Subido por Jason Anthony Marure

La vida material, productividad y mentalidad hacia la Baja Edad Media

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La vida material, productividad y mentalidad hacia la Baja Edad Media
La Baja Edad Media constituye el último periodo de la Edad Media y comprende
los siglos XIV y XV aunque algunos historiadores sitúan su comienzo en el siglo
XI negando la existencia del periodo de la Plena Edad Media (siglos XI al XIII).
Estuvo marcada por la crisis desencadenada por el impacto de la Peste Negra
iniciada en 1348 y que redujo la población europea a menos de la mitad.
El final de la Edad Media llega con el comienzo de la transición del feudalismo al
capitalismo, otro periodo secular de transición entre modos de producción que
no finalizará hasta el final del Antiguo Régimen y el comienzo de la Edad
Contemporánea, con lo que tanto este último periodo medieval como la Edad
Moderna entera cumplen un papel similar y cubren una similar extensión
temporal (500 años) a lo que significó la Antigüedad Tardía para el comienzo de
la Edad Media.
La ley de rendimientos decrecientes empezó a mostrar sus efectos a medida que
el dinamismo de los campesinos forzó la roturación de tierras marginales y las
lentas mejoras técnicas no podían sucederse a un ritmo semejante. La coyuntura
climática cambió, acabando con el denominado óptimo medieval que permitió la
colonización de Groenlandia y el cultivo de vides en Inglaterra.
Las malas cosechas condujeron a hambrunas que debilitaron físicamente a las
poblaciones, preparando el terreno para que la Peste negra de 1348 fuera una
catástrofe demográfica en Europa. La repetición sucesiva de epidemias
caracterizó un ciclo secular. Las consecuencias no fueron negativas para todos.
Los supervivientes acumularon inesperadamente capital en forma de herencias,
que pudo en algunos casos invertirse en empresas comerciales, o acumularon
inesperadamente patrimonios nobiliarios. Las alteraciones de los precios de
mercado de los productos, sometidos a tensiones nunca vistas de oferta y
demanda cambió la forma de percibir las relaciones económicas: los salarios (un
concepto, como el de circulación monetaria ya de por sí disolvente de la
economía tradicional) crecían al tiempo que las rentas feudales pasaron a ser
inseguras, obligando a los señores a decisiones difíciles.
Alternativamente primero tendieron a ser más comprensivos con sus siervos, que
a veces estuvieron en situación de imponer una nueva relación, liberados de la
servidumbre; mientras que en un segundo momento, sobre todo tras algunas
rebeliones campesinas fracasadas y duramente reprimidas, impusieron en
algunas zonas una nueva refeudalización, o cambios de estrategia productiva
como el paso de la agricultura a la ganadería (expansión de la Mesta).

El negocio lanero produjo curiosas alianzas internacionales e
interestamentales (señores ganaderos, mercaderes de la lana, artesanos
de paños) que suscitaron verdaderas guerras comerciales (en ese sentido
se ha podido interpretar las cambiantes alianzas y divisiones internas
Inglaterra Francia Flandes durante la guerra de los Cien Años, en la que
Castilla se implicó en su propia guerra civil). Únicamente los nobles con
más capacidad (demostrada la mayor parte de las veces por el despojo
de nobles con menos capacidad) pudieron convertirse en una gran
nobleza o aristocracia de grandes casas nobiliarias, mientras que la
pequeña nobleza se empobrecía, reducida a la mera supervivencia o a la
búsqueda de nuevos tipos de ingresos en la creciente administración de
las monarquías, o a los tradicionales de la Iglesia.

En las instituciones del clero también se va abriendo un abismo entre el
alto clero de obispos, canónigos y abades y los curas de parroquias
pobres; y el bajo clero de frailes o clérigos vagabundos, de opiniones
teológicas difusas, o bien supervivientes materialistas en la práctica,
goliardos o estudiantes sin oficio ni beneficio.

En las ciudades, la alta burguesía y la baja burguesía viven un similar
proceso de separación de fortunas, que hace imposible mantener que un
aprendiz o incluso un oficial o un maestro de taller pobre tenga algo que
ver con un mercader enriquecido por el comercio a larga distancia de la
Hansa o las ferias de Champaña y de Medina, o un médico o un letrado
salidos de la universidad para entrar en la alta sociedad. Se va abriendo
paso la posibilidad (antes inaudita) de que la condición social dependa
más de la capacidad económica (no necesariamente ligada siempre a la
tierra) que del origen familiar.
Frente al mundo medieval de los tres órdenes, basado en una economía agraria
y firmemente ligada a la posesión de la tierra, emerge un mundo de ciudades
basado en una economía comercial. Los centros de poder se desplazan hacia
los nuevos burgos. Estos reequilibrios se vieron reflejados en los campos de
batalla, ya que los caballeros feudales empezaron a ser superados por el
desarrollo de técnicas militares como el arco de tiro largo, arma que los ingleses
usaron para barrer a los franceses en la batalla de Agincourt, en 1415, o la pica,
usada por la infantería de mercenarios suizos.
Es en esta época cuando aparecen los primeros ejércitos profesionales,
compuestos por soldados a los que no les une un pacto de vasallaje con su señor
sino la paga. A partir del siglo XIII se registran en Occidente los primeros usos
de la de pólvora, invención china extendida desde la India por los árabes, pero
de forma muy discontinua. Mientras que para el Mediterráneo Oriental el fin de
la Edad Media supuso el avance imparable del islámico Imperio otomano, en el
extremo occidental, los expansivos reinos cristianos de la península ibérica, tras
un periodo de crisis y ralentización del avance secular hacia el sur, simplificaron
el mapa político con la unión matrimonial de los Reyes Católicos (Fernando II de
Aragón e Isabel I de Castilla), los acuerdos de estos con el de Portugal (Tratado
de Alcáçovas, que suponían el reparto de influencias sobre el Atlántico) y la
conquista de Granada. Navarra, dividida en una guerra civil entre bandos
orientados e intervenidos por franceses y aragoneses, sería anexionada en su
mayor parte a la creciente Monarquía Católica en 1512.
Los intentos de imprimir mayor racionalidad al catolicismo ya venían estando
presentes desde la cumbre de la escolástica de los siglos XII y XIII con Pedro
Abelardo, Tomás de Aquino o Roger Bacon; pero ahora esa escolástica se
enfrenta a su propia crisis y cuestionamiento interno, con Guillermo de Ockham
o Duns Scoto. La mentalidad teocéntrica iba lentamente dando paso a una nueva
antropocéntrica, en un proceso que culminará con el humanismo del siglo XV,
en lo que ya puede denominarse Edad Moderna.
El anonimato conscientemente buscado en el que vivieron silenciosamente
generaciones durante siglos y que seguirá siendo la situación de los humildes
durante los siglos siguientes, da paso a la búsqueda de la fama y de la gloria
personal, no solo entre los nobles, sino en todos los ámbitos sociales: los
artesanos comienzan a firmar sus productos (desde las obras de arte a las
marcas artesanas), y cada vez es menos excepcional que cualquier acto de la
vida deje su huella documental (libros parroquiales, registros mercantiles,
escribanos, protocolos notariales, actos jurídicos).
El desafío al monopolio económico, social, político e intelectual de los
privilegiados, creaba lentamente nuevos espacios de poder en beneficio de los
reyes, así como un lugar cada vez más amplio para la burguesía. Aunque la
mayor parte de la población siguió siendo campesina, lo cierto es que el impulso
y las novedades ya no provenían del castillo o el monasterio, sino de la Corte y
la ciudad.
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