La magia de pedir “Muchas veces las cosas no se le dan al que las

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La magia de pedir
“Muchas veces las cosas no se le dan al que las merece más, sino al que sabe pedirlas con
insistencia” Arthur Schopenhauer
Resulta curioso como la gran mayoría de las personas caminamos por la vida sin atrevernos a pedir
lo que realmente queremos y/o necesitamos; en vez de eso, optamos por jugar a “El mentalista” y
continuamente nos dedicamos a poner a prueba, por lo general con pésimos resultados, la
capacidad telepática que el resto del mundo tiene con nosotros a la hora de detectar nuestras
necesidades.
Esperamos que las personas con las que interactuamos sean en todo momento capaces de adivinar,
responder y en ocasiones hasta superar nuestras expectativas cuando ni siquiera saben, ni tienen
obligación de saber, lo que queremos o esperamos de ellas; y lo más gracioso de todo, es que
cuando no se comportan de la manera que nos habíamos imaginado, ¡hasta nos permitimos el lujo
de enojarnos!
Debemos de ser conscientes de que en todo momento, la única persona en todo el planeta que es
capaz de saber exactamente que pasa por nuestra cabeza somos nosotros mismos; y por lo tanto,
somos los únicos que tenemos la capacidad y el deber de expresarlo si queremos que otra persona
tome plena consciencia de ello.
Cuando queremos algo y lo comunicamos correctamente, reducimos todas las posibles alternativas
a tan sólo dos opciones, o lo conseguimos o no lo hacemos; y ante estas dos posibilidades, el peor
de los resultados que puede ocurrir es que nos quedemos tal y como estamos ahora. El riesgo que
supone pedir es mínimo en comparación con la recompensa que podemos obtener cuando lo
hacemos; sin embargo, el riesgo de no pedir, es enorme. Lejos de lo que afirma la sabiduría popular,
el silencio no es oro, es la mejor forma de asegurarte una alta probabilidad de que, seguramente, no
vas a conseguir lo que quieres.
Muchas veces no decimos nada por el miedo a confirmar que nuestras expectativas no puedan ser
cubiertas o por el temor a ser heridos al obtener resultados que no buscamos o que no queremos oír.
Preferimos omitir nuestros deseos antes de arriesgarnos a recibir un no por respuesta que nos
confirme que debemos renunciar a ellos permanentemente o que nos enfrente la incapacidad de otra
persona por satisfacerlos; sin embargo, el evitar una respuesta, lejos de beneficiarnos nos limita
drásticamente.
Cuando tenemos un pensamiento o un deseo cuyo incumplimiento nos causa insatisfacción de
forma recurrente, el hecho de evitar la respuesta no representa solución alguna al problema, sino
todo lo contrario. Cuando no le damos solución a esta situación, automáticamente pasa a convertirse
en algo que continuamente estará rondando por nuestra cabeza. Obtener una respuesta bien sea
positiva o negativa, hace que esta inquietud desaparezca porque el tema ya ha sido cubierto; y una
vez que tengamos la información necesaria, aunque no sea la que nos gustaría oír, esto nos permite
dejar de torturarnos entre elucubraciones y ambigüedades, permitiéndonos actuar en consecuencia.
Debemos aprender a pedir, a expresar lo que queremos, desde la buena educación y la mejor de las
intenciones, siempre nos han enseñado que esto no está bien visto, que debemos esperar a que nos
lo ofrezcan pero esto está muy lejos de la realidad. Expresar nuestros deseos con claridad no es sino
una manera de facilitar las cosas, tanto para nosotros como para cualquier otra persona con la que
nos relacionemos.
Recuerda además que las palabras tienen gran poder y el maestro Jesús de Nazaret decía: Pide y se
os dará. También caemos en una de los peores vicios que podemos tener, es estar suponiendo que
los demás deben conocer lo que necesitamos y que deben complacernos sin tener que pedirlo.
Y tú… ¿Cuántas cosas has dejado de obtener en tu vida por el simple hecho de no pedirlas? ¿Hasta
cuando vas a permitir que tu silencio te robe lo que tus palabras pueden darte?
¡Que tus palabras ahoguen el grito del silencio!
Tonny Benavides
Fuente de información www.centrodesuperacionpersonal.com
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