Subido por Delmer de la Cruz

Baroody Arthur - Matematica informal

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EXCLUSIVAMENTE PARA USO INTERNO
ody, Arthurr J. (1997)), “Matemá
ática inform
mal: el passo intermedio esencial”,
Baroo
“Técn
nicas para contar”
c
y “D
Desarrollo del número””, en El pensamiento matemático
m
de
los niñ
ños. Un ma
arco evolutiivo para ma
aestros de preescolar, ciclo inicia
al y educacción
especcial, Genís Sánchez Barberán
B
(ttrad.), 3ª.ed
d., Madrid, Visor (Aprrendizaje, 42),
4
pp. 33
3-47, 87-10
06 y 107-14
48.
1
Digitalizado por: Alfredo Téllez Carranza
EXCLUSIVAMENTE PARA USO INTERNO
Matemá
ática info
ormal:
El pa
aso inte
ermedio esencia
al
¿Llegan los niños a la escue
ela con unos
u
cono
ocimientos matemáticcos
Qué papel ha desemp
peñado la experiencia
e
e
signifiicativos? ¿Q
concreta, especialme
nte
el con
ntar, en el desarrollo
o histórico del conocimiento ma
atemático? ¿ Cuál ess la
natura
aleza y el alcance de
d la mate
emática na
atural de lo
os niños? ¿Por qué es
imporrtante que lo
os niños do
ominen la matemática
m
formal y cu
uál es la me
ejor manera
a de
abord
dar la instru
ucción inicia
al? ¿Cuále
es son las consecuenc
c
cias de passar por alto
o la
matem
mática de lo
os niños?
A) EL CONOCIIMIENTO MATEMATI
M
CO DE LO
OS
PREESCOL
LARES
Toda compre
ensión teórica de un
na materia
a debe basarse en la realidad
d y
verificcarse en la práctica. Para
P
que teo
oría y prácttica estén sólidamente
s
e enlazadass, a
lo larg
go de este libro se pressentarán diversos estu
udios de casos concre
etos. Por tan
nto,
el exa
amen de los conocimientos de lo
os preescollares se inicia con una
a mirada a un
caso real.
El caso de Alison
Alisson, que co
ontaba con tres años y medio de edad, se hallaba
h
cele
ebrando el
segun
ndo anivers
sario de su hermana.
PADRE:
P
A
ALISON:
P
PADRE:
A
ALISON:
P
PADRE:
A
ALISON:
Alison, ¿cuántos años hace
e hoy Ariann
ne?
[Levan
nta dos ded
dos.]
¿Cuán
ntos años tiiene Alison?
[Levan
nta tres ded
dos.]
¿Cuán
ntos años tiiene papá?
?
[Tras unos
u
instan
ntes, levantta cuatro de
edos.]
2
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Variass semanas más tarde se produjo
o la siguientte conversa
ación
[Levan
ntando tres dedos.] ¿C
Cuántos de
edos hay?
[Va se
eñalando co
on un dedo mientras cuenta.]
c
1, 2,
2 3.
[Levan
ntando dos dedos.] ¿C
Cuántos dedos hay?
Es com
mo Eanne [la
[ edad de
e Arianne ]
¿ Cuá
ántos dedoss son?
2.
[Saca tres moned
das.] ¿Me puedes
p
decir con los de
edos cuánttas
moned
das tengo aquí?
a
A
ALISON:
[Levan
nta tres ded
dos y se po
one a contar.] 1, 2, 3, 4.
4
Au
unque sin perfecciona
p
r, las aptitu
udes matem
máticas de esta niña preescolar ya
tienen
n cierta imp
portancia. Alisan
A
es mu
uy experta en
e contar co
olecciones de uno, doss y,
con frrecuencia, hasta
h
tres objetos.
o
Lo cie
erto es que hasta pued
de reconoccer automátticamente colecciones
c
s de uno o dos
d
objeto
os como «uno»
«
y «d
dos», respe
ectivamente. Si se le
e presenta
a un peque
eño
conjunto de obje
etos como, por ejemplo
o, tres mon
nedas, es ca
apaz de cre
ear un mod
delo
con sus
s
dedos. En realidad, para Alison
A
los dedos
d
son un medio
o natural para
expre
esar ideas matemática
as (los usa
aba, por ejjemplo, pa
ara represe
entar edade
es).
Adem
más, parecía
a escoger deliberadam
mente cuattro dedos para
p
repressentar la ed
dad
de su
u padre, en
n una repre
esentación distinta de
e la emplea
ada para la
a edad de su
herma
ana y la suya propia
a. Aunque de manera
a inexacta, pudo haber elegido un
núme
ero mayor para
p
indica
ar una com
mparación entre
e
edade
es: papá es mayor. ¿Es
¿
Alison
n una niña preescolar típica? ¿Lllegan a la escuela
e
la mayoría
m
de los niños con
c
técniccas matem
máticas bássicas como
o contar, reconocer,
r
emparejarr y compa
arar
conjuntos?
PADRE:
P
A
ALISON:
P
PADRE:
A
ALISON:
P
PADRE:
A
ALISON:
P
PADRE:
La matemátic
ca de Aliso
on se basa
a en experriencias co
oncretas, co
omo contar y
emple
ear los ded
dos. ¿Qué importancia
a tienen esstas experie
encias conccretas para
a el
desarrrollo mate
emático de
e los niños? La ma
atemática de Alison tiene claras
limitacciones. Po
or ejemplo, contaba con exactitud y recconocía co
onjuntos muy
m
peque
eños, pero
o no conju
untos mayyores. ¿Cu
uáles son las limitacciones de la
matem
mática conc
creta de los niños? La matemáttica de Alison es muyy práctica. Por
P
ejemp
plo, conecta
a las repre
esentacione
es con los dedos con acontecim
mientos imp
portantess en su vida
a (usaba do
os dedos para
p
representar la edad de su hermana) y los
emple
ea para co
omunicar sus
s
ideas y necesid
dades. ¿Qu
ué importa
ancia tiene la
necessidad práctiica para el desarrollo matemático
m
o?
3
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Do
os puntos de
d vista so
obre el niño
o preescollar
La teoría de la absorción
n parte del supuesto de
d que los niños
n
llegan
n a la escuela
como pizarras en blanco
o sobre la
as que pueden escrribirse dire
ectamente las
matem
máticas esc
colares. Ap
parte, quizá, de alguna
as técnicas de contar aprendidas
a
de
memo
oria, se con
nsidera que
e los preescolares carrecen de té
écnicas mattemáticas. De
hecho
o, el famos
so teórico asociacionis
a
sta E. L. Thorndike
T
(1
1922) conssideraba a los
niños pequeños tan inepto
os, matemá
áticamente hablando, que afirmaba: «Pare
ece
poco probable qu
ue los niñoss aprendan
n aritmética antes de se
egundo currso por muccho
tiempo que se de
edique a elllo, aunque hay mucho
os datos arritméticos que se pued
den
apren
nder durante
e el primer curso» (p. 198). Adem
más, la teorría de la absorción ind
dica
que la
a técnica pa
ara contar que
q tienen los niños cu
uando se in
ncorporan a la escuela
a es
esenccialmente irrrelevante o constituyye un obstá
áculo para llegar al dominio
d
de
e la
matem
mática form
mal. Con la
l instrucción formal, la adquissición del conocimiento
matem
mático real vuelve a partir básica
amente desde cero.
La teoría cogn
nitiva sostie
ene que loss niños no llegan a la escuela
e
com
mo pizarras en
blanco
o. La recie
ente investiigación cog
gnitiva dem
muestra que, antes de empezarr la
escola
arización formal,
f
la mayoría de
d los niñ
ños adquie
ere unos conocimien
c
tos
consid
derables so
obre contarr, el númerro y la aritm
mética. Ade
emás, este conocimiento
adquirido de manera inform
mal actúa co
omo fundam
mento para
a la compre
ensión y el dod
minio de las mattemáticas im
mpartidas en
e la escuella. En poca
as palabras, las raíces de
las aptitudes matemáticas
m
s llegan hasta la ép
poca preesscolar y el éxito de la
enseñ
ñanza esco
olar se fund
da en este conocimiento aprend
dido de man
nera inform
mal.
Para apreciar
a
me
ejor la impo
ortancia de este eleme
ento básico, examinare
emos cómo ha
evoluccionado el conocimien
nto matemá
ático en el transcurso
t
de la historria humana.
B) BREVE HIISTORIA DE
D LA MAT
TEMÁTICA
Inicios concrretos
Se
entido numé
érico básico
o. El ser hu
umano, com
mo algunass otras esp
pecies, pare
ece
estar dotado de
e un sentid
do numéricco primitivo
o. Podemo
os percibir fácilmente
e la
difere
encia entre un
u conjunto
o de un elem
mento y una
a colección de muchoss elementoss, o
inclusso entre una colección
n pequeña y otra gran
nde. Podem
mos ver si se
s añade o se
quita algo de una
u
coleccción. Esta percepción
n directa puede serr muy útil en
determ
minadas circunstancia
as pero no en otras, como en el
e caso de distinguir una
u
banda
ada de ocho aves de otra
o de nue
eve.
Mé
étodos con
ncretos de contar. Para
P
llevar la cuenta
a del tiempo y de sus
s
perten
nencias, nu
uestros anttepasados prehistórico
os idearon métodos basados
b
en
n la
4
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equiva
alencia y la correspo
ondencia biunívoca.
b
La equivallencia podía ofrecer un
registro de los días transcu
urridos, por ejemplo, desde
d
el último plenilunio: añadir un
guijarrro cada noc
che hasta que
q la luna llena
l
volviera a apareccer. De la misma
m
mane
era,
para llevar
l
la cu
uenta de un
na colección de pieless animales,, un cazado
or podía ta
allar
una muesca
m
en un
u palo o un
n hueso porr cada piel añadida
a
al montón. Esste proceso
o de
equiva
alencia crea una corre
espondencia biunívoca
a: ni más ni menos que
e un elemento
del co
onjunto de muescas por
p cada ele
emento del conjunto de
d pieles. Más
M adelan
nte,
para comprobarr si todavíía estaban todas lass pieles (ssi seguía habiendo
h
u
una
corresspondencia
a biunívoca), éstas pod
dían emparrejarse una
a a una con ·las muesccas
del pa
alo para con
ntar.
Re
estos del pasado.
p
Nu
uestras len
nguas toda
avía tienen
n restos de
e las époccas
prenu
uméricas. Por
P ejemplo, en castella
ano hay varias formass de expresar «dos»: par,
p
pareja
a, dúo, dob
ble, día da, etc. En ép
pocas máss primitivas, estos térm
minos pued
den
haberrse usado para desig
gnar una pluralidad de objetos o categoría
as de obje
etos
especcíficos: un par
p de ojos, una pareja
a de personas, un dúo musical, un
na bifurcación.
De la misma ma
anera, los diversos
d
térrminos para
a expresar «muchos» (por ejemp
plo,
multitud, masa, banda, ma
anada) desscribían en su día colecciones específicas
e
de
más de
d dos o tre
es elemento
os (por ejem
mplo, un ca
ardumen de
e peces, una bandada de
aves). Inicialmen
nte, el número no era más que una
u cualidad
d o una carracterística de
un ob
bjeto determ
minado (Chu
urchill, 1961).
Má
ás allá de lo
o puramen
nte concretto
A medida
m
que
e las sociedades cazad
doras-recolectoras dab
ban paso a comunidad
des
seden
ntarias basa
adas en la agricultura y el comerrcio, llevar la
l cuenta del tiempo (por
ejemp
plo, las esta
aciones) y las posesio
ones fue hacciéndose cada vez má
ás importan
nte.
En co
onsecuencia
a, también fue en aum
mento la ne
ecesidad de
e métodos más precissos
de numeración y medición basados
b
en
n contar. Co
ontar es la base
b
sobre la que hem
mos
edifica
ado los sis
stemas num
mérico y aritmético,
a
de papel tan
t
esencia
al en nuesstra
civiliza
ación avan
nzada. A su
u vez, el de
esarrollo de
e contar esstá íntimam
mente ligado
oa
nuestros diez de
edos. Dantzzig (1954, p.
p 7) afirma:
A sus
s diez ded
dos articulad
dos debe e! hombre
h
su éxito
é
en e! cálculo.
c
Esto
os dedos le han
h
enseñ
ñado a conta
ar y, en conssecuencia, a extender infinitamente e! alcance de!
d número. Sin
este in
nstrumento, la aptitud numérica
n
dell hombre no
o podría hab
ber ido much
ho más allá del
sentido rudimenta
ario del núm
mero. y es razonable aventurar
a
qu
ue, sin nuesstros dedos, el
mero y, en consecuenc
c
ia, el de lass ciencias exxactas a lass que debem
mos
desarrrollo del núm
nuestrro progreso material e in
ntelectual, se
e hubiera vissto irremedia
ablemente menguado.
m
5
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Co
ontar con lo
os dedos es
e el tramp
polín que permite
p
sup
perar las lim
mitaciones de
nuesttro sentido numérico natural. Donde
D
los antropólog
gos no han encontra
ado
señales del emp
pleo de loss dedos pa
ara contar, la percepcción del nú
úmero es muy
m
da (Dantzig
g, 1954). Por ejemplo, en unos estudios
e
realizados co
on aborígen
nes
limitad
de Au
ustralia que
e no había
an alcanzad
do la etapa
a de contarr con los dedos
d
sólo se
encon
ntraron uno
os pocos que pudieran identificar el
e 4 y ningu
uno que pud
diera disting
guir
el 7. En
E este esttado natura
al, los aboríígenes no desarrollan
d
conceptos básicos de
e la
cantid
dad y la me
edida (Dase
en, 1972; De Lemos, 1969).
1
Nú
úmero abstrracto. Es probable
p
qu
ue contar fuera
f
el medio por el que nuesstra
civilización desa
arrolló un concepto
c
a
abstracto
de
el número: un concepto que ha
ace
posible la matem
mática (Dan
ntzig, 1954). El matemá
ático Bertra
and Russelll afirmaba que
q
do eras antes de que
e se recon
nociera que
e las distintas
pudieron haber transcurrid
dades (por ejemplo, un par de ojjos, una pa
areja de pe
ersonas, un
na bifurcació
ón)
dualid
eran casos
c
del número
n
2. Nuestros
N
de
edos constituyen la ba
ase común para designar
distinttas dualida
ades concre
etas como casos del número
n
2. Los dedos proporcion
nan
mode
elos fácilme
ente asequ
uibles de colecciones
c
s de uno a diez objetos. Pued
den
levanttarse dos dedos,
d
porr ejemplo, para indica
ar un par de
d ojos o una yunta de
caballos. Con el
e tiempo, el nombre
e de esta colección modelo (<
<<dos») pu
udo
aplica
arse a cualq
quier coleccción concre
eta que se correspond
c
iera con do
os dedos.
Du
urante un largo
l
perío
odo de la historia, lo
os términoss para «do
os», «tres»
» y
«mucchos» sirvie
eron adecua
adamente (Smith,
(
192
23). A mediida' que fue
e creciendo
o la
necessidad de un
na precisión
n mayor, co
ontar se co
onvirtió en un instrume
ento esenccial.
Conta
ar coloca lo
os nombress de las co
olecciones modelo en
n un orden y ofrece una
u
altern
nativa conve
eniente a la equivalencia para asignar
a
nom
mbres num
méricos. Podía
hacerrse una pettición directtamente co
on la palabrra siete y cumplirse
c
p
posteriorme
nte
contando siete objetos.
o
Con
nectar los dos
d aspecto
os del núme
ero. El núm
mero tiene dos
d funciones: nombra
ar y
orden
nar. El aspe
ecto nomin
nal, o cardiinal, trata de
d los elem
mentos que
e contiene un
conjunto dado. Nombrar un
u conjunto
o no requie
ere contar necesariamente. Como
amos de ve
er, un conju
unto puede clasificarse
e como «cin
nco», por ejemplo,
e
si sus
s
acaba
eleme
entos se corresponde
c
en exactam
mente (es decir, pueden formar una corrresponde
encia biunív
voca) con los elementtos de una colección modelo
m
(po
or ejemplo, los
dedoss de una mano) den
nominada «cinco». Por
P tanto, nombrar conjuntos sólo
s
requie
era coleccio
ones modelo como loss ojos para representa
ar dos, una hoja de tré
ébol
para representar
r
r tres, las patas
p
de un caballo pa
ara el cuatro
o, etc.
El aspecto de
e orden, u ordinal, de
el número, está relaccionado con contar y se
refiere
e a colocar coleccione
es en sucesión por orde
en de magn
nitud. Conta
ar proporcio
ona
6
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una secuencia
s
ordenada
o
d palabrass (la serie numérica) que puede
de
e asignarse
e a
coleccciones cad
da vez mayyores. Para
a contar una colecció
ón, una pe
ersona asig
gna
sucessivamente términos
t
de
e la serie nu
umérica a cada
c
elemento de la co
olección ha
asta
que ha
h asignado
o un nombrre a cada uno de los elementos.
e
El número asignado a la
coleccción especifica la mag
gnitud relativa del conjunto. Por ejemplo,
e
si se
s ha conta
ado
una colección
c
y se le ha
a asignado la palabra
a «cinco», será mayyor que ottras
designadas con uno, dos, tres o cuatro
o y menos que
q las dessignadas co
on seis o más.
ontar con lo
os dedos pu
uede enlazar los aspe
ectos cardin
nal y ordina
al del núme
ero.
Co
Para representa
ar una cole
ección com
mo, por eje
emplo, el número
n
ca
ardinal 4, una
u
ona sólo tie
ene que le
evantar cua
atro dedos simultáne
eamente. Para
P
contarr la
perso
misma colección
n, la person
na levanta cuatro ded
dos en suce
esión. Los resultados de
conta
ar son idé
énticos a los de le
evantar sim
multáneame
ente cuatrro dedos (la
repressentación cardinal).
c
P tanto, nuestros
Por
n
de
edos son un
u medio para
p
pasar sin
esfue
erzo de un aspecto
a
dell número al otro (Dantzig, 1930-1954).
El de
esarrollo de
e un sistem
ma de num
meración co
on órdenes
s de unida
ades de bas
se
diez
A medida qu
ue las socciedades y las econ
nomías se
e fueron haciendo
h
m
más
.comp
plejas, aumentó la pressión encam
minada a con
ncebir siste
emas de rep
presentació
ón y
de cá
álculo que
e pudieran aplicarse con efica
acia a gra
andes canttidades. Pa
ara
repressentar un rebaño de 124 ove
ejas, el empleo de un sistem
ma de con
ntar
estableciendo corresponde
c
encias es muy incóm
modo. Las tareas co
on cantidad
des
grand
des inspiraro
on la idea de
d hacer ag
grupamiento
os, y nuestrros diez ded
dos ofrecieron
una base
b
natura
al para ello (Churchill,
(
1961). Por ejemplo, cuando una oveja pasa
aba
junto al pastor, éste la co
ontaba con
n los dedo
os. Cuando
o llegaba a diez, podía
a cantidad con un gu
uijarro. Con
n las mano
os libres ottra vez, podía
repressentar esta
prose
eguir el recu
uento. A me
edida que se
s iban acu
umulando lo
os guijarross, podía haber
simpliificado aún
n más el proceso susstituyendo diez guijarros por un
na piedra. Por
P
tanto, la piedra
a pasaría a represen
ntar 10 de
ecenas, o sea 100. Como esstos
agrup
pamientos se
s basan en el 10 y en múltiploss de 10, el sistema
s
em
mpleado por el
pastor se denom
mina sistem
ma de base diez. Si tu
uviéramos doce
d
dedoss, es proba
able
h
hechos esstas agrupa
aciones de doce en do
oce y hoy tendríamos un
que hubiéramos
sistem
ma de base doce. Nuesstro sistema de base diez
d
es, sim
mplemente, un «accidente
fisioló
ógico» (Dan
ntzig, 1930--1954).
El primer sisttema numé
érico conoccido apareció hacia el
e año 350
00 a. de C.
C e
incorp
poraba un concepto de
d base die
ez (Bunt, Jones
J
y Bedient, 1976
6). El sistema
cuneifforme de lo
os sumerioss y el siste
ema jeroglíffico de los egipcios
e
em
mpleaban una
u
coleccción de traz
zos para re
epresentar los números del 1 al 9 (véase la fig. 2.1.A). Un
7
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agrup
pamiento de
e decenas se
s representaba con un
u símbolo
o especial. Más
M adelan
nte,
los grriegos y los
s romanos desarrollaro
d
on sistemas diferentess. Sin embargo, ningu
uno
de esttos sistema
as numérico
os antiguoss se prestab
ba con facilidad al cálculo aritmético,
como demostrarrá rápidame
ente el inten
nto de realizar la suma
a de la figura 2.1.B.
Aunque los símbolos
s
esscritos se han usado
o para reprresentar nú
úmeros dessde
tiempos prehistó
óricos, el de
esarrollo de
e unos procedimientoss de cálculo
o eficaces tu
uvo
que esperar hastta la invencción de un sistema
s
de numeración
n
n posicional. En un sistema
posiciional o de órdenes de
d unidades, el lugar de una ciifra define su valor. Por
P
ejemp
plo, en el nú
úmero 37 el 3 ocupa el
e lugar de la
as decenass y de ahí que represente
tres decenas,
d
y no
n tres unid
dades. Esto
o elimina la
a necesidad
d de símbollos especia
ales
para representar
r
r 10 y múltiplos de 10, como ocu
urre con loss jeroglíficoss egipcios. En
un sisstema con órdenes de
e unidadess, pueden usarse
u
diezz cifras (de
el 0 al 9) pa
ara
repressentar cualquier núme
ero, aun loss números grandes,
g
de
e una mane
era compaccta.
¡Piénssese, por ejemplo, en
e lo que haría falta
a para rep
presentar 9.999.999
9
c
con
jeroglíficos!
Fig
gura 2.1 Co
omparación de distinto
os sistemass numéricoss
* El sisteema babilonio se adoptó a paartir del anterior sistema sum
merio. Obsérveese que la num
meración babilo
onia
empezó
ó como un sistema de base diez
d pero juego
o cambió a agru
upamientos baasados en 60 y múltiplos de 60.
6
Nótese que los símbo
olos para 1 y 60
0 son idénticoss (Bunt et al., 1976).
1
La posiciión se usaba paara indicar el
8
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valor (p
por ejemplo, 63
3 se escribía Ῡ Ῡ Ῡ Ῡ). Al igual que el sistem
ma babilonio, la
l numeración romana no era
un sisteema puro de baase diez.
Con todo,
t
la numeración posicional
p
es una ide
ea relativam
mente abstracta y no se
impro
ovisó con ra
apidez. Es probable
p
qu
ue el impulsso para un sistema po
osicional fuera
produ
ucido por la necesidad
d de anotar por escrito
o las operacciones realizadas con un
ábaco
o. El ábaco ilustrado en
e la figura 2.2 utiliza un
u modelo de
d base die
ez: la colum
mna
de la derecha re
epresenta la
as unidade
es, la siguie
ente representa grupo
os de diez y la
siguie
ente grupos
s de cien. De
D acuerdo con esto, la
a figura 2.2
2.A represe
enta el número
cuatro
ocientos tre
einta y dos (432) Y la figura
f
2.2.B
B el cuatroccientos dos (402).
Loss usuarios de ábacoss no debiero
on tener difficultades con
c las colu
umnas vaccías
hasta que tuviero
on que haccer un regisstro perman
nente de su
us cuentas. El registro de
la figu
ura 2.2.C, por
p ejemplo
o, ¿represe
enta 42,402
2 ó 4.002? Parece se
er que el 0 se
inventtó para sim
mbolizar un
na columna
a vacía y evitar
e
esta confusión (por ejemp
plo,
Engle
ehardt, Ashllock y Webe
e, 1984). Parece que, al principio
o, el O significaba algo vav
cío o en blanco, no la nad
da (ningún objeto). Co
on la inven
nción del O fue posible
e la
conce
epción de un sistema numérico
n
po
osicional (ccon órdeness de unidad
des). Esto hizo
h
posible la elaborración de algoritmos aritméticos
a
q podían
que
n ser aprend
didos por casi
c
todo el mundo. La invencción del O es
e uno de los mayorres logros de la histo
oria
huma
ana, y fue un
u hito cruccial que hizzo posible la ciencia y el comerrcio modern
nos
(Dantzig, 1954).
En realidad, los procedimientos de cálculo escrito
e
sólo
o se han ve
enido usan
ndo
duran
nte los últim
mos trescien
ntos años de
d la historia
a de la hum
manidad. Ha
ace sólo un
nos
centenares de añ
ños, lo norm
mal en Euro
opa Occiden
ntal era con
ntar con los dedos. En los
libros y las unive
ersidades se
s enseñab
ba a hacer cálculos arritméticos con
c los dedos.
plear los de
edos para contar y re
ealizar las operacione
es aritméticcas
«El arte de emp
e la persona cultivad
da»
sencilllas era, en aquellos tiempos, uno de loss logros de
(Dantzig, 1954, p.
p 11). .
9
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Fig
gura 2.2 Re
epresentaciones concrretas y escrritas de núm
meros en un ábaco.
o de la matemática fo
ormalizada
El desarrollo
omo la histo
oria del número, la historia de la
a matemátiica en gene
eral (véase
e la
Co
tabla 2.1) indica
a que los métodos
m
y las formula
aciones de cariz inform
mal o intuittivo
eden a la matemática
m
e
exacta
y fo
ormalizada y actúan co
omo base para
p
la misma
prece
(Kline
e, 1974). Lo
o normal es
e que las pruebas deductivas
d
rigurosas (el
( empleo de
principios generales para demostrar
d
p
proposicion
nes de una
a manera ló
ógica) sigan
na
ideas inductivas
s (descubrimiento de relacioness mediante
e el exame
en de caso
os).
Básicamente, los
s matemáticcos utilizan pruebas pa
ara compro
obar sus ide
eas intuitiva
as o
inform
males. Las pruebas
p
pu
ueden deterrminar si un
na idea es lógicamentte coherente o
no. También pueden demo
ostrar si un
na idea se aplica a un
u caso aisslado o a una
u
amplia
a gama de casos.
La perspectiv
va histórica indica que
e la matem
mática se en
ncuentra en
n permanente
evolucción. Nues
stros siste
emas numérico y aritmético son
s
la culminación de
10
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literalmente mile
es de año
os de inve
entiva y pe
erfeccionam
miento. El conocimiento
mático se ha construido lentamente, idea tras idea. El conocim
miento que
e el
matem
adulto
o medio de nuestra culltura da porr sentado no
o estaba dissponible ha
ace unos miiles
de añ
ños y ni siquiera ciento
os de añoss atrás. Con frecuenciia se inven
ntaban nuevvos
métod
dos a partir de necesid
dades prácticas y se ad
doptaban a causa de su
s utilidad. Por
P
ejemp
plo, los egipcios se vieron
v
forza
ados a invventar la arritmética y la geomettría
eleme
entales parra poder vo
olver a colo
ocar las hita
as que marrcaban los límites de los
campos que el Nilo
N inundab
ba cada priimavera (Bunt et al., 1976).
1
La verdad es que,
como se muestra en la ta
abla 2.1, no
o era frecu
uente que los nuevoss métodos se
adopttaran de in
nmediato ya
a que no «caían
«
bien
n», es deccir, no enca
ajaban en las
pauta
as de pensa
amiento pro
opias de la época.
é
Ta
abla 2.1 Bre
eve historia
a del desarrrollo de la matemática
m
0-300 a. de C.
3.000
Egipcios y bab
bilonios con
nciben los principios
p
e
esenciales
d
de
la matemática
m
a: rudimenttos de ARITMETICA (NUMERO
OS
ENT
TEROS PO
OSITIVOS Y FRACC
CIONES), ALGEBRA
A
Y
GEOMETRIA. Los resultados se acceptan pura
amente sob
bre
una
a BASE EM
MPIRICA. Lo
os númeross negativoss y el 0 no se
con
nocen.
600-3
300 a. de C.
La Grecia
G
clássica es la prrimera civilización en la que florece
la matemática
m
a. Los grieg
gos clásico
os son los primeros en
e
con
ncebir la MATEMATIC
M
CA DEDUC
CTIVA. Los Elementtos
(pru
uebas geométricas) de
d Euclide
es son el producto de
d
tresscientos años de ensa
ayo intuitivo
o y error.
Loss griegos de Alejandría, los hindúes y los árabes
con
nciben y emplean
e
N
NUMEROS
IRRACIONALES (p
por
ejem
mplo, √2 ) que
q son acceptados grradualmente a causa de
d
su utilidad
u
(porr ejemplo, √2
√ = la diag
gonal de un cuadrado de
d
lado
os = 1).
600 d. de C.
Loss hindúes in
ntroducen los NUMER
ROS NEGA
ATIVOS, qu
ue
no son acepta
ados durantte mil añoss a causa de
d su falta de
d
sop
porte intuitivo. Por ejemplo, loss grandes matemáticos
Desscartes y Fermat re
echazaron trabajar con
c
númerros
neg
gativos.
11
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700 d. de C. aprox.
Loss hindúes in
nventan, o adoptan, un
u símbolo
o para el «0
0»
para indicar una
u
column
na vacía o en blanco. Los árabes
optan la num
meración hindú
h
y, desspués de ce
entenares de
d
ado
año
os, las cifrass arábigas llegan a se
er de uso co
omún.
1540 d. de C. ap
prox.
Apa
arecen los NUMEROS
S COMPLE
EJOS (por ejemplo,
e
√--1)
pero
o no son acceptados ha
asta cerca de
d doscienttos años más
tard
de.
1650--1725 d. de
e C.
New
wton y Leib
bniz crean el
e CALCULO
O. Cada un
na de las trres
edicciones de The Matthematical Principiess of Naturral
Phililosophy de
e Newton ofrece
o
una explicación
n distinta del
d
con
ncepto bássico (las derivadas).
d
El primerr artículo de
d
Leib
bniz recibió el nom
mbre de «enigma»
«
en vez de
d
«exxplicación».. A pesar de
e sus funda
amentos vagos e incluso
inco
orrectos, el
e cálculo encontró muchas
m
ap
plicaciones a
travvés de enfo
oques intuitiivos.
Finale
es del s. XIX
X
Se establecen
n los funda
amentos ló
ógicos del sistema nun
mérrico, el álgebra
á
y el análisis (el cállculo y sus
amp
pliaciones).
Véase en Burn et all (1976, pp 22
26-230) una explicación
e
más detallada.
C) DE
ESARROLL
LO MATEM
MÁTICO DE
E LOS NIÑO
OS
En muchos aspectos,
a
e desarrollo matemáttico de loss niños corrre paralelo
el
o al
desarrrollo histórrico de la matemáticca: el cono
ocimiento matemático
m
o impreciso
o y
concrreto de los niños
n
se va
a haciendo cada vez más
m preciso
o y abstractto. Parece ser
que, al
a igual que
e los seres humanos primitivos, los niños poseen
p
algú
ún sentido del
núme
ero. Con el tiempo, loss preescola
ares elaborran una am
mplia gama de técnicas a
partir de su mate
emática intu
uitiva. Reca
apitulando la historia, la
l matemáttica no esco
olar
o mattemática infformal de lo
os niños se
e desarrolla a partir de necesidades práctica
as y
experriencias con
ncretas. Co
omo ocurrió
ó en el desa
arrollo histó
órico, conta
ar desempe
eña
un pa
apel esenc
cial en el desarrollo
d
d este co
de
onocimiento
o informal. A su vez,, el
conoccimiento infformal de lo
os niños pre
epara el terrreno para la matemátiica formal que
q
se imparte en la escuela. Además,
A
y re
eproducien
ndo la historria cultural, el dominio de
la num
meración posicional
p
y de los algoritmos de cálculo ba
asados en este
e
concepto
constituye un pa
aso gigante
esco para lo
os niños. En
E realidad, los niños no aceptan y
12
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apren
nden de inm
mediato la matemática
m
formal que se imparte
e en la escuela ya que, en
generral, choca con
c sus pau
utas actuale
es de pensa
amiento.
Cono
ocimiento intuitivo
Se
entido naturral del núm
mero. Duran
nte mucho tiempo se ha creído que los niñ
ños
peque
eños carec
cen esencia
almente de
e pensamie
ento matem
mático. En una ocasión,
Willia
am J ames caracterizó
c
el mundo infantil com
mo una confusión resp
plandecientte y
rumorosa. Sin embargo,
e
in
nvestigacion
nes recientes (por eje
emplo, Starkkey y Coop
per,
1980; Starkey, Spelke
S
y Gelman,
G
en prensa) ind
dican que incluso
i
los niños de seis
s
es de edad pueden distinguir enttre conjunto
os de uno, dos y tress elementoss, y
mese
entre conjuntos de tres y cu
uatro eleme
entos.
¿C
Cómo pueden determiinar los psicólogos qu
ue los niñoss pequeñoss poseen este
e
sentid
do numéric
co básico? Para ver si un niño pequeño puede disccriminar en
ntre
conju
untos de can
ntidades disstintas, el psicólogo
p
le
e presenta, por ejemplo
o, una imag
gen
con trres objetos
s (por ejemp
plo, Starkey y Cooperr, 1980). Interesado por este nue
evo
estím
mulo, e beb
bé fija su mirada en
n la image
en. Sin em
mbargo, tra
as varias prep
senta
aciones seg
guidas de trres, la nove
edad desap
parece y la
a atención disminuye.
d
En
este momento, el psicólogo introduce
e un conjun
nto de cuattro (o dos) objetos. Si el
niño no
n se percata de la diferencia,
d
s
seguirá
sin prestar ate
ención. Sin embargo, los
niñoss tienden a prestar atención
a
otra vez, ind
dicando qu
ue se dan cuenta de
e la
difere
encia.
¿R
Realmente presta aten
nción el niñ
ño a los ca
ambios de cantidad?
c
E el ejemplo
En
anterior, los niño
os se van aburriendo
a
paulatinam
mente con el
e «tres» aun cuando se
introd
duzcan obje
etos distinttos o se modifique
m
la
a posición de los tre
es objetos. La
distrib
bución de los objetos no influye en la aten
nción. En re
ealidad, y tras ver varrios
ejemp
plos de tres
s objetos, lo
os niños se interesan menos
m
en oír
o una secu
uencia de tres
t
sonid
dos que una
a secuencia
a de dos o cuatro.
c
Pare
ece que es la cualidad
d de tres lo que
q
dejan
n de enconttrar interesa
ante. Al parecer, los niños
n
peque
eños posee
en un proce
eso
de enumeración
n o corresspondencia que les permite disstinguir entre pequeñ
ños
conju
untos de objjetos.
El alcance y la
l precisión
n del sentido numérico
o de un niño
o pequeño son limitados.
Los niños
n
peque
eños no pu
ueden distin
nguir entre conjuntos mayores como
c
cuatro
oy
cinco. Además, el hecho de que pa
arezcan ca
apaces de tratar, porr ejemplo, los
untos de tres
t
y cua
atro elementos de una
u
manerra distinta, no signiffica
conju
necessariamente
e que sepa
an que 4 es
e más qu
ue 3. Es decir,
d
aunq
que los niñ
ños
peque
eños disting
guen entre números pequeños,
p
q
quizá
no pu
uedan orde
enarlos por orden de
d magnitud
d.
13
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No
ociones intu
uitivas de magnitud y equivalen
ncia. A pesar de tod
do, el sentido
numé
érico básico
o de los niños constittuye la basse del dessarrollo mattemático. Los
L
preesscolares pa
arten de este
e
sentido del núm
mero y desarrollan conocimient
c
tos
intuitivvos más so
ofisticados. Es a partir de la exp
periencia co
oncreta de la percepción
directa que los niños
n
empie
ezan a com
mprender nociones co
omo la mag
gnitud relativva.
Concrretamente, se da una diferencia evidente entre
e
el uno
o y coleccio
ones mayorres
(Von Glasersfeld
d, 1982). Un
U niño, po
or ejemplo,, puede tom
mar un blo
oque con una
u
mano
o. Tomar do
os bloques requiere la
as dos man
nos o dos in
ntentos succesivos con
n la
misma
a mano. Tres
T
bloque
es no se pueden
p
tom
mar simultá
áneamente con las dos
d
mano
os. Aunque estas diferrencias pue
eden pareccer trivialess para un adulto,
a
son de
imporrtancia fund
damental para
p
el niñ
ño pequeño que juega, y ofrece otra ba
ase
concrreta para distinguir y ordenar
o
el 1, el 2 y mucchos.
Cu
uando emp
piezan a an
ndar, los niños
n
no só
ólo distingu
uen entre conjuntos de
tamañ
ño diferente
e sino que pueden
p
haccer comparraciones gru
uesas entre
e magnitudes.
A loss dos años
s de edad aproximad
damente, lo
os niños aprenden
a
p
palabras
pa
ara
expre
esar relacion
nes matemáticas (Wagner y Waltters, 1982) que puede
en asociarse
ea
sus exxperiencias
s concretass. Pueden comprender
c
r «igual», «diferente»
«
y «más». Por
P
ejemp
plo, Alfred Binet (196
69), el padrre de las modernas
m
p
pruebas
de
e inteligenccia,
pregu
untó a su hijja de cuatro años de edad,
e
Made
eleine, que
e comparara
a los tamañ
ños
de co
onjuntos pa
arecidos a los dos que
q
se mu
uestran en
n la figura 2.3. Aunq
que
Made
eleine sólo podía con
ntar hasta tres, pudo señalar co
on mucha exactitud los
conjuntos que te
enían más elementos.
e
Po
osteriores prruebas dem
mostraron que los juicio
os intuitivo s de Madeleine sobre los
conjuntos que te
enían más elementoss se basaba
an en indiccios percep
ptivos como
o la
zona abarcada por
p cada co
onjunto (Gin
nsburg, 198
82). De manera intuitivva, Madeleine
escog
gía como «más»
«
el conjunto que
q
abarca
aba más exxtensión. Otros
O
indiccios
perce
eptivos, como la lon
ngitud, tam
mbién pued
den ofrece
er una ba
ase para las
evaluaciones inttuitivas. En muchos ca
asos, la má
ás larga de
e dos hilera
as suele ten
ner
o
más objetos.
Invvestigacione
es reciente
es confirman los resulttados de Binet. Cuand
do se les pide
que determinen
d
cuál de doss conjuntoss tiene «má
ás», los niño
os de tres años
a
de edad,
los preescolares
s atrasado
os y los niños peque
eños de cu
ulturas no alfabetizad
das
en hacerlo rápidamente y sin contar (Baroo
ody y Ginsb
burg, 1982b
b). Casi tod
dos
puede
los niiños que se
s incorporran a la esscuela deb
berían ser capaces de distinguir y
nomb
brar como «más»
«
el mayor
m
de do
os conjunto
os manifiesstamente diistintos. (Usar
correcctamente «menos» ess mucho má
ás difícil y pu
uede que no
n se aprend
da antes de
e la
escue
ela). El niño
o que no pue
eda usar «m
más» de essta manera intuitiva puede presen
ntar
consid
derables prroblemas educativos.
14
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Fig
gura 2.3 Ele
ementos de
e una prueb
ba para la noción
n
«má
ás»
n embargo
o, como lo
os niños basan suss juicios en
e las apa
ariencias, las
Sin
comparaciones que hacen
n entre mag
gnitudes pueden ser incorrectass. Aunque es
frecue
ente que el aspecto re
efleje fielme
ente la canttidad, los in
ndicios percceptivos como
el área y la longittud no siem
mpre son ind
dicadores precisos
p
de la cantidad. Por ejemp
plo,
dos bandejas
b
de
d caramelos pueden
n ocupar la
l misma superficie pero pued
den
contener cantida
ades difere
entes porqu
ue los cara
amelos está
án agrupad
dos más de
ena que en ottra. Por otrra parte, po
odemos ten
ner dos bandejas con
n el
samente en una
elos pero que ocupan una superficie distinta porque los
mismo número de carame
caram
melos están
n más juntos en una qu
ue en otra.
La tarea de co
onservación
n de la canttidad (por ejjemplo, Pia
aget, 1965) demuestra de
a concluyen
nte las limita
aciones dell conocimie
ento intuitivo
o de los niñ
ños. En prim
mer
forma
lugar, se estable
ece la igua
aldad de do
os conjunto
os por equivalencia. El
E examinad
dor
forma
a una hilera
a de, digam
mos, siete bloques
b
bla
ancos y pide
e al niño que coloque
e la
misma cantidad de bloque
es azules. Se
S insta al niño a que
e haga corrresponder un
bloque azul a cada
c
bloqu
ue blanco. Una vez establecida
a esta corrresponden
ncia
biunívvoca (véase
e la fig. 2.4.A) se pide al niño que
e confirme si
s las dos hileras tienen
n el
15
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mismo número de
d objetos. Puesto que
e la longitud
d proporcion
na una base
e precisa pa
ara
ntidades re
elativas, aun los niñoss de tres años
a
de ed
dad están de
aprecciar las can
acuerrdo en que ambas hile
eras tienen la misma cantidad.
c
A continuació
c
ón se modifica el aspecto de uno de los conjjuntos para
a ver si el niño
contin
núa creyendo o no qu
ue los dos conjuntos son coordinables (tienen la misma
cantid
dad). Mienttras el niño
o observa, se
s alarga o se acorta
a una de la
as hileras. Por
P
ejemp
plo, en la fiigura 2.4.B se observva que se ha
h alargado
o la hilera azul.
a
Una vez
v
modifficada la lon
ngitud se vu
uelve a preg
guntar al niñ
ño si las do
os hileras tie
enen la misma
cantid
dad. Como la longitud ya
y no refleja fielmente
e la cantidad
d, los niños que se bassan
en el aspecto pa
ara juzgada
a se equivoccan. ¡En re
ealidad, los niños pequ
ueños insistten
en qu
ue la hilera más larga
a tiene máss! Parecen estar convvencidos de
e que los dos
d
conjuntos de lon
ngitudes disstintas no son
s equivale
entes. Piag
get (1965) denominó
d
«
«no
conse
ervación» a este fenóm
meno porque el niño no
o mantiene (conserva)) la relación de
equivalencia iniicial tras una transfformación del aspeccto (irreleva
ante para la
dad). Es ev
vidente que la comp
prensión inttuitiva que tienen loss niños de
e la
cantid
magn
nitud y de la
a equivalenccia es Imprrecisa.
No
ociones intu
uitivas de la
a adición y la sustraccción. El sen
ntido del número tamb
bién
permiite a los niños reconoccer si una co
olección ha
a sido altera
ada. Los niñ
ños reconoccen
muy pronto
p
que añadir
a
un objeto a una
a colección hace
h
que se
ea «más» y que quitarr un
objeto
o hace que
e sea «me
enos». En un estudio
o (Brush, 1978) se mostraban
m
d
dos
recipientes a unos preesco
olares. Se colocaban
c
p
pantallas
delante de lo
os recipien
ntes
para que el niño examinado no los pudiera ver. Me
ediante un proceso de
corresspondencia
a, se coloca
aba el mism
mo número
o de objeto
os en cada recipiente: al
tiempo que se colocaba
c
un
n objeto en uno de loss recipiente
es se coloca
aba otro en
n el
otro recipiente.
r
Cuando
C
el niño había
a manifesta
ado que loss dos recipientes oculltos
contenían la mis
sma cantida
ad de objetos, se le ha
acía observvar cómo se añadía o se
ba un objetto de uno de
d los recip
pientes. Lo
os niños no tenían difiicultades para
quitab
recon
nocer que la
a adición o la sustraccción de ob
bjetos modificaba la ca
antidad de un
recipiente y, com
mo resultad
do, modificcaba la rela
ación de eq
quivalencia
a entre amb
bos
e
los niños iden
ntificaban fá
ácilmente como
c
«máss» el recipiente
recipientes. Por ejemplo,
e se había añadido
a
un objeto. Parrece que lo
os preescola
ares ya posseen una ba
ase
al que
intuitivva para com
mprender la
a adición y la sustraccción.
Sin
n embargo,, la aritméttica intuitiva
a se limita a modifica
aciones evid
dentes. Si los
recipientes conttienen inicialmente cantidades
c
desigualess, la aritmética intuittiva
emplo, si al principio
o se coloccan cinco objetos en
n uno de los
fracassa. Por eje
recipientes y nueve en el otro,
o
los niños identifiicarán corrrectamente a este último
como «más». Pe
ero si a con
ntinuación se añaden dos objeto
os al recipie
ente que tie
ene
e y cuatro al
a que tiene
e cinco, los niños pien
nsan que ah
hora es éstte el que tie
ene
nueve
16
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más. Para los niiños peque
eños, 5 + 4 es «más que»
q
9 + 2 porque han
n visto que se
bjetos al priimer recipie
ente. Evide
entemente, la aritméticca intuitiva es
añadíían más ob
impre
ecisa.
Cono
ocimiento informal
na prolonga
ación práctiica. Los niñ
ños encuen
ntran que el
e conocimiiento intuitivvo,
Un
simple
e y llaname
ente, no es suficiente para
p
aborda
ar tareas cu
uantitativas. Por tanto, se
apoya
an cada vez
z más en in
nstrumentoss más preccisos y fiable
es: numera
ar y contar. En
realidad, poco después
d
de
e empezar a hablar, los niños empiezan a aprender los
nomb
bres de los números. Hacia los dos
d años de edad, em
mplean la palabra
p
«do
os»
para designar
d
to
odas las plu
uralidades: dos o más objetos (W
Wagner y Walters,
W
198
82).
Hacia
a los dos años y med
dio, los niño
os empieza
an a utilizar la palabra
a «tres» pa
ara
designar «mucho
os» (más de dos objettos). Al igua
al que Alliso
on, muchoss niños de trres
años usan «uno
o», «dos» y «tres» corrrectamente
e y emplea
an un términ
no mayor que
q
tres (por ejemplo, «cuatro»
») para ind
dicar «much
hos». Al ettiquetar collecciones con
c
17
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núme
eros, los niñ
ños poseen un medio preciso
p
parra determinar «igual», «diferente»
»o
«máss». Los pree
escolares incluso
i
lleg
gan a descubrir que contar
c
pued
de servir pa
ara
determ
minar exacttamente loss efectos de
e añadir o sustraer
s
can
ntidades, al menos si son
s
peque
eñas, de un
na colección.
Po
or tanto, con
ntar se bassa en el con
nocimiento intuitivo y lo complem
menta en grran
parte.. Por ejemp
plo, contar proporcion
na una etiqueta común «<tres») a tripletas de
objeto
os distintos
s y distribucciones diferrentes que los niños ven
v como equivalentes
e
sa
una edad
e
tan corta como los seis meses.
m
Med
diante el empleo de la percepción
directta juntamen
nte con contar, los niños descu
ubren que las etiquetas numériccas
como
o «tres» no están
e
ligada
as a la aparriencia de conjuntos
c
u objetos y son
s útiles pa
ara
especcificar conju
untos equivvalentes. Co
on el tiempo, esta com
mprensión proporciona
p
a la
base para el em
mpleo de etiquetas
e
numéricas como
c
«siete
e» o «dieccinueve» pa
ara
identifficar como equivalenttes conjunttos que no pueden ve
erse como tales. Con
ntar
ofrece
e a los niño
os el vínculo
o entre la percepción
p
directa con
ncreta, si biien limitada
a, y
las id
deas mate
emáticas abstractas, pero gene
erales. Contar coloca el núme
ero
abstra
acto y la aritmética ele
emental al alcance
a
dell niño pequeño.
Lim
mitaciones. Aunque la matemática inforrmal representa una
a elaboración
funda
amentalmen
nte importa
ante de la
l matemá
ática intuittiva, también presen
nta
limitacciones prác
cticas. El contar y la aritmética
a
informal se hacen cad
da vez men
nos
útiles a medida que
q los núm
meros se hacen mayo
ores. El tiem
mpo y el esfuerzo men
ntal
reque
eridos par~ contar o ca
alcular de un
na manera informal se
e hacen eno
ormes y lleg
gan
a ser prohibitivos
s. A medida
a que los números aumentan, loss métodos informales se
van haciendo ca
ada vez máss propenso
os al error. En
E realidad, los niños pueden lleg
gar
a ser completam
mente incapaces de usar
u
proced
dimientos informales
i
con númerros
grand
des. Más aún:
a
aunqu
ue los méttodos inforrmales proporcionan una solución
inmed
diata, no pu
ueden propo
orcionar reg
gistros a largo plazo.
Co
onocimientto formal
La matemátic
ca escrita y simbólica
a que se im
mparte en las escuela
as supera las
limitacciones de la matemática informal. La mate
emática forrmal puede
e liberar a los
niños de los co
onfines de su matem
mática relattivamente concreta. Los
L
símbo
olos
escritos ofrecen un medio para anota
ar númeross grandes y trabajar con
c
ellos. Los
L
proce
edimientos escritos proporciona
p
an medioss eficaces para reallizar cálculos
aritmé
éticos con números
n
grrandes. Más aún, los símbolos
s
y las expresiiones escri--
18
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tas pu
ueden ofrec
cer registro
os claros y permanente
p
es que pueden amplia
ar
enorm
memente la
a capacidad
d de la mem
moria.
Es esencial que los niños aprendan
n los conceptos de los órdenes de
e unidades de
base diez. Para tratar con cantidades
mayores es importantte pensar en
c
e términos de
unidades,' decen
nas, centen
nas, etc. (Payne y Ratthmell, 1975). Pensar en decena
as y
múltip
plos de diez
z ofrece a los niños flexibilidad y facilidad para
p
abordar una amp
plia
gama
a de tareas matemáticcas, incluye
endo orden
nar (compa
arar) númerros grandes y
realizar aritmétic
ca mental con
c número
os de varia
as cifras. Lo
os órdeness de unidad
des
propo
orcionan el razonamien
nto subyacente a mucchas técnica
as básicas como escrribir
núme
eros de varias cifras y sumar o restar co
on acarreo
o («llevando») (Resniick,
1982--1983). En pocas palabras, la ma
atemática fo
ormal perm
mite a los niñ
ños pensarr de
una manera
m
más
s abstracta y poderosa
a, y aborda
ar con efica
acia los prob
blemas en los
que in
ntervienen números
n
grrandes.
Au
unque la ma
atemática fo
ormal pued
de potencia
ar mucho la
a capacidad
d de los niños,
comporta apren
nder nueva
as técnicass y concep
ptos que, al
a principio
o, les pued
den
pareccer extraños y difícile
es. Los niños llegan a acostum
mbrarse a pensar
p
en los
núme
eros y en la
l aritméticca en térm
minos de co
ontar. Un número co
omo el 14 se
contempla como
o 14 unidad
des o como
o 13 unidades y una más.
m
Los niñ
ños pequeñ
ños
no ca
aptan de in
nmediato la notación
n posiciona
al. Como ocurrió
o
en la historia, la
comprensión de
e la notació
ón posicion
nal en los niños
n
es ell resultado de una lenta
evolución. Así, lo
os niños pu
ueden tarda
ar bastante tiempo en ver, por eje
emplo, que 14
es una decena
a y cuatro
o unidadess. La idea
a del 0 como
c
cifra
a significattiva
(repre
esentante de
d una columna vacía)) puede tard
dar mucho tiempo en desarrollarrse.
De he
echo, much
hos niños pueden conttinuar aferrrándose a lo
os métodoss informales o
concrretos bastante despué
és de habérseles pressentado loss órdenes de
d unidades y
los alg
goritmos pa
ara realizarr operacione
es con acarreo.
D) IM
MPLICACIO
ONES EDU
UCATIVAS:: LOS CON
NOCIMIENT
TOS
IN
NFORMALE
ES COMO BASE
La teoría cognitiva indica
a que los niños
n
que acaban de in
ncorporarse
e a la escuela
r
vacíos que
e deben llen
narse de conocimiento
os. La mayo
oría
no son simples recipientes
de loss niños, inclluyendo loss procedenttes de famillias de bajo
o nivel económico, llega a
la esccuela con una gran can
ntidad de co
onocimiento
os matemá
áticos inform
males (Russsell
y Gin
nsburg, 198
84). En rea
alidad, mucchos niñoss de educa
ación especcial tienen,, al
meno
os, algunos conocimie
entos inform
males (Baro
oody, 1983
3a; Baroodyy y Ginsbu
urg,
1984; Baroody y Snyder, 1983). Loss preescola
ares apren
nden mucha
a matemáttica
mal de la fam
milia, los co
ompañeros, la TV y loss juegos anttes de llega
ar a la escue
ela.
inform
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. La
a matemátic
ca informa
al de los niños es el paso intermedio cru
ucial entre su
conoccimiento inttuitivo, limittado e imprreciso y bassado en su
u percepción directa, y la
matem
mática pode
erosa y pre
ecisa basad
da en símbo
olos abstracctos que se
e imparte en
n la
escue
ela. Como ocurrió
o
en la
a historia, la
a experienccia práctica y relativam
mente concre
eta
de contar ofrece a los niñoss una base para adquirrir técnicas numéricas y aritméticas.
Puestto que el aprendizaje
tos
e implica una constrrucción a partir de conocimien
c
anteriiores, el co
onocimiento
o informal desempeña
d
a un papel crucial
c
en el
e aprendizaje
signifiicativo de la
a matemática formal. Como el aprendizaje es un procceso activo de
asimillar nueva in
nformación a lo que ya
y se conocce, el conoccimiento infformal es una
u
base fundamental para com
mprender y aprender la
as matemáticas que se imparten en
nvestigación cognitiva indica que
e, independ
dientemente
e de cómo se
la esccuela. La in
introd
duzcan las técnicas,
t
símbolos y co
onceptos matemáticos
m
s en la escu
uela, los niñ
ños
tiende
en a interprretar y a ab
bordar la ma
atemática formal
f
en fu
unción de su
s matemáttica
inform
mal (Hieberrt, 1984). Por tanto, la
a matemáticca informall es fundam
mental para
a el
domin
nio de las técnicas
t
bá
ásicas y parra enfrenta
arse con éxxito a la ma
atemática más
m
avanzzada. A con
ntinuación se
s describe
en dos implicaciones educativas
e
de este punto
de vissta que tien
nen una imp
portancia clave.
1. La enseñ
ñanza form
mal debe basarse en
e el con
nocimiento matemáttico
inform
mal de los
s niños. Es
E esencia
al que la planificació
p
ón educatiiva tenga en
cuentta el conoc
cimiento matemático
m
o informal de
d los niño
os. Los mae
estros deb
ben
explo
otar las po
otencialida
ades inform
males para
a que la enseñanza
e
a formal sea
s
signifficativa e interesante. Además de aum
mentar la probabilida
p
ad de que
e el
apren
ndizaje esc
colar tenga
a éxito, la explotación
e
n de los pu
untos fuerte
es informales
puede tener importantes consecuen
ncias afecttivas. El prrincipio de relacionarr la
instru
ucción form
mal con el conocimie
ento inform
ma es aplica
able a toda
a la gama de
temas
s de nivel primario, desde el dominio de
d las com
mbinacione
es numéric
cas
básic
cas hasta el
e aprendiz
zaje de con
nceptos y procedimie
entos relac
cionados con
c
los órrdenes de unidades como el cálculo
c
con
n acarreo. También veremos
v
q
que
este principio
p
se
e aplica a niños con una gran variedad
v
de aptitudes
s, incluyen
ndo
los qu
ue tienen problemas
p
s de aprend
dizaje y los
s que pres
sentan retrraso menta
al.
2. En generral, las lag
gunas exisstentes enttre el cono
ocimiento informal y la
instru
ucción form
mal pueden
n explicar las dificulttades de aprendizaje
a
e. Cuando la
enseñ
ñanza form
mal se intrroduce con
n demasiada rapidezz y no se
e basa en el
conoccimiento infformal que
e ya posee
en los niño
os, el resulltado es un aprendizzaje
memo
orístico y la aparición de pro
oblemas de
d aprendiizaje y/o de creenccias
destru
uctivas. Inc
capaces de
e conectar la matemá
ática forma
al con algo
o significatiivo,
muchos niños se
e limitan a memorizar
m
y utilizar mecánicame
ente las mattemáticas que
q
se im
mparten en la escuela. Muchos niños
n
inclusso llegan a no poder memorizarr ni
20
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datos ni técnicas
s. Otros pie
erden interé
és en la materia, desarrollan un sentimiento
s
de
azo hacia la
a misma e in
ncluso llega
an a temerlla.
recha
So
obre todo es
s muy proba
able que lass lagunas existentes
e
e
entre
la instrrucción form
mal
y el co
onocimiento informal de
d los niñoss provoque
en dificultad
des de apre
endizaje de las
técniccas y los co
onceptos, re
elativamentte abstracto
os, relacionados con lo
os órdenes de
unidades de bas
se diez. Co
omo conseccuencia, mu
uchos niños tienen prroblemas pa
ara
ón posiciona
al y experim
mentan dificultades con
n las técnica
as de acarrreo.
captar la notació
Otros tienen problemas con
n la represe
entación en
n base diezz y no pueden desarro
ollar
técniccas eficace
es para ma
anejar números grand
des. Sobre todo, son los niños de
educa
ación especial los qu
ue pueden tener gran
ndes dificultades para
a franquearr la
transición entre la
l aritmética
a informal basada
b
en contar
c
y la aritmética formal
f
basa
ada
osicional.
en la notación po
21
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T
Técnicas
s para contar
Co
ontar oralmente, ¿imp
plica aptitud
des numériicas? ¿Qué
é técnicas de contar se
suelen desarrolla
ar durante los
l años preescolaress? ¿Podemo
os suponerr que los niñ
ños
de ed
ducación especial
e
ad
dquirirán té
écnicas bássicas para contar de una mane
era
inform
mal? ¿Qué técnicas suelen
s
requ
uerir instrucción durante los primeros curssos
escola
ares?
A) EL
L DESARROLLO DE TECNICAS
T
S PARA CO
ONTAR
El cas
so de Alex
xi
Ha
acia los vein
ntiséis messes de edad
d, Alexi podía contar de palabra
a del 1 al 10 y
había
a empezado
o a experim
mentar con los númerros hasta el 20. Cuando se le pidió
que contara
c
los tres puntoss de una fo
ormación trriangular, Alexi
A
señaló
ó los puntos y
soltó a toda prisa: «1,2, 3, 4, 5, 6, 7, 8,
8 9, 10.» Cuando
C
se le pidió que
e contara tres
punto
os en fila, señaló al azzar y variass veces e conjunto
c
mie
entras decíía: «8, 9, 10.»
Aun después
d
de
e poder con
ntar con exa
actitud conjjuntos de hasta
h
cinco objetos, Allexi
se de
esconcertaba cuando
o se le prreguntaba cuántos ha
abía conta
ado. Si se le
enseñ
ñaban dos conjuntos (por ejemp
plo, una tarjeta con nueve
n
puntos y otra con
c
ocho)) también le sorprend
día que se le pidiera que señallara la tarje
eta que tenía
«más».
e Alexi para
a contar orralmente no garantiza
aba una ca
apacidad pa
ara
La técnica de
contar con exac
ctitud conju
untos de objetos
o
o para
p
el em
mpleo de otras
o
técniccas
1
éricas. Sin embargo,
e
h
hacia
los cin
nco años de edad , lo
os niños no
o sólo pued
den
numé
contar de palabrra casi hasta 29, sino que inmed
diatamente determinan que ••• y •••
«
Además, para un niño típ
pico de cincco años es evidente cómo
c
se de
ebe
son «tres».
resolvver el prob
blema de determinar
d
cuál de do
os conjunto
os (por ejemplo, uno de
nueve
e y otro de ocho) tien
ne más elem
mentos: só
ólo hay que
e contar cada conjunto
oy
comparar las can
ntidades resultantes. Después
D
de
e contar cad
da conjunto
o de puntoss, la
soluciión del prob
blema tamb
bién es fácilmente visib
ble para los niños de cinco años: «El
conjunto con 9 es
e más.» Por
P tanto, en cuestión de pocos años
a
los niños aprend
den
una variedad de técnicas pa
ara contar y muchas maneras
m
de
e aplicarlas (Fuson y Hall,
H
1983)). Lo complicado que pueda
p
ser este
e
desarro
ollo, o en qué medida llegan a da
arlo
por se
entado los adultos, qu
ueda revela
ado por un
n examen detallado
d
de
e las técniccas
menccionadas en
n el párrafo anterior.
1 Las conductas
s que se desscriben más adelante se basan en lass normas de la prueba Early
E
ematical Ability
y (Ginsburg y Baroody, 1983) y represe
entan la capaccidad -media»
» de un niño de
d 4
Mathe
años y 11 meses de
e edad.
22
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Una jerarquía
j
de
d técnicas
s
En su mayor parte, la ca
apacidad de
e contar se desarrolla jerárquicam
j
mente (Klah
hr y
ace, 1973). Con la prráctica, las técnicas para
p
contar se van haciendo
h
m
más
Walla
autom
máticas y su
u ejecución
n requiere menos
m
atención. Cuando una técn
nica ya pue
ede
ejecutarse con eficiencia,
e
p
puede
proce
esarse simu
ultáneamen
nte o integra
arse con otras
m
de trabajo (a corto plazo
o) para form
mar una téccnica aun más
m
técniccas en la memoria
comp
pleja (por ejjemplo, Sch
haeffer, Eggleston y Scott,
S
1974
4). Considerremos qué se
necessita para re
ealizar la tarea aparen
ntemente se
encilla de determinar
d
s un conjunto
si
de nu
ueve puntos
s es «más" o «menos"" que otro de
d ocho. Re
ealizar esta
a comparación
entre magnitude
es numérica
as requiere la integracción de cuattro técnicass.
En primer lugar, la técnicca más bássica es gen
nerar sistem
máticamente
e los nombres
en adecuad
do. A los dos
d años de
d edad, Alexi
A
ya había
de loss números en el orde
empe
ezado a dom
minar la serrie numérica
a oral y, a veces,
v
podía contar ha
asta 10 de uno
u
en uno. Sin embargo, cuand
do se le ped
día que con
ntara objeto
os, aún no podía
p
decir los
núme
eros en el orden
o
corre
ecto de forrma cohere
ente. Por ejjemplo, a veces
v
no eme
pezab
ba a contar desde «uno
o". Hacia lo
os tres añoss de edad, lo
os niños su
uelen empezzar
a con
ntar un con
njunto a partir de «uno» y al em
mpezar párvvulos ya pu
ueden usarr la
secue
encia correcta para co
ontar conju
untos de 10
0 elemento
os como míínimo (Fuson,
Richa
ards y Briars
s, 1982).
En segundo lugar, las palabras (etiquetas)
(
de la seccuencia num
mérica deb
ben
aplica
arse una po
or una a cad
da objeto de
d un conjunto. La accción de con
ntar objetos se
denom
mina enum
meración. Aunque
A
Alexxi podía ge
enerar la serie
s
numé
érica hasta 10
correcctamente, no
n podía en
numerar un conjunto de nueve ele
ementos, y ni siquiera de
tres, porque
p
toda
avía no hab
bía aprendid
do que debe
e aplicarse una, y sólo
o una, etiqueta
a cada elemento
o de un conjjunto. La en
numeración
n es una téccnica comp
plicada porq
que
el niño debe coo
ordinar la ve
erbalización
n de la serie numérica
a con el señ
ñalamiento de
d una coleccción para crear una corresponde
c
encia biunívvoca entre las
cada elemento de
etas y los ob
bjetos. Com
mo los niñoss de cinco años
a
puede
en generar correctame
c
etique
nte
la serrie numéric
ca y señalar una vez cada
c
uno de
d los elem
mentos de una
u colecció
ón,
puede
en coordina
ar con efica
acia las doss técnicas para
p
ejecuta
ar el acto complejo
c
de
e la
enumeración (al menos con
n conjuntoss de hasta 10
1 elementos).
En tercer lug
gar, para hacer
h
una comparació
ón, un niño necesita una mane
era
conve
eniente de representa
ar los elem
mentos que
e contiene cada conju
unto. Esto se
consig
gue median
nte la regla del valor cardinal:
c
la última
ú
etiqu
ueta numériica expresa
ada
duran
nte el proce
eso de enum
meración re
epresenta el
e número total de ele
ementos en
n el
conjunto. En otra
as palabrass, un niño de cinco año
os puede re
esumir la se
erie «1,2, 3, ...
, 9", con
c «nueve
e» y la seriie «1, 2, 3,, ... , 8" con «ocho». Como Alexxi no podía
a ni
enumerar conjun
ntos, no ha
abía descubierto que la última etiqueta
e
de este proce
eso
23
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tiene un significa
ado especia
al. A sus do
os años de edad, Alexxi todavía no
n asociaba
a la
c la definición de la cantidad de
e un conjun
nto.
serie numérica con
En cuarto lugar, las tres técnicas acabadas de
e describir son indispe
ensables pa
ara
e la posición
n en la seccuencia deffine la magnitud. A loss dos años de
comprender que
nían tamaño
os relativoss para Alexii. Sin emba
argo, los niñ
ños
edad, los númerros no defin
peque
eños llegan
n a aprende
er, tarde o temprano, que la serrie numérica se asocia
aa
una magnitud
m
relativa. Aun los niños muy
m pequeñ
ños pueden
n realizar co
omparacion
nes
gruessas entre ma
agnitudes como
c
«10 es
e más gran
nde que 1», quizá porq
que saben que
q
el 10 viene
v
much
ho más tard
de en la seccuencia de enumeració
ón. Hacia lo
os cinco años,
los niños
n
pued
den llegar a hacer con rapide
ez comparraciones precisas en
ntre
magnitudes de números
n
se
eguidos com
mo el 8 y el 9, porque están
e
muy familiarizad
dos
con la
as relacione
es de suce
esión numé
érica («cuan
ndo me pongo a conttar, el 9 vie
ene
despu
ués del 8, así
a que el 9 es más gra
ande»).
Po
or tanto, con
ntar para de
eterminar qu
ue un conju
unto de nueve puntos es
e más que
e un
conjunto de och
ho no es, cognoscitiva
c
amente hablando, un acto trivia
al. Aunque los
adulto
os pueden dar por sentadas las cuatro técn
nicas impliccadas, ésta
as constituyyen
un retto intelectua
al imponente para los niños de dos años de
e edad. Cua
ando lleguen a
los cinco años, la
l mayoría de los niño
os habrán dominado estas
e
técnicas básica
as y
estará
án listos pa
ara enfrenta
arse a nuevvos desafíoss.
Alg
gunos de ellos -sobre todo
t
los que
e proceden
n de entorna
as con care
encias, los que
q
tienen
n lesiones cerebrales
c
o los menta
almente atrrasados- pu
ueden no ha
aber llegado a
domin
nar estas té
écnicas bássicas y nece
esitarán una
a atención especial. En
E lo que re
esta
de ca
apítulo se de
escribirán con
c mayor detalle
d
las cuatro
c
técn
nicas básica
as para con
ntar
y otra
as técnicas más elaboradas que se desarrollan durante
e las prime
eras etapas de
la esccolarización
n.
Co
ontar oralm
mente
Se
erie numériica. A una edad tan corta com
mo los diecciocho messes, los niñ
ños
empie
ezan a conttar oralmen
nte de uno en
e uno («1, 2, 3 ... »). La mayoría
a de los niñ
ños
de do
os años pue
eden contarr «1, 2» pero luego em
mpiezan a omitir
o
términos (Fuson
n et
al., 19
982). Al prin
ncipio, los niños
n
puede
en aprende
er partes de
e la serie nu
umérica ha
asta
10 pa
ara unirlas más
m adelan
nte. Por eje
emplo, Alexxi (hacia loss veinte me
eses de eda
ad)
empe
ezó a usar, de una man
nera regula
ar, la serie «8,
« 9, 10». Más adelan
nte añadió «2,
3, 4» para hacerr «2, 3, 4, 8, 9, la». De
espués añad
dió el 5 y el 6 y, finalm
mente, el 1 y el
7 para
a completar la serie ha
asta 10. A los
l veintiséis meses, Alexi
A
añadió
ó los números
de do
os cifras 19 y 20 r' muy poco despu
ués, inserta
aba la ristra
a «11, 12, 13» entre el 10
y el 9.
24
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Co
ontar oralme
ente suele equipararse
e
e con «contar de mem
moria».
Como
o ilustra el caso
c
de Ale
exi, contar de memoria es una buena
b
desccripción de las
prime
eras técnica
as orales qu
ue emplean
n los niños para conta
ar. Su man
nera de con
ntar
era, simplemente
s
e, una canttinela verba
al sin sentid
do. La serie numérica inicial de Allexi
pareccía no ser más que una
u
cadena
a de asocia
aciones ap
prendidas de
d memoria
a y
enlaza
adas gradu
ualmente en
ntre sí. Sin embargo, contar de memoria
m
ess una descrripción menos adecuada de
e los poste
eriores inte
entos de contar.
c
Co
on demasia
ada
encia, este término se emplea pa
ara indicar que
q los niño
os aprenden
n toda la se
erie
frecue
numé
érica por memorizac
m
ión. Aunqu
ue la mem
morización desempeña un pa
apel
determ
minado, sob
bre todo du
urante las ettapas inicia
ales, el apre
endizaje reg
gido por reg
glas
tiene una importa
ancia funda
amental para ampliar esta
e
serie. Aunque ess probable que
q
2
los té
érminos has
sta el 15 se aprend
dan de me
emoria, la mayor partte de la se
erie
numé
érica poste
erior puede
e generarsse mediante reglas (Ginsburg, 1982). Los
L
restan
ntes númerros hasta el
e 20 pued
den genera
arse continu
uando con la secuen
ncia
original (6, 7, 8, 9) Y anteponiendo «la
a y>; (por ejemplo,
e
«d
dieciséis, diiecisiete ... »).
Los números de la segunda
a decena (2
21,22, 23, .... , 29) se pueden
p
generar mediante
la regla de antep
poner «20,>
> a cada un
na de las un
nidades (de
el 1 al 9) un
na por una. En
realidad, para co
ontar de un
no en uno hasta
h
99 ell niño sólo tiene que aprender
a
e
esta
regla y el orden de las dece
enas (10, 20, 30..., 90).
Los errores
e
que
e cometen los
l niños al
a contar so
on una buena señal de que existen
reglass que suby
yacen a su cuenta oral, sobre tod
do de 20 pa
ara arriba. Muchos niñ
ños
-incluyendo los
s que presentan rettraso men
ntal- se in
nventan términos como
«dieccicinco» por 15, «dieccidiez» por 20, o «veintidiez, ve
eintionce», para 30 y 31
(Baro
oody y Gins
sburg, 1984
4; Baroody y Snyder, 1983;
1
Ginsb
burg, 1982b
b). Estos errrores in
ndican clara
amente que
e los niños no se limittan a imitar a los adu
ultos, sino que
q
tratan
n de construir sus propios sistem
mas de reglas (Barood
dy y Ginsbu
urg, 1982). Se
trata de
d errores razonables
r
porque son
n ampliacio
ones lógicass, aunque in
ncorrectas, de
las pautas
p
de la serie nu
umérica qu
ue el niño ha abstraído. Así, aun
a
los niñ
ños
menta
almente atrrasados pa
arecen ser capaces de
d ver, emp
plear y, a veces,
v
aplicar
malla
as pautas de
e la serie numérica.
2 En el original se hace refencia al núme
ero 13. Debid
do a las características qu
ue presentan los
n
11 a 19 en ing
glés, se ha optado por adaptar la traducción a las
nombrres de los números
caracte
erísticas de lo
os nombres de
e estos núme
eros en castellano. Véase también
t
la notta número 12 (N.
del T.).
25
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Au
unque la mayoría de los
l niños que
q
se acaban de inccorporar a la escuela ya
hacen
n progresos
s con la parrte de la se
erie numéricca regida por
p reglas, muchos
m
no se
dan cuenta de qu
ue las dece
enas (<<10,, 20, 30,... , 90») sigue
en una pauta
a paralela a la
secue
encia de las
s unidades (Fuson et al., 1982). Aún no se sabe con certeza cóm
mo
llegan
n los niños a resolver el
e «problem
ma de las de
ecenas», ess decir, su orden
o
correcto
para contar
c
hastta 100 de uno
u en uno. Una hipóttesis es que
e los niños aprenden las
decen
nas de mem
moria en fo
orma de exxtremos fina
ales de cad
da serie (po
or ejemplo,, el
niño forma la asociación
a
entre «29
9-30» o «3
39-40»). Hay
H
alguno
os datos que
q
respa
aldan esta conjetura.
c
A
Algunos
niño
os no puede
en contar por
p decenass pero pued
den
contar hasta 30 ó 39 porqu
ue parecen
n haber aprrendido que 30 va de
espués de 29,
2
ués de 39 (Baroody y Ginsburg
g, 1984). Otra
O
pero no han aprendido qué va despu
esis es que los niños aprenden
a
lass decenas (contar
(
de diez
d
en diezz) de memo
oria
hipóte
y emp
plean este conocimien
nto para re
ellenar la se
ecuencia de
e contar de
e uno en un
no.
Otra hipótesis,
h
co
ompletame
ente distinta
a, es que loss niños apre
enden las decenas
d
como
una versión mod
dificada de la secuencia del 1 al 9 y emplean esta pauta
a (repetir la ses
cuenccia de las unidades
u
y añadir -entta) para relllenar la cu
uenta de un
no en uno. Un
ejemp
plo de esta última hipótesis es el caso
c
de Terri, una niña levemente
e atrasada que
q
cuand
do llegaba al
a final de una
u decena
a (por ejemplo, «..., 58
8, 59») se ponía
p
a con
ntar
para sí para ave
eriguar la siguiente
s
decena (porr ejemplo, «1,2,
«
3, 4, 5, 6 -ah, ...
. ,
sesen
nta») (Baro
oody y Ginsburg, 198
84). Luego iba repitie
endo este procedimien
p
nto
hasta llegar a 10
00.
En
n realidad, la mayoría
a de los niños
n
puede
en aprende
er de mem
moria algun
nas
decen
nas (hipótes
sis 1 y 2) Y emplear reglas
r
para generar el resto (hipó
ótesis 3). Esto
tiene sentido po
orque la ma
ayoría de las decenass sigue una pauta y sería ineficcaz
apren
nderlas todas de mem
moria. Sin embargo, se puede tener que aprender de
memo
oria la prime
era parte, in
ncluyendo quizá
q
algun
nos casos regulares co
omo 40, antes
de de
escubrirse la pauta. Por tanto, aprender lass decenas (contar de diez en die
ez)
puede
e ser algo parecido
p
a aprender a contar de
e uno en un
no: al princiipio, los niñ
ños
adquieren una parte
p
por memorizació
ón y luego emplean
e
un
na pauta pa
ara ampliarr la
secue
encia.
Ela
aboraciones
s de la serrie numéricca. Con la experiencia
a, los niñoss aprenden
n a
usar su represe
entación mental
m
de la serie numérica
n
c
con
más elaboración
e
n y
flexibiilidad (Fuso
on et al., 19
982). A med
dida que se
e van familiarizando más
m y más con
c
la serie numéric
ca correcta
a, los niño
os pueden citar autom
máticamentte el núme
ero
ente a un nú
úmero dado
o. A los veiintiséis messes, Alison ya podía hacerlo
h
si se
e le
siguie
«daba
a el pie».
26
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MADR
RE:
ALISO
ON:
MADR
RE:
ALISO
ON:
Alison, ¿qué núme
ero va desp
pués del 9?
?
[No responde.]
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 y ...
10.
De no
o ser así, Alison no lo podía hace
er sólo lo ha
acía a vece
es.
MADR
RE:
ALISO
ON:
MADR
RE:
ALISO
ON:
MADR
RE:
ALISO
ON:
MADR
RE:
ALISO
ON:
MADR
RE:
ALISO
ON:
¿Qué número
n
va después
d
de
el ocho? El ocho.
El ocho
o.
¿Y desp
pués del do
os?
El nuevve
¿Y desp
pués del se
eis?
[No responde.]
(Un pocco más tard
de): ¿Qué va
v después del ocho?
Nueve, diez
¿Y desp
pués del do
os?
El cuatrro.
Ha
acia los cua
atro o cinco años de ed
dad, los niñ
ños ya no necesitan em
mpezar dessde
el 1 para respo
onder de manera
m
co
oherente y automática
a pregunta
as relativass a
núme
eros seguid
dos, al men
nos hasta cerca
c
del 28
2 (Fuson et al., 1982
2; Ginsburg
g y
Baroo
ody, 1983). Uno de loss desarrolloss que pueden producirrse un poco
o más tarde
e es
la cap
pacidad de
e citar el nú
úmero ante
erior. Cuando los niño
os captan las
l relacion
nes
entre un númerro dado y el anteriorr, ya está preparado el terreno
o para con
ntar
regressivamente. Además, los niños de edad escolar
e
aprenden gra
adualmente
e a
conta
ar por grupo
os. Entre la
as más preccoces de estas
e
nueva
as pautas se
s encuentrran
conta
ar por pareja
as, de cinco
o en cinco y de diez en diez.
umeración
Nu
Enumeración.. Los niños deben apre
ender que contar
c
objetos implica algo más que
q
nto o deslizzado por encima
e
de otro mientras
agitarr un dedo señalando un conjun
pronu
uncian con rapidez
r
la serie
s
numérrica. Aunque los niños pequeños aprenden con
c
rapide
ez al meno
os la parte memorísticca de la se
erie numériica (véase, por ejemp
plo,
Fuson
n y Hall, 19
983) Y no tienen problemas para
a señalar los objetos de
d uno en uno
u
(Beckkwith y Restle, 1966), coordinar estas
e
dos té
écnicas parra enumera
ar un conjunto
no es una tarea fácil.
f
En rea
alidad, la enumeración
n -sobre tod
do de conju
untos con más
m
uatro eleme
entos- sólo
o llega a hacerse
h
au
utomática de
d una ma
anera gradual
de cu
(Beckkwith y Res
stle, 1966; Gelman
G
y Gallistel,
G
19
978, y Schaeffer et all., 1974). Con
C
27
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coleccciones gran
ndes y, sobre todo, desordenad
d
das, los niñ
ños tienen que aprend
der
estrattegias para
a llevar la cuenta
c
de lo
os elementtos que han contado y los que no.
Cuand
do los elem
mentos se ponen
p
en fila, hace fallta poco essfuerzo para
a no perderr la
cuentta si se empieza desde uno de lo
os extremo
os. Si la colección está
á colocada en
círculo, el niño sólo necesitta recordar el elemento
o por el que
e ha empezzado a conttar.
Con distribucion
d
nes desord
denadas, el niño debe recordarr qué elem
mentos ha etie
queta
ado y cuále
es quedan por
p etiquetar. Esto se
e ve facilita
ado por el empleo
e
de un
métod
do sistemáttico (por eje
emplo, conttar de izquierda a dere
echa y de arriba
a
abajo
o) o
separrando los elementos
e
etiquetados de los no
n etiquetad
dos. Fuson
n (en prenssa)
encon
ntró que muchos de sus
s sujetoss de párvullos no emp
pleaban la estrategia de
crear un montón
n aparte con
n los eleme
entos ya con
ntados.
Regla
a del valor cardinal. Al
A principio, los niños pueden
p
no darse cue
enta de que
e la
enumeración sirv
ve para numerar. Cua
ando se less pide que cuenten
c
un
n conjunto, los
niños se limitan a enumera
arlo y esperan que essto, en sí mismo,
m
satissfará al adu
ulto
c
ob
bjetos acab
ban de conttar,
(cosa que ocurre a veces)). Si se les pregunta cuántos
vuelve
en a enume
erar todos los elementtos del conjjunto. Por ejemplo,
e
Ida
a, una niña de
tres años
a
de eda
ad, enumerró cuatro esstrellas (« 1,
1 2, 3, 4») sin hacer ningún
n
intento
serio de emplearr o recordar la informa
ación. Cuan
ndo se le prreguntó cuá
ántas estrelllas
había
a acabado de
d contar, alzó
a
los hom
mbros y volvvió a enume
erarlas otra
a vez. Como
o la
enumeración se contempla como un fiin en sí missma y no co
omo un med
dio para lleg
gar
a un fin, los niñ
ños muy pe
equeños pu
ueden no llegar a co
omprender el sentido de
pregu
untas como « ¿Cuánto
os hay?» nii preocuparrse de reco
ordar los ressultados de
e lo
que han contado
o.
Cu
uando tiene
en cerca de dos años, muchos niños dessarrollan un
na concien
ncia
primittiva de que
e contar ess un proce
edimiento empleado
e
p
para
asigna
ar númeross a
coleccciones (para respond
der a pregu
untas del tipo
t
« ¿Cuántos hay?
?»). Ahora ya
realizan el intento de recorrdar lo que
e han conta
ado. Sin em
mbargo, com
mo no se dan
d
cuentta de que el
e proceso de
d enumera
ación se pu
uede resum
mir, respond
den a este tipo
t
de pre
eguntas rep
pitiendo la serie
s
numé
érica. Despu
ués de «solltar» varioss términos («7,
8, 9»)) o de repettir el mismo
o («9, 9, 9»
») ante un conjunto
c
de
e tres objeto
os, un niño de
dos años
a
puede designar este
e
conjun
nto volviend
do a contar (por ejemp
plo, «7, 8,9» o
«9, 9,, 9») (Wagn
ner y Walte
ers, 1982). Aun
A despué
és de habe
er aprendido
o .a enume
erar
correcctamente, los niños pu
ueden no darse cuenta de que ess innecesario recitar otra
o
vez to
oda la sec
cuencia cuando se le
es pregunta por una cantidad. Por ejemp
plo,
despu
ués de enum
merar cuatrro estrellas que había en una tarjjeta, George (sin volve
er a
mirar la tarjeta) respondió
r
a la pregun
nta ¿«Cuántas estrella
as hay»? co
on: «Pues hay
h
1, 2, 3 y 4 estrellas.» Sin em
mbargo, a una
u edad ta
an corta com
mo los dos años y me
edio
de edad, algunos
s niños desscubren el «atajo»
«
con
nsistente en
n recitar la última
ú
etiqueta
del prroceso de enumeració
e
ón para indicar la canttidad. En ell fondo, la regla
r
del va
alor
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cardin
nal traduce el término aplicado a un elemento determinado de un conjunto (el
último
o) al término
o cardinal que
q represe
enta el conjjunto entero
o.
Re
egla de la cu
uenta cardin
nal. La regla
a inversa a la del valorr cardinal ess la regla de
e la
cuentta cardinal.. Esta regla específicca que un término ca
ardinal com
mo «5» ess la
etique
eta asignad
da al último elemento
o cuando se
s enumerra un conju
unto de cin
nco
objeto
os (Fuson y Hall, 198
83). Parece
e que los niños
n
tiene
en que apre
ender que un
términ
no como cin
nco es al mismo
m
tiemp
po el nombrre de un co
onjunto (núm
mero cardin
nal)
y un número
n
parra contar. Considerem
C
os el caso de un niño al que se da
d un conjunto
de cin
nco canicas
s junto con la consigna
a: «Aquí ha
ay cinco can
nicas; pon cinco
c
ca!1iccas
en la taza.» El niiño que no aprecia la regla
r
de la cuenta
c
card
dinal tiene que
q ponerse a
conta
ar las canica
as a medida
a que las va soltando en la taza. Este niño no
n puede prep
ver qu
ue la etique
eta cinco empleada
e
p
para
design
nar el conju
unto es la misma
m
que se
debe aplicar al resultado de contar el conjunto
o. En cambio, el niño
o que da por
senta
ada la regla de la cuen
nta cardinal se limita a colocar todo el conju
unto en la ta
aza
sin co
ontar.
Se
eparación. Contar
C
(sep
parar) un nú
úmero conccreto de ob
bjetos es un
na técnica que
q
emple
eamos a diario (por ejemplo,
e
«D
Dame tres lápices», «Me
«
queda
aré con cua
atro
camissas», «Tom
ma cinco clavos»). Sin embargo,
e
n se trata de
no
d una tarea
a cognoscittiva
sencillla porque implica: a) observar
o
y recordar el número de
e elementoss solicitado (el
objetivo); b) etiq
quetar cada
a elemento
o separado
o con una etiqueta numérica, y c)
contro
olar y dete
ener el pro
oceso de separación.
s
En otras pa- labrass, se requie
ere
almaccenar el ob
bjetivo en la
a memoria de trabajo, un processo de enum
meración y, al
mismo tiempo, ir compara
ando los números de
el proceso de enume
eración con
n el
núme
ero almacen
nado y dete
ener este proceso
p
cua
ando se llegan a igualar (Resnicck y
Ford, 1981). La regla de la cuenta carrdinal ofrece
e al niño un
na razón pa
ara tomar nota
del ob
bjetivo en la
a memoria de
d trabajo y constituye
e la base pa
ara detenerr el proceso
o de
enum
meración (Ba
aroody y Mason, 1984
4). Por ejem
mplo, si se pide
p
a un niñ
ño que sepa
are
tres lápices tien
ne que darrse cuenta de que pa
ara realizarr la tarea es
e importante
record
dar «tres» y que deb
be parar de
e contar lá
ápices cuan
ndo llegue a la etiqueta
«tres»
».
Comp
paración de
d magnitu
udes
Cu
uando tienen unos tress años de ed
dad, los niños descubrren que los términos para
contar más altos
s se asocian
n a magnitu
udes superiiores (Wagner y Walte
ers, 1982). Así
A
se dan cuenta de
e que «dos» no sólo sigue a «uno
o» sino que
e también re
epresenta una
u
cantid
dad mayor. Hacia los 3 años y medio,
m
los niños
n
suelen apreciar que «tres» es
mayor que «dos»
» (Shaefferr et al., 1974
4). Partiend
do de estos datos, los niños
n
de cerca
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de cu
uatro años de
d edad pa
arecen desscubrir una regla gene
eral: el térm
mino numérrico
que viene
v
despu
ués en la secuencia
s
s
significa
«m
más» que el
e término de
d un núme
ero
anteriior. Aun anttes de entra
ar en la escuela, los niñ
ños parece
en usar su re
epresentacción
menta
al de la serrie numérica
a para hace
er compara
aciones toscas, pero eficaces,
e
en
ntre
magn
nitudes, es decir,
d
para comparar con
c rapidezz y exactitu
ud dos núm
meros bastante
separrados entre
e sí dentro de la secu
uencia (por ejemplo, el
e 3 y el 9, o el 2 y ell 8)
(Resn
nick, 1983)). A medid
da que la relación «el
« siguientte de» se va hacien
ndo
autom
mática, los niños pued
den llegar a ser capacces de haccer comparraciones en
ntre
magn
nitudes más
s próximas (entre
(
núme
eros seguid
dos). En rea
alidad, cuan
ndo la mayo
oría
de los niños em
mpiezan a asistir al parvulario ya pueden realizar con bastante
araciones en
ntre números adyacen
ntes hasta el
e 5 e inclusso hasta el 10.
precissión compa
B) IM
MPLICACIO
ONES EDUCATIVAS: DIFICULT
TADES PAR
RA CONTA
AR Y
SO
OLUCIONE
ES
Conta
ar oralmen
nte
Se
erie numériica. La ma
ayoría de los
l
niños, incluyendo
o los que pertenecen
n a
minorrías y a cla
ases sociales desfavo
orecidas, re
eciben una exposición
n intensa a la
prime
era parte -la
a memorístiica- de la serie numérrica por parrte de familiiares, amigos,
perso
onal de guardería, la te
elevisión, ettc., antes de llegar a la
a escuela. Si
S un niño que
q
acaba
a de incorp
porarse al ja
ardín de inffancia man
nifiesta inca
apacidad pa
ara generarr la
secue
encia memo
orística hassta un mín
nimo de 10, puede da
ar señal de
e un problema
grave
e y de la necesidad de una in
ntervención
n de apoyo
o inmediata
a e intenssiva
(Baroody y Gins
sburg, 1982
2b). Aunque se dan grandes
g
differencias in
ndividuales, el
domin
nio de la pa
arte memorrística de la
a serie numérica no de
ebería darse por senta
ado
en niñ
ños atrasad
dos del ciclo
o medio (Ba
aroody y Gin
nsburg, 198
84). La mayyoría de los niños de cuatro y medio
m
a seiis años de edad
e
puede
en llegar a contar
c
hastta 29 ó 39. Sin
S
emba
argo, y dado
o que todavvía no han resuelto el problema de las dece
enas, much
hos
de ello
os son inca
apaces de ampliar
a
la parte
p
regida
a por reglas más allá de estas cifrras.
Muchos niños pe
equeños co
on retraso mental
m
nece
esitarán ayu
uda para lle
egar a dominar
inclusso la primerra parte de la
l secuencia regida po
or reglas (de
el 16 al 19 y del 20 al 29).
2
A partir
p
del 15
5, aproxima
adamente, la enseñan
nza de la se
erie numéricca no debe
ería
insistiir en la me
emorización
n. En camb
bio, se debe
ería animar a los niño
os a busca
ar y
discuttir las pauta
as subyace
entes a la serie
s
numérica. En alg
gunos caso
os, el maesstro
puede
e tener que dar «pistass» o ayudarr a que las pautas
p
se hagan explíccitas (véase
e el
ejemp
plo 6.1). Ad
demás, es positivo qu
ue los niñoss cometan errores al aplicar reglas
como sustituir 30
0 por «veintidiez». Se trata de un
na señal pro
ometedora porque indica
auta numérrica y consttituye un inttento activo
o, por parte del
el reconocimientto de una pa
niño, de tratar co
on lo desco
onocido en función
f
de las reglas o de la com
mprensión que
q
30
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ya tie
ene. Cuando un niño comete un error al ap
plicar una regla, el maestro
m
pue
ede
aprovvechar el co
onocimiento
o que ya tiene diciéndo
ole, por ejem
mplo: «Otro
o nombre pa
ara
veintid
diez es 30»
». Se trata de
d una man
nera constrructiva de corregir
c
al niño
n
porque
e el
maestro aprecia
a su capaccidad para
a pensar sin dejar de
e ofrecerle
e el feedba
ack
necessario para su
s desarrolllo posteriorr.
plo 6.1 Emp
pleo de pau
utas para enseñar las decenas
Ejemp
Aun los niños
s algo retrasados pued
den beneficciarse de la
a instrucción que explo
ota
las pa
autas subya
acentes a la
a serie num
mérica. Tom
memos el caso
c
de Mikke, un homb
bre
de veinte años de edad con
n un el de 40
0. Mike trattaba de aprender cómo
o decir la ho
ora
ajustá
ándola a los
s cinco min
nutos más próximos, pero
p
como no conocía
a las decen
nas
superriores a 30
0, no podía pasar de
e 35. Después de 35
3 se limita
aba a repetir
expre
esiones usa
adas previamente (porr ejemplo, 5,
5 10, 15, 20, 25, 30, 35,
3 30»). Pa
ara
establecer una conexión entre
e
la se
ecuencia de las unidades y lass decenas, la
educa
adora de Mike
M
escribió
ó los núme
eros del 1 al
a 6 en una tarjeta. De
ebajo de ca
ada
cifra escribió
e
la decena co
orrespondie
ente y le exxplicó que podía usarr los primeros
núme
eros que em
mpleaba pa
ara contar para averiguar las de
ecenas. «¿Ves? El 1 es
como el 10, e! 2 como el 20
0, e! 3 como el 30, el 4 como el 40,
4 el 5 com
mo el 50 y el
e 6
como el 60». Mik
ke usó la lissta numéricca de esta ta
arjeta para contar de cinco
c
en cin
nco
y al ver
v que con
n ella podía
a expresar todas
t
las horas del re
eloj se puso
o tan contento
que pidió
p
más copias
c
de la
a tarjeta para usarlas en clase y en casa. Los
L siguientes
pasoss se encam
minaron a hacer
h
que Mike
M
determ
minara la siguiente
s
de
ecena usan
ndo
menta
almente la secuencia
s
p
para
contarr y a que prracticara co
ontando de diez en die
ez y
de cin
nco en cinc
co hasta qu
ue estas té
écnicas se hicieran
h
au
utomáticas. Al final, Mike
M
decía en seguida
a la hora sin necesitarr la tarjeta.
La edu
ucación de Mike y la recopilación del ca
aso se deben a Cathy A. Mason
M
.
Loss obstáculo
os más frecuentes para
a los niños,, sea cual sea
s su capa
acidad mental,
son lo
os nombres
s irregularess de los núm
meros 14 y 15 Y de lass decenas 3 (por ejemp
plo,
Baroo
ody y Snyde
er, 1983, y Fuson et all., 1982). Co
omo 14 y 15 son una excepción
e
a la
pauta
a de elabora
ación, es frrecuente qu
ue sean loss últimos nú
úmeros que
e se aprend
den
hasta 19. Alguno
os niños sim
mplemente se los salta
an («…,13, 16,...) o loss cambian por
p
3 Se ha hecho
o una adapta
ación al cas
stellano de las
l
dificultad
des que, en el original, se
en al nombre
e de ciertos números en
n inglés. Véa
ase también la nota núm
mero 12. (N. del
refiere
T.)
31
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otro («…,13, 16,, 16, 16,…)) Un diagn
nóstico exp
peditivo, el empleo de modelos y la
da como un
n hábito an
ntes de que se
práctica pueden establecerr la secuenccia adecuad
instau
ure una sec
cuencia inco
ompleta o incorrecta.
Elabo
oraciones de
d la serie
e numérica
a. Cuando están en párvulos, los niños no
deberían tener problemas para citarr el número
o siguiente
e a otro, y ni siquiera
a el
nos hasta ella
e (Fuson
n et al., 19822; Ginsburg
g y Barood
dy, 1983). Los
L
anterrior, al men
niñoss de bajo re
endimiento y con retrasso mental puede
p
que no
n sean capaces de citar
c
el núm
mero siguie
ente y quizá
á deban em
mpezar a contar desde ello hacer conjeturas.
c
Es
proba
able que citar
c
el núm
mero anterior sea rela
ativamente difícil porq
que los niñ
ños
deben operar so
obre la serie numérica
a en dirección opuesta
a a la seguida durante
e su
apren
ndizaje. Ad
demás, pu
uede que el conceptto de anteerior sea más
m
difícil de
comp
prender que
e el de siguuiente. Por tanto, al prrincipio lo mejor
m
sería concentrar la
enseñ
ñanza de apoyo
a
en el número sig
guiente. Esta enseñan
nza debería
a empezar con
c
la parrte más fam
miliar de la secuencia
s
numérica (d
del 1 al 4 o al 5). Adem
más, si el niño
n
puede leer las cifras
c
se pu
uede empezzar con acttividades en
n las que in
ntervenga una
u
repre
esentación concreta
c
de
e la serie numérica
n
(u
una lista numérica). Un
na vez el niño
n
ha co
omprendido
o la cuestión relativa
a al número
o siguiente
e (anterior) y puede dar
respu
uestas con facilidad mediante
m
el empleo de
e una lista numérica,
n
p
puede
pasa
ar a
actividades sin lista numérica que le exijan
e
deterrminar men
ntalmente la
a respuesta
a.
Co
ontar regres
sivamente desde 10 depende del
d conocim
miento de las relacion
nes
existe
entes entre un número
o y su anterrior, y es un
na técnica oral relativa
amente difíícil.
Con todo, suele ser domina
ada por los niños cuan
ndo llegan a primer cu
urso (Fuson
n et
al., 1982; Ginsb
burg y Baro
oody, 1983
3). Contar regresivam
mente desd
de 20 es una
u
técnicca especialm
mente difíccil y no suele
e dominarsse hasta pocco antes de
e tercer cursso.
Los maestros
m
de
e educación
n especial deben
d
espe
erar muchass dificultade
es con las dos
d
técniccas. La enseñanza de apoyo pue
ede empeza
ar haciendo
o que el niño
o lea una lissta
numé
érica hacia atrás (de derecha
d
a izquierda).
i
Con los niños que do
ominan o han
h
domin
nado el núm
mero siguiente, se pue
ede tapar la
a lista numé
érica dejand
do a la vista
a el
núme
ero de partiida. Entoncces, a med
dida que el niño va contando ha
acia atrás, se
puede
en ir desta
apando succesivamente
e los núme
eros menores. Este procedimien
p
nto
confirrma las resp
puestas corrrectas y offrece un feeedback corre
ector para la
as respuesttas
incorrrectas.
Para contar a intervalos de
d cinco co
omo mínimo
o, puede an
nimarse a lo
os niños a que
q
een la sec
cuencia fam
miliar de contar
c
de uno
u
en uno, pero su
usurrando los
emple
núme
eros intermedios y de
estacando los que forman la pa
auta. Por ejemplo,
e
pa
ara
apren
nder a conta
ar de dos en
n dos, pued
de decirse al
a niño que cuenta así:: «uno [en voz
v
baja], dos [en voz alta], tre
es [en voz baja], cuattro [en vozz alta]... ». Si hace fallta,
puede
e empezars
se con una
a lista numé
érica para aligerar el esfuerzo de expresarr el
términ
no correcto
o y permitir que
q el niño se concenttre en la pauta. En el ejemplo
e
6.2 se
32
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muesstra otro mé
étodo para contar a intervalos a partir de la
a secuencia
a familiar pa
ara
conta
ar de uno en
n uno.
Eje
emplo 6.2 Enseñanza
E
de contar a intervaloss
Se puede ha
acer que contar a intervalos
i
tenga sign
nificado pa
ara los niñ
ños
relacionándolo con
c el proce
edimiento fa
amiliar de contar objeto
os reales de uno en un
no.
Josh, un adolesc
cente con retraso
r
mod
derado, esttaba aprend
diendo a co
ontar de cin
nco
en cin
nco. Su edu
ucadora le había
h
dicho
o que coloca
ara unos disscos de plá
ástico de co
olor
que le
e gustaban mucho en pilas de a cinco
c
y desspués le ayu
udó a conta
arlos de cin
nco
en cin
nco. Luego,, hizo que Josh
J
los desparramara
a y los conttara de uno en uno. Jo
osh
se qu
uedó muy so
orprendido al ver que obtenía el mismo resultado. Lue
ego compro
obó
la vallidez generral de este
e descubrim
miento con distintos números
n
de
e pilas. En la
sesión siguiente, Josh insisstía en repe
etir el experrimento porr su cuenta.
Duran
nte la tercera sesión, Josh
J
pidió tarjetas
t
con
n números (5, 10, 15,2
20, 25, etc.) y
las em
mparejó con
n sus pilas. A continua
ación añadió una nuevva etapa a su
s proceso de
comprobación: le
eer los núm
meros de lass tarjetas a medida que
e iba contan
ndo los disccos
de uno en uno. Comprobó
C
e resultado
el
o de contar la primera pila
p de uno en uno con
n el
ero de la primera tarjetta y encontró que, en ambos cassos, el resultado era «5
5».
núme
Al continuar con
ntando de uno en uno
o la segun
nda pila, en
ncontró que
e el resulta
ado
coinciidía con el número de
e la segund
da tarjeta (10), y así sucesivame
s
ente. Mientras
Josh iba contand
do de uno en uno, la educadora recalcaba el número final de ca
ada
grupo
o (5, 10, 15,, etc.) dicién
ndolo en vo
oz alta con él. Luego, Josh
J
se invventó un jue
ego
de ad
divinar en el
e que se tapaba los ojos, la educadora
e
t
tomaba
un
na tarjeta (p
por
ejemp
plo, la del 15)
1 y Josh tenía que adivinar de
e qué núm
mero se trattaba. Hacia
a la
cuarta
a sesión ya
a podía con
ntar hasta 30 de cincco en cinco
o y sin ayud
da. El uso de
objeto
os reales y la secuen
ncia para contar
c
de uno
u
en uno
o hicieron que contar a
intervalos fuera, para Josh, algo comp
prensible e interesante
e.
La edu
ucación de Josh y la recopilación del ca
aso se deben a Cathy A. Mason
M
Nume
eración
En
numeración. Cuando lo
os niños lle
egan al jard
dín de infan
ncia suelen
n ser bastante
comp
petentes para contar co
onjuntos de
e uno a cincco objetos, y la mayoríía de los niñ
ños
de cin
nco años en
numera con
n exactitud hasta
h
20 ob
bjetos (Fuso
on, en prensa). Por tan
nto,
si un niño que empieza
e
el curso
c
de pá
árvulos pre
esenta dificu
ultades con
n conjuntos de
uno a cinco elem
mentos, es que
q necesitta de inmed
diato una attención individual. El niño
n
que no
n haga nin
ngún intento de etique
etar cada objeto
o
de un conjunto,, por peque
eño
33
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que éste
é
sea, co
on una palabra para contar (soltando al azzar palabra
as para con
ntar
mienttras desliza
a el dedo por
p encima de los objjetos) ni de
e llevar la cuenta de los
objeto
os contados y sin con
ntar (etiquettando los objetos
o
del conjunto de
e una manera
totalm
mente asiste
emática) prresenta gra
aves problemas (Baroo
ody y Ginsb
burg, 1982b
b).
Co
omo la en
numeración
n requiere la coordiinación de
e dos sub
btécnicas, los
errore
es pueden deberse a tres causa
as: a) gene
erar una se
erie numérica incorrecta
(errorres de secu
uencia); b)) llevar un control
c
inex
xacto de los elemento
os contado
os y
no co
ontados (errores de partición),
p
y c) no co
oordinar la elaboració
ón de la se
erie
numé
érica y el proceso de control de los ele
ementos co
ontados y no contad
dos
(errorres de co
oordinación
n) (Gelman
n y Gallis
stel, 1978)). En la figura
f
6.1 se
mues
stran algun
nos ejemplo
os de cada
a tipo de error. En oc
casiones, lo
os niños pu
ueden tener
t
un desliz
d
al generar
g
un
na serie numérica,
n
pero si los errores de
secue
encia son sistemático
os (por eje
emplo, etiquetar siste
emáticamen
nte conjuntos
de 13
3 y 14 elem
mentos con
n «13») es
s señal de que hace falta
f
una enseñanza
e
de
apoyo
o orientada
a a reforza
ar la técnic
ca necesarria para co
ontar oralm
mente. El niño
que comete
c
con
n regularida
ad errores de partició
ón como pa
asar algún elemento por
p
alto o contarlo más de una
u
vez, debe
d
apre
ender estra
ategias de control más
m
eficac
ces.
En
n la figura 6.1
6 se pued
de observa
ar que hay tipos de errrores muy
y distintos que
q
pueden produc
cir las mis
smas resp
puestas. Por ejemplo
o, el doble etiqueta
ado
(seña
al igual que contar un
alar un objjeto una vez y asign
narle dos etiquetas),
e
mism
mo objeto más
m de una
a vez, aume
enta en un
na unidad el
e número de
d elementos
de un
n conjunto.. Sin emba
argo, el dob
ble etiqueta
ado es un error de co
oordinación y
no de
e partición. En realid
dad, se pue
eden comb
binar vario
os errores para
p
produ
ucir
una respuesta
r
correcta.
c
C
Como
las re
espuestas incorrectas
s pueden producirse
p
de
varias
s maneras
s y como,, matemátticamente, dos errorres no equivalen a un
aciertto, es impo
ortante que
e los maes
stros observen la acttividad de enumerac
ción
de los
s alumnos que tenga
an alguna dificultad.
d
Si un
n niño tie
ene proble
emas para
a ejecutar con efica
acia algun
na de esttas
subté
écnicas, es
s probable que se de
en errores de coordin
nación. Po
or ejemplo, un
niño que
q tiene que detenerrse y pensa
ar qué viene después del 3 cuan
ndo cuenta un
conjunto de cinc
co elementtos, puede olvidar po
or dónde ib
ba: «1 [señ
ñala el prim
mer
eleme
ento], 2 [se
eñala el segundo], 3 [señala
[
el tercero], a ver, a ver, 4 [señala
a el
quinto
o elemento]]». Igualme
ente, si un niño
n
tiene que dedicar mucha atención para no
perde
erse, puede equivoccarse (por ejemplo, saltarse un número). Fuson y
Mierkkiewicz (198
80) encontrraron que lo
os niños pe
equeños tendían a cometer errorres
de coordinación a medio co
ontar.
34
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Los errores de
d coordinación tamb
bién puede
en darse al principio o al final del
eso de en
numeración
n (Gelman y Gallistel, 1978). Algunos niños tien
nen
proce
dificultades para
a empezar las dos sub
b técnicas al
a mismo tie
empo. En consecuenc
c
cia,
er elemento
o, pero no lo
o etiquetan o empieza
an a etiquettar demasia
ado
señalan el prime
o (por ejem
mplo, dicen «1» sin se
eñalar el prrimer eleme
ento, que a continuación
pronto
recibe
e la etiqueta
a «2»). A ve
eces, los niñ
ños tienen dificultades
d
s para acabar con las dos
d
técniccas coordin
nadas y señ
ñalan, pero
o no etiquettan, el últim
mo elemento o continú
úan
etique
etando después de ha
aber señala
ado el último
o elemento. Los niñoss mentalmente
retrassados parecen ser pro
opensos a cometer errores
e
de coordinació
c
ón (Baroodyy y
Ginsb
burg, 1984)).
El «frenesí» y «pasar de largo» so
on dos gravves erroress de enume
eración. En
n el
prime
ero, el niño empieza con
c una corrresponden
ncia biunívo
oca, pero no la mantie
ene
hasta
a el final, y en
e el segundo no inten
nta estableccer la corresspondencia
a al empeza
ar o
acaba
ar el proce
eso de enumeración (Fuson
(
y Hall,
H
1983). El frenesí puede darse
como
o resultado de
d no contrrolar los ele
ementos etiq
quetados y no etiqueta
ados (error de
particción), no coordinar la cuenta
c
oral y la acción de señalarr (error de coordinació
c
ón),
o amb
bos a la vez
z (véase la fig. 6.1). Pa
asar por altto comporta
a no hacer ningún
n
intento
de co
ontrolar o co
oordinar la serie numé
érica con la acción de señalar cad
da elementto.
Co
on los niño
os que «pasan por alto» algún
n elemento
o, la enseñanza de la·
enum
meración de
ebe destaccar: a) contar despaccio y con atención;
a
b aplicar una
b)
u
etique
eta a cada elemento; c) señalar cada elemento una ve
ez r sólo un
na, y d) con
ntar
organ
nizadamentte para ahorrar esfuerzzo en el con
ntrol. Con elementos
e
f
fijos,
el conttrol
de lo
os objetos contados y los que
e quedan por
p contar se puede
e facilitar con
c
estrattegias de aprendizaje
a
e como em
mpezar por un lugar bien
b
definido y continu
uar
sistem
máticamentte en una dirección (por ejemp
plo, de izqu
uierda a derecha).
d
U
Una
estrattegia adecuada para contar ele
ementos móviles
m
es separar cllaramente los
eleme
entos conta
ados de los que queda
an por conta
ar.
Regla
a del valor cardinal.
c
Cu
uando llega
an a párvulo
os, los niño
os aplican rutinariame
r
nte
, Lyons y Hall,
la regla del valorr cardinal a conjuntos aún
a mayore
es (Fuson, Pergament
P
H
ño de esta edad no lo
o puede ha
acer es señal de que
e tiene gravves
1985)). Si un niñ
proble
emas. Aun
nque much
hos niños mentalme
ente retrasados pued
den aprend
der
espon
ntáneamente la regla del valor cardinal, otros necesitan una enseñanza explícita
a. Si un niño
o simpleme
ente adivina
a el valor ca
ardinal de un conjunto que acaba de
conta
ar o vuelve a enumerrar el conju
unto, se le
e puede exxplicar la re
egla del va
alor
cardin
nal de la manera
m
siguiente: «Cua
ando cuenttes, recuerd
da el último
o número que
q
dices porque asíí sabrás cuántas cosa
as has conta
ado.» Si un
n niño repite
e toda la se
erie
érica empleada en el proceso
p
de enumeración, se le puede decir que existe un
numé
atajo: «Deja que
e te enseñe una manera más fáciil. Después de contar, me vuelve
es a
35
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decir el último nú
úmero que hayas dich
ho y así sab
bré cuántass cosas has contado.»
»A
e el maestrro demuestrre el processo mientrass «piensa en
e voz alta»
»: «
vecess es útil que
¿Cuán
ntos dedos
s tengo leva
antados? Voy
V a conta
arlos, a verr. Uno, doss, tres, cuattro.
Vaya,, el último número que
q
he diccho es cua
atro, así que
q
tengo cuatro ded
dos
levantados.»
” Ind
dica la acción de señalar.
• Ind
dica una combinación de errores
e
de seccuencia y parrtición.
•• In
ndica una com
mbinación de errores de pa
artición y coorrdinación.
36
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Re
egla de la cuenta
c
card
dinal. Los niños
n
que empiezan
e
la
a escuela suelen
s
dar por
sentada esta no
oción más avanzada
a
d valor ca
del
ardinal; mucchos niños de educacción
especcial no lo hacen
h
así (Baroody
(
y Mason, 1984). Esta regla pued
de enseñarse
media
ante un pro
ocedimiento
o de dos etapas
e
con
ncebido por Secada, Fuson y Hall
H
(1983
3) (Véase la
a fig. 6.2). La primera etapa
e
consiste en pressentar un co
onjunto al niño
n
e indiicar (verbalmente y mediante
m
un
n número escrito)
e
la designació
d
n cardinal del
conjunto. El mae
estro pide al
a niño que cuente el conjunto
c
y observe
o
qu
ue el resulta
ado
cide con la designació
ón cardinal. Para la se
egunda etap
pa, el maesstro
de contarlo coinc
prese
enta otro conjunto. Se le vuelve a dar al niño
o la designa
ación cardin
nal y se le pide
p
que cuente los elementos
e
d conjunto
del
o. Sin emba
argo, antes de que aca
abe de conttar,
de al niño que prediga el resultad
do.
el maestro le pid
eparación. Los
L niños suelen llegar a párvuloss pudiendo
o separar co
on precisión
n al
Se
meno
os conjuntos
s de peque
eño tamaño. Si un niño
o es incapa
az de separa
ar hasta cin
nco
objeto
os cuando se le pide
e, es que necesita
n
un
na enseñan
nza de apo
oyo intensiiva.
Muchos niños co
on deficienccias mentalles tienen dificultades
d
con esta ta
area (Baroo
ody
y Ginsburg, 198
84; Baroodyy y Snyder,, 1983; Sprradlin, Cottter, Stevenss y Friedman,
1974)) Y necesita
an una ense
eñanza esp
pecial.
37
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Un
no de los errrores más comunes
c
cu
uando se re
etiran objeto
os de un co
onjunto es «no
«
pararsse», es dec
cir, no deten
ner el proce
eso de conttar cuando se ha llega
ado al objetiivo.
A Mattt, un niño deficiente
d
m
mental,
se le
e enseñaron ocho lápices y se le pidió: « Toma
cinco para dárse
elos al maesstro; recuerrda, saca sólo cinco.» Sin embarrgo, se limittó a
contar los ocho lápices.
l
Cabe atribuir este tipo de
e errores a un fallo de memoria (por
ejemp
plo, véase Resnick
R
y Ford,
F
1981)). Según un
na de las hipótesis qu
ue atribuyen
n el
error a un fallo de
d memoria, los niños no mantienen e! ob
bjetivo en la
a memoria de
trabajjo, es decir, no toman nota de la cantidad solicitada.
s
O propue
Otra
esta es que
e, al
estar tan ocupad
dos con e! proceso de
e contar, se
e olvidan de! objetivo.. Por ejemp
plo,
cuand
do se le prreguntó a Matt
M
cuánto
os lápices debía tomar, respond
dió: «No sé.»
Como
o no recorda
aba e! obje
etivo o no lo
o tenía en su memoria de trabajo, Matt se lim
mitó
a contar todos lo
os lápices que
q tenía de
elante.
Al igual
i
que muchos
m
otro
os niños (vé
éase Flavell, 1970), es posible que
e Matt supie
era
que hace
h
falta un
u esfuerzo
o especial para memo
orizar inforrmación, ess decir, que
e a
vecess necesitam
mos ensayar o repetir una
u informa
ación para facilitar
f
e! re
ecuerdo. Pa
ara
este niño, la en
nseñanza de
d apoyo debe recallcar la imp
portancia de recordarr el
objetivvo de la tarrea y, de ser necesario
Se
o, debe también enseñ
ñarle cómo recordarlo.
r
debe estimular al niño a ensayar (rrepetir) e! objetivo pa
ara que qu
uede graba
ado
firmem
mente en su
u memoria de trabajo antes de co
ontar los ob
bjetos. Si ha
ace falta, se
e le
puede
e instar a que anote ell número an
ntes de em
mpezar a contar.
Los niños
n
que tienen
t
la edad
e
de em
mpezar a andar
a
(Wag
gner y Walters, 1982
2) y
algunos niños deficientes mentales
m
(Baroody y Ginsburg, 1984) tienen problem
mas
con esta
e
tarea aun
a
cuando
o parecen recordar el objetivo. Por ejempllo, cuando se
pidió a un niño, Fred, que quitara tre
es objetos de
d un monttón de cincco, se limitó
óa
contarlos todos: «1,3,4,6, 111 [y despué
és, volviend
do a señala
ar e! último elemento] 3»,
ordado e! objetivo. Este
E
niño deficiente
d
había vuelto
o a
parecciendo que había reco
etique
etar el últim
mo elemento con la pa
alabra «tress». Cuando
o se le pidió que retira
ara
cinco elementos de un totall de nueve volvió
v
a com
meter el errror de no de
etenerse, pe
ero
acabó
ó la cuenta
a con la etiq
queta corre
ecta: «1, 2, 3, 4, 5, 6, 8, 9, 5.» Aunque
A
no se
detuvvo cuando se
s encontró
ó por prime
era vez con
n la etiqueta
a buscada, Fred pare
ecía
record
darla e hizo
o que el último elemen
nto tuviera la
l etiqueta apropiada.
Este error de «finalizar con
c el objettivo» puede
e explicarse
e mediante otra hipóte
esis
referid
da a la memoria. Au
unque algu
unos niños guardan el
e objetivo y lo pued
den
record
dar más tarrde, el procceso de con
ntar objetoss absorbe tanto
t
su ate
ención que no
puede
en compara
ar la serie numérica de
el proceso de
d separación con el objetivo.
o
Como
la memoria de tra
abajo de Frred estaba tan
t copada
a por el procceso de sep
paración qu
uizá
e capaz de atender simultáneam
mente a los procesos de
d contar y de comparrar.
no fue
Una vez
v liberada
a su atenció
ón del proce
eso de conttar, Fred pu
udo recorda
ar el objetivvo y
enme
endar su conducta.
38
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Cu
uando un niño no tiene problema
as para reccordar el ob
bjetivo, la enseñanza
e
de
apoyo
o debe centtrarse en ell proceso de comparacción. Prime
ero, se debe
e hacer que
e el
niño anote
a
el objetivo. A continuació
ón, sacamo
os nosotross el primerr elemento (o
dejam
mos que lo haga
h
el niño). Luego le
e preguntamos (señalando el número anota
ado
si es necesario):
n
« ¿Es la ca
antidad corrrecta? ¿Ha
ay que para
arse aquí?» Continuam
mos
así ha
asta llegar a la cantida
ad solicitada
a. Debemoss explicar claramente
c
por qué se ha
detenido el proce
eso de contar: «Nos hemos
h
para
ado en N [de
ecir el número desead
do)]
ue N [seña
alar el obje
etivo] es la
a cantidad que necessitamos.» Sobre
S
todo
o a
porqu
principio, se deb
be ayudar al niño a enccontrar la manera
m
máss fácil posib
ble de ejecu
utar
oceso de co
ontar. Por ejemplo,
e
se
e puede sim
mplificar el proceso de
e controlar los
el pro
eleme
entos que se
s han conttado y los que
q no, apartando loss primeros es un montón
claram
mente sepa
arado.
Ha
ay otra expliicación para este tipo de errores y es que lo
os niños mu
uy pequeño
os y
algunos escolare
es con defficiencias mentales
m
no
o poseen la base con
nceptual pa
ara
comprender la tarea. Quizá los niñoss que no comprenden
n la noción de la cuenta
cardin
nal no se da
an cuenta de
d que debe
en compara
ar lo que cue
entan con el
e objetivo. Así
A
pues, cuando un
n maestro desea
d
subssanar las dificultades que tiene un
u niño con
n la
separración, prim
mero deberrá comprob
bar que po
osea la téccnica nece
esaria para
a la
cuenta cardinal (Baroody
(
y Mason, 19
984).
omparación
n entre ma
agnitudes
Co
Cu
uando llega
an al curso de párvvulos, casi todos loss niños pueden realizar
comparaciones entre
e
núme
eros separados y entre
e números seguidos
s
pe
equeños (de
el 1
al 5), y la gran mayoría ya habrá
h
llegad
do a domina
ar estas últimas con los números del
1 al 10.
1 Los niño
os de educcación espe
ecial durante la prime
era enseñan
nza y much
hos
niños deficientes de nivel intermedio
o pueden llegar a te
ener proble
emas con las
comparaciones entre
e
núme
eros separa
ados y entrre númeross seguidos pequeños. La
educa
ación de ap
poyo deberrá empezarr con objettos concrettos y núme
eros familiares
que sean
s
manifie
estamente diferentes en cuanto a magnitud
d (compara
ar 1, 2 ó 3 con
c
núme
eros mayore
es como 9 ó 10; comp
parar númerros seguido
os como 1 y 2, o 2 y 3).
Pueden cons
seguirse va
arios juegoss en los que
q
intervie
enen mode
elos concre
etos
(véase el ejempllo 6.3). En el juego Invasores de
e la luna, po
or ejemplo, los jugadores
comparan la long
gitud o la altura de doss conjuntoss de cubos que encaja
an entre sí. De
esta manera,
m
la comparació
c
ón de núme
eros se conecta con in
ndicios percceptivos claros
y queda reforzad
da por elloss: «Tú tiene
es ocho navves espacia
ales en la lu
una y yo ten
ngo
dos. Mira
M qué la
arga es la fila de nave
es que tienes. Ocho naves
n
es más
m que do
os.»
Gradu
ualmente, el
e niño irá aprendiendo
a
o la idea de
e que los nú
úmeros se asocian
a
con
n la
magn
nitud y que los
l número
os que viene
en despuéss en la serie
e numérica son mayorres.
Una vez
v
hayan arraigado estas idea
as básicass, el niño deberá
d
serr apartado de
39
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activid
dades con objetos concretos
c
y se le pe
edirá que resuelva lo
os problem
mas
menta
almente.
plo 6.3. Jue
egos de com
mparación entre núme
eros concre
etos
Ejemp
INVASOR
RES DE LA
A LUNA
bjetivo:
Ob
Comparacione
es entre nú
úmeros del 1 al 10 sep
parados o seguidos.
s
Ma
aterial:
1. Varias luna
as (círculoss de papel) de distinto color.
2. Dos conjun
ntos de cub
bos encajab
bles de distiinto color.
3.U
Una peonza
a con los nú
úmeros del 1 al 10 (pa
ara compara
aciones enttre números
separrados) o un conjunto de
d tarjetas en
e las que se
s listen comparacione
es específiccas
para cada
c
objetiv
vo.
Instrucciones
s:
Esp
parcir los círculos
c
por la mesa. Dar
D un conjjunto de cubos a cada
a uno de los
dos ju
ugadores. Explicar qu
ue los círcu
ulos son lu
unas y que
e los cuboss son naves
espacciales. El ju
ugador que haga «alun
nizar» más naves en una
u luna se
e queda con
ella y el que conq
quiste más lunas gana
a la partida. Usar la peo
onza o las tarjetas
t
para
a
determ
minar la can
ntidad de naves que puede hacerr alunizar ca
ada jugado
or. Pregunta
ar
a uno
o de los niñ
ños qué jug
gador ha he
echo alunizzar más, po
or ejemplo:: «Tú tienes
cinco naves y Billy tiene tre
es. ¿Cuántto es más, cinco o tre
es?» De ser necesario
o,
señalar las disttintas long
gitudes (o alturas) de los dos conjuntoss de cubos
encajables.
DOMINO
D
MA
AS (MENO
OS) UNO Ob
bjetivo:
omparar núm
meros segu
uidos (más o menos uno) de! 1 al
a 10. Materrial:
Co
Ficchas de dom
minó. Instru
ucciones:
Estte juego, ba
asado en uno
u propuessto en e! cu
urrículo de Wynroth (1
1969-1980)),
se jue
ega como e!
e dominó normal
n
perro con una excepción.. En vez de
e empareja
ar
conjuntos numérricamente equivalente
e
es para ir añ
ñadiendo ficchas, las ficchas que se
e
añade
en deben tener
t
un co
onjunto de puntos ma
ayor (o menor) en una unidad al
a
conjunto de la fic
cha de! extrremo de la hilera. La fiigura que sigue
s
ilustra
a un caso de
e
«Dom
minó menos
s uno». Un jugador va
a a añadir una
u ficha co
on «8» al extremo
e
que
e
tiene «9».
40
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on los niños
s de educacción especiial puede se
er muy útil indicar la estrategia pa
ara
Co
conta
ar que pued
de usarse para comp
parar núme
eros seguid
dos y cómo
o se relacio
ona
esta estrategia
e
con
c las técn
nicas básica
as para sab
ber el número «que vie
ene despuéss».
Expliccar, por ejemplo: «Pa
ara saber qué númerro es mayo
or, contemos a ver qué
q
núme
ero viene de
espués. Pa
ara los núm
meros 3 y 4 contamos "1, 2, J" Y como
c
despu
ués
del 3 viene el 4, e14 es ma
ayor.» Tamb
bién puede ser útil dem
mostrar el procedimien
p
nto
para el niño y em
mplear una lista numérrica o bloqu
ues encajab
bles para co
ontar. Llega
ado
el mo
omento, el procedimien
p
nto de conta
ar se puede
e interrump
pir para preg
guntar al niñ
ño:
«¿Qu
ué es más, 4 ó 3? ¿Qué
¿
núme
ero viene después
d
cu
uando conttamos?» Otra
O
mane
era de hace
er explícita la conexión
n entre la co
omparación
n y la técnicca del núme
ero
«que viene des
spués» es continuar las pregun
ntas sobre el número
o «que vie
ene
el tipo «cuá
ál es mayor»
». Por ejem
mplo, se pue
ede pregunttar:
después» con preguntas de
ué viene jus
sto despuéss del 3 cuan
ndo contam
mos? Decim
mos 3, ¿y lu
uego... ?» Una
U
«¿Qu
vez haya
h
respondido el niñ
ño, pregunttarle: « ¿Y cuál es más, 3 ó 4?»
» (nótese que
q
para forzar al niño
n
a penssar realmente en la comparació
c
ón, el núme
ero mayor se
mencciona en prrimer lugarr o «sin seguir el orden usual» la mitad de las veces,
aproxximadamen
nte).
C) IM
MPLICACIONES EDU
UCATIVAS
S: LA ENSE
EÑANZA DE TECNICA
AS PARA
C
CONTAR
A continuació
ón se resum
men alguna
as directrice
es generale
es para la enseñanza.
e
1. Lo
os niños de
eben domiinar cada técnica
t
para contar hasta
h
que llegue a se
er
41
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automática. Es
sto es esen
ncial porqu
ue las técn
nicas para contar se basan la una
u
a otra y sirv
ven de bas
se para téc
cnicas más
s compleja
as como ha
acer sumas
so
en la
devo
olver camb
bios. Si las técnicas básicas
b
no
o son eficaces, no pu
ueden
integ
grarse bien
n con otras
s técnicas para la eje
ecución de
e funciones
s más
comp
plejas.
2. La enseña
anza de apo
oyo debe ba
asarse en experiencia
e
as concretass. Para que
e la
enseñanza de una
u técnica
a básica para contar sea significa
ativa, deberrá basarse en
activiidades con
ncretas. Ad
demás, y sobre todo
o con pob
blaciones de
d educación
especial, puede
e ser importtante enlaza
ar explícitamente activvidades con
ncretas con
n la
técnicca que se enseña.
e
3. La enseña
anza de apo
oyo debe offrecer, dura
ante un larg
go período de tiempo, un
ejercicio regularr con activiidades de interés
te, el dominio
i
para
a el niño. Normalmen
N
incom
mpleto de las técnica
as básicas para conta
ar suele atribuirse a una falta de
experiencia o in
nterés. Si los ejercicio
os no son interesante
es, algunoss niños no se
sentirrán compro
ometidos co
on ellos y no
n alcanzarrán la experriencia necesaria para
a el
dominio de la técnica. Por ejemplo,
e
los niños se cansan
c
en seguida de
e los ejerciccios
de re
epetición orral para aprrender a co
ontar. Los niños se sienten más dispuestoss a
gene
erar la serie numérica en
e el contexxto de enum
merar objeto
os porque se
s trata de una
u
activiidad que tie
ene más se
entido para
a ellos (Fuson et al., 1982). La fo
orma concre
eta
que deberá
d
tene
er el ejerciccio depend
derá del niñ
ño. Muchoss niños resp
ponderán con
c
entussiasmo a dis
stintos tiposs de juegoss que se bassan en conttar; otros prreferirán jug
gar
con un
u títere de «Barrio séssamo» y otrros podrán disfrutar co
on el contaccto de un tuttor,
sea niño o adu
ulto, interessado y enttusiasta. Lo
o esencial es que el ejercicio no
necesita -es má
ás, no debe- carecer de interés pa
ara el niño..
A continuació
ón se prese
entan otros juegos y acctividades para
p
enseña
ar a contar de
palab
bra, a nume
erar y a com
mparar mag
gnitudes.
Juego
os y actividades
ESTRELLA
AS ESCON
NDIDAS
Ob
bjetivos:
1. Enumerar.
2.R
Regla del va
alor cardina
al.
Ma
ateriales:
Tarjetas con estrellas
e
u otros
o
objeto
os dibujado
os (de 1 a 5 para princcipiantes ).
Insstrucciones
s:
Explicar: <<Vamos a jugar al juego de las estre
ellas escon
ndidas. Te voy
v a enseñ
ñar
42
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una carta
c
con es
strellas y cuentas cuá
ántas hay. Cuando
C
hayas acabad
do de conta
ar,
escon
nderé las estrellas y, si
s me dicess cuántas estoy
e
escon
ndiendo, ha
abrás ganad
do
un pu
unto.» Leva
antar la priimera tarjeta y hacerr que el niñ
ño cuente las estrella
as.
Taparrlas con la mano o un
n trozo de cartulina y preguntarle: « ¿Cuán
ntas estrellas
estoy escondiendo?» El niñ
ño deberá re
esponder citando
c
úniccamente el valor
v
cardin
nal
del co
onjunto. Si el niño em
mpieza a co
ontar desde
e 1, pregun
ntarle si hayy alguna ottra
mane
era más fác
cil para indicar las esttrellas que se han co
ontado. Si es
e necesarrio,
enseñ
ñar al niño directame
ente la regla del valorr cardinal demostrand
d
do la tarea
a y
«penssando en vo
oz alta» (de
escribiendo el procedim
miento y el razonamien
nto en que se
basa)).
CIR LA CAN
NTIDAD
PREDEC
Ob
bjetivos:
Co
oncepto de cuenta card
dinal.
M
Materiales:
Ob
bjetos pequeños que se
s puedan contar
c
como bloques o fichas.
Insstrucciones:
Da
ar al niño un
n conjunto de bloquess (por ejem
mplo, cinco)) y decirle: «Toma cinco
bloques. ¿Cuánttos habría si los conta
aras?» Desspués, hace
er que el niño cuente el
conjunto para qu
ue comprue
ebe su resp
puesta. Tam
mbién puede hacerse con un dad
do.
Despu
ués de una
a tirada, no permitir que el niño cu
uente inmediatamente
e los puntoss y
seguir, en cambiio, el proce
edimiento de
escrito ante
eriormente.
CARRE
ERA DE CO
OCHES
bjetivos:
Ob
1. Enumerar.
Separar.
2.S
Ma
ateriales:
1. Un tablero con pista de
d carreras (una hilera
a de casillass en espiral).
2. Un
U dado (co
on O a 5 puntos al prin
ncipio; 5 a 10
1 para niño
os más ava
anzados).
3. Coches en miniatura.
Insstrucciones:
Ha
acer que los
s niños escojan los coches que más
m les gussten. Coloca
ar los coches
al prin
ncipio de la pista. Tirarr el dado por turnos y hacer
h
avanzzar los coch
hes el núme
ero
corresspondiente de casillass. Hacer qu
ue los jugad
dores cuenten los pun
ntos del dad
do
(enum
meración) y las casilllas cuando
o avanzan
n los coche
es (separa
ación). Estas
técniccas también
n pueden practicarse
p
con otros juegos de
e tablero bá
ásicos de tet
mática diversa, de
d acuerdo
o con los inttereses de los niños.
43
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R
RELLENAR
R
Ob
bjetivos:
1. Enumerar.
2. Separar.
Ma
ateriales:
1. Tableros de
d juego o pistas de carreras
c
ind
dividuales.
2. Fichas.
3. Baraja de
e cartas con
n puntos (1 a 5 para prrincipiantess; 6 a 10 pa
ara niños más
avanzzados).
4. Bandejas pequeñas
p
(p
por ejemplo
o, tapas de plástico).
Insstrucciones:
Da
ar a cada niño
n
un tabllero o una pista de ca
arreras. De
ecir: «Vamo
os a ver qu
uién
rellena primero su tablero (pista de carreras).»
c
Hacer que
e cada niño, por turn
nos,
levantte una cartta de la baraja y cuen
nte los puntos para de
eterminar cuántas
c
fich
has
debe tomar. Dec
cirle al niño
o que tome
e esta cantidad. Hace
er que el niño separe las
fichass que le han
n tocado en
n una band
deja pequeñ
ña (este procedimientto hace que
e la
correccción de los
s errores de
e separació
ón sea men
nos confusa
a). Si se com
mete un errror,
vaciarr la bandeja
a. Hacer que el niño lo vuelva a in
ntentar o, si es necesarrio, ayudarle a
extrae
er el númerro correcto.. Una vez extraído
e
el número correcto, hacer que el niño
n
coloque las ficha
as en su tab
blero. Gana
a el niño qu
ue llena antes su table
ero.
EL NUM
MERO TAP
PADO
Ob
bjetivos:
De
eterminar ell número an
nterior o po
osterior a un
n número dado
d
(del 1 al 9).
Ma
ateriales:
Tarjetas nume
eradas del 1 al 9.
Insstrucciones:
La versión bá
ásica de estte juego se describe co
on más dettalle en Bleyy y Thompsson
(1981) junto con
n otros juegos como Walk
W
On [«S
Sigue andando»] y Peeek [«Echa una
u
ojeada,,] que so
on útiles pa
ara enseña
ar númeross posteriore
es a otro dado.
d
Para
a la
versió
ón básica de El númerro tapado, extender
e
las tarjetas numeradas,
n
, boca arrib
ba y
por orrden, encim
ma de la me
esa. Decir al niño que cierre
c
los ojos, poner una
u carta bo
oca
abajo y decir al niño que ya
y puede mirar
m
para averiguar
a
qu
ué carta ess la que se ha
ajo. Señalarr la carta an
nterior (possterior) a la carta tapad
da y decir, por
puestto boca aba
ejemp
plo: « ¿Qué
é carta es ésta?
é
¿Qué viene justo
o después [antes]
[
del 6?»
6 Continuar
hasta que se hay
ya tapado cada
c
númerro una vez. La versión básica es especialme
e
nte
ara los niño
os que no pueden
p
ressponder a esta
e
pregun
nta empeza
ando a con
ntar
útil pa
desde
e el 1 y para
a los que co
onfunden el
e número anterior con el posterior. Una verssión
más avanzada
a
comporta
c
eliminar los indicios visibles de la serie
s
numérrica y requiere
44
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que el
e niño resu
uelva el pro
oblema men
ntalmente. Para ello, no hay má
ás que colocar
todas las tarjetas boca aba
ajo y levanttar una de ellas,
e
pidién
ndosele al niño que diga
d
qué número
n
va antes
a
o desspués del le
evantado.
CARRE
ERA DE NUMEROS
Ob
bjetivos:
Co
omparaciones entre nú
úmeros sep
parados del 1 al 10.
Ma
ateriales:
1. Una hilera de
d casillas (de 15 x 75
5 cm, aproximadamentte) con los números
n
de
el 1
al 10 (véase la fiig. 6.3).
2. Coches en miniatura
Insstrucciones::
Ha
acer que cad
da jugador escoja el coche que guste.
g
Coloccar los coch
hes en la lín
nea
de sa
alida (unos 15 cm a la izquierda de
d la casilla
a con e! nú
úmero « 1»
») . Decir a los
niños que sus co
oches van a echar una
a carrera y que ganará
á e! coche que
q vaya más
m
rápido
o. Hacer qu
ue los niñoss den un em
mpujón a su
us coches a lo largo de la pista. Los
L
coche
es que se salgan po
or el otro extremo
e
o por los lad
dos de la pista qued
dan
desca
alificados. Si
S un coche
e se detiene
e sobre una
a línea de separación
s
entre casillas,
se colocará en la
a casilla en
n la que de
escanse la mayor
m
parte
e de! coche
e. Cuando los
dos ju
ugadores ha
an empujad
do sus coch
hes, pregun
ntar a uno de
d ellos: «Tu coche se ha
ido a1
15 y e! de Jane
J
se ha
a ido al 3. ¿Qué
¿
es má
ás, 5 ó 3? ¿Quién
¿
gan
na?» Variarr e!
orden
n en que se mencionan
n los númerros para que
e e! mayor se
s encuenttre unas vecces
al prin
ncipio y otra
as al final. Si
S es necesa
ario, correg
gir al niño ensenándole
e sobre la lista
de nú
úmeros que un número
o mayor implica recorrrer más cassillas.
D PERSE
ECUCIÓN
JUEGO DE
bjetivos:
Obj
Co
omparacione
es entre nú
úmeros seg
guidos.
Ma
ateriales:
1. Tablero co
on casillas en
e espiral.
2. Dos fichas
s.
45
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3.T
Tarjetas con
n diferentess comparacciones (del 1 al 5 para principiante
es; número
os
mayores para niños más ad
delantados).
Insstrucciones::
De
ecirle al niño
o que nuesstra ficha va
a a persegu
uir a la suya
a por el tab
blero de juego.
Sacarr una tarjeta
a y leer los dos
d número
os escritos en ella. Deccirle al niño
o que escoja
a el
núme
ero mayor. La
L elección del niño indica cuánta
as casillas debe
d
avanzzar su ficha
a; el
otro número
n
indica la cantid
dad de casiillas que de
ebe avanzar la nuestra
a. Después de
cada turno, com
mentar las posiciones
p
d las ficha
de
as diciendo
o, por ejemplo: «Pues sí,
éste es
e el que tiene más. Tu
T ficha tod
davía va po
or delante», o «No, ésse no es más.
Mira, mi ficha ya está pillando a la tuya
a». Si e! niñ
ño tiene dificultades, pueden
p
usarse
sta de números para ilustrar la co
omparación
n.
bloques o una lis
N
D) RESUMEN
enerar de pa
alabra la se
erie numérica sólo es un primer paso
p
hacia e! dominio de
Ge
un complejo de técnicas
t
im
mportantes que
q los adu
ultos emple
ean de manera rutinariia y
autom
mática. Cua
ando llegan a la escue
ela, los niño
os suelen se
er capaces de generar la
parte memorístic
ca de la serrie numérica
a y un poco
o de la parte
e basada en
n la aplicacción
de reg
glas, adem
más de pode
er enumera
ar y separa
ar conjuntos de objeto
os, emplear la
regla de valor ca
ardinal para
a resumir una
u enumerración e inccluso emple
ear relacion
nes
de orden numérrico (númerros anterior y posterio
or a otro dado)
d
para determinarr la
mayor de dos cantidades
c
. Algunos niños, sob
bre todo lo
os deficienttes mentalles,
puede
en necesita
ar una educcación de apoyo
a
para dominar estas
e
técniccas informa
ales
básica
as. Durante
e los primeros años de
e escuela, los niños re
esuelven el
e problema de
las de
ecenas y am
mplían su ca
apacidad de
e contar de
e palabra ha
asta 100 y más.
m
A med
dida
que se
s van famiiliarizando con la serie numérica
a, aprenden
n a contar por interva
alos
(por ejemplo,
e
po
or parejas) y a contar regresivam
mente. La enseñanza
e
especial o de
apoyo
o debe asegurar que se
s llegue al dominio de
d cada com
mponente sucesivo
s
de
e la
jerarq
quía de téc
cnicas para
a contar. La
a enseñanzza deberá ser concre
eta, intensa
a e
intere
esante.
46
Digitalizado por: Alfredo Téllez Carranza
EXCLUSIVAMENTE PARA USO INTERNO
De
esarrolllo del número
n
o
La capacidad para co
omprender y emplear el núm
mero, ¿ se
s desarro
olla
directtamente a partir de la
a experienccia de con
ntar que tie
enen los niiños? ¿ O el
desarrrollo de una manera significativa
s
a de contar necesita un
na adquisicción previa de
d
conce
eptos y ac
ctitudes neccesarias? ¿Qué puede aprender un niño
o acerca del
d
núme
ero a partir de su experiencia
a de conttar? ¿Qué papel de
esempeña el
recon
nocimiento de
d pautas en
e el desarrrollo matem
mático? El enfoque ca
ardinal (teorría
de co
onjuntos) de
e la Matem
mática Mode
erna o la fo
ormación ló
ógica de lo
os programas
piagetianos, ¿so
on útiles co
on los niñoss pequeñoss? ¿Qué pa
apel deben desempeñ
ñar
las exxperiencias
s de conta
ar en la en
nseñanza de
d concep
ptos numérricos a niños
peque
eños?
A) DOS
D
PUNTO
OS DE VISTA SOBRE
E EL DESA
ARROLLO DEL NUME
ERO
Probllemas de conservaci
c
ión: el caso
o de Peterr
Pe
eter, un niño
o de edad preescolar, colocó
c
siete
e fichas azu
ules en fila frente
f
a sí. Yo
Y
coloqué otra fila
a de siete fichas bla
ancas en corresponde
c
encia biunívoca con la
anteriior y, mienttras Peter miraba,
m
aña
adí otra fich
ha blanca. Entonces
E
ju
unté las ocho
fichass blancas pa
ara que la hilera
h
fuera más corta y pedí a Pe
eter que con
ntara para ver
v
si hab
bía el mism
mo número de fichas en cada hilera o si ha
abía alguna
a que tuvie
era
más. Peter respo
ondió: «Mi hilera tiene
e [contando las fichas azules] 1, 2,
2 3, 4, 5,6, 7.
La tuyya tiene [co
ontando lass fichas blan
ncas] 1, 2, 3,4, 5, 6, 7,
7 8. ¿Ves? ¡La tuya sólo
tiene ocho: la míía tiene má
ás!»
A pesar de haber con
ntado los dos conju
untos, Pete
er seguía respondien
ndo
incorrrectamente a la pregunta de consservación de
d la no equivalencia. Al parecerr, la
capaccidad para contar de
e palabra y enumera
ar no implica necesa
ariamente una
u
comprensión de número bie
en desarrolllada. ¿Por qué contarr no ayudó a Peter, y qué
q
tipo de enseñanz
za podría mejorar
m
su comprensió
c
ón del núme
ero?
El punto de vista
v
de los
s requisito
os lógicos
Loss psicólogos ofrecen
n dos explicaciones distintas de
d la comprensión del
d
signifiicado de los
s nombres de los números y del acto
a
de con
ntar. Desde uno de estos
punto
os de vista, los niños, antes de lllegar a tene
er «uso de razón» (ha
acia los sie
ete
años de edad), son incap
paces de comprende
c
er el núme
ero y la arritmética (p
por
ejemp
plo, Piaget, 1965). La curiosa
c
resp
puesta de Peter
P
se atribuye a una
a incapacida
ad
de pe
ensar lógica
amente. Es decir, se supone
s
que
e Peter care
ece de razo
onamientoss y
47
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EXCLUSIVAMENTE PARA USO INTERNO
los co
onceptos ló
ógicos neccesarios pa
ara un con
ncepto del número y para conttar
signifiicativamentte. Como contar
c
no im
mplica tener éxito en tareas·
t
de conservació
c
ón
de la desigualda
ad o la dessigualdad, algunos pssicólogos (por ejemplo, Wohlwilll y
n llegado a la conclusió
ón de que la
l experiencia de conttar tiene poco
Lowe, 1962) han
da que ver con el dessarrollo de un concep
pto numéricco. Por eje
emplo, Piag
get
o nad
(1965
5) afirmaba
a que los niños apre
enden a re
ecitar la serie
s
numé
érica y dattos
aritmé
éticos a mu
uy corta eda
ad y que se
e trata de actos completamente verbales
v
y sin
s
signifiicado. Ni siquiera
s
la numeració
ón garantizza una com
mprensión del númerro.
Desde
e este pun
nto de vista
a, el desarrrollo de un
n concepto
o del núme
ero y de una
mane
era significa
ativa de con
ntar depend
de de la evo
olución del pensamien
nto lógico.
El modelo ca
ardinal. Seg
gún uno de
e los modelos que esstablecen la
a lógica como
requissito previo
o, los niño
os deben entender la clasificcación ante
es de pod
der
comp
prender el significado
s
esencial de
el número. Esto implica aprende
er a definir un
conjunto, es dec
cir, a clasifficar objetos para pod
der asignar cada uno de ellos a un
conjunto correctto. Por ejem
mplo, un co
onjunto de formas
f
curvvas puede incluir c, C, u,
U, s, S y O, pero
o no L, v, V, F Y #.
Co
omprender la lógica de
d clases también
t
requiere com
mprender la
a clasificacción
jerárq
quica o «inc
clusión de clases»:
c
una
a clase es la
a suma de sus partes (subclases) y,
por ta
anto, es may
yor que cua
alquier subcclase. Por ejemplo,
e
si a un niño se
e le presentan
tres ro
osas y cinc
co violetas y se le preg
gunta «¿Ha
ay más viole
etas o hay más flores?»,
deberría respond
der que la clase (flores) es má
ás que la subclase (violetas).
(
S
Sin
emba
argo, los niñ
ños pequeñ
ños tienen dificultadess con estoss problemas de inclussión
de cllases (por ejemplo, Piaget, 19
965). Estoss resultado
os se han considera
ado
evidencias de que
q
los niñ
ños pequeñ
ños no cap
ptan la lógica de classes y que, en
conse
ecuencia, son
s incapacces de comprender verdaderame
ente el núme
ero.
Ad
demás, la lógica de clases co
omporta comprenderr la idea de conjuntos
equivvalentes. La
L equivalencia de dos conjjuntos se define mediante
m
u
una
corresspondencia
a biunívoca
a: Dos conju
untos pertenecen a la misma classe si se pue
ede
estab
blecer una correspond
dencia biunívoca enttre sus ele
ementos re
espectivos. La
equivvalencia y la corresp
pondencia biunívoca, que son
n el funda
amento de la
matem
mática form
mal, se conssideran el fundamento
f
o psicológicco del aprendizaje de las
matem
máticas.
El modelo de Piaget. Seg
gún Piaget (por ejemp
plo, 1965), los niños de
eben entender
gica de las relacione
es (seriación) y la clasificación
c
n para comprender las
la lóg
relaciones de equivalencia
a y, a conssecuencia de ello, el significado
o del núme
ero.
Piage
et estaba de
e acuerdo en
e que la equivalencia
e
a (la corresspondencia biunívoca)) es
el fun
ndamento psicológico
p
de la comprensión de
el número. Sin embarrgo, creía que
q
48
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implicaba comprend
comp
prender la correspo
ondencia biunívoca
b
der tanto la
clasificación com
mo la seria
ación. Por ejemplo, igualar imp
plica obserrvar el prim
mer
eleme
ento de cad
da conjunto
o, y luego el
e segundo, el tercero
o, el cuarto,, etc. En ottras
palab
bras, para establecer
e
u igualda
una
ad, los niño
os tienen qu
ue llevar la cuenta de los
eleme
entos que han
h empare
ejado media
ante la imposición de un orden.
De
e la misma manera,
m
Pia
aget consid
deraba que el número es la unión de concep
ptos
de se
eriación y de
d clasifica
ación. Por ejemplo,
e
en
numerar un
n conjunto implica tra
atar
todoss sus elem
mentos com
mo miembrros de la misma cla
ase y al mismo
m
tiem
mpo
difere
enciar dentro del conjjunto el primer eleme
ento, el seg
gundo, etc. Además, los
núme
eros forman
n un orden y constituye
en una jerarrquía de cla
ases. Por ejemplo, tress es
una clase
c
que contiene com
mo subclasses uno y dos
d (y, a su vez es una
a subclase de
los números ma
ayores). En resumen
n, Piaget afirmaba
a
qu
ue el núme
ero no pue
ede
enten
nderse ~n té
érminos de un único co
oncepto lóg
gico sino qu
ue constituyye una sínte
esis
única
a de concep
ptos lógicoss (Sinclair y Sinclair, en prensa).
Para Piaget (1965), el de
esarrollo de
e la compre
ensión del número
n
y de una manera
signifiicativa de contar
c
está
á ligada a la
l aparición
n de un estadio más avanzado del
pensa
amiento. Los
L
requissitos lógico
os del nú
úmero (co
onceptos de
d seriación,
clasifiicación y corresponde
c
encia biunívvoca) aparrecen con el
e «estadio
o operacion
nal»
del de
esarrollo me
ental. Los niños
n
que no
o han llegad
do al estadiio operacional no pued
den
comp
prender el número
n
ni contar
c
signifficativamen
nte, mientra
as que los niños
n
que han
h
llegad
do a él sí pueden
p
haccerlo. Por tanto, el número es un
u conceptto de «todo
o o
nada»
».
Pia
aget (1965)) afirmaba que
q la consservación de la cantida
ad tenía un
na importan
ncia
extrao
ordinaria porque
p
señ
ñalaba la llegada al estadio op
peracional, es decir: la
to lógico; la
adquisición del pensamien
p
a comprenssión de lass clases, lass relacione
es y
orrespondencias biunívvocas; un verdadero
v
c
concepto
de
el número; y una manera
las co
signifiicativa de contar. Má
ás concreta
amente, se
egún Piage
et la conse
ervación de
e la
cantid
dad indicab
ba la comprensión de que una vez
v estable
ecida la equ
uivalencia (no
equivalencia) de
e dos conjun
ntos, los ca
ambios en la configura
ación de loss conjuntos no
modiffica la relac
ción de equ
uivalencia (no equivalencia). Es decir, las relaciones de
equivalencia (n
no equiva
alencia) se
e conservvan a tra
avés de cualesquiera
transfformaciones no releva
antes en la apariencia
a física de un
u conjunto
o. El niño que
q
conse
erva se da cuenta de
e que el nú
úmero de elementos
e
d un conjunto no va
de
aría
cuand
do varía su aspecto físsico.
El punto de vista
v
basad
do en conttar
Un
n punto de vista
v
alternativo considera que la
a dificultad de Peter co
on la tarea de
conse
ervación es el resultado de un con
nocimiento incompleto
o de cómo se
s debe con
ntar
49
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y no de
d una com
mpleta inca
apacidad pa
ara pensar lógicamente. Algunoss psicológiccos
(por ejemplo,
e
Gelman,
G
197
72; Zimiless, 1963), ha
an llegado a la concllusión de que
q
conta
ar es esenc
cial para el desarrollo de la com
mprensión del
d número por parte del
niño. El número
o no se con
nsidera un concepto tipo
t
«todo o nada» que es posible
gracia
as a un cam
mbio genera
al en la manera de pensar de loss niños (una
a nueva eta
apa
de de
esarrollo me
ental). En cambio,
c
el modelo
m
que
e basa su explicación
e
en la mane
era
de co
ontar aduce que la comprensió
c
ón del núm
mero evoluciona lenta
amente como
resulttado directo
o de las exp
periencias de
d contar.
De
esde este punto
p
de vissta, los con
nceptos num
méricos y contar
c
significativamente
se de
esarrollan de
d manera
a gradual, paso a pa
aso, y son el resultad
do de aplicar
técniccas para co
ontar y concceptos de una
u sofisticcación cada
a vez mayor. Al princip
pio,
los prreescolares
s suelen ap
prender a em
mplear los números de
d una man
nera mecán
nica
para descubrir o construir gradualme
ente significcados cada
a vez más profundos del
núme
ero y de co
ontar (por ejemplo,
e
Ba
aroody y Ginsburg,
G
en prensa; Fuson y Hall,
H
1983;; von Glase
ersfeld, 198
82; Wagnerr y Walters, 1982). A medida que
e aumenta su
comp
prensión de
el número
o y de co
ontar, los niños aplican el número y los
proce
edimientos para
p
contarr de una ma
anera cada vez más so
ofisticada. A su vez, esta
crecie
ente sofistic
cación dese
emboca en
n una comp
prensión ma
ayor, etc. En
E el fondo, el
desarrrollo de téc
cnicas y con
nceptos esttá entrelaza
ado y, de he
echo, duran
nte los últim
mos
años algunos piagetianos
p
s (por ejem
mplo, Elkind, 1964; Piaget,
P
197
77; Sinclair y
Sincla
air, en pren
nsa) han lleg
gado a la conclusión
c
d que un análisis
de
a
del desarrollo del
núme
ero sería psicológicamente incom
mpleto si no se tuviera en
e cuenta la
a contribucción
de lass actividade
es de conta
ar.
Conc
ceptos rela
acionados con
c
contarr
Al principio, los niños se limitan
n a recitar nombres de númerros. En esstos
entos, conttar no pare
ece ser nad
da más que
e un sonso
onete caren
nte de senttido
mome
(Ginsburg, 1982). Por ejem
mplo, Ariann
ne, a los 22 meses, canturrea «do
os, cinco, dos,
d
cinco»
» mientras baja saltan
ndo cuatro escalones.. Ha oído a sus herma
anos geme
elos
de 3 años de edad
e
recitar nombres de números mientra
as bajan lass escalerass o
juegan a algo. Al
A parecer,, Arianne ha
h aprendid
do que ciertas activid
dades pued
den
verse acompaña
adas por la recitación
r
d nombress de número
de
os. Imita el procedimie
p
nto
p sus hermanos. «L
Los
(y sóllo una partte de la serie numéricca correcta) seguido por
nomb
bres de los números so
on palabrass y, como ocurre
o
con otras palab
bras, los niñ
ños
puede
en aprende
er a decirla
as mucho antes
a
de fo
ormar [imág
genes men
ntales], por no
hablar ya de con
nceptos absstractos qu
ue asociar a las misma
as ….» (von Glasersfe
eld,
1982, p. 196).
50
Digitalizado por: Alfredo Téllez Carranza
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Al principio, los niños pueden hacer
h
enumeracioness sin inten
ntar nume
erar
A
pa
arece disfrrutar, a su
us dos años de eda
ad,
conjuntos. Por ejemplo, Arianne
etique
etando obje
etos mientras busca entre
e
sus ju
uguetes; no
o hace ning
gún intento de
emple
ear una etiqueta para
a cada elem
mento o de
e resumir la
a cuenta. Cuando
C
se
e le
hacen
n preguntas
s del tipo «¿Cuántoss hay?», sa
abe que el procedimiento correccto
implicca responde
er con un número, perro todavía no
n parece apreciar
a
que
e los númerros
se em
mplean parra designarr el valor cardinal
c
de un conjuntto y para diferenciar
d
un
conjunto de otrros conjun
ntos con distintos
d
va
alores card
dinales. Co
onsidérese la
siguie
ente converrsación entrre Arianne y su padre:
PADR
RE:
ARIAN
NNE:
PADR
RE:
ARIAN
NNE:
PADR
RE:
ARIAN
NNE:
[Señalando
[
un dibujo con
c dos gatos.] ¿Cuán
ntos gatos hay en este
e
dibujo?
d
Dos.
D
[Señalando
[
un dibujo con
c tres perrros.] ¿ Cuá
ántos perros hay en esste
dibujo:
d
Dos.
D
[Señalando
[
un dibujo con
c un gato
o.] ¿Cuánto
os hay?
Dos.
D
arece que «dos» es la respuessta «como
odín» para Arianne a la hora de
Pa
respo
onder a preg
guntas del tipo
t
«¿Cuá
ántos hay?»
». En estos momentos, contar es un
acto enterament
e
te verbal y sin significa
ado. Obsérrvese, no obstante, qu
ue ya trata los
núme
eros como una
u clase especial
e
de palabras. Sólo
S
emplea números cuando se
e le
pregu
unta cuánto
os hay o cua
ando se le pide que cuente. Los niños pare
ecen disting
guir
muy pronto
p
entre
e las palabrras que son
n para conta
ar y las que
e no (Fuson
n et al., 198
82).
Los preescolares
s sólo emplean letras muy rara vez
v cuando se les pide
e que cuentten
(por ejemplo,
e
Ge
elman y Ga
allistel, 1978
8). Incluso los niños le
evemente deficientes
d
d
del
ciclo medio
m
reco
onocen siem
mpre los nú
úmeros com
mo una cla
ase especia
al de palabrras
aplica
ables a activ
vidades de contar (Ba
aroody y Gin
nsburg, 198
84).
Priincipio del orden esta
able. Con el
e tiempo, a medida que
q
los niñ
ños usan sus
s
es
técniccas para co
ontar y refle
exionan sob
bre ellas, aprenden a descubrir regularidad
r
imporrtantes en sus accion
nes de contar y en los númerros. Los niiños parecen
apren
nder los prim
meros térmiinos de la serie
s
numérrica de mem
moria. Al principio, puede
que no
n empleen
n los mismo
os términoss o el mismo orden cuando recita
an númeross o
51
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cuenttan objetos. Por ejem
mplo, cuand
do Alexi ten
nía tres año
os de edad
d no siemp
pre
empe
ezaba desde
e el uno pa
ara contar conjuntos.
c
T
Tarde
o tem
mprano, los niños se dan
cuentta implícitam
mente, o hasta
h
explíccitamente, de que con
ntar requie
ere repetir los
nomb
bres de los números
n
en
n el mismo orden cada
a vez. El priincipio del orden
o
estab
ble
estipu
ula que parra contar ess indispensable el esta
ablecimientto de una secuencia
s
c
coheren
nte. Los niños cuyas acciones
a
esstán guiada
as por este principio pu
ueden utilizzar
la seccuencia nu
umérica con
nvencional o una seccuencia' propia (no co
onvenciona
al),
pero siempre
s
de
e manera coherente
c
(Gelman y Gallistel,
G
19
978). Por ejemplo,
e
Be
eth
siemp
pre usa la secuencia co
orrecta del uno al diezz en tanto que Carol ussa siempre su
propia
a versión («
«1, 2, 3, 4, 5, 6, 8, 9, 10,
1 18») para contar diez objetos.
Prin
ncipio de co
orrespondenccia. Como resultado
r
de
e la imitació
ón, al princcipio los niños
puede
en recitar números
n
-co
omo Ariann
ne- mientra
as señalan objetos y hasta
h
pueden
llegarr a desarrollar una cie
erta eficacia
a en la enu
umeración de
d conjunto
os pequeño
os.
Más adelante,
a
pu
ueden darsse cuenta de la necesidad de etiq
quetar cada
a elemento de
un conjunto una vez y sólo una.
u
El prin
ncipio de co
orresponden
ncia subyacce a cualquier
intentto genuino de
d enumera
ar conjuntos y guía loss esfuerzoss de constru
uir estrategias
de co
ontrol de los
s elemento
os contadoss y por con
ntar, como separar loss unos de los
otros.. A una ed
dad tan corrta como lo
os tres año
os, los niño
os parecen
n emplear un
principio como éste
é
para detectar erro
ores de enumeración como conttar dos vecces
un mismo objeto
o o saltarse alguno (Ge
elman y Me
eck, en prensa).
Prin
ncipio de un
nicidad. Com
mo una funcción de con
ntar es asignar valoress cardinaless a
conjuntos para diferenciarl
d
os o comp
pararlos, ess importante
e que los niños
n
no só
ólo
generren una sec
cuencia estable y asign
nen una etiqueta, y só
ólo una, a ca
ada elemen
nto
de un
n conjunto, sino también que em
mpleen una secuencia de etiqueta
as distintass o
únicas. Por ejem
mplo, un niño
n
puede usar la se
ecuencia «1,
« 2, 3, 3»
» de mane
era
sistem
mática y em
mplear esttas etiqueta
as en una correspon
ndencia biu
unívoca, pe
ero
como
o no todos sus
s elemen
ntos están diferenciado
d
os, etiqueta
ará de la misma
m
mane
era
conjuntos de tres y cuatro elementos (con la dessignación cardinal
c
«3»
») (Baroodyy y
Price,, 1983). Inc
cluso cuand
do un niño tiene que recurrir al empleo de
e términos no
conve
encionales, la apreciacción del principio de unicidad
u
(co
omprender la función diferencciadora de contar) le impediría escoger térm
minos empleados prevviamente. Por
P
ejemp
plo, el empleo sistemá
ático de la se
ecuencia no convencional «1, 2, 3, diecionce»
etique
etaría erróneamente conjuntos de cuatro
o elemento
os pero al menos los
difere
enciaría de
e conjuntoss con men
nos elementos. Por tanto, ade
emás de los
principios de ord
den estable y de corresspondencia
a, es importante que lo
os niños sigan
ncipio de un
nicidad.
el prin
52
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Prin
ncipio de abstracción.
a
Los niñoss también deben aprrender cóm
mo definir un
conjunto para po
oder contarrlo. El principio de absstracción se
e refiere a la
a cuestión de
lo que
e puede ag
gruparse pa
ara formar un conjuntto (Gelman
n y Gallistel, 1978). A la
hora de
d contar, un
u conjunto
o puede esta
ar formado por objetoss similares (por ejemp
plo,
bolas: ● ● ●) o distintos (p
por ejemplo
o, bolas, esstrellas y palos: ● ⃰ --)). Para incluir
eleme
entos distinttos en un co
onjunto, el niño debe pasar
p
por alto las difere
encias físiccas
de loss elementos
s y clasifica
arlos como «cosas»
«
(por ejemplo,, una bola, una estrella
ay
un blo
oque se pueden considerar como una, dos y tres cosa
as). En el fo
ondo, cuando
cream
mos un conjjunto de ele
ementos disstintos enco
ontramos (a
abstraemoss) algo común
a todo
os los elem
mentos.
Prin
ncipio del valor
v
cardin
nal. Median
nte la imita
ación, los niños pued
den aprend
der
fácilm
mente la técnica de con
ntar denomiinada regla del valor ca
ardinal, es decir,
d
basarse
en el último núm
mero contad
do en respu
uesta a una
a pregunta sobre una cantidad. Sin
S
emba
argo, el em
mpleo de la
a regla del valor card
dinal no ga
arantiza una apreciacción
adecu
uada del va
alor cardina
al en sí (Fu
uson y Hall, 1983; Von Glasersfe
eld, 1982). Es
decir, no significa necesaria
amente que
e el niño se
e dé cuenta de que el último
ú
térm
mino
designa la cantid
dad del con
njunto y qu
ue un conju
unto tendrá la misma cantidad
c
si se
vuelve
e a contar después
d
de
e modificar la distribucción espacia
al de sus elementos. Por
P
ejemp
plo, un niño
o deficiente
e empleaba
a correctam
mente la corresponden
ncia biunívo
oca
para enumerar
e
quince
q
obje
etos, pero empleaba
e
la
a siguiente secuencia numérica: «1,
...5, 19,
1 14, 12, 10, 9, 20 ,49, 1,2,3»
» (Baroodyy y Ginsburrg, 1984). Cuando se
e le
pregu
untó la cantidad de elementos respondió
r
s
satisfecho:
«¡Tres!» Al
A parecer, ¡la
noción de «tres»
» no excluía
a conjuntoss cinco vece
es más grandes!
Loss niños pue
eden constrruir el princcipio del vallor cardinal reflexionan
ndo sobre sus
s
activid
dades de contar.
c
Cua
ando, por ejemplo,
e
un niño cuenta una cole
ección de tres
t
juguetes, los des
sparrama y los vuelve
e a contar, puede descubrir que una coleccción
conse
erva la mism
ma designa
ación (cardinal) a pesa
ar de su asp
pecto («tress»).
Priincipio de la irrelevancia
a del orden. Parece
P
que
e al reflexio
onar sobre la actividad de
contar también se
s descubrre el princip
pio de la irrrelevancia del
d orden «<El
«
orden en
n los eleme
entos de un conjunto no afecta a su
s designacción cardina
al»)
que se enumeran
(Baroody, 1984d
d). Considé
érese el ca
aso descrito por Piag
get (1964). Un niño ---de
cuatro
o o cinco añ
ños- contab
ba una hilera de diez fichas.
f
Com
mo no se da
aba cuenta de
que el
e resultado
o sería el mismo,
m
volvvió a contarr las fichas en direcció
ón contraria y
volvió
ó a encontrrar que eran diez. Inte
eresado po
or este resu
ultado, el niiño colocó las
fichass en círculo
o, las volvió
ó a contar y volvió a encontrarsse con diezz. Finalmen
nte,
contó el círculo de
d fichas en
n dirección opuesta pa
ara acabar obteniendo
o el mismo resultad
do. Al conttar los ele
ementos de
e varias maneras,
m
esste niño descubrió
d
u
una
53
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intere
esante propiedad de la
as acciones de contar: la distribucción de los elementos
e
y el
orden
n de su enumeración
n no tenía
an importa
ancia a la hora de determinarr la
designación card
dinal del co
onjunto.
Co
onceptos de
e equivalenc
cia, no equiivalencia y magnitud
Un
na vez el niñ
ño ha llegad
do a dominar estos co
onceptos bá
ásicos para contar que
e se
refiere
en a un so
olo conjunto
o, la acción
n de contarr puede ap
plicarse a contextos
c
m
más
complicados com
mo la comp
paración de
e dos conju
untos. Tamb
bién puede
e emplearse
e la
acción
n de contarr para descu
ubrir que la
a apariencia
a no es pertinente para
a determina
ar si
dos conjuntos
c
son
s
iguales o no. Si un
u niño cuenta dos conjuntos
c
y los números
resulttantes son idénticos, puede
p
llegarr a la conclu
usión de qu
ue los conju
untos tienen
n el
mismo número de objetoss a pesar de
d sus dife
erencias en
n cuanto a aspecto. Es
proba
able que los
s niños desscubran essta noción numérica
n
fu
undamenta
al jugando con
c
conjuntos peque
eños de un
no a cuatro
o elemento
os. Por eje
emplo, los niños pued
den
etique
etar con la palabra
p
«do
os» varios pares
p
de co
osas (por ejemplo, bloq
ques o dedos)
incluyyendo pares
s naturales de cosas (por
(
ejempllo, ojos, bra
azos, geme
elos). Como
o el
niño puede
p
ver en
e seguida
a que estoss conjuntos compuesto
os de cosa
as distintas se
corressponden entre
e
sí, pueden
p
lleg
gar a la conclusión
c
de que los
l
conjuntos
etique
etados con la palabra «dos» son equivalenttes a pesarr de las dife
erencias de
e su
aspeccto físico (por
(
ejemp
plo, Schaefffer et al., 1974). Essta compre
ensión pue
ede
aplica
arse posteriiormente a conjuntos mayores
m
qu
ue el niño no puede co
omparar vissual
o men
ntalmente con
c facilidad
d.
Antes de llegar a la esccuela, los niños tambié
én aprende
en que el número
n
pue
ede
especcificar diferencias en
ntre conjuntos (no equivalenccia) y emplearse pa
ara
especcificar «más
s» o «meno
os» (ordena
ar conjuntoss según su magnitud).
m
También esto
es pro
obable que provenga de
d jugar con conjuntoss de pocos elementos. Por ejemp
plo,
un niñ
ño puede encontrarse ante la opcción de esccoger entre tres cestoss con uno, dos
d
o tress caramelos
s. El niño puede
p
ver fá
ácilmente que
q 3 es má
ás que 1 ó 2, y que 2 es
más que 1. Al contar cada conjuntto, se asoccian etique
etas numéricas a estas
difere
encias perce
eptibles en cuanto a magnitud.
m
O niño, po
Otro
or ejemplo, podría con
ntar
dos bloques («un
no, dos-doss bloques»)), luego aña
adir uno má
ás y llegar a la conclusión
ue hay «má
ás». Luego puede vollver a conta
ar los bloques «uno, dos tres-¡tres
de qu
bloques!») y enc
contrar que ahora, la etiqueta
e
numérica es «tres». A partir
p
de cassos
os de expe
eriencias co
oncretas, un niño pue
ede llegar a la
repetiidos de esttos dos tipo
conclu
usión de que: a) se asocian
a
disstintos núm
meros a ma
agnitudes distintas;
d
b)) el
mayor de dos nú
úmeros siem
mpre viene después en
e la secuencia de con
ntar, y c) ca
ada
términ
no para con
ntar es máss que el térm
mino que le
e precede en
e la serie numérica.
n
54
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Co
ontar con lo
os dedos pu
uede desem
mpeñar un papel clavve en este desarrollo del
núme
ero. Cuando
o los niños cuentan con
c los ded
dos (extend
diéndolos mientras
m
diccen
«uno, dos, tres...) pueden ver
v que el número
n
de dedos
d
es ca
ada vez ma
ayor a medida
v contand
do. De esta manera, lo
os niños pueden recon
nocer que la
a magnitud va
que van
asocia
ada a la po
osición denttro de la se
erie numéricca. Al conta
ar con los dedos,
d
inclu
uso
puede
en llegar a darse cuen
nta de que 2 es 1 (un
n dedo) má
ás que 1, que 3 es 1 (un
(
dedo)) más que 2, etc. En resumen, como
c
resulttado de suss experienccias contan
ndo
conjuntos peque
eños con loss dedos, loss niños pueden aprend
der reglas de
d numeracción
para determinar
d
«cantidade
es iguales», «cantidad
des distintass» y «más»
».
Co
onservación
n de la canttidad. Con el
e tiempo, la
as reglas numéricas para
p
evaluar la
equivalencia, la no equivale
encia y la magnitud
m
pe
ermiten a los niños pod
der conservvar.
Estoss criterios numéricos
n
precisos lib
beran a loss niños de tener que depender de
indicio
os perceptiivos como la longitud
d cuando hacen comp
paraciones cuantitativas.
Como
o resultado
o, los niñoss dejan de despistarsse cuando una hilera de fichas se
alarga
a o se acorrta durante
e una tarea de conserrvación de la cantidad
d. Quizá Pa
aul,
que llegó a la co
onclusión de
d que su hilera
h
larga (con siete fichas) ten
nía más fich
has
que otra,
o
más corta, con ocho ficha
as, no hab
bía tenido experiencias de con
ntar
suficie
entes para comparar con exactittud dos núm
meros segu
uidos. En otras palabrras,
puede
e que este preescolar
p
no hubiera aprendido métodos o técnicas nu
uméricos pa
ara
calibrar la magnitud relativa
a de dos co
onjuntos relativamente
e grandes.
Aun después de haber aprendido re
eglas numéricas para determinar
d
equivalenccias
o no equivalenci
as y hacer comparacio
e
ones entre magnitudess, los niñoss pueden de
ejar
de em
mplear esta
as reglas en
e una tare
ea de conservación de la cantidad por varrias
razon
nes. En prim
mer lugar, pueden
p
no pensar en
n contar y, por tanto, carecen
c
de
e la
base para empllear reglas numéricass. Cuando una hilera
a se ha transformado físicam
mente (por ejemplo, alargándola
a
a) los niñoss pueden no estar seguros
s
de
e la
relación inicial de los conju
untos (quizá
á las dos hileras
h
no eran
e
igualess de entrad
da).
Ante esta incertidumbre, pueden versse abrumad
dos por loss indicios viisuales de las
hileras de longitu
ud desigual, pueden ecchar mano del criterio perceptivo de la longittud
y llega
ar a la conc
clusión de que
q la hilera
a más larga
a tiene más (Acredolo, 1982). Pue
ede
ser, pues,
p
que lo
os niños qu
ue no conse
ervan crean
n en realida
ad que alarg
gar una hile
era
añade
e algo a la misma.
m
Ade
emás, la no conservacción sólo es una contra
adicción lógica
si se cree que las
l dos hile
eras son ig
guales al principio,
p
co
osa que sin
n contar y sin
núme
eros específicos es un
na proposicción dudosa
a para los niños
n
pequeños. La fa
alta
de co
onservación no implica necesa
ariamente que un niño
n
no pu
ueda razon
nar
lógica
amente sob
bre las rela
aciones de
e equivalen
ncia si cue
enta y emp
plea números
(Gelm
man y Gallis
stel, 1978).
55
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En segundo lu
ugar, y aun
n si piensan
n en contar, puede que los niñoss pequeños no
an suficiente confianza
a en sus reglas
r
numéricas para
a basarse en un crite
erio
tenga
numé
érico en vez de perceptivo (p
por ejempllo, Gelman
n, 1982). La tarea de
conse
ervación de la cantidad
d provoca un conflicto entre la reg
gla que tiene
e un niño pa
ara
comparar cantida
ades («Si una
u hilera ess más larga
a que la otra
a es que tie
ene "más") y el
desarrrollo de un
na regla ba
asada en contar («Si se cuentan
n dos hilera
as y tienen
n la
misma
a etiqueta numérica, es que tie
enen cantid
dades iguales»). Un niño
n
peque
eño
puede
e resolver el conflicto
o simpleme
ente recurriendo al crriterio perce
eptivo familiar
para él. Un niño
o con algo más de exxperiencia puede
p
versse dividido entre los dos
d
nder de ma
anera incoherente.
criterios y respon
do una regla
a nueva y más
m
Tarde o temprano, los niños resuelvven el conflicto ideand
sofistiicada que in
ntegra la re
egla numéricca y la basa
ada en la pe
ercepción. En
E el fondo
o, la
nueva
a regla esp
pecifica: «S
Si una hile
era es máss larga que
e otra, pue
ede tener una
u
cantid
dad mayor a menos que
q al conta
ar se obten
nga la mism
ma etiqueta numérica, en
cuyo caso se trrata de hileras con la misma cantidad.»
c
Básicamen
nte, los niñ
ños
pareccen resolve
er el confliccto cognosccitivo reorg
ganizando la informacción existente
para darle
d
una fo
orma más sistemática
s
a. De esta manera,
m
loss niños pue
eden continu
uar
emple
eando indic
cios perceptivos cuand
do las diferrencias son
n evidentes (por ejemp
plo,
disting
guir entre un
u conjunto de seis velas y otro de dos) (Zim
miles, 1963)). En casos en
que la
as diferenciias no son claras (por ejemplo, dos
d colas pa
ara el cine en donde una
u
de ellas es larga
a pero con los integran
ntes separa
ados y la otra es corta
a pero con los
integrrantes much
ho más agrrupados), la
a regla indicca la necessidad de co
ontar y realizar
un juiccio numéric
co.
Otrros niños ni
n siquiera tienen que
e contar pa
ara conservvar. Dan por sentada
a la
conse
ervación de
e la cantida
ad. En reallidad llegan
n a pensar que es exxtraño que un
adulto
o plantee una preguntta cuya resspuesta es tan obvia. A partir de
e experienccias
repetidas de con
ntar, saben
n que si no
o se añade
e ni se quitta nada a dos
d conjuntos
equiva
alentes, es
sta equivalencia perm
manece co
onstante po
or mucho que varíe la
distrib
bución espa
acial (Lawson, Baron y Siegel, 19
974). Es de
ecir, tarde o temprano los
niños infieren una regla de equivalencia relativvamente ab
bstracta ba
asada en una
u
a biunívoca
a que com
mplementa sus reglass de equivvalencia, más
m
corresspondencia
concrretas, basad
das en núm
meros especcíficos (Gelman y Gallistel, 1978).
En realidad, hay mucchos datoss que indican que la regla abstracta de
equiva
alencia/no equivalenccia se desa
arrolla en lo
os niños a partir de su
s experien
ncia
concrreta de contar. Los niñ
ños pequeñ
ños suelen ponerse a contar com
mo base pa
ara
realiza
ar sus juic
cios sobre la conservvación de la cantidad
d (por ejem
mplo, Gelman,
1972)). Además, la enseñanza o el de
esarrollo de
e técnicas de numera
ación precissas
facilita
a la adquisición de la conservación de la ca
antidad (Be
earison, 196
69; LaPointte y
O'Don
nnell, 1974
4; Starkey y Cooper,, 1977). Ciertamente, parece que
q
los niñ
ños
56
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peque
eños suelen
n pasar porr una etapa
a en la que se basan en
e contar para conserrvar
(conservación con
c
«verificcación emp
pírica») antes de conservar por comprenssión
(conservación con «certezza lógica» (Apostel, Mays,
M
Morf y Piaget, 1957; Gre
eco,
Grize, Papert y Piaget,
P
1960; Green y Laxon, 197
70).
Así pues, seg
gún el punto
o de vista ce
entrado en la manera de contar, la experien
ncia
de co
ontar es la clave parra hacer exxplícitas y ampliar lass nocioness intuitivas de
equivalencia, no
o equivalenccia y orden
n de magnittud (Barood
dy y White, 1983). Como
apítulo n, in
ncluso los niños de seis mese
es pueden inspeccion
nar
vimoss en el ca
visualmente y determinar
d
de manera
a intuitiva si
s unos con
njuntos peq
queños (hasta
cuatro
o elementos) son equivalentes o no. Contar proporcion
na etiquetass verbales que
q
puede
en adjuntarrse a estos conjuntos pequeños. Es la expe
eriencia de contar lo que
q
propo
orciona la base
b
para formular re
eglas numé
éricas explícitas y, po
osteriormen
nte,
reglass más absttractas (ba
asadas en la equivale
encia) para
a razonar en
e torno a las
relaciones numé
éricas existe
entes entre cantidadess mayores. Por tanto, al
a principio los
niños suelen dep
pender de contar
c
para
a averiguar relaciones de equivale
encia como
o la
repressentada po
or la tarea de
d conserva
ación de la cantidad, y sólo despu
ués depend
den
de reg
glas relativ
vamente abstractas. En pocas pa
alabras, parece que contar es, más
m
que ig
gualar, la vía
v natural de
d los niño
os para lleg
gar a comprender las relaciones de
equivalencia, no
o equivalenccia y orden con númerros no intuitivos.
Conc
ceptos aritm
méticos bá
ásicos
Me
ediante las experiencias de con
ntar, los niños tambié
én descubrren qué ha
ace
cambiar un núm
mero. Si los cambios de orden o distribucción no altteran el va
alor
cardin
nal de un co
onjunto, ciertos tipos de transform
mación sí qu
ue lo hacen (por ejemp
plo,
añadir o quitar objetos). Cuando los niños llegan a ser
s
compe
etentes en la
1
p
cap
ptar directa
amente pa
autas numé
éricas, está
án preparad
dos
enumeración o pueden
d
cuenta de relaciones aritm
méticas impo
ortantes. Un niño pued
de determin
nar
para darse
o ver con rapidez
z que añadir un bloque
e a otro es «dos» y qu
ue añadir ottro más haccen
«tres»
», etc. (Barroody y White, 1983; Ginsburg
G
y Baroody, 1983,
1
y Van
n Glasersfe
eld,
1982)). De manerra similar, un
u niño pue
ede determinar o ver en seguida que
q si se qu
uita
una galleta de un
n conjunto de
d tres, que
edan dos. No
N hay máss que una fina línea en
ntre
nuir en una unidad.
contar y aumentar o dismin
escubrir los efectos de
e añadir o quitar
q
una unidad depe
ende de una
as técnicass
De
numé
éricas eficac
ces.
1 Subitize
S
en el origina!. Se
e trata de un neologismo que podría
a traducirse literalmente por
«subitiizar»/ «subitización» (de
erivado de súbito)
s
y que, en ocasiones, se ha
a traducido por
«repen
ntizar»/ «repe
entización». Dado
D
que sign
nifica captar directamente el
e número de puntos que tiene
un esstímulo visual no estru
ucturado sin
n tenerlos que
q
contar, se traducirrá por «captar
[directa
amente]»/«ca
aptación [directa]». (N. del T.)
57
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A partir
p
de sus
s experienccias informa
ales de con
ntar, los niño
os construyyen concep
ptos
aritmé
éticos básicos, pero generales.
g
Más concrretamente, como resu
ultado de sus
s
experriencias informales los
l
niños consideran la adicción como un proce
eso
aume
entativo (añadir algo a una cantidad dada) y la sustraccción como un
u proceso de
disminución (quitar algo de una cantida
ad dada). Por
P ejemplo
o, cuando Aaron
A
empezaba a asistir al ja
ardín de inffancia se le
e preguntó cuánto pen
nsaba que eran cuatro
oy
cinco (4 + 5). Re
eplicó: «Si lo tuviera que
q adivina
ar, diría que
e cuatro o cinco.
c
Espe
era,
éstos son los números. Seis o siete
e.» como consideraba
c
a que la adición era un
proce
eso aumenttativo, Aaron sabía que
e dar uno de
d los suma
andos como
o resultado no
estab
ba bien.
A cau
usa de su co
oncepto infformal de la
a adición, Aa
aron reajustó su cálcullo mental pa
ara
que, al menos, fuera
f
algo mayor
m
que cinco.
Co
onsideremo
os también la reacción de unos prreescolaress a la tarea de la «sessión
de ma
agia» desa
arrollada po
or Gelman (Gelman, 1972;
1
Gelm
man y Gallisstel, 1978). La
prime
era etapa de la tarea establece
e
la importancia de un número
n
detterminado. Se
enseñ
ñan a un niño dos ban
ndejas con distintas
d
ca
antidades de figuras de
e plástico (p
por
ejemp
plo, una ba
andeja con tres ratone
es y otra con cuatro).. A continuación, el exxaminad
dor señala una de lass bandejass (por ejemplo, la que
e tiene tres ratones) y la
designa como «la
« ganado
ora». Aunqu
ue no se les indica que
q
lo hag
gan, los niñ
ños
suele
en contar o darse cuenta de la
a cantidad de ratoness en las bandejas.
b
L
Las
bande
ejas se colocan detrá
ás de una pantalla, se
s tapan, se
s mezclan
n y vuelven
n a
mostrrarse al niño. Entonce
es, el niño trata de esccoger la ganadora. Si destapa la no
ganad
dora (por ejjemplo, la bandeja
b
con
n cuatro rato
ones) se da
a al niño otrra oportunid
dad
y, natturalmente,, encuentra
a la ganado
ora. Este proceso
p
se repite hastta que el niño
esperra encontra
ar a la ganad
dora, si no en
e el primer intento, se
eguro que en
e el segundo.
La
a segunda etapa de la tarea mide
m
la rea
acción del niño a va
arios tipos de
transfformacione
es. A vecess el examinador realizza transform
maciones trras la panta
alla
que no
n afectan a la cantida
ad: cambia la posición de las figu
uras (por eje
emplo, colo
oca
en forrmación tria
angular tress ratones qu
ue estaban en fila), alttera el colorr de un obje
eto,
o susstituye un ratón por un
u objeto diferente.
d
A veces, re
ealiza en secreto
s
transforma
aciones perrtinentes pa
ara la canttidad: añadir o sustrae
er figuras de
d la bandeja
ganad
dora (por ejemplo,
e
añadir otro ra
atón de juguete a la bandeja
b
de tres para que
q
ningu
una bandeja
a sea la gan
nadora).
Lu
uego se registraba la re
eacción de los niños a estas transsformacione
es pertinentes
y no pertinente
es para la cantidad. Los niñoss ignoraban la transformación no
pertin
nente para la cantidad: la gana
adora (por ejemplo, «tres»)
«
seguía siendo
o la
ganad
dora. Sin embargo,
e
lo
os niños se
e sorprendíían mucho cuando de
estapaban las
dos bandejas
b
y no podían encontrar la ganadora. Cuando
o se les pre
eguntaba qué
q
había
a ocurrido, los niños de
ecían que se
s había añ
ñadido (o qu
uitado) algo
o a la bandeja
58
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cómo podrría arreglarrse la situacción, los niñ
ganad
dora. Cuan
ndo se les preguntaba
p
ños
indica
aban que de
ebía quitarsse la figura sobrante (reponerse
(
la figura qu
ue faltaba).
Pu
uede que es
stas pautass de respue
esta no pare
ezcan un lo
ogro extraorrdinario a ojos
o
de un
n adulto, pe
ero indican la existenccia de unas aptitudes importantess en los niñ
ños
de pre
eescolar. A pesar 'de que
q un niño
o puede no conservar la cantidad
d, el éxito en
n la
tarea «mágica» implica un
na compren
nsión de la
as transform
maciones que
q
son o no
a variar la cantidad
c
(po
or ejemplo, la adición y la sustraccción varían
n la
imporrtantes para
cantid
dad y una nueva disttribución no
o lo hace) al menos con númerros familiarres.
Adem
más, parece
en compre
ender que la adición y la sustra
acción son
n operacion
nes
inverssas: la una
a deshace
e la otra. Por
P tanto, aun los niños
n
pequeños que no
conse
ervan tienen alguna comprensión
n de la aritmética y pu
ueden, den
ntro de cierrtos
límite
es, razonar lógicamentte sobre lass relacioness numéricass.
El papel del reconocim
miento de pautas
p
d
imp
plica el reco
onocimiento automático de pauttas numériccas
La «ccaptación directa»
•
•
(por ejemplo, identificar
i
sin contarr que • • ó • • son
n «tres»). El lugar del
d
recon
nocimiento automático
a
o de pautas numéricass en el desa
arrollo del número es una
u
cuesttión que tod
davía queda
a abierta. Algunos
A
teóricos (por ejemplo,
e
Kla
ahr y Wallacce,
1973;; Von Glas
sersfeld, 19
982) indican
n que los niños pued
den captar directamen
nte
peque
eñas cantid
dades antess de poder contar. Desde el puntto de vista de Piaget, los
•
niñoss muy pequeños recon
nocen simp
plemente un
na pauta co
ompleta. Po
or ejemplo, • •
se co
onsidera una
a configura
ación globall que se aso
ocia a «tress»; • • • se considera
c
u
una
config
guración glo
obal distinta que simp
plemente ta
ambién se asocia
a
a «trres». Ningu
una
de esstas «totaliidades» se
e reconoce como una
a colección
n de eleme
entos que se
puede
en contar, es decir,, una cole
ección com
mpuesta de
e unidadess (elementtos
individ
duales). Desde
D
este punto de vista, la captación directa no
o implica una
u
comp
prensión de
el número. Los niñoss no reconocen simu
ultáneamente una pau
uta
numé
érica como una totalid
dad (una unidad en sí
s misma) y un conjun
nto de parttes
(unida
ades individuales) hasta que lle
egan al esta
adio del pe
ensamiento
o operacion
nal.
Con este
e
logro intelectual, un niño puede conte
emplar el número
n
y la
as pautas nun
mériccas como una unidad compuesta de unidades (po
or ejemplo,, Steffe, Von
V
Glase
ersfeld, Richards y Cobb, 1983).
Se
egún otro punto
p
de vista, contarr precede a la captacción directa
a (Beckmann,
nte
1924)). En otras palabras,
p
lo
os niños aprrenden a en
numerar co
olecciones correctame
c
antes de poderr reconocerr conjuntoss con preccisión y rapidez. En realidad, hay
h
algunas evidenc
cias (por ejjemplo, Baroody y Giinsburg, 19
984; Gelma
an, 1977) que
q
indica
an que ell reconocim
miento au
utomático de
d las pa
autas num
méricas suele
desarrrollarse después de una intensa experiencia
a de contarr objetos. Esto
E
puede ser
59
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especcialmente cierto
c
para niños
n
deficie
entes (Baro
oody y Ginssburg, 1984
4). Desde este
punto
o de vista, incluso loss preescola
ares puede
en reconoccer que el número y las
pauta
as numérica
as son, a la
a vez, una colección
c
c
completa
y un compue
esto de parrtes
individ
duales, es decir,
d
una unidad
u
com
mpuesta de unidades.
En cualquier caso, los dos mode
elos indican
n que la ca
aptación directa es una
u
técnicca fundame
ental en el desarrollo de la comprensión del número por parte del
niño. Cuando lo
os niños pueden reco
onocer auttomáticame
ente una pauta,
p
pued
den
ubrir aspec
ctos importa
antes del número.
n
Po
or ejemplo,, un niño que
q
tome tres
descu
•
objeto
os con una distribución
n triangularr y los coloq
que en fila, y reconozca
a que tanto
o• •
como • • • son casos
c
de «tres», pued
de formularr de manerra explícita o implícita
a el
ente princip
pio: «La disstribución de las caniccas no varía
a la cantida
ad de caniccas
siguie
que te
engo.» La captación
c
diirecta también puede desempeña
d
ar un papel esencial en
n el
apren
ndizaje de reglas num
méricas parra apreciar equivalenccias. Si a un niño se
e le
muestran grupos
s de tres elementos
e
c
con
una distribución triangular
t
y en hilera,, y.
puede
e reconocerr inmediata
amente que ambos con
njuntos son «tres», pue
ede inferir que
q
dos co
onjuntos pu
ueden tenerr la misma cantidad
c
au
un cuando tengan aspe
ectos distintos
(Von Glasersfeld
d, 1982).
B) IM
MPLICACIO
ONES EDUCATIVAS: DIFICULT
TADES CON
N LOS NUM
MEROS
y SOLUCION
NES
Cua
ando tienen
n la edad de
d entrar en
e la escuela, los niño
os son muyy expertos en
contar (Gelman y Gallistel, 1978; Gelman
G
y Meck,
M
1983
3). Práctica
amente tod
dos
pareccen dar porr sentados los diverso
os principio
os que subyyacen a co
ontar o que lo
rigen: los principios de orden
o
estab
ble, de corresponden
ncia, de unicidad y de
abstra
acción. La mayoría
m
ha
asta parece apreciar el principio relativamen
r
nte sofistica
ado
de la irrelevanciia del 'orde
en. Esto no
o ocurre co
on los niño
os muy peq
queños o ded
n
por ejemplo,
e
pue
eden no de
ecir los núm
meros siguie
endo un orden
ficienttes. Estos niños,
coherrente. Un error mucho
o más comú
ún es decirr los primerros números en el orden
correccto y luego «soltar» ottros término
os sin orden
n ni concierrto. Por ejemplo, un niño
podría
a empezar sistemática
amente con
n «1, 2, 3» y luego seguir con «6, 8, 12, 9» una
vez y con «12, 3, 6, 6», la
a siguiente
e. Nótese que
q
en el segundo
s
ca
aso apareccen
términ
nos repetid
dos. «Tres»
» ya se hab
bía emplea
ado en la primera partte correcta, y
«seis»
» se emple
ea dos vecces seguida
as para terrminar la cuenta.
c
Esta manera de
contar no sólo viola clara
amente el principio de orden estable, sino también el
principio de unic
cidad. (Aunque decir términos sin
n sentido y repetir otro
os no cump
ple
los prrincipios de
e orden esstable y de
e unicidad, estos erro
ores no siempre indiccan
necessariamente que estos principios
p
n se conozzcan. Por ejemplo, los niños pueden
no
conoccer estos principios, pero olvidarse de que ya han
h
usado
o un término
60
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previa
amente).
Si los niños no
n han tenido la oporrtunidad de
e descubrirr estos prin
ncipios, se les
deben
n brindar abundantes
a
s experienccias de con
ntar, sobre todo en el
e contexto de
juegos o activida
ades de inte
erés. En rea
alidad, pued
de ser útil presentar
p
esstos princip
pios
explíccitamente (por ejemplo: «Cuando contamos cosas, debemos co
omprobar que
q
decim
mos los núm
meros de la
a misma ma
anera cada
a vez» o «ccuando con
ntamos cosas,
debem
mos comp
probar que
e usamos un núme
ero nuevo para cad
da cosa que
q
señala
amos»). Ta
ambién podría ser útil discutir
d
histtorias como
o las del ejemplo 7.1 o las
que aparecen
a
re
egularmente
e en los pro
ogramas in
nfantiles de televisión como «Barrrio
sésam
mo».
Ejemp
plo 7.1. His
storias para contar
Una vez
v y sólo una
u
Cu
uentamal es
staba muy contento.
c
C
Corría
y dab
ba saltos po
or todo el ca
astillo. ¡Pronto
era su
u cumpleañ
ños y quería
a organizarr una gran fiesta! El cocinero vino
o a pregunta
arle
cuánttas persona
as iba a in
nvitar para poder haccer comida
a y pasteles para todos.
Cuentamal sacó
ó su lista de
e invitados y empezó a contar los nombres que había en
ella. Aunque
A
hab
bía perdido la cuenta de
d los nomb
bres que ha
abía contad
do, Cuentam
mal
siguió
ó contando
o. Le salierron 27. Enttonces volvvió a conta
ar para asegurarse y le
salierron 22. Esttaba muy confundido.
c
El cocinerro le dijo que no podía prepararr la
fiesta hasta que
e no supiera
a cuánta ge
ente iba a venir. ¡Pob
bre Cuentam
mal! Se sentó
con la
a cabeza entre
e
las ma
anos. Justo
o en aquel momento, su herman
no Cuentab
bién
acaba
aba de lleg
gar de visita
a. «¡Eh! ¿Q
Qué te pasa
a? ¿No esttás contento
o por la fie
esta
que vas
v a dar?», le preguntó. Cuentam
mal le respondió: «Pues sí que lo
o estaba, pe
ero
no pu
uedo saber cuánta gen
nte va a ve
enir. Cada vez
v que cuento me sa
ale un número
difere
ente.» Cuen
ntabién tom
mó la lista y dijo a su hermano
h
qu
ue podrían contar junttos.
Sacó un rotulado
or mágico y empezaro
on a contar la lista desde el princiipio. Cada vez
v
que contaban
le ponía un
c
un
n nombre, Cuentabién
C
na marca. De
D esta man
nera, contaron
cada nombre de la lista sólo una vez.
v
¡Había
a 25 nomb
bres! Cuen
ntamal se fue
corrie
endo a decíírselo al coccinero.
El ord
den no impo
orta
Cu
uentamal ha
abía planificcado un día
a muy diverrtido, pero no
n se atrevía a salir de
e la
cama
a y bajar las escaleras. La mañana
a anterior había
h
contado los esca
alones cuan
ndo
había
a bajado a desayunar y le había
an salido 10
0. Pero cua
ando volvió
ó a subir pa
ara
dormiir, había contado 11. Si
S había me
enos escalo
ones al baja
ar que al sub
bir, ¡a lo me
ejor
hoy se iba a dar un tortazo! Así que se
e quedó sen
ntado miran
ndo cómo sa
alía el sol. Era
E
un día
a muy herm
moso. El co
ocinero se acercó al pie
p de la esscalera y le
e gritó que su
61
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desayyuno se estaba enfriando. Sus amigos
a
también se ace
ercaron para decirle que
q
se iba
an de excursión. Pero
o Cuentama
al no quería
a bajar y todos se fueron. Entoncces
llegó Cuentabién
n y subió corriendo
c
e
escaleras
arriba para preguntar a su herma
ano
uentamal te
enía miedo de caerse por
Cuentamal si le pasaba algo. Cuando oyó que Cu
C
exclamó: ¡N
No puede ser!
s ¡Las esscaleras tie
enen el mismo
las esscaleras, Cuentabién
núme
ero de esca
alones tanto
o si subes como
c
si bajas!» Arrasttró a Cuenttamal fuera,de
la cama y lo lle
evó hasta las escalerras. Cuentamal estab
ba asustad
do, pero da
aba
as a su he
ermano porr arriesgarsse a caer. Cuentabién
n bajó por las escaleras
gracia
conta
ando cada escalón:
e
«¡1
10!» Luego volvió a subir contand
do otra vez los
l escalones,
y tam
mbién le saliieron 10. «E
Es la misma escalera,, así que tie
ene el mism
mo número de
escalones», dijo Cuentabién. Cuentam
mal se puso
o a dar salto
os de alegría
a, dio miless de
gracia
as a su herrmano, y ba
ajó corriend
do las escaleras para salir del ca
astillo y pilla
ar a
sus amigos para
a ir con ellos de excurssión.
Estas historias
h
fuero
on escritas en
n colaboració
ón con Cathy A.
A Mason.
Equiv
valencia, no
n equivale
encia y «más que»
Los niños aprenden a basarse en contarr o en ca
aptar directtamente pa
ara
determ
minar «cantidades iguales» (e
equivalenciia) y «can
ntidades distintas»
d
(no
equiva
valencia) ba
astante pro
onto, al menos con nú
úmeros pequeños. Sii los niños no
emple
ean espontá
áneamente
e el número
o para definir equivalen
ncias y no equivalenci
e
as,
suelen tener bas
stantes dificcultades con estas tare
eas. Despu
ués de comprobar que un
niño posee
p
técniicas numérricas precisas, puede ser útil indicar explícittamente cómo
puede
e usarse el contar para
a determina
ar «igual que», «distintto de» y «m
más que». Esto
E
puede
e hacerse en
e el contexxto de juego
os como loss descritos en el ejemplo 7.2. Se ha
emple
eado con éx
xito juegos como la Lo
otería con niños
n
deficie
entes (Carisson y Wern
ner,
1943; Descoeud
dres, 1928)..
plo 7.2 Juegos para en
nseñar los conceptos de equivale
encia, no equivalencia
e
ay
Ejemp
ord
den
L
LOTERIA
Objettivo:
Equivvalencia y no
n equivalen
ncia. Materrial:
1. Ta
ableros para
a cada juga
ador.
2. Cu
uadrados co
on distintass cantidadess de puntoss.
62
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Insstrucciones::
Cada jugadorr toma un ta
ablero con, por ejemplo, tres pau
utas numérricas (véase
e la
figura
a). Por turno
os, los niño
os tratan de encontrar un cuadra
ado que te
enga la misma
cantid
dad de punttos que una
a de las pa
autas numéricas de su tablero. Sii se encuen
ntra
un cu
uadrado, se
e coloca en
ncima de la
a pauta nu
umérica correspondien
nte. El prim
mer
jugador que com
mplete su tablero (ta
apando todas las pau
utas numérricas) gana
a la
partid
da. Cada ve
ez que empieza un turn
no, todos lo
os jugadore
es pueden Jugar
J
a la vez.
v
Con esto
e
se elim
mina la ven
ntaja de serr el primero
o en jugar, y se permite que pue
eda
haberr más de un
n ganador.
DOMINO DE
EL MISMO NÚMERO
Obj
bjetivo:
Equ
uivalencia y no equiva
alencia.
Ma
aterial:
Fichas de dom
minó.
Insstrucciones::
Estte juego es una adapta
ación del ju
uego de dom
minó descriito por Carrrison y Werner
(1943
3) y Wynro
oth (1969-1980). Se colocan las fichas boca abajo. Todos los
63
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jugadores toman
n la misma cantidad
c
de
e fichas. Sale el jugado
or que tenga
a el dos dob
ble.
ue antes to
odas sus ficchas. El juego con fich
has de dominó
Gana el jugador que coloqu
norma
ales se ilus
stra más ab
bajo. Para estimular una
u mayor dependenccia de conttar,
Wynro
oth (1969-1
1980) usa fichas
f
cuyo
os puntos presentan
p
u distribu
una
ución irregu
ular
para que
q el reconocimiento
o de las pau
utas sea me
enos fácil.
LA ESCALERA
A
Obj
bjetivo:
1. La
L serie nu
umérica co
omo representante de
d cantidades cada vez
v mayorres
(intro
oducción al concepto
o de orden
n).
2. El
E siguiente
e término de
e la secuen
ncia numérica es una unidad
u
(o uno),
u
más
gra
ande (conce
epto más avvanzado).
Ma
aterial:
Blo
oques encajjables.
Insstrucciones::
Ayu
udar al niño
o a construir una esca
alera con cu
ubos encaja
ables. Emp
plear cubos de
colore
es diferente
es para desstacar los in
ncrementoss en unidade
es. A medid
da que el niño
n
va construyendo
o la escalera
a, indicar que el prime
er escalón sólo
s
tiene un
u bloque y no
uy grande, que el sigu
uiente tiene dos bloque
es y es un poco (un bloque)
b
mayyor,
es mu
que el siguiente tiene
t
tres bloques y ess aún mayo
or (un bloque más que dos), etc. Una
U
a escalera (hasta cincco e inclusso 10 escallones) hace
er que el niño
n
vez construida la
a» por la es
scalera con
n sus dedoss y que vayya contando
o cada esca
alón a med
dida
«suba
que lo
o toca. La escalera
e
tam
mbién pued
de construirrse con una
a lista numé
érica. Tamb
bién
se debe indicar que,
q
a medida que el niño
n
avanza
a por la listta numérica
a, los números
(escalones) son
n mayores (cada núm
mero o esccalón sucesivo es un
n bloque más
m
grand
de).
64
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Co
onceptos aritméticos
a
s básicos
No
o es probab
ble que se desarrolle
d
u compre
una
ensión fund
damental de
e la aritméttica
sin un
nas técnica
as eficaces y unas exp
periencias suficientes
s
de contar. Si un niño no
los
ha tenido experriencias de numeració
ón abundantes y preccisas, no aprenderá
a
os de añadir un eleme
ento a un co
onjunto: loss incrementtos en una unidad varíían
efecto
sistem
máticamentte la designación carrdinal de un
u conjunto
o para con
nvertirla en el
siguie
ente númerro de la serrie numéricca. Por tantto, la enseñanza de apoyo
a
para
a la
aritmé
ética no de
ebe realizarrse hasta que
q
el niño
o no tenga soltura con
n las técniccas
básica
as para co
ontar como la enumerración, la re
egla del va
alor cardina
al e incluso
o la
separración. Parra los niños de educa
ación espe
ecial puede
e ser especialmente útil
desta
acar los efe
ectos de añ
ñadir o quittar una unid
dad en situ
uaciones co
otidianas. Por
P
ejemp
plo, a la ho
ora de desa
ayunar, el maestro pu
uede dar dos
d galletass a un niño
o y
pregu
untarle cuántas tendríía si se añ
ñadiera una más a la
as dos que
e ya tiene, o
pregu
untarle cuán
ntas le qued
dan cuando
o se ha com
mido una de
e las tres qu
ue tenía. En
n el
ejemp
plo 7.3 se presentan
p
va
arios juego
os que implican llevar la
a cuenta de
e incrementtos
y dism
minuciones en una uniidad.
Ejemp
plo 7.3 Juegos que im
mplican añad
dir o sustra
aer una unid
dad
LANZAMIE
ENTO DE FICHAS
F
Ob
bjetivo:
Sumar de 1 a 5.
M
Material:
1. Fichas, mo
onedas u ottros objetoss pequeñoss que se puedan conta
ar.
2. Bandejas (de colores distintos).
Insstrucciones::
El objetivo de
el juego es lanzar un número
n
detterminado de
d fichas a una bande
eja.
Cada
a jugador ellige una ba
andeja de color
c
distintto. Para principiantes, hacer que
e e!
núme
ero de fichas
s a colocar en la bande
eja sea 5. Por
P turnos, los
l jugadorres lanzan una
u
sola ficha.
f
Si un
n niño tiene
e éxito, cua
ando le toca el turno, se le dice:: «Tenías tres
fichass en la band
deja y ahora
a tienes una
a más. ¿ Cu
uánto es tres y una máss?» Si un niño
es inccapaz de encontrar
e
una respuessta, añadir: «Para verr cuántas son
s tres y una
u
más, cuenta las
s fichas de tu bandeja
a.» Gana e!! primer jug
gador que coloque
c
cin
nco
ndeja. La difficultad de! juego pued
de modifica
arse variand
do la distancia
fichass en su ban
entre el jugadorr y la bande
eja o aume
entando la cantidad
c
de
e fichas necesarias pa
ara
ganarr.
65
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EL JUEGO
O DEL MON
NSTRUO DE
D LAS GAL
LLETAS
Ob
bjetivo:
Re
estar una un
nidad.
Ma
aterial:
1. Montón de tarjetas co
on 1 a 5 galletas (punto
os, círculoss o dibujos de
d galletas ).
2. Objetos
O
red
dondos que
e se puedan
n contar.
Insstrucciones:
El objetivo de
e! juego es reunir 10 ga
alletas (objetos que se
e puedan contar).
c
urnos, los jugadores levantan un
na tarjeta y pueden pillar tantas galletas
g
como
Por tu
indica
a la tarjeta menos una. Explicarr: «Las tarje
etas nos dicen cuánta
as galletas se
puede
en pillar ca
ada vez. Sin
n embargo,, el monstru
uo de las galletas siem
mpre se come
una cuando
c
las tiene
t
que se
ervir." Cuan
ndo un niño
o, por ejemp
plo, ha elegido una tarjeta
con trres puntos, se le dice: «Ahora ten
ndrías que to
omar tres galletas,
g
perro e! monstruo
se co
ome una. ¿C
Cuántas qu
uedan para ti?» Si e! niño
n
da la respuesta
r
c
correcta,
se
e le
dice: «Pues tom
ma dos galle
etas.» Si no
o puede ressponder, ha
acer que ta
ape uno de los
punto
os con un de
edo y que cuente
c
e! re
esto. Para algunos
a
niño
os, puede hacer
h
falta una
u
demo
ostración más
m concreta: cuando un niño ha sacado tre
es galletas y e! monstruo
se ha
a comido un
na, hacer que cuente las
l que le quedan.
q
Re
esumir e! he
echo diciendo:
«Hab
bía tres galle
etas, se ha
an llevado una,
u
y han quedado
q
do
os.»
Pauttas numéricas y digitales
Cuando lleg
C
gan a la ed
dad de en
ntrar en la escuela, los
l
niños suelen
s
cap
ptar
direcctamente conjuntos
c
d hasta cuatro
de
c
elem
mentos (Bjjonerud, 19
960; Gelman,
1977
7). Algunos
s niños de
esfavorecid
dos y mucchos niños deficientes todavía no
dominan esta técnica básica (Baroo
ody y Ginssburg, 1984). Captar directamente
conju
untos de cinco o seis elementos, o incluso de tres o cuatro,
c
en re
ealidad pue
ede
depe
ender de un
nas técnica
as de nume
eración preccisas y unas experienccias de con
ntar
abun
ndantes. Po
or tanto, lass deficiencia
as en estass áreas deb
ben subsan
narse antes de
prete
ender que el niño dom
mine el recconocimientto de pauta
as. El recon
nocimiento de
pautas regulare
es puede cu
ultivarse me
ediante juegos con da
ados.
ara los núm
meros del 1 al 5 al menos, muchoss niños apre
enden espo
ontáneamente
Pa
pautas digitale
es automátticas antess de incorrporarse a la escue
ela (Sieglerr y
Robiinson, 1982
2; Siegler y Shrager, 19
984). Esta técnica
t
no puede
p
darsse por senta
ada
en poblaciones
p
s especiale
es. En el ejemplo 7.4
7 se deta
allan varias actividad
des
adeccuadas para
a fomentar el aprendizzaje de pau
utas digitale
es.
66
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Ejjemplo 7.4 Actividadess para apre
ender pauta
as digitales
HAC
CER TITER
RES CON LOS
L
DEDOS
Ob
bjetivo:
Re
epresentac
ción automá
ática con loss dedos de
e los númerros 1 ala. Material:
M
1. Títeres hec
chos con ca
anutillos de
e papel para
a deslizar lo
os dedos de
entro de ellos,
o peg
gatinas con
n el dibujo de
d una cara
a para pega
arlas en la yema
y
de lo
os dedos.
Instrucciones
s:
Mostrar al niñ
ño los dedo
os correctoss a levantarr colocándo
ole los títere
es de canuttillo
o lass pegatinas.
HACE
ER CONTO
ORNOS DE LAS MANO
OS
Ob
bjetivo:
Re
epresentac
ción automá
ática con loss dedos de
e los númerros 1 a 10.
M
Material:
1. Pizarra.
2. Tiza.
Insstrucciones
s:
Ayyudar al niñ
ño a levanta
ar los dedo
os correctoss para vario
os númeross y a trazar su
conto
orno en la pizarra.
p
Ped
dirle a continuación qu
ue nos mue
estre varioss números con
c
dedo
os. El niño puede com
mprobar su
us respuesttas comparrándolas co
on las form
mas
traza
adas o conffrontándolas con las nuestras, qu
ue deberán tener la forma correctta.
C) IMPLICACIONES EDUC
CATIVAS: LA NATUR
RALEZA DE
E LA INSTR
RUCCION
ASICA
BA
Distin
ntos punto
os de vista: distintas implicacio
ones
Lo
os puntos de vista que estable
ecen como requisitos previos la
a lógica y las
técniicas para co
ontar prese
entan impliccaciones ed
ducativas sustancialmente distinttas.
Segú
ún la prime
era, es inú
útil dedicarr directame
ente los esfuerzos in
niciales de la
ense
eñanza al número y a técnicass para con
ntar. Van Engen y Grows
G
(197
75)
obse
ervan: «La noción de que conta
ar es la ide
ea básica de
d la aritm
mética ha sido
acep
ptada y favo
orecida dura
ante mucho
o tiempo po
or muchas personas in
nteresadas en
la ma
atemática escolar
e
elem
mental. ¡Co
ontar no es la idea máss básica de
e la aritmética!
Ideass como la
a correspo
ondencia biunívoca y "más que"
q
son mucho más
m
funda
amentales y, de hech
ho, son requ
uisitos prevvios para un desarrollo significattivo
67
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de co
ontar» (pp. 252-253). Sin los req
quisitos psiicológicos generales,
g
la enseñan
nza
de contar
c
y de
el número está cond
denada a carecer de
e sentido. Por tanto, la
ense
eñanza de la matemá
ática debe fomentar, en primerr lugar, el desarrollo de
concceptos lógic
cos y del ra
azonamiento. Según el
e otro punto de vista, la instruccción
inicia
al debe ce
entrarse dirrectamente
e en el de
esarrollo de
e técnicas y conceptos
espe
ecíficos para
a contar y estimular
e
su
u aplicación
n. En pocass palabras, la cuestión es
si la enseñanza
e
de las matemáticas elementaless debe impa
artirse forma
almente sob
bre
la ba
ase de unos
s conceptoss lógicos má
ás básicos o informalm
mente media
ante el conttar.
La matemátic
ca modern
na. Durante
e el siglo XIX y la mayor
m
partte del XX, la
ñanza de las matem
máticas a los niños pequeños empezab
ba por con
ntar
enseñ
(Brain
nerd, 1973)). Según Dewey
D
(189
98) y Thorrndike (192
22), por eje
emplo, con
ntar
deberría abarcar la formación matemá
ática inicial del niño. Russell (19
917) denun
nció
este enfoque
e
info
ormal. Afirm
maba que primero
p
deb
bía enseñarrse el conce
epto lógico de
las cla
ases y que el número debía ense
eñarse desp
pués como colofón a estas
e
ideas. El
«enfo
oque cardin
nal a la ensseñanza de
e la matemática eleme
ental» de Russell
R
aca
abó
toman
ndo cuerpo con «La Matemática
M
Moderna» (Brainerd, 1973).
El enfoque
e
ca
ardinal, o Ma
atemática Moderna,
M
destaca la enseñanza
e
d la teoría
de
a de
conjuntos. En la
a figura 7.1 se muestra la prime
era lección de este en
nfoque. ¿Q
Qué
conce
eptos se pretenden cultivar
c
con
n los ejercicios de la página 5?
? ¿Cuál ess el
objetivvo de los ejercicios
e
de
e la página 6? ¿Y cuál es el de lo
os de la pág
gina 7? Como
muestra la figura
a 7.1, la insttrucción iniccial se centrra en cultiva
ar los conce
eptos de cla
ase
(clasifficación e in
nclusión de
e clases) y equivalenci
e
ia (correspo
ondencia biunívoca).
Sin
n embargo, y como se
e afirma en el capítulo 11, este tip
po de enfoq
ques forma
ales
son ajjenos a los niños pequ
ueños. Conssidérese el caso de Aa
aron, un niñ
ño inteligentte y
vivaz que acababa de empe
ezar el prim
mer curso. El
E año anterior, yo hab
bía seguido
o su
o
desarrollo
o
de
la
adic
ción
inform
mal.
En
cue
eses
ya
ha
abía
llegado
oa
rápido
stión de m
domin
nar la adic
ción de blo
oques con sus dedoss. Luego continuó invventando prop
cedim
mientos de cálculo
c
men
ntal. Intrigad
do por sus avances, le
e pregunté si le gustab
ban
s
hombros
entusiasmo
las ma
atemáticas de este currso. Alzó lo
sin mucho
o. Le pregunté
qué cosas estab
ba aprendiendo con lass matemáticas.
AARO
ON:
INTER
RLOCUTOR:
AARO
ON:
[Sin in
nterés.] Pue
es no estoy muy segurro. Tenemo
os que traza
ar
líneas y cosas assí.
Oh, co
omparáis co
onjuntos pa
ara ver si so
on iguales.
Supon
ngo que sí.
s [Entoncces, todo su
s comportamiento se
transfo
ormó en un
na explosió
ón de entussiasmo.] ¿S
Sabes cuán
nto
son 1.000 más 1.000? ¡Pue
es 2.000!
68
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INTER
RLOCUTOR:
AARO
ON:
¡ Anda
a! ¿Y eso lo
o has apren
ndido en la clase de matemáticas
m
s?
No, ¡p
pero es que soy muy listo!
Como
o Aaron no parecía en
ntender el objetivo
o
de los ejercicios de corre
espondenciias,
presta
aba poco in
nterés a este enfoque formal.
f
Sin embargo, era
e capaz de comprend
der
la arittmética bás
sica y ampliar una relación que había apre
endido con sumandos de
una sola cifra a sumand
dos de cu
uatro cifrass. Esta ob
bservación informal era
signiffivativa y es
stimulante para
p
Aaron.
La enseñanza
a piagetiana
a. Algunos educadoress piagetiano
os afirman que, como las
eras etapas
s del desa
arrollo inte
electual lim
mitan la ca
apacidad del
d niño pa
ara
prime
comprender el número, la enseñan
nza inicial de las matemáticas
m
s debe esstar
conce
ebida para fomentar el
e desarrollo del penssamiento op
peracional (por ejemp
plo,
Copeland, 1979)). Se han diseñado
d
va
arios currícculo s (por ejemplo,
e
Fu
urth y Wacchs,
1974; Maffel y Buckley,
B
19
980; Sharp, 1969) con
n el objetivo
o general de
d fomentarr la
capaccidad para el
e pensamiento generral (lógico).
De
esde el pun
nto de vistta piagetian
no, es inúttil enseñar el número
o (contar y la
aritmé
ética) direc
ctamente. Primero
P
se deben dessarrollar loss requisitoss psicológiccos:
comp
prender las clases,
c
las relaciones y la corresp
pondencia biunívoca. Este punto
o de
vista queda refllejado por Gibb y Ca
astañeda (1975) en un anuario
o del Natio
onal
Council of Teach
hers of Matthematics: «Clasificar [establece
er correspon
ndencias] yory
denarr son tres procesos que
q
subyaccen al conccepto de número....
n
D ahí que
De
e la
experriencia de clasificar,
c
co
omparar y ordenar pro
oporcione el
e fundame
ento necesa
ario
para el nivel má
ás elevado
o de abstra
acción nece
esario para
a el número
o» (p. 98). El
desarrrollo de contar y del significado
s
y los nombrres de los números
n
só
ólo debe darse
despu
ués de muc
chas experiiencias de clasificació
ón, ordenacción y estab
blecimiento de
corresspondencia
as (Gibb y Castañeda,
C
1975).
Figura
a 7.1. Primeras página
as de un cu
uaderno de matemáticca elementa
al.
69
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Sin
n embargo, hay poco
os datos que justifiqu
uen este enfoque pia
agetiano a los
inicioss de la ens
señanza ellemental. En
E realidad, hay datos (Almy, 1971; Dodw
well,
1960, 192; Gonc
char, 1975; Hood, 196
62) que pa
arecen apoyyar la idea (Macnama
ara,
ón formal o de
1975)) de que el número no depende del desarrrollo de la clasificació
técniccas de seria
ación como describe Piaget.
P
Adem
más, la capacidad de comparar
c
conjuntoss contando
o no depen
nde del do
ominio de la
l correspo
ondencia biunívoca
b
(por
ejemp
plo, Wang, Resnick y Boozer,
B
197
71). Los niñ
ños pueden
n aprender mucho
m
acerca
de co
ontar, del número
n
y de
d la aritm
mética antes de pode
er conserva
ar (Mpiangu
u y
Gentile, 1970). En realidad
d, la necessidad de postular esttadios para
a el desarro
ollo
lógico
o ha sido pu
uesta en du
uda muy seriamente (vvéase, por ejemplo,
e
Groen y Kierran,
1982)). En resum
men, no se ha demosttrado empííricamente que sea ne
ecesario tener
70
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éxito en tareas «operacio
onales» co
omo la inclusión de clases, la seriación, el
pondencias biunívocass y la consservación de
d la cantid
dad
establecimiento de corresp
para alcanzar
a
un
na compren
nsión básica
a del núme
ero, de conttar y de la aritmética.
a
Co
on todo, es de
d destacar que la posstura de Pia
aget presen
nta muchas implicacion
nes
educa
ativas de im
mportancia.. Por ejemp
plo, hace fa
alta una no
oción eleme
ental de «m
más
que» para el desarrollo del
d concep
pto de núm
mero y de una mane
era de con
ntar
signifiicativa. Ade
emás, el número prese
enta a la vezz significad
dos de ordenamiento y de
clasifiicación, y contar im
mplica realm
mente una
a correspondencia biunívoca. Sin
emba
argo, es pos
sible que lo
os niños lleguen a alca
anzar estoss conceptos en su forrma
básica
a antes de lo que pensaba Piage
et y que el número
n
y contar
c
sólo requieran una
u
comprensión infformal de estos con
nceptos. Ciertamente
C
e, el desarrrollo de una
u
m
elabora
rada y forrmal de la
a clasificacción, la se
eriación y la
comprensión más
a biunívoca puede dep
pender, en el
e fondo, de
el desarrollo
o del númerro y
corresspondencia
de contar.
c
es
Implicaciones curriculare
Es indudable
e la importa
ancia del objetivo
o
de la Matemática Mode
erna y de los
a ayudar a los niños a pensar ló
ógicamente
e. Razonar en
currícculos piagettianos para
torno a clases y relaciones debe ser un
n aspecto de
d los currícculos de lass matemáticcas
eleme
entales. Sin
n embargo, la enseñan
nza inicial de
d las matem
máticas debería tenerr en
cuentta qué tiene
e significado
o para los niños peque
eños. Siguen a continuación algun
nas
recom
mendacione
es:
1. Introducir las matem
máticas de
e una man
nera inform
mal en vezz de hace
erlo
forma
almente me
ediante la teoría de conjuntos.. Las defin
niciones fo
ormales de la
equivalencia nu
umérica, ettc., pueden
n ser demasiado absstractas pa
ara los niñ
ños
eños. Conta
ar ofrece una
u base co
oncreta y significativa
s
a para comprender ide
eas
peque
esencciales como equivale
encia, no equivalencia
e
a y conservación de
e la cantidad,
especcialmente con
c
conjun
ntos no intuitivos. De
e hecho, contar
c
pued
de tener más
m
signifiicado que establecerr correspon
ndencias para determ
minar la eq
quivalencia de
conjuntos, sobre
e todo si tienen más de
e cinco obje
etos.
2. No aplazarr las experiencias y la enseñanza
a de contarr. Hasta loss preescolares
pareccen estar ps
sicológicam
mente equip
pados para
a empezar a aprenderr el número
o. A
excep
pción de la
as nocioness básicas de «más»,, no hay necesidad
n
d retrasarr la
de
enseñ
ñanza de contar
c
resp
pecto a téccnicas gen
nerales com
mo clasifica
ar, ordenar o
establecer correspondencia
as. Es impo
ortante ensseñar estas técnicas por
p sí mism
mas,
pero hay
h pocas razones pa
ara creer qu
ue sean necesarias pa
ara la ense
eñanza del número y de conta
ar. Tampoco
o hay nece
esidad de aplazar
a
la enseñanza
e
de contar, del
ero y de la aritmética
a
a los niños que
q no conservan.
núme
71
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3. Fomentar el desarro
ollo del recconocimiento automáttico de pautas y de las
pauta
as digitales.. A veces se
s ha dese
estimado la captación directa por considera
ada
una técnica
t
aprendida de
e memoria que se obtiene
o
con más faccilidad que la
enum
meración o un conceptto numérico
o (por ejem
mplo, Strauss y Lehtin
nen, 1950).. El
recon
nocimiento de rautass numérica
as desemp
peña un papel
p
impo
ortante en el
desarrrollo de nú
úmero y de la aritméticca. Se debe instar a los
l niños a que domin
nen
pauta
as numérica
as regularess como las de
d los dado
os. Ademáss, necesitan
n experimen
ntar
con distribucione
es irregulare
es de uno a cinco elem
mentos. Me
ediante el re
econocimiento
autom
mático de varias
v
pauta
as numériccas como casos
c
del mismo
m
número, los niñ
ños
puede
en aprende
er que el nú
úmero y loss conjuntoss equivalenttes no se definen
d
porr su
aspeccto. Las pa
autas digitales también
n desempe
eñan un pa
apel importa
ante en el desarrolllo del núm
mero y, com
mo veremo
os en el ca
apítulo VIII, en el desarrollo de
e la
aritmé
ética. Por ta
anto, se de
ebe instar a los niños pequeños a contar co
on los dedo
os y
emple
ear pautas digitales.
D) RESUMEN
N
La experienc
cia de co
ontar es esencial para
p
que los niñoss desarrollen
paulatinamente la compre
ensión del número y lleguen a dominarr aplicacion
nes
numé
éricas. Salvo en el casso de corre
egir el apre
endizaje de nociones básicas como
«más», no hay ninguna
n
razzón para ap
plazar la en
nseñanza de
e contar y del
d número
o. A
partir de experie
encias conccretas de co
ontar y de reconocimie
r
ento de pau
utas, los niñ
ños
apren
nden que lo
os cambios de aspecto
o y del orde
en de conta
ar no afecta
an al valor carc
dinal, y que aña
adir o quitarr elementoss sí que lo hace. La experiencia
e
a de contarr es
imporrtante para ampliar las nocioness intuitivas de equivale
encia, no equivalencia
e
ay
orden
n. La enseñ
ñanza formal y lógica de la teoríía de conju
untos es útiil por dereccho
propio
o, pero la enseñanza
a del núm
mero basad
da en conttar es iniciialmente más
m
signifiicativa para
a los niños.
72
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A
Aritmét
tica info
ormal
An
ntes de dom
minar las combinacion
c
nes numéricas básica
as, ¿qué prrocedimientos
emple
ean los niños para calcular suma
as, diferenccias y prod
ductos en problemas
p
c
con
núme
eros de una sola cifra? ¿Cómo
o se explica el desarrrollo de procedimientos
aritmé
éticos informales? ¿Por qué a lo
os niños less cuestan más
m unos problemas
p
q
que
otros?
? ¿Cómo trratan los niños de min
nimizar, de manera na
atural, las dificultades del
cálcullo? ¿Qué problemas suelen en
ncontrar lo
os niños co
on el cálcu
ulo aritméttico
inform
mal? ¿Cómo
o se puede
en subsanar estas dificcultades?
A) BASES
B
PAR
RA LA ADICION y LA
A SUSTRAC
CCION INF
FORMALES
S
Cu
uando emp
pezaba a asistir al jardín de
e infancia, Aaron podía calcu
ular
rápida
amente las sumas de problemas tipo N + 1 como 3 + 1 = - y 5 + 1 = - . Para ottros
proble
emas, incluyendo los de
d tipo 1 + N como 1 + 3 =___ y 1 + 5 = ___, Aa
aron tenía que
q
emple
ear objetos
s concretoss para calccular la su
uma. Tome
emos, por ejemplo, sus
s
respu
uestas durante nuestra
a cuarta enttrevista, rea
alizada en noviembre:
n
EXAM
MINADOR:
AARO
ON:
EXAM
MINADOR:
AARO
ON:
EXAM
MINADOR:
AARO
ON:
EXAM
MINADOR:
AARO
ON:
1 + 7.
[Pausa.. Luego cue
enta para sí: «1, 2, 3, 4,
4 5, 6, 7»]. Tengo que
e
hacerla con los blo
oques. [Prim
mero coloca
a un bloque
e, luego sie
ete
más, cu
uenta todoss los bloque
es y expre
esa la suma
a correcta].
2 + 3.
a rápidamen
nte] 1, 2, 3 [pausa]. Casi lo tengo
o, pero ya no
n
[Cuenta
puedo pensar
p
máss. [Primero coloca doss bloques, lu
uego tres
más, y cuenta todo
os los bloqu
ues para de
eterminar la
a suma].
2 + 4.
1 Pues no
o sé... [vuellve a usar los bloquess
1,2,3,4,5,6,7,8,9, 10.
para ca
alcular la su
uma].
1 + 3.
1, 2, 3, 4, 5 [en voz baja]. [Exxaminador: Venga, aca
aba.] Cuatrro.
73
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La capacidad
d de Aaron para sum
mar mentalm
mente fue aumentand
a
do de mane
era
gradu
ual. Con pro
oblemas de
e tipo 1 + N,
N al principio empezab
ba a contarr a partir de
el 1
(por ejemplo,
e
1 + 3: «1, 2, 3, 4»). Haccia la prima
avera, ya re
esolvía auto
omáticamente
proble
ema de tipo
o 1 + N dicciendo el nú
úmero siguiente a N en
e la serie numérica
n
(p
por
ejemp
plo, 1 + 3 = «4»). A fina
ales de cursso, Aaron había refinado el proce
edimiento pa
ara
calcullar los resu
ultados de sumas
s
con sumandos distintos de
d uno: emp
pezaba con
n el
cardin
nal del sumando mayo
or y contaba
a progresiva
amente a partir de él (p
por ejemplo
o, 2
+ 6 = t6; 7, 8»).
Aa
aron casi no
o recibió nin
nguna ense
eñanza arittmética form
mal. ¿Qué explica, pues,
su capacidad aritmética infformal y sus progresos durante el
e curso? ¿Por qué tenía
que calcular el
e resultado
o de prob
blemas 1 + N cua
ando podía determin
nar
inmed
diatamente el resultado de proble
emas N + 1?
1 En contrraste con su
u soltura en
n el
cálcullo de suma
as con el auxilio de objetos co
oncretos, su
us primero
os intentos de
cálcullo mental no tuviero
on éxito. ¿Qué
¿
explica la difiicultad parra desarro
ollar
proce
edimientos de cálculo menta parra problemas 1 + N y sumas con sumand
dos
distinttos de uno
o? A lo larrgo del currso, Aaron inventó esspontáneam
mente nuevvos
proce
edimientos de
d cálculo. ¿Qué motivó este dessarrollo?
El fundamen
nto: contar
Co
omo vimos
s en el capítulo
c
VII, los niños desarro
ollan una comprenssión
funda
amental de la aritmética mucho antes de llegar
l
a la escuela a partir de sus
s
prime
eras experie
encias de contar.
c
Los conceptoss informaless de la adicción (en tanto
que añadir
a
más)) y de la sustracción (e
en tanto qu
ue quitar alg
go) guían lo
os intentos de
los niños para construir
c
prrocedimienttos aritméticos inform
males. Por ejemplo, para
sumar uno más
s a tres, muchos niño
os empieza
an contando hasta tre
es y luego se
n a contar una unidad
d más («1, 2, 3; 4»). En realidad
d, hasta pu
ueden llega
ar a
limitan
tratar de aborda
ar problema
as más difíciles de la misma ma
anera. Conssideremos los
prime
eros intentos
s de Aaron para calcullar mentalm
mente las su
umas de pro
oblemas 1 + N
con suman
y de problemas
p
ndos distinttos de uno (M + N). Como
C
consid
deraba que
e la
adició
ón es un pro
oceso aumentativo, su
us intentos iniciales, aunque
a
infru
uctuosos, ib
ban
por bu
uen camino
o. Para 2 + 3, por ejem
mplo, pareccía saber qu
ue la suma tenía que ser
mayor que dos. Por
P tanto, en
e seguida contó hasta
a dos y lueg
go contó un
na unidad más
m
que no sabíía bien cóm
mo continuar): «1,2,3, ...
. Casi lo te
engo, pero... ».
(aunq
La soltura con
n las técniccas para co
ontar permitte a los niño
os resolverr mentalmente
proble
emas con «1»
« muy prronto. Los niños
n
descu
ubren con bastante
b
ra
apidez que las
relacio
ones entre un número
o y su sigu
uiente se ap
plican a pro
oblemas N + 1 y que las
relacio
ones entre un número
o y su anterior pueden aplicarse a problemass N - 1. De hecho, muchos preescolaress pueden usar su re
epresentacción menta
al de la se
erie
74
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numé
érica para resolver
r
pro
oblemas co
on «1» sen
ncillos (N + 1 y N - 1)
1 como «ttres
pastelillos y uno más» o «ccinco muñe
ecas menoss una que te
t quedas» (por ejemp
plo,
Baroo
ody, 1984a; Court, 1920; Fuson y Hall, 198
83; Gelman
n, 1972, 19
977; Ginsbu
urg,
1982; Groen y Resnick,
R
19
977; Ilg y Ames,
A
195
51; Resnickk, 1983; Re
esnick y Fo
ord,
1981; Starkey y Gelman, 1982). En el anterior problema
p
de
e adición, un
u niño pue
ede
entrarr en la serie numérica por el punto esp
pecificado por
p el prim
mer término
o o
sumando (tres) y dar com
mo respuestta el núme
ero siguientte en la se
erie numériica:
ón, un niño puede entrrar en la se
erie
«Cuattro». En el anterior prroblema de sustracció
numé
érica por el punto espe
ecificado po
or el minue
endo o canttidad mayor (cinco) y dar
como respuesta el número anterior en
n la serie nu
umérica: «C
Cuatro.» Co
omo el emp
pleo
entación me
ental de la
a serie num
mérica para
a determina
ar respuesstas
de essta represe
relacio
onadas con el núme
ero anteriorr o posterio
or a otro dado
d
es tan automátiico,
muchos preesco
olares pued
den dar mentalmente
e, y con ra
apidez, las respuestass a
proble
emas senciillos con «1».
La difficultad relativa de problemas
p
1+N
¿P
Por qué Aarron podía resolver
r
pro
oblemas N + 1, pero no problem
mas 1 + N?
? El
conce
epto informa
al que tiene
en los niñoss de la adicción puede hacer que los problem
mas
N + 1 sean más fáciles de resolve
er que loss problema
as 1 + N. Como Aaron
consid
deraba que
e la adición era un procceso aumen
ntativo, inte
erpretaba ell problema 3 +
1 = ___ como tres y uno máss, cosa que se puede resolver
r
fáccilmente contando («1, 2,
3; 4.,)) o emplean
ndo las relacciones entre
e un númerro dado y ell que le sigu
ue («3, 4»). En
cambio, interpre
etaba que 1 + 3 = ___ era uno y tres más, cosa que no se pue
ede
resolvver fácilmen
nte con esto
os métodoss. En otras palabras, como
c
los niñ
ños pequeñ
ños
consid
deran que la adición es un processo aumenta
ativo, puede
en presenta
ar la tenden
ncia
a con
nsiderar que N + 1 = __ y 1 + N = __ so
on problemas diferenttes y la suma
consig
guiente no
o es equiva
alente. Porr tanto, pue
eden no darse
d
cuentta de que su
métod
do centrado
o en la relacción existen
nte entre un
n número da
ado y el que
e le sigue, que
q
es tan eficaz pa
ara respon
nder en seg
guida prob
blemas de tipo N + 1,
1 también es
aplica
able a probllemas de tip
po 1 + N.
En un mome
ento dado, los niños descubren
d
que las re
elaciones entre
e
números
ecutivos se aplican po
or igual a prroblemas de tipo N + 1 y de tipo 1 + N. Jen
nny,
conse
una niña
n
de jardín de infanccia, describ
bió este imp
portante de
escubrimien
nto (Barood
dy y
Ginsb
burg, 1982a
a). Mientrass jugaban a un juego matemático
m
o, la niña qu
ue se senta
aba
al lad
do de Jenn
ny sacó una
a tarjeta co
on el probllema 1 + 6 = __. Ma
anifiestamente
perple
eja y desorrientada ante este pro
oblema, la niña
n
se que
edó sin deccir nada. Tras
T
una pausa,
p
Jenny se le acercó
a
y le
e dijo en vo
oz baja: «¡Eh! ¡Que es muy fá
ácil!
¡Siem
mpre que ve
eas un 1, es el número que viene después!» A dife
erencia de su
75
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compañera, Jenny había ab
bstraído una regla gen
neral de núm
meros conssecutivos para
emas con «1»:
«
«La sum
ma de N + 1 ó 1 + N ess el número que sigue a N en la se
erie
proble
numé
érica." Con esta
e
regla general,
g
Jenny podía usar
u
su rep
presentación
n mental de
e la
serie numérica para respo
onder con igual eficaccia a proble
emas de tipo N + 1 y a
proble
emas de tip
po 1 + N.
El desarrollo de una reg
gla general de número
os consecuttivos para los
l problem
mas
« puede ser
s un primer paso mu
uy importan
nte hacia una capacid
dad de cálcculo
con «1"
generra más flexible. Por ejemplo, Aarron aprendiió primero que
q podía pasar por alto
a
sin prroblemas el orden de lo
os sumandos en probllemas con «1». Unas semanas
s
m
más
tarde empezó a hacer lo mismo en
n problemas con sum
mandos disstintos de 1 y
umas de tiipo M + N contando a partir del sumando mayor (por
calcullaba las su
ejemp
plo, 2 + 6: «6; 7, 8»). Además,
A
loss niños sólo llegan a co
onsiderar la
a adición como
la uniión o reunió
ón de dos conjuntos de
d una manera gradu
ual. Desde este
e
punto de
vista, el orden de
d los núm
meros carece de importancia: 3 + 2 = 2 + 3. En ottras
palabras, la unió
ón de un conjunto de tres objeto
os con otro
o de dos, tiene el mismo
resulttado que la unión de dos objetos y tres objettos. Esta co
oncepción «unionista»
«
de
la adición es má
ás abstracta
a que la co
oncepción aumentativ
a
va familiar para
p
los niñ
ños
peque
eños. La co
omprensión de que el orden
o
de loss sumandoss no altera la
l suma en los
proble
emas con «1» pued
de ser un
n primer paso
p
muy importantte hacia una
u
comprensión má
ás profunda
a de la adición (Resnicck, 1983).
B) ADICCION
A
INFORMAL
I
L
Proce
edimientos
s concreto
os
Iniccialmente, los niños emplean
e
ob
bjetos concrretos para calcular
c
sumas. A cau
usa
de su
u inJj1ediatta disponibilidad, suellen usar los dedos pa
ara sumas de hasta 10.
Desde
e el punto de
d vista de! desarrollo, la estrateg
gia más bássica es la cu
uenta concrreta
global (CC) que
e se ilustra en la columna 1 de la figura 8.1. Los blo
oques (u ottros
objeto
os 'que se puedan
p
contar, como lo
os propios dedos)
d
se cuentan
c
uno
o por uno para
repressentar un sumando; e! proceso
o se repite
e con e! otro sumand
do. Luego se
cuentan todos lo
os objetos para
p
determ
minar la sum
ma.
Invvención de atajos. Los niños
n
inventtan espontá
áneamente
e atajos parra el laborio
oso
proce
edimiento cc
c. Uno de lo
os favoritoss es la estra
ategia de «pautas
«
digitales» que
e se
ilustra
a en la colu
umna 2 de la figura 8.1 (Baroodyy, en prenssa). Nótese
e que, en esta
e
estrattegia, cada
a sumando se repressenta con una pauta digital. Assí se evita
a e!
laborioso proces
so de contar los dedoss uno por un
no para rep
presentar ca
ada sumando.
ante la estra
ategia de la
a pauta digital, e! niño sólo tiene que
q contar una vez (para
Media
76
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determ
minar la suma).
s
La estrategia de «recon
nocimiento de pautas» (Siegler y
Robin
nson, 1982; Siegler y Shrager,
S
19
984), que se
e ilustra en la columna
a 3 de la figura
8.1 ess aún más económica
e
. Esta estra
ategia comp
porta la creación de pa
autas digita
ales
77
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para
a cada suma
ando para, a continuacción, recono
ocer la sum
ma inmediata
amente, qu
uizá
de manera
m
visu
ual (median
nte una cap
ptación dire
ecta), quizá
á cinestésicca. Para 4 + 5
=__ , por ejemp
plo un niño
o puede em
mplear pauttas digitaless para reprresentar ca
ada
suma
ando, sentir que se ha
an extendid
do todos loss dedos sallvo uno, y responder
r
«
«9»
sin te
ener que co
ontar.
Hasta los niñ
ños deficien
ntes inventa
an atajos CC
C espontán
neamente para
p
ahorrarse
traba
ajo. Durantte veintiuna
a semanass se observvaron unoss niños con
n deficienccias
levess y modera
adas que se
s basaban
n en un prrocedimientto CC porq
que lo habían
desccubierto o porque se le
es había ensseñado. Sin
n que se less dijera nad
da, muchos de
los participante
p
es en el esstudio emp
pezaron a emplear
e
un
na estrateg
gia de pautas
digita
ales y unos
s pocos emp
plearon una
a estrategia
a de recono
ocimiento de pautas pa
ara
problemas con sumandoss muy pequ
ueños. Porr tanto, parrece que la
a tendencia
a a
inven
ntar atajos para el cálcculo es com
mún a niñoss con una amplia
a
gama
a de aptitud
des
menttales.
Au
utocontrol, inventiva y flexibilida
ad. Mediantte el contro
ol de sus tentativas,
t
los
niñoss pueden adaptar
a
proccedimientos existente
es a nuevass demandass y, por tan
nto,
pued
den inventa
ar nuevos procedimientos. Co
onsidérese el caso de Mike, un
much
hacho de veinte
v
añoss de edad con un CII de 46. Mike se enccontró en una
u
situa
ación norma
al en los niñ
ños: Su procedimiento concreto le
e iba muy bien
b
siemprre y
cuan
ndo los núm
meros fuera
an pequeño
os. Para pro
oblemas co
on sumandos de cinco
oo
meno
os, Mike em
mpleaba un
n procedimie
ento de pau
utas digitale
es (por ejem
mplo, para 3 +
5 forrmaba las pautas
p
digitales para tres y cincco con cada
a mano y luego conta
aba
todoss los dedo
os). Sin em
mbargo, esste procedimiento no
o puede em
mplearse con
c
facilid
dad para problemas como
c
2 + 8 y 6 + 3, en los que uno
o de los sum
mandos no
o se
pued
de represen
ntar fácilmente con una
a mano.
Pa
areciendo darse cuen
nta de las limitacione
es de su procedimien
p
nto de pautas
digita
ales, Mike lo
o modificó. Cuando se
e le presenttaban proble
emas como
o 2 + 8 y 6 + 3,
prime
ero formaba
a la pauta digital
d
de su
umando má
ás pequeño (por ejemp
plo, dos ded
dos
para 2 + 8). Co
on un mod
delo cardina
al del suma
ando más pequeño ya
y formado,, el
siguiente paso que daba era
e empeza
ar desde 1 e ir contan
ndo hasta llegar
l
a la ded
signa
ación cardin
nal de sumando mayo
or. Por ejem
mplo, «1, 2, 3, 4, 5, 6, 7,
7 8» para 2 +
8. A continuació
ón, Mike sim
mplemente continuaba
a contando mientras señalaba
s
ca
ada
mento del mo
odelo cardinal creado en el paso anterior (po
or ejemplo, para 2 + 8: «9
elem
[seña
alando uno
o de los do
os dedos le
evantados],, 10 [señalando el otro dedo]». La
maniiobra planiificada de antemano
o por Mike
e para representar únicamente
ú
el
suma
ando más pequeño
p
le permitía en
nfrentarse a problemas con núme
eros mayorres.
Ell procedimiento concreto relativa
amente sofiisticado de Mike toma
a otras form
mas
ingen
niosas. Algunos niñoss usan mod
delos cardin
nales ya prresentes en
n el aula pa
ara
78
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conta
ar. Otros usan
u
las pa
autas de la
as cifras 2,3,4 (por ejjemplo, 2 + 4: «1, 2; 3
[seña
alando la punta
p
superrior izquierd
da del cuattro], 4 [seña
alando la punta
p
superrior
derecha], 5 [señalando la punta del medio], 6 [señalando
[
la punta de
d abajo], 6»).
6
ntras hacen sus ejerciccios de aritm
mética en clase,
c
algun
nos niños miran
m
mucho
o el
Mien
reloj (por razone
es distintass a saber cu
uánto falta para el recreo). El relo
oj proporcio
ona
un modelo
m
para
a contar (po
or ejemplo,, 2 + 4: «1,, 2; 3 [mirando el 1 de
e la esfera]], 4
[mira
ando el 2 de
e la esfera],, 5 [mirando
o el 3 de la esfera], 6 [m
mirando el 4 de la esfe
era]
- 6»)). Otros niñ
ños hasta pueden llegar a crea
ar un mode
elo mental para llevarr la
cuen
nta. Por eje
emplo, para
a 2 + 4 un
n niño pue
ede imagina
ar cuatro puntos
p
en las
esqu
uinas de una
a caja y con
ntarlas «3, 4, 5, 6» mie
entras «señ
ñala» o «miira" los puntos
imag
ginarios. Lo
os procedim
mientos ba
asados en estos mod
delos «que
e se tienen
n a
mano
o» pueden ser la base
e para la invvención de procedimie
entos eficacces de cálcculo
menttal (Fuson, 1982).
Ad
demás, este control permite
p
a los
l
niños elegir
e
de manera
m
inte
eligente en
ntre
proce
edimientos informales de adición (Siegler y Robinson,
R
1982). Kathyy, una niña de
quincce años de edad con un
u CI de 40
0, empleaba
a una estra
ategia de pa
autas digita
ales
para problemas como 2 + 3, 4 + 2 y 5 + 4. Cua
ando se encontraba con problem
mas
como
o 2 + 8 ó 6 + 3, recono
ocía inmediatamente los límites de
d su estrategia digita
al y,
sin que se le dijera nada, pasaba a calcular la
a respuesta
a con bloqu
ues (volvía
a al
emple
eo de un procedimien
p
nto CC). Ad
demás, cua
ando se le presentaban problem
mas
como
o 1 + 2 y 3 + 1 (combin
naciones qu
ue, según pruebas
p
rea
alizadas de antemano, ya
sabía
amos que conocía), Ka
athy no con
ntinuaba em
mpleando procedimien
p
ntos concre
etos
mecá
ánicamente (persevera
ación), sino
o que resp
pondía de manera au
utomática. Así
A
pues,, parece ser que inclusso niños co
on deficienccias mentale
es importan
ntes contro
olan
su eje
ecución arittmética y muestran
m
fle
exibilidad a la hora de elegir proce
edimientos de
cálculo.
Prrocedimien
ntos menta
ales
Co
on el tiempo, los niños aband
donan espo
ontáneame
ente los prrocedimientos
concrretos e inv
ventan pro
ocedimiento
os mentale
es para ca
alcular sum
mas (Groen
n y
Resnick, 1977). El procedimiento má
ás básico de
d adición mental es contarlo to
odo
ezando por el primer sumando (C
CTP) (por ejjemplo, 2 + 4: «1, 2; 3 [es uno má
ás],
empe
4 [son dos más
s], 5 [son trres más], 6 [son cuattro más] - 6»)
6 (Barood
dy, 1984a, en
prenssa; Baroody y Ganno
on, 1984). La técnica
a CTP es una invencción bastante
sofistticada porque no reflejja directam
mente el pro
oceso conccreto y global de conta
arlo
todo y comporta
a la enumerración del segundo sum
mando a medida
m
que el
e niño cuenta
a parrtir del prim
mero (un prroceso de control sim
multáneo) (Baroody y Ginsburg, en
prenssa; Carpentter y Moserr, 1983).
79
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Lle
evar la cuen
nta. Este proceso de llevar la cuenta hace que el cálcculo mental de
proble
emas con términos
t
disstintos de «1»
« sea má
ás difícil que
e el de problemas en los
que uno
u de los términos
t
ess «l». Para calcular N + 1 ó 1 + N,
N un niño sólo
s
tiene que
q
conta
ar hasta N y decir el nú
úmero que le sigue en la serie nu
umérica (po
or ejemplo, 1 +
4: «1, 2, 3, 4; [y
y uno más son] 5»). Con
C problem
mas sin «l»
», el niño debe continu
uar
conta
ando más allá de N un número de
eterminado de veces. Un
U cálculo mental exacto
de prroblemas sin «l» exige
e métodos previamente
p
e planificad
dos para lle
evar la cuen
nta.
Esto es lo que im
mpedía a Aaron
A
calcullar con éxito problema
as sin «1» a principios de
curso
o. Con el tie
empo, Aaron ideó espo
ontáneame
ente método
os para llevvar la cuentta.
So
obre todo all rrincipio, lo
os niños ussan objetos concretos para llevar la cuenta, y el
emple
eo de los dedos es un
no de los métodos
m
favo
oritos (por ejemplo, 2 + 4: <<1, 2;
2 3
[un dedo extend
dido es uno
o más], 4 [dos dedoss extendido
os son dos más], 5 [tres
dedoss extendido
os son tres más], 6 [cu
uatro dedoss extendido
os son cuattro más] - 6»).
6
Si un niño puede
e reconocerr automáticamente pau
utas digitale
es, el proce
edimiento pa
ara
llevarr la cuenta requiere poca
p
atenció
ón y puede
e ejecutarse con gran
n eficacia. Por
P
ejemp
plo, para 2 + 4, en cua
anto ha emp
pezado el proceso
p
de contar el niño se limita a
ir con
ntando hasta que «sien
nte» la exte
ensión del cuarto dedo. Conocer la pauta dig
gital
para el cuatro diice el niño cuándo
c
tien
ne que dete
enerse.
Co
on el tiempo
o, los niños pasan de contar
c
objettos a contarr cosas men
nos concretas
para llevar
l
la cue
enta (Steffe
e et al., 1983). En realidad, los niñ
ños emplea
an una varia
ada
gama
a de medio
os (por eje
emplo, véasse Fuson, 1982). Alg
gunos niño
os van dan
ndo
golpecitos con lo
os dedos o el lápiz cuando cuenttan. Hasta pueden lleg
gar a explo
otar
pauta
as como «ta
ac-tac-tac-ta
ac» es cuatro (por eje
emplo, 2 + 4:
4 «1,2; 3, 4 [tactac]; 5,
5 6
[tac-ta
ac] - 6»). Los niños ta
ambién pue
eden llevar la cuenta con
c otra cu
uenta verba
al o
subvo
ocal: una do
oble cuenta
a (por ejemplo, 2 + 4: «1,2;
«
3 es uno
u más, 4 son dos más,
5 son tres más, 6 son cuatrro más»). Cuando
C
los niños están
n muy familiarizados con
c
la serrie numérica
a, este procceso de dob
ble cuenta puede
p
llega
ar a ser extrremadamente
autom
mático y rea
alizarse mentalmente.
Invvención de atajos. Contar
C
a pa
artir del primer sumando (CCP
P) abrevia el
proce
edimiento CTP
C
al empezar desde
e el término
o cardinal correspondie
ente al prim
mer
sumando (por ejemplo, 2 + 4: «2; 3 [+ 1], 4 [+ 2], 5 [+ 3, 6 [+
+ 4] - 6»), pe
ero no redu
uce
el núm
mero de pasos necesa
arios para el
e procedimiento de lle
evar la cuen
nta (Baroody y
Ganon, 1984). Tanto
T
el pro
ocedimiento CTP com
mo el CPP implican un
u proceso de
o pasos pa
ara llevar la
a cuenta. Como
C
el pro
ocedimiento
o CPP no ahorra
a
muccho
cuatro
esfuerzo, es rarro que los niños lo inventen y lo emplee
en (Baroodyy, en prensa;
ody y Ginsb
burg, en pre
ensa).
Baroo
Lle
evar la cuen
nta es muy exigente
e
en
n el plano co
ognoscitivo
o y se puede
e aligerar si se
empie
eza por el término mayor. Una esstrategia qu
ue permite hacerlo es contarlo to
odo
80
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empe
ezando por el término mayor (CT
TM) (Barood
dy, 1984a).. El método
o CTM implica
contar hasta el cardinal de
el número mayor a partir de 1 y luego seg
guir contan
ndo
mienttras se enum
mera el térm
mino meno
or (por ejem
mplo, 2 + 4: «1, 2, 3, 4; 5 [+ 1],6 [+
+ 2]
- 6»). Nótese que, al empezzar por el té
érmino mayyor, el proceso para lle
evar la cuenta
en 2 + 4 se redu
uce de cuattro a dos pa
asos. Obsé
érvese tamb
bién que el método CT
TM
requie
ere un proc
ceso extra in
nnecesario con el CTP
P: ver cuál de
d los dos sumando
s
s es
mayor. Los niños
s adoptan el
e CTM porrque ver cuá
ál de los su
umandos ess mayor ya se
echo autom
mático y exxige un essfuerzo ina
apreciable en comparración con el
ha he
proce
eso de lleva
ar la cuenta.
Co
ontar a partir del términ
no mayor (C
CPM) abrevvia el proce
edimiento CTM
C
ya que se
empie
eza a conta
ar desde la designación cardinal del
d término mayor y, por
p tanto, ess el
proce
edimiento in
nformal de adición
a
mental más ecconómico (por ejemplo
o, 2 + 4: «4
4, 5
[+ 1], 6 [+ 2] - 6»)). Durante el
e cálculo, lo
os niños pu
ueden darse
e cuenta de
e que contar el
prime
er sumando es innecessario y bastta con enun
nciar el card
dinal que le
e correspon
nde
(Fuso
on, 1982; Resnick
R
y N eches, 1984). Como resulta
ado, adopta
an el méto
odo
abrevviado de em
mpezar con el
e término cardinal
c
del sumando mayor
m
en ve
ez de conta
ar a
partir de 1. Por tanto,
t
el pro
ocedimiento
o CTM se abandona
a
e favor del CPM porq
en
que
aún ahorra
a
más trabajo.
Au
utocontrol, in
nventiva y flexibilidad.
fl
Al igual que
e con los prrocedimienttos concretos,
el au
utocontrol hace
h
que los niños inventen espontáne
eamente prrocedimientos
menta
ales ayudándoles a se
entir cuándo hace falta reajustarr los método
os existentes.
Consiidérese el ejemplo
e
de Casey, un
n niño de pá
árvulos (Ba
aroody y Ga
annon, 198
84).
nto
En nu
uestra primera entrevista, Caseyy se basó exclusivame
e
ente en el procedimie
p
CTP. En la segu
unda, se le presentó ell problema 3 + 6 en un
na tarjeta. Empezó
E
como
de costumbre, co
ontando el primer sum
mando a me
edida que ib
ba dando go
olpecitos en
n la
a: «1, 2, 3»
». Esta vez, sin embarrgo, se detuvo y come
entó: «Creo
o que conta
aré
tarjeta
hasta
a 6. 1, 2, 3, 4,
4 5> 6 [pau
usa] 7, 8, 9.» Al parece
er, Casey había previssto la dificulttad
de qu
ue, para lle
evar la cuen
nta con su procedimie
ento CTP, hacían faltta seis pasos.
Para ahorrarse trabajo,
t
ada
aptó su método. Empe
ezó por con
ntar el suma
ando mayo
or e
1
edimiento nuevo,
n
CTM
M, de más fácil
f
ejecuciión . Al igu
ual que ocu
urre
inventó un proce
con lo
os procedim
mientos con
ncretos de cálculo,
c
parrece que lo
os niños esttán motivad
dos
por la
a idea de minimizar su esfuerzo cognoscitivo
c
o.
1 Po
odría parecerr que si los niños
n
inventan
n procedimien
ntos de adició
ón que no da
an importancia al
orden de los suman
ndos (CTM o CPM) es qu
ue comprende
en la propiedad conmutatiiva (por ejem
mplo,
mbargo, Case
ey no parecía
a darse cuentta de que 3 + 6 y 6 + 3 eran
e
Groen y Resnick, 1977). Sin em
an el mismo resultado.
r
En posteriores entrevistas,
e
Casey indicó que
q 6 + 4 y 4 + 6,
equivalentes y daba
emplo, darían resultados distintos (Baroo
ody y Gannon
n, 1984). Los niños pueden
n sumar núme
eros
por eje
en cua
alquier orden porque
p
creen que obtendrá
án una respue
esta correcta (aunque
(
no ne
ecesariamentte la
misma)). Parece que
e ciertos facto
ores no conce
eptuales, como el impulso a ahorrar esfu
uerzo mental,, así
como algunos con
nocimientos conceptualess, pueden explicar
e
el desarrollo de procedimien
ntos
ales de cálculo.
informa
81
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El auto contrrol también
n permite a los niños escoger de
d manera flexible en
ntre
dimientos mentales.
m
C
Casey,
al ig
gual que muchos
m
otrros niños (por
diverssos proced
nto
ejemp
plo, Carpen
nter y Mose
er, 1984), no usaba sisstemáticam
mente este procedimie
p
nuevo
o y más ava
anzado. Au
unque usaba el CTM con
c problem
mas como 2 + 6 = -- , 2 + 8
=__ , y 3 + 6 = _, que co
omportaban
n un proceso exigente para llevvar la cuen
nta,
como 2 + 4 = _, qu
contin
nuaba emp
pleando el CTP en problemas
p
ue exigen un
proce
edimiento para llevar la
a cuenta menos comp
plicado.
C) SUSTRA
ACCION INF
FORMAL
Pro
ocedimien
ntos concre
etos
Pa
ara problem
mas con sustraendoss (númeross menores) mayores que uno, al
principio los niños emplea
an modeloss concretoss que repre
esentan directamente su
conce
epto informal de la su
ustracción como
c
«quita
ar algo» (p
por ejemplo
o, Carpente
er y
Mose
er», 1982). Este pro
ocedimiento
o «extractivvo» compo
orta: a) re
epresentar el
minue
endo (el número mayo
or); b) quitar un número de eleme
entos igual al
a sustraendo,
y c) contar los ellementos re
estantes pa
ara determinar la respuesta. Por ejemplo, 5 - 2
impliccaría contarr cinco ded
dos u otros objetos (ha
acer cinco marcas), contar
c
y retirar
dos de los eleme
entos (tachar dos de la
as marcas)) y, por últim
mo, contar los elementos
(las marcas)
m
restantes: «Trres.» (Véase la fig. 8.2
2.)
Se em
mplean 5 bloques, ded
dos o marca
as, se quita
an dos y se cuenta el resto
r
82
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Proce
edimientos
s mentales
s
Re
etrocontar: una
u ampliación natura
al del conoccimiento exi
xistente.
Como
o ocurre co
on la adició
ón, cuando
o los niñoss están pre
eparados abandonan los
nto
proce
edimientos concretos
c
e favor de
en
e procedimientos men
ntales. Un procedimie
p
menta
al muy usua
al es contarr regresivam
mente o rettrocontar, que
q también
n parte de una
u
conce
epción extrractiva de la sustraccción como
o ocurría con los procedimien
ntos
concrretos menc
cionados anteriormen
a
nte (Carpen
nter y Moser, 1982)). Retrocon
ntar
implicca expresarr el minuen
ndo, contarr hacia atrá
ás tantas un
nidades co
omo indique
e el
sustra
aendo y da
ar el último
o número contado
c
como respue
esta (por ejjemplo, 5 - 2:
empe
ezar desde 5, 4 [quitan
ndo una], 3 [quitando dos]
d
- la resspuesta es «3»). Aunq
que
retroccontar es una
u
amplIacción natura
al del proce
edimiento mental
m
que
e emplean los
niños para calcu
ular diferencias N - 1, es más co
omplicado en
e el plano
o cognoscitiivo.
Para resolver
r
pro
oblemas de
el tipo N - 1, el niño sólo
o tiene que
e saber qué número vie
ene
antes de otro en la serie num
mérica. Con
n sustraend
dos mayore
es, el niño debe ser cap
paz
de co
ontar hacia
a atrás un
n número determinad
do de unid
dades dessde un punto
especcífico de la serie numé
érica. Por ta
anto, retroco
ontar comp
porta un mé
étodo de llevar
la cue
enta que de
ebe ejecuta
arse mientrras el niño va contand
do hacia atrás (véase
e la
fig.8.3
3).
n procedimiiento exigen
nte. El méto
odo de retro
ocontar parra la sustracción tamb
bién
Un
es má
ás difícil pa
ara los niñ
ños que loss métodos informaless para la adición
a
men
ntal
(Baroody, 1984c
c). Con los procedimie
entos de adición menta
al, tanto la suma
s
como
o el
eso de lleva
ar la cuenta
a son progre
esivos, es decir,
d
se dirigen hacia
a adelante. En
proce
83
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cambio, retrocon
ntar exige contar
c
regrresivamente
e, que es más
m difícil para
p
los niñ
ños
eños que contar
c
prog
gresivamen
nte (Fuson et al., 198
82; Ginsburrg y Baroo
ody,
peque
1983)). Además, esta cuentta regresiva
a, ya difícil de
d por sí, debe
d
ejecuttarse mienttras
se eje
ecuta una cuenta
c
progresiva, ess decir, ¡en
n dirección contraria! La naturale
eza
abrum
madora de este proccedimiento puede ayu
udar a exp
plicar la fra
ase que, con
c
frecue
encia tan alarmante, está
e
en bocca de much
hos niños de
d la primerra enseñan
nza:
«No me
m gustan nada
n
las re
estas; son mucho
m
más difíciles qu
ue las suma
as» (Starke
ey y
Gelma
an, 1982).
La dificultad del
d procediimiento de retrocontarr está relaccionada con el problema
del tamaño de lo
os númeross. El tamaño
o del sustra
aendo es un
n factor clavve. En el ca
aso
de 9 - 2, el proce
eso de lleva
ar la cuenta
a es relativa
amente manejable pue
es sólo con
nsta
de do
os pasos («9
9; 8 [- 1], 7 [- 2] - 7»). En el caso
o de 9 - 7, sin
s embarg
go, el proce
eso
de lle
evar la cuen
nta es muy
y difícil porq
que consta
a de siete pasos
p
(«9; 8 [- 1], 7 [- 2],
6 [ - 3],
3 5 [- 4],4 [[ 5],3 [- 6],2 [- 7], - 2»). Para 19 - 17, el pro
oceso de lle
evar la cuenta
llega a ser prá
ácticamentte imposib
ble a caus
sa de los
s diecisiete
e pasos que
q
comp
porta (« 19; 18 [- 1], 17 [- 2], 16
6 [- 3], ..., 3 [- 16],2 [[ 17] - 2»)). Además, el
tamañ
ño del min
nuendo pue
ede contrib
buir a las dificultades
d
s de los niñ
ños. Para los
niños
s del ciclo in
nicial, conta
ar hacia atrás desde 20 suele ser más difíícil que des
sde
10 (F
Fuson et al.., 1982; Giinsburg y Baroody,
B
1983). Por tanto, cuan
ndo los niñ
ños
se en
ncuentran con
c problem
mas cuyos
s minuendo
os son may
yores que 10,
1 los que se
basan
n en retroc
contar se ven
v
forzado
os a emple
ear una se
ecuencia in
nversa men
nos
autom
mática y fam
miliar.
El desarrollo de proce
edimientos flexibles. A medida que en sus tareas de
sustra
acción intervienen números cad
da vez mayyores, los niños
n
debe
en aprender o
descu
ubrir por su
u cuenta otros método
os de sustrracción. En realidad, algunos
a
datos
(Woods, Resnick
k y Groen, 1975) indiccan que, al principio,
p
m
muchos
niño
os emplean un
edimiento de
d retrocuen
nta y que, más adela
ante, inventtan un proccedimiento de
proce
cuentta progresiv
va. Contar progresiva
amente se parece al enfoque del
d «suman
ndo
ausen
nte", pero aplicado
a
a la
a sustracció
ón (Carpentter y Moserr, 1982). Implica partir del
sustra
aendo y contar hacia adelante
a
ha
asta llegar al
a minuendo, al tiempo
o que se lle
eva
la cue
enta del núm
mero de pa
asos dados (por ejemp
plo 19 - 17: «17, 18 [ess uno], 19 [sson
dos] -la
- respues
sta es dos,,,). Aunque
e contar pro
ogresivame
ente no reffleja la nocción
extracctiva inform
mal que tiene un niño de la sustracción, en determinad
das
circun
nstancias es
e cognosciitivamente más fácil que
q contar regresivam
r
mente. Cuan
ndo
el sustraendo es
e relativam
mente grande, como
o en el ca
aso de 19 - 17, con
ntar
esivamente
e reduce enormemen
e
nte las exig
gencias de
e la cuenta
a doble o de
progre
cualquier otro prrocedimiento para llevvar la cuenta (dos passos en contraste con los
diecissiete que so
on necesarrios si se cuenta
c
haciia atrás). Cuando
C
el minuendo
m
y el
84
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sustra
aendo está
án relativam
mente próximos, como
o en 9 - 7, contar pro
ogresivamente
tambiién minimiza el processo de llevar la cuenta (d
dos pasos en
e contraste
e con los siete
necessarios si se
s cuenta hacia atrás). Sin em
mbargo; cu
uando el sustraendo es
peque
eño y el minuendo
m
y el sustra
aen do esstán relativa
amente se
eparados (p
por
ejemp
plo, 9 - 2),, retroconta
ar tiene ve
entaja en cuanto
c
a fa
acilidad de ejecución (el
proce
eso de lleva
ar la cuenta
a consta de
e dos paso
os, mientrass que si se
e contara prop
gresivvamente harían falta siete). Cu
uando llega
an a terce
er curso, muchos
m
niñ
ños
descu
ubren esta pauta y eligen
e
el procedimien
nto más ecconómico en
e cada ca
aso
(Woods et al., 19
975).
D) MU
ULTIPLICA
ACION INFO
ORMAL
Cu
uando a los
s niños se les presen
nta la multip
plicación por primera vez, much
hos
La
ya ha
an adquirid
do una bas
se sólida para
p
comprenderla y calcular productos.
p
multip
plicación puede
p
defin
nirse como la adición repetida de
d términos
s iguales (p
por
ejemp
plo, 5 x 3 = 5 + 5 + 5).
5 Como la
a multiplica
ación se basa en exp
periencias de
adició
ón familiare
es para los
s niños, la asimilan con
c
rapidez
z. Durante
e los primeros
curso
os, los niño
os se enfre
entan much
has veces a sumas de
d dos o más
m conjuntos
iguale
es como lo
os siguiente
es:
Ya ha
an aprendido varios pro
ocedimiento
os para detterminar, po
or ejemplo, el total de tres
t
grupo
os de cuatro
o. Pueden contar
c
a inte
ervalos («4,8,12»), hacer cálculos informale
es +
4 son 4;5,6,7,8 y 8 +4 son 8;9,10,11,12
8
2»), emplea
ar sumas co
onocidas(po
or ejemplo, «4
s
8 y 8 + 4 son 12
2»), o com
mbinar esto
os métodoss (por ejem
mplo, conta
ar a
+ 4 son
intervalos y calcu
ular: «4,8; 9,10,11,12»
9
»).
Proce
edimientos
s mentales
s
Al principio, los
l
niños se
s basan en
e procedim
mientos infformales de
e contar pa
ara
emplo, Kou
uba, 1986)). Como exxplicaba un
na niña, pa
ara
calcullar producttos (por eje
calcullar 3 X 3 ten
nía que «co
ontar tres, trres veces» (Allardice, 1978). La mayoría
m
de los
niños que acaba
an de empezzar a apren
nder a multiplicar poseen las técnicas de con
ntar
y de llevar
l
las cuentas
c
neccesarias pa
ara calcularr productoss mentalme
ente. Consid
deremoss la explica
ación que daba
d
un niño para ca
alcular 3 X 3: «Bueno
o, pues digo
o e
85
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prime
er número trres en voz alta,
a
luego digo los do
os números siguientes en voz baja y
luego
o digo el sigu
uiente en vo
oz alta, así:: tres [susurrrando, 4, 5],
5 seis [susurrando, 7, 8],
nto mental e informal de
nueve
e ... » (Allarrdice, 1978
8, p. 4). De hecho, el procedimie
p
los niñ
ños para la
a multiplicacción implica
aba contar tres
t
veces, incluyendo
o dos processos
para llevar
l
la cuenta: a) ge
enerar la se
ecuencia nu
umérica; b) llevar la cu
uenta de ca
ada
tercerr número, y c) llevar la cuenta de
d los grupo
os de tres para determinar cuán
ndo
deten
ner la gene
eración de la serie numérica. Un
U procedim
miento mental aún más
m
básico
o consiste en empeza
ar a contarr desde 1 (en
( vez de empezar desde
d
el va
alor
cardin
nal del primer términ
no o multiplicando). Este proccedimiento básico y los
proce
esos compo
onentes se detallan en
n la tabla 8.1.
Tabla
a 8.1. Proce
edimiento básico de cá
álculo menta
al para la multiplicació
m
n empleand
do
4 x 3 como ejem
mplo
enerar núm
meros sucessivos a partir de la
a) Ge
1 2 3 4; 5 6 7 8; 9 10 11 12
se
erie numéric
ca:
b) Lle
evar la cuen
nta de cada
a cuarto número
co
ontado:
c) Lle
evar la cuen
nta del núm
mero de grupos de
cu
uatro:
d) De
etener la generació
ón de la serie
nu
umérica des
spués de co
ompletar el tercer
grrupo de cua
atro y dar el último número
co
ontado corn
no respuestta:
1234 12341 2 3 4
1
2
3
12
e el cálculo
o mental se
ea más ma
anejable, los niños suelen crear un
Para hacer que
conju
unto para re
epresentar el multipliccando. Para
a 4 X 3, por ejemplo, el niño pue
ede
emple
ear una pauta digital para
p
repressentar el 4 y,
y a continu
uación, contar esta pauta
tres veces.
v
Med
diante el em
mpleo de pa
autas digitales, el niño
o elimina la necesidad de
llevarr la cuenta de cada cuarto
c
núm
mero contad
do. Su exp
periencia in
nformal pre
evia
puede
e ayudarle de otras maneras.
m
En
n concreto,, los niños pueden darse cuenta en
seguiida de que contar
c
a inttervalos pue
ede servir para
p
la multtiplicación (por ejemplo
o, 5
X 3: «5, 10, 15
5»). Contar a intervalo
os es un procedimien
p
nto común para calcu
ular
produ
uctos. Los niños
n
también pueden recurrir a su
s conocimiento formal para abordar
86
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la mu
ultiplicación
n. Con frecu
uencia, usa
an su cono
ocimiento de
e las suma
as dobles (por
ejemp
plo, «4 + 4 = 8») para
a determina
ar productoss en los que el multipllicador es dos
d
(por ejemplo,
e
4 x 2) o para razonar la respuesta a problema
as mayoress (por ejemp
plo,
4 x 3: «4 + 4 son
n 8, y cuatrro más son 9, 10, 11, 12», o 4 x 4:
4 «4 + 4 so
on 8, es de
ecir,
dos cuatros,
c
8 + 8 son 16, es decir, cu
uatro cuatro
os»).
Invvención de atajos. Como ocurre con la adicción y la su
ustracción in
nformales, los
niñoss hallan es
spontáneam
mente méto
odos inform
males para
a abreviar el cálculo de
produ
uctos. Inclus
so los niñoss con dificu
ultades de aprendizaje
a
e pueden ve
er maneras de
emple
ear los con
nocimientoss que ya poseen
p
para ahorrar esfuerzo en
e el cálcu
ulo.
Consideremos el
e caso de Adam,
A
un niño
n
con dificultades de
d aprendizzaje al que se
enseñ
ñó un procedimiento concreto
c
pa
ara multipliicar (por ejemplo, 4 x 3: hacer tres
t
grupo
os de cuatrro bloques y contar todos los bloques).
b
Casi de inm
mediato, Adam
empe
ezó a abrev
viar el proccedimiento concreto. Por ejemplo, para 6 x 3 sacó tres
dedoss y, en vez de colocarr seis bloques junto a cada
c
dedo, sólo alineó
ó seis bloqu
ues
frente
e al primer dedo. Con
ntó la hilera
a de bloque
es («1, 2, ... ,6») y luego contó los
espaccios donde deberían haber
h
estad
do las otras dos hilerass de bloque
es (<<7, 8, ... ,
12», «13,
«
14, ... , 18»). Pro
onto empezó a utilizar procedimie
entos menta
ales. Para 4 X
3, em
mpleó una suma conoccida (4 + 4 = 8) Y se pu
uso a conta
ar a partir de
e ella (8,9, 10,
11,12
2). Para 5 X N, se dio
o cuenta en
nseguida de
e que podía
a contar a intervalos (de
cinco en cinco) para
p
genera
ar la respue
esta.
E) IM
MPLICACIO
ONES EDU
UCATIVAS: DIFICULT
TADES Y SOLUCIONE
S
ES EN
LA
A ARITMETICA INFO
ORMAL
Más uno
u
y men
nos uno
Ca
asi todos los niños que
e llegan a la
l escuela han tenido experiencias informales
suficie
entes para comprend
der que la adición es un processo aumenta
ativo y que
e la
sustra
acción es un processo diminuttivo. De hecho, Starkey y Ge
elman (198
82)
encon
ntraron que
e casi todoss los niños de
d cuatro años que esstudiaron po
odían resolvver
proble
emas de tipo N + 1 (con N ha
asta 5) si tenían
t
obje
etos concre
etos a man
no.
Adem
más, muchos niños de cuatro años y la mayo
oría de los de
d cinco po
odían resolvver
proble
emas de tip
po 1 + N (ccon N hasta
a 5). Más aún, cuando
o empiezan
n la escuela
a la
mayoría de los niños pose
een una so
oltura suficciente con las relacio
ones entre un
núme
ero dado, el que le pre
ecede y el que le sigu
ue, para de
eterminar mentalmente
m
ey
con ra
apidez las sumas
s
N + 1 (con N hasta 5) y la
as diferencias N - 1 (con N hasta
a 5)
(Fuso
on et al., 19
982). Cuand
do llegan a segundo curso, la mayoría
m
de los niños son
s
capacces de gene
erar automá
áticamente las sumas N + 1 ó 1 + N y las diferencias
d
sN
- 1 pa
ara valore
es de N ha
asta 10. Siin embarg
go, el apre
endizaje fo
ortuito de los
l
87
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conce
eptos arittméticos informales
i
s básicos y de las
s técnicas
s de conttar
necesarias no
o pueden darse po
or sentada
as en pob
blaciones especiale
es,
sobre
e todo SI se
s trata de
e niños de
eficientes.
1. Asegurar
A
el
e dominio de
d la técnica
a del númerro siguiente
e (número anterior)
a
antes
de la adición (su
ustracción) mental
m
de una
u unidad.. Si los niño
os no puede
en determin
nar
máticamente
e las relaciones entre
e un número dado y el
e que le sig
gue (el que
e le
autom
prece
ede) no pod
drán determinar men
ntalmente y con efica
acia sumass de tipo N +
1(dife
erencias N - 1). En esttos casos, la
l educació
ón de apoyo
o deberá ce
entrarse en
n la
técnicca de contar necesaria
a, es decir, en
e emplear mentalmen
nte y con efficacia la se
erie
numé
érica para determinar las relacion
nes entre N y el númerro que le sig
gue (el que
e le
prece
ede) (Baroo
ody, 1984b). La enseñanza de apoyo
a
deberá instar a los niñoss a
emple
ear la adic
ción (sustrracción) co
oncreta que se exam
mina en la
as siguienttes
seccio
ones.
2. Estimular el
e descubrim
miento de una
u regla general
g
para
a el número
o siguiente. Si
un niñ
ño puede re
esolver auttomáticame
ente problemas N + 1,, pero no puede hacer lo
mismo con problemas 1 + N,"' se deben
d
crea
ar oportunidades parra que pue
eda
descu
ubrir una re
egla genera
al para el número
n
sig
guiente. Una estrategia consiste en
darle una serie de
d problema
as de enuncciado verba
al de manerra que a un problema N +
1 = ___ le siga su contrapartida 1 + N =__
= (o vicevversa). Por ejemplo, se
e puede hacer
que el
e niño res
suelva el problema A que se muestra más
m
adelante y que, a
contin
nuación, res
suelva el prroblema B. Cuando el niño haya calculado el
e problema
a B,
en alg
gunos caso
os puede se
er adecuad
do pregunta
arle si ha visto alguna similitud o diferenccia entre los dos probllemas.
A. Sol tiene tres
t
galleta
as. Su madrre le da otra
a más. ¿Cu
uántas galle
etas tiene en
e
total?
ene una ga
alleta. Su madre
m
le da tres más. ¿Cuántas
¿
g
galletas
tien
ne
B. Tammy tie
en total?
Pa
ara practica
ar aún máss, se puede
en introduccir juegos en
e los que se emplee
en
dadoss especiales: un «dado
o de unos» (con un pu
unto en cada
a una de las seis carass)
y un dado
d
con só
ólo dos, tre
es y cuatro puntos en cada
c
cara. El proceso aleatorio de
d
tirar lo
os dados ha
ará que los niños se encuentren con
c combin
naciones 2 + 1 y 1 + 2, 3
+ 1 y 1 + 3 y 4 + 1 y 1 + 4, dándole
es muchas oportunida
ades rara ver
v que cad
da
ema 1 + N tienen
t
el mismo
m
resulttado que el problema N + 1 corre
espondiente
e.
proble
88
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Adic
ción
1. Hacer que se adquierra soltura con
c los proccedimientoss informaless de adición
n.
Aunque muchos
s niños aprrenden un procedimie
p
nto concreto para callcular suma
as
a (por ejem
mplo, Barood
dy, en pren
nsa; Carpen
nter y Mose
er,
antess de llegar a la escuela
1984;; Lindvall e Ibarra, 1979), no puede da
arse por sentado que todos lo
os
nto CC, so
preesscolares ha
ayan desarrrollado un procedimie
p
obre todo si
s se trata de
d
niños desfavore
ecidos (Ginssburg y Ru
ussell, 1981) o deficie
entes. Aunq
que alguno
os
ostracioness para apre
ender un prrocedimientto
niños sólo requiieren una o dos demo
CC, otros
o
tienen
n dificultade
es para dom
minar estoss procedimientos aun después de
d
nume
erosas demostracioness (Baroody,, en prensa
a). La dificulltad en el do
ominio de un
u
proce
edimiento CC
C parece estar
e
asocia
ada a la de
ebilidad de técnicas prrearitmética
as
como
o la comparración de números seg
guidos. Ade
emás, las deficiencias
d
s en técnica
as
básicas de conta
ar impedirán que los niños inventten procedimientos de
e cálculo má
ás
eficacces. La inc
capacidad de
d comparrar automátticamente dos
d
númerros seguido
os
desem
mbocará en
n la dificulta
ad de adopttar procedim
mientos que no den im
mportancia al
orden
n de los sum
mandos (CT
TM y CPM). Si los niño
os no conoccen de man
nera automá
ática la
as relaciones existenttes entre un
u número y el que le
e sigue, les será difíccil
apren
nder proced
dimientos ba
asados en contar a pa
artir de uno de los sum
mandos (CP
PP
y CPM
M). En esto
os casos, ha
ace falta tener soltura con las téccnicas nece
esarias.
2. Emplear un
u modelo
o aumenta
ativo para introducirr la adición
n de mane
era
signifficativa. La
a enseñanz
za de la ad
dición se suele
s
presentar a los
s niños com
mo
la unión de dos conjunto
os. Se les enseña un
u procedimiento CC
C que refle
eja
más directamente la adic
ción como
o la unión de dos co
onjuntos y no como un
eso aumen
ntativo. Para algunos
s niños, so
obre todo lo
os de bajo rendimien
nto,
proce
puede ser más
s útil prese
entar la ad
dición con un modelo aumenta
ativo, que es
ológicamen
nte más básico. Es decir, la enseñanza
e
a puede empezar
e
c
con
psico
problemas en los que se
s añaden
n uno o do
os elemen
ntos a un conjunto ya
existe
ente.
3. Empezar con proble
emas de números pe
equeños; in
ntroducir prroblemas con
c
núme
eros mayore
es poco a poco y con
n cuidado. La enseña
anza inicial de la adicción
deberría basarse
e en suma
andos pequ
ueños (del 1 al 5) que
q
se pue
edan mane
ejar
fácilm
mente con métodos
m
con
ncretos. Essto permite a los niños dominar procedimientos
CC e inventar atajos
a
para estos proccedimientoss y constru
uir una basse sólida pa
ara
ores. Es mejor introdu
ucir problem
mas con nú
úmeros ma
ayores cuan
ndo
avancces posterio
los niños ya pu
ueden usa
ar con solttura proced
dimientos concretos
c
con números
eños. Esto
o puede offrecer un aliciente
a
pa
ara desarrollar proce
edimientos de
peque
cálcullo mental aún
a
más poderosos.
p
Sin emba
argo, algun
nos niños pueden
p
verse
abrum
mados ante problemass más difícile
es. Por tantto, la introducción de problemas
p
c
con
89
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núme
eros mayore
es debe con
ntrolarse co
on atención
n.
4. Prever
P
la necesidad de
d un períod
do largo pa
ara el cálcullo y el desccubrimiento. Si
a los niños se les da la opo
ortunidad de
e emplear objetos
o
para
a calcular sumas,
s
sue
elen
inventtar procedimientos me
entales a su
s propio rittmo. Por ejjemplo, Gro
oen y Resn
nick
(1977
7) enseñaro
on a unos preescolare
p
es un proce
edimiento concreto
c
pa
ara la adición.
Despu
ués de un prolongado
p
período de
e práctica y sin que se
e les enseñara a conta
ar a
partir de uno de
e los suman
ndos, cerca
a de la mita
ad de los niños
n
empe
ezó a usar un
proce
edimiento CPM.
C
Muchos niños co
on problem
mas de apre
endizaje y algunos
a
niñ
ños
deficie
entes aban
ndonan loss procedim
mientos con
ncretos porr su cuentta e inventan
proce
edimientos mentales
m
de tipo CPM
M.
Sin
n embargo, algunos niños, sobre todo los qu
ue tienen problemas, pueden
p
seg
guir
basán
ndose en prrocedimientos concrettos durante mucho tiem
mpo. Es importante da
ar a
estos niños la oportunidad
d de construir procedimientos más avanzzados por su
cuenta porque lo
os procedim
mientos de invención propia tien
nen más sig
gnificado pa
ara
nto
ellos. En alguno
os casos, puede ser útil demostrar para loss niños un procedimie
p
CPM. Es probab
ble que este
e tipo de dem
mostración sea más eficaz
e
despu
ués de que los
niños hayan ten
nido una am
mplia experriencia de cálculo
c
con
n objetos. La
L enseñan
nza
verba
al directa es
s el método
o menos ad
decuado po
orque es diffícil describ
bir un proce
eso
menta
al como el CPM
C
y las explicacion
nes sólo pu
ueden servir para conffundir a los niños (R
Resnick y N eches, 19
984). En cu
ualquier casso, no acon
nsejo enseñ
ñar a conta
ar a
partir de uno de los sumand
dos antes de
d mediado
os del prime
er curso.
ara facilitar el
e aprendiza
aje de proccedimientoss mentales, el maestro debería cre
ear
Pa
muchas oportunidades para
a que los niiños realiza
aran descub
brimientos por
p su cuen
nta.
Una manera
m
interesante de
d alcanzarr este objetivo es jug
gar a juego
os con dados.
Cuand
do los niños se van
n familiariza
ando con las pautass de los dados,
d
sue
elen
encon
ntrar sus prropios méto
odos abrevviados para determina
ar la suma de
d una tirada.
•
Por ejjemplo, un niño puede
e sacar un cuatro (: :) y un dos ( • ). Si el niño
n
recono
oce
autom
máticamente
e la primera
a pauta ((Vaya, un cua
atro») no ne
ecesita emp
pezar desde 1
y conttar todos los puntos, y puede limitarse a con
ntar a partir de 4: «4, 5 [señalando
o el
prime
er punto del segundo dado],
d
6 [se
eñalando el otro punto]] -6».
5. La
L enseñan
nza de apoyyo puede te
ener que de
edicarse exp
plícitamente
e a impartirr un
proce
edimiento para
p
llevar la cuenta. En ocasion
nes, los niñ
ños -sobre todo los que
q
tienen
n problemas y los niño
os de educa
ación especcial- se enccallan en el nivel concrreto
y parrecen incap
paces de adquirir proccedimientos mentaless (especialm
mente de tipo
t
CPM)) (Baroody, Berent y Packman, 1982; Ble
ey y Thornton, 1981; Cruicksha
ank,
1948)). En casos extremos, puede ser necesario intervenir
i
directamente
e para que los
niños aprendan
n procedim
mientos me
entales. Má
ás concrettamente, algunos
a
niñ
ños
puede
en necesita
ar ayuda pa
ara aprender un proce
edimiento de
d llevar la
a cuenta. Para
enseñ
ñar uno de estos proce
edimientos, es mejor empezar
e
co
on problema
as N + 2 ó 2 +
90
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N y N + 3 ó 3 + N. Intro
oducir la ide
ea de lleva
ar la cuentta enseñan
ndo al niño
o el
proce
edimiento detallado en
n el caso de
e Mike y que
e se resum
me a continu
uación:
A. Hacer que
e el niño se centre en
n el suman
ndo menor y haga un conjunto con
c
dedos o bloques
b
(po
or ejemplo, para 4 + 2, levantar do
os dedos).
er que el niño cuente hasta
h
el vallor cardinal del suman
ndo
B. A continuación, hace
mayor («1
1, 2, 3, 4»).
nte
C. Continuarr entonces contando el
e conjunto más peque
eño hecho anteriorme
a
(«5 es uno más; 6 so
on dos máss - seis»).
6. Estimular el
e aprendiza
aje y el emp
pleo de méttodos eficacces para lle
evar la cuen
nta.
nto automá
ático de pautas puede
e facilitar llevar la cu
uenta. Deberá
El recconocimien
estimularse a lo
os niños a que emple
een y compartan suss métodos para llevarr la
ños que no
o hayan dom
minado téccnicas de re
econocimiento de pau
utas
cuentta. A los niñ
como
o las pautas digitales hasta 10, se les deb
berá estimular para que
q
lleguen
n a
domin
narlas.
La eficacia del
d cálculo mental de
e los niñoss suele ba
ajar cuando
o el segun
ndo
suma
ando de los problemass es mayor que cinco. Como es difícil
d
llevar la cuenta con
c
precissión, los niñ
ños suelen calcular mal
m estos problemas. Si
S recurren
n a empleo de
pauta
as digitales, el cálculo puede
p
ser más
m exacto pero es mu
uy lento. Lo
os niños deb
ben
dejar el lápiz, co
ontar, volverr a tomar ell lápiz y ano
otar la suma. Fuson (1
1985) propo
one
el em
mpleo de las pautas digitales
d
Ch
hisenbop pa
ara que se puedan re
epresentar los
núme
eros del 1 all 9 con la mano que no
o se emplea
a para escribir, dejando
o la otra ma
ano
libre para
p
anotarr (véase la fig. 8.4). Esste método permite a los niños lle
evar la cuenta
de su
umandos mayores de una
u manera
a natural, emparejand
e
do nombress sucesivos de
núme
eros con pautas digitales.
Alg
gunos niños
s lentos tien
nden a olvid
dar el valorr del segund
do sumand
do y, por tan
nto,
pierde
en la cuenta y no sabe
en cuándo deben para
ar de contar. En estos casos, Fusson
(comu
unicación personal,
p
2 de julio de 1986) ha visto que
28
q
es útil introducir un
proce
edimiento in
ntermedio antes de pra
acticar el pro
ocedimiento descrito anteriormen
a
nte.
Este procedimie
ento interm
medio implicca crear un
n medio au
uxiliar para
a la memoria:
s
su
umando con una pauta digital en
e la mano
o que escribe.
repressentar el segundo
Enton
nces, el niño
o emplea la
a mano que no escribe
e para añadir el segund
do sumando
o al
prime
ero como se
s describiió antes. Cuando
C
lass pautas digitales
d
de
e cada ma
ano
coinciden, el niño para de contar.
c
91
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oyo de proccedimientoss CPM deb
berá centrarrse, en prim
mer
7. La enseñanza de apo
nicas básiccas necesarrias. Alguno
os niños pe
ersisten en contarlo todo,
lugar,, en las técn
tanto si lo hacen
n mentalme
ente como si lo hacen concretamente. El procedimie
p
nto
CPM es una ampliación de la regla
a para calcular problemas N + 1. Se de
ebe
comp
probar que los
l niños puedan realizar automá
áticamente
e cálculos N + 1 antes de
prose
eguir con inttentos de cultivar
c
el prrocedimientto CPM parra problema
as N + M, con
c
M ma
ayor de 1.. A diferen
ncia de los
s problemas N + 1, los proble
emas N + M
requieren lleva
ar la cue
enta. Si lo
os niños lo cuenta
an todo mentalmen
m
nte
pleando los
s procedim
mientos CT
TP o CTM), ya posee
en este req
quisito prev
vio.
(emp
Si los
s niños siiguen usando proce
edimientos
s concreto
os, necesittan aprend
der
cómo
o llevar la cuenta.
c
8. La
L enseñan
nza de apoyyo de proce
edimientos CPM deberá centrarse en ayuda
ar al
niño a darse cue
enta del esffuerzo supe
erfluo. Es prrobable que
e la mayoríía de los niñ
ños
92
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no cu
uenten espo
ontáneamente a partirr de uno de
e los suma
andos, porq
que no se dan
d
cuenta de que contar dessde uno hasta
h
el prrimer suma
ando produ
uce el mismo
resultado que simplemente
e enunciar la designacción cardina
al del mism
mo (Baroody y
Ginsb
burg, en pre
ensa). En la
a figura 8.5 se
s muestra
a un método
o de enseña
anza diseña
ado
por Secada, Fus
son y Hall (1983) que suele tenerr éxito en ayudar
a
rápid
damente a los
niños a ver que
e contar el primer sum
mando dessde uno ess lo mismo que decir su
designación card
dinal.
Su
ustracción
1. Asegurar el
e dominio de las técn
nicas nece
esarias para
a retroconta
ar. Si un niño
tiene dificultades
s para calccular difere
encias con un sustrae
endo de do
os o más, es
posible que teng
ga problema
as para dom
minar la técnica de retrrocontar. En
n estos cassos,
.es im
mportante comprobar
c
l técnicass necesaria
las
as para haccerlo. En primer lugarr, si
los niñ
ños carecen
n de soltura
a para calcu
ular mentalm
mente diferrencias de N - 1 (el prim
mer
paso en un proce
edimiento de
d retrocontar para pro
oblemas N - M, siendo
o M distinto de
o serán capa
aces de resstar mentalm
mente cuan
ndo el minuendo sea dos
d o más. Por
P
1), no
tanto, antes de nada
n
93
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es ne
ecesario que
e los niños puedan ca
alcular difere
encias N - 1 con eficacia .
En segundo lugar, si lo
os niños no
o saben có
ómo contar hacia atrá
ás, no pued
den
amplia
ar su proce
edimiento mental
m
para
a restas N - 1 Y desarrrollar un mé
étodo genu
uino
para retrocontarr. Además, retrocontar no sólo implica con
ntar hacia atrás:
a
tamb
bién
hay que hacerlo con soltura
a. De no serr así, la tare
ea de ejecutar simultán
neamente dos
d
proce
esos en dire
ecciones opuestas pu
uede ser ab
brumadora (Baroody, 1983a). Si la
retroccuenta no es
e un proce
eso mínima
amente auto
omático, la atención se
s divide en
ntre
ella y el proceso simultáneo
o de llevar la
a cuenta de
el sustraend
do. Esta ate
ención divid
dida
puede
e desemboc
car en un error ~ en el proceso de
e retroconta
ar, en el pro
oceso de llevar
la cue
enta o en ambos.
a
Asíí, cuando contar
c
hacia atrás con
nstituye un esfuerzo, los
niños suelen salttarse algún término (po
or ejemplo, 19 - 5: «19
9, 18 [- 1], 17
7 [- 2], 16 [-- 3],
14 [- 4], 13 [- 5]] - 13»). Un niño de segundo curso que te
enía dificultades con las
máticas em
mpezó a reso
olver 19 - 5 contando hacia
h
atrás,, pero tuvo que
q hacer una
u
matem
pausa
a para pen
nsar qué venía
v
antes de 16. Corno resu
ultado, se perdió en la
retroccuenta: <<19, 18 [una menos], 17
7 [dos meno
os], 16 [tress menos], esto...
e
, esto
o ...
, 15 [e
esto ... tres
s menos], 14
1 [cuatro menos],
m
13 [cinco men
nos] - 13». Corno con
ntar
hacia atrás le co
ostaba basttante, Adam
m, un niño de quinto curso
c
con dificultades
d
de
apren
ndizaje, se perdió
p
en la
as dos cuen
ntas cuando
o intentaba calcular 19
9 - 5: <<19, 18,
17, 16
6, esto..., esto..., 17, 18, 19,20, 21».
2
Si un niño es
s incapaz de
d contar regresivam
r
on soltura, la
ente o de hacerlo co
enseñ
ñanza de apoyo
a
debe
e centrarse en esta té
écnica informal para contar.
c
Corn
no
para los
l niños de
el ciclo inicial contar hacia
h
atrás desde 20 suele
s
ser más
m difícil qu
ue
hacerrlo desde 10
0, los que emplean
e
esste tipo de estrategia
e
p
pueden
no experiment
e
tar
dificulltades de aprendizaje
a
e inmediata
as y empez
zar a sufrirrlas cuando
o sus tarea
as
de su
ustracción incluyen minuendos
m
entre 10 y 20 (o má
ás). En esttos casos, la
enseñ
ñanza de apoyo deberá
d
ce
entrarse específicam
e
mente en contar rer
gresiv
vamente entre 20 y 10.
Mie
entras retrrocontar no
o llegue a ser algo automático
a
o, se puede
e instar a los
niños
s a practicar su proc
cedimiento
o informal con una liista numérrica. Algun
nos
niños
s descubre
en que el reloj
r
de la clase es un
u instrum
mento útil para
p
calcullar.
Media
ante el empleo de una lista num
mérica, el niño se ve liberado de
e la carga que
q
supon
ne generarr la difícil se
ecuencia in
nversa y puede concentrar su atención
a
en
n el
proce
eso de lleva
ar la cuenta
a (véase la
a fig. 8.6). Cuando
C
los
s niños está
án llegando
oa
domin
nar la técnica de retro
ocontar, no
o se les de
ebe impedir el empleo
o de modelos
concrretos. Más
s bien debería animá
árseles a emplear
e
su estrategia extractiv
va.
Tamb
bién se les
s puede instar a que
e continúen
n ejercitán
ndose en el
e dominio de
comb
binaciones N-1.
2. Estimular procesos
p
e
eficaces
parra llevar la cuenta. Au
unque la in
ncapacidad de
contar hacia atrá
ás con efica
acia puede socavar lo
os procesoss simultáne
eos requerid
dos
94
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para retrocontar, hay otro
os factoress que pue
eden impe
edir o impo
osibilitar este
e
edimiento ta
an exigente
e en el asp
pecto cogno
oscitivo. Pa
ara retrocon
ntar, los niñ
ños
proce
deben
n ser consc
cientes de la
l necesida
ad de llevarr la cuenta del número
o de unidad
des
que deben
d
conttar hacia atrás y plan
nificar previiamente alg
gún medio para hace
erlo
(Stefffe et al., 1983). Como algunos niños no pie
ensan en lle
evar la cuenta, no sab
ben
cuánd
do deben de
etenerse y, en consecuencia, o siguen conta
ando hasta que agotan
n la
secue
encia invers
sa o tiende
en a respon
nder incorre
ectamente (Fuson et al., 1982). En
realidad, Carpen
nter y Mose
er (1982) en
ncontraron que sólo la
a mitad de la muestra de
niños de prime
er curso que
q
estudia
aron podía
a contar hacia
h
atráss un núme
ero
especcificado de unidades y,
y como ressultado, no solía emplear un proccedimiento de
retroccuenta. La enseñanza de apoyyo puede empezar haciendo
h
q
que
los niñ
ños
cuentten hacia attrás un núm
mero especíífico de unid
dades. Se puede
p
empe
ezar contan
ndo
hacia atrás una o dos uniidades e irr aumentan
ndo la dificcultad paula
atinamente. A
contin
nuación se debe
d
señalar explícita
amente la ne
ecesidad de
e llevar la cuenta
c
cuan
ndo
se calcula y la manera
m
de hacerlo.
h
(Pu
uede hacerrse con mod
delos concrretos como
o se
muestra en la fig
g. 8.6).
Au
un después
s de apren
nder un prrocedimiento para lle
evar la cue
enta, algun
nos
niños
s se ven obligados a despachar
d
nte el proce
edimiento de
d retrocon
ntar
rápidamen
(con frecuencia
a, para evittar el estig
gma de con
ntar). Esta
a prisa pue
ede dar com
mo
resulttado perde
er la cuenta
a de uno de
e los proces
sos de contar simultá
áneos o de los
dos. En
E estos casos,
c
debe hacerse comprend
der al niño que retroc
contar es una
u
estrattegia inteligente y normal y que la prec
cisión es ta
an importa
ante como
o la
veloc
cidad. Otro error frecue
ente consisste en emp
pezar el pro
oceso de lle
evar la cuenta
dema
asiado prontto con la de
esignación cardinal
c
del minuendo (por ejemp
plo, 17 - 3: «17
«
95
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[- 1],16 [- 2], 15 [[ 3] - 15»). Este error produce un
na pauta qu
ue se deteccta fácilmen
nte:
t
una unidad
u
más que la resp
puesta corre
ecta. En esstos
la respuesta del niño suele tener
casoss, se puede
e demostrarr al niño la estrategia
e
d retrocontar, recalcá
de
ándole que «el
proce
eso de conta
ar» no emp
pieza desde
e el número
o mayor (minuendo).
3. Estimularr el desa
arrollo de contar y de esco
oger con flexibilidad el
proce
edimiento de
d cálculo más eficazz. Si los niños se ba
asan exclusivamente en
retroccontar, pued
den ser pre
ecisos con problemass pequeñoss pero no con
c problem
mas
grand
des. A medida que las tareas implican números mayore
es, la cuenta
a regresiva
a se
hace más larga y más procclive al erro
or. Por tanto
o, podría se
er útil estim
mular al niño a
nder un procedimiento
o de cuenta
a progresiva
a y emplearlo cuando sea más fá
ácil
apren
de ussar que el procedimien
p
nto regresivvo. En el ejemplo
e
8.1 se describ
be un méto
odo
para introducir un
u procedim
miento para
a contar pro
ogresivame
ente. A los niños que ya
han descubierto
d
algún proccedimiento de este tip
po se les puede
p
estim
mular a que
e lo
discuttan y examinen las situ
uaciones do
onde lo enccuentran más útil. Los niños pued
den
benefficiarse de una enseñ
ñanza explícita de la relación existente
e
en
ntre la cuenta
progre
esiva y la regresiva.
r
S embargo
Sin
o, se debe tener en cuenta que algunos niñ
ños
puede
en no capta
ar este proccedimiento porque no
o coincide con
c su noción informa de
«quita
ar». En esto
os casos, es mejor no insistir. Haccerlo sólo confundiría
c
al niño y ésste,
a su debido
d
tiem
mpo, ya descubrirá la estrategia
e
p su cuentta.
por
Ejem
mplo: 8.1 En
nseñar a contar
c
prog
gresivamente: activid
dad con un
na balanza
a
96
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Nivvel II: Usar una lista numérica como
c
soporte semiconcreto. Casi siempre es
mejorr hacerlo cuando el niño ya ha domin
nado el prrocedimiento de con
ntar
progre
esivamente
e mediante objetos co
oncretos. Inicialmente
e, el niño puede
p
colocar
otro peso
p
en va
arios puntoss a lo largo
o del lado más liviano. Llegado
o el momen
nto,
deberrá instarse al niño a co
ontar simple
emente de 3 a 9 en la lista numé
érica.
Nivel III: Usar nú
úmeros con pesos distiintos para estimular
e
el procedimie
ento de con
ntar
progre
esivamente
e. Cuando el niño ha colocado la
l respuestta, hacer que cuelgue
e el
núme
ero correspo
ondiente a la respuestta en el lado
o más livian
no.
Activid
dad optativ
va para proffundizar má
ás: nótese que, para los tres nive
eles, los niñ
ños
puede
en practicar la realización de esttimaciones o cálculoss aproximad
dos que lue
ego
puede
en comprobar mediante el cálcculo. Pueden determ
minar la pre
ecisión de su
previssión calcula
ando la dife
erencia enttre ella y la
a respuesta
a calculada. Si anotan
n la
precissión de sus
s previsione
es para un problema,
p
p
pueden
obsservar los cambios
c
de
e su
precissión con el tiempo.
97
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Multip
plicación
1. Exxponer exp
plícitamente
e la conexxión existen
nte entre la
l multiplicación y la
adició
ón repetida
a. Las dificcultades co
on la multiplicación básica
b
sue
elen darse
porqu
ue los niños no ven
n la conexión entre
e esta nue
eva operacción y su
conoccimiento ex
xistente. A veces,
v
la en
nseñanza de
d apoyo co
onsiste, sim
mplemente,
en ayyudar al niñ
ño a estable
ecer esta conexión.
c
C
Considérese
e el caso de
d Ken, un
niño de
d tercer curso asigna
ado a la cla
ase especia
al de matemáticas po
orque tenía
dificultades de aprendizaje
a
e (Baroody, 1986). La maestra qu
ue tenía Ke
en en esta
clase me pidió que
q lo exam
minara exp
plicándome que no ten
nía el conccepto de la
multip
plicación. Cuando
C
le presenté
p
va
arios proble
emas senciillos de multiplicación
como
o 6 X 2 = _ y 3 X 3 = _, Ken
K no pare
ecía tener ninguna
n
ide
ea de lo que
e tenía que
hacerr. Según de
ecía estaba
a convencid
do de que la multiplicación era demasiado
d
difícil para él. Entonces
E
le
e demostré
é un proced
dimiento pa
ara contar: 4 X 3 es
conta
ar cuatro de
edos (sin vo
olver a empezar) tres veces
v
(1, 2, 3, 4; 5, 6, 7, 8; 9, 10,
11 12
2). Ken exc
clamó: «j Vaya,
V
así que la multiiplicación no
n es más que eso!»
Cuando la multip
plicación se
e presentó de una ma
anera inform
mal, tuvo se
entido para
Ken, que en seg
guida apren
ndió a calcu
ular producttos. De heccho, pronto empezó a
encon
ntrar manerras de abre
eviar el proccedimiento que se le había
h
enseñado. Más
adela
ante, por eje
emplo, resp
pondió inme
ediatamente
e a 7 X 2. Cuando
C
se le
e preguntó
cómo
o lo había ca
alculado, exxplicó que había
h
empleado la com
mbinación conocida
c
7
+ 7 = 14.
A veces,
v
las dificultades
d
con la multtiplicación tienen raíce
es más profu
undas y es
necessario emple
ear un enfoq
que más co
oncreto (Barroody, 1986
6). Adam, un
u niño con
verda
aderas dificu
ultades de aprendizaje
e, planteab
ba un reto mucho
m
más grave que
Ken. A Adam se
e le enseñó
ó el mismo
o procedimiento menta
al informal que había
o éxito con Ken. Sin embargo
o, este pro
ocedimiento
o no hizo más que
tenido
confu
undirlo. Ante
e esto se in
ntentó otra estrategia concreta que
q represe
entaba con
mayo
or claridad la adición repetida de
d las unid
dades. El problema
p
4 x 3, por
ejemp
plo, se res
solvió coloccando tres grupos de
e cuatro blo
oques y co
ontándolos
todoss.
2. Estimularr explícita
amente co
ontar a intervalos,
i
sobre to
odo para
binaciones grandes
g
y difíciles
d
de calcular.
c
No
ormalmente
e, los niños multiplican
m
comb
núme
eros peque
eños (hasta
a 5 X 5) con poca
a dificultad, pero sue
elen tener
dificultades con problemass en los que
q
intervie
enen los números 6 a 9. Para
proble
emas con números
n
pe
equeños, pu
ueden hace
er una pauta
a digital con
n los dedos
de un
na mano pa
ara represe
entar el mu
ultiplicando y emplear los dedos de la otra
para llevar
l
la cue
enta del núm
mero de veces que se ha contado
o el multipliccando (por
ejemp
plo, para 4 x 3, levanta
ar cuatro de
edos de la mano
m
izquie
erda y llevar la cuenta
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de lass tres veces
s con los dedos de la mano dere
echa). Para problemass mayores,
como
o 6 X 5 ó 5 X 6, no hay dedos suficcientes para este proccedimiento de
d cálculo.
Pa
ara solventar esta difficultad, Wynroth
W
(19
969-1980) propone un
u método
verticcal para llev
var la cuentta. Para 7 x 6, si un niño
n
elige co
ontar grupo
os de siete
saca siete dedos
s y los cuenta. Cuand
do acaba, anota
a
un 7 en
e una hoja
a de papel
pauta
ado. Se vue
elven a contar los siete
e dedos (a partir de «ocho») y se
e anota 14
en el papel pau
utado. El proceso
p
co
ontinúa hassta que el niño ha hecho
h
seis
aciones, com
mo se mue
estra a continuación:
anota
ara algunos niños pued
de ser útil etiquetar
e
el multiplican
ndo y el mu
ultiplicador.
Pa
Wynroth (1969-1
1980) propone que, para
p
empezzar, el niño
o debe anottar r rodear
con un
u círculo el
e multiplica
ando (el nú
úmero a contar). En e ejemplo anterior,
a
se
hubie
era colocado
o un 7 rode
eado por un
n círculo en
n la parte su
uperior de la columna
antess de que el
e niño emp
pezara a contar.
c
Ade
emás, pued
de ser útil tener una
prime
era columna
a que especifique el multiplicado
m
or. En el eje
emplo anterrior, podría
haberrse colocad
do una colum
mna con loss números del 1 al 6 a la izquierda
a de la otra
colum
mna. El emp
pleo de una
a sola colum
mna en el prrocedimiento descrito e ilustrado
en el párrafo anterior pued
de producir menos con
nfusión en algunos niños, sobre
todo si
s necesitan
n educación
n especial.
Este método vertical para llevar
l
la cue
enta tiene varias
v
virtudes. Si los niños pierd
den
enta al calc
cular, simple
emente pue
eden contarr hacia arrib
ba el númerro de entrad
das
la cue
que hayan
h
hech
ho (y seguir contando
o a partir de
e aquí). Ad
demás, los niños pued
den
volve
er a utilizar las anotacio
ones. Para problemas con un multiplicando menor
m
como 7
X 4 = _, un niño sólo tiene que ir conttando hacia
a atrás en la columna
a de los sie
etes
hasta
a la cuarta entrada y encontrar que
q la resp
puesta ya está
e
anotad
da allí. Nóte
ese
que este
e
método
o vertical pa
ara llevar la
a cuenta ess coherente
e con la tend
dencia natu
ural
de loss niños a co
ontar a inte
ervalos. Parra problema
as con un multiplicado
m
or mayor como
7 X 7 = _, los niñ
ños pueden
n ir hacia ab
bajo en la co
olumna de los sietes hasta
h
la última
entra
ada (la sextta) y contarr siete máss a partir de
e ahí (y ha
acer una nu
ueva entrad
da).
Eventualmente, los niñoss pueden tener un registro completo
c
d todas las
de
comb
binaciones básicas de la multipliccación.
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F) RESUMEN
R
An
ntes de do
ominar las combinaciiones numéricas bássicas, los niños
n
pued
den
apoya
arse en prrocedimientos de cá
álculo basa
ados en co
ontar que, al princip
pio,
requie
eren objeto
os concreto
os como lo
os dedos o bloques. Normalmen
nte, los niñ
ños
tiende
en de mane
era natural a emplear procedimie
p
ntos de con
ntar orales o mentaless en
el cálculo. Tamb
bién aprend
den en seg
guida a em
mplear su conocimien
c
to de la se
erie
numé
érica para re
esponder con
c eficacia
a a problem
mas de tipo N + 1 = _ y N - 1 = _. La
comprensión info
ormal que tienen los niños de la
a aritmética
a guía su construcción
c
no
entales. Co
omo los niñ
ños
invencción de prrocedimienttos de cálcculo concretos y me
contemplan la ad
dición como
o añadir má
ás a algo, lo
os problema
as conmuta
ados como 5 +
1 y 1 + 5 ó 3 + 5 y 5 + 3, se ven como problemas
p
distintos. Como
C
resulttado, los niñ
ños
puede
en sentirse obligados a calcular la
a suma de 1 + 5 aun cuando
c
sepa
an que 5 + 1 =
6. Loss niños des
scubren pro
onto que 1 + N y N + 1 producen la misma suma
s
y que
e la
eficazz regla del número
n
sig
guiente a ottro dado se
e aplica porr igual a 1 + N y a N + 1.
Llegado el mom
mento, los niños
n
apren
nden que el
e orden de
e los suman
ndos tampo
oco
altera
a el resultad
do de los problemas
p
N + M (porr ejemplo, .3 + 5 = 5+ 3). El cálcculo
menta
al es cogno
oscitivamen
nte exigente
e porque loss niños deb
ben tener presente
p
ha
asta
cuánd
do deben co
ontar cuand
do cuentan. Por tanto,, cuanto ma
ayores sean los términ
nos
que in
ntervengan en un prob
blema más complicado
c
o será el pro
ocedimiento
o para lleva
ar la
cuenta, y para lo
os niños es un
u verdade
ero aliciente
e inventar nu
uevos procedimientoss de
cálcullo que minim
micen este trabajo me
ental. Así pu
ues, tanto lo
os factores conceptua
ales
como los no conceptuales desempeña
d
an su papel en el desa
arrollo de procedimien
ntos
inform
males de cá
álculo. Lass dificultade
es con el cálculo
c
info
ormal puede
en producirse
porqu
ue las técnic
cas para co
ontar o para
a llevar la cuenta
c
que intervienen
n en el mismo
no son adecuada
as ni eficacces.
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