Canibalismo

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¿ QUE ES EL CANIBALISMO?
Antropofagia atribuida a los caníbales.
La palabra es de origen caribeño, y fue utilizada por Cristóforo Colombo para nombrar un pueblo desconocido
por él.
En los pueblos orientales comían a sus congéneres por motivos religiosos o mágicos.
SU ORIGEN
En los cinco continentes hay exponentes claros de canibalismo, pero se da con mayor intensidad en: Sierra
Leona, Liberia, África Central, Rusia, China, Nueva Zelanda, Haití, India, Vietnam, etcétera.
Cuando los españoles llegaron a México ya estaban acostumbrados a las muestras de crueldad y a los
derramamientos de sangre, pero no estaban totalmente preparados para lo que encontraron en México.
Era una religión cuyo arte, arquitectura y ritual estaban profundamente dominados por la violencia, la
corrupción, la muerte y la enfermedad. En ningún otro sitio los muros y las plazas de los grandes templos y
los palacios estaban reservados para una exhibición tan concentrada de mandíbulas, colmillos, manos, garras,
huesos y cráneos boquiabiertos.
En Sudamérica hay pruebas de un canibalismo tanto gastronómico como ritual, incluso muchas veces se
utilizaba para estrechar lazos de unión entre los comensales.
En Australia, en cambio, se dieron condiciones de extrema escasez de alimentos, dando lugar a frecuentes
casos de endocanibalismo; esto es, que en ocasiones las madres se comían junto a sus hijos, al bebé que
acababa de dar a luz.
En Centroamérica, el canibalismo ritual era un privilegio destinado a unos pocos, entre ellos los guerreros
tequihua que ostentaban este dudoso honor. Los niños y cautivos eran desplazados y se repartían su captura (
un máximo de seis) entre los nobles y los dirigentes de la guerra.
Los informes de canibalismo en Egipto, la India y China están relacionados con la preparación de platos
exóticos para los paladares hastiados de la clase alta, o con las hambrunas, cuando los pobres se comían entre
sí para sobrevivir.
En la Europa postromana el canibalismo era tenido por un delito tan grande que sólo las brujas, los
hombres−lobo, los vampiros y los judíos eran considerados capaces de practicarlo.
Desde Brasil hasta los Grandes Llanos, las sociedades indoamericanas sacrificaban ritualmente víctimas
humanas con el fin de lograr determinado tipo de beneficios.
EL REINO CANÍBAL
Hace cincuenta o cien años, el sacrificio de prisioneros de guerra a pequeña escala y la redistribución de su
carne eran prácticas comunes en el Sudeste Asiático, Malasia, Indonesia y Oceanía.
Fuentes romanas autorizadas − César, Tácito y Plutarco − afirman que el sacrificio de prisioneros de guerra
era algo común ente las llamadas naciones bárbaras de los límites del mundo grecorromano. Los griegos y los
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romanos de la Antigüedad clásica tardía consideraban inmoral todo tipo de sacrificio humano y les perturbaba
que los soldados honestos fueran privados de sus vidas en beneficio de los cultos de pueblos tan incivilizados
como los bretones, los galos, los celtas, y los teutones.
Las escrituras brahmánicas primitivas también muestran un interés persistente por los sacrificios humanos. La
diosa de la muerte, Kali, tiene un parecido sorprendente con las sanguinarias deidades aztecas. Pero los
aztecas no fueron los primeros mesoamericanos que sacrificaron seres humanos. Los toltecas y los mayas
cumplían esta práctica, los seres humanos eran alimento de los dioses.
Los dioses aztecas devoraban seres humanos. Comían corazones humanos y bebían sangre humana. Y la
función explícita del clero azteca consistía en suministrar corazones y sangre humanos frescos a fin de evitar
que las implacables deidades se enfurecieran y mutilaran, enfermaran, aplastaran y quemaran a todo el mundo.
En el interior de los templos aztecas se encontraban los escenarios donde colocaban a los indios escogidos
para el sacrificio. Delante de la estatua de Uitzilopochtli (dios de los aztecas) quemaban los corazones de los
elegidos. Las paredes y el suelo del templo estaban tan salpicadas e incrustadas de sangre que aparecían
negras.
La principal fuente de alimento de los dioses aztecas estaba constituida por los prisioneros de guerra, que
ascendían por los escalones de las pirámides hasta los templos, eran cogidos por cuatro sacerdotes, extendidos
boca arriba sobre el altar de piedra y abiertos de un lado a otro del pecho por un quinto sacerdote. El corazón
de la víctima era arrancado y quemado como ofrenda. El cuerpo baja rodando los escalones de la pirámide.
También se sacrificaba una cantidad considerable de esclavos.
Entre las sociedades del nivel de las bandas y aldeas, el sacrificio ritual de prisioneros de guerra solía ir
acompañado de la ingestión de la totalidad o de una parte del cuerpo de la víctima.
El día del sacrificio, el prisionero de guerra, atado por la cintura, era arrastrado hasta la plaza, donde era
golpeado con una maza ceremonial hasta matarlo. El cadáver era cuarteado y cocinado a la parrilla.
Dos siglos después los misioneros jesuitas presenciaron un ritual semejante entre los hurones de Canadá. El
jefe hurón a cargo del ritual explicó que el Sol y el dios de la Guerra estarían satisfechos de lo que se
disponían a hacer.
MOTIVACIONES:
Las teorías de Freud que analizan la interpretación de estos rituales sostienen que la tortura, el sacrificio y el
canibalismo se tornan inteligibles como expresiones de instintos de amor y agresividad. El canibalismo es la
forma fundamental de la agresividad humana porque supone un compromiso entre amar a la víctima en forma
de comerla y matarla porque nos frustra. Tal proceder explicaría por qué las víctimas son tratadas con gran
amabilidad antes de iniciar su tortura.
En ocasiones, ya no solo sacrificaban por venerar a los dioses si no que también lo hacían por conseguir un
status y una recompensa final. Para esto llevaban piezas del enemigo para probar el cómputo de cuerpos que
les permitía reivindicar tales recompensas sociales y materiales y la valentía demostrada durante el combate.
De aquí surge la extendida costumbre de llevar cabezas y cueros cabelludos en lugar del cautivo entero y vivo.
Torturar a un pobre cautivo significa matar a mil enemigos, la tortura es un espectáculo, forma parte de la
naturaleza humana prestar una atención fija a visiones y sonidos excepcionales como la sangre que mana de
las heridas, los gritos agudos y los aullidos. Los antepasados o los dioses bélicos se sienten satisfechos por la
tortura y muerte de un prisionero.
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También cabe la posibilidad de la existencia de motivaciones psicológicas ambivalentes como las
engendradas por el complejo de Edipo en las sociedades militaristas basadas en el complejo de supremacía
masculina.
Los aztecas transformaron el sacrificio humano de resultado ocasional de la suerte en el campo de batalla en
rutina en la cual no pasaba un día sin que alguien no fuera tendido en los altares de los grandes templos.
Las explicaciones tradicionales de la gran escala de esta matanza describen a los aztecas como un pueblo
obsesionado por la idea de que sus dioses necesitaban beber sangre humana y, en consecuencia, procedían
piadosamente a practicar la guerra con el propósito de cumplir con su sagrado deber. La guerra no era,
sencillamente, un instrumento político: se trataba, sobre todo, de un rito religioso, de una guerra santa. Sólo
los aztecas consideraron que era santo ir a la guerra con el fin de practicar enormes cantidades de sacrificios
humanos.
Otra de las motivaciones que se le atribuye a dichos sacrificios humanos se trata de un sistema para regular el
crecimiento demográfico. Pero esta teoría también tiene sus defectos puesto que casi todos los muertos por
combate y las víctimas sacrificadas eran hombres. Si los aztecas hubiesen estado sistemáticamente decididos a
reducir la tasa de crecimiento demográfico, se habrían dedicado a sacrificar doncellas y a sus enemigos en
lugar de hombres adultos.
También se sostiene la teoría de los agotamientos específicos del ecosistema mesoamericano bajo el impacto
de siglos de intensificación y de crecimiento demográfico, como en los costos y beneficios de utilizar la carne
humana como fuente de proteínas animales a falta de opciones más baratas. Al final del período glacial
Mesoamérica quedó en un estado de agotamiento más grave que cualquier otra región en lo que se refiere a
recursos animales. El crecimiento constante de la población y la intensificación de la producción, bajo la
influencia coactiva de la administración de los imperios clásicos de las tierras altas, eliminaron virtualmente la
carne animal de la dieta de las personas comunes. Aunque el maíz y las judías podían suministrar, consumidas
en cantidades suficientes, todos los aminoácidos esenciales, las reiteradas crisis de producción a lo largo del
siglo xv determinaron que las raciones proteínicas quedaran reducidas con frecuencia a niveles que habrían
justificado biológicamente un poderoso anhelo de carne. Siempre había escasez de todo tipo de grasas.
Mas tarde, la disponibilidad de especies animales domesticadas desempeñó un papel importante en la
prohibición del canibalismo y en el desarrollo de religiones de amor y misericordia en los estados e imperios
del Viejo Mundo.
BIBLIOGRAFÍA
−Enciclopedia Argos Vergara
−Caníbales y Reyes ( Marvin Harris)
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