PREGUNTA SOBRE LA RESURRECCIÓN (Mateo 22:23-33; Marcos 12:18-27; Lucas 20:20-26). Ese día se acercaron a él los saduceos con otra pregunta que presentaba un dilema, en el cual de cualquier forma que Jesús contestara pudiera traerle problemas. Los saduceos no creían en la resurrección, ni ángeles ni espíritus (Hechos 23:8). Si decían que no habían espíritus, entonces por lógica debían negar la existencia de ángeles (Hebreos 1:14). Y si no hay espíritu tampoco habría necesidad de resurrección, pues la resurrección es el reencuentro del cuerpo muerto con el espíritu. Pero la escritura enseña claramente que el espíritu existe (Eclesiastés 12:7; Santiago 2:26; 1Tesalonisenses 5:23). Los saduceos usaron lo que tal vez era su argumento más fuerte para ridiculizar la doctrina de la resurrección, y le hicieron al maestro la siguiente pregunta: “Maestro, Moisés nos dejó escrito que si un hombre casado muere sin haber tenido hijos con su mujer, el hermano del difunto deberá tomar por esposa a la viuda, para darle hijos al hermano que murió. Pues bien, había un vez siete hermanos, el primero de los cuales se casó, pero murió sin dejar hijos. Entonces el segundo se casó con la viuda, pero él también murió sin dejar hijos. Lo mismo pasó con el tercero, y con los siete; pero ninguno dejó hijos. Finalmente murió también la mujer. Pues bien, en la resurrección, cuando vuelvan a vivir, ¿de cuál de ellos será esposa esta mujer, si los siete estuvieron casados con ella?. Los saduceos citaron el pasase de Deuteronomio 25:5-10, que obligaba a los israelitas a perpetuar las familias de cada tribu. Dios no quería que desapareciera el nombre de ningún israelita, pero no había nada en esa ley que enseñara que habría matrimonio después de la Muerte. En esta vida el casarse y procrear es necesario porque los hombre mueren y hay que reemplazar a los muertos. Pero en la vida eterna no habrà muerte y por ero no es necesario el matrimonio ni la proceaciòn. Los saduceos erraban al ignorar las escrituras que enseñaban que después de la muerte el espíritu de la persona sigue vivo (Éxodo 3:6,15,16; Génesis 26:24; 28:13). Además torcían las escrituras que usaban al suponer que en la vida eterna prevalecerán las mismas condiciones existentes en este mundo. Además ignoraban el poder de Dios, el cual al resucitarnos ya no nos harà hombre o mujer, pues no serà necesario el sexo, sino que seremos como los àngeles, que son seres asexuales, es decir, sin sexo, pues no necesitan reproducirse, pues no mueren. Cuando Dios dijo que era el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, estaba diciendo que ellos aunque habían muerto físicamente, estaban vivos espiritualmente, pues Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Este argumento los saduceos no lo podìan refutar, y al admitirlo, también estaban admitiendo la existencia de espíritus y por tanto la resurrección. La gente se admiraba de su doctrina, y como en toda contienda en que se favorece la idea de un contrario este te apoya, algunos maestros de la ley que creìan en la resurrección y estaban presentes cuando Jesús contesto, dijeron: “Bien dicho, Maestro” (Lucas 20:39). Y los saduceos ya no se atrevieron a hacerle màs preguntas.