosidad", por ejemplo) y, en tanto que concep­
to, como algo deseable, un ideal. Pero, en un segundo mo­
mento, podemos verlo concretado a partir de la intimidad
de la persona, es decir, algo que se realiza y da lugar a la
estimación por parte de los demás, no algo que se queda
simplemente en el concepto.
De las muchas definiciones que se han dado sobre el va­
lor, la de Octavio Derisi nos gusta porque destaca tanto el
concepto de valor como su realización práctica: "El valor es
un bien descubierto y elegido libre y conscientemente -es
decir, presente a la actividad espiritual del hombre-, que busca
ser realizado por él [y reconocido por los demás]". Comple­
tarnos la definición diciendo que el valor es "reconocido por
los demás", o sea, que produce un nexo de tipo social inhe­
rente a la persona, lo cual refuerza ese aspecto del valor.
La gran diversidad de los valores se expresa en hechos
tangibles, en los que se ponen en juego distintas valoracio­
nes; por ejemplo, en la decisión de comprar un automóvil,
podemos identificar tres tipos de valores. Para empezar, el
automóvil tiene el valor de brindarme la posibilidad de trans­
portarme largas distancias. Tiene también el valor estético:
49
50
l-álor para vivir los valores
---
puede ser agradable a mi vista. Y también tiene el valor de la
seguridad y el de la ecología: el auto, según el diseño y los
materiales, puede proteger mejor la vida de las personas y,
por otro lado, afectar menos el medio ambiente.
El dinamismo de los valores
Podríamos decir también que los valores son "cualidades"
cuya realidad está entre el objeto y el sujeto, que son relacio­
nes o "estructuras relativas". Por ejemplo, una buena pintura
no depende de mi sola apreciación, porque para mí cual­
quier cosa podría ser arte, pero tampoco consiste en la sola
técnica, en los colores, en la tela o en la madera que le sirve
de base.
Cuando decimos que algo es un valor, es necesario con­
siderar tanto al objeto o hecho en sí como a la persona que lo
está valorando, pues ésta modela según sus ideas el objeto
que observa o el hecho que vive. Y dentro de una posible
escala de valores, unos valores dependen más de los hechos
en sí que del sujeto participante de ellos. Son muchos los
factores que inciden en la valoración de algo en un momen­
to determinado.
Por ejemplo, cuando tomo una cerveza, el placer que me
proporciona depende de la sensibilidad de mi paladar, de mi
estado de ánimo, de la compañía, además de las propiedades
que son independientes de mí, como las propiedades quími­
cas
de la cerveza. De igual modo, pero con una complejidad
mayor, sucede con las situaciones que son juzgadas según los
El dinamismo de los principios, los valores y las virtudes
---
valores éticos. Pero en estos casos, la valoración depende
menos de lo que cada sujeto piense, hay menos espacio para
la especulación: el respeto no lo puedo reducir a lo que yo
crea que es el respeto, y mucho menos dejarme influenciar
por lo que mi ánimo o mi capricho me dicte. Debo pensar
entonces en el principio que sustenta el valor, en este caso, la
dignidad humana.
Los valores de la escala más alta en la persona -los valo­
res éticos- son subjetivos en cuanto su vivencia depende de
la libertad y de la conciencia, pero no son fruto de una in­
vención mía: se derivan directamente de principios funda­
mentales, independientes de mí (y de cualquier persona) y,
en ese sentido, dependen y están regidos por algo objetivo.
Se pueden enumerar infinidad de ejemplos para ilustrar
cómo cambian las valoraciones según el valor al que nos re­
firamos y las circunstancias en que éste se manifieste. Es de­
cir, se puede constatar de diversas maneras que un valor (por
ser una cualidad estructural) es complejo, dinámico y cam­
biante según la situación. Como es una cualidad estructural,
estas valoraciones dependen tanto del objeto como del suje­
to (Frondizi) . No es lo mismo vivir un valor en la pobreza y
sin posibilidades de educación que con salud y cultura, no es
lo mismo en el estado de wwbra de la guerra que en la paz.
Por otro lado, un edificio puede ser bonito visto desde fuera,
pero no ser funcional; un sombrero elegante deja de serlo
cuando el resto del vestido no lo es. Con respecto a un obje­
to, se puede tener en cuenta su calidad, pero también la ho­
nestidad de quien lo produce.
51
52
�lor para vivir los valores
----
Los valores éticos son los primordiales
Una aclaración preliminar. ¿Hablamos de valores éticos? ¿O
de valores morales? La moral suele entenderse de un modo
más general que la ética, que es considerada como una re­
flexión filosófica sobre la conducta humana. También, a ve­
ces, a la moral se la suele entender en su sentido religioso.
Aquí tomamos los dos términos como sinónimos: valores
éticos o morales.
Como hemos sefíalado, los valores principales son los
valores éticos. Son los que se deben encontrar más arriba en
nuestra escala de valores. ¿Y en qué se distinguen del resto de
valores? Según Adela Cortina, los valores que no compro­
meten nuestro modo de actuar son los que no se adaptan a la
proposición "Todo el mundo debería ser X". Si reemplaza­
mos X por "simpático", "bello" o "sano", nos damos cuenta
de que eso no vale para todos. No obstante, si la palabra es
"útil", "justo" o "leal", la respuesta nos sefíala un valor que
deberían vivir todas las personas, es decir, un valor ético.
Además de esto, según Adela Cortina, los valores éticos
se caracterizan por:
� La
libertad: "Está en nuestras manos realizarlos y apro­
piárnoslos, con más o menos dificultades". Ser bello,
sano o simpático no está en nuestras manos de la mis­
ma manera como ser honesto o justo, pues depende de
que tengamos ciertas cualidades físicas o no (objetivas).
Mientras que ser justos, leales o útiles depende de no­
sotros, de la libertad (cualidades subjetivas) .
El dinamismo de los principios, los valores y las virtudes
-------
� Aspiran
a ser universalizados: no son "simples rasgos
del carácter o peculiaridades que unas personas tienen
y otras no, sino que piden ser universalizados". Es lo
que nosotros llamamos valor ideal, concepto de valor,
dimensión objetiva del valor no en cuanto cosa sino
en cuanto vinculado a un principio universal inde­
pendiente de él.
� "Quien se los apropia crece en humanidad,
el que no lo
hace disminuye"; es decir: "la persona tiende a inte­
grarlos de una forma plenamente humana'. Caracterís­
tica que vale también para el caso de los valores no
morales.
Entonces, repetimos, los valores más preciados son los
que nos ayudan a que actuemos mejor, los que consolidan
nuestra moral, los que nos ayudan a estructurar el carácter y
el modo de vivir de las personas y las comunidades. Cono­
cerlos, interiorizarlos, incorporarlos a nuestra vida no es una
tarea fácil, pero esto hace más atractiva la aventura de enten­
derlos. En el momento en que muchas personas comparten
la vivencia de estos valores, éstos adquieren una dimensión
social.
El hábito de los valores éticos reafirma la felicidad. Como
anota Giuseppe Abbá, la posesión del valor ético, como la
del material, produce un gow en la persona, realiza en ella
una especie de deber-hacer pero también un deber-ser como
algo ideal.
53
54
Valor para vivir los valores
-------
La virtud y el arraigo de los valores
Es necesario encontrar estrategias que nos permitan dar a los
valores un lugar estable en nuestra cotidianidad. Y es la vir­
tud la que realiza esta labor. Aunque los valores y las vinudes
se tomen a veces como sinónimos, queremos definir a la vir­
tud como el hábito y la disposición de obrar bien; es el valor
interiorizado, arraigado en la conducta de la persona, encar­
nado operativamente y establemente vivido. El valor, en este
caso, deja de ser la acción buena aislada, para convertirse en
vida vivida, en carácter de la persona, en una dimensión
existencial de su actuar. Gracias a la vinud, el valor (sea el
que sea) no es el ideal que se alcanza esporádicamente, sino
una constante vivencia.
Como muchas cosas, para hacer de la vinud algo nues­
tro, es necesario primero tender expresamente a realizar bue­
nas acciones. A panir de esto, la conducta vinuosa se ad­
quiere a través de la práctica, de la formación de hábitos, por
la constante intervención de la voluntad ("La vinud --<iice
Tomás de Aquino- más que en la repetición de los actos que
forman el hábito, consiste en la permanente y constante in­
tención de hacer el bien') .
Las acciones de una persona hablan por ella. Una perso­
na puede realizar acciones responsables sin que pueda decir­
se que sea responsable (que tenga o viva la vinud de la res­
ponsabilidad) . Eso viene después, cuando esta persona, de
manera estable e inconsciente, obra responsablemente en
diversas circunstancias, es decir, cuando se encuentra dispo­
nible de un modo permanente para realizar el valor.
El dinamismo de los principios, los valores y las virtudes
------
Por eso hemos dicho que l a virtud e s l a encarnación
operativa estable (habitual) del valor. Éste es como una lla­
mada al bien que termina por convencer a la persona que se
anime a ejecutar acciones conforme a ese valor. Pero la lla­
mada no se queda ahí: la intención lleva a querer que perma­
nezca, que se convierta en un modo estable de actuar (vir­
tud). Llega el momento en el que en lugar de decir que "fulano
·
que "es responsable" ,
hace cosas responsablemente" , deClmos
"es buen amigo", etc. Estamos indicando que posee la vir­
tud, no sólo el valor. La virtud no sólo mantiene una inten­
ción y logra la repetición de actos convertida en hábito: bus­
ca la perfección, la excelencia representada por el valor. E
implica un proceso psicológico en el que se da la incorpora­
ción vital del valor.
En la virtud hay un compromiso real de la persona en
realizar un valor como parte del bien integral de su conducta
global. Hay acciones diversas, que corresponden a distintos
valores que la virtud estructura psicológicamente y los pone
en el centro de la conducta, para lo cual ella necesita de la
intención permanente.
Según Giuseppe Abbá, podemos decir que en la virtud
se conjugan dos líneas de fuerza:
intención � deliberación � elección � decisión � acción
razón � voluntad � afectividad
La virtud otorga constancia, coherencia y versatilidad al
ejercicio de cada valor; no se reduce a la costumbre, porque
ésta depende de las circunstancias; la virtud opera indepen-
55
56
Válor para vivir los valores
----
dientemente de éstas. Tener o seguir unas mismas costum­
bres no significa ser virtuoso. La virtud representa el ideal de
la excelencia, de la perfección; la virtud añade al valor algo
decisivo: el hábito, la incorporación estable a la conducta, la
cual se aprende y no se reduce a hacer correctamente las co­
sas, sino a hacerlas de modo excelente.
En ningún momento el hábito propio de la virtud dis­
minuye la libertad humana, incluso cuando afirmamos que
llega un momento en que la virtud se vive inconscientemen­
te: el sujeto tiene su libertad, que está siempre disponible y
que, además, está en la base de su preparación y de su ido­
neidad para obrar.
La virtud es determinación estable, precisamente por­
que la libertad elige y se compromete sin abandonar la tarea:
persiste en ella una y otra va, hasta lograr actuar bien de un
modo inconsciente.
Para todos los gustos
Hay virtudes intelectuales como la ciencia y la sabiduría, otras
pertenecen a la razón práctica como la prudencia y otras se
denominan virtudes morales, que tienen que ver con la elec­
ción de lo que aconseja la prudencia para integrarlo a la con­
ducta, como la justicia, la fortaleza y la templanza. Después
puede hablarse de virtudes humanas en general, que mantie­
nen una relación con las virtudes citadas: la excelencia, la
alegría, la responsabilidad, el optimismo, la humildad, el res­
peto, la autenticidad, etc.
El dinamismo de los pn"ncipios, los valores y las virtudes
-------
El resumen de todas las virtudes es el amor, como sÍn­
tesis del esfuerzo de la persona por alcanzar, por diferentes
caminos, el bien. El orden del amor es fundamental en la
creación de los hábitos. Sin amor no hay crecimiento en la
virtud. Es el amor lo que permite a la persona realizarse
plenamente.
El trabajo también es otra fuente de estabilidad para los
valores en cualquier ámbito, porque ya no dependen sólo de
un impulso momentáneo o de una motivación pasajera: se
trata de una tarea que compromete a la persona en su inte­
rior, que la lleva a configurar su conducta con unas metas de
excelencia y a actuar establemente y consciente de su obrar.
Claves del capítulo
� Los
principios son inmutables, no son resul­
tado de una moda pasajera.
� El principio
es objetivo en la medida que atañ.e
a todos los hombres.
� El
valor puede ser mirado como un ideal de­
seable (civismo, generosidad . . . ), pero es, ante
todo, un bien realizable y práctico.
� El valor es
complejo, dinámico y cambiante se­
gún la situación y las circunstancias .
� "El
valor es un bien descubierto y elegido de
manera libre y consciente, que busca ser rea­
lizado por la persona y que es reconocido por
los demás" (Derisi) .
57
58
Vtllor para vivir los valores
---
� La
virtud es la encarnación operativa del va­
lor.
� La virtud
consiste más en la intención perma­
nente de hacer el bien que en la repetición de
los mismos actos.
� La
virtud está marcada por la búsqueda de la
excelencia del valor, al que da permanencia y
estabilidad.
�. La virtud
no disminuye la libertad humana: la
amplia y la fortalece.
� El
�
resumen de todas las virtudes es el amor.
El trabajo es la actividad humana que es fuente
por excelencia de valores y de formación de
virtudes.
� El
trabajo en valores adquiere su consistencia
real cuando se logra que las personas tengan
las respectivas virtudes, es decir, cuando no
se contentan sólo con proclamar unos valores
como ideales deseables .
4
¿Para qué sirven ? ,
¿como se ensenan
/
,...
y se aprenden ?
as necesidades de la sociedad y las ansias de renovación
L
de las personas son siempre un estímulo para el cambio
personal y colectivo, especialmente si está centrado en los
valores. Como hemos insinuado, si se logra que estén arrai­
gados en la conducta de las personas, será más fácil que se
arraiguen en la familia, en los centros educativos y en la so­
ciedad. Los cambios empiezan por la conducta personal, para
luego influir en todos los ámbitos.
Cuando faltan valores o no están suficientemente conso­
lidados en la conducta, las personas se vuelven mediocres,
conformistas, "facilistas", sin visión de futuro y sin grandeza
de ánimo para emprender tareas ambiciosas. Si escasean va­
lores como la magnanimidad, la gente se contenta con ir a la
deriva, sobreviviendo con "lo justo". A lo sumo, se vive de
imitar a los demás, sin reaccionar ante los males presentes y
60
Villor para vivir los valores
-------
con temor del futuro. En una situación así, por contraste, se
nota la urgente necesidad de los valores, de la gente valiosa,
que es la que puede ejercer un liderazgo participativo, com­
prometido, "proactivo" y optimista.
En este sentido, "lo mejor se convierte en enemigo de lo
bueno". Aspirar a lo mejor supone prepararse para ello y no
resignarse con lo bueno, exigirse a fondo calidad humana,
aspirar a la excelencia. Ésta es la utilidad de los valores, que
nos ayudan a exigir de nosotros mismos el mayor esfuerzo.
Si se les pregunta a los padres de familia o a los profesores
qué tipo de personas quisieran formar, no dudarían en respon der: "gente con valores" .
¿Para qué sirven?
En las personas se esconde una reserva inagotable, un enor­
me potencial inexplorado que se desencadena en la medida
en que se estimula el crecimiento personal y cada persona
descubre en sí misma, o se le ayuda a descubrir -siguiendo
una metáfora de Mark Twain-, no una sola persona, "la que
ella cree que es", sino dos más: "la que los demás creen que
es" y "la que ella realmente es". E incluso, parafraseando a
ese escritor, podríamos decir que hay dos personas más toda­
vía: la que ella quiere ser y la que ella puede ser.
Todos queremos que la gente sea honesta, leal, creativa y
responsable, que fortalezca los valores que tiene y adquiera
unos nuevos. Y ¿qué son éstos sino valores humanos de pri­
mer orden que, vividos por las personas con una buena for-
¿Para qué sirven?, ¿ cómo se enseñan y se aprenden?
------
mación profesional, llevan a la familia y a los centros escola­
res a altos niveles de productividad y de excelencia personal?
Y, como ya hemos visto, los valores no son ideales estáticos o
abstractos sino bienes que trascienden y se proyectan desde
las personas hacia su entorno familiar y de convivencia.
La familia, como centro y motor de desarrollo humano
bien estructurado, significa un conjunto armónico de valo­
res (responsabilidad, constancia, laboriosidad, iniciativa, crea­
tividad, etc.) que se deben reforzar cada día.
¿Cuál es, entonces, la utilidad de los valores? Sirven para
formar personas que aspiren a la excelencia y la vean como
una meta posible, pues su fundamento no son modas pasa­
jeras sino un estilo de vida, una filosofía del estudio y del
trabajo que se apoya en la consecución y la aplicación del
conocimiento, pero más todavía en el desarrollo de habilida­
des y capacidades, en la consecución de hábitos positivos, en
la formación constante que busca el mayor perfeccionamiento
posible.
Si miramos a los grandes líderes del mundo y de cada
país, famosos o desconocidos del gran público, y si les pre­
guntamos a qué deben su éxito y sus logros en ayudar a otros
a obtener sus objetivos, descubriremos que atribuyen los re­
sultados de su vida a ser fieles a unos principios y a dar pri­
mada a cienos valores.
Los valores establecen la diferencia. Si preguntamos a nues­
tros educadores, a nuestros padres de familia, a quienes lu­
chan en la arena política o en la gestión social, nos encontrare­
mos con la misma respuesta: la fonaleza está en los valores.
61
62
Valor para vivir los valores
------
Pero, ¿ cómo hacerlos realidad?
Como los hechos son distintos de las palabras, es posible que
una familia o una institución educativa profese determina­
dos valores, pero esto no significa que los viva realmente.
Este fenómeno causa, a veces, que se considere el tema de los
valores como meramente ideal. Sin embargo, éstos empie­
zan
a hacerse realidad en un clima propicio de interacción
(sobre todo en la familia), en el que sobresalga el buen hu­
mor, el optimismo y la confianza.
Para lograr la firme realización de los valores a través del
ejemplo, hace falta un constante afán de hacer mejor las co­
sas, de no dejarse llevar por la rutina o la mediocridad, lo
cual puede convertir la vida diaria en una tarea gris y anodi­
na. Cuando se forma en valores y con valores, la educación
se transforma en una poderosa fuente de realización perso­
nal. Esto se nota, y mejor que se note y se contagie de algún
modo a todos, que los valores se promuevan y penetren en
todos los campos de la sociedad.
Un aspecto indispensable es que el ejemplo venga de arri­
ba, que los padres de familia y los educadores sean los prime­
ros en adoptar y vivir los valores, de manera operativa y com­
probable. De lo contrario, se crea la idea de que los valores
son un simple deseo, una interesante pero inútil teoría ética.
Ahí precisamente se encuentra la mayor resistencia y los
mayores factores de riesgo en la práctica de los valores. De
esto seguiremos hablando más adelante.
¿Para qué sirven?, ¿cómo se enseñan y se aprenden?
----
Y, ¿cuál es la mejor manera de enseñar valores?
El antiguo refrán español contiene una enseñanza válida a
propósito de los valores: "Fray ejemplo es el mejor predica­
dor"; es decir, si queremos que los valores se arraiguen en las
personas, el instrumento más eficaz es vivirlos consciente y
habitualmente, a pesar de los errores que se cometan y a
pesar de los antivalores.
"Nadie da lo que no tiene" reza un refrán antiguo de
origen latino. Nadie puede enseñar lealtad si no es leal, o
comunicar responsabilidad si no es responsable, o hacer que
los demás se respeten si uno no respeta primero. Es una ley
sencilla pero clara y sin ambigüedades, que no exige tener
todos los valores o vivirlos en un grado sumo para poder
hablar de ellos o para intentar que los demás los practiquen.
Cada uno motiva el "desaprendizaje" de los antivalores
con los valores que tiene. Por eso es muy importante ver en
los demás primero sus valores, para luego ayudarles a com­
batir los antivalores de una forma constructiva, abierta y sin­
cera, teniendo especial cuidado en la manera en que se los
hacemos ver.
Cuando se quiere que alguien mejore respecto a un valor
determinado, lo más adecuado es mirar hacia sí mismo y
empezar por exigirse más en ese valor. Si en el hogar uno de
los hijos es poco sincero, es necesario pensar si esa misma
conducta existe en los padres o en los hermanos. Así, el de­
fecto ajeno se vuelve una oportunidad de cambio para él y
para quien debe corregir y ayudar a superar el problema.
63
64
Vtllor para vivir los valores
---
--
Un sistema de vasos comunicantes
Hay valores que son el motor impulsor de otros valores; por
ejemplo, el orden influye directamente en el aprovechamien­
to del tiempo, en el cumplimiento responsable de las tareas,
en la puntualidad, en la laboriosidad y en la diligencia para
atender los asuntos. Lo mismo podría decirse de la constan­
cia, que influye en los anteriores y en otros valores: disponi­
bilidad, esfuerzo, cordialidad, servicio, calidad, etc. O el
liderazgo, que impulsa la valentía, la audacia, la creatividad,
la excelencia y la ejemplaridad.
Los valores operan como un sistema de vasos comuni­
cantes: si baja el nivel de uno, se nota en los otros. Por ejem­
plo, si alguien deja de ser un poco responsable, es probable
que esto se note inmediatamente en su cumplimiento y, po­
siblemente, en su disponibilidad o en su laboriosidad. El
progreso en la vivencia de un determinado valor, por míni­
mo que sea, repercute en los que están cerca de él. Si una
persona se esfuerza por ser más puntual, eso incide directa­
mente en la calidad de su trabajo y en el respeto.
Además de operar como vasos comunicantes, los valores
constituyen una cadena que se fortalece agregándole otro
eslabón (otro valor) y que contribuye a la capacidad de aguan­
te y de arrastre del conjunto. En un grupo, la vivencia de los
valores produce una especie de contagio que anima a los de­
más y que consolida un clima común. Ante la presencia de
un antivalor repentino, el clima institucional cierra filas para
atacarlo, de la misma manera en que los glóbulos acuden al
sitio de la herida en el cuerpo humano.
¿Para qué sirven?, ¿cómo se enseñan y se aprenden?
----
Su fuerza práctica
El éxito de los valores radica en su fuerza práctica, no en su
bondad conceptual. Todo valor en sí representa un bien que
la persona descubre y elige conscientemente. Pero mientras
no lo ponga en práctica con empeño, las cosas se quedan
sobre el papel. La motivación ayuda a mantener ese esfuer­
ro,
sobre todo cuando se trata de la motivación trascenden­
te, es decir, la que, apoyada en un acto de voluntad, nos saca
de nosotros mismos y se manifiesta por la satisfacción que
nos brinda el servicio a los demás, la amistad, la cooperación
y la solidaridad.
Por eso es tan importante que la enseñanza de los valores
se haga en un clima de participación. Todos somos una re­
unión de valores y antivalores, y necesitamos unos de los
otros para sacar adelante nuestros objetivos personales, fa­
miliares, profesionales o sociales. Los valores, como ninguna
otra realidad, nos hacen ver que "somos unos con otros y
unos para otros". Está en nuestra naturaleza estar abiertos a
relaciones interpersonales, sin las cuales no somos verdade­
ramente personas. Confucio dijo: "La virtud no se queda
sola, el que la practica tiene por fuerza vecinos".
o
Emilio es vicepresidente de una compañía multina­
cional en su país. Por cuarta vez en un mes, elpresiden­
te le dice que deben dedicar elfin de semana a trabajar
en
una sesión de tres días en asuntos de la empresa. El
vicepresidente se queja de tan continua ocupación en los
fines de semana y le dice:
"Yo
tengo familia': Elpresi-
65
66
Va/or para vivir los va/ores
-------
dente le recuerda que en esa compañia "la empresa es
primero que lafamilia': Emilio, que no está de acuerdo
con eso, le contesta: "Eso no me parece humano, y como
no comparto ese criterio, aqui tiene mi renuncia':
O
Emilio se va a la calle, a buscar trabajo, pero ha dejado
claro un principio en su vida y una lección para su empresa:
no se vive para trabajar, ni para casarse con una empresa. Se
trabaja para vivir: hay prioridades que no se pueden cambiar
por sacar adelante unos objetivos profesionales. Quienes no
obran como Emilio tienen equivocadas las prioridades en su
vida y no saben resolver las crisis de valores. Una familia que
cuenta con un padre que es capaz de tomar este tipo de deci­
siones cuenta con un capital importantísimo. Desde ahí se
pueden acometer con optimismo muchas tareas porque el
punto de partida es sólido.
Las motivaciones, resortes de los valores
Uno de los aspectos de la enseñanza de los valores es la mo­
tivación, que nos enseña que en la persona no hay límite
para dar y servir a los demás. Los valores transforman el te­
ner, el dar y el servir en un trampolín para construir la pro­
pia personalidad. Siguiendo a José Antonio Pérez López, la
motivación extrínseca se manifiesta cuando, por ejemplo, se
toma una decisión para satisfacer necesidades materiales, y
esto puede implicar valores como la austeridad, la modera­
ción, la templanza, el ahorro, etc. Es decir, todo lo que evita
que sobrevaloremos el papel del dinero en nuestra vida.
¿Para qué sirven?, ¿ cómo se enseñan y se aprenden?
----
En la motivación intrínseca lo que cuenta es la satisfac­
ción interior de hacer algo sin necesidad de recibir por ello
gratificación alguna; en este caso se ponen en juego valores
como la coherencia, el compromiso, el mejoramiento o el
perfeccionamiento personal, a los que les corresponde el
riesgo de antivalores como la vanidad, la prepotencia, el afán
de dominación, la indolencia o el desinterés ante los proble­
mas de los demás, etc.
La motivación más plenamente humana es la motiva­
ción trascendente: la que nos saca de nuestro yo y nos lleva a
los demás, en la amistad, la colaboración o la solidaridad.
No es que se subestime lo logrado gracias a las otras dos
motivaciones, sino que se perfecciona el logro al llevarlo a
una meta más alta. Y los valores que se resaltan aquí son el
servicio, la amistad, la donación, la entrega, la abnegación,
la confianza, el amor, la amistad, etc. El motor impulsor de
la comunicación y la enseñanza de los valores es la motiva­
ción, sobre todo la trascendente, por ser ésta la que lleva a la
persona fuera de sí y la pone en contacto con los otros, dan­
do pie a la creación de un ámbito común que podemos de­
nominar cultura de valores. Esta cultura refuerza la acción
personal y pone una especie de sello de garantía a la acción
colectiva.
El adulto tiende a poner más barreras cuando se trata de
cambiar sus actitudes o de adquirir nuevos hábitos: el tiem­
po ha tenido la posibilidad de arraigar más fuertemente cier­
tos antivalores y a la persona le cuesta más romper la costra
de la comodidad, la pereza, la indolencia, la soberbia, y reco­
nocer que puede reemprender un nuevo camino consigo
67
Valor para vivir los valores
68
misma. No obstante, la pedagogía de adultos demuestra que
sí es posible lograr que las personas cambien. Los métodos,
claro está, no pueden ser los mismos que se utilizan para
enseñarles a los niños. Pero, a veces, los contenidos son tan
sencillos y tan de sentido común que se podrían confundir
con los métodos de pedagogía infantil: ejemplos dignos de
ser imitados, repetición de imágenes vividas y de mensajes
estimulantes, frases que hacen pensar y mueven a actuar, pla­
nes de acción propuestos por la persona misma como un
compromiso de futuro, etc.
Lo importante es considerar siempre cómo se puede
mejorar en la vivencia de los valores, aunque se pueda expre­
sar a veces de manera negativa, lo que pone en evidencia
cómo no se debe ser; como el caso de una empresa que que­
ría estimular a sus empleados con las "6 normas para no pros­
perar":
l.
Espere sentado su oportunidad
2. Comente su mala suerte con los demás
3. No se esfuerce por conseguir nuevos conocimientos
4. Laméntese de lo difícil que son los tiempos actuales
5 . Obstínese en que sin recomendaciones no se logra nada
6. Confíe y aguarde a que vengan tiempos mejores
Un contagio bueno
Hemos dicho que el ejemplo es el factor fundamental que
determina el éxito en la enseñanza de los valores. Al comien­
zo de la vida y hasta la adolescencia, se observan e imitan
¿Para qué sirven?, ¿ cómo se enseñan y se aprenden?
----
ejemplos menos deliberadamente que en la edad adulta. Es
lo que aquí denominamos "contagio", es decir, el proceso de
comunicación de los valores a través del ejemplo (del afán
permanente de hacer el bien) . No es tanto lo que se dice sino
lo que se hace y lo que se es, lo que induce a la otra persona
a considerar una determinada conducta como digna de
imitación. Es lo que vemos y comprobamos cada día en la
relación padre-hijo, profesor-alumno, directivo o colega-em­
pleado.
El proceso de aprendizaje busca más deliberadamente ese
contagio, a través de la comunicación y recurriendo también
a los razonamientos, a crear convicciones sobre la bondad de
los actos de cada valor, de modo que se practique primero de
manera consciente y luego, cuando ya está creado el hábito,
de manera inconsciente.
Por supuesto, hay factores que incrementan las dificulta­
des para promover, enseñar y vivir los valores: el aumento de
la permisividad y la corrupción en los negocios públicos o
privados, la resistencia que se da en las instituciones educati­
vas para aceptar una educación en valores, el desaliento de
algunos padres de familia ante la rebeldía de sus hijos y la
misma sociedad que tiende a veces a quitarle importancia a
lo que tiene que ver con la ética y con el ejercicio de sus
principios fundados en la naturaleza humana.
A pesar de todo esto, los valores "valen" y son siempre
una invitación a construir una familia en la que la persona
eche las raíces sólidas de su futuro; una educación que forta­
lezca intelectual y emocionalmente al estudiante, ayudándo-
69
70
Vtzlor para vivir los valores
----
le a enriquecer su intimidad y a proyectarse en la conviven­
cia; unas organizaciones en las que la cultura basada en los
valores sea la garantía del predominio del hombre y sus mo­
tivaciones sobre la técnica, y una sociedad en la que la pani­
cipación y la solidaridad sean los pilares de una convivencia
ciudadana justa y en paz.
El ideal de los valores siempre estará ahí adelante, ofre­
ciéndonos mucho más que lo que tenemos entre las manos,
pareciendo inalcanzable pero siendo realizable paso a paso,
aunque se requiera un millón de pasos para llegar a la meta.
o
Un adolescente acudió a un viejo monje y le pidió
una reglapara vivir de acuerdo con ella. El monje le dio
esta respuesta:
';4spira a lo inalcanzable':
El adolescente le dio las gracias y le preguntó si seria
una inmodestia pedirle todavía una segundafrase, como
viático suplementario para el camino. Entonces, el monje
agregó este consejo al primero:
';4spira a lo inalcanzable':
O
El pasado nos enseña que el porvenir pertenece no a quie­
nes lo sueñan en el vado sino a quienes, siendo fieles a sus
promesas, a sus principios y a sus valores, asumen la respon­
sabilidad de hacer lo que aparece como imposible e inalcan­
zable, porque ya lo posible y alcanzable alguien lo ha hecho
antes.
¿Para qué sirven?, ¿cómo se enseñan y se aprenden?
----
Claves del capitulo
� El
cambio se produce desde la transformación
de cada persona.
� El estudio
o el trabajo humano bien hecho com­
prende un conjunto armónico de valores so­
bre el que se debe insistir cada día.
� La
prioridad en la familia y en la educación es
formar gente con valores .
� La familia e s e l centro
y e l motor del desarrollo
humano .
�
Como los valores no se pueden ocultar, son
inseparables de la conducta humana.
� Cuando
se trabaja por valores y con valores ,
la educación se transforma en una poderosa
fuente de realización personal.
�
Los valores operan como un sistema de vasos
comunicantes.
� El
éxito de los valores radica en su fuerza
operativa, no en su bondad conceptual.
� Es
importante que la enseñanza de los valores
se haga en un clima de participación: todos
enseñan a todos y todos aprenden de todos .
� La
enseñanza de los valores nos conduce ne­
cesariamente a ver el papel de la motivación
trascendente: la que nos saca de nuestro yo y
de nuestra satisfacción y nos lleva a los de­
más , en forma de servicio, amistad, colabora­
ción o solidaridad.
71
Valor para vivir los valores
72
�
Los valores no se enseñan en conjunto, sino
uno por uno.
5
La familia, primera
escuela de valores
N
o es la tecnología, ni son los avances científicos o eco­
nómicos los que dan cuenta del auténtico progreso
humano. La persona es la clave de todo el proceso y por eso
hoy en día se da prioridad al desarrollo humano y a la cali­
dad de vida. El paradigma fundamental del que debe partir
el proceso de comunicación y aprendizaje de valores es la
persona como punto central, como núcleo de la vida fami­
liar, del centro educativo y de cualquier organización.
Los valores, concebidos operativamente (es decir, pues­
tos en práctica) , implican que lo que hay que cambiar para
que la familia y las instituciones cambien es el modo de ser y
de actuar de las personas, lo cual sólo se consigue con un
proceso continuo de formación que no acaba nunca. No es
un objetivo a corto plazo. Visto en su conjunto, es un obje­
tivo a largo plazo que abarca acciones muy diversas y sucesi­
vas para que los valores echen rafees y les permitan a las per-
ltálor para vivir los valores
74
sonas encontrar su felicidad y, por tanto, ayudar a ser felices
a los demás.
La educación y formación de la persona debe mirarse
siempre como un arte maravilloso que tiene mucho de arte­
sanía, que no puede reproducir modelos mecánicamente y
que exige el trabajo personalizado, atento a las variables de
cada individuo. Si mi principal preocupación es ser lo que
quiero "ser", el "tener" se desplaza a un segundo lugar, como
también se desplaza el "estar" (estar bien, estar tranquilo,
estar bien alimentado, estar cómodo, estar satisfecho . . . ) . El
verbo "estar" es un verbo mucho más pobre que el verbo
"ser". Éste tiene una carga profunda que incita a escarbar en
lo humano, a acometer la tarea más difícil, la de autocom­
prendernos y trabajar en la construcción de nuestra persona­
lidad.
La cultura y los valores personales, así como la cultura y
los valores de la familia o de las organizaciones, pugnan
constantemente entre e1 "tener" y e1 "ser" . "La cu1tura de1
tener" es materialista y consumista, partidaria del éxito como
fruto del desarrollo económico. "La cultura del ser" se refie­
re más bien a la intimidad y al espíritu de las personas: busca
que la persona sea capaz de ser feliz, aunque no disponga de
muchos bienes económicos. Incluso la sobreabundancia de
éstos tiende a ahogar la libertad interior de la persona, la
recorta por tener que estar constantemente eligiendo entre
muchas posibilidades.
Lafamilia, primera escuela de valores
-------
Los ámbitos básicos
"La familia tiene vínculos vitales y orgánicos con la socie­
dad, porque constituye su fundamento y alimento continuo
mediante su función de servicio a la vida. En efecto, de la
familia nacen los ciudadanos, y éstos encuentran en ella la
primera escuela de esas virtudes sociales que son el alma de
la vida y del desarrollo de la sociedad misma" Quan Pablo
I1) . La familia y la escuela constituyen, entonces, el binomio
fundamental para la formación de los ciudadanos.
La educación es una de las formas que adquiere el bien
común, la más decisiva si se piensa en el futuro de la socie­
dad. Y está llamada a forjar hombres y mujeres preparados
para el mañana. Pero no un mañana ilusorio y remoto, sino
cercano, que nos toca construir con nuestras manos, vale
decir, con nuestra inteligencia, nuestro corazón y nuestros
sentidos, insertados en una comunidad concreta, ejerciendo
nuestra ciudadanía ciento por ciento.
El corazón de los centros escolares no es la planta física,
los medios técnicos o las ayudas educativas, por más moder­
nos o sofisticados que sean, sino los profesores, los padres de
familia y los alumnos. Ellos tienen la responsabilidad de edu­
car y formar a los estudiantes. Si trabajan bien, juntos logra­
rán el resultado que esperan: unos hijos y alumnos que ma­
ñana serán ciudadanos responsables, deudores del bien
común, una deuda que han de pagar trabajando con compe­
tencia profesional y con espíritu de servicio.
Para lograr esto hay que dejar de lado las lamentaciones
o transformarlas en entusiasmo, deshacernos del pesimismo
75
76
Valor para vivir los valores
---
sobre el destino de nuestra sociedad y afirmar el optimismo
de quienes queremos el cambio; y no un cambio cualquiera,
sino aquél que tiene sus raíces más hondas en el espíritu de
cada persona, que la hace capaz de cosas grandes o de cosas
envilecedoras, dependiendo de los fines que se proponga.
Un papel necesario
"Hoy somos testigos de un profundo cambio mundial en la
familia (institución medular de la sociedad, que no es posi­
ble suplir o siquiera modificar mucho sin que haya conse­
cuencias desastrosas) , el cual será a largo plazo, tal vez por
largo tiempo". Porque la familia "no es una simple inven­
ción del hombre para alcanzar cierta meta, ni es susceptible
de ser reinventada o reformulada para lograr otros objetivos"
(James Wilson) .
La familia corre el peligro, y con ella la sociedad, de aho­
garse en medio de la avalancha de un materialismo al que no
se combate porque no se le identifica en la propia vida, ni se
le vincula a simple vista con alguna ideología, pero que
es
tan violento y nocivo como los materialismos ideológicos. Si
se mira bien, este clima general de materialismo está relacio­
nado íntimamente con una filosofía individualista y egoísta,
que pone el bienestar personal por encima del bien común.
Hay muchas personas y algunos grupos que piensan que
la familia como forma estable de organización social está
amenazada de muerte por la desintegración progresiva, por
el debilitamiento del matrimonio y por las crisis de separa-
La familia, primera escuela de valores
-------
ciones y divorcios, pero no olvidemos que "la familia tiene y
comunica todavía hoy energías formidables capaces de sacar
al hombre del anonimato, de mantenerlo consciente de su
dignidad personal, de enriquecerlo con profunda humani­
dad y de insertarlo activamente con su unidad e irrepetibilidad
en el tejido de la sociedad" Quan Pablo 11) .
Un faro encendido
Una familia auténtica será un faro encendido que mantiene
en alto el sentido de la vida de las personas que la integran y
que da sentido a la sociedad de la que forma parte esencial.
1.0
será en la medida en que el entramado de relaciones sea
de calidad y en la medida en que el espíritu de servicio pre­
domine sobre la comodidad, el diálogo total sobre los silen­
cios pasivos o sobre la agresividad en la defensa de los intere­
ses individuales, porque la familia debe ser la institución líder
por excelencia en la forja de una nueva sociedad.
La familia así entendida será proa segura para la navega­
ción en el futuro y "está llamada a ser la fuente de la alegría
para el espacio público. Una sociedad sin verdadera vida fa­
miliar será posiblemente una sociedad desintegrada, una so­
ciedad sin luz, una sociedad desgraciadamente triste" (Soria) .
Es interesante hacer notar, dentro de este contexto, la
estrecha relación que vincula la unidad familiar y la voca­
ción de la paz. El hombre, indudablemente, es hijo y herma­
no en la familia y, después, prójimo, vecino y hermano en
la sociedad. "El hombre es constitutivamente familiar"
77
78
l-álor para vivir los valores
----
(D'Agostino) . Es decir que la familia no procede de estruc­
turas sociológicas cambiantes sino de dimensiones antro­
pológicas, o sea, de una exigencia del hombre mismo.
En esto coinciden filósofos, psicólogos y sociólogos: la
familia como organización
es
célula de la sociedad y la más
importante-de sus estructuras. Es la "microsociedad o célula
constitutiva de la sociedad civil, donde madura estructural­
mente el vínculo universal de la fraternidad" (Burke) que
hay en todos los hombres. No hay terremoto ni huracán que
pueda desterrar a la familia de la faz de la tierra. Su suerte va
unida intrínsecamente a la razón de ser de la sociedad, y sin
ella ésta no podría estructurarse. Si salvaguardamos el bien
común de la familia, pondremos el fundamento para salva­
guardar hacia el futuro el bien común de la sociedad. Hay
que soñar despiertos con ese futuro. Y saber que la única
forma de afrontarlo exitosamente
es
fortaleciendo las raíces
familiares.
No hay nada irremediable
Todas las injusticias, las violencias, los atentados contra la
vida ·se explican, en último término, por un fracaso de la
educación que trata a las personas no como seres espiritua­
les, dotados de una dignidad infinita, sino como si fueran
simples cosas o trastos desechables sin valor alguno.
Nos preocupa la contaminación de los ríos, los bosques,
los parques y las ciudades, pero más debe preocuparnos la
contaminación moral, que ha llevado a muchos a creer sólo
Lafamilia, pn'mera escuela de valores
-------
en el poder, en el dinero, en el consumo, en el sexo, en las
drogas, en la lucha entre hermanos, todo lo cual es mani­
festación de no creer en nada, o de creer sólo en sí mismo,
que es la peor de las miserias del hombre. La tristeza ante los
horrores nos debería hacer pensar en que algo tenemos que
ver nosotros con ellos, al menos por indiferencia o por omi­
sión.
Éste es uno de los desafíos más grandes hoy en día para
los padres de familia y los profesores, para los hogares y los
centros escolares: crear ambientes propicios para el crecimien­
to interior de las personas, para su desarrollo humano, per­
sonal y social, intelectual y moral, cultural y espiritual. Ésta
es la tarea que nos espera para formar a los hombres y muje­
res del siglo XXI. No será el torbellino de la tecnología
computarizada en el que ya estamos, ni la cercanía de los
planetas y de otros mundos, ni la invasión aterradora de los
millones de caprichos electrónicos lo que nos permitirá con­
seguir una sociedad más humana.
De lo transitorio a lo pennanente
Lo transitorio en la familia son los gustos, las modas, las
aficiones y muchas otras cosas que forman parte de la vida
cotidiana y sobre las cuales cada uno de los miembros de la
familia puede opinar libremente y no pasa nada. Por ejem­
plo, la minifalda, el pelo largo de los muchachos o los rotos
en los jeans.
Por el contrario, hay otras cosas, los valores esenciales,
79
80
Valor para vivir los valores
-------
donde sí hay que dar la batalla e invertir todas las fuerzas,
porque se trata de la laboriosidad, de la responsabilidad, de
la libertad, de la fe, es decir, de hábitos estables que miran a
determinadas realidades, que es bueno que los hijos los cul­
tiven y que reciban un buen ejemplo de sus padres. No se
trata de algo transitorio como una moda, sino de algo per­
manente.
Lo permanente en la familia son los valores en los que se
funda: el amor de los padres, la confianza, las virtudes hu­
manas y las tradiciones familiares conservadas a través del
tiempo. No tendría sentido discutir por las modas, o por
todo lo que es circunstancial, cuando los valores permanen­
tes pueden estar en peligro.
Los bienes transitorios, como todo lo relacionado con el
bienestar económico, deben valorarse a la luz de lo funda­
mental para la familia. Cuando no se respeta esa jerarquía, lo
transitorio empieza a ocupar el lugar de lo permanente, que
se puede ir perdiendo imperceptiblemente, sin que nos de­
mos cuenta. Hay padres que llenan de cosas materiales a los
hijos, quienes, ahogados entre tanta cosa superflua, lo que
realmente necesitan es consejo, cariño, orientación para su
vida.
Donde esos valores se ponen a prueba es la vida en fami­
lia. No basta con "pasar por casa", ni con "estar en casa", es
decir, estar presente para comer y dormir y, además, ver la
televisión y cambiarse de ropa. Eso es algo, pero es muy poco.
Lo necesario, lo absolutamente indispensable, es "vivir en
casa": ir a comer, dormir, ver la televisión, cambiar de ropa,
Lafamilia, primera escuela de valores
-------
conocer a los que viven con uno, brindarles cariño y apoyo,
escucharlos, servirles, colaborar en la vida material de la fa­
milia, ser conocido y valorado y vivir un profundo sentido
de pertenencia a aquella familia de la que se habla con orgu­
llo. Es vivir de tal modo que aquello sea un hogar, en el que
todos los que viven ahí estén realmente unidos por los lazos
firmes del cariño, si cada uno de ellos procura ser siempre
una presencia amorosa para los demás.
¡Pongámonos de acuerdo en lo fundamental!
Para no correr el riesgo de ser o crear en nuestra familia per­
sonalidades dependientes, manipuladoras o perpetuamente
insatisfechas, es necesario aprender a servir, aprender a ser
solidario. La falta de acuerdo en lo fundamental afecta la
vida de la pareja y de los hijos; es como si cada uno velara
únicamente por sus intereses, debilitando así el sentido de
unión que los convoca a todos. No puede existir un interés
superior al bien común de la familia, a su felicidad y su desa­
rrollo armónico. Lo fundamental, por lo demás, no es sólo
fruto de un acuerdo de palabra, sino que se construye entre
todos.
La familia, de por sí, tiene una fuerza muy grande como
reunión de energías espirituales y como fruto de la generosi­
dad de quienes se han comprometido en ella. Pero como
tiene que ver con la felicidad de todos y de cada uno, cual­
quier descuido en los valores fundamentales la puede afectar
seriamente. Éstos se conservan y protegen en la medida en
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82
Valor para vivir los valores
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que cada uno se exige a sí mismo, los recrea haciendo de
ellos una realidad viva, inacabada pero digna de tender hacia
ella: la persona siempre puede amar mejor, ser más laborio­
sa, responsable, generosa, leal o sincera.
Además, los valores esenciales requieren de un constante
acuerdo en la familia, porque se modifican con el ser de la
persona a través del tiempo, pues la índole de los valores
hace que éstos sean dinámicos y flexibles según las caracte­
rísticas de cada individuo.
Todo esto ha de llevar a una cultura de la familia como
"unidad primaria de acci6n social" (Alejandro Llano) , que le
permita a cada uno de sus miembros realizar su propio pro­
yecto y fortalecer su libertad. La familia, así entendida, es
una forma radical y primaria de solidaridad que no s6lo aporta
un suplemento de sentido a la persona sino que es fuente de
toda energía social.
El carácter: primer prop6sito
de la educaci6n en la familia
La familia es la encargada de la urgente tarea de preparar el
terreno y de apuntalar los valores esenciales en las personas,
para que éstos se arraiguen en ellas con raíces profundas. Si
la familia no lo hace tempranamente, es muy difícil que cual­
quier otro ambiente o instituci6n lo haga por ella. La fami­
lia, entonces, precisa la conformaci6n de una conducta y unos
hábitos que permitan a los hijos saber orientarse siempre,
ante cualquier circunstancia.
Lafamilia. primera escuela de valores
---
Formar el carácter y la personalidad es el gran desafío de
la familia y la escuela, porque es la única manera de que los
hijos afronten el futuro con un bagaje de valores indispensa­
bles para su vida cotidiana. Esto sólo se logra a través de la
vida vivida, con el ejemplo y la insistencia, comprobando
regularmente que esos valores están echando raíces.
Uno de los obstáculos con el que se enfrentan los padres
para acometer esta tarea es disponer más de cosas que de
bienes interiores, pues falta lo fundamental: disponibilidad
para escucharlos, cariño, amistad, convivencia, confianza
mutua. . . En la sociedad se habla muchas veces de que la con­
vivencia es posible si hay un acuerdo en lo fundamental. Lo
mismo ocurre en la familia. La discrepancia sobre los valores
básicos lleva a la ruptura del diálogo, a la inconsistencia de
las relaciones, a la desconfianza.
Alguien decía que en la medida en que aumentan las
posibilidades de tener disminuye la libertad de elegir. Las
,
cosas, que están hechas para facilitar la vida, pueden acabar
por complicarla definitivamente si ocupan demasiado espa­
cio interior. La libertad interior de la persona tiene que ver
directamente con la disponibilidad a compartir con los de­
más, con tener el corazón libre de muchas ataduras materia­
les, que condicionan y acaparan la atención, el tiempo y las
preocupaciones. Si se procura atender lo fundamental (tra­
bajo, familia, amistad), las demás cosas van saliendo más
ordenadamente. Tener espacio interior, disponer de tiempo
para el cultivo personal y serio y para los demás son aspectos
básicos de la madurez.
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84
Valor para vivir los valores
--
--
Valores para la calidad de vida
La calidad de vida en la familia, en síntesis, significa que los
hijos sean personas libres y responsables, y para lograr este
objetivo, los padres tienen que ser, a su vez, libres y respon­
sables. Entonces habrá coherencia y ejemplaridad de vida
-una de las maneras como se expresa el liderazgo en la fami­
lia- y un clima de participación.
Podemos tener la más absoluta seguridad de que si la
educación que se da en las familias no apunta a los valores
más altos, a la escuela le será muy difícil cumplir su tarea. Y,
al contrario, si la escuela no fortalece esos valores inculcados
en la vida en familia, la educación familiar se quedará corta y
los individuos revelarán una gran deficiencia. en su futuro.
Se educa de verdad cuando se busca que la persona tenga
convicciones y que las comunique haciéndolas realidad. Hay
algo fundamental que no se comunica con la más revolucion­
aria de las metodologías o técnicas. Ese algo es la "vida vivi­
da", enseñar a servir con el testimonio del ejemplo, superan­
do el estrecho mundo del yo y de los intereses individualistas.
El poder de la familia unida
La familia, en su propósito de ser la primera escuela de valo­
res, debe crear un ambiente propicio para que se cultiven los
valores de la convivencia y para que haya una sana emula­
ción de las virtudes que hacen posible dicha convivencia:
tolerancia, apertura, comprensión, buen humor, optimismo.
De modo que la familia cree su propio ambiente e influya en
Lafamilia, primera escuela de valores
---
lo que l a rodea, atrayéndolo, s i es positivo, o repeliéndolo,
cuando es negativo. "Nadie tiene derecho --como escribió
Albino Luciani- al monopolio del mal humor". Ni de la
tristeza, ni de la neurosis, ni de la histeria, ni del descuido y
el abandono en el trato con los demás.
La acción de la familia consiste más en dar que en reci­
bir. Una familia unida es capaz de superar todo lo malo que
sucede, se produzca adentro o afuera. Una manera de ver a
cada persona dentro de la familia es mirarla como a una ima­
gen de Dios (porque ha sido creada a su imagen y semejan­
za) . Así se realza su dignidad: cuando se la maltrata, de algu­
na manera se está ofendiendo a Dios.
En la familia, las personas adquieren seguridad en sí mis­
mas y viven respaldadas por la fuerza del amor y la compren­
sión. En ella reciben protección biológica, psíquica y espiri­
tual. Aprenden a ser independientes (que no es lo mismo
que vivir aisladas) y a vivir tanto en intimidad como abiertas
hacia los demás, construyendo paulatinamente una jerarquía
de valores. Así sabrán buscar lo primero y más importante:
la felicidad personal y el servicio a las demás personas, con­
viviendo y ayudando a convivir.
Cada familia es un "metro de patria"
Convivir es comprometerse con el saber liberándose de la
ignorancia, con la verdad liberándose del error, con el traba­
jo liberándose del aburguesamiento o de la vida fácil, es arries­
garse a superar el miedo, la indiferencia o los caprichos per-
85
86
Valor para vivir los valores
------
sonales. Y sólo llevando a cabo una sólida educación en la
familia se puede mejorar este nivel de convivencia.
"Cada familia es un metro de patria" sobre el cual se está
construyendo la nación, y debe tener una base sólida, cons­
tituida por los valores de sus miembros, que se proyectan
hacia las otras familias y la sociedad.
La familia es el baluarte principal para que la persona se
realice en el servicio a los demás, en la entrega de lo mejor de
sí a la sociedad, a la misma familia que la ha capacitado para
afrontar el futuro. Es necesario construir la familia sobre el
terreno sólido del amor, de las convicciones y del ejemplo
hecho vida, del servicio y la donación: "La familia es -más
que cualquier otra realidad social- el ambiente en el que el
hombre puede vivir 'por sí mismo' a través de la entrega sin­
cera de sí" Ouan Pablo 11) . Y esa entrega de sí "es posible por
un bien concebido y amado como bien común" (Adelaida
Raschini) .
Claves del capítulo
� La persona es
el punto de partida para la trans­
formación de la familia, del centro educativo,
de una empresa o institución o de una comu­
nidad.
�
Si la persona es 10 primero, su libertad tiene
que respetarse y enriquecerse a través del es­
tudio y del trabajo.
Lafamilia, primera escuela de valores
---
�
Lo que hay que cambiar para que las institu­
ciones cambien es el modo de ser y de actuar
de las personas .
� La
cultura y los valores personales y los de la
familia o las organizaciones pugnan constan­
temente entre el tener y el ser.
� La
educación es una de las formas que ad­
quiere el bien común, la más decisiva cuando
se piensa en el futuro de la sociedad .
�
Si salvaguardamos el bien común de la fami­
lia, pondremos el fundamento para salvaguar ­
dar el bien común de la sociedad.
�
Lo permanente en la familia son los valores en
que ella se fundamenta y el matrimonio que le
da vida.
� Además,
los valores fundamentales se conser ­
van y protegen en la medida en que los incor ­
poramos constantemente a nuestra conducta.
� La
educación de verdad busca que la persona
tenga convicciones y las comunique hacién­
dolas realidad.
�
Sólo educando en la familia y en la escuela se
podrá mejorar el nivel de la convivencia.
� "Cada
familia es un metro de patria" sobre el
cual se está construyendo la nación, y debe
tener una base sólida, es decir, valores que
proyecta a las demás familias y grupos.
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6
Algunos valores
básicos en la familia
S
i deseamos hacer una selección de los valores fundamen­
tales, es probable que se nos quede alguno por fuera. De
todos modos, nos atrevemos a hacer una, que se podrá com­
plementar con los escogidos para la educación.
� La laboriosidad
Consiste en la diligente realización del trabajo con dedica­
ción, energía, orden y constancia, con miras a que se cum­
plan los resultados esperados.
o
Juan y Carlos discuten sobre la educación de los
hijos, que ya son adolescentes y carecen del suficiente
interés y dedicación por el estudio. Como ve a Juan
desesperado porque sus hijos estdn a punto de perder el
año, Carlos le cuenta la historia de 'Las últimas pie-
90
Válor para vivir los valores
---
dras': que le habla sido muy útil con sus hijos. "Habla
un pals donde se hablan puesto a lo largo de muchas
décadas las primeras piedras de innumerables cosas:
puentes, escuelas, hospitales, iglesias, estadios, parques,
etc. Hasta que llegó un gobernante que se empeñó en
poner las últimas piedras de todo lo que se habla co­
menzado pero nunca se habla terminado. Sólo hizo eso,
no puso una piedra nueva más, pero aquelpals cambió
sustancialmente':
"En la vida de las personas ': deda Carlos a sus
hijos, pasa algo semejante: lo fácil es empezar, como
ir al colegio por primera vez, pasar el primer año,
empezar cada uno de los siguientes. Lo dificil e im­
portante es ver que cada uno de esos pasos aislado no
significa nada. Lo importante es poner la última pie­
dra de cada una de esas actividades. Eso sólo se logra
desarrollando diariamente el valor de la laboriosi­
dady la constancia, manteniendo la ilusión y el em­
peño por empezar bien la jornada y acabarla bien.
Y
asl un dla tras otro, una semana tras otra, un mes
tras otros, un año tras otro . . .
".
O
La persona es un ser trabajador por naturaleza. El traba­
jo forma parte de su vocación esencial. De ahí que desde la
más temprana infancia se nos enseñe a trabajar, al principio
en forma muy elemental y fácil, paralelamente al desarrollo
de nuestras habilidades físicas. En este "adiestramiento" jue­
gan un papel importantísimo la madre y el entorno familiar,
Algunos valores básicos en lafamilia
---
el cual se vuelve más explícito y consciente a medida que
transcurre el tiempo.
En el nifio, la noción de juego se equipara, de alguna
manera, a la de trabajo. Así, se le ensefia que las diferentes
actividades requieren esfuerzo, orden y constancia. Si no se
ponen todas las energías y los sentidos en esa tarea, es impo­
sible que se forme este hábito. Por ejemplo, el nifio se da
cuenta de que sus tareas escolares exigen disciplina, aten­
ción, el ejercicio de su memoria y la imaginación, y en esto
consiste, en este caso, la laboriosidad.
En el adolescente, la conciencia de las exigencias del es­
tudio es mucho más clara, aunque, generalmente, el juego le
resulte más atractivo que el estudio o el trabajo, a los que
normalmente ve como parte de un futuro lejano.
Un aspecto importante de la laboriosidad es la diligencia
con la que se emprenden las tareas. Ésta vence la pereza y la
mediocridad y persigue la excelencia, refleja el amor con el
que se hace, cómo se hace y por qué motivo se hace.
Es oportuno y relevante conocer siempre los motivos que
mueven a hacer las tareas, pues son los que finalmente im­
pulsan, guían, dirigen la acción. Para la persona, desde muy
pequefia, resulta oportuno conocer los motivos (el porqué y
el para qué) por los que se le ha impuesto cierta tarea, y no
llevarla a cabo como fruto de una obediencia ciega.
Así, el valor de la laboriosidad está estrechamente ligado
al estudio y el trabajo, porque éstas son actividades que im­
plican determinados deberes y responsabilidades (no nece­
sariamente relacionados con el cumplimiento de un trabajo
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92
Wllor para vivir los valores
---
profesional o con alcanzar unas metas de estudio en una ins­
titución educativa) . Por supuesto, hay otros trabajos que exi­
gen el mismo esfuerzo, orden y disciplina, por ejemplo los
que se llevan a cabo en el hogar.
En el estudio, es imponante cultivar una dedicación cons­
tante: como el niño tiene afán de conocer y una curiosidad
inagotable por todas las cosas, se le puede encausar para que
le tome gusto al estudio porque ahí resuelve muchas de sus
inquietudes y conoce lo que es aprender para saber.
Como habíamos dicho antes, es habitual que unos valo­
res comprendan o involucren otros valores. La laboriosidad,
en este caso, entraña el valor del cumplimiento. Es decir, la
laboriosidad implica, además de hacer bien las tareas, cum­
plirlas a cabalidad, terminar lo comenzado. Si no, ese cum­
plimiento sería más bien un "cumplo y miento" : digo que
voy a hacer algo pero, a la larga, no lo hago; de esta mane­
ra, me engaño a mí mismo y no logro el objetivo que bus­
caba.
David Isaacs, en su libro La educación de las virtudes hu­
manas, destaca que ser laborioso supone:
1 . Conocer los criterios de un trabajo bien hecho en cada
caso;
2. Contar con los motivos suficientes para esforzarse y,
3. Tener bastante desarrollada una serie de capacidades
accesorias para hacer bien la actividad concreta.
Si se tienen en cuenta estos tres puntos, será más fácil
afrontar las dificultades que se presentan, pues éstos permi-
Algunos valores básicos en lafamilia
-------
tirán que cada persona supere los obstáculos según sus pro­
pias particularidades.
Entre los antivalores asociados a la laboriosidad están la
comodidad excesiva, el desorden en el manejo del tiempo, la
pereza y la negligencia ante las obligaciones adquiridas. La
televisión, los juegos electrónicos e internet, utilizados sin
ningún control, son un riesgo para la laboriosidad.
Entre niños y jóvenes hacen especial mella el aburrimien­
to, la apatía o el tedio, la resistencia a esforzarse en lo más
mínimo, escudándose, por ejemplo, en que las cosas cues­
tan;
pero en el fondo se trata de falta de disciplina y de que
no saben o no conocen el objetivo por el que vale la pena
hacer el esfuerzo.
� El orden
Consiste en la realización armónica de la actividad para que
logre su finalidad, aprovechando el tiempo al máximo y uti­
lizando bien los recursos disponibles.
o
Dos hermanos de 7 Y 9 años, mientras recogen sus
juguetes para poner orden en su cuarto, comentan en
voz baja: "Nuestra mamá se está poniendo pesada con
esto del orden. . . Pero no entiendo por qué nos exige
tanto, si aqui en la casa nadie sabe a qué horas se come
ni cuándo llega uno o cuándo llega el otro. ¿Será que
están intentando que nosotros aprendamos lo que ellos
nunca aprendieron?"
O
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94
Wllor para vivir los valores
-------
El orden es un valor que sirve, a su vez, de herramienta
básica para la vivencia de otros valores: "Virtud sin orden,
rara virtud" a. Escrivá) . Este valor está asociado a la respon­
sabilidad, la disciplina, la previsión y la prudencia, que es el
valor que ayuda a dirigir la conducta. El orden es el fruto
(como sucede con casi todos los valores) de una larga pa­
ciencia para adquirir los hábitos correspondientes.
No nos referimos únicamente al orden material o a la
disposición correcta de las cosas en su sitio ("Un sitio para
cada cosa y cada cosa en su sitio") , sino al orden mental y
emocional que requieren el pensamiento lógico y el auto­
control que se logra a lo largo de la vida.
A los hijos, en el hogar, se les puede enseñar a ejercitar
este valor aprovechando su capacidad de aprendizaje, su ca­
rencia de excesivos prejuicios, la atención propia de los pri­
meros años. Hay muchas oportunidades en situaciones de
practicar el orden y de imprimirlo indeleblemente en el ca­
rácter, poco a poco, a través del ejemplo: corregir el orden en
que guarda la ropa o sus juguetes, en las horas de estudio o
de sueño, las horas de entretenerse con la televisión o de
utilizar el computador, etc.
Son pocas las personas que nacen con una predisposi­
ción especial para cultivar este valor; es decir, para la inmen­
sa mayoría de las personas hacerse a este valor es un asunto
de disciplina personal y de perseverancia. Aquí, cabe mencio­
nar la conocida máxima: "Guarda el orden y él te guardará".
El valor del orden se puede trabajar en tres aspectos dis­
tintos. Primero está, simplemente, el orden de las cosas, el
Algunos valores básicos en lafamilia
-------
orden de lo que vernos a simple vista. Y éste se puede ense­
ñar fácil y directamente con el ejemplo. Los padres no tie­
nen que ser necesariamente infalibks en este aspecto; de
hecho, habrá un padre al que se le dé más fácilmente que a
otro este valor. Solamente tendrán que armarse de pacien­
cia para alcanzarlo poco a poco, empezando por el orden
material, que servirá seguramente para lograr otros tipos
de orden.
Por ejemplo, si los padres les enseñan a los hijos que las
cosas que son de uso general deben permanecer en un sitio
donde habitualmente todos las encuentren, habrán dado
un gran paso hacia la consecución de este valor. Si alguien
falla en esto, basta hacerle ver lo importante (y lo sencillo)
que es que las cosas estén a la mano de cualquiera que las
necesite.
Otro aspecto central de este valor es el orden de las acti­
vidades, el de los compromisos. Se requiere el aprendizaje de
la buena distribución del tiempo. Por ejemplo, la formación
y planeación de horarios habituales para cada una de las
comidas, para la realización de los trabajos, para los des­
cansos, etc. Aprender a programar las actividades es algo
que se consigue progresivamente, sabiendo aplicar un cri­
terio diferente a las tareas que se realizan habitualmente, a
las que se realizan sólo ocasionalmente y a las que son even­
tos especiales.
No es necesario convertirse en un maniático del orden y
la puntualidad para conseguir ese objetivo. Basta tener pre­
visto lo que se va a realizar dentro de períodos de tiempo
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96
Valor para vivir los valores
---
--
fácilmente abarcables: un día, una semana, un mes. Y valerse
de ayudas elementales para acordarse: una anotación gráfica,
apuntar en un calendario, vincular una actividad con otra
para que se puedan realizar una seguida de otra, etc.
y
el último aspecto de este valor para tener en cuenta:
el orden en las relaciones. Es necesario que las personas
aprendan a distribuir el tiempo que van a compartir con
las otras personas. Este aprendizaje es crucial a medida que
los hijos crecen, pues hace falta, a través del ejemplo, mos­
trar que una parte esencial del orden es aquélla que se dedi­
ca a estar con los suyos y que esto redunda en la calidad de
vida que se desea para la familia y para cada uno de sus
miembros. Después viene pensar el tiempo dedicado a los
compañeros de colegio, a los amigos del barrio, etc.
En todo esto es definitivo el ejemplo de orden que ellos
observen en sus padres y en el resto de integrantes de su
familia. El gran antivalor que amenaza constantemente es
el desorden físico y mental, afectivo y de horario de estu­
dio, acostumbrarse a vivir como si el reloj no existiera, a la
impuntualidad y a quedar mal en las citas, el incumpli­
miento de determinadas tareas acordadas dentro de ciertos
límites de tiempo. Aquí también j uegan un papel la pereza
mental, la falta de fijeza en lo que se hace, la inconstancia y
la flojera de voluntad, aspectos que hay que combatir en
todas las edades, pero que en la niñez y la juventud dan pie
para forjar los hábitos contrarios y poner una base sólida
en el modo de vivir y de trabajar.
Algunos valores básicos en lafamilia
------
� La responsabilidad
Consiste en cumplir las obligaciones y los compromisos ad­
quiridos, dando respuestas adecuadas a lo que se espera de
una persona o colectividad, yendo más allá de la obligación
estricta.
o
Mariana va con su hijo Mauricio de 17 años, quien
empieza la universidad en pocos días, a un almacén a
comprarle ropa. Entre las prendas escoge una chaqueta
roja muy llamativa. La mamá le insinúa que eso le pa­
rece un color muy chillón para su edad. Él insiste y la
compra. Pasadas unas semanas y después de recibir va­
rias críticas de parte de algunos compañeros de curso,
Mauricio decide no usar la chaqueta. Mariana se da
cuenta y le reclama a su hijo. Él se limita a decir: "No
me gusta, me equivoqué, tengo que comprar otra': La
madre responde: "Si la elegiste libremente a pesar de no
se te veía bien, si insististe en tenerla, te toca usarla has­
ta que se gaste. Mientras tanto no podrás tener otra.
Cuando uno elige algo, le toca asumir la responsabili­
dad de cumplir. Aprende de eso que te ha pasado ahora
con tu ropa para que lo apliques a tu estudio, a tus
amistades, a tu vida. No puedes dejarte llevar por el
capricho y el gusto. Ser responsable para ti ahora es dar
los resultados que esperamos de ti en tus estudios y en tu
formación personal':
O
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l-álor para vivir los valores
---
Etimológicamente, el término responsabilidad viene de
"res sponsa" : el anillo que simbolizaba la unión del esposo y
la esposa a partir del momento en el que formalizaban su
compromiso. La responsabilidad es la capacidad de respon­
der a las expectativas que se crean a partir de determinados
vínculos, sean familiares, laborales, fraternales, sociales o pro­
venientes simplemente de una promesa hecha a sí mismo o a
otros; no cualquier respuesta a esas expectativas, sino la pro­
pia de una persona que se esfuerza esmeradamente por cum­
plir con lo prometido.
El que lleva a buen término sus obligaciones, lo hace
desde los valores que le ayudan a ser responsable: trabajo,
entusiasmo, creatividad, seriedad, dedicación, estabilidad,
eficacia, etc. La responsabilidad no llega necesariamente con
los años o con la experiencia. La persona se hace responsable
al aprender a cumplir sus obligaciones y deberes lo más es­
pontáneamente posible, aunque a veces entienda que lo hace
por obediencia a unas normas o pactos. Eso no le quita mé­
rito a la acción, como tampoco lo quita la desgana con la
que a veces acompaña el cumplimiento de sus deberes.
Fernando Corominas (en Educar hoy) sostiene que la
mejor edad para arraigar la responsabilidad se sitúa entre los
7 y los 11 años, porque se vive un período sensitivo que
facilita su cumplimiento: amor a la j usticia, disposición a
ayudar, deseo de quedar bien y afán de superación. Eso faci­
lita realizar con perfección los compromisos adquiridos.
Ser responsable es saber asumir las consecuencias de los
propios actos. En este sentido, la vida familiar está llena de
Algunos valores básicos en lafamilia
-------
continuas situaciones en las que los padres pueden contri­
buir decisivamente a que los hijos se hagan responsables. Por
ejemplo, al hacerles ver que cuando eligen algo (una cosa,
una actividad, una relaci6n) tienen que saber por qué lo ha­
cen, cómo lo hacen y hasta d6nde llega su compromiso con
ella, y no al dejarlos seguir el capricho, la arbitrariedad o
simplemente lo que les resulta más c6modo. Todo ello im­
plica un ejercicio de la autoridad que ayude a los hijos a
cumplir sus compromisos y terminar bien las cosas, a no
dejarlas empezadas.
Muchas veces, tener que hacer cosas que no nos gustan
en principio es una buena escuela para madurar la responsa­
bilidad. Por ejemplo, cuando el hijo no quiere hacer sus ta­
reas escolares, cuando no quiere estar con los demás en la
casa, cuando tiende al aislamiento o a la indiferencia frente a
ciertas costumbres familiares, hay que hacerle ver que para
llegar a hacer lo que uno quiere, hay que recorrer el camino
de hacer muchas cosas que no necesariamente nos gustan.
Lo importante es contar siempre con algo de motivaci6n
para hacerlas, una raz6n que le dé sentido a la acci6n: pensar
en lo que se quiere llegar a ser, relacionarlo con la felicidad
que se le causa a los demás si uno hace las cosas bien. Tam­
bién la preocupaci6n por los demás es una fuente inspiradora
de actos responsables.
No s610 los hijos, sino prácticamente todas las personas
tenemos que aceptar responsabilidades basadas en decisio­
nes que otros han tomado por nosotros y eso no significa ser
esclavos de nadie. La vida se encarga de darnos unas deter-
99
1 00
Vtllor para vivir los valores
------
minadas "cartas" en las que se combina lo que nos viene dado
con lo que asumimos por decisión propia, y en ambos casos
se vive el valor de la responsabilidad, como una fuente de
libertad. Si se actúa responsablemente, se aprende a no dar
excusas por lo que sale mal y a no cargar con nuestras res­
ponsabilidades a los padres, profesores o compañeros.
10
cierto es que aprender a tomar decisiones propias
adquiere una mayor urgencia en la enseñanza de la respon­
sabilidad hoy en día. Si se aprende a hacerlo, se podrá con­
quistar una mayor autonomía y ser más consciente de las
fortalezas y debilidades. Ante la pregunta de "¿Qué hago?", a
veces la mejor respuesta es "¿Qué piensas que debes hacer?"
Eso evita que las personas se justifiquen porque estaban ha­
ciendo algo que no decidieron hacer, sino algo que les impu­
sieron, se trate del estudio, de las amistades o de su futuro
profesional.
La responsabilidad no se limita a cumplir deberes. Va
más allá. Como tiene por meta la excelencia, requiere, ade­
más de un sentido de la obligación adquirida, la libertad
para cumplirla y la libertad para realizarla creativamente. La
llamada de la responsabilidad, en cualquier ámbito de la vida
o en cualquier edad, no implica sentirse coaccionado o mo­
tivado sólo por la obediencia a una norma. Hay que vivir eso
con iniciativa y con un gran sentido de libertad interior (que
no son incompatibles con las normas) .
Como afirma López Quintás en El libro de los valores: "Si
la responsabilidad implica siempre una respuesta positiva a
un valor, tenemos una clave certera para discernir cuándo
Algunos valores básicos en lafamilia
------
somos de verdad responsables. Si un niño se consagra al es­
tudio para obedecer una orden de su padre, pero no logra
aceptar por cuenta propia el valor que entraña el adquirir
una formación adecuada, podemos decir que es obediente,
aplicado, tenaz, pero no que se porta de una forma respon­
sable".
La persona responsable aprende así a asumir las conse­
cuencias de sus acciones, incluso cuando son negativas; como
se toma en serio lo que hace, piensa muy bien todas las ac­
ciones que va a ejecutar antes de iniciarlas, es decir, se apoya
en la reflexión serena de los hechos. Y hace todo lo posible,
desde el principio, para que la tarea se haga bien.
Los antivalores que se deben combatir son el descuido,
la irreflexión, la inmadurez, el desinterés por lo que se hace y
la precipitación en el obrar, que impide el logro de los obje­
tivos y afecta negativamente las relaciones con los demás.
� El respeto
Es tener conciencia del valor del propio ser y del ser y la
dignidad de los demás, para poder comprenderlos y aceptar­
los, dejándolos actuar, siendo tolerante con ellos, de acuerdo
con su condición y con la relación que han establecido con
nosotros.
o
Julidn es un hombre machista y prepotente. Asi se
educó y asi actúa con su esposa Luda y con sus hijos, que
estudian en la universidad. Wve sólo para su trabajo de
101
1 02
Valor para vivir los valores
------
analista financiero en una multinacional. Los ve de
carrera los fines de semana, cuando no está de viaje.
Pero no dialoga con ellos y no tiene en cuenta sus opi­
niones. Se limita a tratar de imponerles su modo de ver
las cosas, sin oir lo que piensan. Es muy exigente y duro
con sus hijos a la hora de pedirles resultados en sus estu­
dios y los trata como menores de edad. Ellos se han ido
distanciando de su padre y ven cómo la mamá aguanta
lafrialdad afectiva y los atropellos constantes de su papá.
Para no complicarle la vida a su mamá, cuentan sus
problemas intimos a sus mejores amigos. Cada vez tie­
nen menos ganas de estar en casa, sobre todo a las horas
en que está presente su padre.
O
El respeto es, ante todo, el valor que nos permite convi­
vir con las demás personas (es posible, por supuesto, exten­
der este respeto a la naturaleza, a los objetos entre los que
vivimos, pero no es su significado esencial) . Y se trata de un
valor que está en crisis dentro y fuera de la familia. Una de
las posibles causas de esto es la idea equívoca, difundida por
los medios de comunicación, de que es necesaria la igualdad
para no provocar traumas en los hijos, de que es un error
exigir disciplina y obediencia, lo que inevitablemente con­
duce al irrespeto y a la desatención a las jerarquías.
El respeto se refiere directamente a la manera como valo­
ramos a las personas y está fundamentado en el reconoci­
miento de la dignidad de cada uno de nosotros, a pesar de
las diferencias y particularidades. No es el temor reverencial
Algunos valores básicos en lafamilia
ni el servilismo. Implica más bien la observación de los dere­
chos que tienen todas las personas a ser respetadas y tolera­
das. "Siempre es más valioso tener el respeto que la admira­
ción de las personas" (Rousseau) .
Pero la dignidad de la otra persona implica de algún modo
la dignidad propia. El respeto hacia los demás únicamente es
posible si yo me respeto a mí mismo: respetar mi cuerpo,
valorar mi propia vida, tener autoestima. El respeto a sí mis­
mo fortalece el respeto a los demás y éste, a su vez, nutre
aquél.
De nuevo, el afianzamiento de este valor se inculca a
través del ejemplo, es un objeto de aprendizaje: si los hijos
ven que sus padres se respetan entre sí, entenderán más fácil­
mente el respeto que deben tener hacia sí mismos y hacia las
demás personas con las que se relacionan. Por esto, una de
las relaciones fundamentales, si no la principal, en la que
resulta necesaria la formación de este valor es la relación que
une a los padres con los hijos.
El respeto, que es algo que todos merecemos, se incre­
menta por el ejercicio de comportamientos concretos. Esto
significa tomar una actitud activa, no pasiva. Hacer y no
esperar a que nos hagan. Las personas que se respetan de
verdad entran en interacción, no se quedan al margen de los
hechos, en todas sus distintas relaciones: familiares, sociales
y laborales.
No obstante, el respeto no implica una tolerancia ilimi­
tada; no se trata de permitir que una persona diga todo lo
que quiera (sea verdad o mentira) de cualquier modo. Hay
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1 04
Valor para vivir los valores
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que buscar un equilibrio entre lo que se dice y las circuns­
tancias en que se expresa. Por eso es importante la valoración
de las circunstancias. El respeto a los padres se ejerce en un
ámbito y circunstancias diferentes al que se ejerce frente a
un profesor o ante un amigo. En este último caso puede
haber supuestos de familiaridad y confianza que no necesa­
riamente se dan con el profesor.
A medida que pasa el tiempo, que pasamos de la infancia
y la adolescencia a la adultez, nos damos cuenta de que una
parte de ese respeto es el respeto a la intimidad. Y a este
respecto se debe dirigir la educación de este valor. David
Isaacs propone aspectos que se deben tener en cuenta con
los hijos más pequeños con miras a educarlos en el respeto,
como enseñarles que cada persona es diferente, reconocer en
cada persona sus particularidades, no "rotularlas" , no
discriminarlas, no criticarlas, en otras palabras, a actuar po­
sitivamente a favor de los demás, a tenerlos en considera­
ción. Por supuesto, estas orientaciones son también válidas
para el joven y el adulto, que también se encuentran en me­
dio de un constante aprendizaje.
Específicamente, en las relaciones entre los padres y los
hijos, estos últimos les deben siempre respeto y considera­
ción a los primeros. De manera recíproca, los padres tampo­
co están autorizados para irrespetar a los hijos porque come­
ten determinados errores y mucho menos para censurar el
camino que los hijos deciden tomar en algún momento de
su vida, distinto al que los padres proyectaron para ellos.
Justamente, hay que aprovechar estos momentos para cali-
Algunos valores básicos en lafamilia
brar el equilibrio que exige una relación en la que no falte el
mutuo respeto (equilibrio que, por lo demás, debe estar ba­
sado en el amor y la justicia) .
Entre los antivalores que se deben combatir, además del
irrespeto, están la intolerancia, el individualismo, la injusti­
cia, el dogmatismo al hablar y actuar y la desconsideración
con los demás. En cualquiera de estos casos, se maltrata a la
persona, o se logran los objetivos en la vida a costa de la inte­
gridad de los demás.
� La sinceridad
Consiste en procurar decir y actuar siempre con la verdad,
manifestar los propios sentimientos con autenticidad y cla­
ridad, sin complicaciones que lleven a la falsedad o al enga­
ño.
o
A Enrique, a sus doce años, le gusta soñar con mil
avmturas, m las que él es el héroe y se las cuenta a sus
amigos como sifonan reales. Con eso llama la atención
a todas horas. Pero al mismo tiempo time un gran te­
mor de que sus padres lo reprendan por su rendimimto
m el colegio y por esto invmta todas las disculpas posi­
bles: dice con ftecumcia que se le ha perdido la libreta
de notas, y se excusa con ftases como "Les juro que me
pasó esto': "Les prometo que no volverd a ocurrir': etc.
A sus profesores les ha dicho que m su casa no lo mtim­
den. yha empezado a manifestarles a sus padres que ha
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Wllor para vivir los valores
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ido a la casa de fulanito o que ha salido con tal otro,
pero ninguna de las dos cosas es verdad.
O
Muchos problemas entre padres e hijos, y entre compa­
ñeros de estudio o de trabajo provienen de la falta de since­
ridad, de no decir las cosas como son, de no aspirar a la
verdad, de no expresar los sentimientos oportunamente, de
falta de franqueza y de transparencia, tanto en los actos como
en las palabras. Se producen muchas confusiones, malen­
tendidos, malas interpretaciones, incomprensiones y con ello
faltas de auténtica comunicación.
Este valor actúa conjuntamente con otros valores, como
la sencillez y la humildad. Hay personas que alardean de
sinceridad porque van diciendo por ahí todo lo que pien­
san y creen que con eso es suficiente y que en esto consiste
la sinceridad. Sucede todo lo contrario: al actuar sin consi­
deración pueden hacerles daño a los demás o poner su honra
en entredicho injustamente. O, por ejemplo, el personaje
de la farándula que revela públicamente sus intimidades
cree ser muy sincero, pero no tiene en cuenta el contexto
en el que las confiesa, porque la verdadera sinceridad exige
manifestar mi pensamiento sin buscar causar determinados
efectos en el interlocutor o en el público que me está escu­
chando.
La niñez es la etapa clave para el desarrollo de la sinceri­
dad. Para esto es bueno aprovechar su espontaneidad, su deseo
de comunicarse, de establecer contactos con el mundo, tra­
tando de evitar que mienta o engañe así sea en pequeñas
Algunos valores básicos en lafamilia
cosas
O
lo haga sin malicia, porque, a la larga, puede afectar
negativamente su conducta.
Corominas dice que el período sensitivo de la sinceridad
va de los 3 a los 9 años, y sobre todo de los 3 a los 6. De los
6 en adelante está más relacionada con la justicia. Los hijos
tienen un sentido muy claro de ciertos valores de la convi­
vencia y saben que las personas deben decir la verdad. Cuan­
do no la dicen, se dan cuenta. Si se les inculca el amor a la
verdad, sabrán combatir la tendencia a la mentira, que es
muy fácil en esa edad, por quedar bien, por fantasía, por
rebeldía, por orgullo, etc. Y, al corregirlos, no hay que tratar­
los de mentirosos, porque quizás están actuando mal pero
sin malicia y sin ser plenamente conscientes de sus actos.
La naturalidad en el obrar favorece mucho la sinceridad.
Entonces, es importante evitar que los hijos sean complica­
dos, que se hagan un nudo con cualquier problema o que se
sientan especiales o más que los demás. La naturalidad va de
la mano de la sencillez y de costumbres austeras en la vida. Si
no se les rodea de objetos innecesarios y se les enseña a no
tener relaciones simplemente por figurar, adquirirán la con­
ciencia de ser personas comunes y corrientes, que aman la
vida sencilla, en vez de la sofisticación y las apariencias, a las
que tantas personas son proclives hoy en día, inclusive los
padres mismos.
No es suficiente con decir lo que se piensa; es necesario
que nos fijemos en el contexto y que corrijamos nuestros
errores cuando alguien nos hace caer en cuenta de ellos. De
otro modo, cuando hablemos sin medir las consecuencias de
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Válor para vivir los valores
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nuestras palabras, caeremos fácilmente en la hipocresía o,
más aun, en la calumnia o la difamación.
El conocimiento de sí mismos, saber cuáles son sus limi­
taciones y posibilidades y saber estar en el sitio que les co­
rresponde es algo que los hijos pueden aprender de sus pa­
dres poco a poco, al aprovechar las circunstancias que se van
presentando según las diferentes edades.
Otro aspecto para destacar de la sinceridad es el afán por
ser objetivo, sin apasionamientos ni desbordes verbales. Una
persona con una recta estima de sí misma y con respeto por
la autoestima de los demás tiende a ser más equilibrada en
sus juicios y apreciaciones sobre la conducta ajena y aprende
a juzgar la propia de manera crítica, evadiendo la jactancia y
eludiendo las mutuas alabanzas en las relaciones con los de­
más.
Cuando se habla de que los hijos aprendan a tener crite­
rio, se hace referencia precisamente a eso: a que por sí mis­
mos, sin que se les tenga que estar repitiendo por qué, des­
cubran las razones íntimas de su conducta, sepan distinguir
lo que está bien de lo que está mal, sepan expresar adecuada­
mente sus pensamientos, opiniones y sentimientos y sepan
juzgar con lógica después de discernir las situaciones y cir­
cunstancias. Bien sea que se esté hablando con ellos de una
pequeña trampa que cometieron, de su comportamiento
sexual, del uso de las drogas, de un problema en el estudio o
de la inconveniencia de una amistad.
Un antivalor que tiene que ver con la sinceridad es la
crítica irreflexiva que degenera en murmuración o en chis-
Algunos valores básicos en lafamilia
me. Repetir rumores, cuya certeza se desconoce y que sim­
plemente son chismes o maledicencias, desfigura la sinceri­
dad y toma la forma de un antivalor: la injusticia. De la mis­
ma manera en que corregimos la mentira, también debemos
evitar la propagación de la crítica destructiva a medida que
ésta aparece; no hay que dejarla pasar, sino decir las cosas
por su nombre y manifestarlas delante de todo el grupo fa­
miliar, si es el caso.
La aceptación de la realidad y de los hechos es difícil
tanto para los nifios y los jóvenes como para los adultos, en
diverso grado de intensidad y complejidad. Como parte de
la sinceridad, es un aspecto muy importante lograr avances
en esta actitud. No se pueden esconder los hechos en una
nube de distracciones y creer que siempre son como yo qui­
siera que fueran y no como se presentan realmente. Lo que
debo aprender es a no engafiarme a mí mismo, a no actuar
en desmedro de mi intimidad y de mi conciencia.
"La intensidad con que se puede vivir la sinceridad
-sostiene Isaacs en La educación de las virtudes humanar­
dependerá de la capacidad de cada persona por reconocer lo
que es la situación real. Cuando la situación no tiene ningu­
na contrariedad, es más fácil decir la verdad. Nos interesa
ensefiar a los hijos a distinguir entre realidad y fantasía, entre
hechos y opiniones, entre lo importante y lo secundario en
situaciones fáciles y en las que tienen mayor carga afectiva' .
En último término, lo que más cuenta es fomentar la
sinceridad actuando con sinceridad en la propia vida, a pe­
sar
de los errores que se comentan, buscando siempre mejo-
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WJlor para vivir los valores
---
rar y obrar con autenticidad, es decir, con espontaneidad,
convicción y coherencia.
� La generosidad
Significa dar lo mejor de sí mismo en cosas, en tiempo, en
dedicación a los demás y en tareas por el bien de todos, con
desprendimiento y entrega.
o
Andrea proviene de una familia económicamente
pobre, pero gracias al esfoerzo de Raúl su padre, un
taxista de tiempo completo, estudia en la universidad.
En su casa, el dinero apenas alcanza para las necesida­
des básicas. Es buena estudiante y responsable con el
escaso dinero que le dan en casa para sus gastos persona­
les. La mayoría de sus compañeras de curso pertenecen a
familias muy pudientes, utilizan automóvilpara ir a la
universidad y gastan mucho dinero en fiestas con sus
compañeros y en compras para satisfacer sus caprichos.
A veces, le pagan a Andrea la boleta del cine o la llevan
al club porque se sienten muy a gusto con ella. En algu­
nas ocasiones, le compran algunas cosas que necesita para
la universidad. Andrea es muy inteligente y ayuda a sus
compañeras en los trabajos de la universidad y en la
explicación de los temas dificiles de clase.
O
Generosidad significa darse, entregarse, desprenderse de
lo que se tiene para pasarlo a otros. "Hay más alegría en dar
Algunos valores básicos en lafamilia
que en recibir" expresa la frase bíblica. Es el valor que se
antepone al egoísmo y al individualismo que se niega a com­
partir, a participar de lo propio en bien de los demás.
Desde la primera infancia hay que combatir el excesivo
apego a las cosas, que lleva al niño a encerrarse en sus j u­
guetes y pertenencias, a los que confiere una importancia
excesiva y a los que defiende con ahínco. Esa tendencia en
la persona se manifiesta de diversas maneras. Por un lado,
expresa el deseo de tener cosas y, por el otro, en concentrar
la atención en sí misma. El afán de tener se convierte en
una deformación en la medida en que se da primacía a lo
material sobre lo espiritual, y la atención concentrada sólo
en sí misma obstaculiza una relación interpersonal en la
que exista un intercambio más equilibrado, más pleno, más
humano.
Para Corominas, el período sensitivo de la generosidad
se sitúa entre los 7 y los 11 años. En los niños, hay disposi­
ción para ayudar a los otros, para escuchar, para agradecer.
Sobre todo cuando se dan cuenta de que lo importante es
dar a partir de lo que tiene algún valor para nosotros, no de
lo que nos sobra (especialmente si es tiempo y dedicación) .
Muchas madres y muchos padres son un ejemplo de genero­
sidad, pues dedican mucho tiempo a sus hijos para cuidarlos
y educarlos y son felices dándose a ellos.
A nadie se le puede criticar por tener cosas, conocimien­
tos o virtudes. El problema no es que tengamos. Lo proble­
mático es que olvidemos el lugar justo de las cosas, al confe­
rirles un valor mayor del que verdaderamente tienen. Si las
111
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W¡lor para vivir los valores
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ponemos al servicio de los demás, los resultados son diferen­
tes y descubrimos que todo eso tiene una mayor utilidad
cuando compartimos.
Una vez más, el papel del ejemplo es decisivo a la hora de
considerar cómo se inculca esa generosidad en los hijos.
Hacerla efectiva realmente implica que se realice con espon­
taneidad y no como fruto de una imposición, pues la gene­
rosidad sin libertad pierde su esencia. Saber valorar lo que
se tiene, el propio tiempo y apreciar el valor de los demás
impulsan a la generosidad. También refuerza la generosidad
-según Corominas- prestar las cosas, ayudarle a estudiar a
un compañero, dejar que los otros elijan primero, dar las
gracias, pedir cortésmente las cosas, cuidar a los hermanos
pequefios, etc. Por parte de los padres, dar ejemplo con aus­
teridad, evitar lo superfluo, saber perdonar y olvidar, actuar
como administradores y no como duefios, ensefiar el valor
de las cosas, delegar las tareas domésticas y escuchar siempre
a los hijos.
En el hogar, si los hijos perciben que sus padres les dan
constantemente, los convierten en el centro de sus preocu­
paciones y están disponibles para ellos en los momentos más
importantes, comprenden el núcleo central de la generosi­
dad y aprenden la mejor manera de hacerla realidad en ellos
mismos. Todo lo demás es secundario. Es como cuando hay
fortaleza afectiva en las relaciones entre padres e hijos, que
sirve de apoyo frente al resquebrajamiento provocado por
los descuidos, por el ambiente negativo o por el mal ejemplo
circundante.
Algunos valores básicos en lafamilia
Pero si los hijos ven que sus padres no tienen tiempo
para ellos, encontrarán una contradicción cuando éstos les
pidan que sean desprendidos, que pongan interés en lo más
importante para su vida, que se preocupen por los demás.
Como siempre, debemos procurar ajustar nuestros actos a
nuestras palabras.
La generosidad, por otro lado, consiste también en el
uso justo y racional de las cosas y el dinero. Actualmente,
hay en la sociedad una gran tendencia al consumismo, a la
búsqueda del placer sensitivo y la comodidad material, lo
que deriva muchas veces en la acumulación de objetos su­
perfluos. Esta situación no permite ver las necesidades de los
demás.
Es bueno hacer ver a los hijos que muchas veces ellos
tienen lo que a otros les falta y que los desequilibrios en la
sociedad empiezan, de algún modo, con esa inequidad. Esto
puede ayudarles a ser más sobrios y más generosos con sus
cosas y a evitar el despilfarro; a cuidar las cosas, no tanto
como sus duefíos sino como los usuarios que un día -por
una u otra circunstancia- pueden dejar de tener acceso a
esas cosas que ahora tienen en abundancia.
Los antivalores que hay que combatir son la avaricia y la
mezquindad, que se encuentran muy cercanos al individua­
lismo y al egoísmo, en los que hay que pensar no sólo con
respecto al dinero, sino también con respecto al tiempo, a
los talentos y al afecto.
Por último, la generosidad tiene que ver, más profunda­
mente, con el sacrificio como una oportunidad de crecimien-
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ltálor para vivir los valores
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to personal. Tanto un esfuerzo menor como un esfuerzo pro­
longado para superar contrariedades y dificultades son una
buena escuela que da raíces fuertes a la persona generosa. En
esto hay un largo camino por recorrer en las actitudes educa­
tivas de los padres. Muchos creen que lo ideal es que los
hijos no pasen por las necesidades que ellos pasaron y les
sirven todo en bandeja de plata, pero cometen un gran error,
pues de esta manera los están privando de la oportunidad de
acceder a una fuente de realización personal. Siempre es bue­
no preguntarse, en cada caso, si éste es el mejor camino.
� La fortaleza
Significa tener la firmeza o fuerza de ánimo que le permite a
la persona superar dificultades, temores y adversidades y
afrontar riesgos futuros.
o
Jorge creció en un hogar en el que no se conocen ni el
dolor ni las dificultades; es el mayor de cuatro herma­
nos, tiene 20 años y sus padres siempre le evitaron todos
los sufrimientos. Comenzó a estudiar Ingenieria Civil,
pero es muy perezoso con sus deberes universitarios. A
duras penas pasó los 3 primeros semestres. Un dla, llegó
a su casa después de clase y se encontró con la noticia de
que su padre habla muerto en un accidente aéreo. El
avión privado de la compañia petrolera de la que era
presidente se accidentó en medio de una tormenta. Jorge
se derrumbó ante la noticia y se ence"ó en su habita-
Algunos valores básicos en lafamilia
ción a llorar. Al rato, buscó a su madre, que también
estaba destrozada por la tragedia,
ahora me toca a mi':
y
le dijo: "Madre,
O
Aparentemente, la fortaleza es un valor para ser vivido
cuando ya la persona tiene una cierta experiencia de la vida y
unas reservas anímicas e interiores para afrontar determina­
das dificultades. Pero no. Es de esos valores que se deben
inculcar desde temprana edad, precisamente para que se ad­
quiera adecuadamente esa experiencia y se sepan afrontar los
problemas que se presenten en la vida.
Se puede ser muy fuerte físicamente y muy débil inte­
riormente. Eso es lo que llama la atención en cierto tipo de
personas hoy en día: cultivan el cuerpo en demasía (ejercicio
físico, aeróbicos, deportes de alto riesgo) , pero no cultivan
con el mismo interés los valores de índole espiritual. Son lo
que Guitton denomina "subalimentados del espíritu". Per­
sonas dominadas, a veces, por la flojera y la pereza o la me­
diocridad para afrontar su estudio, su trabajo, sus relaciones
y toda suerte de obstáculos que se les presentan.
La fortaleza está al alcance de todos, no sólo de los hé­
roes o los santos, en quienes es manifiesto ese valor. Este
valor se cultiva día a día. Y para esto es necesario invertir las
energías físicas, mentales y espirituales (pero firmemente
ancladas en convicciones personales: los principios) en al­
canzar
pequefias metas.
El ejercicio de este valor se lleva a cabo en muy diversas
circunstancias y, como dijimos, no en una etapa de la vida,
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l-álor para vivir los valores
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sino en todas, a cada momento. La fortaleza es el convenci­
miento de que hay que superar la pereza de ponerse a estu­
diar o trabajar y el desánimo que nos asalta ante las dificulta­
des y de que el cumplimiento de los deberes más sencillos
fortalece la voluntad y el ánimo para las ocasiones en que
hay que afrontar dificultades más serias.
El afianzamiento de este valor resulta de vencer el temor
al dolor físico, a perder el juego o a fracasar en un examen.
Ahí cuenta mucho enseñar a valerse por sí mismo, a no dejar
que la imaginación invente obstáculos que no existen o que
engrandezca los que ya existen. La sobreprotección de los
padres que no quieren que los hijos pasen dificultades o que
se sientan solos produce en ellos inseguridad e indecisión.
La fortaleza, apoyada en un justo concepto de sí mismo
sin que derive en orgullo, ayuda a enfrentar el temor ante las
adversidades de la vida, sobre todo las inesperadas. Y, desde
luego, a aceptar los propios defectos y flaquezas, sin dejar de
luchar por superarlas. Por otro lado, este valor evita que las
personas sientan una falsa compasión por sí mismas, que
justifiquen sus debilidades o que se quejen ante la menor
dificultad. Hace falta controlar los propios impulsos y las
tendencias, para no dejarse arrastrar por ellos cuando tien­
den a empobrecernos (escapismo, facilismo, filosofía del éxito
material, flojera, abandono de los deberes contraídos, falta
de compromiso, indiferencia ante los problemas sociales) .
En fin, es el esfuerzo por vencer la apatía y la pasividad ante
lo que entraña un cierto grado de dificultad.
Uno de los modos de inculcar este valor es, por ejemplo,
Algunos valores básicos en lafamilia
la consolidación del "espíritu deportivo". Éste es muy salu­
dable para el fortalecimiento de las personas. Practicar algún
deporte puede fortalecer la vivencia de valores y virtudes que
se asocian a la competencia y al deseo de triunfar, pero lo
más importante es crear la conciencia de que lo esencial no
es ganar o perder, sino convivir, participar y aprender de otros.
Hay que tomarse en serio el j uego y al mismo tiempo saber
vivir con ese espíritu deportivo las otras actividades cotidia­
nas, es decir, poner en ellas ese mismo espíritu de competen­
cia y de superación, capaz de vencer el desaliento, el cansan­
cio y la fatiga corporal o mental. Así, la persona fuerte va
templando su ánimo con el paso del tiempo, se va haciendo
capaz de aguantar cosas que en un principio resultaban muy
difíciles o insoportables.
Uno de los valores que acompañan a la fortaleza es la
firmeza, que refuerza las convicciones propias y procura de­
fenderlas con ideas y argumentos, lo que tiene que ver tanto
con la comprensión y la flexibilidad frente a las opiniones de
las otras personas, como con la determinación que nace de la
conciencia de los propios actos y de nuestras propias decisio­
nes.
� La justicia
Es darle a cada uno lo suyo, lo que le corresponde en virtud
de su dignidad, de lo que es equitativo en razón de su esfuer­
ro
o trabajo y en acuerdo con el ejercicio de sus derechos y el
cumplimiento de sus deberes.
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lillor para vivir los valores
---
o
Rosamaria tiene una marcada preferencia por su
hija Lucía, de catorce años, la segunda de sus tres hijos.
Para ella, Lucía es la más inteligente, la más ordenada,
la que 'salva el honor de lafamilia': según se lo repite a
su esposo, a sus hijos Ricardo y Pedro y a sus amigas.
Lucía es un "sol" que ilumina su vida. A la hora de los
premios y reconocimientos en la casa, Lucía los recibe
todos los de su madre. Los muchachos, en cambio, son
recriminados y la frase que oyen con
más frecuencia
es:
"Si ustedesfueran como Lucía, esta casa seria distinta':
Alonso su marido se ha acostumbrado a oir esas cosas y
de vez en cuando le reclama diciéndole que no le parece
justo ese modo de actuar con los muchachos, porque esas
comparaciones, en lugar de ayudarles, los desmotivan.
Ella se limita a contestar: ''Demos gracias a Dios por
este regalo, que compensa lo que no hemos recibido con
esos dos muchachos que son tan flojos que no parecen
hijos nuestros':
O
Conforme pasa el tiempo, en la sociedad ha surgido una
aguda conciencia de la defensa de los derechos humanos y
de la necesidad de educar en ellos a las personas (y sobre
todo a las nuevas generaciones) . Y la realización de este obje­
tivo sólo es posible si se logra arraigar en los niños el sentido
de la justicia. Sentido que no es innato en la persona pero
que, como se ha insistido con otros valores, se facilita su
aprendizaje en la niñez, especialmente entre los 8 y los 1 2
años. Esto no quiere decir que no existan antes intuiciones
Algunos valores básicos en lafamilia
del mismo, captado a través del ejemplo de los padres y del
trato con las personas que forman parte de la vida del niño
en esa etapa.
El derecho comprende unas normas que buscan instau­
rar, basadas en la activa aplicaci6n de la justicia, la conviven­
cia y la armonía social. No obstante, nos interesa ahora re­
calcar el aspecto subjetivo de la justicia, el que le toca a cada
persona. Pues la justicia es un valor ético, en el que se conju­
gan la conciencia y la libertad para descubrirla y, a partir de
ahí, ejercerla.
Para empezar, en la justicia es vital la consideraci6n del
bien de la otra persona. Es un valor claramente interactivo,
en el que intervenimos en la vida, no s610 la nuestra, ni la de
nuestro posible interlocutor, sino la de otras personas con las
que no estamos relacionados directamente. Y la idea que
subyace a este valor es la de que cada persona tiene los mis­
mos derechos que yo, de que estamos en un plano de igual­
dad. Cuando alguien presta un libro (por ejemplo) a otra
persona, ésta debe devolverlo, mucho más si lo pierde, por­
que debe haber un equilibrio entre lo que se da y lo que se
recibe.
La justicia implica un entramado de relaciones: de las
personas entre sí, del grupo con ellas y de ellas con el
grupo.
Las normas que ha instituido la sociedad, y que se deri­
van de la conciencia colectiva de la j usticia, se pueden enten­
der como las reglas del juego que existen para regular las
relaciones humanas y que definen que existen cosas en las
1 19
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l-álor para vivir los valores
-------
que yo ejerzo mi derecho de propiedad y otras sobre las que
todas las personas, en conjunto, lo ejercen.
La conciencia de esa desigualdad se da, por ejemplo, en
la adolescencia, cuando el joven se rebela contra la injusticia
que descubre en el comportamiento de sus padres. En estas
ocasiones es preciso que haya equidad en el trato y reconoci­
miento de los derechos y de los deberes. En último término,
los hijos deben aprender a actuar justamente en las diferen­
tes circunstancias y con las diferentes personas, teniendo en
cuenta su situación correspondiente y los derechos particu­
lares que esa situación admite. Por ejemplo, comprender que
el respeto a los compañeros responde a un trato equitativo
entre iguales y que el respeto a las personas mayores tiene un
componente adicional que está sujeto a la edad y a las cir­
cunstancias de dichas personas, aunque haya personas con
las que se pueda prescindir de las formalidades habituales. Y
con éstas no nos estamos refiriendo a la frialdad y la distan­
cia en el trato, sino más bien al respeto, la cordialidad y la
consideración por el otro, incluso muchas veces informal.
Progresivamente, se descubre y se ayuda a consolidar la
idea de que formamos parte de grupos sociales que estable­
cen sus reglas o ya las tienen constituidas, y de que la justicia
consiste en ajustar la conducta social a las mismas. Así como
en la familia hay acuerdos tácitos o explícitos, moderados
por los padres, en los demás grupos sociales (la escuela, el
barrio, la sociedad) se dan también esos acuerdos, y cada
persona actúa en ellos como compañero, vecino o amigo, o
ciudadano. A medida que es más grande el grupo, exige de la
Algunos valores básicos en lafamilia
persona un sentido de la justicia más maduro y más profun­
do. Esta justicia está encaminada a defender los derechos
humanos hasta el punto de comprometerse en causas que
signifiquen una protesta consistente y firme para la defensa
de quienes son maltratados de cualquier forma: explotación
económica indebida, abusos sexuales, violencia intrafamiliar,
violencia armada, desigualdad social, etc.
Se oponen al valor de la justicia, la parcialidad, el favori­
tismo, la arbitrariedad y la deshonestidad. Igualmente la
impunidad, que es el síntoma de una deficiencia de la justi­
cia; ante la justicia todos somos iguales, y sobre todos debe
caer con igual intensidad su peso, tanto en los fallos a nues­
tro favor como en los fallos en nuestra contra.
� La amistad
Es el afecto personal, puro y desinteresado, generalmente
recíproco, que nace y se fortalece con el trato mutuo y con el
intercambio de bienes espirituales y materiales.
o
Juan y Octavio crecieron juntos (sus familias son
amigas desde tiempo atrás): ahora viven en el mismo
barrio, estudian en el mismo colegio, tienen casi las mis­
mas aficiones � en realidad, cada uno de ellos trata al
otro como a un hermano. Estudian juntos, salenjuntos,
juegan juntos, hacen planes con sus amistadesjuntos. A
veces, la noche los sorprende hablando largamente de
sus cosas. Se tienen una confianza ilimitada. Juan le
121
1 22
Wllor para vivir los valores
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cuenta a su amigo que ha empezado a padecer unos
fuertes dolores de cabeza que le dificultan concentrarsey
estudiar. El médico le ordena hacerse unos exdmenes de
laboratorio y un electroencefalograma. Alarmado con
los resultados, el médico llama a sus padres y les comu­
nica la dolorosa noticia: Juan tiene un tumor cerebral
de pronóstico reservado. Los nuevos exdmenes demues­
tran que es maligno y que hay muy pocas posibilidades
de que sobreviva a ese mal. Los padres deciden conver­
sar con su hijo y contarle la verdad. Él les pide que le
cuenten a Octavio porque no se siente con las fuerzas
para hacerlo.
Y les pide
que, por favor, se aseguren de
que Octavio tenga todas las facilidades para continuar
sus estudios, pues sabe que su familia estd viviendo difi­
cultades económicas serias.
O
Aristóteles le recuerda a su hijo Nicómaco (en la Ética
que lleva su nombre) que "la amistad es lo más necesario
para la vida". Idea que responde a una necesidad fundamen­
tal para toda persona. Se trata de un valor que comprende, a
su vez, varios valores y que pone a prueba muchos de ellos.
Podemos decir, sin exageración alguna, que
es
una de las
formas de manifestación del amor humano, presente en la
familia y en los diferentes grupos sociales.
De algún modo, la amistad es un valor que se adelanta al
resto de valores: si la amistad penetrara a fondo las relaciones
interpersonales, no veríamos tantos atropellos a la intimi­
dad, a la justicia, a la equidad, a la tolerancia y a la paz. Los
Algunos valores básicos en lafamilia
bienes más imponantes de la vida no son de orden material
ni tienen precio, aunque necesitemos de medios materiales
para disfrutarlos: el amor, la libertad, el trabajo.
En el caso de los hijos, es imponante que aprendan a
tener amigos y a hacerse amigos de las personas sin discri­
minarlas por su condición social o económica. El tipo de
centro escolar en el que estudian y el círculo social en que se
mueven muchas veces limitan sus amistades. Es bueno que
puedan socializar con niños y muchachos de otras clases so­
ciales y de diferente situación en la vida. Eso les abre la men­
te y el corazón.
Los niños empiezan a valorar la amistad desde el hogar,
cuando sus propios padres o sus hermanos son sus primeros
amigos. Al comienw, cuando los hijos aún son pequeños,
las amistades están muy vinculadas a parientes, conocidos y
otros niños del colegio o escuela, es decir, seleccionados por
sus padres de una u otra manera. Pero llega el momento en
que los hijos van escogiendo sus propios amigos. En la ado­
lescencia y juventud surgen normalmente los amigos que
durarán toda la vida. De ahí la imponancia de desarrollar
este valor al máximo tempranamente.
En un principio, la amistad se reduce a una relación más
o menos frecuente en la que hay unos intereses comunes de
estudio, juegos y aficiones. Más adelante, va unida al descu­
brimiento de la intimidad y a hacer panícipe al amigo o
amiga de esa misma intimidad. Ya requiere un mayor cono­
cimiento, entran en juego los sentimientos y la valoración
de las personas entre sÍ. Se trata de una relación interpersonal
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1 24
Valor para vivir los valores
-------
que requiere atención, cuidado, trato y entrega mutua y cons­
tante para que se mantenga viva.
Uno de los aprendizajes básicos de la amistad es el de
aceptar a las personas como son, no como nosotros quere­
mos que sean. No podemos anteponer nuestros prejuicios,
nuestro modo de ser y de ver. Eso equivaldría a discriminar a
los otros, a imponer nuestro modo de ser. Hay que tratar a
cada uno como una persona con un universo y una historia
distinta a la de uno mismo y a la de las demás personas. Si no,
jamás se comprenderá al otro. "Dejar ser a los demás como
son" es el primer aprendizaje importante de la amistad. No
tratar de imponer nuestro modo de verlos o de interpretarlos.
Hay otro aprendizaje importante: vivir a la otra persona
desde dentro. No es un simple conocerse, simpatizar, caerse
bien. Es ponerse en la situación del otro ("ponerse en sus
zapatos", como reza el dicho popular) .
y un tercer aprendizaje decisivo de la amistad viene dado
por la expresión "darse a la otra persona" ; nos referimos a la
entrega desinteresada e incondicional. Es el paso más pro­
fundo de la amistad y del amor y, a la vez, el antídoto más
seguro contra el egoísmo, contra la soberbia. Se es más en la
medida en que se da más. "El alma es rica por lo que da"
(Thibon) . Todo esto no es una utopía sino algo que tiene su
origen en la realidad, pero que requiere esfuerzo. Para hacer­
la realidad hace falta pensar más en los demás y menos en
uno mismo.
Para que haya amistad no basta estar juntos, salir juntos,
estudiar juntos, comer juntos, practicar deportes. Hay que
Algunos valores básicos en lafamilia
compartir más que eso, hay que establecer un núcleo común
de intereses y darse a conocer más personalmente, dar algo
de lo que uno lleva por dentro, sentir muy de cerca a la otra
persona, aceptarla, comprenderla, atenderla, servirla, dialo­
gar sinceramente con ella, abrirle el alma a veces, confiar en
ella, contar con ella, incluso esperar de ella y esperar, al tiem­
po,
que la otra persona haga lo mismo con nosotros.
Hay padres que no son amigos de sus amigos, como hay
compañeros -de estudio o de trabajo profesional- que tam­
poco lo son. Sólo cuando surge una simpatía mutua se crean
los intereses comunes y se da lugar a que una persona corres­
ponda a la otra por la que siente esa amistad. Surge la lealtad
con el amigo, la disponibilidad de tiempo.
Cuando aparecen otros factores, como la atracción sexual,
entonces estamos en otro terreno: el del enamoramiento. En
cualquier caso, en la amistad se trata de un proceso que ni
siquiera a primera vista es fácil: hay que construirlo poco a
poco, superar dificultades, desengafíos, equivocaciones y,
sobre todo, purificarla de los intereses materiales o mezqui­
nos que frecuentemente se atraviesan por el camino.
Es preocupante que los padres descubran que sus hijos,
en cualquier edad, no tienen amigos. En ocasiones, sobre
todo si son pequefios, puede haber de por medio falta de
generosidad, aislamiento o fallos en las relaciones con los
compañeros. También puede tratarse de timidez o de apatía
por parte del hijo. Suelen ser problemas superables con ayu­
da de los maestros, que pueden promover mayores y mejores
espacios de intercambio y socialización.
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1 26
Válor para vivir los valores
----
Cuando llega el momento, los adolescentes adquieren la
capacidad de distinguir quién es su amigo o amiga; su for­
mación y su criterio han crecido y han elegido espontánea­
mente a alguien a quien le hacen confidencias que no le ha­
cen al resto de personas. Y saber elegir, en este caso, significa
hacerlo por el bien que la otra persona representa para uno y
no por sus bienes materiales, o por una mera atracción física,
o por simpatía.
En el caso de la familia, es vital hablar de los amigos con
los hijos en el momento oportuno, respetar la esfera de ac­
ción con ellos. Si es posible, se deben organizar actividades
para conocerlos bien y para saber cómo piensan ellos de sus
propios amigos -sin invadir su intimidad-, de modo que
reciban una orientación pero asuman responsablemente la
tarea de vivir la amistad como un valor que los enriquece y
los lleva a influir positivamente en otros. El mejor estímulo
que pueden ofrecer a las amistades de sus hijos es que se
encuentren en una familia unida, donde el cariño entre sus
miembros sea sincero y fuerte y se manifieste sin importar
las circunstancias.
En la amistad verdadera se quiere a las personas con un
afecto sincero y limpio de otro interés. Eso hace que busque­
mos su bien y que cuando debamos decirles algo no dude­
mos en hacerlo con franqueza y sin herirlas.
La amistad auténtica resiste las embestidas del tiempo, la
separación y las dificultades. Está apoyada siempre en la leal­
tad, que es su sello de garantía. Al amigo se le ayuda, asiste y
apoya en toda ocasión, sobre todo cuando le toca padecer la
Algunos valores básicos en lafamilia
soledad, la indiferencia o la amargura. Y se expresa en el com­
pañerismo en la escuela y en la empresa, en donde están com­
partiendo hombro a hombro las mismas tareas.
El odio y la enemistad son la antítesis de la amistad, que
daña las relaciones humanas y da lugar a la intolerancia y la
incomprensión entre personas y grupos. Llevan a la violen­
cia, la injusticia y el deterioro de la convivencia.
No hay nada más positivo en la vida familiar, en la edu­
cación y en la vida profesional que un clima de amistad que
haga placentero el trabajo y la brega diaria por convenir ese
trabajo no sólo en fuente de recursos económicos sino de
realización y felicidad personal. Por eso se ha dicho con ra­
zón que los amigos son un tesoro, y a ellos se les aplica el
mensaje evangélico de que "donde está tu tesoro allí está tu
corazón". Nadie puede ganarnos en la defensa de nuestros
amigos, porque estaremos defendiendo una de las realidades
más consoladoras y necesarias para la vida humana.
En el mundo actual, donde el papel de las comunicacio­
nes masivas es determinante, a veces se echa en falta la rique­
za de la relación interpersonal que se logra en la amistad
auténtica. Todo el mundo va deprisa y parece que no tuviera
tiempo para conversar, para interesarse en los problemas de
los demás, para conocerlos y tratarlos más a fondo, para des­
cubrir los matices de su personalidad, para aprender algo de
ellos y para brindarles lo mejor de nosotros mismos.
"Tener un amigo no es cosa de la que pueda ufanarse
todo el mundo" nos recuerda Antoine de Saint-Exupéry en
ese canto literario a la amistad que es El Principito.
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Wllor para vivir los valores
---
� La alegría
Es el sentimiento de satisfacción y agrado producido por el
goce de algún bien o fruto del amor y de la práctica de las
virtudes.
o
José Ricardo, a sus 22 años, es un auténtico litÚr
entre sus compañeros. Siempre tiene tiempo para estu­
diar con ellos y para oir sus preocupaciones. Lo buscan
naturalmente porque se sienten acogidos por su perso­
nalidad sencilla y atractiva.
Y lo
que más les atrae es su
alegria permanente. Siempre está de buen humor y es­
conde las dificultades detrás de una sonrisa y de un "No
te preocupes, no tiene importancia': A todo le encuentra
el lado positivo y optimista. Por su casa desfilan com­
pañeros y compañeras, conocidos y amigos que quieren
estudiar con él, o simplemente charlar un rato. A veces
se ve en aprietos para atenderlos a todos. A sus padres
les agrada ver el éxito de su hijo con sus amistades.
Detrás de la puerta de su habitación, José Ricardo tie­
ne pegado un pequeño cartel que todos pueden leer:
"Soñaba y pensaba que la vida no era más que la ale­
gria; despertéy me di cuenta de que la vida no era más
que servicio; servi y comprendi que el servicio era la
alegria" (Tagore).
O
La alegría no es un valor que se demuestre exteriormen­
te, sino que se vive más interiormente y está relacionado con
Algunos valores básicos en lafamilia
la paz interior y con el logro de un objetivo o con la armo­
nía. "La alegría es signo de que la vida ha triunfado" (Bergson).
y si
nos referimos a la familia y a la educación, podemos
afirmar que "La alegría es el clima necesario de cualquier
sistema de educación" (A. Luciani) . Este valor no se consi­
gue de la noche a la mañana y tiene deudas con otros: la
serenidad, el optimismo, la seguridad, la fortaleza. De cara a
los demás, puede afirmarse que la alegría es un don que les
ofrecemos cuando en nuestra vida hay un constante esfuerzo
por hacerles el bien.
En la educación, el estímulo a la alegría de los juegos es
muy necesario. Se pueden vivir los acontecimientos grandes
y pequefios con una dosis permanente de alegría. En este
sentido, el adolescente, que está descubriendo su intimidad,
conoce mejor los motivos de su alegría y de su tristeza y
aprende que existe una alegría "exterior" y una alegría "inte­
rior". Dado que existe el peligro de que el joven confunda la
alegría auténtica con la alegría que proviene sólo de los pla­
ceres, con la que se aplaza la confrontación de situaciones
que a pesar de ser difíciles se deben afrontar, es conveniente
que haga parte de grupos para evitar el aislamiento y la sole­
dad y, así, compartir un clima que estimule la alegría.
También tenemos que cuidarnos de confundir la alegría
con el ruido, la música o el desenfreno característico de cier­
tos grupos juveniles. O, en la edad adulta, con la adicción al
trabajo. Y, en todas las edades, con el uso de estimulantes
(como el alcohol y las drogas) para alcanzar artificialmente
estados exaltados de ánimo, pues lo que realmente se consi-
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li¡lor para vivir los valores
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gue con esto es, por lo general, estados depresivos y dese­
quilibrios psicológicos que nos impiden cumplir con nues­
tras responsabilidades laborales y sociales. La mera exalta­
ción de los sentidos, la euforia física o anímica que no tiene
una raíz interior que le dé consistencia, no puede conducir a
la auténtica alegría.
La vivencia de este valor, de un modo estable, como há­
bito permanente, lleva a la "alegría de vivir", es decir, a com­
probar que la existencia humana, a pesar de las dificultades,
del esfuerzo, del sacrificio e incluso del dolor, es una aventu­
ra que obliga a la persona a desplegar toda su capacidad físi­
ca, anímica y espiritual, en un equilibrio y una armonía que
se consigue a través de la lucha permanente por alcanzar la
propia felicidad y por contribuir a la de los demás.
Por el contrario, la tristeza está en el extremo contrario a
la alegría. La tristeza disminuye la energía de la persona, con­
duce al pesimismo, al negativismo y a la desesperanza, que
es como mirar al mundo con el lente equivocado.
Aunque pueda parecer extraño, hay una estrecha rela­
ción entre la alegría y la capacidad de sacrificio. Si el niño o
el joven no sabe afrontar con ese espíritu las contradiccio­
nes, grandes o pequeñas, que se le presentan en la vida, difí­
cilmente podrá afrontar en el futuro situaciones dolorosas y
no sabrá darle la vuelta a las situaciones negativas. Una per­
sona auténticamente alegre imprime a todas sus acciones y
relaciones un tono sereno, entusiasta, afirmativo, de modo
que los demás sientan al contacto con ella un aliento de vida,
"la alegría de vivir", no una reacción emotiva y pasajera.
Algunos valores básicos en lafamilia
La alegría es un don que se expresa y nos asiste en la
convivencia. Como el buen humor y el optimismo, su pre­
sencia en la familia revela la unión de sus integrantes; en la
escuela, la solidez de la educación; en el trabajo, capacidad
para suavizar las posibles asperezas.
� La austeridad
Es la sobriedad en el modo de trabajar y de vivir, que implica
el uso moderado de lo que se tiene y de lo que se disfruta.
o
Un dfa, Juan Guillermo va con su padre a comprar
la ropa para su nuevo año escolar. El niño escoge cuatro
pantalones, que son el uniforme de su colegio. Al llegar
a la caja del almacén para que elpapd pague la cuenta,
el niño se entera de que los cuatro pantalones cuestan
sólo 80 mil pesos � asombrado, le pregunta a su papd:
"¿Pero como haces tú para comprar con tan poco dinero,
si mi primo solamente pudo comprar uno con 180 mil?"
"Porque élestdpagando muy caro por la marca, pero los
dos se ven igual de bien vestidos".
O
Este valor adquiere una importancia sobresaliente en una
sociedad en la que el constante bombardeo de la publicidad
en los medios de comunicación crea en la gente, muchas
veces, necesidades superfluas. Hay una constante invitación
a gastar y a consumir. Las cosas se compran y se tiran fácil­
mente. Aumentan los productos desechables y los nuevos
131
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�lor para vivir los valores
------
modelos que salen al mercado para reemplazar innecesaria­
mente a los anteriores.
Las modas y la comodidad tienen el mismo propósito, el
de evitarle cualquier esfuerzo a la persona: y a que ella dis­
ponga de los últimos adelantos de la tecnología: walkman,
discman, DVD, computador portátil, teléfonos móviles o
celulares, etc. Éstos, más los mil espacios de entretenimiento
(videojuegos, sauna, gimnasia, dietas de todo tipo, rayos lá­
ser para broncear la piel, etc.) alimentan una pasión desen­
frenada por el consumo.
La infancia y la adolescencia son las etapas en las que se
debe inculcar más insistentemente este valor, porque com­
prende los momentos en que somos más influenciables. Esto
es notable en el afán de adquirir ropa de marca (en todas las
clases sociales, sin importar si pueden o no comprarla) y en
la noción (errónea, por lo demás) de que esos jeans, esos
tenis o cualquier otro producto son los distintivos de una
clase social o cultural. De la misma manera, todas las perso­
nas imitan modas, se visten de cierta forma, van a ciertos
bares y hablan de cierto modo para ser reconocidas como
parte de cierto grupo social. Por esto resulta vital que la aus­
teridad se inculque desde una edad muy temprana: enseñar
a ser generoso, a desprenderse, a tener y también a no tener.
La austeridad del cuerpo es la templanza: la moderación
y la sobriedad en el comer y en el beber. Hace falta ejercer el
autodominio, la voluntad de satisfacerse con dosis pruden­
tes de alcohol y cantidades mesuradas de comida: son noto­
rios los altos índices de alcoholismo en la juventud y, por
Algunos valores básicos en lafamilia
otro lado, de todo tipo de drogas. Este dominio de sí mismo
será decisivo en la salud durante toda la vida.
Igual sucede con la aparente necesidad de realizar jorna­
das excesivas de ejercicio: "El culto al cuerpo entraña el des­
precio del alma" (Thibon) . Sólo con los valores espirituales
se puede construir una vida equilibrada, sin excesos que per­
judiquen su desarrollo normal. Nos encontramos hoy en
medio de lo que Lipovestky llama "El imperio de lo efíme­
ro", en el que las cosas reemplazan el diálogo, el goce de la
amistad, la contemplación de la naturaleza, el depone, la
vida en el campo, la convivencia familiar, la auténtica vida
social.
Pasando a los aspectos prácticos, conviene insistirles a
los hijos que los bienes que se tienen y disfrutan suponen
una responsabilidad, un compromiso consigo mismos y con
los demás y, sobre todo, la obligación de usarlos con mode­
ración y justicia. Todo esto da oportunidad de vincular la
austeridad con la necesidad de ayudar a los que más lo nece­
sitan.
Este valor está estrechamente ligado con la generosidad,
y este hecho se debe aprovechar en su enseñanza. Es decir, se
debe procurar enseñar la diferencia entre las cosas necesa­
rias y las cosas superfluas, las indispensables y los capri­
chos. Y esto es posible al preguntarse continuamente si es
razonable hacer ese gasto o no. De suene que esta vigilan­
cia servirá en las etapas de la vida en las que haya que vivir
con desprendimiento e, incluso, con la carencia de las co­
sas necesarIas.
1 33
1 34
l-álor para vivir los valores
---
--
Es indispensable que los padres muestren este valor en
su propia vida si quieren que los hijos tengan un espejo dón­
de mirarse para sentirse movidos a practicarlo. No pueden
ser demasiado complacientes, ahogarlos en comodidades o
darles demasiado dinero. Más bien, explicarles el valor del
dinero y del ahorro y no premiarlos con cosas materiales ni
con dinero, para que, así, aprecien mejor los valores espiri­
tuales. Hay que hacerles ver cuáles son las condiciones en las
que viven y los esfuerzos que han hecho los padres por ellos.
La austeridad, entonces, exige que no nos dejemos arras­
trar ciegamente por los dictados de la moda y la publicidad y
que, en cambio, le confiramos a cada cosa su verdadero valor
para, así, formar en los hijos un carácter propio, una perso­
nalidad auténtica.
� La fe
Es la confianza en lo que no podernos ver o comprobar ma­
terialmente, apoyados en la credibilidad en las personas o en
la creencia en Dios.
o
Los amigos de Susana y Alberto no se explican cómo
en el mundo de hoy ellos han logrado que sus hijos los
acompañen a misa los domingos, bendigan la mesa en
su casa y reflejen unas sólidas convicciones religiosas, tra­
tándose de muchachos que viven en un ambiente
consumista y rodeados de amigos en cuyos hogares hay
carencias de todo tipo: padres divorciados, frialdad reli-
Algunos valores básicos en lafamilia
giosa, indiferencia por lo espiritual etc. 'LOS tres hijos
estudian en un colegio bilingüe y mixto donde no reci­
ben clases de religión': explica Alberto. "Pero desde pe­
queños procuramos darles ejemplo, sin obligarlos a nin­
guna práctica
religiosa. Les explicamos el valor de la fe
para cualquierpersona y su relación con la vida diaria.
Dios no es un ser lejano que está esperando a ver qué
mal hacemos para castigarnos. Ellos lo agradecen yjun­
tos procuramos practicar la fe con sinceridad y sin
beaterlas':
O
Desde el comienw, aclaramos que los valores no son un
tema exclusivo de la religión. Sin embargo, tampoco pode­
mos excluir su dimensión religiosa. Y el hecho de que trate­
mos este valor al final, lo dota de una significación especial.
Entonces nos referiremos aquí, específicamente, a la fe en
Dios, a la fe en su sentido más alto, el valor que lleva a la
persona a aceptar unas verdades manifestadas por Dios y a
vivir de acuerdo con ellas. Esas verdades y esa creencia le
ofrecen una visión de Dios, del mundo y de sí misma, que le
da sentido a su propia vida y a las relaciones con los demás.
Más aun: la dimensión que este valor le confiere a la vida es
determinante en muchas personas, no sólo por la influencia
positiva en los demás valores sino por la trascendencia que se
refleja en la búsqueda de la felicidad y de la plenitud a la que
aspira todo ser humano.
Aquí también el ejemplo de los padres y profesores es un
factor importante. Un clima de sinceridad en la práctica de
1 35
1 36
Wllor para vivir los valores
----
la fe ayuda a que los hijos la reciban como
un
don, como
algo que despierta el sentido de la piedad, que incita a ver en
Dios a un padre. No hacen falta grandes razonamientos ni
argumentaciones doctrinales. Ya llegará el momento en que
los hijos, por sí mismos, se planteen esos temas desde un
punto de vista más racional y crítico. No se trata de impo­
ner, sino de comunicar espontáneamente un valor a través
de la propia experiencia.
Éste es un valor que exige, tal vez. como ningún otro,
una coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, entre lo
que se cree y lo que se vive o practica. No es una fe para los
momentos especiales de la vida o para las circunstancias difí­
ciles o extremas: la muerte de un ser querido, una crisis eco­
nómica, etc. Es ponerse ante los problemas y los gozos de la
vida en una perspectiva diferente -la que da la fe en Dios­
y
plantearse la misión de la persona en el mundo. Es un
modo de conocer diferente al de la ciencia pero que no se
aleja de la cotidianidad: el estudio, el trabajo, el ocio, la
amistad, etc.
Los valores éticos, bajo el amparo de la fe, reciben una
garantía moral de orden superior, una motivación que ani­
ma a vivirlos en presencia de un testigo superior a nosotros
pero en íntima relación con nosotros. La fe orienta hacia los
demás, nos lleva a valorarlos fraternalmente y con un amor
que se convierte en caridad, entrega y servicio. No se trata de
un tranquilizante para la conciencia sino de un despertador
de la conciencia que nos guía para que seamos personas más
auténticas cada día.
Algunos valores básicos en lafamilia
Las prácticas que abarca la vivencia de la fe se maduran
con el paso del tiempo y tienen el respaldo de un conoci­
miento que resulta del estudio de las verdades propias de la
religión. Cada uno irá confirmando libremente lo que ha
recibido desde pequeño y lo convertirá en una convicción
profunda. El papel de maestros y profesores complementan
lo que en el hogar comienza como costumbre y ejemplo.
Servir de ejemplo, profesar la fe actualmente, constituye una
tarea nada fácil. En el mundo en el que vivimos prolifera la
gente que vive como si Dios no existiera y en él reinan la
inmoralidad, la corrupción y los antivalores que promueven
nuevos ídolos de viejo cuño: el dinero, el poder, el placer.
Un compromiso de fe auténtica es un llamado a construir
un orden social más acorde con la justicia y, en el caso de los
cristianos, con el Evangelio, a pesar de que haya que ir mu­
chas veces contra la corriente, pero siempre en un clima de
respeto y tolerancia.
Si una persona tiene fe, se notará claramente en su ma­
nera de actuar, sin necesidad de acudir a manifestaciones
clamorosas sobre aquello en lo que cree y sin sentir com­
plejos de inferioridad frente a la arrogancia de los incrédu­
los. Y quien vive su fe plenamente no puede ser ajeno a las
circunstancias del mundo de hoy, debe dar un testimonio
de austeridad, de honestidad y de solidaridad con el nece­
sitado.
La crisis de identidad de la que tanto se habla tiene que
ver también con la falta de fe y de autenticidad en su prácti­
ca. Es parte de la crisis de valores de la que hablamos al prin-
1 37
1 38
Valor para vivir los valores
---
cipio de este libro. Mucha gente no vive de acuerdo con lo
que piensa y cree sino que piensa y cree de acuerdo con la
manera como vive, es decir, acomodando la fe a circunstan­
cias momentáneas, según las ideologías que venden los me­
dios de comunicación, que manipulan (con propósitos mer­
cantilistas) los conceptos de lo "normal", lo "justo" y lo
"ético" .
Las palabras "fe" y "fidelidad" tienen el mismo origen. A
una persona con fe, la fidelidad le exige una personalidad
con criterio frente al desconcierto, que es lo que los hombres
de hoy sienten ante la decadencia moral de una civilización
en la que hay más gente, más ciencia y más progreso exter­
no, pero que no se traduce en un mejoramiento cualitativo
de la condición de vida plena. "Los cristianos no nacen, se
hacen", dice la conocida afirmación de Tertuliano, que nos
invita a ver todos los acontecimientos en el horiwnte de la
esperanza. Esta virtud debe estar siempre apoyada en un sen­
tido realista de la vida, que lleve a un tono de vida enraizado
en una fe activa, experimentada con sinceridad, esfuerw y
audacia y con la confianza en que la humanidad está guiada
por Dios.
7
Cómo desarrollar
los valores en
la familia
H
asta ahora hemos insistido en que lo más importante
es la vivencia práctica de los valores. La teoría que se
teje alrededor de los valores sólo es útil si se convierte en una
base que nos brinda herramientas para saber actuar. Y esta
experiencia comprende distintos aspectos y diversas etapas
que dependen unos de otros.
Como hemos mencionado, la enseñanza de los valores
comienza desde la infancia. Cuanto antes se empiece, se evi­
tarán más problemas en el futuro. Fernando Corominas (au­
tor cuyas ideas utilizamos a lo largo de este libro) nos recuer­
da en su libro Educar hoy que en los niños hay unos " instintos
guías" (respirar, llorar, caminar, imitar) y, asimismo, una in­
teligencia y un conocimiento innatos que los llevan a apren­
der, por ejemplo, un idioma a los 3 ó 4 años y a incorporarlo
naturalmente, sin gramática alguna. Les basta convivir estre-
1 40
l-álor para vivir los valores
----
chamente con otras personas y ahí van entendiendo e imi­
tando. Esos "instintos guías" también actúan en la voluntad.
Instintivamente, los niños captan el orden, la sinceridad, la
justicia, una serie de valores que luego comprenderán racio­
nalmente en el aprendizaje.
Los instintos guías se combinan con los "períodos sensi­
tivos", no voluntarios, en los que se tiende necesariamente a
realizar determinadas acciones. Los "períodos sensitivos" que
tienen que ver con la formaci6n han sido objeto de recientes
investigaciones pedag6gicas para poder utilizarlos en la edu­
caci6n, haciéndola más fácil y eficaz en sus objetivos. En la
persona, esos períodos son lapsos de tiempo que la disponen
a una acci6n y que dependen de la voluntad. Por ejemplo,
un niño de 7 años está en el período sensitivo de aprender
matemáticas. Si se deja pasar ese momento, le costará mu­
cho más esfuerzo después. Lo mismo le ocurre con el idioma
(a los 3 6 4 años) .
Al principio, son hábitos que se ejercitan mecánicamen­
te, pero a medida que se pasa del adiestramiento a la instruc­
ci6n y a la educaci6n en el proceso interviene más decidida­
mente la voluntad.
Lo anterior se aplica perfectamente al campo de los
valores. Si se aprovechan los períodos sensitivos, que en el
ser humano se presentan más o menos hasta los 20 años,
se logrará que en la persona se arraiguen unos hábitos que
luego será más fácil vivirlos, así como ocurre con los co­
nocimientos y el estudio, o incluso con el desarrollo físi­
co.
Cómo desarrollar los valores en lafamilia
-------
Es importante conocer estos períodos y aprovecharlos al
máximo. Su desconocimiento lleva a la pérdida de unas opor­
tunidades preciosas para que se logren objetivos que de otra
manera resultan más difíciles de conseguir, además de tener
que eludir la tentación de los vicios y el arraigo de los
antivalores.
Si el aprendizaje en la niñez se orienta hacia la adquisi­
ción de hábitos buenos, se podrán ir afianzando los valores.
Lo hijos los ven en sus padres y maestros, los relacionan con
lo que hacen, se les inculca con base en aplicaciones muy
prácticas y van haciéndolos suyos. No quiere decir que de
ahí en adelante les sea siempre fácil vivirlos o que no tengan
que hacer esfuerzo alguno para mejorarlos. No son máqui­
nas SInO personas.
Según las diferentes edades de la persona, especialmente
la infancia, la adolescencia y la juventud, la enseñanza de los
valores presenta opciones educativas que si se saben aprove­
char bien en la creación de hábitos y en el desarrollo de acti­
tudes, facilitan muy positivamente su continuidad y fortale­
cimiento en la edad adulta.
Hay unos valores que, por su naturaleza, se arraigan más
oportunamente en la infancia, como el orden, la sinceridad
o la generosidad. Otros, como la amistad, el patriotismo o la
justicia, tienen en la adolescencia el período sensitivo ade­
cuado. Y si se trata de la prudencia, la lealtad o el optimis­
mo, cuentan con un terreno más abonado entre los 17 y los
20 años. En nada de esto se pueden dar reglas definitivas,
pero es interesante ver cómo la educación de los padres y de
141
1 42
Villor para vivir los valores
-------
la escuela tiene ahí un papel muy activo para que los valores
echen raíces duraderas.
En la edad adulta ya no se cuenta con esos períodos sen­
sitivos, pero en cambio el proceso de racionalización es más
eficiente y la persona cuenta con el bagaje de toda su forma­
ción previa. Y, en cualquier caso, los valores se pueden ad­
quirir siempre, si existen voluntad, motivación y esfuerzo
constantes.
En la familia, la "construcción de valores" sigue caminos
espontáneos e informales. Ellos se comunican sobre todo con
el ejemplo mutuo entre los padres y los hijos. Pero también
es cierto que los padres pueden proponer a sus hijos planes
concretos para fortalecer en ellos la vivencia de los valores,
adecuados para sus respectivas edades.
Cómo se enseñan los valores en la familia
En la familia, el proceso de formación de valores es espontá­
neo y flexible. Los padres pueden, además, proponerlo abier­
tamente a sus hijos, aprovechando que interactúan con ellos
todos los días. Eso ya es estar en un clima de comunicación
de valores y de enseñanza viva de los mismos a través del
ejemplo y de la palabra. No podemos pensar que el padre
que sabe enseñar los valores a los hijos es quien les dicta cada
día una charla sobre cómo se definen y cómo se practican los
valores, lo cual sería totalmente inadecuado.
Conozco el caso de una familia muy numerosa (de 1 2
hijos) en la que s u padre casi nunca hablaba con ellos para
Cómo desarrollar los va/ores en /0familia
explicarles cómo se practicaban los valores. Pero el mejor
recuerdo que ellos guardan de su padre son los valores
que les enseñó durante toda su vida. Un día, les pregunté
a los hijos cómo pudo enseñarles valores su padre si nun­
ca habló con ellos del tema. La respuesta fue sencilla:
"Nunca lo vimos actuando de manera incorrecta con nues­
tra madre o con nosotros" . Todavía existen muchos de
estos casos . . .
Una recomendaci6n y una estrategia
Para la efectiva construcción de los valores en el grupo fami­
liar, no sobra recordar y subrayar que los hijos aprenden más
con los ojos que con los oídos. Esto quiere decir que cada
cosa que los hijos ven de su comportamiento es lo que más
afecta el proceso de desarrollo de su personalidad. Todas
las cosas que usted hace o deja de hacer cuando está con
sus hijos les transmiten un mensaje que ellos interpretan y
traducen a la práctica personal según su juicio. Aunque no
tenga la intención de transmitirles algo con sus actos, ellos
siempre están recibiendo pautas de lo que deben hacer o
no hacer. Si no hace lo que tiene que hacer para formar a
sus hijos en los vaiores, puede estar seguro de que otro lo
hará por usted.
Una manera de que los padres interioricen el proceso
para inculcarles los valores a sus hijos es tomar alguno de los
que se explican en este libro y tomar conciencia de cómo
enseñarlo. Veámoslo a partir de un ejemplo:
1 43
1 44
Valor para vivir los valores
------
Un hijo comete una acción guiado por un antivalor; di­
gamos que le faltó el respeto a una persona concreta: no sa­
ludó, le quitó la palabra, etc.
Se le hace ver al niño que no se componó de la manera
correcta; lo hiw consciente de que se debe respetar a las per­
sonas porque esto hace posible la convivencia. Se le hace ver
con palabras sencillas, sin definiciones ni teorías, sino con
ejemplos, en qué consiste respetar al otro y por qué es bue­
no hacerlo. Esto, como una materia de estudio, también se
puede aprender. Pero hay que corregir primero la conducta
errada. El niño todavía no obra bien, pero ya sabe, o al
menos intuye, que eso no es correcto y que debe y puede
cambiar.
Se le indica que puede realizar actos concretos que co­
rresponden al valor. En el caso del respeto, por ejemplo, sa­
ludar, ser afable con las personas, no interrumpirlas, etc. Cada
día se observa cómo el hijo se esfuerza por vivir esos puntos:
se lo anima, se lo corrige y se lo estimula. Se le hace ver que
actúa correctamente y que así debe hacerlo siempre. Y él lo
empieza a hacer de un modo consciente precisamente por­
que se le recuerda y porque tiene que esforzarse en cada
momento, así esto exija largas temporadas.
A medida que pasa el tiempo y se mantiene constante el
esfuerw por ayudarle a vivir el valor, se van a presentar segura­
mente situaciones en que el niño vuelva a mostrarse irrespe­
tuoso con los demás. Esto no tiene por qué causar una gran
alarma a sus padres. Simplemente quiere decir que todavía no
ha asimilado completamente la conducta correcta, a la que
Cómo desarrollar los valores en lafamilia
llega actuando inconscientemente, sin que se lo tenga que re­
petir nadie. Cuando la mayoría de las veces su conducta es
correcta, se puede decir que está arraigado en él el respeto
como virtud, es decir, ha adquirido el hábito estable de tratar
a los demás como lo merecen por su condición de personas.
Los valores en relaci6n con la edad
Como ya hemos mencionado, cada valor tiene una etapa en
la vida en que se puede desarrollar mejor. Inspirados en Fer­
nando Corominas, vamos a encuadrar en ciertas etapas los
valores que mejor se pueden estimular, sin que excluyan los
otros valores:
Entre los 2 y los 6 años, las explicaciones sobre los valo­
res son mínimas y elementales. Es vital insistir a los nifíos en
hábitos muy básicos de orden material: laboriosidad, cons­
tancia, generosidad y sinceridad, enfatizando de modo espe­
cial este último. Si se acostumbran a decir la verdad, a expre­
sar lo que piensan, a evitar las mentiras, les será más fácil la
consolidación del resto de valores.
Entre los 6 y los 10 años, el estudio ocupa un lugar de
primer orden. Si cumplen con sus deberes escolares y asimi­
lan las ensefíanzas del colegio, poco a poco adquieren hábi­
tos de puntualidad, al tiempo que fortalecen la voluntad y se
convierten en seres responsables de sus pertenencias, de sus
horarios de estudio o de entretenimiento.
Entre los 10 Y los 16 afíos, hay que destacar, aparte de
la continuidad de los valores anteriormente menciona-
1 45
1 46
Va/or para vivir los va/ores
---
dos, el desarrollo de la afectividad, incluida la educación
sexual y lo relacionado con la amistad y el amor; por ejem­
plo, que sepan distinguir los compañeros de los amigos.
Deben aprender a manejar su tiempo cada vez con mayor
responsabilidad y autonomía, porque las exigencias serán
cada vez mayores. En la adolescencia, también, es el mo­
mento propicio para introducir valores más complejos
como la j usticia y el patriotismo, estructurar mejor su
carácter recomendándoles sobriedad, austeridad y senci­
llez de vida.
De los 16 años en adelante, el panorama es distinto, por­
que se les debe dar mayor libertad y un espacio más amplio
para el diálogo, sobre todo en lo que respecta a las relaciones
sentimentales y a la lealtad que deben a sus amigos. Es el
momento también de que aprendan a tener una actitud op­
timista ante la vida y a manejar las dificultades con las que se
enfrentarán en la vida adulta.
Consideraciones para tener en cuenta
Para que sea posible la creación de unos hábitos sólidos, que
sirvan a los hijos para desenvolverse posteriormente en la
vida, hay que tener presente que la educación en valores es
una educación que se brinda pensando en el futuro. No se
trata de que calquen los valores de los padres o que se repitan
las conductas de sus hermanos. Se trata de que sean cons­
cientes de que deben vivir las cosas por sí mismos, con liber­
tad responsable.
Cómo desarrollar los valores en lafamilia
El aprendizaje de valores se hace efectivo con base en el
ejemplo, el estímulo y la libertad, no con la fuerza o los cas­
tigos. Una persona que no quiere aprender no aprende. Se
da por descontado que no es fácil. Lo importante es hacerles
ver que vale la pena, proponerles los valores como algo atrac­
tivo para vivir. Vivir valores por parte de los padres y ayudar
a que los hijos los vivan no da espera. Es tarea que mientras
más pronto se acometa, más garantía de éxito encierra. Y
debe ir acompañada de una perseverancia a prueba de cual­
quier desánimo para poder estar recomenzando, si hace fal­
ta, cada día.
Para cumplir satisfactoriamente esta labor de enseñanza,
es vital tener presente el carácter especial de cada hijo, su
personalidad, que se le ayuda a forjar con los valores. Cada
hijo tiene un camino único para autorrealizarse, y los valores
como la tenacidad, el esfuerzo, la diligencia, la lealtad, por
ejemplo, le ayudan indudablemente a configurarlo. Y el
ejemplo que den los padres y hermanos es decisivo en esta
"construcción"; en la medida en que los hijos descubran co­
herencia entre lo que se hace y lo que se dice, encontrarán
motivaciones para imitar sus virtudes.
Estas motivaciones son de 3 tipos. Si s� trata, por ejem­
plo, de inculcar la laboriosidad en los hijos, se los puede
persuadir con lograr metas en el estudio y en la vida profe­
sional, ganar dinero, etc. Pero la motivación puede consistir
en ver la laboriosidad como una herramienta para ser perso­
nas con más capacidades, que han aprendido más, a ser más
productivos. Y, por último, el enfoque puede ser de tipo tras-
1 47
1 48
WJ /or po ro vivir los vo/o "es
_______________
________
_______
cendente: ser mejores hermanos, mejores ciudadanos, mejo­
res personas.
Un ambiente propicio
para la formación de valores
Lograr un clima de valores en la familia es permitir que los
hijos se esfuercen por ser personas íntegras, por alcanzar una
visión de las cosas en la que la felicidad sea lo más importan­
te, pero no de una manera abstracta sino vinculada a valores
que se puedan comprobar: inteligencia, voluntad, carácter,
honestidad, fortaleza, etc.
Eso sólo se puede lograr si aprenden que lo más impor­
tante no es tener cosas o disponer de dinero. Los valores no
están basados en el tener sino en el ser. No se trata de tener o
de no tener, sino que es más importante aspirar a ser que
aspirar a tener. Los hijos aprenden esto según las aspiracio­
nes que vean en sus propios padres y hermanos.
Las
conversaciones son un buen indicador de lo que los
hijos están asimilando de su círculo familiar y, a la vez, de los
valores que están viviendo. Si sus preocupaciones giran cons­
tantemente en torno a "la ropa de marca" , a lo que está de
moda; si piensan que divertirse implica siempre gastar dine­
ro y no compartir el tiempo con sus amigos, conocer otras
personas y aprender de ellas, esto ya indica actitudes que es
necesario cambiar. Por eso, es bueno acostumbrarlos desde
pequeños al diálogo familiar y a disfrutar de la reunión fami­
liar. Las comidas, las reuniones en la sala, incluso frente al
Cómo desarrollar los valores en lafamilia
televisor, son ocasiones para que ellos cuenten sus pequeñas
o grandes batallas y ahí se aprecien los centros de sus intere­
ses, el lenguaje en que los expresan, su relación con los ami­
gos del colegio o del barrio.
Cada uno habla de aquello que lleva en la cabeza y en el
corazón. Esto quiere decir que todos necesitamos que nos
inculquen ideales, ambiciones nobles y, sobre todo, que nos
ayuden a descubrir el sentido de todo lo que hacemos. Los
niños no racionalizan sus actos y por eso imitan y aprenden
de lo que ven en su entorno. No hay una intención delibera­
da por actuar con malicia ni de llevar una vida superficial.
Tras el diagnóstico que hacen los padres de los hijos, una
idea que puede promover la práctica de los valores es asignar
a los hijos responsabilidades sencillas de distinto nivel según
la edad y las necesidades de cada hogar, como el orden y
cuidado de los elementos de limpieza del calzado, el cuidado
de las herramientas, el orden del garaje, las compras en la
panadería, etc.
"La cantledad" no reemp1aza "1 a calidad"
Los padres no se pueden confiar si dedican pocas horas al
hogar, aunque sean de mucha "calidad". Es igualmente im­
portante tanto el tiempo que están con sus hijos como la
manera en que viven esos momentos. La educación de los
hijos requiere una presencia constante, una generosa dispo­
nibilidad para con sus necesidades de diálogo y compañía.
No se pueden delegar estas responsabilidades en el colegio ni
1 49
1 50
Valor para vivir los valores
----
en los amigos, ni en la televisión. Los hijos podrían empezar
a descuidar la formación de sus valores y estar volviéndose
perezosos, poco sinceros o consumistas. Los padres deben
proponerse ser protagonistas o interlocutores de la vida de
sus hijos en vez de simples espectadores.
Por los modos de vida actual, resulta posible que los pa­
dres dediquen más tiempo a su trabajo o a sus amigos, o a
una determinada afición o depone. Si se comete este error
de no otorgarle la debida importancia a la educación de los
hijos, haría falta, después de hacerse consciente de ello, recu­
perar el tiempo perdido, por medio del diálogo constante y
la compafiía de "calidad".
Pero, ¿qué significa la "calidad" cuando nos referimos a
la educación de los hijos? Significa, en una buena parte, que
los hijos sean aceptados por sus padres por lo que son. Que
los padres acepten a los hijos no es lo mismo que los hijos se
sientan aceptados. Ser aceptado para el hijo supone saberse
querido, que se le tenga confianza, que no sienta miedo, que
tenga facilidad para abrirse y que encuentra solidez en la
unidad familiar. De otro modo, "si los hijos no se sienten
aceptados por sus padres, buscarán la aceptación en otras
personas" (Corominas) .
Ésta es una regla de oro en la relación entre padres e hijos
y de
la educación en los valores. Desde que vienen a la vida,
empieza esa aceptación. Incluso cuando vienen a ella como
fruto de una "equivocación" en las relaciones sexuales. Sin
sobreprotecciones ni zalamerías, el hijo debe sentir esa acep­
tación en todo momento. Un rechazo, consciente o incons-
Cómo desarrollar los valores en lafamilia
ciente, puede dar lugar a conductas equivocadas por parte
de los padres y, por parte de los hijos, a generar barreras para
comunicarse y a desarrollar antivalores.
La buena voluntad con la que los padres cumplen su
misión, acompafiada del conocimiento de los hijos -inclu­
so desde el punto de vista de sus diferencias psicológicas-,
más la elección de los medios adecuados en cada etapa de su
vida es una buena garantía de que saldrán adelante en su
formación si hay continuidad en el esfuerzo por darles ejem­
plo y por ayudarles a vivir ciertos valores fundamentales que
les van a servir siempre en su vida. Son esos valores los que
les darán identidad como personas y les permitirán actuar
con criterio propio, con independencia y con optimismo.
Por último, la otra regla de oro que los padres deben
observar, con miras a que los hijos incorporen valores a su
conducta y desaprendan antivalores, es: "Cada vez que tie­
nes que corregir, debes enseñar". Y si las equivocaciones que
se cometen son fruto de intentar el mejor bien para los hijos,
entonces lo que hay que hacer es que ellos se den cuenta de
que también los padres se equivocan y se corrigen. Así se
hace evidente que están "hechos de lo mismo", pero que cada
uno es un mundo peculiar que hay que respetar y al que hay
que contribuir con amor.
Desde la familia hacia la sociedad
Estamos convencidos de que la familia puede ser un podero­
so motor de cambio en la sociedad, si asume activamente su
151
1 52
lIÓlor para vivir los valores
-------
papel en ella. Cada familia debe luchar por valores humanos
esenciales que no sólo penenecen a ella sino que son patri­
monio de la sociedad entera. En la sociedad, la familia debe
constituirse como el núcleo gestor de la efectiva construc­
ción de valores y transmitirle este proceso al resto de grupos
sociales.
La familia, como ya hemos dicho, citando a Alejandro
Llano, es "unidad primaria de acción social". Dentro de los
planes de acción que los padres hacen para que sus hijos
vivan valores habrá algunos dirigidos a la socialización con
otras familias, con parientes, vecinos o compafieros. Así, las
familias pueden buscar por fuera recursos para fortalecerse a
ellas mismas. Eso sólo es posible si salen de su aislamiento,
del estrecho recinto del hogar para abrirse al trato y a la
convivencia con otros núcleos familiares; está bien que la
familia sea un refugio de seguridad y afectividad para sus
miembros. Pero es todavía mejor si abre sus puenas a un
intercambio con las otras familias.
Las
ocasiones en que puede darse esta integración son
diversas y casi siempre cotidianas: las celebraciones de los
compafieros de los hijos, las invitaciones a pasar la noche en
la casa del amigo, las invitaciones a estudiar, los paseos, etc.
Hay padres que temen que sus hijos salgan porque el am­
biente los puede afectar negativamente. Estos padres necesi­
tan confiar más en sus hijos y en los criterios con que los
forman, que en aquellas ocasiones se ponen a prueba. Debe­
ría partirse de ese supuesto y de la capacidad de los padres
para dar seguridad a sus hijos frente a las relaciones sociales,
Cómo desarrollar los va/ores en /afamilia
de seguirlos muy de cerca en su trato con otras personas,
para orientarlos y ayudarles, pero sin imponerles esas rela­
ciones o sin prohibírselas arbitrariamente y sin razones.
Si superan los miedos y los individualismos, las familias
entre sí forman un sólido tejido que ofrece a los hijos la opor­
tunidad de mantener su propio ambiente, su propia "tempe­
ratura" interior, sin que sea alterada por los contactos con
personas y con experiencias cuyos antivalores pueden chocar
con la jerarquía de valores que ellos han construido. Así, las
familias serán, unas para otras, mundos abiertos, entre los
que se comunican alegrías y esperanzas.
Esta apertura hacia las otras familias, es un movimiento
más que comprueba que el proceso de adquisición de los
valores es un aprendizaje incesante, sea dando ejemplo, sea
corrigiendo errores cometidos. Hoy en día las costumbres
cambian a una gran velocidad y existe el riesgo de quedarse
atrás como padres, a la zaga de los intereses, lenguaje y estilo
de vida de los hijos y entonces no comprenderlos en su pro­
pio mundo.
De modo que hay que buscar siempre nuevas maneras
de presentar los valores, de sugerir su vivencia. Una de estas
maneras es la que consiste en que los padres sean capaces,
delante de los hijos, de reconocer que también están apren­
diendo, que los acompañan en ese proceso de mejoramiento
continuo, sin que esto implique una pérdida de autoridad o
de respeto por parte de los hijos. Los padres están en la obli­
gación de dictar pautas de comportamiento, de trazar pla­
nes, de modo que una mala influencia externa a la familia no
1 53
1 54
Válor para vivir los valores
---
derrumbe lo que los padres han construido con dedicación y
cari ño.
Claves del capítulo
�
Lo clave es que los valores se arraiguen en las
personas para que se puedan proyectar en la
sociedad.
�
En la familia la "construcción de valores" si­
gue caminos espontáneos e informales .
�
Ellos se transmiten por medio del ejemplo de
los padres y de los hijos entre sí.
� Los
hijos aprenden por los ojos más que por
los oídos.
�
Es importante también "desaprender" ciertas
conductas o hábitos negativos de la misma
manera en que se aprenden los hábitos positivos.
� Si
usted no hace 10 que tiene que hacer para
formar a sus hijos en los valores, puede estar
seguro de que otro 10 hará por usted.
�
Se trata de que los niños sean conscientes de
que deben vivir las cosas por sí mismos, libre
y
�
responsablemente .
En cuanto los hijos van viviendo y fortalecien­
do los diferentes valores, necesariamente los
van proyectando a los demás .
Cómo desarrollar los valores en lafamilia
� Lograr
un clima de valores en la familia es lo­
grar que los hijos se esfuercen por ser perso­
nas íntegras .
� La
contraposición tener y dar es también una
ocasión de formar en valores.
� Un
aspecto que puede ayudar a la práctica de
los valores es asignar a los hijos responsabili­
dades de distinto nivel según la edad
�
Si los hijos no se sienten aceptados por sus
padres, buscarán la aceptación en otras per­
sonas .
�
Se debe aprender y se debe aprender a apren­
der, es decir, buscar siempre nuevas maneras
de presentar los valores, de atraer a su viven­
cia.
1 55
8
En qué consiste
una educación
en valores
a educación es, después de la familia, el espacio más
L
importante para la formación de los valores. Y la crisis
de valores que vive la sociedad surge de las deformaciones
que se originan en la familia y la educación.
Algo más que desarrollar la inteligencia
La enseñanza tradicional ha sido siempre el adiestramiento
de las habilidades lógicas y racionales y de las capacidades
cognitivas y del lenguaje, lo que simplifica un proceso mu­
cho más complejo. La educación, planteada de esta manera,
deja de lado otros tipos de inteligencia, que son, al menos,
tan importantes como los otros: la capacidad para relacio­
narse, la inteligencia emocional, etc. Es necesario educar la
inteligencia, pero ello se logra despertando y desarrollando
158
Valor para vivir los valores
-------
en la persona un sinnúmero de facultades y capacidades como
la imaginación, la fantasía, las emociones, los sentimientos y
todo el mundo afectivo, que ha permanecido a la sombra en
los sistemas de enseñanza.
Educar supone también una formación en valores; su­
pone fortalecer los que la persona ya tiene y crear e impulsar
otros nuevos. Sin esos valores es imposible que el niño o el
joven se desarrollen plenamente; tampoco es posible que se
prepare debidamente para la vida profesional y la interacción
social. Por esto, es vital que exista una continuidad entre los
valores que le fueron inculcados en el hogar y los que se
refuerzan en los centros educativos, de modo que se le exija
al niño, a medida que crece, más autonomía y responsabili­
dad.
Es decir, no basta con una educación que se concentre
en la acumulación de datos, en la resolución de problemas
intelectuales y en la memorización de contenidos (aunque
hoy en día existan herramientas muy poderosas que nos asis­
ten en la formación de este tipo de capacidades) , porque la
educación también está obligada a formar personas que van
a desempeñar papeles en la empresa y en la sociedad. Tanto
en una como en otra, los conocimientos y sus aplicaciones
juegan un papel importante, pero igual, o más importante,
es el hecho de que las personas sean laboriosas, responsables,
sinceras, comprometidas, respetuosas, solidarias o buenas
compañeras. Y esto difícilmente se aprende en los libros o de
boca de los profesores; se aprende, más bien, observando la
vivencia ejemplar de otras personas.
En qué consiste una educación en valores
En la educación tradicional, los profesores enseñan y los
alumnos aprenden; lo que equivale a decir que los profesores
hablan de los valores y los alumnos asimilan la enseñanza;
pero esto contradice un hecho evidente: los valores no los
aprendemos de lo que nos dicen las personas, sino de lo que
las personas nos demuestran con su modo de vida. Ésa es la
experiencia de la mayoría de la gente, incluso en los casos en
que no se pretende expresamente inculcar o enseñar los va­
lores. Es inevitable estar expuesto al ejemplo de los valores
(o, en su defecto, de los antivalores) y su influencia ayuda a
que los otros modelen su vida. Al fin al cabo, "sólo aprende­
mos de aquéllos a quienes amamos" (Goethe) .
Descentralizar la mente y el coraron
En ese sentido, los valores no vienen dados como un hecho
forzoso. Hay que descubrirlos, a veces descubrirlos crea­
tivamente, con la guía, la orientación, el respaldo y el incen­
tivo del profesor, de la experiencia de los demás, del contac­
to con amigos o tratando de traducir a nuestra situación lo
que nos inspira una lectura o una película.
Descentralizar la mente ayuda mucho a una educación
en valores, no atarla al esquema tradicional de que todo gira
en torno a un eje (el conocimiento, el cerebro, el profesor o
el padre de familia, las organizaciones, el Estado, la naturale­
za) . Pensar más bien que la mente no está sujeta a un mando
central o coordinador como el de un organigrama rígido y
piramidal, sino, más bien, a una estructura celular.
1 59
1 60
l-álor para vivir los valores
----
La mente humana está presente en funciones muy dife­
rentes, que no son sucesivas (pensamiento lineal) . Así como
desempeñan un papel vital las emociones, los sentimientos,
el entusiasmo, la motivación, las habilidades de diferentes
tipos y el contexto familiar y social, lo desempeñan también
los valores personales, familiares, culturales, cívicos, éticos,
económicos, religiosos, estéticos, etc.
Pero también hay que descentralizar el corazón y no de­
jar que se apegue a unas determinadas cosas, sobre todo de
índole material, o a unas determinadas personas o grupos.
Hay que expandirlo para que quepa más gente dentro, para
que sea más universal en sus afectos y para que el querer sea
fruto de una voluntad firme y serena, animada por el cons­
tante deseo de hacer el bien y de procurar que las relaciones
humanas sean justas.
"Técnicamente" educado pero deshonesto
La educación ha sido concebida durante mucho tiempo como
la manera más segura de escalar en la sociedad, de alcanzar el
éxito, entendido éste como poder, riqueza, tecnología, bienes­
tar. Normalmente,
se
piensa que el triunfo personal es poder
situarse en el más alto rango social. Así, hacer una carrera uni­
versitaria se convierte en
una
meta social deseada por sí mis­
ma, porque se da por hecho que permitirá abrir otras puertas.
A los jóvenes
se
los impulsa a estudiar porque así podrán
acceder al grupo privilegiado de personas graduadas de la uni­
versidad. Pero recorrer este proceso de aprendizaje especializado
En qué consiste una educación en va/ores
en algún campo del conocimiento humano no implica necesa­
riamente que la persona al final sea buena, honrada o cívica.
La competitividad, a veces, se entiende como tener unas
herramientas técnicas que aseguran unos ingresos económi­
cos y una posición para disputar con los demás, procurando
ser el mejor en su campo, sin tener en cuenta que puede
ocurrir que esa posición esté desempefíada sin valores éticos
y se convierta en un peligro para la sociedad misma.
El error consiste en reducir (y justificar) la educación
como un medio para escalar socialmente y ganar dinero. Ésta
es la concepción que se debe erradicar. Muchos padres hacen
grandes sacrificios económicos para que sus hijos estudien
en los mejores centros educativos. Nada de ilegítimo tienen
estas aspiraciones, pero no parecen ser suficientes para justi­
ficar plenamente sus esfuerzos. No es suficiente con tener
una profesión, con aspirar a una posición o al éxito econó­
mico; la educación estriba en aprender a ser persona, miem­
bro de una sociedad, habitante de un medio ambiente, cons­
tructor de modos de convivencia, etc. La educación entonces
gana una dimensión de enriquecimiento personal, porque
es una educación para la vida, para la realización de la perso­
na dentro del conjunto humano, para la convivencia social y
el ejercicio de la ciudadanía.
Un proyecto de vida con dimensi6n social
Dentro de la misión de plantearse un proyecto de vida, cabe
la tarea de obtener la mayor calificación posible en el campo
161
1 62
Vtzlor para vivir los valores
------
del conocimiento y de la preparación profesional, si es que
ése es el camino escogido para alcanzar el sueño, la meta.
Lógicamente, lograrla no es asunto sólo de saber, sino que se
trata de un saber integrado a otros aspectos fundamentales:
los afectivos, sociales, culturales, de participación e inserción
en la comunidad, de servicio y solidaridad y, sobre todo, de
práctica habitual de unos valores.
No se trata de una lucha individual contra los demás
para superarlos y llegar primero a la meta, o de una carrera
con carácter exclusivamente académico, sino de una visión
más completa de lo que constituye el desarrollo humano in­
tegral de una persona.
La educación adquiere dimensiones que son a la va, el
horizonte de enriquecimiento de la persona. Desde el grado
más elemental hasta el más alto, la enseñanza está apuntan­
do a sus metas de muy distintas maneras y con diferentes
exigencias para el alumno y para el profesor: aprender a ser
(a pensar, a obrar, a amar) , a hacer (a jugar, a trabajar, a te­
ner) , a aprender (a informar, a crear, a comunicar) , a em­
prender (a administrar, a dirigir, a liderar), a convivir (a ser
amigo, a ser buen ciudadano, a ser solidario) .
La educación es, ante todo, educación para la vida: para
el trabajo a través de una profesión, para la realización como
persona en un conjunto humano, para la convivencia social
y para el ejercicio de la ciudadanía. Aprender no es sólo apren­
der conocimientos, aprender no es sólo saber ciencia. No
podemos confundir conocimientos con inteligencia, ni in­
teligencia con razón. Se aprende para la acción, para saber
actuar en determinada manera.
En qué consiste una educación en valores
Educación y calidad personal
La educación, por tanto, debe replantearse cambiando de
enfoque el aprendizaje y la enseñanza. Ambos son para vivir
mejor, para alcanzar calidad de vida. No para llenarnos de
conocimientos. Estamos hechos de inteligencia y necesita­
mos los conocimientos, pero también estamos hechos de pa­
siones, emociones, motivaciones, sentimientos, miedos, tris­
tezas, entusiasmos, alegrías, deseo, esperanzas, o sea, de la
amalgama de muchos valores.
La educación debe retomar esa brújula y abandonar su
frialdad intelectual, desencarnada de la vida y de la sociedad.
La educación en los valores supone "aprender a soñar", es
decir, enfrentarse con la "construcción" de sí mismo y abor­
dar el terreno de la autenticidad de la propia vida. Es carac­
terístico de la educación ayudar a forjar ideales, a fomentar
las ganas de vivir a fondo, de cambiar el mundo, de afron­
tar los imposibles (porque tal vez los posibles ya están he­
chos) y de incitar al empeño para ayudar a construir un
mundo mejor.
Los profesores deben tenerlo muy en cuenta. El material
que reciben no es duro sino blando: cerebro, corazón, inteli­
gencia emocional, sentimientos, valores. Se puede forjar,
modelar como una obra de arte, con amor, con respeto, con
una profunda veneración por el ser del otro, no imponién­
dole lo que se quisiera que fuera sino logrando que salga de
él su mejor yo, su propio ser para proyectarlo en una convi­
vencia que sea fecunda, que lleve al servicio generoso y a la
dedicación profesional con sentido de bien común.
1 63
1 64
l-á/or para vivir los va/ores
------
No al confonnismo
Una de las responsabilidades del profesor consiste en no de­
jar que el alumno sea conformista. El conformismo es una
traición a la vida. Los jóvenes tienen causa legítima para pro­
testar cuando sus sueños, sus ilusiones, sus metas de vivir en
una sociedad mejor, se ven obstaculizados por una educa­
ción formalista y rutinaria. En cambio responden de mara­
villa cuando se les invita con argumentos al compromiso
apoyado en una entrega generosa, sin cálculos y sin reservas.
Cuando con valores se les anima a vivir valores. Todo depen­
de de que sus sueños y el apoyo de los educadores les fijen
como aspiración lo mejor.
Hay que soñar con un futuro donde los valores huma­
nos estén por encima del deseo de bienestar, de abundancia
y de comodidad, para que las personas se dirijan hacia la
búsqueda de lo mejor de cada uno en la lucha por una socie­
dad que garantice la verdad, la creación de cultura y los prin­
cipios fundamentales para la convivencia (la dignidad hu­
mana, la libertad, los derechos humanos) .
La educación hoy está llamada a formar personas felices,
a generar confianza, credibilidad y seguridad en ellas y a ha­
cerlas capaces de trabajar por el bien común, a pensar más
en el servicio que en el beneficio material o personal. En la
era del conocimiento las instituciones están llamadas a for­
talecer el saber como capital primordial, más que el financie­
ro o el físico, pero para ello tienen el desafío de la integra­
ción del conocimiento en la vida.
En qué consiste una educación en valores
Es decir, dejar de estar a la zaga y a la defensiva para
pasar a la ofensiva constructora de un nuevo estilo de edu­
car,
dirigir y liderar, para configurar una nueva sociedad:
quien más puede hacer, más debe hacer.
Quien tendría que sefialar las directrices de esos nuevos
caminos debería ser la educación superior, específicamente
la universidad, en la que docentes y alumnos sean construc­
tores de convivencia y de sociedad pacífica, justa, democrá­
tica, igualitaria. Hace falta instaurar en las instituciones de
educación una "cultura del ser", no del tener, lo cual implica
que lo primero no es el dinero o el poder sino el "ser perso­
na" , el servir y el ser solidario con la sociedad que necesita de
las instituciones educativas, públicas o privadas para que sean
constructoras de sociedad.
El futuro puede y debe ser distinto
El futuro no tiene que ser la continuidad del pasado, porque
así no habría cambio; es mejor mirarlo bajo nuevas perspec­
tivas, bajo nuevos paradigmas, bajo nuevas reglas. Si las con­
diciones externas a la educación cambian (aceleración histó­
rica, nuevas tecnologías, nuevo enfoque del saber) hay que
pensar en cambiar sus paradigmas reconociendo que se debe
dar un giro radical: de una educación centrada en el conoci­
miento hay que pasar a una educación centrada en el desa­
rrollo humano completo. Es posible que los paradigmas de
la educación, al contrario de lo que sostiene la teoría de la
calidad, no vuelvan a cero y exijan un recomienw radical.
1 65
1 66
Vt¡lor para vivir los valores
----
Pero lo que sí está claro es la necesidad de repensar su misión
y su visión en la sociedad actual.
Un nuevo modo de mirar cuestiona mi propio sistema
de valores, pero simultáneamente me hace capaz de salir de
la rutina, de convertirme en pionero; para esto hace falta
valentía, entusiasmo, fe en mi tarea, confianza en mí mismo
y en los demás. Hay que pisar fuerte el acelerador para diri­
girnos todos al mismo objetivo, sabiendo que la misión de la
educación hoy es más compleja por la misma complejidad
de la ciencia y de la sociedad. Este proceso implica el desa­
rrollo de los valores para que se conviertan en cualidades
operativas estables que le permitan a cada uno obrar bien
(virtudes) dentro de una armonía personal.
Claves del capítulo
> La
crisis de valores que observamos en la so­
ciedad tiene que ver directamente con la crisis
de valores en la educación.
> La
educación forma personas para que se de­
sempeñen en la vida familiar, laboral o social.
>
Si la competitividad se limita a brindar herra­
mientas técnicas sin tener en cuenta los valo­
res , se puede convertir en un peligro para la
sociedad misma.
> La
educación debe ayudar a descentralizar la
mente y el corazón, debe abandonar la frial-
En qué consiste una educación en valores
dad y hacer que la gente aprenda a soñar, a
fOIj ar ideales y a volverlos realidad.
�
Lo importante es aprender a ser persona,
miembro de una sociedad, habitante de un
medio ambiente, y a construir modos de con­
vivencia.
�
El conformismo es traición a la vida. El autén­
tico inconformismo lleva al compromiso apo­
yado en una entrega generosa.
1 67
9
Algunos valores
básicos en la educación
C
on el mismo criterio utilizado para escoger algunos va­
lores básicos en la familia, hemos seleccionado otros
para la educación. No se trata de elegir entre unos y otros:
con su perfeccionamiento se avanza tanto en la familia como
en la educación, porque la persona es sólo una, pero se des­
envuelve en distintos ámbitos.
� La libertad
Es una condición esencial del ser humano, que lo lleva a
determinarse en relación con un acto, a elegir y comprome­
terse con lo elegido y a buscar la plenitud.
o
Pao/a es una estudiante de segundo semestre de uni­
versidady pide permiso para dejar de asistir a clasepor
un viaje que tiene que realizar. Su profesor le dice que
1 70
ltálor para vivir los valores
------
los temas que se van a tratar en esos dlas son muy im­
portantes, pero que si ella cree que el viaje es mm im­
portante y estd dispuesta asumir las comecuencias, pue­
de hacerlo bajo su respomabilidad. O
La libertad es un hecho tan evidente como el hecho mis­
mo de que pensamos. No es una posibilidad o una ilusión,
aunque una persona pueda sentir que "no es suficientemen­
te libre" o que su libertad está limitada. Para posibilitar la
experiencia de la libertad se debe tener una actitud inteli­
gente y realista en la interpretación de las circunstancias,
puesto que el ejercicio del pensamiento racional es una de
las características esenciales de la persona.
El desarrollo intelectual y afectivo de los valores huma­
nos y de la conciencia son factores necesarios para una edu­
cación de la libertad, tanto por parte de los maestros o los
padres como de los alumnos o los hijos. Y quien no aspira a
ser libre, no se siente libre o no lo es realmente no puede
pretender generar libertad en los demás y ni siquiera será
capaz de entender sus propias exigencias de libertad.
La libertad nos da la oportunidad de decidir por noso­
tros mismos sin someternos a lo que los demás nos impon­
gan. No sólo ante las exigencias que se plantean dentro de la
familia, sino dentro de una institución educativa o dentro
de una empresa. Para responder a las diversas exigencias y
cuestionamientos de la vida hace falta adoptar un camino
propio, en el que se esté aprendiendo a ser libre real y
cotidianamente.
Algunos valores básicos en la educación
171
No debemos imponer nunca nuestras propias decisiones
a los otros porque sí, sin respeto, sin razones o sin argumen­
tos. Es frecuente ver, por ejemplo, padres que no dicen a sus
hijos lo que deben hacer porque tampoco son capaces de
hacer cumplir ese deber, lo cual se agrava en el caso de que
tampoco en sus propias vidas hagan realidad lo que preten­
den para las vidas de sus hijos. Una disposición sincera y
total frente a la libenad es difícil pero posible.
Es igual de perjudicial, en la enseñanza, no orientar a las
personas, no darles criterios para que tomen sus propias
decisiones, sustituir sus decisiones por las nuestras, es de­
cir, decidir por ellas. La libertad debe nacer de nuestro in­
terior, no por motivos externos por los que no podemos
responder.
Muchas veces, responder con un "SI", o un ,,no" onenta
.
muy poco: vale más una respuesta que incite a la persona a
reflexionar sobre los factores que intervienen en una deci­
sión. Contestar a la pregunta de si "puedo o no hacer esto o
lo otro" con una nueva pregunta que invite a la persona a
pensarlo por sí misma, no constituye necesariamente una
evasión del problema; evadir es responder con un "haz lo
que quieras", lo que lleva a las personas directamente a la
anarquía.
Soy libre si soy capaz de dar respuestas efectivas a mis
propios ideales. Soy responsable si soy capaz de obrar con
libertad en la consecución de esos ideales. No se puede pen­
sar en actuar libremente si no se es al mismo tiempo respon­
sable. No se puede pretender que primero las personas sean
1 72
}álor para vivir los valores
------
responsables para darles márgenes más amplios de liberrad.
Estos dos valores actúan sincrónicamente.
Por otra parte, las exigencias de la libertad (y la responsa­
bilidad) varían según la edad. La libertad del niño se reduce
prácticamente a una cierta espontaneidad natural, pero con
mucha dependencia material; no tiene todavía la capacidad
de responder por sí mismo en términos de libertad. Son los
otros, en especial sus padres, quienes responden por él. El
modelo de libertad al que está expuesto el niño lo conforma
el clima de libertad que lo rodea, que le da la posibilidad de
elegir y comprometerse, pero a un nivel elemental.
En la adolescencia, la dependencia material (que lo ata a
sus padres) disminuye y surge la espontaneidad que él mis­
mo orienta (asistido por el ejemplo decisivo de sus padres)
hacia la creación de convicciones propias. En esta edad, sur­
ge también la intimidad, que le permite a la persona enten­
der mejor que necesita de la libertad para enriquecerse a sí
misma y para relacionarse bien con los demás.
Uno de los puntos críticos de la pedagogía actual es el
desequilibrio entre las expectativas de una "libertad exter­
na" , basada sobre todo en poder elegir a gusto, y la "liberrad
interna", apoyada en el compromiso que uno ha elegido como
proyecto de vida. Por lo general, se enseña a la gente a que
esté en capacidad de elegir su futuro pero muy poco a que se
comprometa desde ahora con lo que el futuro le va a exigir:
ser una persona que convive necesariamente entre personas.
El adolescente vive su libertad acentuando la elección de
lo que quiere. La siente y la defiende, porque para él la liber-
Algunos valores básicos en la educación
tad es un problema individual más que social. Al mismo tiem­
po, anhela ser libre y cambia de decisiones fácilmente. Su
generosidad se ejercita en un ámbito muy amplio >le posibi­
lidades, desconcertantes y contradictorias en apariencia. La
persona adulta tiene un horiwnte de posibilidades menos
abierto y vive su libertad más comprometida con las decisio­
nes que tomó para su vida; quizás tenga menos libertad de
elegir, pero sus decisiones han madurado y se han liberado
de ensuefios, caprichos e indecisiones propias de la adoles­
cencIa.
La educación de la libertad se realiza a través del trabajo,
de la sinceridad y de la sencillez al convivir y del esfuerw por
aceptar y amar la verdad con todas sus consecuencias. Esta
actitud no asegura acertar siempre, porque elegir y equivo­
carse forma parte de la libertad, si quien ha elegido acepta
sus equivocaciones y responde por lo que resulte de sus erro­
res.
Los antivalores son evidentes: la esclavitud (entendida
como la atadura o la dependencia a determinadas cosas o
hábitos que impiden la realización personal) , la sumisión, la
ar�itrariedad, la imposición por medio de la fuerza o del
chantaje afectivo y la ignorancia.
Asimismo, son claros los valores que ayudan a la viven­
cia de la libertad: la voluntad, el compromiso, la coherencia,
la realización. Todos ellos forman un entramado que esti­
mula y refuerza los actos concretos de libertad, que, más allá
de significar una simple elección, aspiran a la plenitud del
ser.
1 73
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l-ólor para vivir los valores
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Una educación en la libertad es aquella que enseña a
valerse por sí mismo, a tener criterios propios rechazando
todo modelo estereotipado, a elegir lo esencial por encima
de lo secundario, la que insiste mucho más en los fines
buscados que en los medios empleados, siempre que éstos
sean lícitos.
� La autenticidad
Significa ser uno mismo, por sí mismo, transparente y since­
ro,
coherente en su conducta, apoyado en sus principios y
valores.
o
Juanita estd muy triste porque todas sus amigas tie­
nen un pearcing en su cuerpo y ella no. No se lo ha
hecho porque supo que una prima suya sufrió una grave
enfermedad alponerse uno y le da miedo que le pase lo
mismo, pero todas sus amigas le insisten que no puede
estar "fuera de onda': Sin embargo, ella prefiere estar
más en
la onda de la autenticidad que en la de la moda
y seguir siendo ella misma.
O
Actualmente, existen diversas expresiones de falsa auten­
ticidad. Por ejemplo, en el colegio suele pasar por auténtico
el que permite la manifestación disparatada de todo tipo de
sentimientos y opiniones. No obstante, la autenticidad tiene
que ver con la intimidad, de suerte que las cosas se vivan
intensamente según la personalidad de cada cual.
Algunos valores básicos en la educación
-------
La persona auténtica invierte todas sus energías para lo­
grar los fines que su inteligencia le pone en claro. Si estoy
convencido de las metas que me he propuesto, obro en con­
secuencia, me identifico plenamente con ellas. La autentici­
dad radica en hacer realidad los pensamientos que expresan
los valores de la persona, que pueden alterarse sin traicionar
la autenticidad del pensamiento.
Pueden darse sentimientos auténticos que no correspon­
den al pensamiento, y pensamientos que no corresponden al
verdadero querer de las personas. La educación de la volun­
tad es uno de los propósitos de toda educación que busca la
autenticidad. Una voluntad que no es auténtica es una nega­
ción de la libertad.
El conocimiento de sí mismo contribuye a superar este
riesgo, pues la autenticidad en la conducta depende de co­
nocerse a sí mismo. Y si la persona que enseña no conoce ni
acepta la realidad propia de cada individuo, es imposible que
se dé el diálogo constructivo en el que consiste la educación;
en este caso, la autonomía verdadera es sustituida por actitu­
des en contra de los demás y no en actitudes de servicio.
La autenticidad no es distinguirse o llamar la atención
por las actitudes extravagantes que se adopten en la familia,
en el colegio o con los amigos. Los jóvenes suelen confundir
autenticidad con extravagancia o, sin permitirse escuchar
ninguna crítica, creen en la originalidad de todas sus opinio­
nes porque simplemente van en contra o son diferentes de
las de los adultos. Todo lo contrario: la autenticidad supone
respetar la diferencia que vemos en las demás personas y de-
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Valor para vivir los valores
----
fender sensatamente nuestras propias ideas, opiniones, gus­
tos y, más allá, nuestras propias convicciones y los propios
principios y valores por los que guiamos nuestra vida.
Afirmar nuestra propia singularidad no es ser individua­
lista. Estar con nosotros mismos no excluye estar con los
otros. La palabra cristiana que describe esta condición es la
palabra "prójimo" , que significa próximo, cercano: nadie
puede estar más cercano al hombre que otro hombre. Y para
que esto se realice plenamente, sobran la extravagancia y
la mediocridad, la singularidad caprichosa y la imitación
tonta.
Una va. que elegimos un camino para nuestro futuro,
surge la necesidad de que nos comprometamos con él, y este
compromiso implica la libertad, hacerla realidad. En el com­
promiso está el fundamento de la madura. de la persona y
de su autenticidad. No será libre quien no cumpla los com­
promisos vitales adquiridos, quien no se comprometa esta­
blemente con nada.
La autenticidad está unida a valores como la sinceridad,
la sencilla., la transparencia (darse a conocer tal como se es) ,
la veracidad y la naturalidad. Y los antivalores que se deben
combatir son el engafio, la hipocresía y la deshonestidad.
� La audacia
Es la capacidad o el ánimo de emprender y realizar acciones
que parecen poco prudentes, pero con la convicción de que
con ellas se puede alcanzar un bien auténtico.
Algunos valores básicos en la educación
-------
o lUcardo y José son amigos desde hace muchos años �
después de terminar ambos la universidad, se reencuen­
tran. El primero habla de la fama y el prestigio de su
universidad dentro del medio educativo, de la calidad
del los profisores y de
las instalaciones; el segundo co­
menta que su universidad no es tan famosa ni tiene
instalaciones tan bonitas pero que, asi como é4 la ma­
yoria de sus compañeros al terminar los estudios salen
con una formación integral y estructurada "porque lo
primero que aprendemos es a construir nuestros sumosy
a tener aspiraciones altas".
O
Este valor puede resultar atractivo para la juventud que
sueña con hacer grandes cosas en la vida, porque imprime
en los actos la energía necesaria para hacer realidad los pro­
yectos. No hay que esperar a que la suerte nos descubra los
caminos, sino que en nuestras manos está encontrarlos: "La
suerte ayuda a los audaces" afirma el dicho clásico.
En el colegio, es importante estimular este valor, para
conttarrestar en los jóvenes la tendencia a no comprometer­
se, a eludir las actividades que requieren esfuerzos, a huir del
sacrificio y hundirse en la apatía. Hay que acudir a las reser­
vas de entusiasmo que suelen anidar en los espíritus jóvenes
y a su amor por los retos, las sensaciones desconocidas y su
afición a la aventura.
Sin embargo, motivar la audacia implica valorar cuida­
dosamente los medios de que se dispone para acometer los
objetivos propuestos; y a esto se le llama prudencia. De lo
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1 78
liIlor para vivir los va/ores
------
contrario, el desaliento se apodera de las personas a la menor
dificultad, y lo que parecía fácil ahora se ve como algo muy
difícil o imposible de alcanzar.
Al principio, tal vez haya que estimular más a los hijos
para que le pongan pasión a las cosas. Y sin que esa pasión y
esa valentía desaparezcan , deben introducirse paulatinamente
los razonamientos, para ponderar con objetividad las circuns­
tancias y las posibles consecuencias.
Necesitamos estímulos, motivaciones y oportunidades
para acometer cualquier tarea y, al mismo tiempo, necesita­
mos tener conciencia de nuestras limitaciones. La educación
debe impulsar esa confianza en nosotros mismos y el desa­
rrollo de capacidades y hábitos que nos permitan mejorar
cada día y aspirar a ser mucho mejores de lo que somos.
Descubrir estas posibilidades en los hijos o alumnos debe ser
un reto diario de los padres de familia y los educadores.
Saber apreciar y aprender de la audacia de los demás, ser
generoso en el trato, mirar con desprendimiento el éxito e
interiorizar las propias experiencias son aspectos que refuer­
zan
una actitud audaz. Algunas de las tareas que se empren­
den impulsadas por la audacia pueden no salir bien, pero es
en esos momentos cuando debe aflorar la capacidad de recu­
perarse y volver a empezar, o cambiar de frente de acción. �n
ciertos ambientes se tilda de "loco" al audaz, pues muy po­
cos se atreven a romper el paradigma de hacer lo que hasta
ahora no se ha hecho porque parece imposible. Pero ésta es
una oportunidad para abrir nuevos caminos con iniciativa y
valentía.
Algunos valores básicos en la educación
� La prudencia
Es la capacidad de discernir y elegir los medios más ade­
cuados para lograr cierto fin, ponderando, analizando y to­
mando las decisiones necesarias según las circunstancias.
o
Alberto es el consejero de los alumnos de quinto
semestre de la Facultad de Administración. José Luis,
uno de los alumnos, acude a él para contarle que va
muy mal en 3 de las 6 materias que está cursando. Le
confiesa que en realidad dedica muy poco tiempo al es­
tudio, le cuesta concentrarse y su afición por la televi­
sión lepuede más. Además, echa en saco roto la insisten­
cia de sus padres para que dedique más tiempo losfines
de semana al estudio de materias que al ciclismo y las
salidas los viernes y sábados en la noche. Piensa que en
realidad tal vez ésta no sea su carrera.
Con todos estos datos, Alberto, que ha seguido lospasos
de José Luis desde que entró a la facultad, incluso por­
que fue quien le hizo la entrevista de ingreso, empieza
por recordarle su interés y entusiasmo por la Adminis­
tración y la ilusión con que hablaba de su futuro. Le
hace ver que necesita diseñar un horario de trabajo y
tener un plan de vida ordenado. Su problema no es de
falta de vocación por su carrera sino defalta de discipli­
na para cumplir con las exigencias del estudio, armo ni­
zarlas adecuadamente con su afición deportiva y con el
tiempo dedicado a sus amistades. José Luis empieza por
1 79
1 80
WJlor para vivir los valores
---
elaborar ese plan y atenerse cada dla a él Los resultados
no tardan en llegar.
O
Los clásicos denominaban a la prudencia la "madre, con­
ductora o guía de las demás virtudes". Nosotros diremos que
es el "valor moderador de los demás valores" y, por esto, de­
cisivo en la construcción de valores en el hogar, en la escuela,
en la empresa y en la vida social.
No resulta extraño que la primera impresión, sobre todo
en los jóvenes, cuando se habla de prudencia, es que se
trata de un valor asociado a la experiencia, a la edad, o que
tiene que ver con la cautela y los cálculos lejos de la audacia
y la iniciativa.
Pero esta noción es errónea: "No es la blancu­
ra de los cabellos la que comunica la prudencia" (Menandro) .
A la prudencia la acompañan la calma, la serenidad, la
constancia y, sobre todo, la capacidad de deliberación, con
madurez y objetividad, que se adopta no sólo ante las situa­
ciones críticas sino habitualmente.
Este valor requiere, primero que todo, ubicar la infor­
mación que me permita conocer los medios más efectivos
para la consecución de algún propósito; después juzgar estos
medios detalladamente y, finalmente, elegir los más adecua­
dos para la consecución del fin propuesto.
Como es de suponerse, las experiencias pasadas desem­
peñan un papel importante como punto de referencia. Es
labor del profesor ayudar al niño, o al joven, a que recuerde
cómo determinada manera de hacer las cosas le ha resultado
satisfactoria en ocasiones anteriores. Contar con alguien que
Algunos valores básicos en la educación
le ayude debe ser un estímulo y un ejemplo, no una limita­
ción ni una presión. Seguir una orientación no significa que
no se obre con autonomía y responsabilidad, pues saber es­
cuchar es constitutivo de la prudencia.
Existen varios y distintos antivalores relacionados con la
prudencia: el temor, la ignorancia, la indecisión, la vacila­
ción, la precipitación, entre otros. La imprudencia es, por
supuesto, su antípoda; significa falta de previsión e irrefle­
xión. Estos antivalores, valga decirlo, afectan directamente
la práctica de los demás valores.
Los jóvenes podrán poner a prueba la prudencia, su ca­
pacidad crítica, ante determinadas situaciones: escoger un
plan con unos amigos, elegir un programa de televisión, adop­
tar una postura u opinión
ante los problemas de la sociedad.
Es mejor que sean m�y críticos a que sean pasivos. Lo pri­
mero siempre puede ser objeto de diálogo y aclaración para
que no se dejen dominar por los prejuicios y sepan discernir
lo importante de lo secundario: en una persona es impor­
tante su honestidad, la ropa que luce es secundaria.
La persona prudente ejerce una vigilancia sobre sí mis­
ma para no caer en el descuido de los propios deberes y de
los propósitos que ella misma se ha hecho para lograr metas
ambiciosas.
� El optimismo
Se trata de la actitud positiva ante la vida, que nos lleva a
reaccionar con ánimo y confianza frente las dificultades, con
la convicción de que podemos solucionarlas.
181
1 82
�lor para vivir los valores
-------
o
Un estudiante le pregunta a su profesor para qué
sirve todo lo que estudian, si cada día hay más profesio­
nales y el mundo está cada vez peor, hay más pobres,
más inseguridady más hambre. Elprofesor le responde:
"La única manera de asegurarnos de que las cosas cada
vez sean peores es lograr que todos los que estamos aquí
pensemos como usted está pensando ':
O
Si queremos construir un mundo mejor, tenemos que
imaginárnoslo, trabajar duro para construirlo, pero especial­
mente creer que es posible lograrlo. El optimismo nos per­
mite mirar el horizonte de una manera diferente, sin defor­
marlo y sin desconocer las dificultades, sino poniendo los
pies en la tierra con el convencimiento de que las cosas pue­
den mejorar.
Este valor se manifiesta en todo momento, pero, sobre
todo, cuando las cosas no salen bien. Los jóvenes, por la
rebeldía propia de su edad, suelen ser negativos o desdeñar
lo que hacen los demás. Por tanto, es bueno hacerles ver que
ayudar a los demás y dejarse ayudar es un generador de con­
fianza inmejorable, y que este valor se vive conjuntamente
con el optimismo.
La autoestima, así como el conocimiento y la valoración
de los demás, son los factores que ayudan a que el optimis­
mo tenga bases sólidas y, en consecuencia, se logren los re­
sultados esperados y se resistan airosamente las equivocacio­
nes para transformarlas en oportunidades.
Ser optimista no es necesariamente ostentar actitudes
Algunos valores básicos en la educación
triunfalistas ni manifestar alegría en todo momento. Es más
bien una actitud basada en la confianza de que las cosas pue­
den mejorar si se actúa de determinada manera, que no de­
pende, como se podría pensar, del temperamento. El opti­
mismo (como su contrario, el pesimismo) es contagioso, es
decir, se transmite fácilmente y crea un clima de seguridad
entre las personas.
En los jóvenes hay muchas razones para ser optimistas
porque la vida, casi siempre, no les ha dado grandes golpes y
porque los problemas de la sociedad no los afectan tan direc­
tamente como a los adultos. Pero necesitan aprender de los
pequeños fracasos para confiar más en sí mismos y en los
demás, para que los errores se conviertan en una experiencia
útil para no repetirlos más adelante.
El optimismo no desconoce la realidad ni su impacto,
sino que observa sus hechos y evalúa objetivamente su im­
portancia. A veces, un niño o un joven sufre un desengaño
sentimental, por ejemplo, y le da una repercusión enorme,
como si fuera algo definitivo en su vida, pero si se le ayuda a
verlo en su verdadera dimensión, más adelante se convence­
rá de que fue un episodio pasajero.
Un aspecto que ayuda a vivir este valor es mirar el lado
,bueno de los acontecimientos y de las personas; de lo con­
trario, se cae fácilmente en la crítica destructiva, en la amar­
gura, con lo que lo único que se logra es hacer más difícil el
cambio.
El pesimismo, antípoda del optimismo, socava la con­
fianza en uno mismo y las relaciones con los demás, que
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Válor para vivir los valores
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huyen del trato de la persona pesimista. Otros riesgos son la
desilusión, la desesperanza o la amargura, que conviene com­
batir con todo aquello que refuerce el optimismo: el buen
humor, la alegría, el entusiasmo, es decir, la pasión por la
vida.
� La humildad
Es aceptarse y aceptar a los demás como son, reconociendo
las propias limitaciones o deficiencias, sin dejarse dominar
por ellas.
o
Un joven foe a visitar a un sabio para aprender el
arte de escuchar.
"Escucha, hijo mio':
le dijo el sabio, moviendo el dedo
indice en señal de advertencia.
Luego hubo un silencio de varios minutos.
''Lo escucho ': manifestó el joven. "Por favor, prosiga
dándome instrucciones':
Yel sabio replicó sonriendo:
"Eso es todo, no hay más que añadir ': O
En algunos contextos, la humildad se suele definir como
un valor meramente religioso, que establece la distancia en­
tre Dios y el hombre. Sin restarle este significado y amplián­
dolo, aquí la definimos como el valor que nos hace recono­
cer la verdad sobre nosotros mismos en la relación con los
demás: "La humildad es andar en verdad" (Teresa de Jesús) .
Algunos valores básicos en la educación
Al igual que sucede con el resto de valores expuestos an­
teriormente, la humildad se relaciona estrechamente con
otros, como la veracidad, la sencillez y la modestia. Decirle a
un adolescente o a un joven que tiene que ser humilde, no es
rebajarlo o apocarlo. Todo lo contrario, es animarlo a ser
realista y sincero, a no sobrevalorarse, a no ser soberbio o
vanidoso, aun cuando la humildad sea compatible con la
ambición y con la búsqueda de la excelencia: "Para ser hu­
milde se necesita grandeza" (Sábato) .
Como todos los demás valores, la humildad se aprende
luchando contra las tendencias contrarias a ella: la soberbia,
la prepotencia y el orgullo; y fortaleciendo los valores afines
a ella: la sencillez, la naturalidad, la autenticidad y la sinceri­
dad. La humildad nos hace ver cómo somos realmente, no
cómo queremos ser, sin sentirnos superiores a los demás pero
sin complejos de inferioridad. Incluso la actitud de aprender
constantemente es una muestra de humildad, porque de­
muestra que siempre podemos dar más de nosotros mismos.
Ante los éxitos, sobre todo, se pone a prueba la humil­
dad, que se demuestra al no regocijarse excesivamente en
ellos. También se corre el riesgo de mostrarse frío o distante
con los demás, o valorar sólo lo conseguido por uno mismo,
pero también es un error no valorar lo propio cuando es
justo hacerlo. La ostentación, la afectación y la falta de mo­
deración en las palabras y las actitudes hacen más difícil que
surja la humildad.
La falta de humildad en los hijos puede manifestarse cuan­
do reciben una reprensión justa por parte de los padres o
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Válor para vivir los valores
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cuando se rebelan frente a las normas necesarias para la con­
vivencia familiar; y en la escuela, cuando se rebelan contra
los profesores en algún aspecto de su enseñanza: "El afán
soberbio de imponerse a los demás proviene de una falta de
equilibrio interior entre la tendencia primaria a afirmar el
propio yo y la apertura colaboradora ante los otros" (G.
Villapalos y A. López Quintás, El Libro de los valores) .
La obediencia es un valor que brinda la posibilidad de
probar la humildad ante quien detenta la autoridad. Al obe­
decer, en cierto modo, uno no sólo obedece a unas normas o
a otras personas, sino que se obedece a sí mismo. La autori­
dad no rebaja a la persona ni menoscaba su libertad; precisa­
mente se obedece porque se aceptan libre e interiormente las
normas.
Aprender a sacar provecho de las propias equivocaciones
es una estrategia útil para aprender este valor: "Si tienes mie­
do a los errores, habrás dejado por fuera la verdad" (Tagore) .
Saber ofrecer disculpas por los errores que se cometen (y que
afectan a los demás) o por las ofensas en las que incurrimos
es una característica del proceso de conocerse a sí mismo que
implica la humildad.
Aun en el caso de un joven que tiene cualidades superio­
res (y es consciente de ello) , no es correcto que se sienta su­
perior a los demás ni que lo manifieste con actitudes o con
palabras. La soberbia es, pues, el peor enemigo de la humil­
dad y nos invade en la medida en que pensamos que somos
mejores que los demás y, así, sentamos barreras de intoleran­
cia e irrespeto entre nosotros y los demás.
Algunos valores básicos en la educación
Un antivalor que se refiere a la humildad es la susceptibi­
lidad, que nos asalta cuando nos sentimos heridos por cual­
quier comentario o porque no nos tienen en cuenta. Un buen
antídoto para contrarrestar los antivalores relacionados con
la humildad es la convivencia y la socialización con personas
distintas a las de la propia familia; conocer que hay personas
mejores que ellos en algún aspecto y saber que no por eso
somos menos que ellas, sino que podemos aprender de ellas
y conocer sus pu� tos vista con atención y respeto.
Hacen parte de la humildad la sencillez, la naturalidad,
la espontaneidad, la autenticidad y la sinceridad. La humil­
dad verdadera lleva a compartir lo mejor de nosotros con los
demás y a estar cerca de ellos, aun en el caso de que la vida
nos haya dado la oportunidad de tener más conocimientos y
preparación, o más oportunidades de lograr ciertas posicio­
nes.
� El patriotismo
Amar a la patria de todo corazón y procurar enaltecer su
cultura y su historia, con actos de civismo, de participación,
de convivencia y de ciudadanía.
o
Manuel dirige un colegio de bachillerato, de clase
media, en el que los alumnos no han recibido clases de
educación cívica � por lo tanto, los días que se iza la
bandera es una auténtica lucha lograr que los alumnos
guarden la disciplina, hagan fila y permanezcan en si-
1 87
1 88
�/or para vivir los valores
---
/encio mientras escuchan el himno nacional. Los ve muy
despreocupados por esa costumbre del colegio. Él mismo
ha terminado por creer que se trata de una costumbre
anacrónica. Comenta el asunto en la reunión de profe­
sores. Marias, el más antiguo de ellos, plantea que no se
trata de un rechazo consciente de los muchachos a los
simbolos patrios y al espiritu civico, sino de la necesidad
de dar vida a esas costumbres desde las clases mismas,
incorporando de nuevo alguna materia que permita
motivar a los estudiantes, explicándoles bien de qué
se trata y haciéndoles ver q ue no hay nación q ue pue­
da crecer sin fidelidad a los valores más preciados de
su historia, su cultura y sus valores espirituales. Pro­
pone que los directivos y docentes empiecen por dar
ejemplo, mostrando entusiasmo y respeto hacia esos
temas.
O
En un mundo cada vez más globaliZado, en el que pre­
domina el papel de los grandes bloques de naciones, el pa­
triotismo tiende a ser minusvalorado. Asimismo, ya no se
cultiva como antes el civismo, que se deriva directamente
del patriotismo.
Este valor, valga la aclaración, no guarda relación con el
"patrioterismo" o con el "chauvinismo", es decir, la exalta­
ción desmesurada de lo nacional frente a lo extranjero. Por
otra parte, en un mundo donde los regionalismos están de
nuevo en auge, el patriotismo auténtico exige un equilibrio
entre el amor a la región y el amor a los valores culturales e
Algunos valores básicos en la educación
históricos que engloban a las distintas regiones de un mismo
país y a la nación entera como tal.
El patriotismo se ensefia infundiendo un recto amor a la
patria, valorando su cultura y su historia y trabajando para
que ésta progrese (para lo cual hay que anteponer el bien
común a los intereses particulares) . Implica cultivar, frente a
las demás naciones, la apertura mental y espiritual que per­
mite ver que hay un todo global al cual pertenecemos de
alguna manera. Una vivencia práctica de este valor es, para
quienes tienen la edad prevista por la ley, ejercer plenamente
la ciudadanía a través de los mecanismos de participación
que comprenden las leyes.
En la educación, el interés por ensefiar el civismo e in­
culcar el patriotismo ha disminuido, como si estuvieran pa­
sados de moda. Esto contribuye a que las nuevas generacio­
nes pierdan el sentido de pertenencia y de identidad nacional.
Prospera la indiferencia ante los símbolos patrios y ante la
política misma y surge, en ocasiones, una suerte de universa­
lismo apátrida, en el que parece que diera lo mismo pertene­
cer a cualquier nación. Aquí valdría aplicar, a la hora de for­
talecer este valor, el aforismo clásico que sitúa a la virtud en
el justo medio entre la indiferencia ante todo lo que signifi­
que amor a la patria y el nacionalismo que nos ciega ante el
valor de las demás naciones.
Hay que ayudar a los jóvenes (y por supuesto también a
los adultos) a que sean justos en sus apreciaciones y juicios
sobre otros pueblos, razas y países, como una manera positi­
va de vivir este valor. Hay circunstancias en las que es más
1 89
1 90
Valor para vivir los valores
----
fácil que los ciudadanos se unan más estrechamente, como
por ejemplo las guerras, pero, evidentemente, no hay que
esperar a que éstas estallen para fomentar el patriotismo. Es
preferible fomentar los valores sociales, culturales e históri­
cos, de modo que haya una razón común entre sus habitan­
tes, además del territorio y la lengua. Amar las costumbres
del país y respetar las instituciones, a pesar de sus defectos, es
una forma de vivir el patriotismo.
El lazo más estable y duradero ante este valor lo establece
el prepararse adecuadamente y luego dedicarse seriamente a
trabajar por el bien común de la patria, que es lo que condu­
ce a su progreso económico, a la justicia y la paz y a su gran­
deza, al servirla con lealtad y, si fuere necesario, con heroís­
mo.
Entre los valores que refuerzan el patriotismo están el
civismo, la solidaridad, la participación, la amistad, el espíri­
tu de servicio y, como ya dijimos, un nacionalismo auténti­
co que lleva a amar todo lo de la propia patria sin menosca­
bo del respeto por los demás países.
Entre los antivalores que hay que combatir, además del
nacionalismo exacerbado, están la falta de solidaridad, la ce­
rrazón mental, el regionalismo que olvida los lazos naciona­
les y todas aquellas formas de fanatismo referidas a los valo­
res culturales e históricos que impiden una visión abierta y
universal de los problemas.
Hoy en día, se ve con frecuencia la influencia nociva de
los fundamentalismos religiosos que mezclan indebidamen­
te el poder espiritual con el poder temporal o que conducen
Algunos valores básicos en la educaci6n
-------
a la intolerancia con quienes no participan del mismo credo,
o a los racismos vinculados con motivaciones religiosas. A
pesar de todo lo que el mundo ha padecido con las guerras
mundiales por causa de los nacionalismos inauténticos, no.
parece haber aprendido la lección.
� La lealtad
Consiste en la adhesión firme a las personas, a las institucio­
nes o a las ideas y doctrinas, con base en unos principios y
valores y en los compromisos adquiridos, eligiendo los me­
dios que permitan cumplirlos.
o
El gran compositor español Albéniz estaba de viaje
en Paris. Desde ahl, llamó a su esposa y le dijo: "Estoy
gravlsimo ':
Ella viajó a Paris � al llegar a la estación del tren, él
estaba ahl esperándola. Asombrada, exclamó: "Pero ¿no
estabas gravlsimo?"
y él
le contestó: "SI, gravlsimo. Estaba empezando a
enamorarme de otra ':
O
Este valor es sinónimo de fidelidad a una causa, persona
o institución, a la que está ligada la confianza y la credibili­
dad, la honestidad y la integridad, que son los valores que
contribuyen a acendrar la lealtad. Es, sin duda, uno de los
valores más apreciados en las relaciones en el trabajo y en la
vida social. La lealtad se da con las personas, con los grupos,
191
1 92
�/or para vivir los valores
------
con la sociedad entera. Y con respecto a la sociedad, espe­
cíficamente, refuerza el compromiso con las leyes, al propor­
cionarle al individuo bases éticas sólidas. Quien es leal valo­
ra la palabra dada, los compromisos adquiridos, las promesas
hechas y tiene, en el extremo contrario, a la deslealtad y la
traición como antivalores.
La lealtad tiene mucho que ver con lo que hoy se deno­
mina "comunicación asertiva" (es decir, franca, sincera, di­
recta, afirmativa) y con la proactividad. Es un motor que
propulsa la participación social y la solidaridad, batallando
contra el individualismo, porque exalta precisamente la fi­
delidad en las relaciones interpersonales.
Con sus amigos y con los compañeros, los jóvenes tie­
nen la oportunidad de ejercer la lealtad. Y con sus padres o
maestros, la lealtad se representa no por el sometimiento cie­
go, sino por una adhesión razonada y razonable (que, a su
vez, le permite razonar a quien ejerce la autoridad) : "Sólo el
que manda con amor es servido con lealtad" (Francisco de
Quevedo) . La lealtad se nutre con las reflexiones sobre los
motivos por los que obedezco.
No obstante, la lealtad puede verse empañada por el apa­
sionamiento y la emotividad, razón por la cual es conve­
niente revisar los valores que compartimos con la persona
con la que somos leales y que fundan nuestra relación. Evitar
el encubrimiento, la simulación y las falsas apariencias para
proteger a una persona con la que se supone que somos lea­
les contribuye a vivir auténticamente el valor (también afron­
tarla, con absoluta sinceridad, cuando nos damos cuenta de
Algunos valores básicos en la educación
sus equivocaciones o de su deslealtad) . La lealtad no supri­
me el criterio para opinar, criticar o denunciar aquello que
sinceramente creemos que está mal. Igualmente, somos lea­
les cuando no estamos de acuerdo con personas que expo­
nen hechos que son ciertos pero constituyen una difama­
ción o un atropello al derecho a la intimidad.
Aquí, también cabe definir la lealtad con uno mismo
como la adhesión firme y estable a los principios y valores
que uno adopta como guía para su conducta y que luego le
sirven de base para la relación con los demás. La honestidad
y la integridad, podemos decir, son valores íntimamente re­
lacionados con la lealtad.
Una condición básica de la amistad (y de cualquier rela­
ción cercana) es la lealtad, que se alza como la manera en
que respondemos a los esfuerzos que los demás hacen por
nosotros y a la confianza que ellos depositan en nosotros. En
las fuertes crisis de la vida se pone a prueba nuestra lealtad
con los amigos y los compañeros, por ejemplo, al mantener
firme la confianza y la credibilidad en ellos a pesar de la
murmuración y de la crítica destructiva que se eche sobre su
honra y sus actuaciones.
En la sociedad actual, la deslealtad está a la orden del
día: esposos o esposas que son desleales por un romance pa­
sajero con otra persona; padres que son desleales con sus
hijos al no ser fieles con el compromiso de educarlos inte­
gralmente; hijos que son desleales con sus padres porque no
cumplen la promesa de cuidarlos en su vejez y ayudarles a
enfrentar las dificultades de esa edad; profesores que son des-
1 93
1 94
liIlor para vivir los va/ores
---
--
leales con sus alumnos al no enseñarles con honestidad ni
formarlos con una conciencia recta; alumnos que no son leales
con sus educadores al no empeñarse en vivir de acuerdo con
lo que les han enseñado; empleados que son desleales con su
empresa porque no dan lo mejor de sí mismos; empresas que
no son leales con sus empleados al no brindarles la capacita­
ción necesaria para que crezcan cada día como personas ín­
tegras, pues le dan prioridad a las ganancias económicas; fun­
cionarios que no son leales al gobierno porque se aprovechan
de su cargo en beneficio propio; gobernantes que no son
leales con quienes los eligieron para servir al bien común
porque se dejan llevar por el ambición de poder y de conce­
der prebendas a quienes no son los más capaces para ejercer
determinados cargos.
· � La paz
Es la "tranquilidad dentro del orden", la convivencia huma­
na justa, para que las personas puedan lograr sus objetivos
personales, familiares y sociales.
o
Petrarca refiere el siguiente diálogo que mantuvo
con un loco:
El loco, al ver soldados en marcha, pregunta al poeta:
'¿A dónde vanl"
Li la guerra': le responde Petrarca.
El loco observa: "¿No es cierto que esta guerra termina­
rá un buen día mediante la pazl"
Algunos valores básicos en la educación
1 95
';-Es cierto!': replica elpoeta.
Entonces añade el loco: "¿Por qué no hacen inmediata­
mente la paz antes de comenzar la guerra?"
yPetrarca concluye,
que este loco!"
melancólicamente: 'í Yo pienso igual
O
Siempre se ha destacado el aspecto subjetivo de este va­
lor: la paz interior, que se aprecia en el equilibrio y la armo­
nía del hombre consigo mismo que, a su vez, se transmite a
la concordia del grupo. Para que esto sea posible, es necesa­
rio que el hombre acate las normas que regulan la conviven­
cia como aquéllas que le vienen dictadas por la conciencia.
A pesar del progreso en muchos ámbitos, especialmente
en el científico y el técnico, asistimos a una crisis generaliza­
da de la paz. No sólo aumentan los problemas interiores que
desembocan en enfermedades psicológicas y en desajustes
vitales, sino también los conflictos que se evidencian en la
familia, en los grupos sociales, en la empresa y en el Estado
mismo.
La educación tiene, pues, una gran tarea: educar para la
paz, lo que supone reforzar los valores asociados directamen­
te con ella: la tolerancia, la comprensión, el respeto, la con­
vivencia y la justicia. Y debe ayudar a desterrar, tanto de los
corazones como de la sociedad, la violencia, la guerra, la in­
justicia, la intolerancia y los desequilibrios que dificultan la
paz.
Hace falta que la escuela insita en la vivencia de este va­
lor, desde las más tempranas edades, para que con
Sl,J
in-
1 96
Valor para vivir los valores
------
fluencia se pueda contrarrestar el clima general de violencia
(difundido ampliamente por los medios de comunicación) .
Por contraste, los niños y los jóvenes pueden aprender a vivir
la paz, al conocer y asumir la realidad en la que viven. Des­
cubrir el valor y la fuerza de los lazos que los unen entre sí y
con su entorno, les ayuda a descubrir este valor con todas sus
eXIgenCIas.
Lograr que la educación forme seres pacíficos y serenos,
en los que el amor se arraigue antes que el odio y la paz antes
que la violencia, debe ser el gran desafío de los padres y los
educadores de hoy.
Hay que combatir la angustia y la ansiedad, la intranqui­
lidad proveniente de ambientes familiares tensos (domina­
dos por los conflictos de la pareja o por la violencia intra­
familiar) o de ambientes escolares de los que se ha adueñado
la desconfianza entre profesores y alumnos. El componente
espiritual de todo esto es difícil de entender, pero está ahí
presente.
Si yo no tengo paz interior, difícilmente puedo controlar
mis reacciones frente a los demás. Si dentro de la persona
hay orden (pensamientos, emociones equilibradas y sosiego)
estará abonando el terreno para la paz interior y, corno fruto
de ella, para una contribución a la paz del entramado social
en el que vive. Es una tarea de largo aliento que significa
empeñar muchos esfuerzos y una larga paciencia.
"La paz interior -lo recuerda López Quintás- depende,
en buena medida, de la tolerancia mutua. La verdadera tole­
rancia no se reduce a una mera permisividad-aceptación de
Algunos va/ores básicos en /a educación
1 97
cualquier tipo de conducta; no implica indiferencia ante la
verdad y los valores; supone respeto, en sentido de estima"
(Libro
de los valor�s) . No significa "una condición pusiláni­
me sino magnánima, no ambigua sino clara y decidida, no
insegura sino firme".
Sólo desde la paz interior de las personas, desde la paz
del espíritu, se puede construir la paz de la sociedad. Este
derecho a vivir en paz es un derecho fundamental inherente
a la dignidad de la vida y al ejercicio de la libertad. No basta
con reconocerlo, hay que disponer los medios para garanti­
zarlo y para recobrarlo en los ámbitos en los que se haya
perdido.
Así como contemplamos, para las nuevas generaciones,
el derecho a un ecosistema equilibrado (no a punto de
colapsar como lo está ahora) , también deberíamos contem­
plar el derecho a una sociedad en paz, armónica, lo que los
hombres nacidos en el siglo xx: no hemos sido capaces de
construir.
� La constancia
Significa no dejarse llevar por la variación de ideas o senti­
mientos, ni dejarse vencer por las dificultades, para trabajar
con estabilidad y firmeza de ánimo.
o
Siempr� que sus padr�s le preguntan a Liliana
13 años):
(de
"¿Por qué no �studias un rato m lugar de v�r
t�levisión?" o "¿Por qué no arr�gúzs
tu ropa m lugar de
1 98
l-álor para vivir los valores
----
dejarla tirada en desorden sobre la cama?': su respuesta
inevitable es: «No tengo ganas': Y si llega una visita y
sus padres la llaman para que salude y esté un rato con
ellos, Liliana deja oír desde lejos un: ';4hora no tengo
ganas':
y si estdn sentados a la
mesa y le sirven un plato
con comida que a ella no le gusta, la variante es: «Esto
no me gusta, parece muy feo, prefiero comer otra cosa':
Mario y Soledad, sus padres, a veces piensan que el cole­
gio no le ha servido a la niña, pues estudia por obliga­
ción a la hora de los exdmenes y los resultados son me­
diocres. Algunas veces, el autobús del colegio la deja
porque no se levanta a tiempo. Mario se ha vuelto into­
lerante con ella, puespiensa que a su edadya debería ser
más
responsable. Un día, discutiendo sobre el tema, de­
ciden ir al psicólogo a consultarle. Después de hablar
con la niña, se reúne con ellos y les da unas pautas de
acción:
-No es el colegio el que la educa mal son ustedes
los que la han dejado crecer sin una disciplina en el
hogar.
-Miren las circunstancias no como un problema,
sino como la ocasión para hablar con la niña y hacerle
ver las razones para cambiar.
-La superación de sus dificultades requiere tiempo,
paciencia y una acción constante, organizada en pasos
concretos y sencillos que ella vaya incorporando progre­
sivamente, consciente de que sólo ella puede hacerlo y de
que se trata de su propio bien.
Algunos valores básicos en la educación
1 99
-Pónganle tareas muy sencillas y ayúdenle a desa­
rrollarlas poco a poco, pero asegúrense de que sienta su
apoyo y su fortaleza afectiva en todo momento.
O
La constancia requiere de la misma estabilidad propia
del hábito que conduce a la vinud y, asimismo, de firmeza,
voluntad, ánimo y perseverancia; consiste, en otras palabras,
en el vivo propósito de acabar lo que se empieza. Muchas
cosas, en todos los contextos, se comienzan pero se abando­
nan porque no se tiene la voluntad para llevarlas a su fin,
para no amedrentarse ante las dificultades.
Este valor es decisivo para acometer las tareas y realizar­
las, contra viento y marea, con o sin ganas. El deseo del cam­
bio acecha permanentemente a la constancia. Sobre todo,
cuando el cambio puede ser un modo de escape pa:a dejar
de hacer lo que se estaba haciendo bien. Como también lo es
afrontar una tarea o un compromiso sin estudiar antes las
dificultades que pueden presentarse en el camino.
Otro valor asociado a ella es la perseverancia. Quien es
perseverante saber llegar al final de lo que se ha propuesto.
Esto sólo puede lograrse porque se tiene una motivación muy
profunda y la convicción de que vale la pena hacer lo que se
está haciendo.
Por eso es bueno trabajar con otros en la escuela, descu­
brir el valor del trabajo en equipo. Para enseñar este valor, es
necesario crear proyectos que requieran la cooperación de
sus panicipantes. Los depanamentos aislados o las divisio­
nes dentro de una misma organización no contribuyen a la
200
Válor para vivir los valores
----
constancia, precisamente porque no se pone en común lo
que cada uno hace y no se comparten los objetivos, y esto
hace que todo sea más lento. Si, en cambio, hay participa­
ción y se comparte, todos hacen el trabajo con mayor interés
y, posiblemente, con mayor constancia.
En la educación hay que estar pendiente de que los estu­
diantes perseveren en sus propósitos. Para eso, a ellos les será
útil hacer un plan de vida (como una herramienta concreta
para sacar adelante sus proyectos) , que sea sencillo y fácil de
seguir, que les permita hacer las modificaciones necesarias y
que no los deje llevarse por la pereza y la comodidad. Tam­
bién es importante conversar con ellos sobre cómo van los
objetivos, el tiempo y la actividad dedicados a cada punto
del plan. El desaliento ante los fracasos también desempeña
un papel negativo, al que hay que responder con más moti­
vación.
También será útil asociar a la vivencia de este valor la
vivencia de la responsabilidad, que obliga a no abandonar
un propósito por falta de empeño o por no distinguir bien
entre lo importante y lo urgente. A veces, se tiende a hacer lo
más urgente, dejando pendientes las cosas importantes, y
luego el tiempo no alcanza. El aprovechamiento del tiempo
y la puntualidad ayudan, igualmente, a fortalecer la cons­
tancia.
Este valor es una fuente vital de preparación para el futu­
ro profesional. Ser profesional es tener una dedicación cons­
tante y seria para llevar a cabo una tarea que produce unos
determinados beneficios o resultados. Ante la tentación de
Algunos valores básicos en la educación
-------
la inconstancia, la persona con una mentalidad profesional
sabe que si no persevera la tarea no saldrá adelante. Lo mis­
mo cabe decir de los estudios, de una materia y de un com­
petencia deportiva, entre otros.
Un alimento para la constancia es tener siempre presen­
te el proyecto de vida, la visión o el sueño que se quiere
alcanzar, y esto se convierte en el mejor antídoto contra el
desánimo o la falta de esperanza que puede producirse ante
ciertos acontecimientos negativos o ante las dificultades.
La paciencia, "que todo lo alcanza" (Teresa de Jesús) , le
presta una ayuda invaluable a la constancia porque evita la
precipitación y, en las grandes dificultades, la desesperación
o el abandono de la tarea emprendida. La persona constante
siente la satisfacción del logro, de llegar a las metas buscadas.
Necesita siempre de una "determinada determinación" para
no dejar la tarea a medio camino, para no entregarse a la­
mentaciones de "lo que pudo haber sido y no fue".
A veces, la publicidad y los medios de comunicación ofre­
cen unos modelos de vida tan fáciles y exitosos que atraen a
la gente aprovechándose de su ingenuidad. No es posible
que el éxito económico o profesional y, sobre todo, los gran­
des ideales de la vida se puedan alcanzar sin un esfuerzo rei­
terado, constante y perseverante en el día a día.
Para ser constante es importante tener muy claro lo que
se quiere en la vida y de qué manera alcanzarlo, así como
poder ponderar el esfuerzo que se requiere. Pero también es
necesario fomentar la actitud de que vale la pena sacar las
cosas adelante siempre, porque de esta forma se es coherente
20 1
202
Va/or para vivir los va/ores
-------
y leal con los demás y consigo mismo. No podemos dejarnos
engañar por el ejemplo aparente de gente que alcanza gran­
des éxitos desde muy joven. Para encontrar el valor ejemplar
de una vida hay que verla en perspectiva, a lo largo del tiem­
po. y para ello hay que tener una gran fe en uno mismo y
confianza en que al objetivo propuesto se llega con discipli­
na, esfuerzo y tenacidad.
� La voluntad
Es la facultad o capacidad de querer algo con carácter de
bien y de autodeterminarse para conseguir una meta.
o
Pedro y Diana solían premiar y castigar a sus hijos
con dinero y permisos para ver televisión. Luisa (de 10
años), Anita (de 12) Y Miguel (de 14) sabían bien lo
que tenían que hacer para tener contentos a sus padres.
Cada examen o trabajo en el colegio estaba precedido de
una promesa de dinero o de permisos. Los padres ha­
bían utilizado este mismo método desde que los niños
estaban pequeños, pero a medida que éstos iban crecien­
do, les costaba mm trabajo alcanzar los objetivos del
estudio. Entonces Pedro y Diana tuvieron que incre­
mentar la cantidad de dinero, las horas de televisión �
finalmente, los regalos (monopatín, equipo de sonido,
bicicleta, etc.).
En una reunión con el consejero del colegio, después
de enterarse del método para motivar a sus hijos a estu-
Algunos valores básicos en la educación
-------
diar, éste les dijo a Pedro y a Diana que se habían equi­
vocado de estrategia y que iban camino de lograr que
sus hijos fueran personas de voluntad muy débil. Les
recomendó hablar con cada uno por separado y expli­
carles claramente el porqué del nuevo método: "Lo ha­
cemos por el bien de ustedes': ''Esto los preparara para
que en elfuturo hagan las cosas por voluntad propia':
"No hay que remunerar el cumplimiento del deber; van
a contar con una mesada fija cada semana, sin premios
ni castigos': Los dos mayores, a pesar de la protesta ini­
cial comprendieron y aceptaron poco a poco el nuevo
sistema, mientras que a la pequeña, acostumbrada al
mimo permanente más que a los premios, le costó mu­
cho más. Sin embargo, todavía había tiempo y camino
para enderezar los años en que no se manejaron bien las
cosas, y Diana y Pedro estaban convencidos de que el
nuevo método darla frutos.
O
Hemos escogido la voluntad como valor por la impor­
tancia que esta facultad humana tiene en la educación de la
persona (tanto en la familia como en los centros escolares) y
por todo lo que implica el hecho de carecer de voluntad. El
proyecto de vida de cada persona tiene un motor central: la
voluntad. De ella dependen tanto el empeño que se ponga
en lograr ese proyecto de vida como la velocidad con la que
se lleve a cabo.
La persona se "construye" a sí misma constantemente, y
el camino de la vida se abre con los propios pasos, es decir,
203
204
Wzlor para vivir los valores
-------
los de la voluntad que se afirma en cada experiencia. El es­
fuerzo, la lucha por triunfar en el proyecto de vida, la rectifi­
cación del rumbo y los conocimientos adquiridos constitu­
yen los pasos de ese caminar. Camino bien si mi voluntad
está andada con firmeza, con decisión y con seguridad en lo
que quiero ser. No me basta el sentido del deber o saber lo
que quiero. Necesito una fuerza interior que traduzca mis
pensamientos en acciones que estén de acuerdo con ellos, y
esa fuerza es la "voluntad proactiva" , una voluntad formada:
sabemos lo que queremos y nuestra preocupación es encon­
trar el modo de conseguirlo.
Todos entendemos lo que significa tener voluntad para
algo, ser personas con fuerza de voluntad o, al contrario,
tener muy poca voluntad. También hemos oído que una
persona de voluntad consigue lo que quiere y que una perso­
na con una voluntad débil es "inútil". ¿Cómo fija la persona
su voluntad en la práctica y aleja ,de sí la indecisión, sin que­
darse tampoco en las buenas intenciones? Actúa, toma deci­
siones, expresa propósitos y trata de cumplirlos con todas
sus fuerzas.
Todo esto no se logra de un solo golpe. En la educación
hay, muchas veces, más preocupación por formar la inteli­
gencia que la voluntad. Y, al menos aparentemente, los re­
sultados de la voluntad son menos cuantificables que los de
la inteligencia. Pero en realidad son tan importantes, o más,
que los de la inteligencia, porque comprometen a la persona
entera.
Los pasos de la voluntad son:
Algunos valores básicos en la educación
------- 205
�
La concepción o representación: consiste en captar la
realidad de los objetos, ya sea una imagen sensible o
ideal. Sin esa representación, la voluntad no se mueve.
�
La deliberación: es el examen atento de lo representado
y de los medios que nos llevan a él (los "pro" y los "contra" ) .
�
La decisión o elección: es el acto central del proceso en
el que juega un papel decisivo la libertad.
�
La ejecución: es la ordenación y puesta en marcha de
las operaciones para hacer efectiva la decisión.
Los problemas que nos pueden asaltar en este proceso de
la voluntad son: que no nos representemos nada, o que nada
nos interese ni nos motive; que en la deliberación nos venza
la pereza mental, la impulsividad, el capricho o la superficia­
lidad; que en la decisión se de una dilación; que en la ejecu­
ción haya pérdida de tiempo, desorden y falta de atención, o
que en cada fase del proceso falte la motivación.
"Dime lo que quieres y te diré quién eres" es un refrán
que resume el poder de la voluntad en la configuración de la
personalidad. Dicho con otras palabras: cada uno puede lle­
gar a ser lo que quiere ser. Es cuestión de proponérselo y de
obrar en consecuencia. Se puede, pues, aprender a querer,
que es una manera de expresar que la voluntad está siempre
en proceso de formación.
Tanto la firmeza y la armonía de los sentimientos, como
saber orientar constantemente el compromiso al que nos
impulsa la libertad, nos ayudan a conservar y fortalecer la
206
Valor para vivir los valores
----
voluntad. Así como la pereza, la falta de determinación, la
comodidad, el desorden, la desilusión y el conformismo la
desvían.
� El
carácter
Consiste en el modo de ser estable, que demuestra firmeza
en las convicciones y coherencia en la actuación.
o
Rafael es un joven "bien plantado ': inteligente y
simpático. A sus 16 años ocupa el centro de atención
entre sus amistades. Busca estar en todo y que no se haga
nada sin contar con él Le gusta quedar bien y pedir
reconocimiento por lo que hace. Piensa que las chicas
ven en él el mejorpartido de entre todos sus amigos.
Y lo
confirma por él éxito que tiene con ellas. Mira a sus
amigos un poco por encima del hombro. Juan y Camilo,
los mejores de su curso, le parecen cursis y aburridores.
No llevan ropa de marca como la suya y no están en los
planes que él organiza. Sus padres le celebran todos sus
éxitos y complacen todos sus caprichos. Cuando lo in­
tentan reprender, responde bruscamente y sale de casa
en busca de un "ambiente donde sí me comprendan': Es
crítico y punzante cuando habla del colegio, de los pro­
fesores y de quienes no están dentro de su círculo. En los
paseos, le encanta contarles a los otros sus grandes aven­
turas y viajes, en los que la imaginación lo lleva muy
lejos de la realidad (y logra deslumbrarlos). Pero a veces,
Algunos valores básicos en la educación
------- 207
en esos momentos, se acuerda de la envidia que siente
por los éxitos en los estudios deJuan y Camilo. Se calma
pensando que un día tendrá mucho dinero, será muy
poderoso y no tendrá estas preocupaciones.
O
El carácter se refiere a cierta invariabilidad psicoló gica, a
una afirmación de lo que yo considero que yo soy y que no
depende de mis circunstancias. Mi carácter se revela en mis
acciones, está moldeado por mi voluntad. Conocer bien mi
carácter es saber qué capacidades tengo para lograr cosas
nuevas en el futuro partiendo de lo que soy ahora.
Todos sabemos lo que significa ser una persona de carác­
ter bien definido: es tener convicciones y seguridad en lo
que se hace, etc. Y también sabemos cuáles son las conse­
cuencias de la falta de carácter: volubilidad, inestabilidad,
ligereza en el obrar, etc. Estructurar un carácter firme es ta­
rea de años y de desarrollo de otros valores, como la recie­
dumbre, la valentía y la fortaleza, no porque e! carácter se
reduzca a estos valores sino porque lo expresan más fácil­
mente. Mi carácter se amalgama con mi voluntad, con mi
libertad y con mi proyecto de vida. Por eso no debemos de­
jar que predomine la tendencia fatalista de concebir el carác­
ter como lo inmodificable, sino la asertiva que lo ve como la
capacidad de proyectarme, la posibilidad que está en mis
manos de ser diferente.
La formación del carácter cumple un papel fundamental
en la educación. Hacer de los hijos y de los alumnos perso­
nas de carácter es un gran reto en un mundo en el que, como
208
l-álor para vivir los valores
----
afirma Stephen Covey, en la personalidad se han exagerado
aspectos como la autoestima, la imagen, el "maquillaje" (las
apariencias y las motivaciones de tipo social, tales como "que­
dar bien" , sobresalir y lucirse) , mientras que se ha menospre­
ciado el carácter, al descuidar el hondo contenido de los va­
lores morales.
Hay demasiados espíritus blandengues, comodones, te­
merosos del esfuerzo y mediocres, que son producto de un
carácter que no se estructuró en una edad temprana. Lo que
los padres y los maestros son y hacen, el ejemplo que dan, lo
que dicen a los hijos y la lucha constante de éstos por sacar
adelante sus objetivos y planes y por ser personas de bien
constituye una poderosa fuerza "configuradora" de carácter.
Una persona de carácter no vive cambiando de modo de
ser y de actuar, sino que se guía por unos determinados prin­
cipios y valores, es decir, es constante y consecuente en su
conducta. En la educación, esto es algo definitivo. Si quere­
mos formar bien a nuestros hijos y alumnos, tenemos que
ayudarles a que ellos mismos forjen su propio carácter, a que
sean ellos mismos, a que tengan su propio criterio en el modo
de comportarse en la vida y a que aprendan por ellos mismos
a ser leales a los principios por los que procuran orientarse.
Un hombre o una mujer de carácter piensa, ante todo,
en lo que quiere hacer de su vida, examina cómo ha marcha­
do hasta ahora y pone por delante el proyecto de vida para
ver qué más debe hacer. Todo ello se puede lograr, y conduce
al diseño de planes de estudio, relaciones, trabajo, etc. Pero
esto no puede depender de grandes decisiones o del estado
Algunos valores básicos en la educación
-------
de ánimo, sino de los pequeños pasos que se van dando con
perseverancia lo largo del camino.
El carácter se expresa en saber actuar con criterio, al pen­
sar bien las cosas y j uzgarlas dentro de sus circunstancias (lo
que hoy es objeto de preocupación por el momento que se
vive, mañana puede parecer una anécdota sin importancia) .
Tener carácter significa que hay algo permanente en la per­
sona que le permite darle sentido a cada cosa y no dejarse
arrastrar por el torbellino de los acontecimientos.
Reciedumbre, valentía, firmeza, comprensión y sereni­
dad suelen ser valores propios de la persona de carácter. Ésta
no se rinde fácilmente ante los problemas e insiste una y otra
vez hasta encontrar una salida. No se escuda en que las cosas
son muy difíciles o en que no está de ánimo para enfrentarlas.
Corre riesgos sin temeridad, oye prudentemente el consejo
de los demás y se deja ayudar.
La persona de carácter es luchadora tenaz, actúa con sen­
tido común y con visión de lo que quiere, con realismo y sin
dejarse llevar por la imaginación. Asimismo, ataca el egoís­
mo y no se encierra en sí misma. Como ocurre con los de­
más valores, el ejemplo que la persona recibe en el hogar, en
la escuela y en trabajo es importante para formar su carácter.
La laboriosidad pugna con la comodidad, el aburrimiento y
la pereza. Siempre es más fácil dejarse llevar por la corriente
que ir en contra, y el carácter exige muchas veces esta actitud
de esfuerzo denodado y perseverante.
Por último, cabe insistir en el autodominio como sinó­
nimo del carácter, pues éste hace que la persona se controle y
209
210
lillor para vivir los va/ores
----
sepa estar en su sitio, brindando seguridad y firmeza a quie­
nes la rodean. Citando a Alfonso Aguiló
(Educar el cardcter),
podríamos concluir la referencia a este valor diciendo que
"el éxito está en descubrir esa natural sucesión educativa:
> Motivación en los valores
> Actos favorables
> Arraigar virtudes
> Consolidad el carácter" .
10
Cómo construir
valores en
la educación
E
n los capítulos anteriores, hemos insistido en que lo
más importante es la vivencia práctica de los valores.
Más que los valores que se difunden en plegables, folletos
e impresos, nos interesa afrontar la difícil tarea de propo­
ner estrategias que nos permitan vivir valores específicos .
Éste es el punto cardinal en el que se pone a prueba y se
constata que los valores no pueden quedarse en una teoría.
Por lo tanto, vamos a avanzar ahora un poco más y propo­
ner un método para realizar el paso de la teoría a la prácti­
ca.
Esto es lo que llamamos la "construcción" o el "desa­
rrollo" de valores. Así como en el conocimiento se pueden
formar significados más complejos a partir de elementos sim­
ples, la conformación y consolidación de los valores se pue­
de realizar de manera análoga.
212
Válor para vivir los valores
-------
A continuación, vamos a indicar unos pasos o aspectos
de este proceso para poder desarrollarlo en los centros edu­
cativos. Este proceso se puede dar a conocer en reuniones
que no sólo incluyan a los directivos de la institución y a sus
profesores sino también a los padres de familia. Asimismo,
el proceso debe tener como objetivo principal fortalecer los
valores que la institución haya definido como prioritarios,
para inculcarlos en cada uno de los integrantes de la comu­
nidad escolar.
Los pasos aquí señalados son una orientación general,
que deberá concretarse en planes de acción para cada área y
para cada nivel de la enseñanza. También puede ser útil adap­
tar los valores básicos de la educación (expuestos en el capí­
tulo anterior) a las circunstancias concretas de la institución
educativa, de sus profesores y de sus alumnos, según los dife­
rentes grupos y edades. (Se reiteran, de acuerdo con los pa­
sos a seguir, ideas fundamentales ya vistas en los capítulos
anteriores.)
Primer paso: proceso de interiorización
Los valores sólo cobran vida por medio de las personas que
los viven: el valor que pretendemos inculcar y que nos inte­
resa construir es aquél que se incorpora a la vida a través de
los hábitos.
El valor "cualifica" o "determina" la conducta huma­
na, ayuda a configurarla y a transformarla en la medida
en que se vive . Cuando muchas personas comparten la vi-
Cómo construir valores en la educación
-------
vencia de un valor, se puede decir que éste es vivido so­
cialmente, pero su esencia está en la práctica individual
de los mismos.
Recordemos también que el valor puede asumirse como
sinónimo de virtud, pero no son lo mismo. La virtud es la
vivencia cotidiana del valor. Es decir, cuando hablamos de
"construcción" o "desarrollo" de valores, estamos hablando
de la adquisición de la virtud. Y el objetivo de una educa­
ción en valores es que los estudiantes incorporen esos valores
como hábitos estables, que los vivan como virtudes, o sea,
como prácticas espontáneas e inconscientes.
1.
¿Qué hacer para que los valores no se queden en
los folletos o colgados en letreros en las paredes?
Es fácil estar de acuerdo en la importancia que tienen los
valores para las personas y para la educación, pero nuestro
propósito es que, como fruto de su interiorización y proyec­
ción, los valores lleven a crear un clima en la comunidad
escolar. En otras palabras, nos proponemos evitar que se
queden colgados en las paredes o en los folletos. Los valores
pueden estar muy bien seleccionados y definidos, pero esto
no nos asegura que se vivan realmente.
La gente valiosa no es la que dice cosas bellas acerca de
los valores; de igual modo, un amigo no es aquél que habla
bien de la amistad, sino aquél que vive el valor de la amistad,
lo que se consigue progresivamente, adquiriendo hábitos que
se llegan a vivir de manera inconsciente cuando han sido
arraigados.
213
2 14
�lor para vivir los valores
-------
2. Del ideal al querer concreto: la interiorización
El proceso de interiorización de los valores supone querer
alcanzarlos y, por lo tanto, supone la existencia unas razones
que me impulsan y me motivan a emprenderlo. Es necesario
saber qué es lo que quiero y cómo lo voy a lograr, siendo
consciente de que tengo la capacidad y la voluntad que me
da la fuerza necesaria para sacar adelante ese propósito. Pero
si me quedo sólo en el deseo, no construyo ningún valor. El
valor de la responsabilidad, por ejemplo, debe estar en cada
uno de mis actos; si me quedo en actos aislados de responsa­
bilidad, dejo la construcción a medias. Para comprender
mejor este proceso de interiorización de los valores, veamos
la siguiente matriz:
al
...
y
CI>
..
..
o
y
al
...
y
CI>
..
..
o
y
.s
HÁBITOS
AcruACON
RESPONSABLE
3
-
-
2
..
-
AcruACION
IIlRESPONSABLE
consciente
4
1
NO CONOCE
EL VALOR
inconsciente
El primer cuadrante indica la situación del individuo: no
conoce el valor o no se ha dado cuenta de que le hace falta
practicarlo. La gráfica nos dice que este comportamiento es
inconsciente, pero corresponde a una actuación incorrecta.
Cómo construir valores en la educación
-------
El segundo cuadrante nos muestra que el individuo ya
conoce la importancia de ese valor, pero sigue sin llevarlo a
la práctica. En este caso, decimos que es un componamien­
to consciente que sigue siendo incorrecto.
El tercer cuadrante indica cómo la persona llega a adop­
tar un componamiento correcto mediante las acciones
prácticas del valor y a través de un aprendizaje constante,
adoptando así una conducta consciente. No obstante, esta
conducta todavía puede reducirse a acciones aisladas que no
corresponden a una actitud permanente.
Por último, el cuano cuadrante muestra la dimensión
máxima de la interiorización del valor, en la que el individuo
practica el valor de manera constante y permanente, convir­
tiéndolo en una actitud inconsciente, pues adquiere el hábi­
to del valor, lo que llamamos vinud.
3. Decisi6n, acci6n y hábito
La única manera de avanzar es lograr que la decisión tomada
sea permanente y que yo me comprometa con todas las ac­
ciones en las que interviene el valor que elegí adquirir cons­
cientemente, de manera que llegue a hacerlo pane de mi
conducta en tal grado que brote de mí sin proponérmelo.
La conciencia y la libenad son esenciales a este proceso,
y cuando se logra el hábito o la repetición estable de los mis­
mos actos, éstas permanecen implícitas, inherentes a la con­
ducta. Sería absurdo pensar que lo que se logra consciente y
libremente se vaya a convenir en algo mecánico o automáti­
co que conlleve la pérdida de la libertad. Además de la liber-
215
216
Wzlor para vivir los valores
----
tad y la conciencia, en el proceso de formación de valores
están involucrados la inteligencia, la voluntad, el sentimien­
to y las aptitudes de la persona.
De la decisión debo pasar a las acciones concretas, de un
modo explícito y consciente, pues antes adoptaba de, mane­
ra inconsciente, una actitud negativa frente al valor.
4. Direcci6n del proceso
La dirección general de este proceso se puede describir así:
El conocimiento de cada valor � Acciones conscientes �
Hábitos (incorporación del valor a la vida) .
Puedo conocer un valor (tenerlo en mente o, incluso,
desearlo), pero mientras no lo lleve a la práctica se trata de
una simple información inconsciente. Mi obrar no es toda­
vía valioso, si no logro integrarlo conscientemente a mi con­
ducta y crear hábitos con los cuales ésta se estabilice y viva el
valor sin buscarlo deliberadamente.
5 . Proceso de incorporaci6n vital
El proceso de incorporación vital del valor, cuya culmina­
ción es el ejercicio de lo que se denomina virtud (hábito
subjetivo y operativo estable de realizar el bien en un deter­
minado aspecto) , tiene diferentes intensidades dependiendo
del valor en cuestión. Hablar del dinero como valor no es lo
mismo que hablar de la lealtad como hábito subjetivo. Una
persona con valores es una persona competente en su traba­
jo y en sus relaciones. Por extensión, podemos decir que una
Cómo construir valores en la educación
-------
institución educativa, como conjunto humano, también re­
fleja valores que no son necesariamente la suma de los valo­
res de las personas, pues el fin común es mucho más que la
suma de los fines individuales.
Segundo paso: proyecci6n
y práctica interpersonal
La idea esencial es tener plena conciencia de que practicar
los valores es un asunto personal e intransferible, pues nadie
los puede vivir por mí. Éstos requieren el ejercicio indivi­
dual y el compromiso específico de cada uno. Vivirlos en
todos y cada uno de los ámbitos en los que me desenvuelvo
es la única manera de que exista coherencia en mi conducta.
Uno de los problemas más frecuentes se revela al obser­
var que hay gente que vive determinados valores en su traba­
jo pero en el hogar o en la vida social cambia de valores o
practica los antivalores correspondientes. Por ejemplo, no se
puede ser sincero en el centro educativo y, al mismo tiempo,
no serlo en la familia. Así, se produce una impostura que me
perjudica más a mí que a los demás.
1. La constancia como hilo conductor
La práctica de los valores necesita de un valor en especial
para lograr su incorporación: "la constancia" . Ésta nos per­
mite trabajar con ánimo firme y estable, sin que nos desvie­
mos de nuestros propósitos. En la vida diaria, se demuestra
si la aspiración de vivir los valores se convierte en algo real,
217
218
Válor para vivir los valores
-------
en un modo de actuar. Sin la práctica voluntaria, libre y cons­
tante no es posible construir ningún valor ni comunicarlo
a
los demás.
2. Que se note en el día a día
Practicar valores es demostrar, en e! día a día, que se piensa,
se estudia y se trabaj a por ellos, y que esto conforma un esti­
lo de vida. En la práctica, hay valores que se reconocen como
parte de la institución (por ejemplo, la lealtad de sus miem­
bros) ; sin embargo, éstos pueden verse disminuidos por otros
hábitos, como e! chisme. Éstos son los antivalores, que tam­
bién son hábitos operativos pero no conducen a la práctica
de! valor o a su encarnación en forma de virtud, sino a su
contrario: e! vicio. Y esto exige un proceso de "desapren­
dizaje", que debe tener la misma fuerza de! aprendizaje pero
en busca de! desarraigo de los antivalores, para abrir paso a
los valores correspondientes.
El primer paso, e! de información, conocimiento e inte­
riorización de los valores, no es suficiente. Hace falta pasar
de la acción personal a la interpersonal, que no es simple­
mente hacer cosas o prestar servicios sino hacerlos parte de sí
y brindarlos a los demás.
3. Laproyecci6n a los otros
La práctica auténtica de los valores es aquélla que genera un
mejoramiento en los frutos de mi actividad y que, conse­
cuentemente, me mejora a mí mismo y a los otros. Por eso
podemos afirmar que al hacernos mejores, mejoraremos todo
lo que hacemos y ayudaremos a mejorar a los demás.
Cómo construir valores en la educación
-------
La conjunción adecuada y jerarquizada de los valores que
practicamos confiere unidad y coherencia a la conducta, lo
que se opone a la falta de compromiso y de identidad que
revela una persona que es contradictoria en sus valores, o
que los cambia según sus caprichos y sus estados de ánimo.
En la familia y en la educación, puede idearse un sistema de
reconocimiento de valores que permita estimular a quienes
se esfuerzan en acrecentarlos y en comunicarlos a través del
ejemplo a los demás.
4.
Compartirlos interpersonalmente
Lo anterior implica un cuestionamiento constante sobre los
valores que son más necesarios para desarrollar en cada ám­
bito de la vida. Y la ventaja de la educación es que ofrece a
los estudiantes diferentes ámbitos y ocasiones para fortalecer
los valores. En el aula, hay unas actividades que requieren
atención, concentración, interés y participación en muy di­
versas formas. Pero si tenemos en cuenta los ratos de descan­
so, de deporte y de actividades complementarias u opciona­
les, incluidas las de tipo social, encontramos también
innumerables oportunidades para practicar los valores.
Los profesores, como buenos observadores del compor­
tamiento de los alumnos, tienen muchas ocasiones para acon­
sejarlos sobre los hábitos que deben desaprender y sobre los
que deben procurar arraigar. Nadie mejor que ellos, dentro
del centro escolar, para hacer un seguimiento de cómo com­
parten, conviven e interactúan permanentemente con sus
compañeros.
219
220
Villor para vivir los valores
-------
5. Responsabilidad de todos
La construcción de valores se fundamenta en la conducta de
las personas, que son las primeras beneficiadas y las únicas
responsables de que los valores operen efectivamente. Por
eso, hay que empezar por uno mismo: conocimiento, con­
ciencia, decisión, acción, hábito, propósito, constancia y di­
ligencia para mantener el propósito a lo largo del tiempo,
comprobando los resultados en la conducta y en la percep­
ción que los demás tienen de ella. Es importante confrontar
la visión que yo tengo de mí mismo con la que los de más
tienen de mí; esto no significa que yo deba ser como los
demás quieren que sea, solamente es un modo de alejar la
posibilidad de que haya una gran distancia entre lo que soy y
la manera como creo que me comporto.
Si alguien tiene los medios y la oportunidad para ver
cómo se viven los valores es el educador, por la cantidad de
horas en las que convive con los alumnos. Y puede ocurrir
que éste cumpla muy bien su tarea en cuanto a la transmi­
sión de conocimientos, pero si no es igual o más vigoroso
en cuanto a la formación integral de los alumnos, no los
hará capaces de afrontar con éxito su proyecto de vida. Pre­
cisamente, procurar que ellos elaboren su propio proyecto
de vida, por el que van a impulsar la vivencia de los valores,
es un modo de lograr que los practiquen.
Tercer paso: aprendizaje permanente
Hoy en día, predomina el reto constante de la innovación y
Cómo construir valores en la educación
-------
la creatividad. Pero para generar nuevos conocimientos hay
que desarrollar el potencial de las personas: su propia inteli­
gencia y su capacidad emocional, de modo que conozca más,
piense más, ensaye nuevas posibilidades, rompa viejos
paradigmas y se atreva a mirar las cosas desde otros puntos
de vista.
En las organizaciones inteligentes, la gente está apren­
diendo continuamente a hacer, a aprender y a emprender,
en busca de la excelencia. Lo más importante es que entre
todos logremos multiplicar el capital intelectual, o capital
humano.
1.
Fomentar el afán constante de aprender
y desaprender
El desarrollo de valores es una de las metas más ambiciosas
del aprendizaje, porque acompaña los grandes temas que
preocupan a la familia, la educación y la sociedad. Por ejem­
plo, el trabajo en equipo, uno de los pilares para constituir
redes de contribución y colaboración, no es posible sin aper­
tura y disponibilidad y sin el compromiso y la identificación
con unos objetivos comunes. Si miramos los antivalores que
dificultan el trabajo en equipo (individualismo, aislamiento,
prepotencia, entre otros) , nos damos cuenta de la importan­
cia de fomentar los valores que lo hacen posible (coopera­
ción, disponibilidad, humildad, entre otros) .
El medio educativo es, esencialmente, un espacio de en­
señanza y aprendizaje, pero corre el riesgo de caer en tareas
rutinarias. Para contrarrestarlo, el uso de la metodología in-
22 1
222
Válor para vivir los valores
-------
formática alienta la formación de equipos de trabajo con bases
comunes de datos, a las que las diferentes áreas educativas
aportan su propio fondo de conocimientos y de experiencia.
Además, la puesta en marcha de cursos vinuales refuerza la
coordinación entre los profesores de las distintas disciplinas.
Creencias del estilo de "Yo hago lo que está mandado y
me despreocupo de los demás" o "Yo siempre he hecho las
cosas de la misma manera y no veo por qué innovar ahora",
son costumbres que sirven de freno para no crear y no te­
ner espíritu de iniciativa. Estas falsas creencias proliferan y
se convierten en normas frías, sin vida, que constituyen
una evasión del valor o una j ustificación de la ausencia de
virtudes en las personas. El primer paso para dejarlas a un
lado resulta de un cambio de actitud, del afán de aprender
que me obliga a salirme de los conocimientos repetitivos y
de los antivalores como la desmotivación y la insatisfac­
ción.
2. Hacer que sea mayor la tasa de aprendizaje
que la de cambio
S. García y S . Dolan
(La dirección por valores) aseguran que
el cambio de cultura supone ante todo un cambio de valo­
res. y agregan que: " Si la tasa de aprendizaje es mayor que la
tasa de cambio, está asegurado el éxito de adaptación de la
empresa a nuevas situaciones". En nuestro caso, la institu­
ción educativa, que responde a las expectativas de nuevos
conocimientos, es nuestra empresa. Por eso, conviene que
nos dediquemos a la tarea de construir valores en ella. El
Cómo construir valores en la educación
-------
aprendizaje continuo de valores se aplica antes que nada a
mejorar a las personas. Y para esto, conviene mirar las rela­
ciones de las personas con su entorno ambiental (pues hace­
mos parte de un ecosistema) , para examinar el papel de la
tecnología o los efectos perversos que ésta pueda producir.
Es muy recomendable también tener siempre muy claro el
propósito colectivo, lo que se quiere, lo que se ha hecho, así
como la visión de futuro y las estrategias que se van a em­
plear. Sin esa visión, el aprendizaje puede carecer de contex­
to o de perspectiva y, por tanto, de realismo.
Los centros educativos están siguiendo cada vez más la
tendencia de la planeación estratégica y de la educación por
competencias, que pretende formar personas con capacida­
des, habilidades y valores de acuerdo con perfiles profesio­
nales que exigen requerimientos muy precisos.
3. Desarrollar procesos colectivos y personales
de aprendizaje
Siguiendo a Peter Senge, el trabajo en equipo del aprendiza­
je organizativo nos lleva, por un lado, a compartir la visión y
los modelos mentales, es decir, a tener una concepción siste­
mática (la organización como un todo interrelacionado) y,
por otro, a fomentar el autodominio.
Las personas que tienen un alto dominio de sí mismas
(entendido como la "disciplina de clarificar y profundizar
continuamente en nuestra visión personal, de focalizar nues­
tras energías, de desarrollar la paciencia y de ver la realidad
objetivamente") viven en continuo aprendizaje, pero hay
223
224
ltálor para vivir los valores
-------
procesos más personales todavía como aprender a ser (obrar,
amar) , aprender a hacer (trabajar, jugar) , aprender a apren­
der, aprender a emprender (administrar, dirigir, liderar) y
aprender a convivir.
4. Utilizar alguna herramienta de diagnóstico
para evaluar el aprendizaje
Para estos efectos, es útil emplear alguna herramienta de diag­
nóstico que evalúe nuestro nivel de aprendizaje de valores.
Así, se descubren mejor los factores de riesgo (en el caso de
los antivalores) o los factores de refuerw (en el caso de los
valores) . Una vez realizadas las mediciones estadísticas, lo
importante es ofrecerle la oportunidad de cambiar a quienes
presentan factores de riesgo. Todos los seres humanos tene­
mos un potencial casi ilimitado de desarrollo personal. Por
eso, se puede motivar a las personas a mejorar, a cambiar de
rumbo en algunas actitudes y adoptar una disciplina de tra­
bajo que equilibre todas sus actividades.
5 . Aprendizaje de valores a través de líderes
Otro de los medios para construir valores es el adiestramien­
to de "líderes multiplicadores o constructores de valores" que
dirijan su acción a núcleos pequeños, dentro de los cuales
también surjan otros líderes que prolonguen el proceso has­
ta llegar a todos los niveles.
Es un proceso que se toma su tiempo y que exige la pro­
gresiva maduración de quienes asumen ese liderazgo. De nin­
guna manera pueden esperarse resultados de la noche a la
Cómo construir valores en la educación
-------
mañana o en períodos muy cortos, por intensivos que sean
los medios, así como sucede con toda evolución natural.
Cuarto paso: crear una cultura institucional
de vivencia de los valores
Nadie pone en duda que hay que cambiar el mundo. La
pregunta es si vamos a esperar a que el mundo nos cambie o
nos vamos a anticipar a él.
1.
Base de una cultura de cambio y cambio de
cultura
Hay instituciones que cambian su imagen, pero su cultura
sigue amarrada a los viejos paradigmas. El cambio verdadero
implica toda una "reingeniería" : nuevas estructuras adminis­
trativas y técnicas, nuevos procesos, nuevas estrategias y, so­
bre todo, un nuevo modo de ver la organización y su entor­
no, basado en los valores humanos.
La palabra 'cultura' comparte su origen con la palabra cul­
tivo, es decir, limpiar la tierra, arar y sembrar. Las empresas,
hasta hace unos 30 o 40 años, pensaban muy poco en el desa­
rrollo del talento humano y mucho menos en su proyección
social. Lo que no ocurría con la educación, que siempre ha
buscado cohesionar mejor su cultura, su visión de la persona,
del trabajo docente y de la formación de los alumnos.
2. El papel del liderazgo
El papel del liderazgo en este proceso es evidente. Tanto en
22 5
226
Valor para vivir los valores
----
el ámbito directivo como en el de los profesores y los alum­
nos que son multiplicadores de valores, pues actúa como le­
gitimador del proceso.
Los valores definidos institucionalmente (mejor si son
pocos pero contundentes) , sumados a los de cada persona,
son los que dan cohesión a todas las tareas y crean la imagen
que impulsa a la gente hacia la meta que se busca alcanzar.
El liderazgo ayuda a consolidar la cultura haciendo que
los valores revelen la coherencia entre lo que se quiere ser y
lo que realmente se hace para lograrlo, de modo que se fona­
lezca el compromiso y el sentido de pertenencia, generando
orgullo por lo que se hace, pero no con prepotencia sino con
humildad. Se trata de fonalecer una cultura corporativa en
la que se sabe lo que se quiere y cómo hacerlo, no como una
moda pasajera sino como un estilo de vida que va penetran­
do poco a poco en el modo de pensar y de actuar de todos
los involucrados.
El estilo de vida vincula la actividad con la reflexión que
lo sustenta, y así evita que se dé una "producción" educativa
desenfrenada y sin control, preocupada más por hacer que
por ser, por tener que por dar y servir. Y en este trabajo pro­
ductivo y formativo participan todos los miembros de la co­
munidad escolar, sin excepciones: padres de familia, profe­
sores, alumnos y todo su personal.
3. Desarrollar el capital intelectual
En las personas y en las organizaciones existe un capital que
no figura en los libros y que no es fácil de cuantificar porque
Cómo construir valores en la educación
-------
es inmaterial o intangible, no lo podemos ver y tocar como a
los billetes. Ese capital se refiere a lo que cada uno sabe de su
vida, su experiencia profesional, su inteligencia, sus senti­
mientos, sus emociones, sus relaciones, etc.
El término 'capital intelectual' está relacionado muy es­
trechamente con el de las 'organizaciones inteligentes' , por­
que en éstas se da prioridad al conocimiento y al aprendizaje
permanente, en una doble dirección: afán de aprender y afán
de enseñar, es decir, de comunicar lo que se sabe y la expe­
riencia que se tiene.
Sin los valores, el capital intelectual quedaría reducido a
unas cuantas habilidades o a un saber hacer cosas rutina­
riamente. Sería un capital que se agotaría progresivamente o
que se quedaría estancado y no produciría dividendos. Los
valores dan soporte y sentido al capital intelectual. Por eso es
tan importante trabajar por ellos, construirlos, aprender a
vivirlos y procurar incorporarlos a la vida.
En la medida en que vivamos los valores, se incrementará
nuestro capital intelectual. Lo mismo pasará si aprendemos
a hacer mejor las cosas, si sabemos cómo hacerlas de una
manera más eficaz, si nos especializamos, si seguimos cre­
ciendo interiormente, si nos hacemos más maduros.
El mejor capital es tener "gente valiosa' que procure in­
crementar sus valores cada día e irradiarlos en su entorno. La
construcción de valores busca hacer cada vez más rentable y
operativo ese capital que, por intangible que sea, tiene un
influjo poderoso en la organización. Esto, que puede parecer
tan normal en las empresas hoy, tal vez no sea un lenguaj e
227
228
Válor para vivir los valores
----
muy común en las instituciones educativas. Pero dado que
ellas están en contacto permanente con el desarrollo intelec­
tual y el aprendizaje, pueden aportar mucho a esta noción
de capital intelectual, o capital humano.
4. Aumento del rendimiento como fruto
de la práctica constante de valores
Convertir los valores en una ventaja exige aprovechar al máxi­
mo la inteligencia (tanto racional como emocional) de todos
los integrantes de una institución escolar. Compartir la vi­
sión y los valores es un motor de progreso que impulsa un
mayor rendimiento académico y formativo, una mayor cali­
dad de vida, unas mejores relaciones sociales y mayor efi­
ciencia y efectividad en el manejo del tiempo y en la comu­
nicación.
Es lógico que, por ejemplo, si las directivas escolares se
dedican menos a controlar y a ejercer presión sobre los su­
bordinados y más bien se proponen estimular la autonomía
y la autogestión, todos dispondrán de más tiempo para la
creatividad y el análisis; lo mismo sucede con los profesores
en relación con los alumnos, si les enseñan a pensar por sí
mismos, a interesarse por la ciencia, a ser creativos. No existe
una única manera correcta de hacer las cosas.
La gente con valores como la iniciativa, la innovación, la
inquietud y la audacia no se contenta con la rutina de siem­
pre y se las ingenia para aprender más, para enseñar mejor,
para servir con calidad. La experiencia demuestra que si la
gente se siente mejor tratada (respeto), valorada (auto estima)
Cómo construir valores en la educación
-------
y estimulada (reconocimiento) , en un clima positivo (con­
fianza) , en fin, con mayores opciones de crecer personalmen­
te, su rendimiento mejora notablemente.
5. Motivación y satisfacción
La construcción de valores, como ya se dijo, requiere de un
plan global que contemple diferentes estrategias, entre las
cuales están las herramientas de diagnóstico o muestreo es­
tadístico y un proceso de entrenamiento o acompañamiento
individual y colectivo.
La motivación es definitiva para crear y renovar una
cultura institucional que tenga como base los valores, por­
que lleva a mejorar el sentido del trabajo, a comprender el
significado de la tarea dentro del conjunto del que hace
parte, a realizarnos como personas haciendo algo que se
proyecte a los demás. La persona motivada no sólo hace lo
que le toca, sino todo lo necesario para que la organización
progrese, porque se siente bien recompensada por su es­
fuerzo.
Hay valores que refuerzan las motivaciones externas, o
extrínsecas, a mi trabajo (las calificaciones, el salario, las pres­
taciones) ; otros tienen que ver con los motivos internos, o
intrínsecos (la autoestima, el aprendizaje, el crecimiento per­
sonal) y otros, distintos a los anteriores, que trascienden, pues
tienen que ver con lo que proyectamos en los demás (la amis­
tad, el servicio, la solidaridad) .
Los valores, pues, amplían nuestras expectativas y nos
llevan a trabajar más allá del cumplimiento de nuestra tarea.
229
230
VtJlor para vivir los valores
-------
Se convierten en fuente de vida y de creación de futuro. Nos
ayudan a expandirnos, a superar las situaciones difíciles. Si
en la institución escolar existe una política permanente de
promoverlos, de formar "multiplicadores" de valores que ar­
ticulen las diferentes áreas, éstos serán accesibles a todos y
podrán arraigarse en todos.
El papel de los líderes multiplicadores
de valores
Los multiplicadores de valores (directivos, profesores, pa­
dres o estudiantes) tienen como tarea favorecer el aprendi­
zaje organizativo, a ejercer el liderazgo que les ayuda a otras
personas a descubrir y vivir un determinado valor. Como
la vivencia de valores es una experiencia continua y que
exige un permanente seguimiento, es necesario contar con
personas, como los multiplicadores, que la apoyen y la
motiven.
Además, el multiplicador procura mejorar el ambiente
de trabajo y, por lo tanto, la vida de las personas y de la
comunidad; impulsa, entre la gente que lo rodea, el liderazgo,
la capacidad y la responsabilidad de influir positivamente en
otros, orientándolos y apoyándolos para que realicen sus
objetivos personales y corporativos. Por lo demás, este pro­
ceso requiere tiempo, no se puede improvisar, razón por la
cual quienes sean multiplicadores de valores deben tener
paciencia y perseverancia en su tarea.
Cómo construir valores en la educación
----
Una labor dinámica
Por supuesto que promover la vivencia de los valores en la
colectividad es inseparable de' promover la práctica de los
propios valores personales. Lo ideal es que los valores perso­
nales refuercen los institucionales, y viceversa, de manera que
los valores que se vivan en un ámbito no se contradigan,
sino que más bien potencien los valores que se viven en el
otro ámbito. El multiplicador de valores es un guía y, ante
todo, una persona que actúa lo mejor que puede, de una
manera íntegra, y esto no excluye que pueda equivocarse y
tener dudas de su tarea.
Su labor es dinámica y debe estar en constante alerta,
porque las circunstancias cambian y, asimismo, las personas
cambian según estas circunstancias. Su actividad está enfo­
cada a que entre todos aprendan a apoyarse en el desarrollo
de los valores. Es decir, "todos deben constituirse en maes­
tros de lo que significa vivir valores". No excluye a nadie,
aunque se trate de personas que, por encarnar algún antivalor,
puedan ser factores de riesgo para los demás. En lugar de
excluirlos, les presta más atención y les hace ver que no tie­
nen un problema sino la clara oportunidad de cambiar para
bien de todos.
Para asegurarse de que otras personas participen y se con­
viertan en verdaderos "maestros" en la vivencia de los valo­
res, el líder multiplicador debe permitirles que las reuniones
sean manejadas y conducidas por ellos, prestándoles su apo­
yo y dirección. Debe ser transparente y sincero en su actua­
ción y generoso en la transmisión de su saber y su experien-
23 1
232
l-álor para vivir los valores
-------
cia, además de dedicar a los otros el tiempo necesario que le
permita llegar lejos en su tarea a través de otras personas.
Es necesario lograr un sentido de equipo y de pertenen­
cia, de modo que todos trabajen con los mismos objetivos
desde el comienzo y se busque la complementariedad, o
sinergia, de los esfuerzos. La labor de equipo requiere es­
fuerzo, pulir aristas, ajustarse al modo de ser de los demás,
ceder en determinadas cosas y convivir con un espíritu
positivo.
Todos ponen, todos ganan
El líder multiplicador de valores disfruta de aprender y de
enseñar. Así, una de sus cualidades más importantes consiste
en aprender con los otros y de los otros. Los compañeros
que aprenden juntos, ganan juntos. Hay una fórmula de éxito
en la vida, que se resume en la simple relación "todos ponen,
todos ganan". La amistad y el compañerismo son las herra­
mientas claves. El papel del constructor es el de un compa­
ñero de aprendizaje que propone una alianza basada en la
reciprocidad, la ayuda mutua y el respeto.
La comunicación de la verdad ha de ser una permanente
preocupación del líder multiplicador porque sabe que, en
primer lugar, es una dimensión humana básica para el en­
tendimiento entre las personas y, segundo, porque permite
encontrar mejores formas de aprendizaje de los valores. Por
eso, pone especial énfasis en la manera como sus mensajes
les llegan a sus compañeros de trabajo y busca generar credi-
Cómo construir va/ores en /a educación
-------
bilidad Y confianza a través de acciones consistentes e idó­
neas. La confianza es un valor que garantiza que haya mejo­
res niveles de comunicación, de respeto y de aporte. Crear y
mantener confianza es el mayor de los retos de un construc­
tor y de su grupo. La credibilidad hace posible la fe en el
proyecto que se está haciendo y, a su vez, en quienes lo diri­
gen o facilitan, además de promover la lealtad hacia ellos y
hacia sus objetivos.
Inspiración y pasión
Cuando nos sentimos inspirados, incitados, ennoblecidos,
hemos visitado el reino mágico de la pasión. Y de ese reino
regresamos siempre renovados, revitalizados y tal vez un poco
desconcertados por haber descubierto talentos insospecha­
dos. Cuando un líder multiplicador nos enseña el camino
hacia ese reino, se descubre un nuevo sentido del compañe­
nsmo.
Además de ser personal, difícil, llena de sorpresas y a ve­
ces de incomprensiones, la labor del constructor de valores
también tiene su "lado oscuro", porque en ocasiones puede
ser frustrante. Hay gente que, a pesar de todos los esfuerzos
y la dedicación que ponen en su empeño, no responde ade­
cuadamente y eso produce desaliento y cansancio. Pero no
se debe olvidar que todos estamos igualmente capacitados,
es
decir, que nada n<)s impide cambiar, pues esto sería un
fatalismo contrario a la libertad humana y a sus posibilida­
des de conocimiento, de desarrollo de habilidades, de cam-
233
Válor para vivir los valores
234
biar actitudes y de corregir hábitos negativos o de adquirir
hábitos positivos.
Ejemplo gráfico para el trabajo sobre valores
VALOR
Definición o descripción del valor
Valor relacionado 3
Valor relacionado 2
Valor relacionado 4
Valor relacionado 5
Antivalor relacionado 3
--�..
�
Valor asociado
Antivalor relacionado
Ahora, a manera de ejemplo, apliquemos uno de los va­
lores al gráfico, que puede servir de inspiración para crear
otros gráficos con los demás valores mencionados a lo largo
del libro (referidos a la familia y la educación) o con cual­
quiera de los valores del léxico que se encuentra al final del
mlsmo:
Cómo construir valores en la educación
235
ALEGIÚA
Sentimiento de satisfacción y agrado, producido por el goce
de algún bien o fruto del amor o de la práctica de las virtudes.
Cordialidad
Afabilidad
Buen humor
Simpatía
Entusiasmo
Tristeza
Pesimismo
Egoísmo
Epílogo
L
os valores que hemos querido destacar aquí son los valo­
res concretos, reales, operativos y atractivos para las per­
sonas: aquellos bienes (de muy distinto orden: material, es­
tético, cultural, espiritual, ético, religioso, social, político),
elegidos libre y conscientemente, que deben ser realizados
por la persona y reconocidos por los demás.
No se trata de proponer ideales o conceptos abstractos
("responsabilidad", "lealtad", "civismo", "bondad", etc.) que
se quedan en una propuesta intelectual o teórica, enunciada
como algo bueno para la familia, o definidos y escritos por
las instituciones educativas dentro de sus proyectos genera­
les. Nuestro objetivo es resaltar cualidades reales que-prime­
ro son vividas por las personas, después son proyectadas en
la relación interpersonal y, finalmente, son incorporadas por
la cultura familiar o educativa. Las demás personas se dan
238
Valor para vivir los valores
-------
cuentan, reconocen y constatan de alguna manera que los
miembros de una familia viven ciertos valores (alegría, or­
den, generosidad, amistad) o que la educación que impane
un centro escolar logra que en sus alumnos se arraiguen tam­
bién determinados valores (lealtad, laboriosidad, civismo,
honestidad, autenticidad) .
Esos valores
se
transmiten de generación en generación.
Todas las personas nacen con algunos de ellos, pero todos los
valores son objeto de aprendizaje; asimismo, los correspondien­
tes antivalores necesitan dd "desaprendizaje" o desarraigo de los
malos hábitos. Los valores no constituyen un capital inene, sino
algo que hay que proteger, incrementar y fonalecer día a día.
Por eso la familia, la educación y los grupos sociales están llama­
dos a desarrollar los valores, a ayudar a que las personas los "cons­
truyan" en ellas, para dar lugar a personalidades sólidas, con
carácter y convicciones abienas y panicipativas.
Los valores, en ningún caso, se imponen (como una nor­
ma, un decreto o una ley) . Sólo se proponen, se invita y se
ayuda a vivirlos, de modo que la persona se empeñe en vivirlos
libre y voluntariamente, en companirlos mediante d ejem­
plo y en favorecer la convivencia, para que la vida en familia
y la vida escolar se desarrollen en un clima de valores que
estimule, ayude a crecer y fomente la panicipación y la soli­
daridad entre las personas. Cada uno puede empeñarse en
"esculpir" mejor cada uno de los valores que ha recibido en
herencia, aquéllos que le resultan de algún modo más fáciles
y familiares, pero también aquéllos que pueden resultarle
menos conocidos y más difíciles.
Epílogo
--
---
Los valores éticos tienen una especial relevancia en la fa­
milia y en la educación. Éstos van unidos a ciertos principios
universales y básicos, que son condición esencial de toda so­
ciedad organizada. Los principios corresponden a lo que en
la persona se denomina "sindéresis" (chispa de la conciencia)
o hábito natural de los primeros principios de orden ético:
hacer el bien y evitar el mal, respetar la dignidad esencial de
la persona, respetar la libertad, etc. Esos principios son ex­
ternos a mí y distintos de mí, e inspiran valores que pueden
ser más subjetivos y dependientes de la manera como yo los
vivo (respeto, tolerancia, responsabilidad, etc.) . El principio
es invariable, mientras que el valor es más flexible, de acuer­
do con las condiciones culturales e históricas. Los valores
éticos tienen una menor variabilidad debido a su sujeción a
principios éticos: por ejemplo, no puedo hacer de la lealtad
algo tan dependiente de mi interpretación que acabe por ser
algo contrario al principio ético de respeto a la palabra dada
o a la dignidad de la persona.
Hay una estrecha conexión entre los principios, los valo­
res y las virtudes. Los primeros son la fuente objetiva de ins­
piración de los segundos que, como vimos, se viven cons­
ciente y libremente. La virtud es la encarnación operativa
estable del valor, una vez que el contenido del valor se vive
inconscientemente, es decir, cuando se han dado ya todos
los pasos de interiorización del valor.
La familia es la primera escuela de valores, donde éstos se
pueden arraigar más radicalmente, empezando por la infan­
cia, al aprovechar los instintos guías y los períodos sensitivos
23 9
240
Valor para vivir los valores
----
de los niños, que permiten que determinados valores echen
sus raíces más fácilmente que otros en ciertas etapas de la
vida. Esto va desde crear hábitos muy sencillos de laboriosi­
dad, orden, respeto y optimismo, hasta inculcar valores más
elaborados que necesitan una buena dosis de tazón y volun­
tad, como la prudencia, patriotismo, amistad o lealtad; los
hijos van aprendiendo a vivirlos al verlos primero en sus pa­
dres y luego en sus profesores. La imitación y el "contagio"
son inevitables e indispensables, por tanto, hay que aprove­
charlos al máximo. Si hay disciplina y constancia en el pro­
pósito, se irán viendo los resultados.
En la familia, el proceso de "construir" (vivir, desarrollar,
inculcar, practicar) los valores no necesita seguir unas reglas
muy formales. Es verdad que si los padres se proponen pla­
nes de acción, para que los hijos mejoren en ciertos valores o
incorporen unos nuevos en su conducta, es bueno que esos
planes los tengan muy claros en la mente y, a veces, que los
pongan por escrito y se los propongan a los hijos en forma
gráfica, pues esto suele resultar sencillo y estimulante. Pue­
den ser objetivos relacionados con el orden de sus cosas, de
su tiempo o de sus relaciones. Pero los padres pueden estar
seguros de que lo que más contará en que sus hijos los lleven
realmente los valores a la práctica es la fortaleza afectiva y el
clima de confianza y de entusiasmo que les brinden.
En la escuela y en la universidad, la propuesta para el
aprendizaje de valores puede y debe ser más explicita y ela­
borada, de acuerdo con los diferentes niveles de la educa­
ción. En la fase de la educación elemental, que está muy
Epílogo
-------
ligada, además, a la educación familiar, es importante que
haya convergencia entre los objetivos de unos y otros. En los
años de la educación básica o media y, desde luego, en la
universitaria, el proyecto de "construcción" puede seguir unas
pautas más estructuradas: conocimiento e interiorización de
los valores, práctica interpersonal, aprendizaje permanente
de valores y conformación de una cultura corporativa basa­
da en la vivencia de los mismos.
Los valores son para mejorar la vida de las personas y de
las colectividades. Y el orden lógico que se debe seguir para
inculcarlos será siempre el mismo: los valores se aprenden
primero personalmente dentro de la familia, luego en los
centros educativos y, por último, en la empresa y en los dife­
rentes grupos sociales. Sólo si se ha seguido ese proceso se
manifestarán en la sociedad civil y en el Estado. Todo esto
constituye una tarea apasionante.
Siempre se necesita valor para vivir los valores. Pero vale
la pena hacer el esfuerzo constante por practicarlos cada día,
pues así se conseguirá tener una personalidad íntegra, for­
mada con un sólido sentido ético.
24 1
ANEXO
Léxico de valores
(bolsa de valores)
E
sta "Bolsa de valores" pretende ser un léxico que sirva
de banco de datos para un mejor conocimiento de los
valores a través de trabajos participativos. En algunas ocasio­
nes, más que de definiciones, se trata de una descripción de
los elementos conceptuales del valor en cuestión, dentro del
enfoque escogido, pues no es propiamente un "diccionario" .
El léxico es un punto de partida para que diferentes gru­
pos de personas lo adapten a sus circunstancias peculiares y
pueda series útil en el trabajo de clarificación y vivencia de
los valores. Todos pueden matizar los significados. Los tér­
minos que hemos empleado son sustantivos, verbos, adjeti­
vos o adjetivos substantivados, porque consideramos que así
se amoldan más fácilmente a su uso en la vida cotidiana.
Este léxico de valores se ha utilizado en grupos muy diver­
sos. El análisis de las definiciones muchas veces se trabaja a
través de la coincidencia y afinidad de significados. Es el ejercicio
o la dinámica de grupo que denominamos "Bolsa de valores".,
244
lillor para vivir los valores
------
Cuando, a través del proceso de selección, se vuelve rei­
teradamente sobre las definiciones, éstas se ajustan mejor a
la idiosincrasia del grupo. Dentro de ese proceso se usa mu­
chas veces el mecanismo de los "negociadores" para facilitar
su claridad y se obtienen resultados muy satisfactorios, siem­
pre que se busquen dentro de un contexto de flexibilidad.
La ausencia de algunos valores es involuntaria. De todas
maneras, la iniciativa para mejorar el léxico, para corregirlo
y depurarlo, queda abierta, sobre todo para aquellas perso­
nas a las que les sea de alguna utilidad.
ACCESIBILIDAD
Disponibilidad, facilidad para llegar
a una persona.
ACENDRADO
Fortalecido en las pruebas, de carác­
ter leal, fiel, honrado.
ACOGIDA
Aceptación de los demás, recepti­
vidad y e interés por lo que se dicen
y hace.
ACTNO
Quien obra con energía, prontitud
e iniciativa
ACUCIOSO
Diligente, que acrúa con rapidez y
solicitud.
ADAPTABILIDAD
Capacidad de respuesta rápida a las
necesidades, a los cambios y a los
retos.
ADMINISTRAR
Hacer que se logren los objetivos
de una persona u organización,
protegiendo debidamente sus inte­
reses.
ADMIRACIÓN
Asombrarse ante algo, manifestán­
dolo expresivamente.
AFABILIDAD
Capacidad de ser agradable en la
conversación y en el trato.
AFECTIVIDAD
Lo que es distinto de lo racional y
abarca los sentimientos, pasiones,
emociones y motivaciones.
AFEcruOSO
Carifioso, amable, cordial con los
demás.
AGILIDAD
Hacer las tareas y trabajos en forma
rápida, pronta y expedita, dando
soluciones rápidas.
AGRADABLE
Que causa en los demás aceptación
o gusto por su modo de ser o de ac­
ruar.
AGRADECIMIENTO
Actirud de estimación hacia el bene­
ficio o el favor que recibimos de
otros.
Léxico de valores
------
AGUDEZA
demás. Mente abierta a nuevas ideas
Ser perspicaz para captar penetran­
y posibilidades.
temente los matices de algo.
APLICADO
AHORRO
Que se dedica seriamente algo con
Acumulación de determinados bie­
la diligencia y el esfuerzo necesarios
nes que tiende a crear una reserva
para sacarlo adelante.
para el futuro.
APOYO
ALEGRfA
Actitud de ofrecer ayuda, soporte y
Sentimiento de satisfacción y agra­
patrocinio a las ideas y proyectos de
do, producido por el goce de algún
los demás para influir en el alcance
bien o fruto del amor o de la prácti­
de logros y metas.
ca de las virtudes.
APRECIO
ALTRUISMO
Capacidad de valorar y estimar a los
Sacrificio y esfuerzo, sin interés eco­
demás mostrándoles nuestro afecto
nómico o material.
y respeto.
AMABILIDAD
APRENDIZAJE
Atención hacia las personas y afec­
Capacidad de asimilar conocimien­
to en el trato con ellas.
tos y experiencias que nos enrique­
AMENIDAD
cen y nos ayudan a ser más efecti­
Ser agradable en la conversación,
vos en el trabajo, a mejorar nuestras
con encanto personal.
relaciones con el entorno, y a actua­
AMISTAD
lizarnos y renovarnos en forma per­
Mecto personal, puro y desintere­
sado, generalmente recíproco, que
nace y se fortalece con el trato mu­
tuo.
AMOR
La forma más plena del encuentro
manente y con convicción.
ARM ON íA
Equilibrio vital alcanzado como fru­
to de la madurez humana y que se
manifiesta en el modo de actuar y de
trabajar, y en la apreciación y el j ui­
personal, en la cual se vive al otro
cio sobre los hechos y las personas.
con un sentimiento profundo, acep­
ARRIESGADO
tándolo tal como es, dándose a él y
Que acomete o emprende tareas que
comúnmente esperando reciproci­
parecen imposibles de realizar, sin
dad.
temor a los peligros.
ÁNIMO
ASERTMDAD
Disposición y actitud positiva fren­
Decir lo que se quiere, sin herir.
te algo, que implica voluntad de es­
ATENCIÓN
forzarse.
Estar pendiente de algo con interés. .
APACIBLE
AUDACIA
Reposado, suave en el trato, pacífi­
Capacidad o ánimo de emprender
co.
y realizar acciones, que parecen poco
APERTURA
prudentes, con el convencimiento
Comunicabilidad y disposición para
de que se puede alcanzar un autén­
lograr una relación efectiva con los
tico bien.
24 5
246
Wz/or para vivir los va/ores
---
AUSTERIDAD
nal para ser lo que se quiere ser; ele­
Sobriedad en el modo de trabajar y
gir y comprometerse con el propio
de vivir; uso moderado de lo que se
proyecto de vida.
tiene o de lo que se disfruta.
AUTO DIRECCIÓN
AUTENTICIDAD
Capacidad para administrar, regir y
Ser uno mismo, por sí mismo, trans­
guiar el destino y rumbo de la pro­
parente y sincero, coherente en su
pia vida.
conducta, apoyado en sus principios
AUTO DISCIPLINA
y valores.
Darse a sí mismo normas de com­
AUTOAFIRMACIÓN
ponarniento y exigirse sin que sea
Esfuerzo por ser cada uno lo que es,
necesario que nos las recuerden, en
actuar con seguridad de lo que se
pro de las metas y objetivos propues­
quiere, con autoestima y con obje­
tos en el trabajo y en la vida perso­
tivos daros.
nal.
AUTOAPRECIACIÓN
AUTODOMINIO
Capacidad para valorarse y estimar­
Sefiorfo de sí mismo; implica el
se.
autocontrol de las propias acciones.
AUTOAPRENDIZAJE
AUTOESTIMA
Suficiencia en la adquisición de co­
Percepción del propio valor y capa­
nocimientos y desarrollo de capaci­
cidad que lleva a creer en sí mismo,
dades por sí mismo.
a aceptarse a sí mismo y a que los
AUTOCONFIANZA
demás nos acepten y respeten nues­
Esperanza que se tiene en sí mismo
tra identidad.
y seguridad de obrar conforme a
AUTOEXIGENCIA
criterios definidos en busca de lo­
Disciplina personal para esperar y
gros específicos.
encontrar en sí mismo las respues­
AUTOCONTROL
tas adecuadas a las metas y propósi­
Saber dominarse y administrar la
tos que cada uno se fija en la vida,
propia libenad sin necesidad de que
en su trabajo y en sus relaciones.
otros lo hagan.
AUTOFORMACIÓN
AUTOCORRECCIÓN
Objetivo que se alcanza con la edu­
Capacidad para enmendar los erro­
cación, entrenamiento y desarrollo de
res propios cometidos con el ánimo
capacidades, habilidades y hábitos.
de superar nuestros defectos y difi­
AUTOGESTIÓN
cultades.
Capacidad de sacar adelante un tra­
AUTOCRfTICA
bajo con base en la propia iniciati­
Capacidad de enjuiciarse a sí mismo
va, sin que sea necesario estar reci­
de modo constante, hacer un balan­
biendo órdenes o indicaciones de
ce de las actuaciones y corregir aque­
cómo hacerlo, con autonomía y
llo que no concuerda con lo que nos
creatividad.
proponemos.
AUTOMOTIVACIÓN
AUTODETERMINACIÓN
Razón y sentido de lo que se hace,
USO consciente de la libenad perso-
por un convencimiento propio y en
Léxico de valores
-------
busca de la realización, gracias a de­
terminaciones tomadas individual­
mente.
AUTONOMíA
Capacidad de valerse por sí mismo,
libremente y sin aislarse o separarse
de los demás.
AUTORIDAD
Ayudar a crecer a alguien para al­
canzar sus metas. En un grupo o
sociedad, capacidad de quien ejer­
ce el mando para que se alcance el
bien común.
AUTORREALIZACION
Hacerse a sí mismo, de modo que
el desarrollo personal dependa más
del control que cada uno tiene so­
bre su propio proyecto de vida.
AUTOSUFICIENCIA
Bastarse por sí mismo, lograr las
cosas sin depender de otros.
AUTOVALORACION
Esfuerzo por apreciar correctamen­
te lo que cada uno es, saber juzgarse a
sí mismo con la mayor objetividad
posible, con autoestima y definiendo
claramente los objetivos y los correc­
tivos oportunos.
AYUDA
Colaboración generosa y desintere­
sada con los demás.
BELLEZA
Esplendor de las cosas, de las perso­
nas o de sus obras, que las hace ape­
tecibles y dignas de admiración por
su armonía y equilibrio.
BENEVOLENCIA
Tratar a los demás como semejan­
tes, deseándoles lo mejor y querien­
do su bien.
BONDAD
Realizar comprensivamente el bien
de los demás y expresarlo con obras.
BRILLANTEZ
Capacidad de sobresalir por la inte­
ligencia, las actitudes y las cualida­
des.
BUEN HUMOR
Manifestación de alegría y buen
ánimo ante todo que se transmite a
los demás.
CABALLEROSIDAD
Actitud de nobleza y dignidad con
alguien.
CALIDAD
Buscar la perfección posible en las
cosas y en el servicio que se presta,
eliminando al máximo los defectos
y las imperfecciones.
CALIDEZ
Mostrarse afectuoso y acogedor en
el trato a los demás.
CALMA
Estado de tranquilidad física o es­
piritual; serenidad.
CAMARADERíA
Compañerismo que lleva a compar­
tir situaciones más íntima y frater­
nalmente.
CAMBIO
Disposición a renovarse y a renovar
lo que hacemos, actitud de no acos­
tumbrarse a la rutina, mirar al futu­
ro con visión y ganas de mejorar.
CARÁCTER
Modo de ser estable, que denota fir­
meza en las convicciones y coheren­
cia en la actuación.
CARIDAD
Forma más perfecta del amor al pró­
jimo por su dignidad y condición,
que lo hacen digno de ese amor.
CARIÑO
Mecto sincero hacia otra persona.
CARISMA
Atractivo, encanto, cualidades que
24 7
248
Valor para vivir los valores
ejercen una influencia o impacto
positivo sobre otros.
CASTIDAD
Pureza de cuerpo y espíritu, que lle­
va a la moderación y continencia en
el placer sexual, obrando siempre
por un motivo superior.
CELEBRIDAD
Fama, honra y notoriedad, dirigidas
hacia el bien y no hacia el mal.
CERTEZA
Adhesión firme del entendimiento
a una verdad, que genera seguridad
y credibilidad al hablar de ella.
CIRCUNSPECCIÓN
Actitud propia de quien se reserva.
CIUDADANíA
Sello distintivo de nuestro identidad
o pertenencia a una nación, con to­
dos sus derechos y deberes.
CMLIDAD
Actitud hacia lo cívico, hacia la con­
vivencia y el respeto de las leyes.
CMSMO
Ser buen ciudadano, respetuoso de
la cultura, la historia, los valores
patrios y las normas que rigen la
convivencia.
CLARIDAD
Transparencia en las palabras y en
la conducta, de modo que la expre­
sión y el comportamiento permitan
acceder a los demás.
COHERENCIA
Ser consecuente con los fines que se
propone, actuar con convicciones,
buscando la integridad de la propia
conducta.
COLABORACIÓN
Actitud de ayudar, cooperar y brindar
apoyo a una persona o a un grupo.
COMPAÑERISMO
Ayudar a quienes son colegas de tra-
bajo, de estudio o de juego, fomen­
tando la amistad y el trato cordial y
servicial.
COMPARTIR
Hacer partícipes a los demás de lo
mejor de sí mismo y, en general, de
todo lo que se posee, buscando cons­
truir algo en común.
COMPASIÓN
Sentimiento de especial consideración
y comprensión con quien padece al­
gún mal, lo cual nos lleva a mirar bon­
dadosamente a aquella persona.
COMPETENCIA
Conjunto de cualidades, capacida­
des y hábitos que nos hacen aptos
para ejercer un cargo o posición.
COMPETITMDAD
Capacidad de producir o servir con
la calidad y excelencia necesarias
para estar a la altura de lo que ha­
cen los demás en el mismo campo.
COMPLEMENTARIEDAD
Conjunción de fuerzas o esfuerzos
en torno a algo.
COMPOSTURA
Saber actuar estando en su sitio.
COMPRENSIÓN
Entender las razones y circunstan­
cias que llevan a alguien a obrar de
una determinada manera, respetan­
do los resultados, aunque sean dis­
tintos de los que uno quisiera.
COMPROMISO
Convertir una promesa en realidad;
cumplir lo prometido, pactado u
ofrecido formal o informalmente.
COMUNICACIÓN
Capacidad de apertura, interacción
y diálogo con otros, y aptitud para
transmitir unas ideas, una informa­
ción o un conocimiento haciendo
realidad la interacción humana.
Léxico de valores
-------
COMUNIDAD
Colectividad que nos reune a todos
solidariamente, en busca de un mis­
mo fin básico.
CONCERTACIÓN
Búsqueda de puntos de coinci­
dencia o acuerdo, para lograr un
equilibro entre las distintas posi­
ciones.
CONCISIÓN
Brevedad y precisión al hablar o al
escribir.
CONCRECIÓN
Puntualizar; ir al grano de lo que se
pretende; ser directo.
CONDESCENDENCIA
Estar de acuerdo con alguien, expre­
sándonos a favor suyo.
CONFIABILIDAD
Ganar la credibilidad de alguien;
honradez señalada y respetada por
los demás.
CONFIANZA
Esperanza que se tiene en una perso­
na; seguridad de que el otro (o uno
mismo) obra conforme a criterios
éticos definidos, en busca de logros
específicos, personales o comunes.
CONOCIMIENTO
Información asimilada por la per­
sona, que le permite elaborar juicios.
CONSENSO
Búsqueda de la coincidencia de pa­
receres para llegar a una solución
concordada en la que todos los que
intervienen se comprometan.
CONSIDERACIÓN
Tener en cuenta a las personas en
razón de lo que son, piensan, dicen
o hacen.
CONSISTENCIA
Vínculo sólido entre el pensamien­
to y la acción.
CONSPICUO
Distinguido, sobresaliente y singu­
lar en su modo de actuar.
CONSTANCIA
No dejarse llevar por la variación de
ideas o sentimientos, ni dejarse vencer
por las dificultades; firmeza de ánimo.
CONTEMPLACIÓN
Observación que no se queda en la
superficie de las cosas, sino que ve
en ellas reflejadas aspectos trascen­
dentales de la vida.
CONTINENCIA
Moderación en el uso de los place­
res sensibles y de las palabras; no
dejarse llevar por la pasión.
CONTINUIDAD
Sostener un proceso ininterrumpi­
damente a lo largo de sus diferentes
etapas.
CONTROL
Verificación sistemática de un pro­
ceso o del trabajo de las personas.
CONVICCIÓN
Fuerza en las propias ideas y creen­
cias que lleva a defenderlas, sin de­
jarse llevar por la variación de las
circunstancias.
CONVNENCIA
Compartir con otros la existencia,
tratándoles como personas y dándo­
les lo mejor de sí.
COOPERACIÓN
Actitud de colaboración con los de­
más, de ayuda y de servicio, de bús­
queda de coincidencias en benefi­
cio de una causa colectiva.
COORDINACIÓN
El enlace, orden y continuidad que
permite llevar a buen término las
acciones.
CORAJE
Valentía y arrojo personales para
249
250
Vellor para vivir los valores
afrontar desafíos en la vida y para
atreverse a ser lo que parece imposi­
ble, pero que se puede lograr con
un gran empeño.
CORDIALIDAD
Trato afectuoso, amistoso, educado
y cortés.
CORDURA
Equilibro, moderación y prudencia
en el actuar.
CORRECCIÓN
Rectificación en el modo de hacer
algo.
CORRESPONDENCIA
Saber estar a la altura de lo que al­
guien espera de uno, como contra­
partida de lo que esa persona o gru­
po nos ofrece.
CORTESíA
Afabilidad en el trato, buenas ma­
neras.
CREATIVIDAD
Visión y capacidad de invención e
innovación; dar vida a cosas nuevas
o de pensar de una forma distinta
lo que se hace.
CRECIMIENTO
Búsqueda del perfeccionamiento
personal, sobre todo desde el pun­
to de vista espiritual, de modo que
el trabajo y sus exigencias sean un
medio para el crecimiento indivi­
dual.
CREDIBILIDAD
Confianza en alguien por sus cuali­
dades, logros y los hechos positivos
que respaldan su conducta.
CRITERIO
Capacidad de juicio ponderado; dis­
cernimiento acertado y prudente,
que se apoya en unos principios.
CRíTICA
Juicio sobre alguien o sobre algo
para su mejoramiento, hecho con
espíritu constructivo.
CULTURA
Conjunto de principios, creencias y
valores de una persona o una organi­
zación. Cultivo profundo de una
ciencia o arte, más allá de las destre­
zas o habilidades.
CUMPLIMIENTO
Hacer las cosas bien, terminarlas,
entregarlas a tiempo, informar que
se han hecho. No limitarse a poner
primera piedras sino acabar, coro­
nar la tarea.
CURIOSIDAD
Mán e inquietud por conocer que
puede despertar la creatividad.
DAR
Ofrecer generosamente lo mejor que
tenemos y lo mejor de lo que somos
a los demás.
DECISIÓN
Obrar sin vacilaciones; prontitud
para resolver algo.
DECORO
Orden, limpieza, pulcritud de una
persona en su comportamiento.
DEDICACIÓN
Entrega generosa y permanente a
algún trabajo o tarea.
DEFERENCIA
Pensar en los demás, dándoles pre­
ferencia y teniendo con ellos de­
talles y muestras de respeto o ca­
riño.
DELICADEZA
Finura en el trato, que no es ama­
neramiento sino el resultado de la
buena educación.
DEMOCRACIA
Participación igualitaria de cada
miembro en el gobierno de una so­
ciedad o una entidad.
Léxico de valores
DEPORTIVIDAD
DIRIGIR
Espíritu de emulación y competen­
Conducir a una persona o grupo al
cia, no sólo en el deporte sino en
logro de su fin.
otros aspectos de la vida.
DISCIPLINA
DESEMPEÑO
Seguir unas normas y unos proce­
Rendimiento integral de una perso­
dimientos necesarios, procurando
na en su trabajo de acuerdo con las
vivirlos más por convencimiento
tareas asignadas.
que por la imposición autoritaria de
DESPRENDIMIENTO
las mismas.
Desapego generoso de los bienes
DISCRECIÓN
materiales y de los propios talentos
Saber estar en el sitio de uno, sin
y cualidades.
hacer ruido, tratando de no llamar
DETALLISTA
la atención innecesariamente.
Que se fija y cuida aspectos muy
DISPONIBILIDAD
pequeños en el trabajo y en sus re­
Actitud de estar al servicio de los
laciones con otras personas.
demás; hacer las cosas que los de­
DIÁLOGO
más esperan de uno.
Actitud propia de la p e r s o n a
DISTINCIÓN
comunicativa y abierta, que busca
Educación esmerada y elegancia en
el intercambio directo, que sabe
el trato y en la presentación.
que hablando, escuchando y valo­
DOCILIDAD
rando lo que dicen los demás, se
Prontitud para obedecer, sin ofre­
pueden arreglar muchos proble­
cer resistencia, confiando en quien
mas.
manda y sabiendo que es para nues­
DIGNIDAD
tro bien.
Condición esencial de la persona,
DONACIÓN
que nos lleva a respetarla como ser
Capacidad de la persona de darse a
espiritual y libre, depositaria de unos
los demás, con generosidad e incon­
derechos inalienables.
dicionalmente.
DILIGENCIA
ECOLOGIA
Esmero en hacer las cosas con inte­
Cuidado y protección por parte del
rés, con presteza, cuidado y agilidad.
hombre de la Casa Grande de la
DINÁMICO
naturaleza para bien de los hombres
Activo, ágil; que busca obtener re­
de ahora y de los del futuro.
sultados lo antes posible.
ECUANIMIDAD
DINERO
Mesura en los juicios, opiniones so­
Forma material y simbólica de re­
bre la conducta ajena.
presentar el valor económico de las
EDUCACIÓN
cosas.
Conjunto de conocimientos, habi­
DIPLOMÁTICO
lidades y capacidades desarrolladas
Con tacto para efectuar tratos o ade­
en la persona como fruto de la for­
prudententemente.
mejorar integralmente.
lantar conversaciones, oportuna y
mación recibida y de su esfuerzo por
25 1
252
Válor para vivir los valores
----
EFECTIVIDAD
EMPEÑO
Eficiencia y eficacia en el logro de
Esfuerzo continuado por lograr algo.
los objetivos propuestos en el me­
EMPODERAMIENTO
nor tiempo posible y de la mejor
Facultar o dotar de capacidad de
manera.
autogestión y responsabilidad, como
EFICACIA
manera de hacer real la participación
Logro de los resultados esperados.
y el compromiso.
EFICIENCIA
EMPRENDER
Logro de más y mejores resultados
Acometer una tarea o empresa con
en el menor tiempo posible y de la
ánimo optimista.
manera más adecuada.
EMPRESA
EJECUTIVO
Unión de voluntades e intereses para
Que pone por obra con efectividad
lograr un beneficio común de or­
lo que se propone, después de anali­
den económico, material o intelec­
zar bien los objetivos, comprome­
tual, que compromete hacia un bien
tiéndose a fondo con su trabajo.
común a quienes lo integran.
EJEMPLARIDAD
EMULACIÓN
Encarnar un modo de vida, de ac­
Comparación estimulante con el fin
ción o de trabajo digno de ser imi­
de mejorar.
tado; tener valores que ind uzcan a
ENCANTADOR
otros a adoptarlos.
Con personalidad atractiva, que re­
ELECCIÓN
sulta agradable a los demás.
Decisión precedida de la delibera­
ENERGíA
ción razonada que se funda en el
Vitalidad, fuerza interior y poten­
querer.
cia para realizar un trabajo o buscar
ELEGANCIA
un objetivo.
Distinción en el comportamiento y
ENTEREZA
actitudes que reflejan un interior
comportamiento coherente con las
movido por ideales nobles.
propias convicciones.
ELOCUENCIA
ENTREGA
en la apariencia, pero también en las
Saber expresar con fuerza, convic­
Integridad moral, carácter firme,
Dedicación generosa y completa,
mientos, argumentos o ideas.
dar lo mejor de sí mismo a los de­
más, fruto del compromiso que mira
EMOTIVIDAD
a la propia realización y al servicio a
Respuesta de orden sentimental que
los demás.
ción y elegancia en la palabra senti­
se manifiesta en las reacciones, pa­
ENTUSIASMO
labras o gestos de una persona.
Espíritu para afrontar retos, conduc­
EMPATíA
ta que produce ánimo en los otros
Sintonía intelectual o afectiva entre
por la fe en algo; se expresa en la
dos personas. Implica una cierta afi­
viveza al hablar.
nidad, conexión o semejanza que fa­
EQUIDAD
cilita el trabajo o la acción con alguien.
Dar a cada uno lo suyo, teniendo en
Léxico de valores
cuenta las situaciones concretas de
una o de varias personas o grupos.
EQUILIBRIO
Ponderación, armonía, proporción
entre las partes de algo o en la con­
ducta de una persona.
ESCUCHAR
Atención habitual a lo que piensan,
dicen y hacen los demás, con áni­
mo de entenderlos bien y de apre­
ciar su tarea correctamente, respe­
tando sus ideas y opiniones, sin
interrumpirlos y sin pensar en con­
testarles antes de que ellos las hayan
expuesto cabalmente.
ESFUERZO
Actitud e empefio por sacar algo
adelante, en ocasiones con sacrifI­
cios y mucha constancia.
ESMERO
Cuidado puesto en realizar un tra­
bajo o servicio.
ESPERANZA
Confianza que se tiene en el futuro,
una vez puestos los medios razona­
bles para alcanzar determinados
objetivos.
ESPONTANEIDAD
Naturalidad al actuar; descom­
plicación, sinceridad al actuar sin
preocupaciones sobre cómo va a ser
percibida la propia conducta.
ESTABILIDAD
Permanencia y durabilidad en un
trrabajo, disposición o estado de
ánimo.
ESTIMULO
Incentivo, reconocimiento a lo que
alguien hace o logra, con el fin de
que siga adelante.
EXACTITUD
Hábito de dedicación seria al co­
nocimiento que permite un creci-
miento personal estructurado y or­
ganizado inteligentemente.
EVOCAR
Recordar algo con todos sus detalles.
EXCELENCIA
Máximo grado de perfección que se
espera alcanzar en lo que se hace;
aspiración a lo mejor, a la meta más
alta.
ÉXITO
Logro, triunfo; alcanzar una meta.
EXPERIENCIA
Saber acumulado que permite saber
cómo hacer las cosas o cómo no
hacerlas en el futuro.
EXPRESIVIDAD
Riqueza de gestos que manifiestan
un estado de ánimo.
FAMILIA
Institución primaria fundada sobre el
matrimonio, y sostenida por el amor
y la solidaridad de sus miembros.
FE
Confianza en lo que no podemos ver
o comprobar materialmente, apoya­
dos en la confianza que nos inspi­
ran las personas, o en la creencia en
Dios.
FECUNDIDAD
Fruto propio de la vida o de las ac­
ciones de una persona o grupo.
FELICIDAD
Máxima aspiración del hombre, ex­
presada en el logro de determina­
dos bienes y en el cumplimiento del
sentido de su vida.
FEMINIDAD
Condición y características esenciales
propias de la mujer, que le confiere su
singularidad y su peculiar manera de
desenvolverse en la sociedad.
FERVOR
Interés, dedicación y amor por algo.
253
254
Valor para vivir los valores
---
FESTMDAD
gerlo en pie de igualdad y con y be­
Modo de ser alegre y optimista que
nevolencia.
se refleja en su expresividad.
GENEROSIDAD
FIABLE
Dar lo mejor de sí mismo en cosas,
Que se puede confiar en él, que es
en tiempo, en dedicación a los de­
digno de credibilidad.
más, y en tareas por el bien de todos,
FIDELIDAD
con desprendimiento y entrega.
Lealtad firme y estable en el tiempo
GENTILEZA
a los compromisos adquiridos, o a
Amabilidad, buenas maneras en el
las personas a las que amamos o ser­
trato y cordialidad en la atención a
vimos, por un motivo superior a
los demás.
nosotros mismos, que se apoya en
GRATITUD
último término en Dios como ser
Reconocimiento por un favor o ser­
trascendente.
vicio que se nos hace.
FINEZA
HEROíSMO
Delicadeza en el trato con los de­
Valentía capaz de sacrificios muy
más, con cuidado en los modales y
elevados por un ideal.
en la atención que se les brinda.
HONESTIDAD
FIRMEZA
Conducta recta, que lleva a observar
Mantener y afirmar con vigor las
normas y compromisos, teniendo en
propias convicciones, procurando
cuenta principios y valores éticos.
defenderlas con argumentos.
HONOR
FLEXIBILIDAD
Honra que se posee en razón de la
Adaptación del comportamiento de
dignidad, o que se ha ganado por
cada persona a las diferentes circuns­
algún hecho especial.
tancias, sin abandonar los criterios
HONRADEZ
personales.
Cumplir con los deberes para con­
FORMACIÓN
sigo mismo y para con los demás sin
Educación y desarrollo de las poten­
engafiar ni defraudar a nadie.
cias espirituales de una persona.
HUMANIDAD
FORTALEZA
Comprensión y tolerancia, acogida
Firmeza o fuerza de ánimo que
benevolente y adaptación a la situa­
permite a la persona superar difi­
ción de los demás.
cultades, temores y adversidades
HUMILDAD
presentes y afrontar riesgos en el
Reconocer las propias limitaciones
futuro.
o deficiencias; aceptarse y aceptar a
FRANQUEZA
los demás como son, sin imponerse
Sinceridad y claridad al expresarse
ni dejarse llevar por el afán de do­
y referirse a la propia conducta o a
minio.
la de los demás.
IDENTIDAD
FRATERNIDAD
Poner en práctica lo que se dice acer­
Hermandad con alguien, vínculo de
ca de sí mismo. Sentido de perte­
intimidad, espíritu abierto para aco-
nencia a una tarea o empresa.
Léxico de valores
IGUALDAD
Derecho que tenemos a ser tratados
INNOVACIÓN
Crear algo nuevo a partir de algo dado.
como otro ser humano.
INOCENCIA
ILUSIÓN
Estar desprovisto de prejuicios o del
Capacidad de entusiasmo y visión
conocimiento de cosas que puedan
optimista y esperanzada de la vida;
crear prevención contra los demás.
buena dosis de ánimo para afrontar
INQUIETUD
el futuro.
Curiosidad intelectual que inclina
IMAGEN
a preguntarse sobre el mundo o las
La idea, concepto o representación
personas.
que se tiene de algo, de una persona
INQUISITIVO
o de una organización.
Quien se pregunta constantemen­
IMAGINACIÓN
te; quien averigua e indaga sobre
Capacidad humana de crear mun­
diferentes posibilidades para hacer
dos ficticios, que pueden o no re­
las cosas.
percutir en la vida real.
INTEGRIDAD
IMPARCIALIDAD
Entereza y rectitud de conducta; vi­
Adecuado equilibrio en las opinio­
vir de acuerdo con principios y va­
nes y apreciaciones, producto de la
lores éticos; probidad y coherencia
ponderación de cada una de ellas.
personal.
Mediar con justicia y sin favoritis­
INTELIGENCIA
mos en los conflictos.
Facultad humana que permite el
INDEPENDENCIA
conocimiento y el razonamiento.
Actuar con criterio propio, sin
JOVIALIDAD
sometimiento a puntos de vista
Espíritu juvenil, buen humor.
comprometidos de antemano por
JUICIO
diferentes razones: afectivas, intelec­
Capacidad de discernimiento entre
tuales o ideológicas.
diferentes opciones.
INFATIGABLE
JUSTICIA
Perseverar en algo sin cansancio.
Dar a cada uno lo suyo, lo que le
INFORMACIÓN
corresponde en virtud · de su digni­
Conj untoo de datos con signifi­
dad, su esfuerzo o su trabajo, por el
cado para ser conocidos por al­
ejercicio de sus derechos y el cum­
guien.
plimiento de sus deberes.
INGENIO
LABORIOSIDAD
Capacidad del ser humano de en­
Realizar diligentemente el trabajo
gendrar nuevas realidades o nuevos
personal con dedicación, intensidad,
modos de ver las cosas.
orden y constancia para que produz­
INICIATIVA
ca los resultados esperados.
Mán de hacer las cosas, de encon­
LEALTAD
trar salidas y soluciones; capacidad
Adhesión firme a las personas, a las
de innovación y decisión para re­
instituciones o a las ideas y doctri­
plantear las cosas.
nas, con base en principios y valores.
25 5
256
Válor para vivir los valores
---
LENGUAJE
MEJORAMIENTO
Modo de entenderse a través de pa­
Acción de progresar o crecer perma­
labras o símbolos inteligibles.
nentemente.
LIBERALIDAD
MEMORABLE
Apertura de mente y de corazón
Que merece ser recordado.
para acoger a los demás con gene­
MEMORIA
rosidad, valorando lo que son y pro­
Facultad humana de recordar el pa­
curando aportar lo que sea posible
sado.
para su mejoramiento.
MISERICORDIA
LIBERTAD
Sentimiento de compasión y de pie­
Condición esencial del ser humano
dad por el que sufre, que mueve a
que le lleva a determinarse en rela­
ayudarle.
ción con un acto, a elegir y com­
MISIÓN
prometerse con lo elegido, a buscar
La razón de ser de una persona o
su plenitud como un ser espiritual.
entidad; lo que constituye el centro
LIDERAZGO
de sus ocupaciones.
Capacidad de asumir la responsabi­
MODERACIÓN
lidad de conducir a otros, para el
Justo medio en el uso de las cosas,
cumplimiento de sus fines persona­
de las palabras y de los medios en
les o colectivos.
general.
LÓGICA
MODESTIA
Ordenación estructurada de la men­
Sencillez y moderación al hablar y
te, los conceptos y los razonamientos.
al actuar, que se nota en la forma de
LUCHA
presentarse y expresarse, sin vanidad
Esfuerzo con empeño por lograr
ni extravagancias.
algo digno de ser alcanzado.
MORIGERACIÓN
MADUREZ
Moderación y templanza en el uso
Capacidad de aceptarse a sí mismo
de los bienes.
y a los demás, gracias al realismo en
MOTIVACIÓN
los j uicios, de la consistencia y la
Fuerza o impulso interior que mue­
coherencia en el obrar.
ve a hacer algo, a buscar objetivos
MAGNANIMIDAD
personales o colectivos, por diver­
Actitud de pensar en grande y aco­
sos motivos: unos de tipo extrínse­
meter grandes desafíos.
co (salario) , otros intrínsecos (satis­
MAGNIFICENCIA
facción) y otros trascendentes
Capacidad de afrontar con genero­
(servicio a otros) .
sidad y abundancia cualquier traba­
NACIONALIDAD
jo o empresa.
Condición distintiva de pertene­
MANSEDUMBRE
cer a un país, sea porque es su lu­
Serenidad y calma propias del hom­
gar de nacimiento o su lugar de
bre pacífico.
adopción.
MARAVILLARSE
NATURALIDAD
Actitud y asombro ante algo.
Modo de ser espontáneo, sincero,
Léxico de valores
sin artificio y sin calcular las reac­
ciones de los demás.
NEGOCIAR
Disposici6n para lograr, mediante la
intermediaci6n, un acuerdo para
resolver un conflicto.
NEUTRALIDAD
Actitud de saber guardar una posi­
ci6n equilibrada, sin favoritismos.
OBEDIENCIA
Ajustarse y cumplir lo que está re­
gulado por principios y leyes; sub­
ordinaci6n inteligente en la que la
persona no pierde su libertad.
OBJETIVIDAD
Búsqueda de la" mayor imparciali­
dad en los juicios y apreciaciones.
OBLIGACIÓN
Compromiso de hacer algo, adqui­
rido libremente o como consecuen­
cia d eun derecho o de un deber.
OPINIÓN
Expresi6n o juicio sobre algo y que
no presenta como la verdad.
OPORTUNIDAD
Llegar en el momento adecuado,
sabiendo aprovechar la ocasi6n.
OPTIMISMO
Actitud afirmativa ante la vida, el
trabajo y el mundo, que lleva a re­
accionar positivamente frente las
dificultades, con la convicci6n de
que pueden solucionarse.
ORDEN
Disposici6n arm6nica de cosas, ac­
ciones y medios, para que la tarea
propia o ajena logre su finalidad,
aprovechando el tiempo al máximo
y utilizando bien los recursos dis­
ponibles.
ORGULLO
Alta valoraci6n de sí mismo, senti­
miento de satisfacci6n por lo que se
hace o para quien se hace, afirma­
ci6n de méritos legítimos sin vani­
dad ni soberbia.
PACIENCIA
Afrontar con calma y serenidad los
problemas, situaciones y circunstan­
cias relacionados con el trabajo y la
vida diaria, para plantear y esperar
con tranquilidad las soluciones.
PARADIGMA
Idea ejemplar, modelo, arquetipo,
que es la clave para entender algo.
PARTICIPACIÓN
Contar con las personas, compartir
con ellas decisiones y tareas, abrir­
les espacios para el cumplimiento de
sus derechos y deberes sociales y
políticos, brindarles la posibilidad
de ser parte activa en la gesti6n y
beneficios de una tarea y de su pro­
pio aprendizaje.
PATRIOTISMO
Virtud de quien ama a su patria de
todo coraz6n y procura enaltecerla
con su cultura e historia, y lo expre­
sa en actos de civismo, de partici­
paci6n y de convivencia.
PAZ
"Tranquilidad dentro del orden".
Convivencia humana justa, para que
las personas puedan lograr sus ob­
jetivos personales, familiares y socia­
les.
PERDONAR
Don de no sentirse ofendido por
una conducta contraria a nuestro
bien.
PERFECCIÓN
Encarnaci6n plena o de la mayor
bondad posible en personas, accio­
nes o cosas.
PERSEVERANCIA
Luchar constantemente a lo largo
257
Valor para vivir los valores
25 8
del tiempo por alcanzar las metas
atender a alguien, y sin dejar de ha­
propuestas, aunque surjan dificul­
cer las cosas bien.
tades.
PRUDENCIA
PERSONALIDAD
Inteligencia para discernir y elegir los
Lo que define el ser de alguien y su
medios para el logro del fin, y obrar
realidad espiritual.
ponderando las acciones que se rea­
PERSPICACIA
lizan, usando la información ade­
Agudeza para captar penetrante­
cuada, analizando las circunstan­
mente el aspecto o matiz de alguna
cias y tomando las decisiones
cosa.
necesarias.
PERTENENCIA
PUDOR
Identidad con el grupo o con la or­
Manifestación de protección de la
ganización, que empuj a a sacarla
intimidad, que lleva a no exponerla
adelante.
a terceros de forma que nos sinta­
PODER
mos atropellados.
Capacidad de ejercer coacción para
PULCRITUD
la realización de algo, en virtud del
Obrar con limpieza de conducta,
mando o rango de autoridad que se
con claridad y elegancia.
detenta.
PUNDONOR
PONDERACIÓN
Equilibrio en el juicio. Apreciación
Respeto a sí mismo y a los valores
que se profesan, que llevan a una rec­
justa de los elementos que compo­
titud en el comportamiento.
nen una situación compleja.
PUNTUALIDAD
POSITNO
Cumplimiento cabal de los horarios
Que acentúa el lado afirmativo y
de actividades y citas, de los plazos
optimista de las situaciones.
de tiempo que se fijan para la reali­
PRECISIÓN
zación de una tarea.
Exactitud, puntualidad. Utilizar las
PUREZA
palabras adecuadas.
Vida limpia, transparencia en las
PROACTIVIDAD
intenciones, afectividad integra, no
Asumir la responsabilidad de la pro­
arrastrada por la sensualidad.
pia vida apoyado en la fuerza inte­
RAPIDEZ
rior personal, no dejándose domi­
Celeridad en el obrar, diligencia para
nar por las circunstancias externas
hacer las cosas.
ni por las reacciones de los demás.
RAZONABLE
PRODUCTIVIDAD
Que sabe analizar las situaciones y
Rendimiento adecuado en un ser­
ponderar sus acciones según sus
vicio o elaboración de un producto.
objetivos.
Trabajar por resultados, mejorando
RAZONAMIENTO
permanentemente la propia capaci­
Elaboración de la mente con base a
dad y la de los demás.
conceptos y juicios.
PRONTITUD
REALISMO
Diligencia, rapidez en hacer algo, en
Visión objetiva de las cosas, acep-
Léxico de valores
------
tándolas como son, sin involu-crarse
de oficio o de un dictado de la pru­
en ellas emotivamente.
dencia.
REALISTA
RESPETO
Que se ajusta a los hechos, buscan­
Actitud de comprensión del ser de
do la verdad.
los demás, que nos permite enten­
REALIZACIÓN
der su actuación y portarnos con
Búsqueda de la felicidad humana
cordura y tolerancia frente a ellos.
posible.
RESPONSABILIDAD
RECEPTIVIDAD
Cumplir las obligaciones y compro­
Acogida Y actitud de apertura a nue­
misos adquiridos con una persona,
vas ideas,
empresa, institución, grupo o socie­
planteamientos y relaciones.
RECIEDUMBRE
dad, yendo más allá de la obligación.
Característica propia de la persona
SABIDUIÚA
que sabe afrontar todo con volun­
El conocimiento máximo posible,
tad y firmeza, con fuerza interior y
que proviene de una visión univer­
energía exterior.
sal y profunda de las cosas.
RECONOCIMIENTO
SACRIFICIO
Admitir lo que los demás hacen,
Disposición para entregarse de lle­
atribuyéndoles el mérito que les co­
no a una tarea sin ahorrar esfuer­
rresponde.
zos, con generosidad y anteponien­
RECORDAR
do el bien de los demás.
Tener presente el pasado en forma
SAGACIDAD
creativa.
Agudeza, rapidez para captar aspec­
RECTIFICAR
tos de algo y para obrar prontamen­
Reconocer que no se hizo bien algo,
te.
de que no se previó o se estudió opor­
SATISFACCIÓN
tunamente, o de que deliberadamen­
Estar a gusto lo más plenamente
te se omitieron aspectos relevantes.
posible en el desempeño y logros de
RECTITUD
un trabajo.
Integridad y entereza de conducta;
SEGURIDAD
probidad y coherencia personal en­
Sentir y mostrar firmeza en lo que
tre los principios, valores y normas,
se quiere y se hace, en lo que se or­
y las actuaciones .
dena y se hace cumplir, certeza de
RELIGIÓN
que se obra bien, conforme a prin­
Acto de creencia en Dios; reunión
cipios y valores probados.
de verdades de orden sobrenatural
SENCILLEZ
referentes a Él.
Modo de ser y reaccionar de forma
RENDIMIENTO
espontánea y transparente, siendo fiel
Resultado mensurable de la produc­
a lo que se es y permitiendo que los
tividad de una persona o grupo.
demás nos perciban correctamente
RESERVA
en nuestro pensar, decir y actuar.
Guardar las cosas en razón de su
SEÑORíO
privacidad, como fruto del secreto
Control sereno de sí mismo. Ser
25 9
260
WJlor para vivir los valores
-------
duefio de nuestros actos y nuestra con­
la verdad, manifestar los propios
ducta, que lleva a tratar a los demás
sentimientos con autenticidad, con
con respeto, aprecio y alrura de mi­
claridad en el obrar, sin tapujos, fal­
ras,
sedades ni engaños.
por encima de las pequeñeces, los
disgustos o los resentimientos.
SINDÉRESIS
SENSATEZ
Hábito que lleva a obrar teniendo
Cordura al obrar dentro de pará­
presentes principios básicos de or­
metros razonables, de sentido co­
den ético, producto de una concien­
mún y de experiencia aquilatada con
cia bien formada.
el tiempo. Estructuración mental y
SINERGIA
afectiva que lleva a actuar con acier­
Complementación entre las partes
to y moderación.
y el todo, entre personas y equipos
SENSIBILIDAD
de trabajo, apoyados en el talento y
Capacidad de respuesta y de recep­
creatividad de cada uno, respetan­
tividad afectiva ante personas y
do las diferencias, y llegando más
acontecimientos.
lejos que uno solo.
SERENIDAD
SOBRIEDAD
Tranquilidad de ánimo, de visión y
Moderación en la bebida, en la co­
de juicio, apoyada más en los pro­
mida, en las palabras, en la acción,
pios valores que en las circunstan­
en el estilo de vida.
cias del entorno o del ánimo de las
SOCIABILIDAD
personas.
Condición humana básica que se
SERIEDAD
expresa en saber conducirse como
Cumplir lo acordado estricta y opor­
socio y compañero, como persona
tunamente.
capaz de convivir y realizar tareas con
SERVICIO
los demás mirando al bien de todos.
Actitud de disponibilidad y de ayu­
SOCIEDAD
da a quien está empeñado en la mis­
Forma colectiva de organización
ma tarea, o con quienes estamos
indispensable para la realización del
comprometidos a servirle o a cola­
hombre.
borarle, como resultado de un com­
SOLICITUD
promiso.
Actitud de interés por los demás
SERVIR
para atenderles o prestarles ayuda.
Brindar a los demás un trabajo o una
SOLIDARIDAD
ayuda, con agrado al hacerlo.
Modo de ser y de actuar que lleva a
SIMPATíA
apoyar y a servir a los demás en todo
Forma espontánea de expresar agra­
tipo de necesidades.
do y mostrar cordialidad y acogida
TEMPLANZA
a los demás, que lleva a inspirar con­
Moderación en el uso de las cosas y,
fianza y a granjearse el afecto de los
de modo especial, del propio cuer­
otros.
po -sus potencias, instintos y pasio­
SINCERIDAD
nes-, acompañada por la sobriedad,
Procurar decir y actuar siempre con
la modestia y el pudor.
Léxico de va/ores
-------
TENACIDAD
Insistencia y perseverancia en el 10-
la venta de un producto o servicio,
no sólo de tipo económico y prácti­
gro de algo; no arredrarse ante las
co.
dificultades.
VALENTíA
TERNURA
Afrontar con ánimo fuerte y deci­
Modo de ser o expresión amorosa de
dido todo lo que se emprende, sin
gida y gozo con la presencia del otro.
o problemas. Disposición de poner
TOLERANCIA
los medios para conseguir los resul­
la persona, que se manifiesta en la aco­
temor a los riesgos, incertidumbres
Comprensión y respeto a los demás,
tados propuestos, con visión, tena­
a sus ideas y sentimientos, sobre
cidad y esperanza.
todo cuando son contrarios a los
VALOR
nuestros. Capacidad para convivir
Bien descubierto y elegido libre y
y participar por encima de las dife­
conscientemente, que busca ser rea­
rencias ideológicas.
lizado por la persona con el recono­
TRABAJO
cimiento de los demás.
Quehacer o despliegue de energías
VERACIDAD
humanas para producir bienes o ser­
Cualidad de las palabras, hechos y
vicios, normalmente con valor eco­
conducta que las hace conformes a
nómico, en cualquier campo de la
la verdad y a su expresión sincera.
actividad, con miras al perfecciona­
VERDAD
miento personal.
Manifestación del ser de las cosas o
TRADICIONAL
de las personas como son, concor­
Parte de la tradición. Costumbre o
dancia entre lo que se dice y se pien­
principio arraigada.
sa.
TRANQUILIDAD
VIBRACIÓN
Serenidad de ánimo y reposo al ac­
Sensibilidad y capacidad de respues­
tuar.
ta con entusiasmo ante los aconte­
TRANSPARENCIA
cimientos.
Sinceridad en el actuar, en el pensar
VIDA
y en el decir; conducta clara, dispo­
Don esencial de la persona que le
sición a que la propia actuación esté
permite existir y desarrollarse.
sometida a normas y reglas claras.
VIGOR
UNIDAD
Vitalidad y fuerza mantenida a tra­
Vivir de acuerdo a lo que se piensa,
vés del esfuerzo constante.
se siente y se hace; coherencia y
VIRILIDAD
equilibrio en la persona.
Características esenciales propias del
URBANIDAD
ser masculino.
Modo de conducirse en la vida so­
VISIÓN
cial de acuerdo a usos y modos so­
Concepción global que permite
cialmente aprobados.
proyectarse hacia el futuro previen­
UTILIDAD
do dificultades y obstáculos, y anti­
Resultado o rendimiento propio de
cipando soluciones para afrontarlos.
26 1
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l-álor para vivir los valores
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VITALIDAD
VOLUNTAD
Manifestar energía en las acciones y
Facultad o capacidad de querer algo
en el comportamiento.
con carácter de bien o autodeter­
minarse para conseguir una meta.
Bibliografía
Se incluyen aquí algunos libros que han sido citados a lo
largo del texto y otros menos citados, o no citados explícita­
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tema.
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