ventajas de la metrópoli, no era preciso predicar la emancipación

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INTRODUCCIÓN.
L V
ventajas de la metrópoli, no era preciso predicar la emancipación sino imponer
leyes mas severas á la esclavitud; pues hacer conciliable la mejora moral del
negro con el aumento de la producción colonial y de los consumos de la metrópoli,
nos parece imposible.
Examinando con detenimiento el orden de cosas que se ha seguido en las
Antillas inglesas, fruto de las medidas puestas en práctica para la emancipación
de los esclavos, no puede creerse que aquel sea resultado de un plan premeditado
por uno de los gobiernos mas sagaces é instruidos de la Europa: porque si nega mos á sus doctrinas la tendencia moral de las que profesamos, no le atribuiremos
contradicción en los principios que ha decidido realizar; ó mejor dicho, si no le
disculpamos por la preferencia que da al sistema económico sobre el social,
tampoco queremos concederle la parte que hacia esta segunda tendencia presenta
el régimen ensayado en sus posesiones. Discurriendo así, por no sernos concebible
que en la situación presente hubiese operado una sola fuerza directiva mas ó
menos ineficaz ó incompleta para el fin deseado, nos ha parecido descubrir dos
causas que si han obrado simultáneamente, lo hicieron en direcciones opuestas.
En efecto, por una parte la sociedad de los amigos y otras sociedades cristianas,
mas ó menos ortodojas, mas ó menos ardientes en su propósito de ver realizados
los principios del evangelio, han promovido y predicado la emancipación de los
negros como término religioso de la carrera que con tesón y perseverancia han
seguido. A su modo de ver la esclavitud era contraria á les leyes de la razón y de
la moral, reprobada por Dios, proscrita por sus ministros, y como tal entraba el
aboliría en los deberes del cristiano sobre la tierra. Aquellas sociedades, pues, no
consideraron mas que el resultado religioso de la emancipación, y así los medios
que emplearon en sus predicaciones y enseñanzas fueron únicamente encaminados
á semejante fin, á lo menos según los deseos que los dictaban. Este impulso dado
por dichas sociedades, fué ganando sucesivamente numerosos y decididos partidarios en la opinión pública europea, reuniéndose bajo su bandera los amigos de la
libertad política con los adictos á las máximas evangélicas. De esta manera sostenida la doctrina de la emancipación de los esclavos, no receló penetrar en el
santuario de las leyes y luchar de frente con los intereses opuestos reunidos en el
parlamento británico. Al principio fué rechazada, pero cada año aumentaba sus
triunfos, y una completa victoria coronó después tantos esfuerzos de celo y perseverancia. El gobierno británico tuvo al fin que ceder á la fuerza reunida de la
razón y del entusiasmo, sea convencido de la justicia de los principios, sea imposibilitado de resistirles por mas tiempo.
Tal fué el origen de la gran medida que honra á la nación inglesa, y cuyo
simple relato basta para desmentir la vaga acusación de que en decretar la libertad
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