“Cultura y Personalidad” o “Funcionalismo Psicológico”. Unir o separar formas de ver la realidad por Francisco Javier Mireles Alonso 1 “La cultura cual determinante de la personalidad, debe entonces, verse como el contexto en el cual el desarrollo de la personalidad toma valor como centro de su organización. Lo que el individuo ve como <<justo>> y <<apropiado>> camino de conducta y creencia está guiado por aquello que la cultura define como cosas <<justas>> y <<apropiadas>> para hacer y creer (Kluckhohn, 1965: 350). La llamada corriente de “Cultura y Personalidad” posee exponentes tales como Ruth Benedict, Margaret Mead, Ralph Linton, Abram Kardiner, Alfred Kroeber, Robert Lowie, entre otros, los cuáles básicamente son agrupados dentro de dicha corriente por pertenecer a un mismo paradigma antropológico de interpretación junto con una corriente incorporada para la interdisciplinareidad: el funcionalismo (antropología) y la psicología. Su influencia se nota incluso a finales del siglo XX, con la obra de Theodore Schwartz “New directions in Psychological Anthropology” 2 (citado en Austin, 1989). La corriente de “Cultura y Personalidad” pretende insertar los elementos psicológicos como el aprendizaje3 o la conducta, ya que establece que la cultura permite obtener satisfacción de una necesidad, buscando siempre esa “naturaleza humana constante” (Mead, 1965: 133). Es decir, busca encontrar un modelo interpretativo totalizador que esté basado en el estudio de los condicionamientos psicológicos en contexto, es decir “la cultura, operativamente comparada, es la suma total de las costumbres en que la gente ejemplifica sus funciones y conducta para conducir, y más específicamente, transmitir, aquéllos patrones, [la cultura] es un proceso, una actividad” (Frank, 1965: 1 Lic. en Antropología por la UASLP. Contacto: [email protected] 2 En 1992, http://www.geocities.com/tomaustin_cl/ant/antpsicodos.htm. 3 “Cada individuo niño recibe una versión de la cultura oficial altamente idiomática e idiosincrásica, impuesta sobre su constitución y disposición hereditaria única y dando origen a lo que llamamos <<personalidad>>” (Frank, 1965: 139). 1 139). Es decir, pretende efectuar su análisis a manera de analogía entre la organización de la cultura y la organización de la personalidad ya que “la personalidad tiene un substrato que es común en todas las partes a todos los seres humanos” (Kluckhohn, 1965: 30). En muchas ocasiones, la influencia del psicoanálisis de Freud se encuentra presente en él por que establece que “todas las culturas tienen que ver en un sentido o en otro, con el ciclo de crecimiento que lleva de la infancia a la edad adulta” (Kluckhohn, 1965: 350). El funcionalismo fue un importante modelo teórico para llevar a cabo estudios antropológicos durante la primera mitad del siglo XX el cual buscaba un entendimiento del sistema, es decir, de las totalidades que hacen que el sistema funcione. Los dos más grandes exponentes de éste paradigma, fueron Bronislaw Malinowski y RadcliffeBrown, los cuáles, si bien eran funcionalistas, su enfoque difería en cuanto al enfoque de los objetivos primordiales de estudio dentro del quehacer antropológico. Por ejemplo, la perspectiva organicista de Malinowski le hacía enfocarse sobre las necesidades mientras que Radclioffe-Brown lo hacía sobre las características del sistema social. En la obra de Ruth Benedict (1887-1948) “El Hombre y la cultura”, básicamente expone que las configuraciones culturales son el identificador principal, y que se pueden analizar incorporando teorías psicoanalíticas, como la psicología de Gestalt (configuración). La cultura era moldeada en una especie de modelo único, es decir, era una configuración integrada “El todo […] no es meramente la suma de sus partes, sino el resultado de un único ordenamiento y de una única interrelación de las partes que han producido una nueva entidad” (Benedict, 1971:66). Su configuracionalismo o la identificación de las características culturales más relevantes presentadas de forma amena proponía el uso de rasgos psicológicos principales para explicar y describir las culturas. Su modelo identificaba dos tipos de culturas: dionisiaca (o fáustica) y apolínea (Benedict, 1967:74 y 75). La primera era identificable por no buscar ni valorizar el exceso, la poca demostración de afecto, los ritos formales y estables y la poca violencia. En su contraparte, el dionisiaco era caracterizado por el uso de drogas, la presencia continua de violencia en su cotidianeidad (el uso de la tortura con diversos fines o las violaciones en rituales). En tales configuraciones también notamos una fuerte influencia de la filosofía dicotómica de Nietzche plasmada en su obra “Nacimiento de la Tragedia” en la que por un lado se encuentra la serenidad, la claridad, la medida y el racionalismo y que por el otro lo impulsivo, excesivo, desbordante y con una inclinación fuertemente 2 sexual, lo apolíneo y lo dionisiaco, respectivamente. Básicamente, la principal desventaja de Benedict radica justamente en esa polaridad que determinaba, en toda la extensión de la palabra, el idealizar las culturas y circunscribirlas arbitrariamente dentro de una u otra, con un mínimo grado de flexibilidad, cuando justamente, a mi parecer, esa es una de las principales características para que un modelo sea un acercamiento fiel a la realidad; además, utiliza solamente como elementos de análisis para su modelo a sociedades “primitivas” y no a sociedades modernas, ya que estas son “demasiado complejas para un análisis” (Rutsch, 1984:157). En cuanto a Margaret Mead (1901-1978), en su obra “Adolescencia y cultura en Samoa”, establece que las configuraciones culturales como disposiciones articuladas, producen conducta o comportamiento, es decir, que la raza (lo biológico) está determinada por las configuraciones culturales y que el comportamiento (en la adolescencia) es una construcción social independiente a lo biológico ya que Si se prueba que la adolescencia no constituye necesariamente un periodo especialmente difícil en la vida de un joven – para lo cual basta hallar cualquier sociedad en la cual ocurra así – entonces ¿cómo se explica la presencia de la conmoción y la tensión en las adolescentes norteamericanas? En primer lugar, podemos decir simplemente que debe de haber algún factor en las dos civilizaciones que explique la diferencia. Si el mismo adquiere una forma diferente en ambientes distintos, no podemos explicar nada en función del proceso, pues éste es idéntico en ambos casos. Pero el ambiente social es muy diferente y es allí donde debemos de buscar una explicación. ¿Qué se da en Samoa que falte en Estados Unidos, qué en Estados Unidos que falte en Samoa, como para explicar esa diferencia? (Mead, 1988:209). En su obra “Cultura y compromiso”, se estudia el proceso de transmisión de saberes y valores, es decir, la continuidad y discontinuidad en el aprendizaje generacional a través de un modelo que incluía la distinción entre tres tipos de culturas: postfigurativas, cofigurativas y prefigurativas. En la primera, la transmisión se da en el pasado, en el que los niños aprenden principalmente de sus mayores (sociedades tradicionales); en la segunda, es en el presente en el que tanto los niños como los adultos aprenden de sus pares (sociedades en transición) y en la tercera, es en el futuro en donde los adultos también aprenden de los niños (sociedades actuales) (Mead, 2002:35). Básicamente, la principal inconsistencia es el que no haya tomado en cuenta la larga duración, es decir, 3 esa ruptura con el pasado prácticamente aniquila el futuro, además de que el modelo es demasiado ambiguo como para poder analizar con efectividad determinada “cultura”. Ralph Linton en su obra “Cultura y personalidad”, básicamente busca encontrar el trasfondo cultural de la personalidad por medio del estudio de la conducta humana a partir de la psicología (individuo), sociología (sociedad) y antropología (cultura), ya que estas se encuentran unidas por intereses comunes e incluso proponía que estas tres construyeran una nueva ciencia que estaría consagrada a la dinámica de la conducta humana, estudiando los problemas sin limitarse a un campo científico. Básicamente, concebía a la sociedad como un grupo organizado de individuos, a la cultura como repetidas reacciones organizadas de los miembros de la sociedad y al individuo como los cimientos de todos los fenómenos sociales y culturales por medio de sus necesidades y potencialidades. Las interrelaciones entre estos tres elementos son concebidas de manera funcional e interdependientes (Linton, 1992:21). También hace una distinción pertinente entre cultura real y construcción cultural [ya que] la primera comprende a las conductas y actitudes verdaderas, concretas, los que se pueden agrupar a partir de situaciones generalizadas que las suscitan. Esta conducta general se mueve dentro de ciertos límites, por lo cual conforma pautas de conducta o pautas culturales. Por el otro lado, la construcción cultural está compuesta por una serie limitada de variaciones las que conforman a cada una de las pautas culturales reales, expresadas en su moda estadística. El punto modal de una pauta cultural real viene siendo así la pauta cultural teórica (sic), representando un resumen del medio sociocultural, el cual constituye […] el trasfondo para el análisis de la personalidad. (Rutsch, 1984:174) Creo que la mayor desventaja de las proposiciones de Linton radican en su nula descendecia intelectual, y considero personalmente que de haber existido una tradición que continuará el trabajo sobre algunos de sus tópicos, tal vez nos encontraríamos frente a interesantes planteamientos. Si consideramos a la personalidad como “el conjunto organizado de los procesos y estados psíquicos del individuo” (Linton, 1992:92) estaríamos dejando de lado el hecho de que ciertos rasgos y conductas de la personalidad son caóticas e incluso irracionales, resultado del poco conocimiento acerca de la relación fisiológico-psíquico en los procesos que integran la personalidad. Con lo anterior, no pretendo equiparar lo irracional con lo predominantemente emocional o instintivo, sino que “es obvio que la 4 única connotación que puede adscribirse a la expresión “pensamiento irracional” es la de ser un pensamiento carente de validez lógica y que lleva a conclusiones erróneas” (Von Mises:2007: V). Más bien, deberíamos de entender a la personalidad como una lógica de construcción psíquica de un individuo, ya que por más que nos esforzáramos en querer estudiar el conjunto organizado de procesos y estados, este sería demasiado particularista. Para Abram Kardiner (1891-1981), existe una personalidad básica, la cuál es compartida por todos los miembros de una sociedad4 y que se construye a partir de las instituciones5 primarias, como lo es el sistema educativo. Estas a su vez, transmiten los valores que una sociedad considere fundamentales e impriman un sello cultural en el individuo, lo que consideró una pauta cultural. A la inversa, las instituciones secundarias, como los sistemas de creencias, reflejan la personalidad básica del individuo y expresan sus reacciones influenciadas por instituciones primarias (Microsoft Corporation). Básicamente, este psicoanalista profesional aplicó la “teoría psicodinámica”, con un interés específico hacia los procesos de adaptación del individuo a su sociedad respectiva para poder encontrar una caracterización psicológica de la totalidad social, identificando a la cultura6 con los modos de comportamiento (behaviour) sociales (Rutsch, 1984:165). En primera, las posibles dos ventajas que se pueden encontrar al intentar aplicar este modelo interpretativo es: 1) esta “técnica de correlación” (entre instituciones primarias y secundarias) permite un análisis sincrónico y diacrónico, al tomar en cuenta las experiencias tempranas y las manifestaciones en instituciones secundarias; y 2) El análisis del impacto de la cultura de una sociedad determinada sobre los individuos que la integran. Entonces, se encuentran ciertas inconsistencias o desventajas, las cuáles serían, principalmente; 1) El que mediante la correlación de más y más datos empíricos se logre perfeccionar el método a tal grado de que logre explicar la totalidad social, 2) El que (por influencia del análisis psicoanalítico 4 5 “[es] una comunidad duradera de hombres” (Rutsch, 1984:166) “[puede] definirse una institución como cualquier modalidad fija de pensamientos o de conducta mantenida por un grupo de individuos (es decir, una sociedad)… Las instituciones son los medios de la continuidad social y constituyen los elementos activos del equilibrio social” (citado en Rutsch, 1984: 166). 6 “[es] la totalidad de las formas de organización que procuran la satisfacción de las necesidades de supervivencia del grupo; esto es, tanto de aquéllas formas organizadas de interacción con el ambiente encaminadas a la satisfacción de necesidades de carácter social” (Rutsch, 1984:166). 5 Freudiano) enfoque su perspectiva sobre la infancia como “clave universal para todas las formas de conducta y perturbaciones del adulto” (Rutsch, 1984:169), 3) Su explicación funcionalista basada en la satisfacción de las necesidades posee poca capacidad de explicación y 4) Kardiner “se concentra en material de culturas primitivas, ya que, según el, una investigación empíricamente verificable se facilita en estos casos a causa del número reducido de sus miembros y, por consiguiente, de su estructuración más sencilla” (Rutsch, 1984:165). La perspectiva de Alfred Kroeber (1876-1960) se basa en un enfoque ‘superorgánico’ que “entiende a la cultura como una súper realidad que existe por encima y más allá de sus portadores individuales y establece sus propias leyes” (Silva: 2007). Con éste concepto, buscaba descubrir ciertas configuraciones culturales que le permitieran descubrir semejanzas en las curvas del desarrollo de las diferentes civilizaciones (Harris, 1999: 285) es decir, de nuevo queriendo encontrar una lógica universal de construcción de la cultura. Según mi punto de vista, la crítica que efectúa Harris a Kroeber (Harris, 1999:277-296) al acercar el concepto de superorgánico al de configuraciones es erróneo. Primero, el concepto de configuración de Benedict se expresa en el ámbito de la identificación de las características culturales más relevantes mientras que el concepto de superorgánico se desenvuelve dentro del entendimiento de una lógica independiente de construcción de la cultura. Es decir, el primero se encuentra dentro de un plano de reconocimiento, delimitación y conceptualización mientras que el segundo buscaba una articulación universal para entender a la cultura. Si bien ambos conceptos se aproximan por sus ambiciones totalizadoras, es en ésa única cualidad en la que se sustenta tal argumentación. En general, Robert Lowie argumentaba que la historia, a la que empleaba en vez de “evolución” (Harris, 1999:302) y los factores económicos son los determinantes de la cultura. La historia, al ser utilizada como evolución, pero entendida esta de tal manera que incluyera la convergencia, el paralelismo, la difusión y la multilinealidad, se convirtió en una explicación plausible y en un acercamiento de la realidad más tangible y que subsanaba ciertas deficiencias que el particularismo histórico de Morgan poseía, como la secuencia de terminologías bifurcadas del parentesco o la idea de filiación unilineal (Harris, 1999:302). Con respecto a los factores económicos, Lowie expone en el prefacio de Social Organization, su último libro, declara “He resaltado la potencia de las fuerzas económicas, no en abstracto […] sino mostrando cómo ciertos cambios específicos en la vida económica han llevado a modificaciones específicas en la vida 6 social y han afectado incluso a las actividades sentimentales” (citado en Harris, 1999: 321). Todas estas variadas formas de comprender la relación entre la cultura y la personalidad fueron criticadas por otros antropólogos, acusándosele de basarse en datos inadecuados y en conceptos cuestionables. Los primeros antropólogos parecían asumir que la cultura es algo diferente a la experiencia psicológica de los individuos, mientras que en realidad la cultura es perpetuada y modificada por cogniciones humanas conscientes e inconscientes, afectos e ideales. Hasta cierto punto, la cultura y la personalidad son meramente formas distintas de ver la misma realidad. Nosotros no vemos a la cultura en un lado y a la personalidad en otros sino que vemos gente que piensa, siente y actúa en cierta forma (estructura de la personalidad) bajo la influencia de valores y costumbres prevalentes en una sociedad dada (cultura). Los antropólogos modernos admiten que la gente que aprende ciertas pautas de comportamiento sí adquiere ciertas formas de personalidad, pero no acepta la noción de que incluso también las estructuras profundas de la personalidad están estandarizadas y son condicionadas culturalmente (Austin, 1989) Podríamos concluir, que si bien la corriente de “Cultura y Personalidad” posee una fuerte connotación psicológica y ha sido denominado como “Funcionalismo Psicológico” (Harris, 1999: 365), esto ha sido “imprecisamente formulado” (Rutsch, 1984: 169) tal vez por el enfoque dualista funcionalismo-culturalismo; cabría la posibilidad, debido a su vigencia aún incluso en los enfoques contemporáneos, de que reformulando algunos objetivos, tendencias y características7, se convirtiera en una corriente de enfoque interdisciplinario llamada “Antropología Psicológica” 7 “La sociedad contemporánea […] se caracteriza por la emergencia de nuevas formas de interpretar las instituciones sociales, […] grupos e individuos han elaborado reinterpretaciones que ya no coinciden con la forma “tradicional”. Es decir, los procesos culturales contemporáneos, concatenados e interconectados con los procesos políticos y de innovación tecnológica aplicada a las comunicaciones se tornan complejos con las crisis y tremendas desigualdades económicas” (Solís, 2007: 9). 7 Bibliografía Adams, Richard N. (2005) “Ensayos sobre evolución social y etnicidad en Guatemala” México, UAM Unidad Iztapalapa, División de Ciencias Sociales y Humanidades, Departamento de Antropología. Austin Millan, Tomás (1989) “Cultura y Personalidad” en http://www.galeon.com/tomasaustin/cultypers/cultypers.htm [consultado el 26 de Noviembre de 2007 a las 7:59 pm] Benedict, Ruth (1965) “Continuidades y discontinuidades en el condicionamiento cultural” en La personalidad, en la naturaleza, la sociedad y la cultura, Editorial Grijalbo, Barcelona. (1971) “El hombre y la cultura” EDHASA, Barcelona. 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