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Radialismo politico. La FRUSC

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RADICALISMO POLÍTICO EN LOS ESTUDIANTES DE LA UNIVERSIDAD DE EL
SALVADOR DURANTE EL SIGLO XX La Federación de Estudiantes Universitarios Social
Cristianos FRUSC
Jorge Cáceres Prendes Ph.D.
Ponencia al Seminario Internacional "Historia, sociedad y memorias: el conflicto armado
salvadoreño en el XX aniversario de los acuerdos de paz", 15, 16 y 17 de febrero de 2012,
San Salvador, El Salvador
(Favor no citar. Todas las referencias se remiten a la bibliografía al final)
INTRODUCCIÓN
El estudio de las organizaciones políticas existentes en el período inmediatamente
anterior al inicio del conflicto armado constituye un campo todavía bastante
inexplorado. Dentro de éstos, lo que en esta ponencia llamaremos el movimiento
“social cristiano” ocupa un lugar importante, tanto por el papel que jugó y continuaría
jugando el Partido Demócrata Cristiano, una de las expresiones de dicho movimiento,
como el del social cristianismo universitario, objeto específico de estas notas.
El análisis de los movimientos sociales debe atender a varios aspectos, partiendo del
contexto histórico en donde emerge, sus componentes socio-económicos y en particular
su carácter de “práctica colectiva identitaria”, o sea el elemento ideológico que permite
la auto-identificación de sus militantes y que provee del estímulo para su movilización
política. Esto comprende el mensaje o discurso político pero también sus prácticas, las
cuales se retroalimentan proveyendo la dinámica característica de cada uno de ellos.
Este trabajo, que desarrolla algunas ideas de la introducción a un trabajo que publiqué
en 1983 y que constituye también un testimonio personal, se centra en la especificidad
del movimiento estudiantil socialcristiano, que existió en la UES a partir de 1964 hasta
su desaparición al inicio de la década de los 70. Se destacan varios aspectos del mismo
y su impacto en la vida universitaria y nacional. Se presta particular atención a su
relativa autonomía respecto a otras organizaciones de similar inspiración, en particular
del Partido Demócrata Cristiano PDC, así como de la Acción Católica Universitaria
Salvadoreña ACUS. También se toma nota de la crisis en que entró el socialcristianismo
universitario a raíz del agotamiento de su proyecto universitario y la radicalización
general del espectro político salvadoreño a fines de los 60. Finalmente, se narran
aspectos de la radicalización de varios de sus integrantes en relación a su integración a
la dirigencia del PDC dentro de un proyecto revolucionario de “poder popular” a la vez
que se participaba en la organización de uno de los grupos gestores de las
organizaciones revolucionarias guerrilleras en 1970.
El
socialcristianismo universitario.
Entre
la
autonomía
específica y la
subordinación partidaria. El modelo salvadoreño.
El socialcristianismo histórico es un movimiento político que recibe una inspiración
inicial en la doctrina social de la iglesia católica y que se expresa en distintas esferas
sociales y a través de distintos tipos de organizaciones, que se caracteriza por promover
un tipo de acción social inspirada en una ética explícitamente cristiana. Aunque se ha
manifestado en forma bastante diferente en cada país, y a lo largo de la historia ha
evolucionado en formas también particulares, se nutre de las experiencias recíprocas y a
menudo ha establecido vínculos orgánicos y de colaboración a su interior.
En el caso salvadoreño, su antecedente nacional está en las distintas acciones de la
“acción social” de la Iglesia salvadoreña a lo largo de la gestión de Mons. Luis Chávez
y González (1938-1977), dentro de la que cabe destacar el proceso de renovación
pastoral que promovió, junto con un grupo reducido de obispos y sacerdotes, en los
últimos años de su vida, atentos a los cambios que sobre este particular se desarrollaban
al interior de la Iglesia Católica en general, y en la de América Latina en particular.
Como resultado de esa actitud la Iglesia salvadoreña y particularmente la arquidiócesis
de San Salvador contaba para la década de los 60 con una infraestructura, equipos
humanos y valiosas experiencias en el campo pastoral y de la promoción popular.
Dentro de sus organizaciones, destaca la Acción Católica, dividida en distintas
secciones, una de ellas la universitaria con el nombre de Acción Católica Universitaria
(ACUS) fundada en 1954 sobre la base de una anterior organización, y que a lo largo de
los años 50 intentó establecerse en el Universidad de El Salvador (UES) en fuerte
confrontación con las organizaciones de izquierda existentes en la misma. (1)
En escenario político nacional, en 1960 surgió el Partido Demócrata Cristiano (PDC) en
noviembre de 1960 a raíz de los acontecimientos que sucedieron al derrocamiento de
José María Lemus el 25 de octubre de ese año. Era expresión de la combinación de
elementos ético político y postulados abstractos de la doctrina social de la Iglesia, en
boga en Europa y América Latina desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, con las
proposiciones desarrollistas y reformistas que se empezaban a manifestar en la región
luego del triunfo de la Revolución Cubana en 1959. Como es usual en estos partidos, a
su interior se organizó la Juventud Demócrata Cristiana (JDC) para coordinar las
actividades de este sector. El PDC se constituyó pronto en el núcleo más fuerte de la
oposición al Partido Conciliación Nacional (PCN) constituido en 1961 dentro de la
tradición de partidos oficialistas. El PDC creó una organización centrada en la actividad
electoral, que apuntaba a la adquisición progresiva de cuotas de poder dentro del marco
de liberalización política estimulado por el sistema de participación proporcional que se
establece en 1963. Ideológicamente conoció poco desarrollo, tendiendo a seguir los
esquemas tecnocráticos de partidos afines como el COPEI venezolano, lo mismo que un
electoralismo de corte tecnocrático. Dada la novedad, frecuencia y relativo éxito inicial
de una participación electoral hasta cierto punto libre de las tradicionales imposiciones
oficiales, dicho partido experimentó un crecimiento considerable aunque sólo operativo
durante los períodos de campaña electoral, en los que explotó efectivamente el sentido
antimilitarista imperante sobre todo en los sectores urbanos del país, lo mismo que la
demanda nunca satisfecha de reformas sociales. Solamente a fines de los 60 y debido a
la influencia de nuevos elementos en sus filas, empezará a concretizar propuestas
reformistas de profundidad, que sin embargo demostró no ser capaz de sacar adelante
por ausencia de una base social más allá de la estructura propiamente electoralista y
como consecuencia de la radicalización general del espectro político nacional. (2)
A partir de 1964, en el medio universitario, surgió otro movimiento de similar
inspiración social cristiana, que aunque autónomo del PDC mantuvo algunos niveles de
relación con éste. Este movimiento, que en pocos años se extendió hasta llegar a formar
la Federación Revolucionaria de Universitarios Social Cristianos (FRUSC) se
constituyó con una presencia considerable de jóvenes provenientes o vinculados con la
ACUS y/o el PDC, pero su dirección y militancia fue bastante heterogénea, recibiendo
una fuerte influencia en sus inicios de institutos social cristianos del exterior
(particularmente en Chile, a partir de 1963) lo que incidió en el hecho de que
desarrollaran un perfil particular como movimiento universitario. Mantuvo múltiples
contactos personales y a través de publicaciones, con círculos intelectuales de la
naciente izquierda cristiana sudamericana, lo que determinó que este sector fuese más
receptivo que el PDC a las diferentes posiciones que sobre todo a partir de mediados de
la década empezaron a dividir al social cristianismo en América Latina.
Particularmente a partir de 1967 comienzan a cuestionarse a profundidad la concepción
acientífica del social cristianismo y en particular la práctica política electoralista que
tiene en el PDC su prototipo más destacado (3). Este proceso de crisis llevó a muchos
jóvenes a rechazar las fórmulas democristianas “oficiales” y a avanzar vagas iniciativas
de organización (“poder popular”) al interior del PDC o en relación con otras
organizaciones populares, que los llevaron a abandonar en masa el movimiento
universitario, desapareciendo a fines de 1969, coincidiendo con la confrontación armada
de El Salvador con Honduras. En los siguientes años, el desarrollo sociopolítico fijará
los límites de estas iniciativas de un social cristianismo que se mostró incapaz de
articularse funcional y dinámicamente en la gran corriente de las luchas populares. La
ideología de la “promoción popular”, sin abandonar sus motivaciones más íntimas, fue
pronto englobada dentro de la “liberación”, así como el desarrollismo cedió el campo a
las opciones revolucionarias.
El año 1962, en el que el que escribe ingresó a la Facultad de Derecho, el panorama
universitario estaba marcado por el reciente golpe de estado de 25 de enero de 1961
contra la “Junta Cívico Militar” de 1960 y su secuela represiva, y a la vez por el inicio
del proceso de reforma universitaria que se llevaría a cabo a partir de 1963 con la
gestión del Dr. Fabio Castillo Figueroa (miembro destacado de aquella Junta) y el grupo
de profesionales que lo acompañaba, cuyo núcleo se había formado en las ciencias
médicas y naturales. En Derecho, la política estudiantil estaba marcada por la abierta
confrontación entre la “Acción Estudiantil Universitaria” (AEU) y el “Movimiento de
Izquierda Democrática” (MID), el primero influenciado por el Partido Comunista
Salvadoreño (PCS) y el segundo como expresión de un pensamiento de izquierda
vinculado con las tradiciones del liberalismo progresista salvadoreño (4) A lo largo de
ese año un grupo de estudiantes de nuevo ingreso, dentro de los que se encontraban
Alfonso Rivas Mira, José María Méndez hijo y el que escribe, decidimos organizar un
grupo alternativo con el nombre de Movimiento Estudiantil Social Cristiano. La idea
tomó cuerpo en el año siguiente, y el MESC empezó a recibir capacitación en una serie
de institutos de formación política de Suramérica, particularmente en el que dirigía en
Chile la Oficina Relacionadora de Movimientos Estudiantiles (ORMEU), Esto marcó la
identidad de este grupo desde el inicio, en el sentido de darle una orientación
específicamente universitaria e independiente de otras organizaciones, en este caso del
PDC y del ACUS.(5) El hecho de que a menudo militantes individuales participaban en
otra u otras al punto que en la memoria de algunos de ellos todo parecía “integrado” no
debe ocultar el hecho de que nunca hubo una relación orgánica entre ellos, aunque sí
distintos grados de coordinación en actividades puntuales. Mucho menos puede
afirmarse que el MESC fuera “la rama juvenil” del PDC o que fuera “una organización
de base de la Iglesia Católica” (6).
El MESC se incorporó activamente a la actividad política estudiantil compitiendo por
los cargos de la directiva de la Asociación de Estudiantes de Derecho (AED) y por la
representación en el Consejo Ejecutivo y en la Asamblea de Representantes de la
AGEUS.
En medio de una aguda contienda en la que se combinaban conflictos de
carácter ideológico con disputas alrededor de personalidades, el MESC se ocupó de
organizar grupos socialcristianos en otras facultades, logrando hacerlo destacadamente
en las de Ingeniería, Medicina, Odontología, Química y Farmacia y Humanidades.
Esto permitió la organización de la Federación Revolucionaria de Universitarios Social
Cristianos (FRUSC), cuyo primer secretario general fue Alfonso Rivas Mira.(7)
El MESC fue el único de estos grupos que logró considerables éxitos electorales,
habiendo derrotado a la AEU y el MID en distintos cargos en la AGEUS y en la AED a
partir de 1966.(8) En el ejercicio de esos cargos los dirigentes socialcristianos entraron
en una dinámica interacción con otros grupos estudiantiles, en especial los influidos por
el PCS, una interacción que sin dejar de incluir la competencia también requería la
solidaridad en las luchas comunes, en especial en los escenarios de la política nacional
de esos tiempos, marcada por la represión al movimiento obrero y magisterial y a los
emergentes “nuevos” movimientos populares.(9)
La Universidad como compromiso específico se convierte en un ámbito de
frustración. Búsqueda de otros caminos.
En el desarrollo y crisis del movimiento estudiantil socialcristiano salvadoreño juegan
un papel central al menos dos procesos: el deterioro del escenario democrático nacional
y la emergencia de un nuevo tipo de movimientos populares. Para comenzar con lo
último, hay que agregar que aunque los éxitos iniciales del MESC no se replicaron en
otras facultades, la FRUSC como tal fue formulando una serie de líneas de trabajo
universitario bajo el apelativo general de “revolución en la Universidad”, que aunque
inspirada en ideas provenientes de otros países latinoamericano en concreto significaban
un intento de crítica al estado en que se encontraba la reforma universitaria en la
segunda mitad de los años 60, particularmente al final de la gestión de Fabio Castillo a
finales de 1966. Para entonces, decidieron presentar una opción en las elecciones para la
rectoría a la rectoría con el Ing. León Enrique Cuéllar y el Dr. Alejandro Dagoberto
Marroquín, este último una de las figuras históricas de la izquierda y de la reforma
universitaria.(10) Esas elecciones significaron la primera y última vez en que el
socialcristianismo se presentaba como una opción a los grupos que hegemonizaban la
dirección de la UES. Aunque continuó por unos años más, incluso logrando victorias
electorales en Derecho, una creciente frustración por una incesante y estéril lucha de
fracciones en el campo estudiantil, significó para los socialcristianos un argumento más
para irse retirando del escenario universitario y concentrase en profundizar sus vínculos
con los movimientos populares y/o con el PDC.
La FRUSC como tal tuvo poca
participación en la movilización estudiantil a raíz de la guerra con Honduras en julio del
69, y para principios del 70 había desaparecido como tal, lo mismo que los grupos de
las facultades.(11) Aunque muchos dejaron por completo de participar en política, un
buen número de los dirigentes estábamos buscando otras formas de compromiso
popular en un ámbito en donde se habían agudizado radicalmente las contradicciones.
Como hemos mencionado antes, muchos socialcristianos universitarios estuvimos
también vinculados desde los primeros años de la década de los 60 con el trabajo que a
nivel popular desarrollaban otras organizaciones afines, en particular las que
implementaban las nuevas líneas de acción pastoral que fueron desarrollándose por la
Iglesia Católica alrededor de la “opción preferencial por los pobres” y la “pastoral de
acompañamiento”. Típicamente, lo que hacíamos era poner en práctica los modelos de
“concientización popular” en la línea de Paulo Freire, por medio de charlas impartidas
en comunidades campesinas los fines de semana, a menudo bajo el auspicio de algún
sacerdote vinculado a la “Teología de la Liberación”. En esa práctica y ante el creciente
cierre de los escenarios democráticos a lo largo de esa década, se fue desarrollando la
concepción del “poder popular” como una forma uncialmente de defensa ante la
represión, y luego como un componente central del diseño revolucionario de las
“vanguardias de nuevo tipo” que emergieron a principios de los años 70. Un cierto
número de dirigentes social cristianos universitarios optaron por vincularse
directamente con estructuras como las de las “comunidades eclesiales de base” que
jugaron un papel importante en la constitución de aquellas. (12) Procuraban reformar o
reorientar programas de promoción social patrocinados por la Iglesia, algunos de los
cuales, como el movimiento cooperativista cuyos inicios se remontan hasta 1955, había
logrado grandes desarrollos hasta entrar en crisis a fines de los 60, enfrentados a la
creciente represión gubernamental (13). Dentro de esa misma perspectiva se fundaba a
fines de la década el Centro de Estudios Sociales y Promoción Popular (CESPROP) en
1967) que aglutinaba a elementos técnicos en labores de apoyo a diversas experiencias
generadas por la Secretaría Social Arquidiocesana (14).
Respecto al PDC, algunos de nosotros decidimos hacer un ingreso a dicho partido con el
fin de profundizar las estrategias de “poder popular” al interior del mismo, incluyendo
hasta donde fuera posible la disputa de espacios en estructuras municipales o en la
Asamblea. Se pensaba que era posible generar iniciativas que complementasen o
desarrollasen, en una perspectiva más radical, algunos programas llevados a cabo por
este partido. Tal es el caso en relación con los proyectos de “Acción Comunitaria” de
diversas municipalidades controladas por el PDC, que crearon expectativas en la línea
de la inquietud predominante en muchos ex socialcristianos (15). Ponto logramos influir
en la selección de candidatos para las elecciones de 1970 y también ocupamos cargos de
dirección dentro de la estructura del PDC, como fue el caso de Alfonso Rivas Mira y
quien escribe. Pero para entonces algunos de nosotros ya estábamos recibiendo la
influencia de nuevas propuestas revolucionarias, y la opción de trabajar al interior del
PDC tuvo para nosotros poca duración. (16) Otros continuaron en ese partido por varios
años más y son parte de la historia de ese partido en las convulsas décadas que
siguieron.
.
NOTAS
(1) Un buen resumen de este período se encuentra en la obra de Pablo Richard y
Guillermo Meléndez (pp. 52-61). En la reciente tesis de Joaquín Chávez se
proporciona información muy valiosa sobre las organizaciones sociales de la Iglesia
en los años considerados aquí. Para un escenario más general de la década 1969-
1979 se puede consultar mi trabajo de 1983, de cuya introducción he extraído y
reescrito algunas secciones para esta ponencia.
(2) No nos referimos aquí más que al período hasta 1970. El PDC siguió siendo un actor
central de la política salvadoreña por muchos años. El estudio más completo sobre el
PDC salvadoreño, hasta la fecha, es el de Stephen Webre, que abunda en
descripciones del contexto político salvadoreño durante el período 1960-1972.
También son importantes las memorias de Napoleón Duarte y el libro de Julio
Adolfo Rey Prendes. Sin embargo, carecemos todavía de la versión de los sectores
juveniles, a menudo opuestos a la dirigencia “oficial” de ese partido. Un interesante
resumen crítico del origen y evolución de la DC latinoamericana se encuentra en el
artículo de Clodomiro Almeyda.
(3)
Precisamente es en 1967 que se manifiestan los primeros conflictos serios en la
gestión de Eduardo Frei Montalva, electo presidente de Chile por el PDC en 1964 y
que para muchos constituyera el portaestandarte por excelencia de la “tercera
posición” que los democristianos propagandizaban para la América Latina. La
experiencia chilena tendrá grandes repercusiones en los social cristianos
universitarios salvadoreños, vinculados con sectores disidentes del PDC de ese país,
que luego constituirían apoyo a la UP de Salvador Allende en 1970.
(4)
La AEU formaba parte del conjunto de grupos de izquierda influenciados por el
PCS, que luego se constituirían en la “Federación de Estudiantes Universitarios
Revolucionarios” (FEUR). Los grupos social demócratas constituyeron por su parte
la Federación Socialista Demócrata FES. El estudio de la evolución del pensamiento
político salvadoreño a lo largo de los siglos 19 y 20 constituye un importante reto
para los historiadores. Dentro del mismo, lo que en la literatura es calificado un tanto
despectivamente (por influencia de la perspectiva comunista) como “reformismo”,
“izquierda ingenua”, entre otros apelativos, (y que preferimos calificar de
“liberalismo progresista”) ocupa un lugar central. Ver al respecto el trabajo de
Shafick Handal. En el caso que nos ocupa, el MID incluyó una generación que
contribuyó a la formación de las versiones socialdemócratas en el espectro político
nacional de los años siguientes (algunas indicaciones en Valle, p.145 y sigs.) Había
surgido luego de una seria escisión al interior de la dirigencia de la Asociación
General de Estudiantes Universitarios (AGEUS) a raíz de la participación de Ivo
Príamo Alvarenga como parte de la delegación
salvadoreña al frustrado IV
Congreso Latinoamericano de Estudiantes (CLAE) en Sudamérica (posiblemente en
Montevideo) en el que se manifestó una profunda división entre partidarios de la
lucha armada de modelo cubano, y quienes proponían otras estrategias. Destacaban
dentro del MID también Rodolfo Antonio Gómez, Albino Tinetti y Nelson Segovia,
y posteriormente Héctor Oquelí Colindres. El movimiento estudiantil
latinoamericano de los años 60 y 70 (también un terreno poco investigado), continuó
mostrando este tipo de disputas terminando por quedar bajo la hegemonía cubana.
Otras tendencias optaron por constituir sus propias organizaciones estudiantiles o
dentro de las de partidos políticos.
(5)
Los fundadores del MESC recibimos influencia y apoyo de algunos de los
fundadores del PDC, como Julio Adolfo “Fito” Rey Prendes, Héctor Dada, Abraham
Rodríguez, Roberto Lara Velado y Juan Ricardo Ramírez. Es posible que su
intención fuera inducirnos dentro del PDC, pero finalmente privó la tesis de
mantener la autonomía del movimiento estudiantil. (ver Rey Prendes p.146) El
primero de nosotros en tomar dichos cursos fue Alfonso Rivas Mira. En el año 1964
el que escribe permaneció en Chile por un año compartiendo con jóvenes
socialcristianos de muchos países de América Latina, precisamente durante la
campaña que llevó a Eduardo Frei a la presidencia y que repercutiría
considerablemente en el socialcristianismo de la región. El siguiente grupo en asistir
a ORMEU, en 1965, incluía a Rubén Zamora Rivas, José María Méndez hijo y
Ricardo Sol Arriaza. En el ambiente de los institutos de formación socialcristianos
en América Latina se distinguía entre la “línea chilena” en donde se estimulaba la
autonomía (al menos formal) de las distintas organizaciones según sus áreas de
trabajo, y la “línea venezolana” del IFEDEC en que se enfatizaba la integración al
partido democristiano (en ese caso el COPEI). Ambos institutos fueron fundados a
inicios de los 60as. El último opera todavía.
(6)
De hecho, miembros de la JDC intentaron por 1964 o 1965 formar un grupo
estudiantil diferente del MESC en la Facultad de Derecho, el FRESC, bajo el
liderazgo de Mario Zamora Rivas, sin mayor éxito (Rey Prendes p.146). Es cierto
que la expansión del socialcristianismo al resto de facultades de la UES fue posible
gracias a la incorporación de un número importante de jóvenes procedentes de la
ACUS y en algunos contados casos también vinculados a la JDC, pero en todos los
casos se conocía y respetaba la autonomía de estos grupos. Lo de la “integración” de
los socialcristianos aparece enfatizado en la tesis de Chávez (p.109 et. pass.) y puede
dar a entender que existía un “plan maestro” detrás de las distintas organizaciones
socialcristianas. En realidad lo que había eran distintos grados de empatía y mutua
colaboración, lo cual fue evolucionando en la medida que lo hizo el proceso socio
político nacional y las prácticas de aquellas. También en ese sentido debe corregirse
lo afirmado respecto al MESC en Martín Alvarez (p.1631 y 1632 citando a Wilson).
Más adecuada parce ser la expresión atribuida a Miguel Huezo Mixco en la tesis de
Chávez (p.116), que habla de una “simbiosis” entre las distintas expresiones del
socialcristianismo.
(7)
No recuerdo la fecha exacta de la fundación de la FRUSC, pero es probable que
fuera a finales de 1966, en vísperas de la campaña por la rectoría. Posteriormente
ocupó ese cargo el estudiante de medicina Mauricio Guevara Pacheco antes de la
desaparición de la FRUSC en 1969.
(8)
El primer puesto ante el ejecutivo de la AGEUS fue ganado por Rubén Zamora
Rivas, reemplazado por el que suscribe al final de su gestión, que luego volvió a
ocupar ese cargo por elecciones. Para el Consejo de Representantes fue electo José
María Méndez hijo. La planilla que triunfó para la AED incluía a Lil Milagro
Ramírez para Secretaria de Actas (como independiente), a Francisco Díaz Rodríguez
como Síndico, y al suscrito como presidente.
(9)
Los jóvenes socialcristianos participamos directamente en las actividades de
apoyo a las muchas huelgas del período 1966-68, especialmente la de la Asociación
Nacional de Educadores Salvadoreños ANDES de 1968, siendo muchos de nosotros
víctimas de la represión con que el gobierno enfrentó a aquellas. Quien escribe fue
delegado por la AGEUS al IV CLAE celebrado en la Habana en agosto de 1966,
junto con Salvador Moncada (por la FEUR) y Héctor Oquelí Colindres (por los
social demócratas). En este congreso se hizo evidente la profunda división dentro de
la izquierda marxista entre los partidarios y los opuestos a la lucha armada. En el
camino a La Habana tuve la oportunidad de conocer en Praga a Jorge Arias Gómez,
ex secretario del PCS y al poeta revolucionario Roque Dalton.
(10) La contienda fue planteada entre los candidatos de la FRUSC y la coalición de y
la FSD y la FEUR, que presentaban para esos cargos a los doctores Ángel Góchez
Marín y José María Méndez padre, quienes ganaron las disputadas elecciones. Pese a
que los perfiles de los candidatos distaban de ser antitéticos, la propaganda de estos
últimos los presentaba como representantes del progreso contra la reacción, de la
izquierda “auténtica” contra la derecha. El doctor Góchez renunció al año de ser
electo, y el doctor Méndez también lo hizo luego de un año como Rector provisional.
Para enero de ese año, 1970, la UES estaba siendo sacudida por la confrontación de
los jóvenes estudiantes de las “Aéreas Comunes” con las autoridades centrales.
(11) Algunos de nosotros participamos en el llamado “primer Congreso Nacional de
Reforma Agraria” convocado por la Asamblea Legislativa en enero de 1970, pero de
forma marginal. Más relevante fue nuestra participación por medio de CESPROP.
(12) Este es el tema central de mi trabajo de 1983, en que expongo algunas tesis
sobre la configuración de la ideología radical revolucionaria en el seno de los
movimientos populares socialcristianos, así como su articulación con los esquemas
de “movimientos populares revolucionarios” que, con distintos matices, estaban en la
base de las nacientes organizaciones guerrilleras.
(13) Una obra fundamental para el estudio de este tema la constituye la de Guerra
Calderón. En ella encontramos antecedentes de organizaciones populares como
FECCAS (Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños), surgida en 1965 en
pleno auge socialcristiano y que como veremos adoptará casi diez años después
posiciones revolucionarias. Otra organización similar a ésta, en el campo obrero, fue
la UNOC (Unión Nacional de Obreros Cristianos) afiliada a la CLASC. Fundada en
1950 con íntima relación con la Iglesia Católica, adquiere mayor autonomía por
1961, teniendo diversas actuaciones junto con FECCAS a lo largo de esa década, al
final de la cual desaparece. La tesis de Chávez es el trabajo más destacable en los
últimos años, de mi conocimiento. En ella también se cita una importante
bibliografía sobre el tema.
(14) El Centro de Estudios Sociales y Promoción Popular (CESPROP) fue fundado
en 1967 por el sacerdote y sociólogo Ramón “Moncho” Vega con el propósito de
promover la educación popular en el medio campesino. Entre sus fundadores se
contaron Alfonso Rivas Mira y Carlos Solórzano, ambos dirigentes socialcristianos
universitarios destacados, que posteriormente fueron vinculados al “Grupo”, uno de
los nacientes grupos guerrilleros. CESPROP fue la cúspide del trabajo iniciado desde
1964 por los sacerdotes belgas Esteban Alliet y Juan De Plank para revitalizar a la
ACUS y a la Juventud Estudiantil Católica (JEC, estudiantes de secundaria).
(15) La historia del trabajo de promoción comunitaria iniciados por el PDC desde la
alcaldía de la capital a partir de 1964 constituye otra área abierta a futuras
investigaciones, cuya importancia es evidente no sólo por lo que dejamos expuesto,
sino también porque ha sido un campo de experiencias para otros sectores, como la
Universidad, (a través de sus programas de Extensión) sin dejar de mencionar
diversas agencias estatales. Un avance seminal en lo que se refiere al campo urbano
lo constituyó el del equipo coordinado por Mario Lungo.
(16) El caso de Lil Milagro Ramírez es a mi juicio típico de los dilemas a los que nos
enfrentamos varios en la coyuntura de la emergencia de los primeros grupos
guerrilleros. Aunque había ingresado también a estructura y luchas internas del PDC,
también aparentemente había formado parte del núcleo inicial del “Grupo” desde
diciembre de 1969 (en Chávez p.265 citando a documentos de la Resistencia
Nacional y a otro de los fundadores, Fermán Cienfuegos). Juntos asistimos al 4º
Congreso de la Juventud Demócrata Cristiana de América Latina (JUDCA) en Quito,
Ecuador, en mayo de 1970, que fue cancelado por órdenes del autócrata Velasco
Ibarra. Poco después Lil Milagro tomó la decisión de entrar a la clandestinidad
formando parte de la dirección de la incipiente organización. El que escribe, para
entonces colaborador del “Grupo”, asistió al siguiente, en Santiago de Chile en
agosto de ese año, dejó de estar activo a partir de su captura en febrero de 1971.
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