Tesitura. (Extracto del libro: Iniciación musical del Niño - Violeta Hemsy de Gainza) Los limites dentro de los cuales se desarrolla la melodía dependerá en cada caso de la edad de los niños y nunca podrán sobrepasar el ámbito de doce o trece notas, lo cual se considera ya bastante extremo aun tratándose de niños mayorcitos cuyas edades oscilan entre los nueve y los trece años. No es fácil y ni siquiera posible fijar límites precisos a la voz infantil de cada edad. Dentro de valores muy generales, la extensión vocal constituye un rasgo de naturaleza individual, asi como el peso, la talla o el color de tez. Dicho rasgo se desarrolla y madura según su propia ley evolutiva, siendo función de la enseñanza conducirlo hacia ese estado de maduración sin que se aparte de su ruta natural. En este aspecto, como en tantos otros hay que admitir la influencia del ambiente y de la educación. En ciertos países europeos como Francia o Alemania los niños cantan desde muy pequeños con voces cristalinas y agudas, imitando a sus madres. En nuestro medio predominante en cambio los timbres más oscuros y las tesituras más bajas sin entrar a considerar las ronqueras, tan frecuentes. En aquellos países, los niños llegan al jardín de infantes con registros bastante agudos que será necesario fortalecer, más que ampliar, en primera infancia; en cambio el niño que asiste al jardín de infantes en nuestro país canta generalmente en un registro grave. A través de la iniciación musical, su voz podrá elevarse gradualmente hasta alcanzar su nivel natural. A continuación dos criterios casi antagónicos con respecto a la extensión vocal: 1) Maurice Chevais da el siguiente cuadro que describe el aumento progresivo de la extensión de las voces infantiles. 2) Eleonor Short Norton opina que desde muy temprano, es posible obtener una amplitud mayor. He aquí el cuadro correspondiente a los diferentes grados escolares. Indudablemente, lo fundamental en esta cuestión será no apurar ni perturbar el desarrollo normal de la capacidad vocal de todo niño, pero tampoco permitir que, por desconocimiento o por motivos extraños este proceso se estanque. Deberá transcurrir todavía cierto tiempo antes de que exista entre las madres una conciencia más clara del papel que desempeñan como primeras educadoras de lo musical en el niño. Mientras los pequeños de tres a cinco años sigan llegando al jardín de infante con poca o ninguna educación vocal, los maestros deberán trabajar para determinar el registro medio de su grupo mediante pruebas y ejercicios individuales y colectivos. Así podrán comenzar cuanto antes a elevar dicho registro, en forma progresiva o bien, de inmediato, en los casos de niños que tienen capacidad para entonar sonidos agudos y no lo hacían antes simplemente por desconocimiento. En nuestros niños, el registro normal, entre los cinco y los siete años, se sitúa alrededor de la sexta (dola). En el término de uno a dos años se amplía hacia arriba hasta alcanzar la octava, por lo menos, y desciende hasta el si o el la grave. Lo que no se consiga extender más tarde, tanto en la región superior como en la inferior del registro vocal, dependerá de la inteligencia y el cuidado que dedique el maestro a la educación musical de los niños. Es muy útil que los estudiantes que siguen cursos de iniciación musical aprendan a determinar los límites de su propio registro. Para ello realizaran desde principios del año y bajo guía docente, ejercicios de entonación de escalas, transporte oral de melodías. Si anotan en su cuaderno de apuntes el registro que cada uno de ellos posea al comienzo de la actividad musical del año, les dará resultados incesantes y a la vez practico para comparar este dato con resultados que se obtengan después de trabajar durante todo el año. .