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Ser o parecer

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Ser o parecer
Francisco Javier Hermosillo Saldate
02/04/2019
Las Vegas, Nevada. Estados Unidos de América.
Desde la concepción del complejo Caesars Palace, en su aparición completa de 1966.
Considerando el epítome de lujo. Considerado en varias ocasiones como el mejor reflejo
de Las Vegas. El legendario casino del Caesars Palace siempre ha sido el lugar ideal para
asiduos apostadores, celebridades y cualquier persona con dinero extra para gastar. Las
habitaciones están decoradas bellamente, con la belleza clásica del pasado y la tecnología
moderna de hoy.
Caracterizado como tipo Strip Mall o Arquitectura “Plástica”
El irónico contraste de una ciudad comercial construida como un oasis en medio de un
desierto, hace de Las Vegas uno de los destinos turísticos globalmente más visitados por
su diversidad de actividades para el ocio y la recreación.
Robert Venturi hizo una crítica en su libro Aprendiendo de Las Vegas (1977) como un
fenómeno de comunicación arquitectónica, en el que la arquitectura se vuelve literal y se
convierte en un anuncio “habitable”. Una ciudad que posiblemente represente de manera
sarcástica el estilo y tendencia de la vida de la ciudad posmoderna.
El juicio de los arquitectos respecto a la arquitectura moderna y su entorno parece ser
siempre insatisfecho ante las condiciones existentes, lo que orilla a la búsqueda del cambio
constante y mejora del mismo.
Como una arquitectura escenográfica, Venturi interpreta a Las Vegas como un método de
persuasión comercial a través de sus fachadas, más que por su contenido. La arquitectura
de Las Vegas se interpreta como símbolo que domina el espacio y a la forma como
expresión de lo que contiene. La forma se visualiza aquí como un sistema de comunicación
en el que se crean conexiones verbales y simbólicas a través de un espacio que expresa
una complejidad de significados, al grado de cuestionarse “¿Se decora la construcción o se
construye la decoración?”
La arquitectura empleada en la ciudad del ocio es meramente comunicativa, el simbolismo
sobrepasa la forma arquitectónica. Si se interpreta la ciudad como Lynch (1960) que
analizaba la identidad y los componentes formales que construyen el sentido de pertenencia
de las personas, en Las Vegas todo lo que se construye es decoración y aunque realmente
es una ciudad de paso, un escape de la realidad para el turista, conviene analizar como el
simbolismo da identidad a esta ciudad en la que la arquitectura se presenta como mercancía
y los signos propios de la ciudad influyen sobre la carretera mucho más que los mismos
edificios.
La arquitectura en este paisaje se convierte en símbolo en el espacio en lugar de forma en
el espacio. Las fachadas se cubren de extravagancia y la monumentalidad arquitectónica
con la intención de dominar su contexto para envolver al visitante, mientras se esconde otra
cara de la ciudad y de la vida cotidiana.
Se manifiesta una arquitectura tipo Strip, para atraer gente de todas partes del mundo,
mostrando el valor del simbolismo y la alusión en una arquitectura del espacio vasto y de
habitabilidad efímera. A fin de cuentas, esta ciudad fue diseñada para cumplir una función,
y hasta cierto punto es funcional a pesar de que parezca aberrante ante los juicios del
modernismo. El mensaje que comunican las fachadas cumple una función comercial
separada al interior de los edificios.
Las Vegas carece de una identidad cultural, pues se fija como una representación efímera
y experimental de quien la visita, pero las diversas interpretaciones que definen a las
ciudades buscarán siempre un estigma que las diferencie de otras, por su función o por el
mero simbolismo que éstas representan.
Considero que como arquitectura tal cual es basado en función, utilidad y belleza, Las
Vegas puede entrar como definición en “parece, pero no es”. Por la diversidad de estilos
que demuestran en conjunto con sus técnicas constructivas no demuestran una coherencia
con lo que aparentan ser.
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