Subido por Dulce Camino

MANUAL DE ESCALAS Y CUESTIONARIOS IBEROA (1)

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MANUAL DE ESCALAS Y CUESTIONARIOS IBEROAMERICANOS
EN PSICOLOGIA CLINICA Y DE LA SALUD
INDICE
UNA INTRODUCCIÓN A LOS ASPECTOS CONCEPTUALES DE LAS ESCALAS
Y CUESTIONARIOS EN PSICOLOGÍA CLINICA Y DE LA SALUD
Introducción
Teoría clásica de los test
Técnicas de construcción de escalas y cuestionarios
El proceso de construcción de una prueba
Dificultades de la medición
Desafíos
Referencias
PRINCIPALES MODELOS TEÓRICOS EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD
Introducción
Comportamiento y Salud
Modelo de creencias en salud
Análisis empírico e investigaciones en el área de la salud
Modelo de la acción razonada
Análisis empírico e investigaciones en el área de la salud
Modelo del Comportamiento Planeado
Teoría de la cognición social
Modelo Transteórico
Observaciones generales en torno a los modelos teóricos de la Psicología de la salud
Referencias
INVENTARIO DE ROL SEXUAL
Introducción
Descripción del instrumento
Formas de corrección
Propiedades Psicométricas del instrumento
Estabilidad temporal (test-retest)
Aspectos por considerar
Referencias
ESCALA DE RIESGO BIOPSICOSOCIAL PRENATAL
Problema por tratar y línea de investigación que soporta la Escala de Riesgo
Marco teórico
Validación de la Escala de Riesgo Biopsicosocial Prenatal en Colombia y otros países
Segundo estudio
Aplicación de la Escala de Riesgo Biopsicosocial Prenatal
Riesgo psicosocial
Soporte Familiar
Cálculo del Puntaje total riesgo biopsicosocial
Instrumento
Referencias
ESCALA DE MASCULINIDAD FEMINIDAD
Introducción
Descripción del instrumento
Formas de corrección
Propiedades psicométricas del instrumento
Análisis de los ítems
Aspectos por considerar
El Instrumento
Referencias
ESCALA DE SATISFACCIÓN USUARIA PARA HOSPITALES PÚBLICOS
Introducción
Modelos teóricos del instrumento
Descripción del instrumento
Formas de corrección
Propiedades psicométricas del instrumento
Aspectos por considerar
¿Quiénes pueden contestar esta Escala?
El Instrumento
Referencias
EL INVENTARIO DE DEPRESIÓN RASGO-ESTADO
Introducción
Modelos teóricos del instrumento
Descripción del instrumento
Propiedades psicométricas del Instrumento
Validación del Instrumento
Aspectos por considerar
El Instrucciones
Referencias
UNA METODOLOGÍA COMPUTARIZADA PARA OPTIMIZAR LA ASISTENCIA LA INVESTIGACIÓN Y
LA DOCENCIA CON PACIENTES CON ENFERMEDADES CRÓNICAS
Introducción
Factores psicológicos y enfermedades crónicas
Descripción del instrumento
Aplicación del cuestionario
Interpretación de los resultados del instrumento
Aspectos por considerar
Referencias
LA EVALUACIÓN PROCESUAL DEL BURNOUT O DESGASTE PROFESIONAL: EL CUESTIONARIO
BREVE DE BURNOUT
Introducción
Cuestionario Breve de Burnout
Descripción del Cuestionario
Estudios realizados con el Cuestionario
Formas de corrección
Propiedades psicométricas del instrumento
Análisis comparativo de los índices de consistencia interna de dos cuestionarios relacionados
Análisis de la Validez Convergente entre el MBI y el Cuestionario
Discusión
El Instrumento
Referencias
LA EVALUACIÓN TRANSACCIONAL Y ESPECÍFICA DEL DESGASTE
CUESTIONARIO DE DESGASTE PROFESIONAL DE ENFERMERÍA
PROFESIONAL:
EL
Introducción
El Cuestionario de Desgaste Profesional en Enfermería
Descripción del Instrumento
Análisis Psicométrico
Análisis descriptivo
Factores de predicción y análisis de moderación
Discusión
El Instrumento
Referencias
ESCALA PARA LA DETECCIÓN DE LA ANSIEDAD SOCIAL
Introducción
Descripción del instrumento
Formas de corrección
Propiedades Psicométricas del instrumento
Aspectos por considerar
El Instrumento
Referencias
VALIDACIÓN DE UN INSTRUMENTO QUE MIDE COMPORTAMIENTOS RELACIONADOS CON
ENFERMEDADES DEL CORAZÓN
Introducción
Descripción del Instrumento
Discusión
El Instrumento
Referencias
VALIDACIÓN
DE
UN
INSTRUMENTO
QUE
MIDE
VARIABLES
PSICOLÓGICAS
COMPORTAMIENTOS DE RIESGO/PREVENCIÓN RELACIONADOS CON EL VIH/SIDA
Introducción
Descripción del Instrumento
Procedimiento
Análisis de los datos
Resultados
Discusión
El Instrumento
Referencias
INVENTARIO BREVE PARA EL MODELO DE CINCO FACTORES DE PERSONALIDAD
Introducción
Modelos teóricos del instrumento
Descripción del instrumento
Formas de corrección
Propiedades Psicométricas del Instrumento
Aspectos por considerar
El Instrumento
Referencias
UN INSTRUMENTO PARA LA PREVENCIÓN DE QUEMADURAS EN NIÑOS
Introducción
Modelos teóricos del instrumento
Descripción del instrumento
Forma de corrección
Y
Propiedades Psicométricas del instrumento
Aspectos por considerar
El Instrumento
Referencias
UN INSTRUMENTO PARA LA PREVENCIÓN DE LA OBESIDAD INFANTIL LA ESCALA DE
CREENCIAS DE OBESIDAD EN NIÑOS
Introducción
Descripción del instrumento
Forma de corrección
Aspectos por considerar
El Instrumento
Referencias
UNA INTRODUCCIÓN A LOS ASPECTOS CONCEPTUALES DE LAS ESCALAS
Y CUESTIONARIOS EN PSICOLOGÍA CLÍNICA Y DE LA SALUD
Pablo Livacic-Rojas
Ana María Fernández
Luis Mena
Luis Oblitas
Pablo Vera-Villarroel
Introducción
La Psicología adoptó el estatus de ciencia debido a que abordó su objeto de estudio mediante los
métodos experimentales, la aplicación de pruebas estadísticas para analizar datos y, por el desarrollo y
uso de pruebas psicológicas. Estas pruebas fueron desarrolladas por distintos autores, marcando
diferentes etapas del desarrollo de los constructos psicológicos, a saber:
1. Etapa Sensorio Motriz: Este período del desarrollo de las pruebas psicológicas se caracterizó por el
énfasis de la medición de reacciones sensorio motoras. Entre sus más destacados exponentes se
encuentran Sir Francis Galton y su discípulo Karl Pearson. Ellos crearon el primer laboratorio
antropométrico en Londres en 1884, cuyo objetivo era evaluar la inteligencia a través de las capacidades
sensorio motoras del ser humano. Famosos fueron sus estudios sobre la herencia, los que permitieron el
desarrollo de los conceptos de regresión y correlación, los cuales fueron formalizados matemáticamente
por Karl Pearson (Aiken, 2003: Cronbach, 2000: Muñiz, 1998).
2. Medición de la capacidad intelectual: El desarrollo de las pruebas para la medición de la capacidad
intelectual se inicia en Francia a principios del siglo XX asociado a las demandas en la educación que el
gobierno de ese país requería atender. Esta prueba de inteligencia, construida por Alfred Binet y conocida
como la primera en su tipo, tenía como objetivo discriminar o seleccionar entre niños normales y niños
con discapacidades intelectuales. De tal manera, este científico y su discípulo, Theodore Simón,
elaboraron una prueba para evaluar indirectamente a través del logro académico algunas de las
capacidades intelectuales presentes en los niños. Pocos años después y en una revisión de la escala de
inteligencia de Binet-Simón, aparece el concepto de edad mental como un indicador del desempeño
general de la persona (Anastasi y Urbina, 1998). Posteriormente, entre los años 1910 a 1920, Stern
introdujo el concepto de CI como una relación entre la edad mental y la cronológica. En la década de los
años 30, Wechsler publica la escala de inteligencia para adultos (Wechsler-Bellevue) y en 1949 publica la
escala de inteligencia para niños introduciendo el concepto de CI desviación (CI basado en puntuaciones
típicas o puntuaciones z).
3. Desarrollo de las pruebas de aplicación colectiva: El desarrollo de este tipo de pruebas se vio motivado
por la influencia de las dos guerras mundiales durante el siglo pasado. En efecto, estos instrumentos se
desarrollaron con el objeto de seleccionar contingente para formar parte de las tropas estadounidenses
que participaban en los diferentes movimientos bélicos. De este modo, surgieron en 1914 las pruebas de
aplicación colectiva para la medición de la inteligencia creadas por Arthur Otis. Además, se construyó el
primer inventario de Personalidad estandarizado u hoja de datos personales, construido por Robert
Woodworth en 1917. Esta prueba se utilizó para evaluar trastornos emocionales, la cual fue la base para
la construcción posterior de otros inventarios para la medición de diferentes patologías afectivas. En este
mismo año se desarrollaron los test del ejército Alfa y Beta, siendo el primero para personas alfabetas y el
segundo de aplicación generalizada (Aiken, 2003, Cowles, 1989).
4. Desarrollo de los test factoriales: Estas pruebas surgen de la técnica estadística denominada Análisis
Factorial. Uno de sus principales exponentes fue Charles Spearman, quien, basado en esta técnica,
desarrolló su teoría de dos factores de la inteligencia (Factor g y Factor s, ver en Muñiz, 1998). El análisis
factorial ha sido la base de test tales como el Minnesota Multiphasic Personality Inventory (MMPI), 16
Personality Factor Questionnaire (16 PF de Cattell), Raven’s Progressive Matrices (RPM), entre otros.
Por cierto, la construcción de las pruebas y desarrollo de las técnicas estadísticas para su análisis, no han
ocurrido en el vacío. La vida cotidiana se ha tornado altamente compleja, razón por la cual no es posible
comprender el comportamiento humano si no existen procesos y sistemas de medición ajustados a esas
necesidades de evaluación e intervención (Kazdin, 2001). Hoy en día no sólo existe una disciplina
psicológica más diversificada en áreas de interés y en problemáticas que resolver, sino también, es una
disciplina que cuenta con un apoyo tecnológico mayor para dar cuenta de las variables de interés y de sus
efectos e influencias en el comportamiento (Borges y Sánchez Bruno, 2003).
Dentro de este contexto con una orientación altamente profesionalizante, el psicólogo tiene la necesidad
no sólo de aplicar pruebas válidas y confiables para reducir el error en sus inferencias y predicciones, sino
también, el desafío de manejar destrezas mínimas para evaluar problemas emergentes propios de los
medios sociales y culturales donde realiza su trabajo.
Por lo tanto, el presente capítulo tiene como objetivo plantear algunos conceptos básicos para facilitar la
utilización de los instrumentos de medición por parte de los profesionales de la salud, de cara a optimizar
su quehacer profesional.
Teoría clásica de los test
Los cimientos de la teoría clásica de los test fueron propuestos a principios de siglo XX por Spearman
(Muñiz, 1996). El objetivo central de este enfoque era desarrollar un modelo estadístico que diera un
fundamento sólido a las puntuaciones de los test. Según Muñiz (1998), este es un enfoque que sigue
siendo utilizado para la construcción y análisis de los cuestionarios e inventarios que se utilizan
actualmente debido a que es sencillo de implementar al momento de construir un instrumento y porque
presenta una estructura matemática simple.
La propuesta de Spearman (Modelo Lineal Clásico) que dio origen a la Teoría Clásica de los test fue
desarrollada y extendida por un número importante de autores en el ámbito de la Psicometría. Una de las
características centrales de este modelo es la posibilidad de estimar los errores cuando se aplican
pruebas construidas para medir variables psicológicas. Conviene destacar que en una situación de
evaluación, la puntuación que se registra del sujeto se compone de dos partes, a saber: la puntuación
verdadera y el error (Aiken, 2003; Anastasi y Urbina, 1998; Cronbach, 1998, Muñiz, 1998).
De acuerdo a estos autores, este modelo se puede formalizar del siguiente modo:
X=V+e
Donde, X es la puntuación registrada por el sujeto, V es la puntuación verdadera y e es el error de la
medida. Para dar cuenta de esta situación, Muñiz (1998) plantea que hay tres supuestos:
Supuesto 1: Definir operacionalmente la puntuación verdadera del sujeto en la prueba. Dado que no se
puede administrar reiteradamente un test a un individuo a fin de estimar su puntuación verdadera sin
error, "la puntuación verdadera es la esperanza matemática de la puntuación empírica" (Muñiz, 1996, p.6).
Su expresión formal es:
V = E(X)
Donde, V es la puntuación verdadera; E(X) es la media de las puntuaciones registradas.
Supuesto 2: Ausencia de correlación entre las puntuaciones verdaderas y los errores de medida. Es decir,
no existiría una covariación sistemática entre las puntuaciones y el tamaño de los errores. Su expresión
formal es:
Donde,
es el coeficiente de correlación de las puntuaciones y el error.
Tercer Supuesto: Si se aplicaran correctamente dos test o más, los errores obtenidos se distribuyen
aleatoria mente, razón por la cual, debe existir independencia en las puntuaciones (ausencia de
covarianza) y un coeficiente de correlación igual a cero. Su expresión formal es:
Donde,
y
son los puntajes debidos al error en las pruebas y
correlación entre ambas.
, es el coeficiente de
Según Muñiz (1996), estas tres asunciones serían razonables aunque de difícil demostración. Con
relación a lo aquí expuesto, desde la década de los 60 en adelante se han intentado resolver algunas de
las dificultades de la teoría clásica a través de otras como la Teoría de Respuesta a los Ítems (TRI). En
este contexto, García Cueto (1996) plantea que algunos de los inconvenientes de la teoría clásica de los
ítems son:
1. Dependencia del grupo normativo: Esta situación conlleva que las pruebas reporten indicadores
estadísticos como "el poder discriminativo" o "el índice de dificultad", altamente dependientes de los
promedios obtenidos por el grupo de referencia en la variable que se esta midiendo. En tal sentido, los
valores obtenidos en los diferentes ítems dependerían más de las características de las personas
medidas más que de la capacidad del instrumento para discriminar distintos niveles de la variable de
interés.
2. Coexistencia de distintos coeficientes según como se aplique el test en los diferentes grupos: En esta
situación el evaluador puede influenciar el cambio en los indicadores referidos a la confiabilidad, validez y
homogeneidad de los ítems de una prueba debido a que estos se estiman a través del coeficiente de
correlación de Pearson. Por lo tanto, el valor de estos coeficientes de correlación variarán en función de
variaciones en las situaciones de aplicación de las pruebas. En este contexto, sería necesario que el
evaluador establezca condiciones de control (constancia) que minimicen los efectos asociados a la
situación de evaluación.
3. Dificultad para comparar al mismo sujeto en una misma variable, pero, utilizando diferentes pruebas:
En esta situación, el evaluador debe considerar que la aplicación de formas alternas de una misma
prueba puede dar como resultado diferencias en los niveles de la variable de interés, las cuales, no
reflejarían las diferencias reales en los sujetos evaluados.
4. Dificultad para obtener un coeficiente de confiabilidad que sea estimado con precisión. En esta
situación, el evaluador puede asumir que la aplicación de una prueba en dos momentos distintos acarrea
consigo variaciones estables, lo cual puede afectar las inferencias relacionadas con el coeficiente de
correlación obtenido dado que soslayaría tanto las características de los ítems y la manera en que los
sujetos responden.
5. Asumir que el error típico promedio asociado a la aplicación de una prueba es independiente de la
muestra que la responde: En esta situación, el evaluador debe considerar que las variaciones existentes
en las puntuaciones de una muestra pueden afectar la estimación de la puntuación de un sujeto en el test,
los intervalos de confianza y las comparaciones realizadas.Aún a pesar de estas críticas a la teoría
clásica de los test (las cuales se basan preferentemente en la medición del rendimiento), el evaluador
debería considerar este enfoque para la construcción de escalas y cuestionarios dado que se ajusta a la
necesidad de medir la prevalencia de constructos psicológicos (Hambleton, 1996).
Técnicas de construcción de escalas y cuestionarios
Conceptos básicos
Según Pérez-Pareja (1996), los cuestionarios y escalas son auto informes estructurados. Estos, se
presentan "de manera integrada y en forma de lista o formulación secuenciada" y se encuentran
"constituidos por un formulario de preguntas o aseveraciones ante las cuales el sujeto ha de responder".
En este contexto, los cuestionarios pueden construirse con preguntas que requieren del sujeto evaluado
respuestas dicotómicas como: presencia/ausencia, de acuerdo/en desacuerdo, verdadero/falso, si/no, etc.
En cambio, las respuestas de las escalas pueden darse a nivel ordinal o de intervalo, siguiendo un
formato tipo Likert. Las alternativas de respuesta para este tipo de pruebas pueden ser del tipo: "nada = 0;
algo = 1; bastante = 2; mucho = 3; muchísimo = 4" (Pérez-Pareja, 1996, p.305). Otra forma de respuestas
utilizadas frecuentemente en la medición de actitudes es el diferencial semántico, el cual, contempla
adjetivos opuestos y extremos. Estos adjetivos se relacionan con la actitud del sujeto que responde.
Dentro de la evaluación psicológica, estos instrumentos son de uso masivo y se han implementado en
diferentes áreas como las cogniciones, los rasgos de personalidad y repertorios conductuales. Sin
embargo, se diferencian tanto en la manera en como están construidos así como por el tipo de respuestas
que requieren del sujeto.
Propiedades Psicométricas de los cuestionarios y escalas: Confiabilidad y validez.
Actualmente todas las propiedades psicométricas pueden ser fácilmente analizadas por medio de
programas estadísticos computacionales. A continuación se describen la definición de los conceptos, las
fórmulas y procedimientos de modo de guiar al lector para realizar los análisis correspondientes.
Confiabilidad
La confiabilidad de una prueba (escala o cuestionario) hace referencia a "la precisión, consistencia y la
constancia" que tiene la medida (Álvaro, 1996). Es decir, una prueba aplicada en diferentes ocasiones en
una misma muestra y en condiciones de constancia, debería arrojar resultados similares. Dentro de los
métodos clásicos para estimar los coeficientes de confiabilidad encontramos el uso de formas paralelas,
método de las dos mitades y el de consistencia interna (Aiken, 2003; Álvaro, 1996, Anastasi y Urbina,
1998, Cronbach, 1998, Muñiz, 1998). Cabe señalar que cada uno de estos métodos utliza un estadístico
específico, a saber:
3.2.1-. Formas paralelas o formas alternas: Consiste en la aplicación de ítems equivalentes en dos formas
diferentes a los mismos sujetos. Una vez obtenidos los resultados de su aplicación, se aplica el
coeficiente de correlación de Pearson o su equivalente dependiendo del tipo de datos que las respuestas
conlleven. Para la estimación del coeficiente de confiabilidad en pruebas con ítems medidos a nivel
continuo, se utiliza la siguiente formula:
Donde,
es la puntuación del sujeto i en el ítem X,
es la media de las puntuaciones de X y
es la
desviación estándar que corresponde a una de las formas paralelas del test. Por su parte, los estadísticos
paralelos de la forma del test son:
puntuaciones de Y,
es la puntuación del sujeto i en el ítem Y,
es la media de las
es la desviación estándar.
3.2.2-. Método de las dos mitades: A diferencia del caso anterior, una misma prueba se divide en dos
mitades equivalentes (o nones y pares) y a partir de las puntuaciones en cada una de ellas se obtiene el
coeficiente de confiabilidad mediante un coeficiente de correlación. Dentro de los coeficientes de
correlación desarrollados para este objetivo, encontramos los coeficientes de correlación de Rulon,
Spearman-Brown y el de Guttman.
3.2.2.1 Método de Rulon:
Donde,
test, y
es la varianza de las diferencias entre las puntuaciones observadas de las dos mitades de un
es la varianza de las puntuaciones totales de la prueba.
3.2.2.2 Método de Spearman-Brown: Este estadístico es un ajuste matemático del coeficiente de
correlación de Pearson, el cual se ve seriamente disminuido en caso de ser calculado con la mitad de los
reactivos de una prueba. Además, para la correcta aplicación de esta prueba, se requiere la presencia de
homogeneidad de las varianzas correspondientes a las dos mitades de la misma. Para este contraste de
homogeneidad de varianzas se puede utilizar la prueba de Hartley.
Una vez comprobada la homogeneidad de varianzas, el ajuste de Spearman-Brown contempla la longitud
total de la prueba pese a que el cálculo del coeficiente de correlación se hace a partir de la mitad de los
reactivos de la prueba. Para tal efecto, la formula original del coeficiente de correlación es:
Donde k es el número de veces que aumenta la longitud de la prueba y
original obtenido al aplicar la fórmula de Pearson.
es el coeficiente de correlación
Cuando se realiza el método de las dos mitades con el ajuste de Spearman-Brown, la fórmula de este
coeficiente queda como sigue:
Donde,
es el coeficiente de correlación de Pearson de dos mitades.
3.2.2.3 Método de Guttman: Una variante de los coeficientes de correlación anteriores es el coeficiente de
correlación de Guttman, cuya formula es:
Donde,
es la varianza de una mitad,
es la varianza de la otra mitad y
es la varianza total.
3.2.3-. Consistencia interna: Este procedimiento permite calcular el coeficiente de correlación de los
diferentes ítems de la prueba asumiendo que todas las preguntas evalúan el mismo rasgo. A diferencia de
los anteriores, que evaluaban la confiabilidad dividiendo los ítems de una prueba en mitades, los
estadísticos alfa de Cronbach y Kuder-Richardson consideran el conjunto de correlaciones entre las
posibles mitades que pudieran construirse con todos los ítems. Para calcular la consistencia interna, el
evaluado debe analizar los datos de cada ítem en relación al total de ítems de la prueba (Aiken, 2003;
Álvaro, 1996, Anastasi y Urbina, 1998, Cronbach, 1998, Muñiz, 1998).
3.2.3.1 Coeficiente alfa de Cronbach: En comparación a los estadísticos del punto anterior, este
coeficiente tiene la ventaja de calcular el promedio de todas las correlaciones por mitades en vez de una
sola. Además, permite calcular el aporte individual de cada reactivo a la consistencia interna total de la
prueba. Para tal efecto se aplica la siguiente fórmula:
Donde, N es el número total de los ítems,
es la varianza de las puntuaciones de cada item y
es la
varianza de toda la prueba. En este contexto, si los ítems no se encuentran correlacionados con los
demás, el coeficiente de alfa será cero.
En la medida que exista una mayor ínter correlación, el coeficiente alfa será mayor y, por lo tanto, la
prueba tendrá un mayor índice de consistencia interna.
3.2.3.2 Kuder-Richardson 20: Este estadístico es equivalente al alfa de Cronbach aplicado a preguntas
que se han puntuado de manera dicotómica. Este tipo de respuestas es frecuentemente utilizado en
escalas y cuestionarios en Psicología y que requieren que el sujeto indique si una afirmación es
verdadera o falsa (Ejemplo: 1= Correcto; 0= Incorrecto).
La fórmula para calcular este estadístico es:
Donde,
es la proporción de sujetos que responde correctamente una pregunta o ítem,
varianza total de la prueba, N es el numero total de reactivos.
es la
3.2.3.3 Kuder-Richardson 21: Se utiliza en lugar de la fórmula anterior cuando la proporción de respuestas
correctas no varía en demasía de un ítem a otro, por lo cual, resulta apropiado utilizar la proporción media
(Álvaro, 1996).
La fórmula para calcular este estadístico es:
Donde,
es la proporción media de respuestas correctas para todos los ítems de la prueba,
varianza total de la prueba, N es el número total de reactivos,
correctas.
es la
la media de la cantidad de respuestas
Validez
La validez puede ser entendida como un índice de seguridad de que una prueba mide el constructo que
se intenta medir. Específicamente, la validez se ha definido como el grado en que una prueba
correlaciona con un criterio externo que mide el mismo constructo, el cual puede ser otro test o unas
puntuaciones predichas (Álvaro, 1996; Paz, 1996). En este contexto, el criterio externo es el que indica si
el test es válido para los fines que se ha construido. Sin embargo, la validez es un concepto que involucra
aspectos experimentales, estadísticos y filosóficos (Wilcox, 2003). Diversos autores señalan la existencia
de diferentes tipos de validez (Aiken, 2003; Álvaro, 1996, Anastasi y Urbina, 1998, Cronbach, 1998,
Muñiz, 1998), los cuales pueden reducirse a tres tipos, a saber:
3.3.1 Validez de Contenido: Se refiere a la relevancia del contenido de la prueba la cual se puede
establecer a través de la representatividad de los ítems que la componen, así como también, la totalidad
del campo o rasgo objeto de la evaluación. En otras palabras, un test tendrá este tipo de validez si la
totalidad de preguntas que se han incluido en él son una muestra representativa y extensa del rasgo que
se está midiendo. Sin embargo, es oportuno señalar que el índice de validez de contenido depende de las
personas que construyen la prueba, así como el grado de conocimiento del área evaluada. Una de las
formas más fáciles de calcular este tipo de validez es el coeficiente de acuerdo entre jueces o interjueces
(índice conocido como CAI; en León y Montero, 2002; Cohen y Swerdlik, 2001). El coeficiente de acuerdo
interjueces, se calcula elaborando una pauta donde se le pide a un juez experto que indique si cada uno
de los reactivos de una prueba miden o no, el constructo en cuestión. De este modo, este procedimiento
permite medir el grado de acuerdo o consistencia que existe entre 2 o más evaluadores (jueces,
expertos), acerca de la validez de contenido de los reactivos presentados.
La fórmula para realizar este cálculo es la siguiente:
Donde,
corresponde al numero de jueces o evaluadores que considera apropiado un reactivo, y
corresponde al número total de jueces que evalúa dicho reactivo.
3.3.2 Validez referida a un criterio externo: Dado que este tipo de validez refiere al grado de correlación
entre el test construido y un criterio externo, encontramos dos sub tipos, a saber:
a-. Validez concurrente: Se refiere al índice de correlación existente entre la prueba construida y otra
prueba que evalúan el mismo rasgo. Este indicador se obtiene mediante el coeficiente de correlación de
Pearson
b-. Validez predictiva: Este tipo de validez se utiliza cuando el evaluador pretende hacer predicciones en
una variable sobre la base a las puntuaciones de las puntuaciones obtenidas en la prueba. En otras
palabras, indica el grado en que las puntuaciones en una variable criterio futura se correlaciona con las
puntuaciones predichas por los resultados de la prueba aplicada. El indicador del índice de validez se
obtiene mediante la regresión de la puntuación de la prueba sobre la variable criterio. El estadístico
utilizado es la regresión lineal simple.
3.3.3 Validez de Constructo: Este tipo de validez se refiere a la definición clásica que se ha dado de
validez. En otras palabras, que la prueba aplicada evalúe todos los componentes del rasgo que intenta
medir. Esta validez hace referencia al grado de concordancia entre los resultados obtenidos al aplicar una
prueba y los planteamientos o hipótesis teóricas existentes sobre el campo o rasgo evaluado (Alvaro,
1996).
El proceso de construcción de una prueba
Este procedimiento permitirá al evaluador obtener los indicadores de los constructos que requiere medir
en su investigación. En tal sentido, es oportuno subrayar que cuando el investigador construye un
instrumento debe tener presente que:
a) Un mismo constructo se puede manifestar a través de múltiples variables observadas y,
b). Una misma variable puede reflejar distintos constructos.
Dentro de las estrategias para la elaboración de instrumentos, el investigador puede llevar a cabo su tarea
según los objetivos que desee alcanzar. En tal sentido, según Miguel-Tobal (2001) encontramos tres
estrategias diferentes para su elaboración a saber: racional, empírica y factorial.
Estrategia Racional: Consiste en la elaboración de reactivos basado en el contenido de la teoría que esta
a la base de un constructo que el evaluador tiene por interés en medir.
Estrategia Empírica: Consiste en la elaboración de reactivos basado en el interés de discriminar entre
grupos de sujetos que presentan la variable a evaluar en distinto grado (Por ejemplo, sujetos normales v/s
sujetos ansiosos).
Estrategia factorial: Los ítems son seleccionados de acuerdo a criterios estadísticos acerca de la
distribución de factores que conforman un constructo. Por ejemplo, si estamos midiendo el constructo de
inteligencia g, los reactivos que evalúan lenguaje y aritmética (ámbitos teóricamente diferentes) se
agruparían
en
factores
distintos
dentro
de
este
constructo.
Adoptando alguna de estas estrategias, el evaluador puede alcanzar los objetivos que persigue al
construir un instrumento pasando por una serie de fases:
FASE 1: Conceptualización del Constructo.
Esta fase tiene por objeto identificar y generar las dimensiones a evaluar por el instrumento. Para tal
efecto, el investigador debe hacer una revisión teórica y/o realizar entrevistas semi estructuradas para
identificar las dimensiones emergentes del constructo.
FASE 2: Construcción de los ítems o reactivos.
En esta etapa, y de acuerdo con las dimensiones pre-establecidas, el evaluador debe redactar los
reactivos correspondientes a cada ámbito o factor que se va a medir. En tal sentido, a fin de seleccionar
los ítems que presenten mayor validez y consistencia, se sugiere la construcción del triple de los reactivos
necesarios para el instrumento o la escala definitiva.
FASE 3: Aplicación de la prueba inter-jueces.
Los reactivos construidos según los criterios de la etapa anterior deben ser evaluados a través del criterio
de expertos. En tal sentido, se requiere que para el análisis y pertinencia de los mismos, al menos 10
profesionales expertos en la temática procedan a evaluar la validez de contenido muestral de cada uno de
ellos.
Previo a este paso (evaluar validez de contenido), se utilizan pruebas estadísticas que entregan
indicadores acerca del grado de acuerdo de los expertos. Dependiendo del nivel de medición de los
reactivos, algunas de las técnicas que se pueden utilizar son el índice de concordancia de Kendall, el
coeficiente de acuerdo inter jueces o el coeficiente Kappa.
FASE 4: Aplicación Piloto.
Esta etapa se debe aplicar la prueba en una muestra que es no objeto de intervención posterior (muestreo
no probabilística de tipo accidental), y que tiene por objeto evaluar aspectos propios de la administración
de la prueba tales como: nivel de comprensión los ítems, de las instrucciones de la prueba y tiempo de
respuesta. Posteriormente, en función de esta muestra, se realiza un análisis preliminar de la confiabilidad
del instrumento a fin de evaluar la consistencia interna del mismo y eliminar ítems con varianza cero (con
ausencia de discriminación).
FASE 5: Aplicación y ensamblaje definitivo del instrumento.
Para este propósito, se toma una muestra normativa con el objeto de obtener los indicadores
psicométricos definitivos de confiabilidad y de validez. Esta muestra requiere ser de tipo probabilística y
estratificada proporcional, cuyo tamaño definitivo se puede calcular con un error de muestreo y nivel de
significación de a = 0.05 o bien a = 0.01.
Según el tipo de prueba elaborada, se pueden obtener índices de confiabilidad y validez. Para la
confiabilidad se utilizan la consistencia interna (Por ejemplo Alfa de Cronbach. Ver apartado 3.2.3.1 de
este capitulo), y para la validez del instrumento, aplicar el Análisis Factorial Exploratorio y Confirmatorio.
Igualmente, existen otros aspectos relacionados con los instrumentos de medición como el tipo de
reactivos que se utilicen, la escala para su ponderación, que determina diferencias respecto a la
interpretación de los resultados de las puntuaciones en relación a grupos de referencia específicos que se
busca evaluar, los cuales, sirven para realizar inferencias respecto a la prevalencia, adecuación,
diferenciación y, finalmente, evaluación del constucto de interés.
En este sentido, Cohen y Swerdlick (2001) realizan una distinción entre los instrumentos destinados a
evaluar una variable con base a una norma (rendimiento general de la población de interés), y los
instrumentos referidos a un criterio (determinar si la persona que responde la prueba posee, en mayor o
menor medida una variable de interés). De esta forma, los instrumentos con referencia a una norma,
expresan la cantidad o calidad que posee una persona en una variable o constructo que se desea
evaluar, teniendo como base la prevalencia del constructo en la población general.
Por otro lado, las pruebas con base a un criterio, permiten discriminar entre grupos con características
particulares, sean estos un constructo psicológico, una psicopatología, o una habilidad particular.
Dificultades de la medición
A fin de favorecer que el instrumento de medición tenga la calidad suficiente para medir los factores
propios de los constructos de interés, el evaluador debe considerar que las respuestas de los
participantes pueden estar sujetas a fuentes de errores, las cuales generan distorsiones (Garriga, 2001).
Estas distorsiones de las respuestas probablemente afecten los resultados del instrumento a pesar del
contenido que tenga. Miguel- Tobal (2001) señala como tipos de distorsiones de respuestas la simulación
o falseamiento, la deseabilidad social y las tendencias de respuestas.
Simulación o falseamiento: Ocurre cuando el sujeto que responde el instrumento busca de manera
voluntaria falsear las respuestas y con ello, el resultado que arroja el instrumento, escala o cuestionario
que se le aplique. A fin de reducir este fenómeno, se han utilizado dos estrategias:
1. Persuadir mediante las instrucciones a la persona que responde a que lo haga con honestidad en aras
de la valoración de su colaboración y de la utilidad de los resultados.
2. Incluir escalas de sinceridad en el instrumento a fin de detectar los casos en que las personas que lo
responden están falseando la información.
Deseabilidad Social: Ocurre cuando el sujeto emite de manera inadvertida respuestas que de manera
consistente dan una mejor imagen de sí mismo. Una de las estrategias que se han desarrollado para
controlar
esta
distorsión
es
la
incorporación
de
escalas
de
sinceridad.
Tendencias de respuestas: Ocurren cuando el sujeto responde de manera consistente en función del
formato de respuesta exigido en vez de responder al contenido del ítem. Dentro este tipo de distorsión
encontramos dos subtipos, a saber:
1. Aquiescencia o asentimiento: Es la tendencia a responder de manera afirmativa sin considerar el
contenido de los ítems. Generalmente este tipo de casos ocurre cuando el formato de respuesta es
dicotómico (Ejp: Sí o No, Verdadero o Falso, etc).
2. Errores escalares: Es la tendencia de los sujetos a responder en el centro de la dimensión del continuo
por sobre los extremos. Estas respuestas ocurren de manera inadvertida e involuntaria y sin considerar el
contenido del ítem. Para abordar esta distorsión se ha desarrollado pruebas estadísticas que lo midan.
Desafíos
En el contexto de una crítica a la verdadera industria que se ha generado alrededor de la construcción de
instrumentos de medición, y particularmente a las pruebas de inteligencia y evaluación de Aptitudes
(como las pruebas de selección universitaria) se ha planteado que la medición es un área de la disciplina
psicológica, claramente susceptible a cambios en las demandas económicas de la sociedad, mas allá del
verdadero interés científico por medir, evaluar e influenciar constructos de interés (Stenberg, 1992). Por
ejemplo, la medición de la inteligencia así como de otros procesos psicológicos (la personalidad, las
psicopatologías, las cogniciones y los auto reportes de comportamientos) no son una tarea fácil dado que
son constructor latentes y susceptibles de observación de manera indirecta a través de las respuestas
manifiestas de un sujeto a un conjunto de ítems, razón por la cual, se requiere de modelos cada vez más
sensibles y refinados para dar cuenta de los factores en estudio (Meijer y Baneke, 2004). Sin embargo,
los métodos utilizados por varios evaluadores no ha cambiado mucho desde sus inicios a comienzos del
siglo XX, y las diferentes pruebas, escalas o cuestionarios en general, no varían mucho, simplemente se
actualizan sus contenidos, de acuerdo al paso del tiempo.
La mayoría de los "consumidores" de instrumentos de medición, desea obtener pruebas que ayuden a
predecir el rendimiento de las personas en un dominio particular, así como pruebas que sean consistentes
con sus formas alternas o su aplicación consecutiva. Igualmente, la estandarización (o la adecuación
empírica de una prueba desarrollada en un contexto distinto de aquel en que se aplica), pasa a ser
fundamental para el usuario de los instrumentos de medición psicológica (Stenberg, 1992). La correlación
con otras pruebas que midan un constructo similar, así como la facilidad de administración e
interpretación, la objetividad de las puntuaciones y la apreciación del costo/beneficio; son todos aspectos
que el autor destaca a la hora de optar por un instrumento en particular. Sin embargo, la mayoría de las
pruebas de personalidad, inteligencia y aptitudes existentes en el mercado, cumplen con estos y otros
criterios psicométricos de forma adecuada. Por lo tanto, el principal sentido de continuar desarrollando
instrumentos en esta área ha sido la búsqueda de instrumentos que reflejen los avances teóricos de la
conceptualización de la inteligencia y las aptitudes, más allá de las propiedades psicométricas particulares
de un instrumento específico.
De igual forma, Millon (2003), reconoce que la psicología clínica, así como la conceptualización empírica
de la psicopatología, amerita la consistencia entre teoría, constructos y variables particulares con los
instrumentos diseñados para medirlos, buscando la correspondencia empírica entre el constructo,
tratamiento, evaluación e intervención psicológica. Cronbach (1998), así como Kerlinger y Lee (2001),
también reconoce que el desafío fundamental de la elaboración y utilización de instrumentos consiste en
determinar cómo medir de forma apropiada un constructo (validez), así como la apreciación de la utilidad
del instrumento que se utilice para evaluarlo.
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PRINCIPALES MODELOS TEÓRICOS EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD
Pablo Vera-Villarroel
Pablo Livacic-Rojas
Ana María Fernández
Luis Oblitas
Introducción
La Psicología de la Salud es una rama de la Psicología que emerge en la década de 1970 y que se
orienta a evaluar y modificar los comportamientos de la salud con relación a la enfermedad. Según
Fernández, Amigo, Pérez Álvarez y Fernández-Hermida (2003), los ámbitos de aplicación de Psicología
de la Salud son los de promoción en salud, prevención de las enfermedades, evaluación y tratamiento de
enfermedades específicas y, evaluación y mejora del sistema sanitario. En este sentido se han
desarrollado diversas técnicas, procedimientos y modelos teóricos que buscan describir y explicar las
variables que afectan los comportamientos en Salud. Así, el presente capítulo tiene por objetivo hacer una
revisión acerca de los diferentes modelos de salud y las implicancias que conlleva su aplicación e
implementación como programas de intervención de corto alcance (terapia) o de largo alcance
(programas sociales de intervención comunitaria, regional o nacional), y de la misma forma, mostrar de
manera resumida los principales modelos en los que se basan la mayoría de las escalas y cuestionarios
en Psicología de la Salud.
Comportamiento y Salud
Conforme el ser humano va transitando por diferentes períodos del desarrollo, sus repertorios
conductuales se van haciendo más complejos y a la vez más extensos, lo cual, permite que el individuo
sea capaz de enfrentar las contingencias del medio tanto de manera directa como indirecta. Ciertamente,
estos cambios en el comportamiento no ocurren en el vacío, sino que se asocian con procesos
fisiológicos relacionados con la maduración y con el aprendizaje. En este contexto, el aprendizaje es
relevante para analizar y explicar los comportamientos relacionados con la salud, es decir, permite dar
cuenta en términos de causalidad múltiple la conducta saludable como la de enfermedad (Vera-Villarroel,
1999).
Dado lo anterior, el hecho que una persona realice o no una determinada conducta puede aumentar la
probabilidad de adquirir o no una enfermedad, así como también, una vez adquirida una enfermedad,
formar parte activa del tratamiento mediante acciones que permitan la mejoría. En otras palabras, la
conducta o comportamiento de la persona es parte importante dentro de la ecuación funcional dado que
ésta se encuentra influida por los principios del aprendizaje que permiten aislar aquellos factores o
variables relacionados con la adquisición, mantenimiento y/o eliminación de diferentes conductas
saludables o no saludables. Por ejemplo, si analizamos un simple resfrío podemos observar que existen
diferentes probabilidades de adquisición o no del mismo si es que la persona se abriga o no ante cambios
de temperatura, si ha existido una alimentación previa adecuada o, si existen pocos factores estresantes
que influyan sobre el sistema inmunológico. De igual modo sucede con el tratamiento una vez padecidos
los síntomas del resfrío. Es decir, consumir fármacos, jugos de frutas que contengan altos niveles de
vitamina C y guardar cama entre otros (Vera-Villarroel, 1999). En todo ello está implicado que el sujeto
realice o no ciertas conductas que ha aprendido. Esta adquisición de comportamientos es explicada
adecuadamente por los principios de la Psicología del Aprendizaje.
Aunque lo anterior parezca una perogrullada dado el alto volumen de información existente acerca de los
riesgos que conlleva el no emitir determinadas conductas para prevenir enfermedades, no es menos
cierto que sorprende y preocupa la inconsistencia que existe en el comportamiento saludable y los índices
de distintas enfermedades a nivel mundial. De igual modo, sorprende que el alto volumen de investigación
y de publicaciones no tenga como consecuencia resultados que generen teorías y propuestas de
intervención más consistentes a nivel de políticas públicas (Silva, 1997).
Probablemente, una de las causas de este panorama esté basada en que las enfermedades se adquieran
por desconocimiento de la información, porque su sobreabundancia provoca desorientación sobre qué
conducta seguir, o bien, porque en muchos de los estudios no prospectivos, los investigadores se centran
sólo en las condiciones presentes sin atender a aquellos factores que pudieron haber estado presentes
previos a la ocurrencia del cuadro.
Así, Bayés y Ribes (1992; Ribes, 1990) han señalado en su modelo psicológico de la salud biológica que
muchas de estas conductas de enfermedad estarían explicadas porque las consecuencias negativas de la
conducta no saludable no son inmediatas, sino que están diferidas en el tiempo (Bayés y Borrás, 1999).
En este sentido, estas dificultades serían problemas de contingencias entre las consecuencias y los
comportamientos. Según Ribes (1990) y Piña (2003) dentro de los comportamientos para prevenir la
cronicidad de estados y del deterioro del individuo encontramos la promoción de conductas de adhesión
al tratamiento, la eliminación de conductas que interfieren en la eficacia de tratamientos biomédicos y el
aumento de la inmunocompetencia por reducción de las reacciones de estrés. Algunos ejemplos de ello
se observan en la conducta de fumar, consumir alcohol, la ausencia de uso del preservativo para prevenir
VIH/SIDA y el embarazo no deseado y el consumo de estupefacientes entre otros.
En este contexto, Silva (1997) señala que aún en el ámbito de la epidemiología esta situación no es del
todo alentadora dado que con cuatro décadas de costosas e intensas investigaciones, los resultados
obtenidos respecto a determinar las causas de las conductas de riesgo son decepcionantes. Este autor
señala que, conductas de riesgo como el hábito de fumar, consumo de grasas saturadas y sedentarismo
son factores muy inespecíficos para dar cuenta de padecer dificultades de salud porque la mayoría de los
enfermos no se encuentran afectados por ellos, por lo tanto, son de escaso valor predictivo. Por ejemplo,
los resultados obtenidos por el Pooling Research Group en 1978 mostraron que sólo cerca del 10%
(sobre una muestra de 7.000) de las personas a quienes se les evaluó la presencia de cardiopatías
presentaban las conductas de fumar y ser hipercolesterolémicos e hipertensos. De este reducido grupo,
sólo el 13% tuvo ataque cardíaco en el siguiente decenio.
Lo anteriormente expuesto nos entrega luces de cuan relevante son los modelos que se desarrollen para
dar cuenta de los comportamientos relacionados con la salud y cuan predictivos resultan junto a otros
factores para padecer una enfermedad. Esto cobra mayor relevancia si consideramos que el campo de la
Psicología de la Salud es la intersección entre factores relacionados con la modificación de los estilos de
vida y la aparición o evolución de enfermedades que pueden conducir al aumento en los índices de
morbilidad en la población (Florez-Alarcón, 2000). Aún teniendo presentes estas ventajas, es oportuno
señalar que la interacción entre el modelo psicológico y el biomédico se ve favorecida por la falta de
consistencia que cada uno por si sólo es capaz de entregar para dar cuenta de los comportamientos
relacionados con la salud y la enfermedad (Fernández et al, 2003).
Otra variante es las posiciones que señalan que las conductas saludables más que verse explicadas por
las creencias que individuo tiene acerca la probabilidad de adquirir una enfermedad, ésta debería
explicarse por las relaciones conducta verbal-conducta motora del individuo en relación con las variables
antecedentes y consecuentes. Puesto que esta propuesta se basa sobre desarrollos teóricos recientes,
aún los resultados no logran dar un panorama que permita aunar los factores comunes a la conducta
saludable (Moreno y Roales-Nieto, 2003).
Paralelamente a los enfoques expuestos, algunos modelos cognitivos han intentado dar cuenta del
comportamiento saludable a partir de las actitudes y creencias que las personas tienen, dado que éstas
serían las determinantes para explicar las acciones de auto cuidado o enfermedad y, finalmente, el que se
realice o no un determinado comportamiento saludable.
Modelo de creencias en salud
El modelo de Creencias de la Salud (MCS) surgió en los años cincuenta, a partir de los trabajos
realizados por algunos psicólogos sociales en el servicio de salud pública de Estados Unidos, quienes
buscaban respuesta a los resultados limitados de varios programas de prevención sanitaria (Paéz,
Ubillos, Pizarro y Canelón, 1994). Este modelo ha sido uno de los más utilizados en Psicología de la
Salud para dar cuenta de los comportamientos saludables y preventivos de la enfermedad (Moreno y
Roales-Nieto, 2003). Como modelo, se encuadra en una línea de teorías cognoscitivas, que plantean al
ser humano como un ser racional que busca maximizar los beneficios y minimizar los costos o riesgos de
su conducta (Paéz et al., 1994). Es necesario tener presente, sin embargo, que a pesar de su alta difusión
y puesta en práctica, diferentes investigaciones han reportado resultados más bien contradictorios
respecto a su validez explicativa (Moreno y Roales-Nieto, 2003).
El Modelo de Creencias de la Salud supone que las acciones preventivas son función de la preocupación
que tiene una persona por evitar una enfermedad y la creencia de que una o algunas acciones de salud
determinada prevendrán la enfermedad (Becker, 1990; Rosenstock, Strecher y Becker 1988).
Los componentes de este modelo son:
1. La preocupación general por la salud: Es la creencia que tiene la persona que la reducción de las
amenazas a la salud es algo importante y positivo.
2. La susceptibilidad percibida: Está constituida por la percepción que tiene la persona del riesgo de
contraer la enfermedad.
3. La severidad percibida: Son las creencias que tiene la persona acerca de las consecuencias de
contraer la enfermedad.
4. Las barreras y facilitadores psico-sociológicos: Estos son el resultado de la comparación entre los
costes y beneficios percibidos por realizar la conducta preventiva.
5. La percepción de autoeficacia: Es la expectativa que tiene la persona sobre sí misma en torno a ser
capaz de ejecutar una acción dada, en forma exitosa. Esta variable se incorporó recientemente, tomada
de la teoría cognoscitiva social de Bandura (1987), a fin de explicar cambios de largo alcance,
particularmente en el caso de enfermedades crónicas y modificar hábitos de larga data.
En consecuencia, "el Modelo de Creencias de la Salud postula que para que ocurra un cambio en la
conducta de la salud de una persona en la dirección deseable, ésta deberá sentirse amenazada con su
patrón de comportamiento presente, creer que el cambio será beneficioso para ella, creer que éste tendrá
un mínimo de consecuencias negativas y sentirse competente para ejecutar la debida acción" (Collazo,
1994, p. 28). En el modelo se contemplan además las claves para la acción, los estímulos internos como
síntomas de una enfermedad o externos (los anuncios en los medios de comunicación, relaciones
interpersonales) y, avisos escritos que impulsen a la persona al cambio conductual deseable. No
obstante, el efecto de estos estímulos, hasta el momento, ha sido poco estudiado (Latorre y Beneit, 1994).
Gráfica 2 - Esquema del Modelo de Creencias de la Salud
(Adaptado de Becker, 1990; Collazo, 1994).
Análisis empírico e investigaciones en el área de la salud
Este modelo ha sido utilizado para generar investigación en el campo de la promoción de la salud y del
cumplimiento de tratamiento médico. Algunas de las conductas preventivas que se han estudiado son:
inoculación contra enfermedades, profilaxis dental, chequeos generales preventivos, tabaquismo, auto
exámenes en la detección temprana de tumores malignos y dietas para el control de la obesidad, entre
otras. Los últimos estudios generados por este modelo tratan, de forma importante, sobre la conducta
sexual y la prevención de VIH, no obstante los resultados en torno al poder predictivo de sus variables, en
algunos casos no son lo bastante claros, a pesar de su importancia y nivel de influencia en el campo de la
Psicología de la salud (Latorre y Beneit, 1994). Sin embargo, cabe destacar que en todos los estudios y
para los diferentes comportamientos de la salud, las barreras percibidas resultan ser el mejor predictor
entre todas las variables del modelo, seguido por la susceptibilidad y finalmente, la severidad presenta
una escasa relevancia pronostica cuando la conducta de salud es preventiva, aumentando su influencia
cuando la persona se encuentra enferma (Collazo, 1994).
Modelo de la acción razonada
Un modelo similar al de las creencias de la salud, aunque enraizado en el marco más general de las
investigaciones sobre actitudes, es la teoría de la acción razonada de Fishbein y Ajzen (Ajzen y Fishbein,
1980; Fishbein y Ajzen, 1975). Este modelo busca la integración de factores actitudinales y
comportamentales para explicar las conductas de salud de tipo volitivo. En esta teoría el concepto central
lo constituye la intención conductual que es entendida como la causa primera de la conducta y
operacionalizada como el juicio probabilístico que emite un sujeto acerca de ejecutar o no ejecutar un
comportamiento (Morales y Moya, 1994). No obstante, la intención conductual depende directamente de
las actitudes, las cuales, a su vez, son función de las creencias acerca de las consecuencias de la
conducta en cuestión y las normas sociales que influencian la posibilidad de ejecutar una conducta.
Los componentes del modelo son:
1. Actitud hacia la conducta: Son las creencias que tiene la persona en torno a los efectos que tendrá la
acción y de la evaluación que realiza acerca de sus probables consecuencias.
2. Norma subjetiva: Es la percepción que la persona tiene acerca de lo que los otros significativos piensan
acerca de si uno debería o no realizar una conducta de interés y de su motivación para cumplir con dichas
creencias. Se encuentra basada en los referentes normativos que pueden sustentar el comportamiento
(padres, amigos, etc) y junto con las actitudes hacia la conducta influencian las intenciones conductuales
(Albarracín et al., 2000).
3. Creencias sobre las consecuencias de la Conducta y la posterior evaluación de las consecuencias.
4. Creencias normativas: Son los supuestos que la persona tiene acerca de lo que los demás esperan de
ella. En otras palabras, refiere a la motivación para acomodarse.
5. La intención conductual: Es el elemento "gatillante" de la conducta (Latorre y Beneit, 1994).
Gráfica 2 - Esquema del Modelo de la Acción Razonada
(Adaptado de Ajzen y Fishbein, 1980).
Análisis
empírico
e
investigaciones
en
el
área
de
la
salud
Este modelo fue modificado en dos puntos relevantes. Por una parte, plantean que la conducta previa
afecta tanto a las actuales intenciones conductuales como a la conducta futura y, por otra parte, que las
actitudes pueden influir directamente en la conducta además de influirla indirectamente por medio de las
intenciones conductuales. El aumento de la capacidad explicativa se extendió gracias a la inclusión de
estos factores, situación que fue demostrada en algunos trabajos sobre ingestión de alcohol y drogas y
que posteriormente han sido aplicados a diversas áreas de la investigación en salud (Páez, Ubillos y
Pizarro, 1994).
Otro factor que se incluyó recientemente en el modelo, es la medición de las actitudes no sólo ante la
conducta, sino también frente a alternativas conductuales (por ejemplo, usar o no preservativo). Este
elemento ha mostrado en varias investigaciones aumentar la capacidad predictiva del modelo (Tesser y
Shaffer, 1990).
El modelo de la acción razonada ha generado un gran número de investigaciones en el campo de la
salud; control de obesidad, drogadicción, aseo dental, planificación familiar y prevención de VIH, entre
otras (Fishbein, 1990; Latorre y Beneit, 1994).
Modelo del Comportamiento Planeado
Con la finalidad de ampliar el Modelo de la Acción Razonada, Ajzen en 1988 adicionó un componente que
denominó percepción de control de la conducta. Este factor intenta predecir las conductas voluntarias e
involuntarias (Ajzen y Madden, 1986; Madden, Sholder y Ajzen, 1992). El control percibido hace
referencia a la percepción de obstáculos internos (falta de habilidades, competencias) y externos o
situacionales (accesibilidad, colaboración de otros (Páez, Ubillos y Pizarro, 1994), factor que ha mostrado
tener efectos directos e indirectos sobre la conducta, en niveles incluso mayores que la intención
conductual (Chaiken y Stangor, 1987).
De igual forma, se ha descubierto que existe una tendencia bastante extendida entre las personas
denominada Ilusión de Control, que consiste en la tendencia a tener la ilusión optimista de su capacidad
de controlar la realidad (Páez, Ubillos y Pizarro, 1994), factor que, aplicado al ámbito de la salud indicaría
en que medida las personas se sienten controlando sus conductas preventivas o de tratamiento. En el
caso que la persona se encuentre enferma, se presentaría un sesgo positivo que ha resultado ser un
factor explicativo en conductas de riesgo y prevención (Chaiken y Stangor, 1987).
Existen investigaciones donde el control percibido ha resultado ser relevante como factor predictivo y
explicativo de conductas preventivas en salud como es el caso del uso del cinturón de seguridad,
conducta sexual en jóvenes, y reducción de peso (Collazo, 1994).
Aportando de esta forma la inclusión de una variable que contribuye a la conformación de un cuerpo
teórico y empírico más comprensivo en el área de la Psicología de la salud.
Un ejemplo de su aplicación ha sido la aplicación del modelo del comportamiento planeado en las
conductas de tránsito (Moyano, 1997; Olivos y Martínez, 1999). Esta línea de trabajo ha resultado ser un
aporte a la aplicación de este modelo en problemas contingentes y de relevancia social. De esta forma,
nuevos estudios han abordado una gran variedad de campos, destacándose la aplicación al área de la
conducta sexual, en pro de aportar al desarrollo de la prevención del VIH (Petty, Wegener y Fabrigar,
1997).
No obstante lo anterior y, como fue desde sus comienzos, este modelo y su aplicación al campo de la
salud continúan en pleno desarrollo, enfrentando nuevos desafíos y campos a explorar.
Teoría de la cognición social
La teoría da la cognición social desarrollada por Albert Bandura es una teoría psicológica general y que
ha influido de gran forma en la explicación y predicción de la conducta de la salud. Este autor plantea que
la implementación de conductas preventivas y de tratamiento de enfermedades, requiere que las
personas influyan en su propia motivación y conductas. En esta línea el aumento de conocimiento sobre
los riesgos para la salud de las personas constituye un elemento imprescindible para el cambio
autodirigido (Bandura, 1987).
De acuerdo con este autor, la conducta autorregulada es la clave tanto para el cambio conductual como
para su mantenimiento. Para que dicha conducta se implemente, la persona requiere de la adquisición de
destrezas, competencias y de una fuerte creencia en sus propias capacidades para ejercer control sobre
éstas.
Así desde este marco conceptual, el cambio de la conducta estaría en función de:
1. Las expectativas de logro que tiene la persona de ejercer la conducta.
2. Las expectativas de logro sobre su capacidad para ejecutar la conducta en forma exitosa.
Si estas expectativas son negativas, anulan el potencial motivacional de las expectativas de logro. Las
expectativas de logro sobre su capacidad para ejecutar la conducta se agrupan en el concepto de
Autoeficacia y se postula que afectaría directamente el pensamiento, la motivación, el afecto y finalmente
la acción (Glasman, Acosta y Albarracín, 1997).
Bandura desarrolló un programa de aplicabilidad de su modelo, mediante un trabajo relacionado con la
instauración de conductas preventivas en VIH, mostrando que este resulta aplicable a cualquier tipo de
problema da salud. El autor, propone tres componentes necesarios para generar un cambio autodirigido,
a saber:
1-. La información es una precondición para el cambio: Las personas deben ser informadas y tener
conciencia en cuanto a la existencia de enfermedades y riesgos para la salud, factores predisponentes a
la enfermedad, formas para impedir el contagio o medidas de tratamiento que se debe seguir, en el caso
de que la persona se encuentre enferma, aunque las evidencias empíricas muestran que el conocimiento
es una condición necesaria pero no suficiente para el cambio (Koniak y Brecht, 1997).
2-. El desarrollo de destrezas y capacidades sociales son necesarias para ejecutar el cambio: Una vez
que las personas se han auto convencido de que deben efectuar un cambio en sus conductas de salud,
éstas deben desarrollar habilidades para llevarlo a cabo.
3-. El perfeccionamiento y dominio de las destrezas adquiridas: Las personas deben manejar las
habilidades adquiridas de forma proficiente y espontánea, esto contribuye al desarrollo de la auto eficacia.
Algunos trabajos que se han realizado utilizando este programa han mostrado resultados positivos,
ejemplo de ello ha sido que jóvenes que recibieron este tipo de intervención mostraron mayor nivel de
conocimiento y actitudes más favorables al uso del condón que un grupo de control (Collazo, 1994).
Diversos estudios respaldan la relación entre auto eficacia y conducta de la salud tales como disminución
del consumo de grasas, uso de preservativos, dejar de fumar (Bandura, 1987). Un ejemplo más específico
de este respaldo empírico lo constituyen los estudios de auto eficacia y su relación con las conductas de
salud. En todas estas investigaciones la auto eficacia resultó ser un predictor consistente del cambio
exitoso de la conducta, tanto a corto como a largo plazo. Otros estudios han mostrado que una
percepción positiva de auto eficacia reduce el dolor e inflamación en pacientes con artritis reumatoide, y
para concluir de nombrar algunos ejemplos de la influencia y poder explicativo de este factor, cabe
mencionar que junto con las expectativas de logro, la auto eficacia resultó ser un buen predictor de la
intención de realizar conductas preventivas del cáncer de seno (Collazo, 1994).
Modelo Transteórico
Este modelo es conocido también como un modelo de Estadios de Cambio, propuesto por Prochaska y
DiClemente (1982; Prochaska y DiClemente, 1992). La tesis central de esta aproximación es que las
personas pasan por diferentes etapas dentro de un proceso de cambio independiente de la naturaleza de
la intervención. Los sujetos, por lo tanto, deben pasar por cada uno de ellas antes de realizar el cambio
definitivo o terapéutico. Este modelo cuenta con diversas áreas de aplicaciones, siendo principalmente el
área de adicciones (consumo de cigarrillos, drogas y alcohol) donde se cuenta con mayor apoyo empírico
en la actualidad (Sanabria, Alvarez, Hurtado y Trujillo, 2000).
Las etapas o estadios por las que un sujeto pasa antes de cambiar sus comportamientos son:
1. Precontemplación; Aquí los sujetos no perciben el problema, es decir, no evalúan como dañino sus
conductas, presentando entonces ninguna intención de cambio.
2. Contemplación; Aquí los sujetos piensan en cambiar su conducta aunque solo se queda esto a nivel
cognitivo y no se traduce en una conducta motora. Los sujetos consideran que deben cambiar su
conducta, han analizado que no es conveniente continuar con esos hábitos y que, por lo tanto, es
perjudicial
continuar
así.
Sin
embargo,
no
hacen
ningún
plan
de
cambio.
3. Preparación; En esta etapa los sujetos empiezan a elaborar planes para el cambio, ejemplo pueden
iniciar una terapia o programa de rehabilitación e interrumpirlos. También realizan cambios iniciales y
pequeños, por ejemplo disminuir el consumo. Se ha planteado que esta etapa tiende a durar hasta 6
meses
aproximadamente.
4. Acción; Aquí los sujetos realizan los verdaderos cambios. Se comprometen por ejemplo a un verdadero
programa de rehabilitación o terapia siguiendo todo el proceso. Tiende a durar seis meses
aproximadamente.
Aquí
es
donde
el
cambio
puede
ser
efectivo.
5. Mantenimiento: Esta etapa se caracteriza por el mantenimiento del cambio. Aquí es crucial el prevenir
las recaídas y el adquirir un nuevo estilo de vida. Es decir el sujeto pasa a adquirir todas las ventajas y
"desventajas"
de
su
cambio.
6. Salida o Terminación: Los sujetos aquí "salen" del proceso de etapas consolidándose el cambio.
Es necesario recalcar que este modelo no se plantea en forma lineal si no más bien circular donde los
sujetos pasan de una etapa a otra y vuelven a pasar por las diferentes etapas antes de realizar el cambio
definitivo.
Las investigaciones en relación a este modelo han sido prometedoras tanto en evaluación y diagnóstico
como por su valor y utilidad predicativa. Adicionalmente se ha planteado su relevancia para definir las
diferentes estrategias e intervenciones dependiendo de las etapas consideradas (Fiorentino, 2004). Así,
una técnica o procedimiento puede ser adecuada si el sujeto se encuentra en una determinada fase, pero
inefectiva si se encuentra en otra.
Observaciones generales en torno a los modelos teóricos de la Psicología de la salud.
Los modelos aquí expuestos si bien presentan características distintas entre ellos, poseen elementos
comunes entre los cuales destacan:
1-. Concebir al ser humano como un individuo capaz de cambiar y por ende responsable de su conducta y
los cuidados de la salud.
2-. Destacar la influencia de factores directos e indirectos en la conducta de la salud; la amenaza
percibida o susceptibilidad, actitudes hacia la conducta, presión social y autoeficacia son factores de
impacto directo sobre el comportamiento en salud, mientras características sociodemográficas,
información sobre la salud, creencias son elementos de influencia indirecta en las conductas de salud.
3-. Contribuir a la investigación y predicción de las conductas de salud. No obstante, ninguna de estas
logra por si sola abordar y comprender de una forma íntegra los diversos problemas y aristas que
presenta el campo de la conducta de la salud.
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INVENTARIO DE ROL SEXUAL
Enrique Barra Almagiá
Universidad de Concepción, Chile
Introducción
Problema por tratar
El concepto de rol sexual corresponde a lo que tradicionalmente se ha llamado masculinidad y feminidad,
y puede ser definido como las expectativas acerca de cuáles son las características de personalidad y las
conductas apropiadas para cada sexo, desde el punto de vista social. Este concepto se refiere al
aprendizaje y desempeño de los comportamientos socialmente esperados y aprobados para cada sexo,
es decir, de aquellos comportamientos tipificados sexualmente. A diferencia de la identidad sexual que se
establece tempranamente en la infancia, el rol sexual se va estableciendo más lentamente, no tiene un
carácter sólo cognitivo, y se consolidaría durante la adolescencia, en interacción con los cambios físicos,
sociales y sexuales asociados con esa etapa de desarrollo (Barra, 2002a).
La orientación de rol sexual ha mostrado tener influencia en importantes y muy diferentes ámbitos
psicológicos. Algunos de los factores que estarían relacionados con las dimensiones de rol sexual son la
comunicación no verbal (LaFrance & Carmen, 1980), las reacciones hacia estímulos sexuales (De Souza
& Hutz, 1995), la auto-estima (Lamke, 1982; Withley, 1983), la creatividad (Norlander, Erixon & Archer,
2000), la experiencia de soledad (Cramer & Neyedley, 1998), la conciencia de las emociones (Conway,
2000), las actitudes hacia la homosexualidad (Barra, 2002b; Withley, 1987), diversas dimensiones de
personalidad (Marusic & Bratko, 1998) y algunos aspectos de la salud física (Courtenay, 2000; Shifren,
Bauserman & Carter, 1993)
En la concepción tradicional la masculinidad y la feminidad se consideraban primero como dos categorías
separadas y luego como los dos extremos de una dimensión única, en la cual mientras más masculino era
un individuo también era menos femenino, y a la inversa. Sólo a partir de los años setenta se empieza a
plantear la idea de que la masculinidad y la feminidad serían dos dimensiones independientes, y por lo
tanto ambas pueden darse en mayor o menor medida en cualquier persona, sea hombre o mujer (Bem,
1974, 1981). Este modelo bidimensional de la masculinidad y la feminidad sirve de base al concepto de
androginia psicológica, que se refiere a poseer en un grado similar características tanto masculinas como
femeninas.
Se han desarrollado diversos instrumentos de medición de las dimensiones de masculinidad y feminidad
(para una descripción completa ver Hoffman, 2001). Sin embargo, el más conocido y utilizado hasta hoy
en día es el Inventario de Rol Sexual de Bem (BSRI), en el cual los individuos deben indicar en qué grado
ciertas características masculinas, femeninas y neutras se aplican a ellos. Al elaborar dicho inventario,
determinadas características fueron consideradas como masculinas o femeninas si cumplían con el
criterio de ser juzgadas independientemente por los hombres y por las mujeres como significativamente
más deseables para un hombre o una mujer respectivamente. Los rasgos masculinos se refieren a
aspectos de seguridad en sí mismo y de ejecución y logro de metas, mientras que los rasgos femeninos
se refieren a aspectos afectivos, expresivos y de preocupación por el bienestar de otros. El BRSI se
compone de 60 ítems referidos a características de personalidad, 20 masculinas, 20 femeninas y 20
neutras, frente a las cuales los individuos deben indicar en una escala de 7 puntos en qué grado tales
características se aplican a ellos.
A pesar de que el BRSI continúa siendo hasta hoy el instrumento más utilizado en la investigación
(Hoffman & Borders, 2001), es evidente que en los 30 años transcurridos desde su elaboración, las
prescripciones tradicionales de roles sexuales han experimentado cambios significativos. Estos cambios
han sido más acentuados en las mujeres y se han manifestado claramente en su participación creciente
en la fuerza laboral, en sus mayores niveles de educación y capacitación, en su incursión creciente en
campos profesionales y laborales anteriormente dominados por los hombres y en el logro de mayor
independencia económica. Dada la magnitud y rapidez de tales cambios sociales y culturales, ellos
también podrían afectar las concepciones de masculinidad y feminidad que tienen las personas
actualmente, en comparación con la época en que se elaboró el BRSI.
Respecto a lo anterior, y comparando los datos originales de Bem (1974) obtenidos en 1972 con datos
obtenidos en 1997, Holt y Ellis (1998) concluyen que aunque el BRSI puede ser aún una medida válida de
las percepciones de rol sexual, el hecho que se observen en los datos de 1997 menores diferencias de
género en la deseabilidad de las características asociadas a ambos sexos, indica que la validez del BRSI
puede estar disminuyendo con los años. Por su parte, y en una comparación similar entre 1972 y 1999,
Auster y Ohm (2000) informan que mientras 18 de las 20 características femeninas del BRSI continuaban
cumpliendo el criterio para ser clasificadas como femeninas, sólo 8 de las 20 características masculinas
del BRSI continuaban cumpliendo el criterio para ser clasificadas como masculinas.
Auster y Ohm (2000) también concluyen que los cambios más significativos se observan en la evaluación
de los rasgos deseables para una mujer, con una mayor deseabilidad en 1999 que en 1972 de las
características masculinas y una menor deseabilidad de las características femeninas. Esta misma
tendencia se refleja en un meta-análisis de Twenge (1997) de 63 estudios que utilizaron el BRSI, donde
se concluye que los puntajes de masculinidad de las mujeres se han ido incrementando con el transcurso
del tiempo, y que consecuentemente las diferencias de género en la dimensión de masculinidad han ido
decreciendo en el tiempo.
Y en relación con el aspecto cultural, se ha señalado que el BRSI puede ser considerado un indicador
válido de las definiciones culturales de la masculinidad y la feminidad en los anglosajones, pero que sería
menos válido en otros grupos (latinos, afro-americanos o asiáticos), en quienes existiría una distinta
evaluación de la deseabilidad de las características asociadas a la masculinidad y a la feminidad en el
BRSI (Harris, 1994; Ward, 2000).
Por lo tanto, a pesar que el BRSI continúa siendo hasta hoy el instrumento más utilizado para medir la
orientación de rol sexual, tanto la época como el contexto cultural en que fue elaborado plantearon la
necesidad de contar con un instrumento más ajustado a la propia realidad cultural y que además
incorporara los cambios importantes que parecen haberse dado en las concepciones de los roles
sexuales y los rasgos considerados más deseables para cada sexo. Para lograr tales objetivos se
procedió a la elaboración del Inventario de Rol Sexual o IRS (Barra, 2002c).
Modelos teóricos del instrumento
El marco conceptual que sirvió de base al BRSI y también sirve de base al IRS es la teoría del esquema
de género (Bem, 1981), según la cual la tipificación sexual deriva en parte de la predisposición del
individuo a codificar y organizar la información –incluyendo la información acerca del yo- en términos de
las definiciones culturales de lo masculino y lo femenino. El propósito específico es evaluar el grado en el
cual las definiciones culturales de los atributos masculinos y femeninos deseables se reflejan en la autodescripción del individuo (Bem, 1979), por lo cual una persona es categorizada como masculina, femenina
o andrógina en función de la diferencia entre su auto adjudicación de características de personalidad
masculinas y femeninas. Así, una persona es considerada sexualmente tipificada, ya sea masculina o
femenina, en la medida en que esa diferencia sea alta, y andrógina, en la medida que esa diferencia sea
baja.
De acuerdo a esta nueva concepción, la masculinidad y la feminidad aluden a dos tipos de orientaciones y
competencias que los individuos utilizan para interactuar con su medio. Y en general se tiende a
considerar que los individuos andróginos tendrían una mayor flexibilidad y adaptabilidad, ya que su
repertorio conductual no estaría restringido a su rol sexual tradicional, como ocurriría con aquellos
individuos más tipificados (hombres muy masculinos y mujeres muy femeninas). En otras palabras, la
adecuada adaptación psicológica de un individuo dependería de su posesión de características tanto
masculinas (o instrumentales) como femeninas (o expresivas), ya que de esa manera tendría mayor
capacidad para comportarse de modo flexible según lo requieran las circunstancias (Bem, 1975).
Para elaborar este nuevo Inventario de Rol Sexual, el primer paso consistió en examinar la tipificación
sexual de un conjunto de 200 características personales, determinando cuáles de ellas eran juzgadas
independientemente tanto por los hombres como por las mujeres como significativamente más deseables
para uno u otro sexo. En una segunda etapa, y utilizando otra muestra, se examinó la auto adjudicación
por parte de hombres y mujeres de aquellas características clasificadas como masculinas y femeninas de
acuerdo al criterio anterior. Mediante la combinación de diversos criterios utilizados en la construcción de
instrumentos similares (diferencias de género, correlación ítem-puntaje total, etc.), se seleccionaron
finalmente 30 ítems para constituir el Inventario de Rol Sexual (IRS), 15 de la escala de Masculinidad (M)
y 15 de la escala de Feminidad (F)
Considerando la creciente importancia de las dimensiones de rol sexual en la investigación psicosocial
moderna, un instrumento breve como el IRS puede ser una herramienta útil para realizar una evaluación
global de estas dimensiones, las cuales parecen tener una influencia significativa en diversos ámbitos
psicológicos individuales e interpersonales, incluyendo aspectos afectivos, actitudinales y conductuales.
Además, una medición de tales dimensiones desarrollada en el contexto latinoamericano reflejaría de
mejor manera los aspectos más característicos de los roles sexuales en nuestra cultura actual, en
comparación con otros instrumentos elaborados en otros contextos y/o en otras épocas.
Descripción del instrumento
El IRS se compone de dos escalas, Masculinidad y Feminidad, destinadas a medir la autoadjudicación de
características personales diferencialmente deseables para cada sexo. Cada escala incluye 15 ítems con
un formato de respuesta tipo Likert de cinco alternativas, las cuales varían entre 1 (nunca o casi nunca) y
5 (siempre o casi siempre). El puntaje en cada escala del IRS está constituido por la suma de las
respuestas a los ítems de esa escala, por lo cual cada puntaje puede variar entre 15 y 75 puntos.
Mientras más alto sea el puntaje en una escala, mayor es la auto percepción de características
correspondientes a esa escala y, por lo tanto, mayor el nivel ya sea de masculinidad o feminidad.
Además, mientras mayor sea la diferencia entre ambos puntajes en un individuo, mayor será su grado de
tipificación de rol sexual, siempre que el puntaje superior corresponda a la escala asociada socialmente
con su sexo biológico.
En la construcción del IRS (Barra, 2002c) se trabajó con dos muestras de estudiantes de ambos sexos de
diversas carreras de la Universidad de Concepción: a) un grupo de 202 estudiantes con una edad
promedio de 22.4 años que participaron en la clasificación de las características como masculinas o
femeninas y b) otro grupo de 341 estudiantes con una edad promedio de 20.2 años en quienes se medió
la auto adjudicación de las características seleccionadas.
En el estudio de validación del IRS años (Barra, 2004) la muestra estuvo conformada por 390 estudiantes
universitarios y secundarios de ambos sexos con un promedio de edad de 20 años y que pertenecían a
dos grupos: a) 261 estudiantes de la Universidad de Concepción, con una edad promedio de 22.2 años y
b) 129 estudiantes secundarios de dos colegios privados de Concepción, con una edad promedio de 15.6.
Además, y como parte de otros estudios relacionados, se cuenta con datos del IRS obtenidos en una
muestra de 179 estudiantes secundarios de ambos sexos de colegios públicos de Concepción con una
edad promedio de 14.6 años (Barra et al., 2003) y en una muestra de 110 universitarios argentinos de
ambos sexos de la Universidad del Aconcagua de Mendoza, con una edad promedio de 21.9 años (Barra
e Ison, 2003).
En el IRS se solicita a la persona indicar en una escala de 5 alternativas en qué grado cree que ella
presenta cada una de las características incluidas. Sobre la base de sus respuestas, cada persona recibe
dos puntajes: un puntaje de Masculinidad y un puntaje de Feminidad. El primero equivale a la suma de las
respuestas a los 15 ítems masculinos (2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 10, 11, 15, 16, 17, 20, 26, 30) y el segundo
equivale a la suma de las respuestas a los 15 ítems femeninos (1, 9, 12, 13, 14, 18, 19, 21, 22, 23, 24, 25,
27, 28, 29). Como las alternativas varían entre 1 (nunca o casi nunca) y 5 (siempre o casi siempre), cada
puntaje puede variar entre 15 y 75 puntos.
Propiedades Psicométricas del instrumento
CONFIABILIDAD
Consistencia interna
En las muestras utilizadas en la construcción y en la validación del IRS se obtuvieron coeficientes alpha
de Cronbach entre 0.82 y 0.84 para la escala de Masculinidad y entre 0.84 y 0.86 para la escala de
Feminidad.
Estabilidad temporal (test-retest)
En una muestra de 118 estudiantes universitarios se evaluó la estabilidad temporal del IRS con un
intervalo de un año, obteniéndose correlaciones test-retest de 0.70 para la escala de Masculinidad y de
0.72 para la escala de Feminidad (Barra, 2004).
VALIDEZ
Tanto en la muestra utilizada en la construcción (n= 341) como en la de validación (n= 390) del IRS se
confirmaron las diferencias de género esperadas, es decir, que los hombres obtienen puntajes de
masculinidad significativamente mayores que las mujeres, y que las mujeres obtienen puntajes de
feminidad significativamente superiores a los hombres. Y respecto a las relaciones con otras variables, el
estudio de validación (Barra, 2004) reveló que, tal como se predecía, la escala de Masculinidad se
correlacionaba positivamente con las dimensiones de Control Social (r= 0.43), Asertividad (r= 0.41),
Motivación de Logro (r= 0.29) y Control Emocional (r= 0.26), y negativamente con las dimensiones de
Motivación de Afiliación (r= -0.29), Sensibilidad Social (r= -0.19) y Empatía (r= -0.16). Por su parte la
escala de Feminidad mostró relaciones positivas con Empatía (r= 0.64), Sensibilidad Emocional (r= 0.56),
Expresividad Emocional (r= 0.38), Sensibilidad Social (r= 0.28) y Motivación de Afiliación (r= 0.23), y
relación negativa con Control Emocional (r= -0.27) y Motivación de Logro (r= -0.18).
CORRELACION ENTRE AMBAS ESCALAS
Confirmando lo que postula el modelo que le sirve de base, en el sentido que las dimensiones de
Masculinidad y de Feminidad son independientes entre sí, las correlaciones obtenidas entre las dos
escalas del IRS han sido de –0.02 en la muestra utilizada en su construcción y de 0.06 en la muestra
utilizada en su validación.
Aspectos por considerar
La elaboración del IRS incluyó más criterios de selección final de ítems que otros instrumentos de rol
sexual, incluyendo el Inventario de Rol Sexual de Bem (Bem, 1974), el Inventario de MasculinidadFeminidad de Lara (Lara, 1993) y el Inventario de Androginia de Singapur de Ward (Ward, 2000). Cada
uno de los ítems del IRS primero tuvo que ser evaluado independientemente tanto por los hombres como
por las mujeres como significativamente más deseable para uno u otro sexo, luego tuvo que mostrar una
correlación ítem-puntaje total superior a 0.30, además debió mostrar una auto-adscripción diferencial en
ambos sexos y, por último, tal auto-adscripción diferencial tenía que ser en la dirección esperada de
acuerdo al criterio de deseabilidad diferencial para cada sexo. Respecto a la confiabilidad, el presente
Inventario muestra índices de consistencia interna muy satisfactorios que son equivalentes a los mejores
índices informados para instrumentos similares, y además posee una estabilidad temporal muy
satisfactoria considerando el intervalo de un año utilizado para el test-retest. Y respecto a la correlación
entre ambas dimensiones, las dos escalas del IRS han mostrado ser más independientes entre sí, tal
como postula la visión moderna de la masculinidad y la feminidad, que las escalas correspondientes de la
mayor parte de los instrumentos equivalentes mencionados.
Como limitaciones hay que mencionar que sólo se dispone de datos obtenidos con adolescentes y adultos
jóvenes, y en este último caso sólo de nivel universitario, por lo cual se hace muy deseable incluir
muestras de adultos de diferentes edades y niveles educacionales, así como obtener datos de otros
grupos culturales. También queda por analizar la estructura factorial del IRS así como su relación con
medidas de deseabilidad social y con otras dimensiones psicológicas.
El Instrumento
INVENTARIO DE ROL SEXUAL
A continuación aparecen una serie de características personales. Le solicitamos indicar en qué medida
cree que se dan en Ud. cada una de estas características, marcando con una X una de las siguientes
alternativas:
1. Nunca o casi nunca
2. Rara vez
3. Algunas veces
4. Habitualmente
5. Siempre o casi siempre
Por favor asegúrese de contestar todos los ítems
Sexo: ( ) Hombre ( ) Mujer Edad: .......años
1
Afectuoso(a)
Ambicioso(a)
Analítico(a)
Arriesgado(a)
Autosuficiente
Aventurero(a)
Competitivo(a)
Con don de mando
Coqueto(a)
Decidido(a)
Defiende sus ideas
Dispuesto(a) a consolar
Emotivo(a)
Expresivo(a)
Firme
Individualista
Ingenioso(a)
Ingenuo(a)
Le gustan los niños
Líder
Llora con facilidad
Pasivo(a)
Preocupado(a) por los otros
2
3
4
5
Preocupado(a) por su apariencia
Romántico(a)
Seguro(a)
Suave
Sutil
Tierno(a)
Valiente
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ESCALA DE RIESGO BIOPSICOSOCIAL PRENATAL
Julián Alberto Herrera, MD
Delcy Elena Cáceres
Problema por tratar y línea de investigación que soporta la Escala de Riesgo
Durante 17 años, un equipo de investigación dirigido por el doctor Julián A. Herrera M. ha demostrado
resultados positivos en la reducción de la morbilidad y mortalidad materna y perinatal trabajando desde el
enfoque de riesgo interviniendo variables biopsicosociales. Los resultados de las investigaciones han sido
presentados, publicados y evaluados por pares científicos, logrando a nivel nacional e internacional 18
publicaciones y siete premios, otorgados por asociaciones científicas nacionales e internacionales:
Hospital Militar Central y Sociedad Colombiana de Psicología de la Salud, Bogotá, 1991; Pontificia
Universidad Javeriana y Sociedad Colombiana de Psicología de la Salud, Cali,1993; Sociedad
Colombiana de Psicología de la Salud, Bogotá, 1995; Sociedad Colombiana de Psicología de la Salud
Bogotá, 1997; NAPCRG (Reunión Anual del Grupo Norteamericano de investigación de Cuidado Primario)
y Universidad de Virginia, Richmond, Estados Unidos 1992; NAPCRG y Universidad de California, San
Diego, Estados Unidos, 1993; AMSA Society, Miami, Florida, Estados Unidos, 1993.
En los primeros estudios exploratorios y descriptivos y posteriormente explicativos (Herrera JA.,Cáceres
D, y Hurtado, H. 1992–1994) se construyó la Escala de Riesgo Biopsicosocial Prenatal que permite
predecir al inicio de la gestación la probabilidad (74%) que la madre y el niño enfermen o mueran por las
diversas complicaciones del embarazo y el parto (hipertensión arterial inducida por el embarazo, parto
prematuro, ruptura prematura de membranas, embarazo prolongado, diabetes gestacional, muerte
materna, bajo peso al nacer, muerte fetal tardía y muerte neonatal precoz).
La escala de Riesgo Biopsicosocial Perinatal se fue depurando, para incrementar su nivel de confiabilidad
a través de diferentes replicaciones con poblaciones de gestantes cada vez más grandes, como se verá
más adelante. Además de predecir las posibles complicaciones con la escala el modelo biopsicosocial
permite realizar el tamizaje y el seguimiento de las embarazadas detectadas con alto riesgo, en tres
momentos del proceso de gestación (semanas 14-28, 28–32, 33-42). Esto se logró, incluyendo en la
escala los factores biopsicosociales críticos, las pruebas de laboratorio y médicas y las curvas de
seguimiento del embarazo (incremento de peso materno, ganancia de altura uterina, presión arterial).
Paralelo a la construcción de la Escala y su validación, se fue creando e implementando un modelo de
intervención biopsicosocial trabajado de manera interdisciplinaria por médico, psicóloga y nutricionista,
para disminuir el impacto de los factores detectados. En estos estudios (Herrera, Cáceres y Hurtado
1991,1992 y 1994) se encontraron diferencias altamente significativas intergrupo (control y experimental),
en la aparición de morbimortalidad materna y perinatal, demostrando la bondad de la intervención.
Posteriormente, entre 1995 y 1998, Herrera JA, Cáceres D., Arévalo y M. y Gracia, B. evaluaron el
impacto preventivo del modelo biopsicosocial en la incidencia de la hipertensión arterial inducida por el
embarazo y la preeclampsia (HIEP), y describieron los posibles mecanismos endocrino-inmunológicos
asociados con factores de estrés biopsicosocial. El diseño fue un ensayo clínico controlado aleatorizado,
realizado en doce centros de Salud de los departamentos del Valle del Cauca y del departamento del
Cauca (Colombia). Se incluyeron 91 pacientes primigestantes normotensas, sanas al inicio del embarazo,
con alto riesgo biopsicosocial, detectado a partir de la "Escala de Riesgo Perinatal" (ya validada
internacionalmente por los investigadores) y el resultado positivo de la prueba médica "roll over test".
Estos indicadores mostraban una probabilidad del 74% que la embarazada presentaba, en ese momento,
alto riesgo para el desarrollo de HIEP. Se contó con el aval ético de instituciones del Estado y de las
Universidades que apoyaron el estudio. Las gestantes fueron asignadas de manera ciega y al azar a tres
grupos así:
- El grupo A se conformó con 43 (47.2%) gestantes. Cada una recibió intervención nutricional y
biomédica. Se les suministró, adicionalmente a su dieta normal, calcio y ácido linoléico, suplementos
nutricionales importantes en la reducción de complicaciones, según estudios previos de los mismos
investig-adores.
- Al Grupo B se asignaron 24 (26.3%) gestantes. Recibieron intervención psicosocial, biomédica y placebo
(en lugar de los suplementos nutricionales).
- Al Grupo C, o grupo control, se asignaron 24 (26.3%) gestantes. Cada una de ellas recibió atención
biomédica y doble placebo.
Se hizo seguimiento, a todas las pacientes, en sus aspectos obstétricos y nutricionales; se les recomendó
reposo lateral izquierdo (por 20 minutos una vez la día; y se realizaron pruebas inmunológicas y
bioquímicas (pre-post intervención); el resultado del embarazo y el parto se evalúo de manera prospectiva
(información recogida por personal médico de los Centros Hospitales). Veinte (21.9%) pacientes de los
tres grupos (91) desarrollaron HIEP. En el grupo A que recibió intervención nutricional, 4 (9.3%) pacientes
presentaron hipertensión arterial inducida por el embarazo y preeclampsia. En contraste con los otros
grupos donde la única complicación fue la preeclampsia: 4 (16.7%) pacientes del grupo B con
intervención psicosocial; y 12 (50%) en el grupo de control C. Los riesgos relativos hacia el desarrollo de
la HIEP mostraron un efecto protector en el grupo A (nutricional) y en el grupo B (psicosocial), con un
riesgo relativo de 0.22 y de 0.38. Se pudo establecer, que el calcio elemental y el ácido linoléico, unidos y
en dosis bajas, tomados durante el tercer trimestre del embarazo reducen significativamente la incidencia
de preeclampsia en pacientes con alto riesgo, posiblemente a través de un incremento en los niveles de
Prostaglandina E2., esto podría explicar el que la intervención psicosocial tuviese un efecto protector
adicional, al biomédico y nutricional.
A finales de 1995 y paralelo al estudio anterior, el Ministerio de Salud Colombiano, conjuntamente con el
Corpes de Occidente, las Universidades, el Fondo Poblacional de Naciones Unidas (UNFPA) y UNICEF,
inició el proceso de aplicación del modelo en 7 departamentos (Chocó, Caldas, Quindío, Risaralda, Valle,
Cauca y Nariño). De las 34.419 gestantes potenciales, sólo se intervino a 14.680 (42.7%) del régimen
subsidiado por el gobierno (nivel socioeconómico bajo, estratos 1 y 2) puesto que no fue posible recuperar
la información de la aplicación del modelo del resto. Una vez depurados los datos se realizaron tablas de
frecuencia y análisis univariado por municipio, servicio de salud y toda la región. El análisis bivariado y de
regresión de los datos se realizó con el paquete estadístico Epi Info versión 6.0 (CDC, Bethesda, USA) y
True Epistat, versión 5.0 1996 (Richardson, Texas, USA). Para la realización del análisis epidemiológico
se contó con auditoria internacional del profesor Michel Labrecque, médico especialista y doctorado en
epidemiología de la Universidad de Laval, Québec, Canadá.
Se observó una disminución de la morbilidad materna por preeclampsia del 52%, parto prematuro 72%
(p<0.01). El tratamiento preventivo que tuvo mayor impacto en la reducción de la incidencia de la
preeclampsia fue el calcio-ácido linoléico cuando se inició tempranamente, encontrando, además, que
potencia su efecto preventivo con la intervención psicosocial, si existía simultáneamente este riesgo. La
tasa de mortalidad materna se redujo a 34 x 100.000 nacidos vivos, en contraste con la tasa nacional de
74.2 x 1000.000 nacidos vivos, en ese momento. La mortalidad fetal tardía disminuyó significativamente
su contribución a la mortalidad perinatal (56% vs. 32%) (p<0,01). La incidencia del bajo peso al nacer se
observó en 5,4%, similar a la de los países desarrollados y menor que la estadística nacional.
Luego de la experiencia descrita previamente y sus resultados positivos, el Ministerio de Salud adoptó el
modelo biopsicosocial como modelo nacional, a través de la Resolución 412 del año 2000, de obligatorio
cumplimiento para las Instituciones Prestadoras de Servicio de Salud públicas y privadas.
Durante los años 2002 y 2003 se participó en la implementación del modelo biopsicosocial con
embarazadas adolescentes y adultas jóvenes, desplazadas por la violencia, detectadas con alto riesgo
biopsicosocial, de la comuna 18 de la ciudad de Cali, logrando una disminución altamente significativa en
la morbilidad y mortalidad de madres y los niños (Arias, L. y Cevallos, J., 2003).
Paralelo a los estudios descritos previamente, se realizaron otras investigaciones en donde se comprobó
la importancia del consumo de calcio-ácido linoléico en la prevención de la preeclampsia y la hipertensión
arterial inducida por el embarazo (Herrera, JA., Cáceres, D., Arévalo M., Gracia, B. y Hurtado, H., 1996).
Igualmente, la validación de la curva de seguimiento de presión arterial para detectar síntomas
premonitorios de HIEP.
Marco teórico
La intervención en salud, temprana y con modelos biopsicosociales de riesgo es mucho más efectiva
cuando se trabaja de manera integral e interdisciplinaria sobre todas las variables comprendidas en cada
dimensión de lo humano. En el uso de estos modelos es fundamental el trabajo en equipos
interdisciplinarios en donde se tenga una mirada convergente hacia la problemática de estudio. Lo que
debe primar en cada uno de los miembros del equipo es salvaguardar la salud del paciente, con una clara
vocación de servicio; lo que implica un compromiso social y ético permanente, para entregar todo su
conocimiento con amor y creatividad, olvidando algunas veces los linderos de su profesión, pero
resguardando su identidad epistemológica y quehacer disciplinar.
Salvaguardar la salud, dentro de un concepto de bienestar humano y conservación de la vida, implica el
conocimiento y manejo de modelos de promoción, prevención, intervención y mantenimiento
multifactoriales. La prevención primaria es un modelo conceptual y comunitario que plantea que el
individuo, además de sus recursos y estrategias personales, necesita de continuos aportes físicos,
psicosociales y socioculturales adecuados a las diversas etapas o ciclos vitales y muy especialmente en
los momentos de crisis (Godoy 1999 y Holtzmans y cols, 1988).
Para la intervención de los factores biopsicosociales de riesgo, los conceptos biomédicos,
psiconeuroinmunológicos y estrés, son constructos amplios y transaccionales que abarcan al individuo en
interacción con el medio, puesto que tienen en cuenta sus características fisiológicas, personales,
sociales y culturales.
Sobre el estrés se han encontrado muchas investigaciones experimentales en donde se demuestra como
su presencia continua produce sobre el organismo modificaciones neuroendocrinas e inmunológicas que
pueden desencadenar perturbaciones, inicialmente funcionales y posteriormente lesivas (Herrera JA,
Cáceres D y Gracia, B. 1997). El concepto de estrés, inicialmente comprendido y explicado desde el
punto de vista fisiológico, fue ampliado posteriormente por Lazarus y cols. (1952, 1984, 1987 y 2000)
quienes incluyeron aspectos subjetivos, haciendo evidente que hay grandes diferencias individuales en el
estrés producido por un mismo estímulo o acontecimiento. La amenaza percibida depende de una serie
de variables intermedias, tales como la personalidad del sujeto, sus experiencias anteriores, su capacidad
de afrontamiento y el apoyo social con que cuenta. Fue Lazarus quien introdujo el concepto de evaluación
cognitiva para indicar la importancia decisiva de algo más que la simple percepción de un estímulo.
La tendencia de Lazarus (2000) es conceder un papel cada vez mayor en la génesis del estrés, a la
capacidad individual para "manejar las situaciones amenazadoras" y a la evaluación y manejo que el
propio individuo hace de esa capacidad, en un caso dado. Una situación objetivamente estresante puede
no ser percibida como una amenaza, bien por defecto de información en cuyo caso la evaluación primaria
no le dará significación, o bien porque el sujeto posee, o simplemente cree que posee, experiencia y
habilidad para afrontarla con éxito (evaluación secundaria). En contraposición, una situación sin
importancia puede percibirse como amenazante, en determinadas condiciones, dependiendo del carácter
del estímulo, las experiencias anteriores y fundamentalmente de los pensamientos y emociones que
embarguen al sujeto en el momento.
Durante la gestación el acontecimiento estresante más importante es el embarazo mismo. El embarazo,
sea el primero o no, tiene dos características: la inminencia y la ambigüedad. La gestación aparece de
improviso y anuncia la llegada de nuevos acontecimientos, hasta terminar en el parto y en el nacimiento
del hijo, pero cuyo curso y resultado se desconoce y es impredecible. Para Hertz (1973) y Molinski (1986),
esto produce en la mujer una actitud ambivalente puesto que desea el embarazo y lo rechaza a la vez.
Plantean que en el curso del primer trimestre es muy común la ambivalencia, incluso en los embarazos
deseados.
Para Salvatierra (1989), la gestación aparece con señales inquietantes, de forma insidiosa y conlleva
pequeñas exigencias y molestias (náuseas, vértigo, cambio de apetito, etc.). El mismo aumento de peso y
deformación corporal puede generar estrés. Además la necesidad de acudir al servicio de salud, de sufrir
exploraciones y pruebas, de obtener ciertos resultados pueden incrementar la tensión crónica, sobre todo
para aquella que tiene otros factores asociados como el trabajo u otros compromisos exigentes.
Todo lo dicho anteriormente y las exigencias sociales (personales, familiares, laborales, ambientales) le
dan al acontecimiento embarazo la capacidad de transformarse en un desafío y en una amenaza. La
gestación implica una sucesión de tareas y objetivos psicosociales y socioculturales. Se tratan de tareas
difíciles y comprometedoras cada vez más exigentes, que se suman simultáneamente a importantes
descargas fisiológicas, a una concreta amenaza de daño, incluso de muerte, con seguridad de dolor, no
sólo para la mujer sino también para el feto. La mujer es consciente de ello y experimenta preocupación y
miedo (Salvatierra, 1989).
Durante el embarazo normal la producción de prostaciclina (Pg I 2) y tromboxano A2 (TBX A2) aumenta en
los tejidos maternos y fetoplacentarios, pues los vasos sanguíneos uterinos son un sitio importante de
liberación de prostaciclina (Ylikorkala, O. y Makila, U.M. 1985). La Pg I2 ha demostrado ser un potente
inhibidor de la agregación placentaria y también un potente vasodilatador, que regula de esta manera el
flujo sanguíneo materno-fetal (Makila y col.1983). Este desequilibrio facilitaría fallas microcirculatorias que
se deben a vasoconstricción, hemoconcentración y desequilibrio en los mecanismos hemostáticos
(Ylikorkala y Makila, 1985; Stuarty col. 1981; y Goodman y col. 1982). Esto se refleja clínicamente en
ascenso del flujo útero-placentario, hipertensión arterial y lesiones glomerulares (Bussolino y Col. 1980).
En una revisión realizada por Dunbar en 1947 muy pocos trabajos relacionaban los factores psicosociales
con las complicaciones del embarazo. Sin embargo, en 1974 había crecido el conocimiento de los
factores de riesgo que influyen negativamente en el resultado perinatal, incluyendo los psicosociales
(Gorsuch, RL., Key, MK., 1974). En los años siguientes la evidencia es contundente; los estudios han
demostrado la relación crítica entre eventos de estrés social, ansiedad y parto prematuro (Yamamoto, KJ,
Kinney DK. 1976), entre actitudes negativas hacia el embarazo y altas tasas de mortalidad perinatal,
incluyendo hemorragias e infecciones (Williams CC., Williams RA, Griswold, MJ. et al (1975) y Crandon
AJ.
(1979).
La naturaleza multisistemática de la hipertensión arterial inducida por el embarazo y la preeclampsia ha
hecho que se le denomine la enfermedad de las teorías, pues en su génesis, interactúan múltiples
factores susceptibles de intervención para modificar, de manera preventiva, la historia natural de la
complicación del embarazo más común y grave. Se ha encontrado evidencia científica en donde la
hipertensión arterial inducida por el embarazo y la preeclampsia-eclampsia, son trastornos de la gestación
y se presentan únicamente en la especie humana civilizada; ya que no aparecen en animales ni en
gestantes, de pueblos primitivos, ajustadas a su ambiente. Sólo se han presentado después de que
mujeres de la comunidad han tenido contacto con la civilización o en situaciones de guerra, con presencia
de ansiedad severa.
Herrera JA, Alvarado JP, Martínez, JE (1988) encontraron que la identificación del riesgo biopsicosocial
aumentaba, al doble, la posibilidad de identificar las pacientes que van a desarrollar hipertensión arterial
inducida por el embarazo y preeclampsia, en el cuidado primario prenatal, en relación con los métodos de
tamizaje disponibles, lo que permite identificar las pacientes con mayor riesgo de desarrollar la
enfermedad y poder ofrecerles protección específica.
Como se describió previamente, Herrera JA, Cáceres D. y Hurtado H. (1997) demostraron cómo la
aplicación del modelo biopsicosocial de manera interdisciplinaria, ofrece una identificación e intervención
de los riesgos biopsicosociales de la mujer embarazada con medidas de prevención primaria, secundaria
y terciaria, para la reducción de la morbilidad y mortalidad materna y perinatal en Colombia.
A continuación aparecen las definiciones operacionales de morbilidad y mortalidad materna descritas por
la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS):
- Hipertensión arterial inducida por el embarazo. Caracterizada por el desarrollo agudo de hipertensión
arterial en una mujer que la inicio del embarazo tuvo una presión arterial normal, con elevación
persistente de la presión arterial > 140/90, la cual ha representado un aumento mínimo de 20mm HG
sobre los niveles previos, o la preeclampsia que además de la hipertensión arterial inducida por el
embarazo, por encima de la semana 20 de gestación, presenta proteinuria mayor de 0.3 g/l sin infección
urinaria simultánea, acompañada generalmente de edema.
- Parto prematuro. Definido como partos ocurridos antes de completar las 38 semanas de gestación (259
días) calculada a partir del primer día de la última menstruación.
- Ruptura prematura de membranas. Definida como la salida de líquido amniótico que ocurre antes del
inicio del trabajo de parto.
- Embarazo prolongado. Definido como un embarazo cuyo parto ocurre después de haber completado
42 semanas de gestación o 294 días de amenorrea comprobada.
- Diabetes gestacional. Diagnosticada sobre la base de una curva anormal de tolerancia oral a la
glucosa con 100g, cuando dos o más cifras diferentes a la de ayunas son iguales o exceden los
siguientes criterios (plasma): ayunas, 95mg/dl; 1 hora, 180mg/dl; 2 horas, 155mg/dl; 3 horas, 140mg/dl.
- Muerte materna. Ocurrida durante el embarazo, parto o puerperio excluyendo causas accidentales o
incidentales.
- Bajo peso al nacer. Definido como un peso < 2.500 g.
- Muerte fetal tardía. Ocurre después de la semana 28 de gestación.
- Muerte neonatal precoz. Ocurre en los primeros 7 días de vida del recién nacido.
Validación de la Escala de Riesgo Biopsicosocial Prenatal en Colombia y otros países
3.1 El primer estudio contó con una muestra de 219 mujeres gestantes que fueron seleccionada en cuatro
centros hospitales (Cañaveralejo, Selva, Siloé, Meléndez), de la ciudad de Cali, Colombia, desde Febrero
de 1989 hasta Abril de 1990. Las pacientes tenían entre 12 y 18 semanas de gestación y carecían de
patologías obstétricas. Los instrumentos utilizados para evaluar el riesgo biopsicosocial fueron los
siguientes:
El riesgo biomédico: El número total de puntos fue registrado y clasificado de acuerdo al Escala de Riesgo
del Embarazo (Sistema Manitoba: Morrison, I. y Olson J. 1979).
La valoración del riesgo psicosocial incluyó la Escala de Ansiedad de Hamilton (Hamilton, MA. 1959), el
APGAR Familiar ( Good, MJD y Smilkstein G. 1979) y los cambios vitales con la Escala de Acumulación
de Eventos de Cambio (SRE) (Holmes y Rahe, 1967).
Se adoptaron como enfermedades obstétricas las definidas previamente por la OMS. Para el análisis de
los datos se utilizaron los paquetes estadísticos EPISTAT y EPIINFO (Centro de Control de
Enfermedades). Se realizó análisis bivariado (Kleinbaum D y Muller K.) de cada una de las escalas y de
los ítems biomédicos y psicosociales respecto a las complicaciones perinatales, a través del riesgo
relativo y Chi-cuadrado de Mantel-Haenzel. Las escalas biomédicas y psicosociales y cada uno de los
ítems fueron analizados con las complicaciones perinatales mediante análisis de regresión (p<0.05). En la
tabla 1 se puede observar los resultados biomédicos de la muestra:
Tabla 1 - Puntaje del Riesgo Biomédico (Sistema Manitoba) en 219 Mujeres Gestantes y Complicaciones
Perinatales
Puntaje
Biomédico
(>3 puntos) n=20 (9.2%)
Alto Puntaje
Biomédico
puntos) n=199 (90.8%)
bajo
(>3 p
Morbilidad perinatal
15 (75%)
70 (35.1%)
0.01
Enfermedad obstétrica
9 (45%)
30 (15%)
0.02
Parto anormal
5 (25%)
33 (16.5%)
0.34
Bajo peso al nacer
1 (5%)
7 (3.5%)
0.68
Mortalidad perinatal
0
4 (2.0%)
0.56
Fuente: Herrera JA, Hurtado H, Cáceres D. Fam. Pract Res Journal (USA) 1992.
En la tabla 2 se pueden observar los resultados de la asociación entre los factores biomédicos de riesgo
detectadas en la escala y las complicaciones perinatales.
Tabla 2 - Asociación entre Ítems Biomédicos y Complicaciones Perinatales
Ítem
Riesgo
Intervalo de confianza
Relativo/ Test
de
Chi-Cuadrado/ p
Mantel-Hanzel
Edad menor a 16 años y 2.10 (0.96-4.28)
mayor a 35 años
3.56
0.06
Primeriza
1.18 (0.65-2.13)
0.30
0.5
Cesáreas previas
1.28 (0.46-3.62)
0.21
0.5
Hemorragia en embarazo
0.65 (0.29-1.45)
1.21
0.27
Hemorragias previas en partos
1.56 (0.56-4.2)
0.63
0.42
Anemia (HB <10g%)
1.39 (0.68-2.84)
0.77
0.38
1.59 (0.85-2.96)
1.99
0.15
Historia de bebés >9 lb o <5 lb
8oz
2.10 (0.96-4.28)
3.56
0.06
Abortos previos
Fuente: Herrera JA, Hurtado H, Cáceres D. Fam. Pract Res Journal (USA) 1992
Como se puede observar en la tabla 3, el estrés psicosocial es un determinante crítico del resultado de la
gestación en ausencia de otros factores biomédicos de riesgo, lo que corroboró los hallazgos de
Obaywana, Carter y Barnet (1984). Las mujeres estresadas psicosocialmente presentaron resultados
negativos en el 80% de los casos. Las complicaciones neonatales en las embarazadas estresadas se
incrementaron en un 44%.
Tabla 3- Asociación entre Factores Psicosociales y Complicaciones Perinatales
Factores
Riesgo
Relativo/ Test de Chi-Cuadrado/ p
Intervalo de confianza
Mantel-Hanzel
Ítems de la Escala Hamilton de Ansiedad
Tensión emocional
2.62 (1.35-5.08)
Humor depresivo
2.66 (1.37-5.18)
9.11
0.02
Síntomas neurovegetativos
2.37 (1.37-4.10)
9.49
0.02
Ítems APGAR Familiar
2.46 (1.42-4.24)
9.64
0.02
Insatisfacción con el tiempo, espacio y
dinero compartido con la familia
0.03
9.85
Fuente: Herrera JA, Hurtado H, Cáceres D. Fam. Pract Res Journal (USA) 1992
Cuando los riesgos psicosociales críticos se integraron con los riesgos biomédicos, las complicaciones
perinatales fueron predecibles, como se puede apreciar en la tabla 4.
Tabla 4 - Predicción de Correlaciones entre Complicaciones Prenatales y Riesgo Biopsicosocial
Complicaciones
Resultado Perinatal
Perinatales
Normal
Riesgo psicosocial > 3 puntos (n=61)
53 (86.8%)
8 (13.1%)
Riesgo psicosocial < 3 puntos (n=158)
7 (4.4%)
151 (95.5%)
p<0.00001. Fuente: Herrera JA, Hurtado H, Cáceres D. Fam. Pract Res Journal (USA) 1992
Analizando las variables psicosociales como un sistema de puntaje (Escala de Ansiedad de Hamilton y
Apgar Familiar), se encontró una asociación estadística entre ansiedad y disfunción familiar con
patologías obstétricas (p<0.02), como lo muestran otros estudios (Abell TD, Baker LC, Cover RD, et al
(1991) y Smilkstein G, Helsper-Lucas A, Ashworth C, et al, 1984). Los ítems psicosociales estuvieron
asociados con todas las complicaciones perinatales en la gestación, trabajo de parto y en las del recién
nacido (p<0.05).
En conclusión, se podría afirmar que la evaluación del riesgo en el embarazo debe incluir, además de los
factores de riesgo biomédico, una valoración de los factores psicosociales de riesgo para identificar
mujeres que podrían estar en riesgo durante la gestación y el parto.
Segundo estudio
En una investigación internacional en que participaron Colombia, Uruguay, Argentina y Honduras, se
evaluó de una manera prospectiva y doble-ciega, la sensibilidad y especificidad, del instrumento de
Riesgo Biopsicosocial Anteparto para la predicción de complicaciones perinatales, descrito previamente
por el grupo (Herrera, Hurtado y Cáceres, 1992).
Se entrevistaron 1076 embarazadas, obteniendo 979 formularios con información completa y confiable.
Eran embarazadas que asistían a control prenatal ambulatorio, de once centros de atención obstétrica,
entre la semana 14 y 18 de gestación, que no presentaban enfermedad médica u obstétrica. La muestra
se calculó con la prevalencia de la morbilidad perinatal en la comunidad estudiada (e=3%, i.c. 99%). Los
centros que colaboraron en la recolección de la información en Colombia fueron el Hospital Universitario
del Valle, Centro Hospital Cañaveralejo, Centro de Atención Básica la Selva, Servicio Médico de la
Universidad del Valle, de la ciudad de Cali; el Hospital Universitario San José y Centro de Salud Alfonso
López, de Popayán. En Argentina, colaboraron el Hospital Francés, el Centro de Educación Médica e
Investigación clínica (CEMIC), de Buenos Aires; y el Hospital Maipú de la Provincia de Mendoza. En
Uruguay, colaboró el Centro de Medicina Familiar de Montevideo. En Honduras, colaboró el Instituto
Hondureño de Seguridad Social, en Tegucigalpa.
Un médico que no conocía los objetivos del estudio, entrevistó la gestante y la evaluó. Otro médico,
igualmente de manera ciega, registró desde la historia clínica, el resultado del embarazo, parto y del
recién nacido.
Los resultados generales mostraron que la escala de riesgo biomédico (Sistema Manitoba) presentó un
riesgo relativo para morbilidad perinatal de 2.43 (i.c.95% 2.03-2.92, p<.00l), el que aumentó a 3.9 (i.c.95%
3.01-5.05, p<.00l) cuando evaluó el riesgo biopsicosocial. El mayor poder de predicción observado fue
para las complicaciones del embarazo en donde la Escala de Riesgo Biomédico mostró un riesgo relativo
de 1.17 (i.c. 95% 1.04-1.32, p<O.001), el que aumentó a 9.37 (i.c. 95% 6.95-12.65, p<O.001) cuando se
evaluó conjuntamente el riesgo biopsicosocial. La sensibilidad de la Escala de Riesgo Biomédico, con
respecto a las complicaciones perinatales, fue de 59% y la especificidad fue de 91%, similar a lo
observado en varios estudios epidemiológicos realizados en Norteamérica. Por su parte, la Escala de
Riesgo Biopsicosocial aumentó la sensibilidad a 75% (p<O.00l), con una especificidad del 90%. Este
significativo incremento en la sensibilidad es importante, en la identificación de mujeres embarazadas con
mayor riesgo de presentar complicaciones perinatales. A continuación se incluyen algunos hallazgos
parciales del estudio.
El riesgo biomédico y la morbilidad perinatal mostraron una asociación estadísticamente significativa
(RR=2.43, i.c. 95% 2.03-2.92, Mantel Haenzel=289, p< 0.001), con una discreta fuerza de asociación con
las complicaciones del embarazo (RR=1.17, i.c. 95% 1.04-1.32, Mantel-Haenzel=6.07, p<0.01) y con
evidencia poco fuerte de asociación con las complicaciones del parto (RR=1.74 i.c. 95% 1.29-2.36,
Mantel-Haenzel=2.7, p<0.00l) y del recién nacido (RR=1.91 i.c. 95% entre 1.44 y 2.53, Mantel
Haenzel=54.2, p<0.001). Igualmente, el riesgo biomédico se asoció con evidencia estadística poco fuerte
con la mortalidad perinatal (RR=1.03, i.c. 95% 1.01-1.06, Mantel-Haenzel 12.4, p<0.004).
El riesgo psicosocial caracterizado por ansiedad se asoció con evidencia estadística poco fuerte con la
morbilidad perinatal (RR=1.21, i.c. 95% 1.09-1.35, Mantel-Haenzel=15.6, p<O.007).
Por su parte el riesgo biopsicosocial tuvo una asociación estadísticamente significativa con la morbilidad
perinatal (RR=3.9, i.c. 95% 3.01-5.05, Mantel Haenzel=391.3, p<0.001), la cual presentó una mayor
fuerza de asociación con las complicaciones del embarazo (RR=9.37, i.c. 95% 6.95-12.65, Mantel
Haenzel=331, p<O.001) y con asociación estadísticamente significativa con las complicaciones del parto
(RR=2.68 i.c. 95% 1.72-4.19, Mantel-Haenzel=52.7, p<O.00l) y del recién nacido (RR=2.63, i.c. 95% 1.803.85, Mantel Haenzel=68.3, p<0.001). La mortalidad perinatal, se observó con asociación estadística poco
fuerte con el riesgo biopsicosocial (RR=1.04, i.c. 95% 1.01-1.06, Mantet-Haenzel=21.6, p<0.0).
Al hacer un análisis discriminativo de la sensibilidad y especificidad, por regiones estudiadas, observamos
en Sur América(N=757,Colombia, Argentina, Uruguay) una sensibilidad de la escala de riesgo biomédico
con respecto a las complicaciones perinatales de 62.4% y una especificidad de 91.5%. La escala de
riesgo biopsicosocial incrementó significativamente la sensibilidad a 77.4% (Z=-3.5, p<O.002),
manteniendo la especificidad en 90.5%.
En Centro América (N=222, Honduras) la sensibilidad de la escala de riesgo biomédico fue de 36.5% y la
especificidad de 90.6%. La escala de riesgo biopsicosocial incrementó significativamente la sensibilidad a
56% (Z=-3.1, p<0.0) manteniendo la especificidad en 86.1%.
Los resultados de este estudio se publicaron en la revista Atención Primaria de España en 1995 y en la
revista Social Science and Medicine (1998).
Aplicación de la Escala de Riesgo Biopsicosocial Prenatal
Contenido de sus tres secciones:
Evaluación de riesgo biopsicosocial prenatal que clasifica la paciente como de alto riesgo biopsicosocial
(>3 Puntos) o de bajo riesgo biopsicosocial (<3 Puntos).
- Pruebas de tamizaje para la prevención secundaria.
- Curvas de seguimiento, por percentiles, de la ganancia de peso y altura uterina y la curva de
seguimiento de la presión arterial diastólica y presión arterial media en el embarazo. En esta sección el
instrumento evalúa los métodos de prevención utilizados para la prevención de la hipertensión arterial
inducida por el embarazo y la preec1ampsia, los métodos utilizados para prevención de parto prematuro y
diabetes gestacional, y el resultado perinatal del embarazo, parto y recién nacido.
En el instructivo sólo se incluirá la evaluación del riesgo biopsicosocial prenatal, puesto que las otras dos
secciones, son las formas de prevención e intervención una vez que se detecta el riesgo. Las personas
interesadas en la aplicación completa del Modelo biopsicosocial se pueden comunicar con los
investigadores o consultar el libro especial editado por los investigadores y el Ministerio de Salud en
Colombia (1997 y 2003).
Instructivo
A. Evaluación del riesgo Biopsicosocial
1. Historia Reproductiva
Escriba una X en la casilla correspondiente, de acuerdo con la presencia de síntomas o signos en la
sección correspondiente (en relación con la historia reproductiva (sección 1); condiciones asociadas
(sección 2), o embarazo actual (sección 3). Al frente de cada indicador aparece el puntaje que le
corresponde. Se debe marcar la X únicamente, cuando el factor de riesgo se encuentra presente.
Historia de aborto habitual (dos abortos consecutivos espontáneos), historia de infertilidad (ausencia de
embarazos con actividad sexual tres veces por semana sin método de planificación en un periodo mayor
de un año).
Retención placentaria (retención placentaria mayor de 30 minutos con remoción manual).
Feto macrosómico (cuando el peso del recién nacido es> 4.000 g).
Bajo peso al nacer (Cuando el peso del recién nacido es < 2.500g).
Hipertensión arterial inducida por el embarazo (incremento de la presión arterial diastólica en el transcurso
del embarazo igual o mayor de 20 mm de Hg, con cifras iguales o superiores al 140 mm Hg en la presión
arterial sistólica y 90 mm Hg en la presión arterial diastólica).
- Preeclampsia (hipertensiópn arterial inducida por el embarazo acompañado de proteinuria mayor de 0.3
g/l/24h).
- Embarazo múltiple (Embarazo con más de un feto).
- Cesárea previa (antecedente de operación cesárea).
- Mortinato (nacido muerto por encima de 28 semanas de edad gestacional).
- Muerte neonatal (recién nacido vivo que muere antes de los 7 días de vida).
- Trabajo de parto prolongado y difícil (trabajo de parto mayor de 12 horas con expulsivo prolongado
mayor de una hora).
2. Condiciones asociadas
- Cirugía ginecológica previa: miomas uterinos, embarazos ectópicos.
- Enfermedad renal crónica: glomerulonefritis, pielonefritis, insuficiencia renal crónica.
- Diabetes mellitus gestacional: diabetes desencadenada por el embarazo.
- Diabetes mellitus: diabetes mellitus existente previa al embarazo y confirmada con una glicemia en
ayunas superior a 125 mg/dl.
- Enfermedad cardíaca: valvulopatía, miocardiopatía, insuficiencia cardíaca.
- Enfermedades infecciosas agudas: bacterianas: sinusitis, bronquitis, neumonía, Infección urinaria
aguda.
- Enfermedades autoinmunes: lupus eritematoso, artritis reumatoidea y enfermedades del colágeno.
- Anemia: hemoglobina menor de 10g/ L
Subtotal de 1 y 2: En este espacio en blanco escriba el puntaje total de la suma de los puntajes obtenidos
en la evaluación de la historia reproductiva (1) y las condiciones asociadas (2).
3. Embarazo actual
Los eventos patológicos que se registran en esta sección se deben evaluar al menos en tres controles
(semana
14-27;
semana
28-32;
semana
33
a
42).
- Sangrado vaginal consistente: antes de 20 semanas 1 punto y después 3 puntos.
-
Embarazo
prolongado:
cuando
la
duración
del
embarazo
sobrepasa
las
42
semanas.
- Hipertensión arterial inducida por el embarazo y preeclampsia: presente en el embarazo actual.
-
Ruptura
prematura
de
membranas:
antes
de
que
se
inicie
el
trabajo
de
parto.
- Polidramnios, aumento patológico de líquido amniótico, demostrado idealmente por ecografía.
-
Embarazo
múltiple:
Mala
sospechado
presentación
c1ínicamente
(situación
y
confirmado
transversa,
idealmente
por
presentación
ecografía.
podálica).
- Isoinmunización Rh (paciente Rh negativa con prueba de Coombs indirecta positiva).
Subtotal 3
En el espacio en blanco de la primera columna escriba el puntaje de los eventos patológicos encontrados
entre las semanas 14 y 27 de embarazo; en la segunda el encontrado entre la 28 y 32; en la tercera
columna lo hallado entre la semana 33 y 42 del embarazo.
Riesgo psicosocial
4.1 La ansiedad como componente emocional característico del estrés. Los síntomas de ansiedad para
ser considerados como factores de riesgo perinatal, deben ser consistentes en su presentación, es decir,
presentarse casi todos los días y con una intensidad severa.
4.1.1 Tensión emocional. La embarazada percibe su gestación como amenazante lo que genera tensión
emocional. Este síntoma puede ser identificado por la presencia de, al menos dos, de los siguientes
indicadores:
Llanto fácil (llora por motivos que la misma gestante valora sin importancia). Este indicador es importante
y es la primera pregunta que se debe hacer. Si su respuesta es negativa no es necesario profundizar.
Pero si es positiva es la clave para seguir preguntando otros síntomas.
Tensión muscular (rigidez en los músculos y excesivo nerviosismo).
Sobresalto: se asusta ante eventos sin importancia para ella misma.
Temblor: movimientos involuntarios de músculos.
No poder quedarse quieta en un solo sitio: cambios continuos de posición, sin necesidad, e
involuntarios.
4.1.2 Síntoma de humor depresivo. Pérdida de interés en actividades cotidianas con tendencia a
aislamiento y cambios inesperados de estados de ánimo. Este síntoma puede ser identificado por la
presencia de, al menos dos, los siguientes indicadores:
Insomnio: Se despierta en las noches y permanece despierta por largos períodos y tiene dificultad para
volverse a dormir. Este síntoma es clave e importante para indagar sobre los otros indicadores.
- Falta de interés: no disfruta de actividades o situaciones que antes consideraba placenteras.
- No disfruta de pasatiempos: se aburre fácilmente de los que antes eran importantes para ella.
-
Depresión:
Conductas
de
aislamiento,
abandono,
deseos
de
no
hacer
nada.
- Variaciones de humor durante el día: pasa fácilmente de la alegría a la tristeza sin una causa aparente.
Aparecen reacciones de rabia o ira por motivos sin importancia.
4.1.3 Síntomas neurovegatativos. Pueden identificarse por la presencia de, al menos dos, de los
siguientes indicadores:
- Transpiración excesiva: sudoración principalmente por manos, cuello, cara, ante situaciones de
angustia. Indicador clave e importante para determinar presencia de otros síntomas.
- Boca seca: sensación de sequedad en la boca y la garganta ante situaciones de angustia.
-
Accesos
de
rubor
o
palidez,
ante
situaciones
de
angustia.
- Cefalea de tensión: más que un dolor es una molestia permanente en los músculos de la región
posterior de la cabeza, a veces irradiado a la espalda con duración de varias horas durante el día.
Caracterización de la ansiedad como factor de riesgo materno perinatal. Para asignar un (1) punto en la
evaluación de la ansiedad, como factor de riesgo perinatal, deben estar presentes y marcados con una X
en las casillas sombreadas al menos dos o tres síntomas de ansiedad
Soporte Familiar
Para considerar el soporte familiar inadecuado, como factor de riesgo en la embarazada debe expresar
que nunca está satisfecha con la forma como ella y su familia comparten al menos dos o tres de los
siguientes indicadores: tiempo, espacio y dinero. La pregunta que se le hace a la embarazada es: "¿Está
satisfecha con el apoyo y la ayuda que recibe de su familia durante este embarazo?" Si la respuesta es
"Sí", no es necesario explorar más. Si la respuesta es "NO está satisfecha" se explora en forma individual
la satisfacción por el tiempo, el espacio y el dinero.
Cálculo del Puntaje total riesgo biopsicosocial
El riesgo biopsicosocial prenatal se calcula sumando los puntajes de la historia reproductiva (1),
condiciones asociadas (2), eventos patológicos del embarazo actual (3), ansiedad (4.1) y soporte familiar
(4.2), que aparecen en el instrumento que está a continuación. El seguimiento y resultado del embarazo
hacen parte de la intervención psicosocial, que no se trabajó en este documento de allí la no definición de
sus indicadores. En caso que se desee conocer al respecto se puede comunicar vía Internet con los
investigadores.
El Instrumento
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ESCALA DE MASCULINIDAD FEMINIDAD
Eduardo García-Cueto
Jairo Cabañeros
María Martín
Luis Manuel Lozano
Introducción
Problema por tratar
A medida que la sociedad evoluciona y que la mujer pasa a formar parte del mundo laboral y toma
funciones que tradicionalmente parecían reservadas a los hombres, las conductas características de un
género dejan de ser tal, para formar parte de ambos.
Actualmente los hombres realizan conductas que hace unos años era impensable que llevasen a cabo
debido a que estaban destinadas a ser hechas por las mujeres y viceversa. Hoy en día nadie se extraña
porque un hombre realice tareas domésticas, así como tampoco porque una mujer trabaje fuera de su
hogar.
En primer lugar se debe realizar una distinción entre sexo como condición biológica y género como
sentido psicológico adscrito al sexo (Abele, 2002; Bem, 1993; Burn, 1996; Bussey y Bandura, 1999;
Deaux y LaFrance, 1998; Eagly, 1987). Abele en el 2003 a su vez diferencia el género en dos aspectos;
por un lado el externo, como conductas estereotipadas para un determinado género y, por otro lado,
interno, como un auto concepto de género que formaría parte de un factor más general como sería el auto
concepto general. En este capítulo se hará mención sólo de a los aspectos externos que se atribuyen al
género.
Como se dijo anteriormente, estas conductas, las que se pueden diferenciar entre un comportamiento
masculino y uno femenino, cambian a medida que la sociedad se desarrolla, ya que están sometidas a
variaciones culturales, históricas e incluso situacionales (Eagly y Wood, 2002). Otras investigaciones
apuntan que los esquemas de género son vistos como estructuras de conocimiento dinámicas y su
contenido varía dependiendo de la cultura y la experiencia (Martín y Dinella, 2001). Durante el desarrollo,
los esquemas de género son aprendidos de forma temprana a través de la observación directa e indirecta
(Martín y Halverson, 1981); y de forma tardía son mantenidos y reforzados por la familia, la escuela, el
grupo de iguales, los marcos laborales y los medios de comunicación (Lott y Maluso, 1993; Martín, 1999;
Ruble y Martín, 1998; Taylor, 1996). En todas las culturas existe un modelo normativo acerca de cómo
debe ser un varón y una mujer. Estos constructos sociales tienen un papel fundamental en la organización
y constitución de la subjetividad humana. Llevan implícitas una serie de sanciones positivas y negativas
que marcan de antemano las aspiraciones, las percepciones, el hacer y el poder del sujeto en el mundo
(Izquierdo, 1983; Lagarde, 1996; Osborne, 1991).
Las características propias de cada sexo que se encuentran en las expectativas y prescripciones sociales
son: los hombres son más inteligentes, fuertes, hábiles y ágiles que las mujeres; están interesados en
valores teóricos, económicos y políticos, mientras que las mujeres lo están en valores estéticos, sociales y
religiosos; la personalidad del hombre posee como rasgos la independencia, dominancia, motivación por
el éxito e inexpresividad, y la de la mujer, la dependencia, afectividad y expresividad; el hombre tiene una
sexualidad poderosa y activa, mientras que en la mujer el desarrollo de ésta es mínimo y tiene un carácter
marcadamente pasivo (Moya-Morales, 1984).
Los resultados de las investigaciones que han intentado averiguar si esos dos conjuntos de rasgos
estereotipados corresponden en la realidad a lo que son los hombres y mujeres y sus respectivos
comportamientos han mostrado, en líneas generales (dada la enorme diversidad de comportamientos,
aptitudes y actitudes comprendidas) que los hombres y mujeres se adecuan bastante en la práctica a lo
que determinan las prescripciones sociales como propio de su sexo. Sin embargo, la mayoría de las
investigaciones han mostrado también que esa correspondencia entre las prescripciones sociales y la
realidad se debe, fundamentalmente, a variables socioculturales y no a determinantes de tipo biológico.
Puesto que esta variable está intensamente influida por los aspectos previamente mencionados, es
necesario e importante construir nuevos instrumentos para su medición debido al dinamismo de los
cambios culturales. Esto hace que las escalas sobre masculinidad-feminidad de los años setenta hayan
quedado completamente obsoletas y sea impensable su utilización en la sociedad actual.
Durante muchos años se consideró la masculinidad y la feminidad como una variable con una única
dimensión y dos polos, que hacía posible clasificar a los individuos en un determinado punto de ese
continuo (Graham, 1987). Es decir, éstos podían ser en mayor o menor grado masculinos o femeninos,
pero nunca las dos cosas a la vez. Asimismo, los roles sexuales estaban rígidamente ligados al género,
de manera que el ser masculino o femenino dependía básicamente de ser hombre o mujer.
Históricamente, la psicología experimental ha definido los grupos de rasgos que definen típicamente a un
hombre o a una mujer como rasgos que reflejan masculinidad y feminidad o quizás de forma más
apropiada, instrumentalidad y expresividad de acuerdo con la clasificación de Parsons (1951).
En la década de los setenta, surge una nueva concepción que considera la masculinidad y feminidad
como dos dimensiones independientes, de tal forma que todos los individuos poseen en mayor o menor
grado esos dos rasgos (Bem, 1974; Spence, Helmreich y Stapp, 1975). Así ha nacido el concepto de
androginia psicológica, para designar a aquellos individuos que presentan en igual medida rasgos
masculinos y femeninos, y se han desarrollado una serie de cuestionarios y escalas específicas para
medir la masculinidad, feminidad y androginia. En este nuevo enfoque de los roles sexuales, la
masculinidad y feminidad representan dos conjuntos de habilidades conductuales y competencias
interpersonales que los individuos, independientemente de su sexo, usan para interactuar con su medio.
Esta perspectiva ha posibilitado el desarrollo de numerosas investigaciones, al disminuir
considerablemente la inevitabilidad y el determinismo ligado a los rasgos masculino y femenino.
Más recientemente, los datos empíricos han confirmado el carácter multidimensional de los estereotipos
de género y cómo los efectos de los mismos aparecen de diversas formas (Deaux, 1999; Spence, 1993,
1999).
El interés en el estudio de esta variable, al margen de su propia idiosincrasia, reside en la relación que se
establece con otras variables psicológicas como son la autoestima, la inteligencia emocional o la ansiedad
entre otras.
La autoestima ha sido utilizada como uno de los principales indicadores de bienestar psicológico en las
investigaciones realizadas sobre los roles de género (Allgood-Merten y Stockard,1991; Taylor y Hall,1982;
Whitley,1983). La constatación de las diferencias en autoestima en las categorías de género ha tenido
una gran repercusión en el estudio de la masculinidad y la feminidad. Las investigaciones acerca de la
relación entre la autoestima y la masculinidad-feminidad concluyen que las personas masculinas y
andróginas puntúan significativamente más alto en autoestima que las personas indiferenciadas y
femeninas (Bem,1977; Baldwin y cols, 1986; Flagg,1984; Gauthier y Kjervik,1982; Lamke,1982; Lau,1989;
Moore y Rosenthal,1980; Mullis y McKinley,1989; Spence y cols,1975; Wetter, 1975). La masculinidad
está positiva y significativamente más asociada con la autoestima que la feminidad y aparece como mejor
predictora de la autoestima.
Se entiende la inteligencia emocional como la habilidad para percibir, valorar y expresar emociones con
exactitud, la habilidad para acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento; la habilidad
para comprender emociones y el conocimiento emocional y la habilidad para regular las emociones
promoviendo un crecimiento emocional e intelectual (Mayer y Salovey, 1997). Dentro de su estudio es
preciso señalar que la cultura influye en el ajuste emocional de los individuos y en su percepción de
bienestar subjetivo de diferentes maneras. Las investigaciones sugieren que la dimensión MasculinidadFeminidad modera la relación entre Inteligencia Emocional Percibida y Ajuste Emocional.
Por último, en lo que se refiere a la relación entre la ansiedad y la masculinidad-feminidad, se puede
afirmar que las mujeres poseen globalmente, mucho más riesgo de padecer trastornos de este tipo que
los hombres. Las diferencias son notables en cuanto a las grandes fobias y el pánico, apreciándose
también en la ansiedad generalizada.
Numerosos estudios han investigado la relación entre la masculinidad, feminidad y androginia por una
parte y varios índices de salud mental. Existe considerable evidencia de que, tanto en hombres como en
mujeres, la masculinidad tiende a estar asociada más que la feminidad con índices de ajuste personal,
incluyendo mayor autoestima (previamente explicado) y una tendencia a presentar niveles más bajos de
ansiedad y depresión (Adams y Sherer, 1982; Bassoff y Glass, 1982; Taylor y Hall, 1982; Pérez-Blasco y
Serra, 1994). Los estudios en los que se analiza la relación entre masculinidad, feminidad y androginia
por una parte y ansiedad por otra, indican que, además de existir mayores niveles de ansiedad en las
mujeres que en los hombres, los individuos con una puntuación alta en feminidad presentan asimismo
mayor tendencia a la ansiedad que los que poseen alta puntuación en masculinidad o los individuos
andróginos (Gallacher y Kieger, 1995; Thoronton y Leo, 1992; Ward y Dillon, 1990). No es de sorprender
que algunos trabajos como el de Kleimplatz, McCarrey y Kateb (1992) encuentren una menor autoestima,
menor satisfacción vital y mayor ansiedad en las mujeres más tradicionales que en las que manifiestan
actitudes más progresistas respecto a su rol como mujeres, habida cuenta de que dicho rol se ha
caracterizado por sus limitaciones e inferioridad respecto al masculino.
Modelos teóricos del instrumento
Se parte de un modelo que considera que la variable masculinidad-feminidad es una variable
bidimensional que consta de dos factores ortogonales, de forma que las puntuaciones tanto en
masculinidad como en feminidad son independientes. Esto quiere decir que el puntuar alto en
masculinidad no implica puntuar bajo en feminidad sino que puede haber todas las combinaciones:
alto/alto; alto/medio; alto/bajo; bajo/bajo; etc.
Como se indicó anteriormente, la variable masculinidad-feminidad se empezó estudiando bajo la hipótesis
de que se trataba de un rasgo unifactorial y bipolar de la conducta (Graham, 1987)
Con el paso del tiempo y, sobre todo a partir de la década de los setenta, se empieza a considerar la
posibilidad de que son necesarias dos dimensiones para el estudio de esta variable (Bem, 1974; Spence,
Helmreich y Stapp, 1975).
En este sentido, el presente instrumento se construye siguiendo un modelo bifactorial de la conducta
masculinidad-feminidad, considerando que la presente variable está compuesta por dos factores
ortogonales, de forma que si se representase en el plano bidimensional y se asignase la masculinidad al
eje de abscisas y la feminidad al de ordenadas, la puntuación de un sujeto podría representarse como un
punto en ese plano, que sería el resultado de la intersección de ambas puntuaciones.
Dentro de este enfoque bifactorial cabe destacar el Inventario de Rol Sexual. Esta medida creada en 1974
por Sandra Bem, fue pionera en medir estos constructos como dos dimensiones independientes, y en
operativizar la androginia psicológica. La adaptación castellana de este cuestionario está formada por tres
subescalas: la escala de Masculinidad, la escala de Feminidad y la escala de Deseabilidad Social,
constituidas cada una por 18 items. Es una prueba autodescriptiva, en la que se pide al sujeto que señale
de cada ítem en qué grado se da ese rasgo en él, teniendo como referencia una escala del 1 al 7 que le
permite indicar si una determinada característica de personalidad se da siempre o casi siempre (7) o
nunca o casi nunca (1) en él. Cada sujeto obtiene, en función de sus respuestas, una puntuación de
masculinidad y de feminidad, y a partir del método de dicotomizar por la mediana se halla su tipología de
género.
Descripción del instrumento
Intentando ser fieles al modelo bidimensional teórico propuesto y para someterlo a prueba empíricamente,
a partir de los datos obtenidos, la elaboración de la escala pasó por tres fases claramente diferenciadas.
1ª Fase
En esta fase se lleva a cabo una búsqueda exhaustiva de información sobre conductas y actitudes
diferenciadoras de género. Es decir, conductas y actitudes propias y específicas ya fuera de varones o de
mujeres. Para ello se elaboró una encuesta de preguntas abiertas que se aplica a una amplia muestra de
la población general del Principado de Asturias, con edades comprendidas entre los 18 y 80 años.
En esta encuesta, se pedía a los encuestados que expusieran de forma libre el mayor número de ideas
que les fuera posible a cerca de 4 aspectos:
1.Todas
las
conductas
que
considerasen
propias
y
específicas
2.Todas las conductas que considerasen propias y específicas de las mujeres.
de
los
hombres.
3.Todas
las
actitudes
típicas
del
género
femenino.
4. Todas las actitudes y arquetipos propios de los varones.
Se recogieron 300 ideas distintas. Con posterioridad, un equipo de 4 psicólogos expertos en la
construcción de escalas y test agrupó todas las respuestas encuadrándolas en diversos grupos temáticos.
Estos iban desde temas relacionados con los modales y la buena educación hasta conductas sexuales
pasando por el amor paterno-filial o la necesidad de cuidar de los ancianos o los niños.
2ª Fase
A partir de estos grandes grupos de conducta y actitudes, el equipo de investigación elabora un primer
cuestionario compuesto por 128 ítems en formato tipo Likert y 5 alternativas de respuesta
Una vez estudiada la validez muestral del instrumento, se pasa a su aplicación a un grupo normativo
pertinente.
Como grupo normativo, se selecciona una muestra aleatoria representativa de la población del Principado
de Asturias mayor de 18 años. La media de edad del grupo normativo fue de 27.01 años y la desviación
típica de 13.07, con un rango que iba de los 18 a los 77 años. La muestra estaba compuesta por 270
personas (un 61.1%) fueron varones y 172 (el 38.9%) mujeres.
3ª Fase.
Tras la recogida de la información a través del cuestionario, y una vez codificadas todas las respuestas
dadas en la escala, se pasa al estudio estadístico de los datos con el fin de llevar a cabo la elección de
los ítems que deberán ser eliminados para la construcción de la escala definitiva.
No debe perderse de vista la finalidad de la escala: estudio de la masculinidad y feminidad como una
variable bifactorial y diferenciadora de conductas y actitudes de género en función del uso y la norma
social. Así pues, parece sensato intentar seleccionar, por una parte, aquellos ítems que den una mayor
consistencia interna y una mejor cohesión y homogeneidad de cada uno de los dos factores hipotetizados
y, por otro lado, aquellos ítems que mejor pueden llegar a discriminar entre ambos géneros. Así pues, de
los 128 ítems iniciales se eligieron aquellos ítems que mejor discriminaban entre hombres y mujeres. Para
la selección de los ítems, se tiene en cuenta los resultados obtenidos en diversas pruebas estadísticas.
En primer lugar, se lleva a cabo un análisis factorial utilizando como método de factorización el de ejes
principales y una rotación oblicua mediante "promax" con el fin de ver la correlación real de los factores.
Los ítems se agrupan en dos factores, uno de masculinidad y otro de feminidad, con baja correlación
entre ambos del orden tan solo de 0.1. El estudio del índice de homogeneidad o de discriminación de
cada ítem dentro de cada factor permite la elección de aquellos ítems que maximicen la consistencia
interna de cada una de estas dos variables. Por este procedimiento y utilizando como criterio índices de
homogeneidad superiores a 0.30, se elaboran dos nuevas escalas, una de masculinidad y otra de
feminidad con 30 items cada una.
De esta forma, se intenta poseer un instrumento válido que pueda evaluar las variables de masculinidad y
feminidad de forma relativamente breve (30 ítems para cada escala) y concisa.
Formas de corrección
El formato utilizado para la elaboración de los ítems del cuestionario de masculinidad-feminidad es una
escala tipo Likert de 5 alternativas de respuesta donde 1 significa totalmente en desacuerdo y 5
totalmente de acuerdo con la aseveración formulada en cada ítem respectivo. Para este tipo de escalas
de respuesta, la forma de corrección está basada en la suma de las puntuaciones de cada ítem en cada
escala. Así, la puntuación mínima que podría obtener una persona en la escala de masculinidad o la de
feminidad es de 30 puntos mientras que la máxima sería de 150.
La forma de corrección y puntuación del cuestionario se realizan manualmente. Se contará 1, 2, 3, 4, o 5
puntos según sea la respuesta del sujeto que aparezca en cada uno de los ítems de cada escala ya que
los ítems están direccionados de tal manera que la máxima categoría (5 puntos) indica una mayor
masculinidad o feminidad, según el ítem pertenezca a una u otra escala. A continuación, se suman todos
los puntos obtenidos por el sujeto en cada escala por separado obteniéndose la puntuación directa. Este
valor se trasladará al cuadro resumen de puntuaciones (tablas 1, 2, 3, 4, 5, 6) donde se busca la
correspondiente puntuación centil y se expresa en dicho cuadro situado al final del cuestionario.
Con el fin de evitar sesgos, se recomienda aplicar de manera aleatoria la forma de elaborar la escala,
para que no haya una tendencia a agrupar por un lado los ítems de masculinidad y por otro los de
feminidad.
La escala tal y como se muestra en este manual, puede ser una posible forma de aplicación de la prueba
ya que, numerados los ítems del 1 al 60 se han distribuido mediante el uso de una tabla de números
aleatorios. Los ítems que constituyen la escala de masculinidad son el 2, 3, 7, 8, 10, 11, 12, 14, 15, 16,
18, 20, 22, 23, 29, 33, 24, 26, 27, 41, 43, 44, 47, 49, 50, 54, 55, 56, 57, 58; y la escala de feminidad la
componen los ítems: 1, 4, 5, 6, 9, 13, 17, 19, 21, 24, 25, 26, 27, 28, 30, 31, 32, 35, 38, 39, 40, 42, 45, 46,
48, 51, 52, 53, 59 y 60.
Se presentan 3 baremos distintos.
El primero, elaborado con toda la muestra y los otros dos (los que en general se deberán usar)
diferenciados para hombres y mujeres. Los tres baremos son escalas centiles normalizados estimados a
través de las puntuaciones obtenidas en la escala por el grupo normativo.
Las tablas 1 y 2, reflejan la puntuación centil correspondiente a las puntuaciones directas de toda la
muestra.
Esta baremación global, realmente no tiene aplicación práctica ya que estaría planteada a nivel teórico de
investigación general. Las características propias de cada sexo se encuentran clásicamente en las
expectativas y prescripciones sociales según se indicó anteriormente. Asimismo, una puntuación alta en
ambos rasgos se correspondería con los sujetos andróginos, como se señaló más arriba. Esto significa
que llevan a cabo conductas y poseen actitudes propias de roles sociales tanto masculinos como
femeninos.
Las tablas 3 y 4 presentan las puntuaciones centiles correspondientes a la masculinidad y feminidad en
varones. Un varón con una alta puntuación en masculinidad significa que el varón muestra tendencia a
poseer actitudes y a realizar conductas consideradas socialmente como propias del rol masculino. Por el
contrario, puntuaciones altas en feminidad significa que muestra cierta tendencia a llevar a cabo
conductas o a poseer actitudes que clásicamente la sociedad considera como propias del rol femenino.
Las tablas 5 y 6 plantean las puntuaciones centiles correspondientes a la masculinidad y feminidad en
mujeres. En este caso, una mujer con una alta puntuación en masculinidad significa que muestra
tendencia a poseer actitudes y a realizar conductas consideradas socialmente como propias del rol
masculino. Por el contrario, puntuaciones altas en feminidad significa que muestra cierta tendencia a
llevar a cabo conductas o a poseer actitudes que clásicamente la sociedad considera como propias del rol
femenino.
Tabla 1 - Baremos de MasculinidadTabla 2 - Baremos de Feminidad
Muestra total
Muestra total
Centil
P.directa
Centil
P. directa
5
30 a 43
5
30 a 41
10
44 a 50
10
42 a 49
15
50 a 55
15
50 a 54
20
56 a 59
20
55 a 59
25
60 a 62
25
60 a 62
30
63 a 65
30
63 a 66
35
66 a 68
35
67 a 69
40
69 a 71
40
70 a 72
45
72 a 73
45
73 a 75
50
74 a 76
50
76 a 78
55
77 a 79
55
79 a 81
60
80 a 82
60
82 a 84
65
83 a 84
65
85 a 87
70
85 a 87
70
88 a 91
75
88 a 91
75
92 a 95
80
92 a 95
80
96 a 99
85
96 a 99
85
100 a 105
90
100 a 107
90
106 a 112
95
108 a 150
95
113 a 150
Tabla 4 - Feminidad Varones
Tabla 3 - Masculinidad Varones
Centil
P. directa
Centil
P. directa
5
30 a 45
5
30 a 60
10
46 a 48
10
61 a 65
15
49 a 51
15
66 a 69
20
52 a 53
20
70 a 72
25
54 a 55
25
73 a 75
30
56 a 57
30
76 a 77
35
58 a 59
35
78 a 79
40
60
40
80 a 82
45
61 a 62
45
83 a 84
50
63
50
85 a 86
55
64 a 65
55
87 a 89
60
66
60
90 a 91
65
67 a 68
65
92 a 93
70
69 a 70
70
94 a 95
75
71 a 72
75
96 a 98
80
73 a 74
80
99 a 101
85
75 a 76
85
102 a 105
90
77 a 80
90
106 a 111
95
81 a 150
95
112 a 150
Tabla 5 - Masculinidad mujeres
Tabla 6 - Feminidad mujeres
Centil
P. directa
Centil
P. directa
5
30 a 34
5
30 a 72
10
35 a 40
10
73 a 78
15
41 a 43
15
79 a 82
20
44 a 46
20
83 a 86
25
47 a 49
25
87 a 89
30
50 a 52
30
90 a 92
35
53 a 54
35
93 a 94
40
55 a 56
40
95 a 97
45
57 a 58
45
98 a 99
50
59 a 61
50
100 a 102
55
62 a 63
55
103 a 104
60
64 a 65
60
105 a 106
65
66 a 67
65
107 a 109
70
68 a 69
70
110 a 112
75
70 a 72
75
113 a 115
80
73 a 75
80
116 a 119
85
76 a 78
85
120 a 123
90
79 a 84
90
124 a 128
95
85 a 150
95
129 a 150
Propiedades psicométricas del instrumento
La fiabilidad del cuestionario, estimada mediante el coeficiente alfa de Cronbach fue de 0.91 para la
variable de masculinidad y 0.93 para la de feminidad.
En cuanto a la validez, cabe decir que se llevó a cabo un primer análisis factorial con todos los ítems
originales empleando un método de factorialización de ejes principales y una rotación oblicua. Como
resultado de este análisis, se observa la existencia de dos factores con una correlación sumamente baja
del orden de 0.10. Con el fin de hacer una estructuración más clara de los diferentes factores, se repite el
análisis empleando el método de extracción de ejes principales pero con una rotación varimax. Así, se
rotan dos factores, uno de masculinidad y otro de feminidad.
Con los ítems de cada factor por separado, se analizan los índices de discriminación u homogeneidad y
se dejan aquellos ítems que posean unos índices superiores a 0.30. Como resultado final de este análisis,
quedan 60 ítems repartidos al 50% entre la escala de masculinidad y feminidad. Con estos 60 ítems, se
repite nuevamente el análisis factorial rotando dos factores como parece indicar el gráfico de
sedimentación resultante ya que después del segundo punto de inflexión, la gráfica tiende a ser paralela
al eje de abscisas (García-Cueto, 1993).
La estructura factorial última, puede verse en la tabla 7 donde se eliminaron los pesos con saturaciones
inferiores a 0.30. Esta estructura, explica el 83% de la varianza común estimada y el 32% de la varianza
total.
Tabla 7 - Matriz de factores rotados
Factor
ITEM033
ITEM063
ITEM051
ITEM102
ITEM075
ITEM035
ITEM080
ITEM043
ITEM115
ITEM126
ITEM089
ITEM120
ITEM116
ITEM113
ITEM061
ITEM004
ITEM027
ITEM101
1
,776
,730
,706
,698
,697
,690
,653
,647
,623
,585
,558
,543
,541
,539
,533
,503
,498
,495
2
ITEM024
ITEM042
ITEM020
ITEM044
ITEM018
ITEM064
ITEM079
ITEM097
ITEM045
ITEM068
ITEM099
ITEM123
ITEM087
ITEM086
ITEM049
ITEM053
ITEM037
ITEM083
ITEM092
ITEM118
ITEM057
ITEM093
ITEM069
ITEM110
ITEM119
ITEM073
ITEM029
ITEM098
ITEM109
ITEM059
ITEM013
ITEM019
ITEM084
ITEM007
ITEM112
ITEM010
ITEM088
ITEM062
ITEM103
ITEM060
ITEM028
ITEM025
,480
,479
,478
,463
,433
,424
,421
,403
,396
,379
,359
,358
,625
,598
,583
,556
,548
,534
,528
,525
,525
,523
,514
,512
,509
,496
,493
,480
,466
,463
,449
,445
,439
,433
,432
,429
,403
,393
,370
,323
,321
,312
Por lo tanto, como se puede observar, parece sensato mantener la hipótesis de bidimensionalidad
subyacente en función de los factores rotados.
Análisis de los ítems
Los índices de homogeneidad de los ítems presentan, como se puede ver en la tabla 8 y 9, unos índices
muy elevados. El valor máximo de la escala de masculinidad es de 0,6478 mientras que el mínimo es
0.30. Para la escala de feminidad, el valor máximo es 0,7949 y el mínimo, 0,3982.
Tabla 8 - Índice de homogeneidad Feminidad
ITEM004
0,5169
ITEM018
0,4466
ITEM020
0,4123
ITEM024
0,4696
ITEM027
0,4731
ITEM033
0,7949
ITEM035
0,6846
ITEM042
0,4890
ITEM043
0,6143
ITEM044
0,4335
ITEM045
0,4324
ITEM051
0,7007
ITEM061
0,4755
ITEM063
0,7073
ITEM064
0,4144
ITEM068
0,4387
ITEM075
0,6920
ITEM079
0,4038
ITEM080
0,6871
ITEM089
0,5536
ITEM097
0,4478
ITEM099
0,3982
ITEM101
0,4743
ITEM102
0,7335
ITEM113
0,5042
ITEM115
0,6570
ITEM116
0,5133
ITEM120
0,5208
ITEM123
0,4030
ITEM126
0,5645
Alpha = ,9322
Tabla 9 - Índice de homogeneidad Masculinidad
ITEM007
0,4295
ITEM010
0,3936
ITEM013
0,4523
ITEM019
0,3937
ITEM025
0,3108
ITEM028
0,3000
ITEM029
0,4810
ITEM037
0,5735
ITEM049
0,6088
ITEM053
0,5517
ITEM057
0,5265
ITEM059
0,4562
ITEM060
0,3368
ITEM062
0,3399
ITEM069
0,5300
ITEM073
0,5006
ITEM083
0,5001
ITEM084
0,3629
ITEM086
0,6163
ITEM087
0,6478
ITEM088
0,3822
ITEM092
0,5367
ITEM093
0,4729
ITEM098
0,4761
ITEM103
0,3554
ITEM109
0,4264
ITEM110
0,5092
ITEM112
0,4514
ITEM118
0,5358
ITEM119
0,5057
Alpha = ,9054
Para el estudio del poder discriminante de los ítems, se llevan a cabo las siguientes pruebas, la T de
Student, la U de Mann-Whitney y una regresión logística.
La finalidad de estas pruebas fue comprobar que los ítems tenían capacidad para discriminar entre
hombres y mujeres, es decir, verificar si la puntuación media para cada ítem contestado por mujeres es
diferente a la de los hombres. Para estudiar esto, se hace la T de Student y se ve que las diferencias son
estadísticamente significativas en todos los ítems, siendo el valor de la probabilidad asociada al
estadístico estudiado de 0.02 y en la mayoría de los casos, el valor de la mencionada probabilidad menor
de 0.0001.
Conscientes de que las respuestas no tienen una distribución normal puesto que vienen dadas en una
escala tipo Likert y aunque la prueba de T es bastante robusta, se realiza la U de Mann-Whitney. Los
resultados que se obtienen, en general, son coincidentes con los obtenidos mediante el análisis
paramétrico. En este caso, todas las probabilidades asociadas al estadístico que se encuentran, son
inferiores a 0.001 excepto en el ítem que plantea "Me gusta fardar de mis ligues" donde el valor de
p=0.047.
Finalmente, se lleva a cabo una regresión logística para ver si cada uno de los ítems servía para clasificar
a hombres y mujeres. Los resultados se pueden observar en la tabla 10.
Tabla 10
Se realiza la regresión y como se ve en la tabla 10, se clasifica adecuadamente a la práctica totalidad de
la muestra excepto un solo caso. Un varón que sería clasificado como mujer. En el resto de los casos se
obtiene una clasificación totalmente correcta. Así pues, resulta obvio y evidente el alto poder
discriminativo de la prueba. En la tabla 11 se reflejan, los coeficientes de regresión logística donde se
reflejan, en primer lugar, los ítems, en segundo lugar los coeficientes de la regresión que se estiman para
el modelo y por último, el valor del exponente elevado al valor del coeficiente de la regresión. Recuérdese
que este valor, indica el valor con el que cambia el evento (en este caso, dar una respuesta propia de
hombre o mujer). Sólo los valores iguales a 1 carecen de poder clasificatorio. Basta observar la tabla para
percibir el altísimo poder discriminante de los ítems. Tal vez convenga resaltar que se obtienen valores
que van desde más de 164 a valores inferiores a 2 centésimas, no existiendo ningún valor muy cercano a
la unidad.
Tabla 11 - Variables en la ecuación.
B
Exp(B)
ITEM004 1,554
4,731
ITEM007 -,938
,391
ITEM010 2,734
15,399
ITEM013 -,328
,721
ITEM018 -,258
,773
ITEM019 ,556
1,744
ITEM020 -1,205
,300
ITEM024 ,183
1,201
ITEM025 1,677
5,351
ITEM027 4,131
62,227
ITEM028 -,684
,504
ITEM029 -,054
,947
ITEM033 4,812
122,956
ITEM035 5,100
164,067
ITEM037 ,211
1,235
ITEM042 4,535
93,188
ITEM043 2,683
14,633
ITEM044 -,397
,673
ITEM045 2,810
16,602
ITEM049 -2,912
,054
ITEM051 -3,871
,021
ITEM053 -1,718
,179
ITEM057 -,788
,455
ITEM059 -3,898
,020
ITEM060 -1,776
,169
ITEM061 -,577
,562
ITEM062 -3,580
,028
ITEM063 2,021
7,545
ITEM064 ,447
1,564
ITEM068 ,871
2,388
ITEM069
4,581
97,572
ITEM073
-,870
,419
ITEM075
-,424
,655
ITEM079
-4,252
,014
ITEM080
2,654
14,214
ITEM083
-,273
,761
ITEM084
-1,159
,314
ITEM086
-,476
,621
ITEM087
,187
1,206
ITEM088
1,162
3,197
ITEM089
-,440
,644
ITEM092
-6,762
,001
ITEM093
-,879
,415
ITEM097
-2,791
,061
ITEM098
,379
1,461
ITEM099
-1,413
,243
ITEM101
2,373
10,734
ITEM102
,769
2,158
ITEM103
1,728
5,630
ITEM109
2,958
19,266
ITEM110
-1,084
,338
ITEM112
,977
2,656
ITEM113
-1,820
,162
ITEM115
2,235
9,344
ITEM116
-,658
,518
ITEM118
-3,320
,036
ITEM119
-,602
,548
ITEM120
-,052
,949
ITEM123
1,508
4,519
ITEM126
,049
1,050
Constante
,000
19,815
Aspectos por considerar
La presente escala de masculinidad-feminidad surge para solucionar los problemas que presentaban
otras escalas, como ya se ha comentado en otro punto del capítulo. Uno de los puntos fuertes de este
cuestionario es su longitud. Por su breve formato, cabe la posibilidad de ser susceptible de uso en
evaluaciones dentro o junto con otros tests. Además de esto, el formato en el que se presenta el
cuestionario es muy sencillo ya que emplea un lenguaje nada rebuscado, de afirmaciones cortas y
directas que centran perfectamente el tema a tratar. Otro aspecto clave, es la amplia variedad de temática
en los diferentes ítems. Producto de una fuerte investigación preliminar, aparecen una enorme amplitud
de identificadores de roles de género. También, que la temática sea variada favorece mucho la respuesta
del sujeto ya que no se llega a sentir invadido en su intimidad a pesar de la claridad de las preguntas.
Por otro lado, dejando al margen lo que sería una temática más bien de formato, habría que entrar a
valorar la fiabilidad y validez del test.
Se dice que un instrumento es fiable cuando sus medidas son estables. En este caso, la escala de
masculinidad y la escala de feminidad, poseen una fiabilidad más que aceptable ya que 0.91 y 0.93
respectivamente obtenidos es la mínima fiabilidad que puede tener la escala. Recuérdese que el
coeficiente alfa es una estimación por defecto del coeficiente de fiabilidad del test. Una de las posibles
limitaciones del cuestionario es que fue baremado con una muestra algo limitada. En primer lugar, todos
ellos eran personas del Principado de Asturias de regiones muy próximas socio-económica y
culturalmente. En segundo lugar, otra limitación es el tamaño de la muestra, el cual, convendría que fuese
más amplio para poder asegurar totalmente los resultados tan positivos que se encuentran. No obstante,
esto no hará variar la calidad del instrumento. Bastará la fácil tarea de encontrar nuevos baremos
(utilizando siempre el mismo test) cuando se aplique en otras culturas.
Otra ventaja que hay que tener muy en cuenta es la alta validez de constructo que presenta la prueba.
Como se puede comprobar en la matriz factorial expuesta en la tabla 2, los ítems saturan perfectamente
en uno u otro factor de forma muy clara. Así, el valor mínimo de saturación en cada escala está en 0.358
para la de feminidad y 0.312 para la de masculinidad. Por otra parte, los estudios del poder discriminante
de los ítems dejaron patente la enorme potencia de discriminación que presentan todos ellos. De 270
hombres, los ítems tan solo clasificaron mal a uno, es decir, consideraban que tenía respuestas asociadas
más al rol femenino que masculino. En el 99.6% de los casos, según la regresión logística, los ítems de
masculinidad clasifican correctamente. Sería mal clasificado el 0.4% De esta manera, la presente escala
puede considerarse muy fiable y muy válida, esto es, además de medir correctamente, mide aquello para
lo que fue construida.
En vista de todo lo anterior, cabría la posibilidad, como 1 futura línea de investigación, de ampliar los
límites del muestreo. La idea iría encaminada a alcanzar cotas más altas de población para crear una
importante prueba de personalidad que sin ninguna duda midiese con los niveles de exactitud aquí
referidos las variables de masculinidad y feminidad.
Instrumento
Nombre y apellidos: _____________________________________________
Género: Varón Mujer Edad: __________
Estudios: ___________ Profesión: _________________
A continuación encontrará una serie de afirmaciones sobre sus gustos o su conducta. Si está totalmente
en desacuerdo con lo expresado en el enunciado, rodee con un círculo el número 1, si está totalmente de
acuerdo con la frase, rodee el 5. Utilice de forma sensata las puntuaciones intermedias. Conteste, por
favor, con ABSOLUTA sinceridad y asegúrese haber respondido a todas las cuestiones una vez finalizado
el cuestionario.
Me gusta ir de tiendas
12345
Bebo alcohol sin moderación
12345
Me gusta la velocidad
12345
Me gusta quedarme al cuidado de niños
12345
Compro revistas de moda
12345
Depilo alguna parte de mi cuerpo
12345
Digo tacos
12345
Me gustan las armas
12345
Me pongo ropa colorida
12345
Eructo delante de mis amigos
12345
Escupo en el suelo
12345
Hablo de coches
12345
Hablo mucho
12345
Hago deportes de riesgo
12345
Me quedo mirando, sin ruborizarme, a personas de otro sexo cuando me 1 2 3 4 5
resultan atractivas
Juego a las máquinas
12345
Leo prensa "del corazón"
12345
Juego al futbolín
12345
Soy algo "cotilla"
12345
Me gusta "fardar" de mis "ligues"
12345
Me gusta coser
12345
Juego al fútbol
12345
Me gusta masturbarme
12345
Leo revistas de decoración
12345
Limpio mi habitación
12345
Llevo pendientes y colgantes
12345
Me considero una persona presumida
12345
Me gusta bailar
12345
Fanfarroneo con mis amigos
12345
Hago "aeróbic"
12345
Me gustan los bebés
12345
Me tiño el pelo
12345
Miro revistas pornográficas
12345
Me gusta la mecánica
12345
Me gusta mirar escaparates
12345
Compro prensa deportiva
12345
Veo películas de acción
12345
Me gusta ponerme pulseras, pendientes, etc.
12345
Utilizo cremas para la piel
12345
Voy al solarium
12345
Me gustan los juegos en equipo
12345
Realizo tareas domésticas
12345
Veo películas pornográficas
12345
Soy una persona competitiva
12345
Veo en la televisión programas "del corazón"
12345
Me gusta que me regalen flores
12345
Piropeo a personas del sexo opuesto
12345
Voy a la playa para tomar el sol
12345
Leo prensa deportiva
12345
Si hace falta pegarse, me pego sin problemas
12345
Veo películas románticas
12345
Voy acompañado al baño
12345
Soy una persona "romántica"
12345
Leo revistas del mundo del motor
12345
Tengo monopatín
12345
Juego con videojuegos
12345
Me masturbo
12345
Veo partidos de fútbol
12345
Utilizo perfumes o colonias
12345
Soy una persona más bien presumida
Total MASC.
12345
Total FEM.
P.D
P.C
Diagnóstico y valoración:
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ESCALA DE SATISFACCIÓN USUARIA PARA HOSPITALES PÚBLICOS
Marcelo Leiva Bianchi
Andrea Araneda Fuente-Alba
Norma Retamal Peña
Escuela de Psicología
Universidad de Santiago de Chile
Introducción
Problema por tratar
La Satisfacción Usuaria en el contexto de los Servicios de Salud Pública, es un tema que en la actualidad
está adquiriendo una importancia cada vez mayor desde diversos puntos de vista. En primer lugar, según
la Organización Mundial de la Salud, el nivel de satisfacción de los usuarios está relacionado
directamente con mejoras en su salud y una mayor adherencia al tratamiento (OMS, s/f en Sosa,
González y Gil, 2003).
Otro aspecto que muestra dicha relevancia es que el servicio es construido en la interacción del usuario y
la organización, siendo un resultado de dicha interacción (Fischer, 1994). Esta propiedad del servicio es
muy importante en el caso de la Salud, pues el usuario se ve inserto en el ambiente organizacional y en la
dinámica interpersonal de los funcionarios. Además, su rol es considerado tradicionalmente como pasivo
en la recuperación de su salud (de allí el término paciente) y en ocasiones, las intervenciones requieren
de un tiempo que va más allá de un solo encuentro con la organización.
Sin embargo, uno de los aspectos que más realzan la importancia de la Satisfacción Usuaria en el
contexto de la Salud Pública es que uno de los principales objetivos de las reformas a la salud
emprendidas en diversos países latinoamericanos, es un enfoque del sistema de salud como un todo que
va más allá del ámbito biológico, tomando las variables psicológicas, sociales y culturales, y utilizando
herramientas de gestión provenientes de la administración y economía. Por ejemplo, la Reforma Chilena a
la Salud tiene por objetivo mejorar la Gestión de los Servicios y buscar las mejoras en la atención de los
usuarios, tanto en la cobertura como en la atención directa, enfatizando la equidad en el trato (MINSAL,
2003). Estos objetivos se relacionan estrechamente con la Satisfacción Usuaria como una forma de
conocer la percepción de la calidad de la atención y si ésta cumple con las expectativas de los usuarios.
En definitiva, el estudio de la Satisfacción Usuaria posee gran relevancia para mejorar la calidad del
servicio de las organizaciones en general y en los Servicios de Salud en particular. Esto implica un
aumento de la satisfacción de los usuarios, traduciéndose finalmente en mejoras de su salud. Además, es
importante al momento de evaluar los cambios que se están produciendo en el contexto de la Reforma a
la Salud y de otorgar recursos para el desarrollo de los Servicios de Salud.
Para conocer la Satisfacción Usuaria es imprescindible contar con herramientas confiables y válidas, que
permitan su medición adecuada en el contexto de los Servicios de Salud. Ahora, según lo revisado en el
estudio que a continuación se presenta, la situación de la medición de la Satisfacción Usuaria se
caracteriza por realizarse mediante diferentes instrumentos y criterios propios de cada Servicio de Salud,
sin estándares de validez y confiabilidad estadísticamente probados. Así es como al consultar en el
Ministerio de Salud de Chile, Universidad de Chile, Universidad de Santiago de Chile y Pontificia
Universidad Católica de Chile, se constató la existencia de siete instrumentos diferentes para medir
Satisfacción Usuaria, con dimensiones distintas entre sí, construidos para servicios hospitalarios y
unidades específicas, sin conexiones teóricas y metodológicas que permitan establecer comparaciones
entre las mediciones realizadas con cada uno de ellos.
Modelos teóricos del instrumento
Para construir una escala capaz de medir en forma válida y confiable la Satisfacción Usuaria en
Hospitales Públicos, es preciso inicialmente construir un modelo teórico que reúna sistemáticamente los
diversos enfoques que a la fecha existen para el fenómeno. Al respecto, se definen los aspectos más
relevantes de dos conceptos fundamentales: Calidad de Servicio y Satisfacción Usuaria.
Según lo planteado por diversos autores (Donabedian, 1990, en Sosa, González y Gil, 2003; Lobos, 1995;
Carreño y Moraga, 1997; Andía, Pineda, Sottec, Santos, Molina y Romero, 2002) la Calidad de Servicio
es un sistema compuesto por un usuario (con necesidades y expectativas de satisfacción), y un servicio
(que necesita ciertos elementos para sobrevivir en el mercado, como identidad, competitividad, valor
agregado, y cierto grado de estandarización), relacionados por las expectativas que el cliente posee de
satisfacer sus necesidades respecto al desempeño, costo y atención del servicio, y, valga la redundancia,
el desempeño, costo y atención otorgados realmente por el servicio para satisfacer dichas necesidades.
En ese sentido, la calidad tiene que ver con el real cumplimiento de las expectativas del cliente con
relación al desempeño, costo y atención.
Aplicado al ámbito de la salud, la calidad del servicio se caracteriza por indicadores que varían entre los
autores antes citados. De esta manera, indicadores como las políticas y estrategia de la organización de
salud, la infraestructura del servicio, el desempeño de los trabajadores de la salud, la atención brindada
por los mismos, las relaciones entre el funcionario y el usuario, el costo económico y social del servicio, y
los resultados en la salud del usuario, forman parte de la calidad de los servicios de salud.
Con respecto a la Satisfacción Usuaria, según lo planteado por diversos autores (Max-Neef, 1994;
Moyano, 1994; Fischer, 1994; Lobos, 1995; Carreño y Moraga, 1997; Rey, 2000; Abril, Pérez y Cubillas,
2003; Andía, 2002; Sosa, Sosa y Gómez, 2003) es una experiencia racional en la cual el usuario compara
los resultados obtenidos en su experiencia con el servicio, con sus expectativas, relacionándose el grado
de satisfacción con las reacciones que la persona presenta después de recibir el servicio.
Al respecto J. Arndt en su modelo de satisfacción usuaria y calidad de vida, señala que la satisfacción
dependerá de la comparación que los usuarios hagan entre la percepción del entorno (el impacto
subjetivo del espacio físico en las personas) y las expectativas de calidad (lo que cada cliente espera
satisfacer y en que grado el servicio prestado lo hace) que se tenga de los productos/servicios ofrecidos
por la organización. Tanto la percepción del entorno como las expectativas de calidad dependen de un
entorno objetivo (la estructura física objetivamente entendida con que cuenta la organización), y de
comparaciones sociales y temporales (influencia de amigos, parientes en la decisión de uso del servicio y
de cuán satisfecha la persona está ahora con respecto a épocas anteriores y/o posteriores). Finalmente,
existe una influencia personal o de los factores subjetivos de cada cliente, tanto sobre sus expectativas
como sobre sus percepciones (Arndt, 1981, en Descouvières, 1998).
Es así como todos los autores concuerdan en la existencia de factores propios del usuario y de la
organización que determinan la satisfacción. Los que corresponden al usuario son las necesidades,
expectativas, valores, esfuerzo que realiza la persona para acceder al servicio y percepción de los
resultados. Respecto a la organización son las características propias de los proveedores del servicio de
manera individual (clima organizacional, cooperación, cohesión, pertenencia, interacciones sociales,
conocimiento de la tarea, capacitación, reconocimiento y retroalimentación, todas variables que inciden de
manera directa en el desempeño de los funcionarios y en el servicio entregado) y de la organización en su
totalidad (costos del servicio y posición de la organización en el mercado).
Sin embargo, según los autores anteriormente expuestos, la satisfacción del usuario de los Servicios de
Salud posee ciertas características particulares, influyéndola en gran medida el estado de salud del
paciente que recibe la atención, para el cumplimiento de sus expectativas y la satisfacción de sus
necesidades. Esta satisfacción, posee importantes repercusiones a mediano y largo plazo en los
resultados que el paciente obtendrá, asociada a una mayor adherencia al tratamiento y a una
consecuente mejora en la salud (OMS, s/f en Sosa, González y Gil, 2003).
Los factores que inciden de manera determinante en la satisfacción con la atención recibida,
corresponden a: relación médico-paciente (información que el profesional brinda al usuario, participación
del paciente, escucha y empatía, y atención que considere la dimensión psicosocial en dicha relación), y
variables demográficas (sexo, edad, escolaridad y antigüedad en el servicio) (Abril, Pérez y Cubillas,
2003). Es decir, la satisfacción con el servicio implica una serie de evaluaciones del tipo cognitivo y
emocional, de la estructura, proceso y resultado de la atención misma.
En consideración con toda la información anterior, es posible construir un Modelo de Satisfacción Usuaria
para los Servicios de Salud Pública (Figura 1).
Figura 1 - Modelo sistémico de satisfacción usuaria en servicios de salud pública (Araneda, Leiva y
Retamal, 2003).
En otras palabras, la organización, determinada por factores internos y externos, ofrece bienes/servicios
al usuario. Éste inicialmente los percibe, para luego compararlos con las expectativas que posee respecto
del grado en que esos bienes/servicios son satisfactores de las tensiones producidas por la necesidad
subyacente. Si el usuario percibe que el grado de satisfacción de sus tensiones es alto, el servicio
satisfará al usuario. De lo contrario, el usuario se encontrará insatisfecho.
De dicho modelo surgen las siguientes definiciones conceptuales y operacionales de la Satisfacción
Usuaria en Servicios de Salud Pública:
Tabla 1- Definición conceptual y operacional de satisfacción usuaria en servicios de salud pública
Definición Conceptual
Definición Operacional
Sistema compuesto por una Organización de Salud, el Corresponde a lo medido por los siguientes 7 factores:
Servicio que ésta entrega y los estándares de Calidad
del Servicio dado a sus Usuarios. Los Usuarios perciben
 Calidad de la Atención
la Calidad del Servicio entregado comparándolo con sus
 Calidez y Comodidad de la Atención
expectativas y necesidades. El resultado de dicha
 Proceso Integral de Atención al Usuario
comparación corresponde a la Satisfacción, la cual se
 Costos
traduce en la percepción final del Usuario acerca de la
Calidad del Servicio.
 Infraestructura
 Participación del Usuario
 Educación al Usuario
Una vez construido el modelo anterior y definido conceptual y operacionalmente el fenómeno, es posible
crear un instrumento capaz de medir la Satisfacción Usuaria de manera válida y confiable. En ese sentido,
la Escala de Satisfacción Usuaria para Hospitales Públicos que a continuación se propone, fue creada
así:
Descripción del instrumento
La Escala de Satisfacción Usuaria para Hospitales Públicos (ESUHP) posee las siguientes características:
Conjunto de 30 afirmaciones que, mediante 7 factores, permite obtener datos cuantitativos con relación a
la satisfacción de los usuarios de hospitales públicos en general y en los ámbitos específicos de: Calidad
de la Atención (Frecuencia, rapidez y precisión de la atención y tratamiento brindado por el Hospital),
Calidez y Comodidad de la Atención (Conjunto de elementos que hacen del Hospital un lugar cómodo y
humanamente cálido para la atención de sus usuarios), Proceso Integral de Atención al Usuario (Proceso
dinámico en donde el personal de salud escucha, examina y explica su padecimiento al usuario, y éste
último responde entregándole confianza al personal.), Costos (Inversión en tiempo, dinero y esfuerzo
personal del usuario para acceder y mantener la atención brindada por el Hospital.), Infraestructura
(Características de la planta física con la que cuenta el Hospital relacionadas con su mantenimiento,
higiene, señalización y ornato.), Participación del Usuario (Oportunidad brindada al usuario de intervenir y
decidir en algunos aspectos de su atención.) y Educación al Usuario (Proceso claro y amable de entrega
de información al usuario y de enseñanza de hábitos relacionados con el cuidado de su salud.)
- Es un instrumento de carácter general aplicable en cualquier hospital público y al interior de cualquiera
de sus servicios y/o unidades, sin importar sus características particulares.
- El instrumento fue validado en un hospital representativo del sistema de Salud Pública chileno, el
Instituto Nacional del Tórax, mediante una muestra de 200 participantes.
- El tipo de medición del instrumento, corresponde a una escala de Likert, graduada según cuatro
categorías de respuesta, a saber: Muy Falso, Falso, Cierto, Muy Cierto, y calificables con puntuaciones
del 1 al 4, dependiendo del sentido de cada ítem.
Formas de corrección
El proceso de corrección de la ESUHP corresponde al siguiente:
Asignar puntaje a cada respuesta según la siguiente tabla:
Tabla 2- Categorías de la Escala Likert
Categoría
Puntaje Ítems Positivos
Puntaje Ítems Negativos (6
y 11)
Muy Cierto
4
1
Cierto
3
2
Falso
2
3
Muy Falso
1
4
Tabla 3 - Factores e Items
3.
Proceso
2. Calidez y
Integral
de
Comodidad de
Atención
al
la Atención
Usuario
Factor 1. Calidad de la Atención
Ítems
22 6 24 20 2 7 14 25 9 1 23 26 4 29 16 19 10
Factor 4. Costos
Ítems
-
5. Infraestructura
3 13 21 27 17 11 8 28
Traspasar
datos
del
6.
7.
Participación Educación
del Usuario
al Usuario
30 18
participante
5 12 15
a
la
respectiva
base
de
datos.
- Ubicar las puntuaciones según los rangos propuestos en la siguiente tabla:
Tabla 4 - Rangos para la escala y sus factores
Rangos
1,00 – 1,74
1,75 – 2,49
MUY
BAJA BAJA
SATISFACCIÓN
SATISFACCIÓN
2,50 – 3,24
3,25 – 4,00
ALTA
SATISFACCIÓN
MUY
ALTA
SATISFACCIÓN
Propiedades psicométricas del instrumento
Para crear la ESUHP fue necesario un proceso de validación que determinó:
- El grado de acuerdo ínter jueces y validez de contenido muestral (prueba de W de Kendall) de las 111
afirmaciones o ítems iniciales.
- La primera lectura de la confiabilidad del instrumento (Alfa de Cronbach), mediante la aplicación de los
ítems
clasificados
(74)
a
una
muestra
piloto
de
30
participantes.
- La validez de constructo (Análisis Factorial para una Muestra, Método de Extracción de Componentes
Principales) de la escala final y la confiabilidad final del instrumento (Alfa de Cronbach), mediante la
aplicación definitiva de la escala en una muestra de 200 participantes, usuarios de un servicio hospitalario
de salud pública de la Región Metropolitana de Chile.
- La distribución de la ESUHP, mediante la prueba Kolmogorov-Smirnov para una muestra, obteniéndose
que los puntajes de la escala y sus dimensiones se distribuyen normalmente. Sin embargo, el hecho de
que la mayor parte de ellos se concentre en torno al promedio de cada factor, presentando la distribución
una forma leptocúrtica, (curva normal no suave, de forma puntiaguda en el centro y achatada en los
extremos de la distribución), hace inconveniente establecer normas mediante una distribución Z, T o
percentiles, pues distorsionaría la medición. Se optó, entonces, por establecer los rangos de la escala
Likert como base para categorizar e interpretar los resultados.
De esta manera se obtuvo una escala de 30 ítems agrupados en torno a 7 factores empíricamente
válidos, siendo su confiabilidad de 0,92. El detalle de la confiabilidad por factor se muestra en la siguiente
tabla:
Tabla 5 - Factores y confiabilidad ESUHP
Factor
Alfa
1. Calidad de la
0,86
Atención
2.
Calidez
y
Comodidad de la 0,74
Atención
3.
Proceso
Integral
de
0,75
Atención
al
Usuario
4. Costos
5. Infraestructura
0,56
0,58
Definición
Ítems
Dimensión Teórica
22.
Resultados
6.
Principios de un Servicio
de Salud de Calidad
24.
Calidad Técnica
Atención
Frecuencia, rapidez y precisión de la 20.
atención y tratamiento brindado por
el Hospital.
2.
Principios de un Servicio
de Salud de Calidad
Resultados
14.
Calidad Técnica
Atención
25.
Resultados
9.
Calidad Técnica
Atención
de
la
de
la
Infraestructura y Hotelería
Relaciones
Interpersonales
Relaciones
Interpersonales
4.
Relaciones
Interpersonales
29..
Calidad Técnica
Atención
Proceso dinámico en donde el
personal de salud escucha, examina 16.
y explica su padecimiento al usuario,
y éste último responde entregándole 19.
confianza al personal.
la
Acceso
7.
1.
Conjunto de elementos que hacen
del Hospital un lugar cómodo y 23.
humanamente
cálido
para
la
atención de sus usuarios.
26.
de
de
la
de
la
Relaciones
Interpersonales
Relaciones
Interpersonales
10.
Calidad Técnica
Atención
3.
Acceso
Inversión en tiempo, dinero y 13.
esfuerzo personal del usuario para
acceder y mantener la atención 21.
brindada por el Hospital.
27.
Costo
Características de la planta física 17.
con la que cuenta el Hospital 11.
Infraestructura y Hotelería
Costo
Principios de un Servicio
de Salud de Calidad
Infraestructura y Hotelería
relacionadas con su mantenimiento, 8.
higiene, señalización y ornato.
28.
Infraestructura y Hotelería
6. Participación
0,47
del Usuario
Oportunidad brindada al usuario de 30.
intervenir y decidir en algunos
18.
aspectos de su atención.
Información
Información
7. Educación al
0,69
Usuario
5.
Proceso claro y amable de entrega
de información al usuario y de 12.
enseñanza de hábitos relacionados
con el cuidado de su salud.
15.
Acceso
Principios de un Servicio
de Salud de Calidad
Relaciones
Interpersonales
Calidad Técnica
Atención
de
la
Aspectos por considerar
Con relación al aprendizaje obtenido en terreno respecto a la aplicación de la escala, es preciso realizar
las siguientes observaciones:
Contactar al personal clave: generalmente corresponde a los jefes y jefas de unidades, quienes
supervisan las acciones que ocurren en éstas. Es necesario pedir los permisos correspondientes y ser
respaldado por profesionales superiores coordinadores de las diferentes unidades. Ese es el caso de este
estudio, pues los investigadores se contactan con los responsables de la Subdirección de Excelencia
Hospitalaria, quienes gestionan la entrada a los servicios.
Observar el ambiente dónde se encuentra el usuario: aspectos como el ser usuario hospitalizado o
ambulatorio, presencia de personal en la sala, horario de atención y de visitas, son algunas de las
variables que deben ser tomadas en cuenta al momento de aplicar la escala al usuario de un servicio de
salud. Esto se debe a que es necesario no interferir con los procedimientos efectuados en el lugar de
atención y ubicar a los usuarios en aquellos momentos en que estén disponibles para contestar (en
términos de tiempo, estado de salud y ausencia de personal que pueda incomodar y/o distorsionar su
respuesta).
Observar el estado del usuario: si es un paciente ambulatorio u hospitalizado, hombre o mujer, su edad,
nivel educacional, la unidad del servicio en la cual se encuentra, si está conectado o no a equipos
médicos, su estado de salud y motivación para contestar, son algunas de las variables a tomar en cuenta
al momento de pedir a un usuario que conteste la escala. Muchas de estas variables son observables sin
necesidad de acercarse al usuario y preguntarle. Otras requieren del contacto usuario-encuestador, el
cual se formaliza mediante las instrucciones para aplicar la Escala Final Obtenida.
En general, los usuarios responden positivamente a la situación de ser encuestados, sin producirse
mayores inconvenientes en este proceso. De esta manera, un comportamiento cortés y con empatía hacia
los pacientes, trae como resultado que la persona conteste eficientemente la encuesta y una situación
interpersonal cálida y amena.
Algunas preguntas que pueden surgir frente a la aplicación de la ESUHP son las siguientes:
¿Quiénes pueden contestar esta Escala?
Todos los usuarios mayores de 18 años. En caso de que, se encuentren incapacitados física y/o
mentalmente para contestar, o que sean menores de la edad señalada, se considerará al acompañante
responsable del usuario como el usuario externo del servicio.
¿Cómo aplicar la Escala?:
Primero: leer las instrucciones contenidas en el la escala a cada uno de los participantes.
Segundo: leer cada una de las afirmaciones indicando las alternativas de respuesta en todos los casos.
Tercero: en caso de que surjan problemas relacionados con la comprensión de los participantes en
relación con la Escala, utilizar las siguientes alternativa para facilitar que las categorías de respuesta de la
escala (Muy Falso, Falso, Cierto, Muy Cierto) se adecuen al lenguaje y comprensión de los participantes
(Con: E. = Encuestador y U. = Usuario):
Tabla 6- Casos, ejemplos y propuestas alternativas de respuesta.
Casos y Ejemplos
Propuesta Alternativa
Se lee la afirmación, se señalan las Se plantea la afirmación en el sentido que la persona responde,
categorías de respuesta y el participante dándole la graduación de intensidad de las categorías a las
responde "sí" o "no".
palabras claves de la afirmación original.
E: Ha sido útil para mi salud ser atendido E: Ha sido útil para mi salud ser atendido en este Hospital.
en este Hospital.
U: Si…
U: Si…
E: Entonces ¿ha sido útil o muy útil ser atendido en este
Hospital?
U: Si, muy útil.
En este caso, la respuesta Si, muy útil corresponde a la
categoría Muy Cierto de la afirmación original.
Se lee la afirmación, se señalan las Se relee la afirmación pausadamente y destacando los
categorías de respuesta y el participante elementos centrales de ésta.
declara no entender.
E: Existe preocupación por parte del personal de salud de
E: Existe preocupación por parte del seguir mi caso en el tiempo. ¿Falso, Muy Falso Cierto o Muy
personal de salud de seguir mi caso en el cierto?
tiempo. ¿Falso, Muy Falso Cierto o Muy
cierto?
U: ¿Cómo?
U: ¿Cómo?
E: Existe preocupación por parte del personal de salud de
seguir mi caso en el tiempo.
Se lee la afirmación, se señalan las Se plantea la afirmación en el sentido que la persona responde,
categorías de respuesta y el participante dándole la graduación de intensidad de las categorías a las
responde repitiendo la misma afirmación.
palabras claves de la afirmación original.
E: Este Hospital se mantiene limpio. E: Este Hospital se mantiene limpio. ¿Falso, Muy Falso Cierto o
¿Falso, Muy Falso Cierto o Muy cierto?
Muy cierto?
U: Este Hospital es limpio.
U: Este Hospital se mantiene limpio.
E: ¿Limpio o muy limpio?
U: No, limpio.
En este caso la respuesta No, limpio equivale a la categoría
Cierto.
En el caso de las afirmaciones en sentido Se da vuelta la respuesta final que la persona da en positivo
negativo, se lee la afirmación, se señalan graduando la intensidad de las categorías a las palabras claves
las categorías de respuesta y el de la afirmación original.
participante responde como si ésta fuese
positiva.
E: Las dependencias
desagradables a la vista.
internas
de
este
Hospital
son
E: Las dependencias internas de este
Hospital son desagradables a la vista.
U: No, no son desagradables.
E: ¿Muy Falso o Falso que son desagradables?
U: No, no son desagradables.
E: ¿Muy Falso
desagradables?
o
Falso
que
son U: No, es cierto que son agradables.
E: ¿Agradables o muy agradables?
U: No, es cierto que son agradables.
U: Si, agradables.
En este caso la respuesta Si, agradables corresponde a la
categoría Falso de la afirmación original.
Finalmente: agradecer la participación del usuario y almacenar la encuesta.
Respecto
a
incentivar
a
otros
investigadores
en
la
temática,
se
sugiere:
- Establecer normas mediante prueba Z, T o percentiles, a través de otras muestras, diferentes en tamaño
y población. De esta forma se obtendrían normas más representativas y menos rígidas, que facilitarían la
interpretación de resultados de manera estandarizada en otros contextos hospitalarios.
- Validar la escala en diferentes contextos de la salud, como en otros servicios de salud públicos, clínicas
y
hospitales
privados.
- Observar cómo se comporta el Modelo Sistémico de Satisfacción Usuaria en Servicios de Salud Pública
en
otras
organizaciones
de
salud.
- Observar cómo se comporta el Modelo Sistémico de Satisfacción Usuaria en Servicios de Salud Pública
en otras organizaciones de servicios. Para esto se necesita redefinir los factores o dimensiones que
componen la satisfacción usuaria en los contextos de otros servicios diferentes a los de salud,
adaptándolos
a
las
características
particulares
de
cada
organización.
- Probar los ítems con otro tipo de escalas diferentes a la Likert. Por ejemplo, puede utilizarse una escala
borrosa, en la cual se pida a las personas que califiquen cada afirmación mediante un número que se
encuentre dentro de un rango determinado, el cual sea familiar para la cultura de la muestra ("califique de
1 a 7, como en el colegio, si las siguientes frases se aplican o no a su caso personal"). En ese sentido,
debiera realizarse un nuevo proceso de validación y normalización.
El Instrumento
Escala de Satisfacción Usuaria para Hospitales Públicos (ESUHP)
Se presentan una serie de afirmaciones relacionadas con el Servicio que se le ha prestado en este
Hospital. Usted deberá evaluar si dichas afirmaciones se ajustan o no a su caso, indicando si cada
afirmación es Muy Falsa, Falsa, Cierta o Muy Cierta, según ha sido su experiencia en el Hospital.
Por Ejemplo:
Afirmaciones
Muy
Falso
Falso
En este Hospital hay bastantes médicos.
En este caso se evaluó que es cierto que hay bastantes médicos en el Hospital.
Cierto
X
Muy
Cierto
Sólo puede evaluar una vez cada afirmación. Debe evaluar todas las afirmaciones.
¿Tiene alguna duda? De lo contrario, comience.
Tabla 7 - Rangos de interpretación para la escala y sus factores
Muy
Falso
Afirmaciones
1
Los diferentes lugares de atención de este Hospital son
cómodos.
2
Este Hospital me atendió de manera rápida y precisa.
3
Existen varias alternativas de locomoción para ir y venir de mi
casa al hospital.
4
El personal de este Hospital recuerda mi nombre.
5
Se me informó claramente lo que tengo que hacer para
realizar cualquier trámite.
6
Han existido dificultades del Hospital para que me atiendan de
manera continuada.
7
Tengo confianza en que recuperaré la salud gracias a la
atención que me han brindado en este Hospital.
8
El edificio en el cual funciona este Hospital está en buenas
condiciones.
9
Existe preocupación por parte del personal de salud de seguir
mi caso en el tiempo.
10
El profesional se tomó el tiempo necesario para examinarme.
11
Las dependencias internas
desagradables a la vista.
12
Existe una buena disposición por parte del personal para
contestar las dudas respecto a mi enfermedad.
13
El costo en dinero de ser atendido en este Hospital es el
adecuado.
14
El tiempo transcurrido en mi atención fue suficiente.
15
En el Hospital me enseñan a cuidar mi salud para sobrellevar
mi enfermedad.
16
Confío en el personal de este Hospital más allá de lo
profesional.
17
Este Hospital se mantiene limpio.
18
Si así lo deseo puedo consultar a otros profesionales en este
Hospital.
19
El personal de este Hospital se interesa en escucharme.
20
En este Hospital me dan hora de atención cuando la necesito.
21
El precio de los exámenes, remedios, curaciones u otros
procedimientos se adecua a lo que puedo pagar.
22
Ha sido útil para mi salud el ser atendido en este Hospital.
23
El trato que he recibido en este Hospital ha sido cordial.
24
Mi problema de salud ha sido tratado adecuadamente.
de
este
Hospital
son
Falso
Cierto
Muy
Cierto
25
Estoy de acuerdo con el tratamiento que he recibido en este
Hospital.
26
El personal comprende mi padecer y me apoya.
27
Existen medios de recreación que hacen más llevadero el
tiempo transcurrido en este Hospital.
28
Es adecuada la señalización de todas las dependencias de
este Hospital.
29
Me explicaron mi diagnóstico de manera clara.
30
Aquí existen los medios necesarios para reclamar o sugerir
algo.
Tabla 7 - Rangos de interpretación para la escala y sus factores
Rangos
Factores
1,00 – 1,74
1,75 – 2,49
2,50 – 3,24
3,25 – 4,00
Se percibe como
muy falso que el
servicio
sea
entregado en forma
frecuente, rápida y
precisa en cuanto a
la
atención
y
Calidad
tratamiento.
Los
Técnica de la
usuarios
se
Atención
encuentran
muy
insatisfechos
en
términos
de
la
calidad técnica de
la
atención
brindada por el
servicio.
Se percibe como
falso que el servicio
sea entregado en
forma
frecuente,
rápida y precisa en
cuanto
a
la
atención
y
tratamiento.
Los
usuarios
se
encuentran
insatisfechos
en
términos
de
la
calidad técnica de
la
atención
brindada por el
servicio.
Se percibe como
cierto
que
el
servicio
sea
entregado en forma
frecuente, rápida y
precisa en cuanto a
la
atención
y
tratamiento.
Los
usuarios
se
encuentran
satisfechos
en
términos
de
la
calidad técnica de
la
atención
brindada por el
servicio.
Se percibe como muy
cierto que el servicio
sea entregado en
forma
frecuente,
rápida y precisa en
cuanto a la atención y
tratamiento.
Los
usuarios
se
encuentran
muy
satisfechos
en
términos de la calidad
técnica de la atención
brindada
por
el
servicio.
Para los usuarios
es muy falso que el
conjunto
de
elementos
que
posee el Hospital
hagan de éste un
lugar cómodo y
humanamente
Calidez
y
cálido
para
su
Comodidad de
atención. Éstos se
la Atención
encuentran
muy
insatisfechos con el
servicio
en
términos
de
la
calidez
y
comodidad de la
atención.
Para los usuarios
es falso que el
conjunto
de
elementos
que
posee el Hospital
hagan de éste un
lugar cómodo y
humanamente
cálido
para
la
atención de sus
usuarios. Éstos se
encuentran
insatisfechos con el
servicio
en
términos
de
la
calidez
y
comodidad de la
atención.
Para los usuarios
es cierto que el
conjunto
de
elementos
que
posee el Hospital
hacen de éste un
lugar cómodo y
humanamente
cálido
para
la
atención de sus
usuarios. Éstos se
encuentran
satisfechos con el
servicio en términos
de la calidez y
comodidad de la
atención.
Para los usuarios es
muy cierto que el
conjunto
de
elementos que posee
el Hospital hacen de
éste un lugar cómodo
y
humanamente
cálido
para
la
atención
de
sus
usuarios. Éstos se
encuentran
muy
satisfechos con el
servicio en términos
de la calidez y
comodidad
de
la
atención.
Para los usuarios
es muy falso que la
Proceso
atención brindada
Integral de la sea un proceso
Atención
dinámico, en donde
el
personal
de
salud
escucha,
Para los usuarios
es falso que la
atención brindada
sea un proceso
dinámico, en donde
el
personal
de
salud
escucha,
Para los usuarios
es cierto que la
atención brindada
es
un
proceso
dinámico, en donde
el
personal
de
salud
escucha,
Para los usuarios es
muy cierto que la
atención brindada es
un proceso dinámico,
en donde el personal
de salud escucha,
examina y explica su
examina y explica
su
padecer
al
usuario. Lo anterior
se traduce en que
ellos
desconfíen
mucho
del
personal.
Los
usuarios
se
encuentran
muy
insatisfechos con el
proceso
de
atención que el
hospital les brinda.
examina y explica
su
padecer
al
usuario. Lo anterior
se traduce en que
ellos desconfíen del
personal.
Los
usuarios
se
encuentran
insatisfechos con el
proceso
de
atención que el
hospital les brinda.
examina y explica
su
padecer
al
usuario. Lo anterior
se traduce en que
ellos confían en el
personal.
Los
usuarios
se
encuentran
satisfechos con el
proceso
de
atención que el
hospital les brinda.
padecer al usuario.
Lo anterior se traduce
en que ellos confían
mucho en el personal.
Los
usuarios
se
encuentran
muy
satisfechos con el
proceso de atención
que el hospital les
brinda.
Los
usuarios
perciben que su
inversión
en
tiempo, dinero y
esfuerzo personal
para acceder y
mantener
la
atención brindada
por el Hospital es
muy
alta.
Se
encuentran
muy
insatisfechos con el
costo total de la
atención.
Los
usuarios
perciben que su
inversión
en
tiempo, dinero y
esfuerzo personal
para acceder y
mantener
la
atención brindada
por el Hospital es
alta. Se encuentran
insatisfechos con el
costo total de la
atención.
Los
usuarios
perciben que su
inversión
en
tiempo, dinero y
esfuerzo personal
para acceder y
mantener
la
atención brindada
por el Hospital es
baja.
Se
encuentran
satisfechos con el
costo total de la
atención.
Los usuarios perciben
que su inversión en
tiempo,
dinero
y
esfuerzo
personal
para
acceder
y
mantener la atención
brindada
por
el
Hospital es muy baja.
Se encuentran muy
satisfechos con el
costo total de la
atención.
Los
usuarios
perciben que las
características de
la planta física con
la que cuenta el
Hospital
relacionadas con el
mantenimiento,
Infraestructura higiene,
señalización
y
ornato del mismo
son
muy
inadecuadas.
Se
encuentran
muy
insatisfechos con la
infraestructura del
Hospital.
Los
usuarios
perciben que las
características de
la planta física con
la que cuenta el
Hospital
relacionadas con el
mantenimiento,
higiene,
señalización
y
ornato del mismo
son inadecuadas.
Se
encuentran
insatisfechos con la
infraestructura del
Hospital.
Los
usuarios
perciben que las
características de la
planta física con la
que
cuenta
el
Hospital
relacionadas con el
mantenimiento,
higiene,
señalización
y
ornato del mismo
son adecuadas. Se
encuentran
satisfechos con la
infraestructura del
Hospital.
Los usuarios perciben
que
las
características de la
planta física con la
que
cuenta
el
Hospital relacionadas
con la mantención,
higiene, señalización
y ornato del mismo
son muy adecuadas.
Se encuentran muy
satisfechos con la
infraestructura
del
Hospital.
Los
usuarios
perciben que es
muy falso que se
les
dé
la
oportunidad
de
intervenir y decidir
en
algunos
aspectos de su
atención.
Se
encuentran
muy
insatisfechos con
respecto
a
la
participación dentro
de su atención.
Los
usuarios
perciben que es
falso que se les dé
la oportunidad de
intervenir y decidir
en
algunos
aspectos de su
atención.
Se
encuentran
insatisfechos con
respecto
a
la
participación dentro
de su atención.
Los
usuarios
perciben que es
cierto que se les dé
la oportunidad de
intervenir y decidir
en
algunos
aspectos de su
atención.
Se
encuentran
satisfechos
con
respecto
a
la
participación dentro
de su atención.
Los usuarios perciben
que es muy cierto que
se
les
dé
la
oportunidad
de
intervenir y decidir en
algunos aspectos de
su
atención.
Se
encuentran
muy
satisfechos
con
respecto
a
la
participación dentro
de su atención.
Los
usuarios
perciben como muy
al
falso la existencia
de un proceso claro
y
amable
de
Los
usuarios
perciben
como
falso la existencia
de un proceso claro
y
amable
de
Los
usuarios
perciben
como
cierto la existencia
de un proceso claro
y
amable
de
Los usuarios perciben
como muy cierto la
existencia
de
un
proceso
claro
y
amable de entrega de
Costos
Participación
del Usuario
Educación
Usuario
Satisfacción
General
entrega
de
información
al
usuario
y
de
enseñanza
de
hábitos
relacionados con el
cuidado
de
su
salud.
Se
encuentra
muy
insatisfecho
con
respecto
a
la
educación que le
han brindado en el
hospital.
entrega
de
información
al
usuario
y
de
enseñanza
de
hábitos
relacionados con el
cuidado
de
su
salud.
Se
encuentra
insatisfecho
con
respecto
a
la
educación que le
han brindado en el
hospital.
entrega
de
información
al
usuario
y
de
enseñanza
de
hábitos
relacionados con el
cuidado
de
su
salud.
Se
encuentra
satisfecho
con
respecto
a
la
educación que le
han brindado en el
hospital.
información al usuario
y de enseñanza de
hábitos relacionados
con el cuidado de su
salud. Se encuentra
muy satisfecho con
respecto
a
la
educación que le han
brindado
en
el
hospital.
Los
Usuarios
perciben que el
servicio entregado
por el Hospital, no
satisface para nada
sus necesidades y
expectativas. Esto
puede traducirse en
una
menor
adherencia
al
tratamiento,
una
lenta mejora en la
salud,
poca
fidelidad al Hospital
y una muy mala
percepción final del
usuario acerca de
la
calidad
del
servicio.
Los
Usuarios
perciben que el
servicio entregado
por el Hospital, no
satisface
sus
necesidades
y
expectativas. Esto
puede traducirse en
una
menor
adherencia
al
tratamiento,
una
lenta mejora en la
salud,
poca
fidelidad al Hospital
y
una
mala
percepción final del
usuario acerca de
la
calidad
del
servicio.
Los
Usuarios
perciben que el
servicio entregado
por el Hospital,
satisface
sus
necesidades
y
expectativas. Esto
puede traducirse en
una
mayor
adherencia
al
tratamiento,
mejoras
en
la
salud,
mayor
fidelidad al Hospital
y
una
buena
percepción final del
usuario acerca de
la
calidad
del
servicio.
Los
Usuarios
perciben
que
el
servicio
entregado
por
el
Hospital,
satisface muy bien
sus necesidades y
expectativas.
Esto
puede traducirse en
una
mayor
adherencia
al
tratamiento, mejoras
en la salud, mayor
fidelidad al Hospital y
una
muy
buena
percepción final del
usuario acerca de la
calidad del servicio.
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EL INVENTARIO DE DEPRESIÓN RASGO-ESTADO (IDERE)
Dra. Marta Martín Carbonell
Dra. En ciencias de la salud
Especialista en psicología de la salud
Investigadora auxiliar instituto de angiología y cirugía vascular
Ciudad de la Habana
Dr. Jorge A. Grau Abalo
Dr. En Ciencias Psicológicas
Especialista en Psicología de la Salud
Profesor Auxiliar
Investigador Titular Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología
Ciudad de la Habana
Lic.Vladimir Ramírez Pérez
Ministerio de Salud Pública. Ciudad de la Habana
Dr. Ricardo Grau Abalo
Dr. En Ciencias Matemáticas
Profesor Titular. Facultad de Matemáticas
Universidad Central de las Villas
Ministerio de Salud Pública
Ciudad de la Habana, CUBA
Introducción
Problema por tratar
La depresión ha sido uno de los fenómenos más estudiados y no por eso, mejor comprendidos. Una de
las fuentes de confusión que suele influir en las discusiones sobre este tópico se encuentra en el hecho
de que el término tiene significados distintos en diferentes campos, como por ejemplo en la
neurofisiología, la farmacología, la psiquiatría y la psicología. De hecho, en una misma disciplina como la
psicopatología, la palabra depresión suele usarse indistintamente para referirse a un estado de ánimo, a
un síntoma y a un síndrome.
El abordaje psicológico sobre las relaciones entre la vulnerabilidad personal y los acontecimientos vitales
en la génesis de la depresión también han contribuido a aumentar la incertidumbre con respecto al
término. Los modelos más difundidos (como el modelo psicoanalítico de la retroflexión de la hostilidad, los
modelos cognitivos conductuales de Beck, Selgiman, Lewinshon, etc.) han realizado aportes interesantes
para la comprensión de algunos trastornos depresivos, pero no esclarecen definitivamente la relación que
existe entre la fenomenología de los estados depresivos y los procesos que conducen a su génesis y
desarrollo. En estos modelos se tiende a confundir los factores personales predisponentes con síntomas
propios de la depresión, sin que queden delimitadas las fronteras que pudieran diferenciar a una persona
que está deprimida de una persona con propensión a deprimirse.
La tendencia experimentar frecuentes e intensos estados depresivos, como un rasgo aislado o como un
determinado tipo de estructuración de la personalidad aparece ya en el pensamiento de Kraepelin con su
concepción de la locura maníaco-depresiva y su personalidad de base, en las ideas de Bleuler cuando
creó la categoría general de trastornos afectivos, en Freud y Abraham cuando intentaron explicar la
etiología de la depresión de acuerdo al modelo psicodinámico. Se encuentra implícita en la teoría de los
esquemas cognitivos de Beck (1967) y en la teoría de la Desesperanza Aprendida (Seligman, 1981) así
como en las investigaciones sobre el papel de la herencia en la depresión (Rainer, J.D., 1982). La clínica
psiquiátrica también identifica trastornos de personalidad relacionados con la depresión, como la
personalidad ciclotímica, la personalidad histriónica y la personalidad obsesivo-compulsiva (Nemiah J.C.,
1982).
De esta manera, dentro del caos que representan los diferentes significados y usos del término se puede
ir delimitando como un objeto de estudio la diferenciación conceptual y empírica de la depresión que
como dijera Nemiah (Nemiah J.C., 1982, p.1408) "está tejida dentro de la construcción de la personalidad"
y los estados depresivos, más o menos transitorios.
Otro de los factores que contribuye a fomentar la confusión se basa en que fenomenológicamente y
genéticamente la ansiedad y la depresión tienen muchas características en común, como ha sido
reconocido ampliamente por la literatura y la práctica clínica. Una gran parte de los pacientes presentan
los comúnmente diagnosticados síndromes ansioso-depresivos. Por otra parte algunos síntomas como la
irritabilidad, la inquietud, los trastornos del sueño y la alimentación, etc. son comunes a ambos tipos de
trastornos.
Modelos teóricos del instrumento
Entre los años 70 y 90 se desarrollaron en Cuba un conjunto de estudios dirigidos a la caracterización de
las diversas formas de expresión de la ansiedad y la depresión. Partiendo de la distinción de ansiedad
rasgo- estado desarrollada por Ch. Spielberger (Ch. Spielberger , 1977) y de la concepción transaccional
del stress propuesta por Lazarus (1986) se realizó la hipótesis de que podrían existir diferentes formas de
expresión de la ansiedad y la depresión como estados emocionales y como predisposiciones
relativamente estables de la personalidad, las cuales se manifestarían de forma diferente en función de
las formas particulares de valoración de la situaciones estresantes y de los recursos del individuo para
enfrentar estas situaciones.
En la Facultad de Psicología de la Universidad Central de las Villas y el Servicio de Psicología del
Hospital "Hermanos Amejeiras" de la Ciudad de la Habana se realizaron una serie de investigaciones que
permitieron distinguir diversas formas de expresión de la ansiedad (tensión operacional, tensión
emocional, ansiedad situacional y ansiedad patológica) y la depresión como estado (situacional y
patológica) y dos formas de expresión de la ansiedad y la depresión como rasgo (llamadas específica e
inespecífica) así como se propuso un modelo teórico para explicar sus intervínculos (Pineda, Rojas y
Veitía, 1978; Portero, Hernández, Rodríguez, Suazo, 1984; Portero, 1984; Almaguer, Jiménez, Martín,
1989; Balleu, Grau, Martín, 1989; Grau, Ruiz y Marrero, 1981; Figueroa, Hernández, 1989; Hernández,
García, Portero, 1990; Márquez y Hernández, 1987; Morales, Pineda, 1989; Cañizares, 1987; Díaz, 1987;
González, Martín, Grau, 1987; Rosabal, 1987; González, Martín, Grau, 1989; Gutiérrez, Sariol y Portero,
1984; Hourrutinier, Herrera, 1984; Mulet, Grau, 1977; Mitjans, Grau y Martín, 1887, Pineda, 1989;
Castellanos, Grau, Martín, 1986).
De acuerdo a este modelo, tanto la ansiedad como la depresión se pueden expresar como estados
emocionales más o menos transitorios y como rasgos de la personalidad relativamente estables. Ellos no
son más que el reflejo subjetivo de la situación vital del sujeto, en un momento determinado (en el caso de
los estados emocionales) o a lo largo de su vida (en el caso de los ragos de la personalidad),
entendiéndose que este reflejo no es una copia pasiva, si no que se produce de forma activa, modulado
por factores intrínsecos (biológicos, histórico biográficos, etc.) tal y como fue entendido este concepto por
autores como Leontiev (1971), Vigotsky (1983) y Rubinstein (1969). Se entiende que tanto los estados
emocionales como los llamados rasgos de la personalidad son construcciones psicológicas complejas en
las que se produce una imbricación de aspectos cognitivos, emocionales y conductuales.
El factor que determina la fenomenología de las diferentes formas de expresión de los estados de
ansiedad y depresión es la forma particular en la que el individuo valora la situación estresante y sus
recursos o posibilidades de afrontamiento (Grau y Martín, 1992, 1993). Así cuando el individuo duda de
sus recursos para enfrentar la demanda, pero esta no es valorada como amenazante para motivos
importantes para el sujeto se producen los estados de tensión operacional y emocional que se
caracterizan por vivencias de tensión e incertidumbre, asociadas a otras vivencias positivas como la
curiosidad, el reto, etc., en dependencia de las características específicas del contexto en que ocurren.
Cuando la situación es valorada como una amenaza a las motivaciones más importantes para el sujeto y
este duda de sus posibilidades para enfrentarla, surgen los estados de ansiedad situacional que
fenomenológicamente pueden o no tener alta intensidad y sintomatología de relevancia clínica, pero que
tienden a disminuir y desaparecer cuando se modifica la valoración de la situación, o ésta se resuelve de
alguna manera. Sin embargo, cuando el sujeto tiene la convicción de que no podrá resolver la situación
(como en el caso de los eventos valorados como pérdidas) predominan las vivencias de tristeza,
desesperanza y desamparo y otros síntomas propios de la depresión.
Cuando las situaciones son crónicas y/o cuando se produce una afectación "masiva" de las motivaciones
más importantes para el sujeto, cuando empienzan a entrar en conflicto necesidades importantes y la
valoración de incapacidad e ineficacia se generalizan a todas las situaciones vitales, estamos ante la
presencia de estados de ansiedad y depresión patológicas (los trastornos llamados neuróticos) . Estos
estados suelen alcanzar gran intensidad y tienen una sintomatología importante. La intensidad y la
cantidad de síntomas pueden disminuir (por la acción de fármacos, por soluciones temporales de los
conflictos, etc.) pero quedan las estructuras psicológicas que a manera de "factores de riesgo", se
expresarán como predisposiones personales, relativamente estables, a experimentar estados de ansiedad
o depresión frecuentes, o sea la ansiedad o depresión como rasgo de la personalidad, o como preferimos
llamarla, la ansiedad o depresión personal.
La ansiedad y la depresión personal son definidas como la propensión a experimentar estados de
ansiedad o depresión con frecuencia. Sin embargo, puede ser específica si se circunscribe a
determinados tipos de situaciones, mientras que es llamada inespecífica si la persona tiende a
experimentar estos estados ante situaciones de diferente naturaleza. Las investigaciones realizadas
mostraron que tras estos tipos de ansiedad y depresión personal se encontraban diferentes
estructuraciones de la esfera motivacional, la autovaloración, etc. que se han desarrollado
ontogenéticamente. De esta manera, la ansiedad y/o la depresión como rasgo constituyen indicadores
pronósticos que ayudan a predecir la forma en que reaccionará una persona ante determinadas
situaciones (Castellanos, Grau, Martín, 1986; Almaguer, Jiménez, Martín, 1989; González, Martín, Grau,
1989, Pupo, Martín, López, 1988; Grau y Martín, 1992; 1993).
Estas investigaciones tuvieron una vertiente de desarrollo instrumental que se expresó en la validación del
Inventario de Ansiedad Rasgo-Estado de Ch. Spielberger (Castellanos, Grau y Martín, 1986; ), el
Inventario de Ansiedad Rasgo-Estado de Ch. Spielberger para niños (Lorenzo, Ruiz, Grau, Martín y otros,
1991) y la creación de la Escala de Ansiedad Patológica (Grau, Portero y Pérez Yera, 1977; Portero,
1978, Calunga, 1979), así como de una metodología para el diagnóstico de las diversas formas de
expresión de la ansiedad (Grau y Martín, 1989; 1991).
Para la distinción de la depresión como estado de la depresión personal, en 1989 se comenzó a trabajar
en la creación del Inventario de Depresión Rasgo-Estado (IDERE) inspirado en el IDARE de Ch.
Spielberger (Ramírez, Grau y Martín, 1989).
Descripción del instrumento
Objetivos de la prueba:
1. Distinguir la depresión como estado (depresión estado) de la propensión relativamente estable de la
persona
a
sufrir
estados
depresivos
(depresión
personal).
2. Identificar estados depresivos y sentimientos de tristeza que no necesariamente se estructuran como
trastornos depresivos.
3. Evaluar la depresión personal como predisponente de los estados depresivos.
Estructura:
El IDERE es un inventario autoevaluativo, diseñado para evaluar dos formas relativamente
independientes de la depresión: la depresión como estado (condición emocional transitoria) y la depresión
como rasgo (propensión a sufrir estados depresivos como una cualidad de la personalidad relativamente
estable).
La escala que evalúa la depresión como estado permite identificar de manera rápida a las personas que
tienen síntomas depresivos, así como sentimientos de tristeza reactivos a situaciones de pérdida o
amenaza, que no necesariamente se estructuran como un trastorno depresivo, aunque provoquen
malestar e incapacidad. Tiene 20 ítems cuyas respuestas toman valores de 1 a 4. La mitad de estos ítems
por su contenido, son positivos en los estados depresivos, mientras que la otra mitad son ítems
antagónicos con la depresión. El sujeto debe seleccionar la alternativa que mejor describe su estado en
ese momento y tiene cuatro opciones de respuesta: No en lo absoluto (que vale 1 punto), Un poco (vale 2
puntos), Bastante (vale 3 puntos) y Mucho (vale 4 puntos).
La escala de depresión como rasgo permite identificar a los pacientes que tienen propensión a sufrir
estados depresivos y también ofrece información sobre la estabilidadd de los síntomas depresivos.
Consta de 22 ítems que también adquieren valores de 1 a 4 puntos y las opciones de respuesta son: Casi
nunca (que vale 1 punto), Algunas Veces (vale 2 puntos), frecuentemente (3 puntos) y casi siempre (4
puntos).
Los valores oscilan entre 20 y 80 puntos para la escala estado y 20 y 88 puntos para la escala rasgo.
Para su construcción se tuvo en cuenta el criterio de 30 psicólogos y psiquiatras. La muestra estuvo
constituida por 130 sujetos "supuestamente sanos", 302 pacientes con enfermedades somáticas crónicas
y 30 pacientes ingresados en salas de Psiquiatría por trastornos depresivos de diferentes tipos.
Calificación:
Como se ha explicado anteriormente, los ítems pueden tomar valores de 1 a 4 puntos. Para la escala
estado se otorga 1 punto a la respuesta No en lo absoluto, 2 a la respuesta Un poco, 3 a la respuesta
Bastante y 4 puntos a la respuesta Mucho. Diez ítems son positivos con respecto a la depresión actual,
mientras que los otros 10 son contradictorios. Los ítems positivos son: 1,2,6,8,10,13,15,18 y 20.
Para la calificación se debe obtener la sumatoria de los ítems positivos de depresión y la sumatoria de los
ítems negativos de depresión. A la diferencia entre ambos subtotales se le suma el valor 50, que fue
obtenido de los análisis estadísticos efectuados para la construcción con el fin de estandarizar las
puntuaciones.
La cifra obtenida es el grado de depresión actual y se considera baja si es menor o igual a 34, media si
está entre 35 y 42 y alta si es mayor de 42. El cuadro A facilita la compresión del proceso de calificación
Para la calificación de la escala rasgo se procede de manera similar, aunque los puntos de corte son
diferentes. Los ítems positivos de la depresión para esta subescala son el 1, 3,5,7,8,11,14,16,17,20 y 22.
El cuadro B ilustra el proceso de calificación.
Interpretación
Tanto la depresión estado como la depresión rasgo se califican en tres niveles: bajo, medio y alto. De
valor clínico son las puntuaciones que se catalogan como altas. Las cifras que están cercanas a los
puntos de corte pueden resultar de interés, pero realmente tienen valor diagnóstico los valores superiores
a 50.
Altos niveles de depresión como estado no necesariamente indican que la persona tenga un trastorno
depresivo, pues son frecuentes encontrarlos en personas con enfermedades crónicas o en personas que
están atravesando por una situación estresante o que han sufrido una pérdida reciente, como el caso de
las reacciones de duelo. Es recomendable que las personas que obtengan valores altos en el IDERE-E
sean valoradas en consulta médica o psicológica para precisar el diagnóstico.
Los valores altos en el IDERE-R indican que la persona tiene tendencia a sufrir estados depresivos como
respuesta a situaciones estresantes. Son frecuentes en personas que han padecido un trastorno
depresivo y en sujetos neuróticos.
Cuadro A - Calificación de la escala de Depresión como estado
Paso 1: obtener la sumatoria de los ítems positivos y
negativos
(Ítems positivos)1+ 2+6+8+9+10+13+15+18+20 =
Total A
(Ítems negativos) 3+4+5+7+11+12+14+16+17+19 =
Total
B
Paso 2: Obtener la diferencia entre ambos subtotales
y
sumar
50
(A – B) + 50 = Nivel de depresión actual
Paso 3: Calificar el nivel de depresión actual
Alto:
>=
Medio:
43
–
35
42
Bajo <= 34
Cuadro B - Calificación de la Escala Rasgo del IDERE
Paso 1: Calcular la sumatoria de los ítems positivos y
negativos
(ítems positivos) 1+3+5+7+8+11+14+16+17+20+22 =
Total
A
(ítems negativos) 2+4+6+9+10+12+13+15+18+19+21
=
Total
B
Paso 2: Obtener la diferencia entre ambos subtotales
y
sumar
50
(A – B) + 50 = Nivel de depresión rasgo
Paso 3: Calificar el nivel de depresión rasgo
Alto: >= 47
Medio: 36-46
Bajo: <= 35
Propiedades psicométricas del Instrumento
Para
la
construcción
del
IDERE
se
llevaron
a
cabo
las
siguientes
tareas:
1. Creación de un "pool" de ítems significativos para la evaluación de la depresión: se confeccionó un
fondo de 214 ítem extraídos de las escalas más utilizadas (Inventario de Depresión de A.T. Beck, Test de
Depresión de Hamilton, Escala de Depresión de Zung, MMPI, Inventario de síntomas Cornell-Index).
2. Selección primaria de los ítems con mayor fuerza diagnóstica: Se sometió este "pool" inicial de 214
ítems al juicio de 5 psiquiatras con experiencia de más de 15 años en el diagnóstico de pacientes con
diferentes tipos de depresión, a quienes se les pidió de manera independiente, que evaluaran la utilidad
de cada ítem en una escala de 0 a 11 puntos, en la que el 11 era el equivalente de la máxima utilidad. Los
ítems que obtuvieron puntuaciones inferiores a 7 al menos por dos jueces, fueron eliminados. De este
proceso
quedó
un
fondo
de
131
ítems.
3. Reelaboración de los ítems seleccionados para evaluar su capacidad para distinguir la depresión
rasgo-estado: Con los 131 ítems se elaboró un instrumento para evaluar la capacidad de cada uno de
ellos para distinguir la depresión como rasgo de la depresión como estado, en una escala de 0 a 11
puntos, en la que el 0 representaba que el ítem era totalmente incapaz de evaluar la depresión.
Este instrumento fue entregado a un grupo de 25 psicólogos y psiquiatras con más de tres años de
experiencia asistencial en la clínica, provenientes de diversas instituciones de la Ciudad de la Habana,
para que actuaron en calidad de jueces. Se les pidió que evaluaran cada uno de los ítems de acuerdo a
su valor para diagnosticar la depresión como rasgo y la depresión como estado, previa definición de las
mismas, aclarándoseles que un ítem podría resultar bueno para ambas formas de depresión, mejor para
una forma y no para la otra, o simplemente inútil para evaluar la depresión en cualquiera de sus formas de
manifestarse.
4. Confección de la versión corta del IDERE: Se escogieron los ítems que más del 60% de los jueces le
otorgaron una calificación superior a 7 para el diagnóstico de cualquiera de los dos tipos de depresión y
también aquellos que más del 60% de los jueces le otorgó un valor superior a 5 para el diagnóstico de un
tipo de depresión y menor de 5 para el otro tipo (o sea, los ítems que discriminaban entre una y otra forma
de depresión). Estos ítems se redactaron de manera positiva y negativa, es decir, que para los ítems
positivos las respuestas de mayor intensidad y/o frecuencia señalaban altos niveles de depresión y para
los ítems negativos, lo opuesto. 64 ítems integraron la subescala para evaluar la depresión como estado y
52 integraron la subescala para evaluar la depresión como rasgo. La consigna para cada subescala es
similar a la del Inventario de Ansiedad Rasgo-Estado de Ch.Spielberger (IDARE). El orden de aparición
de los ítems se obtuvo a partir de una tabla de números aleatorios.
El próximo paso consistió en intentar la simplificación del cuestionario mediante la reducción del número
de ítems. Para ello se aplicó la escala a 129 adultos sanos y se aplicaron criterios como el de Mínimo
Residuos, el de Rao, el de Wilks y el de Mahalanobis que produjeron discriminaciones equivalentes y en
los últimos tres casos, 34 variables resultaron identificadas para la escala rasgo y 38 para la escala
estado, lo que permitió elaborar una versión más corta que llamamos IDERE INTERMEDIO (IDERE -INT).
El criterio de Max-Min. F trabajado con probabilidades adecuadas logró discriminar 22 variables para la
escala rasgo y 20 para la escala estado, obteniéndose así la versión actual (IDERE-actual).
Para cada uno de los subconjuntos seleccionados (IDERE -INT) e (IDERE - actual) se realizaron los
análisis de estadística descriptiva, las pruebas de normalidad, de homogeneidad de varianzas y distinción
de medias por vías paramétricas y no paramétricas. Los resultados más satisfactorios se obtuvieron con
el IDERE -INT pero en general, en ambas variantes se mantienen, y en todo caso mejoran, las
condiciones de normalidad y se conservan las diferencias significativas entre los grupo por lo que se
decidió escoger la versión actual por ser más corta.
Se trasladaron las puntuaciones a valores positivos y sumando una constante adecuada se categorizaron
en tres valores: alto, medio bajo, para cada subescala.
Estudios de validación
Validación de la escala Depresión - Rasgo
Siguiendo el criterio de A. Anastasi acerca de que las estimaciones de las personas cercanas son el mejor
criterio cuando se trata de evaluar rasgos de personalidad estables, mucho más cuando este se
correlaciona con la propia autovaloración del sujeto, se escogieron 20 colectivos laborales, que tuvieran
menos de 20 miembros, de las provincias Ciudad de la Habana (urbana) y Ciego de Avila (rural).
A los sujetos se les pidió que escogieran a tres de sus compañeros que mejor se ajustaran a la
descripción de depresión personal alta y a tres que mejor se ajustaran a la descripción de depresión
personal baja, previa explicación de las características de las mismas. A todos los sujetos se les pidió,
además, que se calificaran a sí mismos en una escala análoga visual con 18 ítems en un rango entre 0 y
5 puntos. Estos 18 ítems describen las principales características de personalidad que, de acuerdo a
estudios de autores cubanos, se encuentran con mayor frecuencia en las personas depresivas (Alonso,
1985; Almaguer,Jiménez y Martín , 1985; González A, 1985).
Los sujetos se clasificaron en los siguientes grupos:
- Grupo con depresión personal alta (DRA) que fueron calificados por sus compañeros como tales y que
se adjudicaron calificaciones superiores a 3 en 11 de los ítems de la escala auto valorativa (27 sujetos).
- Grupo con depresión personal baja (DRB): que fueron calificados por sus compañeros como tales y que
se adjudicaron calificaciones inferiores a 3 en 11 de los ítems de la escala auto valorativa (30 sujetos).
- Grupo indefinido (DRI): que no cumplía los requisitos anteriores (72 sujetos).
Como se esperaba, en el caso del IDERE-R se encontró una distribución normal de las puntuaciones para
el grupo indefinido (DRI) y para la muestra total, no así para los grupos con depresión personal alta (DRA)
y depresión personal baja (DRB) en los que la normalidad resulta sospechosa, lo cual corrobora el criterio
utilizado para la conformación de estos grupos extremos, en los que predominan las puntuaciones
extremas. Con respecto al IDERE-E se obtuvo una distribución normal, tal y como se esperaba.
Se analizó si existían diferencias significativas con respecto al IDERE-R entre los tres grupos. Las
pruebas C de Cochran y f de Bartlett-Box para valorara la homogeneidad de varianza demostraron que
había homogeneidad de varianza entre los grupos (0,688 y 0,682 respectivamente) para el caso del
IDERE-R mientras que el análisis de varianza (ONEWAY) y la prueba de Kuskal-Wallis demostraron que
existían diferencias significativas entre los tres grupos (0,000 y 0,0000 respectivamente). El test de
Rangos de Scheffe también encontró diferencias significativas entre los tres grupos (0,005) mientras que
las pruebas t de Students y U de Mann-Whitney corroboraron la significación de las diferencias entre los
pares (en todos los casos con un nivel de 0,000) sin que hubiera diferencias significativas de varianza
entre los pares, tal como se comprobó mediante la prueba Fisher-Snedecor (0,395, 0,692, 0,792
respectivamente).
Se ejecutaron varios procedimientos de análisis discriminante ( discriminación utilizando todas las
variables que satisfagan los criterios de tolerancia para valores entre 0,01 y 0,05; Minimización del
estadígrafo Lambda de Wilks; Maximización de la distancia de Mahalanobis entre cada pareja de grupos,
máximización y minimización de la F de Fisher-Snedecor en la entrada salida de variables ; minimización
en la entrada de variables de la suma de variación no explicada entre los grupos y maximización del
estadígrafo Y de Rao). Estos análisis permitieron discriminar adecuadamente entre el 92.3% y el 96.9%
de los casos para ambas subescalas del IDERE, lo cual constituye un importante indicador de su validez
empírica, sobretodo en el caso de la subescala Depresión Rasgo. O sea, la escala R del IDERE resultó
útil para identificar a los sujetos de acuerdo a su nivel de depresión personal.
La reaplicación de la prueba a los quince días obtuvo correlaciones de .95 para los niveles moderados y
bajos y de .89 para la depresión alta, lo cual habla a favor de la confiabilidad de la escala.
Validación de la Escala depresión-Estado
Se realizó, además, un estudio con 302 pacientes con diversas enfermedades cardiovasculares (HTA;
cardiopatía isquémica, insfuciencia arterial) de los cuales 172 (57%) fueron remitidos a Psicología por
presentar problemas de adaptación a la enfermedad, síntomas ansiosos o depresivos, etc. y el resto no
tenía necesidad de atención psicológica. El 66 % de los casos eran mujeres y el 33% hombres. A todos
los pacientes se les aplicó el IDARE, el IDERE y el PSICRON, este último es un cuestionario
multidimensional que valora diferentes factores psicológicos que pueden ser protectores o perjudiciales
para el curso de las enfermedades crónicas.
Como era de esperar, se encontraron diferencias significativas tanto el IDERE-E (F= 156,58, p=.000)
como en el IDERE-R (F=233,44, p=.000) entre ambos grupos (tabla 4). O sea, que las personas que
necesitaban atención psicológica obtuvieron valores altos en las escalas del IDERE, mientras que las que
no la necesitaban obtuvieron puntuaciones correspondientes a los valores medios. Nótese que la
depresión como estado era alta para todos los casos que necesitaron atención psicológica.
Se hizo el análisis de las correlaciones del IDERE con el IDARE y las escalas mencionadas del PSICRON
que valoran la ansiedad, la depresión, el pesimismo y el optimismo (estas dos últimas dimensiones se
valoraron por las relaciones evidentes que tienen con la depresión) . Se obtuvieron correlaciones
significativas y positivas con todas menos con el optimismo, como se esperaba, lo cual habla a favor de la
validez concurrente del IDERE y es consecuente con los presupuestos teóricos de su construcción.
Análisis de la consistencia interna de la escala:
También se realizó un análisis de correlación ítem-ítem que mostró niveles de significación entre 0,05 y
0,01 para todas las asociaciones, lo cual habla de la consistencia interna de la escala y de las complejas
interdependencias entre las variables. El coeficiente alfa de Cronbach fue de .7899 para la escala de
depresión personal y de .7987 para la escala de depresión como estado.
Aspectos por considerar
Actualmente el IDERE es utilizado en la mayor parte de los hospitales y policlínicos de Cuba y también
nos han referido su uso en otros lugares como la Clínica del Dolor del Hospital "La Fe" de Valencia, el
Centro de Servicios Psicológicos de la Universidad Cooperativa de Colombia y en varios consultorios
privados de España, México y Colombia. Es también una de las pruebas psicológicas que se imparten
como básicas en la asignatura Psicodiagnóstico Clínico en las Facultades de Psicología de las
universidades del país.
Se ha reportado su uso en diversas investigaciones: para evaluar la calidad de vida de pacientes
oncológicos terminales (Jiménez, Noriega y otros, 1996), los problemas de burn-out en los servicios de
cuidados paliativos (Chacón, Lence y otros, 1996), para la selección de pacientes con dolor crónico
candidatos a implantes de sistemas (Pallarés, 1995), etc.
En 1994 se realizó un taller en el que participaron 30 psicometristas de la Ciudad de la Habana, para
evaluar sus experiencias con el uso del IDERE (II Curso Provincial de Psicometría, Ciudad de la Habana,
Centro Nacional de Perfeccionamiento Técnico del Ministerio de Salud Pública). Los psicometristas
coincidieron en señalar que el IDERE resultaba fácil de administrar y calificar, era muy sensible para
identificar estados depresivos en pacientes con enfermedades crónicas y también para evaluar los efectos
de los tratamientos médicos y psicológicos.
Sin embargo, aún presenta deficiencias que sus autores hemos podido constatar como es el punto de
corte para el diagnóstico diferencial entre depresión personal media y alta, la existencia de números de
ítems diferentes entre las subescalas y que se desconoce su correlación con otras pruebas valiosas para
evaluar la depresión como es el BDI. Las difíciles condiciones económicas por las que atravesó nuestro
país en la década del 90 impidieron que se continuara con el necesario proceso de validación y
perfeccionamiento que requiere un instrumento con esas pretensiones, pero confiamos en que en un
futuro no muy lejano, se reinicien las investigaciones en esta dirección.
Áreas de aplicación
El IDERE se ha diseñado básicamente para su aplicación en los ámbitos clínicos, tanto en enfermos
crónicos, en pacientes psiquiátricos, etc. No obstante, también puede utilizarse en cualquier otra área en
la que se quiera identificar rápidamente a personas con síntomas depresivos (IDERE-E) o a personas con
propensión a la depresión (IDERE.R), en este sentido, puede resultar útil en tareas de selección y
evaluación de personal, tal y como se ha visto en los estudios sobre burn-out en profesionales de la salud
(Chacón, Lence y otros, 1996), así como en contextos educativos.
El Instrumento
IDERE
–
versión
COR
I
D
- De J. Grau, M. Martín, V. Ramírez, R. Grau, 1989 -
E
R
E
–
Subescala
E
Nombre: _________________________________________ Fecha: ___________________
INSTRUCCIONES:
Algunas expresiones que la gente usa para describirse aparecen abajo. Lea cada frase y encierre en un
círculo en la hoja de respuestas el número que indique cómo se siente Ud. ahora mismo, en estos
momentos. No hay respuestas buenas o malas. No emplee mucho tiempo en cada frase, pero trate de dar
la respuesta que mejor describa sus sentimientos ahora.
1- No en lo absoluto 2- Un poco 3- Bastante 4- Mucho
1. Pienso que mi futuro es desesperado y no mejorará mi situación
2. Estoy preocupado
3. Me siento con confianza en mí mismo
4. Siento que no me canso con facilidad
5. Creo que no tengo nada de que arrepentirme
6. Siento deseos de quitarme la vida
7. Me siento seguro
8. Deseo desentenderme de todos los problemas que tengo
9. Me canso más pronto que antes
10. Estoy contrariado
11. Me siento bien sexualmente
12. Ahora no tengo ganas de llorar
13. He perdido la confianza en mí mismo
14. Siento necesidad de vivir
15. Siento que nada me alegra como antes
16. No tengo sentimientos de culpa
17. Duermo perfectamente
18. Me siento incapaz de hacer cualquier trabajo por pequeño que sea
19. Tengo gran confianza en el porvenir
20. Me despierto más temprano que antes y me cuesta trabajo dormirme
I
D
E
R
E
- De J. Grau, M. Martín, V. Ramírez, R. Grau, 1989 -
–
Subescala
R
INSTRUCCIONES:
Algunas expresiones que la gente usa para describirse aparecen abajo. Lea cada frase y encierre en un
círculo en la hoja de respuestas el número que indique cómo se siente Ud. generalmente. No hay
respuestas buenas o malas. No emplee mucho tiempo en cada frase, pero trate de dar la respuesta que
mejor describa cómo Ud. se siente generalmente.
1- Casi nunca 2- Algunas veces 3- Frecuentemente 4- Casi siempre
1. Quisiera ser tan feliz como otros parecen serlo
2. Creo no haber fracasado más que otras personas
3. Pienso que las cosas me van a salir mal
4. Creo que he tenido suerte en la vida
5. Sufro cuando no me siento reconocido por los demás
6. Pienso que todo saldrá bien en el futuro
7. Sufro por no haber alcanzado mis mayores aspiraciones
8. Me deprimo por pequeñas cosas
9. Tengo confianza en mí mismo
10. Me inclino a ver el lado bueno de las cosas
11. Me siento aburrido
12. Los problemas no me preocupan más de lo que merecen
13. He logrado cumplir mis propósitos fundamentales
14. Soy indiferente ante situaciones emocionales
15. Todo me resulta de interés
16. Me afectan tanto los desengaños que no me los puedo quitar de la cabeza
17. Me falta confianza en mí mismo
18. Me siento lleno de fuerzas y energías
19. Pienso que los demás me estimulan adecuadamente
20. Me ahogo en un vaso de agua
21. Soy una persona alegre
22. Pienso que la gente no me estimula las cosas buenas que hago
IDERE - HOJA DE RESPUESTAS
SUBESCALA IDERE- E
SUBESCALA IDERE-R
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PSICRON: UNA METODOLOGÍA COMPUTARIZADA PARA OPTIMIZAR LA ASISTENCIA LA
INVESTIGACIÓN Y LA DOCENCIA CON PACIENTES CON ENFERMEDADES CRÓNICAS
Marta Martín Carbonell Ph.D.
Dra. en Ciencias de la Salud
Especialista en Psicología de la Salud
Investigadora Auxiliar Instituto de Angiología Cirugía Vascular
Ciudad de la Habana, Cuba
Introducción
Ya nadie duda de la importancia de tener en cuenta para el diagnóstico y tratamiento de las
enfermedades crónicas, los factores psicológicos que influyen en su curso y pronóstico. Sin embargo,
esta afirmación sólo es válida en el ámbito teórico, ya que en la práctica se tiende a prescindir o a
subvalorar el diagnóstico psicológico. La necesidad de una evaluación psicológica extensiva (por abordar
multitud de áreas) e intensiva (por requerirse un estudio profundo y dinámico), tropieza con los
inconvenientes derivados de la falta de motivación de los pacientes, familiares y profesionales de la salud
en esta evaluación y de la escasez de personal capacitado para realizarla; pero a mi juicio, estos
problemas están en buena medida determinados por la carencia de métodos de evaluación que tengan en
cuenta, de forma realista, las particularidades de los contextos clínicos y asistenciales en que se atienden
a las personas con enfermedades crónicas. Así, sólo son derivados hacia las consultas de Psicología,
aquellos casos en los que el médico observa una alteración evidente del comportamiento o los que
presentan dificultades en la relación médico-paciente, lo que origina procederes médicos ineficientes
(Martín, 2002), incremento innecesario de los costos de los servicios de salud (Okifuji, Turk y Findely,
1999) y sobre todo, afectaciones al bienestar del paciente.
En él diagnóstico clínico psicológico del enfermo crónico es imprescindible considerar la determinación
multicausal de la enfermedad y la necesidad de intervenciones múltiples. No tiene sentido pues, fuera de
un enfoque multidisciplinario, lo que le plantea exigencias adicionales ya que tiene una finalidad
intradisciplinaria (lograr la identificación de los factores psicológicos y la dinámica de sus interacciones,
que intervienen en el desarrollo de una enfermedad concreta en un sujeto concreto) y una finalidad
extradisciplinaria (contribuir a la comprensión integral de cómo ellos pueden estar interactuando con
factores biológicos, ambientales, sociales, etc.) (Martín, 1998).
Podría señalares, entonces, que las características generales de la evaluación psicológica en la práctica
asistencial
con
los
enfermos
crónicos
son
(Grau
y
Martín,
1993):
1. Enfoque pluridimensional y proyección multidisciplinaria.
2.Relativa
independencia
de
la
evaluación
médica.
3. Interés en la evaluación de las interacciones y no solo de los componentes o características.
Nótese que estas características están determinadas, no por el material de estudio (las enfermedades
crónicas), sino por las exigencias de un enfoque teórico conceptual (la concepción de la etiología
multicausal de la enfermedad) y de una práctica consecuente con este enfoque (el trabajo
multidisciplinario).
El objetivo de nuestro trabajo ha sido el desarrollar un instrumento que permita de forma rápida y
confiable evaluar los principales factores psicológicos que pueden ser determinantes en el curso de las
enfermedades crónicas para facilitar la implementación de la atención psicológica a los enfermos crónicos
en la práctica asistencial, teniendo en cuenta las características actuales de la organización de los
servicios de salud (que exige abreviación de los tiempos dedicados al diagnóstico y tratamiento), la
escasez de personal capacitado, la necesidad de favorecer la comunicación multidisciplinaria, y las
características de este tipo de enfermos que no solicitan voluntariamente la atención psicológica y que en
ocasiones pueden valorarla como una "agresión" a su "rol de enfermo".
Factores psicológicos y enfermedades crónicas
A partir de los años 50, los partidarios del enfoque psicodinámico hicieron los primeros intentos de
describir factores psicológicos asociados a las enfermedades crónicas (Speckens y otros, 1996). Para
estos autores las enfermedades crónicas se presentan como resultantes de un compromiso entre la
realización de deseos prohibidos y su penalización inconsciente. En esta línea de pensamiento se
encuentra el planteamiento de la existencia de una personalidad propensa a las enfermedades (Engle,
1959), cuya esencia consiste en que determinados tipos de personalidad actúan como "factores de
riesgo" para el desarrollo de ciertas enfermedades. El ejemplo por excelencia de este enfoque lo
encontramos en el estudio de la personalidad tipo A y su relación con la enfermedad cardiovascular
(Sender , Valdés, Riesco, Martín; 1993).
El tiempo ha conferido a este enfoque el valor relativo que se merece. Si bien actualmente existe
consenso acerca de que determinadas características de personalidad pueden incrementar el riesgo de
sufrir enfermedades crónicas, parece ser que esto es así porque incrementan la probabilidad de que el
sujeto adopte conductas perjudiciales para la salud (como las adicciones, la búsqueda de riesgos, etc.)
y/o sufra de estados emocionales negativos que afectan el funcionamiento del sistema inmunológico, el
sistema endocrino-metabólico y en general, de todas las funciones fisiológicas (Kop, 2003).
Los estados emocionales que han recibido mayor atención e investigación han sido la ansiedad, la
depresión y la ira. Aunque existe una asociación fuertemente fundamentada entre estos estados y el
curso de diversas enfermedades crónicas, todavía no está claro si estos estados emocionales actúan
como factores desencadenantes o son consecuencia de las propias enfermedades (Kop y otros, 2002
Para los partidarios del enfoque conductista, el objeto de estudio de la psicología en las enfermedades
crónicas son las conductas relacionadas con la afección. Entre ellas resultan de interés las conductas de
enfermedad, que tienen una fuerte determinación cultural y son los modos mediante los cuales la persona
demuestra que está enfermo, como por ejemplo en nuestra cultura occidental, la disminución del nivel de
actividad, la ausencia del trabajo, la búsqueda e ingestión de fármacos, etc. (Fordyce, 1976). También
resultan de interés las conductas de riesgo, que han recibido una importante atención desde la
Epidemiología, como las adicciones, la conducta alimentaria, etc.
El modelo cognitivo-conductual considera relevantes para la evaluación psicológica además de las
conductas, las creencias, expectativas y actitudes, las atribuciones, estrategias de afrontamiento, apoyo
social, etc. Los partidarios de este modelo parten de la hipótesis de que las cogniciones (creencias,
evaluaciones, expectativas) de una persona enferma puede tener un impacto sobre su ajuste a partir de
su influencia en los esfuerzos de afrontamiento (De Ridder y Schreurs, 1996).
El afrontamiento (coping) ha sido definido como "el conjunto de esfuerzos y acciones orientados al
tratamiento de las demandas internas y ambientales y los conflictos entre ellos" (Lazarus, Folkman, 1984).
El estudio del afrontamiento de las enfermedades crónicas ha estado en íntima relación con la
investigación acerca de cuáles son los tipos de afrontamiento más adaptativos y eficaces. Se ha
considerado, en sentido general, que las estrategias de afrontamiento activo, centradas en la solución del
problema, son más eficaces para lograr un buen ajuste a las enfermedades crónicas (Pearce, 2002). La
negación como estrategia de afrontamiento, es favorable para el bienestar emocional en los momentos
iniciales de la aparición de problemas que pueden tener consecuencias muy peligrosas para el sujeto,
pero desfavorable a largo plazo pues inhibe el desarrollo de conductas de auto cuidado. El catastrofismo
como tendencia a focalizar la atención sobre el problema y exagerar sus consecuencias, está asociado a
la depresión y a la peor evolución de las enfermedades crónicas (Fuste, 1993).
Muy relacionado con el ajuste a las afecciones crónicas se han descrito el conocimiento de la enfermedad
y el cumplimiento terapéutico. El primero está referido a la información necesaria que debe poseer el
enfermo para que identifique mejor su situación, reconocer diferentes alternativas de solución y reducir la
ansiedad que provoca la falta de información para afrontar la situación. El segundo, a la valoración que
hace del cumplimiento de las indicaciones médicas. Estudios realizados evidencian la relación entre el
conocimiento de la enfermedad, el cumplimiento terapéutico y el ajuste a la enfermedad (Wilson, 1986;
García, Rodríguez, 1992)
Una variable importante que mediatiza los efectos del afrontamiento en la adaptación a la enfermedad es
el apoyo social. Los beneficios del apoyo social han sido ampliamente documentados (Kurtner, 1987; Lin,
1986). Hay consenso con la noción de que el apoyo social facilita la recuperación y reduce el riesgo de
mortalidad, se asocia a una mejor adaptación a la enfermedad, se relaciona con los hábitos de salud,
favorece el cumplimiento de los tratamientos y el uso de los servicios de salud; por otra parte, la falta de
apoyo social se encuentra asociada a un peor pronóstico de las enfermedades (Scherwazzar, Leppin,
1981)
Entre las creencias que ejercen influencia en los esfuerzos adaptativos de las personas a las
enfermedades crónicas, han recibido particular atención las expectativas de control y las expectativas de
futuro (Bandura, 1987). Existe suficiente evidencia de que las personas que valoran que tienen
posibilidades de controlar la enfermedad y sus repercusiones sobre su vida, tienen mejores indicadores
pronósticos, uso más racional de los servicios de salud, mejor evolución, etc.(Martín, 2002). También se
ha comprobado que el optimismo está asociado a mejor ajuste y evolución de la enfermedad, mientras
que el pesimismo a un peor pronóstico (Gatchel, Garden, 1999)
Desde la perspectiva de la Psicología médica se le ha prestado particular atención a las relaciones del
paciente con el equipo de salud. Existe consenso acerca de que ellas tienen una importante influencia en
la manera en que el paciente se adapta a la enfermedad (Alvarez, 2001).
Por último, desde la Sociología (Parsons, 1966) se ha resaltado la importancia de la distinción entre
"dolencia" y "enfermedad", mientras que la última se refiere al conocimiento oficial compartido en ámbitos
profesionales, la "dolencia" o "padecimiento" se refiere a las creencias, valoraciones y opiniones, a la
forma en que el paciente vive y sufre su enfermedad, concepto que coincide con el de "cuadro interno de
la enfermedad" (Grau y Martín, 1993), propuesto por Luria en la década del 40. Este enfoque subraya la
importancia de tener en cuenta en el diagnóstico médico y en la planificación de las acciones
terapéuticas, no sólo los elementos objetivos provenientes del examen físico, los exámenes radiológicos,
pruebas de laboratorio, etc., sino también, los aspectos subjetivos relacionados con las creencias que
tiene el paciente acerca de su enfermedad, su tratamiento y de cómo estos influyen en su calidad de vida.
Como puede deducirse de lo expuesto hasta el momento, han sido múltiples las perspectivas y los
enfoques teóricos que han hecho aportes a la comprensión de la influencia que ejercen los factores
psicológicos en el curso de las enfermedades crónicas y los problemas metodológicos que se van a
enfrentar son de alta complejidad. Esto trae como consecuencia, junto a la subvaloración prevaleciente en
los ámbitos médicos de los aspectos subjetivos y el modelo actual de organización de los servicios de
salud que predomina en el mundo occidental, que casi nunca se aborde con la debida profundidad el
diagnóstico de los factores psicológicos y sociales que influyen en el curso de las enfermedades crónicas.
Por estas razones, nos propusimos crear un instrumento que facilite el proceso de diagnóstico
psicológico, cuyas características principales deberían ser: las facilidades de aplicación, calificación e
interpretación por parte del equipo multidisciplinario, tener una adecuada validez y confiabilidad y ser
sencillo de responder para los pacientes con enfermedades crónicas, quienes frecuentemente tienen
déficit sensoriales y cognitivos.
Descripción del instrumento
PSICRON es una metodología computarizada para optimizar la asistencia, la docencia y la investigación
multidisciplinaria en los factores psicológicos que influyen en el curso de las enfermedades crónicas.
Resultado de un proceso de más de 10 años de trabajo, el PSICRON permite a los profesionales de la
salud
trabajar
en
una
ambiente
amigable
y
sencillo
para:
1. Realizar un pesquisaje psicológico rápido y confiable e identificar a los pacientes que necesitan
tratamiento psicológico especializado
2.Obtener información acerca de los factores psicológicos que están influyendo de manera negativa en el
dolor del paciente, así como de los factores psicológicos protectores. Este diagnóstico se obtiene
mediante un cuestionario conformado por 54 preguntas que permiten obtener un perfil y su interpretación,
así como un resumen de las opiniones del paciente acerca de su enfermedad y su tratamiento.
3.Disponer de un modelo computarizado de Historia Clínica diseñado especialmente para la asistencia a
pacientes
con
enfermedades
crónicas.
4. Obtener un Informe con las opiniones y valoraciones del paciente acerca de su enfermedad y su
tratamiento.
5. Realizar estudios evolutivos y valorar la respuesta a los tratamientos médicos y psicológicos.
6. Acceder a un listado de sitios web especializados y conectarse directamente a los mismos, a través del
navegador del PSICRON.
El Software PSICRON - Características
Ha sido concebido como una metodología computarizada, para facilitar la aplicación y calificación del
Cuestionario Multidimensional para la evaluación psicológica de enfermos crónicos PSICRON, así como
para optimizar la recogida de información mediante una Historia Clínica Psicológica con la finalidad de
promover el desarrollo de la asistencia psicológica, la investigación multidisciplinaria y la formación
postgraduada de los profesionales en el área de la Psicología de la Salud aplicada a la atención de
enfermos crónicos.
Teniendo en cuenta estos propósitos, el PSICRON tiene un conjunto de utilidades, que con fines
descriptivos separaremos aquí en tres módulos: módulo asistencial, módulo de investigación y módulo de
capacitación, aunque todas ellas aparecen integradas en el software en una ambiente amigable y sencillo,
concebido para que pueda ser fácilmente utilizado por usuarios sin mucha experiencia en el trabajo con
ordenadores.
Módulo asistencial
Ha sido diseñado para facilitar y optimizar el proceso de evaluación psicológica. Tal y como están
organizados actualmente la mayoría de los servicios de atención a pacientes con enfermedades crónicas
tanto en el nivel secundario (hospitales) como en la atención primaria, es difícil que todos los pacientes
puedan beneficiarse de este tipo de evaluación, que requiere de un psicólogo profesional especializado, el
cual usualmente necesita para realizar el estudio psicológico de varias sesiones de trabajo con el
paciente. En los pocos servicios en que se cuenta con este especialista, generalmente la gran cantidad de
pacientes que debe atender y la relativa urgencia que reclama el tratamiento de las enfermedades
crónicas, obliga a que se seleccionen los casos a partir de criterios no siempre científicamente
establecidos, lo cual provoca que en la práctica, muchos pacientes que podrían beneficiarse con
tratamientos psicológicos, no los reciban.
El PSICRON pretende ayudar a paliar esta situación, ya que permite realizar un pesquisaje psicológico
rápido y confiable, en apenas 15 minutos y obtener una especie de "fotografía" del estado psicológico del
paciente en el momento del estudio.
El software permite que el paciente responda el cuestionario directamente en el ordenador, o que el
profesional sea quien introduzca las respuestas. Si se decide la primera opción, una vez que el paciente
termina de responder todas las preguntas del cuestionario el programa se cierra, para evitar que la
persona tenga acceso a información que no le compete.
La calificación del cuestionario se puede obtener mediante dos modalidades: el perfil y una interpretación
del mismo. Esta interpretación del perfil ofrece, además, recomendaciones sobre las técnicas
psicoterapéuticas que probablemente beneficiarán al paciente y sobre la necesidad de que sea valorado
por otras especialidades (Psiquiatría, Fisiatría, etc.)
Debe tenerse en cuenta que tanto el perfil como su interpretación son
solamente guías acerca de los principales problemas psicológicos que podría
tener el paciente y que, aunque de alguna manera sustituyen una evaluación
psicológica realizada por un profesional, su grado de confiabilidad, validez y
profundidad, siempre será menor que ésta.
Una ventaja adicional del PSICRON permite realizar estudios evolutivos de los pacientes y valorar la
respuesta a los tratamientos médicos y psicológicos.
Otra de sus ventajas también permite obtener información de las opiniones del paciente acerca de la
enfermedad y su tratamiento y de cómo estas influyen en su calidad de vida, aspecto de vital importancia
para la humanización de la Medicina y la optimización de la atención psicológica, el cual,
lamentablemente, muchas veces no se evalúa por carecer de instrumentos apropiados.
El PSICRON computarizado cuenta con una Historia Clínica diseñada especialmente para la asistencia
psicológica a pacientes con enfermedades crónicas, que permite recoger información relevante para la
planificación y seguimiento de las intervenciones psicológicas con este tipo de pacientes.
Módulo de Investigación
El PSICRON está concebido como una herramienta para facilitar la investigación científica
multidisciplinaria. La Psicología de la Salud aplicada a la prevención, diagnóstico y tratamiento de las
enfermedades crónicas es un área de reciente desarrollo por lo que diversos autores recomiendan que el
proceso de tratamiento multidisciplinario esté organizado para facilitar la investigación. Teniendo esto en
consideración, el PSICRON se diseñó para ofrecer facilidades para la investigación como son:
1. Ofrece la posibilidad de manipular la base de datos y exportarla al formato EXCEL, el cual permite
realizar análisis estadísticos sencillos, así como ser leído por programas como el SPSS, el EPI-INFO, etc.,
de
amplio
uso
en
la
investigación
médica
y
psicológica.
2. Generar las categorías para las variables clínicas y/o sociológicas que el investigador desee tener en
cuenta,
como
por
ejemplo:
escolaridad,
ocupación,
diagnóstico,
etc.
3. Obtener reportes acerca del número de casos que se encuentran en la base de datos en función de
estas
variables.
4. Acceder a un listado de sitios web especializados en el tema del dolor y conectarse directamente a los
mismos,
a
través
del
navegador
del
PSICRON.
5. Sumar sus datos a la Base de Datos Interamericana que tiene como finalidad promover los estudios
transculturales.
Estas facilidades de investigación se han complementado mediante la creación de un sitio web sobre
Psicología de las Enfermedades Crónicas www.psicologiadelasalud.cl al cual se puede acceder
directamente desde el Navegador del PSICRON. Este sitio WEB entre otras utilidades, tiene una
Biblioteca Virtual especializada, de acceso gratuito para los profesionales interesados en el tema,
Módulo de capacitación:
El PSICRON ofrece una AYUDA que contiene información sobre evaluación psicológica de las
enfermedades crónicas, estudios de validación del PSICRON, capacitación para la interpretación del
perfil, etc.
Aplicación del cuestionario PSICRON
Puede aplicarse a personas mayores de 15 años que presenten diferentes tipos de enfermedades
somáticas crónicas, con posibilidades de comprender las instrucciones y ejecutar las tareas que se le
piden. La aplicación del cuestionario puede realizarse de forma manual y también de forma
computarizada. En ambos casos la persona que aplicará la prueba puede utilizar dos modalidades de
aplicación: a manera de entrevista y a la manera de los inventarios convencionales (lápiz y papel).
Áreas de aplicación:
Pacientes con enfermedades "somáticas" crónicas de cualquier tipo. Particularmente útil en el caso de los
pacientes con diabetes mellitus, enfermedades cardiovasculares y cáncer.
Interpretación de los resultados del PSICRON:
El PSICRON ofrece información acerca de:
- Factores clínicos que influyen en la determinación de la necesidad de atención psicológica
-Valoraciones del paciente acerca de cómo su enfermedad influye en su calidad de vida, así como de sus
relaciones con los profesionales de la salud y de la accesibilidad de los servicios de salud.
-Factores psicológicos perjudiciales y protectores.
Los Factores clínicos que influyen en la determinación de la necesidad de atención psicológica y los
factores psicológicos perjudiciales y protectores aparecen unidos en el perfil, del cual se ofrece una
interpretación que resume los aspectos perjudiciales en la opción Ver Interpretación, sin embargo, resulta
interesante que el profesional realice su propia interpretación del perfil. Para ello debe tener en cuenta,
primero, la configuración del perfil.
Existen 4 tipos básicos de curvas que pueden adoptar los perfiles:
Curva 1: La mayoría de los factores protectores obtienen puntuaciones menores que 2 y la mayoría de los
perjudiciales mayores que 2 o sea, el perfil adopta una forma parecida a la letra S. Se trata de un paciente
que tiene recursos psicológicos protectores deficientes y factores psicológicos perjudiciales para la
evolución de su enfermedad. Es sugestiva de que el paciente necesita atención psicológica.
Curva 2: La mayoría de los factores protectores y perjudiciales obtienen puntuaciones mayores que 2. En
este caso, aunque puede que el paciente tenga recursos personales potencialmente protectores, tiene
factores psicológicos que pueden ser perjudiciales para la evolución de su enfermedad. Es sugestiva de
que el paciente necesita atención psicológica.
Curva 3: Factores protectores menor que 2 y perjudiciales menor que 2. Se trata de un paciente que no
parece tener factores psicológicos que puedan perjudicar la evolución de su enfermedad, aunque
tampoco tiene recursos personales que puedan ser considerados protectores. Debe explorarse con mayor
profundidad, sobre todo si los protectores bajos son conocimiento, cumplimiento y/o apoyo.
Curva 4: protectores mayor que 2 y perjudiciales menor que 2 (como una S invertida). No necesita
atención psicológica especializada, aunque sí puedan necesitar apoyo y orientación por parte de otros
miembros del equipo multidisciplinario (médicos, enfermera, etc.)
Los
Factores
psicológicos
protectores
que
evalúa
el
PSICRON
son:
1.CONOCIMIENTO DE LA ENFERMEDAD: Se refiere a la auto evaluación del paciente acerca de la
información necesaria que debe poseer para identificar mejor su situación y reconocer diferentes
alternativas de solución. Múltiples estudios confirman que un buen conocimiento de la enfermedad es
positivo ya que además, favorece el cumplimiento terapéutico. No necesariamente el paciente que obtiene
una alta puntuación en este criterio realmente conoce su enfermedad, sin embargo, cuando el paciente
obtiene
puntuaciones
bajas,
sí
indica
que
debe
profundizarse
en
este
aspecto.
2. CUMPLIMIENTO TERAPEUTICO: Valoración que hace del cumplimiento de las indicaciones médicas.
Las altas puntuaciones no siempre reflejan la realidad pues el paciente puede dar respuestas de
deseabilidad social, pero las bajas puntuaciones indican que hay problemas en el cumplimiento.
3. APOYO SOCIAL: Evalúa la percepción del paciente acerca de si recibe el apoyo que necesita de sus
familiares y amigos. Hay consenso con la noción de que el apoyo social facilita la recuperación y reduce
el riesgo de mortalidad, se asocia a una mejor adaptación a la enfermedad, se relaciona con los hábitos
de salud, favorece el cumplimiento de los tratamientos y el uso de los servicios de salud; por otra parte, la
falta de apoyo social se encuentra asociada a un peor pronóstico de las enfermedades.
4.AFRONTAMIENTO A LA ENFERMEDAD: El afrontamiento (coping) ha sido definido como "el conjunto
de esfuerzos y acciones orientados al tratamiento de las demandas internas y ambientales y los conflictos
entre ellos" (Lazarus, Folkman, 1984). El estudio del afrontamiento a las enfermedades crónicas ha
estado en íntima relación con la investigación acerca de cuáles son los tipos de afrontamiento más
adaptativos y eficaces. El PSICRON permite obtener información acerca de las valoraciones que tiene el
paciente con respecto a la frecuencia con que el usa las siguientes estrategias positivas:
4.1. BÚSQUEDA DE EXPERIENCIAS POSITIVAS: Se refiere a si el paciente considera que la
enfermedad le ha permitido aprender cosas positivas acerca de sí mismo, de la vida o de los demás, lo
cual se ha considerado que está asociado a una mejor adaptación a la enfermedad.
4.2. AFRONTAMIENTO ACTIVO: Se ha considerado, en sentido general, que las estrategias de
afrontamiento activo, centradas en la solución del problema, son más eficaces para lograr un buen ajuste
a las enfermedades crónicas. En el PSICRON se evalúa la percepción del paciente de cuanto él ejecuta
conductas
que
son
indicativas
de
este
tipo
de
afrontamiento.
4.3. BUSQUEDA DE APOYO: El apoyo social es uno de los factores psicológicos protectores más
importantes. La persona que activamente busca el apoyo de los médicos, familiares y otras personas
significativas, tienen más probabilidades de adaptarse exitosamente a la enfermedad.
5. CREENCIAS DE CONTROL: Entre las creencias que ejercen influencia en los esfuerzos adaptativos de
las personas a las enfermedades crónicas, han recibido particular atención las expectativas de control y
las expectativas de futuro. Existe suficiente evidencia de que las personas que valoran que tienen
posibilidades de controlar la enfermedad y sus repercusiones sobre su vida, tienen mejores indicadores
pronósticos, uso más racional de los servicios de salud, mejor evolución, etc. También se ha comprobado
que el optimismo está asociado a mejor ajuste y evolución de la enfermedad, mientras que el pesimismo a
un peor pronóstico. El PSICRON ofrece información sobre las creencias relacionadas con:
5.1. PREVENCION: las personas que consideran que pueden prevenir enfermedades y sus
complicaciones tienden a tener mejor cumplimiento y adaptación a la enfermedad.
5.2. CONTROL MEDICO: es también favorable la creencia y confianza en la Medicina y los médicos.
5.3. AUTOCONTROL: las personas que creen que pueden tener autocontrol, tienden a involucrarse en
conductas de afrontamiento y de
5.4. AUTOCUIDADO: o sea, toman medidas para cuidar su salud y controlan su conducta de manera
razonable para proteger su salud.
6- OPTIMISMO: se ha asociado a un mejor pronóstico de las enfermedades y a un uso más adecuado de
los servicios de salud.
Los Factores Perjudiciales que se valoran en el PSICRON están relacionados con la presencia de
estados emocionales negativos como:
1. ANSIEDAD
2. DEPRESION
También con tipos de afrontamiento que se han demostrado que son perjudiciales como son:
3. AISLAMIENTO SOCIAL: rehuir el contacto con los demás
4. AFRONTAMIENTO DEFENSIVO: negarse a sí mismo o a los demás la gravedad de los síntomas, no
reconocer la necesidad de ayuda médica
Las creencias de control perjudiciales que valora el PSICRON son:
5. CONTROL AZAR: la persona cree que los acontecimientos relevantes de su vida y su salud, dependen
de la casualidad
6. PESIMISMO: expectativas negativas irracionales con respecto a su curación o a su futuro.
PSICRON también valora dos criterios de carácter clínico que resultan importantes para la determinación
de la necesidad de atención psicológica:
7. JUSTIFICACION BIOMÉDICA: que valora el criterio médico acerca de la existencia de hallazgos
médicos que justifiquen el cuadro clínico y las quejas del paciente.
8. LIMITACION DE LA ACTIVIDAD: que valora el criterio médico acerca del grado de limitación de la
actividad que provoca la enfermedad
Por último, en el perfil también encontramos FACTORES DE RIESGO. Obtener la puntuación 2 en alguno
de los factores de riesgo (tabaquismo, alcoholismo, sedentarismo), sugiere la necesidad de atención
psicológica con fines de prevención secundaria, o sea, para controlar posibles complicaciones de la
enfermedad por la presencia de estos factores de riesgo, sobretodo en las enfermedades como las
cardiovasculares y el cáncer. El PSICRON sólo identifica la presencia-ausencia de estos Factores de
Riesgo, para su caracterización diagnóstica será necesaria una evaluación suplementaria mediante otros
métodos.
Validación
La elaboración del PSICRON comenzó en el año 1996 y ha pasado por diversas etapas. Para su
construcción y validación se han realizado 5 estudios que incluyeron en total a 42 profesionales de la
salud y más de 500 pacientes con diversas enfermedades crónicas. Se ha combinado la investigación con
enfoque
cuantitativo
y
cualitativo.
Validez de contenido
Validez
de
criterio
Consideramos que la validez de criterio del instrumento debería evaluarse en dos direcciones: por una
parte, en su capacidad de coincidir con los resultados aportados por otros instrumentos válidos para la
evaluación de los distintos aspectos que mide el PSICRON y por otra parte, por su capacidad para
diferenciar los pacientes que necesitan de los que no necesitan de un tratamiento psicológico
especializado, toda vez que el fin último que nos proponemos es el de crear una herramienta para facilitar
la organización de la atención psicológica a enfermos crónicos y agilizar el proceso de diagnóstico.
Para conocer la capacidad del PSICRON de coincidir con los resultados aportados por otros instrumentos
se realizó un estudio con una muestra de 100 pacientes diabéticos que se atendían de manera
ambulatoria en el Instituto Nacional de Endocrinología y Enfermedades Metabólicas. Para evaluar el
conocimiento de la enfermedad, el cumplimiento terapéutico y las expectativas con respecto al tratamiento
se confeccionó una entrevista estructurada la cual fue aplicada por un psicólogo con experiencia en la
atención a enfermos crónicos y se elaboró un sistema de calificación para calificar numéricamente estos
aspectos con el fin de facilitar los análisis estadísticos. El resto de los instrumentos utilizados habían sido
validados
en
nuestra
población.
Se calculó el coeficiente de correlación de Pearson con las calificaciones obtenidas por los sujetos en el
PSICRON y en los instrumentos utilizados como criterio de comparación. Se observa una correlación
significativa en 11 de los 17 factores de la prueba. Los factores que no obtuvieron una correlación
significativa con las técnicas utilizadas como criterio fueron: el cumplimiento terapéutico, experiencias
positivas, afrontamiento activo, prevención, auto cuidado y optimismo, todos correspondientes a factores
protectores. La totalidad de los factores perjudiciales obtuvieron una correlación significativa con el
criterio.
Una posible explicación de estos resultados sería que los sujetos de la muestra son pacientes diabéticos
ambulatorios que se atienden en las instituciones referidas para su estudio y educación diabetológica, ya
que en estos centros los pacientes estaban obteniendo información de la enfermedad, por lo que
conocían
la
importancia
de
los
factores
protectores.
Para conocer la capacidad del PSICRON de discriminar a los pacientes que necesitan de los que no
necesitan atención psicológica se realizó un estudio descriptivo transversal, con una muestra de 300
pacientes con diversas enfermedades crónicas que reciben tratamiento con antiagregantes plaquetarios,
de manera ambulatoria, en el Instituto Nacional de Angiología y Cirugía Vascular.
Los pacientes eran valorados en la primera consulta por el médico que indicaba los estudios
complementarios y los remitía a la consulta de evaluación psicológica. A todos los pacientes se les aplicó
el Inventario de Ansiedad Rasgo-Estado de Ch. Spielberger (IDARE), el Inventario de Depresión RasgoEstado de Martín y cols. (IDERE) y el Cuestionario Multidimensional para la evaluación de enfermos
crónicos (PSICRON). Los elementos que se tuvieron en cuenta para determinar si la persona necesitaba
o no atención psicológica fueron: los resultados de IDARE e IDERE, la identificación de síntomas
indicativos de alteraciones psíquicas, problemas de adaptación a la enfermedad, problemas de relación
con el equipo de salud, de adherencia terapéutica, solicitud de ayuda psicológica del propio paciente o un
familiar y/o detección de conflictos que afectan el bienestar, o sea, los que usualmente determinan la
necesidad
de
una
intervención
psicológica
especializada.
130 pacientes (42,9%) necesitaron atención psicológica, lo cual a nuestro juicio es una proporción
bastante alta, pero que coincide con resultados de estudios anteriores en pacientes con dolor crónico
(Martín, 2002). Se realizó un análisis discriminante a partir de los resultados del PSICRON el cual fue
capaz de distinguir correctamente el 84,1% de los casos. Este se complementó con un análisis de clusters
que permitió conformar dos clusters: el primero con 175 casos en el que está incluida la totalidad de
pacientes que fueron realmente remitidos a Psicología y el segundo con 121 casos en el que están los
pacientes que no fueron remitidos a Psicología, o sea, que se confirma la capacidad del PSICRON para
distinguir a los pacientes que necesitan de los que no necesitan atención psicológica.
La prueba de T para buscar diferencias significativas entre las medias de las puntuaciones del grupo que
necesitaba del que no necesitaba atención psicológica en cada uno de los criterios del PSICRON mostró
que en 9 de los criterios se encontraron diferencias estadísticamente significativas. Los criterios que no
tuvieron diferencias significativas fueron: conocimiento de la enfermedad, cumplimiento terapéutico,
afrontamiento activo, creencias de prevención, creencia en el control médico, creencia en el autocontrol,
creencia en el autocuidado y optimismo, todos ellos correspondientes a factores protectores. Todos los
criterios considerados como factores perjudiciales, así como el apoyo social percibido y la estrategia de
afrontamiento búsqueda de apoyo (que se consideran factores protectores) permitieron encontrar
diferencias
estadísticamente
significativas
entre
los
grupos.
De estos análisis se puede concluir en primer lugar, que el PSICRON es un instrumento válido para
identificar pacientes que pueden necesitar atención psicológica, lo cual le confiere utilidad para el
pesquisaje en situaciones de investigación y en contextos asistenciales complejos, en los que no haya
suficiente recursos ni tiempo para realizar una evaluación psicológica exhaustiva de todos los pacientes,
como
es
el
caso
de
la
mayor
parte
de
los
servicios
de
salud
pública.
En segundo lugar, se pone de manifiesto que en pacientes con enfermedades crónicas que se encuentran
en tratamiento ambulatorio, los factores protectores no permiten identificar a los pacientes que necesitan
atención psicológica, pero sí los perjudiciales. Por otra parte, si bien la presencia de estos factores
protectores (evaluada mediante la auto referencia del propio paciente) parece que no protege contra las
alteraciones emocionales y la mala adaptación a la enfermedad, su ausencia sí podría ser perjudicial,
como se ha constatado en numerosos estudios, por los que es conveniente tenerlos en cuenta para el
diagnóstico.
Análisis
de
la
consistencia
interna
del
PSICRON
y
estructura
factorial
Se calculó el coeficiente alfa de Cronbach a partir de los resultados del PSICRON en la muestra de 100
diabéticos, el cual tuvo un valor de .7887. Todos los ítems obtienen correlaciones con la escala por
encima de .86, datos que hablan a favor de la consistencia interna del instrumento.
El análisis factorial de componentes principales con rotación varimax con las subescalas del PSICRON
permitió obtener 3 factores que explican el 47.3% de la varianza. El factor 1 explica el 20, 5 % de la
varianza y agrupa a los factores que en el PSICRON se clasifican como perjudiciales como el pesimismo,
la depresión, la ansiedad, el afrontamiento depresivo, la creencia en el control del azar y el afrontamiento
defensivo; sin embargo, los factores protectores se desglosan en dos grupos: el factor 2 con el 14, 5% de
la varianza que contiene al cumplimiento, la creencia en el autocontrol, el conocimiento, el apoyo, la
creencia en el auto cuidado, el afrontamiento activo y el optimismo; y un tercer factor que explica el 11.9%
de la varianza y en el que se agrupan las creencias en la prevención y el control médico y las estrategias
de afrontamiento búsqueda de apoyo y búsqueda de experiencias positivas. O sea, que aunque este
análisis corrobora los supuestos teóricos que subyacen en la construcción del instrumento, nuevamente
se corrobora el hecho de que las escalas que miden los factores perjudiciales tienen mejores propiedades
psicométricas
que
las
que
valoran
los
factores
protectores.
Aspectos
por
considerar
El PSICRON es una herramienta para facilitar la organización del proceso de atención psicológica a los
pacientes con enfermedades crónicas y justamente en eso radica sus principales ventajas y limitaciones.
Como
ventajas
se
le
puede
señalar:
1. Permite obtener información rápida y confiable acerca de los principales factores psicológicos que
pueden influir desfavorablemente en la evolución de las enfermedades crónicas, ayudando a la toma de
decisiones
sobre
las
acciones
terapéuticas.
2. Permite evaluar factores protectores que usualmente no se incluyen en la evaluación psicológica, a
pesar de que existe suficiente evidencia en la literatura sobre su importancia. Aunque algunas escalas
que valoran los factores protectores como el cumplimiento, pueden dar falsos negativos (o sea, el
paciente puede obtener altas puntuaciones en ellos sin que esto sea un reflejo de la realidad), las bajas
puntuaciones
en
estos
factores
sí
resultan
de
valor
diagnóstico.
3. Integra conceptos psicológicos con informaciones provenientes de los profesionales de la salud y con
informaciones sobre el punto de vista del paciente acerca de su enfermedad, su tratamiento y sus
relaciones
con
el
equipo
de
salud.
4. El cuestionario para los pacientes es corto y fácil de responder para personas de bajo nivel cultural y de
edad
avanzada.
5. La automatización del proceso de aplicación, calificación e interpretación y las utilidades adicionales
humanizan el trabajo de psicólogos y psicometristas, amén que permite que sea utilizado por otros
profesionales
con
un
mínimo
de
capacitación.
6. Favorece la comunicación multidisciplinaria, la organización de la asistencia, la docencia y la
investigación.
Sus
principales
limitaciones
son:
1. Es un instrumento concebido para un primer nivel de pesquisaje e identificación de la problemática, por
lo que será necesario complementarlo con una evaluación psicológica más profunda en muchos casos.
2. No contempla algunos aspectos específicos que es necesario evaluar en algunas patologías como por
ejemplo, en el caso del asma bronquial los estímulos asociados a las crisis, el dolor en el caso de las
enfermedades reumáticas, etc.
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LA EVALUACIÓN PROCESUAL DEL BURNOUT O DESGASTE PROFESIONAL:
EL CUESTIONARIO BREVE DE BURNOUT (CBB)
Moreno Jiménez, B.
Garrosa Hernández, E.
Universidad Autónoma
Madrid, España
González Gutiérrez, J.L
Gálvez Herrer, M
Universidad Rey Juan Carlos
Madrid, España
Introducción
El desgaste profesional o burnout se ha definido como un estado de agotamiento físico, emocional y
mental a consecuencia de la sobreimplicación laboral y de las demandas emocionales del trabajo (Pines,
Aronson y Kafry, 1981). Desde una perspectiva psicosocial, se ha conceptualizado como una respuesta
multidimensional al estrés laboral crónico que conlleva la vivencia de encontrarse emocionalmente
agotado, con sentimientos de no poder dar más de sí mismo a nivel emocional, sentimientos de sobre
extenuación, actitudes y conductas negativas hacia los otros (pacientes/usuarios) y un sentimiento de
disminución de la realización personal y profesional. La operativización más aceptada del síndrome
proviene del instrumento que se ha utilizado con mayor frecuencia, el "Maslach Burnout Inventory" (MBI;
Maslach y Jackson, 1981/1986), instrumento que se ha utilizado en la mayoría de los estudios empíricos
realizados (en el 90% de ellos) y que es el instrumento que ha generado mayor volumen de investigación.
El instrumento original, MBI- Human Services Survey, y en su adaptación a educadores, Educators
Survey, está formado por 22 ítems, y su factorización ha dado lugar habitualmente a tres factores
ortogonales: agotamiento emocional, despersonalización y realización personal en el trabajo.
Posteriormente se ha elaborado el "Maslach Burnout Inventory-General Survey" (MBI-GS; Schaufeli y
cols., 1996) para dar respuesta a la necesidad de evaluar el síndrome en todo tipo de profesiones, y no
exclusivamente en las profesiones asistenciales. El MBI-GS define el burnout como una crisis en la
relación del trabajador con su ambiente laboral y con la organización de la tarea, no necesariamente
como una crisis en la relación del trabajador con el paciente o usuario del servicio. Las subescalas del
instrumento son: agotamiento emocional (profunda disminución del energía emocional, fatiga, pero sin
referirse directamente a los pacientes o usuarios como la causa de este sentimiento), cinismo (reemplaza
a despersonalización) y se refiere al distanciamiento o indiferencia hacia el propio trabajo, y la subescala
de eficacia profesional similar a la escala de realización personal del MBI original. Sin embargo, para
algunos autores, el desgaste profesional o burnout sigue siendo un síndrome propio y específico de las
profesiones asistenciales y por ello necesitaría de una evaluación específica.
Ambos instrumentos están centrados en la evaluación del síndrome del burnout y su contribución histórica
al estudio del estrés laboral crónico ha consistido en facilitar una operacionalización multidimensional del
constructo de "estar quemado en el trabajo" o desgaste profesional. Pero la importancia y el valor de su
contribución no deberían conducir a confundir síndrome y proceso, medida y constructo. En primer lugar,
el "síndrome del burnout" es el resultado de un proceso sin el cual no se puede entender, ni prevenir ni
modificar de forma eficiente y, por otra parte, el síndrome tiene unas manifestaciones, o puede tenerlas,
de mayor o menor importancia pero que en algunos casos pueden ser graves y conducir a trastornos
físicos y mentales de importancia. La operativización del constructo no debería olvidar que el síndrome es
una manifestación de factores previos y procesos anteriores que son los que definen el carácter laboral
del síndrome.
Por otra parte, no debería confundirse la medida con el constructo. La operacionalización del MBI-HSS
(1981/1986) aportó históricamente unidad de enfoques y permitió una fase de estudio que permitía
abandonar la confusión operativa y los simples estudios descriptivos o cualitativos (Maslach y Schaufeli,
1993). Gracias al MBI fue posible el estudio comparativo entre muestras profesionales, entre diferentes
países, así como el esbozo de una inicial aunque tímida e insegura epidemiología del síndrome de estar
quemado por el trabajo. Sin embargo la operacionalización del constructo a través del MBI no era la
única; Pines, Aronson y Kafry (1981) habían elaborado, casi al mismo tiempo, una operacionalización
centrada en el cansancio (Tedium Measure) y Cherniss (1980) había propuesto un modelo complejo de
tipo procesual pero sin que estuviera respaldado por una operacionalización del mismo. Las referencias
teóricas e instrumentales podrían todavía ampliarse. Ciertamente el MBI es una medida válida y valiosa
del constructo de estar quemado en el trabajo, pero es una medida del mismo, no su única
operacionalización posible; la medida no puede identificarse con el constructo. El MBI es una de las
posibles aproximaciones válidas a la evaluación del desgaste profesional pero no la única, el estudio del
burnout exige el desarrollo y elaboración de nuevas medidas teóricamente fundamentadas y que permitan
nuevos enfoques y alternativas diferentes a una realidad humana que como otras tiene aspectos variantes
y cambiantes.
Es en este contexto en el que pareció conveniente el desarrollo de una medida breve del burnout que
permitiera una evaluación del proceso de desgaste profesional y no sólo del síndrome, lo que permitiría
una prevención e intervención más eficaz. Desde una perspectiva procesual, la evaluación del proceso de
desgaste profesional implica recoger información sobre los diferentes aspectos del proceso del desgaste
profesional, es decir, de sus factores antecedentes y consecuentes (Moreno-Jiménez, Bustos, Matallana y
Miralles, 1997).
La tendencia actual en la evaluación del desgaste profesional opta por incluir los diferentes elementos
presentes en el proceso. De hecho, en su obra "The truth about burnout" (Maslach y Leiter, 1997) y
posteriormente en "Preventing Burnout and building engagement" (Maslach y Leiter, 2000), los autores
introducen un conjunto de factores antecedentes que pueden ser evaluados de forma
independientemente. Ambas aportaciones son consecuencia del modelo propuesto en 1996 (Maslach,
Jackson y Leiter, 1996) en el que se introduce factores antecedentes, consecuentes y personales
relativos a la falta de recursos. Desde esta perspectiva, la definición del burnout como proceso considera
que el síndrome va sucediendo de manera secuencial, por etapas o fases, cada una de ellas con
características diferenciadas. El proceso surge de la interacción de variables del entorno laboral con
variables personales, y se caracteriza por una pérdida progresiva de la ilusión, el idealismo y la energía
en el trabajo, que sucede, entre otros factores, cuando las expectativas profesionales se ven frustradas
(Edelwich y Brodsky, 1980; Garrosa, 2003; Moreno-Jiménez, Garrosa, y González 2000).
Moreno-Jiménez, Bustos, Matallana y Miralles (1997) trabajando en el análisis del proceso de burnout
analizaron la influencia de los factores antecedentes relativos al contexto organizacional y de la tarea
sobre las tres variables propuestas por el MBI específicas del síndrome en las profesiones asistenciales y
los consecuentes que se producen a nivel físico, social y psicológico en el trabajador como resultado de
este proceso. Resultado de este enfoque es el Cuestionario Breve de Burnout (CBB; Moreno-Jiménez y
cols., 1997).
Cuestionario Breve de Burnout (CBB; Moreno-Jiménez, Bustos, Matallana y Miralles, 1997)
El CBB está elaborado con el propósito de poder evaluar el síndrome de desgaste profesional o burnout e
través de las diferentes fases del proceso, sin centrarse exclusivamente en la posible estructura del
síndrome, sino incluyendo elementos antecedentes y consecuentes del síndrome. Además en la
elaboración del instrumento se ha atendido específicamente a variables cognitivas y conductuales apenas
presentes en el MBI, centrándose específicamente en la dimensión emocional. El CBB considera
procesos de tipo cognitivo implicados en el burnout, consistentes en la pérdida de expectativas y del
contexto justificativo del propio trabajo así como aspectos conductuales como la implicación laboral
personal. Este enfoque multiprocesual permite una aproximación más compleja y real al problema del
desgaste profesional.
Mientras el MBI es un instrumento para la evaluación del síndrome desde una perspectiva
multidimensional, centrado en el síndrome y sus dimensiones, el CBB está elaborado para la evaluación
breve del proceso, atendiendo a los antecedentes, síndrome y consecuentes por lo que debe
considerarse más como un instrumento orientado a evaluar los elementos del proceso, dirigido a obtener
una visión global del mismo. La elección de uno u otro depende de los objetivos y fines de la evaluación.
Descripción del CBB
El cuestionario tiene un total de 21 ítems integrados en tres bloques teóricamente diferenciados:
antecedentes del síndrome, elementos del burnout y consecuencias del mismo (ver tabla 1). Aunque el
objetivo del CBB es una evaluación global del proceso en la elaboración de los elementos del síndrome
se ha atendido a los factores propuestos por Maslach y Jackson (1981), así como a los componentes
teóricos de los antecedentes y consecuentes propuestos en la literatura científica sobre el tema.
Tabla 1- Estructura Teórica del CBB
Estructura
Antecedentes
Ítems
caracs.tarea
2,10,16
organización
4,8,9
tedio
Agotamiento Emocional
Despersonalización
Realización personal
Consecuentes
6,14,20
1,7,15
3,11,18
5,12,19
físicos 13
sociales 17
psicológicos 21
El primer bloque teórico del CBB está constituido por los posibles antecedentes del Burnout:
Características de la tarea, Tedio y Organización. El factor Características de la Tarea evalúa la
importancia que tiene en la génesis del burnout el desarrollo de tareas no motivantes para el sujeto, un
tema que ha sido recogido por diferentes modelos en el estudio de la satisfacción intrínseca en el trabajo
(Herzberg y col, 1967) y de la implicación e identificación en el mismo (Hackman y Oldham, 1980). La
variable Tedio como antecedente del burnout evalúa en qué medida la tarea es monótona y repetitiva y su
inclusión en el CBB proviene directamente de los trabajos específicos desarrollados por Pines, Aronson y
Kafry (1981) acerca del burnout como Tedio. En el CBB se recogen de forma directa los aspectos
relativos a la repetición y monotonía de la tarea. El factor antecedente de Organización evalúa los
aspectos funcionales de la organización y proviene básicamente del modelo desarrollado por Cherniss
(1980) en el que se insiste en las bases organizacionales del síndrome. En este caso el CBB recoge más
directamente los aspectos funcionales de la organización. En cualquier caso, el número de ítems por
escala es reducido y se ha optado por ítems que puedan cubrir un amplio espectro de la variable en
cuestión, subordinándose la consistencia interna del factor a su validez de medida.
El segundo bloque integra los tres factores del Síndrome recogidos en el modelo presentado por Maslach
y Jackson (1981). En la elaboración de los ítems relativos al síndrome se ha optado por asegurar la
validez de medida del instrumento incluyendo diferentes aspectos del mismo constructo, lo que puede
disminuir su consistencia psicométrica interna. Finalmente, en el tercer bloque, la elaboración de los ítems
relativos a las Consecuencias del Burnout ha atendido a las consecuencias físicas, a las consecuencias
sobre el clima familiar y al rendimiento laboral, aspectos todos ellos que han sido recogidos en la literatura
sobre el tema (Schaufeli y Buunk, 1996). En todas las escalas el rango de respuesta es de 1 a 5.
Estudios realizados con el CBB
Los estudios iniciales del CBB fueron realizados con una muestra de 145 profesores de diferentes
colegios de la Comunidad de Madrid de carácter privado, semi subvencionado y público (MorenoJiménez, Bustos, Matallana y Miralles, 1997). Desde este momento se ha aplicado en numerosos
estudios y trabajos aunque las publicaciones de las mismas son escasas. (Roman, 2003, Chacon y Grau,
1997)
En el estudio inicial de validación la mayoría de las personas que participaron en el estudio eran mujeres
(58%) y la media de edad fue de 37 años. En la tabla 2 se muestran los resultados descriptivos con esta
muestra y los resultados obtenidos para estos mismos sujetos junto con la medida del MBI. Las medias
que se obtuvieron no superaban ninguna de ellas el punto central de la escala de respuesta. Por lo que
respecta a la evaluación del síndrome, la media del CBB era más alta que la del MBI.
Desde su elaboración, el CBB ha sido utilizado por un total de 1317 sujetos de diferentes profesiones
asistenciales (enfermeras, psicólogos, trabajadores sociales, profesores, etc.) procedentes de distintos
países (México, Brasil, Argentina, Portugal, etc.). Se han realizado adaptaciones del cuestionario al
portugués, inglés y alemán. En el estudio de Román (2003) realizado en Cuba con 287 profesionales de
la salud los valores promedio en las diferentes variables de CBB no superaron el valor de tres puntos.
Tabla 2-Estadísticos descriptivos CBB y MBI (n = 145 profesores)
MBI
CBB
Burnout
Agotamiento Emocional
despersonalización
realización personal
Burnout
Antecedentes
Consecuentes
Puntuaciones medias
Media
D.T.
1.67
.58
2.32
1.09
1.04
.95
4.73
.98
2.06
1.01
1.49
.93
2.10
1.35
Tabla 3 - Estadísticos descriptivos CBB (n =1317)
Antecedentes
Tarea
Organización
Tedio
Burnout
Agotamiento Emocional
Depersonalización
Realiza. personal
Consecuentes
Físicos
Sociales
Psicológicos
N
Mín.
Máx.
Media
D. T.
1317
1317
1317
1317
1317
1317
1317
1317
1317
1317
1317
1317
1,00
1,00
1,00
1,00
1,00
1,00
1,00
1,00
1,00
1,00
1,00
1,00
5,00
5,00
5,00
5,00
5,00
5,00
5,00
5,00
5,00
5,00
5,00
5,00
2,40
2,48
2,59
2,14
2,35
1,97
2,72
2,36
2,23
2,55
1,81
2,33
,70
,87
1,00
,83
,61
,87
,74
,86
,93
1,27
1,05
1,39
Nota: Escala de respuesta de 1-5
Formas de corrección
Las puntuaciones de las escalas se obtienen a través de la media de las puntuaciones de los sujetos en
cada una de las escalas; puntuaciones altas en la escala indican elevada intensidad de estresores
(factores antecedentes), alto burnout y altas consecuencias, respectivamente.
Propiedades psicométricas del instrumento
Validez factorial del CBB
En el análisis factorial de los ítems relativos al síndrome incluidos en el CBB (9 ítems) utilizando la técnica
de Componentes Principales dio lugar a tres factores que explicaban el 60% de la varianza total. Factor I:
Realización Personal que explicaba el 31,8% de la varianza (3 ítems). Factor II: Agotamiento Emocional
que explicaba el 14,4% de la varianza, estaba compuesto por los ítems de provenientes de la dimensión
original (ítems 1, 7, 15) más un ítem de Despersonalización (ítem 3). Por último, el Factor III:
Despersonalización que explicaba el 13,2% de la varianza. En este factor aparecían los dos ítems
restantes de la dimensión teórica (ítems 11, 18).
El análisis factorial de la estructura de antecedentes se realizó mediante la técnica de componentes
principales, se obtuvieron dos factores que explicaban conjuntamente el 54,5% de la varianza. Factor I:
Organización que explicaba el 34,6 % de la varianza, constituido por los elementos provenientes de los
aspectos organizacionales incluidos (ítems 4, 8, 9) junto con un ítem proveniente de los aspectos relativos
a las características de la Tarea (ítem 16). Factor II: Características de la Tarea que explicaba el 19,9 %
de la varianza y estaba constituido por los ítems provenientes de los aspectos relativos al Tedio (ítems 6,
14, 20) más dos ítems de las características de la tarea (ítems 2 y10), incluyendo aspectos referidos tanto
a la monotonía como al feedback recibido.
Interdependencia estructural entre las escalas
El análisis de interdependencia entre los antecedentes, evaluados mediante el CBB, y el síndrome y sus
dimensiones, evaluado por el MBI y CBB, se puede observar en la tabla 4. Todas las correlaciones
resultaron significativas lo que resalta la unidad lógica del proceso: antecedentes, síndrome y
consecuentes. Las correlaciones son significativas tanto con respecto al MBI como al CBB.
Tabla 4- Análisis correlacional de antecedentes y consecuentes sobre el burnout del CBB y el MBI
MBI
Burnout
Agotamiento
Emocional
Despersonalización
Realización
personal
CBB
Burnout
Agotamiento
Emocional
Despersonalización
Realización
personal
Antecedentes Antecedentes
global
por dimensiones
C. Tarea
Organiz.
.5400**
Consecuentes
.3570**
.5417**
.4342**
.3444**
.1804*
.4654**
.5351**
.2840**
.2814**
.1715*
.2141*
-.5554**
-.4493**
-.4105**
- .1957*
.6008**
.6709**
.5524**
.5728**
.3354**
.3520**
.4313**
.2908**
.3999**
.0980
.2237 **
-.4783**
-.5392**
-.2701*
-.3574**
.4745**
**p <.01; * p<.05
Análisis comparativo de los índices de consistencia interna de los cuestionarios MBI y CBB
La fiabilidad que presenta el CBB en la escala global del síndrome es de α = .7413 (9 νtems) y el MBI es
de α = .7989 (22 νtems); los dos cuestionarios presentan νndices aceptables. En la tabla 5 se presentan
de forma comparativa los valores alfa de Cronbach en las respectivas dimensiones. En ambos
cuestionarios la consistencia más alta es la de Agotamiento Emocional y la más baja la de
Despersonalización. Respecto al análisis de consistencia, para la escala global de los antecedentes se
obtuvo un índice α = .7745. La escala de Consecuentes, que consta de tres elementos, tiene un índice de
fiabilidad de α =.5375 en parte debido al reducido número de ítems y al amplio espectro de consecuencias
que recogen.
Tabla 5- Valores del test alfa de Cronbach (α) de las escalas del CBB y MBI
CBB
MBI
α = .7925
Agotamiento Emocional
α = .8220
9 ítems
3 ítems
α = .3460
α = .4392
3 ítems
α = .6455
5 ítems
α = .7945
3 ítems
α = .7413
8 ítems
α = .7989
9 ítems
22 ítems
Despersonalización
Realización Personal
Burnout
Análisis de la Validez Convergente entre el MBI y el CBB
Para establecer la validez convergente del CBB se procedió a establecer las correlaciones entre las
dimensiones de ambos instrumentos. Como se muestra en la tabla 6 la correlación global obtenida es alta
(r=,6881) y la mayoría de las correlaciones encontradas son significativas. En el análisis por dimensiones
se aprecian correlaciones significativas en Agotamiento Emocional (r=.7215, p=.000) y
Despersonalización (r=.2866, p=.000). Por último, en Realización Personal el valor encontrado no es
significativo (r= .1173, p=.098) lo que indica, dado los resultados estructurales anteriormente mostrados,
que ambos cuestionarios evalúan de forma no convergente la Realización personal, aunque ambos
puedan evaluarla de forma válida. Es de destacar la alta correlación encontrada en la dimensión de
Agotamiento emocional, considerado como el elemento básico del síndrome.
Tabla 6 - Validez convergente CBB y MBI
CBB
M
B
I
Burnout
Agotamiento
Emocional
Despersonalización
Realización
personal
Burnout
Agotamiento
Emocional
Despersonalización
Realización
personal
.6881**
.6276**
.7353**
.7215**
.3642**
.1514*
- .4339**
- .4835**
.4107**
.3428**
.2866**
- .3103**
- .3747**
- .4002**
- .3338**
.1173
** p= .01; *p = .05
Discusión
Los análisis psicométricos muestran que el CBB es un instrumento válido para la evaluación global del
síndrome de burnout o Desgaste Profesional aunque algunas de sus características puedan y deban ser
mejoradas. El análisis de consistencia del CBB muestra resultados similares al MBI. Para ambos
instrumentos la consistencia más alta aparece en la dimensión de Agotamiento Emocional y la más baja
sigue siendo Despersonalización. Una de las ventajas del CBB es que muestra índices de consistencia
interna similares al MBI con un número menor de ítems y en este sentido ofrece mejores posibilidades de
aplicación en muestras amplias.
En los estudios iniciales del CBB se ha observado una estructura factorial del síndrome de tres factores,
manteniéndose algunos de los problemas encontrados con el MBI. En este sentido, con el CBB se repiten
los problemas que aparecen en el MBI en el que, en función de la muestra, la estructura factorial no
aparece clara y hay una tendencia a aumentar el número de factores, lo que parece indicar una estructura
multifactorial del burnout y de difícil reducción a tres factores para explicar el fenómeno. Tanto la
elaboración conceptual como la empírica y psicométrica deben seguir estudiando estos aspectos.
Desde esta perspectiva, se recomienda el uso del CBB para evaluar globalmente el proceso de desgaste
profesional (factores antecedentes, síndrome y consecuentes) como una aproximación general al
problema. Por tanto, no parece correcta su utilización si el objetivo es evaluar específicamente las
dimensiones específicas del desgaste profesional. Una de las posibles ventajas del CBB sobre el MBI es
que proporciona una evaluación global del burnout y no solamente de sus subescalas o dimensiones. En
ocasiones el manejo separado de tales dimensiones es más un problema que una ventaja, pues puede
existir una marcada desigualdad entre los diferentes componentes del síndrome sin que se sepa como
actuar en tales casos. Mientras que una aproximación más estrictamente clínica parece exigir el
mantenimiento de la perspectiva dimensional separada a fin de conocer la estructura de la respuesta
individual, en los estudios del burnout suele ser más habitual el enfoque organizacional o grupal en el que
interesa conocer los niveles grupales u organizacionales del burnout, por lo que es de relevancia la
disponibilidad de una puntuación global del burnout tal como el CBB proporciona. No pocos autores han
propuesto que parece más apropiada la medida del índice general (Burke, Shearer y Deszca, 1984;
Fimian, 1984; Burke y Greenglass, 1993)
Respecto a su validez convergente el CBB muestra una alta correlación con el MBI tanto en su globalidad
como en sus subescalas, por lo que puede considerarse un indicador válido de los resultados directos del
MBI.
El análisis de las relaciones existentes entre los antecedentes y el síndrome indica que los antecedentes,
tal como han sido definidos en el CBB, mantienen una fuerte relación con el burnout global y con las
subescalas tal como son definidas tanto en el MBI como en el CBB. Estos resultados parecen indicar que
los antecedentes, de forma global, están muy relacionados con la aparición del burnout y con la
intensidad del mismo.
El análisis de los consecuentes considerado en el CBB vuelve a mostrar esta relación significativa con la
aparición del burnout. En los modelos generales de estrés laboral, el burnout se considera como una
variable mediadora entre los estresores y sus consecuencias o efectos a más largo plazo. Si permanece
en el tiempo producirá consecuencias nocivas para el individuo en forma de enfermedad o falta de salud
con alteraciones psicosomáticas, en su calidad de vida, y en el bienestar psicológico. Los efectos también
se traducen en la organización, en forma de deterioro de la calidad asistencial o de servicio, absentismo,
rotación no deseada, abandono, etc. Por este motivo, el análisis de los consecuentes del desgaste
profesional es un elemento indispensable para establecer diagnósticos eficaces, y conocer la acentuación
del problema.
En el momento actual el equipo de investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma
de Madrid está desarrollando diferentes líneas de investigación para mejorar la validez y fiabilidad del
CBB, manteniendo su carácter breve y su carácter procesual. Desde esta perspectiva se están
elaborando dos instrumentos; uno para evaluar el desgaste profesional en las profesiones asistenciales y
otro, para evaluarlo desde una perspectiva generalizada, en el resto de las profesiones. Ambos
instrumentos siguen manteniendo la evaluación del desgaste profesional como un proceso, donde se
puede recoger información de los factores antecedentes y consecuentes del burnout. Al mismo tiempo,
los resultados con muestras amplias en los instrumentos de evaluación del burnout ponen de manifiesto
que la estructura de tres factores (agotamiento emocional, despersonalización y falta de realización) se
mantiene con dificultad. Desde esta perspectiva, las líneas de investigación que se están realizando
tienen como objetivo la reformulación del constructo atendiendo a otros elementos implicados en el
desgaste profesional desde la dimensión social, emocional, cognitivo y conductual que podrían permitir
una mayor aproximación al problema real, y que no tiene por qué reducirse a las tres dimensiones básicas
teóricamente atribuidas al desgaste profesional.
Instrumento
CUESTIONARIO C.B.B.
1.- Edad.............años
2.- Sexo: 1. Hombre 2. Mujer
3.- Relaciones personales:
- Con pareja habitual
- Sin pareja habitual
- Sin pareja
4.- Número de hijos:
5.- Estudios realizados:
1.Primaria
2.Bachiller
3.Formación profesional
4.Titulado superior
5.Doctorado
6.Otros
6.- Profesión (especifique sección o unidad con la mayor precisión posible):..................................
7.-Cargo que ocupa:...........................................................................................................
8.-Situación laboral:
1.
Contratado
2.
Fijo
3.
Otros:
9.- Tiempo de experiencia en la profesión ....... años
10.- Centro en el que trabaja:................................................................................................
11.- Condición del centro:
- Privado
- Público
12.- Tiempo que lleva en el mismo centro:............... años
13.- Tiempo que lleva en el mismo cargo................. años
14.- Turno: 1. Mañana 2. Tarde 3. Noche
15.- Número de horas que trabaja a la semana: ..................horas
16.- Número de personas que atiende diariamente: ........... personas
17.- ¿Qué tiempo de su jornada diaria pasa en interacción con los beneficiarios de su trabajo? :
1. Más del 75% 2. El 50% 3. Menos del 30%
18.- Tiene que realizar labores de su trabajo en casa:
a1. Si b. No
Por favor, conteste a las siguientes preguntas, rodeando con un círculo la opción deseada.
1. En general estoy más bien harto de mi trabajo.
3 ----------4 ---------------------------5
En ninguna
Algunas
En la mayoría
Raramente
Frecuentemente
ocasión
veces
de ocasiones
1------------ 2------------
2. Me siento identificado con mi trabajo.
3 ----------4 ---------------------------5
En ninguna
Algunas
En la mayoría
Raramente
Frecuentemente
ocasión
veces
de ocasiones
1------------ 2------------
3. Los usuarios de mi trabajo tienen frecuentemente exigencias excesivas y comportamientos
irritantes.
3 ----------4 -------------------------5
En ninguna
Algunas
En la mayoría
Raramente
Frecuentemente
ocasión
veces
de ocasiones
1------------ 2------------
4. Mi supervisor me apoya en las decisiones que tomo.
3 ----------4 -------------------------5
En ninguna
Algunas
En la mayoría
Raramente
Frecuentemente
ocasión
veces
de ocasiones
1------------ 2------------
5. Mi trabajo profesional me ofrece actualmente escasos retos personales
1------------ 2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5
Totalmente
En
Totalmente
en
Indeciso
De acuerdo
desacuerdo
de acuerdo
desacuerdo
6. Mi trabajo actual carece de interés
1------------ 2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5
Totalmente
En
Totalmente
en
Indeciso
De acuerdo
desacuerdo
de acuerdo
desacuerdo
7. Cuando estoy en mi trabajo me miento de malhumor.
3 ----------4 -------------------------5
En ninguna
Algunas
En la mayoría
Raramente
Frecuentemente
ocasión
veces
de ocasiones
1------------ 2------------
8. Los compañeros nos apoyamos en el trabajo
3 ----------4 -------------------------5
En ninguna
Algunas
En la mayoría
Raramente
Frecuentemente
ocasión
veces
de ocasiones
1------------ 2------------
9. Las relaciones personales que establezco en el trabajo son gratificantes para mí
3 ----------4 -------------------------5
Algunas
Raramente
FrecuentementeSiempre
veces
1------------ 2-----------Nunca
10. Dada la responsabilidad que tengo en mi trabajo, no conozco bien los resultados y el alcance
del mismo.
1------------ 2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5
Totalmente
En
Totalmente
en
Indeciso
De acuerdo
desacuerdo
de acuerdo
desacuerdo
11. Las personas a las que tengo que atender reconocen muy poco los esfuerzos que se hacen por
ellos.
1------------ 2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5
Totalmente
En
Totalmente
en
Indeciso
De acuerdo
desacuerdo
de acuerdo
desacuerdo
12. Mi interés por el desarrollo profesional es actualmente muy escaso.
1------------ 2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5
Totalmente
En
Totalmente
en
Indeciso
De acuerdo
desacuerdo
de acuerdo
desacuerdo
13. Considera Vd. que el trabajo que realiza repercute en su salud personal (Dolor de cabeza,
insomnio, etc.)
1-----------Nada
2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5
Muy poco Algo
Bastante Mucho
14. Mi trabajo es repetitivo
3 ----------4 -------------------------5
En ninguna
Algunas
En la mayoría
Raramente
Frecuentemente
ocasión
veces
de ocasiones
1------------ 2------------
15. Estoy quemado por mi trabajo
1-----------Nada
2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5
Muy poco Algo
Bastante Mucho
16. Me gusta el ambiente y el clima de mi trabajo
1-----------Nada
2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5
Muy poco Algo
Bastante Mucho
17. El trabajo está afectando a mis relaciones familiares y personales
1-----------Nada
2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5
Muy poco Algo
Bastante Mucho
18. Procuro despersonalizar las relaciones con los usuarios de mi trabajo
1-----------Nada
2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5
Muy poco Algo
Bastante Mucho
19. El trabajo que hago dista de ser el que yo hubiera querido
1-----------Nada
2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5
Muy poco Algo
Bastante Mucho
20. Mi trabajo me resulta muy aburrido
3 ----------4 -------------------------5
En ninguna
Algunas
En la mayoría
Raramente
Frecuentemente
ocasión
veces
de ocasiones
1------------ 2------------
21. Los problemas de mi trabajo hacen que mi rendimiento sea menor
3 ----------4 -------------------------5
En ninguna
Algunas
En la mayoría
Raramente
Frecuentemente
ocasión
veces
de ocasiones
1------------ 2------------
REFERENCIAS
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Cooper (Eds), Handbook of work and health psychology. New York: Wiley.
LA EVALUACIÓN TRANSACCIONAL Y ESPECÍFICA DEL DESGASTE PROFESIONAL:
EL CUESTIONARIO DE DESGASTE PROFESIONAL DE ENFERMERÍA (CDPE)
Moreno Jiménez, B
Garrosa Hernández, E
Gálvez Herrer, M
Universidad Autónoma
Madrid, España
González Gutiérrez, J.L
Universidad Rey Juan Carlos
Madrid, España
Introducción
Los primeros modelos operacionales del burnout o desgaste profesional se elaboraron con el propósito
básico de determinar la estructura del síndrome (Maslach y Jackson 1981; Pines, Aronson y Kafry, 1981).
El objetivo inicial era establecer una medida operativa del síndrome que pudiera servir para cuantificar los
niveles del problema de "estar quemado por el trabajo", un problema que se detectaba tanto en la
experiencia clínica como en la vida de las organizaciones. Los primeros esfuerzos por evaluar de forma
específica algunas de las profesiones más afectadas por esta problemática, docentes y sanitarias, se
caracterizaron por incluir los factores antecedentes del síndrome y algunas de sus consecuencias. En el
marco de la evaluación del desgaste profesional de los profesores el "Teacher Burnout Questionnaire"
(Hock, 1988) incluía en su estructura los factores relacionados con el clima laboral y otras causas del
burnout docente, y el "Teacher Burnout Scales" (Seidman y Zager, 1987) incluía los aspectos relativos a
la satisfacción de carrera, y al apoyo de la administración. En el ámbito sanitario ocurría un proceso
paralelo. El "Staff Burnout Scale for Health Professionals" (Jones, 1980), uno de los primeros instrumentos
específicos, incluía como factor antecedente la insatisfacción laboral y las relaciones con los pacientes.
Los mismos cuestionarios solían incluir algunos aspectos relativos a los consecuentes del síndrome, así
el "Teachers Burnout Questionnaire" incluye elementos referidos a los efectos psicológicos y el "Staff
Burnout Scale for Health Professionals" elementos referidos a los trastornos psicosomáticos. Es decir,
desde los primeros momentos el enfoque dirigido a evaluar el burnout en profesiones específicas aparece
ya claramente descrito como un proceso (antecedentes, síndrome, consecuentes) La perspectiva teórica
subyacente era que si el burnout es un síndrome organizacional o laboral, su definición y evaluación
operativa no debería hacerse al margen del ámbito organizacional, es decir de sus antecedentes y
consecuentes organizacionales (Moreno, Garrosa y González, 2001).
El enfoque procesual amplía la perspectiva de la evaluación del desgaste profesional, pero no incluye de
forma explícita la importancia que juegan en el proceso los factores personales, es decir, la vulnerabilidad
o resistencia del propio trabajador. La consideración transaccional del síndrome (Moreno, Garrosa y
González, 2001; Gil-Monte, Peiró y Valcárcel, 1995) supone que el proceso está siendo modulado en
cada una de sus fases por las variables propias del sujeto y las conductas que desarrolla como forma de
adaptación a los problemas y dificultades con los que se encuentra en el marco laboral. De este modo, el
desgaste profesional aparecería como resultado de la vulnerabilidad o resistencia del sujeto y de su
incapacidad para abordar de una manera activa y positiva las fuentes potenciales de estrés. Este
planteamiento del desgaste profesional reproduce básicamente el modelo clásico de estrés como nivel de
ajuste existente entre el individuo y el medio (Harrison, 1978). El modelo transaccional propuesto en
ningún caso supone situar las causas básicas del estrés en el propio trabajador.
En el contexto de los modelos transaccionales del desgaste profesional han sido importantes los estudios
desarrollados con el constructo de Personalidad Resistente o Hardiness (Kobasa, 1982), que ha sido
postulado como factor de resistencia ante los acontecimientos estresantes, encontrándose relaciones
significativas de carácter inverso con el Burnout (Boyle y col, 1991; Topf, 1989), y que actuaría como un
modulador, reduciendo la probabilidad de experimentar el síndrome. Este enfoque se encuadraría dentro
del enfoque salutogénico, orientado a determinar los indicadores del sujeto y del contexto social que
favorecen la salud. Diferentes estudios han demostrado que la Personalidad Resistente es una variable
vinculada a una mejor salud (Kobasa, 1979; Kobasa, Maddi y Courington, 1981; Suls y Rittenhouse, 1987;
Westman, 1990).
En el estudio del burnout también han sido relevantes las estrategias de coping o afrontamiento que
utilizan los sujetos, aunque su estudio ha sido relativamente escaso. En la investigación realizada por
Chan y Hui (1995), utilizando una muestra de 415 profesores de secundaria de Hong Kong, se encontró
una elevada relación entre el afrontamiento y el Burnout. Los resultados pusieron de manifiesto la
asociación positiva de las estrategias de escape con los componentes del Burnout. La estrategia de
escape estaba claramente asociada con las dimensiones de agotamiento emocional y
despersonalización, siendo menor su asociación con la dimensión de realización. El uso por parte del
sujeto de estrategias de afrontamiento inadecuadas puede determinar en buena medida la aparición del
síndrome. Se considera actualmente que el estilo de afrontamiento de los problemas juega un papel
importante en la eficacia profesional del sujeto. Todos estos datos indican la relevancia de incluir aspectos
transaccionales en la misma medida de evaluación del desgaste profesional.
Igualmente, para entender adecuadamente los procesos de desgaste profesional parece necesario
adaptar los cuestionarios a la profesión específica del sujeto o grupos de sujetos que están siendo
evaluados. Como señala Hock (1988), se han realizado escasos intentos para definir la estructura
específica del desgaste profesional en profesiones específicas, y se ha dado una tendencia a analizarlo
de forma generalista, sin centrarse en la problemática específica de cada profesión. Se ha insistido
excesivamente en los procesos generales, más generalizables, y se ha atendido insuficientemente los
elementos específicos que podrían tener funciones determinantes en el proceso específico. No parece
que las formas de estar quemado por el trabajo sean iguales en todas las profesiones incluso a pesar de
que haya elementos comunes. Un maestro de secundaria, una enfermera, un médico de emergencias y
un trabajador social de inmigrantes, por poner algunos ejemplos, manifiestan el síndrome del burnout de
forma diferencial.
El ajuste del cuestionario a la profesión concreta contribuye de manera significativa a la mejora de la
validez de la medida, habiéndose comprobado que existen elementos desencadenantes diferentes y
específicos en función de la profesión (Byrne, 1994; Moreno-Jiménez, Garrosa y González, 2000; Román,
2003) que se relacionan íntimamente con las actividades, tareas y funciones concretas que se realizan, y
las características concretas del trabajo que se realiza. Teniendo en cuenta estos aspectos, parece
recomendable la adaptación de las características del instrumento de evaluación a las condiciones
específicas del trabajo, del trabajador o grupo de trabajadores que están siendo evaluados.
El Cuestionario de Desgaste Profesional en Enfermería
El Cuestionario de Desgaste Profesional de Enfermería (CDPE; Moreno-Jiménez, Garrosa y González,
2000) es el resultado de los planteamientos anteriores y corresponde al esfuerzo de desarrollar un
instrumento de evaluación que reúna los requisitos de incluir los diferentes elementos del proceso, que
incluya las variables propias de trabajador que afectan a su resistencia y vulnerabilidad y que sea
específico de la población a la que va dirigido. Este enfoque puede permitir más fácilmente el desarrollo
de programas de intervención que atiendan a las causas del problema y que sirvan para mejorar las
características personales de resistencia del trabajador.
Descripción del instrumento
El CDPE incluye las siguientes variables antecedentes propias del ámbito organizacional hospitalario:
Interacción conflictiva (relaciones conflictivas con los médicos, pacientes y familiares), sobrecarga (exceso
de demandas cuantitativas y cualitativas), contacto con la muerte y con el dolor (el grado en el que los
enfermeros/as se encuentran afectados que sufren, se encuentran en estado terminal o mueren),
ambigüedad de rol (evalúa la claridad de información que los/as enfermeros/as perciben con relación a su
rol laboral y organizacional), monotonía de la tarea (grado de variedad de la tarea), falta de cohesión
(nivel de unión y de armonía existente entre los compañeros) y supervisión (apoyo o interés por parte del
supervisor). Estas variables tienen que ver con las características propias del trabajo, como son los
aspectos relativos a la estructura y cultura organizacional, así como con los estresores de rol y con las
relaciones interpersonales dentro del contexto del trabajo.
La medida específica del síndrome se realiza teniendo en cuenta las tres dimensiones propuestas por
Maslach y Jackson (Maslach y Jackson, 1981) sustituyéndose la dimensión de realización personal por su
análoga inversa falta de realización personal para facilitar la interpretación de perfiles y el cálculo de un
índice global de desgaste profesional (establecido a partir de la media obtenida por el enfermero/a en
cada una de las tres dimensiones). Además, se recoge información sobre las diversas consecuencias del
síndrome a nivel individual y organizacional (consecuencias psicológicas, físicas, organizacionales y
socio-familiares). De acuerdo con el modelo transaccional propuesto, el instrumento incluye algunas de
las variables moduladoras en el proceso del desgaste profesional. Específicamente, se incluye la variable
de Personalidad Resistente (hardiness) (que evalúa las dimensiones de compromiso, control y reto y que
incluye una medida global del constructo) y la medida de tres tipos básicos de estrategias de
afrontamiento (búsqueda de apoyo social, afrontamiento directo y evitación).
El CDPE está integrado por 174 ítems que se responden mediante una escala tipo Likert de cuatro puntos
(donde 1 = "totalmente en desacuerdo" y 4 = "totalmente de acuerdo"). El cuestionario también ofrece la
posibilidad recoger información sobre diferentes variables de carácter sociodemográfico y profesional
(sexo, edad, relaciones personales, número de hijos, estudios realizados, años de experiencia en la
profesión, años de experiencia en el mismo puesto, situación laboral, centro en el que trabaja, tiempo que
lleva en el mismo centro, turno, servicio/área, sección, número de pacientes que se atiende al día, función
de supervisión, número de horas de trabajo semanal y porcentaje de jornada que pasa en interacción con
los pacientes). Este instrumento responde de manera flexible a los objetivos de la evaluación permitiendo
utilizar todas las escalas para obtener una visión amplia del proceso de desgaste, o bien seleccionar los
aspectos necesarios que se quieran evaluar. La tabla 1 recoge cada uno de los bloques que componen el
cuestionario especificando el intervalo de ítems que forman cada uno (véase anexo 1).
Tabla 1- Ítems de cada una de los bloques del CDPE.
Bloque
Intervalo
Antecedentes
1-62
Desgaste profesional
63-91
Personalidad resistente
92-112
Afrontamiento
113-123
Consecuentes
124-174
Análisis Psicométrico
Validez factorial
A fin de comprobar la estructura factorial del CDPE de cada uno de los bloques integrantes del
cuestionario se procedió al análisis factorial de los antecedentes, síndrome, consecuentes, personalidad
resistente y estrategias de afrontamiento. El análisis se efectuó mediante el método de ejes principales y
rotación oblicua, y se consideró como criterio de inclusión de los ítems aquellos con una saturación en los
factores superior al 0,40. En el bloque de antecedentes (a partir de un total de 115 ítems) se obtuvieron 7
factores que explicaban el 46,20% de la varianza. Estos factores fueron categorizados como: Interacción
conflictiva (19,13% de varianza explicada), Sobrecarga (7,39% de varianza explicada), Contacto con la
muerte y el dolor (5,78% de varianza explicada), Ambigüedad de rol (4,19% de varianza explicada),
Monotonía de la tarea (3,56% de varianza explicada), Falta de cohesión (3,34% de varianza explicada) y
Supervisión (2,81% de varianza explicada). El número de ítems finalmente quedaba reducido a 62. En el
bloque del desgaste profesional (a partir de 32 ítems) se extrajeron 3 factores que explicaban un 41,24%
de la varianza, éstos fueron denominados: Agotamiento emocional (31,61% de varianza explicada),
Despersonalización (6,69% de varianza explicada) y Falta de realización personal (2,94% de varianza
explicada) siguiendo el modelo propuesto por Maslach y Jackson (1981/1986). El número de ítems de
este bloque quedó reducido a 29.
En el bloque que constituía la variable moduladora de personalidad resistente se obtuvo una solución
factorial de 3 factores que se correspondían con las tres dimensiones propuestas por Kobasa (1982) y
que llegaba a explicar el 46,59% de la varianza: Compromiso (27,46% de varianza explicada), Reto
(11,06% de varianza explicada) y Control (8,07% de varianza explicada). Este bloque quedaba finalmente
integrado por 21 ítems de un total inicial de 37 ítems. En el bloque correspondiente a la otra variable
moduladora, estrategias de afrontamiento, se llegó a una solución de 3 factores que explicaban el 38,96%
de varianza y que se denominaron como Búsqueda de apoyo social (20,35% de varianza explicada),
Afrontamiento directo (10,66% de varianza explicada) y Evitación (7,95% de varianza explicada). El
número de ítems de este bloque quedó reducido a 11 ítems de un total inicial de 15 ítems.
En el bloque de los consecuentes se llegó a una solución final de 4 factores que explicaban un 44,73% de
la varianza, denominados: Consecuencias psicológicas (31,26% de varianza explicada), Consecuencias
organizacionales (7,22% de varianza explicada), Consecuencias socio-familiares (3,52% de varianza
explicada) y Consecuencias físicas (2,73% de varianza explicada). Si bien inicialmente se había partido
de una base de 65 ítems; finalmente este bloque quedó integrado por 51 de ellos.
Interdependencia estructural entre las escalas
La relación o interdependencia estructural entre todas las escalas que componen el CDPE permiten
comprobar el ajuste con el modelo teórico en el que se fundamentan. Los resultados se presentan en las
tabla 2.
Tabla 2- Cuadro de correlaciones entre las escalas que integran el CDPE (p<.05).
1
1. Int. Conflictiva
1,00
2. Sobrecarga
,48*
3. Contacto muerte ,19*
4. Ambigüedad de ,39*
rol
5. Monotonía de la ,34*
tarea
6.
Falta
de ,20*
cohesión
7. Supervisión
,51*
8.
Desgaste ,52*
profesional
9.
Agotam. ,48*
emocional
10.
,36*
Despersonalización
11.
Falta
de ,50*
realización
12.
Personalidad -,26*
resistent
13. Compromiso
-,26*
14. Reto
—
15. Control
-,35*
16.
Búsqueda —
apoyo soci
17. Afrontamiento —
directo
18. Evitación
—
19.
Cons. ,32*
psicológicas
20.
Cons. ,40*
Organizacional.
21. Cons. socio- ,29*
familiares
22. Cons. Físicas ,20*
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
1,00
,17* 1,00
,37* —
1,00
,20* —
,24* 1,00
—
,35* ,23* 1,00
—
,33* ,11
,38* —
,52* ,39* ,34* 1,00
,30* ,53* ,31* ,42* 1,00
,48* ,10
,34* ,55* ,29* ,40* ,89* 1,00
,17* -,19* ,30* ,40* ,22* ,24* ,80* ,57* 1,00
,30* —
,31* ,41* ,29* ,42* ,90* ,72* ,60* 1,00
—
—
-,24* -,37* -,28* -,30* -,56* -,47* -,49* -,49* 1,00
—
—
-,13
—
,10
,12
—
,22*
-,25*
—
-,29*
-,11
,13* ,10
-,34*
-,11
-,40
—
,15* —
-,20*
-,13
-,31
-,16*
-,32*
—
-,35*
—
-,45*
-,19*
-,63*
—
-,38*
-,16*
-,53*
—
-,38*
-,21*
-,52*
—
-,40*
-,13*
-,59*
—
,82*
,73*
,74*
,18*
1,00
,46* 1,00
,43* ,26* 1,00
,17* ,13* ,12 1,00
—
,11
—
—
—
—
,30* ,23* ,34* ,13
—
-,27* —
—
—
—
,12 —
,20* ,12 —
—
—
,36* ,19* ,27* ,31* ,16* ,29* ,54* ,63* ,27* ,47* -,28* -,26* —
,29* —
,29* 1,00
-,12 -,15* —
-,33* —
—
1,00
-,12* 1,00
,30* ,66* ,30* ,47* ,72* ,76* ,50* ,60* -,53* -,47* -,19* -,55* —
—
—
,51* 1,00
,36* ,15* ,22* ,25* ,17* ,19* ,48* ,54* ,29* ,39* -,32* -,22* -,11 -,39* —
—
—
,52* ,45* 1,00
—
—
,70* ,39* ,45* 1,00
,30* ,19* ,18* ,20* ,15* ,26* ,36* ,47* ,12
,30* -,17* -,13 —
-,22* —
*Aparecen los coeficientes de correlación de Pearson significativos para p<,05 y para p<,01 (*).
El análisis de fiabilidad de las escalas se ha efectuado mediante el cálculo del coeficiente alfa de
Cronbach (a ). Los resultados de la consistencia interna de cada unas de las escalas que constituyen el
cuestionario aparecen en la tabla 3.
Tabla 3- Coeficientes a obtenidos para las escalas del CDPE
Escalas
Nº ítems
Interacción conflictiva
a
,86
Sobrecarga
12
,89
Contacto con la muerte y el dolor
15
,82
Ambigüedad de rol
8
,79
Monotonía de la tarea
6
,82
Falta de cohesión
4
,71
Supervisión
6
,86
11
Desgaste profesional
29
,92
Agotamiento emocional
12
,89
Despersonalización
12
,83
Falta de realización personal
5
,80
Personalidad resistente
21
,86
Compromiso
8
,81
Reto
7
,81
Control
6
,75
Búsqueda de apoyo social
3
,77
Afrontamiento directo
4
,67
Evitación
4
,57
Consecuencias psicológicas
23
,94
Consecuencias organizacionales
13
,90
Consecuencias socio-familiares
5
,83
Consecuencias físicas
10
,85
Análisis descriptivo
Las puntuaciones más altas de los enfermeros/as aparecen en Sobrecarga (M = 2,75; DT = ,49) y en
interacción conflictiva (M = 2,76; DT = ,49). Respecto al síndrome, estos profesionales tienen las
puntuaciones más bajas en Despersonalización (M = 2, 09; DT = ,41) y Falta de realización (M = 2,06; DT
= ,51). Otra característica de esta muestra de enfermeros/as son las altas puntuaciones obtenidas en
Reto (dimensión de Personalidad Resistente) (M = 3,05; DT = ,41). La estrategia de afrontamiento más
utilizada por esta muestra es la Búsqueda de Apoyo Social (M = 3,01; DT = ,46). Por último, existen más
consecuencias a nivel organizacional (M = 2,40; DT =,65) y socio-familiar (2,25; DT =,65) que en los otros
tipos de consecuencias.
Tabla 4- Análisis descriptivo de las variables del CDPE (n = 389 enfermeras)
M
DT
Min
Max
Sobrecarga
2,76
,49
1,17
4,00
Contacto con la muerte y el dolor
2,78
,49
1,53
4,00
Ambigüedad de rol
3,22
,44
2,00
4,00
Monotonía de la tarea
2,50
,49
1,00
4,00
Falta de cohesión
2,52
,63
1,00
4,00
Supervisión
2,10
,49
1,00
3,83
Desgaste profesional
2,63
,53
1,00
4,00
Agotamiento emocional
2,20
,43
1,00
4,00
Despersonalización
2,46
,54
1,00
4,00
Falta de realización
2,09
,41
1,00
4,00
Personalidad resistente
2,06
,54
1,00
4,00
Compromiso
2,94
,33
1,66
3,96
Reto
2,83
,43
1,25
4,00
Control
3,05
,41
1,29
4,00
Afrontamiento
2,95
,44
1,00
4,00
Búsqueda de apoyo social
3,01
,46
1,00
4,00
Afrontamiento directo
2,98
,39
1,00
4,00
Evitación
2,15
,41
1,00
4,00
Consecuencias organizacionales
1,65
,49
1,00
3,48
Consecuencias socio-familiares
2,40
,65
1,00
4,00
Interacción conflictiva
Consecuencias psicológicas
Consecuencias físicas
2,25
,64
1,00
4,00
1,69
,52
1,00
3,70
Factores de predicción y análisis de moderación
En un estudio reciente (Garrosa, 2003) utilizando una muestra de 473 profesionales de enfermería de los
diferentes Hospitales del la Comunidad de Madrid se han examinado nuevas variables personales desde
una perspectiva transaccional, tales como la competencia emocional. En este estudio se realizó un
análisis de regresión utilizando como variable criterio el índice general de burnout del CDPE y como
variables independientes un total de once variables incluidas en el modelo teórico de partida que daban
cuenta del 63,8% de la varianza de las puntuaciones en burnout de los profesionales de enfermería del
estudio.
Los estresores laborales, resultaron ser todos predictores significativos del burnout, a excepción de la
ambigüedad de rol. La sobrecarga laboral (b = ,352; p < 0,01) y la interacción conflictiva (b = ,153; p <
0,01) aparecieron con coeficientes de regresión positivos, demostrando una asociación positiva con el
burnout. La sobrecarga laboral resultó ser la variable predictora más significativa en relación a las
variables profesionales y laborales. Por último, de las estrategias de afrontamiento evaluadas en el
estudio, así como de las conductas que utilizan los sujetos para modificar su estado de ánimo, sólo las
conductas de control activo de la emoción resultan significativas, con coeficientes de regresión negativos
(b = -,069; p < 0,01).
Los resultados de este análisis muestran la relevancia de las características personales del sujeto,
especialmente la indefensión, asociada de forma especialmente significativa a los niveles generales de
burnout (b = ,234; p < 0,01). La implicación, parte integrante del constructo de personalidad resistente, (b
= -,150; p < 0,01) y la autoestima social se asocian con el burnout de manera inversa (b = -,115; p < 0,01),
lo que manifiesta que a mayor nivel de recursos personales por parte del sujeto menores niveles de
desgaste profesional, tal como propone el modelo transaccional.
Para comprobar si las variables personales actuaban como variables principales o como variables
moduladoras en este mismo estudio se realizaron también distintos análisis de moderación mediante el
empleo de análisis de regresión jerárquico (Aiken y West, 1991) utilizando como variables moduladoras la
personalidad resistente, el optimismo, el pesimismo, la autoestima y la competencia emocional, cada una
de ellas por separado. El objetivo de este análisis es comprobar el mecanismo de actuación de los
procesos emocionales de resistencia (personalidad resistente, optimismo, pesimismo, autoestima y
competencia emocional) en dos niveles, en el proceso de valoración primaria de las situaciones y en lo
que se refiere al proceso de manejo (Lazarus, 2000). El análisis de moderación se realizó para el proceso
de desgaste profesional medido con el CDPE, comprobando la presencia de dicho efecto por parte de las
de las variables de los procesos emocionales de resistencia sobre la relación entre estresores laborales y
burnout.
De los análisis efectuados para comprobar el efecto de moderación entre los estresores laborales y el
burnout, utilizando como variables moderadoras la personalidad resistente, el optimismo, el pesimismo, la
autoestima y la competencia emocional, sólo la competencia emocional aparecía con efecto moderador
en esta relación (b =,091; p<,05). El coeficiente de regresión tenía carácter positivo, con lo que se
esperaba un incremento en la pendiente de la asociación a medida que incrementaba el nivel alcanzado
en la variable moderadora (competencia emocional) (véase figura 1).
Gráfica 1- Representación gráfica del efecto de moderación de la competencia emocional sobre la
relación entre los estresores laborales y el burnout.
A medida que los niveles de competencia emocional resultaron más elevados, se observó un mayor grado
de asociación entre los estresores laborales y el desgaste profesional, reduciéndose la intensidad de
dicha asociación ante niveles reducidos de competencia. Estos datos indican que la competencia
emocional actúa como variable moduladora y no como efecto principal en su relación con el desgaste
profesional, e ilustra cómo las variables transaccionales pueden tener bien un efecto principal o
moderador, lo que puede depender de la población estudiada, del instrumento utilizado y de las variables
transaccionales en cuestión.
Discusión
La estructura factorial del Cuestionario de Desgaste Profesional en Enfermería (CDPE; Moreno-Jiménez,
Garrosa y González, 2000), consistente en factores antecedentes, burnout, personalidad resistente y
estrategias de afrontamiento se mantiene a través de los distintos estudios realizados (Garrosa, 2003;
Moreno-Jiménez, Garrosa y González, 2000).
En cuanto a la interdependencia estructural entre las escalas del CDPE, los resultados encontrados
confirman los esperados, es decir, aparecen relaciones directas entre los antecedentes con el síndrome, e
inversas entre la personalidad resistente, las estrategias de afrontamiento de búsqueda de apoyo, el
afrontamiento directo y el nivel global de desgaste profesional, con lo que se confirma a nivel de
constructo la estructura del cuestionario.
La consistencia interna de las escalas que componen el CDPE es alta, con valores alfa elevados,
destacando el alfa de la despersonalización (a = ,7639) (Garrosa, 2003), lo que contrasta con la medida
del MBI-HSS que ocasionalmente ha mostrado una consistencia interna inferior a ,70 (Schaufeli y cols.,
1993), poniendo de manifiesto los problemas conceptuales del constructo y que ha llevado a considerar la
despersonalización como una dimensión que incluiría diferentes aspectos como el distanciamiento, la
hostilidad, la despreocupación, etc. (Garden, 1987; Moreno y Oliver, 1993).
Respecto a la medida del Personalidad Resistente del CDPE, los resultados han sido muy positivos, ya
que muestran una mayor relación entre las dimensiones, lo que está más cerca de la formulación del
constructo según Kobasa (1982). Por otro lado, la medida de Personalidad Resistente del CDPE mejora la
evaluación de personalidad resistente con indicadores saludables, ya que sólo uno de los factores tiene
indicadores negativos (control). En este sentido se mejora la posible contaminación de Hardiness con
neuroticismo (Peñacoba y Moreno, 1998). Además, la medida de la personalidad resistente establecida a
través del Personal View Survey (PVS; Hardiness Institute, 1985) parece ser débil en cuanto a la
consistencia interna de sus escalas, especialmente en lo que atañe al componente de reto (Florian y cols.,
1995), mientras que el componente de reto en el CDPE la consistencia es de ,72 (Garrosa, 2003). La
evaluación de la personalidad resistente utilizando el CDPE (Garrosa, 2003; Moreno-Jiménez, Garrosa y
González, 2000) aporta índices de fiabilidad más elevados y una relación más estrecha entre las escalas
que en la escala original, por lo que se acerca más al concepto teórico de personalidad resistente formado
por la relación entre las tres dimensiones.
Respecto a las estrategias de afrontamiento evaluadas con el CDPE, los resultados no son
suficientemente satisfactorios en cuanto a la consistencia interna del afrontamiento directo y de la
evitación. La consistencia interna de la variable búsqueda de apoyo social ha resultado satisfactoria.
En conjunto, los datos obtenidos sobre validación factorial, fiabilidad e interdependencia entre las escalas
del CDPE muestran resultados favorables acerca de la validez de constructo y fiabilidad del instrumento
(Garrosa, 2003; Moreno-Jiménez, Garrosa y González, 2000) por lo que puede considerarse como un
instrumento adecuado para la evaluación procesual y transaccional del desgaste profesional de
enfermería.
Por lo que respecta a los procesos transaccionales, el estudio realizado sobre el papel moderador de los
procesos emocionales de resistencia (Garrosa, 2003) intenta reflejar el funcionamiento complejo de la
cognición, las emociones y la acción, las múltiples direcciones de causa y efecto, y la interacción que se
produce entre las variables causales. No parece adecuado pensar exclusivamente en términos de efectos
únicos, sino de procesos multicausales, variables y de mutua retroalimentación. Desde este
planteamiento, se entiende que la misma variable puede actuar algunas veces como variable
independiente o causa, otras veces como mediador y en otras ocasiones como variable dependiente o
efecto. Los circuitos de feedback facilitan vías causales diferentes no siempre previsibles. También se
enfatiza el principio de que la persona no sólo se ve afectada por el medio, sino que también influye
activamente sobre el medio (Lazarus, 2000).
Desde esta perspectiva, se ha realizado un análisis de moderación para el proceso de desgaste
profesional, examinando el posible efecto de moderación de las variables de los procesos emocionales de
resistencia (personalidad resistente, autoestima, optimismo, pesimismo y competencia emocional) en la
relación a los estresores laborales y el burnout. La competencia emocional apareció como una variable
moderadora de la relación existente entre los estresores laborales y el burnout, de tal manera, que
cuando la competencia emocional es más alta, existe un mayor grado de asociación entre la relación de
los estresores laborales y el burnout. Parece, por tanto, que los individuos con competencia emocional
alta reconocen mejor los estresores y se desgastan sólo cuando las condiciones laborales no son
adecuadas. Sin embargo, los individuos con competencia emocional baja se desgastan más fácilmente
independientemente de los estresores laborales.
Estos resultados nos ayudan a entender la complejidad del fenómeno de desgaste profesional, de forma
que para establecer un diagnóstico preciso no parece suficiente recurrir a aspectos lineales cuantitativos,
estableciendo puntos de corte estadísticos ficticios que no permiten controlar la significación real del
problema. Desde este enfoque, el diagnóstico del burnout se debería realizar teniendo en cuenta la
integración de las variables organizacionales, relacionales y personales (Maslach, 1982; González-Roma,
Hernández, Peiró y Muñoz, 1995; Moreno-Jiménez, Garrosa, y González, 2000). El establecimiento del
diagnóstico del burnout dependería en mayor medida del análisis de la situación y el contexto laboral
(factores antecedentes organizacionales y de la tarea) y de la sintomatología del sujeto a nivel físico,
psicológico y social, así como la influencia de las variables propias del sujeto (personalidad y estrategias
de afrontamiento).
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Moreno Jiménez, B. y Oliver,C. (1993). ) El burnout como escala de estrés en profesiones asistenciales.
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Moreno-Jiménez, B., Garrosa, E., y González, J. L. (2000). El desgaste profesional de enfermería.
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Pirámide.
Peñacoba, C. y Moreno-Jiménez, B. (1998). El concepto de personalidad resistente. Consideraciones
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Pines, A., Aronson, E., y Kafry, D. (1981). Burnout: from tedium to personal growth. New York: Free Press.
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Westman, M. (1990). The relationship between stress and performance: the moderating effects of
hardiness. Human Performance, 3, 141-155.
Instrumento
CDPE
Sexo
1 Hombre
2
Mujer
años
Edad
Relaciones personales
1 Con pareja habitual
Número de hijos
2 Sin pareja habitual
hijos
Estudios realizados
1 ATS
Años de experiencia
3 AUX. ENFERMERÍA
2 DUE
años
Años de experiencia en el mismo puesto de trabajo
Situación laboral
3 Sin pareja
1 Fijo/a
años
2 Contratado/a
3 Otros (especificar) ..............
Centro en el que trabaja: ......................................................................................................
¿Qué tiempo lleva en el mismo Centro? ....................................................................................
Turno
1 Mañana
2 Tarde
3 Noche
4 Rotatorio
5 Correturnos
Servicio/área ........................................................................................................................
Sección ...............................................................................................................................
Número de pacientes que atiende al día
¿Es usted supervisor/a?
1 Sí
Número de horas que trabaja a la semana
pacientes
2 No
horas
Porcentaje de su jornada que pasa en interacción con los pacientes
1 Más del 80%
2 Entre 60%-40%
3 Entre 40%-20%
4 Menos del 20%
A continuación encontrará una serie de cuestiones con las que podrá estar de acuerdo o no. Por favor,
indique lo que piensa con relación a cada una de ellas, marcando con una cruz la casilla que mejor
describa su opinión según la siguiente escala de respuesta:
1 = totalmente en desacuerdo
2 = en desacuerdo
3 = de acuerdo
4 = totalmente de acuerdo
Por favor, lea atentamente todas las cuestiones. Asegúrese de contestar todas según lo que piense en
ese momento.
1
De cara a los pacientes el médico es el protagonista, los/as
enfermeros/as están totalmente subordinados a ellos
2
A los/as enfermeros/as se nos considera como subordinados del
médico, sin autonomía o responsabilidad, como "un/a chico/a para
todo"
1
2
3
4
1
2
3
4
3
Los/as enfermeros/as que tenemos tareas distintas dentro de mi
planta nos llevamos mal
1
2
3
4
4
La gente de mi servicio se esfuerza en ayudar a los recién
contratados para que estén a gusto
1
2
3
4
5
Los detalles para la elaboración de las tareas no se dan o se dan
de una manera vaga
1
2
3
4
6
Los supervisores animan a los/as enfermeros/as para tener
confianza en sí mismos cuando surgen problemas
1
2
3
4
7
Me aburre la rutina diaria
1
2
3
4
8
Los médicos no tienen en cuenta nuestras opiniones respecto al
pacientes
1
2
3
4
9
La monotonía de mis tareas como enfermero/a me causa apatía
por este trabajo
1
2
3
4
10
Mis superiores no me dan ninguna información sobre si he hecho el
trabajo bien o mal
1
2
3
4
11
Sólo recibo alguna comunicación sobre el desarrollo de mi trabajo
cuando hago algo mal
1
2
3
4
12
El ambiente en mi servicio es bastante impersonal
1
2
3
4
13
Puedo contar los problemas personales a mis compañeros
1
2
3
4
14
En este trabajo siempre te critican, nunca te reconocen lo que
haces
1
2
3
4
15
Creo que tengo demasiadas tareas que realizar a la vez
1
2
3
4
16
El equipo técnico para poder realizar mi trabajo es insuficiente
1
2
3
4
17
Las condiciones físicas de mi lugar de trabajo son insuficientes
para la realización del mismo
1
2
3
4
18
Creo que la planificación que me dan sobre el trabajo es clara
1
2
3
4
19
La gente de mi servicio cada uno va por su lado
1
2
3
4
20
Me he sentido agobiado/a por mi trabajo debido a la escasez de
personal
1
2
3
4
21
Siento una sobrecarga en mi trabajo debido a la escasez de
personal
1
2
3
4
22
Cuando un enfermero/a comete un fallo, las críticas se generalizan
a todos nosotros
1
2
3
4
23
A mis superiores no les importas nada, ni tú mismo ni el trabajo
que realizas
1
2
3
4
24
Los supervisores sólo muestran interés por lo que nos pasa cuando
les afecta directamente a ellos
1
2
3
4
25
Las relaciones con mi supervisor sólo son de tipo profesional
1
2
3
4
26
Los paciente y/o familiares te piden cosas como si las tuvieras que
hacer por obligación
1
2
3
4
27
Cuando surge algún contratiempo o error en el tratamiento del
paciente, éste y/o sus familiares nos culpabilizan de ello
1
2
3
4
28
Cuando un enfermero/a comete un fallo, las críticas se generalizan
a todo lo que realizamos
2
3
4
2
3
4
1
29
Me afectan las complicaciones en el cambio de salud de los
pacientes
1
30
Me afecta no tener medios suficientes para dar a los pacientes
(terminales) buena calidad de vida
1
2
3
2
31
Me duele que los pacientes no reciban visitas de sus familiares
1
2
3
4
32
Me afecta ver como un familiar del paciente sufre por éste
1
2
3
4
33
La información de cómo llevar a cabo mi trabajo, por parte de mis
superiores es poco clara
1
2
3
4
34
Tengo trabajo en exceso debido a la calidad de mis pacientes
1
2
3
4
35
Las órdenes que se me dan son vagas y ambiguas
1
2
3
4
36
Las órdenes que me dan mis superiores son poco sistemáticas
1
2
3
4
37
Me afecta ver morir a un paciente con el que he pasado el proceso
de la enfermedad
1
2
3
4
38
Mis superiores reconocen que me esfuerzo en el trabajo
1
2
3
4
39
Se me felicita por la buena realización de mi trabajo
1
2
3
4
40
Creo que en mi planta no existe el trabajo en equipo
1
2
3
4
41
Las interrupciones e imprevistos en mi trabajo están a la orden del
día
1
2
3
4
42
El trabajo diario exige demasiada responsabilidad
1
2
3
4
43
Me afecta aplicar tratamiento dolorosos
1
2
3
4
44
No se valora el trabajo que realizamos
1
2
3
4
45
A lo largo del día tengo que hacer tareas que no son de mi
competencia
1
2
3
4
46
Continuamente tengo interrupciones en mi trabajo
1
2
3
4
47
Los médicos no te dan apoyo de verdad, temen que les quites el
protagonismo
1
2
3
4
48
Los médicos se dirigen a mí en tono autoritario
1
2
3
4
49
En mi trabajo no existen suficientes descansos
1
2
3
4
50
Tengo que atender a demasiados pacientes
1
2
3
4
51
Los médicos nos echan las culpas de sus propios errores
1
2
3
4
52
Los pacientes/familiares nos culpan de lo que les pasa
1
2
3
4
53
Me falta tiempo para acabar mi trabajo
1
2
3
4
54
Creo que una jornada de trabajo no da de sí para cumplir con todo
mi trabajo diario
1
2
3
4
55
Los pacientes y/o familiares te tratan como si fueras su
enfermero/a particular
1
2
3
4
56
Considero que las tareas que se me asignan están bien
planificadas
1
3
3
4
57
Me afecta bastante la muerte de un paciente joven
1
2
3
4
58
Me afecta el cuidado de un paciente en condiciones críticas o
terminales
1
2
3
4
59
Creo que las tareas que realizo son monótonas
1
2
3
4
60
Creo que las tareas que realizo son repetitivas
1
2
3
4
61
Recibo más órdenes de los supervisores que apoyo
1
2
3
4
62
Me agobia el realizar tantas tareas a la vez
1
2
3
4
63
Nadie me considera, me siento como "un/a criado/a para todo"
1
2
3
4
64
Siento que no influyo de manera positiva en la vida de otras
personas
1
2
3
4
65
Creo que me voy alejando emocionalmente de mis pacientes
1
2
3
4
66
Voy al trabajo cansado/a y vuelvo de él cansado/a, me cuesta ir a
trabajar
1
2
3
4
67
Al final de la jornada laboral estoy agotado/a
1
2
3
4
68
A veces pienso que los pacientes no se merecen el esfuerzo que
les dedico
1
2
3
4
69
Necesito un cambio, me siento desmotivado por el trabajo diario
1
2
3
4
70
Cuando los pacientes no mejoran intento hacer mi trabajo lo más
rápido posible e intento evitar el contacto con ellos
1
2
3
4
71
Muchas veces me siento agotado/a física y mentalmente
1
2
3
4
72
Estoy harto/a de esforzarme en dar mi opinión y que no me
escuchen
1
2
3
4
73
Intento despersonalizar al máximo el trato con los familiares de los
pacientes, y si puedo evito el contacto
1
2
3
4
74
Respecto a mis pacientes, no me implico en sus problemas; es
como si no existieran
1
2
3
4
75
Trato a mis pacientes de forma diferente según la conducta de los
mismos
1
2
3
4
76
Me siento escéptico/a ante los problemas de mis pacientes
1
2
3
4
77
No hay que implicarse, la culpa de que el paciente esté en el
hospital no es mía
1
2
3
4
78
A veces me siento cansado/a, sin ganas de hacer nada o de
esforzarme
1
2
3
4
79
Me siento quemado/a con mi trabajo
1
2
3
4
80
Siento que me alejo emocionalmente de mi trabajo
1
2
3
4
81
Creo que me he endurecido con el trato de los pacientes
1
2
3
4
82
Siento que el trabajo día a día en el hospital me desgasta
1
2
3
4
83
Estoy deseando que llegue la hora de salida
1
2
3
4
84
Algunas veces, te da igual que los pacientes estén mejor o peor
atendidos
1
2
3
4
85
Siento que mi trabajo no sirve para nada
1
2
3
4
86
La muerte de un paciente no me afecta emocionalmente
1
2
3
4
87
Siento que mi autoestima está por los suelos
1
2
3
4
88
Me desborda el trabajo, parece que no voy a dar más de sí
1
2
3
4
89
Me siento quemado/a después de un día de trabajo
1
2
3
4
90
Haces los justo para que la persona esté atendida
1
2
3
4
91
Me siento inútil
1
2
3
4
92
Me gusta que haya una gran variedad en mi trabajo
1
2
3
4
93
Tengo una gran curiosidad por lo novedoso tanto a nivel personal
como profesional
1
2
3
4
94
Mi trabajo cotidiano me satisface y hace que me dedique
totalmente a él
1
2
3
4
95
Considero que el trabajo que realizo es de valor para la sociedad y
no me importa dedicarle todos mis esfuerzos
1
2
3
4
96
Frecuentemente siento que puedo cambiar lo que podría ocurrir
mañana a través de lo que estoy haciendo hoy
1
2
3
4
97
Aunque me esfuerce no se consigue nada
1
2
3
4
98
Mis propias ilusiones son las que hacen que siga adelante con la
realización de mi actividad
1
2
3
4
99
Realmente me preocupo y me identifico con mi trabajo
1
2
3
4
1
2
3
4
100 Aún cuando suponga mayor esfuerzo, opto por los trabajos que
suponen para mí una experiencia nueva
101 En mi trabajo profesional me atraen aquellas tareas y situaciones
que implican un desafío personal
1
2
3
4
102 No importa lo que me empeñe, a pesar de mis esfuerzos no suelo
conseguir nada
1
2
3
4
103 La mejor manera que tengo de alcanzar mis propias metas es
implicándome a fondo
1
2
3
4
104 A menudo trabajo duro, pues es la mejor manera para alcanzar mis
propias metas
1
2
3
4
105 La mayoría de las veces mis jefes o superiores toman en
consideración lo que yo tenga que decir
1
2
3
4
106 No me esfuerzo en mi trabajo, ya que, de cualquier forma, el
resultado es el mismo
1
2
3
4
107 Siento que si alguien trata de herirme poco puedo hacer para
intentar pararle
1
2
3
4
108 En la medida que puedo trato de tener nuevas experiencias en mi
trabajo cotidiano
1
2
3
4
109 En mi trabajo me atraen preferentemente las innovaciones y
novedades en los procedimientos
1
2
3
4
110 La mayoría de las veces no merece la pena que me esfuerce ya
que haga lo que haga las cosas nunca me salen
1
2
3
4
111 Aunque hagas un buen trabajo jamás alcanzarás las metas
1
2
3
4
112 Dentro de lo posible busco situaciones nuevas y diferentes en mi
ambiente de trabajo
1
2
3
4
113 Ante una situación conflictiva me mantengo firme y peleo por lo que
quiero
1
2
3
4
114 Ante un problema intento olvidarme de todo
1
2
3
4
115 Manifiesto mi enfado a las personas responsables del problema
1
2
3
4
116 Si un problema me atañe personalmente tomo decisiones
comprometidas
1
2
3
4
117 Cuando tengo problemas suelo buscar a alguien a quien poder
contárselos
1
2
4
3
118 Cuando tengo problemas procuro no quedarme parado/a sino
actuar
1
2
3
4
119 Dejo los problemas de lado tratando de tomar perspectivas de la
situación
1
2
3
4
120 Cuando tengo dificultades le cuento a alguien cómo me siento
1
2
3
4
121 Cuando estoy en dificultades acepto la simpatía y comprensión de
alguna persona
1
2
3
4
122 Ante situaciones problemáticas, sigo adelante como si no hubiera
pasado nada
1
2
3
4
123 Cuando me enfrento a un problema rehuso pensar en él durante
mucho tiempo
1
2
3
4
124 Algunas veces, tengo ganas de cambiar de profesión
1
2
3
4
125 Me gustaría dejar la profesión por un tiempo o cambiar a otros
servicios
1
2
3
4
126 Mi trabajo me vuelve irritable con la familia
1
2
3
4
127 Mi trabajo me impone una vida familiar restringida
1
2
3
4
128 Algunas veces, he tenido pensamientos de abandono de mi trabajo
1
2
3
4
129 No me ilusiona tanto el trabajo como antes
1
2
3
4
130 Evito implicarme en trabajos que no me atañen directamente
1
2
3
4
2
3
4
131 Cuanto más tiempo pasa me implico menos, hago mi trabajo pero
hay muchas cosas que podría hacer y no las hago
1
132 Algunas veces tengo ganas de tirar la toalla
1
2
3
4
133 He tenido deseos de abandonar la profesión
1
2
3
4
134 A veces, siento indiferencia ante trabajos que no se han realizado
correctamente
2
3
4
1
135 Mi trabajo hace que tenga que dejar de lado otras actividades
1
2
3
4
136 Cuanto más tiempo pasa, mi interés por el trabajo disminuye
1
2
3
4
137 Si pudiese, si tuviera seguridad laboral y económica, cambiaría de
profesión
1
2
3
4
138 Noto que ya no me implico en el trabajo como antes
1
2
3
4
139 Cuanto menos hagas, mejor: se te reconoce lo mismo
1
2
3
4
140 Mi profesión está afectando negativamente mis relaciones fuera del
trabajo
1
2
3
4
141 Mi trabajo hace que mi actividad social sea menor
1
2
3
4
142 El trabajo está afectando desfavorablemente a mi salud
1
2
3
4
143 He tenido la sensación de no encontrarme bien
1
2
3
4
144 He padecido frecuentes dolores de cabeza
1
2
3
4
145 He tenido problemas musculares
1
2
3
4
146 He tenido trastornos en la presión arterial
1
2
3
4
147 He tenido problemas de tipo circulatorio
1
2
3
4
148 He padecido frecuentemente palpitaciones, taquicardias
1
2
3
4
149 He padecido frecuentes mareos
1
2
3
4
150 He notado un aumento de la tensión muscular
1
2
3
4
151 Me he sentido poco feliz o deprimido/a
1
2
3
4
152 He venido viviendo sin esperanza
1
2
3
4
153 He pensado en la posibilidad de "quitarme de en medio"
1
2
3
4
154 Me noto preocupado/a e incluso obsesionado/a por temas
laborales
1
2
3
4
155 Estoy irritable y me enojo si las cosas no salen a mi gusto
1
2
3
4
156 Me siento ansioso/a y tenso/a al ir a trabajar cada día
1
2
3
4
157 Me he sentido agotado/a y sin fuerzas para nada
1
2
3
4
158 He tenido temor a caerme desmayado/a en un sitio público
1
2
3
4
159 He perdido confianza en mí mismo/a
1
2
3
4
160 Me noto nervioso/a y a punto de "explotar" constantemente
1
2
3
4
161 Me siento incapaz de tomar decisiones
1
2
3
4
162 Me reprocho mis dificultades
1
2
3
4
163 Me despisto fácilmente
1
2
3
4
164 He tenido ansias de llorar, correr o esconderme
1
2
3
4
165 Me siento siempre sobreexcitado/a
1
2
3
4
166 Estoy hipersensible a la crítica
1
2
3
4
167 Los problemas familiares o del trabajo me afectan fácilmente
1
2
3
4
168 Me despierto cansado/a
1
2
3
4
169 Tengo problemas de sueño
1
2
3
4
170 Me despierto demasiado temprano y soy incapaz de volverme a
dormir
1
2
3
4
171 He pasado noches inquietas o intranquilas
1
2
3
4
172 He tenido algunos problemas de tipo sexual
1
2
3
4
173 He notado que últimamente soy más propenso/a a tener algún tipo
de accidentes menores
1
2
3
4
174 He notado la imposibilidad de estarme quieto/a
1
2
3
4
MUCHAS GRACIAS POR SU COLABORACIÓN
ESCALA PARA LA DETECCIÓN DE LA ANSIEDAD SOCIAL (EDAS)
José Olivares Rodríguez
José Antonio Piqueras Rodríguez
Facultad de Psicología Universidad de Murcia
España
Luis Joaquín García-López
Universidad Miguel Hernández de Elche
España
Introducción
Como recordábamos recientemente (Olivares, 2004a), hasta no hace mucho tiempo todavía se defendía
la creencia de que la fobia social era un trastorno psicológico poco frecuente, que raramente resultaba
incapacitante, y que era poco probable que un sujeto padeciera más de un tipo de fobia social. Pero lo
cierto es que, desde su reconocimiento como entidad con significación clínica (DSM-III; APA, 1980), la
evidencia empírica y experimental acumulada por la investigación con relación a este trastorno de la
conducta, desmiente abiertamente tales creencias. Tal es así que hasta el día de hoy, ningún clínico
puede sostener que son pocas las personas con fobia social que se sienten intimidadas cuando se
encuentran frente a situaciones sociales en las que tienen que actuar o relacionarse ante o con otros, ni
que el deterioro funcional asociado a este problema en los adultos no es importante cuando puede llevar
al sujeto que lo padece desde el abuso en el consumo de sustancias tóxicas (de curso legal o ilegal)
hasta la depresión y el suicidio, como consecuencia de sus dificultades para mantener un empleo y la
consecuente dependencia económica de sus familiares.
De acuerdo con los datos de la American Psychiatric Association (APA, 1994 y 2000), la fobia social es el
tercer trastorno con mayor frecuencia de ocurrencia, después de la depresión mayor y la dependencia del
consumo de alcohol. Kessler, McGonagle, Zhao, Nelson, Hughes, Eshleman, Wittchen y Kendler (1994)
estimaron su índice medio de prevalencia, a lo largo de la vida, en el 13,3%. Otros datos informan que en
torno al 4,5% de las personas adultas sufren fobia social y que el 9,5% la padecen o la han padecido en
alguna época de su vida. Tales datos, por sí solos, ponen de relieve que nos hallamos ante un problema
de salud pública grave, que necesariamente requería y requiere de su consideración, investigación y
tratamiento por parte de la psicología clínica. Para un mayor conocimiento de los resultados de los
estudios epidemiológicos realizados sobre este problema puede consultarse Olivares, Caballo, GarcíaLópez, Rosa y López-Gollonet, 2003).
Es cierto que la investigación sobre la fobia social ha crecido de forma exponencial desde 1980 hasta
ahora. Ahora bien, esta afirmación es una verdad válida para el mundo adulto, no es generalizable a
todos los rangos de edad en los que los humanos somos susceptibles de presentar este trastorno de la
conducta. Así, en el campo de la infancia y la adolescencia, podemos contar con los dedos de las manos
el número de investigaciones realizadas. Son tan pocas que hasta hace muy poco tiempo había resultado
imposible meta-analizar sus resultados (véase Olivares, Rosa, Caballo, García-López, Orgilés y LópezGollonet, 2003). Dicho de otra forma, en los tramos evolutivos que definimos como infancia y
adolescencia, la fobia social sigue siendo un trastorno de la conducta escasamente investigado. En
principio podría pensarse, tal como se ha creído también durante mucho tiempo, que es un problema
propio del mundo adulto. Nada más lejos de la realidad. La edad media de inicio se sitúa entre los 14 y los
16 años de acuerdo con los datos de 1994 del National Institute of Mental Epidemiologic Catchment Area
Program, aunque no es raro que algunos sujetos informen de un inicio anterior. La edad mediana ha sido
de 12,7 y 16 años en los estudios epidemiológicos, situándose entre los 11 y los 12 años la edad media
de comienzo para la población clínica infantil. Las tasas de ocurrencia que hemos encontrado en el
sureste español se sitúan en el 8,2% (Región de Murcia y sur de la Comunidad Valenciana), las cuales
también ubican este problema entre los de mayor prevalencia en estos tramos de edad (véase Olivares,
2004b). Podría entonces argumentarse que puede que no interese a los investigadores y clínicos porque
en la infancia y la adolescencia sus efectos no tengan significación clínica. Tampoco ello es cierto.
Distintos trabajos han mostrado una elevada comorbilidad con otros trastornos de ansiedad y
personalidad (Beidel, 1991; Beidel y Turner, 1998), encontrándose de igual modo una alta tasa de
intentos de suicidio. Es decir, este trastorno psicológico puede tener para las y los adolescentes graves
repercusiones al menos en tres ámbitos. En primer lugar, distintos estudios han constatado
consecuencias negativas en el ámbito académico, ya que estos sujetos rehuyen de la participación en
clase, la presentación en público de trabajos y evitan preguntar dudas al profesor tanto en público como
de forma privada. La evitación de estas tareas conlleva que el alumno obtenga notas por debajo de su
nivel, un dato especialmente importante, dada la relevancia de estas calificaciones en el futuro del sujeto
(por ejemplo, en la posible elección de la carrera universitaria en nuestro país), pero además en muchos
casos también termina llevando al sujeto al abandono completo de los estudios. En segundo lugar, en el
contexto psicopatológico, puesto que al evitar o escapar de las situaciones sociales, su tasa de
reforzadores sociales es muy baja o nula, lo cual puede provocar la ocurrencia de estados del ánimo
depresivos cuyas repercusiones pueden llegar a poner en peligro su vida o incluso terminar con ella. Por
último, dentro del ámbito de la salud, como consecuencia de la elevada intensidad de sus respuestas de
ansiedad, también existe un mayor riesgo de iniciarse y mantenerse en el consumo de drogas legales e
ilegales. Así pues, tampoco se debe a que las repercusiones del trastorno no tengan relevancia.
En cualquier caso, ya se trate de población adulta o adolescente, el tratamiento de la fobia social requiere
como paso previo disponer de instrumentos de evaluación válidos y fiables que permitan tanto identificar
sujetos con ansiedad/fobia social como evaluar la eficacia del tratamiento preventivo y terapéutico.
No obstante, pese a que en los últimos años se ha incrementado exponencialmente el número de trabajos
publicados sobre instrumentos de evaluación diseñados específicamente para evaluar este trastorno,
especialmente escalas de lápiz y papel (Clark et al., 1997), hoy día no existe ningún instrumento de
evaluación construido específicamente para medir la fobia social en población de lengua española. La
necesidad de intervenir y la premura por hacerlo lo antes posible nos ha llevado a priorizar la adaptación y
validación para población de lengua española de las escalas desarrolladas en países anglosajones
(véase, por ejemplo, Apiquián y Nicolini, 2000; García-López, Olivares y Vera-Villarroel, 2003 o Caballo,
Olivares, López-Gollonet, Irurtia y Rosa, 2003), dejando para una segunda fase la posibilidad de construir
nuestras propias escalas cuando ello fuese necesario y estuviera justificado. Es decir, no hemos de
olvidar que la validación transcultural de los instrumentos de evaluación permite que los resultados de
nuestros trabajos puedan ser discutidos en el contexto internacional, por lo que la creación de nuevas
escalas sólo está justificada cuando no exista ya otra que mida lo que deseamos medir y goce de buenas
propiedades psicométricas; si existe, la alternativa de primera elección es su traducción, adaptación y
validación.
En nuestro caso, la construcción del EDAS (Olivares y García-López, 1998), se debe a la inexistencia en
aquel momento de un instrumento que nos permitiera detectar de forma breve, rápida, válida y fiable a
adolescentes y adultos con ansiedad social y alta probabilidad de cumplir los criterios requeridos por la
APA (1994, 2000) para el diagnóstico de fobia social o trastorno por ansiedad social. Ello nos permitiría
usar el instrumento en las tareas de detección que realizamos en el contexto comunitario, en tanto que
medida de criba, tamizado o "screening".
La EDAS se inserta en el contexto del modelo cognitivo-conductual (Olivares, Méndez y Macià, 2003),
dentro del marco conceptual sobre la ansiedad/fobia social que recientemente han dado a conocer
Olivares
y
Caballo
(2003).
El proceso que seguimos para la construcción del instrumento estuvo integrado por dos fases: la relativa a
la selección de los ítems que habrían de integrar la Escala para la Detección de sujetos con Ansiedad
Social y la concerniente al cálculo de los valores de su fiabilidad y validez. Las tareas implicadas en la
primera fase fueron:
(a.) Revisar la literatura sobre la construcción y validación de escalas para la evaluación de ansiedad
social, tal cual es el caso, por ejemplo de los trabajos de DiBartolo, Albano, Barlow y Heimberg (1998), La
Greca y López (1998), La Greca y Stone (1993) o Turner y Beidel (1998), a fin de identificar los ítems con
mayor peso y más representativos en los instrumentos publicados (así, SIAS, SPS, SPAI, SAS-A o SASCR).
Este
cotejo
de
ítems
permitió
se
seleccionar
aquellos
que:
(i)Hacían referencia expresa a los criterios diagnósticos del DSM para la fobia social. En este sentido, el
cuestionario se diseñó de tal modo que sus dos primeros ítems tuvieran por objeto evaluar el componente
cognitivo de la fobia social (criterio A; APA, 1994), el resto se destinaron tanto a la medida del miedo y la
evitación (criterios B-D) como a la del nivel de interferencia que el trastorno pudiera presentar en el sujeto
(criterio
E).
(ii) Respondieran en su operacionalización a la propuesta de Lang (1968) sobre triple sistema de
respuesta de ansiedad (cognitivo, psicofisiológico y motor).
(iii) Los ítems seleccionados se confrontaron y complementaron con el listado de las situaciones sociales
más frecuentemente temidas por aquellos sujetos que habían sido tratados previamente por los autores
de
la
escala.
(iv) De este proceso resultó una colección de diez ítems o elementos que son los que integran
actualmente la versión de la EDAS que presentamos aquí.
Descripción del instrumento
De los 10 ítems que integran la Escala, 2 tienen un formato dicotómico (Si / No) y valoran el cumplimiento
del criterio A del trastorno de ansiedad/fobia social (componente cognitivo --DSM-IV-TR; APA, 2000--); los
8 ítems restantes se presentan bajo el formato de una escala tipo Likert con cinco alternativas de
respuesta (rango: 1-5). Estos 8 ítems presentan al sujeto situaciones sociales (de relación o actuación)
que generalmente son temidas por los sujetos con ansiedad/fobia social y son valorados de acuerdo con
el grado de evitación, de sobreactivación e interferencia que ocasiona cada uno de ellos al sujeto
(Criterios B-E). En consecuencia, la EDAS evalúa el constructo ansiedad/fobia social teniendo en cuenta
el criterio de interferencia, lo que la sitúa como la única escala que contempla este aspecto tan relevante
para el diagnóstico de este trastorno.
La EDAS ha sido validada en sus aplicaciones con población española adolescente. La muestra estuvo
compuesta por 961 adolescentes (466 chicas y 495 chicos) de diversos centros de educación secundaria
obligatoria (E.S.O) de la Región de Murcia (España). La edad de los estudiantes osciló desde los 14 años
hasta los 16 (M=14.86, D.T. = 0.74) y se encontraban cursando 3º (34,86%) y 4º (43,50%) de ESO y 1º de
Bachiller (21,64%), todos ellos pertenecientes a un amplio espectro socioeconómico y cultural. En la tabla
1 recogemos los datos relativos a la distribución de las variables sexo y edad de esta población.
Tabla 1- Distribución de la muestra respecto de las variables sexo y edad
SEXO
EDAD
Totales
Chicos
Chicas
(n, %)
(n, %)
14
157 (16.34)
178 (18.52)
335 (34.86)
15
220 (22.89)
198 (20.60)
418 (43.50)
16
118 (12.27)
90 (9.37)
208 (21.64)
Totales
495 (51.51)
466 (48.49)
961 (100)
(años)
(n, %)
Formas de corrección
La EDAS se compone de dos subescalas o factores (véase sección IV). La primera, denominada
"Ansiedad Social", se obtiene de la suma de las puntuaciones recogidas en las ocho situaciones sociales
indicadas, tanto en la columna relativa al componente de evitación como en la de "nerviosismo" o
sobreactivación. Si tenemos en cuenta que la puntuación mínima es de 1 para cada situación, si se desea
tomar 0 como referencia del límite inferior se habrá de substraer 16 puntos de la suma de los valores
obtenidos en esta subescala (uno por cada ítem). Por lo tanto, el rango de las puntuaciones de esta
subescala puede ser de 0-64 o de 16-80, si la referencia del límite inferior es 1.
El valor del segundo factor ("Interferencia") se halla sumando los valores de los ocho ítems de la última
columna de Escala. Tal como ya hemos indicado, si queremos tener en cuenta el criterio de sustracción
(reducción de un punto por ítem) para tener como límite inferior del rango de las puntuaciones 0, las
puntuaciones que el sujeto puede obtener varían entre 0-32; caso contrario, las puntuaciones estarán
comprendidas entre 8 y 40.
La Puntuación Total se obtiene mediante la suma de los valores alcanzados por cada una de las
subescalas, por lo que su rango se encuentra entre 0 y 96, si se sigue el criterio de sustracción punto-ítem
o entre 24 y 120, si no se sigue.
Finalmente, el usuario de la escala habrá de tener en cuenta que los dos primeros ítems tienen un
carácter cualitativo y no resultan necesarios para la obtención de las puntuaciones relativas ni a las
subescalas ni a la puntuación total de la EDAS.
Propiedades Psicométricas del instrumento
Las propiedades psicométricas del instrumento que aquí presentamos están referidas a la población
adolescentesadolescente con la que se ha realizado el estudio preliminar para obtener datos relativos a
su fiabilidad y validez. Más concretamente, la información hace referencia a la estructura factorial de la
escala y a su consistencia interna.
Validez de constructo
La primera aproximación a la validez de constructo de la Escala para la Detección de la Ansiedad Social
se realizó mediante un análisis factorial exploratorio común de ejes principales iterados (AFC) con
rotación ortogonal varimax. Siguiendo el criterio Kaiser de autovalores iguales o mayores que 1, se
hallaron 2 factores que explican el 39.92% de la varianza total. El primero de ellos, "Ansiedad Social",
explicó el 22.15% de la varianza total e incluyó 16 ítems relativos a la frecuencia de evitación
(componente motor de la ansiedad) de las situaciones sociales (8 ítems) y el grado de malestar o
sobreactivación experimentado en diferentes situaciones sociales (8 ítems), tanto de actuación (por
ejemplo, hablar, escribir, comer o beber en público) como de relación (así, asistir a fiestas o reuniones
sociales o relacionarse con figuras de autoridad). Las cargas factoriales oscilaron entre 0.45 y 0.67. El
segundo factor, denominado "Interferencia", explicó el 17.76% de la varianza total e incluyó otros 8 ítems,
en este caso relativos al grado de interferencia que el miedo a la evaluación negativa, la sobreactiviación
somática (neurovegetativa y muscular) y la evitación social producen en la vida de los sujetos. Las cargas
factoriales oscilaron entre 0.58 y 0.78.
Análisis de ítems o índices de homogeneidad
Se realizó un segundo análisis relativo a la validez de constructo de la prueba mediante un análisis clásico
de ítems. Con una media de la puntuación total de la Escala igual a 47.65 puntos (D.T = 14.52) y un rango
de puntuaciones entre 24 y 102 puntos (no se utilizó el criterio de sustracción), las correlaciones ítempuntuación total del test fueron elevadas (superiores a 0.45 en todos los casos). La correlación ítem-test
más alta fue de 0.70 (Ítem 14: Intensidad de la interferencia de la situación de "Hablar en público") y la
más baja de 0.48 (Ítem 18, relativo a la frecuencia de la evitación de "Defender mis derechos ante otras
personas"). La distribución de las correlaciones ítem-escala para el factor "Ansiedad Social" osciló entre
0.48 (Ítem 18) y 0.65 (Ítem 4). Por su parte, los ítems que cargaron en el factor de "Interferencia" se
distribuyeron entre 0.58 y 0.70.
Fiabilidad
Respecto a la fiabilidad de la EDAS se hallaron unos valores de consistencia interna excelentes. El
elevado valor del coeficiente alpha de Cronbach halaldo (a = 0.92) indica que las respuestas ante las
situaciones sociales que mide este test, así como la interferencia que éstas provocan, covarían para los
diferentes sujetos. Otros índices de consistencia interna de la puntuación total de la EDAS fueron la
correlación entre sus dos mitades (r = 0.92) y la correlación Spearman-Brown (r = 0.96).
Aspectos por considerar
La Escala Diagnóstica de Ansiedad Social es el primer autoinforme que ha sido creado en nuestro
contexto para medir la ansiedad social de forma específica en población adolescente y adulta de habla
española. Evalúa tanto la sobreactiviación o nerviosismo y evitación conductual en un amplio rango de
situaciones sociales como la interferencia que la respuesta del sujeto ante estas situaciones provoca en la
vida de los sujetos con fobia social. Se trata de un instrumento breve, fácil y rápido tanto para su
administración como para su corrección: se complementa entre 15 y 20 minutos y se corrige entre 2 y 3
minutos. También se muestra útil para ayudar a identificar las conductas-problema y/o desarrollar
jerarquías de situaciones sociales temidas y/o evitadas, así como para controlar la evolución de los
efectos del tratamiento.
Respecto a sus limitaciones, hemos de indicar la falta de ítems específicos para valorar con mayor detalle
los componentes psicofisiológico y cognitivo asociados a la ansiedad/fobia social. La segunda limitación
está referida al reducido número de situaciones sociales de actuación, ya que únicamente se incluyen dos
ítems (hablar en público y escribir, comer o beber delante de otras personas). Otra limitación potencial del
este instrumento es la derivada de la selección de las situaciones sociales que lo forman, ya que la
estrategia seguida consistió en elegir algunas de las situaciones contenidas en el ADIS-IV, pero no otras
sin contar con el aval de un estudio empírico previo referido a nuestro contexto cultural. Finalmente,
respecto al grado de generalización de nuestros resultados, la extrapolación de las propiedades
psicométricas halladas a otros grupos (por ejemplo, población clínica), a otros países de habla hispana o
a otras culturas diferentes está condicionada a su validación con muestras diferentes, dado que esta
escala únicamente ha sido inicialmente validada en una muestra comunitaria de adolescentes españoles
con edades comprendidas entre los 14 y los 17 años.
Los trabajos futuros deberían ampliar los datos relativos a la validez de constructo del instrumento y su
fiabilidad. Algunos de los estudios que serán necesarios para continuar dotando de apoyo empírico a esta
escala son:
(a) Respecto a la validez, (i) estudios relativos a la validez convergente que analicen la relación de esta
escala con otros auto informes que han sido validados con población adolescente de habla española,
como por ejemplo el Inventario de Ansiedad y Fobia Social (SPAI; Turner, Beidel, Dancu et al., 1989) o la
Escala de Ansiedad Social para Adolescentes (SAS-A, La Greca y Lopez, 1998); (ii) estudios de su
validez discriminante que evalúen la capacidad de esta escala para discriminar entre los sujetos con
trastorno de ansiedad/fobia social y los que no cumplen los criterios requeridos para este diagnóstico,
mediante el análisis de la relación entre la EDAS y los requisitos de la APA (1994, 2000).
(b) Con relación a la fiabilidad: estudios de la estabilidad temporal de la prueba.
En resumen, nos encontramos en la primera fase de validación de esta escala. Los resultados que hemos
aportado resultan prometedores en cuanto a las excelentes propiedades psicométricas de este
instrumento, que habrán de ser contrastadas mediante nuevos estudios de validación tanto en nuestro
contexto cultural como en poblaciones diferentes y por equipos de investigación independientes.
Tres son las puntuaciones que pueden obtenerse de la EDAS. La puntuación relativa a la subescala
"Ansiedad Social", que se obtiene de la suma de las puntuaciones obtenidas en las ocho situaciones
sociales indicadas, tanto en la columna relativa al componente de evitación como en la de "nerviosismo" o
sobreactivación. Si tenemos en cuenta que la puntuación mínima es de 1 para cada situación, si se desea
tomar 0 como referencia del límite inferior se habrán de substraer 16 puntos de la suma de los valores
obtenidos en esta subescala (uno por cada ítem). Por lo tanto, el rango de las puntuaciones de esta
subescala puede ser de 0-64 o de 16-80, si la referencia del límite inferior es 1.
La segunda puntuación está referida a la subescala "Interferencia" y se halla sumando los valores de los
ocho ítems de la última columna de Escala. Como ya hemos indicado, si queremos tener en cuenta el
criterio de substracción (reducción de un punto por ítem) para tener como límite inferior del rango de las
puntuaciones 0, las puntuaciones que el sujeto puede obtener varían entre 0-32; caso contrario, las
puntuaciones estarán comprendidas entre 8 y 40.
Finalmente, también puede obtenerse una Puntuación Total mediante la suma de los valores alcanzados
por cada una de las subescalas, por lo que su rango se encuentra entre 0 y 96, si se sigue el criterio de
sustracción punto-ítem o entre 24 y 120 si no se sigue dicho criterio.
El Instrumento
ESCALA PARA LA DETECCIÓN DE LA ANSIEDAD SOCIAL (EDAS)
(Olivares y García-López, 1998)
NOMBRE: ________________________________________________ EDAD: ________
INSTITUTO:________________________________________ CURSO: _____________
Esto no es un examen, no hay respuestas correctas o incorrectas. Por favor, contesta cada frase tan
sinceramente como puedas. Marca tu elección (SI o NO) con una X
Hay personas que se ponen nerviosas cuando están con gente que no conocen bien. Esto les ocurre si
están con una o más personas extrañas o poco conocidas. No importa el lugar. Se pueden sentir mal en
una fiesta, en un bar o simplemente mientras se habla en grupo aunque ello no le obligue a uno a
participar.
1.
¿Te
ocurre
algo
de
esto
a
ti?
SI
x___
NO
___
2. ¿Generalmente te preocupa cuando tienes que decir o hacer algo porque piensas que ello te puede
poner
en
evidencia
ante
los
demás?
SI
x___
NO
___
Teniendo en cuenta el cuadro de SITUACIONES que te presentamos más abajo, nos gustaría que
valoraras el grado de nerviosismo que sientes en esas situaciones, la frecuencia con que te pasa y en qué
medida ha interferido tu miedo o la evitación de estas situaciones en tu vida cotidiana. Para ello, usa las
escalas que te presentamos a continuación:
¿Con qué frecuencia intentas evitar ¿Qué grado de nerviosismo
(no hacer) esta situación?
produce esta situación?
te ¿Cuánto ha interferido en tu vida
cotidiana?
1 = Nunca
1 = Ninguno
1 = Nada
2 = Pocas Veces
2 = Un Poco
2 = Un Poco
3 = Algunas Veces
3 = Bastante
3 = Bastante
4 = Bastantes Veces
4 = Mucho
4 = Mucho
5 = Siempre
5 = Muchísimo
5 = Muchísimo
Por favor, rodea con un círculo el número que mejor te describe en cada situación.
SITUACIONES
¿Con qué frecuencia ¿Qué
grado
de ¿Cuánto ha interferido
intentas evitar, no hacer, "nerviosismo" te produce esta situación en tu vida
lo que se describe en esta situación?
cotidiana?
esta situación?
Iniciar una conversación
12345
12345
12345
Mantener una conversación
12345
12345
12345
Ir a fiestas o reuniones sociales
12345
12345
12345
Hablar en público
12345
12345
12345
Escribir, comer o beber delante 1 2 3 4 5
de gente
12345
12345
Defender mis derechos ante 1 2 3 4 5
otras personas
12345
12345
Relacionarme con figuras de 1 2 3 4 5
autoridad (padre, profesores,
personas mayores, etc.)
12345
12345
Relacionarme con personas del 1 2 3 4 5
sexo opuesto
12345
12345
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VALIDACIÓN DE UN INSTRUMENTO QUE MIDE COMPORTAMIENTOS
RELACIONADOS CON ENFERMEDADES DEL CORAZÓN
Julio Alfonso Piña López
Colegio d estudios Científicos y
Tecnológicos del Estado de Sonora (CECYTES), México
Introducción
En México, en 1960 dentro de las 10 principales causas de mortalidad general se encontraban
básicamente enfermedades infecciosas y algunas crónicas —ej., bronquitis, tumores malignos y cirrosis
hepática—, mientras que para 1980 cinco enfermedades crónicas se ubicaron dentro de las 10 principales
causas de mortalidad general, destacando las enfermedades del corazón, los tumores malignos y la
diabetes mellitus (Secretaría de Salud, 2003).
Respecto de las enfermedades del corazón, que incluyen al infarto del miocardio, la angina de pecho y la
arritmia cardiaca, en 2000 y 2001, provocaron en México 43 753 —tasa de 43.94 por 100 000
habitantes— y 45 421 —tasa de 44.97 por 100 000 habitantes— defunciones, respectivamente, ocupando
en ambos años el segundo lugar como causa de mortalidad1 general, después de la diabetes mellitus.
Por lo que hace al estado de Sonora, localizado en el noroeste de México, en 2001 las mismas
enfermedades causaron 1 036 defunciones en hombres —tasa de 140.5 por 100 000 habitantes— y 685
en mujeres —tasa de 89.3 por 100 000 habitantes—, aunque con tasas que superaron por mucho las
registradas en el nivel nacional en ese mismo año, que en los hombres fue de 50.0 y en las mujeres de
54.0. Un año más tarde, esto es, en 2002, las enfermedades del corazón ocuparon, tanto en hombres
como en mujeres, el segundo lugar nacional como causa de mortalidad, sólo después del estado de Baja
California, que también se localiza en la misma zona geográfica y que comparte con Sonora uno de los
primeros lugares en términos de desarrollo económico y social.
Si bien es cierto que se ha insistido en un cambio en la forma de abordar esas u otras enfermedades, por
un lado, reduciendo la tradicional hegemonía en el conocimiento de los médicos y aumentando la de los
consumidores de los servicios, o por el otro, favoreciendo la modificación de los llamados estilos de vida
(Pérez, 2000), hasta el momento los indicadores epidemiológicos en nuestro estado en las dos últimas
décadas sugieren, de manera inequívoca, que ese traspaso de información o conocimientos a los
usuarios no ha generado los resultados esperados, y adicionalmente, los programas orientados a la
promoción de la salud o a la prevención de tales enfermedades han demostrado ser poco efectivos para
incidir sobre los estilos de vida de las personas.
Tal y como se ha comentado en otros lugares (Piña, 2004; Piña y Obregón, 1992, 2003), es posible que lo
anterior se deba, entre otras razones, a las siguientes: primera, a que a pesar del discurso de las
autoridades sanitarias sobre la materia, todavía es tiempo en el que sigue prevaleciendo un abordaje
eminentemente biomédico de las enfermedades, incluyendo, claro está, las del corazón; segunda, a la
notoria carencia de investigaciones de corte inter y/o multidisciplinario, a partir de las cuales se obtengan
indicadores confiables y validos de cómo es que interactúan el conjunto de variables demográficas,
sociales, psicológicas y biológicas relacionadas con las enfermedades crónicas en general, y del corazón
en particular; y tercera, a modo de corolario, a la todavía menos inexcusable ausencia de profesionales de
la psicología dentro de los equipos que trabajan en el diseño e instrumentación de los programas
orientados a la promoción de la salud y a la prevención de las enfermedades.
Esto último es particularmente interesante, pues no obstante que las enfermedades del corazón han
ocupado en las tres décadas pasadas uno de los dos primeros lugares como causa de mortalidad general
en el estado de Sonora, no nos queda sino la impresión de que el conocimiento potencialmente aplicable,
esto es, el que es generado por y desde otras disciplinas como la psicología, por ejemplo, no es tenido en
cuenta como se supone debiera ocurrir. Inadvertidamente se limita, así, la posibilidad real de coadyuvar
en la ardua tarea de conseguir el objetivo de promover la salud y prevenir la enfermedad, sobre todo si se
parte del principio elemental de que en la mayoría de las enfermedades no transmisibles, el
comportamiento juega un papel de capital importancia (véase Bayés, 1987; Morales, 1987, 1997; Ribes,
1990).
La Caracterización del Comportamiento Tipo A
En los años cuarenta del siglo pasado se propuso inicialmente que determinados factores emocionales
podrían ser responsables de las enfermedades del corazón (cf. Friedman y Kasanin, 1943), aunque no
fue sino años más tarde, con base en la revisión de múltiples estudios de caso, que Friedman y
Rosenman (1959) de alguna manera confirmaran lo antes dicho. Sin embargo, es en realidad hasta
mediados de la década de los setenta cuando estos autores concibieron y plantearon la existencia de un
patrón de comportamiento de riesgo para las enfermedades del corazón, el conocido como patrón tipo A.
Hablar del patrón de comportamiento tipo A, es hacer referencia a un conjunto de comportamientos que
se caracterizan, fundamentalmente, por la manifestación práctica de emociones —ira, irritabilidad,
hostilidad y agresividad, principalmente—, por la sensación de urgencia temporal que se experimenta en
las actividades de la vida cotidiana, así como por un elevado deseo de competitividad y la búsqueda
incesante de logros personales y/o sociales (Friedman y Rosenman, 1974), los cuales, asociados con
factores de riesgo como la hipertensión, niveles elevados de colesterol, consumo excesivo de tabaco y la
falta de ejercicio físico dosificado, se ha demostrado operan como co-responsables de la ocurrencia de
enfermedades del corazón (Bages, Feldman y Chacón, 1995; Boot-Kewley y Freedman, 1987; Caffrey,
1968; Palmero y García-León, 1989).
Sobre el respecto, hay que recordar que en sendos estudios longitudinales conducidos en los Estados
Unidos de Norteamérica, el Western Collaborative Group Study (Rosenman, Brand, Jenkins, Friedman,
Straus y Wurm, 1975) y el Framningham Study (Haynes, Feinleib y Kannel, 1980), se demostró de
manera fehaciente que aquellas personas que años atrás se les había evaluado el citado patrón de
comportamiento, presentaron 50% más veces enfermedades del corazón que el resto de personas, lo que
inclusive trajo consigo que la propia Asociación Americana del Corazón considerara al patrón de
comportamiento tipo A como un factor de riesgo clave, de igual importancia que otros factores de sobra
conocidos (American Heart Association, 1981).
En México, recientemente se han conducido diferentes investigaciones con el objeto de identificar qué tipo
de situaciones placenteras o problemáticas elicitan el patrón de comportamiento tipo A (Reynoso-Erazo y
Seligson, 1997), cuáles son los factores de riesgo que se relacionan con la enfermedad cardiovascular en
niños (Tron y Reynoso-Erazo, 2000), estudiantes universitarios (Tron, de la Torre y Reynoso-Erazo, 2000)
y mujeres ejecutivas (Rodríguez y Hernández-Pozo, 1994), así como la interacción entre el patrón de
comportamiento tipo A con medidas fisiológicas como el electromiograma, la respuesta galvánica de la
piel y la temperatura corporal (Reynoso-Erazo, Álvarez, Tron, de la Torre y Seligson, 2002).
Son, entre otras tantas, investigaciones que se han planteado con el objeto de prevenir la ocurrencia de
enfermedades del corazón en diferentes sectores de la población que evidencian la práctica de
comportamientos que conforman el llamado patrón de comportamiento tipo A (Hernández-Pozo, 1996;
Piña, 1994). Ahora bien, no obstante lo anterior y la relevancia de los hallazgos reportados en el grueso
de investigaciones conducidas hasta el día de hoy en todo el mundo, hay un asunto que no se puede
pasar por alto, que desde nuestro punto de vista reviste de especial importancia: a pesar de que en la
mayoría de los casos se trata de investigaciones conducidas por, o con la participación decisiva de
profesionales de la psicología, una buena parte de ellas se ha justificado más en términos
epidemiológicos que a partir de un marco teórico de referencia, propiamente dicho. Es decir, son
investigaciones que las más de las veces se amparan en el empleo de instrumentos de medida que, si
bien es cierto han evidenciado poseer unas adecuadas propiedades psicométricas2, no han derivado de
un marco teórico o de un modelo psicológico aplicado a los problemas de la salud, de la misma manera
en la que sí lo han hecho otras tantas investigaciones en las que se emplean instrumentos de medida ad
hoc, diseñados para evaluar variables psicológicas relacionadas con enfermedades como el VIH/sida, por
ejemplo (véase Díaz-Loving y Alfaro, 1999; Piña y Corral, 2001; Robles y Moreno, 2000).
Con el objeto de superar estas deficiencias, se presenta aquí un instrumento que mide comportamientos
relacionados con enfermedades del corazón, el cual fue elaborado con base en los supuestos teóricos de
un modelo psicológico de salud biológica (Ribes, 1990). En éste, se plantea que la dimensión psicológica
de
la
salud
puede
ser
desagregada
en
tres
factores:
1. La forma en la que el comportamiento participa en la modulación de los estados biológicos de
respuesta, a partir de regular el contacto del organismo con las variables funcionales del ambiente;
2. La disponibilidad y ejercicio de las competencias funcionales, que definen la efectividad del individuo
para interactuar con diversas situaciones que eventualmente podrían afectar su salud, y
3. Las maneras consistentes de interacción, que tipifican a un individuo en su contacto inicial con
situaciones de diverso tipo.
Son tres factores, siguiendo con el autor, que involucran una diversidad de funciones psicológicas,
analizadas en términos de proceso, y que a partir de su interrelación recíproca serán determinantes, en
menor o mayor medida, de los resultados observados biológicamente como salud o enfermedad. Ahora
bien, puesto que el proceso psicológico que es pertinente al mantenimiento, pérdida o recuperación de la
salud involucra esos factores y su interrelación, para el caso que nos ocupa, el de las enfermedades del
corazón, uno de esos factores desempeña, teóricamente hablando, un papel relevante; nos referimos a
los llamados estilos interactivos. Éstos tienen que ver con lo que tradicionalmente se conoce como
personalidad (Ribes y Sánchez, 1990), y son definidos como los modos consistentes de comportamiento
que un individuo despliega cuando hace frente a una situación interactiva particular.
Los estilos interactivos constituyen modos consistentes de comportamiento, los cuales dependiendo de
los requerimientos que la situación imponga o del ajuste relativo que el individuo logra a través de una
competencia funcional, la manifestación práctica de la interacción estará determinada por los estilos
interactivos o por las competencias funcionales. Hay que entender, en ese sentido, que los estilos
interactivos, en tanto que son productos de la propia historia psicológica, representan los modos
consistentes que se han aprendido al entrar en contacto con determinados tipos de situaciones.
De acuerdo con Ribes (1990) y Ribes y Sánchez (1990), existen 12 situaciones interactivas a partir de las
cuales es posible identificar la misma cantidad de estilos interactivos. De aquellas, desde nuestro punto
de vista dos de ellos parecen guardar correspondencia con lo que coloquialmente se conoce como patrón
de comportamiento o personalidad tipo A: competitividad o logro, por un lado, e impulsividad/no
impulsividad, por el otro. El primero de ellos hace referencia a situaciones en las que se encuentra un
individuo, que le demandan un esfuerzo cada vez mayor para obtener cierto tipo de consecuencias; el
segundo, se define como las situaciones en la que además de las señales o indicaciones presentes, se
instruye o induce al individuo propiciando determinados estados emocionales, que no son necesariamente
congruentes con las indicaciones y/o las consecuencias operando en cada situación.
Teniendo como justificación el modelo psicológico de salud biológica, en este trabajo se partió del
siguiente objetivo: Probar la confiabilidad y validez de constructo de un instrumento que mide
comportamientos relacionados con infarto del miocardio.
_______________________
1 Tomando como criterio la tasa ajustada, es decir, considerando la población estándar mundial.
2 Destacan la Entrevista Estructurada de Rosenman (1978), la Escala tipo A de Framingham (Haynes,
Feinleib y Kannel, 1980), la Encuesta de Actividad de Jenkins (Jenkins, Rosenman y Friedman, 1967;
Jenkins, Rosenman y Zyzanski, 1974), la Escala de Bortner (Bortner, 1969), el Inventario de Hostilidad de
Buss y Durkee (Ranchor, Sanderman, Bauma, Buunk y van den Heuvel, 1997) y la Escala ERCTA
(Rodríguez, Gil y Martínez, 1996).
Descripción del Instrumento
Definición de variables
Urgencia temporal: comportamientos instrumentales cuyo ejercicio se encuentra regulado por eventos de
estímulo y/o la obtención de consecuencias inmediatas en el tiempo.
Impulsividad/no-impulsividad: comportamientos o reacciones emocionales que no son congruentes con
las indicaciones y/o las consecuencias operando en una situación interactiva.
Competitividad o logro: comportamientos en los que el individuo se encuentra en una situación interactiva
en la que se le demanda un esfuerzo creciente para obtener un tipo particular de consecuencias.
Método
Participantes
La selección de la muestra se realizó mediante un muestreo por cuotas y estuvo conformada por 335
estudiantes universitarios, inscritos oficialmente en las carreras de Psicología (N = 218) y Derecho (N =
117) de la Universidad de Sonora, institución localizada en la ciudad de Hermosillo, capital del estado de
Sonora. Del total de participantes, 138 (41.2%) eran hombres y 197 (58.8%) mujeres, cuyas edades
fluctuaron entre los 17 y 53 años, con una media de 21.34 años (DE = 4.74). Finalmente, vale la pena
mencionar que 152 (45.4%) tenían conocimiento de antecedentes de alguna enfermedad del corazón en
su núcleo familiar.
Instrumento
El instrumento, elaborado por el primer autor, consta de 21 ítems, los cuales originalmente fueron
agrupados de la siguiente manera: siete sobre comportamientos relacionados con urgencia temporal,
siete sobre comportamientos relacionados con impulsividad/no-impulsivdad y siete sobre
comportamientos relacionados con competitividad o logro (Ver anexo 1). Todos los ítems se evalúan en
un formato tipo Likert con cinco opciones de respuesta, que refieren la frecuencia con la que se practican
los diferentes comportamientos, con valores que van de 0 (nunca) a 5 (siempre).
Procedimiento
La evaluación se llevó a cabo en diferentes aulas de la Escuelas de Psicología y Derecho de la
Universidad de Sonora. Los responsables del estudio acudieron a las aulas, solicitando autorización al
profesor que se encontraba impartiendo cátedra para proceder con la administración del instrumento. Una
vez concedida la autorización, a los estudiantes se les explicó el motivo de nuestra presencia,
procediendo a describirles los objetivos que se perseguían con la investigación; asimismo, se les señaló
que su participación sería voluntaria, y que de aceptar colaborar sus respuestas serían anónimas y
confidenciales. La administración del instrumento fluctuó entre 25 y 35 minutos.
Análisis de datos
Para el análisis de los datos se utilizó el paquete estadístico SPSS para Windows, versión 8.0. En primer
término se evaluó la complejidad y capacidad discriminativa de los ítems; para tal efecto, el conjunto de
ítems se agrupó mediante el procedimiento "computar", del cual se extrajeron los valores de los ítems que
se ubicaron por debajo del percentil 25 —valores bajos— y por arriba del percentil 75 —valores altos—,
formándose así dos grupos; enseguida, se utilizó la prueba T, que permitió comparar cada uno de los
ítems a partir de los valores bajos y altos, que correspondieron a los grupos uno y dos, respectivamente.
Posteriormente, se realizó un análisis factorial exploratorio (método de componentes principales y rotación
varimax), con el propósito de identificar cuántos factores y en cuáles de ellos se agruparían los diferentes
ítems; con este procedimiento se tomaron en cuenta únicamente los ítems que cumplieran con un doble
criterio: a) que no se repitieron en dos o más factores, y b) que obtuvieran pesos factoriales iguales a o
mayores que .40. En tercer lugar, con el estadístico alfa de Cronbach se probó la confiabilidad, de
acuerdo a la estructura de los factores y del instrumento en su conjunto.
Resultados
Tal y como se reseña en la Tabla 1, todos los ítems discriminaron correctamente, pues en todos los casos
se obtuvieron niveles de significación de p ≤ .001. Los valores de t oscilaron entre –3.418 — valor más
bajo observado en el ítem número siete— y -8.019 —valor más alto observado en el ítem número 20—,
sin que con este procedimiento se eliminara ningún ítem.
Tabla 1- Medición de la complejidad y capacidad discriminativa de los ítems
Variable Grupos N X DE t Gl Sig.
1 1 77 1.64 .74 -4.575 147 .000
2 75 2.15 .63
2 1 77 1.69 .96 -4.766 144 .000
2 75 2.51 1.14
3 1 77 1.51 .94 -6.415 150 .000
2 75 2.57 1.10
4 1 77 1.79 .99 -5.553 150 .000
2 75 2.76 1.11
5 1 77 1.43 .89 -5.170 150 .000
2 75 2.25 1.07
6 1 77 1.51 .88 -5.319 139 .000
2 75 2.39 1.14
7 1 77 .88 .81 -3.418 137 .000
2 75 1.41 1.08
8 1 77 1.05 .79 -6.630 136 .000
2 75 2.07 1.07
9 1 77 1.48 .90 -6.025 139 .000
2 75 2.49 1.16
10 1 77 .90 .80 -4.532 142 .000
2 75 1.56 .99
11 1 77 1.45 .75 -7.482 131 .000
2 75 2.59 1.08
12 1 77 1.65 .89 -7.787 150 .000
2 75 2.83 .98
13 1 77 1.83 .80 -7.743 150 .000
2 75 2.93 .95
14 1 77 1.97 .89 -6.427 150 .000
2 75 2.92 .93
15 1 77 2.16 .90 -7.436 150 .000
2 75 3.19 .80
16 1 77 2.36 .79 -7.424 150 .000
2 75 3.29 .75
17 1 77 2.14 .91 -5.845 150 .000
2 75 3.04 .92
18 1 77 1.26 .95 -7.210 142 .000
2 75 2.51 1.17
19 1 77 1.73 1.14 -6.825 150 .000
2 75 2.93 1.03
20 1 77 1.42 .80 -8.019 142 .000
2 75 2.59 .99
21 1 77 1.35 .94 -6.046 150 .000
2 75 2.36 1.11
Respecto del análisis factorial exploratorio, en la Tabla 2 se describen los resultados. Con excepción del
ítem número uno, que originalmente formaba parte de los comportamientos relacionados con urgencia
temporal, el resto de los ítems mantuvo su agrupamiento original. Se conformaron tres factores, el
primero, comportamientos y competitividad o logro, incluyendo ocho ítems, con valores propios de 3.286 y
explicando 15.64% de la varianza; el segundo, comportamientos e impulsividad/no impulsividad,
incluyendo siete ítems, con valores propios de 3.104 y explicando 14.77% de la varianza; finalmente, el
tercero, comportamientos y urgencia temporal, que incluye siete ítems, con valores propios de 1.974 y
explicando 9.40% de la varianza. En su conjunto, los tres factores explican 39.81% de la varianza. Al igual
que con el procedimiento anterior, con el análisis factorial exploratorio no se eliminó ningún ítem, ya que
ninguno se repitió en la estructura factorial general y en todos los casos se obtuvieron pesos factoriales
superiores a .40. A partir de los resultados se puede concluir que el instrumento posee validez de
constructo.
Tabla 2- Análisis factorial exploratorio y valores del alfa de Cronbach.
Ítems Factor 1 Factor 2 Factor 3
(pesos factoriales)
1. Hago en un día lo que tengo que hacer en varios .563
15.Hago lo mejor porque se espera mucho de mí .739
16.Hago lo mejor para obtener ganancias inmediatas .723
17.Hago lo mejor porque soy persistente .731
18.Hago lo mejor porque soy un líder .461
19.Hago lo mejor porque no soy perdedor .619
20.Hago lo que otros deberían hacer .470
21.Hago las cosas para mostrarles a otros cómo hacerlas bien .624
Valores propios = 3.286
Varianza explicada = 15.64%
Alfa de Cronbach = .835
8.Enojo y molestia fácilmente con cualquier persona .656
9.Enojo y molestia cuando me hacen esperar .755
10.Enojo y molestia por cualquier cosa que ocurre a mi alrededor .609
11.Enojo y molestia cuando me impiden hacer algo que me gusta .734
12.Enojo y molestia cuando otros no hacen las cosas que les piden .623
13.Enojo y molestia cuando las cosas no me salen bien 707
14.Enojo y molestia cuando hablan mal de mi persona .607
Valores propios = 3.104
Varianza explicada = 14.77%
Alfa de Cronbach = .792
2.Estar en lugares mucho antes del tiempo especificado .629
3.Comer rápido .439
4.Caminar de prisa .518
5.Hablar con rapidez .574
6.Levantarse temprano para disponer de tiempo necesario .698
7.Hacer diferentes cosas al mismo tiempo .682
Valores propios = 1.974
Varianza explicada = 9.40%
Alfa de Cronbach = .734
Finalmente, el análisis de confiabilidad con el estadístico alfa de Cronbach arrojó los siguientes
resultados: para los ítems del factor uno se obtuvo un alfa de .835; para los del factor dos un alfa de .792,
y para los del factor tres un alfa de .734; en su conjunto, se obtuvo un alfa de .861, por lo que podemos
concluir que el instrumento es confiable.
Discusión
En primer lugar, es importante mencionar que los resultados anteriores, si bien es cierto que nos sugieren
que el instrumento utilizado es válido y confiable, al menos para la muestra con la que se trabajó en esta
ocasión, por las propias características del problema que se aborda, el de la relación entre una diversidad
de comportamientos que tradicionalmente se han definido como parte del patrón o personalidad tipo A y
problemas del corazón, hace necesario que se proceda con cautela. En efecto, hay que tener presente
que al tratarse de un patrón de comportamientos, es indispensable que la evaluación del mismo se realice
en diferentes momentos, de preferencia apoyados en un diseño de tipo longitudinal. Para dicho propósito,
al tratarse de estudiantes universitarios que actualmente se encuentran cursando los primeros semestres
de las carreras de Psicología y Derecho de la Universidad de Sonora, mediante una selección al azar de
los estudiantes que hayan obtenido puntuaciones superiores a los 60 puntos, se procederá a darles
seguimiento en un periodo de tres años a partir de la primera administración del instrumento, buscando al
menos administrar el instrumento en tres ocasiones más, al inicio de cada semestre escolar par (2004-2,
2005-2 y 2006-2).
En segundo lugar, hay que aclarar que el instrumento utilizado en esta ocasión, que fue diseñado para
evaluar patrón de comportamiento tipo A en estudiantes universitarios, también será utilizado con
diferentes muestras: estudiantes de bachillerato, población abierta, pero sobre todo con personas que ya
han sido diagnosticadas con alguna de las enfermedades del corazón, especialmente infarto del
miocardio. Se pretende, así, efectuar estudios comparativos entre los primeros grupos y el de personas
con diagnóstico de problemas del corazón, con el objeto de evaluar hasta qué grado existe o no
correspondencia en la práctica de dicho patrón. Interesa, antes que nada, identificar si a partir de la
evaluación que se realice con personas que padecen alguna enfermedad del corazón, se configura en el
resto de los grupos un patrón de comportamientos altamente consistente, de tal manera que sea posible
predecir la aparición en el futuro de alguna enfermedad del corazón y estar así en mejores posibilidades
de diseñar e instrumentar programas de intervención conductual con el objeto de modificar dichos
comportamientos por comportamientos saludables.
Hasta el momento, se puede adelantar, de un análisis provisional realizado con una muestra de 62
pacientes que han sido diagnosticados con infarto del miocardio y que actualmente se encuentran
recibiendo tratamiento en el Hospital General del Estado, localizado en la ciudad de Hermosillo, Sonora,
que el instrumento en cuestión todo parece indicar cumple con el propósito para el cual fue diseñado,
pues en términos generales el análisis de sus propiedades psicométricas con este grupo parece ajustarse
a lo reportado aquí con el grupo de estudiantes de educación superior, aunque resta por administrar el
instrumento a una muestra cercana a 200 pacientes más.
El Instrumento
EVALUACIÓN DE COMPORATAMIENTOS RELACIONADOS CON ENFERMEDADES DEL CORAZÓN
(ECREC-21)
1. Sexo _____ (Masculino) _____ (Femenino)
2. Edad _____ (Años cumplidos)
3. Estado civil _____ Soltera (o) _____ Casada (o) _____ Unión libre _____ Divorciada (o)
4. ¿Hay antecedentes en su familia de alguna persona que haya tenido problemas del corazón? _____ Sí
_____ No ____ No sé
Instrucciones: le pedimos que lea cuidadosamente cada una de las preguntas, y marque con una "x" la
opción de respuesta que refleje la frecuencia con la que usted practica cada uno de los comportamientos
que se describen a continuación.
COMPORTAMIENTOS
FRECUENCIA
CON
COMPORTAMIENTOS
QUE
PRACTICA
Nunca- Rara vez- Algunas veces- Casi siempre -Siempre
1. Hago en mi casa o trabajo en un día lo que tenía que hacer para varios días
()()()()()
2. Si tengo que estar en algún lugar, llego mucho antes de lo que me piden
()()()()()
3. Consumo mis alimentos en un tiempo muy corto, es decir, lo hago muy rápido
()()()()()
4. Camino con demasiada prisa
()()()()()
5. Cuando hablo con alguien lo hago demasiado rápido
()()()()()
6. Me levanto muy temprano para tener el mayor tiempo posible para hacer las ( ) ( ) ( ) ( ) ( )
cosas del día
7. En mi casa, trabajo o escuela hago diferentes cosas al mismo tiempo sin ( ) ( ) ( ) ( ) ( )
importar si las termino bien
8. Me molesto o enojo fácilmente con otras personas
()()()()()
9. Me molesto o enojo cuando me hacen esperar
()()()()()
10. Me molesto o enojo por cualquier cosa que ocurre a mi alrededor
()()()()()
11. Me molesto o enojo cuando me impiden hacer las cosas que me gustan
()()()()()
12. Me molesto o enojo cuando otras personas no hacen lo que se les pide que ( ) ( ) ( ) ( ) ( )
hagan
13. Me molesto o enojo cuando las cosas que hago no me salen como esperaba
LA
()()()()()
14. Me molesto o enojo cuando otras personas hablan o hacen algo en contra de ( ) ( ) ( ) ( ) ( )
mí
15. Hago las cosas lo mejor posible porque sé que se me exige o espera mucho ( ) ( ) ( ) ( ) ( )
de mí
16. Hago las cosas lo mejor posible porque sé que puedo obtener mayores ( ) ( ) ( ) ( ) ( )
ganancias o beneficios inmediatos
17. Hago las cosas lo mejor posible porque soy muy persistente y me esfuerzo ( ) ( ) ( ) ( ) ( )
por ser el mejor
LOS
18. Hago las cosas lo mejor posible porque me considero que soy un líder
()()()()()
19. Hago las cosas lo mejor posible porque soy una persona que no le gusta ( ) ( ) ( ) ( ) ( )
perder
20. Hago las cosas que otras personas deben hacer
()()()()()
21. Hago las cosas para mostrarles a otras personas cómo es que se deben ( ) ( ) ( ) ( ) ( )
hacer
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VALIDACIÓN DE UN INSTRUMENTO QUE MIDE VARIABLES PSICOLÓGICAS Y
COMPORTAMIENTOS DE RIESGO/PREVENCIÓN RELACIONADOS CON EL VIH/SIDA
Julio Alfonso Piña López
Colegio de Estudios Científicos y
Tecnológicos del Estado de Sonora (CECYTES), México
César Molina Domínguez
Maribel Cota Borbón
Departamento de Psicología y Comunicación
Universidad de Sonora, México
Introducción
De acuerdo con el Programa Conjunto de las Naciones Unidas para el VIH/SIDA —ONUSIDA—, hasta
diciembre de 2003 alrededor de 45 millones de personas vivían con el VIH o el sida, de las cuales cerca
de 3 millones resultaron infectados con el virus en el transcurso del mismo año. Según ONUSIDA, las
regiones más afectadas por la epidemia del sida corresponden, en ese orden, al África Sub-Sahariana, al
Asia meridional y Sudoriental, así como América Latina, observándose que en esas regiones, más las del
Norte de Áfria y el Oriente Medio, la prevalencia de infección por VIH es bastante elevada en personas
adultas del sexo femenino, cuyas edades oscilan entre los 15 y 49 años (ONUSIDA, 2003).
Por su parte, en México, cifras publicadas por el Centro Nacional para la Prevención y Control del
VIH/SIDA, revelan que desde 1983 y hasta finales de 2003 se tenían contabilizados por parte de las
autoridades sanitarias 69 795 casos declarados con sida, ocupando México el tercer lugar en el
continente americano, después de los Estados Unidos de Norteamérica y Brasil (CENSIDA, 2004).
Empero, si se tiene en cuenta el criterio de tasa de prevalencia en adultos de 15 a 49 años, México se
ubica en el decimoquinto lugar y en el 94 en América Latina y en el mundo, respectivamente.
Del total de casos acumulados en nuestro país, 2.5% corresponden a menores de 15 años y poco más de
90% a hombres y mujeres adultos. De éstos, que incluyen únicamente los casos "conocidos", 91.7%
resultaron infectados por la vía sexual, 7.8% por la vía sanguínea y 0.5% por prácticas homosexuales y
consumo de sustancias inyectables. Dicho en pocas palabras, un elevado porcentaje de los casos de sida
notificados en México tienen como antecedente la práctica de comportamientos sexuales de riesgo, lo que
sin lugar a dudas hace necesario realizar investigación con el objeto de identificar qué y cómo
determinadas variables psicológicas facilitan o inhiben la práctica de esos comportamientos.
Respecto de lo antes dicho, para Macià y Méndez (1999) una de las principales líneas de investigación en
psicología de la salud tiene que ver con el estudio de diversas variables psicológicas que se presume se
relacionan con los hechos de la salud o la enfermedad. Para su concreción, una de las estrategias más
frecuentemente utilizadas se justifica con el diseño y validación de diversos tipos de instrumentos (véase
Andrasik, Otis, Turner y Simón, 1999; Rodríguez, Moreno, Robles y Díaz-Gónzalez, 2000), cuyo objetivo
último, según Corral y colaboradores (Corral, 1995, 2001a, 2001b; Corral, Frías y González, 2001), es
tratar de demostrar ciertas relaciones de causalidad entre múltiples variables, conceptuadas unas como
variables latentes o factores, y otras como variables manifiestas o indicadores.
Las variables latentes o factores, que en el caso de la psicología se refieren a constructos teóricos que
tienen como finalidad describir y explicar el significado de la actividad de los organismos frente a objetos,
eventos u otros organismos del ambiente, se caracterizan porque la mayoría de las ocasiones forman
parte de lo que Ryle (1949) denominó como categorías disposicionales, que constituyen términos o
expresiones que identifican conjuntos o colecciones de ocurrencias o eventos; ejemplos de categorías
disposicionales serían los conocimientos, las actitudes, las creencias, los motivos y las competencias
funcionales, fundamentalmente.
En cuanto a las variables manifiestas o indicadores, éstas se distinguen porque, toda vez que se refieren
a ocurrencias o eventos particulares, invariablemente nos remiten a su identificación en condiciones
concretas que tienen un inicio y un fin singulares (Ribes, 1990a); ejemplos de este tipo serían los
llamados comportamientos instrumentales de riesgo o de prevención, como tener relaciones sexuales y
no usar preservativo, inyectarse drogas por vía intravenosa y no desinfectar el equipo de inyección, evitar
o posponer una relación sexual con una persona desconocida, abstenerse de tener relaciones sexuales
con penetración, etcétera.
Con base en un modelo psicológico de salud biológica (Bayés y Ribes, 1992; Ribes, 1990b) y siguiendo lo
establecido en la investigación de ambos tipos de variables, en el presente trabajo se exponen los
resultados de una investigación cuyo objetivo era validar un instrumento que mide variables psicológicas y
comportamientos de riesgo/prevención relacionados con el VIH/sida.
El instrumento, desarrollado en su versión original por Torres (1994) y modificado por Piña y Corral
(2001), no obstante que de acuerdo con estos últimos autores había demostrado una elevada
confiabilidad interna y validez, tanto de constructo como predictiva (cf. Piña y Corral, op cit), para este
trabajo sufrió otras modificaciones: se añadieron dos subescalas (creencias y circunstancias sociales), así
como varios reactivos agrupados en las subescalas de conocimientos, motivos y comportamientos de
riesgo; tales modificaciones se hicieron, en todos los casos, respetando la lógica y los principios
conceptuales esbozados en una teoría de la conducta (Obregón, 1997; Ribes y López, 1985; Ribes, y
Sánchez, 1994; Ribes, Padilla y Martínez, 1998), en una teoría de la personalidad (Ribes y Sánchez,
1990), así como en el modelo psicológico de salud biológica antes mencionado.
Definición de las variables:
Creencias: Tendencias de comportamiento a partir de consistencias al relacionar verbalmente eventos
que sólo tienen lugar como formas de interacción en el nivel lingüístico. No constituyen acciones
particulares sino conjuntos o colecciones de acciones en tanto disposiciones a relacionar eventos de
naturaleza lingüística; referirse a creencias es referirse a acciones, pero las acciones no son idénticas a
las creencias ni son causadas por ellas. Las creencias se desprenden de las acciones de un individuo
frente a las cosas y otras personas. Alguien cree algo con base en lo que hace consistentemente frente a
las cosas, o a partir de sus propias acciones pasadas.
Circunstancias Sociales: Elementos contemplados en la situación interactiva. Constituyen factores que
configuran la composición de las competencias pasadas, como disposición que facilita o interfiere con las
interacciones efectivas en situaciones interactivas presentes: por ejemplo, circunstancias sociales en las
que se encuentran implicadas relaciones familiares, de noviazgo, de trabajo, de recreación, etcétera.
Motivos: Tendencias de comportamiento que se manifiestan como opciones y preferencias frente a
objetos y eventos de la situación. Describen la direccionalidad del comportamiento, relativa a
circunstancias que permiten optar por diferentes consecuencias socialmente valoradas.
Comportamientos instrumentales de riesgo/prevención: Los primeros producen el contacto con el agente
patógeno, en este caso un agente infeccioso que afecta en forma específica órganos y tejidos del
organismo, como ocurre con el VIH/sida u otras infecciones de transmisión sexual (tener relaciones
sexuales sin usar condón, por ejemplo), mientras que los segundos permiten a un individuo evitar o
posponer el contacto con el agente patógeno (evitar una relación sexual con penetración, por ejemplo).
Método
Sujetos
La muestra estuvo conformada por 647 sujetos (Tabla 1), cuyas edades fluctuaron entre los 17 y 56 años,
con una media de 22.9 años (DE = 7.04). De los sujetos, 359 (55.5%) eran del sexo femenino y 288
(44.5%) del sexo masculino; asimismo, 492 (75.7%) se mantenían solteras/os, 117 (18%) reportaron estar
casados legalmente, mientras que 41 (6.3%) mencionaron estar divorciados o vivir en unión libre.
Finalmente, 352 (54.2%) se encontraban estudiando en la Escuela Normal Superior del estado de Sonora
y 294 (45.8%) en la Universidad de Sonora.
Tabla 1 - Estadísticas univariadas de las variables demográficas.
Descripción del Instrumento
El instrumento, validado en su primer versión por Piña y Corral (2001), contenía 48 reactivos, mientras
que para esta nueva versión se trabajó con 62 reactivos, distribuidos de la siguiente manera: nueve en
datos demográficos, 20 en la subescala de conocimientos sobre VIH/sida, 10 en la de creencias sobre
sexualidad y sida, tres en la de circunstancias sociales facilitadoras de la práctica de comportamientos de
riesgo y/o prevención, nueve en las de motivos asociados a la práctica de comportamientos de riesgo y/o
prevención, y 11 en las de comportamientos instrumentales de riesgo y/o prevención.
Para la escala de conocimientos se utilizó un formato de respuesta tipo Likert con cinco opciones. Un
ejemplo de reactivo era: El sida es una enfermedad causada por un virus, para la cual se podía responder
de 1 = a definitivamente cierto hasta 5 = a definitivamente falso, pudiéndose invertir los valores de
respuesta dependiendo del tipo de pregunta, esto es, en ocasiones 1 = a definitivamente falso y 5 = a
definitivamente cierto. Respecto de la escala creencias se utilizó un formato similar que el anterior,
aunque las opciones de respuesta incluían 1 igual a totalmente de acuerdo a 5 igual a totalmente en
desacuerdo, manteniéndose en esta escala los mismos valores de respuesta para cada una de las
preguntas; un reactivo era: Me parece que corro el mismo riesgo de infectarme por el VIH que cualquier
otra persona.
En la escala de circunstancias sociales se empleó un formato de respuesta con cinco opciones,
preguntándoseles a los sujetos, por ejemplo: En qué tipo de situación social te encontrabas cuando
decidiste tener tu primer relación sexual con penetración, para la cual se podía responder que en
circunstancias sociales que implicaban relaciones familiares (1), de amistad (2), de recreación (3), de
noviazgo (4), y de trabajo (5).
Por lo que hace a los motivos, éstos se midieron a través de cuatro opciones de respuesta en un formato
tipo Lickert. Una pregunta de motivos que subyacen a comportamientos de riesgo era: Cuál consideras
que fue la razón o el motivo más poderoso que influyó para que tuvieras tu primer relación sexual con
penetración, pudiendo responder que 1 = a "me gustaba mucho la otra persona", 2 = a "simplemente
quería experimentar", 3 = a "porque se presentó la oportunidad", o 4 = a porque "porque había consumido
alguna sustancia y me dejé llevar por la euforia del momento".
Finalmente, los reactivos de la escala de comportamientos instrumentales de riesgo incluían de dos a
cuatro opciones de respuesta, que variaban en función del tipo de pregunta; por ejemplo, si reportaban
experiencia sexual (dos opciones), o bien que indicaran el número de parejas sexuales que habían tenido
a lo largo de su vida, cuyas opciones de respuestas iban de 1 = a una pareja, 2 = a entre dos y cuatro, 3 =
a entre cinco y siete, y 4 = a más de ocho parejas.
Procedimiento
Para la aplicación del instrumento se acudió a las aulas de ambas instituciones educativas, solicitando
permiso al profesor que se encontraba impartiendo clase para proceder de acuerdo con lo planeado. Una
vez que se concedía el mismo, a los estudiantes se les describía el motivo de nuestra presencia,
señalándoles la importancia de que colaborasen en el estudio, y que de hacerlo sus respuestas serían
anónimas y confidenciales. Una vez que los estudiantes aceptaban colaborar, se les entregaba el
instrumento y una hoja de respuestas, ofreciéndoseles las instrucciones sobre cómo responder; en todos
los casos la aplicación del instrumento fluctuó entre 35 y 50 minutos.
Análisis de los datos
Las respuestas resultantes fueron computadas en el paquete estadístico SPSS, versión 8.0, del cual se
extrajeron las frecuencias y porcentajes de respuesta a cada uno de los reactivos. En primer término, a
partir de la agrupación de los reactivos en función de su pertenencia original a cada de una de las
escalas, se efectuó una prueba para determinar su complejidad y capacidad discriminativa; para dicho
propósito se utilizó la prueba t de comparación de medias para grupos independientes, considerando los
valores mínimos (puntuaciones que oscilaron entre los percentiles de 0 a 25%) y máximos (puntuaciones
que oscilaron entre los percentiles mayores de 75%) obtenidos en cada uno de los reactivos.
En segundo lugar, para probar la validez de constructo del instrumento se llevó a cabo un análisis factorial
exploratorio con rotación varimax, partiendo del criterio de aceptación de los reactivos siempre y cuando:
a) no se repitieran en la estructura factorial, y b) obtuvieran pesos factoriales iguales o superiores a .40;
posteriormente, se realizó un análisis de confiabilidad de los factores e índices en su conjunto, para lo
cual se utilizó el estadístico alfa de Cronbach. Por último, para probar la validez concurrente se utilizó el
estadístico r de Pearson.
Resultados
En la Tabla 2 se reseñan los resultados de la prueba de complejidad y discriminación de los reactivos a
partir de su pertenencia a las escalas originales. Con la prueba t se eliminaron siete reactivos de la escala
de conocimientos y cuatro de la escala de creencias; para el resto de reactivos, el rango de valores osciló
entre –3.429 (para la subescala conocimientos) y –33.126 (para la subescala comportamientos de
riesgo/prevención), mientras que los niveles de significación estadística para las diferentes subescalas
fueron en todos los casos de p< .001, lo que sugiere que el resto de los reactivos fueron correctamente
discriminados.
Tabla 2 - Medición de la complejidad y discriminación de los reactivos en función de su pertenencia a las
escalas originales.
El siguiente paso consistió en evaluar la validez de constructo del instrumento. El análisis factorial
exploratorio arrojó una estructura de dos factores y dos índices, conformados por 10 reactivos en el factor
1, cuatro en el factor dos, y dos en cada índice; con este procedimiento se eliminaron 13 reactivos más,
que originalmente formaban parte de las escalas de conocimientos y creencias; los factores obtuvieron
valores propios superiores a 1 y explican, respectivamente, 31.15 y 7.47% de la varianza, mientras que en
su conjunto, factores e índices, explican 54.26% de la varianza (Tabla 3). Finalmente, con el estadístico
alfa de Cronbach se realizó un análisis de confiabilidad de los factores y del índice. Dicho análisis, tal y
como se puede observar en la misma Tabla 3, dio lugar a valores del alfa de .894 para el primer factor y
de .524 para el segundo factor, con un alfa global estandarizada de .754, lo cual indica que el instrumento
es confiable.
Tabla 3 - Análisis factorial exploratorio y análisis de confiabilidad.
Una vez concluido el análisis factorial exploratorio, con el estadístico r de Pearson se procedió a probar la
validez concurrente de la medida. Aquí, es importante subrayar que se trabajó con una variable
demográfica, así como con el conjunto de reactivos agrupados en ambos factores, en los índices y los
reactivos sobre comportamientos instrumentales de riesgo. Los resultados, que se describen en la Tabla
4, evidencian que el instrumento posee validez concurrente, toda vez que la variables edad correlaciona
con el factor uno (r = -.224, p = 0.01), con el factor dos (r = .093, p = 0.05) y con los comportamientos
instrumentales de riesgo/prevención (r = -.200, p = 0.05). El factor uno lo hizo con el índice uno (r = -.610,
p = 0.01), con el índice dos (r = -.104, p = 0.01) y con los comportamientos instrumentales de
riesgo/prevención (r = .833, p = 0.01); el índice uno lo hizo el índice dos (r = .097, p = 0.05) y con los
comportamientos instrumentales de riesgo /prevención (r = -.630, p = 0.01), mientras que el índice dos lo
hizo con los comportamientos instrumentales de riesgo/prevención (r = -.098, p = 0.05).
Tabla 4 - Análisis de correlación con el estadístico r de Pearson, para probar la validez concurrente del
instrumento
Discusión
De acuerdo con los resultados expuestos, podemos afirmar que el instrumento probado demostró que
posee validez de constructo y es confiable. Sin embargo, sobre el respecto es importante aclarar dos
asuntos: primero, que si bien es cierto que se había planteado una estructura general del instrumento,
conformada por siete factores, el análisis factorial exploratorio dio lugar a una estructura de solamente
dos factores, aunque también habría que añadir que dicha estructura mantuvo cierta consistencia lógica,
en el sentido de que las circunstancias sociales y los motivos, así como ciertos comportamientos de
riesgo, se agruparon en los dos primeros factores, mientras que los conocimientos y creencias se
agruparon en el mismo factor, el tercero.
Segundo, no obstante que con los procedimientos para la discriminación de reactivos y análisis factorial
exploratorio se eliminaron una buena cantidad de reactivos, sobre todo los que forman parte de las
escalas de conocimientos y creencias, en el caso de las variables psicológicas (circunstancias sociales y
motivos) y su relación con los comportamientos instrumentales de riesgo/prevención, excepto uno de los
reactivos sobre motivos asociados a comportamientos de prevención fue eliminado.
Lo anterior es importante destacarlo porque, si bien es cierto que los conocimientos y las creencias se
sugiere se distinguen por su poder explicativo y predictivo en otros modelos psicológicos, caso del de la
acción razonada (véase Ajzen y Fishbein, 1980; Fishbein y Ajzen, 1975) o la teoría cognoscitivo-social de
Bandura (ej., Bandura, 1992, 1994), en este instrumento todo parece indicar —al menos si se tienen en
cuenta la cantidad de reactivos eliminados, el porcentaje de la varianza que explica el tercero de los
factores y el valor del alfa de Cronbach— que ambos factores no tienen dicho poder explicativo, a
diferencia de otros como las situaciones interactivas (circunstancias sociales) y los motivos para
comportarse de una manera y otra (Piña y Obregón, 2003; Robles y Moreno, 2000; Rodríguez y
Hernández, 2002).
En última instancia, este instrumento, que se considera aquí, adquiere especial relevancia para evaluar la
correspondencia entre diversas variables psicológicas y ciertos parámetros relacionados con los
comportamientos instrumentales de riesgo/prevención, variables que por lo demás no son tenidas en
cuenta en otros modelos psicológicos que actualmente se utilizan para la investigación sobre el problema
del VIH/sida (Piña, 2003).
Es indispensable que en futuras investigaciones determinar hasta qué punto y en qué dirección esas
variables (un cierto tipo de circunstancia social que interactúa con variables como los motivos, por
ejemplo) facilitan o impiden que se practiquen comportamientos instrumentales de riesgo o de prevención.
Es decir, se trata de establecer si ambas variables finalmente constituyen predictores significativos de la
práctica de cualquiera de esos comportamientos, como una forma de garantizar la validez predictiva del
instrumento y, en estadios posteriores, de su traducción como conocimiento aplicable en el ámbito de la
prevención de la infección por el VIH en el grupo de estudiantes universitarios.
Por último, es pertinente señalar dos limitaciones observadas en el presente estudio. En primer lugar,
destaca la importante cantidad de reactivos que fueron eliminados mediante los diferentes procedimientos
estadísticos utilizados, específicamente los que forman parte de las escalas de conocimientos y
creencias; en segundo lugar, el hecho de que el estudio se haya realizado con una muestra de
estudiantes de educación superior, limitando así su potencial capacidad para la evaluación de las
variables psicológicas y de los comportamientos instrumentales de riesgo/prevención en otros sectores de
la población, casos de los estudiantes de bachillerato, los (as) profesionales del sexo y la población
abierta.
Instrumento
Estimada/o estudiante: El presente instrumento, preparado por profesionales de la psicología que
laboramos en el Programa Estatal para la Prevención y Control del VIH/SIDA (adscrito a la Secretaría de
Salud del Estado de Sonora), forma parte de una investigación que tiene por objeto obtener información
confiable y veraz sobre la relación que guardan ciertas variables psicológicas frente al problema del
VIH/sida.
Es importante hacer de tu conocimiento que la información que nos proporcione será absolutamente
confidencial y la misma será utilizada con fines de investigación, teniendo como su propósito el de diseñar
e instrumentar programas para la prevención del sida que respondan a las necesidades de los jóvenes
sonorenses.
Te pedimos que leas cuidadosamente cada una de las preguntas. Es importante que veas que el
instrumento se encuentra dividido en dos partes: la primera, en donde las preguntas tienen que ver con
algunas variables demográficas, lo que sabes (o conoces) y lo que crees respecto del VIH/sida, para lo
cual se requiere que respondas a cada una, encerrando con un círculo la opción que juzgues
conveniente. En la segunda parte, que contiene preguntas sobre la práctica de conductas sexuales
pasadas y actuales, así como las circunstancias sociales y los motivos (o razones) que se le relacionan,
te pedimos que respondas también a una sola de las opciones que se te presentan.
Para responder a cada pregunta te pedimos que lo hagas en la hoja de respuesta que se anexa.
PARTE I
VARIABLES DEMOGRÁFICAS Y SOCIALES
1. Sexo: a) masculino b) femenino
2. Edad: _____ años cumplidos
3. Estado civil
a) soltera/o
b) casada/o
c) unión libre
d) separada/o
e) divorciada/o
f) viuda/o
4. Institución en donde estudias
a) UNISON
b) ITH
c) UPN
d) UTH
e) CESUES
f) UNO
g) U. Kino
h) ITESM
i) U. de Hermosillo
j) ENS
5. Carrera que estudias y año ____________________________________________
6. Nivel escolar del padre a) primaria b) secundaria c) técnico
d) bachillerato e) profesional
7. Nivel escolar de la madre a) primaria b) secundaria c) técnico
d) bachillerato e) profesional
8. Religión que practicas a) católica b) protestante c) testigo de Jehová
e) otra f) ninguna
9. ¿Trabajas?
a) sí (¿cuánto gana al mes?)
b) no
Conocimientos sobre VIH/sida
a) Definitivamente cierto
b) Parcialmente cierto
c) Ni cierto ni falso
d) Parcialmente falso
e) Definitivamente falso
10. El sida es el nombre que recibe una enfermedad causada por un virus
11. En este momento se dispone de una vacuna para prevenir el sida
12. El virus que causa el sida ataca principalmente al sistema inmunológico
13. El sarkomasarcoma de Kaposi es un tipo especial de cáncer que afecta a las personas que ya han
desarrollado sida como tal
14. Una persona que vive con el VIH o el sida se puede curar si recibe tratamiento médico oportuno
15. Una persona que ha sido infectada por el virus que causa el sida es común que a los pocos días
presente las primeras manifestaciones de la enfermedad
16. El virus que causa el sida se encuentra principalmente en la sangre, semen u otros fluidos corporales
17. Los medicamentos con los que se cuenta en la actualidad permiten que quienes viven con el VIH o el
sida mejoren su salud
18. Algunos de los primeros síntomas del sida son: pérdida de peso corporal de 10%, fiebre y diarrea
persistentes durante un mes
19. El sida es una enfermedad que se puede prevenir
20. El virus que causa el sida se puede transmitir a través de la saliva
21. No usar preservativo durante las relaciones sexuales incrementa el riesgo de infección por VIH
22. Los usuarios de droga intravenosa y los homosexuales presentan mayor riesgo de infección por VIH,
comparados con otros sectores de la población
23. El virus que causa el sida se puede transmitir de la madre embarazada a su producto
24. Una persona que tiene una sola pareja se encuentra en igual riesgo de infección por VIH que quien
tiene múltiples parejas
25. Si se tienen relaciones sexuales y no se usa preservativo, al momento que el hombre retira el pene
antes de eyacular automáticamente se elimina el riesgo de resultar infectada/o por VIH
26. El virus que causa el sida se puede transmitir por abrazar o besar a una persona que ya es portadora
del VIH o que ya ha desarrollado sida
27. Lavar y desinfectar agujas o jeringas entre los usuarios de droga intravenosa les reduce la
probabilidad de infección por VIH
28. El virus que causa el sida se transmite principalmente por la vía sexual
29. La abstinencia constituye una medida preventiva para evitar la infección por el VIH
CREENCIAS SOBRE VIH/SIDA
a) Totalmente de acuerdo
b) Parcialmente de acuerdo
c) Ni acuerdo ni desacuerdo
d) Parcialmente en desacuerdo
e) Totalmente en desacuerdo
30. Creo que el hecho de saber quésqué es el sida y cómo se puede infectar uno por VIH, no es suficiente
para que yo resulte infectado en el futuro
31. Creo que únicamente las personas que practican conductas no deseadas socialmente son los que se
infectan por VIH
32. Creo que una persona se infecta por el virus que causa el sida por "mala suerte"
33. Creo que el sida es una enfermedad exclusiva de homosexuales y prostitutas
34. Creo que el uso del preservativo es una buena medida para evitar la infección por VIH
35. Creo que el sida es una enfermedad que la puede contraer cualquier persona, siempre y cuando
practique conductas de riesgo
36. Creo que conocer todo sobre sida no es suficiente para evitar que una persona sea infectada por el
virus que la causa
37. Creo que una persona que resulta infectada por el virus que causa el sida es porque no tomó las
precauciones debidas (usar preservativo, por ejemplo)
38. Creo que el preservativo no sirve para prevenir la infección por VIH
39. Creo que es importante aceptar que soy una persona que puede infectarse por el virus que causa el
sida, sobre todo si practico conductas de riesgo
PARTE
CONDUCTAS SEXUALES, CIRCUNSTANCIAS SOCIALES Y MOTIVOS
40. ¿En algún momento de su vida ha tenido relaciones sexuales con penetración?
a) sí
b) no
( en caso de que haya respondido afirmativamente pasar a la siguiente
pregunta; de lo contrario, pasar a la pregunta número 60)
41. ¿Qué edad tenía cuando tuvo su primera relación sexual con penetración?
a) 15 años o menos
b) entres 16 y 18 años
c) entre 19 y 21 años
d) entre 22 y 24 años
e) después de los 25 años
II
42. ¿Cuándo tuvo su primera relación sexual con penetración, ¿en qué circunstancia social se
encontraba?
a) familiar
b) de amistad
c) de recreación (fiesta o reunión)
d)de noviazgo
e) de trabajo
43. ¿Cuál considera que fue el motivo o la razón que influyó para que tuviera su primer relación sexual
con penetración?
a) me gustaba o atrajo mucho la otra persona
b) simplemente quería experimentar y saber qué se sentía
c) porque se presentó la oportunidad
d) había consumido alcohol o drogas y “me dejé llevar”
44. Desde que tuvo su primera relación sexual con penetración y hasta el día de hoy, ¿cuántas parejas
sexuales ha tenido?
a) solamente una
b) entre 2 y 4 parejas
c) entre 5 y 7 parejas
d) más de 8 parejas
45. Si has tenido más de una pareja sexual, por lo regular, ¿en qué circunstancia social se encontraba?
a) familiar
b) de amistad
c) de recreación (fiesta o reunión)
d) de noviazgo
e) de trabajo
46 Si has tenido más de una pareja sexual, ¿qué te motivó a tenerlas?
a) me gustaban mucho las otras personas con las que tuve relaciones
b) simplemente quería experimentar con diferentes parejas
c) porque se presentó la oportunidad para tenerlas
d) había consumido alcohol o drogas y me “dejé llevar”
47. Si has tenido más de una pareja sexual, ¿con qué frecuencia utilizas preservativo?
a) siempre (en todas las relaciones)( pasar a la pregunta 48 )
b) ocasionalmente (a veces sí, a veces no)( pasar a la pregunta 49 )
c) nunca ( pasar a la pregunta 49 )
48. Si siempre has utilizado preservativo con diferentes parejas, ¿nos podrías señalar por qué?
a) para evitar embarazos
b) para evitar una infección de transmisión sexual/sida
c) porque simplemente disponía de uno y lo uso
d) porque en cada relación mi pareja me lo exigía
49. Si ocasionalmente o nunca utilizas preservativo con diferentes parejas, ¿nos podrías señalar por qué?
a) a la pareja del momento no le gustaba utilizarlo
b) no disponía de uno en el momento
c) nunca lo he sabido utilizar
d) me parece que vuelve poco placentera la relación
50. A lo largo de tu vida sexual activa, ¿has tenido relaciones sexuales con parejas ocasionales, es decir,
con personas a las que conocías poco o simplemente no conocías?
a) sí
b) no
51. En caso de que hayas tenido relaciones sexuales con parejas ocasionales, ¿cuál consideras que fue
el motivo o razón para hacerlo?
a) me gustaba o atrajo mucho la otra persona
b) simplemente quería experimentar con otras personas
c) porque se presentó la oportunidad para tenerlas
d) había consumido alcohol o drogas y “me dejé llevar”
52. Si has tenido relaciones sexuales con parejas ocasionales, ¿podrías indicar en qué circunstancia
social te encontrabas justo antes de tenerlas?
a) familiares
b) de amistad
c) de noviazgo
d) de recreación (fiesta o reunión)
e) de trabajo
53. Si has tenido relaciones sexuales con parejas ocasionales, ¿has utilizado preservativo?
a) siempre (en todas las relaciones)( pasar a la pregunta 54 )
b) ocasionalmente (a veces sí, a veces no) ( pasar a la pregunta 55 )
c) nunca ( pasar a la pregunta 55 )
54. Si siempre utilizas preservativo cuando tienes relaciones con parejas ocasionales, ¿nos podría
señalar por qué?
• para evitar embarazos
• para evitar una infección de transmisión sexual/sida
• porque simplemente disponía de uno y lo uso
• porque en cada relación la pareja me lo exigía
55. Si ocasionalmente o nunca utilizas preservativo cuando tienes relaciones sexuales con parejas
ocasionales, ¿nos podrías señalar por qué?
a) a la pareja del momento no le gustaba utilizarlo
b) no disponía de uno en el momento
c) nunca lo he sabido utilizar
d) me parece que vuelve poco placentera la relación
56. En lo que va de 2002, es decir, del mes de enero de este año y hasta el día de hoy, ¿cuántas parejas
sexuales has tenido?
a) ninguna
b) sólo 1
c) entre 2 y 5 parejas
d) entre 5 y 7 parejas
e) más de 8 parejas
57. Considerando que ya has iniciado tu vida sexual, ¿nos podrías indicar cuál de los siguientes tipos de
relaciones practicas con mayor frecuencia?
a) homosexuales
b) bisexuales
c) heterosexuales
58. Nos podrías señalar, ¿cuál es la modalidad de intercambio sexual que practicas con más frecuencia?
a) introducción del pene en la vagina
b) introducción del pene en el ano
c) sexo oral
59. A lo largo de tu vida sexual, ¿con qué frecuencia tomas la iniciativa para involucrarte en una relación
sexual?
a) siempre
b) ocasionalmente
c) nunca
SÓLO PARA PERSONAS QUE NO HAN TENIDO RELACIONES SEXUALES CON PENETRACIÓN
60. A pesar de que no has tenido relaciones sexuales con penetración, ¿en tu vida se han presentado
ocasiones para tenerlas?
a) sí
b) no
61. ¿Qué te ha motivado para no tener relaciones sexuales con penetración?
a) espero hacerlo por amor
b) mi religión y mis creencias no me lo permiten
c) previamente tuve una experiencia desagradable
d) considero que hay que ser responsable con mi sexualidad
e) no me sentía preparada/o para tenerlas
62. En el supuesto caso de que tuvieras relaciones sexuales, ¿utilizarías preservativo?
a) sí
b) no
REFERENCIAS
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INVENTARIO BREVE PARA EL MODELO DE CINCO FACTORES DE PERSONALIDAD:
INVENTARIO DE PERSONALIDAD BIG-35
René Gempp
Facultad de Psicología,
Universidad Mayor
Introducción
Problema por tratar
El estudio de la personalidad, entendida como los patrones cognitivos, emocionales y conductuales
característicos de los individuos (Funder, 2001a), es uno de los terrenos más fértiles y distintivos de la
psicología científica (Vollmer, 2000). Es, al mismo tiempo, un campo extraordinariamente activo en el
presente; quizás más que en el cualquier otro momento de su historia (Funder, 2001b, pp. 198). Esta
inusitada actividad investigadora tiene varios orígenes. Uno de ellos, es la sumatoria de estudios
empíricos que corroboran la consistencia comportamental entre situaciones distintas, y que habitualmente
arrojan correlaciones de r=.40 o más entre la conducta exhibida en dos situaciones diferentes (Funder y
Colvin, 1991). Este tipo de resultados ha confirmado la existencia de disposiciones cognitivo-emotivoconductuales relativamente estables en las personas, respondiendo así a las críticas del "situacionismo"
(Mischel, 1968) y resolviendo el debate "persona-situación", de la década de 1970, a favor de la
perspectiva personalista.
Por otro lado, y a raíz de la casi resolución del debate "persona-situación", ha resurgido el interés, en
particular desde la década de 1980 en adelante, por encontrar un modelo estructural de la personalidad,
que sea universalmente válido. Un modelo de esa clase permitiría describir los elementos fundamentales
que conforman la personalidad y la manera en que éstos se organizan. A este respecto, muchos teóricos
contemporáneos (e.g. Hogan, Johnson y Briggs, 1997) coinciden en atribuir una porción de
responsabilidad en el resurgimiento de la investigación en personalidad, a la adopción consensual del
Modelo de los Cinco Factores (en adelante MCF), como la mejor descripción de las dimensiones básicas
de la personalidad. Aunque diferentes autores bautizan y definen de manera ligeramente distinta dichos
factores, una nomenclatura relativamente consensual, acepta que el MCF está integrado por las cinco
dimensiones conocidas como: (I) Surgencia o Extraversión, (II) Agradabilidad o Sociabilidad, (III)
Concienzudez o Responsabilidad, (IV) Neuroticismo o Estabilidad Emocional, y (V) Apertura a la
Experiencia o Intelecto o Cultura. La discrepancia respecto de los nombres exactos de los factores
obedece, fundamentalmente, al uso de descriptores de personalidad un tanto diferentes. Esto último se
origina en la diferencia de criterios utilizados por cada autor para seleccionar sus descriptores y para
desarrollar sus taxonomías (John, Goldberg y Angleitner, 1984).
Aunque el MCF se propone como un modelo universalmente válido de los componentes básicos de la
personalidad (Goldberg, 1981), existen antecedentes (e.g. Díaz-Loving, 1998; Triandis y Suh, 2002) para
presumir que algunas características idiosincráticas (émicas) de ciertas culturas pueden restar validez a
las adaptaciones transculturales de los instrumentos desarrollados para medir el modelo en culturas
anglosajonas. En estos casos, se requiere de instrumentos locales capaces de describir las dimensiones
básicas del MCF en un lenguaje o formato apropiado para los miembros de esa cultura.
Este trabajo presenta un instrumento destinado a evaluar, de manera breve, las dimensiones de
personalidad
comprendidas
por
el
MCF.
Modelos teóricos del instrumento
El estudio científico de la estructura básica de la personalidad ha seguido dos grandes vertientes. La
primera, de acento marcadamente biológico, se ha concentrado en describir las dimensiones básicas del
temperamento. Según Hogan et al, (1997), los orígenes de esta aproximación se encuentran en el
concepto de introversión – extroversión introducido tempranamente por Jung (ver Watson y Clark, 1997,
para una descripción detallada de la historia de este concepto), que más tarde inspiró el trabajo de
Guilford y Guilford (1934, 1936) y la elaboración posterior del Inventario de Temperamento de Guilford-
Zimmerman (1949), destinado a medir tres factores jerárquicos denominados "Neuroticismo",
"Sociabilidad" y "restricción versus impulsividad". Fue a partir de estos trabajos que Eysenck desarrolló su
modelo de tres dimensiones ("Neuroticismo", "Extraversión-introversión" y "Psicoticismo"), y el
Cuestionario de Personalidad de Eysenck para medirlas (EPQ; Eysenck y Eysenck, 1975). Estudios
posteriores en esta línea de trabajo originaron el Modelo BIS/BAS de Gray (1987), y los modelos de
personalidad de Zuckerman (1991) y Cloninger (1993).
Una segunda línea de investigación sobre la estructura de la personalidad, desarrollada en forma
independiente de las aproximaciones temperamentales, se basa en la hipótesis léxica fundamental
enunciada por Galton (1884). Esta hipótesis propone que las diferencias individuales más importantes
para la interacción entre las personas, se encuentran codificadas en el lenguaje; para cualquier conducta
respecto de la cual las personas se puedan diferenciar entre sí, surgirán códigos lingüísticos que permitan
nominarla. De esta manera, en cualquier cultura y en cualquier idioma, existirán términos para describir el
repertorio básico de diferencias individuales relevantes. Según Galton (1884) sería posible identificar los
aspectos centrales de la personalidad, analizando los significados subyacentes de los adjetivos
descriptores del carácter. El mismo autor propuso que la mejor fuente de estos descriptores podría ser un
buen diccionario.
Aunque el propio Galton compiló expresiones lingüísticas para probar su hipótesis, los primero estudios
empíricos del enfoque comenzaron recién en la tercera década del siglo XX, principalmente a través de
Thurstone (1934), quien fue el primero en sugerir que la personalidad podía ser descrita a través de
adjetivos que, al factorizarse, quedaban reducidos a cinco dimensiones básicas.
Sin embargo, el inicio de la investigación sistemática a gran escala del enfoque léxico, suele fijarse en el
trabajo clásico de Allport y Odbert (1936), quienes compilaron una lista de descriptores de la personalidad
extraídos del Webster’s Unabribged Dictionary of the English Language. Este estudio fue continuado
posteriormente por Norman (1967) quien amplió el listado original, agregando términos extractados de la
tercera edición del mismo diccionario. Los listados de adjetivos construidos sucesivamente, han sido la
base para el desarrollo de varias representaciones estructurales de la personalidad, entre ellas, las de
Cattell (1943) y, las distintas variedades el MCF (para una revisión exhaustiva del desarrollo histórico de
las taxonomías de personalidad basadas en el enfoque léxico, ver John, 1990; John, Angleitner y
Ostendorf, 1988; y Wiggins y Trapnell, 1997).
El catálogo de Allport y Odbert (1936) comenzó como un listado simple de 17.953 términos que los
propios autores agruparon en cuatro categorías. Casi la cuarta parte de los términos fueron compilados
en una primera categoría, que incluía los términos que describían tendencias consistentes y estables del
carácter (e.g. "introvertido", "agresivo"). Otra cuarta parte del listado original formó la segunda categoría,
aglutinando las expresiones que describían estados situacionales (e.g. "contento", "enojado"). Además, un
29% de los términos se agregó a la tercera categoría, conformada por expresiones que reflejaban
enjuiciamiento social, valoración y/o juicios evaluativos (e.g. "valioso", "digno"). La cuarta categoría
agrupó a todos los términos que ofrecían dudas sobre su pertenencia a una categoría específica o que
aludiera a características físicas (e.g. "bonito", "feo") o intelectuales.
La tradición iniciada por Allport y Odbert (1936) y continuada por Cattell (1943) y los investigadores
léxicos que le siguieron, se basó en el primero de los listados, es decir, los descriptores de características
estables. Los términos que describían estados situacionales, así como los términos evaluativos, han sido
regularmente eliminados de los análisis.
Por otro lado, hay que precisar que de todas las aproximaciones lingüísticas concebibles para la
clasificación y análisis de términos descriptores de la personalidad (e.g. frecuencia de aparición,
sinonimias, cualidades fonetográficas, organización sintáctica), el enfoque léxico se asienta en el análisis
de las expresiones (sustantivos, adjetivos y verbos) y, en particular, de los nombres (adjetivos y
sustantivos) de acuerdo al simple parámetro de frecuencia (número de veces que aparece su significado,
con utilización de sinónimos).
Siguiendo ambos criterios, Cattell (1943) utilizó los términos más frecuentes del primer listado de Allport y
Odbert (1936) como punto de partida para construir 171 escalas, la mayoría de las cuales eran bipolares.
Luego de aplicarlas a un número suficiente de sujetos y guiado por las correlaciones interescalas, logró
formar 35 agrupaciones bipolares de términos relacionados. Estas agrupaciones le permitieron desarrollar
posteriormente escalas de clasificación que utilizó en varios estudios, en cada uno de los cuales las
correlaciones entre las variables fueron factorizadas empleando técnicas de rotación oblicua.
Como producto final de sus estudios, Cattell logró aislar alrededor de 12 factores, los cuales, sin embargo,
no han podido ser replicados por otros autores que han analizado factorialmente sus datos (e.g. Digman y
Takemoto-Chock, 1981; Fiske, 1949; Norman, 1963; Tupes y Cristal, 1961). La diferencia de resultados
es atribuida al uso de distintos métodos de rotación factorial: mientras Cattell privilegiaba el uso de
rotaciones oblicuas, los autores modernos han empleado métodos de rotación ortogonal, lo que favorece
la extracción de dimensiones independientes.
Al mismo tiempo, análisis factoriales ortogonales basados en conjuntos de descriptores distintos a los de
Allport y Odbert (1936) también han descubierto una estructura compuesta de cinco dimensiones o
factores (Borgatta, 1964; Digman e Inouye, 1986; McCrae y Costa, 1985, 1987). A la fecha, si bien existe
consenso sobre la existencia de las cinco dimensiones básicas antes mencionadas, distintos grupos de
trabajo han desarrollado sus propios programas de investigación sobre la naturaleza y correlatos de estas
dimensiones.
Entre ellas, una de las más populares es la aproximación de Costa y McCrae (1988). Estos autores han
desarrollado paulatinamente una concepción propia del MCF, basada en sus estudios sobre la evolución
de la personalidad en la adultez. Su modelo, genéricamente denominado NEO-PI, (en alusión al
inventario del mismo nombre; una de las medidas más utilizadas para el estudio de la personalidad desde
el MCF), propone una taxonomía de cinco dimensiones denominadas "Neuroticismo", "Extraversión",
"Apertura a la experiencia", "Agradabilidad" y "Concienzudez". La características más distintivas del
modelo NEO-PI son, por una lado, el proponer determinadas facetas o subfactores para cada dimensión
y, por otro, el concebir las dimensiones como rasgos o disposiciones explicativas de la conducta de las
personas.
No obstante su importancia y popularidad, el modelo NEO-PI fue desarrollado a partir de los descriptores
distintivos ("marcadores") de cada dimensión identificados por Goldberg (1983). Este autor, por su parte,
es el principal representante de la aproximación estrictamente lexicológica al MCF. De hecho, la
expresión "Big Five", con que se denomina muchas veces al MCF, está reservada en propiedad para la
aproximación de Goldberg. En la conceptualización "Big Five", las cinco dimensiones corresponden a
"Surgencia", "Agradabilidad", "Concienzudez", "Estabilidad Emocional" e "Intelecto".
Uno de los trabajos más importantes de Goldberg, publicado en 1990, es referido habitualmente como el
hito clave en la consolidación del MCF. El artículo en cuestión (Goldberg, 1990) presenta tres estudios
independientes, en los que se demuestra la estabilidad de la estructura de cinco factores. En el primer
estudio, se utilizaron 1431 descriptores del listado de Norman (1967), agrupados en 75 conglomerados de
adjetivos, con los que se logró aislar una estructura pentafactorial ortogonal, en 10 replicaciones distintas
y empleando diversos métodos de factorización. En un segundo estudio, se refinó la lista de descriptores
y se redujo a 479 expresiones utilizadas comúnmente, que luego fueron agrupadas en 133 variables.
Análisis factoriales con distintos métodos de extracción, aplicados sobre las variables utilizadas en tareas
de autodescripción y de descripción de otras personas, también mostraron una estructura clara de cinco
factores. Un tercer estudio, basado 339 descriptores "puros" que fueron agrupados en 100 clusters arrojó,
nuevamente, una estructura factorial de cinco dimensiones.
Junto con demostrar la validez de la aproximación léxica en el estudio de la personalidad y la consistencia
de la solución de cinco factores, la investigación recién comentada (Goldberg, 1990) es relevante para los
objetivos de este trabajo, porque estableció la metodología estándar en el análisis de la estructura de un
conjunto de descriptores léxicos, la misma que ha sido replicada por otros investigadores en el área (e.g.
Almagor, Tellegen y Waller, 1995).
Con escasas excepciones (e.g. Block, 2001) un gran número de investigadores ha destacado el valor
heurístico de las dimensiones que conforman el MCF. Estas dimensiones son descritas, en mayor o
menor grado, en todos los manuales de personalidad editados desde 1990 en adelante (e.g. Hogan et al.,
1997; Andrés Pueyo, 1997), y tienen un espacio dedicado en los capítulos relativos a la personalidad del
Annual Review of Psychology (e.g. Funder, 2001b), en números especiales de revistas, y en los artículos
regulares de revistas científicas sobre psicología de la personalidad, clínica, social y general, aunque
como ya se anticipó, su denominación exacta y el orden de presentación varían ligeramente según el
teórico que proponga el modelo.
La investigación específica en torno al MCF, ha sido posible gracias al desarrollo de instrumentos de
evaluación basados en el modelo (e.g. NEO-FFI; Costa y McCrae, 1992). Estos cuestionarios, han
permitido profundizar en la red nomológica de las dimensiones, dilucidando su relación con diversas
variables. Sucesivas investigaciones, además, han establecido reiteradamente la validez transcultural de
los instrumentos más utilizados, como el NEO-FFI y el NEO-PI-R (e.g. McCrae, Costa, del Pilar, Rolland y
Parker, 1998) y han utilizado estos resultados como argumento para justificar la validez transcultural del
MCF propiamente tal.
En Chile, el modelo es poco conocido y, quizás por esa razón, comenzó a ser estudiado de manera
sistemática hace muy poco tiempo. No obstante, existen a lo menos dos grupos de investigación
independientes que han reportado evidencia sobre la validez transcultural del MCF, en ambos casos
basados en estudios psicométricos.
Por un lado, Vinet y Saiz (1996) introdujeron en nuestro país el NEO-FFI (Costa y McCrae, 1992), uno de
los instrumentos más populares para trabajar con el MCF. Estos autores propusieron también las
denominaciones chilenas para los factores medidos por el NEO-FFI (Vinet y Saiz, 1997) e investigaron la
validez convergente de este instrumento (Vinet, Fuentes, Melo, Muñoz, y Saiz, 1992), a través de la
réplica transcultural de un trabajo realizado en Estados Unidos por Piedmont, McCrae y Costa (1992). Al
igual que en el estudio original, examinaron la validez de constructo del NEO-FFI a partir de la correlación
de sus escalas con una medida de necesidades psicológicas, encontrando resultados similares a los
norteamericanos, que ratificaban, en general, la validez del instrumento y con ello del modelo en nuestro
país. Al mismo tiempo, un análisis factorial parcelado de los 60 ítems del NEO-FFI (Gempp y Vinet, 1997)
arrojó una estructura factorial consistente con los cinco factores propuestos teóricamente, lo cual
nuevamente ratificaba la validez del modelo.
En otra línea de estudios en torno al MCF en Chile, nuestro equipo de investigación ha seguido dos
caminos de trabajo. La primera, actualmente en curso, está intentando replicar el proceso original de
elaboración del MCF, empleando una metodología similar a la empleada por Benet-Martinez y John
(2000) y por De Raad, Perugini, Hrebícková y Szarota (1998), en países europeos. La segunda línea de
trabajo, se ha dedicado al desarrollo de medidas breves para la exploración del MCF. Un producto de este
trabajo, ha sido la adaptación de dos cuestionarios de evaluación de la personalidad, basados en dos
versiones distintas del MCF, que han sido comparados en términos de su funcionamiento psicométrico y
de la dimensionalidad factorial de sus ítems, con resultados satisfactorios. Otro producto de esta línea de
estudios, ha sido el desarrollo del BIG-35, un autorreporte breve, para la investigación del MCF.
Descripción del instrumento
El BIG-35 es un autorreporte conformado por 35 afirmaciones en primera persona, referidas a modos
habituales de sentir pensar o actuar. Las afirmaciones se presentas antecedidas por la palabra "YO", en
mayúsculas. El respondiente es instruido para indicar su grado de acuerdo o desacuerdo con cada
afirmación, utilizando una escala tipo Likert, de cinco puntos, acotada por los valores extremos "Muy de
Acuerdo" y "Muy en desacuerdo". El inventario consta de siete afirmaciones para cada factor del MCF, los
que
son
conceptualizados
como:
1. Neuroticismo. Expresa la tendencia a reportar estrés, irritabilidad, cambios anímicos, tristeza,
preocupaciones
y
ansiedad.
2. Extroversión. Manifiesta la tendencia a reconocerse como una persona enérgica, habladora, prosocial y
que
gusta
ser
el
centro
de
atención.
3. Cultura. Expresa una predisposición favorable hacia el arte, la filosofía y la reflexión.
4. Agradabilidad. Refiere una orientación prosocial, indicando interés y disposición hacia los demás.
5. Responsabilidad. Indica, por un lado, la preferencia por el orden y la sistematicidad en la realización de
tareas y, por otro, la tendencia a cumplir con los plazos y metas establecidos para el cumplimiento de
objetivos.
El BIG-35 fue desarrollado a partir de la conceptuación del MCF propuesta por Goldberg (1990).
Utilizando este referente, se convocó a tres jueces expertos a quienes se les solicitó formular 20 ítems
para medir cada una de las dimensiones del modelo. El trabajo fue orientado proporcionando ejemplos de
ítems representativos de cada dimensión, utilizados en otros instrumentos basados en el MCF. Una vez
concluido el trabajo de los jueces, ambos autores elaboraron una versión sintética de 200 ítems (40 por
cada factor), que fueron nuevamente presentados a los expertos, con la instrucción de seleccionar los 10
ítems más representativos de cada dimensión. La selección fue organizada en un cuestionario de 50
ítems que fue sometido a un an
El BIG-35 fue administrado a una muestra de 417 estudiantes chilenos, provenientes de dos
universidades del sur del país. Los estudiantes cursaban primer a tercer año en un amplio rango de
carreras universitarias y eran mayoritariamente mujeres (76,3%). El cuestionario original fue respondido
en horario de clases y fue presentado en el contexto de una investigación más amplia desarrollada por el
primer autor.
Formas de corrección
El BIG-35 es corregido a partir de la sumatoria simple de sus ítems. El instrumento consta de siete series
de cinco afirmaciones cada una. En cada serie, el primer ítem corresponde "Neuroticismo", el segundo a
"Extroversión", el tercero a "Cultura", el cuarto a "Agradabilidad" y el quinto a "Responsabilidad". El
puntaje de cada factor se obtiene sumando los ítems primero, segundo, tercero, cuarto o quinto de cada
serie, según la dimensión que se requiera evaluar. La única consideración es invertir previamente la
puntuación de los ítems que son presentados de manera negativa, es decir, los ítems 7, 10, 11, 13, 15,
16, 17, 20, 21, 22, 32, 33, 34 y 35.
Propiedades Psicométricas del Instrumento
A la fecha, las propiedades psicométricas del instrumento han sido estudiadas sólo en la muestra original.
En esta muestra, se realizó un análisis de componentes principales sobre los 50 ítems originales, para
aislar un conjunto de ítems de mostraran una estructura simple. Se verificó primero la factorizabilidad de
los ítems, obteniéndose un índice KMO=.76; un test de Bartlett significativo (Chi=3380.517; p<.001) y un
determinante de la matriz de correlaciones cercano a cero (Det.=.0002), todos los cuales resultan
satisfactorios. A continuación, se realizó una reducción de la dimensionalidad, mediante análisis de
componentes principales, seguido de una rotación varimax. El examen simultáneo del scree plot y del
tamaño de los autovalores, sugirió la extracción de 5 factores, los cuales logran explicar un 41% de la
varianza total.
La inspección de la solución rotada llevó a los autores a eliminar aquellos ítems que mostraran una carga
factorial inferior a .30 en cualquier factor o cuya carga secundaria en algún factor fuera superior a .20.
Ambos criterios permitieron aislar un total de 35 ítems (7 ítems por factor), en estructura simple obtenida
con rotación varimax.
A continuación, se calculó la fiabilidad por consistencia interna de los ítems que componen cada escala y
se estudió la capacidad discriminativa de cada ítem a partir de su correlación con el puntaje total
corregido. La consistencia interna de cada escala, computada a través del alfa de Cronbach, alcanzó
valores de .79, .73, .73, .75 y .57 para las escalas de Extroversión, Agradabilidad, Responsabilidad,
Neuroticismo y Apertura, respectivamente. En esta última escala, la capacidad discriminativa de los ítems
fluctuó entre .20 y .32, mientras que en las restantes escalas, la correlación ítem – total corregida, varió
entre .35 y .55.
Los resultados obtenidos indican que el BIG-35 cuenta con una adecuada validez factorial y una fiabilidad
óptima para cuatro de sus cinco escalas. La escala de "Responsabilidad" no muestra una consistencia
idónea, pero debe recordarse que el alfa de Cronabch representa el límite inferior de la fiabilidad de la
escala y que tiende a subestimar la fiabilidad en el caso de los ítems congenéricos. Lo anterior, plantea la
necesidad de realizar nuevos estudios sobre la fiabilidad de la escala de "Responsabilidad". 3
Aspectos por considerar
Los principales aspectos a considerar, antes de utilizar el BIG-35, tienen que ver que con las propiedades
psicométricas del instrumento, por un lado, y por su fundamento teórico, por otro.
Sobre el primer punto, cabe indicar que el BIG-35 se encuentra todavía en una fase experimental. Aunque
sus propiedades psicométricas resultan satisfactorias, es preciso realizar nuevas investigaciones, sobre
muestras de mayor volumen, antes de extraer conclusiones definitivas sobre la estructura interna de las
respuestas. En el caso concreto de la escala de "Responsabilidad", es preciso establecer su fiabilidad
mediante procedimientos más sofisticados y, al mismo tiempo, revisar su validez en este tipo de muestras.
Lo anterior implica la necesidad de realizar estudios de validez en los que se pueda, por ejemplo,
comprobar la composición factorial del instrumento con técnicas confirmatorias o, verificar la red
nomológica de los factores. Nuestro equipo se encuentra actualmente trabajando en este campo. Otro
aspecto a considerar, en lo que toca a la validez del instrumento, es la equivalencia entre el BIG-35 y
otras medidas desarrolladas bajo el MCF.
Respecto al fundamento teórico del instrumento, cabe considerar que, no obstante los promisorios
resultados encontrados en éste y otros trabajos de nuestro equipo, puede resultar apresurado concluir
que el MCF es válido en Chile o Latinoamérica únicamente a partir de argumentos psicométricos. La
evidencia de validez factorial y convergente de los instrumentos, sólo indica que las respuestas de los
sujetos chilenos siguen un patrón de covariación concordante con los cinco factores propuestos, pero no
permite concluir nada sobre la importancia que estas dimensiones tienen para describir la personalidad de
los sujetos de la muestra.
En este sentido, el trabajo de Williams, Saterwhite y Saiz (1998) en relación a la importancia psicológica
de los rasgos asociados al MCF, demuestra que, aún cuando las dimensiones del MCF puedan ser
utilizadas por los miembros de una determinada cultura, eso no significa que ellas sean las más
relevantes para describir a los miembros de dicha cultura.
En una línea de argumentación similar, teorizando sobre el papel de las psicologías indígenas y, en
particular, de la aproximación etnometodológica propuesta por la psicología social mexicana, Diáz-Loving
(1998) comenta que el afán de trabajar con constructos éticos (universales) puede llegar a oscurecer las
características émicas (idiosincráticas) de una cultura, las cuales tienen un impacto comprobado en la
personalidad de sus miembros. Es cierto que al privilegiar los modelos éticos por sobre los émicos, se
maximiza la comparabilidad entre sujetos de distintas culturas, pero sin garantía de estar comparando
características relevantes.
Sobre la misma idea, Triandis y Suh (2002), apelan a la numerosa evidencia que prueba el impacto de la
cultura sobre la personalidad, para concluir la necesidad de cautela a la hora de asumir la validez
transcultural del MCF. Estos autores observan que los estudios que han analizado la estructura de la
personalidad considerando características culturalmente específicas, sin hipotetizar a priori una estructura
pentafactorial, (e.g. Benet-Martinez y John, 2000) arriban a resultados distintos al MCF. Un ejemplo
representativo de este tipo de estudios, fue realizado por De Raad, Perugini, Hrebícková y Szarota (1998).
Estos autores replicaron el proceso original con el cual se construyó el MCF, pero esta vez en países
europeos. Contra lo anticipado, los resultados apuntaron a un modelo de siete factores en vez de cinco,
para explicar la estructura de la personalidad.
A la luz de estos antecedentes, cabe recordar a los potenciales usuarios del BIG-35 y de otros
cuestionarios de personalidad adaptados y/o construidos sobre modelos teóricos anglosajones, que la
validez de los instrumentos no constituye evidencia de que las dimensiones de personalidad propuestas
por las respectivas teorías sean la mejor representación de la estructura básica de la personalidad de los
sujetos evaluados.
Por el contrario, la línea argumental recién expuesta sugiere que la estrategia más apropiada para
determinar la validez del MCF, debería basarse en dos fuentes de evidencia. Primero, sería necesario
explorar cuales son los descriptores léxicos más utilizados por los individuos de esa cultura y cuál es su
estructura (estructura émica). Segundo, se analizaría la similitud entre la estructura émica descubierta y el
MCF, que operaría como estructura ética de referencia. En la actualidad, nuestro equipo se encuentra
realizando investigaciones en esta línea, que esperamos puedan transformarse en una contribución a la
investigación de la personalidad en nuestros países, en un futuro cercano.
De las reflexiones anteriores se desprenden dos sugerencias prácticas. Primero, que el BIG-35 resulta
más apropiado, en este momento, para la investigación y el screening, que para el diagnóstico preciso.
Segundo, que es deseable que los investigadores interesados puedan desarrollar estudios de validez
independientes, antes de intentar construir normas interpretativas.
El Instrumento
INVENTARIO BIG-35 ©
NOMBRE:
EDAD:
FECHA: / /
A continuación encontrará un conjunto de afirmaciones que se refieren a cosas que usted puede sentir,
pensar o hacer. Frente a cada una de ellas indique en qué medida está usted de acuerdo con lo que
señala la frase, marcando con una cruz la opción correspondiente.
Tenga en cuenta que no hay respuestas buenas o malas. Sus respuestas debe reflejar lo que usted
VERDADERAMENTE siente, piensa o hace y no lo que usted considera que debería sentir, pensar o
hacer. No se detenga mucho en cada pregunta. Trabaje con rapidez y responda de acuerdo a su primera
impresión.
YO…
1 Muy de Acuerdo
2 De Acuerdo
3 No estoy seguro
4En desacuerdo
5 Muy en desacuerdo
1.
A menudo me siento triste.
1 2 3 4 5
2.
Soy el alma de las fiestas.
1 2 3 4 5
3.
Creo que el arte es importante.
1 2 3 4 5
4.
Hago que los demás se sientan bien a mi lado.
1 2 3 4 5
5.
Hago mis quehaceres sin demora.
1 2 3 4 5
6.
Tengo cambios frecuentes de ánimo.
1 2 3 4 5
7.
Soy de pocas palabras.
1 2 3 4 5
8.
Simpatizo con aquellos políticos que tienen ideas liberales. 1 2 3 4 5
9.
Me intereso por las personas.
1 2 3 4 5
10. No aprovecho bien el tiempo.
1 2 3 4 5
11. Casi nunca me irrito.
1 2 3 4 5
12. Logro captar la atención de la gente.
1 2 3 4 5
13. No disfruto enrollándome con ideas filosóficas.
1 2 3 4 5
14. Simpatizo con los sentimientos de los demás.
1 2 3 4 5
15. No termino lo que empiezo.
1 2 3 4 5
16. Estoy relajado la mayor parte del tiempo.
1 2 3 4 5
17. Prefiero pasar inadvertido en situaciones grupales.
1 2 3 4 5
18. Trato de utilizar un vocabulario elevado.
1 2 3 4 5
19. Soy blando de corazón.
1 2 3 4 5
20. Evito mis deberes.
1 2 3 4 5
21. No me molesto con facilidad.
1 2 3 4 5
22. Prefiero no llamar mucho la atención.
1 2 3 4 5
23. Tengo un rico vocabulario.
1 2 3 4 5
24. Me hago tiempo para los demás.
1 2 3 4 5
25. Gusto del orden.
1 2 3 4 5
26. Me estreso fácilmente.
1 2 3 4 5
27. No me incomodo siendo el centro de atención.
1 2 3 4 5
28. Paso bastante tiempo reflexionando.
1 2 3 4 5
29. Empatizo con las emociones de los demás.
1 2 3 4 5
30. Hago mi trabajo con precisión.
1 2 3 4 5
31. Me preocupo demasiado por las cosas.
1 2 3 4 5
32. Soy tímido cuando estoy con extraños.
1 2 3 4 5
33. Tengo problemas para entender ideas abstractas.
1 2 3 4 5
34. No estoy realmente interesado en los demás.
1 2 3 4 5
35. Dejo mis cosas por todos lados.
1 2 3 4 5
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IPQ: UN INSTRUMENTO PARA LA PREVENCIÓN DE QUEMADURAS EN NIÑOS
Pablo E. Vera-Villarroel
Liliana Cortés
María José Gutiérrez
Paulina Díaz
Escuela de Psicología
Universidad de Santiago de Chile
Introducción
Problema por tratar
Los accidentes constituyen la cuarta causal de muerte en América, entendidos en primer lugar en
términos de la pérdida de años de vida potencialmente productivos y en segundo, por el agente
específico, el huésped y los factores ambientales dependientes del accidentado (Morales, 1999).
En Latinoamérica las estadísticas muestran que los accidentes y la violencia son responsables de un
3,2% de las muertes en niños menores de cinco años y del 27% en niños entre los cinco y catorce años
(Bulboa y Ramírez, 1992).
A continuación se presentan en orden de prevalencia los accidentes más comunes en niños en Chile
(Torres, en Ewertz y Yachán 1986):
1. Heridas: causadas por Instrumentos cortantes o perforantes, armas de fuego, aplastamiento de
extremidades
y
dedos,
shock
físico
(objetos
caídos
sobre
ellos).
2.
Caídas
desde
alturas.
3. Quemaduras: provocadas por líquidos calientes, objetos calientes, productos químicos,, fuego,
electricidad
y
aparatos
eléctricos
y
otros.
4. Intoxicación: causada por productos médicos, domésticos, agrícolas, monóxido de carbono, hongos y
plantas.
Picaduras
de
animales.
5. Asfixia: causada por la inhalación de sustancias letales, estrangulación o asfixia con sogas u otros
objetos durante los juegos. Muerte por inmersión.
Como se observa, las quemaduras son la tercera causa de accidente en niños. Dentro de los accidentes
más comunes existen las quemaduras provocadas por líquidos calientes, objetos calientes, productos
químicos y otros (fuego, electricidad y aparatos eléctricos).
COANIQUEM (2001) jerarquiza los agentes más comunes de daño por quemaduras de la siguiente
manera: escaldados o líquidos calientes, objetos calientes, fuego, electricidad y otros (ver figura 1).
Gráfica 1- Porcentajes en relación tipos de agentes de quemaduras en niños (COANIQUEM, 2001)
En Chile, de acuerdo a las investigaciones del Ministerio de Salud (MINSAL, 2001) entre 1996 y 1998, se
concluye que los niños varones entre 1 y 4 años de edad, son quienes presentan la tasa de mortalidad
más alta de la población, por exposición a agentes de quemaduras. Esto define la relevancia del tema ya
que se calcula que alrededor de 162.000 personas menores de 15 años en Chile sufren de quemaduras
de diversa índole anualmente. Esta cifra corresponde al 3.9% de la población total menor de 15 años.
La Corporación de Ayuda al Niño Quemado (COANIQUEM, 2001) en su estimación anual infiere que sólo
el 23% de las personas consulta en cualquiera de los servicios de salud de las diferentes regiones del
país, y de los consultantes, el 30% asiste a COANIQUEM, requiriendo algún tipo de rehabilitación.
Demostrándose así que no existe una cultura de promoción ni prevención respecto al auto cuidado en
nuestra población, en cuanto a los accidentes producidos por quemaduras.
De acuerdo al mismo estudio, los casos de niños accidentados por quemaduras a lo largo del país, se
concentran fundamentalmente en la Región Metropolitana (Santiago) con un 38.9%.
COANIQUEM, reconoce que además de las estimaciones anuales, no existen estudios específicos de
incidencia y prevalencia de quemaduras, situación que obstaculiza la medición del impacto de las
campañas de prevención a nivel nacional que desarrolla esta organización y por lo tanto, resulta
imprescindible estructurar un sistema de medición anual y de seguimiento de los casos en la población,
para perfeccionar constantemente el modelo de prevención.
Con relación a este tipo de accidentes se conocen algunos estudios que ayudan a caracterizar la
temática. Así se sabe que el mayor riesgo se encuentra bajo los cuatro años siendo las quemaduras más
frecuentes el derrame de líquidos calientes (COANIQUEM, 2001).
Las quemaduras generan un complejo cuadro de consecuencias, que van desde los múltiples
procedimientos diagnósticos y terapéuticos invasivos, al desarrollo de graves complicaciones
multisistémicas y de secuelas físicas, funcionales, sensoriales y psíquicas a las que está expuesta la
víctima en mayor o menor intensidad, dependiendo de la existencia, calidad y continuidad del tratamiento
(Cebados, 1998). En este sentido se transforma en un estresor psicosocial, en donde los sujetos deben
afrontar de la mejor manera posible. Estas consecuencias no sólo las debe enfrentar el paciente si no que
también generan diversas reacciones en las personas que lo rodean. Incluso, se ha encontrado
diferencias en las estimaciones de los estados emocionales cuando se han evaluado directamente a los
pacientes y también al personal médico que los atiende (Adcock, Goldberg, Patterson y Brown, 2000).
Modelos teóricos del instrumento
La investigación ha demostrado (Meneghello, Fanta, Paris, y Rosselot, 1991) que los accidentes pueden
prevenirse cuando los factores de riesgo se identifican y controlan, y que al hacerlo aparece una muy
favorable ecuación de daño producido en comparación a los costos de programas de seguridad,
demostrándose
que
la
inversión
en
prevención
es
favorable.
Con relación a los accidentes por quemaduras, la mayoría de las investigaciones psicológicas se ha
concentrado en las características de los accidentes por quemaduras y las consecuencias de estrés
emocional (Lawrence, Heinberg, Roca, Munster, Spence y Fauerbach, 1998).
Por otra parte, es sabido que los accidentes pueden reducirse si nos situáramos en el momento previo al
desencadenamiento de las variables que los disparan. Adicionalmente es necesario tener presente que la
conducta es la respuesta final de una serie de procesos psicológicos que la preceden. Para que un
individuo ejecute una acción necesita recibir información de su medio, interpretar subjetivamente su valor
y decidir cómo responderá frente a dicha información. Es decir, realiza la secuencia de conocimiento,
creencia y comportamiento, la cual se desarrolla para todos los ámbitos en los que las personas se
desenvuelven.
En este sentido, es esencial prevenir conductas de riesgo, pero también acercarnos a los pensamientos y
actitudes que preceden estas conductas, los cuales pueden convertir a los adultos en protectores
eficientes de sus hijos y a éstos en sujetos activos en la adquisición de herramientas que fomenten el auto
cuidado y la salud.
Para establecer cómo es que las personas piensan respecto del riesgo de accidentes, se hace necesaria
una aproximación a sus creencias, a los conocimientos que tengan y a la ejecución de conductas que en
la realidad desarrollen, en un intento por contrastar el discurso con la acción. El supuesto de cómo
nuestros pensamientos, creencias y actitudes pueden influir en nuestros comportamientos preventivos
están a la base de diversos modelos teóricos usualmente utilizados en Psicología de la Salud.
Por otra parte, existe consenso en el papel de los adultos tanto para la prevención de accidentes como
para la promoción de la salud en los niños. Así es fundamental lo que los adultos conozcan, piensen y
realicen ya que ellos actúan como modelos de comportamientos saludables así como también pueden
facilitar ciertas situaciones de riesgos en los niños. De esta forma una línea de prevención y promoción de
la salud en los niños es trabajar directamente con los adultos cercanos a ellos como por ejemplo sus
padres (Vera-Villarroel, Bastías, Cabrera y Guzmán, 2001).
De esta forma el instrumento que se presenta aquí se basa en los planteamientos de los Modelos de
creencias en Salud (Rosenstock, Strecher, y Becker, 1988) y de Acción Razonada (Ajzen y Fishbein,
1980).
Descripción del instrumento
Este instrumento fue diseñado para evaluar los conocimientos, creencias y comportamiento de madres y/
o cuidadores de niños menores de seis años. Para esto se trabajó con muestras de madres y /o
cuidadores (181 en total) de nivel socioeconómico medio-bajo consultantes de centros de salud publica de
la ciudad de Santiago de Chile.
La estructura de l instrumento se realizo bajo los siguientes conceptos y dimensiones:
Conocimiento; se definió como la información recibida respecto a la prevención de accidentes por
quemaduras, dentro y fuera del hogar con relación al manejo de información sobre el comportamiento del
fuego en espacios abiertos; los conocimientos se definieron como la forma adecuada de preparación y
entrega de alimentos a los niños; el manejo de la información correcta sobre mantenimiento y uso de
artefactos y circuitos eléctricos dentro del hogar; el adecuado traspaso de esta información a los niños
desde las edades más tempranas y finalmente, el manejo de un repertorio de conocimientos necesarios
sobre los primeros auxilios que se deben tener al producirse una quemadura.
Creencias: Se entendió cómo los mensajes de salud asimilados por las personas, que afirmen que es
altamente arriesgado asumir que los niños pequeños puedan realizar roles de adulto en el hogar, en
cualquier circunstancia; valoren con un costo elevado para su salud no tomar múltiples precauciones al
exponerse a radiación solar y estimen beneficioso modelar a los niños en el uso del fuego para prevenir
un accidente por quemadura.
Comportamiento: Se definió como la ejecución de actividades orientadas al uso adecuado del fuego en
espacios abiertos; realización de acciones dentro del hogar destinadas a evitar el derramamiento de
alimentos calientes al cocinar y comer; establecimiento de comportamientos de modelaje en niños
pequeños, decidiendo racionalmente evitar peligros y fomentar volitivamente conductas inseguras;
proceder hacia acciones concretas para mantener la seguridad dentro del hogar relacionadas con el uso
de productos inflamables, artefactos eléctricos y mantenimientos de las redes; definir y establecer un área
de seguridad en el hogar para mantener el bienestar familiar respecto a los accidentes.
A partir de estas dimensiones se estructuró las versiones preliminares y versión final del instrumento
Inicialmente, el instrumento quedó construido por 90 preguntas tipo Likert que fueron obtenidas después
de realizar una revisión de la literatura, entrevistas a sujetos que cumplían con las características de la
muestra y entrevistas a expertos. Estas preguntas se realizaron de modo que se puedan evaluar las
creencias conocimientos y comportamientos. Posteriormente se eliminaron 66 preguntas, quedando
finalmente con 24 preguntas. De esta forma, la prueba final corresponde a un instrumento de lápiz y papel
que consta de un total de 24 ítems estructurados como escala tipo Likert frente a los que la persona debe
responder entre cinco alternativas que van desde la afirmación muy de acuerdo hasta muy en
desacuerdo. Adicionalmente, contempló un breve cuestionario demográfico de 7 preguntas,
correspondientes a identificar el sexo, edad, escolaridad, número de hijos, edad de los hijos, accidentes
por quemaduras y, por último, por el registro del consultorio al que asistía el individuo.
Forma de corrección
La forma de corrección del IPQ implica sumar los puntajes de cada pregunta. Un alto puntaje implica que
las madres y/o cuidadores presentan mejores conocimientos, creencias y comportamientos con respecto
a la prevención de las quemaduras en niños.
Propiedades Psicométricas del instrumento
Una vez construido los 90 ítems se procedió a establecer la validez de contenido de los reactivos. La
composición de la prueba piloto se obtuvo luego de someter 90 ítems a un estudio de confiabilidad a
través del coeficiente de acuerdo Interjuez. Los reactivos fueron evaluados por ocho profesionales
expertos del área médica y psicológica de la Corporación de Ayuda al Niño Quemado (COANIQUEM),
cuya área de trabajo abarca la prevención y rehabilitación en quemaduras. A partir de lo anterior, los
jueces evaluaron si los reactivos eran: 1) esenciales, 2) necesarios pero no esenciales o bien 3) no
necesarios. Para el cálculo del Coeficiente de Acuerdo se tomó en cuenta como criterio de selección sólo
la primera opción (esenciales), lo que dio como resultado, de acuerdo al número de jueces, que 30 ítems
fueran seleccionados puntuando 1. Posteriormente se realizó el análisis Kappa que mide el porcentaje de
Acuerdo Interjuez, el cual oscila entre 0 y 1, siendo el 1 el 100% de acuerdo. A su vez, estima el grado de
Significancia que debiera ser menor o igual a 0.05, es decir, constituye la probabilidad de tener un 95% de
certeza en el Acuerdo Interjuez (ver tabla 1).
Tabla 1- Resultados del análisis Kappa en la evaluación de los jueces
J1
J1
J2
J3
J4
J5
J6
J7
J8
J2
0.352
J3
0.004
0.007
J4
0.100
0.201
1.000
J5
0.011
0.000
0.001
0.002
J6
0.001
0.005
0.000
0.405
0.000
J7
0.001
0.001
0.003
0.004
0.001
0.001
J8
0.000
0.001
0.000
0.602
0.001
0.000
0.001
Versión piloto: Con respecto a la versión preliminar, el coeficiente de confiabilidad Alfa de Cronbach fue
de a =0.8644. Para la escala de conocimiento el a =0.8371; para la escala de creencia a =0.5045 y para la
escala de comportamiento a =0.6438. Posteriormente se procedió a eliminar los ítems necesarios de
acuerdo a si su correlación era negativa y su eliminación aumentaba el coeficiente de confiabilidad, de
modo adicional de reducir también la extensión del instrumento. De esta forma se excluyeron los
siguientes reactivos: conocimiento 7, creencia 8, comportamiento 13, creencia 15 y comportamiento 23;
estableciéndose la confiabilidad para toda la prueba a =0.9108, y por escala se estableció del siguiente
modo; conocimiento a =0.8521, creencia a =0.6331 y comportamiento a =0.7548.
Muestra definitiva: El índice de confiabilidad del IPQN fue superior a los índices por escalas
(conocimiento, creencia y comportamiento). Para el instrumento total, el coeficiente de confiabilidad Alfa
de Cronbach fue de a =0,8316, para la escala de conocimiento de a =0,7737, creencia a =0,4738 y la de
comportamiento de a =0,5938.
Validez de Constructo: La validez de constructo se estimó a través de un análisis factorial exploratorio de
componentes principales con rotación Varimax con el total de los ítems que constituye la prueba. El
análisis factorial agrupó a los ítems de la prueba en 8 factores, que explican un 60.84 % de la varianza,
considerando cargas factoriales iguales o superiores a 0.401.
El primer factor, denominado conocimientos en normas de seguridad presenta un valor propio de 2.538 y
un porcentaje de la varianza total explicado de 10.15% (ítems 1, 2,3 y 4).
El segundo factor, denominado conocimiento de prevención presenta un valor propio de 2.207 y un 8.83%
de varianza explicada (ítems 5,6 y7). El tercer factor tiene un valor propio de 2.197 y explica un 8.79% de
la Varianza, se denomina como comportamientos de prevención de accidentes (ítems 8,9,10 y11). El
cuarto factor tiene un valor propio de 2.023 y explica un 8.09% de la Varianza. Este factor ha sido
denominado como conocimientos de auto cuidado y cuidado hacia otros (ítems 12,13 y 14). El quinto
factor tiene un valor propio de 1.764 y explica en un 7.06% la varianza, se denomina conductas proactivas
de prevención (ítems 15,16 y 17). El sexto factor tiene un valor propio de 1.708 y explica un 6.833% de la
Varianza. Se denomina prevención en el hogar (ítems 18,19 y 20). El séptimo factor tiene un valor propio
de 1.483 y explica un 5.931% de la Varianza. Se denomina predisposición al riesgo (ítems 21 y 22). El
octavo factor tiene un valor propio de 1.291 y explica un 5.165% de la Varianza. Se denomina creencias
de riesgo del cuidador (ítems 23 y 24). Los ítems específicos y su carga factorial se pueden observar en la
tabla 2.
Tabla 2 - Análisis Factorial de los ítems del IPQN
ITEM
CARGA FACTORIAL
1. En la actualidad la ley prohíbe el uso doméstico de fuegos artificiales
0.718
2. El sol puede producir quemaduras graves
0.717
3. Los enchufes y alargadores de mi casa siempre están en perfecto estado
0.674
4. Yo como adulto debo dar un buen ejemplo a los niños cuando uso fuego
0.555
5. Los accidentes del hogar pueden prevenirse educando a los niños desde muy pequeños
0.740
6. Es peligroso que las personas estén cerca de una fuente de calor (cocina, estufa, brasero, 0.706
sol, etc.)
7. En caso de una quemadura, tengo que echar agua fría y acudir a un servicio de urgencia 0.586
rápidamente
8. Cuando salgo de paseo, debo apagar la fogata o el fuego con agua
0.707
9. Cuando cocino ubico los mangos de las ollas hacia adentro
0.624
10. Yo debería darles a mis hijos más información y entrenamiento para evitar quemaduras
0.584
11. Cuando doy de comer a los niños me aseguro que sus alimentos estén tibios
0.575
12. Usar bloqueador solar y sombrero para ir a la playa es innecesario
0.712
13. En verano les aplico a mis hijos bloqueador solar para protegerlos del sol
0.529
14. Los niños aprenden a hacer lo que observan de las personas que los cuidan a diario 0.514
(padres y otros)
15. Los enchufes de mi casa están tapados por los muebles
0.760
16. Conozco todos los productos inflamables que existen en mi hogar (parafina, alcohol, 0.581
diluyentes)
17. Debo establecer un espacio seguro en casa donde mis hijos jueguen
0.478
18. Jamás debo tener a los niños en brazos mientras estoy comiendo
0.752
19. Siempre llevo yo los platos calientes desde la cocina a la mesa
0.585
20. Planchar en la cama es un riesgo que debe evitarse
0.517
21. Sólo cuando hay un desperfecto en mi hogar me preocupo de revisar las conexiones 0.746
eléctricas y las cañerías de gas
22. Un aparato de cocina atornillado a la pared es más seguro
-0.651
23. Si salgo a comprar, mis hijos pequeños pueden quedarse solos un rato sin peligro
0.866
24. Mis hijos pueden cuidar las ollas cuando hablo por teléfono
0.582
Aspectos por considerar
Los problemas de salud pueden ser tratados y disminuidos mediante prácticas comportamentales
saludables. Adicionalmente a lo anterior, las variables psicológicas entendidas como conocimientos,
creencias y comportamientos son cruciales a la hora de prevenir estos estados como lo han demostrado
diversos estudios.
Es necesario resaltar el papel de las intervenciones preventivas que se realicen por medio de los adultos
protectores, ya que estos son los principales responsables de disminuir la probabilidad de un accidente o
una enfermedad en los niños. Son estos, precisamente, los que controlan gran parte de los
comportamientos infantiles y, por otro, lado al ser ellos los modelos de los estilos de vida y de salud que
los niños aprenden y desarrollaran en el futuro. El instrumento presentado tiene como principal objetivo
aportar en la prevención de las quemaduras en niños por medio de estrategias de intervención en los
adultos cercanos. En consecuencia se construyó un instrumento que fuera capaz de evaluar las variables
que participan directamente en prácticas de riesgo.
Los resultados arrojaron un instrumento de fácil aplicación y con una confiabilidad adecuada (0,83) y una
validez de constructo que explica el 60,84% de la varianza.
Inicialmente se esperaba que los ítems se agruparan de acuerdo a las escalas iniciales, es decir, en
conocimientos, creencias y comportamientos, sin embargo, los ítems se agruparon en 8 factores. De la
misma forma, estos factores se relacionan directamente con temas de seguridad y riesgo dentro y fuera
de del ámbito doméstico. Futuros estudios deberían analizar estas dimensiones de modo de analizar
específicamente los tipos de riesgo y contextos en los cuales aumentan los accidentes por quemaduras.
Esto sin lugar a duda sugiere mayores estudios que busquen clarificar los constructos evaluados por el
IPQ, de modo de precisar y mejorar dicho instrumento.
Instrumento
IPQN
Nombre: Edad:
Escolaridad: Actividad:
Número de hijos: Edad de los hijos
Instrucciones: A través del siguiente cuestionario deseamos conocer la opinión que usted tiene respecto a
las quemaduras. A continuación le presentaremos una serie de frases para las cuales hay cinco
alternativas que Ud. puede elegir de acuerdo a su criterio. Por favor conteste lo más sinceramente
posible.
Muy de De
Indeciso En
Muy
en
acuerdo acuerdo
desacuerdo desacuerdo
5
4
3
2
1
En la actualidad la ley prohíbe el uso doméstico de
fuegos artificiales
El sol puede producir quemaduras graves
Los enchufes y alargadores de mi casa siempre están en
perfecto estado
Yo como adulto debo dar un buen ejemplo a los niños cuando
uso fuego
Los accidentes del hogar pueden prevenirse educando a los
niños desde muy pequeños
Es peligroso que las personas estén cerca de una fuente de
calor (cocina, estufa, brasero, sol, etc.)
En caso de una quemadura, tengo que echar agua fría y
acudir a un servicio de urgencia rápidamente
Cuando salgo de paseo, debo apagar la fogata o el fuego con
agua
Cuando cocino ubico los mangos de las ollas hacia adentro
Yo debería darles a mis hijos más información y entrenamiento
para evitar quemaduras
Cuando doy de comer a los niños me aseguro que sus
alimentos estén tibios
Usar bloqueador solar y sombrero para ir a la playa es
innecesario
En verano les aplico a mis hijos bloqueador solar para
protegerlos del sol
Los niños aprenden a hacer lo que observan de las personas
que los cuidan a diario (padres y otros)
Los enchufes de mi casa están tapados por los muebles
Conozco todos los productos inflamables que existen en mi
hogar (parafina, alcohol, diluyentes)
Debo establecer un espacio seguro en casa donde mis hijos
jueguen
Jamás debo tener a los niños en brazos mientras estoy
comiendo
Siempre llevo yo los platos calientes desde la cocina a la mesa
5
5
4
4
3
3
2
2
1
1
5
4
3
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1
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1
1
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3
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5
4
3
2
1
5
4
3
2
1
Planchar en la cama es un riesgo que debe evitarse
Sólo cuando hay un desperfecto en mi hogar me preocupo de
revisar las conexiones eléctricas y las cañerías de gas
Un aparato de cocina atornillado a la pared es más seguro
Si salgo a comprar, mis hijos pequeños pueden quedarse
solos un rato sin peligro
Mis hijos pueden cuidar las ollas cuando hablo por teléfono
5
5
4
4
3
3
2
2
1
1
5
5
4
4
3
3
2
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1
1
5
4
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2
1
REFERENCIAS
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Terapia Psicológica, 22, 2(en prensa).
UN INSTRUMENTO PARA LA PREVENCIÓN DE LA OBESIDAD INFANTIL
LA ESCALA DE CREENCIAS DE OBESIDAD EN NIÑOS (ECOI)
Pablo E. Vera
Villarroel y Andrea Bastías
Escuela de Psicología
Universidad de Santiago de Chile
Introducción
Problema por tratar
La obesidad y sus complicaciones constituyen graves amenazas para la salud, pues esta condición es un
factor predisponente para la aparición de enfermedades crónicas como la diabetes, problemas cardiacos,
hipertensión, afecciones osteomusculares, respiratorias y psicológicas, por nombrar algunas (Albala, Vío y
Kain, 1998).
El fenómeno de la obesidad afecta a todos los grupos etáreos de la población obteniendo especial
significación, aquella vinculada a la población infantil. Así, diversas investigaciones muestran que los
niños obesos presentan complicaciones inmediatas como problemas respiratorios, psicomotores, y
emocionales (Uauy, Cariaga y Santana, 1984; Albala, et. Al, 1998), agregándose a esto el hecho de que
los niños obesos además tienen una probabilidad 2,5 veces mayor que los niños considerados normales
de presentar obesidad en la adultez, con todo los perjuicios de la salud que esto puede implicar (Uauy, et.
Al, 1984; Kain, Albala, García Y Andrade, 1998).
Definición
Existen múltiples definiciones para la obesidad, no obstante la que hoy en día resulta ser de uso
generalizado es la propuesta por la Organización Mundial de la Salud la que considera la obesidad "una
enfermedad en la que se ha acumulado un exceso de grasa corporal, aumentando los riesgos de
morbimortalidad, este exceso de grasa es producto de un desequilibrio energético, donde la ingesta de
calorías ha sobrepasado al gasto calórico por un tiempo considerable. La etiología de este desbalance
corresponde a múltiples y complejas causas genéticas y ambientales" (OMS en Díaz, 1999; Valenzuela,
1999).
Prevalencia
A nivel mundial se ha registrado un aumento de los casos de niños con sobrepeso y obesidad,
especialmente en regiones como en el Medio Oriente, el Norte de África y América Latina. En América la
prevalencia actual de obesidad infantil es de 2,3%. En Chile, también se ha producido un aumento en la
prevalencia de esta enfermedad, así entre los años 1985 y 1995, la obesidad infantil en niños menores de
6 años creció en un 56%, llegando un 7,2%. En el año 1998, el Instituto Nacional de Estadísticas registró
que un 7,3% de los niños menores de 6 años en control médico, se encontraban obesos. (INE, 2000).
Finalmente, de acuerdo a las cifras de marzo del año 2000, medidas en el censo de talla de los niños y
niñas que ingresan a primero básico en todo el país, se vuelve a registrar un aumento de los casos de
obesidad infantil, llegando a un 17% en los varones y a un 18.6% en las niñas (INTA, 2001). Debido al
explosivo crecimiento de los casos de sobrepeso y obesidad infantil y las amenazas para la salud que
esta condición involucra, la obesidad ha pasado a constituir el problema nutricional más relevante de la
población infantil, especialmente en las clases socioeconómicas más desposeídas, donde se produce una
mayor frecuencia de estos casos y donde, por ende, la intervención preventiva y de tratamiento se hace
más urgente.
Etiología
Las causas de la obesidad son múltiples y pueden ser de tipo genético o ambiental, en el primer caso, las
personas afectadas engordan y se convierten en obesas a pesar de consumir una cantidad de energía
similar aquellas personas consideradas normales. Y en el segundo caso, las personas presentan un sobre
consumo de energía, produciéndose un balance positivo, en que la ingesta supera el gasto (Arteaga,
1997).
La influencia de factores genéticos en el desarrollo de la obesidad ha sido estudiada tempranamente a
través de experimentos genéticos con ratones, donde se han identificado al menos siete genes asociados
a la aparición de obesidad y desórdenes metabólicos semejantes a los encontrados en la obesidad
humana. Actualmente se estudian más de treinta genes que podrían tener una participación directa en el
desarrollo de la obesidad (Valenzuela, 1999).
Estudios de frecuencia de la aparición de obesidad a nivel familiar, realizados en mellizos, hijos de padres
obesos entregados en adopción, revelan que la herencia genética es preponderante en estos casos,
variando las cifras entre un 80% a un 40% a 30% (Uauy, et al, 1984; Infante, 1993; Valenzuela, 1999).
Por otra parte, existe consenso en que para que se exprese la información genética es necesario un
ambiente propicio, y que resulta imposible explicar por medio de la exclusiva mutación genética el
explosivo crecimiento de los casos de obesidad, ya que para que esta se produzca deben pasar cientos
miles de años, por lo que la participación ambiental es fundamental en el desarrollo de la obesidad
(Valenzuela, 1999). Un ejemplo cercano de esto es que en Chile, la composición genética de la población
no a cambiado en los últimos cincuenta años, pero sí lo ha hecho la proporción de obesos (Albala et al,
1998).
En Chile, específicamente, se han producido importantes cambios en torno a los patrones sociales de
consumo de alimentos. La comida está, hoy más que nunca, asociada a diversión y compensación
emocional, cada día los niños consumen un promedio menor de frutas y verduras, prefiriendo los
alimentos con alto contenido calórico. Esto se ve reforzado por la proliferación de lugares para consumir
"comida chatarra" ligados a la entretención. De acuerdo con esto, de igual forma se aprecia una crecida
oferta publicitaria de productos denominados snaks: papas fritas, ramitas, frituras envasadas y las
golosinas como los chocolates, helados, bebidas y otros, destinados a los niños, quienes presentan un
gran índice de preferencia en torno al consumo de estos productos (SERNAC y Departamento de
Sociología de la Universidad de Chile, 2000, en INTA, 2001), lo que explicaría de alguna forma la
creciente tasa de casos de obesidad infantil (Valenzuela, 1999).
De igual forma, la falta de actividad física ha sido indicada como un contribuyente directo en la aparición
de obesidad, puesto que la realización de esta actividad acelera el metabolismo y con ello el gasto
energético, procesos que se dan en sentido contrario al no existir este tipo de actividad en la rutina de las
personas (Rossner, 1999).
Existen estudios que muestran la influencia de factores ambientales específicos en el desarrollo de la
obesidad, especialmente en la población infantil, tales como la disponibilidad de productos ricos en
contenido graso, los hábitos de alimentación familiar, la estimulación a realizar actividad física, la
aceptación familiar de la obesidad, el empleo de alimentos para premiar, sugerencias paternales a
sobrealimentarse, control sobre la alimentación, distribución de las comidas, entre otros (Ganley, 1992;
Infante, 1993; Salas 1997; Albala, et. Al., 1998; Halverson, Thompson, Ilg, Caster y Bates, 1985; Klesges,
Holzer, Woolfrey y Vollmer, 1983; Johnson y Birch, 1994; Sallis, Broyles, Frank- Spohrer, Berry, Davis, y
Nader, 2000; Sokol, 2000). Estas investigaciones buscan identificar la contribución de factores vinculados
a las creencias, comportamientos paternales que pueden reforzar el desarrollo de sobrepeso y obesidad
en los hijos.
Consecuencias de la obesidad infantil
Consecuencias físicas de la obesidad infantil
Se ha mencionado anteriormente la obesidad constituye una condición que pone en serios riesgo la salud
de quienes la padecen, así los niños obesos pueden desarrollar trastornos metabólicos como la
resistencia insulínica, proceso que acelera el envejecimiento, además de problemas a los riñones,
hiperlipidemia, hipertención, etc. (Galgani y Díaz, 2000), como punto contrapuesto las personas con
sobrepeso que logran adelgazar presentan una disminución del colesterol en la sangre, menores
síntomas de diabetes y descenso de la presión sanguínea, todo lo cual constituye un aporte para una vida
más larga y saludable (Kirschenbaum, Johnson y Stalonas, 1989).
Consecuencias psicológicas de la obesidad infantil
Los niños obesos, al contrario de ser el renombrado "gordito feliz", son niños que comúnmente sufren
trastornos emocionales relacionados con su condición de obesos, puesto que ésta constituye uno de los
principales "estigmas sociales" disminuyendo las oportunidades de trabajo, educación y relaciones
interpersonales. Los niños obesos presentan elevados niveles de ansiedad y una disminución de la
autoestima, auto imagen y auto eficacia (Kirschenbaum, et. al, 1989). De igual forma, algunos estudios
indican que la obesidad es un trastorno con una alta prevalencia de comorbilidad psiquiatrica; trastornos
de ansiedad, depresión, conductas adictivas, desarrollo de síntomas bulímicos y anoréxicos, etc. (Seijas y
Feuchtmann, 1997). Todos estos trastornos tienden a empeorar el estado de salud general de las
personas afectadas, por lo que la obesidad y en especial la obesidad infantil, que se presenta en una
etapa trascendental del desarrollo de la personalidad, es un problema que con urgencia debe ser
atendido, en pro del sano desarrollo de los niños.
Modelos teóricos del instrumento
Influencias paternales en las conductas alimenticias de los niños y el desarrollo de sobrepeso y obesidad
infantil:
Durante los primeros años de vida los niños reciben un gran cúmulo de conocimientos en torno a cómo
relacionarse con la comida; de qué es bueno comer, cuando y cómo alimentarse, frente a qué señales
ambientales deben comenzar y cuando terminar de comer, entre otros. Mucha de esta información
proviene del entorno familiar y de la interacción de los padres y niños relacionada con la actividad de
alimentarse.
La madre como primera cuidadora proporciona a los niños la estructura básica de relación con la comida;
al ofrecer algunos alimentos y otros no, al distribuir las comidas durante el día, al determinar las
cantidades de comida. Todas estas conductas constituyen prácticas de alimentación que proporcionan
información a los niños en torno a qué, cuándo y cuánto comer (Halverson, Thompson, Ilg, Caster y
Bates, 1985; Salas, 1997). Se plantea, además, que los conocimientos, aptitudes y prácticas alimentarias
de la madre, determinan en gran medida el estado nutricional de la familia, especialmente en los sectores
de bajos recursos económicos (OMS/FAO, 1992 en Ivanovic, Castro e Ivanovic, 1996)
Bajo esta mirada, se han realizado diversos y numerosos estudios que muestran la influencia de los
padres y específicamente las madres en torno a las conductas alimenticias y más específicamente, ante
el desarrollo de sobrepeso y obesidad en sus hijos (Klesges et al 1983; Johnson, y Birch, 1994; Ganley,
1992; Sallis et al 2000). Así, se han identificado algunas variables específicas relacionadas con la
obesidad infantil, tales como:
Sugerencias paternales
Waxman y Stunkard en 1980, observaron a niños con sobrepeso y a sus hermanos de peso normal, y
reportaron que los primeros consumieron significativamente más calorías en el almuerzo y la cena, con
relación a sus hermanos. Correspondientemente con esto, las madres sirvieron porciones más grandes y
más a menudo a los hijos obesos que a sus hijos de peso normal. De igual forma, se ha establecido una
correlación positiva entre las sugerencias paternales para que los hijos coman y el aumento de la
probabilidad de que los niños consuman alimentos (Kresges et al, 1983).
Control paternal
Otra variable investigada, con relación a la influencia paternal en las conductas alimenticias, sobrepeso y
obesidad de sus hijos es el control paternal. Se ha demostrado que cuando se enseña a los niños a
enfocar el control de succión de comida externamente, como en la cantidad de comida que permanece en
el plato y en el horario, los niños no muestran conductas de compensación del consumo de energía,
entendida ésta como la conducta de comer menos luego de que se ha comido mucho (Johnson y
Birch,1994). De igual forma, se ha mostrado que aquellos padres que ejercen mayor control sobre la
succión de comida de sus niños, regulando qué y cuanto comer, tienen niños que muestran menos
sensibilidad a la densidad calórica de la dieta, especialmente aquellos con mayor peso corporal. Estos
resultados sugieren que para el adecuado desarrollo del autodominio del consumo de calorías en los
niños, los padres deben proporcionar un ambiente donde el control paternal se centre en ofrecer opciones
de comidas saludables, para que así sean los niños quienes asuman el mando de qué y cuánto comer
(Johnson y Birch, 1994).
Distribución de las comidas diarias
Con relación a este factor, se sugiere que el alto consumo de calorías en la cena se asocia con el nivel de
adiposidad de los niños, esto se puede explicar en la medida que las actividades posteriores a esta
comida son reposadas, ver televisión, leer, conversar, etc., para luego ir a dormir. Esto hace que gran
parte de las energías consumidas se guarden en el cuerpo, lo que a mediano y largo plazo puede llevar al
aumento del peso corporal (Maffeis, Provera; Filippi, Schena, Pinelli y Tató., 2000).
Tiempo frente al televisor
El tiempo que los niños ocupan diariamente en ver televisión también se ha relacionado con la obesidad
de éstos, así los niños con mayor peso, gastan más tiempo en esta actividad, la asociación es lógica,
puesto que ver televisión constituye una actividad pasiva que no contribuye al gasto energético y además
representa un estímulo para el sobre consumo de comida malsana (Rossner, 1999).
Gran parte de los estudios mencionados se realizaron con niños que muestran sobrepeso y obesidad al
igual que al menos uno de sus padres, de modo de poder controlar la variable genética implicada en la
generación de este trastorno y poder explicar las diferencias interindividuales desde una perspectiva
ambiental, no obstante, estas investigaciones no han logrado aclarar en qué porcentaje estas conductas
frente a la comida son causa o consecuencia de la obesidad, por lo que los resultados en este tipo de
investigaciones sólo pueden sugerir que los factores identificados al ser controlados causaran un efecto
protector ante el desarrollo de la obesidad infantil, lo que no deja de ser importante, pues para que este
trastorno se exprese y desarrolle necesita de un ambiente propicio, y es ahí donde se debe intervenir en
favor del desarrollo de hábitos que potencien la salud de los niños (Kain et al, 1998).
Considerando la importancia de la influencia parental en el desarrollo de la Obesidad Infantil es que el
presente instrumento se basóo en el supuesto de que se necesitanecesite considerar los hábitos,
conocimientos y comportamiento de los padres si es que se quiere prevenir la obesidad Infantil.
De esta manera este instrumento se basó en los principales modelos teóricos en Salud, como son el
modelo de creencias en Salud (Rosenstock, Strecher, y Becker, 1988), el modelo de conducta razonada
(Ajzen y Fishbein, 1980) y el modelo de auto eficacia en Salud (Bandura,1987). Todos estos modelos
tienen algunos elementos en común, como son el establecer al ser humano como un individuo capaz de
cambiar y por ende responsable de su conducta y los cuidados de la salud. De igual forma, todos los
modelos destacan la influencia de factores directos e indirectos en la conducta de la salud; la amenaza
percibida o susceptibilidad, actitudes hacia la conducta, presión social y auto eficacia son factores de
impacto directo sobre el comportamiento en salud, mientras las características sociodemográficas,
información sobre la salud y creencias, son elementos de influencia indirecta en las conductas de salud.
Descripción del instrumento
El instrumento presentado se construyó considerando la evaluación de conocimientos, creencias y
comportamientos en obesidad, tipo escala Likert. La construcción de esta escala constó de las siguientes
fases:
Fase1: Identificación de Dimensiones:
a) Revisión de la literatura. Mediante la revisión de literatura se abordaron diferentes temáticas, entre
ellas: modelos de la psicología de la salud; investigaciones, áreas de aplicación, dimensiones abordadas
y factores cognoscitivos y comportamentales involucrados en conductas de riesgo y prevención en salud,
aspectos epidemiológicos y clínicos de la obesidad infantil, definición, etiología, prevalencia,
consecuencias físicas consecuencias psicológicas de la obesidad infantil, influencias paternales en el
desarrollo de obesidad infantil; estudios en el área, factores asociados; horario, cantidades, estimulación a
la sobrealimentación y sedentarismo. Adicionalmente se revisaron materias referentes a los conceptos o
constructos como el de creencias, conocimientos y comportamientos y su influencia en el ámbito de la
salud.
b) Realización de entrevistas: Se realizaron entrevistas a profesionales del área y a personas con
características de la muestra a la cual se la aplicaría el instrumento.
Fase 2: Construcción de Ítems:
En esta fase se ejecutaron las dos siguientes etapas:
Confección de ítems: En base a la información obtenida mediante la etapa anteriormente descrita, se
procedió a la confección de 77 ítems en torno a la obesidad infantil. Posteriormente los dispositivos fueron
categorizados como creencias, conocimientos o comportamientos en obesidad infantil.
Fase 3: Confiabilidad y Validez de Contenido de los Ítems:
Se sometió el instrumento, con los 77 ítems construidos, a la evaluación de 14 expertos. Estos poseían la
característica de trabajar en el área de la salud tanto a nivel primario; en prevención de la obesidad y
otras enfermedades, como a nivel clínico o secundario. Posteriormente, se determinó el nivel de
concordancia entre los jueces con base a las respuestas brindadas en el instrumento, el mencionado
proceso se estableció mediante el coeficiente de Kendall.
Posteriormente, se realizaron los análisis psicométricos a los 77 ítems. Así se construyó el instrumento
piloto el cual fue administrado a una muestra de sujetos con las mismas características de la población de
estudio. Así se logró establecer el nivel de confiabilidad del instrumento piloteado, y proceder a eliminar
algunos ítems que interferían con la consecución de un mayor nivel de confiabilidad para el instrumento.
Posteriormente se aplicó la escala a una muestra de 200 participantes, los instrumentos fueron aplicados
de persona a persona, en los pasillos y salas de espera de los consultorios.
Las participantes fueron finalmente 230 madres de niños de entre 2 y 5 años de edad que acuden a
consultorios de atención primaria en salud en una Comuna de escasos recursos económicos en la Región
Metropolitana de Santiago de Chile.
El instrumento final está constituido por la escala de Likert que contempla tres apartados; Introducción e
instrucciones para contestar los dispositivos, la presentación de los ítems, 11 en total y sus respectivas
escalas de respuestas y un apartado referente a datos personales de las participantes: nombre,
ocupación, edad de su hijo o hija, estado nutricional del niño o niña, según el último control sano y fecha
del último control sano y consultorio al que acuden.
Las respuestas de los ítems presentan un mínimo de 1 y un máximo de 5, donde las respuestas
tendientes a una actitud de prevención de la obesidad infantil, están más cercanos al máximo =5.
Forma de corrección
La forma de corrección del ECOI implica sumar los puntajes de cada pregunta. Un alto puntaje implica
que las madres presentan mejores creencias con respecto a la prevención de las quemaduras en niños.
Propiedades Psicométricas del instrumento:
Prueba Piloto; Mediante el coeficiente Alfa de Cronbach se estimó la confiabilidad para el total de la
escala, resultando un a = 0,75 (p< 0,01).
En segundo lugar, se procedió a eliminar aquellos ítems que no aportaban a la confiabilidad de la escala.
Realizado este análisis se procedió nuevamente a la estimación de la confiabilidad mediante un nuevo
análisis Alfa de Cronbach.
De esta forma, la prueba final (ECOI) quedó constituida en una escala de papel y lápiz de 11 ítems, tipo
escala Likert, frente a los que la persona debe responder entre cinco alternativas que van desde la
afirmación muy de acuerdo hasta muy en desacuerdo. Adicionalmente, agrega un breve cuestionario
demográfico de 6 preguntas que identifica variables tales como sexo del niño, edad, consultorio y estado
nutricional
del
niño
de
acuerdo
al
último
control.
Análisis muestra definitiva:
En relación a las respuestas de la muestra frente al instrumento final, los resultados generales fueron los
siguientes:
La muestra presentó un promedio en las respuestas correspondiente a 4,1589. Con un puntaje mínimo
2,14 y una puntuación máxima de 5,00 y una desviación estándar de 0,4418. Así también se pudo
apreciar que los puntajes más altos se concentraron en los ítems 4 y 8 (ítem 4: La obesidad constituye
una enfermedad; ítem 8: Los hábitos alimenticios son un factor importante en el control de la obesidad),
mientras el promedio más bajo, corresponde al ítem 10 (Yo me ocupo de que mi hijo realice por lo menos
media hora diaria de actividad física), el mismo que presentó el mayor nivel de variabilidad en las
respuestas, como se puede constatar en la tabla Nº 1.
Tabla 1-Respuestas a los dispositivos
ITEM
MEDIA
DV .STD.
1
4,08
0,93
2
4,23
0,74
3
4,14
0,83
4
4,43
0,58
5
4,20
0,77
6
4,21
0,61
7
4,21
0,68
8
4,46
0,53
9
4,40
0,52
10
3,81
1,01
11
4,20
0,78
Homogeneidad del instrumento (ECOI): La correlación entre los diferentes ítems de la prueba entre sí,
mediante el coeficiente de correlación de Pearson, mostraron asociaciones estadísticamente significativas
(p< 0,05 y p <0,01) (ver tabla 2).
Tabla 2 - Correlaciones item-item
ITEMS
1
2
3
4
5
6
7
8
1
2
0,211**
3
0,295**
0,200**
4
0,221**
0,227**
0,303**
5
0,249**
0,174*
0,685**
0,371**
6
0,172*
0,127
0,300**
0,345**
0,383**
7
0,115
0,134
0,251**
0,322**
0,353**
0,382**
8
0,185**
0,318**
0,286**
0,392**
0,353**
0,308**
0,459**
9
0,219**
0,281**
0,148*
0,366**
0,251**
0,433**
0,402**
0,605**
9
10
11
10
0,102
0,145*
0,109
0,095
0,145*
0,114
0,212**
0,201**
0,240**
11
0,114
0,162*
0,320**
0,207**
0,367**
0,238**
0,137
0,319**
0,379**
0,266**
0,470**
0,641**
0,569**
0,694**
0,565**
0,565**
0,650**
0,631**
0,470**
Total de 0,496**
la
prueba
0,563**
* p<0,05
**p<0,01
La correlación entre los ítems con sus correspondientes escalas; creencias, conocimientos y
comportamiento, se observaron correlaciones significativas (p<0.01), confirmando los niveles de
homogeneidad de la prueba (ver tabla Nº3).
Tabla 3 - Homogeneidad de la prueba, correlación de Pearson entre los ítems y
subescalas.
Times
Creencias
1
0,76 **
2
0,63 **1
3
0,71 **
Conocimientos
4
0,66 **
5
0,69 **
6
0,68 **
7
0,71 **
8
0,72 **
9
0,70 **
Comportamientos
10
0,85 **
11
0,73 **
Total Instrumento
0,76 **
0,89 **
0,64 **
** p<0,01
El análisis de los resultados mostró un nivel de confiabilidad, correspondiente a un coeficiente Alpha de
Cronbach de 0,77 para la escala total, mientras que las dimensiones de creencias, conocimientos y
comportamientos presentaron coeficientes Alpha de Cronbach de 0,48 de 0,77 y de 0,40,
correspondientemente. El análisis factorial exploratorio, de componentes principales mediante rotación
varimax realizado al instrumento, mostró que los distintos dispositivos se agruparon en torno a un único
factor, el que explicaría un 34,5% de la variabilidad de las puntuaciones obtenidas por los participantes de
la investigación en la escala (ver tabla 4).
Tabla 4 - Agrupación de los ítems en torno a un único factor
Ítems
Carga
Factorial
1. Los niños gordos son más sanos que los delgados
0,41
2. Yo creo que es importante prevenir que mi hijo se exceda de peso
0,42
3. Yo puedo evitar que mi hijo/a se convierta en un niño obeso.
0,62
4. La obesidad constituye una enfermedad.
0,61
5. La obesidad infantil es una condición que se puede evitar.
0,70
6. La obesidad infantil puede involucrar problemas a las articulaciones.
0,61
7. La actividad física previene el desarrollo de obesidad infantil.
0,61
8. Los hábitos alimenticios son un factor importante en el control de la obesidad.
0,72
9. En los niños es importante la estimulación para el desarrollo de una actividad física.
0,69
10. Yo me ocupo de que mi hijo realice, por lo menos, media hora diaria de actividad física.
0,35
11. Cuando compro los alimentos para la semana, me preocupo de comprar comida 0,54
saludable.
Aspectos por considerar
A partir de los resultados obtenidos sobre el nivel de confiabilidad del instrumento construido, puede
plantearse que este presenta un nivel de fiabilidad aceptable para la realización de evaluaciones
científicas en torno al tema de la actitud de madres frente a la obesidad infantil. Sin embargo se sugiere
realizar más estudios de modo de perfeccionarlo y encontrar una mejor indicador.
En torno a la validez de constructo mostrado por el instrumento, parece afortunado señalar que la reunión
de los distintos ítems en torno a un único concepto indica que la escala no mide creencias, conocimientos
y comportamientos en torno a la obesidad infantil de forma separada, sino más bien evalúa un solo
constructo. Según la literatura, este constructo podría corresponder al concepto de creencias. Podría
afirmarse que el ECOI mide principalmente creencias frente a la prevención de la obesidad infantil.
Para concluir, se presentan algunas limitaciones que deben ser consideradas a la hora de utilizar este
instrumento. Respecto al alto nivel de acuerdo mostrado por la muestra en el instrumento y en los
diferentes ítems se debe tener en cuenta el nivel de confiabilidad del instrumento y la posible presencia y
falta de control de la variable interviniente denominada deseabilidad social, cuya presencia podría
observarse mediante el alto promedio obtenido por la mayoría de los dispositivos, donde las participantes
muestran una clara tendencia a mostrarse de acuerdo con las proposiciones planteadas.
Ligado a lo anterior, cabe señalar que los ítems que se refieren a pautas conductuales asociadas a la
prevención de la obesidad infantil, sólo recogen reportes de conductas, donde los respondientes tienen la
posibilidad de distorsionar sus respuestas en favor de lo que crean adecuado contestar. De acuerdo con
lo anterior, se sugiere la realización de futuras investigaciones destinadas a mejorar la confiabilidad del
instrumento, en pro de constituir un mejor aporte al abordaje más confiable científicamente, del problema
abordado.
De la misma forma, se sugiere la ejecución de investigaciones donde se comparen grupos con distintas
condiciones sociales y económicas, a fin de detectar posibles diferencias y características de las
poblaciones donde se requiera intervención en el área.
Dado que las características de la enfermedad crónica de la obesidad y sus graves consecuencias para la
salud, la estimulación publicitaria al consumo de alimentos ricos en grasas y calorías, el sedentarismo
asociado a la vida moderna y el explosivo aumento de esta patología al interior de nuestra población, se
hace urgente la intervención temprana, a nivel primario, en pro de evitar en forma oportuna la aparición y
desarrollo de esta enfermedad en las niñas y los niños.
La psicología, y especialmente la psicología de la salud, tienen una gran labor que ejecutar en pro de
identificar y potenciar cambios en aquellos factores que influyen en los estilos de vida que previenen o
aumentan el riesgo de la aparición, desarrollo y mantenimiento de la obesidad infantil. Para llevar a cabo
esta tarea, es imprescindible el trabajo con los padres, puesto que son estos los principales portadores de
conocimientos, costumbres, significados y valores heredados por las nuevas generaciones.
Instrumento
ECOI
Nombre: Edad:
Escolaridad: Actividad:
Edad del hijo: Estado nutricional del niño (normal, con sobre peso, bajo peso):
Instrucciones: A través del siguiente cuestionario deseamos conocer la opinión que usted tiene respecto a
diferentes situaciones. A continuación le presentaremos una serie de frases para las cuales hay cinco
alternativas que Ud. puede elegir de acuerdo a su criterio. Por favor conteste lo más sinceramente
posible.
Muy de De
Indeciso En
Muy
en
acuerdo acuerdo
desacuerdo desacuerdo
5
4
3
2
1
es importante prevenir que mi hijo se exceda 5
4
3
2
1
5
4
3
2
1
5
4
3
2
1
5
4
3
2
1
5
4
3
2
1
5
4
3
2
1
5
4
3
2
1
5
4
3
2
1
5
4
3
2
1
tos para la semana, me 5
preocupo de comprar comida saludable.
4
3
2
1
1.
Los niños gordos son más sanos que los delgados
de peso
obeso.
uede evitar.
articulaciones.
infantil.
control de la obesidad.
desarrollo de una actividad física.
hora diaria de actividad física.
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