Subido por Equipo PMOT Ciudad de Mendoza

Cap 7 El Estado y el mercado de suelo Jaramillo

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VII
El E
s t a d o y e l m e r c a d o d el su elo u r ba n o
n n u estra reflexion sobre la formation de los precios de los terrenos
u rb an o s, so b re sus cam bios y sus formas de aparicion, hasta ahora
apenas h e m o s h ech o una que otra referenda inddental a la action del
Estado. Q u e ello haya sido posible revela, desde luego, que este fenomeno tiene su s raices fundam entalm ente en la interaction mercantil. Pero,
claro esta, el E stad o es un poderoso agente que tiene una inddencia decisiva en el m ercad o del suelo urbano. Su analisis especifico es importante
no solo para co m p ren d er plenam ente este mercado, sino para abordar un
tem a q u e tien e g ran trascendencia tanto en el desarrollo urbano contemporaneo co m o en la vida social toda, a saber: la politica estatal sobre el
suelo. E ste cap itu lo analiza este asunto.
E
Para realizar esta tarea, no obstante, se debe partir de la siguiente con­
sid e ra tio n : el E stad o incide en el mercado de tierras urbanas y en sus
precios a trav es de diferentes vias y con distintos resultados. Estos influjos m u ltip le s, ad cm as, se entremezclan en la practica y generan a menudo co n fu sio n en la interpretation. Para avanzar con pie firme en esta
reflexion es n ecesa rio , inicialm ente, distinguir estos diversos caminos por
m edio de los cu ales el Estado afecta y moldea el mercado de la tierra urbana, y e x a m in a r en cada uno su logica especifica. Es lo que haremos en
prim era in stan cia, y para ello nos centraremos en los aspectos basicos de
cada u na d e estas vias.
D istin g u im o s cu atro lineas fundamentales de incidencia del Estado en el
m ercado del su elo urbano. El orden de enumeration y de abordaje analitico resp o n d e, so bre todo, a la visibilidad y al volumen e importancia
de la reflexion que se ha desarrollado alrededor de cada uno de estos
nexos.
273
La primera linea de influencia estatal en el m ercado del suelo, y que es
el objeto de la primera seccion de este capitulo, es la via fiscal. El Estado
cobra impuestos sobre la tierra, y es esperable que esto afecte cuantitativamente los precios del suelo y que condicione las practicas de los
agentes. En la tradicion del analisis economico existe una animada discusion al respecto, aunque usualmente esta se ha referido a la tierra rural.
Discutiremos las tesis mas extendidas sobre la im posicion de la tierra y
la extension de estos analisis al ambito urbano, exam inarem os los argumentos analiticos que usualmente se utilizan para respaldar estas tesis y
presentaremos algunos desarrollos propios elaborados dentro de la tradi­
cion teorica marxista, que nos parecen mas eficaces que los analisis convencionales para sustentar algunas de estas conclusiones y para matizar
y modificar algunas otras.
En una segunda seccion discutiremos otra via a traves de la cual el Estado
incide en el mercado de la tierra en la ciudad: la reglam entacion urbana.
Examinaremos el efecto que tienen en los precios del suelo las regulaciones mas importantes de la planificacion urbana contem poranea, que se
refieren a las normas sobre los usos del suelo urbano y a las densidades
constructivas.
Una tercera seccion examina la accion del Estado com o proveedor de
infraestructura, mediante la cual incide de m anera m uy notable en los
precios del suelo y con frecuencia a partir de m ecanism os que no son
evidentes.
En una cuarta seccion examinaremos la incidencia que tiene el Estado en
el mercado del suelo urbano en su calidad de agente inm obiliario, tanto
como propietario de tierras como productor de espacio construido.
La quinta seccion analiza algunos instrum entos de intervencion estatal
en el mercado del suelo, que normalmente com binan varias de estas que
hemos denominado vias de incidencia estatal sobre la tierra urbana, y
que se proponen objetivos especificos diversos.
A. La imposicion a la propiedad territo rial u rb an a
Como se ha dicho, la incidencia mas visible de la accion del Estado sobre
los precios de la tierra urbana tiene que ver con sus funciones como agen­
te fiscal. El Estado impone gravamenes sobre los terrenos urbanos, y esto,
en determinadas circunstancias, hace variar los precios del suelo que se
manifiestan en el mercado.
El topico sobre las practicas de im posicion de la propiedad del suelo en
general ha alimentado un intrincado y volum inoso debate, cuya revision
274
exhaustiva esta fuera del alcance de este texto. Sin embargo, nos propone­
n t s p resen tar su s lineas generales y, sobre todo, algunos puntos de discusion que han su scitad o discusiones mas esperificas sobre la gravacion
de la p ro p ied ad del suelo en el caso esperifico de las ciudades. Desde luego, presen tai'em os estos puntos desde la perspectiva que hemos venido
desarrollando so bre la form ation y operacion del mercado de tierras en
la ciudad , pero para aprehender la sustancia del debate acudiremos a dos
referencias ad icion ales. La primera es una rapida alusion a los principios
y categories sobre la im posicion de gravamenes en general; la segunda,
una p re sen ta tio n de las propuestas que podriamos denominar "clasicas"
sobre la im p osicion a la propiedad territorial, en particular las tesis de
George (1963). Se este o no de acuerdo con ellas en sus diagnostics y
recom en d aciones, y cualquiera que sea la opinion sobre su viabilidad, lo
cierto es que estas propuestas han marcado de manera muy importante la
discusion sobre este asunto y han delimitado ciertos nodos de controversia. A p artir de alii identificaremos, precisamente, algunos de estos pun­
tos de d ebate y procurarem os discutirlos en el contexto de la operacion
del m ercado de suelos en la ciudad.
1.
P r in c ip io s g e n e ra le s de im posicion
Para realizar las actividades que le son propias, y que en principio benefician al co nju nto de una comunidad, el Estado debe disponer de recursos.
Para obten erlos en una sociedad mercantil, la fuente mas importante consiste en im puestos y contribuciones que se les exigen a los integrantes de
la com u nidad . El cobro de impuestos y contribuciones se ha convertido
en una practica com pleja, y para su ejercicio se han ido consolidando una
serie de prin cipios que la iluminan. Con frecuencia estos principios estan
mas entrem ezclados de lo que se piensa, y sus h'mites no siempre son nitidos, pero p odrian m encionarse los siguientes aspectos:
Un im puesto debe tener legitimidad, es decir, debe ser considerado como
algo ju sto o razonable por la sociedad como un todo y por quienes deben pagarlo, para que su cobro sea una practica sostenible. Ligado a lo
anterior, surgen nociones como las de equidad, que puede asurnir varios
sentidos. U no de ellos es la igualdad de tratamiento que deberia ejercer
el Estado ante situaciones similares. Como los impuestos, segun sus caracteristicas, afectan la distribution de la riqueza entre los agentes que
operan en los m ercados, la equidad adquiere tambien una relation con
el efecto distribu tive de los impuestos. Dependiendo de circunstancias
ligadas a los valores vigentes en una sociedad, puede plantearse como
principio que los contribuyentes aporten al Estado por igual. O puede
pensarse que esta contribution deba ser proporcional a la riqueza de cada
275
contribuyente. O puede plantearse que el im puesto m ism o contribuya a
alterar la distribucion original de esta riqueza, por ejem p lo, haciendo que
quienes tengan mas paguen en m ayor proporcion (lo que se conoce como
"progresividad" de un impuesto).
Pero si uno de los fines principales de los im puestos es acopiar recursos
para el Estado, otra serie de principios responde a la eficacia de esa tarea. El cobro de un impuesto implica, a su vez, costos, y exige contar con
dispositivos administrativos cuya accesibilidad es variable. El monto de
los recursos tambien puede cambiar de acuerdo con las caracteristicas de
cada impuesto. Especial atencion merece el fenom eno de la evasion y de
los costos en que se debe incurrir para com batirla.
Los impuestos inciden en el com portam iento de los agentes involucrados, y este es un aspecto que se debe tener en cuenta en esta labor. Un
impuesto puede elevar los precios del bien ofrecido, o dism inuir su cantidad. Los agentes pueden adoptar distintas practicas, bien sea para evadir
el impuesto, para minimizar su monto, etcetera. Estos asuntos se conocen
como la "incidencia" de los impuestos, y su consideracion es crucial para
juzgar un mecanismo impositivo.
Como hemos dicho, los principios enum erados, y otros derivados, constituyen combinaciones relativamente com plejas. N o siem pre son compa­
tibles, desde luego. Ni tampoco constituyen categorias absolutas: su importancia relativa tiene determinantes politicos e ideologicos que hacen
que la practica impositiva tenga un com ponente tecnico, pero tambien
otra dimension de tipo politico que es irreductible al prim ero.
2.
L a s p r o p u e s t a s c la s ic a s d e i m p o s i c i o n a l a t i e r r a e n g e n e r a l
La imposicion de gravamenes a la tierra tiene una muy larga tradition en
la sociedad contemporanea. Un elemento explicativo de este hecho es la
importancia que, particularmente en las prim eras fases del capitalismo,
tuvo la propiedad territorial: constituia la m ayor parte de la riqueza, y
por lo tanto podria aportar una cantidad de recursos fiscales acordes con
las necesidades del Estado. Pero las propuestas de im posicion a la tierra
van mas alia de esta consideracion pragmatica y a su proposito se desarrollaron, particularmente en el siglo XIX y com ienzos del siglo XX, ciertas proposiciones teoricas que examinaremos a continu ation, pues cons­
tituyen un referente para las elaboraciones contem poraneas al respecto.
En terminos normativos, varios nombres muy ilustres en la historia del
pensamiento economico y de muy distintas tradiciones, que incluyen a
declarados defensores de la sociedad capitalista com o Ricardo (1990),
Walras y George (1982), asi como a contradictores radicales de ella, como
276
Proudhon y desde luego, Marx, parten de una caracterizacion que concibe a los propietarios de la tierra como agentes pasivos ante la produccion;
dado que se benefician del esfuerzo global de la sociedad sin ninguna
contraprestacion de su parte, pareceria de una legitimidad incuestionable
que la sociedad, a traves del Estado, recupere una parte o la totalidad de
estos recursos de los que se apropian estos agentes.
Exam inem os brevem ente algunas de estas propuestas de captation por
parte de la colectividad, del valor contenido en las rentas de la tierra.
Una prim era notion que surge a la intuition, es que si la renta tiene la
virtualidad de perm itir que una parte del valor creado por la colectividad
pase a m anos de los propietarios, sin ningun merito o retribution de su
parte, una o p tio n para combatir este fenomeno es justamente eliminar la
propiedad del suelo. En las propuestas que pretenden reemplazar el capitalism o por una sociedad mas avanzada, esta medida seria solamente
una parte de un cam bio mas abarcante, que consistiria en la socialization
de la propiedad de todos los medios de produccion. Las experiencias al
respecto de las sociedades que intentaron o han intentado seguir esta via
al socialism o constituyen la materia de una reflexion igualmente intrincada, que no es pertinente en este texto, que se ocupa de la propiedad
territorial urbana en el capitalismo.
Pero esta form ula ha sido planteada en reiteradas veces para ser implem entada en una sociedad capitalista, tanto por quienes aceptan la conveniencia de este orden social, como por quienes pretenden que una me­
dida de este tipo -la supresion de la propiedad del suelo- seria un paso
hacia una sociedad poscapitalista. Mas alia de las consideraciones sobre
las d ificu ltad es practicas de esta recomendacion, pues se trataria de abolir la propiedad de la tierra, pero conservando el caracter de las actividad es que se desarrollan sobre ella, que seguirian siendo mercantiles y
cap italistas, existe una consideration teorica que nos previene sobre esta
alternativa. Salvo circunstancias muy excepcionales, el papel de la pro­
pied ad consiste en convertir en renta las sobreganancias que se desprenden de las condiciones de irreproductibilidad para los capitales y agentes
m ercantiles in d iv id u a ls que la tierra induce en sus acciones. Estas caracteristicas sociales y tecnicas de la tierra existen aun sin la presencia de
la propiedad sobre la tierra, y por consiguiente, incluso eliminando esta
ultim a, las sobreganancias persistirian: la linica diferencia consistiria en
que estas no se convertirian en rentas, sino que serian apropiadas por los
capitalistas o agen tes que utilizan la tierra. Para la colectividad, en term inos de recursos, este hecho no representaria mayores cambios y probablem en te generaria entre estos agentes practicas tan dudosas como las
de los p ro p ietario s y especuladores. En realidad, en algunas experiencias
277
que podrian acercarse a esta situation (declaration de inalienabilidad de
ciertos terrenos, como los ejidos en ciertos pai'ses, o la practica supresion
de la propiedad en mercados urbanos populares), lo que tiende a ocurrir
es un resurgimiento subrepticio de la renta y de la propiedad por vias
clandestinas: ventas ilegales, pagos de primas por la cesion del uso de la
tierra, etcetera.
Otra option, un poco mas realista que la anterior, consistiria en la estatalizacion de la propiedad territorial. Si el propietario particular se apropia
del valor que representa la renta, apoyado en su propiedad juridica, cabria la posibilidad de sustituir este propietario privado por un propieta­
rio estatal: las rentas que seguirian pagando los consum idores de bienes
producidos (o beneficiarios de servicios desarrollados) en la tierra irian
directamente al Estado. Desde luego, un problema que surge en una propuesta de este tipo, aunque no insuperable, es el de la transition de un
regimen de propiedad privada a uno de propiedad estatal. No se trata de
algo inconcebible, sin embargo: existen experiencias de municipalization
de tierras, que son compatibles con un regim en capitalista, tanto en la
agriculture como en la construction. Una objecion mas pragmatica, pero
que puede ser muy seria, tiene que ver con los ingentes recursos administrativos que exige la operation de un terrateniente estatal universal (o
el riesgo que su mal funcionamiento acarrea: la cesion de hecho de buena parte de las rentas a los agentes mercantiles que usan la tierra). Pero
habria que reconocer que tiene ventajas indudables, en el sentido de que
el Estado tendria un control mucho mayor para prevenir las frecuentes
incidencias indeseables que a veces genera la operation espontanea del
mercado de tierras.
Pero la propuesta que tiene mayor visibilidad como m ecanism o de cap­
tation estatal de la renta es, precisamente, la im position de un gravamen
sobre las rentas. La version mas radical de Henry George (1963) propone
un impuesto de la misma magnitud de la renta, es decir, una confiscation
de ella (Hagman, 1965). En terminos de recursos fiscales, su resultado
seria similar al anterior: el Estado captaria la totalidad de las rentas que
seguirian pagando los usuarios de la tierra. Pero tendria algunas venta­
jas: el peso administrative seria menor, pues de propietario universal, el
Estado se reduciria a las funciones mas restringidas de recaudador de
gravamenes, y no se sacrificarian algunas de las ventajas del mecanismo
de interaction mercantil. George (1963) acom panaba su propuesta con
otra muy tentadora, consistente en que, dado que sus expectativas acerca
del monto de este recaudo eran muy considerables y crecientes, el im­
puesto a la renta reemplazaria todos los otros gravam enes, que de esta
manera podrian eliminarse.
278
El planteam iento de George contiene dos raciocinios que siguen teniendo
gran influencia, y que merecen presentarse con un poco de detenimiento:
George senalaba que un gravamen impuesto a la renta periodica tiene el
efecto de reducir el precio del suelo que se expresa en el mercado. Esto,
desde luego, va en contravia de la intuition espontanea, que espera que
un im puesto haga aumentar el precio del bien gravado. En el limite, podria pensarse que el impuesto no afectara el precio. Pero ique lo reduzca? No parece evidente. Examinemos entonces el raciocinio de George
(1963).
H em os visto que el precio del suelo es la capitalization de la renta pe­
riodica; es decir, lo que se transa en una compraventa de un terreno es el
derecho que obtiene el comprador de percibir la renta periodica. Es claro
que lo que es pertinente a esta operation es la parte de la renta que el
com prador de un terreno percibe efectivamente. Si el Estado capture una
parte de la renta en forma de gravamen, la magnitud que sirve de base
a la op eratio n de capitalization es menor y el precio resultante tambien
lo sera.
En presencia de un gravamen sobre la renta, la expresion que nos descri­
be la fo rm ation del precio se ve alterada de la siguiente manera:
donde
r
= Renta periodica
a
= Im puesto
i
= Tasa de interes
PS = Precio del Suelo
La m agnitud que se descuenta a la tasa de interes de referencia no es la
totalidad de la renta periodica que paga el agente que utiliza la tierra (r),
sino que a ella se le debe deducir el impuesto (a).
N otese entonces que si, como lo propone George (1963), la magnitud del
im puesto representa la totalidad de la renta, el numerador del termino de
la derecha se vuelve 0 y, por consiguiente, el precio del suelo se tornaria
nulo.
Esto tendria una consecuencia favorable, cuya consideracidn sigue estando m uy presente entre quienes se ocupan de la politica de tierras: aunque
el inversionista productivo sobre la tierra continua pagando la renta, no
279
estaria en la obligacion de hacerlo en forma capitalizada. No tendria que
desembolsar en el momento inicial de la produccion el monto del precio del suelo, sino que pagaria al Estado, de manera periodica, a medida
que las rentas aparezcan efectivamente. En la practica, operaria como un
mecanismo de "financiacion" del comprador, que perm itiria postergar
y dosificar los pagos, lo que debe tener efectos beneficos en la actividad
productiva.
Podria decirse que esto es efectivamente lo que hace el terrateniente
cuando en lugar de venderle la tierra al capitalista, se la arrienda. Esto
es cierto, pero el mecanismo propuesto por George (1963) haria posible
conseguir este resultado de dosificacion de los pagos aun en situaciones
en que las circunstancias tecnicas dificultaran el arrendam iento de tierras, como en los cultivos permanentes. Para nuestros propositos, esto es
muy pertinente, porque en el caso urbano norm alm ente el constructor,
para poder producir los inmuebles, o el usuario, para consum irlos, se ven
obligados a comprar los terrenos. La medida sugerida por George (1963),
la imposition de un gravamen que capture la totalidad de la renta, haria
posible que estos agentes en la ciudad, sin dejar de pagar las rentas correspondientes, no tuvieran que hacerlo de manera capitalizada, es decir,
pagando el precio del suelo en cada transaction, sino abonando paulatinamente la renta periodica a medida que ella va tom ando cuerpo.
Otro componente muy influyente de la argum entation de este autor es su
conclusion sobre la incidencia que tiene un gravam en a la renta de la tie­
rra en la operation de los agentes en ese mercado. Para el - y en esto sigue
la muy conocida conclusion de Ricardo (1990) al respecto-, un impuesto
de este tipo recae enteramente sobre el agente que se quiere gravar, en
este caso el terrateniente, y este no tiene la posibilidad de transmitir el im­
puesto al comprador por la via de un aumento en el precio del producto
(lo que si ocurre con gravamenes a otros bienes). De m anera concomitante, la cantidad producida de bienes tampoco se vera afectada. Se seguira
produciendo en la misma cantidad en que se hacia antes de la existencia
del gravamen, y por lo tanto, el bienestar de los consum idores no experimentara ningun desmedro. Aesta caracteristica eventual de un impuesto
se le denomina "neutralidad".
A continuation presentamos de manera sucinta la explication mas difundida de esta proposition, que se hace con los instrum entos analiticos de
la economia neoclasica. Empecemos por el analisis que se hace sobre el
impacto que tendria un impuesto en un bien normal.
Precisemos que el analisis de la incidencia de un im puesto habitualmente
se realiza en la tradition neoclasica en terminos m icroeconom icos indi280
viduales y de corto plazo. En estas condiciones, la curva de oferta de un
bien g en eralm en te tiene una forma creciente. Si el corto plazo es entendido com o aquella situacion en la que el productor no puede variar la
parte fija de su capital, y en este lapso solamente puede cambiar su porcion variable, el resultado es que a partir de una escala de produccion
d eterm in ad a sus rendim ientos incrementales seran decrecientes: con un
equ ipo fisico estable, el aumento en insumos variables y fuerza de trabajo
adicion al, cada vez rendira menos en terminos marginales. La curva de
oferta (O -O , en la parte derecha de la figura 7.1) sera creciente, porque el
capitalista solam ente estara dispuesto a aumentar su produccion, si tiene
precios m as elevados que compensen sus costos cada vez mas altos. Su
escala optim a de produccion (q) sera aquella en la cual el precio que esta
d isp uesto a pagar el consum idor coincida con el costo (incluyendo su
ganancia norm al) de producir esa cantidad del bien (segun la formula
del analisis m arginal, en que el costo marginal coincida con su ingreso
m arginal).
Figura 7.1.
Impacto de un impuesto en un bien normal.
La introd uccion de un impuesto sobre el bien determina en primera instancia u na disociacion entre el precio que paga el comprador (incluyendo
el im puesto) y lo que recibe el productor (dado que se debe deducir el
gravam en). El capitalista no podria seguir produciendo la misma canti­
dad que en la situacion anterior y recibir el mismo ingreso: el precio que
paga el com prad or es mas elevado, y a ese precio mas alto que incluye el
im puesto, la cantidad demandada se reduce. La reaction del productor
es la de con traer su escala de produccion a un punto en el cual sus cos­
tos m arginales sean menores y compatibles con lo que ahora recibe del
precio que paga el comprador, precio al que hay que descontarle el im­
puesto del que se apropia el Estado. La sucesion de reacciones se puede
281
resumir en la segunda parte de la figura 7.1, con un desplazam iento de
la curva de oferta del productor (O'-O'), que incluye ahora no solamente
los costos directos del productor, sino el im puesto que se debe pagar. La
cantidad que se transa en el m ercado, el encuentro de la nueva oferta con
la linea de demanda, se reduce y pasa al punto q'. El precio que paga el
demandante se eleva entonces de P a PD. En cam bio, el precio que recibe
el productor disminuye de P a PO. Se dice entonces que la totalidad del
impuesto, que esta representado por el segm ento PO-PD, estaria compuesto de dos porciones: el segm ento P-PD (el increm ento en el precio
en el que incurre el dem andante) del cual se afirm a que es la porcion del
impuesto que el oferente le "ti'ansm ite" al dem andante; y el segmento
PO-P (el decrecimiento en el precio que recibe el oferente), que seria la
parte del impuesto que efectivam ente paga el oferente.
Notese una consecuencia de esta exposicion grafica. En la medida en que
la curva 0 - 0 sea mas empinada (se dice que en la m edida en que la oferta
sea mas "inelastica" al precio), la incidencia del im puesto sobre el de­
mandante es mas debil. La contraccion de la cantidad ofrecida (q'-q) es
menor, y el aumento de precio para el d em and ante (P-PD) tambien es
mas moderado. Una parte m ayor del im puesto (PO -P) serfa "pagada por
el oferente".
El punto clave para la extension de este m arco de analisis a la tributacion
sobre la tierra reside, entonces, en la concepcion que se tenga sobre la
oferta de tierra. Existe una diferencia fu ndam ental con los bienes normales (o las mercancias "verd ad eras"), y es que la tierra no es el resultado
de un proceso de produccion. La cantidad ofrecida de tierra no puede ser
el resultado de una funcion de produccion con rendim ientos decrecientes
porque no existe ninguna funcion de produccion. Se deduce, entonces,
que la cantidad ofrecida de tierras esta determ inada por la cantidad de
tierras existentes, lo cual es independiente del precio. El unico resultado
que obtendria un propietario particular de restringir las tierras ofrecidas
por el en el mercado, consistirfa en resignarse a tener una renta nula por
las tierras no ofrecidas. El resultado en term inos graficos, es el de una
oferta de tierras absolutam ente inelastica al precio (o, en este caso, a la
renta), es decir, perpendicular, com o puede o bservarse en la figura 7.2. En
ese caso, observemos la incidencia de un im puesto sobre la renta: la can­
tidad de tierras ofrecidas no se alterarfa (se m antendria en q), ni tampoco
el nivel de rentas que pagan los com pradores de tierras (se mantendria en
R). En cambio, la renta que recibe el terrateniente se reduciria en el monto
del impuesto (pasaria de R a RP). La totalidad del im puesto lo pagaria el
oferente, es decir, el terrateniente. Se trataria, entonces, de la neutralidad
que se ha mencionado de los im puestos sobre la renta de la tierra (Netzer,
1966).
282
Figura 7.2.
Im pacto de un impuesto sobre la renta de la tierra.
Con Impuesto
Una co n clu sio n u lterior que se extrae de este analisis, muy importante,
es la de qu e la neutralidad del impuesto opera siempre y cuando el gra­
vam en se ap liq u e a la tierra, que es el elemento que es completamente
inelastico co n respecto al precio. Si el impuesto se aplicara a los bienes
agricolas, que u tilizan la tierra, la neutralidad no se mantendria necesariam ente, p orqu e ellos si tienen una funcion de produccion, eventualm ente con las caracteristicas anotadas que inducen al productor en caso
de im p u esto a realizar una contraccion de la cantidad producida. Por ello,
la conclu sion en term inos de politica sostiene que se debe gravar la tierra
(la renta) y no los bienes agricolas (su precio).
3.
E x t e n s io n a l m e rca d o
del suelo urbano
La tradicion de la econom ia neoclasica extiende las conclusiones de este
analisis al caso de la tierra urbana sin mayores transformaciones. Sus
conclu siones, por lo tanto, son similares (Prest, 1981).
La oferta de tierra urbana seria completamente inelastica porque, al igual
que en el caso rural, los terrenos de una ciudad estan dados en un momento determ inado. Un impuesto sobre la tierra de la ciudad no generaria en
el propietario de un terreno una respuesta distinta de la de ofrecer su
tierra al m ism o precio y contentarse con la porcion que resta de el una vez
descontado el im puesto. La alternativa de retener el terreno fuera de uso
im plicaria renunciar totalmente a percibir alguna renta. En este sentido,
el im puesto sobre la tierra seria neutral, porque no altera ni la cantidad
ni el precio del espacio construido producido. Asi mismo, la totalidad del
gravam en la pagaria el propietario territorial.
Si bien la propuesta de George (1963) acerca de un impuesto confiscatorio
sobre la renta no se ha seguido literalmente, su raciocinio sigue inspiran-
do la imposicion sobre la tierra urbana y en particular el gravam en que es
mas extendido: el impuesto general sobre la propiedad urbana, conocido
en muchas partes como Impuesto Predial.
Ahorabien,apesardequeen term inospositivos, es decir, en lo que respecta a los efectos sobre el comportamiento de los agentes, la teoria neoclasica converge en sus conclusiones con la tradicion que hem os mencionado,
de corte clasico y marxista, entre las dos hay una diferencia importante
en terminos normativos (lo que explica, entre otras cosas, la mencionada reticencia de otros analistas a utilizar un im puesto confiscatorio de la
renta). Para la linea de reflexion configurada por Ricardo (1990), Marx y
George (1963), la renta territorial, como hem os dicho, es una desviacion,
por una parte, del valor generado en la produccion por parte de un agente pasivo que no contribuye en ella. Esto no solo justifica, sino que incluso
le impone al Estado la responsabilidad de recuperar para la colectividad
este valor. La economia neoclasica, que opera de m anera m as plegada a
la logica de la propiedad, considera que quien detenta el control juridico
de un bien es duefio legitimo de sus eventuales ventajas. La renta de la
tierra seria la contraparte de algunas "externalidades positivas", entendidas como ventajas que no se derivan de su accion, pero de las que el
propietario se beneficia con todo derecho en virtud de su dom inio juri­
dico. Sin embargo, el punto que justifica la intervencion del Estado en
este mercado y la eventual imposicion sobre la propiedad territorial es el
siguiente: en la base de estas "externalidades positivas" de las que disfruta el propietario esta la produccion y operacion de la ciudad. Sin esta
base los beneficios cristalizados en el precio del suelo no existirian. Pero
la construccion y funcionamiento de la ciudad tam bien im plican costos:
ellos son externalidades negativas. Espontaneam ente, el m ercado privatiza las externalidades positivas en cabeza de los propietarios, pero socializa las externalidades negativas a costa del conjunto de la poblacion.
La accion del Estado al cobrar un gravamen territorial com o el impuesto
predial deberia buscar, para este enfoque teorico, no anular la transferencia hacia el propietario juridico per se, sino velar porque de sus ventajas
privadas se descuenten los costos en los que la colectividad debe incurrir
para que aquellos existan. En su lenguaje, se trata de "internalizar la externalidad negativa". Por eso, el monto del im puesto sobre la propiedad
no debe referirse a la totalidad de la renta, sino a los costos que sufraga la
colectividad para que la ciudad funcione y haga posible las ventajas que
se encarnan en el precio del suelo (Misczynski, 1978).
Entre las dos tradiciones hay tambien consenso en que un im puesto como
el predial, en el caso urbano, como en la regia general, debe en realidad
reducir en la misma proporcion el precio por el cual se transan los terrenos. Es una virtualidad importante, como hem os sehalado, porque una
284
dificultad recurrente para la operacion del mercado capitalista de espacio
construido es la solvencia de los compradores, tanto en lo que respecta a
los prom otores que deben comprar los terrenos que quieren edificar, como
lo atinente a los usuarios que deben comprar el terreno sobre el cual se
asienta el inm ueble que deben consumir. No se trata de que el impuesto
predial, que es un impuesto periodico, elimine el pago de la renta, pero
si lo difiere en el tiempo. Opera, como hemos dicho, como un mecanismo
de "fin an ciacio n ".
Finalm ente, senalem os que para ambos enfoques la neutralidad del gra­
vam en esta condicionada, como en el caso rural, a que este se aplique so­
bre la renta (el precio del suelo) y no sobre el precio del producto, que en
este caso seria el precio del espacio construido. Lo ideal, desde el punto
de vista teorico, seria que el impuesto predial se calculara y se cobrara de
acuerdo con el precio del terreno (que esta relacionado con la renta) y no
con el precio total del inmueble.
4.
U n a a p r o x im a c io n a lte m a tiv a
A unque podria decirse que lo hasta aqui delineado constituye lo basico
del saber convencional sobre este tema, que tiene como soporte la microeconom ia neoclasica, creemos que esta reflexion tiene vacios y limitaciones que justifican desarrollar una reflexion altemativa. En efecto, la
argum entacion que hemos presentado tiene algunos problemas de tipo
m etodologico: se reflexiona con referencia al comportamiento individual
de cada agente y en el corto plazo, pero se concluye en terminos agregados y de largo plazo. El proceso de agregacion que se utiliza no parece
congruente e im plica una concepcion de la competencia muy restrictiva:
la idea de que el comportamiento global es identico al comportamiento
ind ivid ual m ultiplicado por el numero de agentes, que parece algo logico, en realidad adultera la percepcion de la interaccion mercantil, y en
particu lar om ite la consideracion de uno de sus componentes mas sobresalientes, a saber, el flujo de capitales entre las distintas ramas de inver­
sion. La nocion misma de oferta de tierras, sobre todo concebida como un
bien que no reviste ninguna peculiaridad (un bien normal) y la oferta glo­
bal, pensada com o la multiplicacion del comportamiento inmediato del
propietario individual, no parecen categorias adecuadas. En realidad, se
m oviliza una nocion que no es intuitiva: la idea de que la oferta de tierras
es fija e inm utable. Esto puede ser cierto, si se piensa con una referencia
individual e instantanea, pero la cantidad de tierras urbanas en una ciudad cam bia y se amplfa. Ademas, la cantidad de tierras en el mercado y
su p osible escasez o abundancia son nociones que tienen que referirse al
m ercado de los bienes agricolas, en el caso rural, y al mercado de espacio
285
construido, en el caso urbano: para entender la logica de lo que sucede
con las tierras, dichas nociones deben pensarse de m anera conjunta con
lo que ocurre en los correspondientes m ercados de bienes.
Por otra parte, las tradiciones de analisis econom ico centradas en la nocion de excedente, como la economia politica clasica de corte ricardiano,
y especialmente la economia marxista, perm iten concebir la renta y el
precio del suelo como parte precisamente de ese excedente: en esto contrastan con la tradicion neoclasica, que disuelve la concepcion de exce­
dente; a esta diferencia de concepcion habria que atribuirle las disparidades normativas ya aludidas.
La reflexion altemativa que proponemos sobre la im posicion de la propiedad territorial se enmarca entonces en la tradicion m arxista, que permite partir de una perspectiva normativa diferente, y de form a simultanea movilizar dispositivos operativos de analisis, que a nuestro juicio
son mas adecuados, que tienen una coherencia interna m ayor y, algo que
no es poco importante, que son mas conform es a la intuicion. En gracia
a hacer comprensible la exposicion y a riesgo de que parezca una digresion excesiva, tendremos que recordar de m anera sucinta el proceso de
formacion de los precios de los bienes en general y exam inar dentro de el
el efecto de un impuesto, para luego introducir el caso de los bienes agricolas (y la tierra rural) y finalizar con los bienes inm obiliarios (y la tierra
urbana), que es el objeto especifico de nuestra reflexion.
a. La imposicion de un bien normal
Recordemos entonces algunos aspectos basicos de nuestra exposicion so­
bre la formacion del precio en el caso mas general. Lo hacem os otra vez
aqui con ciertos subrayados para resaltar las diferencias que se establecen
con la logica neoclasica. Debemos reiterar con el m ayor enfasis que a este
respecto hay que disolver un equivoco que es m uy extendido y que consiste en afirmar que en el enfoque teorico m arxista se ignoran los aspectos
de demanda, que el precio se concibe como el resultado exclusivo de la
competencia entre los oferentes y que los unicos determ inantes pertinentes del precio corresponden a la oferta. Esta posicion es inexacta. En la
exposicion de Marx aparece la notion de que en el m ercado, es decir, en
la esfera de la circulacion (sin tener en cuenta, por lo pronto, la produc­
tion o la reproduction), el precio de transaction de un bien, que puede
entenderse como un precio de corto plazo y denom inado aqui "Precio
de Circulacion", esta dado, por un lado, por una relacion inversa entre la
cantidad monetaria global que los dem andantes potenciales destinan en
un momento determinado a la adquisicion de ese bien, y por otro, por la
cantidad fisica de ese bien que esta ofreciendose. La relacion es inversa
286
como resultado de la competencia entre todos los agentes, tanto los oferentes con los demandantes, como entre los oferentes entre si y entre los
dem andantes entre sf. A una misma cantidad de demanda monetaria, si
la cantidad ofrecida del bien es pequena, el precio debe subir, pues los de­
m andantes pugnan por asegurar su abastecimiento, y la forma de hacerlo
es ofreciendo un precio mayor que sus competidores. Si, por el contrario,
la cantidad fisica en el mercado es grande, el precio bajara como consecuencia de la pugna entre los oferentes que ven peligrar la realizacion de
su producto, y para asegurarla tratan de conquistar los compradores con
precios m as bajos que sus competidores. Como se ve, en la base de este
com portam iento se encuentra una nocion clave en el analisis marxista (y
que no esta elaborado en el pensamiento ricardiano o neorricardiano) y
es el llam ado "salto peligroso" de la realizacion: la incertidumbre irreductible de que la transaccion no se perfeccione, que el oferente no pueda
vender su mercancia o que el demandante no la pueda comprar.
El resultado puede esquematizarse graficamente en un dispositivo cartesiano que relaciona precios con cantidades como una curva descendente,
a la que podria llamarse Curva de Precio de Circulacion, y que designaremos aqui como PC-PC. Hagamos notar que sin ser exactamente equivalentes, su contenido puede acercarse a la representacion en la economia
convencional de una curva de demanda, que en el caso de la reflexion
m arxista, hay que subrayarlo, se refiere a un comportamiento directam ente agregado. Si, como lo ilustramos en la parte izquierda de la figura
7.3, en un momento determinado hay en el mercado una cantidad q de
producto (es decir, una cantidad ofrecida interpretada graficamente como
un punto), el precio de corto plazo, el precio de circulacion, sera p.
Los fenom enos de la competencia en la produccion pueden representarse de la siguiente manera: consideramos que en competencia plena cada
cantidad de producto es ofrecido por un productor. La cantidad q es sum inistrada por una cantidad correspondiente de productores: cada pun­
to sobre el eje horizontal, desde el origen hasta q, es simultaneamente una
cantidad unitaria de producto y un capitalista, y el segmento, desde el
origen hasta q, es el agregado.
Ahora bien, para cada productor capitalista, como se ilustra en la par­
te derecha de la figura 7.3, el precio que recibe por su producto puede
contrastarse de la siguiente manera con sus categorias de produccion:
una parte corresponde a sus costos, es decir, a su capital (lo designamos
com o K). Eventualmente puede tener ganancias. Lo que senalamos como
G serian las ganancias normales, lo que esperaria percibir en cualquier
inversion alternativa (es decir, se parte de que existe una tasa deganancia
media g'). Y, eventualmente, como el caso que muestra la figura, en el cor287
Figura 7.3.
Formacion del precio en un bien normal.
PC
to plazo puede haber un redito que supere esta ganancia norm al, a lo que
llamamos Ganancia Extraordinaria GE (en el corto plazo, esta puede ser
nula o negativa, esto es, que el inversionista no alcance su remuneracion
media, o incluso ningun tipo de ganancias, y que con el precio recibido en
el mercado no alcance a reponer su capital y, por lo tanto, tenga perdidas).
Para pasar de esta reflexion -que se refiere al com portam iento inmediato- a un plazo que contemple las reacciones de los agentes en un termino mayor, es necesario introducir lo que llam am os C urva de Precio de
Produccion, que se acerca a lo que seria en el analisis tradicional una cur­
va de oferta de largo plazo. La competencia tiene una dim ension segun
la cual, la biisqueda de la mayor ganancia posible conduce a los inversionistas a migrar en el mediano plazo hacia las opciones de inversion que
brinden mayor remuneracion. La competencia incesante entre capitalistas
hace que la referencia para un inversionista individual sea, precisamente,
la ganancia normal: migra hacia las ramas que superan esta magnitud
y abandona aquellas en las que la remuneracion es menor. Ahora bien,
como hemos hecho el supuesto mas simple de operacion del mercado, el
de plena competencia, en el que hay un gran num ero de productores de
tamano similar y que producen en las mismas condiciones, todos deben
enfrentar un mismo nivel de precio que cubra la m agnitud de capital y de
la ganancia media (lo que se denomina Precio de Produccion).
Esta Curva de Precio de Produccion seria com pletam ente horizontal:
para aumentar la oferta se requiere que acuda un nuevo capitalista que
tiene el mismo precio de produccion de referencia. Implica que no hay
ningun obstaculo para que el nuevo capitalista que acuda tenga acceso al
mismo procedimiento productivo que sus com petidores (lo que Ricardo
288
- 1 9 9 0 - d en o m in a la "produccion infinita", en la que no hay obstaculos
para la am p liacion y la reproduccion).
O bservese qne la curva es similar a lo que en el analisis neoclasico es
una curva de oferta de largo plazo cuando hay competencia perfecta, que
tam bien es una linea horizontal. Y no porque responda a un caso tecnico
m uy restrictiv e de rendimientos constantes de escala, sino mas bien a
causa del su pu esto de libre entrada de capitales que producen en las mism as con d icion es que los antiguos productores. En la figura 7.4 se ilustra
el m ecanism o de ajuste en el mediano plazo, que hace que los precios de
m ercado converjan hacia el Precio de Produccion. En la parte izquierda
se m uestra el caso en que el Precio de Circulacion supera al Precio de
Produccion: otros capitales que estaban en otras ramas acuden buscando
la ganancia extraordinaria que existe alii momentaneamente, pero al hacer eso au m entan la cantidad producida y hacen que el precio de mercado
se acerqu e al Precio de Produccion. En la parte derecha se muestra el caso
contrario: cl Precio de Circulacion es inferior al Precio de Produccion, lo
que im plica que no se esta percibiendo la ganancia media: algunos capitalistas em ig raran hacia otras ramas, restringiran la produccion y elevaran el precio em pujandolo hacia el nivel de Precio de Produccion.
Figura 7.4.
Formacion del Precio de Produccion de un bien normal.
q'
q
1
1
En esta trad icion, tanto Ricardo (1990) como Marx estiman que lo pertinente para el analisis estructural son los Precios de Produccion, que operan com o ccn tros de gravedad de los precios de mercado. Por lo tanto, no
es exacto afirm ar que no tienen en cuenta los fenomenos de la demanda:
si los tom an en consideracion, pero reflexionan con la idea de que los
ajustes que hem os descrito han tenido lugar. En ese sentido, la forma­
cion del Precio de Produccion podria ilustrarse como la combination de
289
precio y cantidad que satisfaga sim ultaneam ente la C urva de Precio de
Circulacion (que, como hemos dicho, se acerca a la nocion de Curva de
Demanda Agregada) y la Curva de Precio de Produccion, es decir, en terminosgraficos,dondeellasse interceptan (parte izquierda de la figura 7.5).
Observese en la parte derecha de la misma figura que cuando "la deman­
da crece", por ejemplo, aumenta el tarnano de la poblacion consumidora
o aumenta su poder de compra, lo cual debe representarse com o un desplazamiento a la derecha de la Curva de Precio de C irculacion: despues
de los ajustes, el precio resultante no varia, porque la cantidad producida se amplia con la afluencia de nuevos capitales que producen en las
mismas condiciones que los anteriores. La cantidad producida pasa de
q a q' al mismo Precio de Produccion. Esto explica una afirm acion que a
veces parece sorprendente, sobre todo en Ricardo (1990): la idea de que
el precio natural solo varia si se alteran condiciones de la produccion, es
decir, la magnitud de los costos (el volum en del capital requerido para la
produccion) o la tasa de ganancia. Pero esta idea no obedece a pensar que
en la formacion del precio solo intervienen factores de oferta, sino que
los elementos de la demanda han sido procesados por el mecanismo de
ajuste del flujo de capitales.
Figura 7.5.
Formacion del Precio de Produccion de un bien normal con
expansion de la demanda.
PC
9
PC
9
9'
En la figura 7.6 examinamos el impacto de un im puesto a los bienes.
Representaremos el efecto inicial del impuesto de una m anera ligeramente
diferente de la tradicional, equivalente en m uchos aspectos, pero que nos
permite examinar otros asuntos. En lugar de representar la presencia del
290
im puesto co m o un desplazam iento en la Curva de Precio de Produccion
(que seria sim ilar a lo que hace el analisis neoclasico, al desplazar la Curva
de O ferta), lo h acem os m ediante la inclusion de un derivado de la Curva
de Precio de C ircu lacion, que llamaremos Curva de Precio de Circulacion
para el P rod u cto r (PC P -PC P). Si la linea de Precio de Circulacion (PC-PC)
representa las com binaciones de cantidades y de precios que el conjunto
de d em an d an tes esta dispuesto a pagar, la linea de Precio de Circulacion
para el P rod u cto r m uestra el precio que en cada una de estas combinacio­
nes recibe efectivam ente el productor, y que equivale al precio que paga el
com prador, m enos el impuesto. La cantidad que finalmente se expresa en
el largo plazo es, entonces, la correspondiente al punto de convergencia de
esta linea de Precio de Circulacion para el Productor y la linea de Precio de
Produccion. La m agnitud transada es menor, porque al precio incrementado que pagan los com pradores, estos estan dispuestos a comprar una me­
nor cantidad . En el largo plazo, lo que ocurre es una migracion de algunos
productores a otras ramas. El precio se eleva en una magnitud equivalente
a la totalidad del im puesto, y los productores que permanecen reciben, al
igual que antes, su precio de produccion.
Figura 7.6.
Impacto de largo plazo de un impuesto a los bienes normales
en condiciones de plena competencia.
PCP
Sin Impuesto
PC
Con Impuesto
Este resultado, que puede parecer sorprendente, es el efecto de largo pla­
zo (que puede ser compatible con situaciones de corto plazo del tipo que
se describe con el esquema analitico tradicional) y supone, desde luego,
la condicion competitiva de libre flujo de capitales. Como se ha dicho, los
productores de esta rama no parecen verse afectados, porque siguen obteniendo su precio de produccion, es decir, su remuneration normal. Si
291
reciben su efecto, de dos maneras, a saber: la prim era, porque se reducen
las oportunidades de inversion en la rama en cuestion. Algunos productores, los que producian la cantidad entre q y q', deben em igrar a otras
ramas. La segunda, de forma indirecta. Los efectos que hem os visto son
parciales, pero a nivel de toda la economfa el im puesto debe tener incidencias globales para los capitalistas, en su conjunto: el desplazamiento
de capitales hacia otras ramas puede aum entar la com petencia y reducir
la tasa de ganancia general, y la elevacion del precio del bien, dependiendo de sus caracteristicas, puede desplazar en alguna m edida la demanda
por otros bienes, y eventualmente aumentar el costo de reproduccion de
la fuerza de trabajo, incrementando el salario y reduciendo por esta otra
via la tasa de ganancia. Pero son efectos globales e indirectos.
b.
La imposition de un bien agricola y de la renta rural
Ahora examinemos la formacion del precio en una rama que requiere tierra y que incluye la presencia de renta, la agricultura. La logica del proceso es la misma que hemos examinado y la unica diferencia es la siguiente:
dado que las tierras no tienen la misma fertilidad ni enfrentan los mismos
gastos de transporte, cuando se amplia la cantidad producida, los inversionistas no tienen los mismos costos, ni su Precio de Produccion indivi­
dual tiene la misma magnitud. Aquellos que tienen acceso a las mejores
tierras tienen Precios de Produccion mas bajos. Lo esperable es que cuan­
do la escala de produccion es pequeha se em pleen las mejores tierras, y a
medida que la cantidad producida se expanda, se deba recurrir a tierras
menos buenas: si ordenamos los productores agricolas de manera que
los que estan mas cerca del origen son los que tienen m ejores tierras, esto
desemboca en nuestro dispositivo grafico en que la Curva de Precio de
Produccion se vuelve creciente: esto es valido, mirese bien, en terminos
agregados y en el largo plazo. El precio y la cantidad producida hacia los
que se tiende en largo plazo tambien estarian representados por el punto
de interseccion de la Curva de Precio de Circulacion y la de Precio de
Produccion. En este caso, para una cantidad q determ inada se requiere
un precio p de tal magnitud que le ofrezca el Precio de Produccion indi­
vidual al productor agricola, que utiliza la tierra de la calidad disponible
para producir esa cantidad de producto.
Ahora bien, observese que a pesar de que los Precios de Produccion son
diferentes para los distintos capitalistas que utilizan tierras de caracteris­
ticas diversas, el precio al que se vende el producto es el mismo, porque
el bien para el consumidor es homogeneo y el no hace distinciones entre
quienes lo produjeron. Esto implica que los productores que tienen me­
jores tierras perciben una cantidad que excede su Precio de Produccion
292
(en la figura 7. 7, la distancia para cada punto entre la lfnea P de precio
y la lfnea d e P recio de Produccion). Esta ganancia extraordinaria tiene
varias p ecu liarid a d es con respecto a lo que ya vimos. En primer lugar, la
com p etencia no la elim ina y, por lo tanto, es permanente. Y en segundo
lugar, su existen cia no depende de la action del inversionista, sino que
ella resp on d e enteram ente a las caracterfsticas particulares del terreno;
de esta fo rm a, el agente que controla jurfdicamente el suelo, el propietario territorial p u ed e, por medio de la competencia entre los productores,
exigir co m o renta esta ganancia extraordinaria. En otras palabras, esta
ganancia extraord in aria se convierte en renta y pasa del inversionista al
terra teniente.
La figura 7.7 ilu stra este hecho. La parte izquierda muestra el caso en que
solo exista renta diferencial. La Curva de Precio de Produccion intercepta
la C u rva de Precio de Circulacion para la cantidad q, de tal manera que
arroja el precio p. Para todos los productores que estan a la izquierda de
qr es decir, que tienen tierras mejores que la tierra marginal, la diferencia
entre el precio y el Precio de Produccion individual es la ganancia ex­
traordinaria que se convierte en renta.
Si traslad am o s esta diferencia a la parte inferior de la figura, en la que de
m anera co ncom itante al orden de los inversionistas, ordenamos las tie­
rras de acu erd o con su calidad, tenemos una visualization de las rentas.
O bservese que aparece la presentation acostumbrada de una estructura
de rentas, que va descendiendo a medida que la calidad de las tierras,
en term in os de localization y fertilidad, disminuye. La tierra marginal
tendrfa u na renta nula. En la parte derecha se ilustra el caso de una situa­
tio n en la que existe renta absoluta. A partir de q hay una discontinuidad
en la disp onibilidad de tierras. Aunque el precio suba, no existe una tie­
rra de una calidad inmediatamente consecutiva para ampliarla produc­
cion. El precio sube, pero la cantidad producida no puede aumentar. La
C urva de Precio de Produccion tendria un tramo inelastico al precio, lo
que en term inos graficos serfa una lfnea vertical. Si la Curva de Precio de
C ircu lacion corta esta curva en ese tramo, la tierra marginal tendrfa una
renta positiva. C om o se ve en la parte inferior, llegainos a la presentation
co n v en tio n al de una estructura de rentas con Renta Absoluta: la tierra
m arginal tiene una renta positiva (a la que se puede llamar, precisamente,
Renta A bsoluta) y a partir de allf se escalonan las rentas diferenciales.
A nalicem os entonces un impuesto que se aplique a los bienes agricolas,
en una situ a tio n de plena competencia e inicialmente en la que existe solam ente renta diferencial. En la parte derecha de la figura 7.8 recordamos
la fo rm atio n de los precios y de las rentas en esa situation que acabamos
de presentar. En la parte derecha representamos la introduction del im293
Figura 7.7.
Formacion de precios y rentas en la agricultura.
puesto (que se aplica a los bienes agricolas, no a la tierra) de la misma
manera en que lo hemos hecho con los bienes norm ales, ariadiendo una
lfnea de Precio de Circulacion para el Productor, que es un desfase hacia
abajo, equivalente al monto del impuesto, de la lfnea original de Precio
de Circulacion.
Un impuesto sobre los bienes agricolas im plica, com o en el caso anterior
de los bienes generales, una reduccion en la cantidad dem andada de bie­
nes. La nueva cantidad transada se restringira de q a q', donde la lfnea de
Precio de Produccion corta la de Precio de C irculacion para el Productor:
habra algunos capitales, los que estan en las tierras m enos favorecidas,
que tendran que salir del mercado porque con el im puesto no encontraran demandantes que paguen un precio que les perm ita a estos productores obtener su ganancia normal. Notese, sin em bargo, que esta reduccion
en la cantidad transada es menor que en el caso de los bienes normales
en que la oferta era horizontal (completamente elastica). El precio para el
consumidor tambien se eleva (de P a PD). Pero, de nuevo, este aumento
es menor que si se tratara de una rama norm al, que no debe pagar rentas.
El precio para el productor se reduce y, notese bien, tam bien las rentas
del propietario territorial. Ellas seran, en presencia del im puesto, equivalentes a la diferencia entre el precio de produccion individual de cada
294
F i g u r a 7.8.
Impacto de largo plazo de un impuesto a los bienes
agricolas en presencia de renta diferencial.
R enta
S in Im puesto
Con Impuesto
productor, y el precio de produccion individual del nuevo productor
m arginal (el que opera en q'), que es menor que el precio de produccion
individual del productor marginal previo (el que operaba en q).
En la parte inferior de la figura se ilustra, entonces, como un efecto de un
im puesto sobre el precio de los bienes agricolas repercute en una reduccion de las rentas. La linea que las describe pasa de r a r' (observese que
en este caso la cantidad de tierra en el mercado, es decir, la tierra que tiene una renta positiva, si puede disminuir). La magnitud es precisamente
la diferencia entre el precio previo del bien P y el nuevo Precio para el
O ferente PO. Se podria decir, entonces, que parte del impuesto lo paga el
consum idor de bienes agricolas, y parte, el terrateniente.
Exam inem os un caso en que un impuesto sobre los bienes agricolas tiene
un efecto ligeram ente diferente del que acabamos de ver. Se trata de la
situacion en la cual existe Renta Absoluta y la magnitud del impuesto
no excede el m onto de dicha renta. Recordemos en la parte inicial de la
figura 7.9 lo que implica la existencia de Renta Absoluta. A partir de un
determ inado punto (q) no se puede ampliar la produccion, porque hay
una escasez absoluta de tierras. A partir de ese punto, la cantidad de bie­
nes ofrecidos de largo plazo se vuelve completamente inelastica (la linea
295
que la describe se torna vertical). El precio y la cantidad de transaccion se
determinan en la interseccion de esta linea de Precio de Produccion y la
de Precio de Circulacion. Aparece entonces una renta positiva aun para
la tierra marginal. Si la magnitud del im puesto aplicado no excede esta
Renta Absoluta, la linea de Precio de Circulacion para el Productor (PCPPCP) corta la de Precio de Produccion en la porcion inelastica. Como puede verse, en este caso la cantidad producida no se altera, perm anece en q.
Tampoco el precio que paga el comprador varia. El precio para el oferente
se reduce en una magnitud equivalente a la totalidad del impuesto. Puede
verse, ademas, que la renta de todos los terrenos se contrae en la misma
magnitud del impuesto. Se ve entonces que en estas circunstancias un im­
puesto a los bienes agricolas (no a la renta) repercute enteram ente sobre
la renta, y conserva los rasgos de neutralidad que usualm ente solo se les
atribuye a los gravamenes directos a la tierra. Sin duda, es un argumento
para tener en cuenta en la discusion de los im puestos a la propiedad en
el medio urbano: si existen rentas absolutas, que es lo frecuente, y el im­
puesto guarda cierta magnitud, sus efectos sobre el m ercado son menos
diferentes que la imposicion directa a las rentas (Becker, 1970).
Figura 7.9.
Impacto de largo plazo de un impuesto a los bienes
agricolas en presencia de renta absoluta.
Sin Impuesto
296
Con Im puesto
Exam inem os el efecto de un impuesto que se aplique no sobre el precio
del bien agricola, sino sobre las rentas pagadas al terrateniente, y utilicem os para ello el m ism o dispositivo analitico que hemos venido usando.
En la figura 7.10 se muestra que el impuesto, como no se aplica al producto, no afecta ni la linea de Precio de Circulation, ni la de Precio de
Produccion. La renta que se genera sigue siendo la diferencia de magnitud entre la linea de Precio de Produccion (PP-PP) y la linea de precio (P).
Para exam in ar el efecto del impuesto, lo que se ha introducido es lo que
hem os denom inad o Renta para el Propietario (RP), que es precisamente
lo que recibe el dueiio de los terrenos de esa renta. Si no existe impuesto,
es la totalidad de la renta. Pero si existe un impuesto sobre la renta, el pro­
pietario recibe solam ente una fraction de ella, lo que queda despues de
deducir el gravam en. Si el impuesto se aplica de manera proporcional a
la m agnitud de la renta generada, esta linea tendria las caracteristicas que
m uestra la figura 7.10, tanto para la situation en que solamente existen
rentas diferenciales, como en aquella en que tambien hay renta absoluta.
C om o se ve, en este caso las condiciones de neutralidad se mantienen: ni
el precio ni la cantidad de los bienes varian, y la totalidad del impuesto a
la renta del su elo lo paga el propietario de el.
Figura 7.10.
Impacto de largo plazo de un impuesto sobre la renta rural
en presencia de rentas diferenciales y absolutas.
S in Renta D iferencial
Con Renta Absoluta
297
Tal vez valga la pena senalar una diferencia de efecto sobre las rentas
cuando el gravamen se aplica al precio de los bienes, o directamente a
estas. En este ultimo caso, si la tasa es una proporcion fija de las rentas
que soportan las diferentes tierras, por definicion el im puesto obliga a
los terratenientes a renunciar a una m ism a proporcion de sus rentas. No
siempre sucede asf con un im puesto hom ogeneo sobre todos los bienes
agricolas: en el caso ilustrado en nuestro ejem plo, que seria compatible
con rentas diferenciales por localizacion (costos de transporte diferenciales), las diversas tierras ven reducir sus rentas en una misma magnitud
en terminos absolutos: las rentas mas altas pagan lo m ism o que las rentas
mas bajas (algunas tierras ven desaparecer com pletam ente sus rentas).
Cuando se trata de rentas diferenciales ligadas a la diferencia en fertilidad
o rentas absolutas, este efecto es m enos m arcado; pero de todas formas, en
terminos relativos, un impuesto a los bienes tiende a afectar con mas severidad proporcionalmente a las tierras con rentas bajas, en comparacion
con un impuesto directo a las rentas. Esta consideracion es un buen argumento para justificar, en el contexto urbano, tasas progresivas con respecto al precio del inmueble en el caso de im puesto sobre las edificaciones.
c.
La im position de los bienes in m o b ilia rio s y d e los
precios del suelo urbano
Examinemos ahora alternatives sim ilares de accion im positiva, pero esta
vez para tierras urbanas. Para ello debem os hacer, de nuevo, algunas
modificaciones para hacer compatibles los criterios teoricos que se han
enunciado con los instrumentos de analisis que venim os utilizando.
En el caso agricola, la renta de un lote esta determ inada por la diferencia
entre un precio de mercado, que es general y hom ogeneo para el producto de todos los terrenos, por una parte, y por la otra, un precio de produc­
cion individual que es mas bajo, pero que tiene una magnitud diferente
en cada terreno. En la mayoria de las rentas urbanas (con excepcion de las
rentas primarias diferenciales, que siguen la pauta de las rentas rurales),
la situacion puede describirse de esta otra m anera: la renta esta determi­
nada por la diferencia entre un precio de produccion que es homogeneo
entre los diferentes productores, por un lado, y por el otro, un precio de
mercado del bien que es diferente en cada lugar.
En la figura 7.11 se ilustra esta diferencia com paran d o una situacion
con Renta Diferencial tipo 1, para el caso rural, y con otra de Renta
Diferencial de Vivienda, para el caso urbano. En el prim er caso, la renta
resulta de la diferencia de un precio (P) uniform e para los bienes agrico­
las, y un Precio de Produccion individual (PP), que es diferente en cada
lote (y que depende de la fertilidad de cada uno y de los diversos costos
298
de tran sp orte asociados a su localizacion). En el caso de la renta de vivienda, ella resulta de la diferencia entre un Precio de Produccion igual
en los d iferen tes lugares de la ciudad (producir una vivienda compara­
ble tiene costos sim ilares en distintos lugares de la ciudad) y un precio
de m ercado diferente en cada sitio, y que esta asociado a los costos de
los d esp lazam ien to s de los consumidores a los inmuebles complementarios a la vivienda.
Figura 7.11.
Precio de mercado y precio de produccion en rentas rurales
y urbanas.
Renta Rural
Renta Diferencial Tipo 1
Renta Urbana
Renta Diferencial de vivienda
El Precio de Circulacion en cada caso esta representado por la linea (PC
-PC). No se debe confundir esto en el caso urbano con la linea P: esta
representa lo que se esta dispuesto a pagar por el espacio construido en
los diversos lugares fisicos en un punto de la demanda. Recuerdese que
representa situaciones de indiferencia para el demandante: lo que deja
de pagar en renta el usuario mas alejado lo debe compensar en mayores
costos de transporte. La linea de Precio de Circulacion relaciona cantidades de viviendas eventualmente transadas por el conjunto de la poblacion
a diferentes precios. En el caso urbano, la linea PC-PC debe interpretarse com o el precio por el espacio construido en la localizacion marginal a
299
cada nivel de precio. La cantidad efectivam ente transada se determina
entonces por el cruce entre la linea de Precio de Produccion (horizon­
tal en el caso de la ciudad, porque los costos de producir las viviendas
son uniformes) y esta linea de Precio de Circulacion. En este punto, y de
acuerdo con los costos diferenciales de transporte, se fija la linea P, que
describe el conjunto de precios correspondiente a este punto de la demanda en los distintos lotes particulares.
Figura 7.12.
Formacion de la renta diferencial de vivienda a partir de
condiciones de oferta y demanda en la produccion
de viviendas.
A
B
C
En la figura 7.12 se muestra esta evolucion en el tiempo. En la primera
situacion, A, la cantidad producida es q, correspondiente a una situacion
inicial de Precio de Circulacion PC-PC. Las rentas, que en este caso son
solamente diferenciales, estarian descritas por la linea r, que corresponde
a la diferencia entre P y PC-PC. La situacion B m uestra que la demanda
ha crecido y la linea de Precio de Circulacion se desplaza a PC'-PC'. La
renta correspondiente, que sigue siendo diferencial, pasa a ser r'. En la
tercera situacion, C, la demanda crece aun mas, descrita ahora por la linea
PC"-PC". Pero la ampliacion de la produccion tropieza con una limitacion de tierras adicionales: la produccion de viviendas no se puede expandir mas alia del punto q". En este caso, la linea que describe las rentas
sera r" que, como vemos, tiene un com ponente de Renta Absoluta y otro
de Renta Diferencial.
300
Con esta form ulation se pueden entonces replicar para el caso urbano los
analisis de incidencia de los gravamenes que habfamos realizado para
el caso rural. En la figura 7.13 puede verse que un impuesto a los bienes inm obiliarios en presencia de una renta secundaria diferencial (en
este caso de vivienda) implica una elevation del precio que pagan los
consum idores (de la linea de precios P se pasa a la P') y la cantidad de
viviendas producidas se reduce (de q a (]'). No existe, por lo tanto, neutralidad del impuesto. La linea de precio para el oferente se desplaza en
sentido contrario de P a PO. Si la totalidad del impuesto es la diferencia
entre las lineas PO y P', se podria decir que el gravamen lo comparten los
consum idores de inmuebles (de P a P ’) y los oferentes (PO a P). Esta ul­
tima portion en el largo plazo se traspasa a las rentas, que se ven de esta
m anera reducidas de r a r'.
Figura 7.13.
Impacto de largo plazo de un impuesto a los edificios en
presencia de una renta diferencial secundaria.
Sin Impuesto
Con Impuesto
El caso de un gravamen a los bienes inmobiliarios en presencia de renta
absoluta urbana se ilustra en la figura 7.14. Si la magnitud del gravamen
es inferior a esta renta, la Curva de Precio de Circulation al Productor
(PCP-PCP) cruza la Curva de Precio de Production en su portion inelastica. Ni la cantidad ofrecida (q ) cambia, ni el precio que pagan los corn301
pradores de viviendas. El precio que perciben los oferentes, en cambio, se
reduce en un monto equivalente a la totalidad del im puesto (pasa de la
lfnea P a la lrnea PO). Los oferentes pagan todo el im puesto, y esto repercute en las rentas, que se reducen de r a r'.
F ig u ra
7.14.
Impacto de largo plazo de un impuesto a los edificios en
presencia de Renta Absoluta Urbana.
S in Im p u e sto
C o n Im p u e s to
En la figura 7.15 se ilustra el efecto de un im puesto aplicado directamente a las rentas en el caso urbano. A pesar de las diferencias senaladas en
la formacion de las rentas urbanas con respecto a las rurales, todas las
conclusiones a las que se llego sobre estas ultim as pueden aplicarse a las
rentas en la ciudad. Si el impuesto se aplica de m anera proporcional a la
renta, entendida como la diferencia entre la lfnea P y la linea de oferta
(O-O) (que es el precio de produccion de los productores capitalistas en
ausencia de renta), ni el precio para el com prador de vivienda ni la cantidad de viviendas producidas se veran afectados por el gravam en, tanto
para la situacion de rentas diferenciales, o cuando tam bien existan rentas
absolutas. En los dos casos hay neutralidad, por lo tanto. La totalidad
del impuesto sera absorbido entonces por el propietario y las rentas se
reducen de r a r'.
302
F i g u r a 7 .1 5 .
Im pacto de largo plazo de un impuesto sobre la renta
urbana en presencia de rentas secundarias diferenciales y
absolutas.
C o n R e n t a D if e r e n c ia l
d.
C o n R enta A bsoluta
El impacto de un impuesto capitalizado sobre cl prccio del sticlo
Otra precision que debe hacerse al planteamiento de George (1963) sobre
los im puestos a la tierra, tiene que ver con su aseveracion de que ellos
im p lican una contraction de la misrna magnitud en la renta y, por lo tanto, en el precio del suelo. Esta parece ser una reflexion muy solida que,
adem as, se confirm a empiricamente una y otra vez. Lo que no se advierte
con frecuencia es que este efecto no es identico si el impuesto se cobra de
m anera periodica, como una deduction de la renta que se percibe continu am ente en el tiem po o si se cobra de manera capitalizada, es decir, si
se cobra de una sola vez, capitalizando la portion de renta que el Estado
retiene en form a de impuesto. En la primera drcunstancia, que es a la que
G eorge se refiere, y tal como el lo preve, el precio del suelo se reduce de
m anera perm anente en una magnitud equivalente a la capitalization del
im puesto periodico.
M irem oslo con un ejemplo para el caso rural, que es el mas evidente. Supongam os que existe un terreno por el cual su propietario percibe una
303
renta de 20 unidades de valor en cada perfodo, cuando la tasa de ganancia es de 0,2. En esas circunstancias, el precio que resulta a partir de la
capitalization de esa renta es de 100 :
PS = r/g = 20 / 0,2 = 100
Si se impone un impuesto periodico de 8 unidades, que es el 40% de la
renta, el precio del suelo se reduce en la misma proporcion, es decir, el
precio final sera 60. En efecto, el comprador de la tierra sabe que por su
propiedad podra percibir una renta de 20 unidades, pero com o debe pagarle al Estado 8 unidades, la cantidad neta que recibe son 12 unidades.
El capital que le rinde esta cantidad en term inos de ganancia normal seria
de 60 unidades, y eso sera lo que le ofrece al propietario. Si llamamos
PS' al precio del suelo despues de im puesto y a al im puesto periodico,
tendremos:
P S ' = r - a/g' = (20 - 8)/0,2 = 12/0,2 = 60
Dado que, como hemos discutido, el precio del suelo es basicam ente la
capitalization de la renta periodica, se puede pensar que si el impuesto se
cobra de forma capitalizada y no continua, el efecto sobre el precio seria
el mismo. En nuestro ejemplo, podriamos pensar que es completamente
equivalente cobrar cada ano un gravamen de 8 unidades, o cobrar por
una sola vez una contribution que fuera la cap italizatio n de esa suma
periodica, es decir, 40 unidades. Si A es el im puesto capitalizado:
A = a/g' = 8/0,2 = 40
Si esto es equivalente, podria pensarse entonces que el efecto sobre el
precio es tambien igual. Es decir, que si se cobra una contribution por
una sola vez que represente el 40% del precio del suelo, este se reducira
en esa proporcion. Pues bien, existe una diferencia: si el im puesto se co­
bra de manera periodica, la contraccion en el precio es perenne, mientras
que si se cobra de manera capitalizada, esta reduccion solam ente se presenta durante la transaccion en la que se debe desem bolsar el impuesto.
En efecto, un comprador del terreno del ejem plo sabe que si adquiere la
propiedad, tendra derecho a obtener de m anera periodica una renta de
20 unidades. Esto haria que estuviera dispuesto a pagar 100 unidades por
ella. Pero sabe tambien que le cobraran 40 de im puesto: solam ente estara
dispuesto a abonarle al propietario la diferencia, es decir, solo pagara las
60 unidades de las que hemos hablado. Pero de alii en adelante, el ya po­
dra percibir las 20 unidades de renta, porque el im puesto ya se ha pagado
(no se vuelve a cobrar). En ese caso, para las transacciones subsiguientes,
el precio con el que se transa el suelo entre p a r tic u la r s volvera a recuperar su magnitud original de 100 .
304
En otras palabras: la reduccion del precio del suelo que induce un impuesto en su forma periodica es permanente, mientras que este efecto,
cuando el im puesto es capitalizado, se da de manera puntual, para la
transaccion ligada al pago unico del impuesto. Esta distincion es muy
im portante, particularmente en el caso urbano, en el que algunos gravamenes son, precisamente, puntuales y por una sola vez.
e.
Conclusiones solve In imposition sobre la tierra urbana
De aqui se puede extraer una serie de conclusiones:
La prim era es la de que cualquier gravamen sobre la propiedad inmobiliaria que se aplique directamente a la renta (y no al precio de los bienes
que se producen en la tierra, los bienes agricolas o el espacio construido)
tiene la caracten'stica de la neutralidad, en el sentido de que ni el precio
que pagan los consumidores de los bienes se altera, ni tampoco la cantidad producida o transada de ellos.
La segunda indica que en este caso la totalidad del gravamen recae sobre
la propiedad territorial, es decir, segun la expresion corriente, el impues­
to "lo paga el terra teniente".
La tercera es que un gravamen sobre la renta tiene como efecto contraer
la m agnitud del precio del suelo que se expresa en el mercado. El precio
que aparece en las transacciones entre particulares corresponde a la capitalizacion de la parte no gravada de la renta. En esto hay que ser cuidadoso en un aspecto que se presta a equivocos: la contraccion del precio
del suelo no implica que para el consumidor de bienes producidos en la
tierra se reduzca la renta que paga. Hemos visto que el precio del bien
(que incluye la totalidad de la renta) no se altera para £1 con el gravamen.
El consum idor sigue pagando la totalidad de la renta que pagaba antes
del im puesto, solamente que con el tributo una parte de la renta no va
a parar al terrateniente individual, sino al Estado. El Estado reemplaza
total o parcialm ente al terrateniente en la perception de la renta. Esta
contraccion es permanente cuando el gravamen se cobra periodicamente,
pero es puntual cuando se cobra de manera capitalizada.
La cuarta conclusion es que a pesar de que, como se acaba de decir, cuan­
do un gravam en se aplica directamente sobre la renta adquiere las caractensticas de neutralidad de las que hemos hablado, esto no quiere decir
que cuando se aplica al precio del bien, en este caso cuando se refiere
al precio total del inmueble, ellas se pierdan en todas las circunstancias.
H em os visto que cuando existen Rentas Absolutas y el monto del gra­
vamen no excede la magnitud de ellas, el impuesto conserva el rasgo de
neutralidad que exhiben los gravamenes directos a la renta. En el caso
305
del impuesto predial, esto es importante porque pone en suspenso una
recomendacion que, como hemos dicho, se hace con m ucha frecuencia y
es la de reformar los sistemas impositivos para que este im puesto sobre
la propiedad tenga como referencia el precio del suelo y no el precio del
inmueble. Las implicaciones de esta recom endacion son grandes, porque
la practica mas generalizada consiste precisam ente en tom ar como base
impositiva el precio del inmueble, por razones de tipo practico (tiende
a ser mas facil de calcular). El cambio de referencia es algo costoso, que
exige una estrategia de transition igualm ente onerosa y con dificultades
tecnicas, y eventualmente puede generar algunas inequidades e incentivar practicas indeseables. Pero segun el analisis convencional, vale la
pena incurrir en estos inconvenientes porque el cam bio de referencia es la
unica posibilidad de tener los rasgos de neutralidad tan convenientes. El
analisis que acabamos de presentar m uestra que en el caso de existencia
de Renta Absoluta Urbana, que debe ser la gran m ayoria de las situaciones, si el gravamen aplicado a los precios de los inm uebles no supera esta
renta, se puede conservar la neutralidad. No valdria la pena entonces
realizar estas reformas tan dificiles y costosas.
B. La reglamentacion urbana
Una de las funciones mas importantes del Estado en las ciudades contemporaneas es la reglamentacion y planificacion urbanas. Esto surge
de una constatacion evidente, pero que tal vez hoy no sobre recordar: la
operation espontanea del mercado genera m uchos efectos indeseables:
hiperdensificacion, obsolescencia economica prem atura del parque inmobiliario, segregation socioespacial, congestion, proliferation de terrenos ociosos o subutilizados con fines especulativos, etcetera. El Estado
asume entonces una funcion regulatoria que tiene com o objetivo buscar
resultados de coherencia, equidad y eficiencia, entre otros, que el merca­
do inmobiliario por si mismo no es capaz de garantizar. Desde luego, el
sentido de estas acciones es intervenir el funcionam iento del mercado del
suelo. Ahora bien, al hacerlo afecta los precios de los terrenos.
En esta section estudiaremos, en principio, las acciones regulatorias estatales sobre dos aspectos que son tradicionalm ente reconocidos como
factores cruciales en la formation y en los cam bios de m agnitud de los
precios del suelo urbano, a saber: la reglam entacion de usos y la regla­
mentacion de densidades del espacio urbano.
1.
L a r e g la m e n t a c io n d e u s o s d e l s u e l o u r b a n o
Una de las caracteristicas mas sobresalientes del espacio urbano es su
heterogeneidad. Las diferentes secciones del espacio construido se dedi­
306
can a d istin ta s actividades, y su diversidad y entrelazamiento hacen de
la ciu d ad el v alor de uso complejo que es y que potencia la interaction
so cia l. C o n tra lo que eventualmente puede pensarse, esta diversidad y
las p a u ta s y regularidad es espaciales que adquiere no son el resultado,
en p rin cip io , de la regulation estatal. Como hemos expuesto, ellas son
g e n e ra d a s p o r convenciones colectivas del conjunto de los habitantes
d e u na ciu d a d , que hacen que los inmuebles situados en determinado
lu g a r sean u sad o s para ciertas actividades y los que tienen otra locali­
z a tio n sean u sad os para otras funciones. El hecho de que estas pautas
se a n co m p a rtid a s es un requisito para que la ciudad pueda ser utilizada
c o le ctiv a m e n te .
T am p o co p u ed e afirm arse simplemente que la estructura de usos del suelo sea el p ro d u cto o el reflejo del mercado de tierras urbanas. En terminos
e stricta m e n te analiticos, la dimension convencional de la ciudad a la que
h e m o s a lu d id o , precede conceptualmente a la existencia misma de los
p re cio s del su elo y en cierta manera los determina. Pero en las ciudades
co n u na eco n o m ia m ercantil, los precios del suelo desempehan un papel
im p o rta n te co m o m ecanism o de modulation de estas convenciones, y en
ese se n tid o , su logica realimenta el proceso de adscripcion convencional
d e u so s a los d iferen tes terrenos de la ciudad.
R e co rd e m o s d e que manera planteamos la operation de este mecanismo:
la lo g ica co n v en cio n a l de usos del suelo determina que cada uso arroja en
cad a u n o d e los lotes una renta ligada a su ejercicio, que tiene determinad as m a g n itu d e s y configuraciones espaciales. Pero en cada terreno, que
p o te n c ia lm e n te podria dedicarse a cualquier actividad, la que se impone
es la q u e a rro je una renta mayor. Este ya es un mecanismo propiamente
m e rca n til. El p ropietario de cada lote intentara obtener la renta maxima.
Ilu stre m o s esto con la figura 7.16, en la que representamos nuestra consa b id a ciu d ad m u y sim ple que tiene dos usos del suelo, el comercial y el
d e v iv ie n d a , y una estructura monocentrica. Para la actividad comercial,
el c e n tro es el lu g ar preferido por los habitantes para hacer sus compras
y tra n sa ccio n e s, y esta preferencia va disminuyendo a medida que la distan cia al ce n tro aum enta. En la figura esto se traduce en que la renta de
co m e rc io (c-c) va dism inuyendo a medida que nos alejamos del centro: la
v elo cid a d d e ro ta tio n del capital comercial se reduce conforme aumen­
ta la d ista n cia al nodo comercial, lo que hace disminuir gradualmente la
g a n a n cia extrao rd in aria que se convierte en renta. Por otro lado, tambien
la a ctiv id a d re sid e n tia l genera iina renta de vivienda (z’-v) que va meng u a n d o co n la distancia: quienes usan las viviendas, a medida que se
a le ja n d el ce n tro , deben incurrir en costos de transporte mas elevados.
E sto los im p u Isaria a preferir los lugares mas centrales. La competencia
e n tre e llo s les p erm ite a los propietarios territoriales exigir como renta
307
todos los costos de transporte que el usuario residencial m ejor situado se
ahorra en virtud de esta localizacion. Ahora bien, au n q u e en este caso las
dos rentas tienen una forma similar, la diferencia esta en sus parametros:
las rentas comerciales son muy elevadas en las p roxim id ad es del centro,
pero disminuyen rapidamente a medida que se aleja de el, porque la cantidad de compradores se reduce con esta pauta. La renta de vivienda tiene su punto maximo en el centro, pero alii tiene una m agnitud m enor que
la comercial. Pero su contraccion a m edida que au m enta la distancia es
mas pausada, porque esa caracteristica la tienen los costos de transporte
que son pertinentes para esa actividad.
Fig u ra
7.16.
Efecto de un cambio en la reglamentacion de usos del suelo
urbano.
Zona Comercial
Zona Comercial
308
Z ona R esid en cial
Zona R esid encial
El resultado, como se ve en la figura 7.16, es que las curvas que describen los dos tipos de rentas muestran un tramo inicial en que la renta
com ercial es superior a la renta de vivienda. En el punto Y, sin embargo,
donde las dos lineas se cruzan, la renta de vivienda se vuelve mas alta
que la com ercial. Ante estos comportamientos convencionales de cada
actividad (que puede tener algunos, pero no todos, determinantes tecnicos), el m ecanism o de los precios es el que va a modular el uso final
de los terrenos: en las zonas mas proximas al centro, donde las rentas
com erciales son las mas elevadas, este sera el uso que se impondra. En
las zonas m as alejadas prevalecera la vivienda. El punto Y, donde las
dos cu rvas se cortan, sera el limite entre la zona comercial central y la
zona residencial periferica.
La renta que aparece en el mercado de tierras sera siempre la mas alta.
A unque en la zona comercial existe una renta de vivienda que podemos
llam ar virtual (la que arrojaria la tierra si se dedicara al uso habitacional), en la medida en que es menor que la comercial ella no emerge en
las transacciones: el propietario tendra como referencia siempre las mas
elevadas. Y lo inverso puede afirmarse de la zona residencial.
Com o puede verse, este mecanismo que presentamos aqui de manera tan
sim plificada, opera por la interaccion de esta estructura de convenciones
de usos del suelo y el mercado de las tierras. Pero podemos concebir su
funcionam iento sin que el Estado tenga ninguna accion. Miremos como
incide la accion regulatoria en esto.
El Estado, m ediante sus normas, puede afectar y restringir el mecanismo
espontaneo de este dispositivo de precios y usos. De hecho, generalmente
ese es su objetivo, porque se estima que el resultado espontaneo no es el
m as conveniente en terminos sociales. Ilustremoslo graficamente con la
parte inferior de la figura 7.16. Supongamos que por alguna razon de tipo
tecnico las autoridades consideran que, a pesar de que espontaneamente
el area com ercial se extenderia desde el centro hasta el punto Y, es con­
veniente que la zona destinada a esta actividad sea mas restringida: se
decide que a partir del punto X se prohibe la actividad comercial. Hay un
im pacto en los precios de los terrenos que quedan entre X y Y: aunque alii
la renta potencialm ente mas elevada es la comercial, la regulation estatal
im pide que ella tome cuerpo. En nuestro caso, la renta que emerge es la
correspondiente al otro uso posible, el de vivienda. Los precios de estos
terrenos dism inuyen como consecuencia de la accion estatal.
M irem os lo que ocurre en este caso con los precios de los terrenos mas
centrales que estan entre el centro O y X. Si efectivamente se prohibe la
actividad com ercial en cualquier otro lugar, es probable que las mercancias que antes se transaban en el drea comercial mas extensa ahora lo ha309
gan en el centro mas restringido1. La velocidad de rotacion del capital de
los comerciantes que operan en esa zona m as confinada debera aumentar
y, por lo tanto, sus ganancias extraordinarias de prim era instancia: lo esperable es que como lo decisivo para ello es la localizacion del terreno en
el area autorizada para el com ercio, esto se traduzca en un crecimiento
de las rentas comerciales de estos terrenos (que pasan alii de c-c a c-c').
Finalmente, digamos que para los terrenos que estan a la derecha del
punto Y la regulation estatal no los afecta. A ntes y despues de la medida la renta que aparece en ellos es la de vivienda, que no recibe ninguna
incidencia.
La reglamentacion urbana sobre los usos del su elo tiene este tipo de influjo sobre los precios de la tierra de m anera perm anente, pero con frecuencia ellos no son muy explicitos. Ellos se hacen evidentes cuando hay
alguna mutation en la reglam entacion urbana. Supongam os que la secuencia temporal sea la contraria a la que hem os expuesto, es decir, en la
figura se pasa de B a A: la autoridad decide elim in ar el lim ite X para el
desarrollo de actividades comerciales. Dicha supresion tendra un impacto inmediato y muy conspicuo en los precios de los terrenos entre X y Y:
la renta comercial, mas elevada que la de vivienda, pero que permanecia
latente, dada la existencia de la norm a, ahora tom a cuerpo y los precios se
elevan. El efecto de la norma se hace nitido y m u chos podran decir que la
reglamentacion, al hacer pasar los terrenos de un uso de vivienda a uno
comercial, genero el aumento en el precio del suelo.
No tan evidente es el efecto en el sentido contrario sobre los terrenos
entre O y Y. En nuestro caso, que es m uy especifico, los precios de esos
terrenos bajarian, porque las transacciones de m ercancias se repartirfan
en un area mas extensa y probablem ente dism inuira la velocidad de ro­
tacion de capital de los comerciantes que operan en el area comercial que
antes era restringida. Pero como la reglam entacion no se refiere a ellos explicitamente (la norma permanece inim itable en esas areas), no siempre
estos influjos se tienen en cuenta. El caso presentado aqui es muy especi­
fico y se podrian presentar muchas variantes en term inos espaciales (por
ejemplo, el surgimiento de areas com erciales perifericas, etcetera). No es
este el aspecto que ocupa nuestra atencion en este m om ento. Pero lo que
si es pertinente es la consideration de que la reglam entacion tiene o puede tener efectos indirectos en areas que no estan cobijadas por la norma,
pero que se ven afectadas porque la reglam entacion incide en un sistema
interconectado como es una estructura de usos del suelo.
1 D esd e Iuego, en este esquem a u rban o tan sim p lific a d o . P ero p u ed e d arse el caso de
que esta actividad se desplace a otros lu g ares p e rife rico s d is tin to s del q u e exam inam os,
y existen innum erables com binaciones, seg u n situ a c io n e s e s p a c ia le s concretas.
310
P recisem os, por otra parte, que una norma tiene efecto en los precios del
suelo, en la m edida en que inhiba la operacion del mercado. Si no es asi,
es inocua. Su pongase que en nuestro ejemplo se imponga un limite a la
zona com ercial, pero que este se defina en un lugar mas alejado del centro
que el p u n to Y. En este caso, lo que se manifiesta es la operacion espontanea del m ercado de tierras: la norma no tendra ningun efecto, y las
v ariaciones en ellas (por ejemplo, la eliminacion del limite) no tendran
ningu na incidencia.
Esta ultim a anotacion es importante porque, como se ha senalado, en term inos pragm aticos a menudo se establece una relacion de causa y efecto
entre la introduccion o variacion de una norma y cambios en los precios
del su elo, que en ocasiones puede llevar a equivocos. Supongamos que
la variacion de la norm a no sea exactamente eliminar el limite del area
com ercial, sino am pliarlo. Si originalmente se traslada el limite de X a
Y, el efecto previsible es, como hemos visto, que los precios de esos terrenos aum enten. Podria pensarse que este incremento se da porque el
uso p erm itido antes era solo de vivienda y ahora es de comercio. Ahora
su pongam os que el limite se amplia a un punto aun mas alejado. Como
hem os visto, va a haber unos terrenos, los que estan mas distantes de Y, a
los cuales, aunque se les permita normativamente desarrollar actividades
com erciales, el m ercado no se lo posibilitara. Aunque les cambie la norma
a esos terrenos, su precio no crece. En otras palabras: no es suficiente que
las norm as autoricen una actividad en un lugar para que ella aparezca.
Para que eso ocurra es necesario que la estructura del mercado lo haga
posible.
2.
La re g la m e n ta cio n de las densidades constructivas en la ciudad
O tro fenom eno niuy visible en la ciudad, y que ya hemos registrado, es
que el espacio urbano esta construido con intensidades muy diferentes.
C om o hem os visto, y aunque una mirada inicial sugiera otra cosa, esto
no es producto de la reglamentacion, sino de la interaccion entre los pre­
cios unitarios que adquiere el espacio construido en las diferentes zonas
de la ciudad y los costos de producir con tecnicas en altura. El resultado
es, sin em bargo, una asociacion entre la altura constructiva y los precios
del suelo, que involucra la presencia de lo que hemos denominado Renta
Prim aria Diferencial tipo 2.
Pues bien, una de las actividades regulatorias mas importantes de la
planificacion consiste en modular y, eventualmente, restringir la densidad constructiva. Esta actividad obedece fundamentalmente a razones
de orden tecnico, y su modalidad mas clara es el establecimiento directo
de m axim os en los indices de construccion, es decir, limites en la can311
tidad de area construida que puede producirse en un terreno de determinada magnitud. Pero tambien existen otras disposiciones que pueden
tener otros objetivos, pero que finalmente tienen efectos similares en la
densidad: topes en la altura de los inmuebles; exigencias de retrocesos
de los edificios con respecto al limite de los lotes, algo que en general
aumenta con la altura; limites en el numero de unidades de habitacion,
etcetera. Llamaremos Edificabilidad Normativa al maximo autorizado en
el Indice de Construccion que resulta de estas regulaciones. Recordemos
que habiamos llamado Edificabilidad Economica al maximo en el Indice
de Construccion que arroja el mercado, dada una estructura de costos de
construccion y de precios de venta del espacio construido.
Pues bien, la fijacion de una Edificabilidad Normativa tiene un efecto
sobre el precio del suelo y sobre la densidad de construccion cuando ella
es menor que la Edificabilidad Economica. En efecto, en esta situacion,
la reglamentacion inhibe la cristalizacion del m ecanism o mercantil. La
figura 7.17 ilustra esta situacion para un lote particular: aunque espontaneamente el mercado arrojaria una Edificabilidad Economica de determinada magnitud que generarfa un nivel de Precio del Suelo como PS",
las regulaciones restringen esta operacion limitando el m axim o de Indice
de Construccion a un nivel menor: esta Edificabilidad Normativa arroja
un precio del suelo PS', menor que el que emergeria de la operacion del
mercado en ausencia de esa norma.
Figura 7.17.
Efecto de la Edificabilidad Normativa sobre el precio del
Edificabilidad
Ed ificabilidad
N orm ativa
Econom ic.)
X
312
Y
En tenn inos agregados, se puede ilustrar el asunto con la figura 7.18. En
una ciudad monocentrica con un solo uso, la vivienda, la Renta Diferencial
de Vivienda va descendiendo a medida que aumenta la distancia al centro. Pero vam os a suponer que en el punto Y la relacion entre el precio
del suelo y los costos de construccion en altura justifica construir en alta
densidad. Entre este punto Yy el centro C, los terrenos no solo soportaran
la Renta Diferencial de Vivienda, sino la Renta Primaria Diferencial tipo
2 y se construiran en alta densidad. Si como se ilustra en la parte inferior,
im pongo una norma que prohfbe la construccion en altura a partir del
punto X, la norma hara que los terrenos entre X y Y, aunque virtualmente
el m ercado les generarfa una Renta Diferencial tipo 2, la norma lo inhibe
y solo soportaran la Renta Diferencial de Vivienda. Se construiran en baja
densidad y el precio del suelo sera mas bajo que si la norma no existiera. Si la secuencia temporal es la contraria, es decir, si partimos de una
situacion inicial B en que la norma restringe la edificabilidad a partir del
punto X, pues no se permite alii construir en alta densidad, y en algiin
m om ento se relaja esta restriccion y se pasa a la situacion A, los precios de
los terrenos entre X y Y experimentan un alza subita. Se genera entonces
la percepcion de que existe una causalidad entre un fenomeno y otro: el
cam bio de norm a, al permitir una edificabilidad mayor, hace subir el pre­
cio del suelo de manera similar a cuando se cambia el regimen de usos.
Pero tam bien aqui la relacion no es univoca: se requiere que la nueva
densidad autorizada este respaldada por el mercado. En este caso, esto se
traduce en que el efecto de crecimiento de precio del suelo se da solamente cuando la nueva Edificabilidad Normativa que se autoriza es igual o
m en o r que la Edificabilidad Economica. Si no es asi, la norma no altera
el precio. En nuestro ejemplo, en la figura 7.18, si se permite construir en
alta densidad mas alia del punto Y, se seguira construyendo en baja den­
sidad y el precio del suelo no cambiara. En la figura 7.17, en la que se presenta el fenom eno en tenninos individuales, la ilustracion es mas clara. Si
la situacion inicial de la que se parte es el punto X con una Edificabilidad
N orm ativa inferior a la Edificabilidad Economica, y se va aumentando
la prim era, el precio del suelo ira subiendo a partir PS". Pero el maxim o en ese precio sera PS', es decir, cuando se alcanza la Edificabilidad
Econom ica. Si se autoriza una Edificabilidad Normativa aun mayor, la
m edida no tendra ningun efecto, pues los constructores no superaran la
E d ificabilid ad Economica.
C. La p rovision de infraestructura
O tro frente de incidencia del Estado sobre los precios del suelo, y muy
im portante, esta asociado a su papel como proveedor de infraestructura
313
Figura 7.18.
Edificabilidad Normativa y precio del suelo en terminos
Alta densidad
A lta d en sid a d
B aja d e n sid a d
Baja densidad
Tierra: distancia
T ie r r a : d is ta n c ia
urbana. Las inversiones del Estado en vialidad, en espacio publico, en
redes de servicios, etcetera, se asocian de m anera m uy generalizada con
aumentos en los precios de terrenos particulares. Una representation espontanea muy difundida entiende que estas acciones estatales ocasionan
las alzas en los precios del suelo, o mas precisam ente, que estos aumentos
en los precios de los terrenos no son otra cosa que la transm ision a los
terrenos particulares del valor contenido en las obras publicas. Esta afirmacion no se limita a lo cualitativo, sino que se extiende a lo cuantitativo:
314
el m onto de las inversiones estatales debe corresponded ni mas ni menos,
a la agregacion de los incrementos en los precios de todos los terrenos
aledanos a las obras publicas. De hecho, esto ilumina una serie de practicas estatales m uy extendidas orientadas a captar por parte del Estado, los
au m entos en los precios de la tierra urbana. Pero este es, precisamente,
un aspecto que amerita hacer un analisis riguroso, que abordaremos mas
adelante, pues a nuestro juicio las percepciones intuitivas no siempre corresponden al funcionamiento economico de estos fenomenos.
1.
La
terre-capitnl
Para em pezar a discutir este tema es necesario hacer una precision inicial.
Los analistas clasicos sobre la renta, que como hemos dicho, se referian a
la tierra rural, siem pre hicieron la siguiente distincion: en las transacciones de terrenos, en el precio que normalmente se paga en el mercado por
ellos usualm ente hay un componente que no es propiamente renta, sino
que son m ercancias normales, que no revisten peculiaridad teorica; se
referian con esto a elementos que usualmente estan adosados a la tierra,
que son eventualm ente diferenciables en cada terreno, pero que son productos del trabajo, a saber: cercas, caminos internos de las fincas, sistemas
de riego o de desagiie, etcetera. Les asignan un nombre, el de terre-capital,
y reiteran, com o hemos dicho, que no tienen especificidad teorica. El pre­
cio del suelo propiamente dicho, el que se hace depender de la renta, es el
rem anente una vez descontada esta terre-capital, y constituye en el medio
rural la parte sustancial del precio en las transacciones.
Para trasladar esto a la tierra urbana, podriamos afirmar que algunas in­
versiones estatales, aquellas que resultan en un valor de uso que tiene
ciertas caracteristicas, como su asignacion diferenciada a un terreno, la
posibilidad de exclusion de su disfrute a usuarios que no tienen acceso a
ese lote, etcetera, tales como las redes de servicios piiblicos y otras, pueden ser consideradas de manera nitida como terre-capital. Su presencia
o ausencia es lo que distingue lo que se conoce como tierra "bruta" y
tierra "eq u ip ad a" (o "urbanizada"). Un lote que cuenta con estos valores de uso, es decir, un lote urbanizado, tiene un precio mayor que un
terreno bruto. La magnitud de esta diferencia debe ser entonces el precio
de m ercado que es necesario pagar por la produccion o el suministro de
este equipam iento2. En principio, el proveedor puede ser el Estado o un
agente privado y ello no introduciria mayor diferencia. De esta manera
2 La m ag n itu d especfflca que adopta el precio de estos equipamientos, especialm ente
cu a n d o son su m inistrad os por el Estado, es otro asunto, al que haremos algunas referen cias m as ad elante.
315
puede decirse que el Estado, como su m inistrador de infraestructura, puede hacer elevar los precios del suelo al co n v ertirlo s de lotes rusticos en
lotes urbanizados.
2.
El impacto del su m in istro e sta ta l d e in fr a e s tr u c tu r a en la
renta
Esto, sin embargo, no reviste mayor dificultad teorica. Pero tam poco es lo
importante en la accion del Estado en el m ercado de tierras. De hecho, lo
realmente pertinente es la incidencia que la accion estatal com o suminis­
trador de infraestructura tiene sobre la renta p rop iam ente dicha. Lo que
se tendria que explicar, porque es de gran relevancia, es el efecto de esta
actividad del Estado precisamente en el rem anente del precio del suelo
una vez descontado el precio de estos equ ipam ientos. Si el aum ento en
el precio del suelo que se deriva de la provision estatal de infraestructura
se limitara a la suma agregada por el precio de los equipam ientos, esto
no tendria sino la explicacion usual de la circulacion de una mercancia
normal. En ese caso se trataria de una transaccion norm al en la que el
propietario ha pagado por una mercancia. Pero lo cierto es que es muy
dificil sostener que este elemento por si solo explica los precios del suelo
en las ciudades. Y en el caso de inversiones esta tales que alteran el precio
de los terrenos, tendriamos que referirnos a cam bios en el precio de la
tierra bruta.
Planteemos el asunto entonces de la siguiente m anera: para que la ciudad
pueda funcionar como tal, se requiere producir una serie de valores de
uso colectivo (infraestructura urbana, etcetera), que consu m en energia
productiva de la sociedad y que deben ser financiados de alguna ma­
nera. Incluso, esto p u ed e afimnarse tambien de lo rural, pues para q u e
production agrjcojfl
\vigav se necesitan tam bien valores de uso
yWM&S, como \ns vias de com unicacibn, etcetera. Pero la renta no se
desprende de esto, ni coincide con la m agnitud de valor que se cristaliza
en estas obras. Hemos visto que el soporte de la renta esta asociado al
concepto de irreproductibilidad para el capital individual de condiciones
de estas tierras, que en el ambito rural consiste en condiciones fundamentalmente tecnicas, y que en el ambito urbano incluye tam bien fenomenos
sociales, como las pautas de utilizacion del espacio de la ciudad. La cantidad de valor que el terrateniente puede captu rar se desprende de las
particularidades de esta irreproductibilidad y no del trabajo condensado en
la infraestructura. Reiteremos que una prueba contundente de esto es que
se puede reflexionar sobre el surgim iento y la operacion de las rentas en
ambos contextos, sin tener en cuenta la accion del Estado y, por lo tanto,
sin considerar sus inversiones.
316
^Por que decim os entonces que la action del Estado como proveedor
de infraestructura incide en los precios de los terrenos? Porque efectivam ente lo hace, pero a traves de una via indirecta: las rentas se alteran
porque los valores de uso que resultan de estas inversiones afectan esta
irreproductibilidad. En el caso rural puede alterar las circunstancias tecnicas evocadas, y en el urbano, ademas, puede transformar las pautas de
u tilization del espacio urbano.
Esta precision pone en cuestion de manera sustancial la notion de identidad cu antitativa entre el costo de estas obras y su efecto en los precios
del suelo. La tesis que queremos defender aqui, es la de que el impacto
de las obras de infraestructura urbana en el precio de los lotes puede ser
m ayor o rnenor que el monto de la inversion, e incluso, con frecuencia,
pu ed e ser negativo. A menudo, su efecto es muy desigual: a algunos
lotes los afecta de forma positiva, pero en diverso grado, y a otros en
sen tid o negativo. Y lo mas importante: el efecto agregado no tiene ninguna relacion discernible con la magnitud global de la inversion. Es
m as, incluso puede decirse que en ciertas circunstancias esta relacion
en term inos agregados puede ser inversa: en ocasiones, la renta en una
ciu dad es elevada, precisamente porque la inversion publics en equipam iento es insuficiente.
Ilustrem os este fenomeno con el examen de un ejemplo sencillo que, para
hacerlo mas elocuente, lo vamos a situar en el ambito rural. Habfamos
afirm ado, refiriendonos a la figura 7.7, que la renta que surgia alii, que
era de tipo diferencial, estaba asociada al caracter creciente del Precio
de Produccion de largo plazo de los bienes agricolas. Supongamos, para
hacer m as facil el analisis, que esto se deriva de costos de transporte. En
la figura 7.19, la curva PP-PP es creciente, porque para aumentar la pro­
duccion se necesita utilizar tierras que estan cada vez mas alejadas, lo que
im plica mayores costos de transporte. La cantidad producida, ilustrada
por el punto q, seria aquella en que la curva de Precio de Circulation
fuera com patible con el precio de produccion del agricultor capitalists
que operara en la tierra mas alejada. El precio de produccion de este ca­
pita lista m arginal determinaria el Precio unitario (P) que rige para todos
los productores. La renta que surge en cada uno de los terrenos que estan
m enos alejados que el marginal esta representada por la diferencia entre
la linea de Precio de Produccion (PP-PP) y la recta del Precio, y equivaldria en este caso precisamente a los costos de trasporte (o a la diferencia
en costos de transporte de cada uno de estos lotes con la tierra marginal).
En la parte inferior de la figura se la representa con la linea descendente
de rentas r, que va cayendo hasta volverse nula en TM, la tierra marginal
en ese m om ento.
317
Figura 7.19.
Cambio en los precios de terrenos rurales como efecto de
q
q'
C a n tid a d
Vamos a suponer ahora que el Estado decide hacer una inversion consistente en una mejora en las vias de com unicacion. C om o consecuencia,
los costos de transporte de los terrenos van creciendo con la distancia en
una proporcion menor que en la situacion inicial. Esto debe traducirse en
la figura 7.19, en un giro de la linea de Precio de Produccion que tendra
el mismo origen (la tierra mas cercana que no tiene costos de transporte
no experim ental ningun cambio en sus costos), pero con una pendiente
menor, pues la progresion de los costos con la distancia es m enos acentuada. Miremos, sin embargo, algo interesante: si la Curva de Precio de
Circulacion que involucra los aspectos de la dem anda no ha cambiado,
tanto la cantidad producida de bienes agricolas com o su precio van a
variar. Ahora sera posible producir en terrenos m as alejados con costos
inferiores a la situacion previa y se pueden involucrar nuevos terrenos a
la produccion. Pero como esto aumenta la cantidad disponible de bienes
agricolas, los consumidores, en una mejor situacion de abastecimiento,
318
podran pagar un precio menor: el precio de mercado desciende de P a P'.
La curva de rentas de la parte inferior de la figura, que es el traslado de
las d istancias entre P' y PP'-PP', se altera y resulta la curva de renta r\
O bservese que, segun este analisis, la accion del Estado genera la siguiente relacion de la nueva curva de renta r" con la curva de rentas anterior
r: a la derecha del punto X hasta la nueva tierra marginal TM', es decir,
en las tierras que teruan rentas muy bajas o nulas, en la nueva situacion
tendran rentas mas elevadas. La accion del Estado genera un aumento
en los precios de estos terrenos. Pero a la derecha del punto X, las rentas
descienden: ante las mejoras en las vias de transporte, su privilegio con
respecto a las tierras mas malas en realidad disminuye.
,/Cual es la relacion entre los aumentos en el precio de unos lotes y las
perdidas de otros (es decir, la comparacion en la figura de las areas bajo r
y r')? N o es evidente que exista alguna regia precisa, y esto parece depender de m uchos factores, como la forma de la demanda, la progresion de
los costos de transporte, etcetera.
Pero, por otro lado, ^cual es la relacion cuantitativa entre estos aumentos
en los precios del suelo y el costo en que incurre el Estado para realizar la
obra referida? Tampoco parece existir una relacion clara. Puede ser igual,
m ayor o menor. El monto del impacto sobre las rentas depende del efecto
sobre la irreproductibilidad (que en este caso es de tipo tecnico, la incidencia
en la accesibilidad y, por consiguiente, en los costos de transporte) y no de
la m agnitud de inversion necesaria para tener este resultado. Este efecto
seria el m ism o, si el costo de las obras necesarias para obtener esta mejorfa en la vialidad fuera grande o pequeno. Adviertase que la operacion
estatal no puede ser evaluada linicamente por el efecto sobre los precios
del suelo: en este caso, la accion del Estado tiene otros efectos que pueden
ju stificar un gasto del gobierno mayor que el alza provocada en los precios
de los terrenos, o incluso, su objetivo puede ser, precisamente, reducirlos:
aqui se obtiene mayor oferta de bienes agricolas, menor precio por ellos y
m ayor nivel de actividad agricola, que bien pueden justificar esta accion.
Puede darse el caso, entonces, de que la accion del Estado tenga efec­
tos m ucho mayores sobre los precios de los terrenos (o sobre algunos de
ellos) que la magnitud de los recursos estatales invertidos para ello. En
este caso cabria la pregunta de por que no emprenden los mismos propietarios privados una iniciativa de este tipo, si finalmente pueden obtener
increm entos en los precios de sus propiedades superiores a los costos en
que incurririan para la ejecucion de esa obra por su cuenta. Pueden exis­
tir m uchas razones, desde las limitaciones legales, pues algunas de estas
acciones son potestad exclusiva del Estado, dificultades de concertacion
entre todos los propietarios, problemas de financiacion, porque la escala
puede ser excesiva para agentes particulares, etcetera. Es claro que en
estas circunstancias, los propietarios potencialm ente beneficiados propiciarian que el Estado emprenda estas obras, e incluso estarian dispuestos
a contribuir a su financiacion.
En todos estos casos, bien sea que la inversion sea m ayor o m enor que los
efectos sobre los precios de los terrenos, puede verse que con frecuencia las
inversionesestataleseninfraestructura tienen efectos positivos en terrenos
cuyos propietarios no han intervenido de ninguna m anera en este resultado. Aellos podrfa exigirseles que contribuyeran con todo o con una parte
de estos beneficios adquiridos por ellos sin ninguna contraprestacion3.
En el caso urbano se presenta una gran variedad de situaciones que tienen
estos rasgos, pero cuyas manifestaciones concretas son m uy diferentes.
En general, las inversiones estatales pueden alterar, bien sea condiciones
tecnicas de produccion o de consumo del espacio construido o incidir en
las practicas sociales de su uso. En cada caso hay que exam inar las caracteristicas de sus efectos, tanto en magnitud corno en alcance espacial en
los precios de los terrenos. Serfa muy conveniente que existiera una regia
general y sencilla para estimar estos efectos, pero infortunadam ente no la
hay1. Ciertamente, el costo de la obra no es un referente apropiado para
hacer esta estimacion.
3 A quienes se preocupan por el efecto negativo d e a ccio n e s d el E sta d o sob re los pre­
cios de algunos terrenos, de lo que concluyen q u e el E sta d o d eb e ria e n tra r a indem nizarlos, el ejemplo que presentamos puede serv ir d e reflex io n . ^ A p arece co m o algo
razonable que para llevar a cabo las m ejoras en cu estio n en la via d e com u n ica cio n , de
lo que parece innegable que se beneficia el con ju n to d e la c o m u n id a d , el E stado debe­
ria indemnizar a los propietarios cuyos terrenos p ierd en p recio ? ^N o im plicaria esto
prolongar una situaci6n de privilegio, cu ando o b je tiv a m e n te su b a se ha desparecido,
privilegio que nace precisamente de la precariedad y q u e tien e e fe c to s n o civ o s para el
conjunto de la poblacion (precios agricolas m as altos, m en o r p ro d u ccio n )? 4
4 Para ilustrar la complejidad que pueden tener esto s e fe cto s, a lu d a m o s a un caso concreto y documentado para la ciudad de Bogota. S e trataba d e u n a z o n a com ercial que
se habia ido consolidando en una antigua area resid encial y q u e tenia g ra n d inam ism o.
Por esta misma razon habia generado problem as g rav es d e c o n g e s tio n , q u e tenia im plicaciones en toda la ciudad, pues era anexa a una g ran a v en id a d e n ivel m etropolitano
que vela por ello muy entorpecida su circulacion. S e d ecid io ren lizar un p u en te elevado
para obviar la interseccion con la gran avenida, una o b ra c ie rta m e n te co sto sa . El efecto
sobre las propiedades fue muy diverso. Los lotes q u e ten ian una v e cin d a d inm ediata
con el puente se vieron muy perjudicados, pues fisica m en te e sta s o b ra s trastocaron el
espacio y la accesibilidad inmediata: m uchos locales c o m ercia les n o p u d ieron seguir
operando como tales, y los inm uebles resid enciales b a ja ro n d e p recio , p u es el puente
vehicular causaba molestias visuales y aud itivas. Sin e m b a rg o , los in m u e b le s un poco
mas alejados mejoraron sustancialm ente su accesib ilid a d y v ieron cre ce r su s precios.
Pero esta obra, que tiene una funcion m etropolitan a, se g u ra m e n te m ejo ro el funcionam iento global del trafico, y es de esp erar q u e h u b iera te n id o un e fecto general de
contraccion j e ios precios de los terrenos de la ciu d a d , via la d ism in u cio n en rentas
diferenciales.
320
A riesgo de aparecer contradictorios, pero precisamente para hacer
ev id en te sus lim itaciones y complejidades, intentemos reflexionar en
term inos generales. Una de las inversiones en infraestructura mas imp o rtan tes en la ciudad la constituyen las obras viales. Parece evidente
que al m ejorar la accesibilidad relativa se afectan de manera positiva los
precios de los terrenos, pues se hacen crecer las Rentas Diferenciales.
Esto de hecho ocurre con la mayor frecuencia. Sin embargo, el ejemplo
rural que hem os presentado nos muestra que aqui tambien debe existir
un efecto contrario, mucho mas generalizado, de disminucion de esas
m ism as rentas en el nivel de toda la ciudad (aunque eso es mas dificil de
p ercibir). Pero puede tener efectos positivos aun mas amplios. Una obra
vial p u ed e hacer posible un cambio de uso: un area de vivienda puede,
en v irtu d de una mejora en la accesibilidad, convertirse en una zona
co m ercial, lo cual puede hacer subir las rentas de manera muy sustancial, m ayor que la sim ple mejora de accesibilidad relativa de una zona
de vivien d a. Las pautas de comportamiento ligadas a la segregacion
so cio esp acial pueden generar hechos insospechados: la accesibilidad no
siem p re es valorada de forma positiva por los grupos de mayores ingresos. Una obra vial que la aumente puede tener efectos muy disruptores
en barrios m uy exclusivos que perciben que una via de este tipo puede
traer ruido, afluencia masiva e indeseada de personas, etcetera, lo cual
d ebilita su carga social positiva y esto hace descender los precios del
su elo 5. La contigiiidad inmediata con obras viales de gran envergadura pu ed e generar molestias que dificulten algunas actividades urbanas
(vease nota 4) que pueden afectar de manera negativa los precios del
su elo, au nqu e los lugares vecinos, pero un poco mas alejados, se beneficien, etcetera.
3.
L a s l i m i t a c i o n e s e n la p r o v is io n d e in fr a e s tr u c tu r a
Una incidencia sobre los precios del suelo urbano de la provision de in­
fraestructura por parte del Estado que no siempre es evidente y que con
frecuencia tiene gran importancia, se da de una manera insospechada:
5 E n co n tra m o s un caso m uy elocuente de la incidencia de las pautas sociales de usos
d e la ciu d ad sob re los fenom enos puramente tecnicos y "objetivos", en un ejercicio
e sta d is tic o so b re los precios de la tierra en Bogota que arrojo un hecho muy paradojico:
m ie n tra s q u e en los estratos de altos ingresos la cercania a espacios publicos colectivos
c o m o lo s p arq u es, tenia, com o era esperable, una asociacion estadistica positiva con el
p re cio d el su elo , en los estratos de bajos ingresos esta ligazdn no existia, e incluso era
n e g a tiv a . La exp licacion de esta paradoja residia aparentemente en que mientras en las
z o n a s d e m ayo res ingresos los parques se percibian como algo deseable, en las zonas
p o p u la re s, d o n d e hay m enor control social, los parques se identificaban con com portam ie n to s so cia le s patologicos e inseguridad.
321
por la via negativa. Es decir, con relacion a las insuficiencias del Estado
para proveer la infraestructura necesaria. Las tierras destinadas a usos
urbanos necesitan la provision de una serie de valores de uso que denominamos infraestructura, algunos de los cuales norm alm ente solo pueden ser suministrados por el Estado, por razones que ya hernos aludido.
Cuando las actividades urbanas se m ultiplican y se requieren mas tierras
para construir inmuebles adicionales que las alojen, lo esperable es que
el Estado equipe esas tierras adicionales. Si por alguna razon no lo hace,
o no puede hacerlo, se da una escasez relativa de inm uebles, porque los
que se necesitarian adicionalmente no se pueden construir, precisamente
por falta de tierras equipadas. Los precios de todos los inm uebles en la
ciudad aumentan. Como los costos de construccion no tienen por que
haber cambiado, esto implicara que existe a causa de este fenoineno una
sobreganancia adicional. Como ella esta ligada precisam ente a la disponibilidad de tierra equipada, esta sobreganancia se convierte en renta: los
precios de todas las tierras equipadas se elevan com o resultado de esta
insuficiencia en la accion estatal (Smolka, 2003).
Como se ve, en esta situacion es clave la nocion de que existe un bloqueo
al suministro de tierras urbanas. Nuestro dispositivo analitico ofrece ventajas con respecto al convencional para visualizar el fenom eno. Vamos
a presentarlo, para lo cual debemos hacer una pequena digresion para
explicar su funcionamiento.
En la figura 7.20 vamos a retomar lo que hernos expuesto en el capitulo
IV a proposito de la formacion del precio y de la renta en un caso muy
simplificado de una ciudad monocentrica, que tiene solam ente usos residenciales por parte de usuarios homogeneos. El eje de las X muestra de
manera simultanea la cantidad de viviendas, la cantidad de terrenos y
la distancia al centra, ya que para aum entar la cantidad de inm uebles se
requiere incorporar mas tierras y mas alejadas del centra C.
Supongamos que los costos de construccion de los inm uebles no varien
con la distancia, asi que son iguales para todos los constructores y en todos los terrenos: la linea de Precio de Produccion, que incluye los costos
(K) y la ganancia normal (G) es horizontal. Sin em bargo, para consumir
las viviendas los usuarios deben incurrir en un costo adicional, el Costo
de Transporte, que aumenta con la distancia. C om o hernos sehalado en
paginas anteriores, la competencia entre los usuarios, que quisieran localizarse todos donde los costos de transporte sean m enores, permite que
se cobre como renta todos los "ahorros" en costo de transporte de los que
gozan los usuarios mejor situados. De esta form a, el precio que paga un
usuario por desarrollar la actividad residencial tendria tres secciones: el
Precio de Produccion, que es homogeneo; el C osto de Transporte, que au322
m enta co n la d istan cia; y la Renta, que como es complementaria al costo
de tran sp o rte, d ism in u y e con la distancia. Finalmente, todos los usuarios
de v iv ien d a p ag an la m ism a cantidad global por usar la vivienda.
La cu rv a P C -P C nos ilustra la Curva de Precio de Circulacion por el serv icio de a ctiv id ad residencial que incluye el agregado de estos tres comp o n en tes y q u e relaciona de manera inversa el precio total que se paga y
la can tid ad d e viviend a transada (y la cantidad de tierras y su distancia
al cen tro).
El p u n to A , d o n d e se corta la linea de Precio de Produccion + Costo de
T rasporte, d eterm in a la cantidad <7 de viviendas transadas a esa distancia
del cen tro y el precio PG, que en este caso se refiere al Precio Global que
in clu y e los tres com ponentes.
F i g u r a 7 .2 0 .
Formacion del precio de los inmuebles y de la renta con
costos de transporte.
Sin em bargo, en el mercado estas categorias no se manifiestan de la m ism a
m anera. En prim er lugar, el usuario no separa lo que paga como renta de
lo que paga com o Precio de Produccion. fil paga un agregado de los dos,
que es el precio total del inmueble. En cambio, el Costo de Transporte si
lo diferencia y lo paga de otra manera y a otro agente. Para acercar nuestra presentacion a algo mas intuitivo, en la figura 7.21 hacemos una ligera m odificacion: invertimos la relacion entre el triangulo PG-PP-A (que
m ostraba la renta agregada en la figura anterior) y el triangulo PP-PP*-A
(que m ostraba los Costos de Transporte agregados). La linea P-PP* repre323
senta el precio que se paga por los inmuebles, que es descendente porque
son mas caros si tienen una mejor situacion (incluyen una renta mayor).
El triangulo P-PP-PP* representa la renta de la manera a la que estamos
acostumbrados, que en este caso es diferencial y que va descendiendo a
medida que aumenta la distancia.
F ig u ra
7.21.
Formacion del precio de los inmuebles y de la renta con
costos de transporte.
Esto desde luego se da si no existe ninguna lim itacion para incorporar la
totalidad de tierras para producir q. iQ u e pasaria si el Estado no puede
suministrar todos esos lotes equipados? En la figura 7.22 (que modifica a
la figura 7.20) ilustramos esa posibilidad. Supongase que solo se pueda
ofrecer una cantidad de viviendas q', ya que los terrenos necesarios para
producir q'-q no pueden ser equipados. En esas circunstancias, la interseccion con la Curva de Precio de Circulacion pasa de A a B; por lo tanto,
el Precio Global se eleva y pasa de PG a PG’. En otras palabras: se transan
menos inmuebles y a un precio mayor.
Ahora bien, veamos que sucede con la renta. Si cuando no habfa limitaciones de tierra ella estaba representada por el triangulo PG-PP-A, ahora
se refleja en el trapecio PG'-PP-F-B.
324
Figura 7.22.
Formacion del precio de los inmuebles y de la renta con
restricciones en equipamiento.
E sto se p u ed e representar de manera mas familiar en la figura 7.23, donde h acem o s la inversion entre renta y costos de transporte. El Precio de
las v iv ien d as pasa de la linea P-PP' a la linea mas elevada P’-F. La cantidad de in m u ebles transado se reduce de q a q'. La renta pasa del triangulo
P -P P -P P * al trapecio P'-PP-PP**-B.
Figura 7.23.
Formacion del precio de los inmuebles y de la renta con
restricciones en equipamiento.
325
En la figura 7.24, siguiendo el procedimiento que hem os usado en secciones anteriores, aislamos lo correspondiente a la renta y a la cantidad
de tierras. La linea delgada ilustra la situacion sin restricciones, y la linea
gruesa, cuando hay limitaciones de equipam iento. Com o se ve, cuando no
hay limitaciones tenemos una estructura de rentas caracteristica de renta
diferencial: la magnitud de la renta dism inuye con la distancia y la tierra
marginal t, que corresponde a la produccion de q en la figura anterior, tiene renta nula6. Cuando hay limitaciones tenemos una estructura de rentas
con renta absoluta: la tierra marginal t', que corresponde a la produccion
de q', tiene renta positiva y a partir de alii se escalona la renta diferencial.
Miresebien lo que sucede: cuando hay lim itaciones de equipam iento, las
tierras entre C y t' tienen rentas mayores que si hay pleno abastecimiento
de infraestructura. En cambio, para las tierras entre t' y t, las rentas son
mas bajas, pues no se pueden desarrollar. Aqui aparecen como nulas, pero
en un contexto mas realista deben corresponder a las rentas rurales.
Esto es un hecho muy pertinente y a la vez paradojico. Las ciudades de
paises pobres cuyos Estados tienen dificultades para ofrecer infraestruc­
tura urbana -lo cual a menudo se agrava porque son ciudades que crecen
rapidamente y la demanda por espacio urbano es elev ad a- suelen tener,
en consecuencia, precios del suelo mas altos.
Figura 7.24.
Rentas urbanas con limitacion en infraestructura.
Finalicemos esta seccion aludiendo a un fenom eno m uy im portante que
ocurre con la provision de infraestructura por parte del Estado en areas
de ampliacion de la ciudad cuando existen restricciones de equipamien6 Estam os haciendo una sim plification, porqu e en la tierra u rb a n a la tierra m arginal
tiene al menos la renta rural que soporta el terreno de los b o rd es d e la ciu d ad , que generalm ente es positiva.
326
to, y que este dispositivo anah'tico permite visualizar. Si se esta en una
situ a tio n de lim itation , y el Estado amplia el suministro de infraestructura, lo esp erab le, corno hemos visto, es que los precios del suelo en gene­
ral de la ciu d ad se reduzcan. La magnitud de este efecto, que se reparte
en gran can tid ad de terrenos, puede ser moderada si la operation no es
m uy g ran d e y el efecto puede pasar inadvertido. En cambio, los terrenos
que co m o resultado de estas acciones pasan de rurales a urbanos ven sus
p recios elev arse de manera muy considerable en poco tiempo, pues por
lo g en eral las rentas rurales, que son las que soportan los lotes no desarrollad os, tiend en a ser pequenas. En realidad, a menudo esto es la base
de o p eracio n es de especulacion urbana muy redituables. Se construye asi
la p e rce p tio n de que la inversion estatal en infraestructura en terrenos de
a m p lia tio n hace crecer los precios del suelo.
En la figura 7.25 se ilustra esto con mayor detalle. Supongase que en un
p rim er m om en to el Estado puede ofrecer infraestructura solamente para
d esarro llar com o terrenos urbanos hasta el punto t. La linea continua delgada m u estra las rentas de los terrenos. A la izquierda de t las rentas son
elev ad as, y a la derecha, que corresponde a tierras perifericas no desarrollad as, las rentas son bajas porque corresponden a las rurales. Pero
su p o n g am o s que el Estado hace un esfuerzo y ofrece infraestructura para
in co rp o rar tierras urbanas adicionales hasta el punto t'. Las tierras de los
terrenos entre C y q ven descender levemente sus rentas. Las rentas de las
tierras entre q y q' crecen de manera considerable, desde su nivel rural al
n iv el de rentas urbanas.
Figura 7.25.
Efecto de ampliation de la infraestructura en los precios del
t
/'
T ie r r a s
327
4. El cobro de la in fra e stru ctu ra
Finalmente, existe otra via a traves de la cual el Estado incide en los precios del suelo y tiene que ver con la form a en que se cobra (o se deja de
cobrar) la infraestructura.
De manera general, el costo de la infraestru ctura hace parte de los costos de construccion. En ese sentido, dado un precio de venta del bien, si
el promotor debe pagar una sum a por la infraestru ctura adicional a lo
que debe gastar en la edificacion propiam ente dicha, sus costos totales
se elevan, la sobreganancia que puede obtener se reduce, y por lo tanto, los precios de la tierra bajan. Esto no presenta ninguna dificultad de
entendimiento. Los prom otores lo tienen bien consciente y es practica
corriente en las negociaciones sobre el precio del suelo. Esto es especialmente claro en los aspectos que son relativam ente diferenciables para los
lotes individuales o para grupos de lotes: ejem p lo de ello son las redes
secundarias de servicios publicos, que se adscriben a los terrenos de un
proyecto inmobiliario, o la vialidad y esp acios pu blicos locales. Incluso,
al respecto es indiferente que el proveedor de esta infraestructura sea un
agente privado o un agente estatal.
No es tan nitida la situacion cuando hablam os de infraestructura de un
nivel mas general, cuyo radio de accion es m uy am plio: son los casos de
la viabilidad de orden urbano o zonal, de la extension de redes primarias,
o de obras ambientales de envergadura. C om o no siem pre es facil desagregar el area de impacto de estas obras, y a m enudo son compartidas
por un numero apreciable de propietarios, el Estado prefiere costearlas
por otras vias, como las tarifas o el presupuesto general. En la practica,
esto es una transferencia de valor desde el conju nto de los que verdaderamente pagan estas obras hacia los propietarios de los terrenos: estos
pueden disfrutar de precios del suelo m as altos, exactam ente en el mismo
monto que dejan de pagar por estos valores de uso.
De manera creciente, los gobiernos locales estan cam biando esta forma
de actuar, entre otras cosas porque se ha progresado bastante en tecnicas
y procedimientos para desagregar estos costos y para determ inar la par­
ticipation de los diferentes terrenos: en algunos m edios, esta practica se
conoce como "cobro de cargas generales". Una prim era reaction es pensar que estos cobros deben repercutir en un aum ento en los precios de la
edificacion. Aunque esto no es un im puesto, sino el cobro por un bien que
se suministraba en forma gratuita, su efecto es sim ilar al que hemos visto
en el caso de los gravamenes. Se puede pensar que cuando no se cobra
esta infraestructura general, se esta dando un subsidio im plicito al pro­
motor; en realidad, es como si el Estado asum iera una parte de sus costos:
328
de alii que se eleve la sobreganancia que eventualmente se puede percibir
por las caracteristicas locacionales. Pero sabemos que estas se convierten
en rentas. C u an d o el Estado si cobra estos rubros, el efecto es el de que la
renta se reduce en la misma proporcion. La figura 7.26 ilustra esta reduccion. La linea m as gruesa muestra el precio y la renta cuando no se cobran
las carg as generales, y la linea delgada, cuando si se hace.
Cantidad
Tierra
D . E l E s t a d o c o m o a g e n te in m o b ilia rio
O tra form a de incidencia del Estado en el mercado de tierras en la ciudad
se desprende de su accion como agente inmobiliario. En efecto, ademas de
sus funciones sobre los agentes inmobiliarios privados, el Estado mismo
fu nge com o tal. El Estado es propietario de tierras, y no solo las de "uso
publico", sino tambien de tierras apropiables privadam ente (o que pueden llegar a serlo). Ademas, produce inmuebles de distinto tipo: algunos
destinados a su propio uso (oficinas gubernam entales, sedes administrativas); otros de uso colectivo (bibliotecas, teatros, sedes de instituciones
educativas, culturales, de salud, etcetera); incluso, produce inmuebles
de uso privado (algunas modalidades de vivienda social, promovidas o
construidas directamente por organismos estatales). Estas operaciones,
en la medida en que alteran y transforman la estructura urbana, introducen cambios en los precios de los terrenos, y no solam ente en los lotes
desarrollados por el Estado, sino en aquellos que se relacionan espacialmente con ellos.
Se puede decir que en esto el Estado no se diferencia de un agente cons­
tructor privado. Sin embargo, la abundancia de estas operaciones, su
magnitud, y desde luego la naturaleza del Estado como agente social,
dan lugar a una consideracion al respecto. Como algunas de estas opera­
ciones implican elevaciones importantes de precios en los terrenos aledanos, se abre la posibilidad de un tipo de accion estatal: aquella que se pro­
pone capturar para la comunidad (a traves del Estado) estos aumentos de
precios, bien sea mediante la imposition (la "recuperacion de plusvalias"
que trataremos mas adelante con mas detalle) o, incluso, mediante la ne­
gotiation con propietarios y promotores privados que se benefician de
estas acciones.
Para dar una idea mas clara de esta notion, ilustremosla con una referen­
da a un fenomeno reiterado en nuestras ciudades: el de areas centrales
que entran en un proceso de declive urbano, en el que las actividades
mas lucrativas emigran y los precios de la tierra descienden como efecto de una dinamica de conjunto que se vuelve im posible de revertir por
parte de promotores individuales y privados. Este fenom eno da lugar a
operaciones de renovation urbana lideradas por el Estado. Uno de los
ejes de este tipo de operaciones, es la construction en ese lugar de ciertos
inmuebles estatales que, por ejemplo, aseguren el aflujo de un numero
importante de visitantes y usuarios de estos inm uebles y que hagan posible, entonces, el funcionamiento de otras actividades complementarias
(comercio, restaurantes, hoteles, etcetera), que puedan desarrollarse en
edificios particulares. Se espera que estas actividades hagan subir sus
precios inmobiliarios mediante el crecimiento de rentas de distinto tipo y
que desencadenen una dinamica de recuperacion social y economica de
estos sectores. Para ello, sin embargo, la accion constructora de inmue­
bles del Estado es indispensable. El Estado puede capturar parte de estos
incrementos por medio de tasas o contribuciones, o m ediante la negotia­
tion: se puede comprometer a los propietarios beneficiados o a promo­
tores potenciales para que, a cambio de que esta accion estatal se realice,
330
co n trib u y a n co n parte de los costos de equipamiento, o donen algunos
te rren o s, etce te ra.
C o m o g ra n p ro p ietario de tierras, el Estado puede incidir en el mercado
de ellas. C o n frecu encia y sin proponerselo, el accionar del Estado tiene
un e fe cto sim ila r al de los grandes especuladores, pues retiene terrenos
en ca n tid a d e s consid erables, que son subutilizados o no se usan y que
p o d rian d e d ica rse a otros usos. De esta manera contribuye a agudizar la
e v e n tu a l e sca sez de tierras y a elevar su precio. A veces, el Estado conserva
la p ro p ie d ad d e terrenos que potencialmente pueden tener precios elevados p o rq u e tienen localizaciones privilegiadas, y que retiene, no porque
b u sq u e ap o d e ra rse de esos altos precios, sino en razon de otros objetivos
o ca ra cte ristica s de las entidades esta tales (por ejemplo, instalaciones militares m u y exten sas que cuando fueron construidas eran perifericas y
qu e co n el tiem p o se vuelven centrales, areas dedicadas a ferrocarriles o a
m ercad o s q u e la planificacion decide trasladar o eliminar, etcetera).
Lo a n te rio r da pie a que la propiedad de estos terrenos se use para afectar
el p recio d e los terrenos en general. Una de ellas persigue, precisamente,
co m b a tir la retencion que eventualmente ejerzan los propietarios privad os d e ella s m ed ian te la oferta masiva de estos terrenos estatales. Esta es
la idea d e tra s de una herram ienta explicita que intenta replicar las acciones e sta ta les en otros mercados como el financiero o el cambiario, en los
cu ales el E stad o regula los precios ampliando esporadicamente la oferta
para co m b a tir la especulacion: la misma denominacion con la que se le
co n o ce, u n "b a n c o de tierras", revela esta intencion. Implica no solamente q u e el E stad o , en ciertas circunstancias, lleve al mercado terrenos que
p o sea in cid en talm en te, sino que mediante un organismo especializado
en esas lab o res adquiera terrenos y los ponga a disposicion de los comp rad o res cu an d o escasean los lotes.
O tro tipo de accion estatal al respecto es complementaria a la que hemos
m o strad o co n respecto a operaciones en las que el Estado participa como
gran co n stru cto r o desarrollador. Para ciertas operaciones de gran enverg ad u ra, el E stado puede asociarse con promotores privados, pero en este
caso co m o g ran terrateniente, vendiendo terrenos oficiales que incluyan
la ex p ectativ a de aum entos en el precio o como socio en las operaciones
in m o b ilia ria s cu yo aporte es, precisamente, la tierra cuyo propietario es
el E stad o .
E.
A l g u n o s i n s t r u m e n t o s d e g e stio n del su elo
A la lu z de lo qu e hem os examinado en las secciones previas de este capitulo, v am o s a presentar de manera esquematica y sucinta algunos de los
331
instrumentos que el Estado utiliza con m ayor frecuencia para incidir en
la operacion del mercado del suelo urbano. Sus objetivos no son siempre
los mismos y, por lo general, combinan varios de los elem entos que ya
hemos estudiado.
1.
El impuesto predial
Tal vez el instrumento mas extendido de accion estatal sobre el mercado
del suelo urbano lo constituya el im puesto general a la propiedad inmobiliaria, que se conoce bajo varias denom inaciones, una de ellas la de
impuesto predial, al cual ya hemos hecho referencia. G eneralm ente se
trata de un impuesto local, es decir, cobrado por las autoridades de gobierno de la ciudad. Su justificacion es m uy clara: si el funcionam iento de
la ciudad exige una serie de gastos de infraestructura y de operacion, es
logico que quienes se beneficien de esto aporten para sostener los gastos
necesarios. El objetivo que se persigue con este instrum ento es, por lo
tanto, fundamentalmente fiscal: se buscan recursos para la creacion, la
operacion y el mantenimiento de la estructura urbana.
Ahora, lo cierto es que estos valores de uso colectivo se pueden financiar de otra manera -por imposicion general, por tarifas, etcetera-, y no
siempre hubo impuesto predial ni este esta presente en todos los paises.
El uso relativamente extenso del im puesto predial esta ligado implicita o
explicitamente a las argumentaciones clasicas sobre la im posicion a la tierra que ya hemos presentado. Se confia en su neutralidad , en la medida
en que se espera que no altere los precios de los inm uebles ni que inhiba
su production y que sean los propietarios territoriales quienes paguen el
gravamen, pues el funcionamiento del m ercado se encargaria de que los
compradores de los edificios lo dedujeran de m anera capitalizada de lo
que pagan a los promotores, y estos, a su vez, lo harian con los vendedores de los terrenos para construir.
Su importancia es muy diversificada y oscilante en la practica. El impues­
to predial generalmente se aplica tanto a predios rurales com o urbanos y
tuvo epocas de esplendor a comienzos del siglo XIX, cuando buena parte
de la riqueza estaba representada por la propiedad territorial, fundamen­
talmente rural. Su peso relativo ha decrecido en virtud de la am pliation
de sectores diferentcs a la agricultura y el desarrollo de otros instrumen­
tos de imposicion general. Sin embargo, el im puesto predial propiamente
urbano en algunos paises, particularmente los anglosajones, representa
una parte importante del valor de los inm uebles y, en general, en la mayoria de los paises es una de las fuentes de recursos m as importantes
de los fiscos locales (Guigou y Legrand, 1983). En realidad, ligada a una
tendencia a fortalecer la descentralizacion y la gestion local, internacio332
n a lm en te existe una prom ocion muy amplia para difundir este impuesto,
p ara e lev a r su s tarifas y m ejorar sus mecanismos de recaudo.
A p o y a n d o n o s en lo que hem os discutido teoricamente, vamos a hacer
aquf alg u n a s breves referencias a algunas objeciones y debates que existen co n resp ecto a este im puesto. Ya hemos senalado que desde una persp ectiv a estrech am en te ligada a los planteamientos clasicos y de George
(1963), se precisa que las expectativas de neutralidad solamente son raz o n ab les cu an d o la base del impuesto es el precio del suelo, y la practica
m as co m u n es que el im puesto a la propiedad inmobiliaria se cobre con
re fe re n d a al precio total del inmueble. Por lo tanto, se propone que se
cam b ie el sistem a. Recordem os una conclusion del analisis que hicimos
al resp ecto : los gravam enes a los bienes ligados a la tierra, incluso si se
calcu lan con referencia al precio del bien, si el monto no excede la magnitud d e la Renta A bsoluta, cuando ella existe, conservan la caracteristica
de neutx*alidad. Por otra parte, como lo hemos senalado, en el medio urb an o la referencia exclusiva al precio del suelo para determinar el monto
del g rav am en tam bien tiene imperfecciones, que pueden ser graves: he­
m os sen alad o que en este contexto prolifera el desfase entre rentas reales
y rentas potenciales, y no por un simple fenomeno de friccion, sino de
m an era estable y estructural. Tener como referencia solamente la renta
p o ten cial da lugar a inequidades que pueden ser muy sustanciales contra
p ro p ietario s u ocupantes (muy numerosos, si no la mayoria) de inmuebles an tig u o s que no pueden desarrollar inmediatamente la densidad o
el uso qu e m axim iza la renta potencial. De hecho, tal proceder agudiza la
tend en cia a la obsolescencia precoz de los inmuebles antiguos, algo que
no siem p re es deseable, y que en general no lo es.
O tro reparo que se le hace a este impuesto es el de que si la tarifa es uni­
form e, es decir, si se cobra a todos los predios una misma proporcion del
precio del inm ueble, el impuesto opera en forma regresiva en terminos de
la d istrib u tio n de los ingresos pues, por lo general, entre los propietarios
de uso de los inm uebles (sobre todo de vivienda), el peso propordonal
del precio de los inmuebles ocupados por ellos mismos con respecto a sus
ingresos es m as elevado entre los mas pobres: los pobladores de menores
recursos pagarian como impuesto predial una proporcion mayor de sus
ingresos que los usuarios mas adinerados. Tambien se senala que eventu alm ente usuarios de ingresos bajos no tendran la liquidcz suficiente
para p agar el im puesto y se veran impulsados a evadir su pago o estaran
abocad os a perder la propiedad o a cambiar de lugar o de inmueble para
pagar el tributo.
A nte estas consideraciones se ha introducido la practica de establecer ta­
rifas progresivas y reglamentaciones que tengan en cuenta criterios de ca333
pacidad de pago: exenciones a los sectores mas pobres, h'mites de la tarifa
ligados a estimaciones de los ingresos de los pobladores, topes en los
reajustes al monto del gravamen en el tiempo, de acuerdo con la evolucion de los ingresos o de los precios generates, etcetera. Tam bien frente a
estas tarifas progresivas y reglamentaciones existe controversia, algunas
de tipo puramente relacionadas con la operatividad fiscal: se plantea que
las tarifas multiples son dificiles y costosas de adm inistrar, que fomentan
la evasion, que no son claras con respecto a que criterio se establece la
progresividad; otras anotaciones tienen que ver con sus efectos urbanos,
la principal de ellas, que acentua la segregacion7.
Pero existe una reflexion al respecto, sustentada precisam ente en la interpretacion de la formacion del precio del suelo que aqui hem os evocado y
que concluye que las tarifas progresivas son inocuas con respecto a la dis­
tribution del ingreso entre los usuarios de los inm uebles urbanos y que
implican mas bien una concesion a los propietarios de los terrenos correspondientes a los edificios beneficiados con tarifas m as bajas. En efecto,
como se ha dicho, un impuesto a un bien que contenga renta (mientras
el impuesto no supere la magnitud de esta renta) no se repercute en el
precio del bien que paga el usuario, el cual perm anece inm odificado8.
Cuando existe impuesto, el excedente del precio de produccion se reparte
entonces entre el propietario y el Estado. Si a este se le cobra una tarifa
menor con la intention de favorecer al usuario, en realidad el precio que
el comprador paga es el mismo, y lo que deja de cobrar el Estado se lo
apropia el terrateniente. La medida no tendria el efecto deseado de aliviar
el pago de los usuarios mas pobres, y lo unico que esta m edida generaria
seria que el Estado perdiera recursos. Con la misma logica, desde luego,
se argumenta que el impuesto predial deberia ser lo mas alto posible; en
7 Lo ideal seria que la progresividad de las tarifas se d isen a ra c o n resp ecto al nivel de
ingresos de los ocupantes o de los propietarios de los in m u e b le s. P ero este es un dato
dificil de obtener. Asi que generalmente se usa com o a p ro x im a cio n el p recio total del inmueble, o a veces, con un poco mas de precision, el p recio u n ita rio (p o r m etro cu adrad o
de espacio construido). Pero siguen siendo a p ro xim a cio n es q u e p u ed e n ten er grandes
desfases (para no hablar de que el ocupante p u ed e ser un in q u ilin o ). O tra aproxim acion
que puede ser mas certera en ciertas circunstan cias, es d ifere n cia r la tarifa por areas de
la ciudad que tengan perfiles sociales distintos, lo cu al se facilita cu a n d o la segregacibn
socioespacial es aguda. Pero alii es donde se arg u m en ta q u e esta p ra ctica acentua la
segregacion, pues el impuesto mas elevado en las areas p o sitiv a m e n te co n n o tad as operarfa como barrera para su ocupacion por po blad o res d e m e n o res in g reso s.
8 Si el usuario debe pagar el im puesto, el p recio de c o m p ra v e n ta o rig in a l se reduce
en el monto del impuesto periodico capitalizado. En realid ad , e n tre lo q u e este le paga
al promotor y al Estado, la magnitud no varia, in d e p en d ien tem en te d e si existe o no
existe impuesto. Solo que a medida que baja este, una p o rtio n m a y o r d e lo que paga va
a parar al promotor (y, por lo tanto, al terrateniente) y n o al E stad o.
334
el Hmite deberfa absorber la totalidad de la renta, como lo preconizaba
G eo rg e (1963): la situacion del usuario no empeoraria por ello y el unico
q u e se v en a afectado seria el terrateniente.
Esta argum entacion tendrfa una derivacion insospechada: si la diferenciacio n de tarifas que busca la progresividad es inoperante, tampoco esta
p ractica tiene efecto en la segregacion socioespacial: las tarifas mas altas
en las areas de m ayor connotacion social lo unico que hacen es transmitir
al E stad o una porcion mayor del sobreprecio que los usuarios de mayores
in g reso s estan dispuestos a pagar por excluir a los de menores ingresos, y
q u e de otra m anera serfa capturada por el terrateniente.
Sin em ba rgo, en terminos de polftica, hay que precisar que esta idea de que
los im p u e sto s se repercuten unicamente en el precio del suelo que puede co b rar el terrateniente original es una nocion de largo plazo y supone
q u e el m onto de los impuestos no varfe en el tiempo, o que si cambia, esta
m u ta cio n sea conocida de antemano por todos los agentes. Si no es asi, el
ca m b io en el im puesto lo paga el usuario cuando es propietario de uso,
o el p ro p ietario arrendador, cuando alquila el inmueble. En efecto, si la
tierra se transa para ser construida en un momento determinado cuan­
do no e x iste ningun im puesto periodico ni se preve que vaya a haberlo
en el fu tu ro, el terreno se vende por la capitalizacion de la renta total.
El p recio del inm ueble que paga el usuario cuando lo compra incluye
esta renta b ajo su forma capitalizada, es decir, el adquiriente paga por la
totalidad de la renta. Si posteriormente (supongase que la magnitud de
la renta no cam bia) se impone un gravamen periodico, efectivamente el
co m p rad o r pierde una parte de la renta por la cual ha pagado. Es cierto
que si quisiera dar en arrendamiento el inmueble, no podrfa aumentar el
a lq u ile r y que la porcion que percibe el Estado hace disminuir la renta
del terraten ien te: pero en este caso, el que opera como terrateniente es
el u su ario que es propietario de uso. En otras palabras: el ocupante de
su prop io inm ueble tiene que renunciar a una porcion de renta, por la
cual ya habfa pagado en forma capitalizada al terrateniente original. La
even tu alid ad de que el efecto de un nuevo impuesto o de un aumento
en su m agnitud recaiga en el terrateniente original, si el gravamen es imp revisto, solam ente tiene lugar en los terrenos que van a ser transados
para ser construidos. En los terrenos ya edificados, este impacto lo sufre
el p rop ietario de la tierra, que como ya hemos visto, puede ser un agente
con m u y d iversa naturaleza: una porcion muy importante se trata de
p ro p ie tario s de uso que pueden tener ingresos muy bajos, o arrendadores, m u ch o s de los cuales no son propiamente capitalistas, sino agentes
m ercan tiles sim ples. El efecto distributive de estas mutaciones en los
im p u esto s a la propiedad no es tan sencillo y es un simplismo obviarlo
con la form u la de que el gravamen lo absorbe en su totalidad el terrate335
niente original9. En efecto, esta consideration hace visible la necesidad
de tener en cuenta los fenomenos de transicion cuando se im plem entan
estas medidas (y no solamente el estado final esperable teoricam ente),
que en este caso del mercado inmobiliario urbano es algo decisivo.
2.
L a r e c u p e r a c io n d e p l u s v a lf a s
Otro grupo de instrumentos de gestion del suelo y de im posicion de
la propiedad inmobiliaria no tiene como referente el precio total del
inmueble o el precio total del suelo, sino sus increm entos. A1 aumento
del precio del suelo, que normalmente se m anifiesta tam bien como au­
mento del precio del inmueble construido, se le conoce con la palabra
de origen frances plusvalia, que tiene aqui el sentido de crecim iento del
precio de un bien. El termino que tiene adem as la connotacion de que
este aumento, es algo inmerecido10. Como ya hem os visto, en el medio
urbano los incrementos en los precios del suelo son muy visibles, pues
son frecuentes, muy generalizados y a veces tienen una magnitud con­
siderable. Como hemos analizado, tienen diversas m odalidades, y sus
determinantes son muy diferentes. Los instrum entos que gravan estos
aumentos son variados y se proponen diversos objetivos: algunos tienen
propositos basicamente fiscales y buscan aum entar los recursos esta tales
(a menudo lo que se busca es financiar las obras publicas emprendidas
por el Estado). Otros tienen intenciones distributivas, pues se considera
que los aumentos del precio del suelo constituyen un enriquecim iento
inmotivado de los propietarios, que se aprovechan del esfuerzo general
de la sociedad y buscan contrarrestar esta inequidad que genera el mer­
cado. Otros intentan, ademas, desestimular la practica de la especulacion y sus efectos sobre el comportamiento de la prom ocion inmobiliaria
o buscan moderar el nivel de los precios del suelo relacionados con la
retention de tierras.
9 Notese que esta complicacion se deriva del caracter m o v ed izo d e la propiedad de
los terrenos a traves del proceso de produccion y co n su m o d e los in m u eb les urbanos,
derivado de la inseparabilidad del bien al terreno en su p erio d o d e co n su m o . Las conclusiones al respecto son muy distintas en el caso rural, en el cu al el p ro p ietario es un
agente homogeneo y estable: alii si es m as facil d ecir q u e el te rra ten ien te absorbe el
impuesto y tiene un sentido social que es m uy d iferente del q u e v em o s en la ciudad.
10 No debe, por lo tanto, confundirse con el sen tid o q u e tiene esta p alabra plusvalia en
el vocabulario marxista, que com o hem os visto, se refiere al e x ce d cn te d e v alo r que le
extrae el capitalista al trabajndor directo en el proceso de p ro d u ccion circu lacio n capi
talista, es decir, la forma de la explotacion en la socied ad co n tem p o ra n e a q u e es la base
de la ganancia capitalista.
336
A h o ra b ien , esta diversidad en los objetivos (y vamos a ver que tambien
en las caracterfsticas) de estos instrumentos de intervention en el merca d o d el su elo no solam ente obedece a la multiplicidad en las circunsta n cia s o b jetiv as, sino que tiene tambien una raiz mas profunda, que es
la h e te ro g e n e id a d en las concepciones teoricas sobre la renta y sobre la
p ro p ied ad del su elo que inspiran su diseno.
C o m o h em o s visto, para las posiciones mas cercanas al pensamiento de
G e o rg e (1963) o al del propio Ricardo (1990), la totalidad de la renta (odel
p recio del su elo) es una transferencia unilateral e injustificada de valor
del co n ju n to de la sociedad hacia los propietarios territoriales. Si esto es
cie rto para la totalidad de los precios del suelo, lo es tambien para sus
in crem en to s. Al fin y al cabo la magnitud del precio del suelo en un mom en to d eterm in ad o no es otra cosa que el acumulado de sus aumentos
p reterito s. P or lo tanto, si a los georgianos les parece concebible la im­
p o sitio n confiscatoria de la totalidad de la renta, con mayor razon estan
d isp u e sto s a tener m edidas que recuperen para la comunidad, en cabeza
del E stad o , la totalidad de las plusvalias.
Pero existen posiciones intermedias. Aunque esto parece tener una coherencia d u d o sa, existe una position muy extendida que diferencia en terrninos d e legitim idad entre lo que es la magnitud del precio del suelo y lo
que son su s increm entos. Para esta vision, la magnitud del precio del sue­
lo en un m om ento determinado es el resultado de multiples factores que
e v en tu alm en te perm iten considerar como Ifcito el hecho de que lo detente
su prop ietario. La legitimidad que se le otorga a esta eventualidad se despren d e, tal vez, de una representation de la practica individual del agente:
un p rop ietario ha comprado la tierra por un cierto precio, y por lo tanto,
no so lam en te tiene derecho a disfrutar de su valor de uso, sino a percibir
el v alor m onetario por el que ha pagado. Otra cosa, sin embargo, son los
in crem en tos en los precios del suelo. Como hemos visto, ellos sobrevienen por cau sas ajenas al propietario. El dueno de la tierra no ha pagado
por el las, y por lo tanto, estos aumentos claramente son una transferencia
gratu ita de la com unidad hacia estos particulares que poseen el suelo. En
con secu en cia, desde esta perspectiva gravar estos aumentos, incluso de
form a cxbau sfjv n, es algo plenamente justificado. Incluso parece imperativ o para un gobierno qilO tCIlpP
equidad como uno de sus objetivos
prioritarios. A hora bien, es im portant /if?rer notar que desde esta pers­
pectiva existe la indication de que el gravamen no debt' s o b r e p asar el increm ento en el precio de la tierra. Es decir, la notion que se tiene es que e l
im puesto debiera restablecer las circunstancias originales al evento al que
se le atribu y e el aum entn en el precio del suelo, y no se considera legitimo
que se exija m as que eso, lo cual puede ocurrir a veces de manera involuntaria, a causa de desajustes en el diseno del gravamen o en su operation.
337
Descendiendo un poco en el espectro sobre la conception de la renta,
otra posicion considera quc no es legitimo recuperar para el Estado todas
las plusvah'as. Subyace alii una represen tnci6n d c la so cie d a d cu y o rasgo
central es In dicotomla entre el Estado, por una parte, y los individuos,
por otra. El Estado solamente tendria derecho a recuperar las plusvah'as
quc ha propiciado. Pero aquellas que han sobrevenido al margen de su
accion pertenecerfan legl’timamentc al propietario de los terrenos, al igual
que cualquier evento fortuito favorable. Como hem os visto, los movimientos en los precios del suelo tienen lugar, incluso, sin que el Estado
tenga ninguna intervencion directa. Hemos visto que esto es un resultado
de la operation del mercado del suelo, dc la evolu tion de la estructura
urbana y de la economia en general. Para esta aproxim acion, cuando el
Estado esta ausente, estos crecimientos del precio del suelo podrian ser
usufructuados por los propietarios de los terrenos, com o un don. Solo
serfa justificable gravar aquellos aumentos I’ll lOS prGCiOS dc 10S terrenos
que de alguna manera puedan asociarse a alguna accion estatal. Asx se
rcstringe la posibilidad de recuperar para cl Eslcldo SOliimentC aquellos
aumentos del precio del SUOlo quc puedan asociarse a acciones como inversiones publicas o cambios en la reglamentacion urbam'stica, ya sea en
lo que se refiere a los usos o a las densidades perm itidas. Es mas, una preocupacion que desde esta perspectiva emerge es que cuando las acciones
del Estado provoquen eventualmente bajas en el precio de los inmuebles
(que se conocen como minusvaltas), el Estado deberia indem nizar a los
propietarios.
Incluso, en ocasiones se hace una delim itation adicional. Para algunos,
no solamente se debe confinar el cobro de las plusvah'as a aquellas conectadas con la accion estatal directa, sino que su m onto se debe limitar
a los costos en que eventualmente incurra el Estado para realizar estas
acciones. Es decir, si el aumento del precio del suelo es inferior a lo que
gasto el Estado, la exigencia impositiva no puede hacerse sino por esta
ultima suma, y la diferencia puede ser conservada legitim am ente por el
propietario. Tal es la notion imph'cita en el razonam iento a que ya hemos
aludido, en el que se considera el crecimiento del precio del terreno como
una externalidad positiva, y los costos ligados a la posibilidad de que
esto tenga lugar como una externalidad negativa: el papel de la accion
estatal se deberia limitar a que la primera m agnitud com pense a la ultima
(Misczynski, 1978).
Aunque rara vez se presenta de manera explicita com o tal, tendriamos
que senalar una posicion aun mas condescendiente con la propiedad te­
rritorial urbana y que es muy difundida, que considera que tanto el pre­
cio original del suelo como sus aumentos son intocables por el Estado
y pertenecen de manera Integra a sus duenos. En efecto, se trata de la
338
nocion pntrimonialista y mas liberal de la propiedad que le concede al
p ropietario privado un derecho ilimitado sobre los bienes posefdos y
co n sid era que si el Estado o la comunidad los requieren, solo pueden
acced er a ellos mediante compensaciones o transaccioiies CjUC rcspclcn
la o p eracion niercantil espontanea. Sin duda, la nocion economica subyacente consiste en que, si bien pueden aparecer los propietarios como
beneficiarios excepcionales de ciertos privilegios, la interaccion que se
genera alrededor de la busqueda de estas ventajas garanliza resultados
de eficiencia y equidad (y tambien de autonomfa individual), que son
m as im portantes que cualquier otro aspecto (Harriss, 1997).
En la tradicion marxista, la percepcion de este asunto no sigue claramente la progresion que hemos presentado. En realidad, el pensamiento mar­
xista es el m as critico y, a diferencia de los otros autores a los que hemos
alu d id o, su crftica se orienta hacia las relaciones capitalistas como un
lodo. Podna esperarse que S U pOSiCibn fliera la mas radical con respecto
a la propiedad territorial en el capitalismo, y cn buena pai'le 3S1 CS. Sin
em bargo, deben hacerse al respecto las siguientes consideraciones. Como
se ha sehalado, la categorization marxista de la renta planted qne e*la es
un m ecanism o de distribucion del excedente. La formacidn y extracci6n
de este excedente, que es el fundamento basico del capitalismo, se da por
m edio del m ecanism o de la plusvah'a (en su sentido original), es decir, de
la explotacion, a partir de la relacion mercantil entre el capital y la fuerza
de trabajo, en la que esta ultima es reducida a la calidad de mercancia.
Las contradicciones frente a la renta tendrian un estatus secundario con
respecto a este nodo central. La derivacion politica esencial del analisis
econ om ico marxista es la designacion como objetivo fundamental de la
accion politica, la busqueda de la eliminacion de esta relacion de explota­
cion. Por ello, al menos en los planteamientos clasicos, la reflexion sobre
objetivos redistributivos del ingreso bajo el regimen capitalista no ocupa
un lugar privilegiado y, en general, esta preocupacion esta subordinado
al papel que estos mecanismos distributives puedan tener en la busque­
da del objetivo central de la superacion del capitalismo".
Esta conclusion ha sido muy matizada posteriormente. La busqueda de
m etas redistributivas ha cobrado importancia para la reflexion marxista,
pues esta tradicion pretende orientar las practicas de los trabajadores en
la sociedad actual y se tiene la creciente conviccion de que la mejoria en1
11
En lo q u e se refiere a la movilizacion de los trabajadores por mejorar sus condicion e s d e v iv ie n d a , un asunto estrecham ente relacionado con Io que estamos discutiendo,
es ce le b re la posicidn de Engels, que consideraba que esta era una lucha subordinada y critica b a a contradictores suyos de tradicion proudhoniana, a los que acusaba de
d e s v ia r al m o v im ien to obrero de sus objetivos anticapitalistas contra la explotacion \d is tra e rlo en reivind icaciones distributivas meramente reformistas (Engels, 1977)
339
las condiciones materiales de los proletaries, tanto en term inos absolutos
como relativos, genera mayor Lndependencia y capacidad de movilizacion, y desde luego, son un fin deseable en si mismo. Por lo tanto, el efecto
de medidas gubemamentales sobre la distribution del ingreso, y tambien
sobre la operacion de la ciudad y sobre las condiciones de vida de los habitantes, son un asunto que justifica tener la atencion de los analistas de
esta tradicion.
Pero en el caso de la renta del suelo urbano, como lo hem os senalado en
multiples ocasiones, las consideraciones sobre el efecto distributive de
las medidas sobre el mercado de tierras estan m ediadas adem as por otra
conclusion que tambien aqui hemos expuesto: la "propiedad territorial"
en las ciudades no es una categoria estable y hom ogenea. El papel de
"propietario" del suelo lo cumplen sucesiva y sim ultaneam ente agentes
que tienen caracteristicas muy diferentes en la sociedad. Para juzgar el
efecto sobre la distribucion de una medida que afecta al propietario terri­
torial, es indispensable identificar cual es, en concreto, este agente afectado y cuales son sus caracteristicas definitorias en la sociedad capitalista.
Ya lo senalamos cuando discutiamos los efectos del im puesto general a
la propiedad. Una exaccion a la propiedad territorial urbana puede eventualmente hacer mas desigual la distribucion de los ingresos si los "propietarios" mas afectados son de ingresos bajos. Algo sim ilar ocurre con
los gravamenes a los incrementos de los precios del suelo: sus efectos
dependen de los grupos implicados y de las caracteristicas del gravamen
(Brown y Smolka, 1997).
Examinemos ahora, respecto a estos criterios, algunos m ecanism os concretos de recuperacion de plusvah'as.
a.
"La Contribution de Valorization"
Con este nombre nos referimos a un instrumento que con algunas variantes ha sido utilizado en distintos paises y con el cual se pretende recuperar los costos en que incurre el Estado en ciertas obras piiblicas, a partir
de la imposicion del incremento en los valores inm obiliarios que pueden
atribuirse a esas inversiones gubem amentales12. Tipicam ente, la autoridad local identifica como deseable la realization de una obra publica que
12
Este mecanism o es muy antiguo y se puede rastrear la ex isten cia d e instrum entos
asim ilables a el en fechas tan tem pranas com o el sig lo X V II en E u ro p a y los Estados
Unidos. "C ontribution de V alorization" es el nom bre q u e se usa en C o lo m b ia para una
version m oderna de 61, que en otros paises tiene otras d en o m in a cio n es: "Im p u e sto de
m ejorias", "Special Assessm ents", etcetera. Furtad o (1999).
340
fav o rece d e m an era especial o exclusiva a iin area especifica de la ciudad:
no so la m e n te los habitantes de esta zona se benefician de su valor de uso,
sin o q u e se p resu m e que el precio de esos inmuebles aumenta si la accion
estatal se realiza. En lugar de financiar la obra con recursos generales del
p resu p u esto , la "contribucion de valorization" consiste en exigirles a los
p ro p ietario s de los terrenos favorablemente afectados una parte o la totalid ad d e los aum entos en los precios que esta obra acarrea y con ello se
costea la in v ersion estatal.
En p rin cip io , este instrum ento reune varias condiciones que lohacen muy
reco m en d ab le por los tributaristas. En primer lugar, parece respetar muy
estricta m e n te los criterios de equidad: paga quien se beneficia, lo cual le
oto rg a m u ch a legitim idad entre el publico e incluso entre los contribuy en tes afectad os. Entre los primeros, porque la realization de estas obras
no co m p ro m ete los recursos fiscales destinados a otros propositos ni se
cobra a qu ien no esta involucrado. Entre los segundos, porque se trata de
una exig en cia "ju sta ", pues se reclama una contrapartida a un beneficio.
En este sen tid o, este gravamen se acerca a una transaction mercantil: el
p ag o se da a cam bio de un beneficio cierto y focalizado, lo cual favorece
la d isp o sitio n a pagar. Para las autoridades es un instrumento atractivo,
p u es se cobra facilm ente y permite realizar obras que de otra manera serfan m as diffciles de llevar a cabo.
A u n q u e n o se trata de algo intrinseco, lo cierto es que esta herramienta se
ap oya en la pretension implicita de que el monto de la inversion estatal
es cu antitativam en te igual al aumento en los precios inmobiliarios que
p u ed en asociarse a ella. Para muchos, esta pretension es evidente intuitiv am en te y convalida la legitimidad de que el Estado recupere lo que ha
invertid o y que ha ido a parar a los bolsillos de los propietarios beneficiados. Pero de alii tambien resulta una restriction muy frecuente y que ilustra m u y bien algo que se ha enunciado en terminos generales lineas atras:
se consid era que el limite de lo que es licito cobrarles a los propietarios es,
p recisam ente, el monto de los gastos en que ha incurrido el Estado para
p ro d u cir la obra publicn.
H em os visto, sin embargo, que esta nocion de equivalencia entre la inver­
sion estatal y sus efectos en los precios inmobiliarios no tiene un sustento
riguroso. En realidad, no hay ningiin mecanismo mercantil que genere
esta "tran sm ision de valor", y si existe una asociacion entre inversiones
esta tales y cam bios en el precio de los terrenos, se da por una via indirec­
ta: las obras misrnas alteran eventualmente las relaciones socioespaciales
de los terrenos con la red general de convenciones de uso del suelo, lo cual
puede alterar el precio de los inmuebles y, por lo tanto, el precio del suelo
Pero no existe ninguna correspondencia cuantitativa entre este efecto y el
341
costo de las inversiones que desencadenaron estos cam bios, ni en los lotes
individuals ni agregadamente. El efecto, como se ha visto, puede variar
entre obras del mismo costo, y la incidencia sobre los terrenos puede ser
mayor o menor que la inversion e incluso puede ser negativa. Y esta variedad se magnifica en terminos individuales: una obra puede afectar de
manera muy desigual los diversos terrenos, e incluso, sim ultaneam ente
puede incidir positivamente en los precios de algunos de ellos, mientras
que lo hace de manera negativa en otros.
De esta consideraciPn surgen algunas de las lim itaciones en la operacion
de este mecanismo (Jaramillo, 2001). Como hemos m encionado, no existen
procedimientos generales y sencillos para estimar el efecto de una obra
sobre el precio de los terrenos, y tanto la delimitacion del area de influjo
como el calculo de la incidencia cuantitativa en los inm uebles individua­
les son tareas que deben hacerse de manera especifica, son costosas y estan sujetas a errores. Generalmente se utilizan procedim ientos muy simplificados: dada la conviccion de la igualdad del efecto con el monto de
la inversion (y en ocasiones porque juridicamente se establece este monto
como tope de lo que se puede cobrar), los funcionarios publicos parten
de esta primera suma y la distribuyen en una zona contigua, utilizando
algun criterio para graduar los cobros (tamaho o avaluo de los inmuebles,
distancia a la obra, etcetera). Se trata, desde luego, de una aproximacion.
El instrumento tiene la aceptacion mencionada entre los contribuyentes,
cuando el crecimiento de los precios de sus propiedades es sensiblemente
mayor que las sumas cobradas a partir de este calculo, y en estas circunstancias el gravamen opera con las virtudes de las que hem os hablado.
Pero los problemas comienzan cuando las dos m agnitudes se aproximan,
lo que hace mas probable que se cometan errores individuales: la eventualidad de que a algunos propietarios se les cobre m as de lo que crece
el precio de sus inmuebles, o incluso, que siendo favorable el saldo para
los propietarios, algunos sientan que tienen un tratam iento notablem ente
menos favorable que otros, genera insatisfaccion entre ellos y erosiona la
principal ventaja de este dispositivo, que es su legitim idad, que asegura
un pago amplio y cumplido y que no ocasiona desgaste politico.
Otra dificultad importante es que en ocasiones, incluso si los calculos son
certeros, algunos propietarios que ven aumentado su patrim onio no tie­
nen la liquidez para pagar la contribucion. Esta dificultad tam bien gene­
ra reacciones y puede obligar a los propietarios de uso a tener que ven­
der sus inmuebles, o a hacer decisiones similares, lo que puede ser muy
traumatico desde el punto de vista social y urbano. Y sobre todo, esta
eventualidad puede usarse como mecanismo de rem ocion deliberada de
ocupantes de determinadas caracteristicas, con el fin de liberar esos in­
muebles o esos terrenos para usos mas rentables; es decir, el instrumento
342
p u ed e convertirse en un arma de un urbanismo tecnocratico al servicio
de la especulacion. El instrumento es fuente de conflictos, pues a menudo
los afectad os (que adem as incluyen inquilinos) resisten y se movilizan. El
co sto p olitico de usar el dispositivo, por lo tanto, aumenta.
En balan ce, la "Contribucion de Valorizacion" es un paso que puede lieg ar a ser im portante hacia una operacion del mercado inmobiliario que
sea m en os inequitativa que el funcionamiento espontaneo de este. Pero
no op era bien en todas las circunstancias y eventualmente tiene los riesgos que se han mencionado. Para su utilizacion es aconsejable examinar
con detenim ien to las caracteristicas del proyecto en que se quiere aplicar,
p orqu e en algunos, o es contraproducente en terminos distributivos, o se
exp o n e al peligro de perturbaciones en su aplicacion. Para amortiguar
estas dificultades, es util refinar los instrumentos de estimacion de los
im p acto s e introducir criterios de capacidad de pago en la definition de
los cobro s y en las modalidades de pago.
b.
"Participation en Plusvaltas"
C o m o se ha dicho, la "Contribucion de Valorizacion" tiene como limite
de lo que se puede cobrar el monto de la inversion de la obra publica en
cu estio n . C on este instrumento, no se puede exigir la parte del impacto que eventualm ente exceda este costo, magnitud que puede ser muy
significativ a. Para fines distributivos, incluso para amortiguar el efecto
d istrib u tiv e negativo que usualmente tiene la evolution espontanea del
m ercad o inm obiliario, esta es una limitation seria. Pero es mas, con la
V alorizacion no pueden recuperarse algunos de los incrementos mas
ab u ltad os de los precios del suelo urbano que estan asociados a acciones d irectas del Estado, cuando estas no consisten en inversiones: nos
referim os a los casos notables de los cambios en la reglamentacion de
usos del espacio construido o de densidades. Hemos visto que en ciertas
circu n stan cias, la autorizacion de una nueva actividad en un area de la
ciu d ad , el perm iso de construir en mayor altura, incluso (sobre todo) la
d eclaratoria de conversion de un terreno que era rural en urbano, pued c hacer subir los precios del suelo, a veces de manera espectacular. Sin
em bargo, com o la action estatal no tiene costos directos significativos, ya
q u e se trata solam ente de un cambio reglamentario, con la Contribucion
de V alorizacion no se puede exigir estos incrementos para el Estado.
Para cllo sc ha disenado un gravamen complementario, la Participation
en Plu svalias, que tiene como base los aumentos en los precios del suelo
qu e puedan ser ligados a un cambio en la reglamentacion urbana que
haga elevar los precios de los terrenos que experimentan estos cambios
norm ativos. Tiene por lo menos dos sustentos: el primero, es el de que
343
a pesar de que el acto mismo del cam bio de norm a no significa un costo directo para el Estado, a menudo sus consecuencias indirectas si son
muy onerosas: piensese, por ejemplo, en zonas en las que se aumenta la
densidad, lo que implica la dotacion de infraestructura mas exigente o
una zona en que se permite la actividad com ercial, que implica la provi­
sion de mayor vialidad. La otra razon es propiam ente distributiva: en el
cambio de precio del suelo debido a una m utacion en la norm a, el propietario no aporta nada, y espontaneamente captaria la totalidad de este
incremento: este instrumento pretende que la colectividad participe (con
la totalidad o parte) de csta porcion de valor que le llega al propietario
sin ningun merito1314.
Para el buen funcionamiento de este instrum ento tam bien es crucial afinar los dispositivos de estimacion de los efectos de los cam bios de reglamentacion sobre los precios inmobiliarios. Tambien aqui se usan con frecuencia metodos aproximados que pueden conducir a calculos errados.
Hemos visto que la incidencia de un cambio en la norm a no es algo uni­
forme y proporcional, y es necesario que la autorizacion form al se apoye
en la operacion del mercado. El caso mas claro es el de aum entos en la
densidad permitida: hemos visto que cuando se am plia la Edificabilidad
Normativa mientras no excede la Edificabilidad Econom ica, el precio del
suelo aumenta. Pero mas alia de este punto, el precio del terreno no se
modifica. En otras palabras: no basta que en un terreno se autorice construir un rascacielos para que esto sea posible; es necesario que las condiciones del mercado lo ratifiquen, como lo hem os exam inado a proposito
de la Renta Primaria Diferencial tipo 2. Algo sim ilar puede decirse de
usos "mas rentables": no es suficiente con dar el consentim iento norma­
tive de desarrollar una actividad en un sitio para que esta posibilidad se
encarne y desencadene una elevacion en el precio del lote.
c.
"El Suelo Crendo"
Otro mecanismo para capturar plusvalias concom itantes con las normas
urbanisticas es el "cobro por edificabilidad adicional", cuya modalidad
latinoamericana mas conocida es el denominado "Su elo C reado" que se
utiliza en algunas ciudades brasileiiasu. Consiste en lo siguiente: a todo
13 En el caso colom biano, tambien se incluye co m o "h e c h o g e n e ra d o r" d e este gra­
vam en la inversion publica. Pero a diferencia d e la C o n trib u cio n d e V alorizacion, la
base impositiva no es el costo de la obra, sino el a u m en to e stim a d o q u e e lla genere en
el precio del suelo.
14 En varios pai'ses europeos existen o han existid o fig u ras sim ulates; en tre las mas
notables esta el "Plafond Legal de D ensite" en Francia. V case R en ard (1988).
344
te rre n o se le otorga una edificabilidad bdsica (cuyo derecho se le asocia a
m e n u d o al p ag o del im puesto predial). Pero claro esta, la reglamentacion
u rb a n a p e rm ite eventualm ente una edificabilidad mayor en los diferentes lu g ares; es decir, que en el mismo terreno se puede producir mas espacio co n stru id o que el de este limite minirno: es como si la norma creara un
su e lo v irtu a l adicional, de ahi su nombre. Pero el uso de la prerrogativa de
p ro d u cir co n una densidad superior a la basica no se otorga gratuitamente: p o r ello se cobra una tasa en proporcion a la construccion adicional que
su p era la ed ificabilidad basica (pero que en realidad no exceda la edifica­
b ilid a d reglam entaria). Idealmente, la magnitud de esta tasa debe equiv a le r a la totalidad o a una porcion del aumento en el precio del suelo que
se d e riv a, precisam ente, de emplear la edificabilidad mayor que la basica.
E ste in stru m en to tiene la virtud de que ante un error en la estimation del
co b ro , d e tal m anera que se exija una suma mayor que el aumento en el
p recio del suelo, lo cual afectaria de forma negativa al propietario, este
tien e la posibilidad simplemente de no usar la edificabilidad adicional
y asi n o p ag ar de mas. Pero en terminos globales, esta posibilidad tiene
una im p licacion que normalmente se considera negativa: de esta forma,
el in stru m en to no es neutral, pues cuando esto ocurre, se inhibe la densificacio n constructiva. Infortunadamente, no siempre la determination
d e esta tasa sigue procedimientos rigurosos que tengan en cuenta la form acio n del precio del suelo y con frecuencia se produce este efecto de
in h ib icio n de la construccion en altura, lo cual, ademas, puede reducir
sen sib lem en te los recaudos.
En efecto, este mecanismo implica una separation entre el derecho a la
p ro p ied ad del terreno y el derecho a su desarrollo. Desde este punto de
v ista, lo que se cobra es este segundo componente. Con una logica similar
se pu ed e cobrar, ya no por la densificacion excepcional, sino por la auto rizacion de los usos del espacio construido: cuando un terreno pasa a
so p o rtar un uso "m as rentable" que haga aumentar el precio del suelo, si
el p ropietario quiere utilizar esta prerrogativa, debe pagar por ello.
d.
Cobros por infraestructura general
H ernos dicho que un problema recurrente en el mercado inmobiliario
consiste en la dificultad de cobrarle al propietario los costos de la infraes­
tructura general. Por razones tecnicas, esta tiende a ser suministrada por
el Estado, directamente o en forma delegada, y con frecuencia su escala
rebasa la de los lotes individuales, incluso cuando se trata de desarrollos
m asivos. Por ejemplo, la ampliation de la ciudad en determinado mom ento exige que para el suministro de agua potable de los suelos que van
a desarrollarse en un periodo de tiempo se requiera producir una red pri345
maria, que sirve a varios globos de terreno. Es claro que si estos terrenos
no se urbanizaran, esta inversion no seria necesaria, lo que quiere decir
que ella es un costo de urbanizacion de esos lotes. Pero esta red es un va­
lor de uso colectivo que no aparece como desagregable directam ente, y que
eventualmente involucra terrenos en periodos sucesivos. El agente que se
beneficia de esta inversion es el propietario de los terrenos urbanizables,
pues estos trabajos son indispensables para que pueda vender su suelo
como urbano y de esta manera cobrar las rentas urbanas. No obstante, estas circunstancias de indivisibilidad relativa dificultan que se les cobre a
ellos y facilitan que sus costos se desplacen a otros agentes: que se paguen
con fondos presupuestales generates (lo cual implica que el conjunto de
la sociedad paga por ellos) o que el pago se desplace a las tarifas del servicio (lo que implica que se canalice a los usuarios).
Existe, por lo tanto, el interes en corregir esta situacion, que es inequitativa, y cobrarles estos costos a los propietarios originales de los terrenos.
Como hemos expuesto en apartados anteriores, es infundado el temor de
que este cobro aumente el precio de los inm uebles, y lo esperable en el
mediano plazo es que esta exigencia sea absorbida por una dism inucion
concomitante en la renta. Esto, es desde luego, siem pre y cuando su monto no sobrepase la magnitud de la renta original (es decir, la situacion pre­
via en la que no se cobraba la infraestructura), en cuyo caso los terrenos
no se desarrollarian y el propietario preferiria destinarlos a actividades no
urbanas.
Lo que nos ocupa aqui es la forma como se hacen estos cobros, cuyas modalidades son asimilables a instrumentos de gestion del suelo.
La variante mas sencilla de entender, aunque bastante m as dificil de implementar, es el cobro directo a partir de algun calculo que estim e analiticamente la participacion de cada terreno en estos costos globales. En estas
circunstancias, este cobro operaria casi exactam ente com o la Contribucion
de Valorizacion.
Pero no siempre se tiene la posibilidad de realizar estas m ediciones con
algun grado de precision o de credibilidad. Por lo tanto, se reem plaza la
referenda del costo exacto por algun otro que sea m as inteligible, con la
expectativa de que el monto global de todos los recaudos se aproxim e al
costo de la infraestructura. Por ejemplo, se cobra un gravam en proporcional al precio estimado de los terrenos una vez desarrollados, o con
respecto a la cantidad de espacio construido, etcetera. Una m odalidad interesante consiste en que esta contribucion sea pagada en tierra, es decir,
mediante una cesion de terreno a la autoridad local, que puede utilizarla
para el desarrollo mismo de la infraestructura en cuestion o para otro
proposito: espacio publico, vivienda social, etcetera.
346
T am bien se han generalizado variantes flexibles en que la autoridad lo­
cal establece una negociacion ad hoc con el propietario o promotor, de
tal m anera que a estos agentes se les exigen contraprestaciones especificas: pued e ser el desarrollo de alguna otra pieza de infraestructura,
cu ya talla este a su alcance, cesion de terrenos incluso en otros lugares,
etcetera.
3.
M e d id a s para activar el mercado
A dem as de que el mercado inmobiliario en su operacion espontanea pro­
du ce con frecuencia resultados indeseables, tambien sucede a menudo
que su misma operacion se entraba. Es frecuente encontrar que ciertos
lotes que podrian ser desarrollados y para los cuales existe una demanda
solvente, es decir, que existen compradores dispuestos a pagar por ellos
la renta que el mercado arroja, permanecen ociosos. A esto podria anad irse la situacion similar de terrenos edificados que podrian ser reasignados a usos m as rentables, y que no obstante sus propietarios se niegan a
desprenderse de ellos y continuan usandolos en actividades que generan
rentas mas bajas que estos usos potenciales. Eventualmente esta situacion
pu ed e llegar a constituir un problema urbano de primera magnitud: no
es raro encontrar la paradoja de una escasez de tierras que obstaculiza la
produccion de espacio construido, y al misrno tiempo, grandes extensiones de tie n a vacante. Efectivamente, esta escasez de tierras puede determ inar que el precio del suelo se eleve y obstaculice aun mas la actividad
constructora.
La resistencia de los propietarios a desprenderse de sus terrenos e inmuebles a cam bio de precios "razonables", es decir, a precios cuya magnitud
podria estim arse como la que resultara de la operacion del mercado, pue­
de obedecer a multiples razones que aqui agrupamos en tres:
-
Puede tratarse de rasgos atinentes al caracter social de los mismos
propietarios. Como hemos dicho, para muchos agentes el sentido de
la propiedad inmobiliaria no se reduce exclusivamente a la posesion
de una magnitud de valor, sino que puede desempenar otros papeles
que hacen que en las decisiones de compraventa intervengan otros
factores distintos del estricto calculo mercantil: es el caso de propie­
tarios tradicionales de terrenos que se niegan a desprenderse de sus
propiedades, porque estas les dan prestigio, poder politico u otros
privilegios sociales. Algo semejante puede decirse del caso reiterado
de pequenos campesinos en los hordes de las ciudades, para quienes la venta de sus parcelas implica un cambio radical en su oficio, o
el de ocupantes de inmuebles en zonas de renovacion urbana, para
347
quienes el cambio de localizacion implica un trastorno social de
grandes proporciones.
-
Puede tratarse de circunstancias no econom icas que rodean la relacion de propiedad y que obstruyen las transacciones. Es el caso de
dificultades juridicas en que no esta clara la propiedad o en que se
requieren acuerdos dificiles de lograr, etcetera.
-
Puede tratarse de hechos que surjan directam ente de la operacion
del mercado. El mas importante de estos es la retencion especulativa. El propietario no se desprende de sus inm uebles porque tiene la
expectativa de que podra conseguir un mayor precio en el futuro. La
tendencia secular ascendente de los precios del suelo urbano opera
como un seguro y un incentivo para apostarle a esta retencion.
Ciertos instrumentos de gestion del suelo tienen com o objetivo, precisamente, superar estos bloqueos y estimular el funcionam iento del merca­
do. Algunos de ellos son coercitivos, mientras que otros son incitativos.
En seguida examinaremos algunos de ellos.
a. Impuesto predial especial para inmuebles su b n tiliz a d o s y tarifas
progresivas
A los terrenos vacios o con densidades constructivas muy bajas se les
asigna una tasa mas elevada que la normal para desestim ular la retencion
de tierras. Incluso, esta tarifa puede ser creciente con el tiem po para potenciar este efecto disuasivo.
b.
Regimen de desarrollo prioritario
Esta figura consiste en que a los lotes que a la autoridad local le interesa
que sean desarrollados se les impone un regimen especial que obliga a
sus propietarios a construirlos en un plazo determ inado. Si no lo hacen,
la autoridad puede adquirirlos de forma com pulsiva, eventualm ente a
un precio menor que el mercantil (por ejemplo, el precio catastral, que
con frecuencia es menor que el precio comercial) o puede enajenarlos me­
d ia te subasta publica.
c.
Bancos de tierras
Ya hemos aludido al sentido de este instrumento que apunta a regular las
alzas de los precios del suelo, especialmente las de tipo ocasional, mediante la oferta estatal de tierras que se hace de manera anticfclica. Cuando se
logran reducir los precios, cuyo alto nivel puede atribuirse a maniobras
especulativas, ese mismo hecho desestimula la retencion de los terrenos,
p u es las exp ectativ as de los especuladores son menos halagtienas y se
p u ed e au m en ta r la oferta de tierras de propietarios privados.
d.
Expropiacion
Un recu rso ultim o consiste en la enajenacion forzada que normalmente es
en fav or del Estado, pero que bien puede ser en favor de terceros, que si
esten in teresad o s y esten en capacidad de desarrollar los terrenos. Desde
lu eg o q u e el pu nto crucial de este mecanismo es la indemnizacion, si ella
e x iste y co m o se calcula. Tambien el asunto de los procedimientos y sus
tiem p o s es algo decisivo en la operatividad de esta herramienta.
e.
R c a ju s te d e tierras
L o s lin d ero s de las parcelas urbanas, que se van definiendo por medio
del tiem p o con determ inantes muy variados, no siempre concuerdan con
la lo g ica espacial de nuevos desarrollos en las areas de expansion o de
red esarro llo s en las zonas de renovation urbana. Esto se convierte con
frecu en cia en un freno para esas operaciones, porque los beneficios deriv ad o s d e ellas suelen ser muy desiguales, e incluso, para algunos de
el los p u ed en ser negativos. Los forcejeos en estas disputas pueden llegar
a se r m u y dispendiosos y paralizar las transacciones y la edification. El
reaju ste de tierras es un mecanismo en el cual el Estado interviene para
a g iliz a r estos acuerdos. La formula mas sencilla consiste en construir una
figura de propiedad compartida, formada por los propietarios originales en fu n cio n del valor de sus terrenos iniciales y distribuir las rentas
d e acu erd o con esta proportion. Pero esta especie de "propiedad por acc io n e s " tam bien presenta a veces dificultades de gestion, asi que lo mas
frecu en te es que el Estado establezca un arreglo de nuevas divisiones de
los terrenos acordes con las condiciones espaciales de los nuevos desarro­
llos y los distribuya entre los propietarios, procurando que los beneficios
sean proporcionales a las propiedades originales. El Estado puede utilizar
para ello la norm ativa que le permita dosificar los aprovechamientos de
acu erd o con los usos y densidades autorizados en cada parcela. En efecto,
este es u n dispositivo que facilita el cobro de la infraestructura general,
p erm itien d o favorecer la equidad no solamente entre los propietarios ind iv id u a le s entre si, sino tambien entre estos y la comunidad en general.
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