Las siguientes preguntas se analizarán en la

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Repaso de la Escuela del Ministerio Teocrático
Las siguientes preguntas se analizarán en la Escuela del Ministerio Teocrático la semana del 24 de febrero de 2014.
1- ¿En qué hizo Satanás que Eva centrara su
atención, y qué demostró ella al comer del fruto
prohibido? (Gén. 3:6.) [6 de en., w11 15/5 pág. 16
párr. 5.]
humano que cultivó esa hermosa cualidad. Tuvo una fe
tan ferviente y profunda que su ejemplo continúa vivo.
Si estudiamos su ejemplo y nos esforzamos por imitarlo,
es como si él realmente nos estuviera hablando.
(Gén. 3:6) Por consiguiente, la mujer vio que el árbol era
bueno para alimento, y que a los ojos era algo que
anhelar, sí, el árbol era deseable para contemplarlo. De
modo que empezó a tomar de su fruto y a comerlo.
Después dio de este también a su esposo cuando [él
estuvo] con ella, y él empezó a comerlo.
***w13 1/1 pág. 14 “Aunque murió, todavía habla”***
***w11 15/5 págs. 16-17 ¿Quién es la persona más
importante de nuestra vida?***
5 Satanás también manipuló la realidad. Dio a entender
que Jehová había sido injusto con Adán y Eva, pues,
según él, les había prohibido “comer de todo árbol del
jardín”. Luego, animó a la mujer a pensar en sí misma y
en cómo podría, supuestamente, mejorar su situación
en la vida y “ser como Dios”. Al final, consiguió que
centrara su atención en el árbol y el fruto, y no en su
relación con su Padre celestial, quien le había dado todo
lo que tenía (léase Génesis 3:6). Lamentablemente, Eva
comió del fruto, y así demostró que Jehová no era la
persona más importante de su vida.
2- ¿De dónde obtuvo Abel quizás su fe, y en qué
resultó? (Gén. 4:4, 5; Heb. 11:4.) [6 de en., w13 1/1
pág. 12 párr. 3; pág. 14 párrs. 4, 5.]
(Gén. 4:4, 5) Pero en cuanto a Abel, él también trajo
algunos primogénitos de su rebaño, aun sus trozos
grasos. Ahora bien, aunque Jehová miraba con favor a
Abel y su ofrenda, 5 no miraba con ningún favor a Caín
ni su ofrenda. Y Caín se enardeció de gran cólera, y
empezó a decaérsele el semblante.
(Heb. 11:4) Por fe Abel ofreció a Dios un sacrificio de
mayor valor que el de Caín, por la cual [fe] se le dio
testimonio de que era justo, pues Dios dio testimonio
respecto a sus dádivas; y por ella, aunque murió, todavía
habla.
***w13 1/1 pág. 12 “Aunque murió, todavía habla”***
Inspirado por Dios, el apóstol Pablo dijo lo siguiente
sobre Abel: “Por [medio de] ella, aunque murió, todavía
habla” (Hebreos 11:4). ¿Por medio de qué sigue
hablando? Por medio de su fe. Abel fue el primer ser
Imagínese a Abel, de niño, mirando a aquellos
querubines materializados en cuerpos humanos. No hay
duda de que la apariencia de esos ángeles reflejaba su
inmenso poder. Y la espada que echaba llamas y giraba
sin cesar también sería sobrecogedora. ¿Vio alguna vez
que los querubines se aburrieran y abandonaran su
puesto? No. Día y noche, año tras año, década tras
década..., aquellas inteligentes y poderosas criaturas se
mantuvieron en su lugar. Abel pudo ver que Jehová Dios
tenía siervos justos y perseverantes. En los querubines
vio una clase de lealtad y obediencia a Jehová que no
veía en su familia. Seguro que el ejemplo de estos
ángeles fortaleció su fe.
Al meditar en la creación, las promesas divinas y el
ejemplo de los siervos de Dios, la fe de Abel se fortalecía
cada vez más. ¡Cuánto aprendemos de él! Es como si
nos estuviera hablando. Y ¡qué animador puede ser
para los jóvenes saber que es posible llegar a tener
verdadera fe en Jehová Dios, sin importar lo que haga
su familia! Con las maravillas de la creación que nos
rodean, la Biblia completa a nuestra disposición y un
sinnúmero de ejemplos humanos de fe, ¿qué impide
que tengamos una fe sólida?
3- ¿Cómo pueden los padres evitar que sus hijos
admiren a “los poderosos” y “hombres de fama”
del mundo? (Gén. 6:4.) [13 de en., w13 1/4 pág. 13
párr. 2.]
(Gén. 6:4) Los nefilim se hallaban en la tierra en aquellos
días, y también después, cuando los hijos del Dios
[verdadero] continuaron teniendo relaciones con las
hijas de los hombres y ellas les dieron a luz hijos, estos
fueron los poderosos que eran de la antigüedad, los
hombres de fama.
***w13 1/4 pág.
verdadero”***
13
“Andaba
con
el
Dios
Los padres de hoy pueden ponerse en el lugar de Noé y
su esposa. Nuestro mundo también está envenenado
de violencia y rebeldía. Hasta el entretenimiento
dirigido a los niños suele estar saturado de esos temas.
Pero los buenos padres hacen todo lo posible por
contrarrestar tales influencias enseñando a sus hijos
acerca del Dios de la paz, Jehová, quien acabará con
toda la violencia (Salmo 11:5; 37:10, 11). Sí, es posible
criar buenos hijos en un mundo malo. Noé y su esposa
lo consiguieron. Sus hijos llegaron a ser hombres de bien
y se casaron con mujeres que, al igual que ellos, estaban
dispuestas a obedecer a Jehová por encima de todo.
4- ¿Qué nos enseña el relato sobre Lot y su esposa
registrado en Génesis 19:14-17, 26? [27 de en.,
w03 1/1 pág. 16 párr. 20.]
(Gén. 19:14-17) Por lo tanto Lot salió y empezó a hablar
a sus yernos que habían de tomar a sus hijas, y siguió
diciendo: “¡Levántense! ¡Sálganse de este lugar, porque
Jehová va a arruinar la ciudad!”. Pero a los ojos de sus
yernos parecía como hombre que bromeaba. 15 No
obstante, cuando ascendió el alba, entonces los ángeles
se pusieron a apremiar a Lot, diciendo: “¡Levántate!
¡Toma a tu esposa y a tus dos hijas que se hallan aquí,
por temor de que seas barrido en el error de la ciudad!”.
16 Cuando siguió demorándose, entonces, por la
compasión de Jehová para con él, los hombres asieron
la mano de él y la mano de su esposa y las manos de sus
dos hijas y procedieron a sacarlo y a situarlo fuera de la
ciudad. 17 Y aconteció que, tan pronto como los
hubieron sacado a las afueras, él empezó a decir:
“¡Escapa por tu alma! ¡No mires atrás y no te detengas
en todo el Distrito! ¡Escapa a la región montañosa por
temor de que seas barrido!”.
(Gén. 19:26) Y la esposa de él empezó a mirar alrededor
desde detrás de él, y se convirtió en columna de sal.
***w03 1/1 págs. 16-17 Ahora más que nunca,
quedémonos despiertos***
Aprendamos de Lot
20 Naturalmente, hasta los siervos fieles de Dios
pueden perder momentáneamente el sentido de la
urgencia. Pensemos en Lot, el sobrino de Abrahán. Dos
ángeles lo visitaron y le dijeron que Dios iba a destruir
Sodoma y Gomorra. Las noticias no le vinieron de
sorpresa, pues le “angustiaba sumamente la entrega de
la gente desafiadora de ley a la conducta relajada” (2
Pedro 2:7). No obstante, cuando los dos ángeles fueron
a acompañarlos a él y a su familia a salir de Sodoma, él
“siguió demorándose”. Los ángeles casi tuvieron que
sacarlos a rastras de la ciudad. Más adelante, la esposa
de Lot pasó por alto la advertencia de los ángeles de no
mirar hacia atrás, y su desobediente actitud le costó
cara (Génesis 19:14-17, 26). “Acuérdense de la esposa
de Lot”, advirtió Jesús (Lucas 17:32).
5- ¿Cómo demostró Abrahán fe en la resurrección
y en la promesa de Jehová de que la descendencia
vendría por medio de Isaac? (Gén. 22:1-18.) [3 de
febr., w09 1/2 pág. 18 párr. 4.]
***w09 1/2 pág. 18 La mayor prueba del amor de
Dios***
Durante los tres días que duró el trayecto, tuvo mucho
tiempo para pensar en el objetivo de aquel viaje. Aun
así, estaba resuelto a obedecer a Dios. Al divisar la
montaña a la que tenía que ir, dijo a sus servidores algo
que demostró su gran fe en Jehová: “Quédense aquí
[...], pero yo y el muchacho queremos ir allá, y adorar, y
volver a ustedes”. Y cuando Isaac le preguntó qué iban
a ofrecer, respondió: “Dios [...] proveerá la oveja”
(versículos 5 y 8). Así pues, Abrahán esperaba regresar
con su hijo vivo. ¿Cómo lo sabemos? Porque Hebreos
11:19 dice que él “estimó que Dios podía levantarlo [a
Isaac] hasta de entre los muertos”.
6- ¿Qué importantes verdades podemos extraer
de la profecía registrada en Génesis 25:23, que
declara que “el mayor servirá al menor”? [10 de
febr., w03 15/10 pág. 29 párr. 2.]
(Gén. 25:23) Y Jehová procedió a decirle: “Dos naciones
están en tu vientre, y dos grupos nacionales serán
separados de tus entrañas; y un grupo nacional será
más fuerte que el otro grupo nacional, y el mayor servirá
al menor”.
***w03 15/10 pág. 29 Jacob apreciaba los valores
espirituales***
Jacob no usurpó en modo alguno la herencia de Esaú.
Antes de que nacieran, Jehová había dicho que “el
mayor servir[ía] al menor” (Génesis 25:23). Pero puede
que alguien pregunte: “¿No habría sido más fácil si Dios
hubiera hecho que Jacob naciera primero?”. Lo que
sucedió después nos enseña verdades importantes.
Dios no reserva bendiciones para quienes creen que
tienen el derecho de recibirlas, pero sí muestra bondad
inmerecida a quienes él escoge. Por ello, Jacob recibió
la primogenitura, no su hermano mayor, quien la había
despreciado. De igual manera, debido a que los judíos
naturales como nación mostraron la misma actitud que
Esaú, se les reemplazó con el Israel espiritual (Romanos
9:6-16, 24). Hoy la buena relación con Jehová no se
consigue mediante una herencia recibida sin esfuerzo
alguno por haber nacido en el seno de una familia que
teme a Dios o en un ambiente espiritual. Los que desean
recibir bendiciones divinas tienen que esforzarse por ser
piadosos y tienen que estimar de verdad las cosas
espirituales.
7- ¿Cuál fue el significado del sueño de Jacob en
el que aparece “una escalera”? (Gén. 28:12, 13.)
[10 de febr., w04 15/1 pág. 28 párr. 6.]
(Gén. 28:12, 13) Y empezó a soñar, y, ¡mire!, allí estaba
una escalera situada sobre la tierra, y su parte superior
alcanzaba hasta los cielos; y, ¡mire!, allí estaban los
ángeles de Dios ascendiendo y descendiendo por ella. 13
Y, ¡mire!, allí estaba Jehová apostado por encima de
ella, y procedió a decir: “Yo soy Jehová el Dios de
Abrahán tu padre y el Dios de Isaac. La tierra sobre la
cual estás acostado, a ti te la voy a dar, y a tu
descendencia.
***w04 15/1 pág. 28 Puntos sobresalientes del libro de
Génesis (parte 2)***
Respuestas a preguntas bíblicas:
28:12, 13. ¿Cuál fue el significado del sueño de Jacob en
el que aparece “una escalera”? Esta “escalera” (que
puede haber tenido la apariencia de un tramo
ascendente de piedras) indicó que hay comunicación
entre la Tierra y el cielo, y que los ángeles desempeñan
un servicio muy importante entre Jehová y los seres
humanos que tienen Su aprobación (Juan 1:51).
8- ¿Por qué estaba Labán tan interesado en
recuperar los terafim robados? (Gén. 31:30-35.)
[17 de febr., it-2 pág. 177 párr. 2.]
(Gén. 31:30-35) Aunque realmente te has ido ya debido
a que has estado anhelando intensamente la casa de tu
padre, ¿por qué, sin embargo, has hurtado mis dioses?”.
31 En respuesta Jacob procedió a decir a Labán: “Fue
porque tuve miedo. Porque me dije: ‘Quizás arranques a
tus hijas de mí’. 32 Quienquiera que sea con quien halles
tus dioses, que no viva. Delante de nuestros hermanos,
examina por ti mismo lo que tengo conmigo, y
llévate[los]”. Pero Jacob no sabía que Raquel los había
hurtado. 33 De modo que Labán entró en la tienda de
Jacob y en la tienda de Lea y en la tienda de las dos
esclavas, pero no [los] halló. Por fin salió de la tienda de
Lea y entró en la tienda de Raquel. 34 Ahora bien,
Raquel había tomado los terafim, y recurrió a meterlos
en la cesta de la silla de montar las mujeres a camello, y
se quedó sentada encima de ellos. De modo que Labán
fue palpando por toda la tienda, pero no [los] halló. 35
Entonces dijo ella a su padre: “No chispeen de cólera los
ojos de mi señor, porque no puedo levantarme delante
de ti, porque estoy con lo que es común entre las
mujeres”. Así que él siguió escudriñando
cuidadosamente, pero no halló los terafim.
***it-2 pág. 177 Labán***
Labán estaba muy interesado en recuperar los terafim o
ídolos domésticos que Raquel, sin saberlo Jacob, había
robado. Pero no pudo encontrarlos, pues Raquel los
mantuvo escondidos. El que Labán se valiera de agüeros
y poseyera terafim puede indicar que los adoradores de
la Luna entre quienes moraba habían influido en sus
ideas religiosas. Sin embargo, debería tenerse en cuenta
que probablemente había otras razones, aparte de las
exclusivamente religiosas, por las que Labán estaba tan
ansioso de localizar y recuperar los terafim. Unas
tablillas desenterradas en Nuzi, cerca de Kirkuk (Irak),
revelan que, según las leyes que regían en tiempos
patriarcales en aquella zona en particular, si el esposo
de una mujer poseía tales ídolos domésticos, podría
comparecer ante un tribunal y exigir las propiedades de
su difunto suegro. Por consiguiente, quizás Labán pensó
que Jacob había robado los terafim con el fin de
desposeer más tarde a sus propios hijos. Este hecho
puede explicar por qué, cuando no localizó los dioses
domésticos, estaba tan ansioso de celebrar un acuerdo
con Jacob que asegurara que este no volvería con los
dioses domésticos después de la muerte de Labán para
privar de la herencia a sus hijos. (Gé 31:30-35, 41-52.)
9- ¿Qué aprendemos de la respuesta del ángel a
Jacob registrada en Génesis 32:29? [24 de febr.,
w13 1/8 pág. 10.]
(Gén. 32:29) A su vez, Jacob preguntó y dijo:
“Declárame, por favor, tu nombre”. Sin embargo, él dijo:
“¿Por qué preguntas por mi nombre?”. Con eso lo
bendijo allí.
***w13 1/8 pág. 10 ¿Por qué se omite el nombre de
algunos personajes de la Biblia?***
NUESTROS LECTORES QUIEREN SABER
¿Por qué se omite el nombre de algunos personajes de
la Biblia?
En el libro de Rut se llama Fulano a un hombre que
rehusó cumplir uno de los deberes que le exigía la Ley
mosaica (Rut 4:1-12). ¿Significa esto que las personas
que no se mencionan por nombre en la Biblia eran
malas o poco importantes?
De ningún modo. Veamos otro caso. Antes de su última
cena de Pascua, Jesús dijo a sus discípulos que fueran “a
la ciudad, a Fulano” (o según La Biblia de las Américas,
“a cierto hombre”) y prepararan su casa para la cena
(Mateo 26:18). ¿Debemos pensar que este hombre era
malo o demasiado insignificante? No. Él era sin duda un
discípulo de Jesús, pero no era indispensable mencionar
su nombre en el relato.
Es más, la Biblia menciona los nombres de muchas
personas malas, pero no el de muchas personas buenas.
Por ejemplo, todo el mundo sabe que la primera mujer
se llamaba Eva. Sin embargo, su egoísmo y
desobediencia contribuyeron a que Adán pecara, y las
consecuencias han sido desastrosas (Romanos 5:12).
Por otro lado, el nombre de la esposa de Noé no se
menciona en la Biblia a pesar de que fue una mujer
abnegada y obediente, que ayudó a su esposo a cumplir
su importante labor. Es obvio que la omisión de su
nombre no se debe a que haya sido insignificante o no
contara con el favor divino.
En la Biblia hay relatos de otras personas que, aunque
sus nombres no se mencionan, desempeñaron un papel
importante —incluso heroico— en el cumplimiento del
propósito de Dios. Pensemos en la niña israelita que era
sirvienta de la esposa de Naamán, comandante del
ejército sirio. Ella tuvo el valor de hablarle a su dueña
acerca del profeta de Jehová que estaba en Israel. Y
gracias a eso, se produjo un milagro (2 Reyes 5:1-14).
Otro ejemplo sobresaliente de fe es el de la hija de un
juez israelita llamado Jefté. Ella estuvo dispuesta a no
casarse ni tener hijos a fin de cumplir con un voto que
su padre había hecho (Jueces 11:30-40). Asimismo, se
desconocen los nombres de los compositores de más de
cuarenta salmos y los de algunos profetas fieles que
cumplieron importantes comisiones (1 Reyes 20:37-43).
Un ejemplo aún más extraordinario es el de los ángeles.
Aunque existen cientos de millones de ellos, la Biblia
solo menciona el nombre de dos: Gabriel y Miguel
(Daniel 7:10; Lucas 1:19; Judas 9). Los demás se quedan
en el anonimato. En cierta ocasión Manóah, padre de
Sansón, le preguntó a un ángel: “¿Cuál es tu nombre,
para que cuando se realice tu palabra ciertamente te
honremos?”, a lo que este respondió: “¿Por qué debes
preguntar acerca de mi nombre?”. Este ángel fue
modesto y se negó a recibir el honor que solo Jehová se
merece (Jueces 13:17, 18).
La Biblia no explica por qué se mencionan los nombres
de unos personajes y los de otros no. Sin embargo,
podemos aprender mucho del ejemplo de todos
aquellos que sirvieron a Dios sin ningún afán de
prominencia.
10¿Cómo podemos evitar consecuencias
parecidas a las que sufrió Dina? (Gén. 34:1, 2.) [24
de febr., w01 1/8 págs. 20, 21.]
(Gén. 34:1, 2) Ahora bien, solía salir Dina la hija de Lea,
que esta le había dado a luz a Jacob, para ver a las hijas
del país. 2 Y llegó a verla Siquem el hijo de Hamor el
heveo, un principal del país, y entonces la tomó y se
acostó con ella y la violó.
***w01 1/8 págs. 20-22 Dejemos que la fuerza de la
costumbre obre en favor de nosotros***
Ejemplos bíblicos de buenas y malas costumbres
A Noé, Job y Daniel se les favoreció con una relación
personal con Dios. La Biblia los ensalza “por su justicia”
(Ezequiel 14:14). Es significativo que la trayectoria de los
tres puso de manifiesto sus buenos hábitos.
A Noé se le ordenó construir un arca, una embarcación
más larga que un campo de fútbol y más alta que un
edificio de cinco pisos. Aquella formidable obra de
ingeniería hubiera abrumado a cualquier constructor
naval de la antigüedad. Noé, junto con los siete
miembros de su familia, construyó el arca sin
herramientas modernas y, además, predicó sin cesar a
sus contemporáneos. Y no dudamos de que también
atendió el bienestar físico y espiritual de su familia (2
Pedro 2:5). A fin de cumplir con todas estas tareas,
precisó buenos hábitos de trabajo. El relato bíblico dice
sobre él: “Andaba con el Dios verdadero. [...] Noé
procedió a hacer conforme a todo lo que le había
mandado Jehová” (Génesis 6:9, 22; 7:5). Puesto que,
según las Escrituras, fue “exento de falta”, con toda
seguridad siguió andando con Dios tras el Diluvio y
durante la rebelión contra Jehová que estalló en Babel,
hasta su muerte, a los 950 años de edad (Génesis 9:29).
Los buenos hábitos de Job lo hicieron un hombre “sin
culpa y recto” (Job 1:1, 8; 2:3). Solía oficiar de sacerdote
para su familia y ofrecer sacrificios a favor de sus hijos
después de los banquetes de estos, por si habían
“‘pecado y [...] maldecido a Dios en su corazón’. Así
hacía Job siempre” (Job 1:5). Sin lugar a dudas, las
costumbres centradas en la adoración de Jehová
ocupaban en aquella familia un lugar importante.
Daniel sirvió a Jehová “con constancia” durante toda su
dilatada vida (Daniel 6:16, 20). ¿Qué buenos hábitos
espirituales tenía? Por un lado, oraba con asiduidad.
Pese al decreto real que prohibió tal práctica, “tres
veces al día se hincaba de rodillas y oraba y ofrecía
alabanza delante de su Dios, como había estado
haciendo regularmente” (Daniel 6:10). No podía
renunciar a la costumbre de hablar con Dios, aunque
supusiera una amenaza para su vida. Sin duda, la
oración lo fortaleció durante su excepcional trayectoria
de integridad a Dios. Parece ser que este profeta
también tenía el buen hábito de estudiar las
emocionantes promesas de Dios y meditar
profundamente sobre ellas (Jeremías 25:11, 12; Daniel
9:2). Sus buenas costumbres contribuyeron en gran
manera a que permaneciera fiel hasta el mismo final de
su carrera.
El caso contrario es el de Dina. Un mal hábito le costó
caro: “Solía salir [...] para ver a las hijas del país”,
quienes no servían a Jehová (Génesis 34:1). Aunque era
algo aparentemente inofensivo, la llevó al desastre.
Primero, la violó Siquem, a quien se consideraba “el más
honorable de toda la casa de su padre”. Luego, la
reacción vengativa de dos hermanos suyos culminó con
el asesinato de todos los varones de una ciudad. ¡Qué
horrible resultado! (Génesis 34:19, 25-29.)
¿Cómo asegurarnos de que nuestros hábitos no nos
perjudiquen, sino que nos beneficien?
Pongamos las costumbres a nuestro servicio
“Los hábitos son el destino”, escribió un filósofo. Pero
no tienen por qué serlo, pues la Biblia indica con total
claridad que podemos optar por dejar los malos hábitos
y adoptar los que sean buenos.
Las buenas costumbres hacen más fácil mantener el
ritmo que impone el estilo de vida cristiano, que
además se hace más productivo. “El hábito de ceñirme
a un horario a fin de cumplir diversas tareas me ahorra
un tiempo valioso”, observa un cristiano griego llamado
Alex. Teófilo, un anciano de congregación, comenta que
la planificación le permite ser eficaz. “Estoy
absolutamente convencido —dice— de que no lograría
encargarme de mis deberes cristianos si no tuviera la
costumbre de planificarlo todo con cuidado.”
A los seguidores de Cristo se nos exhorta a que “sigamos
andando ordenadamente en esta misma rutina”
(Filipenses 3:16). Este texto transmite la idea de una
acción habitual que sigue un procedimiento
establecido. Los buenos hábitos son ventajosos porque
no tenemos que pausar y meditar para decidir cada
paso, pues ya hemos fijado un proceder que seguimos
por costumbre. Los hábitos arraigados se convierten
casi en un acto reflejo. Tal como los buenos hábitos de
un conductor prudente lo llevan a tomar decisiones en
décimas de segundo para eludir los peligros de la
carretera y proteger su vida, las buenas costumbres nos
permiten tomar con prontitud decisiones adecuadas en
nuestra carrera cristiana.
El escritor inglés Jeremy Taylor lo expresó así: “Las
costumbres son las hijas de la acción”. Si poseemos
buenos hábitos, no nos costará mucho realizar buenas
obras. Por ejemplo, para quien suele predicar
regularmente es más fácil y placentero salir al servicio
del campo. Leemos que los apóstoles, “todos los días en
el templo, y de casa en casa, continuaban sin cesar
enseñando y declarando las buenas nuevas acerca del
Cristo, Jesús” (Hechos 5:42; 17:2). En cambio, aquel
cuya presencia en el ministerio es solo ocasional tal vez
se ponga nervioso y necesite más tiempo hasta adquirir
confianza en esta vital obra cristiana.
Lo mismo puede decirse de otras actividades cristianas.
Los buenos hábitos nos ayudarán a ser constantes en
‘leer la Palabra de Dios día y noche’ (Josué 1:8; Salmo
1:2). Cierto cristiano tiene la costumbre de leer las
Escrituras durante veinte o treinta minutos antes de
acostarse. Incluso cuando está muy cansado, no puede
dormirse sin hacerlo. Ha de levantarse y satisfacer esa
necesidad espiritual, una buena costumbre gracias a la
cual lleva varios años leyendo toda la Biblia una vez cada
doce meses.
Nuestro Modelo, Jesucristo, solía asistir a reuniones en
las que se analizaba la Biblia. “Según su costumbre en
día de sábado, entró en la sinagoga, y se puso de pie
para leer.” (Lucas 4:16.) A Joe, un anciano con una
familia numerosa y una extensa jornada laboral, la
fuerza de la costumbre le hace necesitar y desear las
reuniones regularmente. “Este buen hábito me incita a
asistir —afirma—, lo que me da la fortaleza espiritual
que tanto necesito para superar desafíos y problemas.”
(Hebreos 10:24, 25.)
Tales hábitos son indispensables en la carrera cristiana
por la vida. Un informe de un país donde se ha
perseguido al pueblo de Jehová reseñó: “Quienes
poseen buenos hábitos espirituales y un profundo
aprecio por la verdad no tienen dificultad en
permanecer firmes cuando llegan las pruebas. En
cambio, los que ‘en tiempo favorable’ faltan a las
reuniones, son irregulares en el servicio del campo y
transigen en asuntos pequeños no soportan las pruebas
‘ardientes’” (2 Timoteo 4:2).
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