Contenido EL ENSANCHE DE BARCELONA DE CERDÁ....................................................................... 2 EVOLUCION DE BARCELONA ................................................................................................. 5 OBJETIVO CENTRAL DE PLAN CERDA ................................................................................ 8 EQUILIBRIO ENTRE EL VALOR URBANO Y LAS VENTAJAS RURALES ENSANCHE BARCELONA .............................................................................................................................. 14 PLAN HIPODAMICO ................................................................................................................. 17 PREMIO 2018 ............................................................................................................................. 21 EL ENSANCHE DE BARCELONA DE CERDÁ 92-3¿Cuál fue el principal planteamiento de Cerdá para el ensanche de Barcelona? El plan Cerdá fue un plan de reforma y ensanche de la ciudad de Barcelona en el siglo XIX. Más concretamente en 1860. Su nombre se atribuye al arquitecto ideólogo de tal plan. Para entender el porqué de la necesidad de este plan debemos retrotraernos a la Barcelona del siglo XIX: una ciudad en una situación social lamentable, axfisiante desde el punto de vista urbanístico, donde la expansión urbana se hacía impracticable. Era necesario ampliar la ciudad más allá de sus murallas Fue entonces cuando, de entre todos planes de ordenación urbana, resultó elegido por la Corona el famoso y polémico- en su momento- Plan Cerdá. Se iba a innovar de una manera inusitada. El concepto de urbanización iba a socializarse, es decir, se iba a defender el equilibrio entre los valores urbanos y las ventajas rurales. El propósito de este plan sería el de dar prioridad al contenido, a las personas, por encima del continente. La calidad del domicilio y el entorno en el que se encuentra ubicado se considerará una prioridad absoluta y, aunque ese época eso pudiera considerarse utópico, fue finalmente un gran adelanto hecho realidad; aunque no con un cien por cien de efectividad debido a las ansias especulativas. Este Plan resultó ser muy novedoso ya que innovaba completamente en la “ciencia” de la urbanización. El principal planteamiento y principal novedad de este plan radica en la aplicación de un plan hipodámico. Es decir, un tipo de planeamiento urbanístico en el que el diseño de sus calles se da en ángulo recto, creando manzanas rectangulares, con la gran novedad de que estas manzanas iban a tener chaflanes de 45º para permitir una mejor visibilidad. La estructura de este plan va a venir dada por principios optimistas y delimitada por la previsión de crecimiento. Debido a la profundidad y disponibilidad del llano de Barcelona en el que se preveía urbanizar y construir, este plan iba a estar marcado por una fuerte libertad para la configuración de la “nueva” ciudad. Y es esta disponibilidad del terreno la que va a dar la oportunidad de poner en aplicación las teorías de higiene urbana que Cerdá tenía por indispensables. En el lenguaje de Cerdá, la “clasificación primaria del territorio” se dividirá en Vías e Intervías. Las primeras se considerarán los espacios públicos de reencuentro, soporte de redes de servicio, arbolado, alumbrado o, mobiliario urbano. Las segundas son las islas, manzanas, bloques; en definitiva los espacios de la vida privada, y éstos se reunirán en dos hileras en torno a un patio interior a través del cual todas las viviendas sin excepción reciben el sol, luz natural y ventilación. En este Plan, por tanto, y como novedad, se le va a dar un papel primordial al orden,al bienestar. Es por eso que se la va a dar un papel preponderante a los parques y jardines interiores a las manzanas. Se ubicaría un árbol cada ocho metros. Se definirán anchuras para las calles que, hasta entonces, para nada eran de tales dimensiones, pensada en una futura motorización de la ciudad. La solución formal más destacada del proyecto fue la incorporación de la manzana, su forma crucial y absolutamente singular con respecto a otras ciudades europeas viene marcada por su estructura cuadrada de 113,33 metros con unos chaflanes de 45º grados. Con calles de 20, 30 y 60 metros, con una altura máxima de 16 m. La manzana, por tanto, tendrá una superficie de manzana de 1,24 ha. Grosso modo, Cerdá va a estructurar la ciudad según la manzana, y se estructurará así: cinco manzanas por cinco manzanas sería un barrio, y por cada barrio existiría un centro social. Cada dos barrios, se considerará un distrito y, por cada distrito corresponderá un mercado. Por cada dos distritos se considerará un sector, y aquí existirá un parque urbano, un hospital y dos edificios del Estado. Dentro del espacio de cada manzana, Cerdá concibió dos formas básicas para situar los edificios, una presentaba dos bloques paralelos situados en los lados opuestos, dejando en su interior un gran espacio rectangular destinado a jardín y la otra presentaba dos bloques unidos en forma de “L” situados a dos lados contiguos de la manzana, quedando en el resto un gran espacio cuadrado también destinado a jardín. La sucesión de manzanas del primer tipo daba como resultado un gran jardín longitudinal que atravesaba las calles y la agrupación de cuatro manzanas del segundo tipo, convenientemente dispuestas, formaba un gran cuadrado edificado atravesado por dos calles perpendiculares y con sus cuatro jardines unidos en uno. Por tanto, podemos concluir que el principal planteamiento de Cerdá fue el de la urbanización a través de la “manzana”, quizá en un intento de universalizar las posibilidades del ensanche. El ensanche como tal va a socializar el urbanismo, rompiendo con los modelos tradicionales. Se van a clasificar las partes de la ciudad en función de la cantidad de viviendas y asociandolas cantidad de estas con los servicios que han de recibir. En su tiempo supuso una revolución de la concepción de ciudad como lugar para llevar una vida digna y saludable y supuso una ruptura con la realidad anterior que no hubiera sido una realidad que hubiera podido sosternerse durante mucho tiempo. EVOLUCION DE BARCELONA Barcelona 1806 Barcelona era una pequeña ciudad amurallada a comienzos del siglo XIX, y a sus alrededores existía un perímetro despoblado y libre de construcciones por ser una zona de estrategia militar. Gracias a su puerto y al creciente desarrollo de fábricas textiles a mediados de este siglo, la ciudad empezó a atraer inmigración rural atraída por el desarrollo industrial. En 1854 se derribó la muralla de la ciudad antigua y comenzó el crecimiento urbanístico, con ideas de una “ciudad nueva”, ordenada y regular, en oposición a la ciudad antigua. Barcelona - 1859 En 1854 se empieza a desarrollar el Plan Ensanche, a cargo del ingeniero Idelfonso Cerdá, y que uno de los objetivos era enlazar y unir los núcleos alejados de los alrededores con la ciudad. La inauguración del ensanche y de su arteria principal, la Gran avenida Diagonal, fue en 1860, y a partir de entonces la Diagonal se convirtió en la calle más importante de Barcelona. La diagonal sufrió en los años 70 un gran progreso y desarrollo, fue vista como una gran oportunidad de negocio y se explotó, se redujeron los espacios verdes previamente establecidos y los edificios fueron diseñados por grandes arquitectos. En 1887 la mitad de la población de Barcelona era de fuera de la provincia y ya casi superaba el medio millón de habitantes. Barcelona 1891 Actualmente, la Diagonal cubre 11 kilómetros de largo y 50 metros de ancho, contiene edificios históricos, zonas comerciales y además de ser un sitio importante para los habitantes de la ciudad condal, un paso obligatorio para cualquier turista. Estos 3 mapas están sacados de la Cartoteca de Cataluña (ICGC), corresponden a 1806,1859 y 1891, respectivamente, dejando claro y de forma visual el desarrollo urbanístico de Barcelona durante el siglo XIX. Destaca el ensanche por su tamaño así como su forma geométrica y ordenada, y ayuda a conocer la evolución de la ciudad. OBJETIVO CENTRAL DE PLAN CERDA El Plan Cerdà (1859) respondía a un objetivo muy claro: la ciudad de Barcelona, que hasta ese momento vivía exhausta y cerrada en sus murallas, tenía que extenderse a lo largo del llano limitado por los accidentes geográficos marcados por la naturaleza. El cuadrilátero formado por los ríos Llobregat y Besòs, la sierra de Collserola y el mar Mediterráneo era un espacio clave para la ‘urbanización’ y, por lo tanto, la transformación del territorio en la perspectiva de su conversión en ‘hábitat’. Unas tierras rústicas que formaban parte del espacio periurbano y extramuros de la Barcelona del siglo XIX que fueron expropiadas – por medio de un largo y tedioso procedimiento legal, que puso a prueba el tesón de Cerdà (Tarragó y Soria, 1976)–, y que se convirtieron en el nuevo espacio urbano de la ciudad. El Ensanche tenía que convertirse en un ejemplo de proyecto al servicio del ciudadano, a partir del cual todas sus necesidades estuvieran resueltas gracias a una red de equipamientos y nuevos centros urbanos (el llamado ‘policentrismo lineal’), tales como nuevos edificios sanitarios, administrativos, religiosos, comerciales o zonas verdes, que ocuparían una o varias ‘manzanas’ (cuadras, ‘islas’), edificios e infraestructuras que serían repartidos de forma ecuánime e igualitaria por todo el territorio de expansión. Dentro de esta nueva concepción urbana de Barcelona, el proyecto inicial del Plan Cerdà destacaba dos espacios verdes de gran envergadura: el formado por la montaña deMontjuïc, al oeste de la ciudad, y el dibujado a orillas del río Besòs, al este. El Plan Cerdà es la reforma y ensanche que hubo en la ciudad de Barcelona en 1860 realizada por el ingeniero y urbanista Ildefons Cerdà. Este plan se caracteriza por dos cosas. La primera es el hecho de ser una estructura cuadriculada, abierta e igualitaria, es decir, hipodámico y la segunda, que destaca el optimismo y la ilimitada visión de crecimiento. Ildefons Cerdà, tenía dos objetivos claros que debía cumplir este plan: La higiene: era un tema que había estudiando en profundidad. Decidió aprovechar la dirección de los vientos para facilitar la oxigenación y limpieza de la atmósfera. Tenía una amplia libertad para edificar la ciudad ya que la ciudad no estaba casi nada construida. La fácil movilidad de automóviles: fue un pionero, ya que esta preocupación de la movilidad le surgió 30 años antes que inventaran el automóvil. Definió una estructura con calles anchas, separadas de la convivencia social. Cerdà quería darles prioridad a las personas, por encima de la superficie. Cerdà fue con eso con lo que nos ha conquistado, ya que él ha creó la ciudad a partir de la vivienda, siendo su máxima prioridad la construcción de íntimos domicilios y libertad. Para Idelfons Cerdà, los parques, los jardines y los árboles tenían un papel clave. Fue él quien situó los árboles cada 8 metros. El tipo de árbol que escogió fue el plátano, y con el tiempo se ha comprobado que es el mejor tipo árbol para vivir en la ciudad. En su plan introdujo una influencia que cogió de Francia, suponemos que fue uno de los elementos que incluía en su visión de futuro –> la incorporación de líneas ferroviarias. También destaca la geometría que aplicó a su plan. Como podemos ver en la fotografía, las manzanas tenían construcción sólo en dos de los cuatro lados. Cerdà planificó calles paralelas orientadas al mar, con ellos consiguió: Un fenómeno solar, que todos sus lados tengan luz directa del sol a lo largo del día. Una homogeneidad en busca de la igualdad, para conseguir una igualdad entre clases sociales y la comodidad del tráfico de personas y vehículos. El ingeniero quería unir de montaña a mar y situó cada cinco calles, una calle más ancha para mejorar y facilitar la movilidad. (Como por ejemplo Gran Via de les Corts Catalanes) Otro punto a comentar es que en el Paseo de Gracia y la Rambla Cataluña, (el antiguo camino de Gracia y la vertiente natural de las aguas), respetó el diseño ya que no es exactamente paralela con las otras calles. Y por último el carácter especial que tiene la Avenida Diagonal, la Avenida Meridiana y el Paralelo, no siguen el trazado perpendicular de las otras calles, sino que cruzan de punta a punta toda la ciudad de manera diagonal, como su propio nombre bien indica, en el caso de la Avenida Diagonal. El objetivo inicial del proyecto de Ensanche de Cerdà tenía que ver con una manzana – jardín y abierta, pero poco a poco por la presión de los propietarios se aumentó la tasa de edificación en conjunto, y la falta de unas ordenanzas claras no aprobadas hasta 1891, fue cerrando las manzanas y creciendo en altura las edificaciones, lo que provocó un Ensanche edificado entre medianeras, con una mayor densidad del parcelario alrededor de un patio de manzana. ¿Hacer ciudad? Barcelona, la construcción del paisaje, 1929-1973. La anexión de los municipios a la ciudad de Barcelona en 1897 y el incremento de la población en la ciudad, que llega a principios de s.XX con medio millón de habitantes, se duplica a los 30 años y a su vez vuelve a duplicarse al cabo de otros 30 años. Esto trae como consecuencia la búsqueda urgente de soluciones a esta problemática y su incidencia en el paisaje de la ciudad, donde la clase obrera con recursos económicos bajos es la más afectada. A inicios del siglo XX la población llegaba a medio millón de habitantes por lo que la planificación del Ensanche con un alcance de 500.000 personas ya resultaba insuficiente para la problemática que tenía la ciudad y la población a inicios de aquel siglo. Su consecuencia fue que, con la poca intervención del estado, apareciera la infravivienda. EQUILIBRIO ENTRE EL VALOR URBANO Y LAS VENTAJAS RURALES ENSANCHE BARCELONA La Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América, los principios teóricos de la Revolución Francesa y los distintos movimientos utopistas dejaron sus huellas en el pensamiento de Cerdà. Los criterios y objetivos, explícitos o implícitos, del Proyecto para Barcelona rezuman humanismo por doquier y la igualdad, la libertad (la privacidad) y la cohesión social son los fundamentos esenciales de su praxis. La ciudad «igualitaria» (integralmente igualitaria) es, en síntesis, el objetivo buscado. Como lo es, también, el equilibrio entre los valores urbanos y las ventajas rurales. «Ruralizad lo que es urbano, urbanizad lo que es rural» es el mensaje lanzado al inicio de la Teoría general. Dicho de otra manera, su propósito es dar prioridad al «contenido» (las personas) por encima del «continente» (las piedras o los jardines). La forma, tema tan obsesivo en la mayoría de planes, no es más que un instrumento de la máxima importancia, aunque a menudo decisivo en exceso y a veces prepotente. La magia de Cerdà consiste en engendrar la ciudad a partir de la vivienda. La intimidad del domicilio se considera una prioridad absoluta y, en un tiempo de familias numerosas (tres generaciones), hacer posible la libertad de todos los miembros se podría considerar utópico. Cerdà cree que la vivienda ideal es la aislada, la rural. Sin embargo, las enormes ventajas de la ciudad obligan a compactar, esencia del hecho urbano, y a diseñar una vivienda que permita su ensamblaje en un edificio plurifamiliar en altura, y disfrute, gracias a una cuidadosa distribución, de una doble ventilación a través de la calle y del patio interior de la manzana. La caricia del sol está asegurada en todos los casos. La segunda gran aportación fue una clasificación primaria del territorio: las «vías» y los espacios «intervías». Las primeras constituyen el espacio público de la movilidad, del encuentro, del apoyo a las redes de servicios (agua, saneamiento, gas...), el arbolado (más de 100.000 árboles en la calle), la iluminación y el mobiliario urbano. Las «intervías» (isla, manzana, bloque o cuadra) son los espacios (100x100 m) de la vida privada, en los que los edificios plurifamiliares se agrupan en dos hileras alrededor de un patio interior por el que todas las viviendas (sin excepción) reciben el sol, la luz natural, la ventilación y la joie de vivre, como pedían los movimientos higienistas. La vialidad se organiza en forma de red ortogonal y homogénea, como instrumento de una deseada ciudad igualitaria y funcionalmente eficiente. La retícula, rasgo identificador del Eixample, no la inventa Cerdà (aunque la racionaliza al margen de la especulación del suelo o de la falta de conocimientos de los colonizadores). Más que un error es una ofensa considerar la trama regular como la única o la más importante aportación de Cerdà. La red viaria cohesiona, articula y hace homogénea a la ciudad. Es el soporte estable de unas edificaciones con variantes, con oscilaciones en altura y profundidad. El escritor catalán Josep Pla definió el Eixample «como un caos sobre un tablero de ajedrez». Es justamente en la interfase del caos y el orden donde surge y se mantiene lavida (y la libertad). Sin entrar en detalles históricos, ante el 17% de espacio vial de la ciudad amurallada, en el Eixample se nos propone el 34% (cuarenta años antes de la invención del automóvil), con calles de una anchura mínima de 20 metros y «vías trascendentales» (Gran Via, Diagonal y Meridiana), que garantizan la conexión de Barcelona con la «vialidad universal» (140 años antes de la «globalización»). Más interesante y sorprendente es el reparto a partes iguales del espacio de la calle entre peatones (dos aceras de 5 metros) y carruajes (calzada de 10 m). Para facilitar los distintos movimientos en los cruces se dobla la superficie vial mediante unos «chaflanes» generosos que recortan las manzanas cuadradas y las convierten en octogonales. Mil doscientos cruces similares a plazas permiten hoy las operaciones de carga y descarga sin interferir la fluidez del tránsito. El ferrocarril llega soterrado al centro de la ciudad y conecta las estaciones entre sí y con el puerto. Fue, de hecho, el detonante de la idea de un gran ensanche (seis veces la ciudad antigua) para responder al reto de un crecimiento previsible impulsado por la industria y hecho posible por el transporte mecanizado. Para completar la configuración igualitaria de la ciudad y el carácter humanista de la propuesta, se reparten homogéneamente por el territorio los equipamientos (hospitales, escuelas, mercados, iglesias...), las plazas y las zonas verdes, con dos grandes parques en los extremos y un parque urbano en cada «distrito» (formado por 10x10 islas). Como aportación decisiva a la aplicación del Proyecto, Cerdà propuso (y después impulsó personalmente) las bases jurídicas y económicas que, mediante la técnica alemana de la reparcelación, permitieron financiar el Plan y transformar en parcelas urbanas las propiedades del parcelario rural aleatorio y los caminos de la historia en una trama regular de calles que aún hoy es altamente eficaz para peatones y automóviles. PLAN HIPODAMICO Un plan hipodámico, también denominado plano ortogonal, equirrectangular, en cuadrícula o en damero, es el plano urbano que organiza el diseño de las calles en ángulo recto, creando zonas cuadradas o rectangulares, como una cuadrícula. Las ciudades que presentan este tipo de planeamiento urbano, en toda su superficie o solo en parte, tienen una morfología urbana perfectamente distinguible. Este tipo de planeamiento cuenta con la ventaja de que su parcelamiento es más fácil por la regularidad en la forma de sus “manzanas”. Pese a la aparente simplicidad, este tipo de plan presenta algunos inconvenientes, pues prolonga la longitud de los trayectos. Para evitarlo se puede complementar con calles diagonales que las corten. No es un trazado adecuado en ciudades de topografía abrupta. Sin embargo, es importante tener presente que este tipo de plano en su origen no fue concebido para las exigencias y las comodidades que hoy se requieren, ya que el tipo de la frecuencia y el flujo de vehículos actual es totalmente diferente al de la época en que fue ideado. Otro de los inconvenientes que presenta es la reducida visibilidad en los cruces, por lo que muchas de las edificaciones tienen chaflanes, es decir, cortes en las esquinas, de manera que la visibilidad aumenta y los edificios cuentan con una cara más. El nombre de hipodámico proviene del nombre del arquitecto griego Hipódamo de Mileto, considerado uno de los padres del urbanismo y cuyos planes de organización se caracterizaban por un diseño de calles rectilíneas y largas que se cruzaban en ángulo recto. El término ortogonal se refiere a dichos ángulos rectos. Hipódamo de Mileto Hipódamo de Mileto fue un arquitecto y urbanista griego del siglo V a. C. Aristóteles lo consideró el introductor del plano cuadriculado en las ciudades griegas. Dirigió la construcción de El Pireo por orden de Pericles. También intervino en la planificación de la reconstrucción de su propia ciudad, Mileto, y probablemente en la de Rodas. Modernamente se comprobó que el tipo de ciudad de plano regular ya había aparecido en el siglo VII a. C. y se cree que si Aristóteles atribuyó a Hipódamo su creación fue a causa de su labor teórica, aplicando sistemáticamente criterios matemáticos y físicos, y a su participación en la urbanización de grandes ciudades. Planos ortogonales anteriores A pesar de que este tipo de planeamiento urbanístico fue atribuido durante mucho tiempo a Hipódamo de Mileto, existen investigaciones que demuestran que en el Antiguo Egipto y en Babilonia había trazados ortogonales. Al parecer, estas culturas ejercieron una gran influencia sobre Grecia. Las primeras ciudades egipcias del III milenio a. C. tenían este tipo de trazado. El plano de El Lahun (en la imagen), ciudad egipcia fundada en el siglo XIX a. C. donde se encuentra la pirámide del faraón Senusert II, es una muestra de que ya existían ideas semejantes a la de Hipódamo de Mileto. Los sistemas urbanos que se originaron en Babilonia, más concretamente en Asiria, se extendieron a Etruria y Grecia. Heródoto (historiador y geógrafo griego) describió Babilonia como una ciudad de plano cuadrado de 21 x 21 km aproximadamente, con un perímetro de 85 km que tenía calles rectas que se cortaban en angulo recto unas con otras. Otras civilizaciones utilizaron en ciertas ciudades este tipo de plan urbanístico, como por ejemplo la romana y países modernos que buscaban explotar las ventajas del sistema. Grecia y Roma ortogonales Las civilizaciones egipcia y babilónica influyeron notablemente en Grecia. Los griegos concebían la ciudad como un área de dimensiones finitas, abarcable óptica y políticamente y emplazaban sus asentamientos sobre una topografía irregular. Sin embargo, a través del tempo los griegos desarrollaron un concepto urbano general. Hipódamo de Mileto tiene el mérito de cristalizar las ideas del momento en una estructura urbana característica que luego repetirán en las ciudades colonizadas: la de calles trazadas de forma regular. En el siglo V a. C., la retícula ortogonal se convierte en norma para la planificación de la ciudad, hecho comúnmente atribuido a Hipódamo de Mileto. Pero no se puede otorgar a este sistema la misma importancia simbólica que al espacio ortogonal de la arquitectura egipcia; el espacio griego fue, más bien, un instrumento práctico para facilitar la planificación y la construcción de nuevas colonias. Apoyándose en la tradición clásica helenística, los romanos adoptan y propagan las ideas urbanísticas de Grecia. El Imperio buscó trazados regulares geométricos o, en su defecto, composiciones arquitectónicas. Un buen ejemplo es la propia ciudad de Roma. PREMIO 2018 https://elpais.com/elpais/2019/10/07/icon_design/1570456123_584326.html