Subido por Cezhar Choc

Canto

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Canto
Joaquin Sabina - Contigo
Yo no quiero un amor civilizado
Con recibos y escena del sofá
Yo no quiero que viajes al pasado
Y vuelvas del mercado con ganas de llorar
Yo no quiero vecinas con pucheros
Yo no quiero sembrar ni compartir
Yo quiero catorce de Febrero
Ni cumpleaños feliz
Yo no quiero cargar con tus maletas
Yo no quiero que elijas mi champú
Yo no quiero mudarme de planeta
Cortarme la coleta, brindar a tu salud
Yo no quiero domingo por la tarde
Yo no quiero columpio en el jardín
Lo que yo quiero corazón cobarde
Es que mueras por mí
Y morirme contigo si te matas
Y matarme contigo si te mueres
Porque el amor cuando no muere mata
Porque amores que matan nunca mueren
Yo no quiero juntar para mañana
Nunca supe llegar a fin de mes
Yo no quiero comerme una manzana
Dos veces por semana, sin ganas de comer
Yo no quiero calor de invernadero
Yo no quiero besar tu cicatriz
Yo no quiero París con aguacero
Ni Venecia sin ti
No me esperes a las doce en el juzgado
No me digas volvamos a empezar
Yo no quiero ni libre ni ocupado
Ni carne ni pecado ni orgullo ni piedad
Yo no quiero saber porqué lo hiciste
Lo que yo quiero muchacha de ojos tristes
Es que mueras por mí
Y morirme contigo si te matas
Y matarme contigo si te mueres
Porque el amor cuando no muere mata
Porque amores que matan nunca mueren
LEYENDA
La carreta chillona
El autor es Rodrigo Molina autor salvadoreño
Esta Carreta Bruja le apareció a una mujer chismosa llamada Cirinla. Era una carreta del tamaño normal sin bueyes, pero
en las puntas de los palos que componían el estacado llevaba una calavera humana con grotesca mueca de sonrisa.
La carga de la carretera consistía en un promontorio de cadáveres decapitados que se retorcían como tentáculos de mil
pulpos. Los arrieros, en vez de cabeza tenían un pequeño manojo de zacate.
En la mano izquierda aseguraban una puya y en la mano derecha el mango de enorme látigo negro. Danzaban y haciendo
estallar latigazos sobre los cuerpos gritaban y mencionaban los nombres de todas las personas en el pueblo que eran
conocidas como mentirosas, falsas e hipócritas. Y mientras decía los nombres, los chicotazos sonaban como estampidos
de balazos en los lomos desnudos de los cuerpos torturados.
Era tal la curiosidad de Cirinla que cuando escuchó el ruido de la Carreta Bruja salió de su casa a verla y su espanto fue
tan grande que al día siguiente amaneció muerta encima de un charco de su propia sangre de curiosa, chismosa, revoltosa,
criticona y juzgona. Y desde entonces la Carreta Bruja ya no se escuchaba rodar sobre el suelo empedrado de las calles
del apacible pueblecito.
Fabula
El adivino
Instalado en la plaza pública, un adivino se entregaba a su ofcio. De repente se le acercó un vecino,anunciándole que las
puertas de su casa estaban abiertas y que habían robado todo lo que había en su interior.El adivino levantose de un
salto y salió corriendo hacia su casa, desenca!ado y suspirando, para ver lo que había sucedido."no de los que allí se
encontraban,viendole correr le dijo oye, amigo, tú que te vanaglorias de prever lo que ocurrirá a los otros, (por que no has
previsto lo que te sucedería a ti. El adivino no supo que responder.
Moraleja: no hay que fiarse de aquellos que dicen que pueden adivinar el futuro de los demás. Tan sólo pretenden
estafarnos y quitarnos nuestro dinero.
Autor: Esopo
Parabola
LA OVEJA PERDIDA
Evangelio según Lucas, capítulo 15
1 Los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharle.
2 Por esto los fariseos y los maestros de la Ley lo criticaban entre sí: «Este hombre da buena acogida a los pecadores y
come con ellos.»
3 Entonces Jesús les dijo esta parábola:
4 «Si alguno de ustedes pierde una oveja de las cien que tiene, ¿no deja las otras noventa y nueve en el desierto y se va
en busca de la que se le perdió hasta que la encuentra?
5 Y cuando la encuentra, se la carga muy feliz sobre los hombros,
6 y al llegar a su casa reúne a los amigos y vecinos y les dice: “Alégrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se
me había perdido.”
Acronica
1. Emergencias, una noche de guardia en el Hospital Clínicas (Autor: Álex Ayala Ugarte)
Lunes. Diez de la noche. Las paredes amarillas y verdes del Hospital de Clínicas reflejan el trasiego de varios pares de
batas blancas. Un grifo que gotea marca con un compás casi fúnebre los silencios. Una ambulancia de la Red 118 de la
Alcaldía espera en el parqueo para salir ante cualquier urgencia. Las máquinas de escribir bailan al son del mar de dedos
que se les viene encima. La ciudad ya duerme, pero la sala de emergencias está despierta.
Cada noche, todo un mundo abre sus puertas ante la mirada acostumbrada de los doctores. Óscar Romero, jefe de la
unidad de emergencias, está de turno. Sus ojos rojos revelan falta de sueño. Una mueca de incredulidad cubre su rostro.
El ir y venir de historias es constante. Y él despacha órdenes con la misma seguridad con la que un matarife cercena a su
presa. Con todo, este rincón del hospital muestra siempre su propia inercia.
Tres médicos dirigen al equipo cada día: “un cirujano, un internista y un traumatólogo”, explica Romero. El grupo lo
completan los médicos residentes, un neurocirujano, que igual hace guardia aunque desde su casa, y los internos. Estos
últimos trabajan hasta 17 días seguidos y se deslizan por la sala, repleta, como si fueran “zombies”.
Apologo
Sueño pasajero
De su época de pandillero arrastraba el pseudónimo: “Cloroformo” -porque durmió a uno de una patada-. Ahora, borracho
irrecuperable, contentábase con comer cada noche de algún basurero.
Hurgando entre los desperdicios encontró el maletín. ¡Más de 100.000 dólares! Urgente fue a gastarlos. Cerró el cabaret,
ordenó whisky para todos y pidió tres mujeres. Se emborrachó como nunca. Por supuesto, estuvo impotente.
Niños de la calle le robaron lo que le quedaba.
Tanta fue la vergüenza que prefirió morir por las torturas de los narcotraficantes que habían ocultado el maletín en aquel
bote antes de revelar que había perdido todo.
A. Galeano, A. Colussi
Mito
Eco y Narciso
Este mito corto cuenta la historia de Eco, una ninfa que fue maldecida por la diosa Hera con el hecho de perder el habla y
no poder repetir más que la última palabra, de lo que dijeran los demás. Al encubrir a Zeus en sus aventuras con diversas
amantes, distrayendo a su esposa con sus pláticas constantes, Eco se había ganado dicho castigo por su parte. Fue así
que se retiro a una cueva en la espesura del bosque, a donde rara vez iban a parar las personas. Sin embargo un día llegó
hasta allí Narciso, hijo de la ninfa Líriope y que había sido bendecido con una belleza extraordinaria, aunque él no era
consciente de ello.
Eco al verlo, sintió que quedaba prendada de él y fue así como comenzó a seguirlo, en cada uno de sus pasesos por un
riachuelo cercano. Pero en cierta ocasión el joven, sintiendo su presencia y mirando hacia atrás, la descubrió a pocos
pasos de él, lo que la avergonzó enormemente. Cuando Narciso se acercó a preguntarle porque lo perseguía, ella no pudo
más que hacer una repetición de sus últimas palabras.
Pero aprovechando la Naturaleza y los animales que los rodeaban, le hizo entender que lo amaba. Sin embargo, el
muchcacho solo se echó a reír de forma fría y la rechazó sin consideración alguna, provocando que Eco volviera a su
cueva en donde se dejó morir de tristeza.
Némesis, la diosa de la venganza, había presenciado todo aquello y quiso vengarse de él. Le provocó una sed abrumadora
que le hizo dirigirse al riachuelo. Allí, Narciso quedo perturbado al ver su propio reflejo en el agua, pues nunca antes se
había visto en espejo alguno. Tan embelesado quedo con su imagen, que al querer acercarse más cayó al agua y se
ahogó. Y en la orilla crecieron unas flores preciosas, que hoy llevan su nombre.
Himno
¡Guatemala feliz…! que tus aras
no profane jamás el verdugo;
ni haya esclavos que laman el yugo
ni tiranos que escupan tu faz.
Si mañana tu suelo sagrado
lo amenaza invasión extranjera,
libre al viento tu hermosa bandera
a vencer o a morir llamará.
Coro
Libre al viento tu hermosa bandera
a vencer o a morir llamará;
que tu pueblo con ánima fiera
antes muerto que esclavo será.
De tus viejas y duras cadenas
tú forjaste con mano iracunda,
el arado que el suelo fecunda
y la espada que salva el honor.
Nuestros padres lucharon un día
encendidos en patrio ardimiento,
y lograron sin choque sangriento
colocarte en un trono de amor.
Coro
Y lograron sin choque sangriento
colocarte en un trono de amor,
que de patria en enérgico acento
dieron vida al ideal redentor.
Es tu enseña pedazo de cielo
en que prende una nube su albura,
y ¡ay! de aquel que con ciega locura
sus colores pretenda manchar.
Pues tus hijos valientes y altivos,
que veneran la paz cual presea,
nunca esquivan la ruda pelea
si defienden su tierra y su hogar.
que es tan solo el honor su alma idea
y el altar de la patria su altar.
Recostada en el Ande soberbio,
de dos mares al ruido sonoro,
bajo el ala de grana y de oro
te adormeces del bello quetzal.
Ave indiana que vive en tu escudo,
paladión que protege tu suelo;
¡ojalá que remonte su vuelo,
más que el cóndor y el águila real!
Coro
¡Ojalá que remonte su vuelo,
más que el cóndor y el águila real!
y en sus alas levante hasta el cielo,
Guatemala tu nombre inmortal.
José Joaquín Palma
Oda
Oda a Cristin por Víctor Manuel
Tus ojos me miran sin recelo
el maquillaje arruina tu belleza para mí
tu carisma opaca la belleza de las otras
iluminas el camino de un destino gris
Como hombre caigo ante la sirena
tu presencia me rescata al mundo real
viajar lejos solo por verte es mejor
que vivir en el paraíso terrenal.
Coro
Nunca esquivan la ruda pelea
si defienden su tierra y su hogar,
Canto
LETRA DEL FERROCARRIL DE LOS ALTOS
Domingo Bethancourt
Voy para la costa sur
Ya va caminando el tren
Al salir de la estación
Mi corazón con emoción
Late de amor
Con mi carga de ilusión
Voy por el ferrocarril
Al llegar a Patulul
Del cielo azul
Brota el rumor de esta canción
Suchitepéquez precioso
Elegia
Elegía a una vida trágica
El fin se acerca, y no encuentro consuelo
a cada paso me acerco más
El tiempo ha cobrado su cuota inerme
Hay firmeza en tu carácter
y dolor en tu silencio
algo roto hay en ti que yo debo reparar.
Tierra fecunda y hermosa
Tierra caliente y frondosa
Cuna de Santo Domingo
Le cantaré a San Antonio
A Chicacao y al mar
Cantaré a Cuyotenango
A Taguascoy Samayac
Mazatenango quisiera
En tu estación bullanguera
De tus mujeres preciosas
Como capullos de rosas
Con tu avenida tan ancha
Y alegre la libertad
Mazatenango yo sueño
Tu feria de carnaval
dejando claro su poderío ante mí.
Mi vida fue un fracaso simple y trágico
No logré más a causa del miedo
Pero el miedo no fue a los demás ni al mundo
Fue un temor a mí mismo
Y que jamás logre entender
Hasta llegado el día final.
Autor: yotor911
Sainete
El conventillo de la paloma. Publicado en 1929, y escrita por el autor argentino Alberto Vacarezza. Esta obra está
compuesta por un acto y tres cuadros, y narra la historia de “La Paloma”, una hermosa mujer que vive en un conventillo,
en donde todos los inquilinos están perdidamente enamorados de ella, incluyendo al encargado del mismo.
Poema historico
1. Ojos claros, serenos...
Gutierre de Cetina
Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.
Poema caballereseo
El cerco de Camorade Juan Arolas
I
Contra todo ardid guerrero
Zamora está bien sentada:
De un cabo la corre Duero,
Del otro Peña Tajada.
La ciñen a la redonda
Unas torres muy espesas,
Muro fuerte y cava fonda
Con sus barbacanas gruesas.
Y al verla con tal muralla
No hay cristiano ni agareno
Que la quiera dar batalla
Ni embestirla en su terreno.
De su padre en rico don
Doña Urraca la tuviera
En aquella partición
Que de sus reinos hiciera;
Mas don Sancho de Castilla,
Que anhela mayor estado,
Siempre tuvo por mancilla
Ver su imperio desmembrado;
Ver saltar del cetro de oro
Joyas que de estima son:
Galicia, Zamora, Toro,
Con Asturias y León,
Entremes
UN MILAGRO
Mario Benedetti
Uruguay (1920-2009)
Aquel día que estuvimos en su casa, y cuando ya nos íbamos, Norberto me llamó aparte y me entregó una hoja doblada.
"Para que lo leas después. Es un cuentito. No sé si tiene algún valor. Tal vez sea fruto de mis desgastes y desajustes
religiosos". No lo leí esa noche en mi casa sino mucho después en la de Mariana. Se titula "Un milagro": "Un santo
milagroso. Eso era. Las beatas del pueblo juraban que lo habían visto sudar, sangrar y llorar. Desde la capital una agencia
turística organizaba excursiones para mostrar al Santo. Para unos se trataba de san Miguel; para otros, de santo Domingo
o de san Bartolomé y no faltó quien afirmara que se trataba de un san Sebastián; algo extraño, ya que le faltaban las
flechas. Y como la propia Iglesia no se ponía de acuerdo, la feligresía optó por llamarle el Santo y nada más. De todas
maneras, el párroco estaba encantado con el aluvión limosnero. Marcela no vino en excursión. Ella y sus padres vivían
desde siempre en el pueblo, o sea que conocía al Santo desde niña. Su imagen había estado presente desde sus primeros
sueños infantiles. Ahora tenía diecisiete años y era la más linda en varias leguas a la redonda. También el Santo era
apuesto y cuando Marcela iba a la capilla y se arrodillaba frente al altarcito lateral en que el Santo moraba, su devoción
tenía sutiles trazos de amor humano. Una mañana de lunes, cuando el templo estaba desierto, la muchacha se acercó al
Santo, lo miró largamente y esta vez su suspiro fue profundo. Luego se arrimó y comenzó a besar minuciosamente aquellos
dolidos pies de yeso. Luego acompañó sus besos con caricias en las piernas descascaradas. De pronto sintió que algo
humedecía su brazo. Al comienzo no quiso creerlo, pero era así. Un milagro inédito, después de todo. Porque aquello no
era llanto ni sangre ni sudor. Era otra cosa". "¿Qué te parece?", le pregunté a Mariana. "No sé. Me ha dejado algo confusa.
Tengo la impresión de que transcurre en una línea fronteriza. Pero es una frontera que no aparece muy frecuentemente
en la literatura: la que separa la religión del erotismo". Con un levantamiento de cejas, inquirió mi propia opinión. "A mí me
gustó, tal vez porque ocurre justamente en esa frontera. El Santo se humaniza. En esa última línea, deja de ser de yeso
para ser de carne". "¿Y qué le vas a decir a Norberto?".
OPERA
Ópera Savoy. Es un estilo de ópera cómica que apareció a finales del siglo XIX y fue desarrollada en Inglaterra. Ejemplos:
“H.M.S. Pinafore”, presentada en inglés y estrenada en 1878 y “The Pirates of Penzance”, también en inglés, estrenada un
año después.
COMEDIA
La Pesadilla De Drácula
ACTO ÚNICO
PERSONAJES
CONDE DRÁCULA
MISSIS ANDREWS
(La coqueta habitación de Missis Andrews, una refinada dama inglesa bastante entradita en años. Hacia un lateral, deberá
estar la ventana por donde ingresa el Conde Drácula. El vampiro del comienzo puede hacerse con un títere o un murciélago
de plástico, atado de una tanza, lo cual si se nota haría más cómica la situación.)
MISSIS ANDREWS: (Es de noche y duerme pesadamente en su cama de espalda al público. Emite sonoros ronquidos.
De pronto, por la ventana entra volando un vampiro que revolotea sobre la cabeza de la mujer. Sin siquiera abrir los ojos,
del costado agarra un matamoscas y de un golpe lo saca súbitamente de escena.)
DRÁCULA: (Entra todo moreteado y sobándose la cara) ¿¡Anotaron la matrícula del camión!? (Al ver a su víctima
durmiendo, se recompone y mientras ríe malévolamente, se envuelve en su capa y desaparece de escena para que el
vampiro vuelva a ingresar y revolotear sobre la cabeza de la mujer.)
MISSIS: (Otra vez, sin abrir los ojos, del costado agarra un aerosol.) ¡Cómo hinchan estos mosquitos! (Lo rocía y tosiendo
el vampiro sale de escena.)
DRÁCULA: (Entra tosiendo.) ¿Esta es la noche de burlarse del vampiro? Pero la pagará caro… (Sigilosamente se acerca
a la mujer, muestra sus dientes y va a morderla cuando la mujer le muestra la cara, toda embadurnada en una mascarilla
cosmética.) ¡El monstruo del pantano!
MISSIS: (Se despierta asustada.) ¿Dónde?
DRÁCULA: Ahí, en la cama…
MISSIS: ¿Y usted por dónde entró?
DRÁCULA: Por la ventana. Por donde ingreso todas las noches a las habitaciones de mis víctimas…
MISSIS: Usted debe ser Drácula…
DRÁCULA: (Subraya con orgullo.) ¡El conde Drácula!
MISSIS: Yo sabía que tarde o temprano me iba venir a visitar (Se levanta.) Por eso lo estaba esperando con unos canapés.
Es un honor recibir a alguien tan famoso. (Le acerca una bandeja con bocaditos.) Tome, pruebe…
Tragedia
Las Traquinias
Sófocles
DEYANIRA. —Hay una máxima que surgió entre los hombres desde hace tiempo, según la cual no se puede conocer
completamente el destino de los mortales, ni si fue feliz o desgraciado para uno, hasta que muera. Sin embargo, yo sé,
aun antes de llegar al Hades, que el mío es infortunado y triste. Yo, cuando habitaba aún en Pleurón en la casa de mi padre
Eneo, experimenté una repugnancia muy dolorosa por el matrimonio, en mayor grado que cualquier mujer etolia. En efecto,
tenía como pretendiente un río, me refiero a Aqueloo, el cual, bajo tres apariencias, me pedía a mi padre. Se presentaba,
unas veces, en figura de toro, otras, como una serpiente de piel moteada y, otras, con cara de buey en un cuerpo humano.
De su sombrío mentón brotaban chorros de agua como de una fuente. Mientras yo esperaba temerosa a semejante
pretendiente, pedía una y otra vez, desventurada, morir antes que acercarme nunca a este tálamo.
Algún tiempo después, llegó a mí, causándome gran alegría, el ilustre hijo de Zeus y Alcmena, quien, entrando en combate
con aquél, me libera. Y cómo fue la lucha no podría decirlo, pues no lo sé. Sin embargo, quien haya permanecido sentado
ante el espectáculo sin miedo, éste podría contarlo. Yo, en efecto, me hallaba fuera de mí por el temor de que mi belleza
me pudiera proporcionar algún día pesadumbre.
Zeus, el que dirime los combates, puso un término feliz, si es que verdaderamente fue feliz, ya que, desde que he sido
unida a Heracles como esposa elegida, alimento siempre temor tras temor en mi preocupación por él. Una noche trae
consigo sufrimiento y la noche siguiente lo quita. Hemos tenido hijos a los que él, como un labrador que adquiere un campo
distante, sólo ha visto una vez en la siembra y en la recogida.
Tragicomedia
El último brindis
Autor/a: ester
(En el jardín de una familia adinerada hay una mesa con mantel, dos sillas un champan y dos copas. Entran Daila y Ricardo
elegantemente vestidos).
Ricardo: Eres la mujer más ocurrente del mundo. A quién se le ocurre ponerse a beber en el jardín, y para colmo así,
vestidos como para ir al teatro.
Daila: ¿Y por qué no? Todos somos actores en la vida. Claro que algunos resultamos buenos comediantes, otros pésimos
actores; y también están los equivocados, a los que les toca vivir un libreto bastante mediocre. ¿No me invitas a sentarme?
Ricardo: Por supuesto, qué falta de delicadeza la mía, siéntate.
Daila: Por ejemplo tú, eres un pésimo actor, Ricardo, todo se te olvida, eres como un partiqui
Ricardo: La comedia de la vida como tu le llamas...
Daila: (Lo interrumpe) ¿No me sirves una copa de champan? Espero que sea francés. Ricardo: La mejor cosecha de la
viña.
Daila: Eso es lo que deseaba, beber un champagne de selección, junto a un marido que lejos de ser de selección, a veces
se comporta como un mediocre.
Ricardo: (Se para) Me estás ofendiendo, Dalia.
Daila: (Tranquila) Siéntate, te digo que te sientes, recuerda que prometiste acceder esta noche a todos mis caprichos.
Ricardo: ¿Cómo dices?
Daila: Sí, quiero que me digas algo dulce, que me hables de amor como hace veinte años.
Ricardo: ¡Ah, ya caigo! Hoy cumplimos un aniversario de bodas, ¿verdad?
Daila: Tal vez, o quizás algo mucho más importante todavía para una mujer como yo.
Ricardo: ¿Quieres decirme qué diablos sucede? Dímelo, bueno pero no entiendo por qué estás bebiendo esta noche.
Daila: Veinte años a mi lado debieron ser suficientes para conocer mi manera de ser.
Ricardo: Yo estoy muy ocupado en mis negocios para dedicarme a estudiar psicología femenina. No es mi fuerte.
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