El silencio, la raíz, lo profundo. P. Juan Bytton, SJ “El silencio interior es muy difícil de conseguir, pero hay que hacer el esfuerzo. Dios nos habla en el silencio del corazón. Si estás frente a Dios en oración y silencio, Él te hablará; entonces, sabrás que no eres nada. Y sólo cuando comprendemos nuestra nada, nuestra vacuidad, Dios puede llenarnos de Sí mismo. El silencio nos da una nueva perspectiva acerca de todas las cosas. Necesitamos silencio para llegar a lo verdadero. Lo esencial no es lo que decimos, sino lo que Dios nos dice y lo que dice a través de nosotros. En ese silencio, Él nos escucha; en ese silencio, Él le habla al alma y, en el silencio, escuchamos Su voz. Es necesario el silencio del corazón para poder oír a Dios en todas partes, en la puerta que se cierra, en la persona que nos necesita, en mis fracasos, en mis búsquedas… en todo. (Madre Teresa de Calcuta) “Mi vida no es sino una perpetua escucha “dentro”, de mí misma, de los otros, de Dios. Y cuando digo que escucho “dentro”, en realidad es más bien Dios quien está a la escucha en mí. Lo más esencial y profundo de mi escucha, la esencia y la profundidad de Dios. Dios escucha a Dios” (Etty Hillesum). “Háblanos Señor, tú que hablas fuerte no porque gritas sino porque hablas al corazón” Ermes Ronchi "El estado actual del mundo, la vida entera, está enferma. Si yo fuera médico y alguien me pidiera un remedio, respondería: crea el silencio, lleva al hombre al silencio" Kierkegaard “La falta de silencio aparece hoy más dramática, porque ha crecido la conciencia de una presencia de formas inhumanas. La crítica de los ruidos, la defensa de lo verde y de la naturaleza en general no son más que el indicio de una conciencia crítica más grande que está dentro de nosotros y que progresivamente se ha visto obligada a callar por la imposición del bienestar. El hombre de hoy, especialmente el que está inmerso en la metrópoli, se halla continuamente bajo el impacto de palabras y rumores vacíos y variados que lo destruyen: ruidos de máquinas, alaridos de los que pasan, desorden de un turismo frenético de masa, prisa por llegar a punto a la cita y no dejar pasar los plazos, señales de circulación, publicidad por todos los rincones, escritos en las paredes..., toda una orgía de estrépitos y algarabías. Parece difundirse como una mancha de aceite un nuevo sentido de respeto a la naturaleza y a la vida bajo sus diversas formas. Pues bien, todo este movimiento está destinado al fracaso si no se relaciona fundamentalmente con el silencio. La creación de espacios de silencio puede permitir un nuevo encuentro con uno mismo y con los que nos rodean; es ésta una condición necesaria para poder salir del túnel del ruido en que nos encontramos, con la consiguiente pérdida de identidad. No se invoca la permanencia en el silencio; el silencio deberá ser siempre un "momento", un "espacio" de donde salir luego y reemprender la comunicación. En el desierto sólo es posible estar cuarenta días o cuarenta años; pero no toda la duración de la vida; porque el hombre ha sido creado para estar en relación”. Mons. Rino Fischella. (Le parole del silenzio, Turín 1986) “Hemos empobrecido el rostro de Dios, lo hemos reducido al pasado y al pecado del hombre. Hemos hecho quizás un Dios que se venera y se adora, pero no un Dios que se involucra y que hace involucrarse, que rie, juega, se divierte con quien tiene al lado. Muchas veces hemos matado a Dios con nuestras homilías. Restituyamos a Dios lo que es propio de él: gustar, gozar, desear, es como volver a la fuente y a la luz de todo” (David María Turoldo) Preguntas: ¿Conozco los silencios en mi vida, mi historia, mi misión, mi comunidad?