Subido por Marta Cámara Liébana

ARTE HISPANORROMANO

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ARTE HISPANORROMANO
1. Los antecedentes del arte romano
Entre los siglos XI y VI a.C. se desarrollaron en la península ibérica las culturas iberia y celtibera. La
primera se extendió por el litoral mediterráneo, desde el sur de Francia hasta Andalucía. La celtibera ocupó
las zonas del interior y del norte peninsular. Ambas culturas asimilaron las influencias de fenicios, griegos y
celtas.
Los iberos vivieron su período de mayor importancia artística a partir del siglo VI a.C. Vivían en
poblados amurallados asentados en colonias desde que podían dominar el territorio. No tenían templos ni
santuarios y sus ritos se celebraban en plena naturaleza, en lugares sagrados. Lo más destacado de su arte era
la escultura, sobre todo la de carácter ritual y funerario.
Algunas de sus obras más importantes son representaciones femeninas, como la Dama de Elche. Estas
esculturas estaban habitualmente policromadas.
Los celtiberos vivían en castros, que eran poblados fortificados formados por cabañas circulares. Sus
manifestaciones artísticas son menos refinadas que las de los iberos. Lo más destacado a nivel artístico fue el
trabajo del metal y la orfebrería, aunque también han dejado en piedra buena muestra de su escultura, como
los conocidos Toros de Guisando.
Ambas esculturas fueron diluyéndose progresivamente con el tiempo ante el empuje de otras
civilizaciones, como la cartaginesa y la romana, que se fueron asentando en la Península en busca de sus ricos
recursos minerales y de mercenarios para sus propósitos imperialistas.
2. La arquitectura y la ingeniería
Una sociedad tan compleja y extensa como la romana generó múltiples edificios para sus numerosos
actos públicos, religiosos e institucionales.
Las características más destacables de la arquitectura romana es su función utilitarista y pragmática;
prueba de ello son las numerosas obras de ingeniería civil que realizaron además de los edificios construidos.
Otro rasgo importante es que sus edificaciones eran todo un símbolo del poder del Estado.
Con la expansión del Imperio, los rasgos característicos de su arquitectura se extendieron por todo el
Mediterráneo.
La variedad y singularidad de sus espacios y edificios públicos o privados hicieron que el criterio del
ingeniero prevaleciese sobre el del arquitecto en muchos casos.
2.1.
Materiales y sistemas constructivos
Los romanos usaron tanto la arquitectura adintelada (o arquitrabada) como la abovedada.
Por influencia griega, adoptaron la columna y el arquitrabe. El orden que dominó sus edificios fue el
corintio al que introdujeron modificaciones. Estas dieron lugar al orden compuesto, en el que se unían las
hojas de acanto corintias con las grandes volutas jónicas. También crearon el orden toscano, que combinaba
el capitel dórico y la base del jónico y tenía el fuste liso.
La cubierta más usada fue la bóveda de cañón, aunque también usaron la bóveda de arista y la
cúpula.
Debido al tamaño y la complejidad de algunos edificios, utilizaron materiales más ligeros y fáciles de
trabajar, como la piedra volcánica (toba o tufo) y la calcárea. También usaron el ladrillo y la argamasa, junto
con un material revolucionario: el opus caementicium, el antiguo hormigón, hecho a base de la mezcla de
pequeñas piedras, grava, arena, cemento o cal con agua. El opus caementicium permitía cubrir grandes
espacios y construir con rapidez.
Los romanos aplicaron distintos aparejos: opus spicatum, opus reticulatum, opus testaceum y opus
incertum. Estos sistemas constructivos daban una apariencia tosca y pobre, por ello solían decorarse con
pinturas al fresco, mosaicos y esculturas, o revestirse con mármol.
3. Tipos de edificios
La arquitectura romana sorprende por la gran diversidad de edificaciones. Es posible diferenciar entre
dos ámbitos:
La arquitectura residencial que variaba en función del nivel social de las familias. Había dos tipos
de viviendas:
▪
Las insulae eran edificios de varias plantas divididos en apartamentos habitados por las familias
humildes. Estaban construidas con madera y otros materiales poco resistentes, por ello eran
frecuentes los incendios y derrumbes de estas viviendas.
▪
Las domus eran las viviendas unifamiliares donde vivían los patricios (nobles romanos). Tenían
estructura rectangular en torno a un patio interior porticado llamado atrium. En este se
encontraba el impluvium o estanque que recogía el agua de la lluvia. Alrededor del patio se
disponía el vestimulum, las habitaciones y demás dependencias.
▪
Las familias poderosas también se hicieron construir villas, que eran viviendas fuera de las
ciudades. Solían ser de gran tamaño y muy lujosas, tenían estanques, jardines, pórticos; y
estaban decoradas con esculturas y mosaicos. También poseían campos de cultivos, granero,
molino y bodega.
La arquitectura pública romana se puede clasificar según su función:
▪
Culto: templos
▪
Ocio: teatros, anfiteatros y circos
▪
Vida pública: basílicas y curias
▪
Cuidado del cuerpo: termas y gimnasios
▪
Monumentos funerarios: columbarios y mausoleos
▪
Obras públicas: acueductos, puentes, calzadas, puertos marítimos y fluviales, cloacas, ...
▪
Monumentos conmemorativos: arcos de triunfo y columnas
3.1.
El templo
Los templos romanos se elevaban sobre un basamento o podio, que solo tenía gradas de acceso en la
fachada principal.
Casi todos utilizaban el sistema arquitrabado y tenían planta rectangular. Aunque también hubo
excepciones, como el Panteón de Roma. En este edificio se usó planta centralizada y se cubrió con una enorme
cúpula.
Los templos no siempre estaban rodeados de columnas por sus cuatro lados. En estos casos, delante
del templo se situaba un pórtico columnado (pronaos). Cuando estaban rodeados de columnas, estas se
insertaban en el muro de la cella (templos pseudoperípteros), con lo que se lograba aumentar su espacio
interior.
3.2.
El teatro
El gusto de los romanos por el teatro se afianzó entre los siglos IV y III a.C. Durante la República
estuvo prohibida la construcción de teatros, lo que hizo que las representaciones se desarrollaran en estructuras
móviles. Pompeyo construyó el primer edificio estable destinado a teatro en el Campo de Marte de Roma entre
los años 61 y 52 a.C.
A diferencia del teatro griego, el romano era una construcción exenta que no necesitaba de la falda de
una montaña. La planta se componía de una cávea semicircular, un proscenio para las representaciones y una
escena, arquitectónicamente muy desarrollada, que cerraba el hemiciclo del edificio.
3.3.
El anfiteatro
Este espacio construido para espectáculos públicos fue una innovación de los romanos, ya que surgió
al unir dos teatros.
El mejor ejemplo de este tipo lo tenemos en el Coliseo de Roma, también conocido como el anfiteatro
Flavio, que fue inaugurado en el año 80 d.C. Se utilizó para combates de gladiadores, luchas de fieras,
naumaquias, etc.
Estaba formado por un amplio graderío para los espectadores, que rodeaba la arena, donde tenían
lugar los espectáculos.
3.4.
El circo
Esta construcción era el edificio destinado a las carreras de bigas y cuadrigas. Tenía forma elíptica y en su
parte central estaba la spina, en torno a la que deambulaban los carros.
3.5.
Arcos de triunfo
Estos monumentos eran “puertas triunfantes” que servían para conmemorar las grandes victorias
alcanzadas por los ejércitos del Imperio. Se situaban en los foros, por ser las zonas más concurridas de las
ciudades. En su construcción se utilizaban materiales nobles (normalmente mármol tallado). Al principio eran
sencillos, pero con el tiempo fueron adquiriendo mayor complejidad.
3.6.
La basílica
De grandes dimensiones, era el edificio en el que los romanos administraban justicia y realizaban sus tratos
comerciales. La estructura de la basílica fue adoptada posteriormente por el arte cristiano como lugar de culto.
3.7.
Las termas
Creadas como baños públicos, tenían una gran importancia en la vida de los ciudadanos romanos, ya que
no solo cumplían con las funciones de la higiene, sino que también eran utilizadas como lugares de reunión o
salas de recreo. Debido a estos distintos usos, la estructura de las termas se fue complicando con el paso del
tiempo y cada vez fueron adquiriendo proporciones mayores.
4. El urbanismo en Hispania
Los romanos llegaron a la Península en el siglo III a.C. por la guerra que los enfrentaba con los
cartagineses. Atraídos por las riquezas de la Península, una vez que los vencieron, se propusieron conquistarla.
La conquista llevó muchos años, hasta que en el año 19 a.C. el emperador Augusto la dio por concluida. La
Península se convirtió en una provincia más del Imperio y recibió el nombre de Hispania.
En el proceso de romanización de la Península fue fundamental la extensa red de calzadas, puentes y
caminos, y la multitud de ciudades que florecieron en Hispania, bien de nueva fundación o asentadas sobre
antiguos poblados.
Entre las ciudades más importantes de Hispania se encontraba Tarraco (Tarragona), Emerita Augusta
(Mérida), Valentia (Valencia), Caesaraugusta (Zaragoza), Italica (Santiponce, Sevilla), Complutum (Alcalá
de Henares), Segobriga (Saélices, Cuenca), Pompaelo (Pamplona), Saguntum (Sagunto), Legio (León) o
Lucus Augusti (Lugo).
4.1.
La ciudad de Tarragona
Tarraco se convirtió en la ciudad más importante de la Península en tiempos del emperador Octavio
Augusto. Su trazado urbano estaba adaptado a la orografía del lugar, por lo que se disponía mediante terrazas
de traza ortogonal hasta llegar al puerto marítimo. La terraza más elevada estuvo ocupada por el foro principal
(con su templo) y por el circo. El anfiteatro (del siglo II a.C.) y el teatro se disponía extramuros. Tuvo varios
acueductos, entre los que destacó el de Los Ferreres, que suministraba agua a la ciudad por el oeste.
4.2.
La ciudad de Mérida
La antigua ciudad de Emerita Augusta fue fundada en el año 25 a.C. por Publio Carisio, como lugar
de retiro para los veteranos de las legiones que habían luchado en las guerras cántabras. Llegó a tener 50.000
habitantes y su enclave estratégico, a un margen del río Guadiana, le permitió adquirir un papel primordial en
la romanización del oeste peninsular.
La ciudad tuvo dos foros: el municipal, donde se situaban los templos de Diana y Marte, y el provincial,
donde destacaba el arco de Trajano. Estaba amurallada y el acceso se realizaba a través de cuatro puertas.
Los dos acueductos que suministraban agua eran el de los Milagros, al norte, y el de San Lázaro, al
sur. En la parte meridional se hallan el teatro y el anfiteatro (ambos intramuros) y el circo, fuera del recinto
de murallas.
5. Las obras públicas
Los romanos dotaron a sus provincias con las mismas infraestructuras que existían en la capital del
Imperio:
▪
Los puentes. Las construcciones con las que salvar barrancos, ríos y desfiladeros en una geografía
montañosa como la hispana eran sólidas obras de ingeniería, muchas de las cuales han servido hasta
fechas recientes para su fin originario. Uno de los mejores conservados es el puente de Alcántara en
Cáceres.
▪
Los acueductos. Todas las ciudades que ocuparon o fundaron los romanos disponían de agua corriente
gracias a la que conducían los acueductos desde las fuentes hasta las localidades. Entre los acueductos
que todavía hoy pueden contemplarse, el más conocido y de los mejores conservados del mundo es el
de Segovia. También los acueductos de Mérida y Tarragona.
6. Los edificios para el ocio: teatros y anfiteatros
Los teatros de Sagunto y Mérida, junto con el de Cartagena, son los más importantes de Hispania.
Excepto el de Sagunto, que está dispuesto en una ladera, y el de Mérida, aprovechando un desnivel, los otros
son construcciones exentas.
▪
El teatro de Sagunto fue edificado en el 50 d.C., pero sufrió una reforma en el siglo III. Tiene forma
de hemiciclo y llegó a acoger hasta 4.000 espectadores. Con el paso del tiempo sirvió como cantera;
además, fue parcialmente demolido en 1811. Recientemente ha sido reconstruido.
▪
El teatro de Mérida fue edificado en el año 18 a.C., aunque se escena es del siglo II d.C. El teatro sigue
fielmente las pautas de este tipo de edificios. En el siglo XIX sufrió demoliciones causadas por la
guerra de la Independencia.
Los anfiteatros mejor conservados de Hispania son:
▪
El anfiteatro de Itálica. Fue uno de los más grandes del mundo romano, ya que podía albergar más de
25.000 personas.
▪
El anfiteatro de Mérida. Edificado en el año 8 a.C. y situado en las inmediaciones del teatro, podía
albergar unas 15.000 personas.
7. Otras construcciones
Los romanos construyeron otros muchos edificios em Hispania: murallas, como las de Lugo y León,
curias, templos, basílicas y monumentos funerarios, entre los que destaca la torre de los Escipiones.
Los arcos de triunfo también tuvieron un amplio desarrollo en la Península, a pesar de que las
destrucciones han mermado su número.
▪
El arco de Bará o Berà (año 13 a.C.) fue erigido a unos 20 km de Tarragona sobre el trazado de la Vía
Augusta. Se levanta sobre un podio y está decorado con pilastras acanaladas de orden corintio. Consta
únicamente de un arco de medio punto y se remata con un arquitrabe con un friso y una cornisa con
una inscripción que indica que se debió a la última voluntad de Lucio Licinio Sura.
▪
El arco de Medinaceli se trata del único ejemplo de este tipo de monumento con tres vanos que se ha
conservado en la Península. Se encuentra en la provincia de Soria en una elevada colina sobre el valle
del Jalón. Se construyó en piedra caliza en el siglo I d.C. y formaba parte de la muralla de la población,
hoy inexistente.
▪
Por su originalidad, destaca el arco de Cáparra (Extremadura), único ejemplo de arco con cuatro
entradas que existe en la Península.
▪
El más modesto de todos los arcos de triunfo y también el más antiguo (siglo II a.C.) es el arco de
Cabanes (Castellón), situado en la Vía Augusta. Solo se conserva de su estado original una gran arcada
de medio punto, con doce dovelas.
8. La escultura
La escultura, en general, está subordinada a la arquitectura. Se compone de esculturas exentas para plazas
y edificios de relieves para decorar distintas construcciones.
Los materiales más usados fueron la piedra, sobre todo el mármol, y el bronce. Los tipos de escultura más
frecuentes fueron los retratos, las reproducciones de obras griegas y los relieves.
8.1.
El retrato
Aunque en culturas anteriores ya se había practicado la técnica del retrato, en Roma adquirió su mayor
desarrollo y un marcado realismo.
El retrato romano, obedeciendo a costumbres y ritos ancestrales, concentró toda la fuerza del ser humano
en las facciones del rostro. Por tanto, se preocupó de reflejar los rasgos con fidelidad. El resto del cuerpo,
incluso las partes menos expresivas de la misma cabeza no eran materia de interés para los artistas. Esta fue
la gran aportación del retrato romano al arte europeo occidental. Tres son los factores que explican el realismo
del retrato romano:
▪
La influencia del arte etrusco, a través de los retratos que adornaban los sarcófagos.
▪
La costumbre romana del ius imaginum. En las familias patricias existía la costumbre de realizar un
retrato de los difuntos para conservar su efigie. Las cabezas y los bustos de los antepasados ocupaban
determinadas estancias de la casa romana como legitimación de su linaje. En esa tradición se basaba
el gusto de los romanos por la técnica del retrato.
▪
La tradición del retrato helenístico, característico por el naturalismo frente al idealismo tradicional
de la escultura griega.
8.2.
Los relieves
Otro ámbito en el que se desarrolló la escultura es el de los relieves con los que se decoraban los edificios.
Muchos de ellos reflejaban episodios de la historia romana y destacan por el detallismo en la representación
de la vida cotidiana: las armas, los edificios, los medios de transporte, etc.
9. La escultura, la pintura y el mosaico en Hispania
La escultura hispanorromana tiene las mismas características y sigue los gustos que la realizada en
Roma. Se utilizaban también los mismos materiales: el mármol y el bronce, aunque de este último se conservan
pocos ejemplos, como el Apolo de Pinedo, en Valencia.
En Hispania fueron muy corrientes los retratos de grandes personalidades, como los de los
emperadores Augusto, Trajano y Adriano encontrados en Santiponce (ruinas de Itálica) o en Tarragona.
También se realizaron esculturas religiosas, en las que se representaba a los principales dioses del panteón
romano; es el caso de Diana cazadora descubierta en Itálica o de la figura de Mercurio encontrada en Mérida.
Otra faceta importante de la escultura hispanorromana fue la de los relieves, entre los que destacan los
realizados para los monumentos funerarios y los arcos de triunfo.
El desarrollo de la pintura y el mosaico en las ciudades hispanas fue notable. Pero se han conservado
más ejemplos de mosaicos que de pinturas. Estos siguen las técnicas tradicionales romanas y llegan a alcanzar
excelentes cotas de calidad. Algunos de estos mosaicos se pueden encontrar in situ en las ruinas de las
viviendas para las que fueron creados. En el caso de los bellos mosaicos que se conservan en las ruinas de
Itálica o en el Museo de Arte Romano de Mérida.
Otros ejemplos de mosaicos en la Península son El sacrificio de Ifigenia, en Ampurias, El triunfo de
Baco, en Zaragoza y Los doce trabajos de Hércules, en Valencia.
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