screto. Una señal en estadirecció n nos la da el hecho de que en el prólogo Cervantes no recoja la invoc ación urbi et orbi del epígrafe al capítulo II,66 “Que tratade lo que verá el que lo leyere, o lo oirá el que lo escuchare leer”, 29 Y en su fuente bíblica: Eclesiástico , 33, 28. 30 Cfr. Ernst Curtius, Literatura eu ropea y edad media latina , [1947],Méxic o, Fondo de Cultura Económica, 1955. M r 2 1 : o r a A i 3 0 0 6 2 u d 1 7 0 : 6 t a 1 8 3 n o d 6 7 Autoridad, palabra y lectura en el “Quijote” 32 lo que sugiere un intento de selección del destinatario sobre la base de su capacidad crítica luego veremos por qué, cercano en susposicion es al censor discreto de los libros de caballerías (I,48,525).P arece evidente, en cambio, tras un rápido sondeo, que para Cer- vantes “desocupad o” y “ocioso” no son sinónimos. La ociosidadsu ele engendrar “malos humores” (I,48,523) y provocar un “falsogusto ” (I,47,517), como el que conduce al canónigo de Toledo a“la amarga y ociosa letura de los libros de caballerías” (I,49,531),l a misma que él, viendo la paja en el ojo ajeno, le reprocha a donQuijote, el cual “los ratos que estaba ocioso (que eran los más delaño) se daba a leer libros de caballerías” (I,1,34). El cura justificala existencia de libros de entretenimi ento precisament e para combatir “los ociosos pensamient os [...] de algunos que ni quieren, nideben, ni pueden trabajar” (I,32,351). Los verbos modales, “quie-ren” “deben” y “pueden”, revelan la actitud del sujeto hacia la ac-ción; eso es la ociosidad: el fruto de una predisposici ón negativadel sujeto hacia el trabajo 31 ; mientras que la desocupaci ón, el ocio,es la carencia temporánea de obligacione s y de la necesidad de ex-presar una actitud al respecto 32 . La ociosidad, el ocio vicioso, es 31 Era menos tolerante con los que pecan voluntariame nte de ociosidad Pedro de Valencia: “los que no quieren trabajar pudiendo son indignos de lacomida” (Pedro de Valencia, “Discurso contra la ociosidad. Madrid, 6 deenero de 1608”, en Obras completas , vol. IV/1, Escritos sociales. Escritoseconó micos , ed. Rafael González Cañal, León, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de León, 1994, pp. 159-173, [p. 161]). Probablemente el humanista se inspiraba en la doctrina de San Pablo, el cual en lasegunda epístola a los Tesalonicense s (3,10) dice: “Y mientras estuvimosentr e vosotros, os advertíamos que el que no quiere trabajar no coma”. Elemblema 82 de Alciato (http://www. mun.ca/alciat o/082.html) propone la misma conexión entre el trabajo y la comida, en la exhortación a la gura que representa sentada en el canasto de labranza a hacer buen uso de él:“Surge igitur, duroque manus assuesce labori / Det tibi dimensos crastinaut hora cibos”. El arbitrio al rey de Pedro de Valencia que acabo de citar se inscribe en el gran lón estudiado por José Antonio Maravall, “La crítica de la ociosidad en la época del primer capitalismo”, en AA. VV., Home-naje a Pedro Sáinz Rodríguez , Madrid, Fundación Universitaria Española,198 6, pp. 521538. 32 Resuena aquí la dicotomía clásica “otium / negotium”. Para los autores M r 2 1 : El o r a A i 3 0 0 6 2 u d 2 7 0 : 6 t a 1 8 3 n o d 6 7 Quijote y la lectura. Irisación de la autoridad en la novela 33 propio del vulgo, mientras el ocio desocupado lo es del discreto 33 .De ahí se sigue la división de los dos tipos de libros entre los dostipos de lectores: las fábulas milesias, “que son cuentos disparatados, que atienden solamente a deleitar, y no a enseñar” (I,47,517),p ara el vulgo; las apólogas, “que deleitan y enseñan juntamente” (I,47,517), para el discreto, y junto con éstas los libros de doctrina,co mo los que el canónigo receta a don Quijote: ¡Ea, señor don Quijote, duélase de sí mismo, y redúzgase al gre-mio de la discreción, y sepa usar de la mucha que el cielo fue ser-vido en darle, empleando el felicísimo talento de su ingenio enotra letura que redunde en aprovechami ento de su conciencia yen aumento de su honra! (I,49,532) Y cuando don Quijote, en punto de muerte, recupera la luz dela razón, se posesiona de la discreción que le atribuye el canónigo, ahuyenta de sí la ofuscación y la ociosidad, hace acto de contrición lectora y termina por anhelar otras lectur as de más prove-cho, como la del libro de doctrina a cuyo título alude , Luz del alma , y que tuvo entre sus manos en la imprenta de Barcelona: Yo tengo juicio ya, libre y claro, sin las sombras caliginosas dela ignorancia, que sobre él me pusieron mi amarga y continua leyenda de los detestabl es libros de las caballería s. Ya conozco susdisparates y sus embelecos, y no me pesa sino que este desengañoha llegado tan tarde, que no me deja tiempo para hacer alguna recompensa, leyendo otros que sean luz del alma. (II,74, 1133) latinos, como es sabido, el término “ocio” no indicaba simplemente eldescanso del “negocio” (“nec otium”: ‘no ocio’), sino también la sere-nidad, el tiempo libre e incluso el estudio. Cfr. Lucius Annaeus Seneca, De otio , en Dialogorum Libri Duodecim , ed. Leihton Durham Reynolds,Ox onii, Typographeo Clarendonian o, 1977, pp. 198-206. 33 Tratan el tema: Francisco Maldonado de Guevara, “Ociosidad y sanchoquijotismo”, Anales Cervantinos , 9 (19611962), pp. 73-96; Luis Pérez,“La ociosidadmuerte en el Quijote ”, Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos , 72 (196465), pp. 355362. M o - r a n r 2 1 : A i 3 0 0 6 2 u d 3 7 0 : 6 t a 1 8 3 o d 6 7 Autoridad, palabra y lectura en el “Quijote” 34 Claro que esa división entre lecturas y lectores no es tan taxativa como en principio podría parecer; en efecto, los buenos libros de entretenimi ento fueron escritos para honesto pasatiempo, no solamente de los ociosos, sino de losmás ocupados, pues no es posible que esté continuo el arco armado, ni la condición y flaqueza humana se pueda sustentar sinalguna lícita recreación. (I,48,526) Más aún, puede suceder incluso que un lector discreto caigaen la tentación de leer participativ amente, al modo vulgar, un li-bro de entretenimi ento, como le sucede al canónigo de Toledo “entanto que no [pone] la imaginació n en pensar que son todos mentira y liviandad” (I,49,531); pero luego inmediatam ente aplica sudiscreció n lectora y lo arroja contra “la pared, y aun diera con élen el fuego” (532) 34 .Al defender la desocupació n -que es, como acabamos de ver, larelajación de la tensión en el arco-, y condenar la ociosidad la re-nuncia previa al trabajo-, Cervantes está delineando desde dentro dela novela el tipo de lector y de lectura que desea para su libro que esla alternativa de los libros de caballerías y la lectura escapista. Antela dispersión ociosa de la evasión lectora propia de los libros de pa-satiempo que no siguen las reglas, propone el antídoto de las buenaslectu ras de doctrina o de pasatiempo que siguen las reglas, como sulibro; al afligido de escapismo le sugiere que abandone la dimensiónd e la ociosidad y que entre en la del ocio y el negocio la negacióndel ocio-, la ocupación, el control del tiempo; la voluntad contra laabulia. (Si en esta nueva formulación de la dicotomía clásica escu-chas, lector curioso, el eco de la voz de Unamuno, Azorín, Maeztuy demás noventayoc histas, échale la culpa a la legión de glosadoresd el fin de milenio pasado que conmemoró , entre otras cosas, la lec-tura provechosa que del Quijote hicieron los paladines de la regene34 Según Ruth El Saffar (“The Making of the Novel and the Evolution ofConsciousn ess”, Oral tradition , 2/1 (1987), pp. 231-48, [p. 238]), en este gesto el canónigo mani esta la contradicción de su alta cultura tec -nológica y neoaristotélic a, que ha de prescindir de los sentimientos y elplacer para poder criticar con la razón los libros de caballerías. M r 2 1 : o r a A i 3 0 0 6 2 u d 4 7 0 : 7 t a 1 8 3 n o d 6 7