Subido por baker_boy

Guillén. La polarización y el...

Anuncio
LA POLARIZACIÓN Y EL COMPORTAMIENTO DE LOS
PARTIDOS POLÍTICOS EN PUEBLA (2010-2011)
Por: José Alejandro Guillén Reyes
Abstract
En el Estado de Puebla, la puesta en marcha de una coalición de
partidos dirigida desde sus cúpulas nacionales para enfrentar y derrotar
electoralmente al Partido Revolucionario Institucional, está teniendo
consecuencias tanto de corto como de largo plazo para la vida política no sólo
de la entidad sino de todo el sistema político a nivel nacional. Estamos
viviendo una etapa transitoria en la que están quedando atrás las identidades
ideológicas (sobreviviendo sólo algunos temas irreductibles) y se están
asumiendo posiciones más tendientes a ganar el proceso electoral en turno,
con las consecuencias que esto tiene en la conformación y actuación de los
congresos y su relación con el poder ejecutivo. En efecto, el triunfo de la
coalición “Compromiso por Puebla” abre un lapso de tiempo en el que las
identidades ideológicas de los partidos se mezclan y diluyen en el momento de
asumir posiciones en el congreso local, esperando a que se den los nuevos
tiempos electorales para marcar sus diferencias. Los partidos políticos en
Puebla parecen transitar de una “Polarización Ideológica” a una “Polarización
Electoral”. La primera es más prolongada en el tiempo y se refleja en
comportamientos gubernamentales o legislativos; la segunda, si bien no
elimina del todo determinadas posiciones ideológicas, se da sólo en intervalos
de tiempo específicos: las campañas políticas.
Objetivo
Este es un breve ensayo exploratorio que tiene por fin poner a consideración
algunos elementos teóricos aportados por Giovanni Sartori y Giacomo Sani
que permitan analizar cualitativamente –y a manera de introducción- el tipo de
polarización del sistema de partidos que se está construyendo en México,
particularmente en Puebla, a raíz del experimento electoral del año 2010 y
reconocer algunos parámetros para establecer el tipo de polarización de los
partidos.
1
Giovanni Sartori y Giacomo Sani: La Polarización y los Partidos Políticos
Sobre el tema de la “polarización” es inevitable recordar aquellas
reflexiones que el politólogo italiano Giovanni Sartori realizaba en el año de
1980 en comunión con Giacomo Sani, en dónde la pregunta central era (y
sigue siendo) ¿Por qué el sistema democrático tiene éxito en algunos casos,
mientras que en otros tropieza o de plano fracasa? En ese ensayo que
posteriormente se publicó con el título “Polarización, Fragmentación y
Competición en las Democracias Occidentales”, Sartori y Sani observaban que
para la década de los cincuenta prevalecía la idea de que la fragmentación de
una democracia en partidos políticos era inversamente proporcional a la
estabilidad de su sistema, es decir, a mayor fragmentación en partidos
políticos menor estabilidad del sistema democrático
Sin embargo, al inicio de la década de los setenta tal afirmación era
cuestionada particularmente por Lijphart: un sistema democrático puede ser
fragmentado y estable (Sartori, 2003. P. 413).
Recuerdan Sartori y Sani:
“(…) en los años cincuenta se afirmó la tesis de que las democracias
que funcionaban eran bipartidistas, o por lo general democracias con
relativamente pocos partidos, mientras que los sistemas demasiado
fragmentados generaban gobiernos inestables, efímeros y ampliamente
incapaces de gobernar. Esta tesis ha sido posteriormente refinada y modificada
–por Lijphart entre otros-. Demasiados partidos son ciertamente excesivos;
pero el número de partidos no es la variable decisiva; lo es, por el contrario, la
polarización del sistema, y por lo tanto la distancia ideológica1 o de todo tipo
que separa a los partidos y a sus electores (…) Si se reduce a los partidos y
permanece la polarización, entonces no hay ganancia, y de este modo se puede
agudizar la conflictividad”. (Sartori, 1992. Pp. 40-41)
1
Subrayo esta expresión que es fundamental en el desarrollo de este ensayo.
2
Lo que se debe observar principalmente es si el sistema de partidos (y
sus posibles coaliciones) está separado por partidos distantes, o bien, si dichas
coaliciones se forman entre partidos próximos o amalgamables:
“Si el espacio competitivo es extenso, entre unos polos lejanos entre sí,
entonces la competencia de partidos está expuesta a tentaciones centrífugas, el
desacuerdo prevalece sobre el acuerdo, el sistema se convierte en „bloqueado‟,
y por lo tanto funciona con dificultad. Si, por el contrario, el espacio
competitivo es exiguo, entonces la competencia tiende a ser centrípeta, la
belicosidad bloqueante „no compensa‟, y el sistema permite la
gobernabilidad”. (Sartori, 1992. P. 41)
Los autores italianos, a través de su escrito, se propusieron entonces
mostrar:
1.- Que los sistemas de partidos (particularmente en Europa Occidental
y en Estados Unidos) varían considerablemente en términos tanto de
fragmentación como de polarización,
2.- Que el grado de fragmentación de un sistema no constituye un
indicador seguro en cuanto a su polarización, y más concretamente que:
a) Algunos sistemas fragmentados muestran grados de polarización
aproximadamente similares a los de sistemas con fragmentación escasa o
inexistente.
b) Aquellos sistemas en los que los mecanismos democráticos han
funcionado relativamente bien a pesar de la fragmentación de sus sistemas de
partidos, son también aquellos caracterizados por un grado bajo o moderado
de polarización.
Por otro lado, para determinar el grado de polarización de los diversos
sistemas de partidos, nuestros autores establecieron el continuum izquierdaderecha basados en la “autosituación” de los simpatizantes de los diversos
partidos. Es decir, evaluaron la polarización a nivel de masas, ya que las élites
se encuentran condicionadas por el grado de polarización que perciben de las
primeras. (Sartori, 2003. Pp. 414-415)
3
En cuanto al contenido de la dicotomía izquierda-derecha, este se
compone de esas “autosituaciones” en la que se ubican los ciudadanos de
acuerdo con temas como la igualdad y el cambio social, si el cambio social
debe ser radical, reformista o mantener el status quo, el nivel de confianza en
los Estados Unidos o en la Unión Soviética (recordemos que el escrito es de
1980), la dimensión religiosa, la igualdad entre hombres y mujeres, o bien la
simpatía hacia ciertos grupos de relevancia política (sindicatos, movimientos
feministas, clero, policía, entre otros).
“La medida izquierda-derecha -afirmaron Satori y Sani- refleja
adecuadamente la posición de los electores en algunas importantes áreas
conflictivas, así como los sentimientos de los electores hacia temas políticos
de importancia”. (Sartori, 2003. P. 424).
Sin dejar de reconocer la imperfección de su propuesta, nuestros autores
establecieron que la polarización puede determinarse de dos formas diferentes:
1.- Como la distancia o proximidad percibida por la élites políticas (en
general miembros del parlamento), en términos de cuán cercanos o alejados se
sienten de los demás partidos; y
2.- Como la distancia que resulta de un análisis de contenido de
plataformas electorales y/o de las posiciones ideológicas de los partidos.
En ambos casos, esa distancia se mide a través de la dimensión
izquierda-derecha, y sólo en casos en que se presente una alta fragmentación y
un reducido espacio político entre izquierda y derecha, entonces se deben
introducir otro tipo de dimensiones (P/E la dimensión clerical-secular o la
dimensión etnolingüística) para poder precisar nuestros análisis.
Sin embargo, identificar y clarificar la ideología en forma individual, es
decir, la “autosituación de los ciudadanos entre los términos izquierda y
derecha, resulta mucho más complicado de lo que parece.
Sobre esta complejidad, Edurne Uriarte propone una explicación
plausible:
4
“En buena medida porque nos referimos a valores que son más difíciles
de medir o delimitar. Y también porque los individuos no siempre han
racionalizado esos valores y son capaces de identificarlos en ellos mismos.
(…) Las reticencias para definirse ideológicamente ante los demás explican en
parte la falta de concreción de los ciudadanos en torno a sus posicionamientos
ideológicos. Además, el desconocimiento sobre los propios conceptos
relativos a la ideología explica también la cierta perplejidad que a veces
muestran los ciudadanos respecto a esta cuestión (…) incluso cundo se trata de
ciudadanos muy informados o interesados en la política, la propia definición
ideológica o la descripción de la identidad política pueden resultar
complicadas. Porque la identidad está formada por valores de signo diverso
que se cruzan y se alejan de los tipos puros que tan sólo aparecen en los
libros…” (Uriarte, 2008. Pp. 185-186)
A esto, debemos agregar dos elementos que tienen una estrecha relación
entre sí y que complican aún más la autosituación ideológica. Por un lado, está
el “acercamiento” ideológico que se produjo en el mundo occidental después
de la finalización de la Guerra Fría y, por el otro, la evolución que han tenido
los partidos políticos en los últimos años.
En cuanto al “acercamiento” ideológico que se ha venido dando desde
hace más de dos décadas, en un sugerente artículo titulado “Política sin ideas,
ideas sin política: en torno al Pensamiento Único”, Joan Botella, después de
analizar y confrontar los pensamientos de los polémicos Francis Fukuyama y
Anthony Giddens, llegó a una conclusión interesante:
“(…) aunque Fukuyama y Giddens se sitúan, en el plano político
inmediato, como representantes de distintos sectores políticos, en la práctica
sus análisis coinciden al dibujar la imagen de un mundo colectivo en el que las
ideas políticas han dejado de ser relevantes o, más exactamente, han perdido
toda capacidad de diferenciación, ya que no existen diferencias reales: la
desaparición de la alternativa de una idea global lleva a la desaparición de las
diferencias ideológicas entre las diversas ofertas políticas. Ello puede llevarse
a cabo por dos modos: por concentración (cuando izquierda y derecha se
intentan aproximar al centro acaban por volverse indistinguibles) o bien por
5
importación (por absorción de valores o de corrientes que están más o menos
en el ambiente por parte de diversos y aún de contrapuestos movimientos
políticos).” (Mellón, 2002. P. 73)
Al respecto, Richard Katz ha distinguido cuatro modelos de partidos:
Los partidos de élite, que aparecieron den el siglo XIX; los partidos de masas
que se desarrollaron entre 1880 y 1990; los “catch-all-parties” o partidos
“atrápalo-todo”; y los partidos cártel que se han venido desarrollando desde
1970. A continuación me referiré sólo a estos dos últimos.
Los partidos “atrápalo todo” son una evolución de los partidos de
masas que se transforma en el momento en que tienen el poder gubernamental
y que desean mantenerlo. El partido se concibe como responsable de todo un
país más que como representantes de un grupo concreto. Esto hace que las
élites se centren más en una estrategia electoral destinada a captar todo tipo de
votos, de todos los grupos sociales y no de alguno en específico.
En cuanto al concepto de “partidos cártel”, Katz “llama la atención
sobre los crecientes acuerdos entre partidos, tanto en la formación de
coaliciones como en sus relaciones de gobierno y oposición. Además, las
diferencias entre los partidos se atenúan y la posibilidad de comunicación
entre unos y otros se acentúa. Varios factores han llevado a lo que se
considera comportamiento de cártel, entre ellos, las crecientes limitaciones a
la libertad de acción de los partidos en el gobierno, debido, entre otras cosas, a
fenómenos como la globalización o los crecientes costos de la competición.
Además, la profesionalización de la política hace que las derrotas políticas
sean cada vez más costosas y, por lo tanto, se intenten evitar con mayores
políticas de pactos. Todo ello se ha reflejado también en que los partidos cártel
han llegado a consensos para asegurar subvenciones a los partidos y
mecanismos de sostenimiento en una época en que los partidos afrontan
crecientes dificultades para su mantenimiento. (Katz, 1996. Citado por
Uriarte, 2008. Pp. 243-244)
Todo esto nos lleva a escribir que el grado de polarización que separa a
los partidos y a sus electores en un sistema (la “variable decisiva” de la que
nos hablaron Sartori y Sani), tiende a ser moderado o de bajo grado. La
6
distancia ideológica se ha reducido considerablemente. En México, y
particularmente en Puebla, hay algunos síntomas que nos permiten reforzar lo
anterior.
La Polarización en el Sistema de Partidos en México y en Puebla.
Esta propuesta de utilizar, no sólo la dimensión sino también los
términos izquierda-derecha, para el caso que nos ocupa, nos lleva a recordar
una serie de particularidades que se han dado a lo largo de la historia
contemporánea nacional.
En efecto, en el México de las primeras décadas del siglo XX quizás
podían darse esas autosituaciones en torno a los “revolucionarios” y a la
“reacción” e identificarlas en el espectro izquierda-derecha. Incluso, los
mismos términos “izquierda” y “derecha”, contenían toda una carga valorativa
en forma positiva y negativa respectivamente.
Sin embargo, hay al menos tres momentos de la historia de México en
el siglo XX y lo que hemos recorrido del XXI donde podemos argumentar, a
grandes rasgos, que la polarización ideológica no se reflejó en el sistema de
partidos en distintos tiempos de la historia contemporánea nacional y local.
PRIMER MOMENTO.- En el período de 1929 a 1982, el
presidencialismo autoritario y su partido hegemónico pragmático (1929-1982)
toleró por momentos una polarización ideológica, pero sin dejar que esta
generara un sistema de partidos realmente competitivos.
Como preámbulo cabe recordar que para el propio Sartori, el sistema de
partidos en México fue una especie de ave extraña, toda una rareza política.
He aquí lo que confesó el politólogo italiano a finales de la década de los
setenta sobre nuestro caso:
“Desde hace dos decenios, México es el terreno de caza favorito de los
estudiosos que rastrean una democracia surgida espontáneamente de un
antepasado autoritario (…) a mi juicio, el caso mexicano atestigua, más que
ninguna otra cosa, la pobreza y los errores de la tipología vigente de las
comunidades políticas de partidos. Hay todo género de errores conceptuales,
7
de interpretación y de predicción que son resultado de nuestra incapacidad
–dice Sartori a manera de autoflagelación- para introducir en ningún marco
adecuado al PRI mexicano, el famoso Partido Revolucionario Institucional
(…) Pese al mito revolucionario –expresado por todas las etiquetas sucesivasel PRI es decididamente pragmático, y tan inclusivo y agregador que se acerca
a un partido de tipo amalgama (…) Como democracia, México es, en el mejor
de los casos, una „cuasi‟ democracia o una democracia „esotérica‟ (…) Es un
caso claro de partido hegemónico que permite partidos de segunda clase
mientras, y en la medida en que, sigan siendo lo que son…” (Sartori, 2003.
Pp. 279, 281 y 283).
Lo único que podemos agregar con respecto al período 1929-1982 es
que aunque México ha tenido manifestaciones de polarización ideológica en
diversos momentos históricos (cardenismo, II Guerra Mundial y Guerra Fría),
el partido hegemónico pragmático se encargó de amortiguar los choques entre
los extremos. Esto fue propuesto por el propio Plutarco Elías Calles en su
último informe de gobierno:
"La presencia de grupos conservadores no sólo no pondría, pues, en
peligro el nuevo edificio de las ideas, ni las instituciones revolucionarias
legítimas, sino que impediría los intentos de destrucción y el debilitamiento
mútuo de grupos de origen revolucionario que luchan entre sí, frecuentemente,
sólo porque se han hallado sin enemigo ideológico en las cámaras (…) La
representación de tendencias conservadoras fortalecería, en fin, la acción
legislativa de los congresos y, naturalmente, la acción de los ejecutivos,
porque la responsabilidad de los gobiernos revolucionarios se extendería a
todas las clases del país legalmente representadas, sin contar con el beneficio
que (...) resultaría, de asentar las disposiciones y las resoluciones que fijaran el
porvenir de la República, al mismo tiempo que en la Carta Magna
fundamental revolucionaria que nos rige, sobre las dos piedras angulares
forzosas, en las etapas normales de la civilización y del progreso, piedras
angulares constituidas por el espíritu revolucionario y por la tendencia
moderadora que representa la reacción". (Calles, 1928. P. 168).
8
El Partido de la Revolución (PNR-PRM-PRI) al ser un partido
hegemónico incluyente, impidió (sobre todo a partir de 1940) que los
momentos de polarización social no se trasladaran o se reflejaran en su
sistema de partido. En efecto, a pesar de la polarización generada por el propio
cardenismo y del movimiento almazanista en la sucesión presidencial, con el
discurso de la Unidad Nacional de Manuel Ávila Camacho y su confesión de
“ser católico”, mitigó una posible polarización de partidos después del
surgimiento del sinarquismo (cuyas raíces provienen de la Guerra Cristera) y
del nacimiento del Partido Acción Nacional, en 1939. Desde su nacimiento y
hasta 1982 el PAN pasó a ser un partido secundario, “testimonial”. El PRI, a
través de algunos de sus miembros distinguidos (léase Presidentes de la
República), tuvo en sus entrañas algo de “reaccionario”, algo de
“conservador”, algo de “derecha”.
El Partido Comunista, el partido de izquierda por excelencia, corrió con
menos suerte. Proscrito en 1929 y en 1940, el PC siempre anduvo corriendo
escondiéndose de la persecución del régimen. “Tenía más presos políticos que
militantes”, se llegó a decir. Ni la revolución cubana, ni la intromisión del
pensamiento marxista en algunas universidades lograron generar la
construcción de un partido con posibilidad de polarizar ideológicamente a la
sociedad y por consecuencia al régimen, el cual contaba además con
intelectuales que se ubicaban en la izquierda y cuyas críticas terminaban por
legitimar más al PRI en el poder.
Todo dentro del PRI y nada fuera de él.
En Puebla, en este período, se vivieron también momentos de
polarización ideológica sin que esta se trasladara a los partidos y a sus
electores. En efecto, después del control impuesto por los Ávila Camacho, y
particularmente entre la década de 1960 y los primeros años de los setentas, la
sociedad poblana vivió fuertes tensiones entre comunistas y anticomunistas,
entre revolucionarios y cristianos, generando la caída incluso de algunos
gobernadores.
No fue sino hasta la década de los ochentas cuando se vivió una cierta
polarización reflejada en la competencia entre partidos.
9
SEGUNDO MOMENTO.- En el período de 1982 a 1988, la
polarización de los partidos políticos, más que ideológica, fue por la defensa
del voto.
En este período no se vivió una polarización en la dimensión izquierdaderecha, sino una polarización entre la “defensa del voto” y la “conservación
del poder político”, entre la democracia y el autoritarismo.
Sobre este período, José Woldemberg nos dice lo siguiente:
“El desencanto empresarial por la nacionalización bancaria y el
descontento social por la crisis económica se reflejaron en la arena electoral.
La nueva pluralidad rebasó rápidamente el marco electoral de la reforma
política de 1977. Estaba por empezar una lucha implacable por el respeto al
voto. Una lucha que no distinguió ideologías, ya que en ella coincidían
izquierdas y derechas”.
El mismo Woldemberg nos recuerda en donde se dio la primera batalla
por la defensa del voto:
“El primer conflicto poselectoral de grandes dimensiones ocurrió en la
Ciudad de Puebla en noviembre de 1983. El candidato panista a la presidencia
municipal, Ricardo Villaescalera, reclamaba haber triunfado en la elección. A
la protesta, reprimida por la policía, se sumaron los partidos Unificado
Socialista de México, el Revolucionario de los Trabajadores y Social
Demócrata. Aún así, el triunfo le fue ratificado al PRI”. (Woldemberg, 2004).
De esta manera, iniciaba todo este batallar por la defensa heroica del
voto en diferentes puntos del país y que alcanzó su punto culminante en 1988.
Por primera vez en muchos años, el Partido de la Revolución
Institucionalizada (Luis Javier Garrido dixit) se vio fuertemente desafiado por
los partidos de oposición. Pero la polarización más que ideológica, fue
estrictamente política, o si se quiere, político-electoral, entre quienes exigían
el respeto a la voluntad ciudadana a través de las urnas y quienes querían a
toda costa conservar el poder político.
10
TERCER MOMENTO: En el período de 1989 a 2010 se extravió el
referente ideológico de Izquierda-Derecha, en sentido fuerte.
En efecto, a la caída del muro de Berlín y de los llamados “socialismos
reales” en Europa del Este. ¿Cómo llenar la palabra “izquierda” sin su
referencia concreta? ¿Cómo explicar el derrumbe de los países comunistas sin
cuestionar la ideología que los soportaba? ¿Y a la Igualdad quién la va a
recoger? ¿Quién va a ser el contrapeso de los Estados Unidos? La categoría
“izquierda” identificada con la idea de lo que Marcelo Cavarozzi llamó
“matriz estado-céntrica”, se extravió. En el espectro ideológico, los partidos
políticos en los sistemas democráticos se vieron obligados a buscar el “centro”
y no el “polo”. Aparece la “izquierda moderada” (la cual estoy muy lejos de
poder conceptualizar en este breve ensayo).
Por otro lado, en México, comenzó a plantearse una dicotomía
polarizante entre el votar por la continuidad o votar por el cambio del partido
en el poder.
Después de la elección de 1988 los electores fueron votando menos por
la “izquierda” y más por la “derecha”, mientras que el PRI adecuó su
ideología a las nuevas circunstancias: pasó del “nacionalismo revolucionario”
al “liberalismo social”. Con esto, el espectro “izquierda-derecha” se “acható”
del lado izquierdo y se alargó del derecho. El PRI recuperó la mayoría
absoluta en la Cámara de Diputados en 1991 y en 1994 volvió a ganar la
Presidencia de la República y el Congreso con pocos cuestionamientos sobre
el proceso electoral. La crisis económica de 1994-1995 fue el inicio de una
serie de acontecimientos que terminaron por demoler al “Partido
Hegemónico” reflejándose en la pérdida de la mayoría en la Cámara de
Diputados Federal y la derrota en las elecciones presidenciales en el año
2000. En donde, por cierto, la gente identificó la idea de cambio con la
“derecha” y no con la “izquierda”, como lo tenía registrado Sartori.
Ahora bien, después de las polémicas elecciones de 2006 donde se dio
una fuerte polarización tanto electoral como ideológica ¿Cómo se autosituaron
los ciudadanos mexicanos en la escala “Izquierda-derecha”?
11
De acuerdo con el informe 2008 del “Latinobarómetro”, en México, a la
pregunta “¿dónde se ubicaría Ud.?”, en una escala dónde del 0 al 3 es
izquierda, del 4 al 6 es el centro y del 7 al 10 es la derecha, las respuestas en
porcentajes fueron las siguientes:
“Izquierda”, 19%; “Centro”, 41%; “Derecha”, 22%”; “No sabe”, “No
responde”, “Ninguno”, 18 %. (Véase Informe 2008, Corporación
Latinobarómetro. Documento PDF. Pp. 74-77)
Se observa con estos datos que el porcentaje mayor lo ocupó el
“Centro” (41%), pero le acompaña un nada despreciable porcentaje que no
manifiesta identificación ni con la izquierda ni con la derecha (18%),
haciendo un total de 59% de ciudadanos.
Si partimos de la idea de Sartori y Sani de que la polarización de las
masas condiciona el comportamiento de las elites (entre estas se encuentran
los dirigentes de los partidos, por supuesto) los números del Latinobarómetro
explican en parte por qué hoy los partidos políticos en México tienden al
“centro” y no hacia los “polos”. Puebla no es la excepción.
Ahora bien, recordemos que para determinar la polarización esta se
puede hacer de dos formas: Estableciendo la distancia o proximidad percibida
por la élites políticas (en general miembros del parlamento), en términos de
cuán cercanos o alejados se sienten de los demás partidos; y como la distancia
que resulta de un análisis de contenido de plataformas electorales y/o de las
posiciones ideológicas de los partidos.
En cuanto a la proximidad o distancia percibida por las dirigencias
partidistas en Puebla, esta se explica en parte por el entorno nacional.
Cabe recordar que en el momento en que se planteó la posibilidad de
que PAN y PRD se unieran para formar una coalición para las elecciones del
año 2010 en distintos estados del país, se desató toda una polémica en el
llamado “Círculo Rojo”. ¿Cómo se iban a mezclar estos dos partidos de
ideologías antagónicas?
12
Pero para las élites del PAN y el PRD la idea no era sumar ideologías,
sino sumar fuerzas electorales para derrotar al partido gobernante en la
entidad: El PRI
Puebla era sólo un punto en el mapa estratégico (también se llevarían a
cabo elecciones en 14 estados). El PRI además de gobernar en la mayoría de
las entidades federativas, traía tras de sí una serie de triunfos electorales
locales. Había que detener esa inercia y ganarle territorio en el mapa político
para llegar al año 2012 en condiciones más equitativas para la competencia
electoral federal. Esto fue lo que acercó a las élites nacionales del PAN, PRD,
Convergencia y Nueva Alianza a negociar una coalición y tuvieron que dejar
en el cajón del escritorio sus diferencias ideológicas y sus agravios de 2006.
A pesar de sus detractores y de los escépticos, la coalición PAN-PRD se
dio en Puebla.
Por otra parte, hay que resaltar que el Estado de Puebla solo había
conocido un solo partido en el gobierno del Estado en los tres momentos
históricos que hemos mencionado, aunque ya había tenido alternancia en
algunas ciudades importantes como Atlixco, San Martín Texmelucan,
Tehuacán, la misma capital, entre otros. A pesar de haber perdido la
presidencia de la República desde el año 2000, el PRI tenía la gubernatura y la
mayoría absoluta en el Congreso poblano.
Para el año 2011, el PRI ya no va a tener ni una cosa ni la otra.
La coalición “Alianza, Puebla Avanza” (compuesta por el PRI y el
PVEM) perdió tanto la elección de gobernador como la mayoría en el
congreso local frente a la coalición “Compromiso por Puebla” (integrada por
los partidos PAN, PRD, Nueva Alianza y Convergencia)
¿Cuál fue la diferencia ideológica entre la coalición ganadora y la
coalición perdedora?
Exploremos algunas repuestas en las plataformas electorales como lo
sugieren Satori y Sani:
13
La coalición ganadora, “Compromiso por Puebla” (producto de un
acuerdo nacional entre el Partido Acción Nacional, el Partido de la Revolución
Democrática, el Partido Convergencia y el Partido Nueva Alianza), en la
introducción de su plataforma dice al inicio lo siguiente:
“…nos unen –al PAN, PRD, Convergencia y PANAL- una serie de
principios y valores que sientan las bases para generar un desarrollo armónico
y equilibrado entre los diferentes sectores sociales, políticos y económicos de
la entidad; principios y valores que puestos en común además nos permitirán
ampliar el horizonte de posibilidades de solución a los problemas que sufren
Puebla y los poblanos”.
En Puebla –continúan los firmantes del “Compromiso por Puebla”-,
“existe la urgente necesidad de impulsar de manera conjunta acciones
encaminadas a hacer que los elementos fundamentales del Estado de Derecho,
sean una constante en la vida social: respeto a las libertades individuales,
respeto a los derechos humanos, administración de justicia equitativa, libertad
de ejercicio y expresión a los medios de comunicación, respeto a la pluralidad
y funcionamiento de las organizaciones y grupos de la sociedad civil, como
acciones sustanciales para impulsar una sociedad libre, plural, democrática,
participativa, que redunde en el desarrollo social y humano de sus habitantes
(…) los partidos políticos citados, hacemos nuestro el principio de impulsar
una profunda Reforma del Estado, que se traduzca en una importante reforma
constitucional y legal, que sea capaz de sentar las bases de un régimen legal
moderno, dinámico y funcional, que genere instituciones políticas eficientes y
funcionales que impriman el dinamismo que los poblanos reclaman desde
hace más de dos décadas, para que el estado de Puebla camine al mismo ritmo
o más rápido que el desarrollo nacional. (Plataforma Común Electoral
Coalición “Compromiso por Puebla”, 2010. Documento PDF Pp. 4 y 5)
Por su parte, la coalición “Alianza, Puebla Avanza”, compuesta por el
Partido Revolucionario Institucional y el Partido Verde Ecologista, en su
plataforma registró cosas similares a las del párrafo anterior:
“Es obligación del Estado prevenir y eliminar todas las formas de
discriminación en contra de cualquier persona, minoría, grupo o colectivo. La
14
tolerancia y el respeto a las diferencias y la diversidad serán principios
inviolables para el desarrollo armónico de la sociedad. Ahora reiteramos a los
poblanos: Puebla debe estar libre de cualquier forma de discriminación por
razón de su raza, origen étnico o nacional, género, edad, discapacidades,
condición social, económica o de salud, preferencia sexual, filiación,
instrucción, creencia religiosa o ideología política (…) A cada persona se
ofrece la convicción partidista de la tolerancia, el respeto absoluto a las
garantías individuales y los derechos humanos. El esfuerzo está orientado de
manera absoluta para vivir en paz social, en una ambiente que garantice la
seguridad e integridad de todas y todos, sobre una sólida base de defensa al
Estado de derecho”. (Coalición “Alianza, Puebla Avanza”. Plataforma
Electoral, 2010. PDF Pp. 11 y 12)
Este es un ejemplo (hay muchos más) de cómo los partidos políticos, en
la contienda electoral poblana de 2011, exhibieron en sus plataformas políticas
más coincidencias que discrepancias: Todos buscan “respetar el Estado de
Derecho”, “respetar los derechos humanos”, “alcanzar el bienestar para
todos”, “detonar el desarrollo”, etc.
Durante la campaña política, la idea polarizante fue la que predominó
durante el tercer momento nacional: entre el votar por la continuidad o votar
por una alternancia.
Los candidatos a la gubernatura dijeron lo que se consideró
“políticamente correcto” durante la campaña (en función de estudios de
opinión o en última instancia del polémicamente llamado “sentido común”), e
introdujeron aquellos temas que son de relativo interés para los electores (de
posibles “ahorros” de pago de impuestos a los contribuyentes o virtuales
subsidios a determinados grupos vulnerables), disputándose a veces quién lo
dijo primero.
Ahora bien, ¿Cómo se ha reflejado todo esto al interior del Congreso?
¿Qué tipo de discusión han tenido los diputados locales que nos permitan
distinguir su posición ideológica?
15
El Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) realizó una
evaluación sobre el primer periodo del primer año de sesiones del congreso
local. En el resumen ejecutivo del estudio destaca una de las primeras
conclusiones:
“Durante el periodo analizado se presentaron 37 iniciativas de leyes y
decretos, de las cuales fueron aprobadas 20. El Poder Ejecutivo fue el
iniciador con el mayor número de iniciativas presentadas (20) y aprobadas
(16) con un éxito del 80%; seguido del Poder Legislativo que presentó 15,
pero sin que ninguna de ellas fuera aprobada. Este dato corresponde al
comportamiento de los órganos legislativos a nivel mundial: el principal
legislador es el gobierno, en tanto dispone de la infraestructura burocrática
necesaria para elaborar una iniciativa sólida. La gran mayoría de votaciones
fueron unánimes y el 100% de las votaciones registradas se dieron en el marco
de la coalición PAN-PRI-PVM.” (CEEY, 2011. P. 5)
En este estudio también se midió, entre otras cosas, la “disciplina
parlamentaria”. Este indicador permite conocer la coherencia y cohesión de
los grupos parlamentarios, al probar su unidad o división al momento de votar.
La información presentada por el CEEY se basa en la tasa promedio de
disidentes por grupo parlamentario. La cohesión o disciplina de partido se
calcula utilizando el índice de Rice corregido (irc). Esta medida se acerca a 0
para el caso de las bancadas que tienen una división absoluta (50-50) en su
posición frente a la votación de un dictamen; y se aproxima al 1 en el caso de
que todos los miembros voten en el mismo sentido. Estos fueron los
resultados:
PAN: 0.9865
PRI: 0.9849
PVM: 1
Convergencia: 1
PT: 1
16
Sobre estos resultados el CEEY concluyó lo siguiente:
La disciplina “ha sido alta durante el primer periodo de sesiones;
incluso al interior del grupo parlamentario del PAN, que tiene legisladores de
diversos orígenes y militancias. Sin embargo, se podría esperar que la
cohesión sea más difícil de alcanzar conforme se acerquen las elecciones
intermedias y con ello bajen los incentivos para la cooperación.” (CEEY,
2011. Pp. 25-26).
Es decir, pasada la contienda electoral, los diputados locales aprobaron
iniciativas de ley sin que hubiera oposición. De hecho, la mayoría de
iniciativas de ley hasta el momento, han sido aprobadas por unanimidad. Esto
nos demuestra que, al menos al interior del congreso poblano, la polarización
ideológica es baja o prácticamente nula.
17
Conclusiones
Para finalizar, cabe decir que el concepto de “polarización” diseñado
por Sartori y Sani para saber por qué un sistema de partidos funciona o no en
una democracia, independientemente de su fragmentación, es útil siempre y
cuando se adopten –y así lo prevén en su ensayo- dimensiones distintas al
continuum Izquierda-Derecha, o al menos modificar su contenido para poder
pasar entonces a la realización del análisis cuantitativo.
También vale la pena reflexionar en el futuro sobre la palabra ideología,
ya que sus referentes de antaño han dejado de existir o son ambiguos, por
decir lo menos.
Por lo que toca a los partidos políticos en México, estos tienden
ideológicamente cada vez más al “centro” que a los “polos”. Esto se ha dado,
en parte porque más de la mitad de los mexicanos no se autositúan ni en la
izquierda ni en la derecha, independientemente de lo que signifiquen hoy estos
términos.
En cuanto al caso analizado, el experimento elaborado desde las
dirigencias nacionales de los partidos PAN, PRD, Convergencia y Partido
Nueva Alianza ha abierto aún más la puerta a una despolarización ideológica o
si se quiere a una polarización más de corte temporal-electoral.
Por su comportamiento desde que se formaron las coaliciones hasta la
conformación y funcionamiento del congreso local, los partidos políticos en
Puebla se acercan cada vez más al concepto de partidos cártel establecido por
Richard Katz.
El acercamiento entre las élites de los diferentes partidos políticos, las
similitudes de las plataformas electorales y el comportamiento del Congreso
Local nos muestran que el grado de polarización entre los partidos políticos y
sus electores es muy bajo. Lo cual permite que en la Cámara de Diputados
predominen más los acuerdos que la conflictividad, al menos hasta antes de
que inicie un nuevo proceso electoral.
18
En cuanto a México y a lo que posiblemente ocurra en el Estado de
Puebla, vale balbucear la hipótesis de que la falta de resultados satisfactorios
para los electores por parte del sistema de partidos y por lo tanto de su
democracia, se está dando y se dará, no tanto por la “polarización ideológica”
de sus partidos, sino por polarizaciones que emergen de una vorágine que es
propia de la lucha por conquistar el poder político y que se reducen a lapsos de
tiempo muy concretos (las campañas electorales) y a temas muy concretos.
19
Bibliografía Citada
Plutarco Elías Calles, Pensamiento Político y Social. Antología (1913-1936).
Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca,
Secretaría de Educación Pública y Fondo de Cultura Económica. México,
1992.
Centro de Estudios Espinosa Iglesias, Informe sobre el Primer Periodo del
Primer Año de Sesiones de la LVIII legislatura del H. Congreso del Estado de
Puebla. Documento PDF. México, 2011.
Corporación Latinobarómetro, Informe 2008. Documento en PDF. Santiago de
Chile, 2008.
Joan Antón Mellón (Coordinador). Las Ideas políticas en el Siglo XXI. Ed
Ariel. Barcelona, 2002.
Giovanni Sartori, Elementos de Teoría Política. Alianza Universidad Textos.
Madrid, 1992
Giovanni Sartori, Partidos y Sistemas de Partidos. Alianza Editorial. Madrid,
2003.
Edurne Uriarte. Introducción a la Ciencia Política. Ed. Tecnos. Madrid, 2008.
José Woldemberg, México: Historia de su Democracia. DVD. Televisa.
México, 2004.
20
Descargar