Desintoxica tus emociones

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¡Desintoxica tus emociones! 5 técnicas de
higiene emocional
Nuestras emociones, como otros procesos de nuestro
organismo, siguen el ritmo universal de carga y
descarga. ¿Sabemos soltarlas o las bloqueamos?
Entre nuestro cuerpo físico y nuestra mente, conectándolos y envolviéndolos, se
encuentra el territorio misterioso de las emociones. Las emociones se expresan a través
de nuestro cuerpo, de nuestros gestos, de nuestra mirada, palabras; y también están
conectadas con la mente, con nuestros pensamientos, nuestra concepción del mundo y
de las personas.
Somos burbujas de energía vital en un movimiento constante de contracción y
expansión, de carga y descarga. La energía penetra en nuestro organismo a través del
aire, del agua y de los alimentos, y cuando asimilamos los nutrientes y el oxígeno,
expulsamos todo aquello que no necesitamos o que nuestro cuerpo no puede asimilar.
Esa función de eliminación de sustancias sobrantes o perjudiciales es fundamental para
la salud.
Nos alimentamos gracias a los nutrientes que extraemos de los alimentos, del aire y
del agua, así como de ideas y pensamientos que entran en nuestro cerebro. Pero también
nos alimentamos de sentimientos, de sensaciones, de corazonadas, de inquietudes y
estremecimientos… En definitiva, de emociones que entran, dejan huella y deben ser
descargadas.
Concebida desde una perspectiva holística, la salud consistiría en armonizar estos tres
aspectos: el físico, el mental y el emocional.
De la misma forma que ciertas sustancias contenidas en el aire que respiramos, una
vez que cumplen su trabajo oxigenando las células, deben expulsarse, las ideas deben
comunicarse; los sentimientos, compartirse, y las emociones, expresarse.
Gestionar un todo: emocional, mental y corporal
Todos estos procesos vitales no se producen por separado. Cuerpo, mente, corazón y
espíritu forman un todo y funcionan entrelazados, de modo que nuestro estado de ánimo
influye sobre nuestra dieta, el ejercicio o el reposo afectan a nuestras ideas, y los
sentimientos positivos o negativos influyen y determinan nuestra salud.
¡Desahógate!
5 claves para liberar las emociones
El organismo funciona como una unidad compleja, de modo que un golpe o una
herida no solo nos produce dolor físico sino también sufrimiento, angustia y temor. Y
un proceso traumático agudo, como la muerte de un ser querido, puede desatar graves
problemas de salud físicos. Sin embargo, estos procesos también funcionan en sentido
positivo.
El filósofo griego Heráclito calificaba de “acciones sagradas” a la risa, al bostezo y al
estornudo, todas ellas descargas vitales.
Todas estas expresiones procesos curativos: el bostezo equilibra la relación oxígenodióxido de carbono en la sangre y elimina tensiones físicas y psíquicas; el suspiro
estimula la respiración e impulsa el flujo sanguíneo hacia el corazón; estornudar o toser
limpia las vías respiratorias; la risa es tonificante, relajante y destensiona el diafragma.
5 técnicas para desintoxicar nuestras emociones
Las sociedades consumistas representan un estímulo psicoemocional y físico
constante en el que parece que no hay lugar para el descanso, la descarga, la relajación
y la expresión adecuada de emociones. Esta situación hace que estemos en permanente
tensión, lo que favorece la multiplicación de problemas de salud físicos, psíquicos y
emocionales.
El higienismo nos aporta claves interesantes para comprender los mecanismos de
autocuración y limpieza a nivel físico, mental y emocional: consumir alimentos sanos y
naturales, respirar aire puro y combinar adecuadamente ejercicio y reposo. Es
importante que busquemos espacios para aplicarlas también en el terreno de las
emociones y los pensamientos.
1. La respiración como higiene-emocional
Podemos observar nuestra forma de respirar y hacernos conscientes de los patrones
que hemos automatizado y que pueden alterarla o bloquearla. Una forma de entrenar
una respiración saludable es dedicar un tiempo a realizar lentamente las cuatro fases del
acto respiratorio:
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Inspirar profundamente.
Retener el aire para que se movilicen los alveolos pulmonares y se estimule la
circulación.
Espirar vaciando los pulmones.
Hacer una pausa antes de la inspiración siguiente.
Cuanto más ralentizemos estas fases, más profunda y completa será la respiración.
Entrevista a Brigitte Hansmann
"Respirando puedes resolver conflictos"
2. Potenciar la carga positiva
Es el primer paso para reducir la entrada de tóxicos. Podemos conseguirlo con
actividades sencillas:
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Contemplar paisajes que nos transmitan paz, calma o relajación; o que nos
estimulen y nos ayuden a explorar una gama más extensa y sutil de emociones.
Leer escritos positivos, escuchar piezas musicales armoniosas y bellas,
contemplar imágenes artísticas que transmitan armonía y serenidad.
Visionar documentales o películas optimistas.
Aprendiendo nuestras reacciones y explorando territorios desconocidos
contrarrestaremos la carga negativa que nos invade a diario.
3. Permitir la descarga
Es la actitud correcta ante la necesidad que el organismo tiene de exteriorizar. Si
bloqueamos estos desahogos, solo conseguiremos acumular los tóxicos con las
inevitables consecuencias perjudiciales para la salud. Lo mismo sucede cuando
callamos algo que sentimos que deberíamos decir, cuando nos obligamos a
tranquilizarnos o nos piden que no gritemos, incluso si lo hacen con amabilidad.
Los tóxicos acumulados terminarán desencadenando una crisis de limpieza cuando
el organismo no pueda contenerlos por más tiempo. En el plano físico, esa crisis puede
consistir en vómitos, diarreas y gripe, o cualquiera de las llamadas “enfermedades
agudas” desde la óptica médica.
En el plano emocional serán berrinches, gritos, llanto, ataques de risa.
Si reprimimos estas crisis, transformaremos problemas agudos o puntuales en
problemas crónicos, forzaremos al organismo a aceptar un estado permanente de
desequilibrio, contención, descontento o angustia.
4. Escuchar al otro: permitir su desahogo
El arte de escuchar supone aprender a estar junto a otra persona y hacer que se
sienta apoyada sin juicios. También es recibir los gritos, el enfado, la frustración, sin
acallarla, atendiendo con respeto, ofreciendo confianza sin tratar de calmar, sin dar
consejos, sin empeñarnos en resolver el problema; abrazándola o tomándola de la mano,
si eso la ayuda a confiar en nosotros y a expresarse libremente.
Cuando nos relacionamos con los niños la necesidad de dejar sentir sin juzgar y
condicionar es, si cabe, másimportante. Debemos abandonar esas frases que en lugar de
ser consuelo real, buscan nuestra comodidad:“no llores, no grites, no te muevas…”
Hagamos un esfuerzo sincero y positivo por escuchar tanto sus inquietudes como
sus enfados, así contribuiremos al desarrollo de su salud psíquica y emocional, y les
ayudaremos a ser personas más equilibradas y libres, capaces de expresarse, más
maduras y, en definitiva, más sanas.
5. Escribir para expresar emociones
De hecho, esa ha sido siempre la función de los diarios íntimos: allí podemos expresar
espontáneamente nuestras inquietudes y experiencias, nuestros sueños y proyectos.
También existen formas dirigidas o regladas para escribir con el propósito expreso
de hacer limpieza emocional. El “Diario intensivo” de Ira Progoff, propone una serie de
ejercicios sistematizados para conectar con el yo profundo. Solo hay que reservar un
momento de tranquilidad y silencio para escribir, comprometerse a ser sinceros,
centrarse en acontecimientos internos y prohibirse juzgar, analizar, censurar o
interpretar.
Existe también un ritual simple y radical que consiste en escribir y, a continuación,
quemar lo escrito para, así, desterrar pensamientos o emociones perniciosas.
Asimismo, innumerables actividades artísticas o artesanales pueden complementarse
con la práctica del yoga o la meditación: cantar, bailar, hacer teatro, pasear por la playa
o por el campo, bordar…
Autoconocimiento
Las cinco claves de la escritura autoconsciente
Cada cual puede buscar la forma que mejor se adapte a sus necesidades o costumbres.
En cualquier caso, lo que importa es que esos pensamientos y emociones salgan,
combinando la exploración interior, incluidos nuestros resquicios más oscuros, el
desahogo emocional y la comunicación con el mundo exterior.
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