Subido por jose maria castro pazos

historia de la telegrafia optica en espana

Anuncio
HISTORIA DE LA
TELEGRAFÍA ÓPTICA
EN ESPAÑA
Historia de la telegrafía óptic a
en España
Sebastián Olivé Roig
MADRID, 1990
SECRETARÍA GENERAL DE COMUNICACIONE S
MINISTERIO DE TRANSPORTE, TURISMO Y COMUNICACIONES
Para la Secretaría General de Comunicaciones, es motivo de satisfacció n
presentar esta publicación, por cuanto supone poner de manifiesto un a
superación en la actividad técnica, tanto por lo que significa d e
sensibilidad de los profesionales hacia aquello que constituyó el pasad o
de su especialidad, como de homenaje, por nuestra parte, a las persona s
que nos precedieron en la responsabilidad de una parcela de l a
Administración española, con tan importante contenido de servici o
público y de incuestionable interés para el desarrollo socioeconómic o
del país .
En estos momentos, y en esta actividad de las cómunicaciones ,
parece que, de día en día, se transforman sus contenidos y se tiene l a
sensación de una desenfrenada carrera especulativa sobre lo que l a
tecnología puede ofrecernos . Creo que puede ser un buen ejercicio d e
humildad volver la mirada al pasado y descubrir que, otros
profesionales, en otros tiempos y con otros elementos técnicos, tambié n
revolucionaron la sociedad con los medios de comunicación que fuero n
capaces de desarrollar .
Pero esta reflexión también es un reconocimiento de la aportació n
humana a la evolución de esos medios de comunicación . Con teoría s
incipientes y con medios técnicos elementales, aquellos primero s
telegrafistas pusieron, unos su ingenio para desarrollar métodos d e
codificación y dispositivos de transmisión, y otros su espíritu de
sacrifició y de servicio, para hacerlos operativos en medio de un a
orografía y una climatología tan adversas como las de la Penínsul a
Ibérica . No deja de ser significativo que una comisión internacional qu e
visitó nuestras líneas telegráficas de postes y alambres, como entonce s
se decía, a los pocos años de ser instaladas, concluyera su informe co n
la frase «Las líneas telegráficas en España son un milagro».
Sin embargo no puede ocultarse que el establecimiento en Españ a
de la telegrafía, de forma definitiva, se produjo con casi cincuenta año s
de retraso sobre otros países europeos . A pesar de que Agustín de
Betancourt compitió en la selección del primer sistema telegráfico s e
inició su instalación en España al mismo tiempo que se hacía en Francia,
los acontecimientos políticos, de los primeros años del siglo xix l e
obligaron al exilio, lo que impidió, como tantas otras veces, el progres o
técnico español .
Ahora bien, una vez iniciada la construcción de la infraestructur a
correspondiente, la actuación de José María Mathé, primer Directo r
General de Telégrafos, fue tan eficaz que, en menos de ocho años, s e
consiguó una red tan extensa como la francesa y, sobre todo, bajo s u
dirección fue posible que la adopción de la telegrafía eléctrica se llevar a
a cabo al mismo tiempo que en los países europeos más avanzados .
Esta documentada obra sobre la telegrafía óptica se public a
coincidiendo, prácticamente, con el segundo centenario de la iniciació n
de la actividad . Motivo por el cual, me gustaría poner de manifiesto qu e
el sistema de telegrafía supone más de la cuarta parte de dos siglos d e
historia de las telecomunicaciones . Efectivamente, la telegrafía se inici a
durante la Revolución Francesa y permanece en servicio regular hast a
1955 y en otras aplicaciones durante muchos más años .
El inicio de los servicios de telegrafía es otro motivo de reflexión ,
por su coincidencia con un acontecimiento que marca una nueva era e n
la división de la historia . Esta relación entre telegrafía y evolución de l a
sociedad hacia nuevas formas de convivencia y de libertad, pued e
constituir una característica de las tecnologías de la comunicación, qu e
a lo largo de su historia han permitido la difusión de la cultura y la
información a los ciudadanos .
José Luis Martín Palacín
SECRETARIO GENERAL DE COMUNICACIONES
ÍNDICE
Presentació n
9
I Los antecedentes
11
II
III
IV
Intentos prematuros
UN PIONERO : BETANCOIJ I
17
UN PRÁCTICO : HUR"I'AD O
24
UN DECEPCIONADO : LEREN A
26
UN MILITAR : SANTA CRU Z
33
El telégrafo óptic o
37
EL TRABAJOSO NACIMIENTO INSTI"I'UCIONAI ,
37
MANUEL VARELA / JOSÉ M .' ' MATH I
41
EL SISTEM A
44
LA ORGANIZACIÓ N
57
LAS TORRES Y LAS LÍNEA S
62
Los torrero s
77
SI"1'[ TACIÓN ECONÓMIC A
78
FATIGAS Y PRIVACIONE S
81
LOS FALLECIDOS Y LOS AUXILIOS MUTUO S
82
VIDA DE ANACORETA S
84
MOVILIDAD EN LOS DESTINOS
86
DISCIPLINA Y PATERNALISM O
88
LOS OFICIALES DE SECCIÓ N
89
V La sociedad y el telégrafo
VI
17
Soluciones anacrónicas
91
97
Presentació n
La historia de la telegrafía óptica es un tema menor, no ya dentro de la
Historia con mayúscula, sino, incluso, dentro de la historia de l a
telegrafía .
En lo que a España se refiere, la telegrafía óptica no ha dejado má s
huella en los manuales de historia (que yo haya podido encontrar), qu e
una nota a pie de página en La burguesía revolucionaria (1808-1869),
de Miguel Artola : «En 1846 se estableció la primera línea de telégrafos
ópticos entre Madrid e Irún extendida cuatro años después hasta Cádiz .
La introducción del telégrafo eléctrico provocó su sustitución cuand o
apenas se habían concluido las torres que aún pueden verse en mucho s
lugares» .
Sin embargo, una probable deformación profesional me ha llevad o
desde hace muchos años, a querer identificar todas las ruinas situada s
en las cimas de las colinas y alcores que bordean las carreteras del paí s
con torres de aquellos antiguos telégrafos .
La misma deformación me ha obligado a seguirles la pista po r
hemerotecas y archivos .
Estos apuntes recogen lo que he podido averiguar, por ahora, sobr e
el tema, apuntes que van dedicados a las personas que también siente n
curiosidad por aquellas ruinosas torres .
SEBAS77ÁN OLIVÉ ROIG
9
1.
Los antecedentes
El 22 de abril de 1855 es la fecha que se ha considerado, tradicionalmente, como la de l
nacimiento del telégrafo español . Pero el nacimiento real del telégrafo, aunque a efecto s
conmemorativos puede concretarse en un determinado momento, requirió una larg a
gestación . En realidad el 22 de abril es la fecha de la Ley por la que se creó un cuerpo
de funcionarios que se encargaron de gestionar los servicios telegráficos' .
Podría decirse que la concepción del telégrafo, cuyo nacimiento se fecha en 1855 ,
ocurrió en 1844, cuando se puso en marcha el sistema de las torres ópticas . Su gestaINSTRUCCIONES DEL REY ENRIQUE III PARA QUE LAS
AHUMADAS LE DIERAN NOTICIAS DEL NACIMIENTO DE S U
HIJO .
ción, por tanto, duró más de diez años .
Pero tampoco el acto de la puesta en marcha del sistema telegráfico de las torre s
ópticas es algo aislado en el tiempo, sino que es un paso más en la larga serie de antecedentes, no ya de la historia de España, sino de la historia de los hombres .
En efecto, parece que la necesidad de comunicarse a distancia debe ser consustancial a la propia existencia de los grupos humanos y, cuando se intenta hacer una histori a
de la telegrafía, se empieza rastreando los procedimientos de envío de señales a distancia que han empleado las diferentes sociedades humanas, en distintas épocas y diferentes lugares geográficos .
Así, algunos consideran la Torre de Babel como uno de los primeros hitos telegráficos y la mayoría incluye entre los iniciadores a figuras mitológicas : Eneas se presenta como el inventor de un complicado procedimiento hidráulico de envío de señales ; Agamenón parece que tuvo diez años preparada la leña para las hogueras que, de monte e n
monte, iban a llevar a Clitemnestra noticias de la caída de Troya ; incluso se señala a Te seo como el poco afortunado autor del primer error telegráfico, al olvidarse de cambia r
las velas negras de su nave por velas blancas (error que ocasionó la muerte de su padre ,
Egeo, que se suicidó arrojándose al mar) . Y con ellos muchos más : moros, cristianos,
chinos o indios, todos con algún sistema para comunicar sus noticias a distancia .
Sin embargo, después de repasar los procedimientos que los hombres de todos lo s
La fecha de 22 de abril fue propuesta por A. Suárez Saavedra, de entre las muchas posibles, par a
recordar anualmente la fundación del Cuerpo d e
Telégrafos, por ser la Ley de 22 de abril de 1855 l a
disposición más importante entre las «fundacionales» .
'
2 Entre las varias historias de la telegrafía, pueden
citarse :
Ignacio Chappe : Historie de la télégraphie, Parí s
1824 .
A . Suárez Saavedra : Tratado de Telegrafía, Barcelona 1880 .
Louis Naud: Histoire de la télégraphie en Franc e
depuis ses origines jusqu'á nos jours, París 1890.
A . L . Ternant: Les télégraphes, París 1884 .
Alexis Belloc : La télégraphie historique, París,
1888 .
Jeremías, 4, 1 .
tiempos, semidioses o no, han empleado para tal menester, se llega a la conclusión de
que éstos se pueden dividir en dos grupos : acústicos (tambores, trompetas, campanas ,
silbidos, etc .) y visuales (hogueras, banderas, humos, espejos, etc .) . En función de los
condicionamientos geográficos ambientales (llanuras despejadas, bosques o montañas) ,
uno de los dos procedimientos conseguía salvar mayores distancias y se imponía .
Algunas sociedades emplearon, simultáneamente, ambos sistemas, acústico y visual, para difundir sus alarmas y avisos . El profeta Jeremías pide trompetas y bandera s
para avisar a los judíos :
¡Huid hijos de Benjamín, lejos de Jerusalén !
Tocad la trompeta en Tecu a
¡Sobre Betquerem izad una señal !
Porque del Norte avanza una desgracia 3 .
11
Mucho más tarde, Góngora nos recordará que en el Mediterráneo del siglo XVI s e
seguían las mismas técnicas para avisar de un peligro, al describir bellamente el mensaj e
que anuncia la llegada a las puertas de Orán de trescientos Zenetes bien armados :
Las adargas avisaro n
a las mudas atalaya s
las atalayas a los fuegos
los fuegos a las campanas4 .
Algunas veces los procedimientos eran mucho más directos, sin códigos ni símbolos . Así, en las Galias del tiempo de Julio César, cuando querían enviar una noticia importante, hacían que un galo de buena voz se subiera a una colina y desde allí gritara el
mensaje a los cuatro vientos . A lo lejos otra voz le respondía y, de boca en boca, el mensaje podía recorrer todo el país . César dice que en tres días llegaba de los bosques de
Bretaña a los pantanos del Rhin 5 . ¡Claro que los mensajes transmitidos de esta guisa n o
podrían mantenerse muy secretos !
En España, salvo en algún punto de características físicas muy especiales (po r
ejemplo, en la isla de la Gomera, donde todavía se conserva como reliquia un lenguaje a
base de silbidos), el procedimiento más extendido para el envío de señales fue el uso de
fuegos y de humos .
En el diccionario se lee que ahumada es la señal que se hace en las atalayas o lugares altos para dar algún aviso, quemando paja u otra cosa . En muchos lugares se pueden detectar algunos de los emplazamientos de tales ahumadas, que, a veces, mantienen nombres evocadores, como torredehumos, peña ahumada o el más genérico de
atalaya . También la palabra almenara tiene una significación parecida y se puede encontrar en diferentes puntos de nuestra geografía .
Pueden intuirse emplazamientos sistemáticos de atalayas para fines militares qu e
permitían a las señales recorrer grandes distancias . Por ejemplo, los castillos de Gata ,
Coria, Portezuelo y Alconetar, en Extremadura, constituían una línea óptica orientada de
Norte a Sur, desde la Sierra de Gata al Tajo, seguramente destinada a prevenir los movimientos de los moros andaluces a los cristianos castellanoleoneses 6 . El sistema no era
exclusivo y parece ser que desde tierras de Soria, frontera musulmana de Almanzor, s e
enviaban noticias a Córdoba con fines similares .
Los reyes de Castilla se servían de las ahumadas para enviar las noticias importante s
Góngora : Romance.
J . Balite : L'electricité, París 1874 .
« Estudio histórico del Cuerpo de Ingenieros de l
Ejército-, Madrid 1911 (Capítulo III del Tomo 2 ." ) .
En la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnic a
de Telecomunicación de Madrid existe un diagrama preparado por José M .a Romeo, sobre la líne a
de ahumadas Segovia-Toro, en el que se incluye l a
carta de las instrucciones de Enrique III . El herede ro esperado era Juan II, que nació en Toro el 4 de
marzo de 1405 .
12
y, por ejemplo, Enrique III dio órdenes expresas para que se hiciera llegar desde Toro a
Segovia la noticia del nacimiento del heredero que esperaba, indicando cómo debía n
avisar si era varón o hembra . Este enlace, del que el profesor don José María Romeo ha
localizado el emplazamiento de ocho estaciones repetidoras intermedias, era ya una verdadera línea de telecomunicación concebida como tal' . También en Aragón, Pedro I V
dio normas , para la instalación de puestos de señales para prevenir, tanto movimiento s
de tropas en las fronteras, como de naves en sus costas . Incluso los ganaderos de l a
Mesta parece que disponían de una red propia de ahumadas .
PUNTO DE REPETICIÓN ADYACENTE AL DE RAMIRO AL QU E
SE ACCEDE A TRAVÉS DEL CAMINO DE LAS AHUMADAS Y E N
EL QUE TAMBIÉN SE SITUÓ UNA TORRE DEL TELÉGRAF O
ÓPTICO EN EL SIGLO XIX.
Se puede pensar, por ello, que existían, en algunas sociedades, individuos profesionales en el envío de las señales . Por ejemplo, en la Biblia se lee que Jeremías dice : «Yo
os había dado
ATALAYADORES
¡atención a la voz de la trompeta!», sin embargo el dicciona-
rio castellano no recoge la voz atalayador para nombrar al que transmite una señal, sino
para definir al que vigila, «que atisba o procura inquirir y averiguar todo lo que sucede» .
(4pvxtwpoo. ) que era el observador de
(4pvxtwpcw) significaba «señalar por medi o
Entre los griegos, en cambio, existía el frictoros
los fuegos de señales, y el verbo frictoreo
de fuegos» .
Pero, en cualquier caso, no puede decirse que el envío de señales fuera el telégra-
fo, puesto que las señales indicaban siempre cosas muy simples y concretas, convenidas previamente : la llegada del enemigo, la victoria, la derrota, el nacimiento del heredero del trono, etc . Eran avisos, júbilo o alarma, de acontecimientos esperados . Per o
ni los fuegos, ni las campanas o las trompetas, podían decir frases no convenidas d e
antemano, y cuando los mensajes debían informar de asuntos complejos y de cosa s
inesperadas, no había más remedio que enviar un correo . El aviso de que algo, buen o
o malo, estaba ocurriendo podía circular deprisa, pero los detalles irían después, má s
despacio .
Este sistema puede considerarse como el procedimiento adoptado hasta finales de l
siglo XVIII, por las sociedades de un grado de civilización razonable, no sólo en el ámbito europeo, sino también en otras culturas, y puede leerse cómo el Inca Garcilaso d e
la Vega describe la manera de enviar noticias rápidas en el Perú precolombino : « . . . Tenían otra manera de dar aviso por estos correos (los chasquis) y era haciendo ahumada s
13
de día, de uno en otro, y llamaradas de noche . Esta manera de aviso por los fuegos er a
solamente cuando había algún levantamiento y rebelión de reino o provincia grande, y
hacíase para que el Inca lo supiese dentro de dos o tres horas, cuando mucho (aunqu e
fuese de quinientas o seiscientas leguas de la corte), y mandase apercibir lo necesari o
para que cuando llegase (por correo) la nueva cierta de cual provincia o reino era el levantamiento>' .
A los usuarios de tales sistemas, siempre reyes o señores poderosos, les parecía suficiente la rapidez de la circulación de las noticias e, incluso, se maravillaban de ella, y a
que la dimensión del mundo se medía por jornadas a caballo y las buenas o malas nuevas no tenían porqué correr más . No se trataba de falta de técnica, sino de ausencia d e
necesidad .
Pero ya en la Europa de finales del siglo XVIII habían aparecido inquietudes de diferentes signos : intelectuales, sociales, económicas, cuya influencia aceleraba el ritmo d e
la vida de la sociedad . Este aumento de la velocidad de los acontecimientos sociales iba
creando, poco a poco, la necesidad de comunicaciones más rápidas . Pero solamente
cuando apareció el ferrocarril se hizo patente este cambio de ritmo .
Mientras tanto, la investigación teórica se interesaba por la combinación de signo s
en la construcción de lenguajes, y aparecieron algunos trabajos académicos sobre esta s
cuestiones . El más conocido e influyente de ellos se publicó en Alemania en 1785, po r
Bergstrásser, lleva por título Synthematographik y recopila una gran cantidad de información sobre el tema . Incluso en su elaboración llega a proponer un código binari o
para enviar noticias a distancia por medio de cohetes . Y, aunque en la Synthemato'
LA PARTE SUPERIOR DEL DIFUNDIDO TELÉGRAFO OP IIC O
DISEÑADO POR CLAUDIO CHAPPE EN EL QUE. SE APRECIAN
LOS BRAZOS MÓVILES Y LAS MANIVELAS QUE LOS OPERAN .
CHAPPE PROPUSO ESTE MODELO A LA ASAMBLEA NACIONAL .
FRANCESA EN 1793 .
graphik todavía no se relacionaba directamente las combinaciones de signos con el envío fáctico de señales a distancia, el húngaro Josef Chudy llegó a describir, en 1787, u n
procedimiento óptico y dos procedimientos acústicos (uno con tambores y otro co n
campanas) capaces de enviar mensajes usando un moderno código binario de cinco
elementos`'.
Otros sistemas, más o menos fantásticos, se describieron sobre el papel, o inclus o
Garcilaso de la Vega : Comentarios reales, cap.
XVII . Colección Austral, Buenos Aires 1964 .
I .E .E .E . Comunications Magazine, Vol . 21 n ." 1 ,
enero 1983, •The early history of the binary code»,
Volker Aschoff .
Enviar un cohete sin explosión equivalía a un »ce ro» y un cohete con petardo a un «una . La idea está contenida en una obra de Bergstrásser, publica da en Francfort, en 1795 .
9
10
En Histoire de la télégraphie en Frunce depui s
ses origines jusqu'd nos jours, Louis Naud dice qu e
Claudio Chappe llamó a su invento «taquígrafo «
(escribir rápido), pero que un tal M . Miot le convenció para que sustituyera dicho nombre por ««telégrafo» (escribir lejos), más acorde con la funció n
del aparato . Dice también que el cambio de denominación se realizó en 1798, cuatro años despué s
de que funcionaran las primeras torres . Sin embargo, La Gaceta de Madrid emplea, ya en 1794, l a
palabra telégrafo para denominar el invento d e
Chappe .
14
con maquetas, pero todo quedaba en el terreno de la especulación teórica, llegando únicamente a realizarse exhibiciones, a medio camino entre la diversión cortesana y la rareza científica .
Finalmente, fue la necesidad que sintieron los dirigentes de la Revolución frances a
de tener noticias de lo que ocurría en sus acosadas fronteras, lo que forzó el paso definitivo entre la teoría y la práctica, y su Asamblea Nacional aprobó, en 1793, la construcción de una línea de torres ópticas para enviar mensajes entre París, Lille y Estrasburgo .
Este fue el paso que marcó la diferencia entre los que hacían señales y los que telegrafiaban . Significativamente, la propia palabra telégrafo fue usada por primera vez par a
denominar el envío de señales a distancia por Claudio Chappe 10 .
No es, pues, de extrañar que unánimemente se acepte como origen del telégrafo la
experiencia francesa del telégrafo óptico de Chappe .
Claudio Chappe, después de probar, con sus hermanos, varios modelos de telégrafos presentó el que había de ser definitivo a la Asamblea Nacional francesa, en 1793, y
LOS PRIMEROS EXPERIMENTOS DE CHAPPE CON U N
TELÉGRAFO ÓPTICO EL 2 DE MARZO DE 1791, NO TUVIERON
ÉXITO .
consiguió que se lo aprobaran y que le encargaran de su puesta en funcionamiento . La
primera línea, entre París y Lille, de 230 kilómetros, estuvo dispuesta en 1794 . Su sistema
ha quedado como el prototipo de la telegrafía óptica, aunque, como veremos, no fue e l
único ni, probablemente, el mejor .
El aparato, como puede verse en la figura, consistía en un mástil colocado en un lugar preeminente (en París se colocó en el propio palacio del Louvre) y en su parte superior tenía un travesaño que podía girar sobre su eje central, debidamente gobernado po r
una polea . El travesaño (que se denominaba regulador) tenía, a su vez, en cada uno de
sus extremos sendos travesaños menores, que también podían girar sobre sus ejes, gobernados cada uno por su respectiva polea . Estos travesaños menores se denominaba n
indicadores.
Cada polea podía hacer que regulador e indicadores tomaran posiciones diferentes ,
FRANCIA DISPUSO DE UNA EXTENSA RED DE TORRES . LA
ÚLTIMA LÍNEA SE ESTABLECIÓ HASTA IRÚN PARA CUBRIR L A
EXPEDICIÓN DE LOS COGE MIL HIJOS DE SAN LUIS EN 1823.
a cada una de las cuales se les asignaba un significado . Pero tales posiciones debían se r
lo suficientemente diferentes para que no pudieran confundirse unas con otras . Por ell o
Chappe las redujo a las diferenciadas por ángulos de 45° .
En realidad sólo utilizaba dos posiciones del regulador para confeccionar el código ,
de forma que éste se formó p asándose en las combinaciones que proporcionaban los indicadores . Corno éstos podían tomar ocho posiciones, separada cada una 45°, inclus o
prescindiendo de aquella en la que el indicador se solapaba con el regulador, quedaba n
7 x 7 = 49 combinaciones útiles, que con las dos posiciones del regulador se convertía n
en 49 x 2 = 98 combinaciones .
Durante los cincuenta años que duró el uso del telégrafo de Chappe, se emplearo n
diversos sistemas de codificación, desde un primitivo alfabético, desechado rápidament e
por su lentitud, hasta varios compendiados en diccionarios que permitían cifrar un nú 15
mero finito de expresiones . El que tuvo mayor éxito parece que fue el que se componía
de 92 páginas, de 92 palabras por página, es decir 92 x 92 = 8 .464 expresiones, que s e
seleccionaban con sólo dos signos (uno para indicar la página y otro para la expresión) .
Las seis expresiones que no se utilizaban en el código (98 — 92 = 6) se empleaban como
complementos en la confección de los textos .
Los ingleses, en guerra con los franceses, se sintieron espoleados por las noticia s
del telégrafo de Chappe a establecer sus telégrafos entre Londres y los puertos del cana l
de la Mancha (necesidad que ya venían denunciando los responsables de su Marina des de unos años antes) y en 1794, es decir, en las mismas fechas que Chappe lo hacía e n
EL TELÉGRAFO INGLÉS DE GEORGE MURRAY SÓLO S E
MANTUVO MIENTRAS DURÓ El. PELIGRO Ql E
REPRESENTABA NAPOLEÓN.
París y Lille, ponían en servicio su propio modelo .
Como puede verse en la figura, el sistema inglés, debido a George Murray, no tien e
ninguna semejanza con el francés y presenta un aire más estático que aquél . En la figura
se representan varias de las posibles combinaciones que pueden obtenerse .
Consiste en un gran panel, dividido en seis sectores, que pueden moverse de forma
que se presenten de plano o de perfil a la vista del observador lejano . El número posibl e
de combinaciones que permite el panel es de 26 = 64, y se utilizaban en forma alfabética
y también mediante diccionarios de expresiones cifradas'' .
La primera línea fue la establecida entre Londres y Deal y, más adelante, fueron es tableciéndose otras desde Londres a Portsmouth, Plymouth y otros puertos . Algunas d e
estas líneas se mantuvieron hasta 1814 .
Los demás países de Europa y los Estados Unidos de América tuvieron rápida noti cia de estos experimentos franceses y muchos de ellos fueron poniendo en servicio su s
propios sistemas telegráficos .
" U.I .T. :
16
Del semáforo al satélite, Ginebra, 1965 .
II.
Intentos prematuro s
UN PIONERO : BETANCOURT
La España de 1794 no era un país en auge, sino todo lo contrario, pero las noticias de l a
aparición del telégrafo en Francia hicieron que algunas personas se interesaran por el te ma, incluso se puso de relieve que ya se habían realizado aquí algunos intentos con procedimientos propios .
Aunque la primera noticia de la existencia del telégrafo la daba La Gaceta de Ma-
drid el 14 de octubre de aquel año, sin más relevancia que escribir la palabra telégra/
con letra bastardilla, la misma Gaceta dedicaba todo un suplemento, el día 4 de noviembre, a explicar los experimentos que un español había llevado a cabo con éxito en Madrid un año antes .
Se trataba de las pruebas que había realizado el profesor del Observatorio astronómico del Retiro, don Salvador Ximénez Colorado, que, con sus colaboradores, tambié n
AGUSTIN DE BEIANCOIR 11 V MOLINA U - 58-182 0 ,
CIENTÍFICO QUE TRIUNFÓ EN VARIOS CAMPOS, SI N
EMBARGO CON SU TELÉGRAFO NO CONSIGUIÓ EL ÉXITO
QUE MERECÍA .
profesores allí, había intercambiado mensajes, incluso de noche, entre varios puntos cer canos a Madrid .
En realidad los experimentos consistieron en comprobar la utilidad de los anteojo s
acromáticos para percibir señales a gran distancia, con idea, efectivamente, de constitui r
un sistema de envío de noticias, pero sin que los intentos pasaran de una fase muy rudi mentaria .
TAMBIÉN EN MADRID SE HICIERON ALGUNOS ENSAYO S
SOBRE TELÉGRAFOS. LA GACETA /)E MADRID DEL 4 DE
NOVIEMBRE DE 1 - 9-4 LES DEDICÓ UN SUPLEMENTO .
SüPLEI
.NTO
A LA CALETA DE AIADR .
Curiosamente, este primer ensayo conocido de la telegrafía óptica en España utiliz ó
como puntos de prueba los que, andando el tiempo, serían los emplazamientos de la s
torres ópticas del servicio telegráfico : el propio Observatorio del Retiro, el cerro de lo s
Ángeles y la cuesta del Arenal (cerca de Valdemoro) .
Todo ello, que tuvo carácter oficial, fue realizado con la aprobación y la ayuda económica del Gobierno y sucedió un año antes de que se instalara en París el aparato d e
Chappe . No obstante, todo quedó en anécdota, sin que después tuviera continuidad e n
una realización práctica concreta .
Sin embargo, además de estos tímidos intentos, hubo un español, Agustín de Betancourt, excepcionalmente situado y con una preparación científica de primera fila, qu e
hizo que España tuviera una presencia destacada en los ensayos de los primeros paso s
de la telegrafía' .
Betancourt era, probablemente, el español de mayor nivel científico de su época, y
en 1794 estaba en Inglaterra comisionado por Carlos IV para adquirir aparatos para e l
1
Los datos sobre Betancourt que se manejan está n
tomados de :
Alejandro Cioranescu : Agustín de Betancourt, S u
obra técnica y científica, La Laguna 1965 .
Romeo de Armas : Ciencia y Tecnología en la España ilustrada, Madrid 1980.
S . Padrón Acosta : El Ingeniero Agustín de Betancourt y Molina, La Laguna 1958 .
Gabinete de Máquinas del Retiro, del que era director . Hombre abierto a cualquier novedad, registró la fiebre del telégrafo que, él mismo lo dice, invadió Londres en diciembr e
de aquel año, como consecuencia de las noticias del éxito de la primera línea de Chappe y de la réplica, también eficaz, de los propios ingleses .
Con este motivo se informó de las características de funcionamiento del invento de l
17
inglés Murray y de sus prestaciones . Además, la casualidad quiso que el colaborador d e
Chappe en la construcción de sus máquinas fuera Abraham Luis Breguet, que era mu y
amigo suyo, por lo que, a través de tan directo conocedor, pudo tener, también, informes del telégrafo francés . Estaba, pues, en magníficas condiciones de analizar ambos in ventos y, por sus dotes innatas de inventor, aportar sus propias soluciones al problema .
Y así lo hizo .
Betancourt había estado viviendo en París de 1784 a 1791, becado por Carlos III, y
durante su estancia se había relacionado con las más descollantes personalidades de l a
ingeniería y de las ciencias, participando en sus Escuelas y Academias y colaborand o
con ellas . Era un personaje muy conocido y respetado y, por ello, cuando presentó e n
París un sistema telegráfico propio, construido en colaboración con su amigo Breguet ,
tuvo el respaldo suficiente para hacerse oir por el Gobierno de la República francesa .
A tal objeto redactó, juntamente con su amigo y socio Breguet, una Memoria qu e
fue presentada al Directorio por el diputado de la Asamblea Constituyente Charles Mari e
d' Eymar, amigo suyo . En la carta de presentación se recomendaba a los técnicos inven tores, «conocidos entrambos por su talento y sus obras mecánicas», y se ponderaba el in terés del invento, «cuyo examen ha sido hecho ya, con el mayor éxito, previa intervención de varias personas instruidas, y particularmente en presencia del ciudadano Prony ,
miembro del Instituto Nacional» . Se resaltaba el aspecto económico del nuevo sistema ,
que resultaría sumamente barato, cifrando el coste de una línea de cincuenta estacione s
en unos 300 .000 francos .
Estando en plena época de cambios revolucionarios, y puesto que el sistema d e
Chappe ya estaba funcionando, el Gobierno francés no consideró conveniente sustituir lo por el que ofrecía Betancourt, a pesar de que éste recibió elogios de todas las comisiones de sabios a las que fue sometido, primero en noviembre de 1976 y después, e n
PRESENTADA POR BETANCOURT Y BREGUE T
OBTUVO UN BRILLANTE ÉXITO ACADÉMICO Y UN FRACAS O
LA MLMOR/A
PRÁCTICO DEBIDO A LA OPOSICIÓN CERRADA DE CHAPPE.
un segundo intento, en 1798 .
En la segunda ocasión obtuvo el respaldo científico más elevado que podía dars e
en aquel momento . En efecto, se encargó de realizar los ensayos el Instituto Nacional de
las Ciencias y las Artes de Francia .
. 4. Su 1-- 1
En los Procés verbaux de l Académie des Sciences de 1' Institut de France correspondientes al 11 de Frimario del año VI (2 de diciembre de 1797), se lee que la Academia recibió una petición del Ministro del Interior del Directorio, para que se le remitier a
un informe sobre una Memoria que, cinco días antes, había sido enviada a la Academi a
elnl ,l
,
P1VZ
W<,«
rf - ,ladea
1r« la _ !!sa a,
por el ciudadano Eymard (que, como un año antes, se constituía en valedor de los in t '(e:q/uph'
f id~E,l
ventores) sobre «el nuevo telégrafo inventado por los ciudadanos Breguet y Betancourt» .
La Academia estaba bien dispuesta y había ya nombrado una comisión compuesta ,
a/ ht.,lU &
nada menos, que por Charles de Borda, físico, matemático y marino, que fue uno de lo s
científicos que midieron un arco del meridiano terrestre para el establecimiento del sis tema métrico decimal ; Jacques Alexandre Charles, físico, que fue el que aplicó por primera vez el hidrógeno para el relleno de globos ; Charles de Coulomb, físico de renombre, uno de los padres de los estudios sobre la electricidad y el magnetismo ; Jean Baptiste Delambre, astrónomo, también participante en la medición de un arco del meridian o
18
terrestre ; Louis de Lagrange, astrónomo y matemático, autor de teorías sobre los movimientos lunares, los métodos matemáticos y también colaborador en el establecimient o
del sistema métrico ; Pierre Simon, marqués de Laplace, matemático, físico y astrónomo ,
célebre por su teoría cosmológica y por sus trabajos sobre mecánica celeste, y Marie Riche, barón de Prony, ingeniero inventor del freno dinamométrico y del flotador a nive l
constante, que ya había emitido varios informes sobre el invento, y que en aquellos momentos era director del Catastro .
La prueba, que inicialmente se había pensado, porque así lo había pedido el Ministro del Interior, como una comparación entre los sistemas de Betancourt y Chappe, quedó reducida a una exhibición del primero porque Chappe se negó a participar en ella .
El éxito del aparato de Breguet y Betancourt fue total y el informe, que fue leído a l a
Academia por Delambre el 21 de Germinal del año VI, lo refleja sin regatear elogios : «El
nuevo telégrafo sobre el que estamos encargados de informar es una máquina tan simpl e
como ingeniosa» . «La nueva máquina parece, pues, tener al más alto grado el mérito de l a
facilidad de la maniobra . Sin ningún estudio preparatorio, hicimos pasar despachos qu e
nos fueron devueltos enseguida con la mayor fidelidad y hemos hecho preguntas qu e
nos han contestado exactamente . No es inútil añadir que una de las frases que transmitiA BETA\COI ST, ADE\IAS 1)1; LA MAQUINA DEI . TELEGRAFO .
LE INTERESABAN LOS DETALLES DEL ENGRANAJE QU E
PERMI T ÍA SINCRONIZAR LA FLECHA Y LOS ANTEOJOS .
''
mos estaba en latín, y que nos volvió con la misma exactitud que las demás, a pesar d e
que el colateral no tenía ningún conocimiento de esta lengua» . «Éste sería el momento d e
comparar el nuevo telégrafo con los telégrafos ya existentes, pero no hemos tenido a
nuestro alcance el hacer los experimentos necesarios para establecer la comparación . Todo lo que nosotros podemos decir es que el telégrafo de los ciudadanos Breguet y Betancourt se distingue esencialmente de todas las demás máquinas de este tipo que conozcamos ; que este telégrafo reúne en un grado que parece difícil de rebasar, y aún de alcanzar, todas las cualidades que pueden asegurar facilidad, rapidez y precisión en l a
comunicación, economía en el establecimiento y reparación de las máquinas, etc .»2 .
Pero, como se ha dicho, a pesar de tan estupendos respaldos, el telégrafo de Betancourt no se implantó en Francia . Claudio Chappe, que estaba ya sólidamente asentado
en la Jefatura de los telégrafos, rechazó cualquier comparación entre los dos sistemas y
descalificó el procedimiento de su rival sin conocerlo . Incluso años después, ya en 1824 ,
su hermano Ignacio, al escribir una Historia de la telegrafía, seguía rechazándolo como
una impostura, sin haberse enterado, a juzgar por lo que dice, ni del sistema ni de la s
pruebas a que fue sometido 3 .
En la polémica que Chappe mantuvo con el siempre presente Eymar, escribió un a
mezcla de insultos personales y de incongruencias sobre el aparato y sobre los códigos,
pero no pudo aportar ninguna razón que demostrara defectos o inconvenientes del nuevo sistema ; sin embargo, como el responsable de los telégrafos de Francia era el propi o
Chappe, no consintió que el sistema rival se estableciera .
2
Acta de la sesión de la •.Académie des Sciences »
del Instituto de Francia, del 6 de Frimario del añ o
VI .
Ignacio Chappe : Histoire de la télégraphie, París
1824 .
Mientras tanto Betancourt regresó a Madrid en diciembre de 1798, donde Godo y
había sido reemplazado por Urquijo en el papel de Primer Ministro, y esta circunstancia, acompañada de los informes que el Embajador en París dio de las pruebas del telégrafo por la Academia francesa, de los que había sido testigo, parece que influyó e n
19
la decisión de Carlos IV de promover la instalación de una línea telegráfica en España .
Romeu de Armas, en el opúsculo titulado La línea telegráfica Madrid-Cádi z
(1800), primera de España y segunda de Europa, cita una Real Orden de 17 de febrer o
de 1799 como la que aprobó el Proyecto para la instalación de dicha línea . El trayect o
Madrid-Cádiz debía cubrirse con 60 ó 70 estaciones intermedias, y se le asignaba un pre -
ANTEOJO A
supuesto de 1 .500 .000 reales y un plazo de ejecución de 20 meses . Según los datos aportados en el folleto en cuestión, en agosto de 1800 la línea estaba en pleno funcionamiento y había costado 968 .000 reales . La dirección de las obras se encargó a Betancourt, así
como la fabricación de los aparatos telegráficos necesarios . Para ello estableció unos taPOLEA QUE
lleres en unas dependencias de la antigua fábrica de porcelanas del Buen Retiro .
No consta que el sistema que se empleó en la línea Madrid-Cádiz fuera el que tan tos elogios recibió de la Academia francesa, pero parece lógico que así fuera, con l o
que, por una vez, se habría invertido el proverbio y Betancourt habría conseguido se r
profeta en su tierra, mientras era rechazado en la ajena .
El sistema de Betancourt ha tenido poca fortuna, ya que Chappe consiguió silenciarlo en su tiempo y aun, con ayuda de su hermano, devaluarlo dentro de la historia d e
ESQI EMA DEL APARATO DE l3F:TAN000RT, NUNCA
COMPRENDIDO POR CHAPPE. QUE. SÓLO LO JUZGÓ POR LA
FORMA DEL MÁSTIL Y LA FLECHA .
la telegrafía, y de su implantación en España, que podría haber reivindicado, se ha perdido toda huella . Las escasas referencias generales que del mismo se encuentran son
confusas .
Para no contribuir a este injusto tratamiento, se incluye a continuación una descripción del sistema utilizando la que hizo la docta comisión del Instituto de Francia, segú n
la cual el telégrafo de Breguet y Betancourt : «Se compone de un mástil o poste vertical ,
en lo alto del que hay una pieza móvil que los autores llaman flecha y que se pued e
nombrar perfectamente aguja, puesto que son las diferentes posiciones de esta pieza ,
los diferentes ángulos que forma con el horizonte, los que expresan todo lo que se l e
quiere hacer decir al telégrafo» .
«Esta aguja recibe su movimiento de un torno, situado cerca de la base del poste y a
mano del observador. Además de la polea, que comunica el movimiento a la aguja, el
torno mueve a otras dos, cuyo destino es comunicar un movimiento parecido a los tubos de los oculares de dos catalejos, dirigidos hacia las dos estaciones vecinas . En el
centro de las lentes de los catalejos hay un hilo que divide diametralmente el campo visual en dos partes iguales . El hilo, una vez colocado paralelamente a la aguja del telégrafo, conserva necesariamente su paralelismo en todas las posiciones que se den a la aguja, ya que todos los movimientos que se corresponden se realizan por medio de cadena s
sin fin, que se enrollan sobre poleas de diámetros iguales . La aguja puede describir un a
circunferencia completa . Los elementos de la correspondencia son ángulos desde cero a
400 grados . Para distinguir las dos mitades del círculo hace falta que la punta y la cola d e
la aguja terminen en forma diferente, y se añade a la cola un pequeño travesaño que l e
A . Romeo de Armas : ««La línea telegráfica MadridCádiz (1800), primera de España y segunda de Europa». (Tirada aparte del Tomo XLII de Hispania) ,
Madrid 1982 .
'
ídem, nota 2 .
20
da la forma de una T . No es menos necesario el distinguir las dos extremidades del hilo ,
y en vista de ello, se coloca en la lente, pero excéntricamente, otro hilo que corta al primero en ángulo recto, y que, en cualquier movimiento que realice la máquina, debe encontrarse siempre en el mismo lado que la cola de la flecha que se observe» .
«La polea principal que está fijada al torno tiene su circunferencia dividida por tantas ranuras como ángulos diferentes se quiera formar. Un resorte, que lleva en su extremo una rueda (o punta), se apoya contra la circunferencia, y en el instante en que el observador interrumpe el movimiento, la rueda entra en una de las muescas, la máquina s e
para y la aguja queda fija sobre el punto al que ha sido llevada . Cada muesca lleva una
letra y una cifra, y llevará igualmente cualquier otro carácter que se juzgue a propósit o
para sustituir las letras o las cifras en la correspondencia» .
Los inventores presentaban dos posibles modelos . Uno tenía la polea dividida e n
24 divisiones y otro en 36 . Es decir, que podían obtenerse 24 ó 36 posiciones diferente s
de la flecha . La Comisión creía que con ángulos de 10 grados (centígrados serían 11-1/9 )
sería difícil discriminar entre signos contiguos, y por ello hicieron las pruebas, precisa mente, con la división de 36 posiciones y los resultados, como se ha dicho, les satisfacieron plenamente . Ellos lo explican así : «A primera vista, el modo de funcionar de la máquina hacía temer que las posiciones de la aguja no podrían distinguirse con suficient e
seguridad, y fue para despejar esta duda por lo que nos empeñamos preferentemente a
la división que procede por ángulos de 11-1/9 o de 10 grados . La experiencia nos h a
tranquilizado a este respecto, nunca encontramos prueba de la menor incertidumbre . E l
ojo juzga con una precisión singular la exactitud del paralelismo, y el menor movimient o
que haga el telégrafo para pasar de un signo a otro es percibido, la desviación es ya sensible aunque no sea sino de dos o tres grados, y se la distingue muy bien a pesar de l a
bruma, así lo hemos comprobado, de manera que se puede observar y corresponder ,
siempre que el aire sea suficiente transparente para dejar ver la aguja del telégrafo» .
Las 36 posiciones permitían transmitir 26 letras y 10 cifras, por lo que el sistema er a
alfabético . Esta característica le permitía transmitir frases en latín, como hemos visto des tacar en el Informe de la Academia, pero, probablemente haría lenta la operación d e
transmisión . Los autores insisten en que el sistema alfabético es el mejor, empleando s u
aparato, dada la rapidez con que puede operar (la Comisión dice que se tardaba un pro medio de 8 segundos por signo, y estiman que con operadores entrenados podría rebajarse el tiempo a 6 segundos) . Sin embargo, el autor del Estudio Histórico del Cuerpo de
Ingenieros del Ejército, escrito en 1911, achacaba, quizá temerariamente, a esta característica alfabética del telégrafo de Betancourt su fracaso en la línea Madrid-Cádiz ' .
Parece aventurada esta suposición porque el doctor Salvá, que estaba interesado e n
la codificación de las señales para simplificar un telégrafo eléctrico de su invención, dic e
(en el mismo año de 1800) que el telégrafo «que se va armando de Madrid hasta Cádi z
no tiene más de nueve señales», lo que significaría un abandono del sistema alfabético y
"El invento de Chappe pasó pronto a España, pe ro hizo aquí pocos prosélitos, contribuyendo a ell o
en primer término la desgraciada aplicación del se ñor Bettancourt en la línea Madrid-Aranjuez . Pretender, como lo hizo, con los aparatos de aquell a
época transmitir literalmente los despachos, sin
emplear diccionarios, era verdaderamente decreta r
el olvido del invento ; porque no era posible conseguir la rapidez en la comunicación, fin primordia l
del telégrafo, tanto menos, cuanto no se contab a
con personal competente», del Estudio Históric o
del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, Madrid 1911 .
la adopción de un tipo de codificación . Por supuesto, los autores no renunciaban a l a
codificación, pero recomendaban el sistema alfabético .
La Comisión describe así el funcionamiento del telégrafo : «El observador que quier e
transmitir un despacho se coloca al pie de la máquina y coge con la mano la manivel a
del torno, que hace girar de forma que coloque debajo de la rueda el carácter que é l
quiere escribir, y enseguida mira en el anteojo que tiene a su lado, para examinar si e l
telégrafo siguiente repite exactamente el mismo signo, y está seguro de ello si ve al otr o
21
telégrafo paralelo al hilo de la lente . Entonces da una segunda señal, que se reproduce y
se verifica de la misma forma, y así hasta el fin del despacho . »
«En el segundo telégrafo, así como en todas las estaciones siguientes, el observado r
situado igualmente al pie de la máquina y entre los dos catalejos, teniendo también en l a
mano las manivelas del torno, pone el ojo en uno de los catalejos para ver el signo qu e
le hace el telégrafo precedente . En el instante en que ve temblar la aguja, da la vuelta a
su torno de forma que el hilo de su catalejo siga todos los movimientos de la aguja qu e
percibe . En cuanto observa que la aguja se para, el observador fija su hilo en una posición paralela y anota, si es necesario, el carácter que ve inmediatamente debajo de l a
rueda ; después mira por el otro catalejo para ver si el telégrafo siguiente repite exacta mente el mismo signo .»
«Esta operación es extremadamente sencilla, y no exige, por así decirlo, ningún apren dizaje . Un hombre de una inteligencia ordinaria la comprenderá y la ejecutará al instante, y
el hombre de inteligencia escasa se capacitará en pocas lecciones . Basta que conozca lo s
caracteres del alfabeto y las cifras, o que aprenda a distinguir los caracteres nuevos que s e
~
I\
IANTEOJO "4"
ANTEOJO " B "
EL JUEGO DE POLEAS ERA EL FUNDAMENTO DE L A
MÁQUINA TELEGRAFICA CREADA POR BETANCOURT.
juzgue necesario emplear en su lugar, pero este tipo de cambio será más incómodo qu e
/
I
útil, puesto que se perderá la ventaja de tener signos con los que se está familiarizado des de antiguo, y a los que se puede, por supuesto, variar a voluntad el significado . »
En las descripciones de otros autores sobre el aparato de Betancourt se admite s u
funcionamiento mediante códigos, aunque hay diferencias de apreciación en cuanto a l
número de señales que finalmente adoptaba, que alguno fija en ocho, con desplaza miento de 45° . Pero parece que ninguno ha leído la Memoria original y que todos s e
han fiado de la figura y han especulado sobre ella . Por eso todos dicen que el aparato d e
Betancourt era sumamente sencillo, que se trata de un brazo colocado en el extremo superior de un mástil que podía adoptar varias posiciones . Sin embargo, la apariencia en gaña y el pararse sólo en esta parte visible de la máquina fue, probablemente, lo qu e
equivocó a la mayoría de los que vieron el aparato de Betancourt pero no lo estudiaron .
La verdadera aportación de Betancourt es la combinación del movimiento del brazo (o flecha) del mástil con el de los oculares de los catalejos complementarios . Ello su pone un sincronismo entre emisor y receptor, que es una idea absolutamente nueva y
que, hasta ahora, se suponía que había sido incorporada a la telegrafía por un Breguet ,
nieto de su socio, quien, en realidad, no tuvo más que sustituir el movimiento mecánic o
del torrero por impulsos eléctricos para conseguir su telégrafo .
Para que se vea que el proyecto de Betancourt y Breguet era mucho más avanzad o
que los sistemas ópticos al uso, basta considerar que tenía previsto, incluso, un procedimiento de impresión automática de los signos recibidos . Un telégrafo óptico con impresión automática parece un dislate pero, en su Memoria, los autores indican que podría n
adaptar fácilmente un dispositivo, de manera que los signos correspondientes a cada ranura de la polea se imprimieran, mediante tipos, en una franja de papel en el mismo orden y a medida que se fueran transmitiendo .
A pesar de lo que afirma Romeu de Armas, la implantación real de la línea telegráfica de Cádiz es bastante dudosa . El doctor Salvá que, como se ha dicho, estaba en el te -
22
ma de los telégrafos (ya que había hecho una demostración de uno eléctrico ante la Corte en 1797) escribió, en febrero de 1804 : «Así pues, desde Madrid a Aranjuez, que sól o
distan siete leguas y que apenas se necesitarían más de un telégrafo (de los suyos) e n
cada uno de estos puntos, tuvieron que armarse cuatro, y así destinar y mantener cuatr o
familias para el servicio de él . Considérese los que a este respecto deberían estar emplea dos desde Madrid a Cádiz ; y aunque en todas partes no mediasen iguales circunstancias ,
no bajaran de treinta torres las que tuvieran que armarse . Cuando en mayo de 1799 y o
salí de Madrid, calculaban a dos millones de reales el coste de dicho telégrafo, sin conta r
lo que costaría su manutención : . De lo cual puede deducirse que el telégrafo de Betancourt estuvo realmente implantado desde Madrid hasta Aranjuez, y que debía estarlo ya
en mayo de 1799 .
Sin embargo, en el momento de escribir Salvá su Memoria, es decir, cuatro año s
después de que, según Romeu de Armas, estuviera ya funcionando la línea completa, n o
disponía de noticias de dicho funcionamiento . Viene a confirmar los dos extremos de l a
información de Salvá lo que escribió Jean Francois Bourgoing en Tableau de 1' Espagn e
Moderne, también citado por Cioranescu y Romeu de Armas, en la que se dice que Be-
tancourt había iniciado la construcción de un telégrafo «que desde el Buen Retiro se ex tiende hasta Aranjuez, y que debe continuar hasta Cádiz» . La obra se publicó en 1803 y
no parece que el autor, bien relacionado con España y amigo personal de Betancourt ,
tuviera noticias de que la construcción se hubiera llegado a completar en dicha fecha .
Alejandro Cioranescu, estudiando el tema, aporta el testimonio de Napoleón quie n
parece que, hacia 1808, decía a sus ministros que prefería los telégrafos de Cádiz a lo s
franceses . Pero esto no puede considerarse como prueba de la existencia allí del telégrafo de Betancourt (sino, quizá de todo lo contrario), porque, como se verá más adelante ,
existe constancia documental de que entre 1805 y 1820 estuvo funcionando en la bahía
de Cádiz un sistema telegráfico con apariencia muy sencilla —lo que podía satisfacer a
Napoleón— y muy a la vista de la escuadra francesa, inmovilizada ante Cádiz durant e
muchos meses y que no tenía ninguna relación con aquél . Precisamente la necesidad de
crear, en 1805, un sistema telegráfico autóctono, que llegó a extenderse hasta Sevilla, ha ce dudar de la pervivencia e, incluso, de la propia existencia, de una línea telegráfica entre Cádiz y Madrid, cuya implantación hubiera debido ser reciente (finales de 1800) .
Por otra parte, Napoleón podía utilizar perfectamente el sistema de Breguet y Betancourt, de haberlo deseado, puesto que tenía información, planos y prototipos depositados en la Escuela de Puentes y Calzadas de París, y el propio autor estaba en aquell a
ciudad en 1807 y 1808 . Salvá cita la cantidad de dos millones de reales como estimad a
para el coste de la línea (aunque la Real Orden citada anteriormente la fija en 1 .500 .000 )
y Betancourt la dejó en menos de un millón en la rendición de cuentas . Esta cantida d
parece muy baja, teniendo en cuenta que : primero, parte de ella se empleó en prepara r
los talleres en los que se construían los aparatos, en el Buen Retiro ; segundo, el presuEl Galvanismo aplicado a la Telegrafía . Memoria leída por D . Francisco Salvá, en la Academia d e
Ciencias Naturales y Artes de Barcelona, el 22 de
febrero de 1804 .
puesto de cada torre –treinta años después– se estimó en 45 .000 reales ; tercero, los ante ojos, de los que se necesitarían, por lo menos, 120 (dos por torre), costaron, en 1830 ,
más de mil reales cada uno .
23
e
ery r,ereviYiz /a' 24 ceyi rr 4.eAaerc%rr c/eai,t, re - j.' ja co7n gzzauón a le lar cúí e~'fa.jl9 nei de l,z., 9«4ta r
i
/an :y'
~
a=a11'= 4 1 ~~f3= di L‹_=_e JIS Jl6
i
\
/
/
18'
/
/
\
/
/
6.=
/
/
i
/
Ea-
\
/
>R
cos y oficiales no menor de 30 personas, lo que significaría una partida presupuestari a
notable, posiblemente superior a los 600 .000 reales anuales, que no hay constancia d e
que se librara .
A la luz de lo que sucedió cincuenta años después, al establecerse las líneas óptica s
i
= Y~19=A[lf\
=
211
Además de esto, el mantenimiento de una línea de 60 torres necesitaría, por lo me nos, 120 torreros y 60 auxiliares y sostener la organización requeriría un grupo de técni -
= nJ y3-o~I:/í=. P l>s= 9]
/
/
\
\.
\
regulares, la preparación del personal y su entrenamiento, así como la fijación de lo s
puntos en los que situar las torres, presentaría dificultades técnicas notables, que parec e
N
(- .--,i
EL ALFABETO ERA 1 N SIt CIA QUF : PODIA EMPLEARSE CON
EL TELÉGRAFO DE HURTADO, AUNQUE TAMBIÉN S E
UTILIZABA LA CODIFICACIÓN .
imposible que pudieran solventarse en un tiempo tan corto como el que se deduce d e
las fechas admitidas por el profesor Romeu de Armas .
Por todo ello, creo que puede aceptarse que el telégrafo de Betancourt estuvo real mente funcionando entre Madrid y Aranjuez, pero no formalmente, sino en plan de en sayo . Y que no llegó a extenderse más allá de Aranjuez . Esto explicaría la total ausenci a
de huellas, tanto físicas como documentales, de la línea Madrid-Cádiz, así como la persistencia de una noticia vaga de su existencia, alimentada por testimonios de extranjero s
que visitaban Madrid .
En La Gaceta de Madrid de la época aparecen frecuentes referencias a noticia s
«proporcionadas por los telégrafos», en las crónicas de París y, a veces, alguna noticia so bre inventos telegráficos, sin embargo no hay ningún rastro de la línea propia de Madri d
a Cádiz .
En cambio, por la propia Gaceta puede saberse que, en 1799, el Teniente Corone l
don Luis Rancaño del Cancio presentó a la familia real un modelo de telégrafo que, u n
año después, perfeccionó . La descripción que hace La Gaceta del invento no es muy de tallada, solamente dice que «se compone de dos piezas principales colgadas de dos horquillas, y otra accesoria', sin que aclare más . Añade que «el dialecto y la paleografía tele gráfica, que acompañan al invento son también ingeniosas y originales» .
Toda la noticia tiene cierto aire mágico, y se afirma que «el número de señales claras y distintas que con ella se pueden hacer pronta y expeditamente asciende a más d e
32 .000 .000", sin que pueda saberse si tan elevado número de señales se debe a la imagi nación del inventor o del periodista que lo transcribió.
Una noticia de este tipo no tendría interés si, en las mismas fechas, estuviera funcionando regularmente un sistema cuya perfección técnica tenía que ser, sin duda, mu y
EL TITULO DEI. PERIODICO P120BABI .FMENTE BUSCABA L A
RESONANCIA MODERNA DE LA PALABRA TELÉGRAFO.
superior.
UN PRÁCTICO : HURTAD O
Así como no se han podido encontrar testimonios gráficos del telégrafo de Betane
La Gaceta de Madrid, n." 82, de 10 de octubre de
1800.
Los datos sobre el telégrafo del Teniente Corone l
Hurtado están tomados del Estudio Histórico del
Cuerpo de Ingenieros de Ejército . Madrid 1911 .
24
court, sí existen grabados de un telégrafo que estuvo funcionando en la bahía de Cádi z
en 1805 y que, al parecer, se mantuvo hasta 18209 .
Debido a una iniciativa personal del Capitán General de Andalucía, General Sola no, el Teniente Coronel de Ingenieros don Francisco Hurtado ideó un sistema telegráfi -
co con el que se establecieron, en 1805, cuatro líneas que, partiendo de Cádiz, termina han en Sanlúcar de Barrameda, Medina Sidonia, Chiclana y Jerez . Incluso, durante algú n
tiempo, la línea de Jerez se prolongó hasta Sevilla .
Durante la guerra de la Independencia, sitiado Cádiz, se mantuvo, sin embargo, e n
funcionamiento la línea Cádiz-Torregorda-Santi Petri 10 .
El sistema ideado por el Teniente Coronel Hurtado era original, del tipo semafórico ,
y conseguía, mediante
24
combinaciones, obtener las cinco vocales, quince consonantes
y cuatro combinaciones de servicio . Además, mediante una de las combinaciones d e
servicio podía cambiar el significado de las veinte letras en números (anticipándose a l o
que, casi un siglo después, se denominaría la inversión telegráfica y se emplearía en los
teleimpresores) .
La máquina del telégrafo era, simplemente, un asta y dos paletas que podían gira r
en un plano vertical, movidas por medio de poleas, para adoptar las combinaciones del
código . La figura adjunta corresponde al dibujo hecho muy posteriormente para incluir lo en un Estudio Histórico del Cuerpo de Ingenieros del Ejército publicado en 1911 .
Como en los demás sistemas ópticos, el procedimiento alfabético resultaba demasiado lento y, también aquí, se adoptó un código o repertorio cifrado de frases y expresiones más usuales . El diccionario correspondiente contenía predominantemente expresiones militares, pero, si era necesario, se podía construir cualquier frase pasando al pro cedimiento de letra a letra .
El código se componía de grupos de tres señales, pero en ellas no se admitía la re petición de ninguna señal, ni podían intervenir las cuatro combinaciones de servicio . El
total de grupos útiles de tres señales era de 812 .
-
DL PALLE: DE LA :MÁQl INA TEI.ECRAFICA DEI. TENIEN I E
CORONEL HURTADO.
El material de cada estación se reducía a la máquina, un anteojo, un reloj y los códigos . El personal necesario era militar, del Cuerpo de Ingenieros, y se reducía a dos técnicos o vigías y tres auxiliares o sirvientes . Los vigías eran los encargados de la preparación de los avisos, cifrándolos de acuerdo con los diccionarios, variando su redacción ,
sin alterar el concepto, si era necesario para el cifrado . Los sirvientes se encargaban de
manejar la máquina uno de ellos, otro de correr los avisos al punto inmediato, cuando la
niebla o alguna avería impedía la transmisión, y el tercero era el ranchero .
Este sistema telegráfico de la bahía de Cádiz se mantuvo, en alguna de sus líneas ,
hasta 1820 .
Su
incidencia en la vida civil no fue muy grande, aun cuando debió presta r
servicios militares importantes, si ' se tiene en cuenta que su vida cubre la época en l a
que tuvieron lugar en la zona acontecimientos tan resonantes como la batalla de Trafalgar, el sitio de Cádiz por las tropas napoleónicas y los levantamientos constitucionalista s
de Riego .
No obstante, su escaso relieve civil, parece que su sistema había sido identificad o
por muchos españoles de la época como el telégrafo, como lo prueba el haberlo utiliza do como símbolo en su cabecera el periódico del mismo título que se publicaba en Madrid en 1822 .
1' Grabado de
Elevación de Torre Gorda, según se
halla .fortificada por los ingleses . (Servicio Históri-
co Militar, Madrid) .
En las historias de los telégrafos militares se recoge un informe, de una fuent e
francesa contemporánea de la guerra de la Independencia, que dice que el ejército es 25
pañol también empleaba en ella los telégrafos . Pero la referencia es lo suficientement e
ambigua para que pueda aplicarse, tanto a un sistema telegráfico formal, como a la s
simples señales de hogueras y humos, por ejemplo . Lo probable, dado el estado de l
ejército de la época y la total falta de referencias, es que no existieran otros medios d e
comunicación formalmente organizados que los tradicionales (es decir, los correo s
a caballo) . No obstante, ya se ha citado que hubo intentos individuales de militare s
que, aportando su iniciativa personal, diseñaron sistemas telegráficos de modern a
concepción y no puede descartarse que se emplearan esporádicamente algunos de
ellos .
Curiosamente, aunque no se tienen noticias de que existiera ningún sistema tele gráfico funcionando en el Madrid de 1808, en un grabado titulado Entrada en Madrid
por la Puerta de Fuencarral, realizado para exaltar la entrada de Napoleón en la capital ,
se aprecia un telégrafo de Chappe adosado a un campanario . Lo que puede significar, o
que el paisaje es ideal y fue pintado, por ejemplo, en París, donde el telégrafo era u n
''
''
1IAQI E IA DEI. CARRO DE CAMPANA CON I ELECRAE O
ÓPTICO MILITAR, 1829 .
elemento que destacaba sobre el Louvre, o que el ejército de Napoléon había instalad o
telégrafos portátiles para su servicio "
Este segundo supuesto viene avalado por lo ocurrido unos años después . En efecto, existe constancia documental de que la expedición de los Cien Mil hijos de San Luis
tenían una brigada telegráfica militar, con telégrafós portátiles y, en agosto de 1823 ,
quisieron establecer una línea óptica Madrid-Aranjuez instalando dos de sus estacione s
en el Observatorio Astronómico del Retiro y en el Cerro de los Ángeles, respectivamen te 12 .
Por estas mismas fechas también la Marina de guerra tenía su servicio telegráfico, y
en 1819 se publicó Telégrafo marino, del Capitán de Navío don Antonio Martínez Tacón . Se trataba de un sistema de ocho banderas numeradas y del correspodiente código .
Aunque la Marina tenía ya códigos de señales con banderas desde la Edad Media, la no vedad consistía en la adopción de un diccionario telegráfico, que codificaba, no sólo los
términos marineros, sino también las expresiones del lenguaje corriente 1 3
Hubo en esa época, otros intentos menores de sistematizar los telégrafos militares ,
basados en el modelo del Teniente Coronel Hurtado, incluso otro Teniente Coronel de l
mismo apellido ideó un telégrafo portátil en 1829, que era prácticamente el mismo d e
las líneas de Cádiz en 1805 y, quizá, tiene alguna relación con el que mencionaba La
Gaceta de Madrid de 1800 .
" Grabado Entrada a Madrid por la puerta d e
Fuencarral. David Roberts (Biblioteca Nacional ,
Madrid) .
'2
Escrito del Director de la brigada de los telégrafos del ejército francés en España, Antonio Saint Haouen, solicitando permiso al Mayordomo Mayo r
de Palacio para instalar el telégrafo en el Retir o
»donde está el observatorio astronómico» (11 d e
agosto de 1823) . Documento Ref. C . ' 11773/16 . Archivo del Palacio Real .
13 Telégrafo Marino, por don Antonio Martínez y
Tacón, Capitán de Navío retirado de la Armada Nacional . Segunda edición, Madrid 1852 .
26
UN DECEPCIONADO: LERENA
Si el desarrollo de la vida nacional al finalizar la guerra de la Independencia no er a
el marco más propicio para que surgiera la necesidad de un servicio telegráfico civil, l a
década de 1820 a 1830 fue también desastrosa para cualquier iniciativa que supusier a
una novedad .
ENTRADA DE NAPOLEÓN EN MADRID POR LA PUERTA D E
FUF..NCAREAL, POR DAVID ROBERTS . EN LA IMAGEN S E
'
APRECIA LA TORRE DEL TELÉGRAFO DE CHAPPE, QUE SÓLO
EL AUTOR PUDO VER CON LA IMAGINACIÓN.
Sin embargo, hacia finales del reinado de Fernando VII, las cosas comenzaban a
cambiar, aunque no demasiado . Buena prueba de ello lo constituye la peripecia telegráfica del Teniente de navío don Juan José Lerena 14 .
Lerena era oficial de Marina y, después de servir en los mares de Europa y Améric a
desde 1809, participó activamente en la defensa de Cádiz, en 1823, contra los Cien Mil
hijos de San Luis y, como consecuencia de la derrota y de la nueva implantación del absolutismo, se exilió, marchando a los pocos días de la caída de Cádiz a los Estados Unidos de Norteamérica .
Permaneció exiliado hasta el año 1829, año en que pasó a Cuba y, en La Habana ,
Los datos sobre los telégrafos de Lerena está n
tomados de la «Exposición» que dirigió, al Consej o
de Ministros, el 28 de marzo de 1836, el propi o
don Juan José Lerena, y que, impresa, forma part e
de la Colección Quadrado y Roo, de la Real Academia Española de la Historia .
14
presentó a varios oficiales de Marina, sus antiguos compañeros, un telégrafo de día y de
noche, para mar y tierra con el propósito de interesarles en el tema .
Es de suponer que su procedimiento telegráfico tendría algún elemento nuevo qu e
ofrecer, puesto que, como sabemos, la Marina tenía ya su sistema de combinar bandera s
27
PLANO QUE MANII'IE3TA LA SITVACION DE LA LINEA TELEGBAFICA DE MADRID A ARANJUEZ :
.11
•
: .s ,
PLANO QUE :1,IANIFIES7A LA SITUACIÓN DE LA LINEA
7ELEGRÁF'ICA DE MADRID A ARANJUEZ DEDICADO AL RE Y
N.S.Q .D.G . POR EL 7.VIE:\7E DE .\AVÍO DON.J( A .V JOSÉ DE
LERE:\A . ENCARGADO DE SU E:S7ABLECLtIIIO,7O . CASA D E
MARINOS, ARANJUEZ .
1 .117 1
y faroles, incluso hemos visto que se había publicado un diccionario de claves telegráficas en 1819, y, sin embargo, como consecuencia de aquella presentación en La Habana ,
y de los informes favorables que obtuvo, se le encargó la puesta en marcha de su sistema telegráfico .
En efecto, cuando Lerena regresó a España, en julio de 1830, después de pasar po r
la purificación correspondiente, fue repuesto en su, empleo y se dedicó de lleno a efectuar demostraciones de su aparato, que presenciaron incluso los reyes, y de resultas d e
ello, en febrero de 1831, se le encargó la dirección de las líneas telegráficas que él
mismo debía construir.
El sistema de Juan José Lerena tenía dos partes : un mástil, que permitía elevar un a
bola y situarla en distintas posiciones ; y un panel que cambiaba de color. El autor sól o
dice que su sistema empleaba cuatro signos, pero no revela más detalles, incluso tiene
interés en no darlos.
En cambio, gracias a un informe elevado por el propio autor al Consejo de Ministros, pueden conocerse exhaustivamente no sólo las torres que construyó y su coste, si no el número de despachos que por ellas se cursaron y el ahorro que ello supuso par a
el Estado . Así, podemos saber que :
– A finales de 1830 consiguió hacer una demostración de su telégrafo a los reyes ,
comunicando el palacio con Vista Alegre .
En la «Casa de Marinos«, de Aranjuez, existe u n
cuadro en el que puede verse, sobre un plano topográfico, la línea telegráfica . EL cuadro lleva por
título Plano que manifiesta la situación de la línea telegráfica de Madrid a Aranjuez, dedicad o
al Rey N.S.Q .D .G . por el Teniente de Navío do n
Juan José de Lerena encargado de su establecimiento. En él puede verse el dibujo de dos torre s
(una en la ermita del cerro de los Ángeles, así como el detalle de los puntos más importantes .
La torre de Madrid debía estar en la llamada "Torre de Lujanes', puesto que la leyenda dice : Torre
de la casa particular frente al Ayuntamiento en l a
plaza de la Villa, adoptada como punto de dond e
parte en esta corte la línea telegráfica . .
En Aranjuez el terminal estaba en el «Monte Parnaso» y no en el propio Palacio .
N
28
– En mayo de 1831 estableció la línea Madrid-Aranjuez, con torres intermedias situadas en la ermita del cerro de los Ángeles y en el cerro de Espartinas, cerca de Valdemoro (es decir, en los puntos que podrían considerarse como los clásicos para est a
ruta)' .
El éxito parece que fue total, pero la Corte no sabía qué hacer con el telégrafo y sólo se cursó un telegrama, eso sí, bastante largo, ya que estaba compuesto de 92 palabras ,
dirigido por el Rey al Ministro de la Guerra .
La instalación de las cuatro estaciones costó 170 .901 reales, incluyendo las máquinas ; los gastos de entretenimiento fueron 36 .510 reales y los sueldos del persona l
184 .137 reales .
Verdaderamente el telegrama, aun siendo largo y del propio Rey, resultó muy caro .
– En julio de 1832, se estableció la línea Madrid-San Idelfonso, con torres intermedias situadas en Siete Picos (en lo alto del Puerto de Navacerrada) y en la Sierra de Colmenar, cerca de Hoyo de Manzanares, en el lugar denominado El Hoyo .
Durante 1832 se cursaron 335 despachos entre Madrid y Aranjuez, y 361 entre Madrid y San Ildefonso (de los cuales 71 y 45, respectivamente, eran avisos del propio servicio telegráfico) . Entre ambas líneas cursaron, pues, 580 telegramas, la mayoría puesto s
por la Capitanía General de Madrid . El Rey puso diez telegramas .
Las torres de la nueva línea costaron 282 .149 reales, en el entretenimiento de amba s
líneas se gastaron 48 .160 reales y los sueldos del personal importaron 241 .052 reales .
El dinero para las instalaciones, gastos de mantenimiento y sueldos del personal d e
los años 1831 y 1832 fue proporcionado, íntegramente, por la Dirección General de la s
Reales Loterías (que, por otra parte, utilizó el telégrafo para enviar 22 telegramas) .
– En 1833 no se cursó ningún despacho . Este hecho demuestra el desconocimient o
que tenían, la Corte y los gobernantes, de la utilidad que podía tener el telégrafo y explica, también, el poco apoyo que su implantación obtenía .
Hay que recordar que en 1833 tuvo lugar la última etapa de la enfermedad real ,
que se desarrolló en buena parte en San Ildefonso, y que acabó con la muerte de Fernando VII, con toda la secuela de intrigas y maniobras de palacio a que ello dio lugar y
cuya trascendencia condicionaría la historia de España de los treinta años siguientes . Y,
sin embargo, los protagonistas de la misma no sintieron ninguna necesidad de envia r
mensajes para alertar a sus amigos de Madrid, movilizándoles o calmándoles . Ni a los
partidarios de Isabel ni a los de Don Carlos, todos ellos con acceso al telégrafo, se le s
ocurrió servirse de este sistema para conseguir alguna ventaja .
Sin embargo, el telégrafo estaba dispuesto, pues durante ese año se gastaron, ya s e
ve que inútilmente, 151 .219 reales en sueldos del personal y en gastos de mantenimiento de las torres .
– En 1834, en cambio, se establecieron, de manera provisional, pero demostrand o
gran eficacia operativa, tres enlaces : uno con Carabanchel, donde había un lazareto e n
el que se recluía los enfermos del cólera que atacaba a la capital ; otro con el palacio del
Pardo, al que se había trasladado la familia real con motivo del mismo cólera y el tercer o
desde San Ildefonso al palacio de Riofrío, con una estación intermedia en el cerro d e
Matabueyes . Las tres fueron instalaciones provisionales para cubrir necesidades del momento, y su instalación y funcionamiento demuestran el sentido profesional que daba
Lerena al servicio y lo preparado que estaba para atenderlo .
Además de estos nuevos enlaces, continuaron funcionando las líneas de Aranjuez y
San Ildefonso con Madrid . El total de comunicaciones causadas durante 1834 fuero n
1 .159, de las que 83 las puso la Reina Gobernadora . El incremento del servicio, frente a
1832, es del 100 por ciento, lo que parece probar la aceptación creciente del sistema .
Los gastos ya se cubrieron con aportaciones directas del Tesoro, lo que originó la pérdida de operatividad y deudas que tardaron dos años en saldarse .
En conjunto, el costo de las torres, incluyendo tanto la instalación de todas ellas co 29
mo la maquinaria y los enseres, fue de 458 .283 reales . Los gastos de oficina, reparaciones, mejoras en los caminos de acceso y, en general, los gastos de mantenimiento, importaron 146 .159 reales, mientras que los sueldos del personal supusieron 662 .334 rea les, durante los cuatro años en los que el telégrafo estuvo disponible .
Lerena se sentía, sin duda, satisfecho del comportamiento de su telégrafo y pensaba en una red extensa que cubriera el territorio nacional . Ello le movió, como primer pa so, a hacer una propuesta para el establecimiento de una línea telegráfica entre Madrid y
Burgos, pasando por Valladolid, para la que estimaba que se necesitarían 17 torres inter medias. Su propuesta fue aceptada y, el 20 de marzo de 1835, se ordenó el comienzo de
las obras de dicha línea .
Los trabajos se iniciaron aceleradamente, puesto que a los ocho días ya se encarga ron los anteojos necesarios para toda la línea (36 de primera clase y 18 de segunda) y al
mes se nombró a un arquitecto y un ingeniero para las obras de las torres (cuyo cost o
unitario se estimó en 45 .000 reales) .
El primero de mayo, Lerena le pidió al Ministro del Interior, del que dependía el telégrafo, que se le entregaran 3 .000 duros semanales para proseguir las obras, y a parti r
de ahí empezaron las dificultades burocráticas . El Ministerio de Hacienda no tenía l a
misma agilidad que la Dirección de Loterías y los fondos tardaban en llegar o no llegaban, los obreros no cobraban puntualmente y, además, los funcionarios recelaban de la
forma empresarial de pagar los trabajos al contado, sin los papeles acostumbrados . E n
julio le pidieron un estado de las obras, en agosto le enviaron un supervisor para qu e
evaluara la obra hecha, en septiembre presentó un estado de cuentas y en octubre s e
suspendieron las obras .
En el momento de la suspensión estaban construyéndose las torres de Las Roza s
(casi acabada), Torrelodones, Casa de la Parada (en el pueblo de Guadarrama), Puert o
de los Leones y Cristo del Caloco, siguiendo el trazado del camino real . Se llevaban gastados en las obras 183 .560 reales y 19 maravedíes .
Los últimos meses de 1835 y parte de 1836 los pasó Lerena polemizando con el Gobierno . Escribió una Exposición al Excmo . Sr. Presidente y demás miembros que componen el Consejo de Ministros, envió cartas al periódico Revista Española . Mensajero de
las Cortes', y trató de defenderse de las acusaciones de que sus telégrafos eran costoso s
y de que había gastado dineros públicos sin control .
Curiosamente, en su defensa planteó un tema que sigue siendo actual, cual es l a
contabilización de los ingresos no obtenidos por los servicios oficiales prestados . Calculó lo que el Estado hubiera debido gastar, pagando correos de gabinete y postillones, para el envío de los mensajes cursados por sus telégrafos y, aun considerando el escas o
tiempo que se habían empleado, obtuvo que se habían ahorrado 26 .288 reales, y ,
además, al Estado le habían salido de balde las torres y sus máquinas .
En cuanto al dinero gastado sin control, después de fiscalizados los gastos por el Tri ' 6 Varios números de la Revista Española . Mensajero de las Cortes, en diciembre de 1835, recogen
una comunicación de Lerena, la réplica del Ministerio y varias contrarréplicas de Lerena .
30
bunal de Cuentas, resultó que se le adeudaban al propio Lerena 25 .694 reales y
14 maravedíes, por su actuación al frente de los telégrafos de los Reales Sitios, y 243 reales
y 25 maravedíes, por su intervención en las obras suspendidas de la línea Madrid-Burgos .
A pesar de tan satisfactorio balance, las obras de la línea de Burgos no se reanuda ron y Lerena desapareció del escenario justamente cuando en Logroño, Navarra y Álav a
se estaban estableciendo líneas telegráficas estables para fines militares .
Juan José Lerena tuvo mala suerte al iniciar sus obras en una etapa muy convuls a
de la historia de España : en enero de 1835 el Capitán General de Madrid murió por lo s
disparos de los soldados de un regimiento sublevado que ocupaba la casa del correo ; e n
mayo, el Gobierno solicitaba que un ejército francés invadiera España y ocupara Navarr a
y el País Vasco ; en junio caía el Gobierno y Martínez de la Rosa era sustituido por el con de de Toreno ; en agosto se amotinaba la Milicia urbana de Madrid ; en septiembre el
conde de Toreno era sustituido en la jefatura del Gobierno por Mendizábal ; en mayo de
1836 Mendizábal era sustituido por Istúriz ; en agosto se producía el llamado motín de
los sargentos de La Granja en el que se exigía la destitución del Gobierno y la proclamación de la Constitución de 1812 . Los Reales Sitios fueron abandonados . Un viajero inglés
SITUACIÓN
DE. LAS TRES
LÍNEAS OPERATIVAS DE LOS
TELÉGRAFOS DE JUAN JOSÉ DE LERENA : ARANJUEZ, E L
PARDO Y SAN ILDEFONSO; EXISTÍA OTRA LÍNEA, E N
CONSTRUCCIÓN, A BURGOS .
31
que los visita en 1838 queda impresionado : «Encontramos en La Granja mayor desolación aún que en Aranjuez . Ambos sitios han padecido mucho con la ausencia de los re yes; pero el primero hasta un grado en extremo aterrador . Los nueve décimos de la población han abandonado el lugar, residencia favorita de Cristina hasta el último pronunciamiento»' 7 . Las expediciones carlistas llegaban a las mismas puertas de Madrid, lo s
gobiernos se sucedían . . . y él pedía la entrega regular de dinero .
Su actuación fue, sin embargo, la de un empresario capaz . Estableció y puso en
funcionamiento cuantas líneas le pidieron y sólo la falta de fondos le detuvo . Su estancia
en Estados Unidos debió influir en los planteamientos que traía para poner en march a
su invento, porque desde el primer momento contempló el telégrafo como un negocio ,
y no sólo como un servicio militar o de policía del que no se puede evaluar su rendimiento económico . Así puede verse que en las primeras conversaciones buscó ya u n
patrocinador en la persona del Director de las Reales Loterías, el cual, aún administran do una renta del Estado, manejaba los fondos con cierta autonomía . Al mismo tiempo
firmó un contrato con un misterioso D .N .T. (probablemente un extranjero) para la introducción de su telégrafo en otras naciones .
En su planteamiento de la línea Madrid-Burgos se mostró como un técnico en la
materia . Sugirió el cambio de trayecto para cruzar la sierra de Guadarrama, evitando e l
alto de Siete Picos y optando por el puerto de los Leones ; optó por una Línea Madrid-Valladolid-Burgos, y no Madrid-Burgos con una derivación a Valladolid, y aconsejó también la construcción de torres fortificadas, requiriendo la intervención de los ingeniero s
militares .
Había proyectado 17 torres (más o menos) desde Madrid a Burgos . (Años despué s
tuvieron que construirse 27 .) Pero su previsión fue hecha antes de que se realizara ningún replanteo .
Para las 17 torres de la línea había previsto la necesidad de disponer de 78 personas, con un sueldo total mensual de 21 .220 reales :
— Cuatro oficiales a 500 reales mensuales .
— Diecisiete cabos de torre a 400 reales .
— Diecisiete vigías a 300 reales .
— Treinta y ocho mozos a 180 reales .
— Dos escribientes a 240 reales .
La manera de resolver la dificultad de compaginar el funcionamiento de una empresa (con la agilidad necesaria para disponer de fondos en forma inmediata) y las formalidades burocráticas de los gastos presupuestarios, acudiendo a un organismo autónomo, aunque sujeto a la fiscalización a posteriori del Tribunal de Cuentas, es una solución que se contempla como la idónea 150 años después de que Lerena la ensayara . El
abandono de este planteamiento fue, sin duda, lo que hizo fracasar su red telegráfica y
retrasó más de diez años la implantación del telégrafo en España .
Lerena tenía confianza en su aparato, que consideraba que había demostrado sufiG . I3orrow : La Biblia en Esparza. Alianza Editorial, Madrid 1970 .
32
cientemente su eficacia, y se sentía decepcionado porque el Gobierno, mientras le regateaba el dinero para proseguir su obra, lo gastaba en experimentos telegráficos realiza -
dos por extranjeros sin la menor garantía, como si su sistema no estuviera prestando servicio desde hacía cuatro años .
Su decepción como inventor se unía a su amargura como persona honrada, y ambas le hicieron pedir al Consejo de Ministros «justicia y reparación» . Consideraba injusto
y vejatorio el trato que le habían dado . Veía impotente cómo se olvidaban y oscurecía n
sus verdaderos rnéritos y se abusaba de su integridad .
El Tribunal de Cuentas le dio, al fin, satisfacción en el terreno del manejo de fondos, pero no en el terreno telegráfico, que era el que Lerena reivindicaba con más ilusión . «El fundador de un ramo no puede querer la destrucción de su obra», exclamab a
cuando veía sus torres camino del olvido, pero ni su tesón ni sus luchas pudieron evitar-
Q ,22Iz0 u
>
c987'
671 .//L!I/ll/zfíg cníz
l~ ~~1~°~r~~3 ~~l~L'q~r~iÍo ~IIC~~Yo,~
e
lo y sus telégrafos ni siquiera sirvieron para que su amigo, el entonces Teniente de navío
José María Mathé, los empleara para establecer las líneas ópticas, diez años después .
Pascual Madoz certifica la defunción del sistema de Lerena (en el epígrafe «Telégrafos de Madrid", de su Diccionario Geográfico) con estas palabras : «Este sistema no carecía de ingenio en su combinación ; pero como sólo estaban en ejercicio las líneas durante la residencia de la corte en dichos sitios, y casi se empleaban exclusivamente en trans-
JY3
mitir comunicaciones relativas al servicio particular de palacio, ni pudo organizarse co n
la debida perfección, ni prestar la utilidad de que acaso hubiera sido susceptible, resultando de ahí el que las enunciadas líneas fuesen suprimidas por real orden de 18 de mayo de 1838" .
UN MILITAR : SANTA CRUZ .
5 r
Al mismo tiempo que en Madrid Lerena trataba, sin éxito, de convencer al gobierno d e
I)I(.( ./().\.IKIO
,k A/-/( .Y)( 18.4 11, I'( )R MA NI H. SANTA
CRIIZ . MUSEO POSTAL Y DE TELECOMUNICACIÓN ,
MADRID.
lo útil que podría ser el telégrafo, el ejército, que estaba empeñado en la guerra carlista ,
organizaba sus propios telégrafos .
El Director de Telégrafos del Ejército de Operaciones del Norte era, en 1836, el General don Manuel Santa Cruz y a él se debe la organización de dos líneas estables de comuni caciones, un sistema original de telégrafo y el correspondiente diccionario de claves' .
Las dos líneas se unían en Logroño y proporcionaban un enlace entre Vitoria y
Pamplona, mediante 13 estaciones intermedias .
Las torres, fortificadas y guarnecidas permanentemente, trazaban un semicírculo al rededor de Estella, punto fuerte de los carlistas, su capital y corte, y el objetivo supuesta mente final de la guerra .
La línea de Logroño a Pamplona estaba compuesta por las siguientes torres :
n .° 1 .–Logroño . / n ." 2 .–Agoncillo . / n ." 3 .–Alcanadre . / n ." 4 .–Lerín . / n ." 5 .–Larraga .
Los datos sobre los telégrafos de Santa Cruz están tomados del Diccionario telegráfico, ejempla r
manuscrito, firmado por el propio General, existente en el Museo Postal y de Telecomunicación d e
Madrid y del artículo ,Telégrafos españoles» publicado en el Semanario pintoresco español, en 1841 ,
por F. Navarro Villoslada .
'
n ." 6 .–Puente la Reina . / n ." 7 .–Venta del Perdón . / n ." 8 .–Pamplona .
La línea Logroño-Vitoria tenía seis torres intermedias . Las más importantes cubría n
el trayecto Logroño-Miranda, protegiendo el curso del Ebro . Eran :
n ." 9 .–Vitoria . / n ." 10 .–Ariñez . / n ." 11 .–La Puebla de Arganzón . / n ." 12 .–Miranda de
Ebro . / n .° 13 .–Sierra de Herrera . / n ." 14 .-Briones . / n .° 17 .–Laguardia .
33
Existía también una torre en Viana (la n .° 18), que permitía rodear Logroño, enlazando Laguardia con Agoncillo .
El sistema ideado porel General Santa Cruz consistía en un mástil, con dos travesaños fijos a diferentes alturas y dos indicadores (dos discos), uno a cada lado del mástil ,
que podían variar su posición respecto a los travesaños fijos . Los dos indicadores y lo s
travesaños de referencia' podían iluminarse mediante faroles y ello permitía manda r
mensajes nocturnos .
Cada indicador podía tomar siete posiciones diferentes, mediante la polea correspondiente, de forma que los signos se codificaban empleando un sistema cíe numeración de siete dígitos .
Existen en el Museo Postal y de telecomunicación varios ejemplares manuscrito s
del Diccionario telegráfico, encabezado por una Instrucción para el régimen interio r
de los telégrafos del Ejército . Recibo y transmisión de las comunicaciones . Uno de eso s
ejemplares está firmado por el propio General Santa Cruz .
El Diccionario comprende varias secciones, en cada una de las cuales se va aumentando la complejidad de los signos . Los más sencillos constan de un solo dígito y los má s
complejos de ocho . La notación se hace asignando a uno de los indicadores una cifra y
al otro la cifra en forma de índice .
Las frases codificadas son eminentemente militares, por ejemplo, 1 1 7 significaba
que : «El señor Comandante General previene a ese Sr . Gobernador Comandante Milita r
que mañana a las . . . saldrá el comboy (sic) por . . . a donde concurrirá la fuerza posibl e
de esa guarnición para protegerlo» . Algunas están en el Diccionario, aunque se podía su poner que sólo se transmitirían una vez, como, por ejemplo, 6 3 2 : « se ha rendido a discreción Estella» .
LÍNEA DE TORRES IDEADA POR EL GENERAL MANUEL SANT A
CRUZ, QUE DIBUJABA UN CERCO SOBRE EMULA, LA
CAPITAL CARLISTA.
34
LÍNEA DE FUER/7 S ENTRE MIRANDA DE EBRO Y VITORIA .
MUSEO DE SAN TELMO . SAN SEBASTIÁN.
Existen, también, palabras y voces sueltas, así 4' 4 ' 5 ' significa «abdican>, y 2 ' 3' 6 3
«antídoto», etc . ; frases o, incluso, medias frases con variantes prolijas, por ejemplo :
5 4 2 6 2 1 3 significa «mas observe tanta »
5 4 2 6 2 2 3 significa «mas observe todas»
5 4 2 6 2 3 3 significa «mas observe una »
5 4 2 6 2 4 3 significa «mas observe únicamente», etc .
Tiene expresiones para varios pesos, medidas, monedas, meses, estaciones, viento s
y nombres propios . Incluso, a veces, tiene ribetes literarios : 4' 4 2 5 2 3 3 significa «no puedo dejar de hacer mención a la bizarría de aquellos que . . .»
Probablemente se intentó, inicialmente, el funcionamiento por un sistema alfabético, lo que podía realizarse fácilmente ya que los dos indicadores proporcionaban 7 x 7 =
49 signos, más que suficientes para las letras, cifras y signos complementarios . Corrobora
esta suposición el que las combinaciones más simples del Diccionario correspondan a la s
letras : a = 1, b = 2, . . . z = 6 . Pero la lentitud que este procedimiento imponía, obligaría a
cambiar el sistema (como se ha visto que les ocurrió a los demás telégrafos ópticos) .
Del sistema telegráfico de Santa Cruz, que estuvo implantado cuatro años, se conservan testimonios gráficos y literarios que ayudan a su mejor comprensión . En el Muse o
de San Telmo de San Sebastián, figura un cuadro que representa la línea de fuertes entre
Miranda de Ebro y Vitoria, en la que pueden verse las máquinas del telégrafo en lo alt o
de las torres, y en la revista Semanario pintoresco español de 1841 apareció un artícul o
describiéndolo . Se titula «Telégrafos españoles», está firmado por F. Navarro Villoslada y
es un panegírico del General Santa Cruz como inventor.
El autor del artículo está orgulloso del invento, que considera muy superior a cualquier otro telégrafo, lo que le hace feliz . ><Reconózcase —dice— de buena fe la superioridad de nuestro sistema telegráfico y séanos lícito envanecernos por ello ya que, desgra 35
ciadamente, se nos presentan tan pocas ocasiones en materia de artes para lisonjea r
nuestro amor propio nacional» .
El tono laudatorio en el que está escrito todo el artículo hace pensar en un escas o
rigor crítico al dar algunos datos y, por tanto, deben recogerse con cautela . Por ejemplo ,
dice que «una sola persona puede hacer dos signos diversos, y a un mismo tiempo, e n
dos segundos», lo que probablemente es una exageración . Pero parece que tuvo acces o
a información de primera mano, por las observaciones que hace sobre la organización y
los problemas de instalación de algunas torres .
Dice que durante los cuatro años de existencia el telégrafo de Santa Cruz transmiti ó
2 .136 partes, es decir, menos de dos partes diarios . Realmente parece que un tráfico as í
sólo puede justificar la existencia de una línea de quince torres, si está servida por personal militar en campaña . Quizá por ello, después de acabada la guerra, aquellas torre s
estaban en un estado deplorable, como dice el mismo artículo : «Parece que la prosperidad del arte telegráfico está como vinculada en las revoluciones y transtornos», aunqu e
el articulista no está de acuerdo con ello y clama pidiendo que se establezca un servici o
civil .
No está muy seguro de que el gobierno sepa darse cuenta de las excelencias del invento de Santa Cruz y esto le hace exclamar : «¡Vergonzoso fuera que poseyendo un sistema telegráfico, que tanto honra a la nación española, le dejemos hundir en la anchuros a
tumba, donde yacen tantos inventos útiles, que después resucitan al soplo de los extranjeros!» . Lamento, en cierto modo, profético, porque este telégrafo no se utilizó más, ni siquiera en las siguientes guerras carlistas, en las que se emplearon otros procedimiento s
ópticos .
36
III.
El telégrafo óptico
EL TRABAJOSO NACIMIENTO INSTITUCIONA L
Durante medio siglo, todos los intentos de crear una red telegráfica (Betancourt, Hurta do, Lerena y Santa Cruz) habían sido únicamente ensayos . Algunos con éxito demostrado e, incluso, con buena prensa, como hemos visto, pero ninguno había calado en e l
ánimo de los dirigentes de la nación con fuerza suficiente para hacer que los consideraran como asunto de Estado, en una época políticamente turbulenta .
No obstante, cuando surgió algún tipo de normalidad, después de los más d e
treinta años de situaciones sucesivamente calamitosas, el convenio de Vergara y la proclamación de la mayoría de edad de Isabel II dieron un poco de sosiego al país ; dentro
FIG . 44 .
del conjunto de medidas que, a partir de 1843, se acometieron por los Gobiernos par a
modernizar la Administración, está la definitiva puesta en marcha de un servicio telegrá-
APARATO ' T'ELEGRÁF' ICO INGLES .
fico de ámbito nacional .
Esta época de la historia de España tiene, para los historiadores, un carácter d e
transición entre el antiguo régimen, donde la Administración del Estado estaba en manos del Rey y de sus secretarios, y el concepto del moderno Estado, en el que la Administración se organiza por departamentos en manos de funcionarios profesionales, baj o
la dirección del Poder Ejecutivo . Es todavía un paso previo, durante el que se van creando los principios del entramado burocrático de un Estado moderno .
Los historiadores denominan a esta época la década moderada y precisan su duración desde la destitución de Salustiano Olózaga como Jefe de Gobierno, en diciembr e
de 1843, hasta la caída, después de una revolución, del conde de San Luis, en julio d e
1854 .
Probablemente no es una coincidencia casual, sino un producto de las mismas circunstancias, que la telegrafía óptica en España dure como servicio instituido el mismo y
exacto período . Se inició por un Real Decreto de primero de marzo de 1844 y finalizó en
agosto de 1857, cuando se ordenó el abandono de las últimas torres .
Para el servicio telegráfico, el funcionamiento por procedimientos ópticos signific ó
un período de transición, durante el cual se preparó tanto la organización de una verdadera red telegráfica como la propia mentalidad de los usuarios .
Probablemente, desde el primer momento ofreció dudas la naturaleza del sistem a
telegráfico a implantar, ya que en 1844 el telégrafo óptico tradicional, el que se sabía
que tenían en servicio la vecina Francia y otros países desde hacía más de cincuenta
años, estaba siendo desplazado por el moderno procedimiento eléctrico .
En España no se desconocían los inventos que en este terreno se iban produciendo . Por ejemplo, el Boletín Oficial de Caminos, Canales y Puertos incluía, en el mism o
año de 1844, un artículo dando cuenta de los pasos de los franceses hacia el telégraf o
eléctrico y en el que se mencionaban las líneas de este tipo que ya existían en el mundo .
37
EN INGLATERRA, A LA SOMBRA DEL FERROCARRIL EXISTÍ A
1 1NA VERDADERA RED DE TELEGRAFÍA ELÉCTRICA.
Folkstmae Harbour.
También en los periódicos y revistas de información general aparecieron noticias e incluso anuncios de registros de patentes de aparatos de telegrafía eléctrica' .
Sin embargo, la electricidad era un elemento todavía poco conocido y, por ello, poco fiable su empleo . Y esta desconfianza no sólo se daba en España . En París, un ta l
M . Gonon, inventor de un telégrafo óptico universal _y perpetuo, mantenía una polémic a
con el Gobierno, al que acusaba de destinar dinero del presupuesto (en el año 1846) a l
telégrafo eléctrico, basándose sólo en «afirmaciones arbitrarias, carentes de pruebas, y
en promesas y esperanzas vagas» . Estaba dispuesto, M . Gonon, a construir a sus expensas una línea óptica, en paralelo a la eléctrica, para que pudiera compararse la eficaci a
de ambos sistemas, y afirmaba que sería mucho más rápido y seguro el sistema óptico .
Daba múltiples razones para dudar de la posibilidad de que la electricidad sirviera com o
vehículo de señales telegráficas y, naturalmente, proponía su invento como la alternativ a
a las anticuadas torres de Chappe .
En la lista de los personajes que presenciaron las demostraciones del telégrafo de
Gonon se incluía lo más representativo de la política y de las ciencias mundiales, y e n
ella figuraban varios nombres españoles, entre ellos Martínez de la Rosa, antiguo Presiaw~r3r",wr 1. .mwn1
.,
VIENDO EL APARATO DE; \I . GOMA NO PARECE QUE ESTE.
INVENTOR FRANCÉS PROPI 'SIERA ALGO MU Y
REVOLUCIONARIO .
dente del Gobierno, y Subercase, Director de la Escuela de Ingenieros de Caminos .
La polémica era conocida en España, puesto que se había producido en revistas d e
actualidad y, además, se había difundido en un folleto recogiendo parte de las argumentaciones de M . Gonon .
Para los españoles de la época había una telegrafía ordinaria y una telegrafía eléc-
'
Boletín Oficial de Caminos, Canales y Puertos,
diciembre 1844 .
38
trica, y no debe extrañar que en una etapa de gobiernos conservadores se optara por l o
existente y no se entrara en aventuras eléctricas .
Tampoco debe subestimarse el peso que en esta decisión tuvo la situación de inseguridad en que sé encontraban los caminos, a merced, muchas veces, de partidas d e
guerrilleros-bandoleros . En estas circunstancias las líneas eléctricas eran muy vulnerables, mientras que las ópticas garantizaban una cierta seguridad con sus torres más o
menos fortificadas . Por otra parte, los españoles no eran los únicos que adoptaban est a
decisión, porque, en el mismo año de 1844, se estableció el servicio de telegrafía óptica
en Argelia, recién conquistada por Francia .
En cualquier caso, el poner en marcha esta etapa de transición no fue una empres a
fácil, ni en el plano político ni en el telegráfico, y, en cierto modo, ambos procesos marcharon paralelos .
En este período se sucedieron más de catorce gobiernos (alguno de los cuales dur ó
escasamente tres días), hubo varias revoluciones, varias guerras menores, tanto interna s
como externas . Sin embargo, dentro de la década, hubo dos etapas más sosegadas, qu e
correspondieron a los gobiernos del General Narváez (mayo de 1844 a abril de 1846, y
octubre de 1847 a enero de 1951), y fue durante estas etapas cuando se pusieron e n
marcha las líneas telegráficas .
Pero los vaivenes políticos y los cambios administrativos tenían que afectar, necesariamente, a un servicio todavía no establecido y parece que no estaba claro de quién iba
a depender la organización que se estaba creando, ni qué departamento de la nacient e
administración iba a encargarse de gestionar el servicio . La mezcla de una parte técnica ,
que requería una preparación, que podría llamarse facultativa, y una parte operativa cu ya labor en aquel momento, consistía simplemente en poseer las noticias, hicieron qu e
durante este período las líneas ópticas dependieran, sucesivamente, de :
– La Dirección General de Caminos, Canales y Puertos desde 1844 a febrero d e
1847 .
– La Dirección General de Obras Públicas (dependiente del Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas), para «la construcción de las líneas telegráficas» y de l a
Dirección General de Correos (dependiente del Ministerio de la Gobernación), para l a
«administración y contabilidad», desde febrero de 1847 a marzo del mismo año .
– La Dirección especial de Correos y Telégrafos, dependiente del Ministerio de l a
Gobernación, desde 10 de marzo a 30 de junio de 1847 . El 3 de julio apareció en La Gaceta de Madrid un Real Decreto declarando cesante al Director General de Correos y Telégrafos .
– La Subsecretaría del Ministerio de la Gobernación, por supresión de la Direcció n
General de Correos y Telégrafos, desde 30 de junio de 1847 a 21 cíe octubre del mism o
año . Seguía manteniéndose la división de los asuntos telegráficos en dos partes : construcción de las líneas y mantenimiento del servicio . El Real Decreto dice : <Art . 6 .°: El Negociado de Telégrafos, con los empleados de que se compone, queda también unido ,
por ahora, al mismo Ministerio, en la parte que le pertenece» .
– En la nueva reorganización del Ministerio de la Gobernación, que publicó L a
Gaceta de Madrid el 21 de octubre de 1847, aparecen cuatro Direcciones Generales, l a
primera de las cuales, titulada Dirección de Gobierno, tienen cuatro despachos, el terce 39
ro de los cuales, denominado «Orden público», comprende : «Policía política, reunione s
públicas, estados excepcionales, telégrafos y correos» .
— En noviembre de 1851 el Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas ,
pasó a denominarse Ministerio de Fomento, pero siguió encargado de la construción d e
las torres telegráficas, consideradas como obras públicas .
— El 14 de mayo de 1852, por Real Decreto, se reorganizó el Ministerio de la Gobernación . La Subsecretaría se dividió en dos secciones : una «sección central», con sei s
negociados, y una «sección de ramos especiales», con cinco negociados . El negociad o
quinto de esta última comprendía :
— «telégrafos
— su persona l
— su material, en lo correspondiente a este Ministeri o
— comunicaciones telegráficas . »
En el Ministerio de la Gobernación existía, también, una Dirección General de Correos, con cinco negociados .
Aunque la puesta en marcha de los telégrafos en plan nacional se llevó a cabo en l a
década moderada, en realidad no había dejado de intentarse desde 1831 . Efectivamente ,
el Ministerio de la Gobernación encargó al Director General de Caminos el 14 de may o
de 1837 (un año y medio después del fracaso de Lerena) que propusiera un sistema tele gráfico «para que cuando lo exija el servicio público y las relaciones del comercio interior, pueda dársele la extensión conveniente» . Quince días más tarde, por Real Orden d e
primero de junio, encargó al mismo Director General la organización del servicio tele gráfico, porque consideraba que el existente (es decir, se admitía que subsistía el de Lerena a los Reales Sitios) era imperfecto «por carecer desde su origen de una organizació n
bien calculada», y consideraba que el medio más seguro para organizarlo mejor era «con fiar su dirección al Cuerpo científico con quien tiene una conocida analogía ; tal es el de
Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos''' .
Probablemente en este período, de 1837 a 1843, se iniciaron algunos trabajos encaminados a cumplir el encargo, por lo menos algo se hablaría de ello, porque Navarro Villoslada, en el artículo citado anteriormente, decía (en 1841) : «Sabemos que se está tratando de establecer una línea telegráfica de Madrid a Irún, siguiendo la dirección de l
nuevo camino real, que debe pasar por Guadalajara y Soria . Pero atendida la escasez de
recursos con que tienen que luchar nuestros gobernantes, es de temer que tan feliz proyecto no pueda verificarse».
Sea por la falta de recursos a que alude el artículo o por falta de voluntad, lo ciert o
es que el encargo no tuvo mucho éxito, porque siete años después, otro Ministro de l a
Gobernación tenía que recordarle a otro Director General de Caminos la existencia d e
aquellas reales órdenes y pedirle «a la mayor brevedad posible el plan de telégrafos, co n
el aparato y el sistema de comunicación que la Junta Consultiva haya designado com o
preferible, atendidos nuestros medios y circunstancias, acompañado el correspondiente
2 Id .,
marzo 1844 .
Id ., marzo 1844 .
40
presupuesto del coste del primer establecimiento y el de los gastos de conservación y
servicio>, 3 .
En esta ocasión, sin embargo, habían cambiado las circunstancias políticas . Se había iniciado la etapa de gobierno de los moderados . González Bravo estaba al frente de l
Gobierno y el orden era el punto principal de su programa . Para los moderados, el telégrafo ya no fue un asunto ambiguo de un progreso más o menos ideal, sino un elemento necesario para mantener el orden público (como la Guardia Civil, que por las misma s
fechas se estaba gestando) . Claramente lo dice el preámbulo del Real Decreto de prime ro de marzo de 1844 : «Decidido el gobierno de S . M . a procurar por cuantos medios estén a su alcance el afianzamiento del orden público, tan necesario para que los pueblo s
puedan disfrutar de una administración paternal y previsora . . .» 4 , encarga a la Direcció n
General de Caminos establecer un telégrafo que una todas las capitales de provincia y
puntos notables de las costas y fronteras con la capital del reino . El comercio interior todavía no lo pedía, pero el telégrafo se establecía porque lo pedía el orden público .
Quizá por esta vinculación directa con el orden público, el telégrafo óptico no llegó a ser nunca un telégrafo plenamente civil . Tanto su puesta en funcionamiento com o
su explotación se hicieron en régimen paramilitar, aun cuando una y otra correspondieran a ministerios civiles . Además, la red telegráfica no empezó a prestar servicio a lo s
particulares hasta 1855 (tres años después de que entraran en servicio los primeros telégrafos eléctricos, y cuando ya había acabado la década moderada) . Pero, quizá también ,
por tener conciencia de que era un instrumento de gobierno muy útil en aquella circunstancia, el telégrafo se consolidó más rápidamente .
MANUEL VARELA / JOSÉ M ." MATH É
De todas formas, el éxito de la empresa, en cierto modo sorprendente conocidos
los antecedentes, y que fue, sin duda, completo, probablemente se deba a la energía y
voluntad que pusieron en ella los dos personajes que la encabezaron .
Un testigo excepcional, Pascual Madoz, opina que fue la amistad que existía entre
Manuel Varela y Límia, a la sazón Director General de Caminos, y José María Mathé Ara gua, inventor del sistema telegráfico, lo que permitió que triunfaran en su cometido 5 . Y,
efectivamente, visto con la perspectiva de 150 años, parece que las actuaciones de ambos en este tema fueron sobresalientemente diligentes .
Manuel Varela, que era brigadier del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, fue encargado del establecimiento del servicio telegráfico por ocupar el puesto de Director General de Caminos . Era una persona ilustrada, interesada en el estudio de su profesión y ,
por ello, tenía una idea clara de la utilidad del telégrafo en las campañas militares (algunas muy recientes), y estaba en condiciones inmejorables para comprender e impulsar l a
empresa de poner en marcha los telégrafos civiles .
Fue nombrado Director de Caminos, Canales y Puertos y de su disposición de actuar sin pérdida de tiempo en el asunto del telégrafo da idea el que, dos días antes d e
La Gaceta de Madrid, de 6 de marzo de 1844 .
' Pascual Madoz. Diccionario geográfico, epígrafe
«Madrid», Madrid 1848
que el Real Decreto de primero de marzo, antes citado, apareciera publicado en La Ga-
ceta de Madrid (donde se publicó el día 6), envió ya una copia del mismo, así como la s
dos Reales Órdenes de 1837 que en él se citaban, a todos los ingenieros jefes de los dis 41
tritos y, de propia iniciativa, una circular en la que se exponían las líneas generales de l a
red telegráfica que se deseaba . Se fijaban en ella las tres primera líneas ; se encargaba a
los ingenieros la práctica de reconocimientos del terreno previos a los replanteos ; se fijaba la distancia entre las torres ; se señalaba la conveniencia de que el trazado de las líneas estuviera cercano al de las carreteras ; etc .
La última parte de la circular era una verdadera arenga, propia de un general a su s
tropas : «En este convencimiento, y teniendo presente la extremada urgencia con que s e
desea el establecimiento de las expresadas comunicaciones telegráficas, recomiendo a
V .S ., y me prometo de su celo y patriotismo y del ardiente interés de que le creo anima do por el honor del Cuerpo, que procederá por sí en la parte que le toca, y hará proceder a los Ingenieros empleados bajo sus inmediatas órdenes, con la mayor actividad e n
el desempeño meditado y completo de las operaciones indicadas en la presente orden y
con sujeción a todo lo que en la misma se previene» 6 .
No dejó que se enfriara el tema, y a finales del mismo mes de marzo volvió a oficiar
a los jefes de distrito anunciándoles que el Ministerio de la Gobernación había dado órdenes a los jefes políticos de las provincias para que permitieran la entrada a los edifij osÉ
'
MANEA SIAElIE ARA(i( A FUE E:I. VERDADERO ARTÍFICE.
DE LA REÍ) DE TELEGRAFÍA ÓPTICA .
cios oficiales, civiles y militares, a los ingenieros que buscaban emplazamientos para lo s
telégrafos ópticos, a fin de que pudieran inspeccionarlos' .
Simultáneamente había convocado el concurso para escoger el sistema telegráfic o
que se iba a emplear. Concurso que se resolvió rápidamente, puesto que su fallo se produjo por Real Orden de 29 de septiembre, que apareció en La Gaceta de Madrid el dos
de octubre de 1844 .
Varela Límia debía conocer bien a Mathé y tuvo la idea, que se revelaría extraordinariamente eficaz, de confiar al propio autor del proyecto ganador su puesta en march a
y, por ello, con la misma fecha del 29 de septiembre, se comunicó, de Real Orden, al Ministro de la Guerra, que el Coronel Mathé, «conforme con lo dispuesto por el Directo r
General de Caminos», pasaba a ocuparse de la instalación de la línea Madrid-Irún, a la s
órdenes del propio Director General .
Tres días después de la publicación de la Real Orden en La Gaceta, el 5 de octubre ,
se contrató el que sería el primer empleado del telégrafo, un escribiente asignado ex -
G
Boletín Oficial C.C. y P., marzo 1844 .
- Id., abril 1844 .
El texto del contrato dice : «Para dar el más pronto
cumplimiento a lo que se previene a esta Dirección en el art . 6 .° de la real Orden de 30 de setiembre appdo ., nombro a V. escribiente temporero de
la Comisión de Telégrafos, con el haber de 4 .000
reales anuales, interín subsista en dicho encargo .
Lo digo a V. para su satisfacción, previniéndole s e
presente sin demora para su cumplimiento . Dios
guarde a V . muchos años . Madrid 5 de octubre d e
1844. Manuel Varela Límia (en el expediente de D .
Félix del Valle) .
H
Los datos sobre Mathé utilizados proceden de s u
expediente personal y de Laureles Viejos . Un breve
historial de Telégrafos en el siglo XIX de E . Rodríguez Maroto, Madrid 1943 .
42
profeso a la «Comisión de Telégrafos» 8 .
José María Mathé fue desde el primer momento el gestor ideal : infatigable, decidid o
y enérgico . Su formación le predisponía . Había conocido los trabajos de Lerena, ya qu e
éste le citaba como persona que había colaborado en su empresa, en su Exposición a l
Consejo de Ministros . Formó parte de la Comisión encargada de levantar el mapa topo gráfico de España, lo que significaba que conocía directamente el terreno por el qu e
iban a discurrir las líneas telegráficas . Había estado al frente de obras públicas, ya que ,
en 1833, tuvo a su cargo las fortificaciones de Castro Urdiales y conocía, por tanto, lo s
problemas de las torres, mitad fortaleza mitad habitación . Su larga carrera militar y s u
grado de coronel le daban una experiencia y un ascendiente de gran utilidad para manejar a un personal que tendría que trabajar en condiciones muy duras y que se preveía d e
origen mayoritariamente militar' .
Tampoco Mathé era hombre que gustara de perder el tiempo . Así puede verse que ,
aunque hasta el 16 de junio de 1845 no se aprobaron los presupuestos y los planos d e
las torres de la línea de Irún, la contratación de los primeros cuatro sargentos (recién li cenciados del Ejército) para iniciar las prácticas en las torres, se había realizado el prime ro de dicho mes de junio .
Por Real Decreto de cinco de agosto del mismo año se aprobó el Reglamento orgánico del servicio telegráfico, y el once del mismo mes se propuso ya la contratación d e
los oficiales que habían de encabezar la organización : un inspector de línea de segund a
Clase, dos comandantes de línea de segunda y uno de tercera, tres oficiales de sección
de segunda y uno de tercera y un oficial para la sección de contabilidad . Estas ocho personas iniciaron inmediatamente su trabajo y empezaron a seleccionar personal para la s
torres, de modo que la primera relación de torreros, de acuerdo ya con el Reglamento ,
tiene fecha de primero de septiembre . Esta primera relación comprende tres torreros d e
primera (que son aquellos sargentos contratados en junio), 17 de segunda clase, 12 d e
M
Telégrafos de campaba•
JOSÉ MARÍA MATHÉ, COMO MILITAR, DISEÑÓ TAMBIÉ N
TELÉGRAFOS DE CAMPAÑA .
tercera y 15 ordenanzas .
Llama la atención que se tuviese la previsión de ir preparando personal con tant a
anticipación, sobre todo habida cuenta de lo inestable de la situación política, estableciendo, incluso, una escuela donde realizar las prácticas y asignando un sueldo a lo s
alumnos-aspirantes .
A partir de junio de 1845, se puede decir que Mathé no paró de viajar para intervenir personalmente en la determinación de los lugares de emplazamiento de las torres y
resolver sobre el terreno los problemas que se planteaban . La organización de la naciente red, redacción del Reglamento, normas para la transmisión, confección de códigos ,
todo estaba en sus manos .
En realidad Mathé debía considerar (y la sociedad española de la época también )
que todo lo del telégrafo le concernía . Así le vemos avalar con su firma las noticias qu e
publicaba La Gaceta de Madrid sobre la Revolución de 1848 en Francia, establecer, por
encargo del Capitán General de Cataluña, una línea óptica militar, diseñar un sistema pa ra esa modalidad y dotarlo de un código adecuado y, además, ocuparse de los grandes y
pequeños problemas de la organización del servicio telegráfico civil .
Su firma avala tanto el diseño de las torres como la notificación de una minúscul a
multa de pocos maravedises por «estropear unas cuartillas» . Dirige indignados escritos a l
Ministro de la Gobernación, protestando por la actitud de algún Gobernador Civil, y es cribe felicitando a los torreros que progresaban en la «carrera telegráfica» .
Desde el primer momento ejerce el cargo de jefe de las líneas telegráficas y su superior inmediato, el Director General de Caminos, Varela Límia, le colma de elogios e n
los informes al Ministro, pero, cuando éste cesa, en 1847, Mathé no tiene reparo en soli citar para sí mismo el cargo de Director General de Telégrafos porque entiende que n o
debe agregarse el servicio a otra Dirección General . Reivindica la necesidad de autonomía, y afirma que «la administración central del telégrafo y las líneas mismas se hallan e n
10
Escrito de Mathé al Ministerio de la Goberna ción el 2 de julio de 1847 (exp . personal) .
tanta independencia de Correos como de otro ramo cualquiera del servicio público, tan to en su personal como en el servicio que prestan » 1 0
43
Su escrito y sus opiniones causaron efectos inmediatos y, por Real Orden de 14 d e
junio de 1847 (doce días después de su solicitud), se le comisionó para que se ocupar a
de todo lo relativo a la organización del servicio telegráfico, dentro del Ministerio de l a
GACETA DE MADRID.
Gobernación, pero con cierta autonomía . En enero de 1851 le nombraron Director General, con el título de Director Jefe de las Líneas .
Lo más sorprendente de su asombrosa actividad para poner en marcha la telegrafí a
óptica es que, simultáneamente, era consciente de que era una obra condenada a muerte a muy corto plazo . De tal modo que parece que todo su trabajo, a partir del moment o
en que funcionó la línea de Cádiz, estuvo encaminado más a tener un grupo de personas seleccionadas y entrenadas para el establecimiento de la verdadera red telegráfic a
nacional, es decir, la Red de telegrafía eléctrica que sentía próxima, que a la ampliació n
de la propia telegrafía óptica, que nunca constituyó para él una red, aunque inicialment e
se contemplara su extensión a toda la península .
En el período comprendido entre la terminación de la primera línea Madrid-Irún, a
finales de 1846, y la instalación de las nuevas líneas Madrid-Valencia y Madrid-Andalucía, estuvo Mathé en Barcelona iniciando un sistema óptico para el Ejército .
LA (;ACIi[A DE MADRID REFLEJA Ql
E: NIATHE SE
ENCARG A
DE ESTUDIAR EL TELÉGRAFO ELÉCTRICO . AUNQUE TODAVÍ A
NO SE HABÍAN ACABADO LAS LÍNEAS DE TORRES ÓPTICAS .
El Capitán General de Cataluña, que era el marqués del Duero, le encargó la puest a
en marcha de varias líneas ópticas, que enlazaran Barcelona con Lérida, Manresa, Vich y
otros pueblos del interior, que en aquellas fechas estaban siendo acosados por gavillas
de latrofaciosos, que es como denominaban los periódicos de Madrid a las partidas d e
carlistas y matiners .
Mathé creó un sistema más sencillo que el que ya utilizaba la línea Madrid-Irún y
confeccionó un Diccionario y Tablas de transmisión para el telégrafo de noche y d e
día, para instrucción de los Oficiales y una Instrucción para los torreros y cartilla d e
servicio interior y señales particulares" para los operadores . Además, se llevó algunos
torreros de la línea de Irún para que actuaran como instructores .
Este encargo militar lo cumplió Mathé en su condición de Brigadier de Caballería Coronel del Cuerpo de Estado Mayor-Director facultativo de las líneas de telégrafos . Y
en los documentos que emite figuran ambas condiciones, probando, con ello, el carácte r
mixto, civil y militar, del servicio de los telégrafos ópticos .
EL SISTEMA
Diccionario y tablas de transmisión para el telégrafo de noche y de día, compuesto por orden
del Excmo . Señor Marqués del Duero, Capitán General del ejército y principado de Cataluña, por el
Brigadier de Caballería Don José María Mathé,
Coronel del Cuerpo de E .M. del ejército, Barcelona
1849
Instrucción para los torreros y Cartilla de srvici o
interior y señales particulares, Barcelona 1849 . (E l
ejemplar de la Biblioteca del Servicio Histórico Militar está fechado a mano el 1 de abril de 1849 y firmado por «El Brigadier Director, Mathé. Lleva e l
escudo de Telégrafos. Dirección facultativa nueva s
líneas» .
"
'2
Id ., nota (5).
44
No ha sido posible disponer del proyecto original que presentó el Coronel del Esta do Mayor Don José María Mathé al concurso convocado por Real Orden de primero d e
marzo de 1844 para el establecimiento del telégrafo óptico, pero existen dos descripciones que, probablemente, fueron aprobadas por el propio autor o por algún colaborado r
próximo, que nos sirven para tratar de reconstruir el funcionamiento, tanto de la máquina como del sistema que se empleó durante diez años en España .
Se trata de la descripción que hace Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico y
de la que acompaña al artículo «Los Telégrafos en España«, publicado en la revista L a
Ilustración, del tres de mayo de 1851 .
Madoz publicó su Diccionario l " en 1848, es decir, recién inaugurada la línea Ma -
drid-Irún, y todavía en la fase inicial de la construcción de la línea Madrid-Valencia . Po r
LA ILUSTRACIO \
el talante de la obra cabe suponer que los datos que aporta son de primera mano, pero ,
además, los cálidos elogios que dedica a Mathé y a Valera Límia (entonces Director General de Caminos, Canales y Puertos) hacen suponer que la información pudo conta r
con su asesoramiento .
El artículo de La Ilustración va acompañado de figuras, dibujos de torres y de u n
retrato del propio Mathé, por lo que cabe pensar que fue publicado con su aprobació n
y, probablemente, con su colaboración personal . El artículo va firmado con las iniciale s
M . R . que no corresponden a ningún colaborador conocido de Mathé . En el momento
de su publicación funcionaba plenamente la nueva línea Madrid-Valencia, además de l a
de Irún, y se estaban construyendo las líneas Valencia-Barcelona y Madrid-Andalucía .
En los dos artículos, la descripción de la máquina es literalmente igual, incluyend o
los comentarios sobre las ventajas técnicas que ofrece en comparación con otros sistemas . Contiene, además, datos de la organización de las líneas y las torres muy documentados y puestos al día, reflejándose perfectamente los tres años de diferencia en las fe chas de publicación de ambos artículos .
La descripción de la máquina contenida en las dos publicaciones es la siguiente :
«consiste en 8 barras de hierro, 4 de ellas de 19 pies de altura y las otras de 21, plantada s
EN 1851 IA ILUSTRACIÓN DEDICÓ UN NUMERO A L
TELÉGRAFO, CUANDO YA ESTABAN EN SERVICIO TODAS LA S
verticalmente de cuatro en cuatro en los ángulos de dos cuadrados, el uno exterior, cu-
LÍNEAS .
yos lados son de 11 pies, y el otro interior, paralelo, de 2-2/3 pies de lado . Dentro del espacio que forman las cuatro barras interiores, se mueve también en sentido vertical, po r
medio de un sencillo mecanismo, un cilindro hueco, o corona, llamado indicador, de 3
pies de diámetro y 18 pulgadas de altura, cuyas diversas posiciones, con relación a 3 fajas que se proyectan horizontalmente sobre las barras exteriores y cubren sus espacio s
intermedios dividiendo entre claros o secciones iguales, la altura de la máquina, suministran cuantos signos puedan ser necesarios para la transmisión de toda clase de comunicaciones oficiales y de servicio interior de la línea» .
LA CASA DEL CORREO, EN LA PUERTA DEL SOL DE MADRID ,
TAL COMO APARECE EN EL DICCIONARIO GEOGRÁFICO D E
MADOZ, CORONADA POR LA TORRE DEL TELÉGRAFO
ÓPTICO .
45
En el Diccionario de Madoz se incluye una vista de la Casa de Correos en la qu e
puede observarse la máquina, aunque con un dibujo impreciso .
Esencialmente, el dispositivo consistía en una pieza móvil, llamada indicador, que
podía ascender y descender libremente por el centro de un bastidor que tenía tres franjas oscuras, paralelas, separadas claramente entre sí . El indicador, mediante una pole a
convenientemente graduada (llamada volante), podía tomar doce posiciones, diez de la s
cuales se hacían corresponder con los números de cero a nueve, y las otras dos se asignaban a funciones identificadas por las letras «X« (repetición) y <,m<, (error) . Una posició n
decimotercera, consistente en esconder el indicador a la vista (la arriada), se empleab a
para separar dos signos (que se denominaban por ello signos absolutos), o dos frases . L a
arriada se anotaba en los diarios con una línea vertical ; un signo absoluto se representa ba entre dos rayas 131 .
Las doce posiciones se obtenían colocando el indicador tangente a las franjas por l a
EL INDICADOR. ( PARTE INFERIOR) GOBERNADO POR E L
VOLANTE Y LAS POLEAS SIRVE PARA TRANSMITIR LAS CIFRA S
DEL 1 AL O . QUE SE UTILIZABAN PARA LA CODIFICACIÓN . LA
2
BOLA SERVÍA PARA LAS INDICACIONES DEL SERVICIO, N O
PARA TRANSMITIR SIGNOS .
2 IM
IL
"
m
6
4
3
o
46
parte inferior o superior, poniéndolo en línea con ellas o colocándolo en el espacio intermedio . En la figura se indican las posiciones posibles .
Una bola situada a un lado del armazón, variando su posición con parecidos criterios que el indicador, proporcionaba señales de servicio complementarias .
La Instrucción General para el Servicio de Transmisión 13 explicaba que : «Los signos de la bola se verifican en los centros de los espacios y de las fajas .
Por consiguiente sus posiciones son seis .
1" posición
a la altura de la faja superior. / 2" posición
a la altura
(9
central del espacio superior. / 3" posición
a la altura central de la faja del medio .
/ 4' posición
a la altura central del segundo espacio . / 5" posición
tura de la faja inferior . / 6" posición
a la al -
a la altura central del espacio inferior.
Para mayor claridad se advierte que las figuras que se representan con una sola línea son bolas en las fajas, y las que llevan dos, en el espacio ; su orden numérico es de
alto a bajo» .
Las señales de servicio eran :
1. niebla a vanguardia, es decir, indicando que no podía seguir el despacho . S e
usaba también cuando se reanudaba la transmisión interrumpida .
2. llegada de un despacho de mayor categoría, ante el que había que interrumpir la
transmisión que se estaba cursando .
3. ausencia a vanguardia, significaba que el torrero de la torre siguiente no habí a
izado la señal de inicio del mensaje pasado un tiempo prudencial de espera (2 minutos) .
Calificar de ausencia a un torrero le suponía una multa, porque retrasaba el curso del
mensaje . Su empleo dio lugar a rencillas entre torreros colaterales, por si se esperab a
más o menos tiempo con tolerancia o mala fe .
4. cuando coincidían dos despachos de igual categoría, esta señal desempataba, si
uno de ellos iba hacia Madrid (o hacia el punto en el que residiera el Gobierno en aque l
momento) .
5. señal de que estaba funcionando la vanguardia y el mensaje no podía seguir, d e
momento .
6. señal de avería de la vanguardia o propia, según se continuara o no con el movimiento del indicador .
Las posiciones de la bola se registraban en los cuadernos, pero no se incluían e n
los despachos, salvo en aquellos en que se había producido una interrupción en l a
transmisión . Esta circunstancia se indicaba al final del despacho, con el número de l a
posición de la bola (1 = niebla, 3 = ausencia, etc .) .
Durante los, aproximadamente, diez años en que estuvo en servicio el telégrafo óptico en España, hubo tres modelos de máquina, aunque todos funcionalmente iguales .
El primero, que es el descrito por Madoz y M . R., tiene cuatro bastidores y el indicador central sirve, simultáneamente, a los cuatro, de modo que la señal se puede ob13
Instrucción general para el servicio de Transmisión, compuesta y redactada de Real Orden por e l
Brigadier D. José María Mathé, jefe de las líneas telegráficas . Madrid 1850.
servar desde los cuatro lados de la torre . Esto, que es una ventaja si el observador no está en un punto fijo, es superfluo si los puestos que van a formar la línea son fijos, por que, en este caso, sólo verán siempre una única cara .
47
Por ello, esta primera solución, que se había presentado como ventajosa frente a l
telégrafo francés, se abandonó pronto por un dispositivo idéntico, pero con un solo bastidor, que se veía de frente o de espalda desde las dos torres colaterales (la única diferencia, de verlo de uno u otro lado, era que la bola se veía a la derecha o a la izquierd a
del marco) .
Algunas torres, sin embargo, mantuvieron el sistema primitivo para dar servicio e n
varias direcciones . Por ejemplo, la torre del Cuartel de Guardias de Corps (despué s
Cuartel del Conde Duque, daba despachos como torre n ." 1, a la línea de Irún, pero también servía como cabecera a la línea de Aranjuez . Lo que suponía que la torre n ." 2 de la
línea de Irún, Aravaca, estaba en dirección Oeste, mientras que la torre n ." 2 de la línea
de Aranjuez, cerro de los Ángeles, estaba en dirección Sur . Era pues conveniente mantener el primitivo sistema (más tarde se buscó otra cabecera para la línea de Andalucía, de
la que Aranjuez pasó a formar parte, fijándola en el edificio de la Aduana, al principio d e
la calle de Alcalá) .
La tercera versión de la máquina, que no llegó a entrar en servicio, fue propuest a
para la línea de Andalucía, y consistía en que las franjas oscuras del bastidor estaba n
constituidas por persianas divididas en dos partes, pudiendo hacerse cada mitad transI'ORRI . D E I . 'I ' I: I I :OHAFO
0111(01». \IAI
HE: . Ql I
1l1
1.
VERSIÓN MÁS EMPLEADA .
parente u opaca, con lo que se multiplicaba el número de combinaciones posibles . La
máquina correspondiente a esta variante fue presentada por su constructor Tomás d e
Miguel (El Vizcaíno), a la Exposición de la Industria Nacional de 1850 . La Ilustración '
publicaba un dibujo de la máquina, diciendo que era un nuevo sistema aprobado por S .
M . que se estaba colocando en la línea de Andalucía . Sin embargo, aunque en el mism o
artículo periodístico se dice que era muy superior a las anteriores «por el aumento de voces que proporciona», la verdad es que no se utilizó realmente, porque hacerlo suponí a
cambiar el sistema de codificación que tenían las otras dos líneas en servicio .
El sistema de funcionamiento de una línea permitía la casi simultánea operación d e
todas sus torres . Cada torrero tenía la obligación de observar constantemente a sus colaterales, «observar a vanguardia y retaguardia constante y alternativamente», dice la Instrucción . El torrero, cuando veía una señal, después de observar que el otro colateral es taba disponible, es decir, que había visibilidad y no había signo de avería, repetía en s u
máquina la señal que veía y la escribía en su cuaderno .
Para este torrero, la torre en la que había aparecido la señal era la retaguardia y l a
torre siguiente a la suya la vanguardia . Los despachos debían avanzar, pues, de retaguar dia a vanguardia .
Izado el signo de su máquina, observaba cómo su vanguardia también lo repetía y
«repetido que sea por su vanguardia volverá a observar la retaguardia, copiando fiel mente el signo que ésta tendrá elevado, escribiéndolo en el cuaderno después de rectificarse como en el anterior, procediendo del mismo modo en el curso de todo el trabaj o
hasta su terminación» .
De esta forma los signos que iba izando cada estación eran vigilados por su reta guardia para asegurarse de que eran correctos, pudiendo corregirlos, si no lo eran, me-
La Ilustración, de 28 de diciembre de 1850 .
48
diante la repetición del signo precedido de la combinación ,<m» .
Este modo de operar suponía que el despacho avanzaba simultáneamente por tod a
la línea ; pero la falta de un torrero en su puesto podía impedir el funcionamiento de l
conjunto . Por ello, una vez izada la primera señal, el torrero esperaba un tiempo a qu e
su vanguardia lo repitiera (parece ser que hasta dos minutos), y si aquélla no lo repetía ,
daba por supuesto que el torrero de vanguardia estaba ausente, ponía la bola en la posición correspondiente (3 . " ) y se desentendía de la vanguardia, recibiendo el despach o
completo, repitiendo todos los signos que iba izando su retaguardia sólo como confirmación .
En este caso el despacho quedaba en poder de la estación que había detectado l a
ausencia. Esta torre mantenía izada la señal de calificación del despacho hasta que s u
vanguardia contestaba . Si ésta había contestado durante el curso del telegrama, esperab a
a que finalizara la recepción completa y, a continuación, se iniciaba la nueva transmisión hacia la vanguardia .
Para indicar que esta nueva transmisión no implicaba a las torres de retaguardia, l a
torre que la efectuaba colocaba su hola en la 1 ." posición e iniciaba la transmisión, colocando con el indicador el número absoluto 171, si la comunicación se dirigía hacia e l
extremo de la línea, o el 191 , si la comunicación se dirigía hacia Madrid y, a continuaPARA LA LI\FA LELECRAEICA DE ANDALI 'CIA SE IDEO UN A
MÁQUINA CON MÁS POSIBILIDADES .
ción, iniciaba el telegrama que estaba detenido .
El mismo procedimiento se empleaba cuando, en mitad de una transmisión, se per día contacto visual con la torre de vanguardia, por niebla, por ejemplo. Cuando volvía l a
visibilidad, la torre reanudaba el mensaje en el mismo punto en que había sido interrum pido, iniciando la transmisión con la cifra absoluta 1 5 1 (que se llamaba, por ello,
sign o
absoluto de continuación) .
En cada torre existía un cuaderno del volante, que, según la Instrucción, »estar á
,,,,xP
/,_i i_,I
L/
• I: r1 r r
/-I (,/J 1/i 1L 1 L (C G .) L 11111311 1
OL 1 r,1
([ I) (
L
e
1 (1/Llt'
e)
lH2 (LO61
1
'JY
i
r
CLa</11p6*
x(111 iL 1)7 ! 1,
c , f‹ , (9G .11* 6L
yiíhJ/~/L-/
4'E
í:e .,y . ...s 6 /
it'~'
r
4-
Ña1f ~ LZS c
j
0/b' '/r7 L óf-JE27/1s/r'.
/N/
DE'T'ALLES DE DOS HOJAS DE VOLANTE DE UNA TORRE D E
LA LÍNEA DE ANDALUCÍA .
precisamente pautado y dividido en veintisiete casillas, y cada nueve de éstas, separada s
clara y distintamente por una línea de tinta, para evitar la confusión de los períodos», e n
el cual se anotaban los despachos .
También se anotaba en el mismo cuaderno la posición de la bola de los colaterale s
y, si la comunicación se interrumpía, se indicaba .
Para diferenciar las anotaciones que correspondían a vanguardia y a retaguardia, s e
consideraba que la parte superior del renglón era la vanguardia y la parte inferior la reta guardia .
49
En el mismo cuaderno se indicaba, con números menores, la tardanza en repetir l a
señal los colaterales . Según la Instrucción debían darse, por término medio, cuatro signos por minuto . Por eso se observa que las anotaciones aparecen cuando se tarda u n
minuto o más en repetir . Se decía entonces que era una transmisión pesada .
En las copias de dos hojas de volante que se muestran, pueden verse algunas de la s
características indicadas : el papel pautado, el signo con la hora de interrupción, las anotaciones marginales sobre los retardos a vanguardia o retaguardia, etc .
Incluyen, también, anotaciones resaltando la diferencia del tiempo real empleado y
el tiempo teórico . Se ve, en todos los casos, que ambos tiempos se diferencian en función de las anotaciones marginales de retardo .
Las horas corresponden a 1855, época tardía del sistema, y las anotaciones son d e
tipo sistemáticamente taquigráfico . (Obsérvese la diferente expresión de los números e n
los despachos y en las anotaciones auxiliares de fecha, hora y cómputo .)
Las columnas de la izquierda indican que las hojas corresponden a un día 28 y qu e
la anotación inicial se hizo a las 17 horas (la x repite el cero) . La segunda hoja sigue a la
primera en el tiempo y continúa las anotaciones. Puede verse que la última anotación d e
la primera corresponde a las 18,12 horas (terminando a las 18,18) y la primera anotación
de la segunda es de las 18,20 horas .
También puede verse que el primer mensaje anotado es de Madrid a Cádiz (bie n
entendido : dirección de Madrid a Cádiz, porque el destino vendrá cifrado en el mensaje), en la hoja de abrevia «De M . a C .», al que siguen mensajes cortos en sentido contrari o
«a M . » .
El primer mensaje se interrumpe a las 17,40 horas y lleva una indicación 0291 qu e
significa que la interrupción ha sido en la torre 029 a causa de la niebla 1 .
A las 18,35 horas hay un intento de reanudar la transmisión, pero se interrumpe inmediatamente . (La anotación de la hora de esta interrupción debe ser errónea : si empezó el intento a las 18,35 no pudo cortarse a las 18,30, como anota, sino, probablemente ,
a las 18,40) . Esta segunda interrupción fue por falta de luz, aunque no lo diga, ya que n o
hay más anotaciones hasta que se reanuda la transmisión al día siguiente (29), a las 5,3 0
horas .
En otra copia de hoja de volante pueden confirmarse las mismas observaciones y
verse que, algunas veces, los retardos podían ser notables, produciéndose tanto a van guardia como a retaguardia . También se confirma el tipo de anotaciones taquigráficas .
Los despachos telegráficos estaban, todos ellos, redactados en lenguaje cifrado . La
operación del cifrado y descifrado correspondía exclusivamente al personal facultativo ,
comandantes y ayudantes .
Probablemente los códigos para cifrar los despachos variaron durante el tiempo e n
que se empleó el telégrafo óptico . En el Museo Postal y de Telecomunicación existe u n
Diccionario, editado en 1846, que da idea de cómo se hacía la codificación y decodificación . Tiene unas instrucciones para uso de los comandantes, pero, desgraciadamente ,
no incluye las cifras que se empleaban (por eso, porque deja en blanco los lugares para
ellas, creo que pudo cambiarse la clave periódicamente) .
50
Los capítulos y expresiones de este Diccionario indican el carácter de la corresponden cia que se cursaba, que no debe olvidarse que era siempre oficial, cursada entre autoridades .
SERVICIO TELEGRÁFICO.
La segunda parte, encuadernada conjuntamente con la primera, comienza con un a
Instrucción para el uso del Diccionario fraseológico oficial, dirigida a los señores Comandantes, en la que se indica cómo usar las frases, pero sin incluir ningún número n i
DICCIOI :iRI O
clave .
FRASEOLÓGICO OFICIAL .
A continuación van las frases y expresiones, con espacio para escribir las cifras de l
código pero sin ponerlas, divididas por capítulos :
1 .° Viajes de las personas reales . Las frases combinan variantes sobre balnearios ,
acompañantes, etc .
2 .° Correos . Las frases tratan de modalidades de detención del correo, acuses d e
recibo de partes recibidos, origen de novedades del extranjero sabidas por los periódicos, capitanes de barcos y viajeros, paso de los individuos diplomáticos y príncipes po r
MADRID, 4&i6.
IMPRENTA DA LA CO PASIA TIPIMBAFICA FSPAIOLA ,
. .uca os o.
.esos ms ,
.sow os s. w.m.,
D
las fronteras, etc .
3 .° Salud de los personajes reales, donde hay frases como : «El Rey, que seguía con
notable alivio en su enfermedad, ha experimentado una sensible recaída>, o, también : «El
Excmo . Sr. Secretario del Despacho de Estado ha notificado de real orden a los Cuerpo s
ESTE DICCIONARIO FRASEOLOGICO OFICIAL DEL SERVICI O
Colegisladores y altas dependencias del Estado, para que por los tales conductos, llegue
TELEGRÁFICO CONTIENE LAS FRASES, NO LAS CIFRAS, QUE ,
SEGURAMENTE, SE CAMBIABAN PERIÓDICAMENTE .
a conocimiento de la nación la plausible noticia de hallarse la Reina N .S . (Q .D .G .) en los
primeros meses de embarazo» .
Están previstos los atentados, con todas las variantes de éxito y fracaso .
4 .° Movimiento de buques de guerra .
5 . 0 Movimiento de tropas en tiempo de paz .
6 .° Sobre las Cortes, con frases como : «El gobierno contestó en la sesión de este día a
la interpelación que se le había hecho y quedó terminado satisfactoriamente este asunto» .
7 .° Conmociones populares : «Son falsos cuantos rumores hagan circular los enemigos del orden en contrario» o «se ha procedido a verificar algunas visitas domiciliarias e n
algunas casas del vecindario, por haber recaído fundadas sospechas de connivencia y
cooperación con los sublevados en sus dueños», son algunas de las frases previstas e n
este apartado .
8 . 0 Dimisión, destitución y nombramiento de altos funcionarios .
9 .° Requisitorias y fechas .
10 . 0 Cálculos, Bolsa, Cambios y Loterías . Este capítulo necesitó muchas aclaraciones por la dificultad de expresar los números de las cotizaciones, muchas veces en forma de fracciones irregulares .
En todo el Diccionario el espacio previsto para las cifras es variable . Se ponen uno s
puntos (tres o cuatro), pero nada indica que los puntos se sustituyeran exactamente po r
otras tantas cifras . Sin embargo parece que no todas las frases necesitaban el mismo núme ro de cifras . Es decir, el código que se empleaba no parece que fuera cerrado ni uniforme .
Pequeña historia de la telecomunicación española . Crónica abreviada del Cuerpo de Telégrafo s
en su cien años de vida . 1855-1955 . Trabajo inédito de Estanislao Rodríguez Maroto .
''
En algunos trabajos sobre este tema se supone una codificación basada en cinco cifras, interpretando erróneamente un segundo Diccionario existente también en el Museo Postal y de Telecomunicación 15 .
51
.
y/
/a
3 /'/ .
I
fa,
h3a.a
DICCIONARIO
TELEGRÁFIC
O
MANDADO FORMA R
Á
LA
DIRECCION
GENERAL
DE
TELÉGRAFO S
Por Real Orden de 15 de Diciembre de 1856.
'.s
-1- -
a.
1P ...
I
,hi33,
1:'t
ryr.laÍw
X,'Zd.°; .'',
Iwhmnrwv.
.
palo: h
1?_I:ulbu. x.
. .,-,„
poMlilb. .
18 ,,aibhm.
11 Iwnirv. a, ..
,.. a .
11,,t :
,
.
.
,l=,„
,„„,. ., .
Iro :.
."
pl.' .
.
ZrZ . . ,
=. ::
.,
s.
lprt”
s.
:J:ntxk r. a . r.
,Ztlgradi.
;t.
:,r=-
I
;:tr
pt1,„
„ „
1 1T% i',....
.
II II:u . ..
3s
"1
=:Z
91 :
83
m1
db . .
h.,
10=71:28 ~a ., a.
ps.th., , s.
4f ¡Ivaol°,
abr
i
lhh^
,, .
,
1
412t, ";„
irdh-* ,
. a . ..
1:2=
,
1,,::-
MADRID ,
i -'',-yod
'pwrW
. Iyn .Mand k. a .• s. »mr. .
~., a .
IwiGruM.a a. s,,....
EN LA IMPRENTA NACIONAL .
,as,ela. s.
.39'—
1858 .
z.,.
" ,% 11.
ro !r,:21=i,_
IZ,? ' '
prm r, ..
Iynb.
9u7 o~
1,, ..,, a
jota. . a .s.
.9v bfad á. a . r.
s~gviglxx
ESTE DIMOAARIO ES 1JN VERDADERO LIBRO DE CLAVES .
Este segundo código, editado en la tardía (ópticamente hablando) fecha de 1858 ,
contiene equivalencias concretas de vocablos y cifras, pero no parece probable que fue-
ra empleado en la telegrafía óptica (de la que ya no quedaba ninguna línea en servici o
en la fecha de su publicación) .
52
Consta este .Diccionario cíe 97 folios, cada uno de ellos con cuatro páginas (rotula das «a», «b», „cll y «dl), cada página tiene 50 filas y cada fila cinco columnas, lo que supon e
97 x 4 x 50 x 5 = 97 .000 expresiones . Para identificar una expresión se necesitan sei s
(que no cinco) cifras : dos para el folio, una para la letra, dos para la fila y una para la co-
INSTRUCCION GENERA L
lumna .
En los textos de los telegramas de la época se observa que no tienen un número d e
cifras obligatoriamente múltiplo de seis, ni siquiera se observa que tengan un común de nominador .
EN EL SERVICIO TELEGRÁFICO .
Por la diferencia entre las expresiones codificadas, casi todas vocablos simples, y
las largas frases codificadas en el Diccionario anterior, me atrevo a asegurar que este segundo no se empleó nunca para la telegrafía óptica, sino que, probablemente, sirvió para cifrar los mensajes en la primitiva telegrafía eléctrica que, debe recordarse, sólo transMADRID :
mitía servicio oficial . (Hace abundar en la misma idea la división de cada folio en cuatr o
IYPRE\TA DE LA COREAN . TIPOERAFV ESP .A\OLA .
mo 1, D . L lRCOr el e!u . pluurlr . S . bLisel . n.
páginas, y el rotular cada una de ellas con las letras «a', llbll, lle' y sistema que no su -
■818.
pone ninguna complicación para la telegrafía eléctrica, cuyo código es alfabético, per o
que no sería normal para el sistema óptico de código decimal, ya que supondría obligar se a una segunda codificación para esas letras . )
'
FRUTERA /V
IR( C, C/OA . TODAAIA INCOUIPIEIA .
Además del texto propiamente dicho, los despachos llevaban un preámbulo qu e
permitía su identificación y que era inteligible para los torreros, así como una parte fina l
que también lo era . Ellos debían interpretar, e incluso modificar, alguna de tales parte s
durante el curso de la transmisión .
Los torreros disponían, como guía para su actuación, de las Instrucciones repetida mente citadas . De ellas se conocen dos ediciones : Instrucción General para los Torreros
en el servicio telegráfico, impresa en 1846 y firmada por el Director General Manuel Varela Limía, y otra Instrucción General para el Servicio de Transmisión, compuesta y re-
'k/
dactada de Real Orden por el Brigadier don José María Mathé, Jefe de las líneas telegráficas, impresa en 1850 .
TELÉGRAFOS .
La primera deja en blanco los números y signos de las diferentes operaciones, d e
modo que podían cambiarse si se estimase oportuno ; pero la segunda los concreta, d e
INSTRIICCION GENERAL
modo que ya debieron considerarse como fijos .
El, SERVICIO DE TR :1NSMISION ,
Por estas Instrucciones se conoce que el preámbulo de los telegramas constaba d e
COMPUESTA T REDACTADA DE REAS . ORDEN KM EL BRIGADIER
una serie de cifras ,como las de las expresiones siguientes :
gefc de lar linear lelegrbpcar .
1 .” 8/0X5/190X2047042/
a b
c
d ef
4/012026/1X102X105114 /
a b
c d ef
que tenían estos significados :
MADRID 1850.
La cifra de la primera posición <,a>l , indicaba la categoría del mensaje . Se denomina-
IMPRENTA UE U, M .ANI;Et. ALVAREZ.
Erludiw 9.
ba cifra de calificación . El cero indicaba que la comunicación era ordinaria, el 1 1 1 qu e
era un mensaje de vigilancia, el 1 2 1 un servicio interior de la línea, el 1 3 1 una varieda d
I.A ■,1x11 NlA
DEFINITIVA .
I.y IRr <,(,iu.v . NA FIRMADA Fuiz
NIATl II;.
r, I .A
de la vigilancia, el 141 una comunicación urgente y el 181 una comunicación urgentísima .
53
Después de la cifra de calificación seguía un arriada, indicando que la cifra era u n
signo absoluto, es decir, que iba solo . En los ejemplos, en la expresión 1 ." el despach o
era urgentísimo y urgente en la 2 .a .
A continuación se daba un grupo de cifras <,h>, que podía tener distinta longitud . S i
el despacho procedía o se enviaba a Madrid, se omitía la indicación de origen o destino, y se indicaba solamente el número de la estación que enviaba o debía recibir e l
mensaje (por eso llevaría la misma indicación un despacho para Irún dado por Madrid ,
que uno para Madrid dado por Irún, sólo que circularían en sentido contrario por la línea) .
En el preámbulo de la primera expresión, el mensaje procede o se destina a la torr e
n ." 005 de la línea que lo transmite .
En el segundo ejemplo se indica que el despacho tuvo su origen en la torre 012 y
va destinado a la torre 026 .
Otra arriada separaba este período de cifras .
A continuación venía la hora y el día «o> . Las instrucciones dicen claramente que se
exprese la hora desde las 00 a las 24 y los minutos desde 00 a los 60, así como la fecha
del 00 al 31 .
En los ejemplos anteriores las horas son 19,00 (la x repite el cero), y las 11,10 (la x
repite el 1), y las fechas 20 y 22 (la x repite el 2) .
Sigue después el número de registro «d» del despacho, que procede de origen . El 47
en el ejemplo primero y el 105 en el segundo .
Las últimas cifras del preámbulo indican la extensión del texto . EL texto estaba formado por grupos de nueve cifras (de ahí el dividir el cuaderno del volante en tres grupos de nueve casillas) . En la transmisión, después de nueve cifras procedía una arriada ,
y el telegrama quedaba dividido en varios grupos novenales . El último grupo, sin embargo, podía tener menos cifras . Por ello la última cifra del preámbulo «f indicaba cuánta s
cifras tenía el último período del texto (2 en el primer caso, 4 en el segundo) . La cifra an terior ,.e» representaba el número de períodos novenales (04 en el primero y 11 en el segundo) . El número de cifras de ambos textos era, pues, de (3 x 9) + 2 = 29, en el prime ro, y de (10 x 9) + 4 = 94 en el segundo .
Este tipo de preámbulo es el que figura en la Instrucción (tanto en su edición d e
1846, como en la de 1850) y se ha comprobado que se empleó en telegramas reales .
Sin embargo, Suárez Saavedra (y Manuel Bringas, que le sigue al pie de la letra) d a
un modelo diferente . Por lo que explica, no parece que tuviera conocimiento directo de l
tema, sino que redactó el capítulo con la información que le proporcionaban los recuerdos de antiguos torreros' .
Efectivamente, viendo telegramas de la época tardía (1855), se observa que el preámbulo se ha acortado y toma una forma parecida a la que describe Suárez Saavedra : el
destino se identifica por el número de la Comandancia (lo que es de todo punto lógico ,
porque ninguna persona que no fuera comandante podía cifrar o descifrar), y la fecha y
1(
A. Suárez Saavedra . Tratado de Telegrafía, Barcelona 1880 .
M. Bringas . Tratado de Telegrafía, Madrid 1884 .
54
hora se obtienen de una forma menos clara, pero más concisa que en el modelo de la
Instrucción .
Un ejemplo .de este tipo de preámbulo podría ser :
4/03614 21 07 4 /
(a) b c d e f
La cifra de calificación «a» , el número “ cl» y la extensión del texto <,e« y ,<f«, no variaban respecto al anterior modelo de preámbulo, pero el origen/destino »,b„ había dejad o
de ser el número de la torre y había pasado a ser el número de la Comandancia . La hora
sólo tenían dos cifras, en vez de las cuatro que necesitaban antes, pero la precisión d e
minutos se había convertido en precisión de «cuarto de .hora» . La cifra representativa se
obtenía sumando a la de la hora (de 0 a 24), 25, si los minutos estaban en el segund o
cuarto de hora, 50 si en el tercer cuarto de hora y 75 si en el cuarto . Así, por ejemplo, 6 1
se obtenía sumando 50 + 11, e indicaba las 11,30 horas (en realidad cualquier hora entr e
las 11,30 y las 11,45) ; las 11,05 horas se traduciría por las 11 y las 11,50 por 11 + 75 = 86 .
La fecha se representaba sólo por el número de las unidades . Por ejemplo, el 4 podía significar el día 4, el 14 o el 24 .
Este tipo de preámbulo debió utilizarse solamente muy al final del servicio óptico .
Sólo se ha comprobado su uso en despachos del año 1855 .
A continuación del preámbulo iba el texto que, como se ha dicho, se transmitía po r
grupos de nueve cifras separadas por arriadas . Al final de la última cifra del texto, se repetía, entre dos arriadas, la cifra de calificación del despacho . En el ejemplo 1 .” el 181 y
en el segundo el 141 .
El despacho completo, tal como lo recibiría el torrero de la torre 005 (que podí a
ser, por ejemplo, Aranjuez) sería :
8/0X5/190X2047042 /
0696X0675 1 3X80X3946 1 20267147 8
47/8
1
I
Tanto el torrero de la torre final, como los de las intermedias, escribían el mensaj e
en el cuaderno del volante, pero sólo podían interpretar el preámbulo, comprobando s i
el número de grupos recibidos coincidía con el indicado allí .
Si el curso del telegrama no sufría ninguna interrupción, el texto que salía de la primera torre llegaba a la última sin modificaciones ni adiciones . Pero si se interrumpía por
cualquier causa (la más corriente era por niebla), el torrero que hubiese detenido el despacho incluía al final una coletilla explicativa . Por ejemplo, en el despacho anterior s e
añadiría, después del 1 8 1 de calificación :
47/8/0X4/0421/ 1
a q
r
s
— el grupo .<q, para indicar la estación en la que se había detenido el mensaje ,
— el grupo ,<r,» indicando la hora en la que se había transmitido de nuev o
— y el grupo »»s» para explicar la causa (en este caso por niebla) .
Todas las comunicaciones cursadas por las líneas eran objeto de una recepción,
que equivalía a un acuse de recibo . Esta recepción era puramente telegráfica, e independiente de la autoridad destinataria, y debía entenderse como un telegrama de servicio .
55
El mensaje de acuse de recibo lo podía componer el propio torrero, y consistía e n
una especie de preámbulo, parecido al de la siguiente expresión :
6/8/0X50X1472020/0X
en la que la primera cifra 1 6 1 significaba que el mensaje era una recepción ; la segunda
1 8 1 que se refería a un mensaje urgentísimo ; las seis siguientes indicaban la torre que acusaba recibo (0X5) y la torre que envió el mensaje original (OX1) (que es a la que se dirig e
la recepción) : luego, el número de registro del despacho (47), la hora y el día (20) (20) . A l
utilizar sólo dos cifras para la hora, únicamente se podían dar horas exactas . Pero esto s e
solucionaba por convenio (parecido, pero distinto, al empleado en la segunda modalida d
de preámbulo que se ha descrito anteriormente) de modo que cuando la hora de recepción no era justa, y se aproximaba más a la hora anterior o a la siguiente, se sumaba el número 30 a la expresión de la hora . Así, por ejemplo, cuando se quería marcar las dos y media de la tarde se escribía 4X (por 14+30=44), las cinco y media 47, etc . Así lo especificaba
la Instrucción, pero solamente admitía el procedimiento para las recepciones .
La expresion OX final manifiesta haberse recibido bien el despacho en el punto d e
su destino . Si el despacho estaba detenido en el camino, también se acusaba recibo, pe ro se cambiaba la expresión final OX por el signo que correspondiera a la detención (e l
mismo que se añadiría al telegrama al reanudar la transmisión) .
Otro tipo de telegramas de servicio era el denominado de vigilancia . Se trataba d e
una indicación encabezada por la cifra de calificación 131, que se mandaba desde lo s
extremos de la línea cada media hora (si la línea no estaba ocupada con la transmisión
de un despacho, en cuyo caso no se mandaba antes de recibir la recepción, de dicho
mensaje) . El telegrama de vigilancia podía ser de dos tipos, uno indicaba la hora y e l
otro sólo el número de las torres extremas de la línea :
3/10X0/3 mensaje de vigilancia de las 10 hora s
3/0X1030 mensaje de vigilancia de cabecera de líne a
3/030X01 mensaje de vigilancia de cabecera de línea, pero en sentido contrario al anterior.
El objeto de estos mensajes era mantener vigilantes a los torreros y controlar e l
tiempo necesario para hacer el recorrido de la línea . Se ha podido comprobar que en la
línea de Madrid-Valencia, mientras estaba en período de prácticas, los partes de vigilancia tardaban unos 30 minutos en recorrer sus treinta torres .
Naturalmente la rapidez en las transmisiones dependía mucho de las condicione s
meteorológicas . Retrasado por niebla era una coletilla bastante habitual en los parte s
que publicaban los periódicos . No obstante un despacho de Madrid para Sevilla podía
tardar, en condiciones propicias, unas tres horas .
Como botón de muestra, la Gaceta de Madrid del 21 de diciembre de 1851, incluy e
una nota del Ministerio de Gobernación que dice : «La noticia del feliz alumbramiento
de S .M . llegó por vía telegráfica en el día de aver: Valencia, a la una de la tarde, / a
Cuenca, a la una y minutos, /a Valladolid, a la una . /a Burgos, ídem, /a Ciudad Real, a las dos, /a Córdoba, idem, /a Sevilla, ídem» .
El alumbramiento había tenido lugar a las once y cuarto, según el parte médico .
56
(Puede parecer un tanto extraño que se afirme que los despachos se recibieron a l a
misma hora en Ciudad Real, Córdoba y Sevilla, pero debe tenerse en cuenta que las do s
primeras no tenían torre en la propia ciudad, sino en un cerro de las cercanías y, e n
cambio, Sevilla sí tenía una estación en un edificio de la ciudad) .
LA ORGANIZACIÓ N
La época, socialmente poco asentada, y el concepto para-militar que del telégraf o
se tenía, hizo que la mayor parte de los hombres que hicieron posible su implantació n
fueran reclutados entre licenciados del ejército . Acabada la primera guerra carlistas que daban disponibles una gran cantidad de militares profesionales, sobre todo de los escalones inferiores, cabos y sargentos, que fueron empleados en la nueva organización .
Probablemente, para manejar a este tipo de hombres, la propia organización de l
Telégrafo adoptó una estructura de tipo militar, con dos clases de personal : un nivel superior, denominado facultativo, encargado de la parte científica del proceso telegráfico ;
y un nivel inferior, encargado de las labores prácticas de la transmisión de los despachos .
El nivel superior estaba formado por un número reducido de personas, la mayorí a
oficiales del ejército con algún abogado o funcionario del Ministerio reconvertido a causa de alguna cesantía . A este nivel le correspondían las funciones de :
– un Inspector de línea de primera, que siempre fue «el Coronel Inspector de primera clase» o, incluso <<el Brigadier Inspector de primera clase", del mismo modo que e l
Director General efectivo fue ,<el Brigadier Jefe de las líneas", ya que se procuraba mante ner los grados militares para reforzar la organización . Pero, además, porque el único qu e
ocupó este puesto fue don Leonardo de Santiago, que ascendió de Coronel a Brigadie r
durante su mandato . Este puesto era el segundo dentro de la organización telegráfica y
empezó a tener importancia a partir de la instalación de la segunda línea . Desde 1844 a
1847 Mathé asumió todas las funciones, tanto de dirección como de ejecución de la líne a
de Irún .
A raíz de su estancia en Cataluña, en 1848, debió entrar en contacto con el Corone l
de Santiago, que había sido el responsable de los telégrafos del Capitán General marqués de Novaliches, y al que el propio Mathé iba a sustituir, a las órdenes del nuevo Capitán General marqués del Duero . Inmediatamente el Coronel de Santiago pasó a ser s u
colaborador y a ocupar el segundo puesto de la organización de los telégrafos civiles .
El Inspector de primera era el responsable del servicio y, tenía a su cargo el ,,vigila r
incesantemente sobre la puntual y completa observancia de las obligaciones de cad a
clase respectiva y de infundir en todas, con el ejemplo y el celo más asiduo, la energí a
de acción tan necesaria para que el servicio telegráfico se desempeñe con la rigurosa eficacia que requiere su instituto, y el alto grado de confianza que en todos sus empleados ,
y con especialidad en los de clase superior, deposita el Gobierno» . (Art . 90 del Regla mento interior . )
– Inspectores de línea de segunda clase, que, en principio, eran tantos como extre 57
mos de líneas establecidas, y que se encargaban de vigilar el cumplimiento de los Reglamentos, sobre todo «la sólida instrucción, reserva y buena disciplina en las clases inferiores y la delicadeza, circunspección y dignidad en las de oficiales y jefes así como las propias para cimentar el servicio telegráfico en los principios inalterables de la probidad y
del honor.» (Art . 89 del Reglamento interior .)
El que jugó un papel más importante fue el Coronel Don Manuel del Busto, que y a
fue contratado en la temprana fecha de 11 de agosto de 1845 . Como Inspector de la cabecera de Madrid de la única línea existente, sustituía a Mathé mientras éste recorría e l
terreno para el establecimiento de las últimas torres . En el momento de la inauguració n
de la línea actuó como Comandante de la cabecera de Irún .
En realidad asumía el papel de segundo jefe de la organización . Su nombre puede
verse inmediatamente después del de Mathé (con el que estaba emparentado) en las listas de personalidades que manifiestan su adhesión al Gobierno después de que fuer a
dominada la revuelta del Regimiento de España, el 7 de mayo de 1848, y que publicab a
La Gaceta de Madrid.
En 1849, cuando se proyectó la ampliación de las líneas, se encargó de trazar la línea Valladolid-Coruña-Ferrol, con ramal a Zamora, que no pasó de la fase de proyecto .
Cuando apareció el Inspector de línea de primera como segundo jefe de Telégrafos, don Manuel del Busto pasó a ocupar una especie de Jefatura de Personal .
– Comandantes de línea, que ocupaban las jefaturas de División . Había aproximadamente cuatro o cinco por línea, coincidiendo con las capitales de provincia, o ciudades de especial importancia política o estratégica, para el buen funcionamiento de la línea . Cada División ocupaba varias secciones, de cuatro o cinco torres cada una, y a los
Comandantes les correspondía controlar, revistando periódicamente sus actividades, a
los Jefes de las Secciones .
Los primeros Comandantes fueron el Teniente Coronel de Infantería Don Joaquí n
Calviño, Don Pedro de Bayo y Don Ramón Martínez Valdés, todos ellos contratados el
11 de agosto de 1845 .
– Aunque no estaba previsto en el Reglamento interior de 1846, pronto se recurri ó
a contratar Ayudantes, que en realidad eran Comandantes-Ayudantes, que se destinaba n
como segundos en apoyo de aquéllos . El personal de este primer nivel era el único qu e
podía cifrar y descifrar los mensajes que se transmitían .
Se reclutaba inicialmente entre oficiales del ejército, licenciados o en activo a petición propia . Pero pronto se empleó personal de otra procedencia, puesto que existía l a
norma de aprovechar los cesantes del propio Ministerio .
Así, por ejemplo, cuando se trató de establecer las líneas de Valencia y Andalucía ,
en 1848, se solicitó la incorporación de cuatro Comandantes y dos Ayudantes, y lo s
nombramientos recayeron en un «oficial tercero, cesante de la administración del corre o
general», un »teniente de Infantería retirado, con grado de Capitán y oficial cesante de l a
suprimida Dirección General de Correos», un «oficial de la clase de los sestos, de la Contabilidad especial» del Ministerio de la Gobernación, dos «oficiales cesantes del ramo d e
correos» y un «oficial primero que fue del Gobierno político de Lugo» .
58
Debía existir una gran oferta de aspirantes para ocupar este escalón facultativo d e
la organización telegráfica, porque, en marzo de 1850 apareció en La Gaceta de Madrid,
REGLAMENTO INTERIO R
un anuncio puesto por el Ministerio de la Gobernación, que decía : «Hallándose provista s
todas las plazas de Comandantes y Ayudantes de telégrafos, se previene a , los que la s
PARA £L SERVICI O
han pretendido, que no pueden tener lugar, por ahora, sus solicitudes, y que no habr á
DE LIS LINEAS TELEGRAfICAS .
aulmI.Dzamo
nuevas plazas que proveer hasta que el año próximo comience la construcción de otra s
líneas . »
m.
Muchos Comandantes y Ayudantes continuaron en la telegrafía eléctrica . Probable mente el más representativo de los primeros momentos fue Don Domingo Agustín, qu e
fue jefe de la División de Valladolid y el encargado de la formación de los primeros Comandantes y Ayudantes . Más tarde sería el que dirigiría la construcción de la primera línea del telégrafo eléctrico entre Madrid y Zaragoza . Su hijo, Antonio Agustín, que tendría también un papel relevante en la historia del telégrafo, casó con una hija de Mathé .
La diferencia entre el personal facultativo y el personal operativo, tanto desde e l
MlIDRIID : 1 SIC.
punto de vista de su selección, como de sus funciones, era total pero no puede decirs e
que el paso de un escalón a otro fuera imposible y, aunque no existían cauces por lo s
que los torreros y oficiales de sección pudieran llegar a Comandantes, sin embargo algu''
%I. REGLAMENTO CONTEMPLABA A LOS TELEGRAFIS TA S
COMO UNA VERDADERA ORDEN MILITAR.
no lo logró .
El nivel inferior puede decirse que fue el que soportó con su esfuerzo, siempre
grande y a veces dramático, el funcionamiento del telégrafo óptico . Este nivel estab a
compuesto por tres escalones :
Los oficiales de sección, que tenían a su cargo la supervisión del funcionamiento d e
varias torres (cada sección se componía de cinco o seis) . Su trabajo consistía en procura r
«la instrucción de los torreros, el orden y gobierno interior de los telégrafos y el vigila r
que todas las clases inferiores observen la más estricta disciplina» . (Art . 46 del Reglamento interior) .
Los oficiales de sección procedían de torreros aventajados que aprovechaban su
experiencia en el servicio, aunque los primeros Jefes de sección se formaron directamente en la Escuela de Tejoneras, establecida cuando se iniciaba la línea Madrid-Irún .
Los Jefes de sección debían revisar mensualmente todas las torres a su cargo, aun que en realidad la vigilancia sobre el funcionamiento tenía que ser permanente y, com o
dice uno de ellos, «por espacio de mucho tiempo, mientras no se fue sistematizando e l
servicio, apenas pasó un día que no tuviera que montar a caballo visitando las torres qu e
se les habían confiado, para instruir y enseñar teórica y prácticamente al personal de las
mismas» . "
También debían efectuar observaciones sobre las condiciones atmosféricas típica s
del paraje donde estaba enclavada cada torre, enseñando a los torreros ,<a conocer y distinguir con exactitud nieblas densas, nieblas ligeras, vapores nebulosos de los ríos y
pantanos, celajería suelta, atmósfera pesada, horizontes ofuscados, etc .» . (Art . 59 del Reglamento interior) .
'7
Escrito de José María Carreira a la Reina, en 185 1
(en su expediente personal) .
— Los torreros formaban el segundo escalón y eran el elemento capital del telégraf o
óptico y por ello debían «estar muy instruidos en el manejo e inteligencia del mecanism o
59
de la máquina y de las piezas que la componen para hacer rápida y segura la ejecució n
y transmisión de las señales" . (Art . 1 . 2 del Reglamento interior) .
La obligación principal del torrero era la transmisión material de los signos qu e
componían los mensajes, pero desconocía su verdadero contenido, puesto que ya se l e
entregaban en forma cifrada . En las torres intermedias se limitaban a repetir lo recibido .
Esta fidelidad en la repetición daba lugar a chistes más o menos cariñosos, como e l
que relató, a cuarenta años de distancia del funcionamiento del telégrafo óptico, uno d e
los pocos españoles que se han ocupado de estos temas . Antonino Suárez Saavedra, e n
una conferencia que pronunció en el Ateneo barcelonés en 1884, decía : «Hay cuentos ,
señores, de los cuales puede decirse perfectamente aquello de que se non é vero é ben
trovato, cuentos que hacen fortuna porque expresan perfectamente una idea cierta e interpretan con conciencia su sentimiento arraigado . Pues bien, cuéntase que en una ocasión el telegrafista de servicio en una torre tuvo la mala ocurrencia . . . que suelen tener
otros que no son telegrafistas, y se suicidó ; se ahorcó, y se ahorcó precisamente colgándose de una cuerda destinada habitualmente a mover las poleas de su aparato ; de modo
que el hombre ahorcado se veía perfectamente desde la estación o torre colateral . El torrero de servicio en ésta, atento siempre con su anteojo, antiguo soldado como era de
reglamento el serlo, tenía de heroísmo y de disciplina todo lo que le faltaba de discernimiento y de aplomo ; él vio aquella señal extraña, un hombre colgado, se creyó en el deber de reproducirla, no sabía cómo hacerlo, y entre el deber y el amor a la vida, lo primero triunfó de lo segundo, y se suspendió por el pescuezo a la cuerda : se ahorcó también . ¿Creeréis, señores, que de torre en torre la terrible e inesperada señal fu e
reproducida y que en la estación de término, como en las intermedias, la gente vio co n
asombro un hombre ahorcado en lo alto de la torre? La moraleja de esto la comprendei s
bien, y haréis justicia conmigo al espíritu severo, a la ruda disciplina, a la honradez intachable de aquellos telegrafistas de las montañas, de aquellos soldados de la patria y
agentes del progreso»' .
Aun dando al cuento de Suárez Saavedra el valor de una chanza para amenizar s u
conferencia, sin embargo es cierto que la disciplina militar más rigurosa era la caracterís tica más potenciada por el Reglamento, que dedicaba 45 artículos a regularla, concluyendo con esta filosófica observación : «Art . 45 . Los torreros y ordenanzas tendrán siempre presente que el único objeto a que han de aspirar para hacerse dignos de las ventajas de la carrera, será el manifestar en todos los actos del servicio la más profund a
subordinación, mucha puntualidad en el desempeño de sus deberes, el mayor celo y
exactitud en el cumplimiento de las órdenes de sus superiores, una absoluta reserva y
observar en los actos particulares el más decoroso comportamiento" .
Por otra parte, los torreros, además de su función de reproducir escrupulosamente
todos los signos que veían, debía mantener en buen estado de funcionamiento su torre ,
responsabilizándose del «orden, aseo interior, cuidado de las máquinas, limpieza y conservación de los anteojos y relojes, buen estado del armamento y municiones, utensilios
y demás enseres . (Art. 4 del Reglamento interior) .
'
Revista de Telégrafos, de primero de junio de 1884 .
60
– Los ordenanzas formaban el último escalón de la organización . Eran los encarga -
dos de llevar de -puesto en puesto aquellos partes que debían presentarse por escrito o
aquellos otros a los que la interrupción del telégrafo impedía su transmisión en el plaz o
considerado anormalmente largo . Para ello debían ir armados y no podían emplear má s
de una hora por legua (es decir, unos 5,5 kilómetros) .
También actuaban corno ayudantes-aprendices de los torreros, cargo que solía n
ocupar una vez instruidos, previa prueba de aptitud ante el Comandante respectivo .
El personal de este segundo nivel procedía, casi exclusivamente, de soldados, cabos y sargentos licenciados del ejército . Inicialmente el Director General de Caminos ,
Canales y Puertos tenía el encargo de reclutarlos y establecía con ellos los contratos e n
forma personal y por tiempo indefinido . Más adelante se encargó de la contratación l a
recién creada Dirección General de Telégrafos, pero los contratos fueron del mismo tipo, aunque por Real Orden del 15 de julio de 1849 se añadió una cláusula que les obligaba a servir un mínimo de tres años' `' .
El personal empezó a contratarse bastante antes de que entraran en servicio las torres . La Real Orden de 29 de septiembre de 1844 autorizaba al Director General de Caminos <,a la admisión de los individuos precisos para plantear en las tres primeras torre s
los ensayos de comunicaciones y la escuela práctica de los empleados del ramo''' 0 . La autorización se empleó inmediatamente, y se sabe que el 5 de octubre de este mismo añ o
se contrató «un escribiente temporero en la Comisión de Telégrafos» de la Dirección General de Caminos, evidentemente para cubrir las necesidades de tramitación de los asuntos telegráficos mas que como telegrafista .
En septiembre de 1850, según decía un informe de la Dirección General, el númer o
de Jefes de sección, torreros y ordenanzas que habían prestado servicio en el telégrafo
era de «más de ochocientos'' . En 1853, según puede deducirse de las relaciones de contribuyentes para Auxilios Mutuos, el número de funcionarios de este nivel rondaba los
seiscientos (31 oficiales de sección, 402 torreros y 159 ordenanzas) .
El que se transcribe a continuación fue, probablemente, el primer contrato de pro-
fesionales que se realizó . Está fechado más de quince meses antes de que se cursara e l
primer despacho por la línea Madrid-Irún .
«En uso de la autorización que me está concedida por Real Orden de 30 de septiembre ppdo ., nombro a los sargentos primeros licenciados Don José Dalmau, Don Ja cinto Pliego y Don José María Carreira, y al sargento segundo Don Juan González, par a
que se empleen en los trabajos que se están ejecutando, con objeto de establecer l a
línea telegráfica desde esta Corte a Irún, abonándoseles desde esta fecha y mientra s
desempeñen dicho cargo, doscientos setenta r.v . mensuales a cada uno de los tres primeros, y doscientos cuarenta al último . Nombro asimismo Ordenanza, con destino a
'`' El art . 3 ." de Real Orden de 15-7-1849 dice : »Tanto los alumnos como los ordenanzas que en lo sucesivo sean nombrados, se obligarán a servir tre s
años, sin perjuicio de que lo puedan ser despedidos cuando por cualquier causa, no se considere
conveniente su permanencia en el rama.
Telégrafos a José Fendrig, con ciento cincuenta r .v . de haber mensual, que le será abo-
La Gaceta de Madrid de 2 de octubre de 1844 .
grafía óptica y estuvieron presentes en las pruebas de exhibición ante la Reina . Poste-
Id., nota (10) .
riormente se encargaron de la Escuela General en la que se instruían los torreros . D e
21
nado desde el día primero del corriente . Madrid, primero de junio de 1845 . M . V. y Límia .»
Estos cuatro sargentos fueron los primeros que manejaron las máquinas de la tele-
61
todos ellos, José María Carreira llegó a ser Comandante, pero los demás no pasaron de
Jefes de sección .
LAS TORRES Y LAS LÍNEA S
Los emplazamientos de las máquinas tenían que escogerse siempre entre lugare s
preeminentes . Los repetidos intentos de establecer líneas con Aranjuez y San Ildefons o
habían consagrado ya algunos puntos de los alrededores de Madrid como los propio s
para dichos menesteres ; sin embargo, encontrar emplazamientos adecuados para las líneas largas que se trataba de implantar, representó la primera preocupación de la Dirección de Caminos .
Una circular de marzo de 1844 establecía las normas generales a las que debían ate nerse los ingenieros de Caminos para proponer los puntos de emplazamiento de las torres . Estas condiciones generales eran :
— la distancia entre las estaciones debía ser de »lo menos dos leguas y lo más de
tres», pero teniendo en cuenta las condiciones geográficas, tanto los desniveles debido s
EL CERRO DE LOS ÁNGELES, ESCOGIDO POR TODOS LO S
QUE IN'T'ENTARON ES'IAIILECER TELÉGRAFOS ÓPTICOS
HACIA EL SUR DE MADRID .
a las montañas como las nieblas ocasionadas por los ríos y terrenos pantanosos ,
— debía seguirse las carreteras existentes, siempre que ello fuera posible ,
— las estaciones debían fijarse en las poblaciones, evitando cuanto fuera posible l a
construcción de torres en parajes deshabitados ,
— en las capitales de provincia debía procurarse situar las estaciones »en el mism o
edificio que tengan señalado fijamente para su alojamiento las autoridades civiles o la s
militares, prefiriendo en igualdad de ventajas el que ocupen las primeras» ,
— en cualquier caso debían preferirse edificios del Estado, torres de iglesias o ermitas, castillos y casas fuertes antiguas ,
— debía mantenerse una alineación, procurando que el radio visual de la línea fuera perpendicular al frente de cada torre" .
En la práctica parece ser que se descartaron las torres de las iglesias porque el sonido de las campanas desajustaba los aparatos ópticos" .
Según estos criterios, se instalaron las máquinas en algunos edificios singulares : l a
22
Id ., nota (2) .
casa del Correo en la Puerta del Sol, el edificio de la Aduana y el Cuartel de Guardias d e
22
Id ., nota (15) .
Corps, todos ellos en Madrid ; el Alcázar en Toledo ; la Fábrica de Tabacos en Sevilla y
62
alguno más . Sin embargo algunos edificios escogidos provocaron reacciones encontradas, por ejemplo, algún periódico de Madrid de 1850 hablaba de que «la torre de Sevill a
no ha podido ser elegida con más acierto . Como que se trata de la histórica Torre de l
Oro
21 ; no obstante, tal emplazamiento fue descartado por la oposición de la opinió n
pública sevillana . Lo mismo parece que ocurrió con la que se iba a instalar en Valencia ,
donde se cambió la torre del Miguelete por el convento de San Francisco .
La norma de emplear los edificios singulares no era solamente por su altura y mejo r
visibilidad, sino, además, porque eran seguros, es decir, que no se podían atacar impunemente, cosa que en aquella época turbulenta era una cualidad no desdeñable .
Las torres que se establecían fuera de los pueblos y que hoy constituyen la única
reliquia de aquella empresa y, en cierto modo, su símbolo, eran verdaderos fuertes . Tenían la puerta de entrada situada a unos dos metros del suelo, de manera que el acces o
se hiciera por medio de una escalera que se echaba desde dentro . Tenían, además, aspilleras para facilitar una posible defensa .
Concebido el telégrafo como un elemento de gobierno, su defensa frente al faccioso o al bandolero fue la primera preocupación de los diseñadores de las torres e, indirectamente, la causa de que tantas de ellas sobrevivan al paso del tiempo . Sus grueso s
muros han desafiado el paso de 140 años sin sufrir demasiado y alguna de ellas puede
verse, utilizada como vivienda campestre, en las cercanías de Madrid . Aun así fue incendiada y destruida la torre de Valverde del Júcar en julio de 1854 .
En el plano que se adjunta se consignan las dimensiones cíe la torre en pies de Burgos . El plano está firmado por Mathé en Barcelona, en noviembre de 1848, es decir ,
cuando iban a iniciarse las líneas de Cataluña y de Andalucía .
En el momento inicial, en la circular citada del Director General de Caminos de
marzo de 1844, se preveían tres líneas de torres ópticas . La primera, desde Madrid a
Irún, pasando por La Granja, Segovia, Valladolid, Palencia, Burgos, Vitoria, Tolosa y Sa n
Sebastián . La segunda, desde Madrid a Cádiz, pasando por Toledo, Ciudad Real, Sant a
Cruz de Mudela, Bailén, Córdoba, Écija, Sevilla, la Carraca y San Fernando . Y la tercera
de Madrid a la Junquera, pasando por Aranjuez, Ocaña, Albacete, Almansa, Valencia ,
Castellón, Peñíscola, Vinaroz, Tarragona, Barcelona, Gerona y Figueras .
Además tenían previstas otras líneas : una, de Valladolid a Tordesillas, para allí dividir se en dos, una para enlazar con Zamora, por Toro, y otra para enlazar con Asturias y Galicia, por Rioseco ; otra de Burgos a Santander ; una tercera, de Vitoria a Bilbao ; la cuarta, de
Bailén a Jaén, Granada y Málaga ; la quinta, de Sevilla a Huelva ; la sexta, de Albacete a
Murcia, Alicante y Cartagena y la séptima, de Madrid a Barcelona, por Zaragoza .
Sólo las tres primeras llegaron a construirse y funcionaron regularmente, pero su s
trayectos sufrieron algunas modificaciones . Los trazados previstos en la circular del Di rector General de Caminos eran los aconsejables desde el punto de vista del Ingeniero
de Caminos, pero el telegrafista que nacía tenía que añadir alguna otra consideración .
Por ejemplo, que las torres tenían que estar servidas permanentemente por personal tra' León Pérez Mateos. La Villa ' Corte de Madrid
en 1950. Madrid 1927.
bajando prácticamente a la intemperie y había que destacar, en lo posible, las zonas d e
alta montaña ; o, bien, que cuantas menos torres hubiera que instalar mayor seguridad y
63
eficacia tendría la línea ; etc . . . Tales consideraciones cambiaron parcialmente el recorrid o
de las líneas .
La primera de las establecidas fue la de Madrid a Irún, cuya construcción fue ordenada por una Real Orden de 29 de septiembre de 1844, y cuya entrada en servicio s e
produjo exactamente dos años después, el 2 de octubre de 1846 .
Esta línea se componía de las 52 torres siguientes :
n .° 0 Guardias de Corps . . . en Madrid
en Burgos.
en Aravaca
28 Tres Marías
en Cotar.
3 Las Rozas
en Las Rozas
29 Brújula
en Monasterio de Rodill a
4 Navalapiedra
en Torrelodones.
30 Prádanos
en Prádanos .
5 Monterredondo
en Moralzarzal .
31 Grisaleña
en Grisaleña .
32 Pancorbo
en Pancorbo .
.. 33 Campajares
7 Castrejón
en Navas de San Antón .
8 Villacastín
en Villacastín .
34 Quintanilla
en Quintanilla .
9 La Esperilla
en Muñopedro .
35 la Puebla
en L.r Puebla de Arganzón
en Labajos .
36 Vitoria
en Vitoria .
11 Martín-Muñoz
en Martin-Muñoz.
37 Argomaniz
en Argomaniz .
12 Codorníz
en S . Antonio de C .
38 Dallobazo
en Dallo Bazo .
13 Tolocirio
en Tolocirio.
" 39 S . Juan de Mezquía
en Mezquía .
lí
en Fuente de Sta . Cru z
" 40 Ciordia
en Ciordia .
" 10 Labajos
LA LÍNEA DE IRÚN .
Burgos
2 Aravaca
6 Puerto de Guadarrama en Guadarrama .
EN EL CUARTEL DEL CONDE DIIQ1 E, QlE DE5PUEs El E D E
GUARDIAS DE CORPS, FtiTI?VO LA TORRE DE CABECERA D F
27
Lutero
41 Basa l ecu
en Campajares .
15 Olmedo
en Olmedo .
16 El Collado
en Mojados .
17 Boecillo
en Boecillo .
43 Echegárate
en Segura .
18 Valladolid
en Valladolid.
44 Segura
en Segura .
19 Cabezón
en Cabezón .
45 Olaverri
en Villafranca .
20 Transilla
en Cubilla de Sta . Marta
21 Tariego
en Tariego .
47 011agon
en 't'olosa .
22 Isilla
en Villamediana .
48 Tolosa
en "1'olosa .
23 Negrego
en Quintana del Puente
49 Airbeltz
en Andoain .
2i Revilla
en Revilla Vallegera .
50 San Sebastián
en San Sebastián .
25 Villazopeque
en Villazopeque .
51 Echeverri
en Oyarzun.
2O Cabia
en Cabia .
52
en Irún .
" 42 Engara
" 46 Alzaga
Irún
en Alsasua .
en Alsasua .
en Ichasondo .
La línea se inició construyendo las torres cercanas a Madrid y en ellas practicaron los primeros torreros . Estas torres sirvieron de modelo a las restantes, cuya construcció n
se sacó a subasta en junio de 1845 .
La cabecera inicial de la línea, en Madrid, se estableció en el Cuartel de los Guardias de Corps (después conocido como Cuartel de Conde Duque), en una torre qu e
existía en la fachada oeste de dicho edificio . Posteriormente, ya en 1848, se construyó l a
torre de la Casa del Correo, en la Puerta del Sol, debido, sobre todo, a que este edifici o
64
LA 'FORRE TELEGRÁFICA SE CONCIBE COMO UN FORTÍN .
\~
Yf.01MS lül PI[ 11[ BIIAi0 5
TIIRIS TELECAAFIC A
I.tl
fki~ ;
g
0
albergaba ya al Ministerio de la Gobernación, de quien dependía el telégrafo y al que estaban destinadas la mayoría de las comunicaciones que se cursaban .
La misma Real Orden que ordenaba el establecimiento de la línea de Irún, incluí a
la previsión de creación de una escuela para el entrenamiento del personal .
Efectivamente, se estableció una Escuela General, situándola en la torre de Las Tejoneras, cerca de Galapagar. Esta torre probablemente cambió después de nombre y pasó a ser la de Navalapiedra y puede verse perfectamente conservada, cerca de Torrelodones . Abona la teoría del cambio de nombre el que no parece que exista un lugar má s
cercano a Galapagar que pueda llevar el nombre de Tejoneras y, en cambio, la torre d e
Navalapiedra está edificada cerca de un valle llamado de Las Tejoneras .
Además de la torre que servía de Escuela General, las torres de Aravaca y de la s
Rozas también se utilizaron para los entrenamientos . No obstante, aunque en la Escuela
se daba la instrucción básica a los torreros, ésta no se consideraba completa hasta después de un período de prácticas en las propias torres .
Otras veces, la primera instrucción no se realizaba en la Escuela sino en la torr e
donde el aspirante había entrado de Ordenanza . En estos casos el Comandante de la Di visión le examinaba y le daba el aprobado . Esto se hizo, sobre todo a medida que las torres se alejaban de Madrid y era más difícil a los aspirantes el desplazarse a la Escuel a
General (aunque, desde el primer momento, se contempló la figura del torrero alumno
percibiendo sueldo) .
Para el personal facultativo se estableció en Valladolid una Academia de Comandantes y Ayudantes, al frente de la cual estaba, normalmente, el Jefe de la División d e
Valladolid .
En esta línea Madrid-Irún, que adoptó la denominación de línea de Castilla, se es65
tablecieron Comandancias en Madrid, Valladolid, Burgos, Vitoria y Tolosa . La Comandancia de Tolosa se justificaba por la importancia militar que en aquella época tenía l a
zona, debido a la guerra carlista, todavía latente . En los últimos tiempos de la telegrafí a
óptica, esta Comandancia de Tolosa fue, en realidad, de Tolosa-San Sebastián, con sede
en esta capital .
Eventualmente se establecieron otras Comandancias ; por ejemplo, en mayo d e
1851 se estableció una Comandancia en Villacastín con motivo de las elecciones por lo
que pudiera ocurrir en las provincias de Ávila y Segovia ; otras veces se había establecid o
en Labajos, con motivo de la estancia de los Reyes en Riofrío . Conviene recordar que sólo los Comandantes estaban facultados para cifrar y descifrar los despachos, por lo tant o
se necesitaba su presencia allí donde se suponía podían originarse telegramas .
ESTADO ACTUAL DE LA TORRE DE NAVALAPIEDRA QUE
SIRVIÓ DE ESCUELA PARA LA FORMACIÓN DE LOS PRIMERO S
TORREROS.
La línea estaba dividida en nueve Secciones . La primera Sección comprendía las torres números 0 a 5 ; la segunda las 6 a 11 ; la tercera las 12 a 17 ; la cuarta las 18 a 22 ; la
quinta las 23 a 28 ; la sexta las 29 a 34 ; la séptima las 35 a 40 ; la octava las 41 a 46 y la no vena las torres números 47 a 52 . Atravesaba las provincias de Madrid, Segovia, Vallado lid, Palencia, Burgos, Álava, Navarra y Guipúzcoa .
Las torres más duras de la línea de Castilla estaban en las zonas montañosas que
atravesaba, sobre todo a partir de Burgos . Hay muchos testimonios de torreros describiendo circunstancias dramáticas en su cometido .
En febrero de 1855 la línea de telegrafía eléctirca había llegado a Irún, pasando po r
Zaragoza, Pamplona y Vitoria, y se dispuso que los telegramas de Burgos a Madrid siguieran un curso mixto : de Burgos a Vitoria, por las torres ópticas, y de Vitoria a Madri d
66
por la línea eléctrica . En el escrito en que se comunicaba la disposición al Gobernado r
Civil de Burgos, se le advertía que «el trayecto óptico exige generalmente la mayor con cisión al redactarse los mensajes» y que el texto de la comunicación lo compondría adecuadamente el Comandante de Vitoria . Así pues, a mediados de 1855 dejó cle presta r
servicio la línea óptica de Irún y algunos de sus torreros fueron trasladados a la línea d e
Andalucía .
La línea de Castilla sirvió, también, para el telégrafo del real sitio de San Ildefonso .
Se abandonó el antiguo trazado de Lerena, desde Madrid al alto de Navacerrada, pero s e
conservó el resto . Desde la torre n ." 5, Monterredondo, situada entre los pueblos cíe Alpedrete, Collado Villalba, Moralzarzal y Becerril, partía un ramal que tenía tres torres : torre n ." 101 Siete Picos, situada en la parte Este de Siete Picos, cerca del puerto de Nava cerrada (el lugar todavía se denomina el telégrafo, pero no queda rastro de la torre) ; torre n ." 102 Matabueyes, a veces denominada La Mata, y torre n .° 103 La Granja, en e l
mismo San Ildefonso .
La denominación de las torres cle los ramales se distinguía por el número cíe la cen tena : el primer ramal, centena uno, segundo ramal, centena dos, etc .
La altura cle la torre de Siete Picos (1 .982 m .), y las dificultades que presentaba e n
invierno, probablemente ayudaron a Mathé a decidirse por la ruta del puerto de los Leones (1 .552 m .) para atravesar la Sierra de Guadarrama, en contra de lo inicialmente previsto por el Director General cle Caminos . (Ciento cuarenta años después, también s e
cambió la ruta del radioenlace entre Madrid y Valladolid, variando el emplazamiento de l
primer repetidor desde la cima de la Bola del Mundo, cerca riel puerto de Navacerrada ,
de muy difícil acceso en invierno, al puerto cle Los Leones, cíe mucha menor dificultad ,
repitiendo exactamente la operación cíe los telegrafistas ópticos) .
'FORRE DE MONTERREDONDO, N" 5 DE LA LÍNEA DE IRÚN .
LA 'FORRE DE MON'FERREDONDO SERVÍA DE ENTRONQU E
ENTRE LA LÍNEA DE IRÚN Y LA DE SAN ILDEFONSO .
67
La segunda línea que entró en servicio fue la de Cataluña por Valencia, que, des de el primer momento, se denominó línea de Barcelona, aunque sólo hay constancia d e
que funcionara regularmente el tramo Madrid-Valencia . Este tramo se empezó a construir en 1848 y entró en funcionamiento a finales de 1849 . Se componía de las siguientes
treinta torres :
n ." 1 Aduana
en Madrid .
" 16 Valverde
en Valverde del Júcar.
2 Almodóvar
en Vallecas .
17 Atajollano
3 Vacia-Madrid
en Vacia-Madrid .
18 Juan Bueno
en Motilla del Palancar.
4 Campillo
en Arganda .
19 Atalayón
en Iniesta .
5 Quemada de Perales en Perales de Tajuña .
20 La Muchuela
en Granja .
6 Mojón de Villago
en Villarejo de Salvanés .
21 Altura de la Paradilla ..
en Villagordo del Cabriel .
" 7 Oliva del Potro
en Olmedilla .
en Villarejo de Salvanés .
22 Cerro de la Vicuerc a
en Fuenderrobles .
8 Atalaya
en Fuentidueña de Tajo .
23 Cerro de la Jedrea .. . .
en
9 Belinchón
en Belinchón .
24 Cerro de la Atalaya . . .
en Requena .
10 Tarancón
en Tarancón .
25 Puntal de la Agudill a
en Sieteaguas .
" 11 Almendros
en Almendros .
26 Alto de la Portilla
en Buñol .
" 12 Saelices
en Saelices .
27 Alto del Herrero
en Godelleta .
" 13 Montalvo
en Montalvo .
28 Cerro de la Muela
en Chiva .
14 Villares del Saz
en Villares del Saz.
29 Cerro del Vedado
en Torrente .
15 Olivares
en Olivares.
30 Torre de S . Francisco
en Valencia .
s . Antonio de la Vega .
Inicialmente se habían previsto 29 torres, y así funcionó durante el período d e
pruebas, pero tuvo que construirse una torre intermedia entre la n .' 4 El Campillo y l a
del Mojón de Villago, dándosele el número 5 y corriendo la numeración de las demás .
La torre n .° 5, situada en el cerro Quemada de Perales, cerca de Perales de Tajuña, se estableció en octubre de 1850 .
EL EDIFICIO DE LA ADUANA, HOY MINISTERIO DE
ECONOMÍA Y HACIENDA, SIRVIÓ PARA SITUAR LA TORR E
N : 1 DF LA LÍNEA DE VALENCIA .
68
En el tramo Madrid-Valencia se habían previsto únicamente Comandancias en Madrid y Valencia, pero, en octubre de 1850, se dispuso el establecimiento provisional ci e
una tercera Comandancia en Motilla del Palancar, que quedó después como definitiva .
Esta Comandancia intermedia tenía por objeto «dar a este trozo de la línea de Barcelon a
toda la firmeza y seguridad convenientes, para que el servicio de transmisión se hag a
con inteligencia y celeridad,,, según reza el escrito con el que se anuncia tal medida a lo s
Comandantes de Madrid y Valencia .
La línea estaba dividida en cinco secciones : la primera sección comprendía las torres números 1 a 8 ; la segunda, las 9 a 14 ; la tercera, las 15 a 19 ; la cuarta, las 20 a 24 y l a
quinta, las número 25 a 30 .
Existe constancia de las dificultades de comunicación en la zona de Requena, e n
cuyas cercanías estaban las torres más difíciles de la línea . Incluso hubo que cambiar e l
emplazamiento cíe alguna de ellas para facilitar la visibilidad y, en Iniesta, existen dos torreones denominados Telégrcifi 1 y Telégrafo II por este motivo .
Las torres de las secciones más próximas a Madrid y a Valencia sirvieron para el entrenamiento de los nuevos torreros, y en la torre número 28, en Chiva, se estableció un a
Escuela práctica para la formación del personal de aquella zona .
Una estación particularmente importante fue la de Tarancón, a causa de que desd e
ella partía el ramal de Cuenca y, sobre todo, porque el duque de Riánsares, marido de l a
Reina madre, era de allí y ambos efectuaban frecuentes visitas .
El tramo Valencia-Barcelona comprendía, también, treinta torres e inicialmente s e
había contemplado que la línea finalizase en La Junquera, en la misma frontera co n
Francia, con lo que tendría 17 torres más . Pero luego se consideró el tramo Barcelona-La
junquera como un ramal de la línea de Barcelona .
Entre Valencia y Barcelona no existe constancia de que llegara nunca a cursars e
servicio . En 1850 se estaba trabajando en su trazado, incluso se sabe que se aument ó
una torre y se rectificó la numeración . En julio de 1853 ya se habían desmontado todo s
los telégrafos, trasladando todos los libros y efectos de las Comandancias cíe Cataluña a
Valencia .
EL RAMAL DE CUENCA ENTRONCABA EN TARANCÓN CON L A
LÍNEA DE VALENCIA.
69
Los trayectos Valencia-Castellón y Barcelona-Tarragona estuvieron funcionando e n
forma no oficial, pero el trayecto Castellón-Tarragona no parece que lo hiciera . La zona
que atravesaba la línea podría calificarse como tierra de nadie en las residuales guerra s
carlistas que no acababan. Los latrofacciosos -según la terminología oficial- fueron lo s
dueños de los descampados de aquellas tierras durante toda la década .
La incompleta relación de las torres era la siguiente :
Torre n .° 30
Valencia
31
Castillo de Muviedro (Sagunto) .
32
Almenara .
Torre n ."
6
..
-t7
Perelló.
48
33
"
34
"
50
Cambrils .
"
35
"
51
Salou .
"
52
Tarragona.
53
Ermita S . Antonio (Altafulla) .
38
5f
Puchol de Reverter (Vendrell) .
39
55
Turó del Gabacho .
40
56
Villafranca del Penedés .
41
57
Altura de la Guardia .
36
Castellón .
37
Benicasím .
2
"
43
"
45
Sta . Magdalena de Pulpis .
"
58
Ordal.
Vinaroz .
"
59
San Pedro Mártir.
60
Barcelona-Montjuich .
+f
La numeración de las torres varió a causa de rectificaciones en el trazado, pero no
se encuentra documentación que permita fijar exactamente sus emplazamientos . Algunas torres se mantienen en pie, a veces muy bien conservadas, permitiendo confirmar e l
trazado, pero en otros lugares no queda rastro de ellas .
La línea de Barcelona se complementa con dos ramales : el de Tarancón a Cuenca
y el de Barcelona a La Junquera .
El ramal de Cuenca se construyó en 1850, y constaba de las ocho torres siguientes :
Torre n ." 101
La Mendoza, cabecera de línea.
106
Torrejoncillo .
"
102
Val de Gonzalo, en Vva . Escuderos .
107
Carrascosa del Campo .
"
103
Collado Rubio, en Abia Obispalía .
108
Sierra del Pavo, en Uclés .
104
Cabeza Quemada . en Abia Obispalía .
105
Horcajada de la Torre .
Tarancón, torre n .^ 10 línea Barcelona.
En 1854, durante la llamada Revolución de julio, fue ocupada Cuenca por el Coronel Buceta, capitulando las fuerzas vivas de la ciudad. El Comandante del Telégrafo optó por huir hacia Tarancón, después de esconder documentos y diccionarios . En esta
misma acción los revolucionarios quemaron la torre de Valverde del Júcar (n .° 16 de la línea de Barcelona), cortando la comunicación de Madrid con Valencia .
A raíz de estos sucesos se pensó en sustituir el trazado del ramal de Cuenca po r
otro que acortara el trayecto a la línea general, haciendo el enlace en las torres n.- 15 o
70
16 (Olivares o Valverde del Júcar) . Sin embargo, ya estaba consolidándose la telegrafía
TZLEIIMOS
eléctrica y en enero de 1855 se suprimió el ramal y se abandonaron las torres .
Colocadas en las fuelles d e
Monjní, Ciudadela, Alarazanas, Marques de la
Mina y Palacio de la Capitanía Genera l
de abril de 1848 por disposicion de l
r.
i1.
auuct
,laviay1:ard,
llames de \o►aliches ) Capital' General del Ejércit o
y Principado de Cataluña.
ñl Coronel Teniente Coronel e. Crerpe de Ti.M.
3$Jil .1210
1 'v'
1141á' N.~,
m~~~~nao
1848 .
FI. CORONEL . LE:ONAROO I)F SANTIAGO I:S rxui.LClo
Barcelona, común a las dos líneas . La numeración de las torres, corno corresponde al segundo ramal de la línea, se iniciaba en la segunda centena y era la siguiente :
de la Plaza de Barcelona en el mes
C~~cnto .
El ramal de Barcelona a La Junquera se componía de 17 torres, más la terminal d e
'N A
REI) URBANA DE TELI?GRAFOS ÓPTICOS EN BARCELONA .
Casamachán, en La junquera .
210
El Mirador, en Bruñola .
202
Monroig .
"
211
Puigjardina, en Puigdarenas .
203
Castillo de Figueras .
"
212
Puigmari .
204
Ermita del Ángel .
"
213
Montagut .
205
Coll del Noy .
"
214
La Patona, en Calella .
206
Cuesta de Fallinas .
"
215
"forre Vieja, en Calderas .
207
San Miguel .
"
216
Vilasar.
208
Gerona .
"
217
Mongat .
209
'l'urb del Casot .
"forre n.° 201
Barcelona-Montjuich .
Este ramal, en septiembre de 1850, estaba funcionando en plan de prácticas, cursan do servicio de forma no oficial, pero ya estaban todas las torres dotadas y los telegrama s
llegaban de extremo a extremo . Para su control estaba dividido en tres secciones : la primera comprendía las torres 213 a 217 ; la segunda las 207 a 212 y la tercera las 201 a 206 .
El conjunto de la línea de Barcelona, con sus ramales, comprendía nueve Comandancias : Madrid, Cuenca, Motilla del Palancar, Valencia, Castellón, Tarragona, Barcelona ,
Gerona y La Junquera .
En contraste con lo ocurrido en las demás líneas de la telegrafía óptica, el funciona miento de ésta (salvo los tramos Madrid-Valencia y Tarancón-Cuenca) puede considerar se como un fracaso, no sólo por las dificultades invencibles que presentó la zona del Bajo Ebro, sino también por la falta de actividad en el resto de la línea .
Una probable explicación a este hecho está en que los principales usuarios de la s
demás líneas telegráficas fueron los militares y Cataluña tenía establecidas líneas milita res independientes .
Precisamente fue el propio Mathé, con personal del servicio de Telégrafos, com o
ya se ha dicho, quien intervino activamente en el establecimiento de varias líneas milita res . Las más importantes unían Barcelona con Lérida y con la frontera francesa .
Como curiosidad puede señalarse la existencia, en 1848, de una red urbana de telégrafos ópticos, utilizando un sistema original diseñado por el Coronel Leonardo d e
Santiago, más tarde Inspector de Línea de Primera Clase de los telégrafos civiles .
Esta red fue establecida por encargo del entonces Capitán General de Cataluña ,
Telégrafos colocados en los fuertes de Monjui,
Ciudadela, Atarazanas . Marqués de la Mina y
Palacio de la Capitania General de la Plaza de
Barcelona en el mes de abril de 1848, por disposición del Excmo . Sr. 1). Manuel Pavía , Laci, Marqués de ,Vovaliches 1' Capitán General del Ejércit o
y Principado de Cataluña, por el Teniente Corone l
del Cuerpo de E .M . Leonardo de Santiago .
Barcelona 1848 .
General Pavía . Unía los fuertes de Montjuich, la Ciudadela, Las Atarazanas y Marqués d e
la Mina, con el edificio de la Capitanía General .
El sistema se componía de un mástil en el que se izaban varias banderas indicando ,
según el color, el destino del mensaje (española, mensaje general ; amarilla, para Ciudadela ; blanca, para Marqués de la Mina ; listada azul-blanco, para Atarazanas ; azul, para
Montjuich y roja, llamada de atención)' .
71
Además, una columna dividida en seis partes, era recorrida verticalmente por u n
tambor que podía tomar once posiciones, de manera semejante a como lo hacía el indicador del telégrafo de Mathé . Un código adecuado permitía la codificación de tipo decimal correspondiente .
No parece muy claro el porqué de la supresión de todo el servicio telegráfico óptico de Cataluña en 1853, aunque, en realidad, parece que nunca llegó a cursarse servici o
entre Madrid y Barcelona . Por tanto, no sería correcto decir que la supresión de la tele grafía óptica causara ningún inconveniente, aun cuando la telegrafía eléctrica tardara todavía cuatro años en implantarse en Barcelona .
El Director de las líneas, ya Brigadier Mathé, lamentándose del mal trato que el Gobernador Civil de Barcelona había dado a unos torreros, le decía al Ministro de la Gobernación : « . . . no parece sino que la mano de la revolución, cuyo fuego constante está e n
Cataluña, ha guiado la pluma del Gobernador para poner en evidencia, en descredito y
en la más completa abyección un instituto de gobierno como el telegráfico, que quizá é l
solo baste para tener a raya a los perturbadores de oficio' 26 . Lo que supone que el Brigadier entendía que existía una oposición al telégrafo por parte, incluso de las propias autoridades civiles . Quizá esta impresión aceleró la orden de desmantelamiento de las torres varios años antes que en las demás líneas .
La tercera línea que entró en funcionamiento fue la de Andalucía . Contaba con 5 9
torres entre Madrid y San Fernando, en Cádiz (el doble de las que se preveían en el proyecto de Betancourt en 1799) . Tardó más de tres años en construirse en su totalidad y
fue entrando en servicio por tramos . En junio de 1850 empezó a funcionar el trayecto
Madrid-Puertollano . En febrero de 1853 se construía la última torre en San Fernando .
Estaba compuesta por las siguientes torres :
n .° 1 La Trinidad
2 Los Ángeles
en Madrid .
18
Cerro del Frail e
en Fuente del Fresno .
en Getafe .
' 19
Casa de la Rosela
en Fuente del Fresno .
20
Hera de la Gaona
en "Forraba de Calatrava.
" 21
Dehesa de Salcliva s
en Carrión de Calatrava .
Cabeza Mesada
en Ciudad Real .
La Cabeza del Rey
en Pohlete .
C . de la C . del Arenal en Valdemoro .
Alto de la Cta . la Reina en Seseña .
'`' Id ., nota (10) Lo que provocó el enfado de Mathé fue la nota publicada por el Gobernador Civi l
de Barcelona en el Boletín Oficial de la Provincia
del viernes 20 de septiembre de 1850, que decía :
«Con el mayor disgusto ha llegado a mi conocimiento que diferentes empleados en las torres tele gráficas civiles de esta provincia, no observan e l
comportamiento debido y que cometen desmane s
de consideración, causando perjuicios a los propietarios inmediatos a aquéllas, cuyo comporta miento es vergonzoso para unos empleados públicos que deben ser el tipo de la honradez y moralidad . Faltaría a mi deber si dejara impune s
semejantes faltas ; y por lo tanto dispuesto estoy a
separar de sus destinos a aquellos que olvidándose
de su deber cometan algún desmán, castigand o
además ejemplarmente al que cause la más mínima
extorsión a los vecinos y propietarios de los pueblos en que están situadas otras torres . Barcelona
16 de septiembre de 1850 . Ventura Díaz». El enorme delito consistía en comerse las uvas de la viñ a
cercana a la torre .
72
5 Val de las Casas
en Aranjuez.
'' 22
6 Cerro de la I abina
en Aranjuez.
23
7 Cerro de Valdelagua en Tepes .
" 2+
Cerro de la Posadilla
en La Cañada .
8 Cerro del Mármol
en Villasequilla .
" 25
Sierra Gorda
en Argamasilla .
9 El Bulagar
en Toledo .
" 26
Ermita Sta . Ana
en Puertollano .
en Toledo .
27
Pedriza Rayad a
en Cabeza Rubia .
10 El Alcázar
" 11 Alto Villasequilla
en Villanueva.
" 28
La Escaleruela
en Ventillas .
en Las Huertas.
" 29
Puertoviej o
en Fuencaliente .
. 30
Cerro Zarquilla
en Montoro .
" 31
Loma del Carri l
en Montoro .
en Consuegra .
" 32
Cerro de la Nav a
en Montoro .
" 16 Sierra de la Guillema en Consuegra .
" 33
Cerro de la Torre
en Montoro .
" 17 Cerro del Esparto
" 34
Cerro de la Tunca
en Villafranca .
12 El Pozuelo
13 Portachuelo de Andaina en Vva . de Bogas .
14 Pozo de los Franceses en Turleque .
" 15 Cerrillo Carbonera
en Urda .
.
Cerro Chancillerej o
en Córdoba .
•' 48
Sevill a
en Sevilla .
" 36
Cerro del Palo
en Córdoba .
" • 49
Quinta de las Monjas
en I)os 1lermanas .
•• 37
Cerro de la Pesales a
en Córdoba .
" 50
Dehesa de Bujadill a
en Alcalá Guadaira .
" 38
Cortijo Malpartid a
en Córdoba .
•' 51
Venta Alcantarilla
en Utrera .
" • 39
Cortijo de Lonjad a
en Ecija .
" 52
Las Cabezas S. Jua n
en Cabezas de S . Juan .
" 40
Molino del Punta l
en Ecija .
" 53
Cornegi l
en Lebrija .
•• 41
Baldíos de Mochales
en Ecija .
" • 54
Montegi l
en jerez de la Frontera .
" 42
Cortijo de las Estacas
en Ecija .
" 55
Capiret e
en Jerez de la Frontera .
" 43
Cerro de los Ataques
en Fuentes .
" 56
Cerro Cabezas
en Puerto Sta . María .
" 44
Alto de Zahariche
en Carmona .
" 57
Cádiz
en Cádiz .
" 45
El Pichan a
en Carmona .
" 58
Torre Gord a
en Cádiz .
" 46
Cerro del Poz o
en Carmona .
" 59
La Isla
en San Fernando .
" 47
Cerro Encinar Alto
en Mairena .
35
de
Pos ,
aela,s dr !a '
Cas :
Alcobenda
Par
J am a
s de
Perla ,
fa ,
aros
Ca
el
etsmara s
Monte
rata az
los Areetes
Ei 'ampara
arabanc
Cuelen
~
r
w
aK„=aia
á Viflavicipsa de Odó
eCOrc o
Oreas '
.anche,l Alt o
llav e
a :urdaa. ,
esto es
Punta
d:
A .ga-d a
Aldehuela
.ulrt.' . .
t_ (
La U rabosa
Soto
de
lare s
Arroromolmos
PROVINCIA DE MADRID DONDE SE APRECIAN LAS TRE S
LÍNEAS QUE. COINCIDÍAN EN LA CASA DEL CORREO .
AUNQUE CADA UNA DE ELLAS POSEÍA St PROPI A
Non de
G(zada
artín de I
To eón de
CABECERA .
73
ILUSTRACIÓN DE LA INSTRUCCIÓN DE77iLÉGRAFO S
COLOCADOS EN LOS FUERTES DE MOIJUI . CIUDADELA . . . D E
LA REI) QUE ESTABLECIÓ EL CORONEL TENIENTE-CORONEL .
DEL CUERPO DE E . M .. DON LEONARDO DE SANTIAGO .
TELÉGRAF O
no se ha rnlrndido
la ultima frase
General
Ciudadel a
Marques de l a
$.
mina
nn
AlaraaanasN°.
6
1lon,n i
ryo
Alencion
Corle Por la linea á
3
1'cdld
6
de 111
N
,o
nes de 13ur~ua
El trayecto Madrid-Aranjuez, a causa de las frecuentes estancias de los Reyes en lo s
Reales Sitios, tuvo siempre especial importancia .
En realidad la línea de Aranjuez estuvo funcionando mucho antes que el resto . E n
1848 ya estaba en servicio, aunque con una torre menos que las que se montaron para l a
línea de Andalucía . En la primitiva comunicación, la estación cabecera de Madrid era e l
Cuartel de Guardias de Corps, es decir, la misma que para la línea de Irún . Después se
cambiaría por el convento de La Trinidad, al principio de la calle de Atocha (en aque l
momento Ministerio de Fomento y hoy Teatro Calderón) .
74
La segunda- torre estaba en el cerro de los Ángeles (coincidiendo línea antigua y
nueva), pero la tercera estaba en Espartinas, aproximadamente en la misma latitud qu e
la torre del Alto de la Cuesta de la Reina, pero más al Este, saltándose la torre de Cabez a
del Arenal en Valdemoro . Cuando la línea hubo de seguir hacia el Sur, se .varió la torre
de Espartinas para obtener visibilidad con la estación que se estableció en Val de las Casas, y se adoptó la configuración que refleja la relación anterior . En esta configuración l a
estación de Aranjuez, con el nombre cíe maquinilla, estaba intercalada entre las torres 4
y 5 . Esta estación sirvió, además, de Escuela General sustituyendo a la Escuela de Tejoneras .
En la línea de Andalucía fueron especialmente conflictivas la travesía de Sierra Morena, los trayectos pantanosos de la Mancha y la zona Sevilla-Cádiz, por las nieblas y po r
LOS 1 0ISK)s TRASTOS DI LA LINEA DE CAI)IZ IBAN SOBR E
EL AG[lA .
las condiciones insanas de vida . De la torre n ." 31, Loma del Carril, que parece ser qu e
era una de las más penosas de Sierra Morena, decía el Comandante de Ciudad Real, e n
un informe apoyando la soicitud de traslado de un torrero : el paraje en que se hall a
situado aquel telégrafo y su temperatura influye mucho en el mal estar de salud de lo s
que lo guarnecen, atacados continuamente de calenturas" . (El traslado no sirvió ya par a
nada porque el torrero murió prácticamente en la torre) .
Otra característica especial de esta línea fue el carácter marino de sus cuatro últimas torres . Ello dio lugar a una curiosa incidencia, cuando una disposición obligó a lo s
Comandantes y oficiales de sección a disponer de caballo propio para recorrer el trayecto de las torres a su cargo. El Comandante Ayudante de San Fernando expuso a la Dirección que para su cometido era mucho más práctico utilizar una barca y pedía le dispensaran de la obligación de comprar un caballo .
Estaba previsto que desde Toledo partiera la línea hacia Extremadura . Incluso se
buscó el emplazamiento de las torres, pero no llegó a establecerse nunca .
En Toledo estaba situada la máquina en el Alcázar y parece que la torre 8 podía establecer comunicación con la 11, con lo que las torres 9 y 10 eran, en la práctica, un ramal derivado de la línea general .
En Sevilla se construyó una torre dentro de la ciudad, en la Fábrica de Tabacos, qu e
tomó el número 101, como si fuera un ramal . La torre n ." 48 se llamó torre vértice .
Las Comandancias de la línea de Andalucía estaban en Madrid, Toledo, Ciuda d
Real, Córdoba, Sevilla y Cádiz, suscitándose algún conflicto entre el Comandante de Cádiz y el de San Fernando (La Isla), ya que este último, que no tenía mando de Comandante, tenía funcionalmente más importancia teórica por ser el de cabecera de la línea .
Durante los períodos que funcionaba el servicio de Aranjuez se establecía en est e
punto otra Comandancia provisional . En los últimos tiempos, la Comandancia de Madrid
se trasladó a Aranjuez .
La línea estaba dividida en once secciones : la primera comprendía las torres 1 a 5 ;
la segunda, las 6 a 11 ; la tercera, las 12 a 16 ; la cuarta, las 17 a 22 ; la quinta, las 23 a 27 ; l a
sexta, las 28 a 31, la séptima, las 32 a 36 ; la octava, las 37 a 42 ; la novena, las 43 a 47 ; l a
décima, las 48 a 53, y la undécima las 54 a 59 .
La línea de Andalucía se mantuvo en funcionamiento hasta 1857 . En agosto de di75
cho año se dispuso el abandono de las torres, confiándose el cuidado de los edificios a
la Guardia Civil .
Cuando estaban funcionando plenamente las tres líneas, sus tres cabezas (Cuarte l
de Guardias, Aduana y La Trinidad) podían comunicar con la torre central, situada en l a
casa de Correos, en la Puerta del Sol, pero tanto el edificio de la Aduana como el convento de la Trinidad estaban situados muy próximos a dicha torre, de modo que sola mente el Cuartel de Guardias funcionaba con ella .
En mayo de 1850 se obtuvo permiso del Intendente general de la Casa Real para establecer una torre en el Retiro que, inicialmente, estaba destinada a ser la cabecera de la líne a
de Barcelona, pero que también podía servir para dar comunicaciones a la línea de Andalu cía . La torre del Retiro acabó siendo la sede de la primera Escuela de la telegrafía eléctrica .
Torre del Buen Retiro .
LATORRE DEI. III I:N RETIRO SIR 1O CIOIC) ESC)TLA PARA
LA NACIENTE TELEGRAFÍA ELÉCTRICA MÁS QIIE COM O
" TORRE ÓPTICA .
76
IV.
Los torreros
Aun cuando son las torres los elementos más llamativos del telégrafo óptico, son los torreros los que representan mejor el carácter entre heroico y miserable que tuvo aquella
empresa .
Es difícil, desde la distancia de 150 años, encontrar las razones por las que aquello s
hombres se prestaban a desempeñar una profesión cuya principal característica era l a
dureza de su vida . Probablemente había una mezcla de la necesidad de obtener algú n
empleo, la tentación ele asegurar el provenir de un campo abierto al progreso y cierto re gusto de aventura romántica .
En los diez años de vigencia del telégrafo óptico nunca faltaron los candidatos, y
puede calcularse que fueron más de mil personas las implicadas en los escalones operativos (jefes de sección, torreros y ordenanzas) . Muchos de ellos siguieron en la telegrafí a
eléctrica, pero un número elevado no pasó nunca de torrero .
C LAI)I) ACLI AI . I)1 . LA TORRE N ." 21 DE LA LINFA DE IRI IN
EN "I'ARIEGO, PALENCIA .
La extracción de este personal se hizo, sobre todo, entre licenciados del ejército .
Soldados, cabos y sargentos que habían combatido en las guerras carlistas o en las múlti ples revueltas de la época . En los últimos tiempos pueden encontrarse algunos hijos d e
jefes y cadetes de Academias militares que ingresaban muy jóvenes, seguramente teniendo ya a la vista la telegrafía eléctrica o como paso previo para otros destinos .
Me gustaría ser capaz de hacer aquí un retrato que representara fielmente a uno d e
aquellos torreros, pero ni ellos respondían a un patrón único, ni los datos disponible s
van más allá de la simple anécdota, ni, sobre todo, mis facultades están a la altura necesaria . Por tanto, este capítulo se limitará a presentar algunos de los datos recogidos en e l
curso de un apresurado repaso de los expedientes personales de torreros y ordenanzas .
Quiero subrayar la extraordinaria suerte que supone para el que intenta acercarse a est e
tema el que los Archivos de la Dirección General de Correos y Telégrafos conserven in tactos los expedientes personales, no sólo de los telegrafistas de larga vida profesional ,
sino también de los torreros, ordenanzas, alumnos y aspirantes de una época que se h a
considerado siempre como pretelegráfica, incluso de aquellos que sólo sirvieron uno s
pocos meses o días, hace ya más de 140 años . Buena parte de lo escrito hasta aquí se h a
apoyado en esos Archivos y especialmente lo que sigue .
En los expedientes de los torreros de los primeros tiempos se observa la poca claridad de ideas sobre lo que podía ser la profesión . Así pueden encontrarse personajes qu e
alegan como méritos haber sido telegrafistas de los telégrafos del General Santa Cruz, e n
la campaña del Norte, mientras otros alegan ser «agentes de Protección y Seguridad Pública»; unos entienden que sus méritos son haber sido espías que habían ayudado a desarticular conspiraciones carlistas y otros son expulsados, precisamente, por actuar como espias dobles, a favor y en contra del General Zurbano . . .
En general, se da en ellos una mezcla de espíritu militar y formación cultural qu e
les hace aspirar a hacer carrera en la vida civil, ya que no pueden hacerla en el ejército .
77
Alguno hay que resume en sí mismo todo un cliché de la azarosa vida de la época : ,< . . .
hallándose estudiando segundo año de filosofía en la Universidad de Valencia, su familia, con el fin de que siguiera los estudios, le contrató un sustituto, el que, después d e
sustentarlo algunos meses y de recibir parte de la cantidad contratada, se desertó a l a
facción, dejando al exponente en la crítica situación de tener que abandonar la carrer a
literaria e ingresar en la de las armas . Esta situación era tanto más angustiosa para el re currente cuanto que antes, había entregado su familia una suma respetable para rescata r
a su padre del secuestro que le impuso el General carlista Cabrera, sin más motivo n i
pretexto que el alegado por dicho General de que todos estaban obligados a contribui r
con sus bienes para el sostén de la guerra . En la Milicia ascendió a la clase de Sargent o
1 ." y sirivió con honradez, hasta que fue licenciado por cumplido en 1844, 1 .
Había también alguna biografía que se salía del perfil general . Por ejemplo, la del
torrero de Olmedo, que deseando pasar en enero de 1853 a la escuela de telegrafía, des cribe así sus méritos :
<Ha seguido hasta su terminación la carrera de Leyes en la Universidad de Sevilla ,
hallándose incorporado en los colegios de ahogados de dicha ciudad, y el de esa corte ;
que por su desgracia, falta de protección y de colocación en su clase, ha preferido servi r
en este honroso cuerpo, a mendigar como muchos de los de su noble profesión entre
sus amigos y conocidos ; que como preliminar a esta carrera cursó tres años de instituciones filosóficas, estudiando en ellos lógica, física, metafísica y ética, habiendo tomad o
el grado de bachiller en dicha facultad ; que por separado ha estudiado cuatro años de filosofía superior, siendo uno de éstos de química, otro de matemáticas y dos d e
botánica»2 .
A pesar de ello, este torrero no llegó a ingresar en la escuela, y al cabo de un añ o
de espera dimitió de su puesto, seguramente para pasar a una colocación más acord e
con su formación .
SITUACIÓN ECONÓMICA
Los primeros torreros fueron contratados por 270 reales mensuales . En septiembre de
1845 se fijaron los sueldos de acuerdo con las categorías que establecía el Reglament o
recién aprobado .
Torreros de 1 ." Clase
3 .600 reales anuale s
Torreros de 2 ." Clase
3 .240 reales anuale s
Torreros de 3 ." Clase
2 .880 reales anuale s
Ordenanzas
2 .160 reales anuale s
Clase
Es decir, 10, 9, 8 y 6 reales diarios, respectivamente . Los alumnos recibían la paga
de ordenanzas mientras duraba el aprendizaje .
' Expediente personal de Antonio Mas, escrito so licitando ingresar en la Escuela Eléctrica, en diciembre de 1854 .
2 Expediente personal de Julián Pardo, escrito e n
enero de 1853 .
78
En el Diccionario geográfico de Madoz se puede comprobar que los sueldos de 6 a
8 reales diarios los cobraban los obreros textiles catalanes o los jardineros, carreteros y
podadores de Madrid, mozos, porteros, cordeleros, etc . Es decir, eran sueldos d e
jornalero pero con la ventaja, por parte de los torreros, de que tenían asegurado el co -
bro de todos los días del mes, incluidos los festivos (que para ellos no lo serían, al tene r
que mantener permanente el servicio) .
Los Oficiales de Sección, que también deben incluirse en el grupo de los torreros ,
ya que era de entre éstos de donde se reclutaban, cobraban 6 .000 reales, los de 1 ." clase
y 5 .000 reales los de segunda .
En el mismo año de 1844 ' se establecieron los sueldos para la Guardia Civil, que eran :
Sargento 2 .° de caballería
4 .015 reales anuales
de infantería
3 .65 0
Cabo
1 .° de caballería
3 .83 2
de infantería
3 .46 7
Cabo
2 .° de caballería
3 .650
de infantería
3 .28 5
1 .° de caballería
3 .467
"
Guardia
"
Guardia
de infantería
3 .10 2
2 .° de caballería
"
3 .28 5
"
de infantería
2 .920
"
"
"
Comparando los sueldos de los torreros con los de la Guardia Civil, puede vers e
que los Oficiales de Sección estaban algo mejor retribuidos que los sargentos, y los torreros se correspondían con los cabos segundos . Dado que la procedencia de los torre ros y los guardias civiles era la misma, la ligera ventaja económica a favor de los prime ros puede, quizá, explicar la abundancia de candidatos al telégrafo .
En la misma época un oficial tercero de quinta clase (la última categoría de la Administración), cobraba 4 .000 reales . Un capataz de presidio 3 .000, y el sueldo de un ministro era de 120 .000 reales' .
Los sueldos de los torreros eran, habitualmente, menores que la asignación presupuestaria, porque había que descontar siempre alguna partida . Por ejemplo, el uniforme
obligatorio era muchas veces comprado a plazos al sastre, y la Administración se encargaba de descontar mensualmente la cantidad estipulada ; las multas por faltas en el servi cio eran también un descuento corriente (una falta en la transmisión podía costar un dí a
de haber, estropear una cuartilla, algunos maravedíes) ; también se descontaban, eventualmente, cantidades para auxilios mutuos, etc .
El uniforme se componía de levita, chaleco, pantalones y gorra y su precio podí a
variar, pero siempre superaba la paga de un mes . En Barcelona, en 1851, le cobraron a
un torrero 456 reales, descontándole 60 reales mensuales . Otra cuenta, también de marzo de 1851, da los precios unitarios de las prendas de uniformes : levita, 214 reales ; pan talón 80 (encargaban dos) ; gorra 60 y chaleco 28 reales .
La vida que los torreros estaban obligados a vivir, muchas veces alejados de la familia, en torres apartadas de los pueblos, forzaba todavía más su situación económica .
Muchos años después, recordando en la Revista de Telégrafos la vida en la torre del Cerro de los Ángeles (n.° 2 de la línea de Andalucía), decía uno de los torreros : «El aislas
La Gaceta de Madrid, de 16-10-1844 .
miento de aquel lugar y el mezquino sueldo que disfrutábamos hubiera hecho imposibl e
La Gaceta de Madrid, de 1-1-1844.
la estancia en aquel punto si Del Río (nombre del compañero que recordaba en su escri 79
to), con algunos fondos que trajo de su casa y hasta empeñando sus efectos en Madrid ,
no hubiera atendido a la subsistencia de casi todos» .
La paga no siempre llegaba puntualmente en una época de frecuentes cambios d e
Gobierno, y cuando la máquina administrativa del Estado estaba en pleno proceso d e
constitución . La serie siguiente corresponde a las fechas de cobro de haberes en la Comandancia de Madrid (es decir, sin que hubiera retraso por el traslado de fondos) :
Sueldo de junio de 1850
julio
"
"
'
19 de agosto .
agosto
19 de septiembre .
septiembre "
15 de octubre .
octubre
20 de noviembre .
noviembre "
22
diciembre
25 de enero de 1851 .
enero de
"
Cobrado el 19 de julio .
de diciembre .
18 de febrero .
1851
febrero
8 de marzo .
marzo
1 de abril .
abril
2 de mayo .
mayo
5 de junio .
junio
28 de junio .
julio
1 de agosto .
agosto
1 de septiembre .
septiembre . "
1 de octubre .
octubre
"
noviembre "
31 de octubre .
1 de diciembre .
Y muestra que, mientras en 1850 se cobraba con más de mes y medio de retraso ,
1851 fue ya un año completamente normalizado' . Pero esto no era lo corriente, sobre to-
do en las torres alejadas de Madrid .
Por ello es frecuente encontrar documentos sobre deudas, a veces por cantidade s
muy pequeñas, en los expedientes personales de los torreros . Por ejemplo, al torrero de
Villazopeque (torre n .° 25 de la línea de Irún) le fiaban en el pueblo de Pampliega 29
reales por una semana . (Los 29 reales eran la suma de : un cortaplumas, 10 reales ; un ce pillo, 6 ; unas tijeras, 5 ; unas medias de estambre, 7, y una petaca, 1 .) No pagó la deuda a
tiempo y la reclamación sobre ella le siguió a su nuevo destino . Un maestro reclamaba
30 reales por las clases a los hijos de un torrero durante dos meses, etc .
Algunas veces la muerte ponía al descubierto el esquema económico de alguno de
aquellos torreros . En Esplugas de Llobregat, muy cerca de Barcelona, el torrero de la torre n .° 59 murió en 1851 de pulmonía fulminante, y la Administración se hizo cargo d e
sus deudas, según este detalle :
— Cuatro panes, a 15 cuartos
— Nueve cajetillas de tabaco, a 6 cuartos
' Revista de Telégrafos . de 11-3-1863 .
6 Expediente personal de santos Gracia .
80
Componer zapatos
— Carne para comer
7 reales y
6
12
20
2 mavds .
12
"
10
"
— Café y licores
39 6
„
— Comestibles
35
„
29
290
„
— Ataúd
36
„
— Funeral
52 , ,
— Dinero prestado
„
De la cuenta podría deducirse, quizá, que el torrero en cuestión gastaba más en café y licores que en carne y, también, que el funeral debió ser bastante solemne, ya qu e
costó el equivalente de una semana de sueldo del finado' .
FATIGAS Y PRIVACIONE S
Pascual Madoz opinaba que la decisión de emplear a los militares que se licenciaban e n
Telégrafos era una disposición importantísima y transcendental, no sólo porque así s e
daba acomodo digno a los veteranos, sino “porque no hay ningún servicio más análog o
al militar que el telegráfico, por los hábitos de subordinación y disciplina que exige, y
por las fatigas y privaciones que le son inherentes ' .
Efectivamente, el estar acostumbrado a las fatigas y penalidades de la guerra civi l
es lo que les hacía personas idóneas para aguantar las, posiblemente, peores condiciones del servicio de las torres .
Suárez Saavedra, Rodríguez Maroto y otros pocos que han escrito sobre la durez a
de la vida de los torreros, han citado, como ejemplo de esta dureza, la historia relatad a
en la revista francesa L' Illustration, narrando las desventuras de un telegrafista óptic o
en el desierto de Argelia . Sin embargo, habría sido fácil para el primero de ellos, que ingresó en Telégrafos en plena vigencia de la telegrafía óptica, aportar detalles tan dramáticos como los del artículo en cuestión preguntando a sus propios compañeros .
En una época en la que los bandidos, el cólera, las asonadas y los movimientos revolucionarios constituían la imagen del país, no cuesta mucho imaginar que los desfilade ros de Pancorbo y Echegárate en la línea de Irún ; los casi desiertos parajes de los lindero s
de Cuenca y Valencia ; los agitados pueblos carlistas del bajo Ebro y la Cataluña ultramon tana de los matiners, en la línea de Barcelona ; el paso de Sierra Morena y la travesía d e
La Mancha en la línea de Andalucía, eran lugares donde el vivir era ya una heroicidad .
No se trataba solamente de que cada torre tuviera que ser un fuerte militar, ya qu e
esto formaba parte del quehacer profesional, tal como se entendía en la época . Lo qu e
hacía más dura la vida de los torreros era el hecho de que no eran militares en campaña ,
sino civiles que intentaban asentarse con sus familiares y tenían que hacerlo en pueblo s
donde la vida era, las más de las veces, miserable . Porque, como ya se ha dicho, aunqu e
se buscaba establecer las estaciones en los propios núcleos urbanos, y aunque alguna s
coincidían con pueblos de alguna importancia (Olmedo, Tarancón o Aranjuez, po r
ejemplo), la mayoría de ellas estaban en descampado, y muchas en lugares aislados e inhóspitos, sin médicos ni boticas e, incluso, sin posibilidades de alojamiento .
'
Expediente personal de José Esteban.
8
Diccionario Geográfico, artículo «Madrid...
Este tipo de vida era mucho más penoso si se juntaba con épocas de epidemia o
coincidía con lugares de enfermedades endémicas o de climas rigurosos e insanos . E n
81
los expedientes personales de los torreros aparecen constantemente dramáticos reflejo s
de aquellas circunstancias : el torrero de la torre n ." 14 de la línea de Andalucía, situad o
en el Pozo de los Franceses, tuvo que "retirarse de esta estación al pueblo de Turleque ,
donde se halla enfermo de alguna gravedad, con calenturas, dos sangrías y delirante» ; el
jefe de la sección que tenía su cabecera en Bruñola (Gerona), solicitaba su traslado, y a
que «padeciendo su esposa fuertes dolores a consecuencia de un parto difícil y peligro so, su curación no es fácil en este pueblo de su residencia por carecer en él, no tan sól o
de facultativos, sino también de alimentos y medicamentos» ; otro jefe de sección preten de también el cambio de la cabecera de la misma porque «no habiendo podido encontrar casa en aquel pueblo (Fuencaliente), ni teniendo esperanzas de conseguirlo por es tar todas ocupadas " , no tiene dónde alojarse ; el torrero de Las Rozas, a 18 kilómetros d e
Madrid, argumentaba que «hallándose sufriendo una fiebre, o sea tercianas, y viviend o
en un pueblo que carece de recursos que un enfermo necesita, y hasta de botica . . .", l e
era preciso desplazarse a Madrid . Más o menos lo mismo solicitaba otro torrero destinado en Turleque y que «habiendo estado enfermo diez días con una fuerte hinchazón e n
el vientre y, desapareciendo ésta, se le ha fijado un dolor en el pecho izquierdo, que co n
frecuencia le priva de la respiración por la fuerza de la tos, siendo su terminación arroja r
sangre por la boca ; y no estando dotados estos pueblos más que con cirujanos sangra dores, careciendo de boticas, solicita de S . E . le conceda ocho días de licencia para aten der a su curación en uno de los puntos de Aranjuez, Valdemoro o Madrid» . Y así podrí a
seguirse con testimonios de prácticamente todas las líneas .
Otro factor de penosidad lo constituía la situación de las propias torres que, inclus o
las más próximas a los pueblos, estaban normalmente en cerros a los que se ascendí a
trabajosamente, y los torreros debían iniciar su servicio media hora antes de la salida de l
sol, dejándolo al anochecer. Quiere decirse que el solo hecho de acudir a la torre era do blemente trabajoso, por su situación y por tener que hacerlo de noche . El pueblo de
Fuencaliente, por ejemplo, está en la cota de 700 metros y el telégrafo Puerto Viejo en l a
cota de 1 .228 metros y a una distancia, a vista de pájaro, de más de cinco kilómetros ,
que serán lo menos ocho por caminos de montaña . Dormir en la torre y hacer los relevos a mediodía era la solución que solía adoptarse, pero ello sólo evitaba el tener qu e
realizar de noche el trayecto no la penosa ascensión .
Uno de aquellos esforzados pioneros describía, en una instancia a la Reina, la dure za del servicio telegráfico «tan activo como penosísimo por la situación topográfica que ,
generalmente, ocupan las torres, y en el que, amén de las privaciones sufridas, llegó e l
que habla, Señora, a perder más de una vez su robusta, y hasta entonces no quebranta da, salud», y «el que habla» era un aguerrido Sargento 1 .° que había estado más de cinco
años en el ejército y tomado parte en múltiples acciones de guerra' .
LOS FALLECIDOS Y LOS AUXILIOS MUTUO S
Quizá como consecuencia lógica de ello la lista de torreros fallecidos es notable (entr e
Expediente personal de José María Carreira .
82
30 y 40 en los diez años del telégrafo óptico, sin contar los ordenanzas) . Las causas de l a
ACTA DE SOCORROS MUTUOS QUE INDICA LAS CANTIDADES
CON QUE CONTRIBUÍAN DESDE LOS OFICIALES A LO S
ORDENANZAS .
r
'
. i,,,
lf
aló;
C"
,,„ 3
~ürf, '. . ..
,,_ ,
. .. .. .
.
~>
/
i!-e
¡ I /i/ l 3
/ii ~/ mo l /. r.
l
3
G>>
J
6 J~
..
e'-, -,.,
J
tes.
tes!
y. /%
/C/
muerte son achacables, casi siempre, a la vida insalubre a que obligaba la permanenci a
de muchas horas en las torres . Los ejemplos abundan :
— En 1848, después de 17 meses de residencia fija en la torre n .° 39 de la línea d e
Irún, en Mezquia (Álava), murió el torrero que padecía «una afección interior radicad a
en el pecho», «sufriendo la influencia de un clima estremadamente frío» .
— En 1851, en la torre n .° 59 de la línea de Barcelona, falleció el torrero a causa de
una pulmonía fulminante .
83
– En 1855, el torrero de la torre n .° 53 de la línea de Andalucía, Corregil, cerca d e
Lebrija, falleció de »calenturas biliosas» .
Y bastantes más que podrían recogerse, algunos muertos por el cólera, otros ataca dos continuamente de calenturas, etc .
También hubo un torrero muerto por un rayo . Fue en abril de 1854, en la torre n . °
8 de la línea de Barcelona, en La Atalaya . Estando el torrero de servicio el 15 de abril ,
entre la una y las dos de la tarde, -fue víctima por una exhalación (vulgo centella) qu e
introduciéndose por la mira que da a la colateral 09, tocó todo el hombro izquierdo d e
aquel infeliz, dejándose conocer, la rodeó pasando por sobre el pecho y despidiéndos e
por debajo del brazo derecha» . A este torrero se le hicieron, por parte del pueblo de Villarejo de Salvanés, especiales honras fúnebres 10 .
Esta frecuencia de fallecimientos hizo comprobar repetidamente a los torreros la situación de miseria que afligía a las familias de sus compañeros desaparecidos y ello di o
lugar a que, en julio de 1852, se creara una Asociación de Auxilios Mutuos, para socorrer, tanto a las viudas y huérfanos, como a los torreros que quedaban inútiles para e l
servicio .
Al auxilio mutuo contribuían, sin distinción, oficiales de sección, torreros y ordenanzas, con medio día de haber para cada ayuda, y no había diferencia de cantidade s
por la categoría del fallecido . La asociación parece que era voluntaria, pero se pued e
comprobar que en 1852 casi la totalidad de los torreros y oficiales estaba asociada, disminuyendo el número a medida que se iba extendiendo la telegrafía eléctrica y desapareciendo en 1855 .
Las cantidades que por este motivo se entregaban a los deudos de los fallecidos variaba según la época, siendo máximas en 1852 (la mayor de las que se han comprobado
fue de 2 .509 reales) y mínimas en 1855 (la menor comprobada fue de 564 reales) .
VIDA DE ANACORETA S
La dotación teórica de una torre era de dos torreros y un ordenanza . El servicio estab a
dividido reglamentariamente en turnos (cuatro turnos), pero a veces había un solo torre ro que cubría toda la jornada . Lo normal era que los dos torreros, que habitualmente tenía cada torre, estuvieran veinticuatro horas seguidas de servicio (desde las doce de mediodía de un día a las doce del mediodía siguiente), durmiendo en la torre . Dormir en l a
torre no estaba previsto en el Reglamento, pero lo exigía la Dirección General (por l o
menos en 1852), y algún torrero tuvo problemas por dejar la torre para dormir en su alojamiento .
En la mayor parte de las torres muy apartadas de los núcleos de población, los torreros vivían en ellas, puesto que eran amplias, pero estaba prohibido por el Reglamento que su familia lo hiciera también : «Las mujeres y familias de los torreros no podrán ha bitar en los telégrafos ni entrar en ellos bajo ningún pretexto ; los torreros que infringieren esta disposición serán despedidos, (art . 12 del Reglamento interior) .
10
Expediente personal de José Ferrat .
84
Sin embargo, a veces, parece que se toleraban algunas excepciones . Por ejemplo ,
en 1851, la familia de los torreros de la torre n ." 24 de la línea de Andalucía Cerro de l a
Posadilla, cerca de Argamasilla, vivían en la torre porque había cólera en el pueblo .
El mobiliario y utensilios reglamentarios de una torre dan idea del concepto espartano que se tenía del servicio . Rodríguez Maroto lo describe así : «Para darse cuenta de l a
austeridad del interior de una torre, he aquí la relación de su utensilio y el valor que al
mismo se concedía, según documento fechado en 23 de julio de 1849 : dos tubos de hoj a
de lata para las minas, de 30 a 40 reales ; un armario para los anteojos, de dos cuerpos ,
con cerradura y llave, de 100 a 160 reales ; tres sillas, a nueve reales aproximadamente ,
de 27 a 33 reales ; una bomba de cristal con guarnición de latón, de 50 a 65 reales ; una
pala de hierro con mango de madera, de 36 a 45 reales; un cogedor de basura, de madera, de 16 a 20 reales ; una caja o brasero de hierro con badila, de 38 a 70 reales ; una tinaj a
con pie y tapadera, de 28 a 50 reales ; un cántaro para agua, de 2 a 3 reales, y un armer o
para cinco carabinas, de 60 a 95 reales . Tan parco mobiliario se aumentaba, cuando la s
torres se hallaban situadas en capitales de provincias, con tres sillas, y se mejoraba, po r
cuanto las sillas como la mesa eran de precio algo más elevado»" .
Para completar el cuadro de la vida de las torres puede servir una relación de gas tos, denominaba cuenta del utensilio, que se llevaba en cada torre para atender a s u
mantenimiento .
En el año 1854 y en la torre n . " 13 de la línea de Barcelona, en el pueblo de Montalvo, en la provincia de Cuenca, el detalle de los gastos incluía :
«a) Gastos de escritorio
— varias partidas de papel, compradas como "mano" a 3 reales o a 2 reales y 1 7
maravedíes (un real equivalía a 34 maravedíes), "pliego", a 4 maravedíes, "cuadernillo" a
16 maravedíes ;
— varias obleas, sin especificar cantidad, pero que durante todo el año importaro n
2 reales y 7 maravedíes . Las obleas se empleaban para cerrar los pliegos a modo d e
lacre ;
— diez plumas, a 6 maravedíes cada una ;
— media libra de polvos (empleados para secar la tinta de los escritos), que costa ron 20 maravedíes ;
— un almanaque, cuyo importe fue de 1 real y 26 maravedíes .
b) Gastos de conservación de la torre
— "al maestro herrero por componer la cigüeña y dos fijas, según recibo", 1 1
reales ;
— "por la tierra amarilla que trajo el zagal del correo, cuyo importe se entregó al estafetero de este pueblo", 3 reales ;
" E . Rodríguez Maroto, Pequeña historia de la Telecomunicación española.
— "por el betún que se hizo para la azotea", un real y 18 maravedíes ;
— "por la tela de la almohada para la silla del volante", 2 reales y 20 maravedíes .
85
c) Gastos de supervivencia
– dos a tres libras de aceite al mes, cada libra costaba 2 reales y 24 maravedíes (el
aceite se supone que era para las lámparas, aunque también se verá que había algun a
sartén . . . ) ;
– "algodón para la luz", es decir, mecha, una vez al año, por importe de 8 maravedíes ;
– varias cajas de cerillas, a 4 maravadíes la unidad ;
– tres "cargas" de agua al mes, a 24 maravedíes la carga ;
– dos cargas de carbón, una en febrero, de 32 arrobas, a 31 cuartos de arroba, y
otra en noviembre, de 42 arrobas, a 30 cuartos la arroba (el cuarto equivalía a 4 maravedíes) ;
– "bayeta e hilo para los capotes y su compostura", 13 reales y 8 maravedíes ;
– dos asientos "ensogados", por 10 reales ;
– un vaso de cristal, 2 reales ; un plato, 16 maravedíes ; una jarra para agua, 1 real y
10 maravedíes ; compostura de la sartén, 24 maravedíes ; dos escobas, una a 12 maravedí es y otra a 16 ;
– lavar la toalla costaba 12 maravedíes~> .
MOVILIDAD EN LOS DESTINO S
La movilidad de los torreros (y también, de los ordenanzas y jefes de sección) en su s
destinos era un factor más que contribuía a endurecer la vida civil de unos hombres que ,
a veces, tenían que cambiar de residencia cada mes .
No es raro ver una sucesión de traslados como los que se detallan a continuación y
que corresponden a cuatro torreros que ingresaron en dos momentos diferentes : unos
entre 1845 y 1846, antes de la entrada en servicio de la línea de Irún, y los otros entr e
1849 y 1850, al iniciarse la segunda etapa de la organización, con la entrada en servici o
de las líneas de Barcelona y de Andalucía .
TORRERO 1 .°
Fecha
Septiembre 184 5
Mayo 184 6
Junio 184 6
Enero 184 7
Mayo 185 0
Julio 185 1
Julio 185 1
Enero 1853
86
Destino
Torre 3 Irú n
Torre 8 Irú n
Torre 46 Irú n
Torre 47 Irú n
Torre 12 Andalucí a
Torre 13 Andalucí a
Torre 16 Andalucí a
Torre 29 Andalucía
TORRERO 2 .°
Fecha
Mayo 184 6
Junio 184 6
Mayo 184 7
Mayo 184 7
Agosto 1847
Julio 1848
Abril 185 0
Marzo 185 2
Diciembre 1854
Julio 1855
Destino
Torre 30 Irú n
Torre 37 Irú n
Torre 38 Irú n
Torre 35 Irú n
Torre 29 Irú n
Torre 30 Irú n
Torre 31 Irú n
Torre 33 Irú n
Torre 31 Irú n
Torre 31 Andalucía
TORRERO 4 .°
TORRERO 3 .°
Fecha
Noviembre 1849
Noviembre 1849
Junio 185 0
Junio 185 0
Septiembre 185 0
Marzo 185 2
Abril 185 3
Diciembre 185 3
Enero 185 5
Octubre 1855
Destino
Torre 28 Irú n
Torre 27 Irú n
Torre 34 Irú n
Torre 33 Irú n
Torre 32 Irú n
Torre 31 Irú n
Torre 47 Irú n
Torre 44 Irú n
Torre 26 Irú n
Torre 27 Irún
Fecha
Octubre 185 0
Febrero 185 1
Marzo 185 1
Abril 185 1
Septiembre 185 1
Octubre 185 1
Noviembre 185 1
Noviembre 185 1
Julio 185 2
Octubre 1854
Destin o
Torre 9 Andalucía
Torre 11 Andalucí a
Torre 20 Andalucí a
Torre 58 Andalucí a
Torre 57 Andalucí a
Torre 58 Andalucí a
Torre 53 Andalucí a
Torre 58 Andalucí a
Torre 57 Andalucí a
Torre 54 Andalucía
A partir de 1855 los torreros de la línea de Irún eran obligados a trasladarse a la línea de Andalucía, ya que la línea eléctrica llegaba ya a Irún . El procedimiento para escoger a los que debían cambiar de destino variaba según lo decidían en cada Comandancia . Las alternativas que proponía la Dirección General eran : antigüedad en la división o
por sorteo general . En mayo de dicho año se cursó a los Comandantes de Valladolid ,
Burgos y Vitoria la siguiente circular : ,‹Siendo preciso que el exceso de personal qu e
existe en esa división cubra las vacantes que ocurran en las demás líneas ópticas ; no
siendo posible conciliar los intereses de todos los individuos con las apremiantes exigencias del servicio, y siendo indispensable acudir a éstas sin pérdida de tiempo ni excusa alguna, se hace preciso que a la mayor brevedad y por medio de los oficiales d e
Sección lo haga V . entender al personal de esa división para que opten, para el nombra miento de los que hayan de ser destinados a otras, por uno de los dos medios siguientes : o por antigüedad en la división o por sorteo general entre todos los individuos de l a
misma, siempre que ocurra la necesidad de que sean destinados a otra distinta, dándome parte inmediatamente del cumplimiento y resultado de esta orden ; en la inteligenci a
de que una vez nombrado un individuo cualquiera por el método definitivo que haya d e
adoptarse, marchará inmediatamente a su destino, entendiéndose, de no hacerlo así ,
que renuncia a él, y siendo en consecuencia baja definitiva en el Cuerpo'" .
Para la mayoría era mejor el sistema de antigüedad, y esto dio lugar a varias renuncias de torreros que no estaban dispuestos al traslado (que solía ser a la línea de Andalu cía), a pesar de que la telegrafía eléctrica estaba ya a la vista y la mayoría aspiraba a pasar a la Escuela para aprenderla .
Los cambios frecuentes de residencia y el vivir apartados de la familia provocaba n
además la adopción de un cierto estilo de vida bohemia que se manifestaba en múltiple s
facetas . Por ejemplo, ya se ha dicho que las deudas no saldadas, aunque fueran peque ñas, les perseguían de destino en destino ; pero a veces las reclamaciones tenían otro cariz : torrero hubo, por ejemplo, al que siguió una mujer casada y en el escándalo que ell o
ocasionó intervinieron los alcaldes y aun el gobernador civil de la provincia . Otras veces
el cambio de destino producía otras complicaciones . Así ocurrió cuando el hijo de un to 12
Expediente personal de Nicolás Escribano.
rrero que, siendo menor de edad, había sentado plaza en el ejército y luego había deser87
tado ; fue apresado y la Guardia civil lo llevó con sus padres, pero éstos habían ya cambiado de residencia y la Guardia civil, de pueblo en pueblo, de cárcel municipal en cárcel municipal, iba conduciendo al joven, hasta que al llegar a Madrid, el Inspector, qu e
actuaba de Jefe de la organización telegráfica, decidió que aquello no era decoroso par a
los telegrafistas y consiguió que la Guardia civil se lo entregara . El desertor fue llevado
hasta sus padres conducido por los ordenanzas de torre en torre .
DISCIPLINA Y PATERNALISM O
La vida dura de «fatigas y privaciones», como decía Pascual Madoz, se completaba ( y
agravaba) con los «hábitos de subordinación y disciplina» que se exigían . Suárez Saavedra dice que «la más severa disciplina» estaba inspirada por el sentimiento militar de lo s
autores del Reglamento . Puede que ésta fuera la causa, pero los ejércitos de la época, d e
revolución en revolución, no parece que fueran un modelo de severa disciplina . Sea como fuere, lo cierto es que la disciplina era, efectivamente, muy severa y la expulsión de l
servicio era un procedimiento expeditivo empleado abundantemente . También la postergación para los ascensos, el rebaje de categorías y las multas eran mecanismos habituales para mantenerla .
Las faltas en el servicio de transmisión solían saldarse con multas y rebaje de categoría . Había multas, incluso, por estropear una cuartilla de papel . Muy raramente se llegaba a la expulsión por faltas en el servicio de transmisión .
En cambio, como se ha visto al tratar de la ordenación, a la profunda subordinación a los superiores y al decoroso comportamiento se le concedía una especial importancia y estos dos conceptos fueron los que dieron más motivos para decretar expulsiones .
Desde 1845 a 1857 cesaron en el servicio telegráfico 339 torreros (sin contar los ordenanzas, ni los alumnos en prácticas que no aprobaron) . De ellos 122 fueron expulsados, 181 dimitieron y 36 fallecieron . Muchos de los que dimitieron lo hicieron porque n o
estaban dispuestos a cumplir una orden de traslado .
En las expulsiones puede encontrarse todo tipo de motivos : insubordinación co n
diferentes matices, peleas entre compañeros, apropiación de dinero, borracheras con escándalo público en el pueblo, etc . Algunas son pintorescas . Por ejemplo, a un torrero le
expulsaron por haber permitido la entrada de paisanos en la torre ; a otro por haber llevado a una prima suya a parir a la estación donde servía ; a un tercero por «haber abandonado su destino y marcharse a jugar al billar . . .» .
No obstante, a pesar de la dureza que se desprende de la vida de los torreros, pare ce que existía entre ellos, y entre ellos y sus jefes, una relación personal bastante cálida ,
sobre todo entre los contratados en los primeros tiempos, y ello se refleja, por ejemplo ,
en la actitud paternalista que adoptaba la Dirección al tratar el tema de las deudas, qu e
muchas veces avalaba o se encargaba de cobrar a plazos . En los escritos que los torrero s
dirigen al Director General son encabezamientos corrientes las expresiones «Mi venera do Jefe y señor, «Mi venerado protector», «Mi venerado Brigadier», etc .
88
Quizá el oficio de un torrero, jefe de sección, al Director General dándole cuent a
del nacimiento de su hija refleje la impresión que aquí se quiere resaltar : «Excmo . Sr . :
Hallándome en marcha para mi nuevo destino, donde V . E . ha tenido a bien destinarme
ha dado la causalidad que a mi Señora le dieron dolores de parto en el camino y vino a
parir al pueblo de Fuentidueña de Tajo, una niña, otra servidora a quien V .E . puede
mandar ; por tanto espero del benigno corazón de V . E . se sirva dispersarme unos días
de mi presentación en la escuela hasta que mi Señora se pueda poner en marcha, qu e
será lo más pronto posible . Dios guarde a V. E . muchos años»" .
LOS OFICIALES DE SECCIÓ N
Los oficiales de sección tenían, si cabe, una vida todavía más dura que los torreros ,
puesto que tenían a su cargo la vigilancia de una sección, que, normalmente, se componía de cinco torres, que debían visitar continuamente . Para que esta visita les fuera má s
fácil era conveniente que su residencia estuviera en el punto central de la sección, cuy o
recorrido podía tener fácilmente 50 ó 60 kilómetros .
A veces no existía ningún pueblo en el centro de la sección, y si existía no era posible vivir en él y era necesario adoptar otra residencia situada menos centrada, con l o
que los recorridos del oficial de sección tenían que ser más penosos .
Una descripción de lo que podía suceder aparece en el escrito del Comandante d e
Ciudad Real, de la línea de Andalucía, al Inspector encargado de la Administración central: «El Oficial encargado de la 6 ." sección me participa, con fecha 17 del actual (abril de
1855) que no habiendo podido encontrar casa en Fuencaliente, ni teniendo esperanza s
de conseguirlo por estar todas ocupadas, y teniendo que llevar consigo a su familia, sól o
pudiera tener esto lugar fijando su residencia en Cabezarrubia, a cuyo punto corresponde la estación n .° 27 .
»Dicha sección se compone de cinco torres, desde la 27 a la 31, ambas inclusive, y
en todo el trayecto de la línea que forma no hay más poblaciones que Cabezarrubias ,
entre la 27 y 28, más cerca de la primera, Ventillas, lugar de unas veinte casas, cerca d e
la 28 y, por último, Fuencaliente en el centro de la Sección, a cuyo término correspond e
la estación n .° 29 .
»En opinión de esta Comandancia, la conveniencia del servicio exige que la residencia del oficial de la 6 ." sección sea lo más céntrico posible de la misma, sin perjuici o
de lo que V . S . determine, si encuentra medio de conciliar con la conveniencia del servicio la conveniencia del oficial» .
En este caso se accedió a que el Oficial fijara su residencia en Cabezarrubias, con l o
que se facilitaba la instalación de la familia, pero la distancia entre su punto de destino y
la torre n .° 31 era, como puede verse en el mapa, de unos 55 kilómetros a vista de pájaro, lo que debía suponer, por lo menos, 100 por caminos de plena sierra . La torre n ." 2 9
estaba situada en la cota de los 1 .228 metros, la n .° 28 en la cota de los 1 .118 metros . To davía en los mapas actuales aparece una senda de Cabezarrubias al telégrafo óptico ,
"
Expediente personal de José Dalmau .
abriéndose paso por la montaña .
89
EL I'ASO DE SIERRA MORENA, UNO DE LOS TRAYECTOS NI \
DI ROS DE LA RED DE TORRES .
Vitl,
de l
Pozo
Corral de C
Cabeaaradoi
V Vccta,a
Mina de ta
lbundancia
soa
Santiapos
Meatanz a
Conau~ata~':
Cerro de
las O.a a
Fanunareje
Escancies
Senrlela
1ro Abad
;~.
PA
ans z
---,-.i _:.
Si hubiera podido fijar la residencia en Fuencaliente, está claro, a la vista del mapa ,
que era mejor para la conveniencia del servicio, como dice el Comandante de Ciuda d
Real, y para el propio interesado, que no se habría visto obligado a tan largos recorridos .
El viaje debían realizarlo a pie o a caballo . A partir de un determinado moment o
fue obligatorio disponer de caballo propio . Alguno de ellos pedía ayuda para compra r
su caballo, alegando que en un año se le habían muerto dos . La ayuda era un anticip o
de 800 reales, que puede suponerse sería el coste de un caballo en Arganda del Rey e n
1850 . (Sin embargo, en 1848, por el mismo motivo, otro oficial destinado en Campajares ,
en la provincia de Burgos, pedía un anticipo de 1 .500 reales) .
90
. .r a
~
V. La sociedad y el telégrafo
óptico
Domingo 4 de Mayo de 4834.
EDUCACION.
AGRICULTURA.
ArlK,, . l .°
Desde su mismo nacimiento, la palabra telégrafo se asoció a la idea de progreso, y es a
asociación se mantuvo durante todo el siglo XIX .
A veces, sobre todo en los primeros tiempos, la asociación era un tanto borrosa y l a
idea del telégrafo se ligaba al anteojo, al catalejo que usaban los torreros para ver e l
mensaje de la otra torre . Así, un periódico de aquella época escribía : «al situar nuestro te légrafo en la eminencia de esta alta y dilatada roca, no llevamos otro objeto que pode r
observar desde su cumbre todas las poblaciones«' .
Pero telégrafo simbolizaba más progreso que anteojo o catalejo y pronto qued ó
claro su atractivo como símbolo . A principios de siglo, cuando apenas habían existido tímidos intentos telegráficos entre Madrid y Aranjuez y en la había de Cádiz, había en Es-
AGRANADA NI)LLEGAR( )NLA .STORRES 1)1:1 . "1110 ;RAYO
OP 'TICO, YERO DIEZ AÑOS ANTES YA TENÍAN 1'' N PERIODICO
QUE LAS EVOCABA.
paña varios periódicos que se titulaban El Telégrafo . Por ejemplo, se publicaban, entre
otros :
El Telegrafo Americano, en Cádiez en 1811 ;
El Telégrafo Mejicano, en Madrid en 1821 ;
El Telégrafo, en Madrid en 1822 ;
El Telégrafo de Sierra Nevada, en Granada en 1834 .
Incluso el nombre del primer periódico que se publicó en la Argentina de 1801, todavía colonial, tuvo por título Telégrafo mercantil, rural, político, económico e historio gráfico del Río de la Plata .
Todos estos periódicos eran de información general, y ninguno de ellos incluía, naturalmente, ninguna noticia proporcionada por el telégrafo, puesto que no existía en lo s
lugares donde se editaban (salvo, mínimamente, en Cádiz) .
Lo mismo ocurría, ya en 1846, con El Telégrafo, que editaba en Madrid Aiguals d e
Izco, y que, a pesar de que las torres ópticas estaban ya en pleno funcionamiento, n o
trataba de justificar su título con noticias de procedencia telegráfica .
La sociedad española de 1850, probablemente veía a los telégrafos ópticos com o
uns sistema de supervisión gubernativa, más que como un servicio público y no le s
prestaba demasiada atención como invento, ya que de sobra se sabía que los francese s
lo tenían desde hacía más de 50 años y, sobre todo, porque la telegrafía eléctrica estab a
ya implantándose en otros países y, por lo que decían los periódicos, ésta sí era algo
maravilloso .
El empleo que del telégrafo hacía el gobierno no permitía otra cosa que el facilita r
cortos mensajes a la prensa en casos muy especiales . El primer despacho telegráfico qu e
trascendió y que, por ello, se considera el que inauguró el servicio, fue publicado en La
El telégrafo de Sierra Nevada, en un “prospecto »
acompañando al n .° 1 de 4 de mayo de 1834.
'
Gaceta de Madrid el día 3 de octubre de 1846 y está fechado el mismo día en Irún . Si n
embargo, esta línea estuvo parcialmente funcionando desde mucho antes y se intercam 91
biaron mensajes entre Madrid y Valladolid, Burgos y Vitoria, aunque éstos no se hiciera n
públicos .
En realidad los partes telegráficos que se publicaban en los periódicos eran escaso s
y ello ocurría sólo cuando algún acontecimiento relevante podía incidir en el orden público . Por ejemplo, en La Gaceta de Madrid aparecieron partes telegráficos siguiendo
los acontecimientos de París de 1848, desde la caída de Luis Felipe hasta el ascenso d e
Napoleón, probablemente porque se temía que las noticias obtenidas por otros conductos alentaran la revolución en casa .
La redacción de los despachos tenía el aspecto de parte militar más que de crónic a
de noticias . Por ejemplo, el día 1 . 0 de marzo apareció la primera noticia de los suceso s
de Francia redactada en los siguientes términos : «Servicio telegráfico = Despacho Centra l
de comunicaciones = Irún 27 de febrero de 1848 a las 2 y media de la tarde = Bayona 2 7
= El Cónsul de S . M . Católica al Excmo . Sr . Ministro de Estado = Las noticias del correo
de París son del 24 . = Las confidenciales hablan de la abdicación del Rey y que en aquella capital seguían batiéndose = En esta ciudad corren noticias muy alarmantes pero sin
FS'IADO ACTUAL DE LA TORRE DEL TELÉGRAFO ÓPTICO, F N
ARGANDA DEL REY, MADRID .
fundamento = Retardo por mal tiempo en la línea = EL Jefe de las líneas = José Marí a
Mathé = Al Excmo . Sr. Ministro de Estado »
Sin embargo, la redacción cautelosa de los partes no impedía que el periódico El
Heraldo publicara el día 27 de febrero, noticias de la proclamación de la República (qu e
en realidad había ocurrido el día 22), noticias, sin duda adquiridas por medios propios y ,
al aparecer, más rápidos que el telégrafo .
De cuando en cuando aparecían, también, partes de los Capitanes Generales de Va lladolid y Burgos diciendo que no había novedad en sus demarcaciones, coincidiendo ,
casi siempre, con noticias de otra procedencia sobre movimientos carlistas . Muchas ve ces se pasaban meses enteros sin que apareciera en La Gaceta una sola noticia telegráfica . Los demás periódicos de Madrid no tenían acceso directo a los despachos telegráficos ; los que insertaban los tomaban de La Gaceta . En diciembre de 1851, un Real Decre to mandaba insertar en ésta los «partes telegráficos que se recibían de lo s
acontecimientos de Francia .» (Eran los momentos en que Napoleón daba el golpe de Estado que le llevaría, un año después, a proclamarse Emperador) .
En la prensa de las capitales de provincia donde tenía estación el telégrafo, apare cían con más frecuencia partes telegráficos dando cuenta de los acontecimientos de Madrid : los partos de la Reina, los cambios de Ministros, etc . Una noticia estrella fue, en febrero de 1852, el atentado del cura Merino contra Isabel II, y los sucesivos partes sobr e
el estado de salud de la Reina .
Pero las noticias telegráficas iban, muchas veces, acompañadas por la coletilla retrasado por nieblas, que podía añadir cierta expectación a la noticia frustrada si se transformaba en «interrumpido por niebla», pero que siempre suponía una tara para el sistema telegráfico . El telegrama que daba cuenta de la elección de Napoléon como Presidente de la República francesa, puesto en París el día 15 de diciembre de 1848 a las tre s
de la tarde, no pudo ser transmitido por Irún hasta las 7,30 de la mañana del día 18 y fu e
2
La Gaceta de Madrid, 1 de marzo de 1848 .
92
publicado por la prensa de Madrid el día 19 . Suárez Saavedra cuenta el caso de que a l
embarcar en Cádiz hacia Canarias, supo que había cambiado el Gobierno, pero el despacho que lo anunciaba se interrumpió por niebla y el barco zarpó sin que pudiera conocer la composición del nuevo gobierno .
''
RECEP T OR DEL TELÉGRAFO ELÉCTRICO DE FOY Y BREG
BASADO EN EL ÓPTICO DE CHAPPE, Y SU CÓDIGO .
vi ,
Todo esto, añadido a las frecuentes noticias del desarrollo de la telegrafía eléctrica ,
probablemente haría que entre la gente culta de la época se viera al telégrafo óptico como una antigualla, a pesar de su reciente implantación . La Revista Española de Ambos
Mundos escribía, en 1853, «El ramo de noticias en que se ocupan las empresas de periódicos ha recibido un gran impulso con este medio de comunicación (el telégrafo eléctrico) ; porque ya nada valen en su comparación ni aun los telégrafos ópticos, cuyas torre s
edificaba nuestro gobierno, cuando ya eran inútiles `' . Y no es aventurado suponer qu e
fuera esa la opinión más general entre el conjunto de la sociedad .
Sin embargo, a pesar de tener que luchar contra este inconveniente, los funcionarios que constituían lo que oficialmente se denomina el ramo del telégrafo, se tomaro n
en serio su función e intentaron, desde el primer momento, no sólo dar una dimensió n
científica a su cometido, sino también constituir un grupo de profesionales perfectamente identificables . El ramo de telégrafos pasó a ser rápidamente el Cuerpo de telégrafos ,
que cara al exterior de la sociedad reclamaba respetabilidad y consideración, para l o
cual exigía en su interior honradez y disciplina .
s Tratado de Telegrafía, Suárez Saavedra, Madri d
1880
Revista española de ambos Mundos, 1853, p
720 .
La etapa de la telegrafía óptica fue el laboratorio donde se ensayó la organizació n
de la telegrafía que, más de cien años después, todavía apelaría a las mismas exigencia s
externas e internas .
93
En esta etapa inicial se partía de cero (incluso el propio apelativo de telegrafista es taba poco asentado y, en algún escrito, se ensayó el de telegrafero), por tanto, era fundamental arrancar con buen pie . El Brigadier Mathé comprendió bien esta necesidad y
procuró cimentar la organización insistiendo en la redacción del Reglamento y en s u
aplicación, en las virtudes internas, y no dudando en enfrentarse a las autoridades del
Gobierno para conseguir el respeto externo .
Cuando, en 1855, nació oficialmente la telegrafía eléctrica, quiso dejarse definitiva mente atrás a las torres ópticas . Los nuevos telegrafistas hicieron ímprobos esfuerzos para que la sociedad se olvidara de que eran los mismos que antaño movían la hola en la s
torres, como avergonzándose de ello . Incluso, alguna vez, se sintieron afendidos si alguien les reprochaba que todavía tenían mentalidad de telegrafistas ópticos .
Por eso no es extraño que aquella primera etapa de la telegrafía no fuera sino u n
recuerdo borroso a los pocos años de haberse abandonado las torres .
La memoria popular sólo mantuvo el nombre de el telégrafo para designar algú n
jlode4, general de telégrafos .
GRABADO DE UNA TORRE. DEL TELÉGRAFO ÓPTICO DE.
MAT}LÉ.
cerro con una ruinosa torre . Sin embargo, parece que en plena época romántica un terna
como el lenguaje de las torres podía haber conseguido alguna mayor resonancia poétic a
y, además, la incidencia de las torres en el paisaje podía haber mantenido algún eco popular . Pero no fue así .
En Francia tuvieron las dos cosas y la figura del telégrafo óptico sirvió de referenci a
nostálgica para algunos poetas y pintores románticos . Víctor Hugo le dio al recuerdo re gustos imperiales :
«Télégraphe oú sont-ils les beaux jours de la gloire ?
La Renommée errait sur les tours immobiles
«Et dissait en un jour au monde épouvant e
«ou le Kremlin en flammes ou le Tage dompté . . . »
También Gustavo Nadaud, chansonnier popular de finales de siglo, lo utilizó como
tema central de una canción nostálgica :
«Que fais-tu, mon vieux télégraph e
Au sommet de ton vieux clocher,
Sérieux comme une épitaphe,
Immobile comme un rocher .?»5 .
Probablemente la diferencia entre el aprecio al telégrafo en Francia y en España s e
deba a que, mientras allí los telégrafos ópticos formaron parte del paisaje durante má s
de cincuenta años, aquí tuvieron una vida corta y un ámbito geográfico reducido . La línea Madrid-Irún, que fue la primera que estuvo en servicio, duró apenas diez años . La
de Valencia a Barcelona, escasamente tres .
Además, la máquina del telégrafo francés, con sus aspas moviéndose constante mente para componer figuras cambiantes, incitaría, probablemente, mucho más la imaginación de las gentes que el armazón casi inmóvil de las torres españolas .
A . L . Ternant : Tomado de Les Télégraphes,, París
1884 .
94
Sea lo que fuere, parece que el telégrafo óptico no caló en la vida cotidiana y popula r
de la España de 1850, y no es fácil encontrar recuerdos literarios de su paso . Ni siquiera la s
TELÉGRAFO AÉREO DE CHAPEE, CUYAS ASPAS SE MOVÍA N
CONTINUAMENTE, MIENTRAS QUE EL DE MAI HÉ ERA MA S
ESTÁTICO .
95
revistas profesionales de la telegrafía eléctrica, que fue su heredera universal, se ocuparo n
de las torres ópticas más que en forma de difusas referencias y recuerdos borrosos .
Sin embargo, a 140 años de distancia se puede afirmar rotundamente que la instala ción y, sobre todo, el funcionamiento de las tres largas líneas ópticas, requirió una aportación de esfuerzos y sacrificios personales tan grande que es injusto que no haya merecido, por lo menos, un recuerdo más vivo .
RED ESPAÑOLA DEL TELÉGRAFO ÓPTICO EN EL SIGLO XIX .
96
VI .
Soluciones anacrónicas
En los primeros ensayos de la telegrafía eléctrica no se tenía una fe absoluta en su viabilidad, pero en las fechas en que España optó por ella ya estaba claro que la electricida d
no sólo permitía un nuevo procedimiento telegráfico, sino que éste era algo esencial mente diferente de los anteriores e incomparablemente mejor .
En 1854, en España se tenía plena conciencia de que la telegrafía óptica era lo antiguo y la telegrafía eléctrica lo moderno ; de que la electricidad suponía modernidad ,
ciencia y progreso y que las torres eran el símbolo de lo arcaico, de lo no-científico, d e
lo que había que huir . . .
Por ello, en los años que siguieron a la iniciación de la red eléctrica, no quería saberse nada de mantener algún residuo de telegrafía óptica . Cualquier solución óptica er a
ya un anacronismo .
Sin embargo, quedaron dos campos en los que no era fácil la introducción de la telegrafía eléctrica : en las comunicaciones militares, donde era difícil mantener líneas d e
postes y conductores a salvo de incursiones enemigas, y donde se necesitaba movilida d
y provisionalidad en los emplazamientos de las estaciones ; y en las comunicaciones barco-tierra, donde no era posible otro medio de enlace que el óptico .
Las comunicaciones militares siguieron manteniendo sistemas ópticos y se sab e
que tanto en la guerra de Crimea, 1855-1856, en la de Secesión americana, 1861-1865 ,
como en la franco-prusiana de 1870 se emplaron telégrafos ópticos, aunque las comunicaciones a larga distancia, en las respectivas retaguardias, fueran por telegrafía eléctrica .
En España se reutilizó la telegrafía óptica en dos fases de la interminable guerr a
carlista .
Una red de torres ópticas fue establecida por el General don Manuel Salamanca ,
entre 1863 y 1865, en la zona del bajo Ebro, comprendiendo las provincias de Tarragona, Teruel y Zaragoza, principalmente . El sistema empleado era del propio general, o ,
por lo menos, no consta que fuera inventado por otra persona . Era muy sencillo : u n
mástil y dos aspas cuyo movimiento se podía asimilar a los brazos de un hombre formando ángulos con el cuerpo . Las aspas permitían doce posiciones (los diez dígitos y
dos posiciones de servicio)' .
Con el General Salamanca colaboraron funcionarios del Cuerpo de Telégrafos, tanto con la telegrafía eléctrica como con la óptica . Con las propias palabras del Genera l
al personal de telégrafos de Tarragona se debe, en gran parte, la pacificación de aquell a
La información sobre los telégrafos del Genera l
Salamanca están tomados, principalmente, de l
Tratado de Telegrafía, con aplicación a servicio s
militares, por el señor Coronel graduado don Manuel Bringas y Martínez, Comandante de Ingenie ros del Ejército, Madrid 1884 .
2 E . Rodríguez Maroto, Pequeña historia de la Telecomunicación española .
provincia y Penedés y la rapidez de la construcción de las líneas, su buen servicio, s u
conservación constante y las continuas noticias de la situación del enemigo . Al señor
Guart la organización de los telégrafos ópticos en aquella provincia . . . .' .
Evidentemente existió allí una fructífera colaboración entre las organizaciones civi l
y militar de la telegrafía, lo que suponía, quizá por primera vez, un planteamiento profesional y global del problema de las comunicaciones .
97
SIGNOS DEL TELÉGRAFO DEL GENERAL SALAMANCA
RECOGIDOS EN EL 7RA7ADO DE TELEGRAFÍA DE BRINGAS.
Fig . 12 .
.Fiy.13 .
FicJ . /4 .
Fig .17 .
F i g . 21 .
Fig. t.r .
Fz g . l6 .
k icj .1.4. f
Fig . L9 .
Fig . 20 .
Fig . 22 .
Fig . 23 .
Fig . 24, .
--- 1
La red establecida por el General Salamanca fue bastante extensa y sus torres, a ve ces, tomaban forma de verdaderos castillos fortificados . Una muestra de ello es el castillo de Caspe .
Las líneas que se establecieron fueron :
L a De Valencia al límite de la provincia de Cuenca, pasando por Chiva y Requena ,
sin duda utilizando las antiguas torres de Mathé .
2 .' De Valencia al límite de la provincia de Teruel, pasando por Liria y Chelva .
3 . a De Chiva a Liria .
4 . a De Requena a la línea de Teruel .
5 . a De Chiva al Júcar.
6 . a De Zaragoza a Tortosa, pasando por Caspe, Mequinenza ; Flix, Mora de Ebro ,
Miravet y Cherta, con varios puntos intermedios .
7 . a De Fayón a Fabara, pasando por Nonaspe .
8 . a De Mora de Ebro a Gandesa .
Más tarde el General Salamanca trató de establecer el mismo sistema en Vizcaya ,
pero parece que no consiguió hacerlo con éxito .
En 1872, La Dirección General de Telégrafos, con aprobación del Ministerio de l a
Guerra, envió a Bilbao a uno de sus técnicos, don Antonio Villahermosa, pera establece r
un enlace Bilbao-Castro Urdiales, pero no pudo hacerlo por tener los carlistas tomada s
las alturas próximas a Bilbao . El sistema de Villahermosa recuerda los primitivos telégrafos de la bahía de Cádiz de 1805, y la novedad más visible es la de disponer de una pan Tratado de Telegrafía, con aplicación a servicios
militares, por el señor Coronel graduado don Manuel Bringas y Martínez, Comandante de Ingenie ros del Ejército, Madrid 1884.
98
talla que se puede colocar en la parte posterior de las aspas para los casos en que el paisaje dificulte la visión . (En este caso no podía hacerse la repetición de las señales sin alguna operación sobre dicha pantalla) 3 .
En 1874, el General Concha, seguramente recordando la buena colaboración qu e
F í~.11
había tenido 30 años antes en Cataluña, reclamó a Mathé para que le organizara una re d
de telégrafos ópticos en Navarra .
Mathé, que ya estaba jubilado, aceptó el encargo y pidió la colaboración del Cuerp o
de Telégrafos . El Ministro de la Guerra solicitó al de Gobernación su cooperación para l a
empresa, «facilitando cuantos elementos de personal y material sean necesarios y se nombre un Jefe del Cuerpo de Telégrafos que, puesto de acuerdo con el Brigadier Mathé, coadyuve a la más breve ejecución del pensamiento'4 . El Jefe del Cuerpo designado fue do n
Antonio Agustín, yerno de Mathé, que había sido torrero cuando ingresó en 1847 .
Las líneas que se establecieron fueron las siguientes :
1 .' Logroño - Peña Águila - La Guardia .
2 ." Tafalla - Añorbe - El Perdón - Larraga - Mendigorría - Monte Esquinza - Oteiza Puente la Reina - Rocas de la Planilla - Pamplona .
3 . a Miranda de Ebro - Esquirol - La Puebla - Quintanilla - Vitoria' .
Líneas que tienen, prácticamente, los mismos trayectos que las primitivas líneas del Ge neral Santacruz de 1837 .
Hubo otros ensayos de telegrafía óptica militar, algunos realizados en combinación co n
oficiales de Telégrafos . Por ejemplo, don Eduardo Siqués probó en Granada, en 1874, un sis tema con éxito y don Francisco Pérez Blanca también ideó otro aparato óptico que ofreció a l
Ejército .
Una modificación revolucionaria de la telegrafía óptica la proporcionaron los heliógrafos . Estos aparatos permitieron emplear los destellos de los espejos proporcionados por el
sol, para transmitir señales empleando el código Morse .
Los heliógrafos, combinados con el código Morse, fueron propuestos en España co n
cierto secreto, seguramente porque inicialmente su empleo fue exclusivamente militar, hast a
que en 1876 la Revista de Telégrafos trató de ellos extensamente . En mayo de 1877, los Inge nieros militares establecieron un enlace con heliógrafos entre Algeciras y Ceuta con motiv o
de una visita real a esta ciudad . En 1883, en un documentado estudio en la Revista de Telégrafos, se analizaban las condiciones del enlace civil Tarifa-Tánger que se había establecid o
mediante este sistema a primeros de dicho año . El artículo está firmado por don Francisc o
I'ELECRAFO OI'IIcO,
VILLAHERMOSA.
'IARDIO, DE ANTONI O
Pérez Blanca, que ya tenía experiencia en dispositivos de telegrafía óptica y que fue el encar gado de poner en marcha el enlace' .
Un procedimiento semejante al empleado por los heliógrafos, pero con luz artificial, fu e
también desarrollado en aquellas mismas fechas por diferentes inventores .
Los oficiales del Cuerpo de Telégrafos, señores Aguinaga y Bonet, idearon cada uno d e
ellos un procedimiento, y el último probó su invento en Cádiz ; donde instaló varios sistema s
de señalización para balizar el puerto utilizando procedimientos semejantes, lo que constituía, en aquellos momentos, una primicia mundial' .
Expediente personal de José María Mathé .
El otro campo en el que se mantuvo la telegrafía óptica fue en los enlaces barco-tierra .
' A . Suárez Saavedra . Tratado de telegrafía .
La Marina disponía, desde tiempos remotos, de códigos de señales con bandera . En esta épo-
6
ca se trató de que los mensajes no se limitaran a las inmediatas relaciones con la costa, sin o
Revista de Telégrafos, 1-9-188 3
' A. L. Ternant . Les Télégraphes, París 1884.
que pudieran ser auténticos telegramas para cualquier punto de destino .
99
Los primeros ensayos se intentaron en 1852 . Don Antonio Doral, Jefe de la Armada, autor del folleto Señales absolutas para la costa y medio de ejecutarlas con el mecanismo del
telégrafo terrestre, explica así dichos ensayos : «Convencido de lo útil que sería para el mejo r
servicio de S . M . que los buques de su Armada pudiesen comunicar telegráficamente con las
torres vigías de la costa, y viceversa ; persuadido de las ventajas que proporcionaría para l a
mejor defensa de éstas y más activa persecución del contrabando, una línea general de telégrafos que se extendiera por todo el litoral, y conocido los inconvenientes comunes a toda s
las señales que se hacen con banderas, creí que sería oportuno encontrar un medio de hace r
con la máquina del telégrafo terrestre de don José María Mathé todas las señales del marin o
de don Antonio Martínez» (se refiere a las señales codificadas por don Antonio Martínez Tacón, que se había publicado en 1819, y de las que se habló anteriormente) .
Estos ensayos no debieron tener mucho éxito o, por lo menos, si lo tuvieron no se completó con la conexión a la red telegráfica .
Según Rodríguez Maroto, en 1869 se habían establecido en Tarifa (Cádiz) estaciones semafóricas privadas que facilitaban la comunicación a los barcos que cruzaban el estrecho d e
Gibraltar. Estas estaciones no tenían ninguna conexión con la red telegráfica`' .
Mientras tanto la Marina había formado personal especializado en este tipo de comuni EL CASTILLO DE CASPE FUE UNO DE LOS PUNTOS DONDE E L
GENERAL SALAMANCA Srl'UÓ SUS TORRES ÓPTICAS .
caciones en Escuelas de vigías establecidas en Cádiz y El Ferrol (ambas con instructores de l
Cuerpo de Telégrafos) y, en 1873, empezó a prestar servicio una estación semafórica milita r
en Tarifa, que provocó la supresión de las estaciones particulares . En 1874 se estableció otra
en el Cabo Mayor (Santander) . Tampoco estas dos estaciones semafóricas tenían conexió n
Señales absolutas para la costa v medio de ejecutarlas con el mecanismo del telégrafo terrestre ,
así como todas las del marino, por el jefe de Es cuadra don Antonio Doral, Madrid 1852 .
E . Rodríguez Maroto, Pequeña historia de la Telecomunicación española .
100
con la red telegráfica, por lo que los mensajes barco-tierra tenían un alcance limitado .
En 1876 se formó una Comisión mixta Marina-Telégrafos para tratar del establecimient o
de verdaderos puntos de interconexión barcos-red telegráfica . Los trabajos de esta Comisión
dieron lugar a que, años después, en 1884, por Real Decreto cíe 26 de noviembre de 1883, s e
estableciera un servicio electro-semafórico, consistente en que la Marina instalaba semáforo s
en «el interior de los fuertes y castillos» de su dependencia y el Ministerio de la Gobernación
hacía llegar a los mismos una línea de telegrafía eléctrica y constituía una estación para «hacer seguir» los mensajes . Este servicio era mixto, no sólo en la técnica sino en la jurisdicción ,
puesto que la parte semafórica era militar, mientras que la eléctrica era civil .
En Sevilla se instaló una Escuela de Vigías de la Armada, cuya dirección correspondió a l
Oficial de Telégrafos don Francisco Pérez Blanca, que, como ya se ha visto, estaba empeña do en ensayos de nuevos tipos de telegrafía óptica .
En abril de 1884 había seis estaciones electro-semafóricas en funcionamiento y se mantuvieron, con altibajos, hasta que la radio las sustituyó .
Desde entonces el Ejército y, sobre todo, la Marina han mantenido sistemas de señale s
ópticas, generalmente a base de utilizar el código Morse . Al mismo tiempo los semáforos co n
señales simples de peligro, precaución y vía libre regulan, en todo el mundo el tráfico de vehículos por carreteras, vías férreas, canales, y han invadido las calles de las ciudades .
Sin embargo, a nadie se le ocurriría identificar estos sistemas de señales ópticas con l a
telegrafía óptica, que, para todos, quedó aparcada en la historia hace casi 150 años .
APARA'T 'O DF: SEÑALES ÓPTICAS, PARA AVISO DE INCENDIO S
FORESTALES, DE LOS BOSQUES DE VALSAÍN .
101
Descargar