Subido por Freddy Araya

Tras las huellas de Don Bosco MAMÁ MARGARITA

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CENTRO EDUCATIVO SALESIANOS TALCA
ÁREA EVANGELIZACIÓN
Tras las huellas de Don Bosco
Formación Docente hacia el Bicentenario del Nacimiento de Don Bosco, 1815-2015
Núcleo 2: Mamá Margarita
Textos de lectura seleccionado: MO, 4, 5 y 9
“Pasada aquella terrible penuria y alcanzada una mejor situación económica, alguien propuso a mi
madre un matrimonio ventajoso; pero ella replicó siempre: - Dios me dio un marido y me lo quitó;
tres hijos me dejó mi marido, al morir, y yo sería una madre cruel, si les abandonase en el preciso
momento en que me necesitan.
Le dijeron que sus hijos quedarían bajo un buen tutor, el cual se ocuparía de todo. – Un tutorcontestó la generosa mujer- es un amigo, mientras que la madre de mis hijos soy yo; no los
abandonaré jamás, así me ofrezcan todo el oro del mundo” (M.O., pág. 21)
Su mayor preocupación fue instruir a los hijos en la religión, enseñarles a obedecer y ocuparlos en
cosas propias de su edad. Desde muy pequeño, ella misma me enseñó las oraciones; apenas fui
capaz de unirme a mis hermanos, me arrodillaba con ellos por la mañana y por la noche y, juntos,
recitábamos las oraciones y la tercera parte del rosario. Recuerdo que me preparó para la primera
confesión y me acompañó a la iglesia: comenzó por confesarse ella misma, me encomendó al
confesor y, después, me ayudó a dar gracias. Siguió asistiéndome hasta que me juzgó capaz de
hacer dignamente la confesión yo solo. (M.O., pág. 22)
A los once años fui admitido a la primera comunión. Me sabía por entero el pequeño catecismo, pero
–ordinariamente– nadie era aceptado a la primera comunión hasta los doce años. Además, debido a
la distancia de la iglesia, el párroco no me conocía, limitándome casi exclusivamente a la instrucción
religiosa de mi buena madre. Pero como no quería que siguiera creciendo sin llevar a cabo este gran
acto de nuestra santa religión, ella misma se las ingenió para prepararme como mejor sabía y podía.
Me envió al catecismo todos los días de cuaresma; después hice el examen –resultando aprobado– y
se fijó el día en que los niños debían cumplir con pascua. 1
Mi madre procuró acompañarme varios días y, durante la cuaresma, me había llevado tres veces a
confesarme.2 Juan –me repitió en diversas ocasiones– Dios te va a hacer un gran regalo, procura
prepararte bien, confesarte y no omitir nada en la confesión. Confiesa todo, arrepiéntete de todo y
promete a Dios ser mejor en adelante. Lo prometí. Si después he sido fiel, Dios lo sabe. En casa, me
hacía rezar y leer un libro bueno, dándome los consejos que una madre diligente tiene siempre a
punto para sus hijos.
Aquella mañana no me dejó hablar con nadie, me acompañó a la sagrada mesa e hizo conmigo la
preparación y acción de gracias, que el arcipreste –llamado Don Sismondi3– dirigía con gran celo,
alternando con todos en alta voz. No quiso que durante ese día me ocupara de ningún trabajo
material, sino que lo emplease en leer y rezar. Entre otras muchas cosas, mi madre me repitió
varias veces estas palabras: «Querido hijo, éste ha sido para ti un gran día. Estoy persuadida de que
Dios verdaderamente ha tomado posesión de tu corazón. Prométele que harás cuanto puedas por
conservarte bueno hasta el final de tu vida. En lo sucesivo, comulga con frecuencia, pero evita
cometer sacrilegios. Comunica siempre todo en la confesión, sé siempre obediente, ve con gusto al
catecismo y a los sermones; pero, por el amor de Dios, huye como de la peste de cuantos tienen
malas conversaciones».
Recordé y procuré poner en práctica los avisos de mi piadosa madre. Desde aquel día,
creo que mi vida ciertamente mejoró. (MO, pág. 50)
1
En 1826 la Pascua caía el 26 de marzo.
Don G. Barberis testificó en el proceso de beatificación (Proc. Dioc., Summ., 62) que había oído de labios de Mamá
Margarita, que fue Juanito quien quiso confesarse tres veces.
3
Probablemente: Giuseppe Sismondo (1771-1826), párroco di Castelnuovo d’Asti desde 1812 hasta la muerte.
2
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REFLEXIONA PERSONALMENTE Y LUEGO DIALOGA:
 ¿Qué experiencia tengo de haberme sentido acompañado en mi infancia-adolescencia
por papá y mamá, o por alguna persona significativa? Hacer memoria de algunos
momentos característicos.
 ¿Quién ha sido una Mamá Margarita en tu vida? ¿Quién te ha ayudado a salir adelante?
 ¿Cuáles son las actitudes con las que Don Bosco escritor describe a su madre
Margarita como educadora, catequista y formadora?
PARA PROFUNDIZAR:
Mamá Margarita nació en Capriglio el 1 de abril de 1788 y murió en el Oratorio de Turín el 25 de
noviembre de 1856, a la edad de 68 años. Fue la sexta de 10 hermanos, de los cuáles solamente
sobrevivieron 5, entre los que destacan María (también llamada Mariana), que estuvo igualmente en
el Oratorio, los últimos años de su vida (hasta 1857), y Miguel, que tuvo que ver con el regreso de
Juan a su casa desde Moncucco, y con sus estudios en el Seminario, ya que era el proveedor de vino
de esta institución. Los papás de Margarita se llamaban Melchor Marcos y Domenica Bassone.
Margarita se había casado en Capriglio con Francisco Luis Bosco, el 6 de junio de 1812. De ese
matrimonio nació José Luis (1813) y Juan Melchor (1815).
Mamá Margarita tiene una importancia definitiva en la formación de la personalidad de Juan. La
virtud de la madre explica las virtudes del hijo. Juan nunca la olvidó, hablaba frecuentemente de ella
y siempre se mostró reconocidísimo por la educación cristiana que le dio y los sufrimientos que
soportó.
“Ella misma le enseñó a rezar”... con esa fe profunda campesina, fe en Dios providente, en
Jesucristo Redentor, en la Santísima Virgen nuestra Madre. Le enseño el horror al pecado y al
infierno, el amor a la virtud y el deseo del paraíso.
A pesar de ser analfabeta, siguiendo la tradición oral de su gente, narraba a sus hijos la Historia
Sagrada y el Catecismo, con preguntas y respuestas, como se estilaba entonces; y estaba atenta
a que lo practicaran y a que viviesen en la presencia de Dios, que ve en lo interior, aún los
pensamientos más escondidos: ¡”DIOS TE VE”!. Un Dios al cual no se le ofende, porque se le ama.
Amor y temor de Dios… En las noches estrelladas: “Él lo ha hecho todo... ¿cómo será de bello el
paraíso?”... Ante una tempestad: “¿Quién puede resistir a Dios?” Y si las cosechas eran buenas y
abundantes: “¡Qué bueno es Dios que nos da el pan de cada día!” En invierno, ante el fuego: “Dios
es verdadero Padre... Padre Nuestro...”
El ascendiente que tuvo sobre sus hijos nunca disminuyó con el correr de los años. A Juan, ya
sacerdote, le recordaba su deber de rezar las oraciones: “Mira, estudia tus latines, aprende toda la
teología que quieras, pero no olvides que tu madre sabe más. Sabe que tú debes rezar”.
Le enseño a obedecer de niño, pues era de temperamento rebelde y caprichoso.
Lo educó en el trabajo. No soportaba que sus hijos estuvieran ociosos y les fue enseñando a
trabajar, de acuerdo a su edad y capacidad: juntar leña, ir por agua, dar comida a los animales...
Ella, asumiendo trabajos de por sí reservados a los varones, daba el ejemplo de laboriosidad y
fortaleza. (M.B. I, 70)
No los quiso comodones. Fue austera. Y no permitió que, en vacaciones del seminario, Juan
durmiera en colchón, sino que le tendía su jergón de paja, como a sus hermanos: “es mejor que te
acostumbres a dormir con un poco de molestia... a las comodidades uno se acostumbra pronto”. Por
otra parte, los hacía levantarse de madrugada y a estar prontos a cualquier hora a prestar un
servicio de trabajo o de caridad.
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Los cuidaba de las malas compañías. Esto fue siempre muy importante para ella y los acostumbró a
pedir permiso para ir con tal o cual amistad. Y, cuando no le parecía, era inflexible. Porque sentían
que los amaba; nada de lo que les dijese caía en el vacío y le obedecían gustosos.
Aunque era dulce, no era débil. Usó del castigo cuando fue necesario, sin humillar jamás
perdonando generosamente cuando era el caso.
Y algo muy significativo: SIEMPRE APOYO LA VOCACION SACERDOTAL DE SU HIJO Y LUCHO
CON TODOS LOS MEDIOS A SU ALCANCE PARA HACERLO ESTUDIAR. En el estudio,
efectivamente, estaba la clave para un futuro diferente al de los hermanos, comprometidos del todo
en el trabajo rural. Sólo el estudio le abría el camino para el sacerdocio, hacia el cual había
empezado a sentir las primeras inquietudes en su infancia, en contacto con las necesidades de los
jóvenes. “Querido juan. Has recibido la sotana sacerdotal y yo he experimentado el más grande
consuelo que una madre pueda sentir al ver la felicidad de su hijo. Pero recuerda bien que no es el
hábito sino la virtud lo que honra a un sacerdote… Mira que prefiero que seas un pobre campesino a
un sacerdote negligente” (MO 28)
Recién ordenado sacerdote… “De hoy en adelante piensa solo en la salvación de las almas, y no
pienses en mí” (MB IV, 414)
Fue su mejor compañera y su mejor apoyo en Valdocco, su consejera, la mamá de los chicos.
Cuando murió dio el supremo testimonio de la pobreza enseñada a sus hijos. Don Bosco sufrió
enormemente. No dudó Don Bosco en afirmar, desde ese momento, que su madre era en verdad
una santa (MB V. 390 ss.)
El coadjutor Pedro Enria, enfermero de don Bosco en su última enfermedad, escribió en su crónica
personal: “La mamá de don Bosco nos quería muchísimo y nosotros la amábamos como nuestra
verdadera mamá… cuando todos estábamos ya durmiendo Don Bosco y su virtuosa madre iban de
cama en cama, cogían las ropas rotas y se ponían a trabajar en su habitación… cuando Don Bosco
debía ausentarse para ir a predicar fuera de Turín, ella era la que hacía todo…” (Cfr. Don Bosco nella
storia económica e sociale, p. 499).
Giacomo D’Acquino, en su libro “La Psicología de Don Bosco” (Editorial SEI, Turín, 1988) dice: “La
profunda relación entre madre e hijo tuvo un papel determinante en la vida de Don Bosco.
Durante toda su vida lo acompañarán no sólo las palabras y el ejemplo de la madre, sino
sobre todo la “confianza primaria” construida desde la infancia, para siempre, en la
relación con ella.”
REFLEXIONA PERSONALMENTE
 ¿Qué leyes educativas, psicológicas, espirituales aplica Mamá Margarita en su
acompañamiento a Juan?
 ¿Qué grado de influencia da Don Bosco a este tipo de acción por parte de su Madre? ¿Estará él
proyectando sobre la imagen de su madre alguna otra intención?
 ¿Qué me dice todo este contenido, toda esta reflexión a mi realidad actual de educador, de
formador y acompañante de niños y jóvenes?
Fuentes: 1) P. Fernando Peraza Leal sdb, “Iniciación al estudio de Don
Bosco”, Capítulo “Los primeros treinta años de la vida de Don Bosco”,
Ediciones del Centro Salesiano Regional – Quito – Ecuador. 2) Don
Bosco, “Memorias del Oratorio” (Introducción), Tercera Edición
corregida del Centro Salesiano Regional – Quito – Ecuador 3) Fantozzi
Aldo, “Mamá Margarita” Ed. CCS, Madrid, 1996.
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