Subido por Guille Giménez

HISTORIA DE LOS MEDIOS

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PURA COMUNICACIÓN
CARRERA: TÉCNICO SUPERIOR EN PERIODISMO
1° AÑO
Asignatura:
Historia de los Medios
MÓDULO 1
ETER – ESCUELA DE COMUNICACIÓN
HISTORIA DE LOS MEDIOS
UNIDAD 1
Bibliografía de lectura obligatoria:
Ibarra, Diego J. (2017). “Del periodismo faccional al moderno.
Modernidad y progreso como base para su transición” (material de
cátedra)
ETER – ESCUELA DE COMUNICACIÓN
HISTORIA DE LOS MEDIOS
UNIDAD N°1
Guía Del periodismo faccional al moderno. Modernidad y progreso como base para su
transición. Diego J. Ibarra.
1. Establezca las características de la prensa faccional.
2. Visualice un ejemplo a partir del texto.
3. Explique como el contexto acompaña a la prensa faccional.
4. Establezca las características discursivas iniciales de la prensa moderna.
5. Establezca los rasgos de la prensa moderna.
6. Explique el concepto de lector potencial.
7. Explique cómo las ideas de modernidad y progreso acompañan el desarrollo de la
prensa moderna.
8. Precise como cada uno los factores mencionados intervino en la consolidación de
la prensa moderna.
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Historia de los medios
DEL PERIODISMO FACCIONAL AL MODERNO.
MODERNIDAD Y PROGRESO COMO BASE PARA SU TRANSICIÓN
Lic. Diego J. Ibarra.
Abordar los claros-oscuros y contrastes en el proceso y transformación entre la llamada prensa
faccional y la prensa moderna implica tener en cuenta el contexto y diversos factores fundamentales
para su desarrollo, entre ellos el proceso inmigratorio dado en el país a partir de iniciada la segunda
mitad del siglo XIX, como también los procesos de alfabetización, urbanización y tecnologización.
En la transición hacia una prensa moderna, aunque abundan las zonas grises, los nuevos medios se
inscriben decididamente en este nuevo tipo de prensa en contraposición a la prensa faccional:
partidaria y de tono predicativo que comienza a cerrarse de manera paulatina desde los últimos
treinta años del siglo XIX al comienzo del siglo XX, con el surgimiento de un periodismo más
informativo y profesional que empieza a abrirse a preferencias, necesidades y gustos no estrictamente
políticos o polémicos, en el que tiene mayor peso el cable noticioso y la pluma asalariada del
redactor, donde de manera progresiva tendrán cabida las noticia de todo tipo, como sostiene Jorge B.
Rivera (1990).
Rivera describe la etapa de la prensa faccional como “un diarismo cabalmente militante y político
con redactores que son ante todo figuras corrientes de las pugnas entre chupandines y pandilleros, o
crudos y cocidos (…) con salas de redacción convertidas con frecuencia en verdaderos clubes
políticos de los partidos Liberal, Federal, Nacional o Autonomista (…) un periodismo muchas veces
agresivo, personal, hiriente, fiel reflejo de hábitos muy característicos y arraigados del debate
político argentino. En este tipo de diarismo – menos informativo, en el sentido moderno y
profesional, esencialmente combativo y predicativo - encuentra amplio terreno la ejercitación de
subgéneros del discurso político, como el brulote, la diatriba, el panegírico, la difamación y la
admonición”. (1)
Esa prensa faccional, que representa a sectores políticos se caracterizará por la prédica política y será
instrumento del intenso debate previo y posterior a la sanción de la Constitución Nacional en 1853 y
especialmente durante la etapa de la Confederación Argentina (1852-1862).
Posterior a la caída de Juan Manuel de Rosas y previo a la sanción de la Constitución existía un
Congreso Constituyente deliberando, un gobierno de la Confederación Provisorio a cargo de Justo J.
de Urquiza y una prensa opositora fuertemente instalada en la ciudad de Buenos Aires.
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Publicaciones en debate
El 1 de abril de 1852 comienza en Buenos Aires la publicación de “El Progreso” que representaba las
posiciones de la Confederación encarnada en la figura de Urquiza. Se presentaba bajo el lema; “diario
gubernativo” en el que se publicaban todas las acciones y documentos del gobierno.
La confrontación como indica Néstor Auza (1978), se dio desde un principio. “El Progreso” fue
blanco del lenguaje punzante, agresivo y socarrón del diario porteño “Los Debates”, que redactaban
Bartolomé Mitre y Pantaleón Huergo entre otros. Los redactores comenzaban a criticar al gobierno y
tenían naturales divergencias con el “diario gubernativo”. Divergencias que se expresaban en lo
periodístico pero que eran divergencias políticas ya que Mitre representaba los intereses de Buenos
Aires y los porteños frente a la Confederación.
“El diario fue atacado casi cotidianamente por Los Debates que a cada paso creía ver peligros o
restricciones a la libertad y el progreso. “¿Por qué –se preguntaba El Progreso- quiere polémica Los
Debates? ¿Por qué se empeña en sublevar al pueblo contra el Gobierno, precisamente en un escrito
que es tan fácil extraviar la opinión? ¿Todos se preguntan atónitos a qué viene esta saña intempestiva
de Los Debates contra un gobierno que se desvive por organizar el país?” (2).
Esto le valió el cierre del periódico. Los sectores porteños opuestos a la nacionalización de las rentas
aduaneras y la hegemonía de Urquiza, organizan un movimiento que tiene en Mitre y Valentín Alsina
a sus principales referentes. Esa "revolución" del 11 de septiembre produjo la separación de la
provincia de Buenos Aires del resto del país, con Valentín Alsina como gobernador y Mitre como
ministro de Gobierno y encargado de las relaciones exteriores.
Un ejemplo significativo de esos tiempos de prensa faccional estaba representado por las posiciones
políticas de los periódicos e incluso por los reposicionamientos a medida que avanzaban los
acontecimientos.
Es el caso del diario “La Reforma Pacífica” que comenzó a editarse el 1 de diciembre de 1856 y
duró hasta 1861. Nace asociado a las posiciones de la provincia de Buenos Aires como sostenedor de
los intereses de los porteños en el juego político de la época. Su director Nicolás Calvo, pertenecía a
una familia de la alta burguesía comercial. Era senador desde 1855, luego diputado y previo a eso
había sido en Francia, cónsul de la Confederación y luego en el mismo cargo por la provincia de
Buenos Aires.
Si bien el diario representaba a los porteños propiciaba la unidad de todas las provincias bajo una
misma organización del Estado. “Al principio Calvo será ante todo un porteño que busca la
integración, pero por un camino propio, distinto al propiciado por Paraná –capital de la
Confederación- y, finalmente, hacía fines de 1858 y principios de 1859, se irá paulatinamente
acercando a la Confederación”. (3)
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Este cambio de postura política le valió el enfrentamiento con las autoridades de Buenos Aires y con
los diarios que encarnaban esas posturas como El Nacional y La Tribuna, fundada los hermanos
Varela en 1853, que no cesaron sus ataques hasta que cerró sus puertas en 1861, uno meses antes de la
batalla de Pavón y el triunfo de Mitre en la escena política nacional.
En un editorial de Calvo en 1857 y ante el avance de Valentín Alsina a la gobernación de Buenos
Aires pueden apreciarse los tonos del discurso político predicativo:
“El doctor Alsina por su sola presencia en el Gobierno es la declaración de guerra que abiertamente
se lanza a las provincias…no se mirará como exagerada la predicción terrible de que el Estado de
Buenos Aires llegará en el período de mando de Alsina a su total disolución y envilecimiento” (4).
En otro escrito de 1860, en las vísperas del inicio de Bartolomé Mitre como gobernador de Buenos
Aires, también se muestra el tono del periodismo de la época:
“No es un misterio para nadie que todos estos trabajos tienen el objeto final de llevar a Mitre al
Gobierno, y quien no vea que Mitre en el Gobierno es la guerra en el país, poco debe ver” (5).
Adelantaba así la política que vendría luego de que Mitre asuma la presidencia a fines de 1862 y la
acciones militares contra los últimos caudillos del interior como el Chacho Peñaloza.
El diario fue clausurado, reabierto, clausurado, varios de sus escritores-periodistas se exiliaron y
abultadas demandas judiciales con sanciones económicas, también abultadas provocaron que el diario
cierre definitivamente en febrero de 1861.
Del otro lado los diarios opositores a la Reforma Pacífica no le perdonaron, la deshonra que
significaba para los porteños haberse acercado a la Confederación y acusado de recibir alguna dádiva,
exponían en tono metafórico sus ataques y posiciones. Es el caso de El Nacional en junio de 1860
luego de la primera clausura: “La muerte del desesperado por la miseria y el hambre al que rechazó
el trabajo honrado, la muerte, olvidada y hasta del cortesano desvergonzadamente despedido, al que
buscó la fortuna y apostató de grandes deberes por el camino degradante de la adulación y el
servilismo. La vida y muerte de los diarios ofrecen también ejemplos de la alta moralidad. La
Reforma muere así con esa muerte afrentosa en expiación de sus faltas” 6).
También La Tribuna daría a conocer el cierre bajo la misma figura categórica: “Murió la Reforma”.
Estas citas evidencian la íntima relación entre “los debates políticos” y el ejercicio de la prensa como
parte de esa misma práctica.
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Con la llegada de Bartolomé Mitre a la presidencia en 1862 los temas políticos, como la
federalización de Buenos Aires1 para que sea la capital de la República y residencia de las autoridades
nacionales continuarán, en las páginas de los periódicos.
Durante la etapa faccional los “militantes” serán los escritores de esas publicaciones y sus lectores los
ciudadanos que se involucraban en la vida política o que de alguna forma tenían posibilidades de
insertarse en las diferentes áreas y divisiones del aparato estatal. Así podría considerarse a los lectores
de esa etapa faccional nítida -que va con imprecisiones de 1852 a 1870- como los ciudadanos
conocedores de esa “historia presente”.
Un primer discurso de prensa moderna
La declinación de la prensa faccional no se da en forma contundente, es una transición que se inicia
como una postura discursiva pero hará falta ahondar en los cambios sociales y sus nuevas realidades
para su concreción. Son los años en lo que surgen: La República (1867), de Manuel Bilbao, primer
diario que se venderá a 1 peso y será voceado por los primeros canillitas, además de autoproclamarse
independiente de todo embanderamiento político o facción. Este diario aclara que “la parte mercantil
será atendida como no lo ha sido hasta hoy por diario alguno”. El precio es también un factor
decisivo para la ampliación de lectores. Para ese entonces el costo de los ejemplares diarios era un
tanto oneroso lo que implicaba un público lector más reducido. Incluso El Mosquito (1863-1893) una
publicación que se ubica en la etapa inicial de esa transición o zona gris hacia la prensa “moderna”
costaba 5 pesos en sus inicios. (7)
La Prensa (1869) de José C. Paz, en su primer número se compromete a “expresar y representar la
verdadera Opinión Pública” y no “sujetarla a la nuestra, ni menos formarla o dirigirla”. La Nación
Argentina se transforma en La Nación (1870) y abandona el “puesto de combate”, para ser “tribuna
de doctrina”, manifestando la finalidad docente del diario.
11. El problema de la federalización de la provincia y de la residencia de las autoridades nacionales, pudo resolverse transitoriamente a
través de la Ley de Compromiso, por la cual los miembros del poder ejecutivo podrían residir en Buenos Aires hasta tanto se fijase la
capital definitiva de la república. En el transcurso del debate de la ley, quedaron claramente manifiestas las dos tendencias del liberalismo
porteño; los nacionalistas o mitristas, llamados "cocidos" continuadores de la política de Pavón y los autonomistas, liderados por
Adolfo Alsina, llamados "crudos", pretendían conservar los privilegios de Buenos Aires, particularmente las rentas aduaneras .Estos
nuevos partidos representaban en realidad a la misma clase social y tenían como objetivo casi exclusivo la toma del poder para
usufructuar el aparato estatal. En este período se produjo una creciente centralización del poder político donde el uso de la fuerza fue
determinante. El gobierno nacional se fue imponiendo a través de la violencia organizada por sobre otros poderes como los de las
provincias, centralizando funciones como la recaudación impositiva, la emisión monetaria, la educación y la represión.
http://www.elhistoriador.com.ar/biografias/m/mitre.php. Página oficial del historiador Felipe Pigna.
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A través de estos ejemplos se puede observar la intencionalidad por transformar esa prensa política
faccional en una prensa más amplia que buscará conquistar nuevos lectores. Un camino complejo si se
tienen en cuenta las apetencias políticas de sus hacedores. Bartolomé Mitre, ex presidente con fuerte
intervención en la vida política seguirá con apetencias presidenciales, incluso también lo intentó uno
de sus hijos Emilio Mitre. Por su parte José C. Paz también exponía intenciones similares. Los diarios
irán cambiando pero esto no significó que se convirtieran en diarios exclusivamente informativos y,
seguirán abordando la realidad desde sus miradas políticas ideológicas, más allá de presentarse como
las expresiones de un nuevo periodismo no partidario.
Factores, contexto y lectores
La nueva situación social se caracteriza por un rápido proceso de urbanización apoyado por corrientes
migratorias masivas. Se inicia de esta manera la captación de los nuevos públicos, como lectores
potenciales de esa nueva prensa que busca su lugar. La tentación es grande, la llegada permanente de
inmigrantes, su instalación en la ciudad, muchos de ellos alfabetizados, constituyen una primera fase
de la ampliación de los públicos lectores, aumento en las tiradas y organización de la empresa
periodística.
En Buenos Aires un tercio de los habitantes según acusa el censo de 1869 saben leer y otros que se
sumarán al aprendizaje de la lectura, conformarán (inmigrantes y criollos) esa masa creciente de
lectores con nuevas necesidades e intereses que los diarios buscarán satisfacer. Están dadas las bases
para el desarrollo de los llamados grandes diarios (Rusovich-Lacroix: 1986) (8), donde de manera
progresiva tendrán cabida las noticia políticas, internacionales, mercantiles, marítimas, sociales y más
tarde las policiales, deportivas, abordadas desde la opinión y la información.
En los primeros años de transición hacia la consolidación de una prensa de tipo más profesional
convivieron expresiones periodísticas de diferente tenor que venían atadas a la etapa anterior con
prácticas que van desde las más políticas con espacio para el debate en las que se despliegan los
discursos políticos a otras más heterogéneas como señala Hilda Sábato (2008):
“El diálogo y la discusión entre personajes y grupos tenía lugar en la prensa, los dirigentes o
aspirantes a dirigentes solían escribir en los periódicos, lo que los constituía en un verdadero
escenario de la vida pública. Ésta por su parte, se hizo pública a través de los diarios. La palabra y
hasta la imagen de los políticos (retratos y caricaturas) llegaban a sectores más amplios que los que
estaban involucrados en el juego partidario (…) la prensa se convirtió en un instrumento
insoslayable no sólo para los gobiernos (y sus diferentes sectores) sino también para cualquier
personaje o grupo o partido que quisiera tener un lugar en la vida política (…) (9).
El proceso de transición también contemplo la diversidad de intereses en pos de la potencialidad de
lectores en constante crecimiento.
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“En primer lugar, fueron surgiendo publicaciones que tenían otros orígenes y aspiraciones:
periódicos comerciales, científicos, literarios, de colectividades extranjeras, de grupos de artesanos y
de asociaciones diversas tuvieron creciente presencia en los principales centros urbanos. Éstos ya no
eran necesariamente el producto de iniciativas de las élites políticas letradas, ni estaban atados a
ellas, pero no eran ajenos a los debates sobre la vida nacional. Se amplió así el espacio de la
discusión pública, donde circulaban ahora nuevas opiniones y se expresaban intereses diversos, (…)
los mismos diarios políticos fueron cambiando sus formatos y contenidos. Si bien siempre hubo un
lugar para los órganos de combate, propios de los tiempos electorales, los principales periódicos de
origen partidario se convirtieron en artefactos bastante más complejos (…) se aspiraba llegar a un
público más vasto que el constituido por los simpatizantes y los militantes de la parcialidad
respectiva” (10).
El avance hacia una fórmula empresarial-profesional de esta prensa moderna no implica una prensa
apolítica o sin una ideología que defender. Los diarios seguirán informando y construyendo la realidad
política desde sus propias lecturas e interpretaciones particulares, como de intereses.
Una de las características del proceso que genera esta nueva prensa, además de la variedad de
contenidos que ofrecía a esos lectores, también estuvo marcada por la interrelación entre la
profesionalización del periodista y la constitución de la empresa periodística.
Al mismo tiempo que se consolida este nuevo contexto de emisores y destinatarios se diversifican los
productos y surgen nuevas formas de tratamiento periodístico.
Modernidad y progreso
La denominada “prensa moderna” se consolida en un proceso que descansa en dos conceptos que
fundamentan los cambios operados en esos tiempos: Modernidad y progreso.
A fines del siglo XIX, precisa Bibiana del Bruto (2012), Argentina compartía las ideas de evolución,
de progreso y la creencia en el porvenir derivado de la ciencia que había iniciado la mediación de
Sarmiento con la incorporación de los científicos europeos y la revolución darwinista. El progreso
indefinido era la posibilidad de trasladar a lo económico y lo político una multiplicidad de
oportunidades con independencia de límites fijos, a la vez que una nueva forma de ordenar lo
valorativo y lo social.
“Las ideas sobre el Progreso inundaron el pensamiento social latinoamericano del siglo XIX una vez
consolidada la revolución industrial y como propuesta modernizadora, no fueron sólo ideas sino
búsquedas de aplicaciones prácticas que deslumbraron a la vida social, económica, política y
cultural de la mayor parte de los países latinoamericanos.
(…) El pensamiento positivo del progreso como un ideal y energía que la humanidad ya no podría
detenerse” (11).
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La autora agrega que este período es conocido como del progreso, la modernización y la expansión
de los estados nacionales a partir de un crecimiento basado en la exportación – importación e
integración al comercio mundial.
Las aplicaciones del progreso se extendían a todos los órdenes sociales, pero el factor determinante
fue la expansión de la instrucción al que se incorporaron las masas heterogéneas tanto locales como
inmigrantes.
“Las preocupaciones por la técnica en Argentina que aparecieron a fines del siglo XIX y en el primer
cuarto de siglo XX ya fuere como literatura de ficción, o como ficciones científicas, en la industria
cultural, en temas literarios, en diarios de circulación masiva, en el cine, con ideas innovadoras,
circularon como un instrumento de modernización económica y como protagonistas de cambios
urbanos, a la vez que hubo una intensa propagación de los saberes técnicos”(12).
Las ideas de modernidad y progreso abarcaron también el contexto de cambio de la prensa a partir de
transformaciones sociales y políticas, que para el caso pueden observarse y relacionarse con cuatro
factores ya mencionados: Inmigración, urbanización, educación y tecnologización. Factores
intrínsecos a la construcción de una nueva idea de Nación posterior a la sanción de la Constitución
Nacional, La Confederación y la capitalización de Buenos Aires.
Oscar Terán (2004) al abordar la época, señala con respecto al impulso modernizador de finales del
siglo XIX que la misma está atravesada por cuestiones de orden social, nacional, político e
inmigratorio, al mismo tiempo que la emergencia del mundo del trabajo urbano y el proceso de
construcción de una identidad colectiva, y la pregunta acerca de qué lugar asignarles a las masas a la
luz del excepcional fenómeno de incorporación de extranjeros.
Esta idea de progreso y modernidad lo ejemplifica una carta que en diciembre de 1881 el presidente
Julio A. Roca le transmitía a Miguel Cané:
“Por aquí todo marcha bien. El país se abre a las corrientes del progreso, con una confianza en la
paz y la tranquilidad pública y una fe profunda en el porvenir. Al paso que vamos, si sabemos
conservar el juicio en la prosperidad (…) pronto hemos de ser un gran pueblo y hemos de llamar la
atención”. Estas evaluaciones se apoyaban sobre datos que revelaban la consolidación del proceso
de unificación de la nación, en el marco del crecimiento económico, acompañado de una movilidad
social ascendente y una exitosa secularización cultural impulsada por el Estado” (13).
Progreso, porvenir y prosperidad evidencian la relación existente entre la economía, la conformación
de la nación y el rol de la creciente inmigración como pivote de los cambios y transformaciones.
Como sostiene Tulio Halperín Donghi (1998):
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“A lo largo de todo el siglo XIX la inmigración fue considerada en la Argentina más aun que en el
resto de América española un instrumento esencial en la creación de una sociedad y una
comunidad política modernas” (14)
Los cuatro factores.
El desglose de estos factores constituyen un cúmulo de transformaciones que van desde: lo
arquitectónico y el trazado de un nueva ciudad más europea que deje atrás a la “gran aldea”: el
aumento más que significativo de habitantes que serán protagonistas de un proceso continuo de
concentración urbana. Un proceso de alfabetización que aumentará sustancialmente las posibilidades
de lectores vistos como lectores potenciales de esas nuevas publicaciones y las mutaciones de las
publicaciones anteriores con apetito de esos nuevos públicos. Las transformaciones tecnológicas
permitirían entre otras cosas aumentar la cantidad de ejemplares impresos en menos tiempo, y a
menor costo, presentando una variedad de propuestas acordes a las necesidades de estos nuevos
sujetos, nuevos lectores.
Las ideas de modernidad y progreso estuvieron presentes en muchas publicaciones de la época que
buscaron combinar en la práctica a los viejos y a los nuevos lectores, producto del proceso
alfabetizador; a los viejos y nuevos habitantes producto de la inmigración y la urbanización, como
también ser la portadora de la voz de la modernidad y el progreso, expresado en los diferentes
cambios sociales, entre ellos los generados por los avances tecnológico explícitos en diversas
publicaciones como una suerte de guía y destino.
La educación, las personas, la sociedad, los edificios y las nuevas tecnologías, ente otros aspectos
expusieron la representación del progreso y la modernidad. En medio de diferentes corrientes de
pensamiento particularizada en la primera etapa por el positivismo.
José Luis Romero explica el carácter que estas ideas tuvieron en los promotores del cambio en la que
se cruzaron diferentes frentes como lo económico, lo social, lo educativo:
“(…) El progreso fue la voz de orden. La instauración de una legislación laica y liberal y, sobre
todo, el desarrollo de la instrucción primaria para alfabetizar a las masas ignorantes, se
constituyeron en objetivos fundamentales. Eran los dictados del progreso y la razón (…) La
preocupación por las instituciones liberales, por la educación, el gusto por la literatura y por las
formas refinadas de vida, todo ello no era sino la espuma de una vehemente preocupación por la
riqueza (…) Y al cabo de poco tiempo y sin que fuera forzoso e inevitable, la actitud positivista se
transformó en propiedad de las oligarquías que controlaban la riqueza”(15).
En el caso del periodismo esa actitud positivista articulada al progreso se hace visible y se articula con
el periodismo moderno a partir de la exposición de hechos y datos comprobables, verificables o por
los menos creíbles desde lo verosímil de su presentación.
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El nacimiento del periodismo moderno concuerda con el positivismo y era la cosmovisión que
imperaba e impregnaba el tejido social, apunta Miguel Galdón (2012) al explicar la relevancia de los
hechos en este nuevo periodismo que toma forma y se consolida a fines del siglo XIX en términos de
prensa masiva. La síntesis sería:
“El positivismo se corresponde con la creencia según la cual la ecuación "científico = verdadero =
objetivo = formalizado = racional" y su contraria "subjetivo =
irracional = acientífico = incognoscible" categorizan plena y exhaustivamente la realidad y el
conocimiento. Tales ecuaciones, por una reducción de lo científico a lo empíricamente verificable,
llevaron a que se entendiera que todo aquello que dependía de la libertad humana comenzara a
parecer como infundamentable, como incognoscible o como irracional” (16) .
Lo importante entonces en ese tipo de periodismo son los hechos que se exponen en las páginas. Esa
concepción influyó decisivamente en el periodismo, con el paso del tiempo, en el sentido de que la
novedad se constituyó en el criterio informativo y la "actualidad", entendida como exposición y
presencia de los mismos. A medida que el desarrollo técnico-editorial lo permitía se aplicaban en las
publicaciones, diferentes posibilidades expositivas gráficas: texto, fotografía, dibujos, esquemas,
planos y las combinaciones de estos, que hacían fácilmente comprobable la propuesta de los
contenidos que relacionan el hecho, con la novedad y el progreso. Es la revista Caras y Caretas a
partir de 1898 junto a otras la expresión cabal de esto.
Dice Romero que con el paso de los años y el avance del siglo algo quedó del vigoroso impacto del
positivismo liberal, como un “vago cientificismo”, una idea de progreso y sobre todo una “filosofía
de vida” que puede formularse en términos de bienestar a partir de la concreción y satisfacción de
las “aspiraciones inmediatas”(17).
Los resultados del proceso inmigratorio se articulan con los procesos alfabetizadores como acciones
políticas del Estado que representaban la modernización y el progreso sustentados en la
visualización de un nuevo país.
Oscar Terán (2004) indica que esas políticas entre las que se ubica la educación buscaron
contrarrestar lo que se advirtió como un debilitamiento de los lazos comunitarios en la sociedad ante
el natural proceso de extrañamiento de los inmigrantes y puntualiza que:
“Ese vacío societario trató de ser cubierto por el activismo estatal, que montó un dispositivo
nacionalizador destinado a cumplir los siguientes objetivos: dotar a los inmigrantes de símbolos
identitarios para incorporarlos de manera homogénea a la nación e inducir efectos de
gobernabilidad; definir una posición de supremacía de los criollos viejos respecto de los extranjeros;
producir nuevas identidades para limitar los efectos de anomia de los recién llegados (…) construir
un fundamento simbólico estable en medio del proceso modernizador”(18).
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Este autor sitúa el proceso modernizador en un contexto positivista que en el terreno de las ideas
puede observarse hacia 1890 en el avance de la cultura científica y del positivismo, que en la
Argentina mantendrá su vigor y su pervivencia hasta 1916: “El positivismo alcanzó en la Argentina
una penetración imposible de subestimar, ofreciéndose tanto como una filosofía de la historia que
venía a servir de relevo a una religiosidad jaqueada, cuanto como un organizador fundamental de la
problemática sociopolítica de la elite entre el 80 y el Centenario”(19).
Vincula además a diferentes figuras del normalismo argentino con la recepción de esta corriente
filosófica, que sostenía que el universo era representado como un gigantesco mecanismo sujeto a una
causalidad inexorable que se identificaba con la marcha del progreso indefinido. No es casual que
José María Ramos Mejía, un medico neuropsiquiatra, desde una postura cientificista positivista,
publicará en 1899 Las multitudes argentinas, donde la moral y las conductas de las masas se rigen por
las mismas leyes que la física, haya sido presidente del Consejo Nacional de Educación hasta su
muerte en 1914.
La educación como vehículo de progreso personal, además de vehículo de una política de
estructuración de un orden social, no oculta datos concretos de ese progreso necesario para la
modernización del país.
Desde una mirada política ortodoxa, Jorge Ramallo coincide con Oscar Terán en la instauración del
proceso educativo:
“En la época de la Nueva Argentina cosmopolita (1880-1916) de predominio de la filosofía
positivista, el normalismo como corriente educativa emanada de las escuelas normales, extendió su
influencia a toda la República a través del imperio de la ley 1.420 de educación común, convirtiendo
en realidad el ideal de Sarmiento de “hacer del país una escuela”. Del 71% de analfabetos
registrados en el Censo Nacional de 1869, se pasó al 54% en el de 1895 y al 34% en el de 1914. Así
mismo, se elaboraron numerosos proyectos y se sancionó la ley que debía regir el funcionamiento de
las universidades nacionales”. (20)
Las estadísticas censuales indican que en Buenos Aires para 1895 de 600 mil habitantes, el 74% eran
no nacidos en el país, la mitad de origen italiano. La idea de modernidad y progreso contenía la
transformación social y un esquema económico-productivo, a partir de la inmigración y su
correspondiente mano de obra.
Horacio Vázquez Rial (1996) cita que “la idea alberdiana de gobernar es poblar abrió un proceso
migratorio progresivo: en la ciudad en 1869 de 180 mil habitantes el 67 % eran extranjeros y hasta
1914 habían ingresado por el puerto de Buenos Aires unos 3.300.000 inmigrantes” (21).
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En este nuevo escenario se desarrollarían los cambios que expondrían un nuevo paisaje social: Los
hitos que manifestaban la modernidad y progreso ya podían enlistarse en una secuencia de
incorporaciones y transformaciones urbanas anteriores que tendrían continuidad: 1856, primer
suministro de de gas para iluminación de casas y calles del centro; 1868 primera planta de aguas
corrientes; 1874 primera comunicación telegráfica internacional; 1875 el ascensor hidráulico; 1878
primera comunicación telefónica y primera exhibición del primer fonógrafo; 1881 inicio de la
explotación comercial del teléfono; 1882 instalación de la primera central eléctrica; 1892 circula el
primer automóvil, 1895 se conoce el kinetoscopio y en 1896 el cinematógrafo de los hermanos
Lumier; 1897 primer tranvía eléctrico.
Entrado el siglo XX siguieron los hitos y al mismo tiempo se profundizaron los existentes: 1903
comienzan a circular los primeros taxímetros y en 1904 el ómnibus automotor, lo cual explicita el
constante desarrollo urbano y poblacional.
La modernización y el progreso modificaron el uso de los espacios públicos, como también los
espacios para el esparcimiento, tiendas, confiterías y paseos. El puerto proyectado por Eduardo
Madero concluyó su obra en 1898. En 1894 se inauguró la Avenida de Mayo y luego de 1910 la
apertura de las diagonales Norte y Sur reafirmaron la centralidad de la Plaza y la zona. Por su parte
los barrios se iban extendiendo hacia el interior: norte, sur y oeste. El oeste con el inicio en 1913 del
primer servicio de trenes subterráneos, de Sudamérica y por el Ferrocarril del Oeste, cuadriplicó su
población entre 1904 y 1914, pasó de 106 mil a 456 mil habitantes. La población total de la ciudad
había crecido en ese período de 951 mil a 1 millón 575 mil (22), enumeran Braun y Cacciatore
(1996) .
El surgimiento de escuelas, hospitales, clubes, sociedades de colectividades y otras instituciones con
actividades culturales y comerciales iban acompañando el crecimiento poblacional, que revistas como
Caras y Caretas registraban en todo momento, tanto ladrillos y edificios como el avance de las
personas. Los hijos de inmigrantes y criollos –una parte- se constituyen como un grupo que
vivenciaba al trabajo y al estudio como vías de progreso en la escala social y económica, para ser un
profesional o iniciarse en la actividad comercial, industrial o participar de la función pública. Estos
sectores serían los nuevos lectores que año a año hacían aumentar la tirada a estas
publicaciones: diarios y revista.
Por otra parte los sectores menos favorecidos irían engrosando las filas de la creciente clase obrera,
que a fines del siglo XIX representaban más de 23 mil establecimientos, situados en su mayoría
alrededor de Buenos Aires y empleaban a más de 170 mil personas (Vázquez Rial 1996). Esos
sectores inmigrantes o criollos que se incorporaban a la vida urbana también se instalarían en los
conventillos, que para 1904 eran habitados por el 15% de la población, ubicados básicamente en la
zona sur. El 22 % de estos conventillos no poseían baños de ninguna clase (Suriano 1983) (19). Esa
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12
realidad de los sectores obreros en crecimiento iba acompañada por otros periódicos gremiales,
anarquistas, socialistas con objetivos orientados a la denuncia de injusticias y a una nueva mirada
política como el diario La Vanguardia que dio origen al Partido Socialista o La protesta humana de
cuño anarquista.
La transición: síntesis.
El camino hacia la modernización de la prensa fue un proceso con zonas grises e irregulares que
comenzó a insinuarse aproximadamente en 1870. Se pueden mencionar los surgimientos de los diarios
La República, La Prensa y La Nación como intencionalidades de un nuevo tipo de prensa. Por lo
menos en sus proclamas iníciales como abandono del periodismo partidario combativo y apertura a
contenidos para un nuevo público lector más amplio, diverso, producto de la constitución de nuevos
sectores de base inmigratoria y criolla, no necesariamente participes de las disputas políticas
anteriores y posteriores a la Constitución Nacional.
Aquellos lectores potenciales reclamarán nuevos contenidos y materiales que excederán a las
publicaciones partidarias en pugna por el poder.
La nueva situación social se caracteriza por un rápido proceso de urbanización apoyado por corrientes
migratorias masivas. La inmigración produjo una mayor cantidad de habitantes y a la par una
creciente concentración urbana, que facilitaba la distribución, al mismo tiempo que un aumento de los
sujetos alfabetizados que determinó el surgimiento de lectores potenciales. El desarrollo tecnológico
y sus incorporaciones en el ámbito de las imprentas generaron un incremento en la velocidad de
impresión y cantidad de ejemplares a precios más bajos.
Se trataba de ganar lectores en un mercado creciente por las nuevas necesidades y demandas de esos
nuevos públicos. Para eso operaron cambios en la distribución y venta. Si bien las suscripciones
continuaban los diarios salen a buscar al público a la calle y a disputarse esos nuevos lectores.
La modernización incluyó el paso hacia la profesionalización que tuvo a la “noticia” y la diversidad
de noticias como una esencialidad y argumento central para captar a esos públicos, para lo cual los
periodistas-reporteros debían informar de forma más “autónoma”.
No siempre lo que se proclama en sus slogans o idearios manifiestos se concreta en la realidad del
medio. La Nación seguirá apoyando la política de Bartolomé Mitre a la par que va camino a
constituirse en una empresa y La Prensa tomará posiciones frente a las políticas que no concuerden
con su postulación liberal del periodismo. No obstante estos medios amplían la base de lectores.
La prensa se convirtió en una pieza clave de la modernización social y política y en instrumento de la
“proclamada” forma de vida republicana. Un actor importante en ese nuevo escenario.
Una de las características del proceso que genera esta nueva prensa, además de la variedad de
contenidos que ofrecía a esos lectores, también estuvo marcada por la interrelación entre la
profesionalización del periodista y la constitución de la empresa periodística.
12
13
Al mismo tiempo que se consolida este nuevo contexto de emisores y destinatarios se diversifican los
productos y surgen nuevas formas de tratamiento periodístico. En estos contextos como se mencionó,
se ubicó Caras y Caretas y se convirtió en una de las expresiones más acabadas del reflejo de la
modernidad y el progreso.
13
14
14
15
Bibliografía
1. Rivera, Jorge B, 1990: “De la facción al folletín”, en diario Clarín, 23 de agosto,
suplemento Cultura y Nación, página 2.
2. Auza Néstor (1978): El periodismo de la Confederación 1852-1861. EUDEBA. Buenos
Aires.
3. Idem. Op. cit p. 155.
4. Idem. Op cit. P 162.
5. Idem. Op cit p 181.
6. Idem. Op cit p180.
7. El cumpleaños de El Mosquito. Ed. Eudeba. Serie del siglo y medio. Buenos Aires.
1964.
8. Brenca de Rusovich, Rosa María y Lacroix, María Luisa, 1986: Los grandes diarios, en
Historia del periodismo. CEAL, Buen Aires.
9. Hilda Sábato ((2008): “Nuevos espacios de formación y actuación intelectual: prensa,
asociaciones, esfera pública (1850-1900) en Historia de los intelectuales en América
Latina. Carlos Altamirano. Buenos Aires, Editores Katz, pág. 395.
10. Hilda Sábato, op. cit., pág 396.
11. Del Bruto Bibiana (2012): “De las ideas de progreso en el siglo XIX a la sociedad del
conocimiento del siglo XXI” en memoria de la I Jornadas de estudios de América latina
y el Caribe. http://uvla.blogg.lu.se/2012/10/11/de-las-ideas-de-progreso-en-el-siglo-xixa-la-sociedad-del-conocimiento-del-siglo-xxi-por-bibiana-apolonia-del-brutto/.
Recuperado 30 de marzo de 2014.
12. Ídem. Op.cit
13. Oscar Terán (2004): Ideas e intelectuales en la Argentina 1880-1980, en Ideas en el
siglo. Intelectuales y cultura en el siglo XX latinoamericano. Siglo XXI Editores
Argentina. Buenos Aires.
14. Tulio Halperín Donghi (1998): “¿Para qué la inmigración? Ideóloga y política
inmigratoria en la Argentina (1810-1914)”, p. 191, en El espejo de la historia.
Problemas argentinos y perspectivas hispanoamericanas, Editorial Sudamericana,
Buenos Aires.
15. Romero José Luis (1967): “Latinoamérica: situaciones e ideologías”. Buenos Aires.
Ediciones Del Candil, pág 49.
16. Galdón Gabriel (2012): “La documentación como factor del saber periodístico”, en
www.unav.es/fcom/comunicacionysociedad/descarga_doc.php?art_id. Recuperado 29
septiembre de 2013.
17. Romero José Luis (1967) : “Latinoamérica: situaciones e ideologías”. Buenos Aires.
Ediciones Del Candil, pág 50,
18. Oscar Terán (2004): Ideas e intelectuales en la Argentina 1880-1980, en Ideas en el
siglo. Intelectuales y cultura en el siglo XX latinoamericano. Siglo XXI Editores
Argentina. Buenos Aires, pág 17.
19. Ibid, pág 18.
20. Jorge M. Ramallo: “Etapas históricas de la educación argentina” “”Sexta etapa:
Positivismo y normalismo”, en www.argentinahistorica.com.ar recuperado 3 de mayo
de 2013.
15
16
21. Vázquez Rial, Horacio: “Superpoblación y concentración urbana en un país desierto”
en Buenos Aires 1880-1930. La capital de un imperio imaginario. Buenos Aires.
Alianza Editorial, 1996.
22. Braun Clara y Cacciatore Julio: “El imaginario interior: el intendente Alvear y sus
herederos. Metamorfosis y modernidad urbana”, en Buenos Aires 1880-1930. La
capital de un imperio imaginario. Buenos Aires. Alianza Editorial, 1996.
23. Suriano Juan: La huelga de inquilinos de 1907. Buenos Aires. Centro Editor de América
Latina, 1983.
16
ETER – ESCUELA DE COMUNICACIÓN
HISTORIA DE LOS MEDIOS
UNIDAD 2
Bibliografía de lectura obligatoria:
 M.B de Russovich / M.L Lacroix: “Los grandes diarios”, en
Historia del periodismo en Argentina. CEAL. Buenos Aires.
 Jorge B. Rivera: “El escritor y la industria cultural. Un canino hacia
la profesionalización”, en Historia de la literatura argentina. CEAL.
Buenos Aires 1980.
 José A. Saldías: “Yo quiero ser periodista”, en La inolvidable
bohemia porteña. Editorial Freeland. Buenos Aires 1968
CIENGIAS
DE
LA
CQMUNlCA.CION
SaJd(a:s
JOSÉ
AATONtQ $AlotAS: --~ -~-.
...
"Yo quiero ser periodista" y "Pundamos Crítlca", en
La inolvidable bohemia porteña,
Ss, k", Ed, Freeland, 1968, pp, 25-35 Y 131-~41,
"YO QUIERO SER PERIODISTA"
Llegada a "La Razón" y encuentro con
Morales. - El empleo y los compañeros
- Una crónica de dieciséis carlllas,
El colchón y el baúl hicieron su peregrinaje
por hoteles y pensiones, hasta que agotados
mis recursos necesité pedir auxilio.
Mi tía Barbarita fue la elegida. Oponente de
mi padre, naturalmente, me creía, además, el
muchacho más inteligente
del mundo, de
modo que entre iJesús, María y José!, me
ofreció su casa
Pero aquello no era mi solución. ¿Vivir con el
rezongo permanente de una tía que había de
meterse en todas mis rnuchachadas? ¡No!
De la Escuela Naval traía la costumbre de
plantear los problemas en sus términos estrictos. Yo no necesitaba el santo techo de la
casa familiar, sino unos cuantos muebles que
mi tía tenía arrumbados en una pieza de cachivaches.
"-Querida
tía: déjame hacerme
"tu casa me rnlrnarfasmucho.
hombre.
En
Sólonecesíto
algunos muebles que no usas para ponerme
una habitación ... ¡Ya la lucha!
Debía haber estado magnífico en aquel primer"sketch" representado en mi vida, porque
mi tía Barbarita, abrazada a mí y haciendo
pucheros, me autorizó a !Ievarme sus muebles y me deslizó en el bolsillo del saco un
billete de cien nacionales.
quina de Inclán y Luca. A una cuadra terminaba el recorrido del 16, tranvía del Angla, y en
el carromato aquél me decidí a buscar trabajo "
una vez que estuve instalado.
Un diario había entonces que me llenaba fa
imaginación de posibilidades: "La Razón", fundada por don Emilio B. Morales, del cual había oído a mi padre expresarse con cariño.
Hallábase su redacción en la calle Florida al
300 Y tenía una salida complementaria
por
Sarmiento, hacia la mitad de la cuadra, salida
que más de una vez ha de ser mencionada
en este relato.
Con la decisión que he sabido tener desde
que empecé a ser ciudadano, una mañana
subí los peldaños de madera de la escalera
de "La Razón",
La redacción hallábase en plena tarea. Nadie
en el recibimiento. Salí a un amplio patio pa-.
vimentado con grandes cuadrados de grueso
cristal y pude observar al único personaje que
andaba por allí.
Era un hombre mediano de estatura, con pelo
reAegnoo,
tez aíndiada; qué iba de puerta
en puerta repartiendo gritos y hojas de papel
con anotaciones.
la
Contrastaba con su tipo aborigen, el elegante
traje de corte inglés que usaba con soltura y
la emisión gutural de las erres que rasgaban
el aire,
Cuando volvía con las manos vacías tropezó
conmigo y gritó:
Uná redacción porteña
-y vos, ¿qué quegués?
En catorce pesos alquilé una pieza en una
casa de! arrabal sur, Corrales, cerca de la es-
-Yo
quiero ser periodista
-contesté, tomado
CIENCIAS
Saidtas
DE
LA
COMUNICACION
vía a colgar sobre su ancha frente. Tomé
asiento al otro lado de la mesa de Méndez.
de sorpresa.
Jamás había escuchado yo una carcajada
semejante por fa sonora y sostenida. Algo por
el estilo debió ocurrirtes a las redactores, pues
en todas las puertas aparecieron con las plumas en las diestras,
-No te quedés sin hacer nada, Leé los diarios. Ahí los tenés. Si ves algo interesante, me
avisas para comentario.
A la caza de noticias
Morales, que no
llevó consigo.
-¿Cómo
otro era mi interlocutor, me
te lIamás?
Al oír mi ape!lido, su rostro cambió de expresión.
Todo el mundo escribía en medio de un silencio penetrante. Empecé a sentirme chiquito.
Aquello era el periodismo en serio. Nada de
"semanas chichonas" y tonterías que me habían llenado la cabeza
Como si hubiera pensado aquello en voz alta
y se hiciera patente mi desconsuelo, la voz
de Botana me reclamó:
-¿Hijo de Adolfo? ¿El marino? ¿Te peleaste
con tu padre? ¿De vegas quegués ser
peguiodista? Bueno, vení. ..
Cruzamos el patio. En [a pieza de [a derecha
del zaguán, tras un escritorio, un hombre escribía afanoso.
-Foppa
Le vaya presentar al nuevo
gueporterg Saldfas... Hay que baqueteaglo...
Es novicio, pero tiene buena sangre ...
--Che, pibe. andate a la Asistencia Pública, a
ver si hay alguna novedad.
Ya aliviado, imbuído de mi nueva función, salí
hacia e! viejo edificio de la calle Esmeralda.
Sin saber por qué, tenía la sensación de que
empezaba el capítulo importante de mi vida.
Una hora después volvía sin información alguna.
Foppa sacudió su gran melena, sonrió con su
boca de oreja a oreja y tomándome cordialmente por un hombro me estrechó la mano.
--Che, pibe. Andá a Mihanovich ...
-Venga conmigo. Le voy a presentar a los
muchachos.
--Che, pibe, andá al Departamento de Higiene...
o
Cruzamos a [a amplia habitación de enfrente.
Y nada, nada, Mi requisitoria se estrellaba
contra
un
hermetismo
invariable,
insobomable ...
-Muchachos,
el Benjamín de la redacción,
el chico Saldías. Natalio Botana, jefe de reporteros, su jefe inmediato. Angel Méndez,
Nemesio Trejo, Teodoro Berro, Emilio
Ramírez, Velazco, BuffaJinL.
Méndez me observaba con una sonrisa socarrona, pero no ofensiva. De vez en cuando
me preguntaba con retintín:
-¡Sentate, pibe!... -Era un mocetón alto y
despeinado. Su rostro moreno irradiaba simpatía Cruzadas sus largas piemas y sentado
de costado a la mesa, escribía sin descanso.
De tanto en tanto dejaba el cigarrí!lo entre sus
labios y aquella mano abierta como un peine
enorme recogía y echaba hacia atrás un gran
mechón d~ cabello negro que al minuto vol-
-¿Cómo van esas noticias? -y ante mi gesto
de desaliento agregaba: -Noticias hay, hay
que encontrarlas ... ¿Cómo? ¡Ah, m'hijito! En
cuanto lo descubras ya 50s periodista ...
Tenfa razón Méndez. Empecé a recorrer la
casa caviloso. Allí, en sus escritorios de "so58
CIEJI;CIAS
DE
LA
COMU~ICACIPN
Saldtas
cíales", Julio y Josué Quesada fl.lterTJ.aban su.. E~~
yO. cavilando, a las tres de la tardo,
labor con Témperiey. En la secsíén T"$~ros, . sobre el problema aun ir1§9ll.lbk? .Q~ m,i ~:.::
Nicolás Barros, Samuel Limnig y Manolo
Frexas, que compartía el archivo y la crónica
de género chico con Emilio Dupuy de Lome;
Nemesio Trejo, con sus maneras campechanas, me atrajo de inmediato. Cuando dejaba
de escribir" me llamaba para charlar; contándome lances que empezaron a situar en mi
espíritu el concepto de lo popular.
La nueva vida
Las mismas maneras de aquellos compañeros que al salir para almorzar me invitaban a
que los convidara a tomar un vaso de vino
quinado, en el célebre barrilito de la Franco
Inglesa, me sirvieron de índice.
Yo estaba habituado a los modales corteses,
limpios y cultos de la Escuela.
ción, cuando oí gran alqazara en Una de las
salas próximas: la de "sociales",
¿Qué había pasado? Pues ahí era nada el
tole tole que se había armado.
He dicho ya en otra parte de esta crónica que
Josué y Julio Quesada tenían de ayudante en
esa sección a Alfredo Témperley. Era este
compañero un hombre recio, semicalvo, jovial, con unos grandes
bigotes
que lo
aviejaban y un abdomen que denunciaba sus
propensiones pantagruélicas.
Se ocupaba en la sección "sociales", de los
enfermos, los viajeros, las traslaciones, etc.,
para lo cual tenía exclusivamente un teléfono
independiente.
Parece que el doctor M, F., hombre de 74 años
bien galopeados,
hallábase muy enfermo.
. Témperley tenía la: nota necrológica preparada e inclusive compuesta en el taller, y mientras tanto se dedicaba a "vigilarlo".
Estos hombres procedían con una liberalidad
desconcertante.
Pero
aquella
misma
despreocupación
era
más
cómoda.
Parecíame más sincera.
Pero pasaban los días, y cuando Témper1ey,
sobre las tres de la tarde, preguntaba por el
estado de M. F., le decían que estaba mal,
que había mejorado algo, ete.
Recordaba que por descuido había dejado de
saludar a un compañero, lo que originó tal incidente que después del toque de "silencio"
hubimos de ir a la plaza de armas a rompernos las narices.
Lo cierto del caso es que, vaya a saberse si
por obsesión o porque realmente no ocurría
nada, Morales les había dicho a los Quesada
que en "socíaíes'" no pasaba nada, lo que
periodísticamente
tíenen una sjgnjfic~ción
mortificante.
Aquí, de pronto, Buffalini venía preocupado
con problemas sentimentales y no saludaba
a nadie. A los quince minutos, capitulaba, y
con lágrimas en los ojos nos contaba su conflicto.
Quesada
Pasaron días de desconcierto sin conseguir
una noticia. Todo lo que había logrado hacer
eran tres gacetillas sobre bailes a realizarse
un sábado en los centros sociales de entonces, y cuando las busqué en la columna. correspondiente, no aparecían ... ¿Estaban mal
redactadas? No. Había un gran aviso de liquidación. Sobraban diez centímetros y fueron mis tres gacetillas ...
llamó a Témperley.
-Ché,
Témperley,
¿qué pasa? -le
dijo
Josué--¿Qué
pasa que no pasa nada ni en
la 3a ni en la 4a?
Esas era las dos ediciones
entonces.
-Y.., estoy con el doctor
caer, pero se aguanta ...
Una necrología demorada
59
de "La Razón"
M. F., que está al
--
CIENCIAS
Saldtas
----._-----
DE
--...,...,.-----~.~~.~--.~,-.:.-.,-------.-~.....::.y...~'_._.~-._---'- .. ~:.~~
LA
-Lo que sea, che, Témperley, pero es necesano hacer algo. Morales se queja.
-¿ Vos eras guarda de "La Capital"?
Entonces Témperiey, en plena obsesión, fue
al teléfono y, cuando le contestaron, preguntó:
-De
"La Razón", señorita.
COMUNICACION
¿El doctor M. F.?
De allá le habrán contestado:
-Sí. En Montevideo
lo era. Mí vieja era lavandera y mi padre enlazador:. Allá, en Rosa~
río, en la Colonia. En Montevideo quise esíudiar. ¿Con qué? Entré de guarda de tren y así
llegué a la Facultad hasta que la última
intentona revolucionaria blanca nos mandó al
tacho en mi tierra
_iEstá mal!
-¿ y cómo te libraste?
-¿Muy
mal, señorita? ¿Cómo? ¿Agonía? ...
y dígame, señorita, ¿no me podría informar
si se morirá para "la cuarta"? (Se refería a la
cuarta edición del diario).
El consejo de Méndez
-Un día por un descuido, tuvimos un choque
y yo pasé el parte en verso. En la gerencia
me pagaron y me dijeron que fuera a los diarios a versear. Les hice caso a los tranvíanos,
Y aqu í estoy.
-Pero
hay que verte escribir y le decís a ese
"ispetor" que engrasas las máquinas.
Aquel episodio
me avivó un poco sin
engallarme. Era preciso que yo encontrara que
debía revelarme periodista intuitivo a los ojos
de mis compañeros de redacción.
-No,
gracias. Vengo cansado del diario.
-En esta vida hay que achicarse cuando hace
falta. ¿Qué hubiera ganado con decirie la verdad? ¿Explicarie lo que quiere decir editorial?
¿ Ves? Y ahora, oíme pibe. Yo tengo un gran
respeto por tu padre historiador; me lo sé de
memoria. Aunque estés peleado con él, como
dice el refrán: hijo e tigre, overo ha de ser...
No te desanimés porque te esté pasando eso.
Esforzate. Sabé que están por echarte porque no servís para nada, Desmentí eso y no
te echan. Ahora te van a dejar en el servicio
telefónico de las noticias que la agencia de
"La Razón" pasa desde La Plata. Tenés que
recibirtas y redactartas, lIevarlas a la imprenta y esperar la "cuarta" a ver como salen.
-¿En
qué diario estás?
=Pero,
Esa tarde, cerca del anochecer, salimos juntos con Méndez. Tomamos juntos e116. Cuando estábamos a la altura de Pueyrredón subió un inspector a revisamos los boletos, yal
a1argarle Méndez los nuestros, el hombre,
asombrado y gozoso, exclamó:
-¡Méndez!
¿Sos vos? ¡Tanto tiempo! ¿Porqué te fuiste de "La Capital"? Yo seguí. .. Ya
ves, ahora soy "íspetor" ... Ahora, cuando termine, bajamos ...
-En
"La Razón".
-Sí, pero escuchame bien. El periodista escribe para interés del público. Has leído diarios y novelas. Me has contado lo de tu periódico imitando el tono festivo de los semanarias consagrados. Bueno. Ahí está la cosa. Si
de policía: Sherlock Holmes; sí de C8$a de
Gobierno, recordá el cliché de esa información. Si fallecimiento "e! amplío círculo de sus
relaciones", "causó honda consternacíón", etc,
¿Me entendés?
.L Y que hacés allí? ..
_Engraso
editorialista
-Te
las máquinas
de entonces.
-contestó
el
felicito. Bueno, será otra vez. ¡Adío!
Ya nos tuteábamos
ción suya
con Méndez, por imposi-
-.
por lo menos, tendré noticias.
60
CIENCIAS
-Creo
-
DE
LA
que sí ...
COMUNICACION
SaIdÚ14
~ -".¿Sena aquél mi-díadeCisfvo? Lavoz de Foppa
me llamó a fa realidad.
Hasta mañana, pibe ...
.y Méndez descendió del tranvía en Moreno y
Urquiza.
El "servicio"
de La Plata
-Vea, pibe. Lo'vamos a destinar al servicio
de La Plata. Después de las doce, la agencia
llama. Usted toma las noticias, las redacta,
las lleva al taller y se va a su casa hasta mañana
-Muchas gracias, Foppa. Eso quiere decir
Pude apenas dormir aquella noche, a saltos,
que no sirvo para nada.
agitado por inquietudes insólitas. En toda mi
vida jamás una preocupación me había des-No se ponga así, pibe. Míreme, yo tengo
velado. Pero el tono sincero y amistoso, aundiez años más que usted y estoy trabajando.
que desconcertante, del discurso de Méndez
me había entrado. "Sabé que están por echar- _ ¿Cómo no lo va a hacer usted?
te porque no servís para nada. Desmentí eso
-Basta, señor Foppa ...
y no te echan".
Sin saber por qué, en vez de desanimarme
aquello me encendía de valor. Deseaba que
amaneciese para vestírme y correr a la redacción. Iban a ver como no era tan fácil echarme disponiendo de mi capacidad como cosa
propia.
La silueta de doña Luisa golpeándome los
cristales del otro lado de la puerta me volvió
de mis reflexiones.
En tanto, Botana y Méndez, Berro y Trejo,
Josué Quesada y Morales, seguían observándome.
Cuando, de pronto, una mañana a las doce,
en el momento en que volvía de convidar con
los últimos diez pesos el vino quinado de mis
amigos, llegué en el instante justo en que fa
agencia de La Plata pasaba telefónicamente
una información ímportarue
-Son las seis. Le traje el café con leche,
perque se siente más fuerte per el trsbeca
-Gracias,
Uno, dos, tres días, tomando las noticias de
La Plata. "Nada. Yo no sirvo para nada", me
estaba diciendo, porque en las noticias de la
agencia predominaba un tono familiar tan
insustancial, que predecía mi fracaso.
doña Luisa.
La encargada de la casa me daba el café con
leche, y un plato de sopa con pan a la noche,
compensando mi preocupación de enseñar a
leer a unos hijos suyos que no iban al colegio
porque andaban todo el día trayendo y llevando ropa para lavar y planchar, pues ya se leía
en el letrero colocado en su ventana: "Se lava
y plancha".
Un crímlnal y la oportunidad
.
En Río Negro, un hombre que era capataz
de una estancia, había enloquecido y había
empezado a las puñaladas eliminando a toda
la familía.
En mi interior se entablaba de inmediato una
Me levanté de un salto. Como nuevo. Hice mie., lucha. El telegrama era escueto. Mencionaba
flexiones, tomé el desayuno, me vestí, e imlisa y llanamente los nombres de las víctimas
paciente, en un bailoteo inevitable de las pierde ese bárbaro atentado y especificaba la
nas, aguanté como un suplicio los cincuenta
edad de cada víctima con la cantidad de puminutos largos que el carromato tardaba en
ñaladas que había recibido.
dejarme en Sarmiento y Florida, a pocos metros de la puerta del diarío..
Ante mí se alzó la figura monitora de! negro
Angel Méndez, diciendo cuánto debía hacer
61
(,
--. - -- - r -.:--
.-
--
--":
..
-
--'
-
- :.::::.
~-
.'
SaldÚIS
CIENCIAS
DE
LA
en nombre del períodlsmo.
Parecía resonar en mi oído su consejo:
policial, Sheriock Holmes, .."
"Si
Tuve un minuto dubitativo. Luego, de un solo
envión empecé a planear. El crimen de Río
Negro. La ferocidad de un criminal singular.
El lugar del suceso. El móvil del crimen.
COMUNICACION
te jurada, lo que mi pobreza me obligaba a
hacer para defenderme. Años después, el
gallego Lazcano, nuevo dueño de aquel bar,
me decía que aquello formaba parte de su
negocio, pues "estaba previsto",
A las seis de la tarde, cuando salió la "cuarta"
de la "La Razón" subí las escaleras de la calle
Florida.
Morales gritaba:
Inmediatamente empecé a redactar de acuerdo
con ese sumario la gran noticia para el diario.
Recuerdo que escribí, escribí carillas. Me sentía casi orgulloso pensando que escribía las
carillas como se las había visto escribir al
Negro Méndez.
-¿Quién
ha escrito este crimen? Trejo no estaba ... ¿Quién fue? ...
Nadie contestaba.
Yo, pálido, no obstante el colordeñnitivamente moreno de mi tez, me presenté.
Cuando terminé de inflar el telegrama con los
lugares comunes de "e! teatro del suceso", "as
víctimas", "el victimario", "el móvil del crimen",
ete ... , había escrito dieciséis caríllas.
-Va,
señor.
-¿Vos?
Salí de "La. Razón" de Florida, su redacción,
hacia el taller. El taller estaba ubicado en la
calle San Martín, entre Rivadavia y Barto!omé
Mitre, donde hoy está el BancoArgentino-Uruguayo. Llegué aHí con mis carillas ante
Andrade, el regente del taller, un rubio bigotudo que se creía el dueño del diario.
**********************~*.*****
FUNDAMOS
"CRITICA"
El secreto de Botana. - Los sucesos en
verso yel diccionario lunfardo. - Exito
periodístico y dificultades económicas.
- Pulsando el sentido de lo sensacional.
-Bueno,
muchacho, te diste el gusto. Así, a
ojo de buen cubero, me parece que ganás ...
¿Quién -era capaz de mandarme
a casa?
Ambulé por el centro. Ahí no más, en San
Martín y Bartolomé Mitre, estaba una casa de
sándwiches. Tenía la referencia de la redacción de que podía comer diez sándwiches y
acusar cuatro. El gallego" Ramírez decía que
estaba previsto.
Botana me esperaba con Méndez en un café
solamente frecuentado por hombres de negocios, en Rivadavia y Maipú.
Hacía unos meses dejamos
"Sherlock
Holmes", una gran revista, la primera de carácter policial que se publicó entre nosotros,
editada por Coltella y dirigida por Juan Clara,
y habíamos hecho una fructuosa gira por toda
la república.
Yo tenía dieciocho años, un peso y cuarenta
y hambre, Entré en el bar. Empecé a comer
sándwiches, puse la moneda para el vaso de
vino, y por primera vez en mi vida aboné treinta
centavos por ocho sándwiches que había comido.
El proyecto planeado durante nuestras largas
tertulias, ese gran diario con el que Botana
soñaba siempre, se iba a concretar.
Así empecé a sentir la voluptuosidad de mentir como en una declaración espontáneamen62
ETER – ESCUELA DE COMUNICACIÓN
HISTORIA DE LOS MEDIOS
UNIDAD 3
Bibliografía de lectura obligatoria:
 Martin Sivak:
- “Clarín: el gran diario argentino: una historia”. Primer tomo.
Prólogo. Editorial Planeta. 2013
- “Clarín. La era Magnetto”. Prólogo. Editorial Planeta. 2015
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