BLOQUE 7 LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA: IMPLANTACIÓN Y AFIANZAMIENTO DE UN NUEVO SISTEMA POLÍTICO (1874- 1902) 7.1. LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA (1874-1902): CÁNOVAS DEL CASTILLO Y EL TURNO DE PARTIDOS. LA CONSTITUCIÓN DE 1876. Contexto económico y social Para comprender el origen del retorno de la dinastía borbónica al trono español debemos tener en cuenta una serie de factores: 1. La fragilidad e incapacidad de la I República para resolver tres conflictos bélicos simultáneos (la guerra colonial, la cantonalista y la carlista) 2. La pasividad y la falta de oposición a la Restauración borbónica. Los trabajadores urbanos nunca llegaron a reconocer en la democracia surgida tras la revolución de 1868 la defensa de sus intereses, y la falta de iniciativa de los gobiernos del Sexenio para transformar el sistema de propiedad de la tierra hizo que perdieran el apoyo de la población campesina (3 millones de jornaleros y braceros). 3. La fuerza de los grupos sociales favorables a un cambio de régimen político y al regreso de los Borbones: a. La alta burguesía, que reclamaba disciplina y estabilidad para levar a cabo sus actividades económicas, algo que no pudieron asegurarles los débiles gobiernos del Sexenio y las continuas guerras b. Los intereses coloniales de los plantadores de Cuba, que temían que los proyectos de reforma de la República llevaran a la concesión de la autonomía política para la isla y la supresión de la esclavitud, algo que arruinaría sus negocios c. Los grandes propietarios de tierras, muchos de ellos aristócratas, para los cuales república y democracia equivalían a reparto de tierras, Internacional obrera y revolución social d. Los mandos y oficiales del ejército, que aunque eran liberales, estimaban que la Revolución del 68 había sobrepasado lo aceptable e. La Iglesia Católica, ya que una gran parte del clero español abrazaba las ideas defendidas por el papa Pío IX, que condenaba el socialismo, el comunismo y el liberalismo. El principal impulsor de la restauración fue Antonio Cánovas del Castillo, líder de la causa alfonsina durante la I República, que defendía el derecho al trono del príncipe Alfonso (hijo de Isabel II). Cánovas ofreció como solución para salir de la crisis política la restauración de la monarquía borbónica. El 1 de diciembre de 1874 el príncipe Alfonso firmaba el Manifiesto de Sandhurst (redactado por Cánovas), donde defendía el régimen político que se pretendía restaurar: la monarquía liberal y parlamentaria, manteniendo la tradición católica de España. Cánovas del Castillo deseaba una restauración de la monarquía de manera pacífica y sin intervención militar. Sin embargo, el proceso se precipitó con el pronunciamiento del general Martínez Campos el 29 de diciembre de 1874, en Sagunto (Valencia), que proclamó al príncipe Alfonso rey de España (pronunciamiento de Sagunto). El rey Alfonso XII reinaría hasta 1885, cuando murió con solo 28 años de edad, haciéndose cargo de la regencia su segunda esposa, Mª Cristina de Habsburgo, embaraza del futuro rey Alfonso XIII. El sistema canovista Antonio Cánovas del Castillo era un gran conservador. Creía en una monarquía estable y fuerte, en la disciplina frente a las masas proletarias, y era contrario al sufragio universal, pues pensaba que la democracia podría llevar a la anarquía y el comunismo. Fue el creador del sistema político que funcionó inalterable durante toda la época de la Restauración: el sistema canovista. Los pilares del sistema eran: a) Soberanía compartida entre el rey y las Cortes b) Bipartidismo siguiendo el modelo anglosajón, del que Cánovas era admirador. Se fundan dos grandes partidos que prácticamente no se diferencian ideológicamente: 1 • El partido Conservador liderado por el propio Cánovas del Castillo que representaba los intereses de la Oligarquía y el clero. • El partido Liberal dirigido por Práxedes Mateo Sagasta, cuya base social eran las clases medias. c) Alternancia en el poder conocida como el Turno de partidos (turnismo), por el que ambos partidos se comprometían a pactar el traspaso de poder cada cierto número de años. Esta fórmula permitiría alcanzar uno de los principales objetivos de Cánovas: estabilizar el sistema y evitar los pronunciamientos militares. El instrumento para hacer efectivo el turno de partidos era el fraude en el proceso electoral basado en el reparto previo de los votos en cada circunscripción, lo que se conocía como encasillamiento. La Constitución de 1876 El mecanismo político canovista tuvo su formulación legal en una nueva Constitución. Estaba basada en la de 1845, aunque buscaba un modelo integrador por lo que una de sus características más importantes era su elasticidad, que permitía la aplicación de las leyes de forma más conservadora o más liberal dependiendo del partido que estuviese en el poder. Sus principales características son: 1) Soberanía compartida entre el rey y las Cortes frente al principio de soberanía nacional (1869) 2) Se refuerza el papel del monarca que tiene el poder ejecutivo y capacidad para convocar y disolver las Cortes. Nombra a los ministros y puede promulgar leyes. 3) Las Cortes son bicamerales - Con un Congreso de Diputados elegido hasta 1890 por sufragio restringido y a partir de entonces universal masculino - Y un Senado compuesto por tres categorías de miembros: senadores “por derecho propio” (Grandes de España y alta jerarquía militar y eclesiástica), senadores “vitalicios” nombrados por el rey, y senadores elegidos mediante sufragio 4) Declaración de derechos individuales aunque limitados, retrocediendo con respectoa las constituciones de 1837 y 1869 5) Confesionalidad católica del Estado. Durante todo el sistema de la Restauración el sistema representativo se convirtió en una ficción. Para asegurar los resultados electorales deseados por el gobierno era imprescindible la colaboración y la intervención de los llamados “caciques”. Estos eran individuos poderosos y muy influyentes en la vida local (terratenientes, prestamistas, notarios, médicos…), cuya función consistía en controlar las elecciones en los pueblos y municipios rurales para “fabricar” y garantizar de modo fraudulento los resultados previamente fijados. Los procedimientos que utilizaban para controlar las elecciones en su localidad, con el apoyo de la Guardia Civil y de los jueces, eran variados. Uno de los más comunes era el célebre “pucherazo”, por el que se guardaban las papeletas de votación (por ejemplo, en los pucheros) y se añadían o no a la urna electoral según el resultado deseado. También se manipularon las votaciones con lázaros (votos de fallecidos) y cuneros (electores que se inscribían irregularmente en una circunscripción que no les correspondía. Otros métodos fueron utilizar la violencia y las amenazas sobre los votantes, cambiar votos por favores como empleos en el Ayuntamiento, permisos para edificar, reducción de impuestos, etc. *El régimen de la Restauración tuvo varios éxitos iniciales: consolidó a la monarquía como garantía de estabilidad política. Impuso el poder civil sobre el intervencionismo militar y puso fin a conflictos como las Guerras Carlistas y a la sublevación cubana con la firma de la Paz de Zanjón en 1878. Sin embargo, marginó a amplios sectores políticos y sociales, como los republicanos, el movimiento obrero (marxismo y anarquismo) y los nacionalismos, cuya fuerza irá en aumento a medida que se generalice el descontento con un sistema cada vez más corrupto e ineficaz. 2 7.2. LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA (1874-1902): LOS NACIONALISMOS CATALÁN Y VASCO Y EL REGIONALISMO GALLEGO. EL MOVIMIENTO OBRERO Y CAMPESINO. Hasta la Restauración, la reivindicación foralista o nacionalista se había canalizado a través del republicanismo federal (si era progresista) y el carlismo (si era conservadora). Debilitadas ambas corrientes, surgen ahora movimientos que reivindicaban los derechos históricos catalanes, vascos, valencianos, gallegos y andaluces. Lo que comenzaría en algunos casos como movimientos culturales regionalistas irá derivando hacia posiciones políticas que reclamarán el reconocimiento y los derechos como nación.El movimiento regionalista fue más fuerte y surgió antes en Cataluña y el País Vasco, al existir allí una diferenciación lingüística que cimentó el sentimiento nacional, y una burguesía desarrollada en la que arraigó la ideología nacionalista. Si bien en España tuvo características propias, fue un fenómeno común a toda Europa, donde entroncaron el liberalismo, el sentimiento nacional y el Romanticismo, dando origen a una serie de movimientos patrióticos y nacionalistas. Fue el caso de los griegos contra la ocupación otomana, húngaros, italianos y checos contra los Habsburgo, o los polacos contra la dominación rusa. Estos nacionalismos alcanzarán su cénit con las unificaciones de Italia y Alemania. El catalanismo En el siglo XIX se produce en Cataluña el fenómeno de la Renaixença, un movimiento cultural que busca la recuperación del catalán como lengua literaria, y un nuevo interés por la historia, tradiciones y costumbres propias. En principio es un fenómeno exclusivamente cultural, y los catalanes participan plenamente de la agitada vida política española: son liberales, carlistas, o republicanos federales. Con la Restauración, sin embargo, fracasan el carlismo y federalismo y se impone una visión de un Estado unitario y centralista. El primer nacionalismo surgirá en torno a intelectuales como Valentí Almirall o Prat de la Riba. En 1892 los grupos liderados por ambos se fusionaron en la Unió Catalanista, cuyo programa fundacional, las Bases de Manresa, constituyó un documento básico del nuevo nacionalismo catalán. Movimiento especialmente burgués, no planteaba la secesión ni una actitud de lucha contra el Estado español, sino una propuesta de sistema federal en la que las regiones obtuvieran un régimen de autogobierno con instituciones propias. El definitivo despegue del nacionalismo catalán se produjo tras el Desastre de 1898, logrando los cuatro primeros diputados en 1901. Ese mismo año, Prat de la Riba fundó la Lliga Regionalista de carácter conservador y burgués que acabó dirigiendo Francesc Cambó. *Su lema “Una Cataluña libre en una España grande”, y su participación en los gobiernos del Estado provocaron las críticas de la izquierda catalanista, que se organizó en el grupo Estat Catalá (Esquerra Republicana) cuyo planteamiento era abiertamente soberanista y que proclamaría la República catalana independiente durante la 2ª República española. El Nacionalismo Vasco El nacionalismo vasco está vinculado con las guerras carlistas, que acabaron con la abolición de los fueros, y la industrialización, que provocó la llegada de inmigrantes de otras provincias españolas (maketos) y la rápida transformación de la sociedad vasca tradicional, depositaria de la lengua (euskera) y la cultura. La literatura fuerista, de raíz romántica, idealizaba el mundo rural o hacía una reconstrucción histórica basada en mitos, leyendas y tradiciones. Esta literatura fue la base del primer nacionalismo vasco. El principal líder fue Sabino Arana, militante en el carlismo, que fundó en 1895 el Partido Nacionalista Vasco (PNV) cuyo lema era “Dios y Ley Vieja”. Arana, de ideología clerical y tradicionalista, reivindicó la raza, la lengua y las costumbres con un carácter xenófobo y racista. 3 El Regionalismo gallego o galleguismo Su desarrollo fue más lento y de menor arraigo social debido al carácter rural de la población gallega y a su dispersión por el territorio. Su origen está vinculado al movimiento literario romántico conocido como O Rexurdimento, del que formó parte Rosalía de Castro en defensa de la lengua gallega. Sus teóricos más importantes fueron Alfredo Brañas (su obra El Regionalismo) y Manuel Martínez Murguía (marido de Rosalía de Castro), que demandaron una descentralización administrativa y el uso de la lengua gallega. El movimiento obrero en España Tras la Restauración, el movimiento obrero pasó a la clandestinidad. Estaba escindido en dos corrientes diferentes: socialista y anarquista. En 1879 Pablo Iglesias fundó en Madrid el Partido Socialista Obrero Español. Su primer programa se basaba en tres principios fundamentales: - la abolición de las clases y la emancipación de los trabajadores - la transformación de la propiedad privada en propiedad colectiva - la conquista del poder político por la clase obrera El programa incluía, además, una larga lista de reivindicaciones políticas y laborales que pretendía la mejora de las condiciones de vida de los obreros. En 1888, cuando ya había agrupaciones socialistas en las principales ciudades del país, se fundó la Unión General de Trabajadores, un sindicato de inspiración socialista. Desde entonces se marcará una clara línea divisoria entre el partido, con objetivos políticos, y el sindicato, cuya función era la defensa de los trabajadores en la sociedad capitalista. En 1890 se celebró por primera vez el 1º de Mayo, siguiendo la consigna de la II Internacional, dando lugar a numerosas manifestaciones. La guerra de Cuba afianzó aún más sus posiciones: los socialistas se opusieron al servicio militar discriminatorio y denunciaron la guerra como imperialista y antisocial, lo que hizo aumentar su popularidad y la afiliación de forma espectacular. Los anarquistas se organizaron en 1881 en la Federación de Trabajadores de la Región Española. Los principales rasgos ideológicos que les definían eran: - rechazo de cualquier autoridad impuesta, defensa utópica de la autonomía individual y abolición del Estado - supresión de la propiedad privada y defensa del colectivismo - apoliticismo: rechazo del juego político y la participación en elecciones, consideradas un engaño - anticlericalismo: negación de la religión y de la Iglesia. La implantación del anarquismo era notable en Cataluña, Aragón, Valencia y Andalucía, pero las divisiones internas y la represión policial hicieron que obreros y campesinos anarquistas se inclinaran por un anarquismo sindical y reivindicativo (nace en 1910 la CNT, Confederación Nacional del Trabajo). Sin embargo, un sector de radicales optó por la “acción directa”, esto es, por las huelgas violentas y los atentados, como fue el caso de la Mano Negra. La última década del siglo XIX y la primera del XX se caracterizaron por una oleada de atentados contra reyes, presidentes y jefes de gobierno de toda Europa. Por último, cabe mencionar los Círculos Católicos, fundados por la Iglesia para amparar a los obreros pero rechazando la lucha de clases y colaborando con los patronos. Estos sindicatos recibieron el calificativo de “amarillos” por el color de la bandera vaticana. En 1891 el Papa León XIII, reclamó la mejora de las condiciones sociales en su encíclica Rerum Novarum. 4 7.3. EL PROBLEMA DE CUBA Y LA GUERRA ENTRE ESPAÑA Y ESTADOS UNIDOS. LA CRISIS DE 1898 Y SUS CONSECUENCIAS ECONÓMICAS, POLÍTICAS E IDEOLÓGICAS. A mediados del siglo XIX existía una fuerte unión sentimental con Cuba, que es la primera colonia española en América (La Española). Por otro lado, la isla presenta un interés económico como fuente de azúcar, tabaco y café, y en ella la aristocracia cubana se repartía la tierra y el poder. El problema de Cuba había constituido una de las mayores preocupaciones desde el inicio de la Restauración. Ya en 1868 se tuvo que hacer frente a la Guerra de los Diez Años (desencadenada con el Grito de Yara) que concluye en 1878 cuando en Martínez Campos, enviado allí, firma la Paz de Zanjón y acuerda una cierta autonomía en Cuba. Cuba se convirtió en una provincia más de España con representación en el parlamento y se impulsó la aparición de nuevos partidos políticos. A pesar de estas medidas el gobierno no introdujo reformas políticas de envergadura ni concedió ningún tipo de autonomía, lo que favoreció el estallido de una nueva sublevación independentista en 1895, el Grito de Baire, impulsado por el Partido Revolucionado Cubano fundado por José Martí. El movimiento era apoyado por la burguesía, los pequeños propietarios y la mayoría de los braceros negros y mulatos. España envió un gran contingente militar de unos 200.000 soldados al mando del general Martínez Campos, artífice de la Paz de Zanjón, y contaba con el apoyo de muchos cubanos conocidos como asimilistas. Sin embargo, sus iniciativas para acabar con la insurrección fracasaron por lo que fue sustituido por el general Valeriano Weyler en febrero de 1896. Weyler adoptó una línea dura negándose a negociar y aplicando una política de concentración, que consistía en agrupar a la población campesina en ciudades controladas por el gobierno español. La falta de alimentos y los problemas sanitarios causaron una gran mortandad entre los reconcentrados, causando un efecto contrario al que se perseguía pues hicieron aumentar los apoyos a los independentistas. Simultáneamente, en 1896 se produce la insurrección de Filipinas, a la que España responde con la ejecución del líder José Rizal. No obstante, la clave del conflicto fue la intervención de Estados Unidos. Los norteamericanos tenían intereses económicos en Cuba, en especial empresas azucareras. Además, el país aspiraba a convertirse en una potencia política y económica y consideraba a Cuba dentro de su área de influencia. Los grupos financieros presionaban al gobierno norteamericano a intervenir a favor de los independentistas cubanos. También tenían intereses en Filipinas como zona de acceso al comercio con Asia. La Guerra Hispano-norteamericana de 1898 Estados Unidos, interesado en el Caribe desde tiempo atrás, intentó varias veces comprar la isla de Cuba Además, la guerra hispanocubana coincidió con la expansión del imperialismo norteamericano en el propio continente, en el Caribe y en Asia. Durante la presidencia del demócrata Cleveland, la ayuda a los insurrectos cubanos fue constante. En diciembre de 1897 el nuevo presidente, Mac Kinley, amenaza a España con iniciar una guerra si no deja la isla. En febrero de 1898 el aumento de la tensión encuentra un pretexto perfecto al hundirse por una explosión el crucero norteamericano Maine, que se encontraba fondeado en el puerto de la Habana (266 muertos), de la que culparon a España a través de una gran campaña de desprestigio en la prensa. Los americanos entonces propusieron una oferta de compra de la isla por 300 millones de dólares, y ante el rechazo de Madrid, lanzaron un ultimátum exigiendo la renuncia de la soberanía en la isla. Ante la negativa española, el Congreso de EEUU declaró la guerra a España. El gobierno español no deseaba la guerra, pero se desató una exaltación patriótica fomentada irresponsablemente por los periódicos. A la guerra se oponían parte de los carlistas, republicanos, anarquistas, socialistas y sectores 5 populares, ya que estos soportaban el conflicto de forma directa como soldados. Y es que las dos guerras de Cuba y Filipinas provocaron la movilización de miles de jóvenes de clase social baja. Esto ocurría por el sistema de quintas, por el que se elegía a uno de cada cinco jóvenes en edad militar por sorteo. La única forma de evitar ir a la guerra era por sustitución o por redención en metálico, es decir, pagando un precio, lo cual permitía a las clases sociales más altas permanecer en la península. La guerra tuvo un desenlace rápido (apenas duró 100 días), por la desigualdad de fuerzas. España no contaba con una flota moderna como la estadounidense, ni tenía recursos para sostener una guerra tan alejada de la península. Era un imperio en plena decadencia. Estados Unidos aprovechó la coyuntura para declararse también protector de los independentistas filipinos. Las escuadras españolas fueron derrotadas por las norteamericanas en las batallas de Cavite (Filipinas, 1 de mayo) y Santiago de Cuba (el 1 de julio). Pocos días después los americanos desembarcaban en Puerto Rico y el 12 de agosto se rendía Manila, capital de Filipinas. España se vio forzada a firmar su rendición en el Tratado de París en diciembre de 1898. Estados Unidos impuso unas condiciones que suponían la liquidación del imperio colonial español: - España reconocía la independencia de Cuba bajo protectorado de Estados Unidos. España cedía a Estados Unidos Puerto Rico, la isla de Guam y Filipinas, estas últimas a cambio de 20 millones de dólares. Un año después, en 1899; España vendía a Alemania sus últimas posesiones en el Pacífico, las islas Carolinas, Marianas y Palaos por 25 millones de dólares - La crisis de 1898 El desastre colonial fue la mayor expresión de la decadencia española y tuvo diversas repercusiones: a) Ideológicas. La derrota ante Estados Unidos y la pérdida de las colonias provocó un gran impacto en el mundo intelectual y en la opinión pública generando una crisis de conciencia y una actitud pesimista. Apareció el Regeneracionismo, un movimiento intelectual y crítico caracterizado por el rechazo del sistema de la Restauración al considerarlo una lacra para el progreso del país. Censuraban la corrupción, el caciquismo y el atraso de España respecto a otros países europeos. Entre sus representantes más destacados figuran intelectuales Joaquín Costa, o los escritores de la generación del 98: Unamuno, Valle-Inclán, Machado, Ramiro de Maeztu, Baroja, etc. b) Políticas. - Resentimiento de los militares hacia los políticos (crece el antimilitarismo popular) y cambio del estatus - internacional de España, que había dejado de ser un imperio. En política el sistema de la Restauración sobrevivió pero los nuevos líderes, Antonio Maura y José Canalejas, acabaron asumiendo algunas propuestas regeneracionistas. El gobierno liberal de Sagasta fue sustituido por el conservador Francisco Silvela, que intentó poner en práctica una serie de reformas para afrontar la crisis del sistema canovista. c) Económicas. Algunas negativas como la pérdida del mercado colonial y de materias primas baratas como el azúcar y el tabaco. Aunque también hubo aspectos positivos como la repatriación de capitales que permitió fundar bancos como el Hispanoamericano. d) Sociales. Las víctimas principales del conflicto fueron los soldados que lucharon y murieron en la guerra. Se estima que murieron unos 45.000 hombres, de los cuales la gran mayoría (93%) murieron por enfermedad (malaria, fiebre amarilla, disentería, tifus y viruela). 6 7