Subido por Luisa Fernanda Orrego Vasquez

GRADO NOVENO LENGUA CASTELLANA

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TALLER DE LITERATURA
EL ROMANTICISMO
INTRODUCCIÓN
La literatura del período Romántico comprende desde 1790 a 1830. Después de la Ilustración
que privilegió la razón y la búsqueda de la verdad, el Romanticismo llegó cargado de ideas de
libertad y con la misión de mantener al hombre, consecuente con sus contradicciones. La palabra
romántico como "semejante al romance", se usó inicialmente para referirse en forma
despectiva, a la novela de caballerías que estaba de moda en La época.
La Revolución industrial con sus efectos deshumanizadores, motivó la reacción contraria
produciendo la conciencia romántica que propuso esperar la llegada de un tiempo en el que el
hombre tuviera un lugar más importante en la sociedad. El nuevo criterio de belleza y verdad es
aquel que proviene del corazón; leer a los románticos significa encontrar un alma que puede
- hacernos comprender la propia. La producción romántica es un espejo en el que todos los seres
humanos podemos vernos reflejados porque proviene del sentimiento de otro yo semejante.
Hada la mitad del siglo XIX, el Romanticismo da muestras de agotamiento y permite el paso a
otros movimientos que, tal como sucede con los períodos históricos, son sucedidos por unos de
corte opuesto.
CONCEPTO DE SU LITERATURA
El Romanticismo es un movimiento cultural y político originado en Alemania y en el Reino Unido
a finales del siglo XVIII como una reacción revolucionaria contra el racionalismo de la Ilustración
y el Clasicismo, confiriendo prioridad a los sentimientos. Su característica fundamental es la
ruptura con la tradición clasicista basada en un conjunto de reglas invariables. La libertad
auténtica es su búsqueda constante, por eso es que su rasgo revolucionario es incuestionable.
Debido a que el romanticismo es una manera de sentir y concebir la naturaleza, la vida y al
hombre mismo, es que se presenta de manera distinta y particular en cada país donde se
desarrolla; incluso dentro de una misma nación se desarrollan distintas tendencias
proyectándose también en todas las artes.
Se desarrolló en la primera mitad del siglo XIX, extendiéndose desde Inglaterra a Alemania hasta
llegar a países como Francia, Italia, Argentina, España, México, etc. Su vertiente literaria se
fragmentaría posteriormente en diversas corrientes, como el Parnasianismo, el Simbolismo, el
Decadentismo o el Prerrafaelismo, reunidas en la denominación general de Posromanticismo,
una derivación del cual fue el llamado Modernismo hispanoamericano. Tuvo fundamentales
aportes en los campos de la literatura, la pintura y la música. Posteriormente, una de las
corrientes vanguardistas del siglo XX, el Surrealismo, llevó al extremo los postulados románticos
de la exaltación del yo.
CARACTERÍSTICAS GENERALES Y GÉNEROS LITERARIOS
El Romanticismo es una reacción contra el espíritu racional y crítico de la Ilustración y el
Clasicismo, y favorecía, ante todo:
a --Anhelo de libertad: - Libertad artística: Ser creativos sin necesidades de las reglas
reverenciadas por los rígidos neoclásicos.
- Libertad en el espacio: Impulsa al autor romántico a buscar la soledad o huir imaginariamente
a países lejanos míticos, cuya vida y paisaje se pinta con devoción.
- Libertad en el tiempo: Conduce hacia el pasado a través del recuerdo o hacia el futuro por
medio del ensueño. - Esto produce al romántico, una ola melancólica "Melancolía porque ya no
tiene o melancolía porque aún no se tiene".
El romántico se concibe como un ser libre, el cual se manifiesta como un querer ser y un
buscador de la verdad. No puede aceptar leyes ni sumisión a ninguna autoridad. Muchos
románticos heredaron la crisis de la conciencia europea que la Ilustración provocó al cuestionar,
en nombre de la razón, los dogmas religiosos.
B—Subjetivismo: Expresa libre y con mucha sinceridad su mundo interior, su yo personal, su
ego: emociones, sentimientos, anhelos. Busca su originalidad en su propia intimidad. Manifiesta
tristeza, melancolía y desesperación, porque el romántico es un ser fantasioso, cuyos deseos e
ilusiones chocan constantemente con la realidad.
c--Predominio del sentimiento sobre la razón: Pone mayor pasión antes que racionalidad.
d-- Nacionalismo: No solo exalta el yo personal, sino también el yo colectivo, "la religión de la
patria". Surge así el interés y el gusto por las leyendas y tradiciones, de ahí su predilección por
el Medioevo, por lo popular y por todo lo que encarna más vivamente el espíritu nacional.
e-- Revaloración de la naturaleza: Uno de los rasgos principales del romanticismo fue su
preocupación por la naturaleza. El placer que proporcionan los lugares intactos y la (presumible)
inocencia de los habitantes del mundo rural se observa por primera vez como tema literario en
la obra ' Las estaciones' (1726-1730), del poeta escocés James Thomson. Esta obra se cita a
menudo como una influencia decisiva en la poesía romántica inglesa y su visión idílica de la
naturaleza, una tendencia liderada por el poeta William Wordsworth. El gusto por la vida rural
se funde generalmente con la característica melancolía romántica, un sentimiento que responde
a la intuición de cambio inminente o la amenaza que se cierne sobre un estilo de vida.
f-- Valoración del medioevo: Se valoran los ideales medievales de honor caballeresco, de
aventuras y de fe cristiana y figuración de la mujer amada.
g-- Abarcó todos los géneros: Como corriente literaria encontró su expresión en la poesía, el
teatro, la novela pero también renovó todos los géneros, como la historia, la música y la crítica,
extendiéndose así mismo al campo de las bellas artes. Esa revolución literaria es Europea.
h-- La pasión por lo exótico: Imbuidos de un nuevo espíritu de libertad, los escritores románticos
de todas las culturas ampliaron sus horizontes imaginarios en el espacio y en el tiempo.
Regresaron a la edad media en busca de temas y escenarios y ambientaron sus obras en lugares
fantásticos. La nostalgia por el pasado gótico se funde con la tendencia a la melancolía y genera
una especial atracción hacia las ruinas, los cementerios y lo sobrenatural.
i-- El amor y la muerte: El romántico asocia amor y muerte, como ocurre en el Werther de
Goethe. El amor atrae al romántico como vía de conocimiento, como sentimiento puro, fe en la
vida y cima del arte y la belleza. El romántico ama el amor por el amor mismo, y éste le precipita
a la muerte y se la hace desear, descubriendo en ella un principio de vida, y la posibilidad de
convertir la muerte en vida: la muerte de amor es vida, y la vida sin amor es
muerte. En el amor romántico hay una aceptación de la autodestrucción, de la tragedia, porque
en el amor se deposita la esperanza en un renacer. En el amor se encarna toda la rebeldía
romántica: "Todas las pasiones terminan en tragedia, todo lo que es limitado termina muriendo,
toda poesía tiene algo de trágico" (Novalis). En la muerte, el alma romántica encuentra la
liberación de la finitud.
j-- El elemento sobrenatural: El gusto por los elementos irracionales y sobrenaturales figura
entre las principales características de la literatura inglesa y alemana del periodo romántico. Esta
tendencia se vio reforzada en un sentido por la desilusión con el racionalismo del siglo XVIII, y
en otro por la recuperación de una abundante cantidad de literatura antigua (cuentos populares
y baladas) realizada por Percy y los eruditos alemanes Jacob y Wilhelm Karl (Grimm) y el escritor
danés Hans Christian Andersen o el español Gustavo Adolfo Bécquer, que tanto influyó en los
poetas hispanoamericanos. La coincidencia del periodo romántico con la revolución de
independencia en Hispanoamérica favoreció la importación y amplia difusión del movimiento,
pero no fue de "las ideas sino de los tópicos, no del estilo sino de la manera, del subjetivismo
sentimental".
L0S TEMAS ROMÁNTICOS
-- La libertad de los pueblos, el deseo de no estar sujetos a las convenciones y el gran valor dado
a la dignidad del ser humano, hicieron que la política y los temas sociales fueran claves en la
producción literaria romántica.
-- La naturaleza se convirtió en preocupación importante del movimiento romántico. El placer
que produce el contacto con un ambiente no contaminado con las máquinas urbanas y la
concepción de que los habitantes del campo tienen una pureza e inocencia originales, le
producen al romántico la sensación de que ese idílico estilo de vida está bajo amenaza.
-- El gusto por lo exótico surgió del sentimiento de libertad que los llevó a buscar nuevos temas
en lugares distantes en el tiempo y en el espacio. La Edad Media, el Oriente, las leyendas y las
tradiciones del pasado hicieron parte de la nueva forma de expresarse. Existe una nostalgia por
el pasado que produce melancolía y una especial atracción por las ruinas, los cementerios y los
Lugares solitarios.
-- El elemento sobrenatural surgió como tema romántico debido a la desilusión que causó la
racionalidad del siglo XVIII y a la recuperación de temas literarios antiguos.
PRINCIPALES GÉNEROS DEL ROMANTICISMO
En los diversos géneros literarios se manifestó un deseo inmenso de afirmar la individualidad, es
evidente la presencia del subjetivismo en las diferentes obras y el deseo imperante de subvertir
todo los valores establecidos.
LA POESIA: Fue el género por excelencia del Romanticismo pues era el que mejor expresa los
sentimientos y las emociones personales. Como manera de atacar la frialdad del clasicismo se
llega al realce de lo instintivo y sentimental. Si antes se adoraba la razón ahora se rinde culto al
sentimiento, se valora lo natural y el corazón humano. El yo individual surge al contemplar un
paisaje, una sensación, una circunstancia especial y se convierte en música poética. Lo popular,
lo autóctono, lo espontáneo, ofrecieron nuevas posibilidades de inspiración para los poetas. Los
poetas más destacados de este período fueron: F. Von Schiller, Lord Byron y W. Whitman.
TEATRO: En la mayoría de las obras teatrales románticas se reflejó un deseo por destacar los
elementos sentimentales. Los temas tratados fueron las convenciones sociales y el conflicto que
le producen al individuo; también el amor desde distintas perspectivas: idealizado e
imposible o el del seductor insensible. Dentro de las características del teatro romántico se
destacan:
-- La mezcla de la prosa y el verso.
-- La presencia de temas relativos a la muerte.
-- EL gusto por temas relativos a la leyenda o pertenecientes a La historia nacional.
-- La abolición de las normas neoclásicas.
EL teatro romántico alemán comparte algunas temáticas con otros géneros, sin embargo, da una
gran importancia a la concepción del espíritu humano como algo inmenso, dotado de poder a
pesar de las adversidades diarias, el dolor y las frustraciones a que se ven sometidos los seres
humanos.
LA NARRATIVA: Este género se manifestó en relatos de temas medievales y fantásticos así como
aquellos de tipo fantasmagórico y siniestro; los escritores también hicieron crítica social y
filosófica en los periódicos con lo que se consolidó el ensayo como subgénero de la prosa. EL
tema central de la novela fue el amor. En muchas obras se hizo evidente el gusto por la aventura,
la leyenda y todo aquello que tuviera que ver con el pasado. Se destacan Víctor Hugo y ALejandro
Dumas. Con Walter Scott, prototipo del poeta romántico irrumpió la novela histórica: Ivanhoe y
Quintín Durward, sobre la Francia de Luis XVI. Aunque se escribieron diversas novelas de tema
patriótico que intentaban realzar los valores propios de la nación, el amor, concebido como una
pasión, ocupó las páginas centrales. Durante esta época se incluyen en los periódicos las
llamadas novelas por entregas.
EL ROMANTICISMO FRANCÉS
El Romanticismo se desarrolló en Francia después de haber cobrado vigencia en Alemania e
Inglaterra. Manifestó una tendencia liberal, que insistió en la revolución y la libertad y, en
contraposición, una tendencia conservadora o tradicionalista, que reclamó un regreso a las
tradiciones patrias. Francia había impuesto el Neoclasicismo a Europa y, ahora, sería más difícil
abandonar estas ideas para dar paso a una renovación romántica.
• El liberalismo. Dentro de las ideas del Romanticismo liberal sobresale la figura de Víctor Hugo
(1802-1885). En su obra los elementos sociales son preponderantes, su preocupación va desde
los derechos de la mujer hasta la paz universal o el derecho al voto. Su novela Los miserables
refleja el mundo de los seres oprimidos que habitan París. En 1827 se publicó el drama Cromwell,
en el que el autor se opone a la unidad de tiempo y lugar y, en general, a las normas clásicas
proponiendo unos nuevos principios que deberían regir la obra dramática.
• El tradicionalismo. Una de las figuras claves de las ideas románticas liberales fue F.R. De
Chateubriand (1768-1817) quien, junto a la escritora Stael recorren los primeros pasos del
Romanticismo. Fue ella quien, a través de su libro De la Alemania, dio a conocer a Goethe,
Schiller y la filosofía alemana de la época. En su libro De la literatura ella manifiesta la existencia
de dos tipos de literatura: las del mediterráneo (orden, mesura, razón), y las nórdicas
(sentimiento, euforia). Chateubriand manifestó interés por el cristianismo reflejado en su texto
El genio del cristianismo, en el que hace una apología de las ideas cristianas frente a Voltaire y
los enciclopedistas. De igual manera, existe atracción por América, por sus habitantes y sus
costumbres, que se manifestó en su obra Átala, en la que describe la relación amorosa que
sostienen dos aborígenes americanos.
TALLER
1.
Completa y termina el siguiente esquema sobre la literatura romántica.
2. Responde las siguientes preguntas:
a. ¿Qué condiciones sociales se presentaron durante el Romanticismo?
b. ¿Qué ideas influyeron en el surgimiento del movimiento romántico?
c. Investiga de que trata los siguientes conceptos el Parnasianismo, el Simbolismo, el
Clasicismo, el Decadentismo o el Prerrafaelismo en la literatura
3.. El siguiente fragmento hace parte de la obra Las penas del joven Werther, publicada
en el año de 1774 y que alcanzó un gran éxito debido no sólo a su riqueza literaria, a
sus descripciones de los sentimientos y del paisaje, sino a la sintonía que logró con el
nuevo sentir romántico. En esta obra de W. Goethe se narra la relación
del joven Werther con Carlota, de quien se enamora sin importar que ella se encuentre
casada con Alberto. El protagonista decidirá no seguir viviendo pues es consciente,
primero, de que no va a ser posible gozar del amor de Carlota y, segundo, que no es
posible acomodarse a una sociedad con tal pobreza espiritual y carente de metas
claras.
Un torrente de lágrimas, que brotó de los ojos de Carlota, desahogando su oprimido
corazón, interrumpió la lectura de Werther. Este arrojó a un lado el manuscrito y,
apoderándose de una de las manos de la joven, vertió también amargo llanto. Carlota,
apoyando la cabeza en la otra mano, se cubrió el rostro con su pañuelo. Victimas él y
ella de una terrible agitación, veían su propio infortunio en la suerte de los héroes de
Ossian, y juntos lo lloraban. Sus lágrimas se confundieron. Los ardientes labios de
Werther tocaron el brazo de Carlota; ella se estremeció y quiso alejarse; pero el dolor
y la compasión la tenían clavada en su asiento como si una masa de plomo pesase
sobre su cabeza. Ahogándose y queriendo dominarse, suplicó, sollozando, a Werther
que prosiguiese la lectura; su voz rogaba con un acento celestial.
Werther, cuyo corazón latía con tal violencia que parecía querer salirse del pecho,
temblaba como un azogado. Cogió de nuevo el libro y leyó con insegura voz: "¿Por qué
me despiertas, soplo embalsamado de la primavera?". Tú me acaricias y me dices:
"Traigo conmigo el rocío del cielo; pero pronto estaré marchito, porque pronto vendrá
la tempestad que arrebatará mis hojas. Mañana llegará el viajero; vendrá el que me
ha conocido en toda mi belleza; su vista me buscará en torno suyo, me buscará y no
me encontrará".
Estas palabras causaron a Werther un profundo abatimiento. Se arrojó a los pies de
Carlota completa y espantosamente desesperado, y cogiéndole las manos las oprimió
contra sus ojos, contra su frente, Carlota sintió entonces el vago presentimiento de un
siniestro propósito. Turbado su juicio, cogió, a su vez, las manos de Werther y las
colocó sobre su corazón. Inclinóse hacia él con ternura, y sus abrasadas mejillas se
tocaron.
El mundo desapareció para ellos; él la estrechó entre sus brazos, la apretó contra su
pecho y cubrió de frenéticos besos los temblorosos labios de su amada, que balbucían
palabras entrecortadas.
"¡Werther!", murmuraba ella con voz ahogada y desviándose; “¡Werther!", repetía, y
con suave movimiento trataba de alejarse." ¡Werther!", exclamó por tercera vez, ya
con acento digno e imponente.
Él se sintió dominado; la soltó y se arrojó al suelo como un loco. Carlota se levantó y,
completamente turbada, indecisa entre el amor y la cólera, le dijo: "es la última vez,
Werther; no volveréis a verme". Y lanzando sobre aquel desgraciado una mirada llena
de amor, corrió a la habitación inmediata y se encerró en ella. Werther extendió las
manos sin atreverse a detenerla. En el suelo con la cabeza apoyada, en el sofá,
permaneció más de una hora sin dar señales de vida.
Al cabo de este tiempo oyó ruido y volvió en sí. Era la criada que venía a poner la mesa.
Se levantó y se paró a pasear por la habitación. Cuando volvió a quedarse solo, se
aproximó a la puerta por donde había aparecido Carlota y exclamó en voz baja:
"¡Carlota! Carlota! Una palabra sola, un adiós siquiera...".
Ella guardó silencio. Esperó, suplicó, esperó de nuevo... por último, se alejó de la
puerta gritando: "¡Adiós, Carlota..., adiós para siempre!".
Llegó a las puertas de la ciudad; los guardias, que estaban acostumbrados a verle, le
dejaron pasar. Caían menudos copos de nieve; él, sin embargo, no volvió a la población
hasta una hora antes de medianoche. Cuando llegó a su casa, el criado notó que no
llevaba sombrero, pero no se atrevió a decírselo. Le ayudó a desnudarse: toda la ropa
estaba calada. Más tarde, encontraron el sombrero en un peñasco que destacaba
sobre todos los de la montaña, y que parece va a desgajarse sobre el valle. No se
comprende cómo en una noche lluviosa y oscura pudo llegar a aquel punto sin
despeñarse.
Se acostó y durmió largo tiempo; cuando el criado entró en el cuarto al día siguiente
para despertarle, le halló escribiendo. Werther le pidió café, que se le sirvió en
seguida.
Entonces, Werther, añadió estos párrafos a la carta que tenia empezada para Carlota:
"Esta es la última vez que abro los ojos; la última, ¡ay de mí! ya no volverán a ver la
luz del sol; estarán cubiertos por una niebla densa y sombría. ¡Sí, viste de luto,
naturaleza! Tu hijo, tu amigo, tu amante se acerca a su fin. ¡Ah, Carlota!, es una cosa
que no se parece a nada y que sólo puede compararse con las percepciones confusas
de un sueño, el decirse:"¡Esta mañana es la última! "Carlota, apenas puedo yo darme
cuenta del sentido de esta palabra: "¡La última!” yo, que ahora tengo la plenitud de
mis fuerzas, mañana rígido y sin vida estaré sobre la tierra. ¡Morir! ¿Qué significa esto?
Ya lo ves los hombres soñamos siempre que hablamos de la muerte. He visto morir a
mucha gente; pero somos tan pobres de inteligencia, que no sabemos nada del
principio ni del fin de la vida. En este momento todavía soy mío..., todavía soy tuyo, sí,
tuyo, querida Carlota; y dentro de poco..., ¡separados..., desunidos, quizá para
siempre! ¡No, Carlota, no! ¿Cómo puedo dejar de ser? Existimos, sí. ¡Dejar de ser!
¿Qué significa esto? Es una frase más, un ruido vano que mi corazón no comprende.
¡Muerto, Carlota! ¡Cubierto por la tierra fría, en un rincón estrecho y sombrío! Tuve yo
en mi adolescencia una amiga que era apoyo y consuelo de mi abandonada juventud.
Murió y la acompañé hasta la fosa, donde estuve cuando bajaron el ataúd; oí el crujir
de las cuerdas cuando las soltaron y cuando las recogieron. Luego arrojaron la primera
palada de tierra y la fúnebre caja produjo un ruido sordo; después, más sordo, y
después, todavía más sordo, hasta que quedó completamente cubierta de tierra. Caí
al lado de la fosa, delirante, oprimido, y con las entrañas hechas pedazos. Pero no supe
nada de lo que me aconteció, de lo que me acontecerá... ¡Muerte! ¡Sepulcro! No
comprendo estas palabras.
"¡Oh ¡Perdóname, perdóname! Ayer... aquél debió ser el último momento de mi vida.
¡Oh, ángel! Fue la pri- mera vez, sí, la primera vez que una alegría pura y sin límites
llenó todo mi ser.
"Me ama, me ama... Aún quema mis labios el fuego sagrado que brotaba de los suyos;
todavía inundan mi corazón estas delicias abrasadoras. ¡Perdóname, per- dóname.
Sabía que me amabas; lo sabía desde tus pri- meras miradas, aquellas miradas llenas
de tu alma; lo sabía desde la primera vez que estrechaste mi mano. Y, sin embargo,
cuando me separaba de ti o veía a Alberto a tu lado, me acometían febriles dudas.
"¿Te acuerdas de las flores que me enviaste el día de aquella enojosa reunión en que
ni pudiste darme la mano, ni decirme una sola palabra? Pasé medía noche arrodillado
ante las flores, porque eran para mí el sello de tu amor; pero, ¡ay estas
impresiones se borraron cómo se borra, poco a poco, en el corazón del creyente el
sentimiento de la gracia que Dios le prodiga por medio de símbolos visibles. Todo
perece, todo: pero ni la misma eternidad puede destruir la candente vida que ayer
recogí en tus labios y que siento dentro de mí. ¡Me ama! Mis brazos la han estrechado;
mi boca ha temblado, ha balbucido palabras de amor sobre su boca. iEs mía! ¡Eres mía!
Sí, Carlota; mía para siempre. ¿Qué importa que Alberto sea tu esposo? ¡Tu esposo!
No lo es más que para el mundo; para ese mundo que dice que amarte y querer
arrancarte de los brazos de tu marido para recibirte en los míos es un pecado.
¡Pecado!, sea. Si lo es, ya lo expío. Yo he saboreado ese pecado en sus delicias, en sus
infinitos éxtasis. He aspirado el bálsamo de la vida y con él he fortalecido mi alma.
Desde este momento eres mía, ¡eres mía, oh, Carlota! voy delante de ti; voy a reunirme
con mi Padre, que también lo es tuyo, Carlota; me quejaré y me consolará hasta que
tú llegues. Entonces volaré a tu encuentro, te acogeré en mis brazos y nos uniremos
en la presencia del Eterno; nos uniremos con un abrazo que nunca tendrá fin. No sueño
ni deliro. Al borde del sepulcro brilla para mí la verdadera luz. ¡Volveremos a vernos!
¡Veremos a tu madre y le contaré todas las cuitas de mi corazón! tu madre! ¡tu perfecta
imagen!"
A las once llamó Werther a su criado y le preguntó si había regresado Alberto; el criado
contestó que le había visto pasar a caballo. Entonces le mandó una esquela abierta
que sólo contenía estas palabras: "¿Quieres hacerme el favor de prestar tus pistolas
para un viaje que he proyectado? Consérvate bueno. Adiós".
La pobre Carlota apenas había podido dormir la noche anterior. Su sangre pura, que
hasta entonces había corrido tranquilamente por sus venas, se agitaba en curso febril.
Mil sensaciones distintas conmovían su noble corazón. ¿Era que le abrasaba el seno el
calor de las caricias de Werther o que estaba indignada de su atrevimiento?
¿Era que le mortificaba el comparar su situación del momento con su vida pasada, con
sus días de inocencia, sosiego y confianza? ¿Cómo presentarse a su esposo?
¿Cómo confesarle una escena de que ella misma no quería darse cuenta, por más que
no tuviese nada de qué avergonzarse? Mucho tiempo hacía que marido y mujer no
hablaban de Werther, y precisamente ella debía romper el silencio para hacerle una
confesión no menos penosa que inesperada. Temía que el solo anuncio de la visita de
Werther fuese para Alberto una gran mortificación. ¿Qué sucedería cuando supiese
todo lo ocurrido? ¿Podría esperar que juzgase las cosas sin pasión, y las viese tales
como habían pasado? ¿Podría desear que leyese claramente en el fondo de su alma?
Y, por otra parte, ¿cómo disimular ante un hombre para quien su pecho había sido
siempre un transparente cristal, y a quien ni había ocultado ni quería ocultar nunca el
menor pensamiento? Estas reflexiones la abrumaban, abismándola en una cruel
incertidumbre, y siempre su pensamiento se volvía hacia Werther, que la adoraba;
hacia Werther, a quien no podía abandonar, y a quien era preciso que abandonase.
¡Ah! ¡Qué vacío para ella!
Aunque la agitación de su espíritu no le permitiese ver claramente la verdad de las
cosas, comprendió que pesaba sobre ella la fatal desavenencia que separaba a su
marido y a Werther; dos hombres tan buenos y tan inteligentes que, empezando por
ligeras divergencias de sentimientos, habían llegado a una mutua reserva y a una
indiferencia glacial. Cada uno se encerraba en el círculo de su propio derecho y de los
errores del otro. La tirantez había aumentado por ambas partes, llegando a ser tal la
situación que ya no podía despejarse sin violencia. Si una dichosa confianza los hubiera
unido más en los primeros momentos; si la amistad y la indulgencia hubieran abierto
sus almas a algunas dulces expansiones, acaso hubiera sido posible salvar al
desgraciado joven. Una circunstancia particular aumentaba la perplejidad de Carlota.
Werther, como hemos visto en sus cartas, no ocultó nunca su deseo de abandonar el
mundo. Al contrario había combatido esta idea muchas veces, y con frecuencia había
cuestionado sobre ella con su mujer. Impulsado por una instintiva repugnancia hacia
el suicidio, Alberto había dado a entender a menudo, con una especie de ligereza de
su carácter y hasta se había permitido alguna burla sobre el asunto, haciendo así que
su incredulidad se reflejase tanto en Carlota. Esto la tranquilizaría un poco cuando en
su espíritu aparecían siniestras imágenes; pero esto mismo le impedía que participara
sus temores a su marido.
No tardó Alberto en llegar, y ella salió a recibirle con una solicitud no exenta de
embarazo. Alberto parecía disgustado. No había podido terminar sus negocios por
ciertas dificultades, hijas del carácter intratable y minucioso del funcionario. El mal
estado de los cami- nos había acabado de ponerle de mal humor. Preguntó lo que
había sucedido durante su ausencia, y su mujer se apresuró a decirle que Werther
había estado allí la víspera, por la tarde. Informado después de que en su cuarto tenía
algunas cartas y paquetes que había llegado para él, dejó sola a Carlota. La
presencia del hombre por quien sentía tanto cariño y tanto respeto, operó una nueva
revolución en el espíritu de ésta. El recuerdo de su generosidad, de su amor y de sus
bondades, le devolvió el sosiego. Experimentó un secreto deseo de seguirle y,
decidida a ello, hizo lo que hacía muchas veces: ir a buscarle a su cuarto. Le encontró
abriendo y leyendo cartas; algunas parecían preñadas de noticias desagradables. Le
hizo preguntas sobre esto, y él contestó lacónicamente, poniéndose luego a escribir.
Durante una hora permanecieron silenciosos, uno enfrente del otro. El ánimo de
Carlota se ensombrecía por momentos. Comprendía que, aunque su marido estuviese
del mejor humor del mundo, iba a verse apurada para darle cuenta de lo que sentía su
corazón, y cayó en un abatimiento que se hacía más profundo a medida que se
esforzaba por ocultar y devorar sus lágrimas.
La llegada del criado de Werther aumentó la turbación que experimentaba. Aquel
entregó la carta de su amo, y Alberto, después de leerla, se volvió, indiferente hacia su
mujer, diciéndole: "Dale las pistolas". Dirigiéndose luego al criado, añadió: "Decid a
vuestro amo que le deseo un buen viaje".
Estas palabras hicieron en Carlota el efecto de un rayo. Apenas tuvo fuerzas para
levantarse. Se dirigió lenta- mente a la pared, descolgó las armas y las limpió con mano
temblorosa. Estaba indecisa, y hubiera tardado largo rato en entregárselas al criado, si
Alberto, con una mirada interrogadora, no la hubiese obligado a obedecer al punto.
Carlota entregó las pistolas al criado sin poder articular una sola palabra. Cuando este
hubo salido, Carlota volvió a coger su labor y se retiró a su cuarto, presa de una
turbación espantosa y con el corazón agitado por siniestros presentimientos. Tan
pronto quería ir a arrojarse a los pies de su marido y confesarle la escena de la víspera,
la turbación de su conciencia y sus terribles temores, como desistía de
hacerlo, preguntándose de qué serviría aquel paso. ¿Podía esperar que su marido,
atendiendo a sus ruegos, corriese inmediatamente a casa de Werther
La comida estaba en la mesa. Llegó una amiga de Carlota, que, no llevando otro
objeto que el de verla, y temiendo importunar, quiso retirarse. Carlota la retuvo en
su compañía. Esto dio margen a una conversación que animó la comida, y, aunque
esforzándose, se habló y, al cabo, se dio todo al olvido.
El criado de Werther llegó a su casa con las pistolas y las entregó a su amo, que las
tomó con una especie de placer cuando supo que venían de las manos de Carlota.
Mandó que le llevaran pan y vino y, encargando a su criado que fuera a comer, se
puso a escribir: "Han pasado por tus manos; tú misma les has quitado el polvo; tú las
has tocado..., y yo las beso ahora una y mil veces. ¡Ángel del cielo, tú favoreces mi
resolución! Tú, Carlota, tú eres quien me presentas esta arma destructora; así recibiré
la muerte de quien yo quería recibirla. ¡Me he enterado por el criado de los menores
detalles! Temblabas al entregarle estas armas..., pero ni un "adiós" me envías. ¡Ay de
mí!, ni un "adiós". ¿Acaso el odio me ha cerrado tu corazón por aquel instante de
embriaguez que me unió a ti para siempre? ¡Ah, Carlota!, el transcurso de los siglos no
borrará aquella impresión; y tú, estoy seguro de ello, no podrás aborrecer nunca a
quien tanto te idolatra.
W. Goethe, España, Salvat editores, 1969.
4. Nivel literal
a. Completa las siguientes oraciones de acuerdo con la información que aporta el
texto.
• La lectura de Ossian causó en Werther un profundo abatimiento porque
• Carlota no tenía nada de qué avergonzarse ante su esposo Alberto, sin embargo,
• Carlota se encontraba confundida por lo sucedido con Werther, además,
b. En la expresión, temblaba como un azogado, la palabra subrayada significa:
c. El enunciado, “y lanzando sobre aquel desgraciado una mirada llena de amor,
corrió a la habitación inmediata y se encerró en ella,” hace parte de una reflexión de:
--- Carlota
-- Werther --- El narrador -- Alberto
5. Nivel inferencia
Escribe V, si el enunciado es verdadero y F, si es falso
a. La relación entre Alberto y Werther era cordial y respetuosa.
………………………………………..…( )
b. Werther solía ocultar su deseo de abandonar el mundo.
………………………………………………( )
c. Carlota temía hablar con Alberto sobre la visita de Werther.
……………………………………………... ( )
d. Carlota sentía pena por la desavenencia que separaba a su esposo y a Werther.
…………...… ( )
e. Alberto solía expresar repugnancia frente a la idea del suicidio.
……………………………………….…( )
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