S. Guerrero SP2 ANALISIS DE COMPORTAMIENTO Es el primer paso en solución de problemas y se refiere a la evaluación profunda de un problema/ conducta problema, en una situación (o grupo de situaciones) particular. Debe ser colaborativo, muy detallado y sus conclusiones deben ser susceptibles de ser eliminadas si se prueba que están erradas. El objetivo final es que el paciente aprenda a hacer el análisis de comportamiento por si mismo. Para conducir un análisis de comportamiento, primero se debe Definir la Conducta Problema. El foco depende de la etapa del tratamiento: - En la primera se usa la lista de prioridades como guía. Se exploran las seis áreas: conducta suicida, conducta que interfiere con la terapia, conducta que interfiere con la calidad de vida, déficit de habilidades conductuales, respuestas de estrés postraumático, problemas con el auto- respeto, y dificultades para conseguir las metas individuales. - En la segunda se usa la jerarquía de los objetivos TDC: inicialmente respuestas de estrés postraumático y en la fase final problemas con el auto respeto y dificultades para conseguir las metas individuales. - En la tercera, si no hay conductas problema priorizadas, el paciente define la agenda y el foco. Cuando se ha definido la el problema que será analizado, se formula en términos de comportamiento y se describe específicamente. Para obtener esta información se utilizan las estrategias de validación, recordando siempre validar el malestar del paciente. Cuando ya se identificó el problema, se hace una descripción exhaustiva, paso a paso, de los eventos que precedieron y prosiguieron a la conducta, Análisis en Cadena. Si la misma conducta se ha repetido dos o más veces desde la última cita, se escogerá cuál analizar con base en la intensidad/ severidad, la calidad del recuerdo, la importancia que tuvo en el desarrollo de otros eventos, y las preferencias del paciente. Con el tiempo y muchos análisis, se escogerá una muestra de instancias conductuales que represente un tipo de eventos. Para empezar se buscará el evento que precipitó la cadena de conducta, no el que lo causó. La clave es pensar en unidades de comportamiento muy pequeñas (eslabones). Para cada eslabón se hace la descripción de los eventos dentro y fuera del paciente. Puede servir preguntar “¿Cómo llegaste de aquí hasta aquí?”. El terapeuta debe jugar a ser el observador ingenuo que no comprende nada y lo pregunta todo. Con esto buscamos: - Identificar eventos que pueden evocar automáticamente conductas maladaptativas o son sus precursores. - Identificar falencias conductuales que puedan haber desencadenado las respuestas problema. - Señalar los eventos del ambiente o de las respuestas previas del paciente que puedan ser intervenidos con conductas más apropiadas. - Obtener una idea general de cómo llega la persona a las respuestas disfuncionales, así como las posibles alternativas que pudo haber tomado. El análisis se detiene una vez se tenga la información completa sobre los antecedentes y las consecuencias. Sobre estas últimas conviene recordar que las más importantes son las que pueden mantener, reforzar, o aumentar la conducta problema. Se debe encontrar también aquellas que la debilitan o la disminuyen. La meta será determinar la función de la conducta. Puede que el paciente no lo sepa. Hay que recordar que el hecho de que la conducta produzca unas consecuencias no quiere decir que el paciente actúe así para obtenerlas. El paciente suele evitar el análisis en cadena porque requiere un gran esfuerzo, puede evocar vergüenza intensa y dolorosa, interfiere con las interpretaciones actuales que ha hecho de su conducta (a las que quiere aferrarse), prefiere enfocarse en la crisis más reciente que un comportamiento pasado, o prefiere enfocarse en la situación y no en la solución maladaptativa. El terapeuta suele evitarlo porque requiere mucho trabajo, es más interesante escuchar, es difícil conducir al paciente a hacer algo que no quiere, tiene miedo de evocar conductas suicidas, o la resistencia/ hostilidad hacia el terapeuta es muy intensa. Cuando esto ocurre, es necesario exponer el caso en el equipo de consultoría. Después de varios análisis en cadena de un patrón conductual particular, terapeuta y paciente deben generar hipótesis acerca de las variables controladoras usuales o típicas. Estas hipótesis guiarán los análisis en cadena siguientes (se probará su validez). Es indispensable que el paciente haga un monitoreo diario de su conducta, al menos durante las dos primeras fases. Un registro conductual debería incluir una breve descripción de la conducta problema, la fecha, duración y frecuencia de la misma, el lugar o contexto, pensamientos, emociones y otros comportmaientos que precedieron la conducta problema (antecedentes); y qué pasó después (consecuencias). No tiene sentido ni es necesario imponer un formato particular. Sin embargo, todos los pacientes sin excepción deben completar uno. Si no lo hace, debe abordarse como una conducta que interfiere con la terapia. El terapeuta debe tener cuidado de no abandonarlo sólo porque el paciente no quiere hacerlo o le cuesta trabajo. El tercer paso del análisis conductual es Generar Hipótesis acerca de los Factores que Controlan la Conducta. La TDC asume que cada individuo tiene un patrón único de variables que controlan sus conductas “límite”, y estas pueden variar de una instancia a otra. La TDC se enfoca en los estados emocionales intensos o aversivos cuando se trata de antecedentes o variables generadoras. También hace énfasis en la evaluación de falencias conductuales en el pensamiento dialéctico y en la habilidad de síntesis de las polaridades, falencias en las habilidades conductuales de mente plena, efectividad interpersonal (especialmente solución de conflictos), regulación del afecto, tolerancia al malestar, y autogestión. Desde otra perspectiva, TDC sugiere que grupos particulares de patrones conductuales extremos pueden ser instrumentales en la generación y mantenimiento del comportamiento límite, y en el proceso de cambio.