Resumen de circulación interna. Jacques Lacan; “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis” Este es el escrito más importante de Lacan sobre la psicosis y su tratamiento, que marcará un hito fundamental y una discontinuidad en la concepción psicoanalítica de las psicosis. Fue publicado por primera vez en 1959 y con posterioridad se lo incluyó en los Escritos en el año 1966, donde se agrega una nota al pie en la que se incluye al objeto a en el esquema R (ro). La cuestión preliminar que introduce Lacan en esta obra es la concepción de la forclusión del significante del Nombre-del-Padre y de sus consecuencias para la clínica. Es en los casos de psicosis donde se verifican clínicamente los efectos de dicha forclusión. Estos efectos son el déficit en el polo metafórico del lenguaje, los trastornos del lenguaje que de allí derivan, la consecuente ausencia de significación fálica en el decir del psicótico, pero sobre todo la inercia dialéctica que caracteriza al significante que viene al lugar de la metáfora cuando no hay metáfora. Esa inamovilidad dialéctica permite diferenciar al síntoma de la psicosis del síntoma de la neurosis. En la psicosis el síntoma es definible a partir de esto como un significante en lo real, que no remite a nada y que queda por fuera del juego de lo simbólico. Además este escrito introduce la concepción a formarse de la maniobra, en el tratamiento de las psicosis, de la transferencia. Esquema L (lambda) En este esquema Lacan muestra la supremacía de lo simbólico sobre lo imaginario. Hay prevalencia de la relación del sujeto, S, con el Otro, A, en el eje de lo simbólico, sobre la relación del yo, a´, con el otro imaginario, a (objetos). El yo, a´, es la resultante de las identificaciones imaginarias del sujeto, S, en el transcurso de su historia. Se considera la supremacía del eje de la relación del sujeto, S, con lo simbólico, sobre la relación imaginaria del yo, a´, con su imagen especular, a. En este esquema no se encuentra incluido lo real. Ninguno de los tres esquemas que se presentan en De una cuestión preliminar… (que fueron elaborados en los años 50´por Lacan) incluye al objeto a (objeto que participa de lo real, por lo tanto es diferente al a, otro imaginario de estos esquemas). A partir de los años 60´ Lacan anotará a ese otro imaginario i(a), es decir imagen del otro, mientras que el yo será correlativamente i´(a), justamente para diferenciar estos del objeto a que estará ocultado por ellos. “La condición del sujeto, S, (neurosis o psicosis) depende de lo que tiene lugar en el Otro, A. Lo que tiene lugar allí es articulado como un discurso (el inconsciente es el discurso del Otro)” (Lacan; Escritos 2 pág. 525). En ese discurso el sujeto se ve afectado y se refleja esta afectación en el modo en que el sujeto está estirado en los cuatro puntos del esquema L, de la siguiente manera: S sujeto en cuanto a su existencia. a los objetos del sujeto. a´ su yo, lo que se refleja de su forma en sus objetos. Donde aparece la angustia. A Otro. Lugar desde donde puede planteársele la pregunta por su existencia. No a nivel de la angustia (que se da en el yo), sino la pregunta ¿qué soy ahí?, referente a su sexo y su contingencia en el ser, a saber, qué es el hombre o mujer por una parte, por otra, qué podría no ser, ambas conjugando su misterio, y anudándolo en los símbolos de la procreación y de la muerte. Desde una lectura freudiana diríamos: la pregunta por la sexualidad y la muerte. Movimiento de direccionalidad de los componentes del esquema L En el eje simbólico S ← A, es donde se encuentra representado en este esquema el Inconsciente, que a su vez recibe la “influencia” del eje imaginario a´← a; sin embargo en esta época de la enseñanza de Lacan, el eje simbólico (el discurso del Otro, el inconsciente) predomina y prevalece sobre el eje imaginario, que está formado por la relación del yo con su imagen especular (objetos del mundo, pequeños otros). Cuando decimos que la pregunta ¿Qué soy ahí? se despliega en el campo del Otro, A, decimos que dicha pregunta se presenta en el Inconsciente (en el discurso del Otro). Incluso antes de un análisis, el cuestionamiento del sujeto está allí articulado con elementos discretos. Dichos elementos discretos son los que nos permiten, a través del análisis lingüístico, aislarlos a modo de significantes. Solo de esa manera aparece sin ambigüedad la función del significante, función de inducir en el significado la significación que da cuenta de la estructura del sujeto (eje simbólico). Es vital comprobar en la experiencia del Otro inconsciente en la que nos guía Freud que la pregunta (cuestionamiento: ¿qué soy ahí?) no encuentra sus lineamientos en la imagen, en cuestiones del orden cotidiano de la vida, sino en el discurso inconsciente del Otro. Pero además de lo expuesto hasta aquí agregamos que hay otro tipo de cuestionamiento que no sucede del modo anterior, sino que se trata de un cuestionamiento en relación a la existencia del sujeto en cuanto a la relación que este tiene con el mundo y con sus objetos (eje imaginario). Recordemos que la angustia se manifiesta a nivel de yo, a´, componente del eje imaginario, y esto llega al Sujeto del eje simbólico tal como se muestra en la direccionalidad de los vectores del esquema L. El cuestionamiento del sujeto en su existencia, leído desde el esquema L, tiene una estructura combinatoria y será el significante mismo que deberá articularse en el Otro con cuatro puntos esenciales. Para sostener esta estructura, encontramos los tres significantes en que podemos identificar al Otro en el complejo de Edipo. Bastan para simbolizar las significaciones de la reproducción sexuada, bajo los significantes de relación del amor y de la procreación. El cuarto término se encuentra representado por el sujeto en su realidad (ausente en el esquema L y que será incluida en el esquema R) y solo bajo el modo de muerto entra en el juego de los significantes, pero que se convierte en el sujeto verdadero a medida que ese juego de los significantes va a hacerle significar. Ese juego de los significantes está animado por toda la historia de la ascendencia de los otros reales (de la realidad, no de real) que la denominación de los Otros significantes implica en la contemporaneidad del Sujeto. Este juego estructura en el sujeto las tres instancias: yo (ideal), realidad y superyó. Entonces el sujeto entra en ese juego como muerto, pero será como vivo que jugará en su vida, usando un set de figuras imaginarias, seleccionadas de las relaciones anímicas y cuya elección implica cierta arbitrariedad, ya que tiene que cubrir el ternario simbólico (ver esquema R donde se explican los tres vértices del triángulo simbólico) en forma acotada. Para ello, la relación polar por la que la imagen especular (de la relación narcisista) está ligada como unificante al conjunto de elementos imaginarios llamado el cuerpo fragmentado, estará al servicio de la relación simbólica Madre─Niño 1. La pareja imaginaria del estadio del espejo, resulta ser adecuada para dar al triángulo imaginario la base que la relación simbólica pueda en cierto modo recubrir. Es por la hiancia que abre esta prematuración en lo imaginario que el sujeto es alienado a su propia imagen y, a su vez, esta hiancia produce la simbiosis imaginario─simbólico en la que se constituye como sujeto, como sujeto finito, como sujeto a la muerte. El tercer término del temario imaginario, aquel en el que el sujeto se identifica opuestamente con su ser de vivo, es la imagen fálica. Siguiendo esta articulación teórica podemos arribar a próximas postulaciones de Lacan en relación a la inscripción primordial en relación al DM y el sujeto X como incógnita, punto central de la diferenciación de las llamadas estructuras clínicas, que darán cuenta de las diferencias, con respecto a esta inscripción primordial, de neurosis, paranoia y esquizofrenia. Ver por ejemplo clase X del Seminario 5 de Jacques Lacan y el artículo de Colette Soler “El llamado esquizofrénico” en su libro “El inconsciente a cielo abierto de las psicosis”. 1 Con estos componentes y articulación, se procede al siguiente esquema. Esquema R (ro) En este esquema se incluye la realidad, R, que no estaba representada en el esquema L. En el R está engrosado el eje imaginario a´− a, que representa el velo narcisista. Este esquema representa las líneas del condicionamiento del objeto (perceptum), en cuanto que estas líneas circunscriben el campo de la realidad, pero que no dependen únicamente de este campo. Vértices del triángulo simbólico. I ideal del Yo. M significante del objeto primordial. P posición en A del Nombre-del-Padre, véase que el S, sujeto, se encuentra bajo el significante del falo, esto puede repercutir en el sostén del campo de la realidad. Vértices del triángulo imaginario. i el Yo. m la imagen especular. φ significante del falo, imagen fálica. Entonces en el R estarán presentes los mismos elementos que en el L, que son: S, A, a´ y a, pero distribuidos en tres zonas que son las de lo imaginario, lo simbólico y la realidad, esta última ubicada entre imaginario y simbólico. Por fuera del esquema encontramos algunas notaciones: P, significante paterno, que es un significante que regula al Otro A como lugar del lenguaje, proporcionándole una legalidad. Por la metáfora paterna decimos que A es sustituido por P. La operación del significante paterno repercute también en el triángulo imaginario en el vértice donde se induce φ (phi minúscula) como significación. El falo es la significación que surge como efecto de la metáfora paterna y esa significación sustituye a la existencia sin sentido del sujeto (rechazada a lo real, por esa falta de sentido, lo real es lo que no tiene ningún sentido). El falo sustituye al sujeto, así es en el inconsciente del neurótico. Tanto el otro imaginario, a, como el yo, a´, tienen una estructura de conjunto o serial: El otro imaginario a abarca el segmento i – M, es decir la serie de los objetos imaginarios que van desde la imagen especular narcisista i, pasando por los semejantes a los que se identificó el sujeto durante su historia, hasta la madre M que es el significante (significante que está en el triángulo simbólico) por el que la relación del sujeto con el ternario simbólico M – I – P se degrada en la relación dual del sujeto con la madre. Entonces en i – M (a) se pueden situar de i - M, o sea en a, las combinaciones: Si, Sa¹, Sa², San, SM; donde se colocan las figuras del otro imaginario. El yo a´ también tiene una estructura serial, porque va desde m, como resultado primitivo de la identificación especular, hasta la identificación paterna I del ideal del yo (que es un elemento de lo simbólico). Entonces en m – I (a´) Sm, Sa¹, Sa², San, SI; combinación en las que el yo se identifica desde lo especular hasta la identificación paterna del ideal del yo, I. Este esquema permite demostrar las relaciones que se refieren a los estadios pregenitales en cuanto que se ordenan en la retroacción del Edipo. Todo el problema de las perversiones (sexualidad infantil) consiste en concebir cómo el niño, en su relación con la madre, se identifica con el objeto imaginario de ese deseo (deseo de la madre), en cuanto que la madre misma lo simboliza en el falo. Lo más importante aquí es el falocentrismo, esa dialéctica que se da y que a su vez está condicionada por la intrusión del significante en el psiquismo del hombre. Freud descubrió esta función imaginaria del falo como pivote del proceso simbólico que lleva, en los dos sexos, al cuestionamiento del sexo por el complejo de castración. Los postfreudianos, redujeron la importancia de la función imaginaria del falo (la redujeron a objeto parcial) y sin embargo tiene la mayor de las relevancias, ya que es motor del proceso simbólico (relación S-A). Ahora bien, es en la economía subjetiva (subjetividad del S) tal como la función imaginaria del falo está gobernada por el Inconsciente, una significación que no es evocada sino por lo que llamaremos una metáfora, precisamente, la metáfora paterna. La atribución de importancia al padre (como necesario en la procreación) solo tiene sentido en relación al efecto del significante, el significante del Nombre−del−Padre. “No hay ninguna necesidad de un significante para ser padre o para estar muerto, pero sin significante, nadie, en esas dos formas de ser, sabrá nunca nada”. Freud liga la aparición del significante del Padre, en cuanto autor de la Ley, con la muerte, incluso con el asesinato del Padre, mostrando así que si ese asesinato es el momento fecundo de la deuda con la que el sujeto se liga para toda la vida con la Ley, el Padre simbólico en cuanto que significa esa Ley es el Padre muerto. Hablando ahora precisamente de la realidad, R, decimos que se inscribe entre los dos triángulos, el de lo simbólico y el de lo imaginario. Dentro de esa zona trapezoidal llamada R en la figura, deben ser ubicados los objetos del mundo, los objetos perceptibles. Esas líneas definen el límite de lo audible y lo visible. Esto indica que la realidad no es lo real. La realidad es lo que está en lugar de lo real por la textura que lo simbólico y sus efectos imaginarios imponen a la percepción. En la nota a pie de página número diecisiete de la Cuestión preliminar, Lacan se pregunta por la inclusión del objeto a en este esquema R. Esta es una nota posterior a la publicación de este escrito, cuando el objeto a ya había sido formalizado por Lacan, resuelve esta ubicación del siguiente modo. El objeto a está afuera de la realidad, porque no es un objeto de la percepción, está fuera del alcance de los sentidos. A su vez el objeto a aporta al campo de la realidad la constitución de la realidad misma, a partir de que él se extrae de ella. “El campo de la realidad no se sostiene sin la extracción del objeto a, que sin embargo lo enmarca”.