El cuidado como pensamiento. M. Lipman. (La Mamapacha como pensamiento) En años recientes, un número de autores han propuesto una serie de criterios con los cuales identificar el pensamiento crítico. Al mismo tiempo se ha dado un empuje para que los educadores reconozcan lo deseable que es enseñar a pensar y no solo para saber. Desde que pensar es algo que presumiblemente los estudiantes ya hacen, se ha vuelto deseable insistir en que la educación sea dirigida a la producción de "un pensamiento de orden superior". ¿Cuál es entonces la conexión entre el pensamiento crítico y un pensamiento de orden superior? Muchos escritores han defendido que el pensamiento de orden superior es entendido como una combinación de pensamiento "crítico" y "creativo". Esto es incuestionable, pero me gustaría mostrar aquí algo así como el “pensamiento misericorde (cuidadoso)” y que éste sea el tercer prerrequisito para un pensamiento de orden superior. 1. ¿Pueden los sentimientos ser algo cognitivo o cognición? Esto no es un comienzo muy propicio porque se opone a nuestra opinión usual con respecto a las relaciones entre lo cognitivo y lo afectivo. Según estas perspectivas, pensar está limitado únicamente por el dominio cognitivo. El dominio afectivo consiste, en cambio, en las condiciones psicológicas que pueden preceder, acompañar o seguir a cualquiera de nuestras operaciones de pensamiento, pero no pueden ser definitivamente confundidas con éste. En otras palabras, estamos probablemente pensando que nuestros sentimientos no son ejemplo de nuestro pensamiento, aunque pueden ser la causa o los efectos de tales ejemplos y el cuidado es una clase de sentimiento. Sugiero que para comenzar dejemos aparte el caso de considerar los sentimientos como pensamiento y nos preguntemos en su lugar las necesidades que pueden experimentarse para categorizar al menos algunos sentimientos como cognitivos. Estas necesidades se convierten en evidentes cuando las contrastamos con las operaciones cognitivas generalmente asociadas con un pensamiento de orden superior (listados en la taxonomía de Bloom de objetivos educativos Vol. 1.4. como análisis, síntesis y evaluación) con operaciones de orden inferior como memorización. Este contraste puede ser más ajustado si comenzamos a inventariar los contrarios de "crítico" (no crítico, impreciso, inexacto, irresponsable, descuidado) o los contrarios de "creativo" (no creativo, mecánico, no imaginativo, inerte, mortal, sin inspiración, rutinario, etc.). Parecería entonces que hay otros agrupamientos de contrarios, fácilmente visibles a simple vista, como cargado de desamparo, desconfiado, insensible, endurecido, no apreciador, despreciador, impasible. ¿Cuáles son los positivos de estos negativos? Y, ¿pueden ser categorizados como cognitivos? Es obvio después de lo dicho que el cuidado sería, al menos, un ejemplo de la versión positiva de estos negativos. Pero esto de ninguna forma establecería el cuidado como cognitivo –como una dimensión del pensamiento. Con este fin, ¿Dónde comenzaríamos? Un punto de partida que viene inmediatamente a la mente es el bien conocido artículo de Israel Scheffer. Scheffer comienza, bastante prometedor, una distinción entre “emociones al servicio de la cognición” y “emociones cognitivas”. Por emociones al servicio de la cognición, Scheffer tiene tres cosas en mente: a) las así llamadas “pasiones racionales”, un concepto desarrollado anteriormente por R. S. Peters b) sentimientos perceptivos y c) imaginación teórica. Scheffer considera las pasiones racionales como disposiciones emocionales que facilitan su búsqueda. Ejemplos pueden ser el amor a la verdad, el interés por la exactitud, el desprecio por la excusa y la admiración por el logro de una teoría. Scheffer también incluye bajo el título de pasiones racionales los sentimientos y disposiciones que pueden ser organizados en un “carácter racional” que “trabaja para un equilibrio en el pensamiento, para una justicia epistémica, lo cual requiere, de por sí, una especial renuncia, y una disciplina cognitiva característica”. En el caso de la percepción, Scheffer afirma que los ingredientes emocionales de la percepción nos ayudan a entender lo que percibimos, juzgar lo que discernimos e interpretar lo que contemplamos. Respecto a la manera en la cual nuestros sentimientos juegan un papel en la teoría de la cognición, Scheffer señala el brío y la audacia de la especulación científica, la manera en que nuestros sentimientos nos ayudan a distinguir e seleccionar entre modelos de ideas de distinto grado de interés, y la enorme ayuda que nos proporcionan cuando se aplican a los frutos de nuestra imaginación, a la solución de problemas. La insistencia de Scheffer de etiquetar este primer grupo como “emociones al servicio de la cognición” mejor que “emociones cognitivas” es ciertamente una cuestión abierta. Su explicación –que no tiene nada de específicamente cognitivo- del elemento cognitivo se basa en la manera en que están organizadas. Esto no es muy convincente porque parecen hacer todo lo que la cognición hace. También dejan sin explicar cómo la organización de emociones estáticas puede tener esa clase de consecuencias dinámicas. Lo que Scheffer decide denominar o llamar claramente una emoción cognitiva está sumamente especializada: -debe descansar sobre un supuesto cognitivo y -debe de tener un soporte sobre el status cognitivo de la cognición de la persona, tal como sus creencias o expectativas. Los ejemplos que se dan son la alegría de la verificación y la sorpresa. Cuando lo que descubrimos es acorde o entra en conflicto con nuestras anteriores expectativas, nuestros sentimientos son cognitivos porque las razones para ellos (nuestras expectativas) son en sí mismas cognitivas. Es difícil ver por qué una pasión racional tal como el amor a la verdad tiene que ver con la preocupación por lo preciso, el disgusto, la excusa y la admiración por el logro de una teoría. En otras palabras, son emociones que facilitan la investigación pero son clasificadas por Scheffer como mera existencia al servicio de la cognición y por ello no quedan bien calificadas como emociones cognitivas. Seguramente las razones para ello son del mismo modo tan cognitivas como las razones para la alegría de la verificación y la sorpresa. A pesar de lo decepcionante que puede ser la aplicación de este principio de Scheffer, "que una emoción es cognitiva si la razón que la origina es cognitiva", por sí mismo, puede merecer tenerlo en mente. Nos provee de una base para distinguir entre emociones cognitivas y no cognitivas. Así como si un hombre hace la pregunta: "¿Por qué maltratas a tus hijos?", con la respuesta: “Porque me gusta” y otro hombre hace la pregunta: "¿Por qué te casaste con tu mujer?", y la respuesta es: “Porque la amo”, es probable que el primer hombre no podrá ser capaz de explicar razones cognitivas por su gusto y que el segundo hombre sí podrá hacer esto; amar a la persona con la que uno quiere casarse es en la mayoría de las circunstancias apropiado y razonable; amar el maltrato a un niño, en la mayoría de las circunstancias es inapropiado y no razonable. La naturaleza cognitiva de la razón tiene que ver con lo apropiado o lo inapropiado de ésta, mas bien que con las expectativas a las que se ajusta o no. Debería ser muy evidente ya que las palabras “cognitivo y pensamiento” son simplemente tan vagas y polisémicas como palabras tales como “afectivo” y “sentimiento”. Además “cognitivo” y “pensamiento” están a menudo tan íntimamente alineados con el lenguaje y lo simbólico que cualquier cosa no lingüística y no simbólica es rápidamente consignada al dominio del sentimiento antes que al del pensamiento. Para compensar este sesgo sugiero que el pensamiento no sea considerado tanto como un proceso de información sino como una conexión o relación de trocitos de experiencia. En este sentido, pensar es descubrir, inventar, conectar y experimentar relaciones y, ese es el caso en que las relaciones en cuestión son relaciones simbólicas o informes no verbales. Pensamos cuando percibimos, por ejemplo, qué partes de nuestro campo visual están conectadas con otras partes, o cuando llegamos a darnos cuenta de que los medios que estamos usando tienen un impacto sobre las consecuencias en las que acabamos. Las bases neurológicas para el pensamiento pueden ser conexiones neuronales, pero el pensamiento, por él mismo, es ciertamente más que una conexión de experiencias. Con este entendimiento del pensamiento, podemos ser más específicos respecto a lo que significa establecer que algunos tipos de sentimientos, como el cuidado, puedan ser ejemplos de pensamiento. Pero primero dejemos considerar un argumento que es un peldaño más para nuestra última meta. Éste es el argumento de que las emociones son juicios. 2. Emociones como juicios. Muchas personas, las cuales consideran que la noción de emoción puede ser clasificada como juicio están en esa posición frecuentemente con Robert Solomon así como más recientemente con Marta NussBaum y Katleen Wallace. No obstante es un antiguo argumento, retrotrayéndonos al menos hasta Crisipo y estando generalmente asociado con los estoicos. Para Crisipo, las emociones son juicios en el sentido materialista de que registran y responden a los cambios en el ambiente, algo en el sentido que podríamos personificar en la reacción de un barómetro a una gota de agua en la presión atmosférica, como una apreciación de su situación meteorológica. Crisipo asigna dos interesantes clasificadores: como juicios, las emociones son frescas (deformación reciente según él lo expresa) y falsas. Presumiblemente y precisamente porque las emociones son juicios, es por lo que nos sentimos inclinados a tener confianza en ellas: si no nos fiásemos, tendrían menos oportunidades de hacernos errar. Uno podría pensar que para Crisipo, el mero hecho de la frescura de las emociones –que no son rancias ni estereotipadas- sería una garantía de su verdad más que de su falsedad, pero no es así. El filósofo estoico probablemente confiará en la racionalidad de un juicio como una clave más fiable de su verdad que en su frescura e inmediatez. Pero tal vez estamos hilando demasiado fino sobre las diferencias entre juicios prer-reflexivos, (i.e. prima facie) y post-reflexivos. La razón probablemente entrará mucho más en éstos que en aquéllos. Consideremos un crítico dramático que debe comentar una obra que ha visto esta tarde. Mientras que los recuerdos de sus emociones están todavía frescos en su mente, probablemente recordará las ocasiones en las que rió, sonrió, gimió, parpadeo o lloró. Esos comportamientos representan el juicio inmediato que se ha producido en él como respuesta al drama. Su juicio último tomará estos juicios inmediatos en consideración, pero no necesariamente para ajustarse a ellos (como Leibniz, la voluntad de un Dios consecuente tendrá en cuenta, pero no necesariamente se ajustará a su voluntad antecedente). EL juicio final del crítico, por lo tanto, representará un juicio de estas emociones frescas que eran suficientemente auténticas porque se habían hecho sobre la marcha, pero que carecían de sentido de totalidad que solo una evaluación subsiguiente y global puede proporcionar. He elegido un ejemplo en el que un individuo delibera antes de decidir y decide antes de actuar. Pero esta no es la única manera en la que los estoicos pueden ser entendidos. Según Lloyd, para los estoicos romanos (recordemos que Crisipo era griego) el interrumpir una deliberación era "un signo de incompetencia en el arte de la vida". ¿Cómo puede uno decidirse a actuar sin antes llevar a cabo una deliberación? Lloyd establece que: “Realizar el juicio de que Helen es amable es el mismo acto o hecho que tener, siendo consciente, una representación amable de ella”. Elegir o decidir amar a Helen es el mismo acto que sentir el juicio de que ella es amable. Elegir o decidir hacer algo es generalmente lo mismo o parcialmente lo mismo que tratar de hacerlo". Mucho de esto nos trae a la mente el silogismo práctico de Aristóteles, según el cual el conocimiento de lo que uno debe hacer, junto con el conocimiento de que uno está en una situación en la que es apropiado hacer lo que debe hacerse, de ello resulta que "uno hace lo que debe ser hecho". Volviendo a Crisipo, él parece decirnos que en tanto una opinión es verdad contribuye al funcionamiento del cuerpo, y causa vibraciones desagradables en el caso de una opinión falsa. Para él las emociones son juicios incorrectos y son síntomas de una vida inmoderada. Una vida moderada está marcada por juicios correctos. Es por ello que las emociones son inapropiadas. Esta es la interpretación habitual, aunque también está el conflictivo fragmento explicado por Vom Arnim: “Crisipo trata de demostrar que las emociones-afectos son una especie de juicio de lo racional”. ¡Juicios de lo racional! ¿Significa esto que las emociones llevan acabo sus juicios de razón tal y como la razón lleva sus juicios de las emociones? Si esto es así, ¿es por ello por lo que los estoicos consideran que las emociones son juicios que son necesariamente falsos? El fragmento es tentador pero sugiere dos maneras de pensamiento. Cada una de las claves es errónea según la otra y cualquiera de los dos podría ser un obstáculo para el otro o quizá ello simplemente representa dos maneras de pensar sobre el pensamiento, una de las cuales incluye las emociones como un componente del pensamiento, y otra de los cuales no lo hace. En años recientes, Marta Nussbaum ha centrado su atención en el papel de las emociones en el pensamiento tal y como lo presentan diversos filósofos tradicionales. Ella ha identificado dos fuertes objeciones a las emociones y ambas han sido ya tratadas. La primera es el punto de vista de que las emociones son procesos innatos e irracionales que funcionan para confundir y romper loe efectos de la racionalidad de la mente, y ella está de acuerdo en que actualmente la mayor parte de los filósofos rechazan esta aproximación simplista a las emociones como un obstáculo para el pensamiento humano. Por otra parte, identifica un número de pensadores desde los griegos y romanos hasta Descartes y Spinoza, que mantienen que las emociones no son irracionales sino inteligentes, no son innatas sino aprendidas, no son acríticas sino juiciosas. Sin embargo, estos filósofos también rechazan un papel positivo de las emociones en los juicios porque consideran que las emociones son inherentemente inestables, o ligadas a elementos inestables y por tanto falsas. Nussbaum sostiene que esta posición es mucho más profunda que la primera y continua atrayendo a muchos seguidores. A pesar de ello mantiene que descansa sobre premisas normativas, tales como la necesidad de autosuficiencia y de distanciamiento, y que estas premisas son tremendamente controvertidas en una época en la que la necesidad de comunidad parece superar de lejos a la necesidad de independencia individual. Ella dice encontrar esta posición profunda porque “como todos los más profundos e incisivos pensamientos filosóficos muestran su propia estructura argumentativa al lector". Pero insiste en que las emociones (tales como el miedo y la lástima) pueden ser verdaderas y que “si la emoción no está presente, tampoco el juicio lo está completamente”. Ello significa que, a fin de representar ciertas clases de verdad, uno debe de representar emociones. También significa que para comunicar ciertas verdades al lector uno ha de escribir de forma que excite las emociones del lector. 3. La división tradicional en tres partes. Los griegos agrupaban el dominio cognitivo bajo tres ideales regulatorios: la verdad, la belleza y el bien. Aristóteles transformó esto en una trinidad más natural. Para él, las divisiones de la investigación consisten en las ciencias teóricas, productivas y las prácticas. Las obras principales de Kant tratan sobre la razón pura, la razón práctica y el juicio. Esta triple distinción se ha transformado más recientemente en la teoría del currículo como en la taxonomía de Bloom. Bloom y sus asociados han identificado tres aspectos del pensamiento superior: analítico, sintético y evaluativo. Mientras tanto, en las metafísicas de Justus Buchler, los pensamientos (como procesos) se dividen en decir, elaborar y hacer, mientras que los juicios (como productos) se dividen en aserciones, acuerdos y acciones. Si persiguiéramos la distinción entre pensamiento corriente y pensamiento de orden superior, haríamos bien en retener este acercamiento trinitario y especificar ideales regulativos tales como la verdad, el significado y el valor. Pero entonces ¿qué aspectos de un pensamiento de orden superior podríamos decir que se aproximan a estos ideales? Uno puede asignar al pensamiento crítico el aspecto buscador de la verdad y el pensamiento creativo como el aspecto buscador de significado. Pero ¿qué aspecto del pensamiento de orden superior está especialmente relacionado con la dimensión de los valores? Uno puede ser fácilmente mal interpretado aquí a medida que pregunta sobre qué aspecto del pensamiento superior piensa sobre los valores. Pero esto no es en absoluto lo que significa. Una persona que está aprendiendo un lenguaje extranjero en principio aprende frases, palabras, declinaciones y conjunciones, pero finalmente aprende a pensar en el lenguaje, en griego, chino o irlandés. Una persona que está aprendiendo historia, al principio memoriza nombres, lugares y fechas, pero finalmente acaba pensando históricamente. De la misma manera, el aprender a pensar en valores, es distinto del pensamiento sobre valores del principiante. Uno aprende a pensar “valorativamente” tal como uno aprende a pensar históricamente, algebraicamente, geográficamente, musicalmente o dramáticamente. Quiero dejar claro que no estoy igualando valoración o evaluación. La evaluación tiene que ver con un juicio deliberado. La valoración puede ser en cambio acrítica: premiar más que apreciar, estimar de afecto más que estimar de estimación. Pensar en valores es siempre intencional en el sentido fenomenológico del término, de manera que, alguien que valora o piensa valorativamente siempre dirige su pensamiento a algo. Así el pensamiento que valora a seres racionales es pensamiento respetuoso. EL pensamiento que valora lo que es bello es pensamiento apreciativo. EL pensamiento que valora lo que es virtuoso es pensamiento admirativo. EL pensamiento que valora lo que es sensible es pensamiento considerado. Si valora lo que necesita ser sostenido es pensamiento deseante. Si valora lo que sufre es pensamiento compasivo. Si valora la suerte del mundo y sus habitantes es pensamiento preocupado. En general, podemos decir que el pensamiento que valora el valor es pensamiento cuidadoso. Buchler ha señalado que hay tres maneras de juicio: decir, elaborar y hacer, o dicho de otra manera expresar, arreglar y actuar. Esta aproximación tripartita se aplica igualmente bien al pensamiento ya que si queremos saber qué componentes son de un pensamiento superior no nos equivocaríamos si replicásemos que era un pensamiento crítico, creativo y cuidadoso, y que éstas son maneras de expresar cómo pensamos, cuando pensamos bien. Cuando pensamos críticamente, aplicamos a nuestro pensamiento las reglas, criterios, estándares y órdenes que son razonables y apropiadas para ello. Cuando pensamos creativamente, inventamos modos de expresarnos y o mundos a nuestro alrededor. Estamos tratando de ir más allá de los caminos que hemos pensado en el pasado; estamos imaginando detalles de mundos posibles y proponiendo innovaciones sin precedentes. Cuando pensamos cuidadosamente, atendemos a lo que consideramos importante, a lo que nos preocupa, a lo que requiere y necesita que pensemos sobre ello. El pensamiento de orden superior, en otras palabras, no está carente de valor. Tiene aspectos éticos y estéticos de los que es inseparable. Pensar sobre lo que se puede hacer en el mundo es tener que tomar en consideración el impacto ambiental de tener que hacerlo así. Pensar sobre abuelos o niños, personas que pueden no ser capaces de cuidarse a sí mismos es tomar en cuenta cómo se les debe cuidar y darle a tal pensamiento prioridad porque esto es importante. El pensamiento cuidadoso no puede ser meramente satisfecho con clasificar; debe graduar y estratificar, asignar prioridades, distinguir entre lo que es urgente y lo que no lo es. Escondido tras las valoraciones de uno está siempre nuestro sentido de proporción, esa perspectiva idiosincrásica en términos de la cual algunas cosas nos parecen estar cerca y ser grandes mientras que otras están lejos y son de minúsculas dimensiones. En alabanza de la división en tres partes del pensamiento (así como del juicio) en lo dicho, hecho y elaborado, equivale a lo crítico, lo creativo y lo cuidadoso. No tengo intención describir estos conceptos como herméticos o compartimentos estancos. Algunos contextos son inhóspitos para reflexionar y para aproximarse a ellos críticamente es necesario ser creativo y en dichos contextos; ambos, lo crítico y lo creativo son valores. Algunas instancias de pensamiento creativo demandan ser organizadas y razonadas, en cuyo caso exhiben el valor de ser críticas así como creativas y algunos ejemplos de pensamiento cuidadoso son conceptualmente poderosos así como estilísticamente innovadores. Así, la división en tres partes tiene solo como propósito el análisis. No hay duda de que el pensamiento está dividido de hecho en tres zonas. Tomando el pensamiento pluralmente, incluso de una forma limitada, como he estado haciendo aquí con lo crítico, lo creativo y lo cuidadoso, es con todo, algo muy diferente de considerarlo algo unitario e indivisible. La noción unitaria de pensamiento es que el pensamiento puede ser sobre cualquier cosa pero permanece uno e igual con independencia sobre 1o que sea. Yo argumento en cambio que el pensamiento está siempre contextualizado: alguien que piensa históricamente piensa distinto de uno que piensa matemáticamente. Son disciplinas distintas lo mismo es verdad desde diferentes aspectos. Alguien que piensa críticamente piensa distinto de alguien que piensa de modo cuidadoso. Rodin no piensa en palabras cuando esculpe “el pensador”. Él está pensando en el mármol o en cualquier medio para esculpir. Pero también está pensando de una forma cuidadosa porque él no hubiera podido producir el trabajo que produjo si él no hubiera valorado tanto el pensamiento. Él no se hubiera tomado esto tan seriamente. EL pensador es un himno escultural al pensamiento como “hojas de hierba” es una obra poética de la experiencia humana. Cada uno a su manera exhibe técnica, invención y compromiso. 4. El cuidado como pensamiento. He estado enfatizando que “el cuidado” no es una condición causal del pensamiento, o no necesitaría serlo, puede en su lugar, ser un modo o dimensión o un aspecto del pensamiento en sí mismo. Así el cuidado es una clase de pensamiento cuando actúa con operaciones cognitivas tales como buscando alternativas, descubriendo o inventando relaciones, estableciendo conexiones entre conexiones y calibrando diferencias. Y, no obstante, es intrínseco al cuidado destruir distinciones y rankings cuando existe la amenaza de volverse parcial y, de ese modo, preservar su utilidad. Así, el cuidado paterno, reconociendo que ser un "ser humano" no es una cuestión de grado - así como "ser natural" no es una cuestión de jerarquía -, no intentan asignar rankings a sus hijos, al mismo tiempo que reconocen que hay diferencias significativas según las perspectivas, así las cosas tienen diferentes proporciones desde una perspectiva que las que tienen desde otra. Quienes cuidan, por tanto, luchan continuamente por conseguir un equilibrio entre esta igualdad ontológica que considera a todos los seres como del mismo nivel y aquellas diferencias de proporción y matices de percepción como fluyendo de nuestras discriminaciones emocionales. Yo no siento, sin embargo, que esté en condiciones de ofrecer una definición de pensamiento cuidadoso en el sentido que pude discutir el criterio que ofrecí para el pensamiento crítico, que puede ser combinado, para crear la definición de ese aspecto de la cognición. En cambio lo que puedo ofrecer es un inventario de las variedades de pensamiento cuidadoso, las cuales entiendo no son exhaustivas ni se solapan. Sin embargo son características importantes de este ámbito y haríamos bien en tenerlas en cuenta. a)Pensamiento valorativo. John Dewey ha señalado que debemos distinguir entre valorar y juzgar, estimar y calcular, y entre valorar y evaluar. Valorar es apreciar, cuidar, tener cariño. Evaluar es calcular precio. La diferencia entre valorar y juzgar, así como entre parejas de términos similares es una diferencia de grado. No hay valoración que no contenga al menos un germen de juicio. No hay juicio que no contenga algo de valoración. En cualquier acontecimiento, cuando premiamos, admiramos, alabamos y apreciamos, lo que estamos haciendo es valorar algo por las relaciones que comporta. Valorar un regalo es valorar lo recibido por los sentimientos que expresa hacia nosotros por parte del donante. El regalo es valioso porque establece conexiones entre nuestras actitudes, disposiciones, emociones y las del donante, conexiones que serían difíciles de establecer de otra manera. Así, apreciar una obra de arte es disfrutar observando las relaciones entre las partes de la obra y en su conjunto, de las que se compone el trabajo. Apreciar la cinematografía de una película es disfrutar de las relaciones visuales que la cámara hace llegar al espectador, así como las relaciones entre el trabajo de la cámara, la actuación, dirección, la música y otros aspectos de la película. De la misma manera encontrar un rostro interesante o hermoso es admirar y disfrutar las relaciones entre los rasgos así como las relaciones dentro de los rasgos. Podemos incluso citar estas relaciones como las razones por la admiración que experimentamos. Valorar es prestar atención a lo que importa, a lo que tiene importancia. No se fijen demasiado en la aparente circularidad: que lo que importa tiene importancia precisamente porque le prestamos atención. Esto es solo parcialmente cierto. Las cosas de la naturaleza no son ni mejores ni peores que otras cosas, pero cuando las comparamos y contrastamos en perspectivas particulares prestamos atención a similitudes y diferencias y por tanto valoramos esto. En sí mismo un lago no es mejor ni peor que un océano o una colina no es mejor ni peor que una montaña. Es sólo en contextos particulares donde las experimentamos relacionalmente y por tanto valorativamente. Es en este sentido que los restauradores se preocupan por las obras de arte, los doctores se preocupan por la salud y los curas por las almas: esta gente es gente que cuida en el sentido de que atienden a lo que les importa, y el hacerlo no es un despliegue "meramente emocional", sino que tiene un valor genuinamente cognitivo. b) Pensamiento afectivo. Los psicólogos han desarrollado otros modelos en cuyos términos podemos entender la relación entre afecto y cognición. La primera ve la emoción como una consecuencia de un proceso cognitivo, mientras que la segunda ve la cognición como la causa y el afecto como la consecuencia. Un tercer modelo -“la fuga cognitivo-emocional”- describe la relación como una "compleja interacción de procesos, similar a los temas de una fuga (en sentido musical ), que con frecuencia se pierden y reaparecen". Aunque la teoría de la fuga está más cercana a la postura que hemos adelantado aquí (que la emoción puede ser una forma de pensamiento) ambas sin embargo no son lo mismo. La discrepancia permanece en si las emociones pueden o no, al menos en algunos casos, ser clasificadas como cognitivas, como procesos de pensamiento. Consideremos este ejemplo. Observamos a un niño inocente siendo maltratado y nos indignamos. ¿Puede nuestra indignación clasificarse como pensamiento? Seguramente la indignación implica una conciencia de que el abuso de alguien inocente está fuera de lugar e implica la conciencia adicional de que la indignación que sentimos se da por sentada. Es improbable que la indignación pueda ser producida por una circunstancia causal aislada: necesita una razón. La razón puede no ser fuerte o no ser buena, pero es una razón, no una causa, y es parte de la indignación en sí misma. Por lo tanto la indignación que uno siente es el desarrollo de la percepción inicial de que alguien inocente está siendo herido, así como la percepción de que tal comportamiento es inapropiado. Lo que es inapropiado en un contexto dado es la falta de justificación. Sentimos que el abuso es inapropiado. La indignación es sentida como apropiada. Y la propiedad es tanto un criterio cognitivo como por ejemplo la coherencia o la importancia. Este es un asunto cuya importancia para la educación moral no puede ser subestimada. Frecuentemente, nuestras acciones siguen directamente a nuestras emociones. Se odia, se comporta destructivamente. Se ama, se comporta amigablemente y así sucesivamente; por lo tanto, si podemos atemperar las emociones antisociales, probablemente atemperemos la conducta antisocial. ¿Es posible enseñar a los niños a considerar la propiedad de tener las emociones que tienen? La respuesta parece bastante obvia, al educar a esos niños, los padres y parientes contribuyen contantemente a formar la perspectiva emocional de los niños. Mediante la recompensa y el castigo, hacen saber al niño qué expresiones emocionales se suponen apropiadas en un contexto dado y cuáles no lo son (las razones pueden ser muy idiosincrásicas, reírse en un funeral es reprobable pero no lo es llorar en las bodas) pero si puede haber una educación de las emociones en el hogar, puede haberla en la escuela, y de hecho la hay. c) Pensamiento activo. A partir de lo que hemos dicho, de que las emociones llegan a ser cognitivas, no sería sorprendente encontrar a "las acciones" siendo descritas algunas veces como cognitivas. Hay lenguajes de gestos y otros movimientos corporales, como las expresiones faciales. Incluso un acto al que corrientemente no hemos asignado significado puede tomar uno cuando se da en un contexto adecuado. Algunas discusiones sobre el cuidado no advierten la ambigüedad entre el uso del término que significa cuidar de o mirar por (en el sentido de tener un sentimiento de afecto hacia) y cuidar para (en el sentido de tener cuidado de alguien o vigilar a ). Debemos distinguir estos dos significados clasificando el primero como pensamiento afectivo y el segundo como pensamiento activo. Así, un tipo de pensamiento activo puede considerarse como cuidadoso - al conservar lo que uno valora. La gente trata de preservar su aspecto y su juventud: toma medida para salvar las cosas que valoran del desgaste del tiempo. Otros intentan preservar valores abstractos, como los filósofos de la lógica tratan de preservar la verdad de las premisas de un argumento en su conclusión, y como los traductores intentan preservar el sentido de una frase de un lenguaje a otro. El otro tipo de pensamiento, el activo puede ilustrarse mediante actividades profesionales como el deporte o la vigilancia penitenciaria. Así como un juego de baloncesto es meticulosamente controlado en ciertos aspectos pero, abierto y guiado por criterios en otros. Algunas situaciones requieren simplemente un comportamiento mecánico, tales como volver a tu campo tras haber marcado. Otras situaciones requieren juicios creativos, tales como intentar un triple. Llamamos a tales actividades cognitivas porque como la mayor parte de las conductas profesionales están cruzadas con juicios. Esto requiere una nueva mirada a la noción de juicio, como la proporcionada por Buchler. "Cada juicio es, según éste, representativo de la persona que lo realiza y es valorativo del mundo de esa persona". Lanza una bola de béisbol y la manera (fuerza) de lanzarla será representativa de ti mientras que el modo de hacerlo en cada jugada que la lances tomará en consideración elementos como la velocidad del viento, la eficacia del catcher y la habilidad del bateador. Cada acto es una intervención que pone a prueba las circunstancias de uno. Hay así un lenguaje de las acciones como un lenguaje de palabras y si el significado de las palabras lo encontramos en las conexiones con las oraciones en las que se incorporan, los significados de las acciones los encontramos en sus relaciones con los proyectos y los escenarios que los engloban. Sus significados también los encontramos en sus relaciones con las consecuencias que proceden de ellos, así como en sus relaciones contextuales. La acción, entonces, es protectora, pensamiento conservador -esforzándose en mantener las cosas como están-, y es intervencionista- esforzándose en cambiar las cosas de cómo están. En ambos casos representan cuidado ya que aquellos que no son cuidadosos ni buscan mantener aquellas cosas que importan ni pretenden establecer nada que podría importar. d) Pensamiento normativo. Hace falta un comentario referente al pensamiento como pensamiento vinculado tanto, con lo que el pensamiento es, como con lo que debería ser. Hasta cierto punto, este es un asunto de educación moral, en casa y en el colegio. Insistimos en que el niño considere, con cada etapa del deseo lo que debería de ser deseado y así enlazar lo deseado con lo deseable. Lo deseable es un ejemplo del resultado de la reflexión sobre la práctica, ya que preguntarse por lo que se ha hecho debería llevar a un bosquejo de lo que debería hacerse, si la búsqueda está lo suficientemente apoyada. Esta conjunción de la normativa con la realidad intensifica el componente de reflexión tanto de la acción como del cuidado. Alguien que se preocupa está siempre preocupado con las posibilidades ideales de la conducta de cuidado, por lo que la reflexión sobre el ideal se convierte en parte de la atención que uno presta a lo que realmente está ocurriendo. Puesto que el elemento normativo es siempre cognitivo, su inseparabilidad de otros aspectos del cuidado simplemente añade algo a su condición de status cognitivo. La pobreza del empirismo irracional se deriva de su fracaso al considerar cualquier cosa más de lo que es, mientras que el fracaso del racionalismo “irracional” se deriva de su fracaso al considerar cualquier cosa diferente de lo que debería ser. A los estudiantes sin embargo no se les puede permitir quedar atrapados en tales categorías estancas. Aquellos capaces de reflexionar sobre lo que son lo que necesitan tener en cuenta también es la clase de personas que quieren ser y deben querer ser. Aquellos capaces de considerar el mundo como es deben ser ayudados a considerar la clase de mundo en el que quieren vivir y la clase de mundo en la que ellos deberían querer vivir. Esta propuesta puede muy bien tenerlos ocupados durante la mayor parte de sus vidas, y además será un tiempo bien empleado. 5.- A modo de conclusión. He insistido en la adición del pensamiento cuidadoso al pensamiento crítico y creativo al elaborar los aspectos más importantes del "pensamiento de orden superior" por dos razones principales: 1) El cuidado tiene buenas credenciales como una actividad cognitiva, aunque consista en actos de baja visibilidad mental como filtrar, valorar, evaluar, sopesar y así sucesivamente, más que actos de alta visibilidad como inferir y definir. Pero lo cognitivo no está restringido sólo a actos de alta visibilidad como tampoco los órganos del cuerpo se limitan sólo a actividades manifiestamente vitales como corazón y pulmones hacen con la circulación y la respiración. El hígado y los riñones son órganos vitales también, ya que los filtros que realizan son esenciales para nuestras vidas. 2) Sin el cuidado, el pensamiento del orden superior está carente de un componente de valores. Si el pensamiento del orden superior no contiene valoración o evaluación, está sujeto a la aproximación a sus materias apáticamente, indiferentemente y sin cuidado y ello implica que sería despectivo incluso sobre la inquisición. Al intentar defender el pensamiento cuidadoso de ninguna manera intento despreciar el pensamiento crítico y creativo, de la misma manera que al defender el pensamiento aplicado, no estaría despreciando el pensamiento teórico. Soy consciente, sin embargo, de que el dualismo casi mainqueo racionalismoirracionalismo es algo a lo que hay mucha gente entregada, de modo que una reorientación a la racionalidad sería para ellos más fácil de decir que de hacer. Sospecho que nosotros sentimos emociones cuando tenemos elecciones y decisiones que tomar, y éstas forman la vanguardia de nuestro juicio. De hecho, es tan importante el papel de la emoción en el pensamiento que lleva al juicio y en el pensamiento que nos aleja de él que sería difícil diferenciar uno del otro. De hecho, pueden muy bien resultar indistinguibles, pueden muy bien ser idénticos, en cuyo caso sería perfectamente lógico decir que la emoción es la elección, es la decisión, es el juicio. Y es a esta clase de pensamiento a la que podemos llamar pensamiento cuidadoso, cuando tiene que ver con cosas importantes. ( Traducido por Gemma Martínez Dieta para el "Encuentro de Córdoba". Marzo del 2004)