See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.net/publication/264423533 EFECTOS DE LA DEFORMACIÓN CRANEANA SOBRE EL DIMORFISMO SEXUAL EN LA POBLACIÓN CHILENA PREHISTÓRICA Article · July 2006 CITATION READS 1 640 2 authors: Rodrigo Retamal Arturo Sáez University of Chile University of Barcelona 25 PUBLICATIONS 69 CITATIONS 8 PUBLICATIONS 18 CITATIONS SEE PROFILE SEE PROFILE Some of the authors of this publication are also working on these related projects: Association of socio-demographic variables on the nutritional status of Chilean children. View project Proyecto ANDES 23922-25 Manejo de colecciones del departamento de Antropología Universidad de Chile View project All content following this page was uploaded by Rodrigo Retamal on 03 August 2014. The user has requested enhancement of the downloaded file. Il Quattrocento (ISSN: 0718-4042), Vol. 1; pp:181-197, 2006. EFECTOS DE LA DEFORMACIÓN CRANEANA SOBRE EL DIMORFISMO SEXUAL EN LA POBLACIÓN CHILENA PREHISTÓRICA. Rodrigo Retamal y Arturo Sáez. Departamento de Antropología, Universidad de Chile. Resumen. Se analizan los efectos de la deformación craneana intencional (d.c.i) sobre la expresión del dimorfismo sexual de la apófisis mastoides en la población del cementerio Pica 8 (I Región, Chile), utilizando el triángulo delimitado por los puntos craneométricos asterion, mastoidale y porion. Se utilizaron las herramientas disponibles para dos enfoques morfométricos. Para morfometría lineal se hallaron diferencias significativas entre individuos de sexo masculino y femenino, lo que permite mediante este método determinar sexo en cráneos de origen desconocido. Los distintos tipos de deformación craneana parecen no determinar de manera significativa el patrón de variabilidad de tamaño de la apófisis mastoides. Según las técnicas de morfometría geométrica existen diferencias significativas de la forma de la apófisis mastoides entre individuos de distinto sexo, en tanto que las variables d.c.i. y tamaño del centroide no arrojan resultados significativos en dos de los tres análisis, en tanto que en el tercer análisis (oblicuos y no deformados) no se registran valores significativos para ninguna de las variables analizadas. Los resultados sugieren que la d.c.i. no afecta el tamaño de las apófisis mastoides, en tanto que sí lo haría para la variación de la forma en cráneos con deformación oblicua, aunque el tamaño muestral de los últimos análisis pueden estar generando sesgo. PALABRAS CLAVES deformación craneana intencional; dimorfismo sexual; morfometría lineal; morfometría geométrica; apófisis mastoides. Una de las líneas de investigación más interesantes dentro de la Antropología Física ha sido el estudio de la deformación craneana intencional (abreviada en este trabajo como d.c.i.). Esta práctica cultural llevada a cabo en casi todo el mundo, desde Pleistoceno Tardío, hasta principios del siglo XX (Gertzen y Gertzen, 1995), involucra la utilización de amarras y/o estructuras rígidas (tablillas, por ejemplo), con la finalidad de lograr la forma deseada (Figura 1). Esta práctica era realizada durante las primeras etapas de la infancia, cuando el cráneo aun es flexible y maleable, resultando en una morfología craneana alterada, fácilmente apreciable en la bóveda. El interés por el estudio de esta práctica cultural ha despertado la atención desde la Antigüedad (Hipócrates, ca. 400 a.C., en Gertzen y Gertzen, 1995) y hasta en la actualidad, las preguntas para cada área geográfica en particular siguen siendo tema de intenso debate. Cuáles fueron los motivos culturales que motivaron el desarrollo de esta práctica, qué implicancias sociales conllevaba, qué efectos produce sobre el cráneo y sobre otras estructuras relacionadas (cerebro, cuello, etc.) y cómo poder clasificar los tipos de deformaciones, han sido algunas de las preguntas más frecuentemente investigadas por etnólogos, arqueólogos y antropólogos físicos. En los Andes centro-meridionales esta práctica tuvo un gran desarrollo, tanto en la diversidad de tipos deformatorios, así como también a nivel espacial y temporal (Dembo e Imbelloni, s/f). Para Weiss (1961), desde un punto de vista sincrónico existen objetivos identitarios intrapoblacionales (distinción entre clases), interpoblacionales (distinción entre diferentes culturas o etnías), en tanto que diacrónicamente se pueden establecer correspondencias entre períodos y tipos de d.c.i., que pueden dar indicios sobre las dinámicas sociales de estas poblaciones. Para esta misma zona, Dembo e Imbelloni (s/f) propusieron un método taxonómico basado en la combinación de dos categorías clasificatorias: método de deformación (tabulares y anulares: circulares en esta investigación) y dirección de la deformación (erecta u oblicua). Con algunas modificaciones posteriores (Allison, 1984) y a pesar del continuo debate en torno a su precisión (Weiss, 1962; Soto-Heim, 1987), este sistema taxonómico ha sido utilizado ampliamente y aun continúa vigente en diversas investigaciones de la región (Cocilovo, 1973, 1975, 1978, 1995; Cocilovo et al., 1982). Respecto de los efectos de la d.c.i. sobre la morfología craneana, muchos estudios se han enfocado sobre efectos que eventualmente pueda tener esta práctica sobre el dimorfismo sexual del cráneo, es decir, sobre las diferencias morfológicas entre cráneos masculinos y femeninos. El tamaño de la apófisis mastoides (Figura 2) ha sido tradicionalmente usada como un indicador de determinación sexual (Bass, 1987). En estudios previos (Airton y Segre, 2003) se utilizó el valor del área del triangulo formado por los puntos asterion, porion y mastoidal como medida del Dimorfismo sexual en una muestra de cráneos de Sao Paulo, Brasil. Se observaron diferencias significativas entre los grupos masculino y femenino, de acuerdo con otros estudios que señalan que en mamíferos, una de las expresiones más notables del dimorfismo sexual es el mayor tamaño asociado a individuos de sexo masculino (Hood, 2000). La magnitud con la que se expresa el dimorfismo sexual a través del tamaño estaría íntimamente ligada a factores ambientales como la calidad de vida de los individuos durante su fase de crecimiento, afectando sensiblemente a aquellos de sexo masculino (Pucciarelli et al, 1993; Pucciarelli et al, 1996). Trabajos realizados recientemente, aplicando técnicas modernas de análisis de la forma (análisis de procusto, Retamal, ms.) han dado cuenta que la d.c.i. no alteraría la expresión del dimorfismo sexual en vistas frontales de cráneos deformados de los sitios Pica 8 y Pisagua (I Región). Sin embargo, en vista lateral, esta misma investigación no encontró diferencias significativas entre hombres y mujeres, siendo que en otros trabajos realizados, utilizando las mismas técnicas para poblaciones chilenas subactuales no deformadas, sí se encontraron diferencias significativas entre hombres y mujeres (Sáez y Manríquez, ms.). Lo anterior sugiere que la deformación craneana intencional afecta la expresión del dimorfismo sexual en vistas laterales. El presente trabajo continúa con estas investigaciones, con el objetivo de discriminar qué regiones específicas del cráneo eventualmente se ven afectadas por la d.c.i. El desarrollo de las estructuras óseas del cráneo sexualmente dimórficas se asocia fuertemente con el desarrollo de los músculos que se insertan en ellas, o con las líneas de fuerza provocadas por la actividad locomotora del cráneo por lo que un cambio en la morfología del cráneo generaría un patrón diferencial de variación morfológica de las estructuras óseas de inserción muscular. Como hipótesis de trabajo, la presente investigación plantea que las deformaciones oblicuas alteran el centro de gravedad del cráneo, desplazando hacia posterior su peso, además del peso adicional que conlleva la utilización de aparatos deformadores. Para poder mantener la postura erecta normal de la cabeza, sería necesario desarrollar la musculatura flexora del cuello, de la cual, el músculo esternocleidomastoideo es el más importante. Este músculo se origina en la apófisis mastoides, hito anatómico utilizado comúnmente en la determinación del sexo (Buikstra y Ubelaker, 1994). Las deformaciones oblicuas generarían, entonces, un mayor desarrollo de este músculo y de su área de inserción, en comparación con individuos no deformados, “masculinizando” cráneos femeninos e “hipermasculinizando” cráneos masculinos. Efectos ambientales y/o culturales sobre la morfología craneana han sido observados en otras investigaciones. Por ejemplo, el proceso de braquicefalización, registrado en diferentes partes del mundo (Larsen, 1997), ha sido atribuido a cambios en los hábitos alimenticios, desde productos duros, en donde se necesitan desarrollados músculos para la masticación, hacia productos más blandos (masas principalmente), que no necesitan una musculatura masticatoria desarrollada (Armelagos et al., 1984; Carlson, op. cit., Carlson y Van Gerven, op. cit., Van Gerven et al., 1973, 1977 en Larsen, 1997). Este tipo de modificaciones se correlacionan con cambios en el tamaño de las estructuras involucradas. Supuestamente, estos cambios producen modificaciones la morfología craneofacial, reduciendo el estímulo del crecimiento óseo, con consecuente disminución de la robustez facial, junto con una alteración progresiva de todo el crecimiento de la cara y la bóveda craneana, desarrollando una cara más pequeña y más orientada inferoposteriormente en relación a la bóveda. Posiblemente cambios similares estén vinculados a la d.c.i., en este caso, robusteciendo el cráneo. MATERIAL Y METODO En la presente investigación se emplearon 37 fotografías de vistas laterales izquierdas de cráneos del cementerio Pica 8, (n=37, Proyecto FONDECYT 1020375), sitio perteneciente al complejo Pica-Tarapacá, correspondiente al período Intermedio Tardío (1000 – 1400 d. C.). Este sitio presenta todos los tipos de d.c.i. descritos por Imbelloni (op. cit.). La determinación del sexo fue realizada con los hitos anatómicos utilizados de consenso en Antropología Física para el hueso coxal (Buikstra y Ubelaker, 1994). La clasificación de la d.c.i. para cada cráneo fue llevada a cabo por el arqueólogo Oscar Espoueys, utilizando la metodología propuesta por Imbelloni (s/f). Este material se analizó aplicando dos técnicas diferentes: análisis de morfometría lineal y morfometría geométrica, cuyas herramientas permiten el registro de datos primarios sobre representaciones digitales de los especimenes examinados. Para este estudio, las medidas lineales y la localización de hitos se realizaron sobre fotografías digitales utilizando una cámara digital marca Fujifilm, modelo Fine Pix 51 Pro Super CCD, en condiciones constantes de luminosidad y distancia del objetivo. Cada cráneo fue dispuesto sobre una estructura transparente de acuerdo al plano de Frankfurt. Junto a ellos, se situó una regla metálica milimetrada y la información contextual del esqueleto. Morfometría Lineal La medición de los lados del triángulo se realizó mediante las herramienta de escala y medidas lineales del programa tpsDIG (Rohlf, 1997) y fue posible al disponer una regla milimetrada junto a cada cráneo durante la fotografía. Se utilizaron los valores de las medidas entre los siguientes puntos craneométricos (Figura 1): 1. 2. 3. Asterion: Punto en la intersección de los huesos temporal, parietal y occipital mediante las suturas lambdoidea, parietomastoidea y occipitomastoidea. (Rodriguez, 1994) Mastoidal: The lowest point of the mastoid process. (Airton and Segre, 2003) Porion: The uppermost lateral point in the margin of the external auditory meatus. (Bass, 1987) Figura 2. Hitos anatómicos del triángulo mastoidal utilizados en este estudio. Figura 1: Clasificación de las deformaciones propuesta por Dembo e Imbelloni (s/f). El cálculo del área de un triángulo no rectángulo puede obtenerse mediante el teorema de Herón: S= p ⋅ ( p − a ) ⋅ ( p − b) ⋅ ( p − c ) Donde: S= Área p= semiperímetro a, b, c: medidas de los lados del triángulo. Las medidas utilizadas en este estudio están expresadas en décimas de milímetros y fueron procesadas por el paquete estadístico SPSS 10.0. Tests de diferencias de la media de las áreas y Análisis Discriminante para los grupos definidos por Sexo y Deformación Craneana fueron realizados para contrastar las hipótesis. La variable dependiente utilizada es el área del triángulo, en tanto que las variables independientes son sexo y d.c.i., utilizando el estadígrafo λ de Wilks y t de Student, rechazando la hipótesis nula con un valor de p<0.05. 528 y 607mm2. Los valores para Tamaño de Centroide, obtenidos del análisis de procrusto, y área del triangulo poseen un coeficiente de correlacion de 0,64. El Test de t para las diferencias de medias de tamaño de centroide agrupadas por sexo (Tabla 4) no dio resultados significativos (p=0,798). En individuos con deformación craneal oblicua, las diferencias en las medias de las áreas son también significativas para distinto sexo. Sin embargo, para los individuos con deformación craneana erecta y sin deformación las diferencias entre individuos masculinos y femeninos no son significativas. Análisis de la deformación craneana intencional. Se aplicó el Test de la t de Student para calcular la significancia de las diferencias de las medias entre individuos con deformación oblicua y erecta; oblicua y no deformados; y erecta y no deformados, no hallándose valores significativos. Al comparar dentro de un mismo sexo diferentes tipos de deformación craneana, tampoco se observaron diferencias significativas. Los valores para la significancia de las diferencias se muestran en la Tabla 3. Los mismos resultados se obtienen al analizar el Tamaño del Centroide como variable dependiente (Tabla 5). Morfometría Geométrica RESULTADOS Morfometría Lineal Análisis del Dimorfismo Sexual. Los valores para el área del triangulo demarcado para cada categoría de análisis están expresados en la Tabla 1. El análisis de las diferencias de medias entre el grupo masculino y femenino arroja valores significativos, rechazando la hipótesis nula de igualdad de tamaño para el sexo (Tabla 2). Los valores del área para sexo masculino, con un 95% de confianza, se encuentran entre 615 y 757 mm2. Para sexo femenino los valores extremos son TABLA 1. Estadígrafos Descriptivos de área, por sexo y dirección de deformación. Error std Dir. Dev. Sexo N Media de la Mín Máx d.c.i. Std. media Masc Erecto 6 632,00 107,64 43,94 480 811 Fem Total 95% CI Area Para morfometría geométrica, el análisis fue realizado siguiendo el programa de investigación de morfometría geométrica de hitos anatómicos en dos dimensiones (análisis de procusto, Manríquez, 2004), que consiste en la digitalización de los tres hitos anatómicos mencionados anteriormente (Figura 2), el análisis exploratorio, consistente en la visualización de la posición parcial de los cráneos analizados en gráficos de dispersión, siguiendo los dos componentes principales de variación de la forma, la visualización de la deformación de placa delgada que sufre cada uno de estos cráneos respecto de un consenso geométrico y el análisis confirmatorio, consistente en análisis de regresión multivariada. Como variables dependientes se emplean los dos componentes principales de variación de la forma y como variables independientes, el sexo, la d.c.i. y el tamaño del centroide, aplicando el estadígrafo λ de Wilks rechazando la hipótesis nula con un valor de p<0.05. Para cada una de estas técnicas se realizaron tres análisis diferentes. En el primer análisis se consideraron todos los tipos deformatorios propuestos por Imbelloni, junto con los no deformados, en tanto que en el segundo análisis se consideró solamente la dirección de la deformación (erectos y oblicuos), en conjunto con los no deformados. En el tercer análisis se excluyeron las deformaciones erectas, considerándose solamente las deformaciones oblicuas y no deformadas, con el fin de observar el efecto de esta deformación sobre el dimorfismo sexual. En cada uno de estos análisis se consideró la variación para cada sexo por separado, así como para ambos sexos en conjunto. Oblicuo 3 747,66 128,36 74,10 660 895 ND 5 715,40 134,18 60,01 503 832 Total 14 686,57 122,83 32,83 480 895 Erecto 5 553,80 91,50 40,92 396 622 Oblicuo 13 559,15 76,65 21,25 403 703 ND 5 605,60 135,73 60,70 443 736 Total 23 568,08 92,14 19,21 396 736 Erecto 11 596,45 103,97 31,34 396 811 Oblicuo 16 594,50 112,57 28,14 403 895 ND 10 660,50 139,78 44,20 443 832 Total 37 612,91 118,45 19,47 396 895 800,00 800,00 775,00 775,00 750,00 750,00 725,00 725,00 700,00 700,00 675,00 675,00 650,00 650,00 625,00 625,00 600,00 600,00 575,00 575,00 550,00 550,00 525,00 525,00 500,00 500,00 Males Females sex Figura 2. Intervalo de Confianza de 95% para las medias de Área, agrupadas por Sexo. TABLA 4. Resultados del Test de t de Student para las medias del tamaño del centroide, agrupadas por sexo. Tamaño Centroide T Gl P Total / Sex 0.258 35 0.798 Oblicuos / Sex 0.614 9 0.554 Erectos / Sex 0.821 14 0.425 ND / Sex -0.740 8 0.480 DIRDCI Erecto Oblicuo ND 1.100 1.000 95% CI area 900 800 700 600 500 400 Males Females sex Males Females sex Males Females sex Figura 3. Intervalo de Confianza de 95% para las medias de Área, agrupadas por Sexo y Dirección de la deformación craneana intencional. TABLA 5. Resultados del Test de t de Student para las medias del tamaño del centroide, agrupadas por dirección de la deformación craneana intencional. Tamaño Centroide T Gl P Oblic/Erect -0.288 25 0.776 Total Oblic/ND 0.280 24 0.782 Erect/ND -0.007 19 0.994 Oblic/Erect -0.365 7 0.726 Masc Oblic/ND 0.997 6 0.357 Erect/ND 0.819 9 0.434 Oblic/Erect -0.526 16 0.606 Fem Oblic/ND -0.461 16 0.651 Erect/ND -0.584 8 0.575 Morfometría geométrica TABLA 2. Resultados de el Test de t de Student para las medias de Área, agrupadas por Sexo (* indica valores significativos). Area T Gl P Total/Sexo 3,342 35 0,002* Oblicuos / Sexo 3,424 14 0,004* Erectos / Sexo 1,281 9 0,232 No deformados/ Sexo 1,286 8 0,234 TABLA 3. Resultados del Test de t de Student para las medias de Área, agrupadas por dirección de la deformación craneana intencional. Area T Gl P Oblic/Erect 0,046 25 0,964 Total Oblic/ND -1,326 24 0,197 Erect/ND -1,199 19 0,245 Oblic/Erect -1,436 7 0,194 Masc Oblic/ND 0,334 6 0,750 Erect/ND -1,146 9 0,281 Oblic/Erect -0,126 16 0,901 Fem Oblic/ND -0,930 16 0,366 Erect/ND -0,708 8 0,499 Las Tablas 6 y 7 muestran los resultados de los análisis confirmatorios. En el primer análisis, ninguna de las variables sometidas a prueba arrojaron resultados significativos entre los individuos del mismo sexo, mientras que una vez agrupados ambos sexos, las variables sexo y la interacción entre sexo/d.c.i., sexo/tamaño centroide y sexo/d.c.i./tamaño centroide arrojaron valores significativos. El bivariado muestra claramente las diferencias entre especímenes masculinos y femeninos, en tanto que la función de placa delgada muestra que las mastoides femeninas presentan contracción de la apófisis mastoides, a diferencia de las mastoides masculinas que son más extendidas en este sentido (Figura 4). En el segundo análisis realizado para cráneos de cada sexo por separado, el sexo femenino no presenta diferencias significativas para ninguna de las variables, a diferencia del masculino, el que arrojó diferencias significativas para la variable tamaño del centroide. Cuando se agrupan ambos sexos, se registran valores significativos para la variable sexo y la interacción entre sexo/d.c.i., sexo/tamaño centroide y sexo/d.c.i./tamaño centroide. En el tercer análisis realizado para cada sexo por separado, se hallaron valores significativos para las variables d.c.i. y la interacción d.c.i./tamaño centroide, en tanto que una vez agrupados ambos sexos, se hallaron diferencias significativas solamente para la variable interacción sexo/d.c.i. El bivariado de este análisis muestra que mastoides femeninas y masculinas se superponen, sin lograr una separación clara entre ellas (Figura 5). Figura 4: cráneos femeninos y masculinos separados por el primer componente de la forma. Las grillas a los lados representan las deformaciones de placa delgada que sufre el triángulo mastoidal para cada sexo (x10). Figura 5: Distribución de cráneos femeninos y masculinos una vez extraídas las deformaciones circulares. TABLA 6: Resultados de los análisis intrasexo (* indica valores significativos; + indica valores en el límite de significancia). TABLA 7 resultados de los análisis de ambos sexos agrupados (* indica valores significativos). ANALISIS 1 ANALISIS 2 ANALISIS 3 MASC-FEM FEM ANALISIS 1 ANALISIS 2 ANALISIS 3 DCI 0.935 0.4909 0.3894 SEXO < 0.05* < 0.05* TCENT. 0.9297 0.2732 0.5733 DCI 0.5016 0.9788 0.4753 DCI/TCENT 0.9916 0.4062 0.5142 CSIZE 0.5366 0.5366 0.1798 ANALISIS 1 ANALISIS 2 ANALISIS 3 SEXO/DCI 0.0023* 0.0015* 0.0372* 0.0322* SEXO/TCENT 0.0019* 0.0019* 0.1659 0.2192 DCI/TCENT 0.5489 0.8434 0.1145 SEXO/DCI/TCENT 0.0048* 0.0039* 0.0689 MASC DCI TCENT DCI/TCENT 0.4123 0.9838 0.5578 0.2216 0.0251* 0.0618 0.0514 + 0.0814 DISCUSIÓN Morfometría Lineal. El objetivo de este trabajo es el de evaluar los efectos de la deformación craneana sobre la expresión del dimorfismo sexual, expresado en el tamaño de la apófisis mastoides. Al basarse en datos métricos, este estudio logra mayor resolución discriminatoria que al basarse sólo en datos descriptivos, ya que la determinación del sexo en cráneos basada en estos datos se hace dificultosa en aquellas poblaciones que presentan una disminución de la expresión del dimorfismo sexual. Además, existen diferencias interobservador al establecer los rangos en que cada rasgo descriptivo toma valores femeninos o masculinos (Walrath, 2004). Por otra parte, la simpleza de las herramientas utilizadas en este estudio, permite su aplicación por parte de otros investigadores y la comparación de los resultados entre distintas poblaciones. En estudios previos, se demostró la utilidad del uso de esta técnica para la práctica de la determinación de sexo en cráneos (Airton y Segre, 2003), al hallarse diferencias significativas entre las medias de cráneos femeninos y masculinos. Resultados similares se encuentran en el trabajo de Sáez y Manríquez (ms) en cráneos de la colección Cementerio General, y en el de Germán Manríquez (com. pers.) realizados en cráneos de San Pedro de Atacama. En estos tres estudios, las diferencias entre sexos son importantes, observándose distancias mayores a 66 mm2 entre el valor máximo para sexo femenino y el valor mínimo para sexo masculino. Sin embargo, la diferencia observada entre estos valores es mucho menor en esta muestra, llegando solo a los 8 mm2. La reducción de las diferencias en rasgos dimórficos métricos ha sido considerada como evidencia de stress ambiental afectando a un grupo determinado. Pucciarelli et al. (1993, 1996) expone los efectos de la desnutrición sobre el tamaño, y cómo éste se ve afectado fundamentalmente en individuos de sexo masculino. La longitud del fémur de individuos de sexo masculino y femenino de tres poblaciones de San Pedro de Atacama fue comparada entre los períodos culturales Pre-Tiwanaku, Tiwanaku y Post-Tiwanaku (Neves y Costa, 1998), observándose una tendencia de la longitud del fémur a aumentar durante el periodo Tiwanaku, en ambos sexos, con un aumento significativamente mayor en el sexo masculino. Basados en estos resultados y en otros marcadores patológicos (Costa et al, 2004), los autores proponen para el período Tiwanaku un mejoramiento de las condiciones nutricionales y estándar de vida. Esta misma causa podría ser responsable del bajo dimorfismo sexual establecido para esta población de Pica, hipótesis que puede contrastarse mediante el examen de marcadores paleopatológicos. Las posibles causas involucradas en el origen y mantención del dimorfismo sexual asociado al tamaño son la (1) selección sexual, que actúa sobre aquellos rasgos que otorgan ventajas de un individuo frente a otro para reproducirse con éxito. (2) selección sobre rasgos reproductivos ontogénicos (maduración y reproducción retrasada en individuos masculinos de sistemas de reproducción polígamos) y (3) divergencia ecológica intersexual (Futuyma, 1998). Según la hipótesis de divergencia ecológica intersexual, individuos femeninos y masculinos difieren de tamaño debido a sus diferentes roles ecológicos, patrones conductuales y a la variación de la competencia intrasexual (Hood, 2000). El origen del dimorfismo sexual en humanos puede encontrarse en mayor magnitud en primates. Diversos estudios paleoantropológicos buscan la asociación entre la disminución del dimorfismo sexual entre los primeros homínidos y un cambio en la organización social caracterizado fundamentalmente en los sistemas de apareamiento desde la poligamia a la monogamia (Regh, 1999; Larsen, 2003). Dada la escasa competencia interna por conseguir pareja, en seres humanos es más probable que la causa de la mantención del dimorfismo sexual asociado al tamaño se encuentre, al menos parcialmente, en las divergencias ecológicas intersexuales (división del trabajo). Las estructuras dimórficas en el esqueleto humano están asociadas en mayor parte a estructuras de inserción muscular, cuyo tamaño depende del grado de desarrollo que posea el músculo involucrado. Rosas y Bastir (2002) llegan a proponer que las diferencias morfológicas en la vía respiratoria de individuos femeninos y masculinos se deben a los mayores requerimientos energéticos de estos últimos, dado su mayor desarrollo muscular. Sin duda que el resultado que señala como significativas las diferencias entre sexos en cráneos con deformación oblicua se encuentra sesgado por problemas de muestra, como lo sugieren el n=3 para oblicuos masculinos, su desviación estándar y error tipo de la media, con valores que doblan a los de oblicuos femeninos. Este problema queda graficado en la columna media del grafico X1 que muestra las medias del área en deformados oblicuos por sexo con un intervalo de confianza de 95%. El problema del n muestral también puede ser causa de los resultados del análisis de deformación dado el bajo número de individuos pertenecientes a cada categoría. Posteriores estudios con nuevas y más numerosas muestras permitirán establecer aseveraciones con mayor seguridad acerca de los efectos de la deformación craneana sobre el tamaño como marcador de dimorfismo sexual. Morfometría geométrica. En los dos primeros análisis efectuados, tanto para cada sexo independientemente, así como para ambos sexos en conjunto, se observa que la variable sexo es estadísticamente significativa, lo que concuerda con lo observado en otras investigaciones anteriores, utilizando tanto cráneos sin deformaciones y con d.c.i. (Rosas y Bastir, 2002; Airton y Segre, 2003, Retamal, ms.; Sáez y Manríquez, ms.), en tanto que las variables d.c.i. y tamaño del centroide no lo son. Lo anterior sugiere que en general el sexo no se ve afectado por ninguna de estas dos variables. Así es como las mastoides femeninas se diferencian de las masculinas en la contracción que sufre la apófisis mastoides, a diferencia de las mastoides masculinas que son más extendidas en este sentido. Estos resultados son concordantes con los hallados en investigaciones anteriores (Airton y Segre, 2003; Sáez y Manríquez, ms.) Lo anterior, sin embargo no se relaciona con las variaciones que sufre el tamaño del centroide, ya que éste no registra valores significativos, lo que no concuerda con otros estudios relacionados con cambios en la morfología craneofacial producto de variaciones en la actividad muscular (Armelagos et al., 1984; Carlson, op. cit., Carlson y Van Gerven, op. cit., Van Gerven et al., 1973, 1977 en Larsen, 1997). Los valores significativos observados en la interacción entre el sexo y d.c.i., sexo y tamaño del centroide y las tres variables en conjunto, son explicadas porque la mayor varianza de la forma es explicada por la variable sexo y ésta enmascara la variabilidad producida por las otras variables. En el tercer análisis se observan algunas diferencias de interés en relación con los resultados de los análisis anteriores. Para el sexo masculino, la variante “oblicua” se separa de la variante “no deformado”, en tanto que la interacción entre d.c.i. y tamaño del centroide son significativas. Por otra parte, cuando se agrupan ambos sexos, no existen diferencias significativas entre mastoides femeninas y masculinas, como había sido observado en los análisis 1 y 2 y como había sido observado comúnmente en otras investigaciones. Estos resultados sugieren que las variantes oblicuas ejercen un efecto estadísticamente significativo sobre la forma de las mastoides. Sin embargo, un análisis posterior que consideraba solamente cráneos no deformados (n=10), tampoco arroja resultados estadísticamente significativos para la variable sexo (p=0.13). Este último análisis puede estar sesgado debido al tamaño muestral, ya que otros trabajos realizados anteriormente utilizando el triángulo mastoidal, arrojan resultados estadísticamente significativos (Airton y Segre, 2003; Sáez y Manríquez, ms.). Posiblemente también esté ocurriendo algo similar entre los cráneos con deformación oblicua y cráneos no deformados. Es necesario contar entonces con una muestra mayor para poder someter a contrastación las hipótesis anteriormente señaladas. Es recomendable de todos modos, separar cada variable de la deformación (tabulares de circulares y erectos de oblicuos) y someterlas a contrastación en conjunto con cráneos no deformados, con el fin de observar con mayor precisión el efecto que produce cada una de estas variantes sobre la morfología craneal, en este caso en particular, la morfología de la apófisis mastoides. CONCLUSIONES La utilización de técnicas morfométricas lineales y herramientas estadísticas apropiadas pueden complementarse con la disponibilidad de material de estudio otorgada por la digitalización, en este caso, fotográfica de los especímenes a examinar. Su aplicación al estudio del tamaño de la apófisis mastoides demuestra su importancia dentro de los marcadores tradicionalmente usados en la práctica de la determinación de sexo. Para la población de Pica, aquellos cráneos con áreas para la apófisis mastoides con valor igual o mayor que 615 mm2 corresponderán a sexo masculino, mientras que los que presenten valores iguales o menores a 607 mm2 corresponderán a sexo femenino. Es necesario contar con un mayor número de especímenes pertenecientes a la población de Pica para proponer explicaciones de los eventuales efectos de la práctica de deformación craneana intencional sobre la expresión del dimorfismo sexual. Por su parte, la utilización de innovadoras técnicas de análisis de la variación de la forma (morfometría geométrica) abre nuevas posibilidades para la visualización de los cambios que sufren las estructuras esqueletales, en conjunto con el apoyo de herramientas estadísticas que dan cuenta con precisión la significancia de estas variaciones. En este caso, las diferencias morfológicas entre mastoides masculinas y femeninas presentan respaldo estadístico, en conjunto con notorias diferencias en la visualización del bivariado y en la función de placa delgada, que generan un valioso aporte a la investigación de la dinámica de la variación morfológica. Para el caso del tercer análisis, es necesario contar con una muestra mayor que respalden los resultados hallados en la presente investigación. BIBLIOGRAFIA AIRTON, L. y SEGRE, M. 2003 Sexing the human skull through the mastoid process Rev. Hosp. Clín. Fac. Med. S. 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