Subido por Brigitte Natanson

Doble sentido en Szichman-B.Natanson -

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Doble(s) sentido(s),
sentidos contrarios y sentido del humor
en la novela de Mario Szichman:
A las 20:25 La señora entró
en la inmortalidad (1981)
Brigitte NATANSON
Université d’Orléans, Rémélice
L’absurde fait rire car il fait le vide de
sens, vide qui soudain contraste avec l’excès
de sens revenu d’ailleurs
Daniel S IBONY.
Ya desde el título de la tercera novela de la saga de los Pechof:
A las 20:25 la señora entró en la inmortalidad 1 , los significados se
disparan. Al utilizar la frase cuidadosamente elaborada para anunciar
por radio la muerte de María Eva Duarte de Perón el 26 de julio
de 1952, sin que se pronunciara la palabra “muerte” o “defunción”,
y ni siquiera el nombre del sujeto, el autor parece anticipar el tema. El
lector puede esperarse una novela sobre, a partir de, que trate el tema
de. . . Pero no. En rigor, a la inversa de la abundantísima literatura,
tanto por parte de sus admiradores como de sus detractores, la novela
1.
En una reciente reedición, se ha modificado ligeramente este título para que
reprodujera exactamente esas palabras de los boletines de radio: A las 20:25
la Señora pasó a la inmortalidad. Tercera edición: Editorial Aleph/ Aleph
Publishing House, New Jersey, USA, 2012.
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no habla de “La abanderada de los humildes”. El significado debe
entonces buscarse en otras direcciones.
Como parte del proceso de mitificación del personaje, junto
con la máxima negación del tiempo gracias al embalsamiento del
cuerpo (operación que durará un año), durante los tres días de duelo
nacional, se suspende el otorgamiento de certificados de defunción:
ningún entierro debe desviar la atención del pueblo del entierro
oficial, aunque sin cuerpo.
El velorio de la Señora convirtió a Buenos Aires en una ciudad de
desarrollo detenido [. . . ] La vida cotidiana quedó atrofiada en el primer
día del velorio de la Señora y los Pechof, que aún no habían sepultado a
Rifque, su compartida sobrina, fueron informados que el gobierno había
cancelado la firma de los certificados de defunción hasta nuevo aviso.
[. . . ] (Szichman, 15-16)
La novela de Szichman utiliza esta situación como punto de
partida, como motivación: ha muerto Rifque, hija de Dora, una de
las hermanas Pechof, y el único médico que podría aceptar firmar el
documento sufre de una enfermedad no tan rara: es antisemita, y se
negaría a ayudarles si se enterara de los orígenes de la familia Pechof.
Jaime Pechof se encarga entonces de contratar a un “manager”
que le va a enseñar cómo sería formar parte de una familia muy
argentina, muy católica, muy criolla, de ascendencia irreprochable
y protagonismo probado en la construcción de la nación.
A partir de esta situación se construye un juego de oposiciones
en las que resaltan las irreductibles diferencias entre el grupo
minoritario, los judíos, y el grupo mayoritario, “la sociedad argentina
tradicional católica”, y, definitivamente, las enormes ventajas de no
ser judío.
Eso era lo bueno de ser goi, pensó Jaime. Dónde miraban, ahí saltaba
un recuerdo interesante que de inmediato se engarzaba con una historia
repleta de sucesos heroicos. El menor de los incidentes tenía un puesto
de honor en los libros 2 . [. . . ] El problema de los Pechof era que no
2.
Llama la atención el contraste que se podría establecer con un dramaturgo en
Francia, quien cuenta cómo, durante un coloquio, una joven lo interpela así:
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podían reivindicar ningún pasado. [. . . ] Por lo menos, lo mío puede
durar, pensó Jaime. Entre ser Gutiérrez Anselmi y ser Pechof, no había
mucho para elegir. [. . . ] ¿Tengo opción? ¿Acaso tengo opción?, pensó
Jaime y resolvió proseguir con la anulación del pasado judío. (Szichman,
53-55)
Como apunta Beatriz Sarlo, la parodia
[. . . ] profundiza este juego de diferencias. Todo separa a los judíos de
los cristianos, desde los estados de ánimo a las enfermedades: los judíos
tienden a la autoconmiseración y a sufrir de los intestinos; los cristianos
son despóticos y sus hijos sólo tienen enfermedades elegantes, que curan
con penicilina. Los judíos tienen tics, los cristianos “maneras”, (buenos)
modales (Sarlo, 374).
El humorismo de la novela va mucho más allá de esa simple
amplificación de diferencias. Y es que reírse de sus carencias y
creencias es sólo un aspecto, pero básico, del humor idish, tal como
lo define, entre otros, Moni Obadia:
Son but vise à proscrire l’arrogance des certitudes et à introduire
une dimension imprévue qui amène la création d’une nouvelle source
de pensée consciente de sa précarité. Il relève d’une forma mentis
s’opposant résolument à l’idolâtrie. Son ambition est de confondre la
brutalité des préjugés et de fustiger la stupidité du monde (Obadia, 26).
“‘Vous, vous avez de la chance, la mort en déportation de votre père vous
fournit de quoi écrire.’ Du tac au tac, je répondis que, vu son relatif jeune
âge, elle se devait d’avoir confiance en l’avenir. Qui sait? Demain, le soir
même – avec un peu de chance, c’est tout le mal que je lui souhaitais en tout
cas– la mort d’un être cher, l’annonce d’une maladie, voire d’une catastrophe
familiale ou planétaire, la touchant dans sa chair, lui donnerait, à elle aussi, la
chance d’avoir de quoi écrire.” (Grumberg, 197).
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I.
Bifurcaciones y dobles sentidos
En tanto que meneur de jeu, Jaime parece ser el maestro de
los senderos que se bifurcan, pero no es el único en intentar
salir del paso con una pirueta verbal. Esa forma particular del
humorismo es señalada desde el principio de la novela. Autodefinirse
en comparación con los católicos, le sirve a Jaime para justificar su
decisión de anular su pasado judío:
[. . . ] En cambio, ser Pechof era rendir pleitesía a unos hombres
ilusionados con estar siempre a la última moda porque no cesaban
de enfundarse en sus ropas finales, mantener conversaciones truncas,
rápidamente auxiliadas con frases de una canción de moda o un chiste
[. . . ]. (Szichman, 54)
El doble sentido se entiende comúnmente de la siguiente manera:
un primer sentido, inmediato, y un segundo que contradice el
primero, pero que no debe percibirse en un primer momento. Para
fines humorísticos, también se define como primer grado y segundo
grado. Entre el primer grado, o el significado inmediato, y el
segundo, se considera que existe una contradicción. Ahora bien,
queda por definir para quién funciona el doble sentido, si todos los
interlocutores tienen la capacidad de descodificar tal como lo puede
hacer el lector (aunque sea con la ayuda de un glosario – en las
primeras ediciones– o de notas, en la última edición). La comicidad
no surge solamente de los distintos niveles de significaciones, de
por sí cómicas, sino también y sobre todo del hecho de que varios
interlocutores quedan afuera del doble sentido. Es un efecto casi
visual: Esconderse, desaparecer y reaparecer, este juego infantil que
empieza a provocar la risa desde la pequeña infancia, funciona
cuando los dos participantes se prestan al juego y recuperan ambos
la identidad. Solo es un momento de pérdida, y el vacío relámpago,
posiblemente generador de angustia, es colmado por la reaparición,
por la recuperación de la identidad. En la novela, el tercero – aquí el
manager y el médico o cualquier otro personaje con pretensiones a
entorpecer el proceso de cambio radical de identidad– no debe darse
cuenta del primer sentido de las frases pronunciadas sino del segundo
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DOUBLE(S) SENS / DOBLE(S) SENTIDOS
o tercer sentido inmediatamente propuesto por el locutor. Los juegos
lingüísticos y metalingüísticos de los hermanos Pechof se dedican,
a la inversa, a seguir ocultando y disimulando la identidad propia
debajo de las palabras que los delatan, no siempre con éxito como
veremos.
II. Reescritura de la historia familiar,
autoirrisión y estereotipos
No se trata solamente de crear “mitos y pasados históricos
maleables” (Sosnowski, 129) para convencer al médico, sino también
de integrarlos incluso dentro de la familia. Jaime pretende que su
hermano Salmen se apiade de él, y de paso se le reconozca su estatuto
de víctima.
[. . . ] — Dame tiempo–le rogó Jaime [a su hermano Salmen quien lo
quiere despedir de su trabajo]. –Sabés que estoy reclamando mi pensión
de guerra.
— Pero si la mano la perdiste en una podrida con un taxista–le recordó
Salmen.
— Eso es un vilipendio. Reaccioné indignado cuando el taxista osó
cuestionar nuestros valores patrios. Era lo menos que podía hacer.
(Szichman, 13)
Sin que se precise ni importe el motivo de la altercación con el
taxista, ésta forma parte de la “guerra” cotidiana de los miembros de
la familia por la integración a la sociedad mayoritaria. Lo sugerido
es un prejuicio del taxista sobre esa misma pertenencia a los “valores
patrios” o incluso el cuestionar el derecho a ellos, y el intento
de transformación del percance en beneficio propio. Al aspirar a
que se reconozca su pequeña guerra personal pretende Jaime al
mismo tiempo confortar su personalidad de buen patriota (en la
construcción de la nueva configuración familiar) y conmover a un
hermano (por antonomasia conocedor de la “verdadera” historia y
como tal imposible receptor de la impostura): “Tres años demoró
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Salmen en alejar a esos hermanos del cascarón familiar. Para eso usó
el sistema de transmisión inalámbrica de culpas”. (Szichman, 17)
La descripción de la manera cómo Salmen se deshizo de sus
hermanos en su negocio descansa sobre varios estereotipos. La
tradicional solidaridad – sociológicamente observable, por la simple
necesidad– basada en redes familiares es realizada, y, para romperla,
hace falta mucho tiempo (tres años) y el recurso a otro estereotipo
presente en varios chistes del tipo (¿por qué los peluqueros?), el
sentimiento de culpabilidad propio de una minoría vejada. Sólo que
aquí no lo maneja la sociedad exterior, mayoritaria, opresora, sino
la propia familia. La autoirrisión juega a su vez con la modernidad
al definir esta modalidad corriente, sobre todo de los padres (y
especialmente de las madres) hacia su progenitura como si fuera
un invento técnico (sistema inalámbrico) 3 . En la novela varias otras
referencias ahondan en la supuesta relación de los judíos con las
técnicas, como lo veremos más adelante.
Las clases del manager para construir una identidad familiar
argentina son el lugar privilegiado de las frases de múltiples sentidos
con efectos humorísticos. Primero por la exageración del propio
manager: en ese caso, el objeto del humorismo es la pretensión de
los que sí tienen pedigree. En segundo lugar, por la interpretación
que de ellas hace el que recibe las enseñanzas, es decir Jaime Pechof,
y en tercer lugar el comentario que hace el narrador, poniéndose en
la piel de Jaime.
El mayor intento de duplicar significados lo hace Jaime al
principiar la primera, única y fatal visita del médico a la casa
arreglada de los seudo Gutiérrez Anselmi. Han logrado más o menos
3.
Esos juegos con la técnica forman parte del repertorio del humor judío.
Por ejemplo, un griego y un judío haciendo alarde de sus descubrimientos
pasados gracias a las excavaciones. El griego cuenta cómo descubrieron cables
en el subsuelo de Atenas, prueba de que los griegos antiguos ya tenían el
telégrafo. El judío le contesta: “Nosotros también excavamos en el subsuelo
de Jerusalén, y no encontramos nada, porque ya teníamos el telégrafo, pero
inalámbrico” (Ovadia, 34). Este chiste encuentra su eco en las citas siguientes.
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que todos vistan “como aristócratas”, han cambiado muebles y
suprimido huellas, objetos religiosos como las mezuzes 4 , pero los
deslices empiezan pronto:
[. . . ] Ah, veo que aquí llega Teófilo. Háblele por señas. Es mudo. [habla
Jaime]
—¿Desean algo los señores? —preguntó Pinie haciendo una reverencia.
—¿Por qué dijo que era mudo? —se encrespó el médico.
—No, es un chiste —explicó Pinie para salir del paso—. Don Javier
siempre dice: A Teófilo le comieron la lengua los ratones. Pero no fue
más que la puntita.
—Pero, ¿qué dices, Teófilo? —le encaró Jaime. Con la mitad de la cara
hacía guiños a Pinie y con el resto buscaba la complicidad risueña del
médico 5 . (Szichman, 264)
III. Intervenciones metalingüística
de los personajes
En uno de esos ensayos familiares para engañar al médico, en los
que Jaime pretende asesorar a sus hermanos, imagina la situación
siguiente:
Hagamos de cuenta que la familia Gutiérrez Anselmi bajó al campo.
[. . . ] ¿Saben cómo hacían los capataces para descubrir a los indios?
Pegaban la oreja al suelo, y oían el galope. En este caso, ¿qué preguntaría
un Gutiérrez Anselmi?: ¿Entreveróse abuelo en combate? [. . . ]
-Szo quería saber otra cosa –dijo Itzik-. ¿Eso era para cuando los indios
estaban dónde?
-Lejos. . . -contestó Jaime.
-¿Y cómo hacían para saber si estaban cerca?
4.
5.
Pequeños tubos decorados que contienen rollitos con fragmentos de la Torá.
Por supuesto, si los quitan de los marcos de las puertas de la casa donde
han sido colocados, dejan una huella, un agujerito con varias interpretaciones
posibles. El manager no dejará de considerar mal tapadas esas huellas, motivo
por el cual decidirá posponer una visita. (Szichman, 226).
Quizás el único capaz de realizar el gesto sea Groucho Marx.
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-Lo que les decía. Espíritu de contradicción –dijo Jaime-. Como el que
pegaba la oreja al suelo era un goi, no sirve. Pero si hubiera sido un id,
todo cambia. Nos juntan en el schill y anuncian que nosotros inventamos
el teléfono a tierra. Nosotros, siempre nosotros. . . Para que sepan, los
goim nunca dicen nosotros. Dicen vosotros.
-¿Y a quién se lo dicen? –preguntó Salmen.
-¿Y a quién va a ser?: a ellos. Y si no pueden decir vosotros, se ponen a
hablar en francés. Con cultura, todo se arregla. [. . . ] ¿Llegaremos algún
día a ser menschn? –concluyó Jaime deprimido por la cruz que cargaba.
(Szichman, p. 168-169)
Para Michel Steiner, el humorismo ashkenazi consiste en que un
judío se mira a sí mismo ser judío como si fuera no judío 6 . Szichman
parece entrar tanto en esa definición que hace de esa mirada
la conciencia permanente del protagonista Jaime, constantemente
deprimido o agobiado por la imposibilidad de olvidarse de la propia
historia. Esa imposibilidad se retuerce en su propia contradicción
en la última frase citada: “llegaremos algún día a ser menshn”.
Al expresar la meta final en idish, al no encontrar la manera de
decir lo mismo sólo en castellano (¿llegaremos algún día a ser
hombres?), porque la traducción disminuiría la fuerza de la frase
bilingüe, – habría que añadir un adjetivo para intentarlo–, se hace
cargo del fracaso. La frase pronunciada por él lo delata, mientras el
comentario del narrador, a la inversa, lo incluye, con la imagen del
pecado simbolizado por la cruz, en la comunidad católica que quiere
integrar.
La novela entera parece una sucesión de chistes, siendo muchas
de las situaciones y diálogos reminiscencias de cuentos ancestrales.
La reacción de Jaime a la pregunta de Itzik “¿Cómo hacían para
saber si estaban cerca?” recalca el carácter sistemática y falsamente
contradictorio de Itzik, pero más allá, de todo lo que ya no quiere ser.
Interioriza tanto esa mirada del no judío hacia el judío que termina
descalificando la permanente duda, el cuestionamiento incesante
6.
“L’humour ashkénaze consiste pour un Juif à se regarder être Juif d’une place
de goy” (Steiner, 155).
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de cualquier evidencia, es decir, la esencia misma del estudio, del
Talmud (que significa estudio y no es doctrina), de la búsqueda de
todos los sentidos posibles y por lo tanto la definición del judaísmo.
(De esa manera, da en el blanco, como sin querer, al señalar lo que
ha provocado el odio inmemorial 7 ). Recordemos la recomendación
de la manera de estudiar la Torá en la tradición talmúdica contenida
en el acrónimo PARDÈS (Pchat - Remez - Drach – Sod, formando
a su vez la palabra que significa “paraíso”), que expresa los cuatro
niveles de significación:
PCHAT = significado inmediato
REMEZ = significado alusivo
DRACH = significado simbólico
SOD = significado secreto
En otra bifurcación inesperada, Jaime imagina una situación
que se parece al chiste citado sobre el telégrafo. El alto nivel de
autoirrisión se corresponde una vez más con la identificación con
la mirada del otro: la simple pregunta de Itzik lo lleva a convocar
la posibilidad, para él ineludible, de la apropiación por un grupo de
judíos, quienes llamarían a todos en la sinagoga para anunciar una
hazaña, la invención del “teléfono a tierra”. Se burla de una supuesta
propensión a atribuirse méritos, en ese caso por un falso invento. Se
arma así una cadena de dobles o triples significados, que además
7.
“Un immense corpus de délibérations, le Talmud, transmettant la Tradition sous forme de débats: il rassemble des traités juridiques, éthiques,
anthropologiques, des échanges sourcilleux et pointilleux, des légendes, des
contes, des paraboles, des anecdotes. Tous ensemble, ils scrutent l’infini des
éventualités que produit la vie; ils sondent la profusion des possibilités du
sens dans l’existence des choses. Le Talmud, jamais un corps de doctrine,
mais une canonisation des Controverses rabbiniques, prospecte les paramètres
multidimensionnels d’une voie de vie jugulant les tendances mortifères qui
habitent l’homme. Au détour de celui-ci, s’y tisse aussi un filet serré de
préventions contre les débordements de l’agressivité sui generis humaine et
de précautions contre les fragilités narcissiques de l’homme. Et, dans les
Nations, cette observance a suscité une haine intarissable. ‘Les Juifs se livrent
à des interprétations insensées’, accusait l’empereur Justinien (novelle 146).”
(Rabinovitch 32-33).
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desembocan en una pirueta lingüística basada sobre un supuesto
egocentrismo: “Nosotros, siempre nosotros. . . Para que sepan, los
goim nunca dicen nosotros. Dicen vosotros.” destinada a bajarles
los humos a sus hermanos, y sobre todo a confundirlos a ellos,
y, más allá, a todos sus correligionarios. La pregunta de Salmen,
que hay que imaginar estupefacto por la verborragia, provoca una
nueva imagen no más comprensible, y el final resueltamente absurdo,
cumpliendo con al análisis de Daniel Sibony sobre lo absurdo como
"vacío resultando de un exceso de sentidos"(Sibony 58): “Y si no
pueden decir vosotros, se ponen a hablar en francés. Con cultura,
todo se arregla.”
Más adelante Jaime, retomando la pregunta de Salmen, va a
intentar corroborar lo que había intuido con la oposición entre el
“nosotros” y el “vosotros”:
—[Jaime al manager] ¿Es cierto que los ricos dicen vosotros?
—Con frecuencia —reconoció el manager.
—¿Y a quién?
—Siempre encuentran a quién decirle vosotros. Claro, gente de categoría. Ahora, con vosotros, le conviene que sean dos por lo menos. Para
uno solo le aconsejo el tú.
—¿Tú para uno y vosotros para dos, ¿Y si hay muchos?
—Sigue con el vosotros. (Szichman, 200)
El juego es doble, se sabe que el uso del “ustedes” para dos o
más personas es generalizado hoy en toda la América hispanófona.
Pero al haber sido usado el “vosotros” sobre todo en el lenguaje
escrito “elevado”, se considera aquí como un cultismo necesario
para aparentar lo que no son. En cuanto al “vos”, reivindicado como
marca identitaria en el Río de la Plata, ni se menciona, pero en las
conversaciones que mantendrán con el médico, hablarán de “tú” y no
de “vos”.
En esa conversación gramatical parece que estuvieran aprendiendo
a hablar un castellano aristocrático, cuestionándose así de nuevo su
derecho a pertenecer a la sociedad argentina.
En otro momento de invento de la genealogía de los Gutiérrez
Anselmi, Jaime ensaya con el manager la evocación de
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DOUBLE(S) SENS / DOBLE(S) SENTIDOS
[. . . ] las tertulias de antaño. Y las porteñas de antaño. [. . . ] Ah, las
contradanzas, ah, las uverturs —expresó Jaime estirando los labios—.
Curioso. Se escribe ouvertures y se pronuncia uverturs. Son prodigios de
los idiomas foráneos. (Szichman, 228)
La ignorancia de la lengua francesa, una vez más, permite realzar
su prestigio.
IV.
¿Cómo salir de una idishe enfermedad?
el idioma que persiste y sigue asomando
Si la patria es la lengua 8 , como lo pregonan varios sujetos para
quienes la idea de exilio solo se refiere a ella, cambiar de identidad
pasa por el intento de deshacerse de esa lengua pegadiza, siempre en
desventaja con cualquier otro idioma.
–Doctor, encantado de conoceglo– dijo Salmen al médico. –No se
preocupe por la erre.
Hablo así porque me quedó el acento francés. (Szichman, 266)
Como en el ejemplo anterior, la “cultura francesa”, en sus
distintas vertientes, pretende salvarlos de la inminente y siempre
postergada desgracia. Aquí le permite a Salmen disimular su acento
idish, mientras Jaime justifica un exabrupto en el mismo idioma
confortando la herencia europea y la superioridad simbólica del
idioma alemán:
–Discúlpelo al Nemesio– le rogó Jaime al médico. –No sabe lo que dice.
–Creo que fue un ardid– dijo el médico. –Para salvar al conde. Si es que
es conde 9.
–Se lo juro, doctor– se desesperó Jaime. –Es que a veces olvida detalles.
Tiene la cabeza partida. Combis er gueit 10 . Es una cita en alemán. Del
bajo Rin. (Szichman, 267)
8.
Para los judíos del Este, sometidos a cambios de nacionalidad según los azares
de la geopolítica, el idish fue precisamente su única patria durante mucho
tiempo.
9. Otra frase de doble sentido, pero dentro de un mismo idioma.
10. Literalmente: “apenas que todavía camina”.
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Cada vez que Jaime se desespera, cuando siente que se le está
escapando la situación y la posibilidad de probar su cambio de
identidad, vuelve a salpicar su discurso del idioma tan pegadizo. El
manager visita la casa supuestamente desjudaizada de los Pechof,
encuentra tantas huellas que amenaza con irse y volver solo cuando
sea correcta:
—Doctor —suplicó Jaime—. Puede revisarnos el pedigrí. Católicos bis
inder un tzvontik iurn 11.
—¿Qué idioma es ese?
—Croata —dijo Jaime desesperado. (Szichman, 227)
No es la primera vez que se recurre al croata, lengua poco
difundida y por lo tanto con menos riesgo de ser identificada,
para explicar los exabruptos en idish. En un encuentro con el
manager, tiempo atrás, y sin saber para qué lo necesitarían, Jaime
(“el grandote”) ya había disimulado su identidad y la de su hermano
bajo un supuesto origen croata:
–No me dijo su nombre– le recordó el manager.
–Le presento a mi hermano– dijo el grandote para ganar tiempo. – Este
es Isaac. En casa le decimos Itzik. Un sobrenombre croata. Como usted
sabrá, todos los croatas son católicos. Yo soy Javier. –Tse, Jaim, ¿nos
vamos?– le propuso Itzik. –Me llamo Javier pero él insiste en llamarme
Jaim, para abreviar. Es un apelativo muy usual en Montenegro.
El propio nombre de Itzik, versión idish del nombre hebreo Itzhak,
encierra lo cómico. La historia judía empieza con un chiste, cuando
se anuncia a Sara y Abraham que, ya centenarios, van a tener un hijo.
Se ríen, y llaman a ese hijo Itzhak, es decir, “el que reirá”. En cuanto
a Jaime, nombre aparentemente bien castellano, aunque el susodicho
prefiera el de Javier para su nueva identidad, es llamado Jaim por
11. Literalmente: “hasta los ciento veinte años”, es decir, una fórmula para
desear a una persona “que viva hasta los ciento veinte años”. La frase es así
doblemente traidora por el idioma y por el significado sacado de la tradición
bíblica.
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su hermano, operación mínima pero delatora: así vuelve a su raíz
hebrea, “Haim”, que significa “vida”.
Ambos por consecuencia no pueden ser más herederos del sentido
de la vida y de la risa: en ese caso, el doble sentido pretende
esconderse bajo otro idioma, en ese caso no tan prestigioso como
el francés, pero con menos posibilidades de desenmascaramiento.
Conclusiones
Si el humorismo judío, como dice Steiner,
[. . . ] vise le surmoi, celui du Juif que l’on est comme celui que l’on
aurait pu être, donc celui auquel on a échappé. [. . . ] une histoire juive
est une façon pour un Juif de se regarder être Juif d’une certaine place,
et à chaque place son regard, lequel peut être affectueux, compréhensif,
pétillant, angélique, amusé ou encore assassin. (Steiner, 162)
confirmamos que toda la novela es una inmensa historia judía, en
la que se juntan todas esas maneras de mirar, todas esas tonalidades.
Esa ambición de “confundir la brutalidad de los prejuicios” puede
funcionar para el lector, pero no lo hace para los personajes de la
novela. Al final fracasan los intentos y la vuelta a la normalidad para
la sociedad argentina después de los días de luto nacional por la
muerte de Eva Perón no lo es para la familia Pechof, que otra vez
tiene que cargar las maletas.
Según dos personajes de la película El tren de la vida 12 : “El idish
parodia al alemán. . . para hablar alemán hay que quitarle al idish el
sentido del humor” (ya lo decía Kafka) “¿Los parodiamos?-responde
el otro, con una pregunta- ¡quizás por eso nos odian!”.
12. Radu Mihaileanu, 1998.
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Pero dejemos mejor la palabra a nuestro Jaime, con un ejemplo,
entre muchos, de la función antiinflamatoria del humorismo sobre sí
mismo 13 :
¿No puede existir una desgracia por vez? Eso era lo bueno de ser goi.
Siempre había una sola desgracia por vez. Si se moría la Señora, no se
moría también el marido de la Señora. Tiempo al tiempo. En cambio, en
su familia, las desgracias parecían sincronizadas para que una arrastrara
a la otra. (Szichman, 281)
Bibliografía
G RUMBERG, Jean-Claude, Pleurnichard, Paris, Seuil, 2010, 248 p.
OVADIA, Moni, Le baladin du monde yiddish, Monaco, Éd. du Rocher,
2002, 247 p.
R ABINOVITCH, Gérard, Comment ça va mal?: l’humour juif, un art de
l’esprit, Paris, Bréal, 2009, 205 p.
S ARLO, Beatriz, “Judíos y argentinos”, in Escritos sobre literatura
argentina, Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores, 2007, pp. 369-375.
S IBONY, Daniel, Les sens du rire et de l’humour, Paris, Odile Jacob, 2010,
238 p.
S OSNOWSKI, Saúl, La orilla inminente: escritores judíos argentinos,
Buenos Aires, Editorial Legasa, 1987, 171 p.
S TEINER, Michel, Freud et l’humour juif, Paris, In press, 2012, 206 p.
S ZICHMAN, Mario, A las 20:25, la señora entró en la inmortalidad,
Hanover, N.H., U.S.A.; New York, NY, Ediciones del Norte; Ediciones
Vitral, 1981, 292 p.
13. Por ejemplo, citado por Michel Steiner: “Un Juif, les yeux au ciel, regarde
s’éloigner l’oiseau qui vient de lui lâcher une fiente sur le chapeau et
marmonne tristement: ‘Et pour les autres tu chantes!’” (Steiner, 158).
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