Subido por Milton Figueroa

Mujeres de la biblia

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Estudio de las mujeres en épocas Bíblicas
Pintura de chicas judías caucásicas.
Alumnos: Valentín García, Adrían Fernández, Ignacio Sosa y Juan José Ríos
Liceo 1
2do DB 3
Profesora: Ana Laura Liendo
Fecha: 29/05/2017
MUJERES DE LA BIBLIA | Valentín García, Ignacio Sosa, Adrián Fernández y Juan José Ríos. 5to DB 3
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Mujer Judía antes de Cristo: Sus características, que se esperaba de ellas
(épocas bíblicas), costumbres, derechos, obligaciones, tareas, familia,
vestimenta y adornos de distintos tipos de mujeres (subtemas 1, 2, 3, 4,
5):
Cuando la mujer judía salía de su casa, no importaba para qué, tenía que llevar
siempre la cara cubierta con un tocado que comprendía dos velos sobre la cabeza, una
diadema sobre la frente, con cintas colgantes hasta la barbilla, y una malla de cordones
y nudos. De este modo no se podían conocer los rasgos de su rostro. La mujer que de
este modo salía de su casa sin llevar la cabeza cubierta ofendía hasta tal punto las
“buenas costumbres” que su marido tenía el derecho y, según los doctores de la ley,
hasta el deber de despedirla, sin estar obligado a pagarle la suma estipulada para el
caso de divorcio. Y sobre esto hay que decir que había mujeres tan estrictas también,
que tampoco se descubrían en su propia casa. Sólo el día de la boda, y si la mujer era
virgen y no viuda, aparecía en el cortejo con la cabeza al descubierto.
Ni que decir tiene que las israelitas, sobre todo las de las ciudades, debían de pasar
inadvertidas en público. Las reglas “judaicas” que se seguían entonces mantenían que
era preferible no hablar con las mujeres en público para el bien del alma. Estas reglas
de “buena educación” prohibían, incluso, encontrarse a solas con una hebrea, y mirar a
una casada, o saludarla. Era un deshonor para un alumno de los escribas hablar con
una mujer en la calle. Aquella rigidez llegaba a tal extremo que la judía que se entretenía
con todo el mundo en la calle o que hilaba a la puerta de su casa podía ser repudiada,
sin recibir el pago estipulado en el contrato matrimonial.
Pero en verdad no hay que generalizar. También había excepciones. Estas reglas
eran tenidas muy en cuenta sólo entre los grupos más puritanos, especialmente los
fariseos. La verdad es que dos veces al año, el 15 de abril y el día de la expiación, había
danzas en las viñas de los campos, y las muchachas se hacían valer ante los jóvenes.
Sobre todo estas prescripciones afectaban a las familias acomodadas, donde la mujer
sí que podía llevar una vida retirada, pero no en las familias populares, donde razones
económicas lo impedían: la mujer tiene que ayudar a su marido muchas veces en el
trabajo. Además, en el campo reinaban relaciones más libres y sanas que en las
grandes ciudades, donde las maneras y las costumbres eran algo a lo que se daba más
importancia. En los pueblos la mujer va a la fuente a por agua, se une al trabajo de los
hombres en el campo, vende productos de la cosecha, sirve en la mesa, etc. Tampoco
se llevaba tan rigurosamente la costumbre de taparse la cabeza en el campo.
MUJERES DE LA BIBLIA | Valentín García, Ignacio Sosa, Adrián Fernández y Juan José Ríos. 5to DB 3
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La situación de la mujer en la casa no se veía modificada, en relación a esta conducta
pública. Las hijas, por ejemplo, debían ceder siempre los primeros puestos, e incluso el
paso por las puertas, a los muchachos. Su formación se limitaba estrictamente a las
labores domésticas, así como a coser y tejer. Cuidaban de los hermanos más pequeños
y, respecto del padre, tenían la obligación de alimentarlo, darle de beber, vestirlo,
cubrirlo, sacarlo y meterlo cuando era anciano, y lavarle la cara, las manos y los pies.
Sus derechos, en lo que se refiere a la herencia, no era el mismo que el de los varones.
Los hijos y sus descendientes precedían a las hijas.
La patria potestad era muy grande respecto a las hijas menores antes de su boda.
Se hallaban en poder de su padre. La sociedad judía de aquel tiempo distinguía tres
edades: la menor (qatannah, hasta la edad de doce años y un día), la joven (na’arah,
entre los doce y los doce años y medio), y la mayor (bôgeret, después de los doce años
y medio). Hasta esta última edad, el cabeza de la familia tenía toda la potestad, a no ser
que la joven estuviese ya prometida o separada. Según este código social las hijas no
tenían derecho a poseer absolutamente nada: ni el fruto de su trabajo ni lo que pudiese
encontrar, por ejemplo, en la calle. Todo era del padre.
La hija, hasta los doce años y medio, no podía rechazar un matrimonio impuesto por
el padre. El padre podía vender a su hija como esclava, siempre que no hubiera
cumplido los doce años. Los esponsales solían celebrarse muy temprano. Al año de ser
mayor, la hija celebraba la boda, pasando entonces de la potestad del padre a la del
marido. Y realmente, no se sabía qué podía ser peor. Después del contrato de compaventa, pues eso era en el fondo la ceremonia de esponsales y matrimonio, la mujer
pasaba a vivir a la casa del esposo. Esto, generalmente, significaba una nueva carga,
amén del enfrentamiento con otra familia extraña a la recién llegada, a la que casi
siempre se manifestaba una abierta hostilidad.
A decir verdad, la diferencia entre la esposa y la esclava o una concubina era que
aquella disponía de un contrato matrimonial y las últimas no. A cambio de muy pocos
derechos, la esposa se encontraba cargada de deberes: tenía que moler el grano, coser,
lavar, cocinar, amamantar a los niños, hacer la cama del marido y, en compensación
por su sustento, hilar y tejer. Otros añadían incluso a estas obligaciones las de lavar la
cara, manos y pies, y preparar la copa del marido. El poder del marido y del padre
llegaba al extremo de que, en caso de peligro de muerte, había que salvar antes al
marido. Al estar permitida la poligamia, la esposa tenía que soportar la presencia y las
constantes afrentas de o de las concubinas. Pero la poligamia sólo podía ser asumida
por la gente pudiente y no era habitual. En cuanto al divorcio, que estaba admitido según
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la Ley mosaica, el derecho estaba única y exclusivamente de parte del marido. Sólo él
podía iniciar el trámite. Esto daba lugar, lógicamente, a constantes abusos.
Naturalmente, dentro de estos límites, la situación de la mujer variaba según los
casos particulares. Había dos factores que tenían especial importancia: por una parte,
la mujer encontraba apoyo en sus parientes de sangre, especialmente en sus hermanos,
lo cual era capital para su vida conyugal; por otra parte, el tener niños, especialmente
varones, era muy importante para la mujer. La carencia de hijos era considerada como
una gran desgracia, incluso como un castigo divino. La mujer, al ser madre de un hijo,
era considerada: había dado a su marido el regalo más precioso.
La mujer viuda quedaba también en algunas ocasiones vinculada a su marido:
cuando éste moría sin hijos. En este caso debía esperar, sin poder intervenir en nada
ella misma, que el hermano o los hermanos de su difunto marido contrajesen con ella
matrimonio levirático o manifestasen su negativa, sin la cual no podía ella volver a
casarse.
Por supuesto, desde el punto de vista religioso, la mujer israelita tampoco estaba
equiparada con el hombre. Se veía sometida a todas las prescripciones de la Torá y al
rigor de las leyes civiles y penales, incluidas la pena de muerte, no teniendo acceso, en
cambio, a ningún tipo de enseñanza religiosa. Una sentencia del Rabí Eliezer, por
ejemplo, decía que “quien enseña la Torá a su hija, le enseña el libertinaje”, y otra decía:
“Vale más quemar la Torá que transmitirla a las mujeres”. La mujer no estaba obligada
a ir en peregrinación a Jerusalén por las fiestas de Pascua, Pentecostés y los
Tabernáculos, habitar en las tiendas en la fiesta y agitar los lûlab, hacer sonar el sopar el
día de Año Nuevo, leer el libro de Ester (magillah) en la fiesta de los Purim, recitar cada
día el semá, etc. De las dos partes de la sinagoga, sabbateion y andron, la primera,
dedicada al servicio litúrgico, era accesible también a las mujeres; por el contrario, la
otra parte, destinada a las lecciones de los escribas, sólo era accesible a los hombres y
los muchachos, como ya indica su mismo nombre. Pero esto no se seguía con exactitud,
pues en las familias de elevado rango, se daba a las hijas una formación profana,
haciéndoles aprender griego.
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Los derechos religiosos de las mujeres, lo mismo que los deberes, estaban limitados.
Las mujeres sólo podían entrar en el templo al atrio de los gentiles y al de las mujeres;
durante los días de la purificación mensual y durante un período de 40 días después del
nacimiento de un varón y 80 del de una niña no podían entrar siquiera al atrio de los
gentiles. Durante este período se consideraba a las mujeres fuentes de impureza y
debían mantenerse alejadas de los lugares de culto. No era usual que las mujeres
impusiesen su mano sobre la cabeza de las víctimas para el sacrificio y sacudiesen sus
porciones. Las mujeres podían entrar en la parte de la sinagoga utilizada para el culto;
pero había unas barreras y un enrejado que separaban el lugar destinado a las mujeres.
Más tarde se llegó incluso a construir para ellas una tribuna con una entrada
particular. En el servicio litúrgico, las mujeres se limitaban únicamente a escuchar. No
podían hacer la lectura porque era rarísimo que supieran leer y mucho menos se
esperaba de ellas que pudieran hacer una enseñanza pública.
En la casa, la mujer no era contada en el número de personas invitadas a pronunciar
la bendición tras la comida y tampoco tenía el derecho a prestar testimonio en un juicio.
Sencillamente, era considerada mentirosa por naturaleza.
Para concluir, era muy significativo que el nacimiento de un varón era motivo de
alegría, y el de una niña se veía acompañado de la indiferencia, e incluso de la tristeza.
Los escritos rabínicos llegaban a proclamar: “¡Desdichado de aquel cuyos hijos son
niñas!”.
Teniendo en cuenta todos estos precendentes se valorará más en su justa medida el
valor que representaba el que Jesús se rodease también de mujeres, que conversase
libremente con ellas y que las tratase como a los hombres; e incluso que infundiese esos
mismos nuevos ánimos y sentimientos en la mente de los hombres que le conocieron.
En el relato de “Buscando a Jesús”, el maestro, en una acción inédita para la época,
llegó a nombrar a un grupo de mujeres como predicadoras, adelantándose incluso a
nuestro tiempo. Esta actitud no trajo para el Rabí sino enormes quebraderos de cabeza
y fracasos, y los primeros cristianos no tardaron en silenciar estas posturas para no
perder adeptos.
Link: https://buscandoajesus.wordpress.com/articulos/situacion-social-de-la-mujer-judiaen-tiempos-de-jesus/
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Educación y ocupaciones de Mujeres Judías
en épocas de Cristo (Subtemas 3, 4 y 10)
Las mujeres judías hablaban solamente en arameo, porque estaba mal visto
que tuviesen relaciones con personas de otra raza. Sin embargo María hablaría
otras lenguas por su estancia en Egipto y, además, hablaría también el griego,
por sus visitas a la ciudad cercana de Sépphoris, que estaba muy helenizada.
Desde niñas se las educaba en la religión judía. Esta instrucción era inculcada
en el seno familiar por las costumbres que observaban y también en la escuela
de la sinagoga, donde les enseñaban a leer y aprenderse de memoria las
escrituras. Debían cumplir con la ley de Moisés.
Antes de la puesta del sol de los viernes se preparaban para celebrar el
Shabbat. Para ello barrían y limpiaban la casa, mudaban la ropa de la cama y de
la mesa. Se purificaban lavándose en una tinaja en casa. Se ponían el mejor
vestido. Por la noche celebraban el Shabbat en una cena familiar con todos sus
hijos y familiares próximos. Al día siguiente, como les estaba prohibido trabajar,
comían de lo que les sobraba la noche anterior. Así se ha hecho siempre. Esta
fiesta servía para reunir a los familiares periódicamente y trasmitir la tradición
judaica.
Respecto a sus costumbres religiosas viajaban a Jerusalén tres veces al año
con motivo de las fiestas de Pascua, Pentecostés y Tabernáculos, y
permanecían una semana allí. Rezaban mañana y tarde largas oraciones. Las
más fervorosas ayunaban a pan y agua dos veces a la semana, los días 2º y 5º.
También lo hacían los fariseos, como dice el evangelio, pero estos solo lo hacían
para que se les viese, no actuaban con sinceridad. Jesús les atacó mucho por
este motivo.
Otras costumbres que tenían las mujeres es que podían estar un tanto
obsesionadas con cualquier cosa que rompiese la pureza legal. Por ejemplo
tenían que hacer abluciones antes de comer (lavarse las manos). No podían
tocar sangre humana, comer carne de cerdo, la carne debía de ser exangüe…
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Eran las encargadas de lavar a conciencia a sus difuntos, además de cortarles
las uñas y de afeitarles el pelo. Se explica por qué la Virgen María estaría dentro
del sepulcro arreglando la cabeza martirizada de su Hijo. Las demás mujeres
que la acompañaban, Salomé, María de Cleofás y María Magdalena quedaron
fuera simplemente porque no cabían dentro del sepulcro.
El trabajo manual era prácticamente obligatorio. No podían estar ociosas en
sus casas, tenían que hacer trabajos de hilandería o de costura. El fruto de su
trabajo era para el marido.
Lo más apropiado para una mujer era permanecer en casa. Por esto estaba
muy mal visto que una mujer judía estuviese sola en la calle. Si salía de casa,
debía cubrirse la cabeza con un velo.
Una mujer en casa debía madrugar para preparar en el fuego el pan cada día
para que su esposo lo encontrase listo y caliente para comer cuando éste se
levantaba. Tenía que ir a la fuente del pueblo a por agua en un cántaro. Debía
dar de comer a las bestias que tuviese. Era la responsable de todo lo
concerniente al hogar, la comida, el huerto del jardín, comprar en el mercado, la
educación de los hijos. Tenían una hospitalidad proverbial, por fraternidad, con
sus hermanos judíos y por cuestiones religiosas.
Link: http://www.primeroscristianos.com/index.php/noticias/item/912-la-mujerjudia-en-tiempos-de-jesus-como-vivia-la-virgen-maria
Menstruación, Embarazo, Parto, Matrimonio y su familia:
(subtemas 8 y 9)
La situación social en Israel y Palestina era patriarcal. La familia hebrea era grande en
número. La poligamia, aunque lícita en los casos en que la esposa era estéril,
solamente estaba al alcance de los ricos. En la casa familiar vivían, además del
marido, la esposa principal y las secundarias, los hijos e hijas de todas ellas,
juntamente con los criados y esclavos.
Al conjunto familiar se le denominaba casa del padre, que era donde el gobernaba
como señor absoluto y era el dueño y responsable de los bienes familiares. Los hijos
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varones eran sus herederos, mientras que las hijas aumentaban el patrimonio familiar
con la dote o precio que los pretendientes pagaban al padre al comprarlas.
El padre era el único que tenía el derecho de disponer, dar órdenes, castigar,
pronunciar oraciones, bendecir los alimentos y ofrecer sacrificios, además de ser el
maestro de sus hijos. Como madre, la mujer era respetada y reverenciada porque los
hijos son regalo y bendición de Dios, sobre todo si estos eran varones. Pero a pesar
de ello, la mujer era diferente al varón en la cultura judaica y hebrea.
La mujer judía en tiempos de Jesús era considerada inferior al hombre por tener
menos ventajas que el varón. Existía en aquel entonces una expresión que se repetía
frecuentemente, y que decía: „mujere s, esclavos y niños?. Como el esclavo judío y el
niño menor de 13 años, la mujer se debía por completo a su dueño y señor: al padre,
si es soltera; al marido, si es casada; al cuñado, si es viuda sin hijos (Deuteronomio
25:5-10). Si la mujer era soltera, estaba bajo la tutela de su padre y sólo é l tenía
la autoridad para casarla.
Sin embargo, el padre solamente podía hacerlo si ella daba su consentimiento
explícito, decidiendo a quien quiere por esposo, lo cual estaba protegido por la Ley
judía: "Tiene el hombre prohibido casar a su hija cuando es menor, hasta que crezca y
diga a fulano yo quiero" (Talmud Babilónico, Tratado de Kidushin 81b.) Cuando ella se
casa, el marido es el dueño de la mujer y ésta no puede disponer ni de los ingresos de
su trabajo, ni de lo que pudiera llegar a encontrar.
La mujer no recibía instrucción religiosa ya que se suponía que era incapaz de
comprenderla. Las escuelas eran solamente para varones. Además, las mujeres no
podían ser testigos en un tribunal, ya que se pensaba que su testimonio carecía
de valor por su inclinación a la mentira, argumentación que los judíos consideraban
apoyada en el libro del
Génesis: "Sara negó „no me he reído?. Pero Aquel dijo: „no digas eso, que sí te has
reído" (Génesis 18:15).
En las grandes casas de las ciudades y entre las familias acomodadas, la mujer
permanecía en el gineceo, la parte de la casa destinada a las mujeres, y sólo podían
mostrarse en público con la cara tapada, cubierta con dos velos atados en la cabeza,
para que no se pudieran distinguir los rasgos de su rostro. En los pueblos y entre las
familias sencillas existía menos rigor en este aspecto.
Las reglas de educación prohibían encontrarse a solas con una mujer, sobre todo si
ésta era casada; incluso mirar a una mujer casada o también saludarla. Una mujer no
debía estar sola trabajando en el campo, sino que lo normal es que trabajaran juntas
tres o más de ellas. Lo mismo ocurría cuando tenían que ir al pozo a buscar agua.
La esposa o las hijas tenían el deber de lavar al padre su cara, manos y pies. Pero el
judío varón no podía exigir esto a otro hombre, ni siquiera a un esclavo judío;
solamente a un esclavo no judío.
Las mujeres judías eran consideradas impuras durante el tiempo de la menstruación y
ni tan siquiera se las podía tocar. Después del parto tenían que ofrecer un sacrificio en
el Templo para ser purificadas.
Cuando había un banquete en la casa, las mujeres no tomaban parte en el mismo y ni
tan siquiera podían servir la comida, ya que se temía que escuchasen las con
versaciones y no fuesen discretas. Únicamente se les permitía asistir a la cena del
sábado y al banquete de Pascua.
Si alguna mujer casada preguntaba alguna cosa, se le debía responder lo más
brevemente posible. Todo esto estaba amparado por una cita bíblica: "Jamás te siente
s junto a una mujer casada, ni bebas vino con ella en la mesa, no sea que tu corazón
se enamore de ella y tu pasión te lleve a la ruina"
link: http://www.monografias.com/trabajos93/vida-cotidiana-judia-tiempos-biblicos/vida-cotidiana-judiatiempos-biblicos.shtml#ixzz4iVGW91ul
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En la biblia pudimos encontrar algunos datos sobre la
menstruación en las mujeres hebreas, los datos que
encontramos son los siguientes
Instrucciones sobre algunas impurezas en la mujer:
“Cuando una mujer tenga su período normal de menstruación, será
considerada impura durante siete días.”
“Cualquiera que la toque, será considerado impuro hasta el
anochecer.”
“Cualquier cosa en la que ella se acueste durante su período de
menstruación, será considerada impura”.
“Cualquier cosa en la que se siente será considerada impura”
“Cualquiera que toque el lugar donde ella se haya acostado, deberá
lavarse la ropa y lavarse a sí mismo con agua, y será considerado
impuro hasta el anochecer.”
“Cualquiera que toque algún objeto en el que ella se haya sentado,
deberá lavarse la ropa, y lavarse a sí mismo con agua y será
considerado impuro hasta el anochecer.”
“Si algún hombre se acuesta con ella, comparte su impureza, y será
considerado impuro durante siete días, lo mismo que el lugar donde
él se acueste.”
“En caso de que una mujer tenga flujo de sangre fuera de su
período normal de menstruación, y que el flujo le dure muchos días
o en caso de que su menstruación le dure más de lo normal, será
considerada impura mientras le dure el flujo, como si estuviera ella
en su período de menstruación.”
“Cualquier lugar en que ella duerma, y cualquier objeto en que se
siente mientras le dure el flujo, será considerado impuro, como si
estuviera ella en su período de menstruación.”
“Cualquiera que toque éstas cosas, será considerado impuro.
Deberá lavarse la ropa y lavarse a sí mismo con agua, será
considerado impuro hasta el anochecer.”
“Cuando el flujo se detenga, podrá contar siete días, y después
quedará purificada. Al octavo día tomará dos tórtolas o dos
pichones de paloma, y se los llevará al sacerdote a la entrada de la
Tienda del Encuentro. El sacerdote ofrecerá uno de ellos como
sacrificio por el pecado, y otro como holocausto. Así realizará el
sacerdote ante el Señor la purificación de esa mujer por el flujo que
tuvo, y de esa manera alejarán ustedes a los Israelitas de sus
impurezas, para que no mueran por manchar con ellas el lugar
dónde yo habito entre ellos.”
Fuente: La Biblia (Antiguo Testamento”
MUJERES DE LA BIBLIA | Valentín García, Ignacio Sosa, Adrián Fernández y Juan José Ríos. 5to DB 3
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Boda Judía o Hebrea (después de Cristo)
Una boda tradicional judía esta llena de rituales significativos, que simbolizan la
belleza de la relación entre marido y mujer, así como las obligaciones de uno
con el otro y para con el pueblo judío.
La siguiente guía explica la belleza y alegría de estas, las tradiciones de la
boda judía.
El día de la boda
El amanecer del día de la boda anuncia el día más feliz y santo de la vida de
uno. Este día se considera un Iom Kipur para el jatán (novio en hebreo)
y kalá (la novia), dado que en este día todos los errores pasados se perdonan,
al fundirse sus almas en un alma nueva y completa.
Así como en Iom Kipur, tanto el jatán como la kalá ayunan (en este caso, desde
la mañana hasta después de la conclusión de la ceremonia de la boda). Y en la
ceremonia, el jatán lleva un kitel, la túnica blanca tradicional usada en Iom
Kipur.
Kabalat panim
Es costumbre que el jatán y la kalá no se vean el uno al otro por una semana
antes de la boda. Esto aumenta la expectación y la emoción del evento. Por lo
tanto, antes de la ceremonia de la boda, el jatán y la kalá saludan a los
invitados por separado. Esto se llama "Kabalat Panim".
La tradición judía asemeja a la pareja a una reina y un rey. La kalá se sienta en
un "trono" para recibir a sus huéspedes, mientras que el jatán esta rodeado de
invitados que le cantan y alegran.
En este momento las madres del novio y la novia rompen un plato. La razón es
mostrar la seriedad del compromiso: al igual que un plato no puede ser nunca
reparado completamente, también una relación que se rompe no puede ser
nunca reparada totalmente.
Badeken
A continuación viene el Badeken, el bajado del velo de la kalá por el jatán. El
velo simboliza la idea de modestia, y transmite la lección de que no obstante la
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apariencia física pueda ser muy atractiva, el alma y el carácter son lo
fundamental y supremo.
El jatán, acompañado por familiares y amigos, se acerca hasta donde esta
sentada la kalá y baja el velo sobre su cara. Esta es una costumbre antigua y
señala el compromiso del novio de vestir y proteger a su mujer. Es también en
recuerdo de Rivká, quien cubrió su rostro antes de casarse con Itzjak (Génesis
Cáp. 29).
Jupá
La boda tiene lugar debajo de la jupá (palio nupcial), un símbolo de la casa que
se construirá y compartirá por la pareja. Esta abierta por todos los lados, así
como Abraham y Sara tenían su tienda abierta en todos los lados para dar la
bienvenida a amigos y familiares con incondicional hospitalidad.
La jupá generalmente se celebra afuera, bajo las estrellas, como una señal de
la bendición dada por Dios al patriarca Abraham, de que sus hijos serán "como
las estrellas de los cielos" (Génesis 15:5).
El jatán y la kalá no usan joyas debajo de la jupá. Su compromiso mutuo se
basa en lo que son como personas y no en alguna posesión material.
El jatán, seguido por la kalá, son por lo general acompañados a la jupá por sus
respectivos padres.
Debajo de la jupá, la kalá da siete vueltas alrededor del jatán. Así como el
mundo fue construido en siete días, la kalá figurativamente esta construyendo
las paredes del nuevo mundo de la pareja. El número siete también simboliza
la totalidad y la integridad de que no pueden alcanzar por separado.
La kalá entonces se para a la derecha del jatán.
Bendiciones del compromiso (Kidushin)
Dos copas de vino se utilizan en la ceremonia de la boda. La primera copa
acompaña la bendición del compromiso, y después de que esta es recitada, la
pareja bebe de la copa.
El vino, un símbolo de alegría en la tradición judía, se asocia con el Kidush, la
oración de santificación recitada sobre él en Shabat y las fiestas. El matrimonio,
que se llama Kidushin, es la santificación de un hombre y una mujer.
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La entrega del anillo
En la ley judía, el matrimonio se convierte en oficial cuando el jatán da un
objeto de valor a la kalá. Esto se hace tradicionalmente con un anillo. El anillo
debe hacerse de oro liso, sin manchas u ornamentaciones (por ejemplo,
piedras preciosas) – al igual que se espera que el matrimonio sea uno de
sencilla belleza.
El jatán toma ahora el anillo de boda en su mano, y ante la mirada atenta de
dos testigos, le declara a su esposa, "he aquí, que estas comprometida a mi
con este anillo, de acuerdo con la ley de Moshé e Israel". A continuación coloca
el anillo en el índice de la mano derecha de la novia. Según la ley judía, este es
el momento central de la ceremonia de boda, y la pareja esta ahora
completamente casada.
Si la kalá también quiere dar un anillo al jatán puede hacerlo, pero esto
solamente ocurre después de la ceremonia, y no mientras se está en la jupá.
Esto es para evitar confusión en cuanto a lo que constituye el verdadero
matrimonio, según lo estipulado por la Torá.
Ketubá (Contrato matrimonial)
Ahora viene la lectura de la ketubá (contrato matrimonial) en el texto original en
arameo. En un matrimonio judío el jatán acepta sobre sí diversas
responsabilidades que se detallan en la ketubá. Sus obligaciones principales
son proporcionar alimentos, refugio y ropa para su mujer, y estar atento a sus
necesidades emocionales. La protección de los derechos de una mujer judía es
tan importante que el matrimonio no puede ser formalizado hasta que el
contrato se haya terminado.
El documento esta firmado por dos testigos, y tiene el poder de un acuerdo
legalmente vinculante. La ketubá es propiedad de la kalá y ella debe tener
acceso al documento a lo largo de su matrimonio. Es a menudo escrito por
medio de hermosas obras de arte, para ser enmarcado y exhibido en el hogar.
La lectura de la ketubá actúa como una pausa entre la primera parte de la
ceremonia – Kidushin ("compromiso"), y la ultima parte – Nisuin ("matrimonio").
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Las 7 bendiciones
Las siete bendiciones (Sheva Brajot) son ahora recitadas sobre la segunda
copa de vino. El tema de estas bendiciones vincula al jatán y a la kalá a nuestra
fe en Dios como creador del mundo, el que otorga alegría y amor, y el redentor
de nuestro pueblo.
Estas bendiciones son recitadas por el rabino o cualquier otra persona que las
familias desean honrar.
Al término de las siete bendiciones, el jatán y la kalá nuevamente beben un
poco de vino.
Rompiendo la copa
Una copa es ahora colocada en el suelo, y el jatán la rompe con su pie. Esto
sirve como una expresión de tristeza por la destrucción del Templo en
Jerusalem, e identifica a la pareja con el destino espiritual y nacional del pueblo
judío. El judío aun en el momento de mayor regocijo, es siempre consciente del
requerimiento del salmista de "establecer Jerusalem por encima de mi más alta
alegría".
(En Israel, la copa se rompe antes, previa a la lectura de la ketubá).
Esto marca el final de la ceremonia. Con gritos de "Mazel Tov", el jatán y
la kalá reciben entonces una recepción entusiasta por parte de los invitados al
salir de la jupá juntos y dirigiéndose hacia la habitación de Yijud, su sala
privada temporal.
Yijud
La pareja es acompañada a una habitación privada, y es dejada a solas por
unos minutos. Estos momentos de reclusión manifiestan su nueva condición de
vivir juntos como marido y mujer.
Dado que la pareja ha estado ayunando desde la mañana, en este momento
rompen su ayuno.
La comida festiva (Seudá)
Es una mitzvá para los huéspedes traer simjá (alegría) al jatán y a la kalá en el
día de su boda. Hay mucha música y bailes para celebrar con la nueva pareja.
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A fin de llevar alegría a la ocasión, algunos invitados realizan proezas de
malabarismo y acrobacia.
Después de la comida, se recita el Birkat Hamazón (la bendición para después
de la comida), y las Sheva Brajot son repetidas.
Durante la semana que le sigue a la boda, es habitual que los amigos y
familiares preparen comidas festivas en honor al jatán y a la kalá. Esto se llama
la semana de Sheva Brajot, a causa de las bendiciones dichas en la conclusión
de cada una de estas comidas festivas.
Link: http://www.aishlatino.com/e/cdv/48419697.html
Boda Judía o Hebrea (en tiempo de Jesús)
El matrimonio por supuesto era el corazón de la familia. La primera orden que
Dios le dio a Adán y Eva era que un hombre deje a su padre y a su madre se
una a su esposa, que los dos deben convertirse en uno, y que deben crecer y
multiplicarse.
Los rabinos antiguos decían que un hombre de verdad no era un hombre del
todo hasta que Él lo hacía.
Sin embargo, sobre todo en la época de Cristo, había algunos hombres y
mujeres que vivieron vidas célibes con el fin de ser particularmente libres para
servir a Dios, ya sea mediante el estudio de la Torá, la enseñanza, o participar
en una gran obra para el pueblo de Dios.
Jesús y Pablo parecen haber sido de esta categoría. Jesús alabó a los que lo
hacían en Mateo 19 como lo hizo Pablo en 1 Corintios 7.
En los primeros años de Israel parece haber habido una cierta tolerancia hacia
la poligamia a pesar de que era una salida de lo que Dios había establecido.
Muchos lo pasan por alto dada la urgente necesidad de hacer crecer la familia
de Dios, el pueblo elegido.
Los hombres a menudo eran asesinados en la guerra y esto llevó a una gran
cantidad de mujeres necesitadas de maridos. En general, sólo los hombres
ricos podían permitirse el lujo de tener más de una esposa.
Y aunque la Biblia no condena explícitamente a los polígamos, sí muestra que
la poligamia ha llevado a problemas, no necesariamente entre las diferentes
mujeres que participan, sino entre los hijos sobre los derechos de herencia, etc.
Por el tiempo de Jesús, la poligamia entre los Judíos había disminuido en gran
medida, si no desaparecido por completo. Simplemente no hay mención de la
práctica en el Nuevo Testamento.
Jesús también llamó a cada hombre a que debe amar a su esposa y prohibió
otras indulgencias mosaicas en el matrimonio. Él re-propuso el plan original de
Dios de un hombre y una mujer hasta que la muerte los separe.
El matrimonio tenía lugar a una edad muy joven para los antiguos Judios. La
mayoría de los rabinos propusieron 18 años como lo más apropiado para los
hombres, aunque a menudo un poco más joven, especialmente cuando la
guerra era menos común.
MUJERES DE LA BIBLIA | Valentín García, Ignacio Sosa, Adrián Fernández y Juan José Ríos. 5to DB 3
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Las mujeres jóvenes se casaban casi tan pronto como estuvieran físicamente
listas para el matrimonio, a la edad de aproximadamente 13 o 14 años.
En la mayoría de los casos, los matrimonios eran arreglados por los padres
para sus hijos. Sin embargo, hay excepciones a esto y los matrimonios
concertados rara vez obligaban a los jóvenes que no se tenían absolutamente
ninguna atracción, o interés.
Sin embargo, el criterio en el mundo antiguo, e incluso en muchos lugares hoy
en día, era que el matrimonio no era tanto sobre el amor y el romance, sino que
era una cuestión de supervivencia.
Además, no estaba simplemente en las personas que se casaban, sino que las
familias se unían en apoyo mutuo. Belleza y el romance también eran
conocidos y pasaban, pero la vida y la supervivencia tenían que basarse en
fundamentos más sólidos.
Cuando una futura novia había sido elegida para un hombre joven, ya sea por
sus padres o más raramente por sí misma, le seguía un período de un año
llamado “compromiso”.
Durante este tiempo la pareja todavía vivía separada mientras las delicadas
negociaciones, a menudo prolongadas, iban y venían entre las familias, como
las cuestiones de dote, etc.
El novio o su familia pagaban la dote al padre de la novia. El pago se hacía en
reconocimiento de la pérdida sufrida por la familia de la novia como un
miembro útil que salía de la casa. También se entendía que parte del dinero se
destinaba a la mujer en caso que su marido muriera prematuramente.
Para ver si la propuesta era aceptada por la novia, el joven podría servir una
taza de vino a su amada y esperar a ver si ella lo bebía. Esta copa representa
un pacto de sangre.
Si se bebía la copa ella había aceptado la propuesta y sería prometida. El joven
entonces daba regalos a su amada, y luego se iba. La joven tendría que
esperar a que regresara y la recogiera.
Antes de abandonar el joven anunciaría, “Voy a preparar un lugar para ti”, y
“voy a volver por ti cuando esté listo”.
La práctica habitual era que el joven volviera a casa de su padre y construyera
una sala de luna de miel allí. Esto es lo que está simbolizado por la jupá o toldo
que es característica de las bodas judías.
No se le permitía escatimar en el trabajo y tenía que obtener la aprobación de
su padre antes de que pudiera considerarlo listo para su novia. Si se le pedía la
fecha de su boda tendría que responder: “Sólo mi padre lo sabe”.
Mientras tanto, la novia estaría poniéndose pura y bella para su novio. Durante
este tiempo se pondría un velo cuando salía para mostrar que había sido
comprada por precio.
Cuando la cámara de la boda estaba lista el novio podría recoger a su novia. Él
podía hacer esto en cualquier momento.
Era costumbre para una novia mantener una lámpara, el velo y sus otras cosas
al lado de su cama. Sus damas de honor también estaban esperando y tenían
que tener listo el aceite de sus lámparas.
Cuando el novio y sus amigos se acercaban a la casa de la novia daban un
grito y soplaban un shofar para hacerle saber para estaba listo.
Link: http://forosdelavirgen.org/81234/como-eran-las-bodas-en-el-tiempo-dejesus-2014-08-29/
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Ceremonias del Matrimonio
Después de que el período de los esponsales se terminaba y todos los
acuerdos eran por fin alcanzados y firmados, la boda podría tener lugar.
Las bodas solían extenderse durante un período de cinco a siete días.
Otoño era el mejor momento para los matrimonios: la cosecha se había
hecho, las mentes estaban libres, y los corazones estaban en reposo.
Era una temporada en la que las noches eran frescas y deliciosas y era
agradable sentarse por la noche al aire libre. Por lo general, todo el
pueblo se reunía para una boda.
Al comienzo de la fiesta de bodas, en la noche, el novio, acompañado de
sus amigos, iba a buscar a su novia a la casa de su padre.
Él usaría particularmente espléndida ropa e incluso a veces una corona.
Una procesión se formaba bajo la dirección de uno de los amigos del
novio, que actuaba como el maestro de ceremonias y se mantenía a su
lado durante todo el regocijo.
La novia era llevada en andas y en procesión. Ella estaba muy bien
vestida y en el camino la gente cantaba canciones de boda que eran
tradicionalmente conocidas y en gran parte extraídas del Cantar de los
Cantares en la Biblia :
“¿Quién es éste que sube del desierto? Parece ser una columna de
humo perfumado de mirra y de incienso y de todos los aromas”. (Cantar
de los Cantares 3: 6)
Cuando la procesión llegaba a la casa del novio, sus padres otorgaban
una bendición tradicional elaborada a partir de las Escrituras y de otras
fuentes.
Después de las oraciones, la noche se pasaba en juegos y bailes y el
novio tomaba parte en las festividades. Pero la novia se retiraba con sus
damas de honor y amigas a otra habitación asignada para ella.
Al día siguiente era la fiesta de la boda y una vez más había regocijo
general y una especie de vacaciones en el pueblo. Había una comida al
final del día en el que los hombres y las mujeres eran servidos por
separado. Este era un tiempo para la entrega de regalos, etc.
La novia, toda vestida de blanco, estaba rodeada de sus damas de
honor, por lo general diez de ellas. Se sentaba bajo un dosel, mientras
que canciones y las bendiciones tradicionales eran cantadas y recitadas.
Durante este tiempo, en la noche, el novio llegaba. Y mientras las
palabras rituales exactas no son del todo seguras, parece haber habido
un diálogo entre la novia y el novio registrado en el Cantar de los
Cantares.
La novia dice:
MUJERES DE LA BIBLIA | Valentín García, Ignacio Sosa, Adrián Fernández y Juan José Ríos. 5to DB 3
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“¡Que me bese con los besos de su boca! Tus amores son un vino
exquisito, suave es el olor de tus perfumes, y tu nombre, ¡un bálsamo
derramado!; por eso se enamoran de ti las jovencitas. ¡Llévame!
Corramos tras de ti. Llévame, oh Rey, a tu habitación para que nos
alegremos y regocijamos, y celebremos, no el vino, sino tus caricias.
¿Cómo podría no quererte?” (Cantar 1: 2-4).
Y el novio responde:
“Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven. Paloma mía, que te
escondes en las grietas de las rocas, en apartados riscos, muéstrame tu
rostro, déjame oír tu voz, porque tu voz es dulce y amoroso tu
semblante”. (Cantar 2: 13-14).
Ahora que la pareja estaba junta, todos los demás hombres y mujeres
también se unían. Al parecer, los de la sinagoga u otros líderes religiosos
impartían bendiciones a la pareja, ahora juntos bajo el dosel. Las
palabras de estas bendiciones y rituales no son definitivamente
conocidas y parecen haber variado.
Después de esto llegaba la fiesta por la noche.
Más tarde en esa primera noche la pareja desaparecía y el matrimonio se
consumaba. Las celebraciones a menudo se prolongaban durante varios
días más.
La pareja no iba en “luna de miel”, sino que se mantenía por el resto de
la celebración, compartiendo la alegría, las canciones y el baile bajo el
cielo tachonado de estrellas.
Links: http://www.catholic.com/blog/tim-staples/when-were-joseph-and-mary-married
http://www.wildolive.co.uk/weddings.htm
http://www.biblestudytools.com/commentaries/revelation/related-topics/the-jewishwedding-analogy.html
http://blog.adw.org/2014/08/what-were-weddings-like-in-jesus-day/
http://www.iclnet.org/pub/resources/text/rtg/rtg-rts/rtgrts02.txt
http://www.gindorf.us/coolstuff/writings/articles/wedding.html
http://www.wildolive.co.uk/weddings.htm
El Divorcio (subtema 8)
MUJERES DE LA BIBLIA | Valentín García, Ignacio Sosa, Adrián Fernández y Juan José Ríos. 5to DB 3
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Solamente el marido tenía derecho a romper el matrimonio exigiendo el
divorcio; era un derecho arbitrario y caprichoso.
Si una mujer salía a la calle sin cubrirse la cabeza, ofendía hasta tal punto las
buenas costumbres que su marido tenía el derecho y hasta el deber, desde el
punto de vista religioso, de echarla de la casa y divorciarse de ella sin estar
obligado a pagarle la suma acordada en el contrato matrimonial.
La mujer judía que perdía su tiempo en la calle hablando con unos y otros, o la
que se ponía a hilar en la puerta de su casa, podía ser repudiada por su marido
sin compensación económica alguna. Incluso cuando a la esposa se le
quemara la comida, podía ser repudiada por el esposo, según manifestaba el
rabino y maestro judío Hillel el Viejo o el Sabio (70 a.C. al 10 d.C.). Otro motivo
podía ser que el marido descubriera algo torpe en su esposa, lo cual le daba
la libertad para buscar otra más joven y adquirirla.
Si la novia tenía relaciones con otro hombre era considerada una adúltera y su
castigo era la lapidación. Si la adúltera era una mujer casada, el castigo que se
le reservaba era el de la estrangulación. Pero para el hombre no había castigo
alguno. En la mujer sólo veían superficialidad, sexo y peligro, por lo que
siempre trataban de guardarse de ella.
link: http://www.monografias.com/trabajos93/vida-cotidiana-judia-tiempos-biblicos/vidacotidiana-judia-tiempos-biblicos.shtml
Origen de la palabra Ramera, cómo se
vestían, figura de la ramera en la Biblia y
dedicación: (subtema 7)
Por “ramera” entendemos aquella mujer que ofrece servicios sexuales
a cambio de dinero, existiendo diferentes versiones para el origen de
tal palabra.
La primera de ella nos lleva hasta la época en la que las prostitutas
ofrecían sus servicios en una especie de choza hecha con ramas a las
afueras de las ciudades (realmente, fuera de los recintos amurallados
que rodeaban a gran parte de las mismas).
De otro lado, y quizás una versión más creíble que la anterior, es la
que encontramos en la Edad Media y los ramos que se colgaban en
las puertas de las tabernas para indicar que allí no sólo se servía
comida y bebida, sino también servicios sexuales.
Link: http://www.aulafacil.com/articulos/sabias/t2954/el-origen-dela-palabra-ramera
Otra fuente de información:
MUJERES DE LA BIBLIA | Valentín García, Ignacio Sosa, Adrián Fernández y Juan José Ríos. 5to DB 3
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Hacia fines de la Edad Media, era costumbre en España colgar un ramo en
la puerta de las tabernas para indicar que no se trataba de viviendas
particulares y llamar de esta manera la atención de los clientes.
Las prostitutas, así como hoy ocultan sus negocios haciéndolos pasar por
casas de masajes, en aquella época los disimulaban colgando en su
puertas un ramo, como si se tratara de tabernas.
Por esa razón, las comadres empezaron a llamarlas rameras, una palabra
que les sonaba más púdica que prostituta. Este vocablo aparece registrado
por primera vez en español a finales del siglo XV, como, por ejemplo, en La
Celestina (1499), de Fernando de Rojas:
“Esta mujer es marcada ramera, según tú me dijiste, cuanto con ella te
pasó has de creer que no carece de engaño. Sus ofrecimientos fueron
falsos y no sé yo a qué fin.”
Link: https://sanyonet.wordpress.com/2011/02/17/la-historia-de-laspalabras-puta/
Mujeres solteras en la Biblia: (Sub tema: 6)
Veamos algunos ejemplos de mujeres que fueron observadas:
Rebeca
Dice Génesis 24: 21 “y el hombre estaba maravillado de ella, callando”.
Rebeca fue observada por el hombre que iba a decidir si ella sería la esposa
de Isaac. Ella no sabía que estaba siendo observada, no sabía el trasfondo de
quién la estaba observando y quien era que le estaba pidiendo agua.
Ruth: Ruth es otro ejemplo de joven humilde, sencilla, dependiente de Dios,
aun a pesar de su edad, sujeta a la autoridad que tenía en ese momento, su
suegra Noemí. Era trabajadora, diligente mujer de fe, prudente y también fue
observada por otros, por los del pueblo, por los espigadores, fue observada por
Booz.
Ella fue observada de manera especial por Booz dice Ruth 2:5-11.
Booz la observó e investigó, indagó acerca de ella, todo lo que se decía de esta
soltera y viuda era bueno.
Esther:
En Esther 2: 8-10, Esther fue observada por Hegai y halló gracia delante de él.
Nunca exigió nada cuando estuvo en el palacio, no se involucró en competir
con las otras mujeres que fueron llevadas al igual que ella al palacio, ella se
dejó llevar en todo de Hegai. Ella no compitió. La historia de Esther nos dice
que no exigió nada, fue sumamente discreta, humilde, sumisa. Supo orar y
ayunar en los momentos más difíciles de su vida.
MUJERES DE LA BIBLIA | Valentín García, Ignacio Sosa, Adrián Fernández y Juan José Ríos. 5to DB 3
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Estos versículos del capítulo 2 de Esther nos indican que Esther era muy
prudente y discreta. Ella era una joven soltera, virgen que se guardó para
cuando Dios le mostrara su voluntad acerca de su esposo.
Debemos aprender de Esther su discreción y prudencia. No era vanidosa, ella
no solicitó, nada Hegai ella decía y hacía lo que Hagai, el guarda de las
mujeres del Rey le decía. Fue muy sabia.
Marta y María, otros dos ejemplos de solteras que fueron observadas. Leamos
en Lucas 10: 38 – 42 vemos el ejemplo de María la Hermana de Lázaro. María
fue observada y resaltada por nuestro señor Jesucristo. Qué maravilloso. María
siempre estuvo a los pies del Señor.
Ejemplo de Martha la hermana de Lázaro y María. Martha también fue
observada por el señor Jesucristo, pero Jesús le llamó la atención diciéndole,
en Luchas 10:41 “Martha, Martha afanada y turbada estás con muchas cosas”.
Dios nos observa y usa otras personas para llamarnos la atención, para
exhortarnos, para hablarnos, para corregirnos, para que nos enfoquemos en lo
que debemos estar enfocadas.
Link: http://www.iglesiareformada.com/Calcano_Solteras.html
También está el ejemplo de las cuatro hijas de Felipe, el evangelista
mencionado en el libro de los Hechos capítulo 21:9; dice este breve versículo
que eran jóvenes doncellas y que servían a Dios, eran profetizas, me imagino
que eran jóvenes vírgenes y temerosas de Dios y si fueron mencionadas en la
Biblia era porque Dios quería que las tuviéramos como ejemplo de mujeres
solteras piadosas. Dios nos ha dejado muchos ejemplos de mujeres solteras en
la Biblia. “Qué sabio es Nuestro Gran Dios”.
Al ver estos ejemplos, nos podemos identificar con algunas de estas mujeres, y
que según el testimonio de la Palabra algunas de ellas se casaron, y se
casaron según la voluntad de Dios, todas tenían en común que amaban a Dios
y tenían temor de El. Dios tenía un plan para cada una de ellas en
circunstancias diferentes, y vemos que esperaban en Dios y Dios las bendijo en
sus diferentes circunstancias y las usó para sus propósitos.
Ellas son mencionadas y resaltadas como mujeres extraordinarias de la Biblia.
MUJERES DE LA BIBLIA | Valentín García, Ignacio Sosa, Adrián Fernández y Juan José Ríos. 5to DB 3
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Mujer Casada de la Biblia: (sub tema: 6)
El matrimonio tenía lugar a una edad muy joven para los antiguos Judios. La
mayoría de los rabinos propusieron 18 años como lo más apropiado para los
hombres, aunque a menudo un poco más joven, especialmente cuando la
guerra era menos común.
Las mujeres jóvenes se casaban casi tan pronto como estuvieran físicamente
listas para el matrimonio, a la edad de aproximadamente 13 o 14 años.
En la mayoría de los casos, los matrimonios eran arreglados por los padres
para sus hijos. Sin embargo, hay excepciones a esto y los matrimonios
concertados rara vez obligaban a los jóvenes que no se tenían absolutamente
ninguna atracción, o interés.
Sin embargo, el criterio en el mundo antiguo, e incluso en muchos lugares hoy
en día, era que el matrimonio no era tanto sobre el amor y el romance, sino que
era una cuestión de supervivencia.
Cuando una futura novia había sido elegida para un hombre joven, ya sea por
sus padres o más raramente por sí misma, le seguía un período de un año
llamado “compromiso”.
Durante este tiempo la pareja todavía vivía separada mientras las delicadas
negociaciones, a menudo prolongadas, iban y venían entre las familias, como
las cuestiones de dote, etc.
Para ver si la propuesta era aceptada por la novia, el joven podría servir una
taza de vino a su amada y esperar a ver si ella lo bebía. Esta copa representa
un pacto de sangre.
Si se bebía la copa ella había aceptado la propuesta y sería prometida. El joven
entonces daba regalos a su amada, y luego se iba. La joven tendría que
esperar a que regresara y la recogiera.
Antes de abandonar el joven anunciaría, “Voy a preparar un lugar para ti”, y
“voy a volver por ti cuando esté listo”.
La práctica habitual era que el joven volviera a casa de su padre y construyera
una sala de luna de miel allí. Esto es lo que está simbolizado por la jupá o toldo
que es característica de las bodas judías.
Mientras tanto, la novia estaría poniéndose pura y bella para su novio. Durante
este tiempo se pondría un velo cuando salía para mostrar que había sido
comprada por precio.
Cuando la cámara de la boda estaba lista el novio podría recoger a su novia. Él
podía hacer esto en cualquier momento.
Era costumbre para una novia mantener una lámpara, el velo y sus otras cosas
al lado de su cama. Sus damas de honor también estaban esperando y tenían
que tener listo el aceite de sus lámparas.
Cuando el novio y sus amigos se acercaban a la casa de la novia daban un
grito y soplaban un shofar para hacerle saber para estaba listo.
http://forosdelavirgen.org/81234/como-eran-las-bodas-en-el-tiempo-de-jesus-2014-0829/
MUJERES DE LA BIBLIA | Valentín García, Ignacio Sosa, Adrián Fernández y Juan José Ríos. 5to DB 3
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Mujer Viuda: (sub tema: 6)
Viuda (heb. generalmente zalmánâh; gr. jera, “un/una doliente”). La suerte de
las viudas en la antigüedad a menudo era penosa (Luk 21:2-4), especialmente
en los paí­ses paganos, donde prevalecí­an ciertos estigmas supersticiosos
que se les adjudicaban. El judaí­smo y el cristianismo hicieron mucho para
brindar respeto, simpatí­a y apoyo a las mujeres que habí­an perdido a sus
maridos (Deu 14:29; 16:11, 14; 27:19; Mar 12:40; Act 6:1; 1 Tit 5:3-9; Jam :27).
La ley mosaica ofrecí­a protección a las viudas, que a menudo eran explotadas
(Psa 94:6; Isa 1:23; Eze 22:7; Mal 3:5; etc.). No se les debí­a causar aflicción
(Exo 22:22; cf Deu 27:19), ni se les podí­a confiscar la ropa como prenda para
asegurar la devolución de un préstamo (Deu 24:17); también participaban de
las bendiciones del diezmo* del 3er año (26:12); y espigar* lo que habí­a
quedado después de la cosecha era una de sus prerrogativas (24:19-21). La
costumbre establecí­a que las viudas llevaran una vestimenta especial por
medio de la cual se las reconociera (Gen 38:14, 19; cf Judit 10:3, 4). Se
esperaba que el hermano de un esposo fallecido se casara con la viuda sin
hijos para asegurar la descendencia de su hermano (Gen 38:7-9; Rth 4:1-10)
http://www.biblia.work/diccionarios/viuda/
La Prostituta: (sub tema: 6-7)
Tal como se puede observar en la Biblia podemos encontrar a un personaje
llamado “La gran Babilonia, madre de las Prostitutas y de todo lo que hay de
odioso en el Mundo.”. Esta mujer, tal y como se la describe, se la puede
observar sobre una bestia de color Rojo, la cual tiene siete cabezas y diez
cuernos, ésta bestia tiene todo un trasfondo referido a las siete montañas y los
diez Reyes. En la biblia nos la muestran como una mujer despreciable, vestida
de colores purpura y rojo. Esta mujer es despreciada por Dios debido a que
lleva una copa llena de cosas odiosas, y su bestia está repleta de cosas
ofensivas hacia Dios.
Dichas mujeres (las prostitutas) eran llamadas Rameras, esto se debe a que
para identificarse colocaban una rama sobre la puerta de su casa.
Fuente: Biblia – Producción de texto: V.G
La vestimenta de las mujeres en épocas Biblicas: (sub tema: 5)
La vestimenta estaba condicionada por el clima. Se usaban mantos largos y
holgados para mantenerse fresco, pero el tipo de tela lo determinaba la riqueza
y el estatus social de cada persona.
El campesino usaba un delantal o una túnica, y manto. La túnica del hombre
era blanca y llegaba hasta la rodilla, de manera que para trabajar o correr había
de recogerla alrededor de la cintura, lo cual se conocía como ceñirse los lomos.
La túnica de la mujer era parecida, pero más adornada y colorida. El manto
externo era largo y de lana, con franjas alternadas de tonos color café, partido
desde los hombros hasta los brazos.
MUJERES DE LA BIBLIA | Valentín García, Ignacio Sosa, Adrián Fernández y Juan José Ríos. 5to DB 3
~ 23 ~
Como la mayoría de los telares judíos median tan solo un metro de ancho, se
cosían juntos dos pedazos de tela para así poder lograr la longitud deseada. La
túnica inconsútil de Jesús fue la excepción.
Los ricos podían darse el lujo de poseer telas teñidas en brillantes colores, y
usaban una chaqueta corta encima de la túnica. A menudo la ropa era la señal
de la profesión de la persona.
El calzado del pobre, si lo tenía, era una suela de cuero atada al tobillo por una
faja que pasaba entre los dedos de los pies. Si se era más pudiente podía
usarse zapatillas de cuero.
Como había que proteger del sol la cabeza, se usaba un turbante o una tela
cuadrada sujetada a la cabeza con un cordón.
Los pobres no tenían qué ponerse para dormir. Simplemente se aflojaban el
cinturón y se envolvían en el manto.
La túnica (impropiamente traducido "saco") era una camisa que se usaba junto
al cuerpo. Se hacia de piel, tela de pelo, lana, lino, y en tiempos modernos
usualmente de algodón. La forma más sencilla era sin mangas, y llegaba hasta
la rodilla y algunas veces al tobillo. La gente "bien" la usaba con mangas y
hasta el tobillo, tanto las mujeres como los hombres las usaban (véase Cant.
5:3), aun cuando sin duda había una diferencia de estilo y modelo en lo que
ambos usaban. Entre las clases pobres, la túnica era la única prenda de vestir
usada en verano. Las personas de más alta clase usan solamente la túnica en
el interior de su casa, pero no la usaban sin llevar una vestidura encima cuando
estaban fuera de casa, o cuando recibían alguna persona. El término
"desnudo" en la Biblia, se usaba cuando el hombre vestía sólo la túnica (cf. Isa.
20:2-4; 1:8; Jn. 21:7).
LA TUNICA EXTERIOR
En los tiempos bíblicos había una túnica más suelta y más larga, que algunas
veces se usaba, pero no por la gente común. La Escritura indica su uso por los
reyes (1 5am. 24:4), por los profetas (1 Sam. 28:14), por los nobles (Job 1:20),
y algunas veces por los jóvenes (1 Sam. 2:19). Algunos eruditos bíblicos
piensan que era un tercer vestido, es decir, aparte de la túnica acostumbrada y
la capa exterior. Pero otros han pensado de esto como de un manto especial
que se usaba sobre la túnica, y ésta puede haber tomado el lugar de la capa.
EL CINTO
Si la túnica no se sujetaba con un cinto, podía estorbar, no permitiendo andar
libremente, así es que siempre se usa un cinto cuando se sale del hogar para
hacer cualquier jornada (véase 2 Reyes 4:29; Hech. 12:8). Hubo antes y hay
actualmente dos clases de cintos. Uno era la variedad común, hecho de cuero,
por lo regular de quince centímetros de ancho y equipado con broches. Esta
era la clase de cinto usada por Elías (2 Reyes 1: 8), y por Juan el Bautista (Mat.
3:4). El otro es de una clase más costosa. Es de lino (véase Jeremías 13:1),
aunque algunas veces era de seda o de material bordado. Es generalmente de
ancho, como de una mano. El cinto sirve como una faltriquera donde se guarda
dinero (2 Sam.18:11) y otras cosas que se necesitan (Marc. 6:8). El cinto se
usaba para afianzar la espada de la persona a su cuerpo (1 5am. 25:13). Por
eso el cinto era una parte muy necesaria en el vestuario del hombre.
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EL MANTO O LA CAPA
El vestido exterior que los aldeanos palestinos usan, es una larga que serviría a
los occidentales de abrigo. Se fabrica de o pelo de cabra y algunas veces de
algodón. Es de color café oscuro de diferentes tonos y con tiras blancuscas
perpendiculares, como abrigo contra el viento y la lluvia, y como cobertor por
las noches. Es un cuadro más o menos común el ver a un hombre andando en
un día caluroso, llevando su pesada capa. Y si se le pregunta por qué la lleva,
su contestación será, "Lo que resguarda del frío, resguarda también del calor".
Fue este vestido o capa exterior la que usó Elías para abrir aguas del río
Jordán cruzándolo en seco con Eliseo. Luego, al transportado al cielo, su capa
vino a ser propiedad de Eliseo (2 Reyes 2:8-13). Los tres jóvenes hebreos que
fueron arrojados al horno ardiendo, estaban ataviados con sus mantos, así
como de sus capas y otro vestido (Dan. 3:21).
La ley de Moisés contenía un mandamiento explícito acerca de este vestido
exterior. Dice la Ley:
"Si tomares una prenda de vestido de tu prójimo, a la puesta del sol se la
volverás: porque sólo aquello es su cubierta, es aquel el vestido para cubrir sus
carnes, en el que ha de dormir: y que cuando él a mí clamare, yo entonces le
oiré, porque soy misericordioso" (Ex. 22:26, 27).
La necesidad de este mandamiento se entiende fácilmente do se sabe cómo el
manto se usaba por la noche. El acostarse por la noche es un asunto muy
sencillo para los beduinos y labriegos. Esteras, alfombras o colchones se usan
para acostarse, pero el huésped no provee nada. Cada persona provee lo
propio que consiste en su manto. Estando su tejido muy apretado, es caliente,
y si la persona duerme fuera en el campo, su abrigo lo resguarda aun de la
lluvia
TURBANTE
Mucha atención al cuidado de su cabello prestaban los judíos en tiempos
bíblicos. A las jóvenes les encantaba llevarlo grande y encrespado (Cant. 5:11),
y se enorgullecían de tenerlo grueso y abundante (2 Sam. 14:25, 26). Los
hombres de edad mediana y los sacerdotes ocasionalmente se cortaban el
pelo, pero muy poco. La calvicie era rara y se sospechaba que cuando la
había, era propicia a la lepra. Por eso cuando los muchachos dijeron a Eliseo
"¡Calvo ¡Calvo, sube!" (2 Reyes 2:23), usaban una maldición extrema, que el
profeta siendo joven, posiblemente no estaba calvo. Los hombres no se
cortaban la barba, sino que se la dejaban crecer bastante (2 Sam. 10:4, 5). La
barba se la ungían con aceite con frecuencia.
Los judíos siempre usaban un turbante en público, porque en ciertas
estaciones del año es peligroso en Palestina exponer la cabeza a los ardientes
rayos del sol. Este turbante era hecho de material grueso y se pasaba varias
veces en derredor de la cabeza. Eran algo parecidos a nuestros pañuelos y
eran hechos de lino. Recientemente se fabrican de algodón. El patriarca Job y
el profeta Isaías mencionan el uso de turbantes como tocado (Job 29:14; Isa.
3:23).
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SANDALIAS
Los zapatos usados por la mayoría en tiempos del Nuevo Testamento eran sin
duda lo que nosotros llamaríamos sandalias. Estas consistían de una suela de
madera o de cuero, que se aseguraban a los pies con correas de cuero.
Algunas personas usaban algo que se asemejaba a los zapatos occidentales.
Con ellos el pie estaba completamente cubierto, o sólo los pulgares quedaban
de fuera. Tales zapatos se consideraban como una voluptuosidad, porque las
referencias bíblicas al calzado indican el uso universal de las sandalias.
En el Antiguo Testamento con frecuencia se hace mención de las sandalias. El
profeta Amós dijo: "porque vendieron por dinero al justo, y al pobre por un par
de zapatos" (Amós 2:6). Abrahán habló de las correas de las sandalias (Gen.
14:23). Las referencias del Nuevo Testamento a las sandalias son muchas. El
ángel dijo a Pedro "Cíñete y átate tus sandalias" (Hech. 12:8). Y Juan el
Bautista se refiere a la agujeta o correa de las sandalias del Mesías (Marc. 1:7).
DIFERENCIA ENTRE EL VESTIDO DE LA MUJER Y DEL
HOMBRE
La ley de Moisés prohibía al hombre usar vestido de mujer, y la mujer usar el
vestido del hombre (Deut. 22:5). Entre los árabes beduinos de Palestina hay un
gran cuidado en que cualquier no imite la manera de vestir del otro. Un día un
viajero descubrió a un hombre que se había puesto un vestido de mujer para
hacer un trabajo pesado. Había sido alquilado para ser guía, pero tenía mucho
cuidado de que ninguno de sus paisanos lo viera con traje mujer, y se
escabullía tan pronto como podía para ponerse las ropas de hombre.
La diferencia entre el vestido del hombre y el de la mujer se debe notar
cuidadosamente. El vestido de la mujer se diferenciaba más del detalle que en
clase. Debemos suponer que en cada caso sus vestidos eran un poco más
bien acabados. Sin duda que las túnicas eran más largas, capas más largas,
que la generalidad. Y si así lo hacían, puede decirse que tenía todo el derecho
para ello, porque ellas sólo hacían sus propios vestidos, sino también los de
sus señores.
El velo era la característica distintiva del vestido de la mujer. Todas las
mujeres, con excepción de las criadas y mujeres de baja condición de vida,
usaban el velo. Las mujeres, por lo general nunca se lo quitaban, a menos que
estuvieran en presencia de los sirvientes y en muy raras ocasiones. Esta
costumbre ha prevalecido entre los orientales hasta la época moderna. Cuando
viajan, las mujeres echan hacia atrás el velo sobre la parte trasera de la
cabeza, pero si ven que se aproxima un hombre, lo vuelven a su posición
original. Así Rebeca, cuando vio que Isaac se aproximaba a su camello en la
caravana, se cubrió la cara con el velo (Gen. 24:64, 65). Cuando la mujer está
en su casa, no habla a un huésped sin antes ponerse el velo y en la presencia
de doncellas. No entran en la cámara del huésped; más bien, permanecen de
pie a la puerta, haciendo saber al sirviente lo que desean (véase 2 Reyes 4:12,
13). Es conveniente recordar que las prostitutas no usan velo. Hoy, como en
tiempos antiguos, tanto las vírgenes como las mujeres casadas pueden verse
llevando el velo en las tierras bíblicas.
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Las costumbres antiguas no se observan estrictamente por algunas mujeres
musulmanas, porque actualmente van sin velo.
Aun cuando la costumbre era que las mujeres usaran un velo que cubriera
completamente la cabeza, cuando estaban en público, esta costumbre no se
guardaba estrictamente entre las mujeres hebreas. Se les daba más libertad
que la que se permitía a las mujeres árabes.
Los egipcios vieron el rostro de Sara (Gen. 12:14). Cuando estaba orando, Elí
"vio moverse su boca" (1 Sam. 1:12). Cuando una mujer se bajaba el velo,
estaba estrictamente prohibido a cualquier persona levantárselo, pero ella
estaba en libertad para hacerlo si así lo deseaba. Jesús dijo: "Cualquiera que
mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón" (Mat. 5)
La Escritura indica que las mujeres algunas veces exponían su a la vista. Las
solteras eran siempre más idóneas para cubrirse el velo que las mujeres
casadas.
La cofia de las bethlehemitas tiene bastante interés y nos da sobre las
costumbres bíblicas. Constaba de dos partes. Primero había lo que podía
llamarse una cachucha alta en cuyo frente cosían hileras de moneda de oro o
de plata. Tenía que ser una honrosa circunstancia la que le hiciera compartir
con alguien sus monedas. Si ella perdía una de ellas, quería decir que se
atraería a mal por la pérdida, y se consideraba como una gran vergüenza,
pues, la mujer de quien Jesús nos habla en Lucas 15:8.10, sólo había perdido
una dracma que podía usarse para adquirir algunos artículos, sino que había
perdido una parte de lo que su ornamento y que era también su dote. Se
hacían reflexiones sobre su carácter. Segundo, estaba el velo que era una
pieza grande quizá dos metros y como de uno y fracción de ancho. Se ponía
sobre la cachucha de una manera que cubriera toda la cofia, con excepción de
las monedas. La mayor parte de estos velos se fabricaba de lino grueso blanco.
Algunos son bordados, mientras que están completamente cubiertos con
trabajo de aguja.
Leer más: http://www.monografias.com/trabajos82/cultura-hebrea-tiemposjesus/cultura-hebrea-tiempos-jesus2.shtml#ixzz4iaxRM07d
Las clases sociales: (sub tema: 10)
En el aspecto socio económico, en la época de Jesús por lo general no existía
la clase media. Sólo habían dos estratos sociales, sin tomar en cuenta a los
esclavos: los ricos y los pobres.
Los ricos eran pocos en número, pero muy poderosos. Eran conservadores en
temas religiosos y también en los asuntos políticos. Generalmente pertenecían
al grupo de los saduceos, quienes eran los grandes comerciantes y
terratenientes. Varios de ellos eran ancianos, miembros del Sanedrín.
Los sacerdotes jefes de familia eran integrantes de la aristocracia de Jerusalén,
y pertenecían a unas dieciséis familias aproximadamente. Era gente muy rica,
con los grandes ingresos y poder que producía una religiosidad y culto
montados en relación al Templo.
MUJERES DE LA BIBLIA | Valentín García, Ignacio Sosa, Adrián Fernández y Juan José Ríos. 5to DB 3
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Eran además los principales administradores del tesoro, y esta administración
llevaba un dominio usufructual, pues se aprovechaban de todas sus rentas.
También las familias de los Sumos Sacerdotes se encontraban entre las más
ricas del país.
Sin embargo, la mayor parte de la población estaba compuesta por gente
pobre, entre quienes se encontraban:
Jornaleros: Asalariados que ganaban el sustento con su trabajo. Se les pagaba
un denario más la comida, por cada día de trabajo de sol a sol.
Escribas: No tenían un oficio concreto ni ejercían el comercio. Como la
enseñanza de la Ley debía ser gratuita, estos escribas eran generalmente
pobres y vivían de las ayudas que recibían de sus seguidores, de la
hospitalidad espontánea que les ofrecían, y de las invitaciones a tomar parte en
los banquetes celebrados en otras casas.
El Evangelio dice acerca de ellos: "Guardaos de los escribas, que gustan
pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros
asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes, y que
devoran la hacienda de las viudas o capa de largas oraciones. Esos tendrán
una sentencia má s rigurosa" (Marcos 12:38-40).
Esclavos: La mayoría de ellos estaban en el palacio de Herodes y venían a ser
como criados domésticos no libres. Los judíos solo podían ser esclavos durante
seis años, y si el dueño no era judío, el esclavo debía ser rescatado por sus
parientes. El servicio de esclavo no era considerado deshonroso; inclusive el
jornalero vivía de forma mucho más insegura que el propio esclavo.
Mendigos: Jerusalén era ya en tiempos de Jesús un centro de mendicidad. Los
mendigos se concentraban en torno al Templo y vivían de la limosna de la
gente piadosa. La limosna era una de las tres prácticas fundamentales de la
piedad judía, junto con la oración y el ayuno.
"Am ha"aretz": Así se denominaba al pueblo de la tierra , los campesinos,
quienes eran considerados por los sacerdotes como ignorantes de la Ley e
incapaces de cumplirla.
La clase media prácticamente no existía, y la poca que había estaba
concentrada en Jerusalén. Pertenecían a ella pequeños comerciantes,
artesanos propietarios de sus talleres, y los dueños de las hospederías de
Jerusalén.
Leer más: http://www.monografias.com/trabajos93/vida-cotidiana-judia-tiemposbiblicos/vida-cotidiana-judia-tiempos-biblicos.shtml#lavidadoma#ixzz4iazaneid
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María Magdalena: (sub temas: 13-14-15)
Los datos que nos ofrecen los evangelios sobre María Magdalena son
escuetos. Lc 8,2 nos informa que entre las mujeres que seguían a Jesús y le
asistían con sus bienes estaba María Magdalena, es decir, una mujer llamada
María, que era oriunda de Migdal Nunayah, en griego Tariquea, una pequeña
población junto al lago de Galilea, a 5,5 km al norte de Tiberias. De ella Jesús
había expulsado siete demonios (Lc 8,2; Mc 16,9), que es lo mismo que decir
“todos los demonios”. La expresión puede entenderse como una posesión
diabólica, pero también como una enfermedad del cuerpo o del espíritu.
Los evangelios sinópticos la mencionan como la primera de un grupo de
mujeres que contemplaron de lejos la crucifixión de Jesús (Mc 15,40-41 y par.)
y que se quedaron sentadas frente al sepulcro (Mt 27,61) mientras sepultaban
a Jesús (Mc 15,47). Señalan que en la madrugada del día después del sábado
María Magdalena y otras mujeres volvieron al sepulcro a ungir el cuerpo con
los aromas que habían comprado (Mc 16,1-7 y par); entonces un ángel les
comunica que Jesús ha resucitado y les encarga ir a comunicarlo a los
discípulos (cf. Mc 16,1-7 y par).
DE VUELTA AL SEPULCRO SE QUEDA LLORANDO Y SE ENCUENTRA
CON JESÚS RESUCITADO, QUIEN LE ENCARGA ANUNCIAR A LOS
DISCÍPULOS SU VUELTA AL PADRE (JN 20,11-18). ESA ES SU GLORIA.
POR ESO, LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA LA HA LLAMADO EN ORIENTE
“ISAPÓSTOLOS” (IGUAL QUE UN APÓSTOL) Y EN OCCIDENTE
“APOSTOLA APOSTOLORUM” (APÓSTOL DE APÓSTOLES)
San Juan presenta los mismos datos con pequeñas variantes. María
Magdalena está junto a la Virgen María al pie de la cruz (Jn 19,25). Después
del sábado, cuando todavía era de noche se acerca al sepulcro, ve la losa
quitada y avisa a Pedro, pensando que alguien había robado el cuerpo de
Jesús (Jn 20,1-2). De vuelta al sepulcro se queda llorando y se encuentra con
Jesús resucitado, quien le encarga anunciar a los discípulos su vuelta al Padre
(Jn 20,11-18). Esa es su gloria. Por eso, la tradición de la Iglesia la ha llamado
en Oriente “isapóstolos” (igual que un apóstol) y en Occidente “apostola
apostolorum” (apóstol de apóstoles). En Oriente hay una tradición que dice que
fue enterrada en Éfeso y que sus reliquias fueron llevadas a Constantinopla en
el siglo IX.
María Magdalena ha sido identificada a menudo con otras mujeres que
aparecen en los evangelios. A partir de los siglos VI y VII, en la Iglesia Latina
se tendió a identificar a María Magdalena con la mujer pecadora que, en
Galilea, en casa de Simón el fariseo, ungió los pies de Jesús con sus lágrimas
(Lc 7,36-50). Por otra parte, algunos Padres y escritores eclesiásticos,
armonizando los evangelios, habían identificado ya a esta mujer pecadora con
María, la hermana de Lázaro, que, en Betania, unge con un perfume la cabeza
de Jesús (Jn 12,1-11; Mateo y Marcos, en el pasaje paralelo no dan el nombre
de María, sino que dicen que fue una mujer y que la unción ocurrió en casa de
Simón el leproso: Mt 26,6-13 y par.). Como consecuencia, debido en buena
parte a San Gregorio Magno, en Occidente se extendió la idea de que las tres
mujeres eran la misma persona.
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Sin embargo, los datos evangélicos no sugieren que haya que identificar a
María Magdalena con María, la que le unge a Jesús en Betania, pues parece
que ésta es la hermana de Lázaro (Jn 12,2-3). Tampoco permiten deducir que
sea la misma que la pecadora que según Lc 7,36-49 ungió a Jesús, aunque la
identificación es comprensible por el hecho de que San Lucas, inmediatamente
después del relato en que Jesús perdona a esta mujer, señala que le asistían
algunas mujeres, entre ellas María Magdalena, de la que había expulsado siete
demonios (Lc 8,2). Además, Jesús alaba el amor de la mujer pecadora: “Le son
perdonados sus muchos pecados, porque ha amado mucho” (Lc 7,47) y
también se descubre un gran amor en el encuentro de María con Jesús
después de la resurrección (Jn 20,14-18). En todo caso, aun cuando se tratara
de la misma mujer, su pasado pecador no es un desdoro. Pedro fue infiel a
Jesús y Pablo un perseguidor de los cristianos. Su grandeza no está en su
impecabilidad sino en su amor.
EN TODO CASO, AUN CUANDO SE TRATARA DE LA MISMA MUJER, SU
PASADO PECADOR NO ES UN DESDORO. PEDRO FUE INFIEL A JESÚS Y
PABLO UN PERSEGUIDOR DE LOS CRISTIANOS. SU GRANDEZA NO
ESTÁ EN SU IMPECABILIDAD SINO EN SU AMOR.
Por su papel de relieve en el evangelio fue una figura que recibió especial
atención en algunos grupos marginales de la primitiva Iglesia. Son
fundamentalmente sectas gnósticas, cuyos escritos recogen revelaciones
secretas de Jesús después de la resurrección y recurren a la figura de María
para trasmitir sus ideas. Son relatos que no tienen fundamento histórico.
Padres de la Iglesia, escritores eclesiásticos y otras obras destacan el papel de
María como discípula del Señor y proclamadora del Evangelio. A partir del siglo
X surgieron narraciones ficticias que ensalzaban su persona y que se
difundieron sobre todo por Francia. Allí nace la leyenda que no tiene ningún
fundamento histórico de que la Magdalena, Lázaro y algunos más, cuando se
inició la persecución contra los cristianos, fueron de Jerusalén a Marsella y
evangelizaron la Provenza. Conforme a esta leyenda, María murió en Aix-enProvence o Saint Maximin y sus reliquias fueron llevadas a Vézelay.
http://opusdei.org.do/es-do/article/28-quien-fue-maria-magdalena/
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Subtema 16: Investigación sobre Judith (Mujer de la Biblia)
¿De qué trata su libro?
El libro de Judith es uno de los libros que componen la Biblia católica, la
historia que se cuenta allí es como el pueblo judío estaba siendo cercado por el
ejército asirio que mandaba el general Holofernes (en realidad el pasaje cuenta
con varios errores históricos y los estudiosos dicen que en realidad el ejercito
de Holofernes debió ser babilónico). Holofernes sitia la ciudad de Bethulia,
cortando el suministro de agua -¡qué curioso precisamente ahora son los
palestinos a los que los judíos les niegan los pozos de agua!, y cuando el
pueblo está agotado y a punto de rendirse, entra en escena Judith.
¿Quién fue Judith, cuál es su historia y qué fue lo que hizo
(Resumen)?
Judith, era una viuda muy bella y con una alta educación, y con su criada se
acercó al ejército enemigo haciéndoles creer que estaba de parte de los
invasores, diciéndoles que el pueblo judío estaba siendo castigado por alejarse
de las leyes de Dios y que se merecía tal asedio. Tras varias conversaciones
con el general Holofernes este no sólo dejó de desconfiar de ella, sino que
también cayó rendido a los encantos de la viuda y decidió invitarla a su tienda
de campaña para cenar. Judith aprovechó la noche para emborracharlo, y
después de que éste cayera dormido bajo los efectos del alcohol, Judith
aprovechó entonces para cortarle la cabeza.
Avanzó, después, hasta la columna del lecho que estaba junto a la cabeza de
Holofernes, tomó de allí su cimitarra, y acercándose al lecho, agarró la cabeza
de Holofernes por los cabellos y dijo: "¡Dame fortaleza, Dios de Israel, en este
momento!". Y, con todas sus fuerzas, le descargó dos golpes sobre el cuello y
le cortó la cabeza (Judit 13,6-8)
La fuerza visual de esta escena, ha hecho que la decapitación haya sido
pintada por múltiples pintores, al igual que ha llenado multitud de páginas
literarias o ensayísticas (los psicoanalistas se frotaban las manos al ver en este
suceso el simbolismo de una especie de castración masculina por parte de una
viuda negra).
Link: http://lalibreria.blogspot.com.uy/2011/10/judith-la-heroina-de-betulia.html
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¿Dónde ha sido representada Judith?
Judith es representada por varios artistas, hoy veremos algunos de
los ejemplos:
El del tenebrista Caravaggio (Milán, 1571-1610).
Cuelga sangriento de la cama al suelo
el hombro diestro del feroz tirano,
que opuesto al muro de Betulia en vano,
despidió contra sí rayos al cielo.
El de Cristofano Allori (Florencia, 1577-1621)
Revuelto con el ansia el rojo
velo
del pabellón a la siniestra mano,
descubre el espectáculo
inhumano
del tronco horrible, convertido
en hielo.
MUJERES DE LA BIBLIA | Valentín García, Ignacio Sosa, Adrián Fernández y Juan José Ríos. 5to DB 3
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Y el de Artemisia Gentileschi (Roma, 1597 –1652). También de la escuela
tenebrista y reivindicada en las últimas décadas como una de las primeras
pintoras de las que se tiene conocimiento.
Vertido Baco, el fuerte arnés afea
los vasos y la mesa derribada,
duermen las guardas, que tan mal
emplea;
y sobre la muralla coronada
del pueblo de Israel, la casta
hebrea
con la cabeza resplandece
armada
Toda la historia de Judith Completa (Libro) ¿Por qué es una
heroína? ¿Por qué es nombrada en la Biblia? ¿Dónde Vivía? Y
más información
El libro de Judit, contenido en el Antiguo Testamento, ensalza a una mujer, a Judit ya
que, gracias a ella, a su coraje y valor y también a su astucia, una vez más el pueblo
judío vence a sus enemigos. Muestra como Dios, a menudo, escoge a los,
aparentemente más débiles, para conseguir los propósitos más difíciles. Para los
judíos y protestantes es un libro apócrifo y para los católicos deuterocanónico. No
sabemos en qué idioma fue escrito, aunque sí se puede decir que la base de la
versión griega, sin duda, era hebrea y que parece, según todos los indicios, que su
autor pudo haber sido un fariseo palestino.
De todas maneras nos encontramos con una serie de anacronismos o errores
históricos y geográficos tanto en los hechos de los personajes como en la ubicación.
Para empezar se habla de Nabucodonosor como rey de Asiria cuando lo fue de
Babilonia y, por poner otro ejemplo, la ciudad de Betulia, en donde suceden los
hechos, es imposible de localizar, al margen de que las acciones de Holofernes son
también difíciles de ubicar. No obstante, no es éste seguramente el propósito del autor
del libro, a quien ni la historia ni la geografía parecen preocuparle mucho; más bien
pretende ponderar las acciones de una mujer que se convierte en la estrella
indiscutible del relato. No obstante, ésta aparece en el capítulo octavo.
MUJERES DE LA BIBLIA | Valentín García, Ignacio Sosa, Adrián Fernández y Juan José Ríos. 5to DB 3
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El autor anónimo quiere preparar al lector y presentarle una serie de acciones
malvadas en los siete primeros capítulos para ponerlo del lado de Judit y justificar los
medios que emplea, no demasiado morales, para salvar al pueblo judío. Holofernes, el
general de Nabuconosor, es la personificación del mal y de los instintos más
perversos, luego es justo, según el narrador, que le ocurra lo que le ocurre al final y es
justo que Judit sea la protagonista de la hazaña.
Algunos pueblos se niegan a apoyar la campaña de Nabucodonosor y éste envía a su
general Holofernes a que los haga capitular, a que inclinen la cabeza ante el poder del
rey todopoderoso. Todos lo hacen, excepto el pueblo escogido. Y aquí es donde entra
en acción Betulia, el lugar en el que vive Judit:
“Todos los hijos de Israel clamaron con gran instancia a Dios y se humillaron con gran
fervor¸ ellos, sus mujeres y sus hijos, todos los extranjeros o jornaleros, y sus esclavos
vistiéronle de saco. Todos los israelitas, las mujeres y los niños, los moradores de
Jerusalén, se postraron ante el santuario, cubrieron de ceniza sus cabezas, mostraron
sus sacos ante el Señor y revistieron de saco el altar. Todos a una clamaron al Dios de
Israel, pidiéndole con ardor que no entregase al saqueo sus hijos, ni diese sus mujeres
en botín, ni las ciudades de su heredad a la destrucción, ni al santuario a la
profanación y el oprobio, regocijando a los gentiles” (4, 9-12).
Betulia prepara la resistencia porque no quiere sucumbir ante la opresión del tirano y
Holofernes, bravucón, piensa que no será difícil para él destruir tan minúscula
población que osa oponerse a sus planes. El general Aquior, general de los
ammonitas, intenta que Holofernes no ataque Betulia y para ello le recuerda las gestas
del pueblo judío, el escogido por Dios; pero no hay nada que hacer puesto que
Holofernes está ciego por la ira y declara que para él no hay más Dios que
Nabucodonosor. Aquior habla así:
“¿Hay escándalo en este pueblo? Si hay en él alguna culpa o pecado contra su Dios,
entonces subamos, que los derrotaremos. Pero si no hubiese en ellos iniquidad, pase
de largo mi señor, porque su Dios los protegerá y será con ellos, y vendremos a ser
objeto de oprobio ante toda su tierra” (5, 20-21).
Holofernes, pues, como si de una Numancia se tratara, cerca Betulia y la deja sin
agua. Muchos de los pobladores, ante la sed, piden que se rinda la ciudad y es en ese
momento cuando aparece Judit en el relato, una viuda joven y guapa, que vive de
manera honesta y que, cuando se entera de que Betulia va a ser entregada, se
presenta en el consejo de ancianos y les echa en cara que hayan perdido la fe y que
tan pronto se rindan:
“Vivía en su casa Judit, guardando su viudez hacía tres años y cuatro meses. Habíase
hecho un cobertizo en el terrado de la casa y llevaba saco a la cintura, debajo de los
vestidos de su viudez. Ayunaba todos los días, fuera de los sábados, novilunios, las
solemnidades y días de regocijo en casa de Israel. Era bella de formas y de muy
agradable presencia. Su marido, Manasés, le había dejado oro y plata, siervos y
siervas, ganados y campos, que ella por sí administraba. Nadie podía decir de ella una
palabra mala, porque era muy temerosa de Dios” (8, 4-8).
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La voz de Judit resuena como una campana en el consejo ya que la mujer, cual una
profeta, les recuerda que no hay que perder la esperanza en Dios. Nunca:
“Y ahora, hermanos, mostremos a nuestros conciudadanos que de nosotros pende no
sólo nuestra vida, sino que el santuario, el templo y el altar sobre nosotros se apoyan.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios, que nos prueba igual que a nuestros padres”
(8, 24-25).
Y es entonces cuando ella sola maquina el final de Holofernes y decide cortarle la
cabeza. Para ello hace penitencia y pide a Dios la fuerza necesaria para lograrlo:
“Escuchadme. Yo me propongo realizar una hazaña que se recordará de generación
en generación entre los hijos de nuestra raza” (8, 32).
“Judit, postrándose rostro a tierra, echó ceniza sobre su cabeza y descubrió el cilicio
que llevaba ceñido” (9, 1).
Así ruega Judit a Dios:
“Haz que todo tu pueblo y cada una de sus tribus reconozca y sepa que tú eres el.
Dios de toda fortaleza y poder y que no hay otro fuera de ti que proteja al linaje de
Israel” (9, 14).
A continuación se acicala, se pone sus mejores galas, se convierte en una mujer de
bandera, atractiva y apetecible:
“… bañó en agua su cuerpo, se ungió con ungüentos, aderezó los cabellos de su
cabeza, púsose encima la mitra, se vistió el traje de fiesta con se adornaba cuando
vivía su marido Manasés, calzóse las sandalias, se puso los brazaletes, ajorcas,
anillos y aretes y todas sus joyas y quedó tan ataviada que seducía los ojos de
cuentos hombres la miraban” (10, 3-4).
Vestida así se dirige al
campamento de Holofernes para
insinuarse al general quien
sucumbe a sus encantos. Dice
haber huido de su pueblo y ser su
esclava, miente sin pudor ante
Holofernes quien la invita a un
banquete y, cuando todos se
retiran, embriagados y cansados,
Judit, en un momento de especial
dramatismo en el relato, se acerca
a Holofernes y, después de
encomendarse a Dios, le asesta
dos golpes en el cuello y le corta la
cabeza. Previamente lo ha
embriagado hasta el punto de
robarle la voluntad.
Después, entrega la cabeza a la
criada que la ha acompañado en
semejante aventura y, juntas, vuelven a su casa:
“Y con toda su fuerza le hirió dos veces en el cuello, cortándole la cabeza.
MUJERES DE LA BIBLIA | Valentín García, Ignacio Sosa, Adrián Fernández y Juan José Ríos. 5to DB 3
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Envolvió el cuerpo en las ropas del lecho, quitó las columnas del dosel y, tomándolo,
salió en seguida, entregando a la sierva la cabeza de Holofernes, que ésta echó en la
alforja de las provisiones, y ambas salieron juntas como de costumbre” (13, 8-10).
Cuando los asirios descubren a su general decapitado, se conmocionan y no saben
cómo reaccionar. Se sienten débiles y el ejército israelita los derrota con facilidad:
“En cuanto despertó la aurora, colgaron del muro la cabeza de Holofernes y todos los
hombres de Israel tomaron sus armas y en escuadrones salieron a las subidas del
monte” (14, 11).
Judit es ensalzada como la heroína del pueblo y la victoria se celebra durante tres
meses. Judit envía al templo el botín que había logrado en la tienda de Holofernes y se
retira de nuevo a su vida tranquila y sin sobresaltos, pero antes entona un Cántico de
gracias a Dios que le ha dado fuerzas para llevar a cabo tamaña acción (capítulo 16).
No quiere volver a casarse, aunque no le faltan proposiciones. Parece que, según dice
el autor, vivió 105 años, una edad considerable. Judit, además, concedió la libertad a
su criada, a la que la acompañó a la tienda de Holofernes y, antes de morir, distribuyó
sus bienes entre sus parientes y los de su marido. Murió en Betulia y fue enterrada con
su marido. Su pueblo la lloró por siete días:
“En los días de Judit, y por mucho tiempo después de su muerte, no hubo nadie que
infundiese temor a los hijos de Israel” (16, 30).
Ahora bien, si tratamos la figura de Judit desde nuestra perspectiva nos llevamos las
manos a la cabeza puesto que todo lo hizo de manera poco moral: mintió, engañó,
sedujo y asesinó a un hombre indefenso, por muy malvado que fuese. Judit aplica
aquella sentencia de “el fin justifica los medios” y lo hace con total entrega. Por lo
tanto, Judit parece ser un ejemplo de conducta violenta; no obstante no debemos caer
en ese error y ver a la heroína judía con los ojos actuales, puesto que el libro que nos
habla de su gesta no es una narración sin más, sino un tratado religioso, un ejemplo
del triunfo de Dios sobre todas las cosas, más bien se trata de un libro metafórico en
donde los personajes no son tales sino ejemplos o símbolos de distintos modelos de
conducta. Son, por así decirlo, prototipos, figuras planas que le sirven al autor de
modelo o de ejemplo para las generaciones venideras. Así, Holofernes es el mal por el
mal, el impío, el falso y el descreído, el provocador; en cambio el pueblo de Betulia es
el ejemplo de los desprotegidos, de los mancillados y provocados. Judit es la figura
más redonda de todo el relato, la protagonista, la mano de la que se vale el autor para
demostrar que siempre acaban triunfando los que tienen la razón, los que están del
lado del bien. Si Dios escoge a una mujer para hacerlo, es para desmotar que nunca
hay que despreciar la debilidad del enemigo, puesto que, cabe recordarlo, la mujer se
ha considerado siempre débil y vulnerable, aunque más astuta que el hombre y, por
cierto, el aspecto sexista del relato es evidente. Ahí, tal vez radique el mensaje del
libro que es, según algunos estudiosos, irónico, ya que: “El Señor Omnipotente los
aniquiló por mano de mujer” (16, 7).
Judit, pues, es la mujer salvadora de su pueblo, la mujer discreta que entra en acción y
salva a su pueblo porque, como ella misma entona:
“¡Ay de las naciones que se levanten contra mi pueblo! El Señor omnipotente las
castigará el día del juicio, dando al fuego y a los gusanos sus carnes, y gemirán dolor
para siempre” (16, 21).
Judit es, pues, el prototipo de santa para su pueblo, mujer honesta y virtuosa, cuyo
nombre, en realidad significa, ni más ni menos que el femenino de “judío”.
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