Reflexión Bloque 1: Justicias, Sujetos y Emancipación Andrea Álvarez Carimoney. A partir de los textos de Marcelo Firpo Porto (2019) y Chapela (2013) se despliegan numerosos conceptos de interés para un enfoque crítico de la promoción de la salud. En particular voy a abordar en este trabajo los conceptos de Justicia, Justicia cognitiva y Emancipación social, conceptos que se intersectan de múltiples formas y que son la base para una comprensión adecuada de las aspiraciones de la promoción de la salud. Me parece muy sugerente la idea expuesta por Filo Porto de ampliar la justicia social, profundizando este concepto a través de cuatro tipos de justicia: social, sanitaria, ambiental y cognitivo. Los dos primeros son bien conocidos en el pensamiento crítico y colectivo salud, y las dos últimas amplían el entendimiento de la crisis en su aspecto civilizador, ético y aspectos planetarios, marcados por las contradicciones y el potencial destructivo de las empresas eurocéntricas, occidentales y la modernidad capitalista. Lo social se considera inseparable de los ecológico, ontológico y la dimensión epistemológica en la interfaz entre la ética, la política, la ciencia y la transformación social relacionadas con las diversas crisis civilizatorias. En medio de la actual crisis somos testigos de una ampliación de las desigualdades, siendo su lado más aterrador la delgada línea entre el fin del capitalismo y el fin de la humanidad misma y de la naturaleza tal como la conocemos. La idea de la interdependencia, la globlalización que ha dejado profundamente al descubierto la actual pandemia de covid-19 es más real que nunca. En este contexto, parecen aun más insuficientes los conceptos de justicia social y sanitaria. La justicia social es un valor que promueve el respeto igualitario de los derechos y las obligaciones de cada ser humano en determinada sociedad, se enfoca generalmente, a la repartición justa y equitativa de los bienes y servicios básicos necesarios para el desarrollo y el desenvolvimiento de una persona en la sociedad, fomenta la integración y la protección frente a la explotación de los más vulnerables, para de esta manera, caminar hacia una sociedad más justa. El concepto de justicia sanitaria, por su parte, conjuntamente con los de beneficencia, no maleficencia y autonomía constituye uno de los principios básicos de la Bioética. La justicia sanitaria es "la aplicación del concepto de justicia distributiva en el ámbito de la salud (y como tal) se encarga de la distribución proporcionada o proporcional a cargos y cargas, méritos y beneficios. Desde esta perspectiva, la justicia sanitaria implica un sistema de salud solidario que considere la solidaridad como principio a partir del cual se garantice el acceso de todos los ciudadanos a las prestaciones médicas que se requieran según las circunstancias particulares de cada caso. Por consiguiente, para que un sistema de salud sea consecuente con el concepto de justicia sanitaria debe ser equitativo y justo en lo que se refiere a prestaciones en las áreas de prevención y curación de enfermedades. Como vemos, ambos conceptos son insuficientes porque no consideran la perspectiva interrelacionada en muchos niveles de la existencia humana en el mundo de hoy, y menos la dinámica de las fuerzas presentes. La idea de la justicia cognitiva complementa y complejiza los anteriores tipos de justicia, proporcionando la base para la construcción de una nueva utopía que puede enfrentarse de manera articulada al capitalismo, el colonialismo, el racismo y la violencia que generan exclusiones radicales. Al mismo tiempo, la justicia cognitiva pone de relieve los límites de la ciencia moderna y su necesidad para ser confrontada a través de diálogos entre diferentes sistemas de conocimiento que pueden contribuir a una más sostenible, equitativa y democrática mundo. Las epistemologías del Sur se presentan como un conjunto de intervenciones epistemológicas que denuncian la supresión de los conocimientos llevada a cabo durante los últimos siglos por la corriente epistemológica dominante, se propone entones volver a valorar el conocimiento que ha resistido y los reflejos que ha producido estas comunidades de sujetos subalternos e investigar las condiciones de un diálogo horizontal entre estos conocimientos. Queda claro que quienes abogan por esta complejizacion teórica de las 4 justicias, no se limitan a las luchas redistributivas de la riqueza generada por el "progreso" económico, científico y tecnológico, así como el acceso a los derechos universales. Esta perspectiva, presente en la concepción hegemónica de justicia social, ha demostrado ser insuficiente y ha hecho que sea imposible de entender o enfrentar la intolerancia económica, simbólica, de género, cultural o las violencias religiosas que han proliferado en el Brasil y en todo el mundo. En relación a la emancipación social, este concepto está intrínsecamente relacionado con la cuestión de las crisis sociales. Hombres y mujeres a lo largo de la historia han vivido en contextos donde la injusticia, la desigualdad y la explotación han sido amenazas y realidades para una mayoría de la población. El concepto cobra fuerza a partir de la propuesta marxista que pone el acento en la emancipación política a través de la organización del proletariado en la lucha de clases. Cuando Friedrich Engels escribió en el siglo XIX su obra "Del socialismo utópico al científico", se centró en criticar propuestas de transformación socialista de la sociedad que no se basaban en fuerzas sociales existentes y procesos económicos reales, sino únicamente en imperativos morales, planteando como alternativa un socialismo basado en el desarrollo de las fuerzas productivas y en la acción de la clase trabajadora. “Emancipación" significa liberación del hombre; originariamente, manumisión del esclavo condescendientemente otorgada por su señor, o independencia del hijo de la patria potestad al alcanzar la mayoría de edad para decidir por sí mismo. Frente a esto, un aspecto esencial del moderno concepto de emancipación es la autoliberación del hombre apelando simplemente a su condición humana, incluso en contra de los poderes que restringen la voluntad de libertad e igualdad. En la antropología típicamente emancipadora del joven Karl Marx, se entiende la "liberación", ante todo, como una liberación de la opresión política y de la explotación del hombre en un trabajo "alienante". Mas como la "autoliberación", incluso frente a los ostentadores del poder y las instituciones prepotentes, supone previamente, si ha de tener visos de éxito, la solidaridad de los individuos impotentes, la "emancipación" no es entonces ya simplemente un acto individual de independencia o de autoliberación de individuos, sino un movimiento de cambio social, la liberación de grupos sociales enteros en una lucha común por los derechos de libertad y por la igualdad política. La historia nos ha mostrado que el capitalismo ha triunfado sobre las utopías de construcción de una sociedad justa, y siguen imperando (en nuevas formas, más poderosas e impensadas) las lógicas de acumulación de la riqueza en manos de unos pocos que detentan el poder económico y político, mientras que la mayor parte de la población está marginada y sometida. La crisis social del capitalismo tardío se lee también como una crisis del fin de las utopías, de las esperanzas colectivas construidas por los pueblos que soñaban con emanciparse del yugo del sometimiento globalizante del capital. Justamente, Firpo Porto (2019) propone una reinterpretación de la crisis sanitaria dentro de una crisis más amplia, la de las utopías y la necesidad de reinventar la emancipación social, ya que puede mostrarnos caminos realistas de esperanza del presente. La salud colectiva, la ecología política y la ecología poscolonial especialmente las Epistemologías del Sur, como lo presentó Boaventura de Sousa Santos, dan cuenta de aspectos claves en torno a la reinvención de la emancipación social. La salud colectiva, por un lado, que analiza los aspectos sociales y las desigualdades en materia de salud como consecuencia de las contradicciones del sistema capitalista. En esta lectura clave, las disputas y correlaciones de fuerzas pueden agravar o reducir las desigualdades debidas a la organización de la sociedad y a las acciones del Estado, aunque el espectro político y las medidas propuestas pueden variar, dependiendo de sus posiciones reformistas o revolucionarias. Sin embargo, desde la perspectiva de Firpo Porto, la crisis contemporánea a diferentes escalas espaciales (local, nacional, regional y planetario) presenta desafíos que van más allá de las bases analíticas priorizadas hasta la fecha por la salud colectiva, restringidas a las luchas por la justicia social y sanitaria. Por otro lado, Boaventura de Sousa Santos dice sobre la reinvención de la emancipación social, que ésta se enfrenta a una crisis más amplia que la modernidad, donde se articulan tres ejes de dominación: el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado, los que afectan principalmente a los pueblos del Sur Global. Esto se entiende como una metáfora por el sufrimiento de los pueblos y las poblaciones radicalmente excluidas debido a su condición ontológica, ya sea como indígenas, negros, mujeres y las comunidades LGBTIQ+. Sus luchas son las de la resistencia contra diferentes tipos de violencia, pero también de la resistencia para el reconocimiento de otras formas de ser, de vivir, de saber, producir y relacionarse en la sociedad y con la naturaleza. ¿Por qué es importante hablar de la crisis utópica? En palabras de Firpo Porto, “reconocer la crisis utópica implica un compromiso con la reinvención de la emancipación de la sociedad”, de la cual la salud y la ecología son dos de los componentes centrales relacionados con la vida y bienestar. Reinventar la emancipación significa ir fortaleciendo las esperanzas de otros las expectativas de futuro, apuntando a alternativas concretas para revertir las varias crisis que han ido empeorando en las últimas décadas. La llamada crisis de los grandes relatos, no solo ha tenido consecuencias en el establecimiento firme del capitalismo, sino en nuestra capacidad como sociedad, como pueblo, de pensar en un potencial transformador, creer en él y caminar en consecuencia. Sin relato utópico no podemos permitirnos pensar en aquello a donde apuntamos llegar, una muestra de esto es que nos puede ser bastante más sencillo enumerar la cantidad de problemáticas sociales que nos incumben y rodean, que pensar en su abordaje o en cómo nos gustaría que fuesen las cosas concretamente, y menos todavía a pensar en los medios necesarios para lograr esas transformaciones. Para Chapela (2003) la noción de una promoción emancipadora de la salud (EPH) trata de relacionar el campo de la salud pública en términos teóricos y prácticos con la reinvención de las utopías y las luchas sociales relevantes de nuestro tiempo principalmente en el Sur Global. Para Boaventura se trata de una metáfora que designa las regiones periféricas o semiperiféricas del sistema mundial moderno. Este es un tema relevante en el frente a la crisis socio-ecológica planetaria y el debate sobre el desarrollo económico, la democracia y la sostenibilidad en un momento especialmente crítico para la realidad de nuestro mundo. Las contribuciones de los pueblos y los movimientos sociales de las zonas rurales, los bosques y el agua se ven excluidos y demonizados. El Estado tiene un rol subsidiario que no está nada cerca de la reinvención utópica necesaria, y es más, profundiza la desigualdad social. Todas estas acciones tienen consecuencia sobre cómo se piensan los pueblos y su capacidad de instalarse firmemente en el sueño utópico. Para Chapela (2007), la promoción emancipadora de la salud difiere de la perspectiva del empoderamiento en el sentido que el primero considera como una condición primaria para la salud la emancipación de los sujetos y que el alivio de la pobreza y la enfermedad son resultados de la emancipación, mientras que la promoción empoderada de la salud considera que el alivio de la enfermedad es una prioridad. El empoderamiento es utilizado como una herramienta práctica para prevenir problemas de salud. un enfoque emancipador está fuertemente relacionado con la democracia y las asimetrías de poder, que hace hincapié en esos territorios y en las movilizaciones de las comunidades y el reconocimiento de sus conocimientos como caminos cruciales para el cambio social. Concluyendo, concuerdo plenamente con Chapela (2013) en que, para lograr cambios en las condiciones de salud son necesarias concepciones y definiciones alternativas de salud y promoción de la salud. Dichas definiciones y concepciones existen de hecho en pueblos, comunidades y personas que se sitúen en lógicas diversas, no solo ajenas a las cúpulas de poder, sino con conocimientos, afectos, corporalidades, etc., alimentados por otras epistemologías, las del sur global y epistemológico.