Subido por Gaby Solis

oido interno

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El oído interno está compuesto por dos
compartimentos laberínticos, uno
contenido dentro del otro.
El laberinto óseo es un sistema
complejo de cavidades y conductos
interconectados que están en la porción
petrosa del hueso temporal.
El laberinto membranoso se
encuentra dentro del laberinto óseo y
está compuesto por un sistema
complejo de sacos y túbulos pequeños
que a su vez forman un espacio continuo
limitado por una pared de epitelio y
tejido conjuntivo.
En el oído interno se hallan tres
espacios llenos de líquido:
• Espacios endolinfáticos, que están
contenidos dentro del laberinto
membranoso. La endolinfa del
laberinto membranoso tiene una
composición semejante a la del
líquido intracelular (con una
concentración alta de K1 y una
concentración baja de Na1).
• Espacios perilinfáticos, que se
encuentra entre la pared del laberinto
óseo y la pared del laberinto
membranoso. La perilinfa posee una
composición similar a la del líquido
extracelular (con una concentración
baja de K1 y una concentración alta de
Na1).
• Espacio cortilinfático, que se halla
dentro de los túneles del órgano de Corti
de la cóclea. Es un espacio netamente
intercelular. Las células que rodean el
espacio se asemejan vagamente a un
epitelio absortivo. El espacio
cortilinfático está lleno de cortilinfa,
cuya composición es semejante a la del
líquido extracelular.
Estructuras del laberinto óseo
El laberinto óseo consiste en tres
espacios comunicados que están dentro
del hueso temporal.
Los tres espacios del laberinto óseo,
como se ilustra en la figura 25-7, son:
• Conductos semicirculares
• Vestíbulo
• Cóclea
El vestíbulo es el espacio central que
contiene el utrículo y
el sáculo del laberinto membranoso.
El vestíbulo es una pequeña cavidad
ovalada que está ubicada en el centro
del laberinto óseo. El utrículo y el
sáculo del laberinto membranoso se
hallan en los recesos elíptico y
esférico, respectivamente. Los
conductos semicirculares
se extienden hacia atrás desde el
vestíbulo y la cóclea se extiende
hacia adelante. La ventana oval en la que
se inserta la base del estribo está en la
pared lateral del vestíbulo.
Los conductos semicirculares son
espacios tubulares ubicados dentro del
hueso temporal, que están dispuestos de
manera perpendicular uno con respecto
al otro.
Tres conductos semicirculares, cada
uno de los cuales forma alrededor de
tres cuartas partes de cirunferencia, se
extienden desde la pared del vestíbulo y
regresan a él. Los conductos
semicirculares se identifican como
anterior, posterior y lateral y se ubican
dentro del hueso temporal de manera
más o menos perpendicular uno con
respecto al otro. Ocupan tres planos del
espacio: sagital, frontal y horizontal. El
extremo de cada conducto semicircular
más cercano al vestíbulo se expande
para formar la ampolla (fig. 25-8a y b).
Los tres conductos desembocan en el
vestíbulo a través de cinco orificios;
los conductos semicirculares anterior y
posterior se unen en un extremo y
forman la rama ósea común (v. fig.
25-8a).
La cóclea es una hélice de forma cónica
que está en comunicación con el
vestíbulo.
La luz de la cóclea, al igual que la de los
conductos semicirculares, está en
continuidad con la del vestíbulo. Se
comunica con el vestíbulo en el lado
opuesto al de los conductos
semicirculares.
Entre su base y su vértice, la cóclea
describe alrededor de dos vueltas y tres
cuartos en torno al cono central de
hueso esponjoso conocido como
modiolo (lámina 108, pág. 1026).
Dentro del modiolo hay un ganglio
sensitivo, el ganglio espiral (de Corti).
Un orificio del conducto, la ventana
redonda ubicada en su superficie
inferior cerca de la base, está
cubierto por una membrana delgada (la
membrana timpánica secundaria).
Estructuras del laberinto
membranoso
El laberinto membranoso contiene la
endolinfa y se encuentra suspendido
dentro del laberinto óseo.
El laberinto membranoso consiste en
una serie de sacos y conductos
interconectados que contienen la
endolinfa. Se encuentra suspendido
dentro del laberinto óseo (fig. 25-8c) y
el espacio restante está ocupado por la
perilinfa. Las divisiones del laberinto
membranoso son dos: el laberinto
coclear y el laberinto vestibular (fig.
25-8d).
El laberinto vestibular contiene las
siguientes partes:
• Tres conductos semicirculares que
se hallan dentro de los conductos
semicirculares y se continúan con el
utrículo.
• El utrículo y el sáculo, que se hallan
insertos en las cavidades del vestíbulo y
se comunican a través del conducto
utriculosacular membranoso.
El laberinto coclear contiene el
conducto coclear, el cual a su vez se
halla dentro de la cóclea y es continuo
con el sáculo (v. fig. 25-8c y d).
Células sensoriales del laberinto
membranoso
El laberinto membranoso posee células
sensoriales especializadas que se ubican
en seis regiones.
Seis regiones sensoriales del laberinto
membranoso están compuestas por
células ciliadas y células de sostén
accesorias.
Estas regiones se proyectan desde la
pared del laberinto membranoso hacia
el espacio endolinfático en cada oído
interno (v. fig. 25-8d):
• Tres crestas ampulares situadas en
las ampollas membranosas de los
conductos semicirculares. Son sensibles
a la aceleración angular de la cabeza (es
decir, cuando se gira
la cabeza).
• Dos máculas, una en el utrículo
(mácula del utrículo) y otra en el
sáculo (mácula del sáculo). Perciben
la posición de la cabeza y su movimiento
lineal.
• El órgano espiral de Corti, que se
proyecta en la endolinfa del conducto
coclear. Funciona como receptor del
sonido.
Las células ciliadas son los
mecanorreceptores epiteliales
de los laberintos vestibular y coclear.
Las células ciliadas de los laberintos
vestibular y coclear funcionan como
transductores mecanoeléctricos.
Convierten la energía mecánica en
energía eléctrica, que después se
transmite al encéfalo a través del nervio
vestibulococlear.
El nombre de las células ciliadas
proviene del haz organizado de
evaginaciones rígidas y agrupadas que
hay en su superficie apical. Esta
superficie contiene un haz ciliar
formado por hileras de estereocilios
llamados cilios sensoriales. Las hileras
aumentan su altura en una dirección
particular a través del haz (fig. 25-9). En
el sistema vestibular, cada célula ciliada
posee un solo cilio verdadero llamado
cinocilio, que está situado detrás de la
hilera de estereocilios más largos (fig.
25-10).
En el sistema auditivo, las células
ciliadas pierden su cilio durante el
desarrollo pero conservan el cuerpo
basal. La posición del cinocilio (o del
cuerpo basal) detrás de la hilera de
estereocilios más largos define la
polaridad de este haz ciliar
asimétrico. En consecuencia, el
movimiento de los estereocilios
hacia el cinocilio se perciben en forma
diferente al movimiento en la dirección
opuesta (v. más adelante).
Los estereocilios de las células ciliadas
son estructuras rígidas que contienen
proteínas de canal transductoras
mecanoeléctricas en sus extremos
distales.
Existen dos tipos de células ciliadas en el
laberinto vestibular.
Ambos tipos de células ciliadas se
asocian con las terminaciones
nerviosas aferentes y eferentes (v.
fig. 25-10).
Las células ciliadas tipo I tienen
forma de pera, con una base redondeada
y un cuello delgado y están rodeadas
por un
cáliz de nervios aferentes y algunas
fibras nerviosas eferentes.
Las células ciliadas tipo II son
cilíndricas y poseen terminaciones
nerviosas o botones aferentes y
eferentes en su base (v. fig. 25-10).
Las células ciliadas se comunican con las
fibras nerviosas aferentes por medio de
sinapsis “en cinta”, un tipo especializado
de sinapsis química.
La desviación de los estereocilios de las
células ciliadas genera una tasa elevada
de impulsos prolongados que se
transmiten rápidamente a las fibras
nerviosas aferentes. Para lograr una
liberación rápida del neurotransmisor
de glutamato desde las vesículas
sinápticas, las células ciliadas poseen
sinapsis en cinta especializadas que
contienen orgánulos llamados cintas.
Con el microscopio electrónico, las
cintas aparecen como láminas
electrodensas, de forma ovoide y con un
espesor de 30 nm, adheridas a la
membrana presináptica por medio de
estructuras electrodensas (fig. 25-11).
Esto permite que las cintas floten justo
por encima de la lámina presináptica
como si fueran globos atados con una
cuerda corta. Las cintas sujetan una
gran cantidad de vesículas sinápticas en
su superficie que se preparan para la
fusión con la membrana presináptica y
que contienen una alta densidad de
conductos Ca21 activados por voltaje (v.
fig. 25-11). Después de activar los
conductos Ca21, la cinta se convierte en
una cinta transportadora rápida que
reparte las vesículas por la membrana
presináptica para la fusión. El grupo de
vesículas sinápticas sujetas es
aproximadamente cinco veces mayor
que el de las vesículas restantes.
Las cintas contienen diversas proteínas,
entre ellas la proteína RIM de zona
activa que interactúa con la rab3, una
enzima GTPasa que se expresa en la
superficie de las vesículas sinápticas.
Otras proteínas del complejo de cintas
incluyen las proteínas presinápticas de
la matriz, como la RIBEYE, Bassoon
y Piccolo. Una célula ciliada
normalmente contiene entre 10 y 20
cintas. Estas sinapsis en cinta también
se hallan en los fotorreceptores y en las
células bipolares de la retina.
Receptores sensoriales del laberinto
membranoso
Las crestas ampulares son sensores de los
movimientos angulares de la cabeza.
Cada ampolla del conducto semicircular
contiene una cresta ampular, que es un
receptor sensorial de los movimientos
angulares de la cabeza (fig. 25-12 y 2513). La cresta ampular es una rugosidad
epitelial transversal engrosada que se
orienta de forma perpendicular al eje
longitudinal del conducto semicircular
y está compuesta por células epiteliales
ciliadas y células de sostén (lámina 108,
pág. 1026).
Una masa gelatinosa de proteínas y
polisacáridos, conocida como cúpula,
está adherida a las células ciliadas de
cada cresta (v. fig. 25-12). La cúpula se
extiende hacia la luz y está rodeada por
la endolinfa. Durante el movimiento de
rotación de la cabeza, las paredes de los
conductos semicirculares óseos y de los
conductos semicirculares membranosos
se mueven, pero la endolinfa contenida
en su interior tiene la tendencia a
retrasarse a causa de la inercia. La
cúpula, que se proyecta hacia la
endolinfa, oscila por el movimiento
diferencial entre la cresta fijada a la
pared del conducto y la endolinfa. La
desviación de los estereocilios en el
espacio estrecho que hay entre las
células ciliadas y la cúpula, genera
impulsos nerviosos en las terminaciones
nerviosas asociadas.
Las máculas del sáculo y el utrículo son
sensores de la gravedad y de la
aceleración lineal.
Las máculas del sáculo y el utrículo son
engrosamientos inervados del epitelio
sensorial que está en contacto con la
endolinfa de estas estructuras
vestibulares (v. fig. 25-13 y 25-14). Al
igual que las crestas, cada mácula está
compuesta por células ciliadas tipo I
y tipo II, células de sostén y
terminaciones nerviosas asociadas a las
células ciliadas. Las máculas del utrículo
y el sáculo están orientadas de manera
perpendicular una con respecto a la
otra. Cuando una persona está de pie, la
mácula del utrículo está en un plano
horizontal y la mácula del sáculo está en
un plano vertical.
Las células ciliadas están polarizadas
con respecto a la estriola, que es un
plano imaginario que describe una
curva a través del centro de cada mácula
(v. fig. 25-14). A cada lado de la estriola,
los cinocilios de las células ciliadas se
orientan en direcciones opuestas, miran
hacia la estriola del utrículo y le dan la
espalda a la estriola del sáculo. Debido a
la polarización de las células ciliadas, las
máculas del sáculo y el utrículo son
sensibles a las múltiples direcciones de
las aceleraciones lineales.
El material gelatinoso de polisacárido
que cubre las máculas se denomina
membrana otolítica (v. fig. 25-14). Su
superficie externa contiene cuerpos
cristalinos, de entre 3 mm y 5 mm,
compuestos por carbonato de calcio y
una proteína (fig. 25-15). Los otolitos,
también llamados otoconia, son
más pesados que la endolinfa. La
superficie externa de la membrana
otolítica se halla opuesta a la superficie
donde están insertos los estereocilios de
las células ciliadas. La membrana
otolítica se mueve sobre la mácula de
una manera análoga al movimiento de la
cúpula sobre la cresta. Los estereocilios
de las células ciliadas se desvían por la
gravedad en la persona estacionaria
cuando la membrana otolítica y sus
otolitos actúan sobre ellos. También se
desvía o se inclinan durante el
movimiento lineal cuando la persona se
mueve en línea recta y la membrana
otolítica se arrastra sobre los
estereocilios debido a la inercia. En
ambos casos, el movimiento de la
membrana otolítica provoca que los
estereocilios se desplacen hacia el
cinocilio para activar los conductos
TEM. Esto despolariza las células
ciliadas y genera potencial de acción. El
desplazamiento de los estereocilios en
dirección opuesta al cinocilio causa la
hiperpolarización de las células ciliadas
e inhibe la generación del potencial de
acción.
El órgano espiral de Corti es el sensor de
las vibraciones sonoras.
El conducto coclear divide el
conducto coclear en tres
compartimentos paralelos o rampas:
• Rampa intermedia, el
compartimento intermedio del
conducto coclear
• Rampa vestibular
• Rampa timpánica
El conducto coclear es, en realidad,
la rampa intermedia (fig. 25-16). La
rampa vestibular y la rampa timpánica
son los espacios por encima y por
debajo, respectivamente, de la rampa
intermedia. La rampa intermedia es
un espacio que contiene endolinfa
que está en continuidad con la luz del
sáculo y contiene, a su vez, el órgano
espiral de Corti, el cual está apoyado
sobre su pared inferior (v. fig. 25-16).
La rampa vestibular y la rampa
timpánica son espacios que
contienen endolinfa que se
comunican entre sí en el vértice de la
cóclea a través de un conducto pequeño
llamado helicotrema (v. fig. 25-16b). La
rampa vestibular comienza en la
ventana oval y la rampa timpánica
termina en la ventana redonda.
La rampa intermedia es un espacio
triangular con su ángulo agudo unido al
modiolo.
En un corte transversal, la rampa
intermedia aparece como un espacio
triangular cuyo ángulo más agudo se
encuentra adherido a una extensión
ósea del modiolo, la lámina espiral
ósea (v. fig. 25-16). La pared superior
de la rampa intermedia, que la separa de
la rampa vestibular, es la membrana
vestibular (membrana de Reissner)
(fig. 25-17).
La pared lateral o externa de la rampa
intermedia está delimitada por un
epitelio singular, la estría vascular. Su
función se producir y mantener la
endolinfa. La estría vascular encierra
una compleja red capilar y contiene tres
tipos de células (fig. 25-18). Las células
marginales, que intervienen
principalmente en el transporte de K1,
recubren el espacio endolinfático de la
rampa intermedia. Las células
intermedias que contienen el pigmento
se encuentran diseminadas entre
los vasos capilares. Las células basales
separan la estría vascular del ligamento
espiral subyacente. La pared inferior o
piso de la rampa intermedia está
formada por la membrana basilar, que
es relativamente flácida y que aumenta
su espesor y disminuye su rigidez a
medida que describe un espiral
desde la base hasta el vértice de la
cóclea. El órgano espiral de Corti se
localiza sobre la membrana basilar y
está cubierto por la membrana
tectoria.
El órgano espiral de Corti está compuesto
por células ciliadas, células falángicas y
células de los pilares.
El órgano espiral de Corti es una capa
epitelial compleja ubicada en el piso de
la rampa intermedia (fig. 25-19 y lámina
109, pág. 1028). Está formado por los
siguientes tipos de células:
• Células ciliadas internas (cercanas
a la lámina espiral) y células ciliadas
externas (más alejadas de la lámina
espiral)
Células falángicas internas (de
sostén) y células falángicas
externas
• Células de los pilares
En el órgano de Corti también otros
tipos de células que tienen nombre pero
cuya función se desconoce.
Las células ciliadas se organizan en
hileras celulares internas y externas.
Las células ciliadas internas forman
una sola hilera de células a lo largo de
las dos vueltas y tres cuartos (2,75) del
conducto coclear. La cantidad de células
que forma el ancho de la hilera continua
de células ciliadas externas es vala parte basal del espiral (fig. 25-20). El
ancho de la hilera aumenta
gradualmente hasta ocupar cinco hileras
de células en el vértice de la cóclea.
Las células falángicas y las células de los
pilares proveen sostén a las células
ciliadas.
Las células falángicas son células de
sostén para ambas hileras de células
ciliadas. Las células falángicas asociadas
con las células ciliadas internas las
rodean por completo (fig. 25-21a).
Las células falángicas asociadas con las
células ciliadas externas sólo rodean
completamente su porción basal y
envían las evaginaciones apicales hacia
el espacio endolinfático (fig. 25-21b).
Estas evaginaciones se aplanan cerca de
los extremos apicales de las células
ciliadas y en conjunto forman una
lámina completa que rodea cada célula
ciliada (fig. 25-22).
Los extremos apicales de las células
falángicas se encuentran unidos
estrechamente entre sí y también a las
células ciliadas por medio de complejas
uniones herméticas. Estas uniones
forman la lámina reticular que sella el
compartimento endolinfático y lo separa
de los espacios intercelulares
verdaderos del órgano de Corti (v. fig.
25-19 y 25-21b). El líquido extracelular
de este espacio intercelular es la
cortilinfa.
Su composición es similar a la de los
otros líquidos extracelulares y a la de la
perilinfa.
Las células de los pilares poseen
amplias superficies apicales y basales
que forman placas y un citoplasma
estrecho.
Las células del pilar interno están
apoyadas sobre el labio timpánico de la
lámina espiral. Las células del pilar
externo se sitúan sobre la membrana
basilar. Entre ellas queda formado un
túnel triangular, el túnel espiral
interno
(v. fig. 25-19).
La membrana tectoria se extiende sobre
las células del órgano espiral de Corti
desde el limbo espiral.
La membrana tectoria está adherida
medialmente al modiolo.
Su borde libre lateral se proyecta sobre
el órgano de
Corti y establece contacto con él por
medio de los estereocilios
de las células ciliadas. Está formada por
haces de colágeno
tipo II, V y IX de disposición radial
incluidos en una sustancia
fundamental densa y amorfa. Las
glucoproteínas distintivas
del oído interno, llamadas otogelina y
tectorina, se
asocian con los haces de colágeno. Estas
proteínas también
están presentes en las membranas
otolíticas que cubren las
máculas del utrículo y el sáculo así como
en las cúpulas de las
crestas en los conductos semicirculares.
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