Subido por Daniel Camera

2. Concepto de desarrollo embrionario y diferenciación sexual

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Guía de Trabajos Prácticos Nº 1.
Cátedra de Teriogenología.
Facultad de Cs Veterinarias. UNNE. 2015.
Concepto de desarrollo embrionario y diferenciación sexual
Una vez que se ha producido la fecundación, se presenta un proceso de clivaje o
división mitótica del cigoto, dando lugar a los denominados períodos de crecimiento Ovular,
Embrionario y Fetal, que corresponden a etapas diferentes de desarrollo del embrión (Figura
N°2).
El periodo ovular se extiende hasta el día 16, en el cual el concepto no es fácilmente
reconocible como miembro de una especie en particular. La primera división o clivaje genera
dos células cada una de las cuales se denomina blastómero; estas divisiones son mitóticas y
cada blastómera recibe la distribución cromosómica completa. Las segmentaciones iniciales
son simultáneas para posteriormente dividirse de manera independiente entre sí. Por lo tanto,
el periodo ovular comprende las fases de Segmentación y Gastrulación.
El periodo embrionario es la fase de crecimiento y desarrollo de todos los órganos u
organogénesis, además de los diferentes sistemas. Igualmente se efectúa la implantación y el
desarrollo de la placenta o placentación, extendiéndose hasta el día 45 postfecundación.
El periodo fetal es una etapa en la que aumentan de tamaño los diferentes órganos y sistemas,
así como la adaptación del nuevo individuo para su nutrición, por intermedio de la placenta
definitiva, extendiéndose hasta el nacimiento (Gaona, 2014).
Determinación del sexo cromosómico
A inicios del siglo XX, con el descubrimiento de los cromosomas humanos y de otros
mamíferos se estableció la importancia de los cromosomas sexuales X e Y, siendo el Y el
responsable por la generación de productos del sexo masculino (Palma, 2008). En mamíferos
euterianos se determinó que la diferenciación sexual es un proceso secuencial que se inicia con
el establecimiento del sexo genético o cromosómico (cromosomal) en el momento de la
fecundación (XX o XY). El espermatozoide portador del cromosoma Y determinara la
formación de un individuo del sexo masculino y el espermatozoide portador de X uno de sexo
femenino. La primera fase de la diferenciación sexual es denominada determinación primaria
del sexo y cuando tiene lugar la organogénesis gonadal, en función del sexo genético del
embrión, culminando con la formación del fenotipo sexual. Cada etapa de este proceso es
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dependiente de la etapa precedente y, en circunstancias normales, el sexo cromosómico está de
acuerdo con el sexo fenotípico (Jost y col., 1973; George y Wilson, 1994).
En los mamíferos euterianos, el cromosoma X es grande, representa 5% del genoma haploide
y es portador de genes que codifican numerosas funciones específicas. En tanto, el cromosoma
Y es uno de los menores cromosomas de la mayoría de los mamíferos euterianos, representa
solamente el 2% del complemento haploide y la porción distal está compuesta por secuencias
repetidas y no codificantes (Graves y Shetty, 2001).
Una teoría que fue muy discutida durante los años 70 y 80 fue que el inductor primario de la
diferenciación de los testículos seria el antígeno de histocompatibilidad (H-Y) una proteína de
superficie. Actualmente existen evidencias considerables que la relación entre la expresión del
antígeno H-Y y el desarrollo de los testículos no es una causa y efecto. Por lo tanto, en
mamíferos la determinación del sexo tiene lugar a través del desarrollo de los testículos por la
presencia de un gen o genes localizados en el cromosoma Y.
En el cromosoma Y se localiza un gen, El gen SRY (del inglés sex-determining region Y),
descubierto
en
1990,
es
un gen de
determinación
sexual
en
los mamíferos marsupiales y placentarios localizado en el brazo corto del cromosoma Y.
Codifica la proteína TDF (testis-determining factor), también conocida como SRY, una de las
responsables
de
que
las
aproximadamente
4000 células
germinales de
los órganos
genitales del embrión empiecen a formar los testículos. Su ausencia, una mutación que afecte el
marco de lectura del gen o una translocación al cromosoma X, generan individuos XX
masculinos e individuos XY femeninos (Berta y col., 1990; Wallis y col., 2008; Mittwoc, 1988).
Pese a ser un factor determinante, el gen SRY se transcribe solo en el desarrollo embrionario y
exclusivamente en células que van a formar los testículos; su expresión desencadena la
expresión de muchos otros genes que también intervienen en el proceso y luego se desactiva
permanentemente. Probablemente la expresión de SRY no es requerida para el mantenimiento
del estado diferenciado. Posiblemente el SRY ejerce su función a través de la activación de
varios genes involucrados en el sistema de cascada que conducen a la diferenciación de las
gónadas a testículos. Se desconocen aún que genes están involucrados en el proceso de
regulación de SRY. Tampoco la interacción con otros factores en su función determinante del
sexo no está completamente esclarecida (Veitia y col., 1997). Aun cuando no se ha esclarecido
el mecanismo de regulación genética de la determinación gonadal, una manera de aproximarse
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al entendimiento del mismo, es determinar las condiciones bajo las cuales el sexo gonadal
puede ser revertido experimentalmente. Una segunda aproximación es identificar aquellas
mutaciones, capaces de revertir el sexo gonadal. Estas mutaciones estarían presentes en
individuos XX de sexo gonadal masculino y en individuos XY de sexo gonadal femenino.
Diferenciación gonadal
En el feto el aparato reproductor consta de dos gónadas sexualmente indiferenciadas, dos
pares de conductos, un seno urogenital, un tubérculo genita y pliegues vestibulares. Este
sistema se origina básicamente de dos bordes germinales en el lado dorsal de la cavidad
abdominal, y puede diferenciarse en un aparato masculino o femenino, una condición
denominada bisexualidad embrionaria. El sexo del feto depende de mensajes genéticos,
gonadogénesis y formación y maduración de órganos reproductivos accesorios. La expresión
del sexo genético es un proceso de desarrollo que depende del funcionamiento de las gónadas
fetales y, a veces, del funcionamiento de la corteza suprarrenal (Figura N° 1) (Hafez, 1996).
1- La Gónada Indiferenciada
La primera manifestación de las gónadas se aprecia en un embrión en forma de un par de
eminencias longitudinales llamadas crestas o pliegues gonadales. Situadas a ambos lados de la
línea media entre los mesonefros (riñón en desarrollo) y el mesenterio dorsal. En los
embriones de los mamíferos, las células genitales primordiales aparecen en etapas muy
tempranas del desarrollo. Son células grandes, de citoplasma claro y núcleo grande y redondo,
localizadas en la pared del saco vitelino, cerca del alantoides. Estas células tienen gran
capacidad de proliferación y van a migrar desde el endodermo del intestino y el epitelio del
saco vitelino, a través del mesenterio, hasta las crestas gonadales. Esto ocurre hacia el día 26 de
la gestación en el bovino. Su migración se realiza gracias a movimientos de translocación
pasiva y desplazamiento amiboideo activo y algunos autores hablan también de una sustancia
quimiotáxica positiva, denominada “teleferón”, que colabora con este mecanismo. Se
desconoce el mecanismo por el cual estas células son dirigidas hacia las crestas gonadales. Por
lo tanto, la gónada primitiva está integrada por dos tipos de tejidos: Una formadas por las
células germinales primordiales (precursoras de los gametos masculinos o femeninos), rodeadas
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de células somáticas de las que posteriormente se derivarán las células de Sertoli en el macho y
las células de la granulosa en la hembra. El tejido que formará el estroma de la gónada: tejido
conectivo, vasos sanguíneos y las células intersticiales con actividad esteroidogénicas (células de
Leydig en el testículo y la teca interna del ovario). El epitelio de las crestas gonadales prolifera y
junto con el parénquima subyacente se forman varios cordones irregulares denominados
cordones sexuales primitivos, que poco a poco rodean a las células sexuales primordiales
invasoras. En este momento las gónadas son indiferenciadas y bipotencialmente sexuales.
Siendo imposible diferenciar una gónada masculina de una femenina. En esta etapa ya se
encuentran presentes las estructuras de las cuales se desarrollan los conductores
mesonéfricos o de Wolf y los conductos paramesonéfricos o de Müller (Amaya, 2008).
2- Diferenciación Gonadal
La gónada primitiva consta anatómicamente de una médula (interna) y una corteza (externa) y
conforme al lugar en donde ocurra la colonización de las células germinales se diferenciará en
testículo u ovario, respectivamente. En el testículo las células germinales se localizan en la
medula y en el ovario en la corteza. En el macho los cordones sexuales primarios dan origen a
los túbulos seminíferos, que contiene el epitelio que producirá los espermatozoides al llegar a la
pubertad. En la hembra cordones epiteliales se fragmentan, de tal manera que cada ovocito
queda rodeado de células epiteliales cubiertas por una lámina basal delgada. Para que la gónada
primitiva se desarrolle en testículo es indispensable la presencia de cromosomas Y,
independientemente del número de cromosomas X que contenga el genoma de un individuo.
Los genes determinantes de un testículo se encuentran localizados en el cromosoma Y, ya que
se ha identificado una proteína de superficie con capacidad de antigénica presente sólo en las
células masculinas. El cromosoma X también es importante en la diferenciación gonadal,
debido a que en la hembra (cariotipo XX) tiene que ocurrir la inactivación de uno de los
cromosomas sexuales X para que se mantenga el equilibrio génico en ambos sexos al igualar el
contenido de ADN de los cromosomas. Este cromosoma inactivado constituye el llamado
corpúsculo de Barr. Sin embargo, para que la meiosis se efectúe se necesita de los cromosomas
X activos en los ovocitos para asegurar la diferenciación ovárica y la fertilidad (Amaya, 2008).
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3- Diferenciación de los Conductores Sexuales
El embrión posee además de las gónadas indiferenciadas, dos sistemas de conductos, los de
potencialidad femenina o conductos de Müller o paramesonéfricos. Si la diferenciación gonadal
ha conducido a la formación de un testículo, a partir del conducto mesonéfrico o de Wolff se
desarrollaran los conductos eferentes, el epidídimo, los conductores deferentes y las vesículas
seminales. Las hormonas importantes en el desarrollo del aparato genital masculino son la
testosterona, producida por las células de Leydig y su forma 5œ reducida, la
5œdihidrotestosterona. Se cree que la testosterona sea responsable de la virilización de los
conductos de Wolff y la dihidrotestosterona de los órganos genitales externos. En el macho los
conductos de Müller se atrofian debido a la acción de una hormona fetal de origen testicular
denominada hormona inhibidora de las estructuras de Müller (HIM). La diferenciación
de los órganos genitales de la hembra ocurre en forma Pasiva, ya que la ausencia de testículo y
por lo mismo de la hormona inhibidora de los conductos de Müller (HIM), así como de los
andrógenos virilizantes, favorece el desarrollo de los conductos de Müller, mientras que los de
Wolff sufren atrofia. Los conductos de Müller en la hembra forman los oviductos, el útero y la
parte craneal de la vagina (Amaya, 2008).
.
Por lo tanto, dependiendo del sexo gonadal, uno de los sistemas de gonoductos se diferenciará,
mientras el otro experimentará una regresión, dando lugar a la formación del tracto
reproductor y en consecuencia a la expresión del sexo fenotípico.
1. Gónadas: las gónadas se forman a partir de un grupo de grandes células
granulares de saco vitelino que invaden los bordes germinales. En la hembra
suceden dos invasiones. La inicial es abortiva, pero la segunda da por resultado
la formación de los cordones sexuales, que más tarde se diseminan en sentido
ascendente hacia el interior de las células germinales primordiales (oogonios).
Los cordones sexuales de la hembra se denominan cordones medulares; los del
macho
son
los
túbulos
seminíferos.
Los
testículos
se
desarrollan
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primordialmente a partir de la médula de la gónada sexualmente indiferenciada,
mientras que el ovario surge principalmente de su corteza.
2. Conductos reproductivos: los conductos de Wolff y los de Müller están
presentes ambos en el embrión sexualmente indiferenciado. En la hembra, los
de Müller se transforman en un sistema gonadoductal y los de Wolff se
atrofian; lo opuesto ocurre en el macho. Los conductos de Müller de la hembra
se fusionan caudalmente para formar un útero, un cuello uterino y la parte
anterior de la vagina. En el feto masculino los andrógenos testiculares influyen
en la persistencia y el desarrollo de los conductos de Wolff y la atrofia de los de
Müller.
3. Seno urogenital: El seno urogenital da origen al vestíbulo. Los pliegues que
rodean el seno forman los labios de la vulva. El falo femenino o clítoris,
homólogo del pene masculino, aumenta poco de tamaño.
Figura N° 1: Diferenciación gonadal (George y Wilson, 1988).
Diferenciación Sexual del Hipotálamo
Los procesos de diferenciación sexual no se limitan únicamente a las células somáticas del
organismo del feto, sino que incluyen también a los centros nerviosos superiores del cerebro.
De la misma manera en que la gónada y los conductos sexuales se desarrollan hacia el tipo
femenino o masculino se ha propuesto que el cerebro puede ser “masculinizado” o
permanecer “feminizado” La diferenciación del hipotálamo va a depender del ambiente
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esteroidal del neonato y ocurre en la etapa perinatal. Estos eventos serán de gran trascendencia
en la vida reproductiva del individuo. Tanto la hembra como el macho nacen con la capacidad
de secreción de gonadotropinas de acuerdo con un patrón cíclico, sin embargo, en el macho la
exposición del hipotálamo a la acción de los andrógenos testiculares durante los primeros días
de la vida extrauterina causa la masculinización, con lo cual el hipotálamo del macho se
programa para que la secreción de gonadotropinas, por parte de la hipófisis, se realice a un
ritmo relativamente constante (secreción tónica). En la hembra tanto la secreción tónica como
clónica, se conservan. La inyección de testosterona o el trasplante de testículo en la rata
hembra, durante los primeros días de vida suprimen su futura actividad estral. Por otra parte, si
se trasplantan ovarios a la rata macho normal castrada en la edad adulta, el animal no desarrolla
ninguna actividad cíclica, pero si los machos trasplantados se castran al nacer, el ovario es
capaz de efectuar cambios cíclicos y ovulaciones. Esto ha sido demostrado en roedores, pero
no en animales domésticos o en la especie humana. Por lo tanto, el patrón de secreción de
gonadotropinas, ya sea cíclico o tónico, no depende de la hipófisis, sino del hipotálamo y su
correcta diferenciación (Amaya, 2008).
Figura
N°
2:
Proceso
de
determinación
de
sexo
(http://www.mun.ca/biology/scarr/4241_Devo_MammalSex.html).
en
mamíferos
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male: macho
Leydig cells: células de Leydig
inmature male genitalita: genitales masculinos inmaduros
extern sex characteristics: características sexuales externas
adult phenotype: fenotipo adulto
female: hembra
testosterone: testosterona
testis: testículos
cortex: corteza
ovary: ovario
MRF: Factor de regresión malheriana (HIM)
chromosome with Y genes: cromosoma Y con genes.
Freemartinismo en bovinos
Durante la fase embrionaria de los rumiantes puede generarse la anomalía conocida como
freemartinismo, a partir de la cual se produce una hembra usualmente infértil proveniente de
gestación gemelar con un macho. El desarrollo de los órganos reproductivos femeninos se ve
suprimido en diferentes grados, dando paso al desarrollo del tracto reproductivo masculino y
de un fenotipo generalmente masculinizado (Brace y col., 2008). Los individuos freemartin son
el resultado de la anastomosis de los vasos placentarios, que conlleva a una circulación común
entre los embriones que permite que la diferenciación sexual del macho, anterior a la de la
hembra, interfiera con el desarrollo normal del tracto reproductivo de ésta (Moncaleano y col.,
2006). En la presente revisión se resaltan los diversos sucesos que ocurren en la generación de
individuos freemartin, los cuales pueden utilizarse para detectar esta anomalía y se relacionan
con los diferentes métodos diagnósticos que se utilizan en la actualidad, incluyendo el examen
clínico, el análisis citogenético (Peretti y col., 2008), las pruebas serológicas, la hibridación
fluorecente in situ (Sohn y col., 2007) y la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) (Brace y
col., 2008). El término freemartin se aplica a una vaca estéril concebida en una gestación
múltiple que involucre individuos de ambos sexos, en la que en más del 92% de los casos se
presenta anastomosis vascular placentaria (Figura 3) antes de la diferenciación sexual, entre los
30 y 40 días de gestación, originando un intercambio de células (quimerismo hematopoyético)
y sustancias plasmáticas (v. gr. hormonas) que llevan a la hembra a un estado intersexual, en
donde los genitales externos son morfológicamente femeninos y los genitales internos
presentan un grado de afectación variado, en donde es característica la hipoplasia gonadal, la
represión de los conductos de Müller, la masculinización de las gónadas y la estimulación de
los conductos de Wolf (Ayala y col., 2007).
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Figura N° 3: Anastomosis placentaria en una gestación gemelar de una hembra y un macho
bovino (Wilkes, 1981).
Para que se genere freemartinismo en los bovinos son necesarios diversos sucesos. Primero
que dos óvulos sean fertilizados generando gemelos dicigotos; segundo, que uno de los
embriones sea homogamético (XX) y el otro heterogamético (XY), y por último que se
produzca fusión placentaria durante la gestación temprana, llevando a la anastomosis de vasos
sanguíneos corio-alantoideos, entre los dos embriones (Hunter, 1995). Esta anastomosis ocurre
antes del inicio o durante la diferenciación sexual, permitiendo el intercambio de células
sanguíneas precursoras entre los gemelos y generando quimerismo cromosómico, ya que cada
gemelo posee células procedentes de cigotos diferentes tanto XX como XY. En este punto la
hormona anti-mulleriana (HAM), producida por las gónadas del macho, se transfiere a la
hembra. Teniendo en cuenta esta transferencia celular y hormonal, se han generado dos
hipótesis para la inhibición del desarrollo normal del conducto de Müller o paramesonéfrico en
el tracto reproductivo de la hembra gemela (Hinrichs y col., 1999).
La teoría hormonal de Lillie (James y Dove, 1996) demostró la unión del sistema circulatorio
entre dos embriones bovinos, postulando que las hormonas procedentes del macho eran las
responsables de la inhibición del desarrollo sexual de su hermana gemela. Durante la
diferenciación sexual, el tracto genital masculino empieza a desarrollarse en el día 40 de
gestación, es decir, más tempranamente que el de la hembra que empieza a diferenciarse hacia
el día 60. Este hecho permite que la HAM secretada por las células de Sertoli, desarrolladas en
el macho, sea transportada por la circulación común de los gemelos hasta las células
mesenquimales localizadas junto al conducto de Müller, en las cuales actúa un gen que se
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expresa como receptor específico de esta hormona, generando regresión del tracto genital
femenino. Cabianca y col. (2007) demostraron que las gónadas masculinizadas en las hembras
freemartin tienen un papel activo en la producción de la hormona antimuleriana, por lo que el
efecto de inhibición del conducto de Müller se da tanto por la HAM procedente del gemelo
macho como por la producida por las gónadas de la misma hembra freemartin.
Por otra parte, la teoría celular propone que la presencia del quimerismo cromosómico en los
animales freemartin demuestra que además de hormonas se intercambian células entre los
gemelos dicigotos ( James y Dove 1996). Es así como después de numerosos experimentos
(Wachtel y col., 1975 en McFeely 1990, Onho y col. 1976 en McFeely 1990) postuló la
hipótesis del origen celular del freemartinismo refiriéndose a la transferencia de células
masculinas portadoras del cromosoma Y del macho a su gemela, debido a que en este
cromosoma se encuentra el gen Sry (región Y de determinación sexual). Según Cavalieri y Farin
(1999) en este cromosoma también se encuentra el gen que codifica al antígeno H-Y (Ag H-Y),
el cual actúa como iniciador de la diferenciación testicular; este Ag H-Y fue relacionado con el
desarrollo testicular debido a que está presente en machos y en animales freemartin y por el
contrario no se encuentra en hembras normales, lo cual sugiere que la formación del tracto
genital masculino requiere la presencia del H-Y y el tracto femenino se desarrolla en ausencia
de este (McFeely, 1990). Por otra parte se debe tener en cuenta que en la pareja de gemelos no
solo la hembra se ve afectada por la anastomosis placentaria, ya que en machos quiméricos se
reporta disminución de la fertilidad y una menor concentración y motilidad espermática, las
cuales han sido relacionadas con disminución de la actividad de los túbulos seminíferos
causada posiblemente por transmisión de la línea de células germinales XX provenientes de su
hermana gemela (Rejduch y col., 2000).
Diagnóstico de animales freemartin
Teniendo en cuenta el efecto adverso que tiene la circulación común entre gemelos de
diferente sexo, el diagnóstico de bovinos con quimerismo cromosómico es de especial interés
para los productores de leche, debido a que esto permite proceder a la eliminación de los
animales estériles o subfértiles (Jiménez, 2000). La identificación de una hembra freemartin se
realiza mediante la aplicación de métodos diagnóstico que van desde el examen clínico hasta
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pruebas moleculares de identificación de ADN. En más del 80% de los casos, los animales
normales y freemartin pueden ser diferenciados con base en los hallazgos de un examen clínico
mediante palpación rectal. Sin embargo la gran variabilidad en la estructura anatómica del
tracto reproductivo de las hembras freemartin, que puede ir desde un fenotipo femenino de
conformación corporal aparentemente normal, con una vagina ciega o un poco más corta de lo
normal, estructuras uterinas y ovarios, hasta acercarse a un fenotipo totalmente masculino con
presencia de prepucio primordial, hemipene o testículos (Peretti y col., 2008). Cuando el grado
de masculinización es muy extenso, el desarrollo del tejido testicular produce cantidades
suficientes de hormona masculina, para generar algunas características secundarias y
comportamiento sexual masculino, produciendo hembras que son comúnmente utilizadas para
detectar celo (Ayala y col., 2007). Esta variabilidad, que depende del momento de desarrollo
embrionario en que se produce la anastomosis vascular, puede hacer que en algunos casos los
diagnósticos sean equivocados, ya que pueden encontrarse gemelos heterosexuales que no
presentaron anastomosis vascular de placentas y que siendo fértiles se eliminan, con la
consecuente pérdida de potencial genético (Jiménez, 2000). El desarrollo de pruebas
moleculares como la técnica de Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR) y el uso de
secuencias específicas de ADN del cromosoma Y, constituyen un significativo avance en la
detección del freemartinismo, en especial cuando se presenta una ternera que tiene pocas
células con complemento cromosómico XY, ya que la PCR es un método in vitro altamente
sensible que permite producir grandes cantidades (millones o billones) de copias exactas de un
fragmento de ADN específico de longitud definida a partir de pequeñas cantidades de ADN. A
pesar de que la proporción de células XY sea diferente en cada caso, los métodos moleculares
permiten diagnosticar el individuo freemartin. Esta técnica permite detectar la presencia de
alelos relacionados con la determinación sexual en el ADN del individuo afectado, ofreciendo
una alta confiabilidad, dado que puede detectarse la presencia de una secuencia en una célula
afectada dentro de la muestra (Valencia y col., 2005). La incidencia de gemelación en ganado
lechero va del 2.5 al 5.8%, con una variación que va desde el 1% en el primer parto, hasta casi
el 10% en las gestaciones posteriores. El efecto del número de partos en la tasa de gemelación
no se entiende con claridad pero se puede explicar por una habilidad incrementada de vacas
mayores para soportar gemelos durante la gestación, un aumento en la tasa de doble ovulación
o una interacción de ambos factores. Además, la incidencia de la doble ovulación en las vacas
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lecheras en lactancia es de aproximadamente el 14% (Fricke y vol., 1998). Proporcionar dietas
de mayor energía a las vacas de alta producción lechera puede incrementar la incidencia de
doble ovulación y por lo tanto la tasa de gemelación (Kinsel y col., 1998). Teniendo en cuenta
que en la actualidad el mejoramiento genético animal tiende a una mayor producción láctea
sería posible que también aumentaran los casos de partos gemelares y con estos la presentación
de freemartinismo.
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