Subido por Yoly Mora

5 principios

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Los 5 principios
fundamentales para
unificar el cuerpo y
la mente
¿Por qué es importante unificar la mente y el cuerpo?
Es fácil comprenderlo y difícil realizarlo. Podemos comparar al estado de unificación
con la condición normal de un ser humano y es fácil darse cuenta de ello por que todos
lo hemos experimentado de una manera u otra en nuestra vida, quizás incluso no del
todo conscientes de esto. Pero resulta difícil realizarlo debido a que la mente está
siempre agitada, fragmentada en una multitud de pensamientos diferentes, reaccionando
a los estímulos externos e internos permanentemente. Esto genera en si mismo una
dualidad entre el sujeto y el objeto, entre el cuerpo y la mente e inevitablemente se
percibe una realidad hecha de partes separadas: el sujeto por un lado y las “cosas u
objetos que observa” por el otro. Además, todo ese movimiento desordenado y caótico,
genera desarmonía, falta de ritmo e incoherencia, la energía se disipa y pierde fuerza.
Para empezar a unificar el cuerpo y la mente hay que dejar de pensar en ellos como si
fueran diferentes. Es un hecho científico y una verdad espiritual que la materia es
energía, y la energía es la manifestación del movimiento de la conciencia, por lo tanto
materia y energía son manifestaciones o expresiones de la conciencia, del Espíritu que
da vida e impregna a toda la creación.
La mente mueve a la energía y la energía se condensa en materia. La materia sirve de
vehículo y expresión para el espíritu. El mundo”objetivo” manifestado es una
proyección del mundo espiritual.
La verdadera sustancia del universo es la conciencia
Así que debemos pensar y sentir de esta manera, asumiendo que vivimos en un universo
espiritual, creado por el deseo en la conciencia única, de manera que la mente y el
cuerpo no son diferentes en esencia, simplemente difieren en su presentación y en sus
características.
La vida cotidiana moderna se ha vuelto cada vez más cortada de su fuente natural, la
mayoría de las personas solo perciben un mundo material de partes separadas y creen en
la realidad del mundo físico, esta es la razón de la división de sus mentes y sus cuerpos
y la causa del sufrimiento y la enfermedad.
Esto no solo disminuye las posibilidades de aprendizaje, de adaptación y la calidad de
vida de la persona, sino que impide el cultivo y desarrollo de la mente y de la energía
vital, fundamentales para poder expresar nuestro ser en toda su dimensión.
Cuando el cuerpo y la mente están unificados, la energía vital fluye libre y
abundantemente, mejora la salud, la actividad de los hemisferios cerebrales se equilibra,
se expande la conciencia y la experiencia de vivir se enriquece.
De ahí que estos 5 principios ordenen nuestra práctica y nuestra vida cotidiana y nos
ayuden en el cultivo de la mente y el desarrollo del poder personal.
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1- Calmar la mente:
El cerebro esta siempre en actividad, emitiendo y recibiendo ondas electromagnéticas.
A esta actividad, cuando se hace consciente es decir, cuando tenemos conocimiento de
ella, le llamamos actividad mental o simplemente, pensamiento. El pensamiento es una
vibración que afecta al mundo físico. Las ondas, al igual que las olas del mar, pueden
estar agitadas o en calma, pueden ondular armoniosamente o perturbarse
desordenadamente, como en una tormenta.
La actividad mental es como el viento en la superficie del agua, si no hay viento, el mar
está en calma, si sopla, las olas se elevan.
La mente en su estado natural es calma, la actividad sensorial envía información que
provoca una respuesta del cerebro y en consecuencia genera actividad consciente y más
agitación. La vida moderna, plagada de estímulos de todo tipo mantiene esta actividad
mental agitada y desordenada. ¿Cómo hacer para calmar la mente si “haciendo” se agita
aún más? Tratar de no pensar es aún pensar. Querer calmar la mente es actividad en si
misma, genera ondas que perturbaran.
Consideremos al pensamiento como una corriente eléctrica, un flujo de energía e
información reactivo que busca “conectarse, es decir, equilibrarse. Este movimiento,
que es desequilibrio, se genera por una diferencia de potencial entre el cerebro y los
objetos de percepción.
Lo que inicia el movimiento de la conciencia es el deseo. Los deseos son como el viento
que mueve la superficie del mar en calma agitándolo. Demasiados deseos perturban la
calma mental. Al mismo tiempo no podemos dejar de desear porque la vida misma es
expresión del deseo. Se trata de controlarlos y de observar nuestros deseos egoístas.
Por esta razón para calmar la mente no hay que hacer nada, bien entendido, no depende
de un esfuerzo de la voluntad o de algún tipo de pensamiento.
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Se trata más bien de dirigir la mente dispersa y concentrarla en un punto, dejándola
calmarse por si misma. Cuando cesan los estímulos, la actividad disminuye.
Para esto la atención y la concentración son fundamentales. La primera actúa como un
filtro de estímulos permitiendo que la mente pueda concentrarse o focalizarse en un
punto, sin esfuerzo ni tensiones.
Estas habilidades cognitivas se desarrollan con la repetición mediante la meditación, el
estudio y la práctica.
El control mental es una actividad superior de la mente que se entrena, luego, es posible
encontrar la calma incluso en el seno del movimiento y esta es la “verdadera” calma.
Cuando la mente está calma, las conexiones cerebrales y las redes neuronales
comienzan a optimizarse, se organizan y la actividad mental se ordena equilibrándose y
el pensamiento se vuelve eficaz.
2- Concentrarse en 1 punto:
El punto es infinito en si mismo.
Se dice que fundamentalmente todo es unidad.
La conciencia es infinita y existe en todos partes, sin límites.
La energía circula, vibra, se condensa en materia, se polariza, nunca está quieta, no tiene
forma fija ni límites. Entonces, si todo está integrado con todo y todo es unidad, ¿cómo
aparecen los límites entre las cosas?
¿Cómo es que interactúa el infinito con lo finito?, ¿puede un sistema ser finito e infinito
a la vez?
Generalmente los consideramos separados, si algo es finito no puede ser infinito.
Esto se ve claramente en la Física, hay un física para lo grande que describe un universo
continuo hasta el infinito, de acuerdo a la relatividad de Einstein.
Por otra parte la física cuántica predice un espacio limitado y finito, en el que las
partículas aparecen y desaparecen, La primera, la relatividad: la física de lo grande,
es determinista y la segunda, la mecánica cuántica: la física de lo pequeño,
es probabilística.
Hasta el presente no se consigue unificarlas en una sola teoría, Einstein trató pero no
pudo.
Podemos observar esta separación entre lo infinito y lo limitado también en la sociedad.
La espiritualidad tiende a pensar en términos de infinito, de conciencia, de sistemas
abiertos y entrelazados, mientras que la ciencia piensa en términos racionales, en
sistemas cerrados, limitados y finitos. Y entre las dos no hay entendimiento. Si es de
rigor científico pierde espiritualidad y si es espiritual la ciencia queda afuera.
Esta dicotomía se ve en la percepción que tenemos de la existencia y de la no
existencia. Si algo existe no puede no existir y si no existe, no existe. Nos cuesta de
entrada comprender que algo exista y no exista al mismo tiempo.
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Sin embargo aunque sean aspectos aparentemente opuestos son complementarios, uno
depende del otro.
La existencia contiene en esencia a la no existencia, es decir, los límites de la existencia
contienen lo infinito de la no existencia.
Si nuestro cuerpo tiene un límite finito, ¿como puede contener a lo infinito?
Veámoslo desde la perspectiva del punto.
Un punto es la menor fracción indivisible.
Es un concepto abstracto.
Se dice que un punto no tiene dimensiones (0D o N-dimensiones), o sea que también
tiene infinitas dimensiones (infinitos vectores que convergen y se cancelan precisamente
en ese punto).
Algunos sostienen que al no poseer dimensiones y no encerrar volumen, el punto no
existe.
Una sucesión de puntos forman una línea, que convencionalmente se considera de una
dimensión (1D). Siguiendo la misma idea, entonces tampoco existe.
Si unimos cuatro líneas formando un cuadrado, ahora tenemos un plano de dos
dimensiones (2D), pero como no tiene volumen no ocupa espacio por lo tanto no se
puede decir que exista.
Continuamos uniendo planos, en este caso 6, y obtenemos una figura tridimensional, un
cubo (3D), que contiene volumen y por lo tanto lo definimos como existencia.
¿Es así realmente?
¿Cómo se consigue que algo exista a partir de algo que no existe?
Quizás lo único que existe es el punto y todo lo demás aparece como proyección de él.
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Cada punto tiene el potencial de contener toda la información en si mismo
Podemos ilustrarlo geométricamente.
Dentro de un círculo (o esfera) que delimita un espacio, ponemos un triángulo
equilátero (o un tetraedro si lo consideramos en 3D), en realidad como el universo
está polarizado en 2 fuerzas opuestas y complementarias hay que agregar otro triángulo
(o tetraedro) invertido, formando la estrella de 6 puntas, común en varias culturas de la
antigüedad, en particular la Judía.
A partir de esta figura bipolar podemos efectuar divisiones hasta el infinito, sin salir de
los límites origínales. A medida que vamos dividiendo la estrella en estrellas más
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pequeñas encontramos nuevos límites, cada nivel tiene su límite y sin embargo sigue
formando parte de un espacio ilimitado.
Todos los niveles están conectados, cada nivel con sus coordenadas temporoespaciales
específicas observa a los demás desde su propio y único punto de vista.
Sin embargo, ninguno dejo de pertenecer a la totalidad.
Esta dinámica fractal se observa en todo el universo, en todas las escalas. Incluso en
nuestras células y átomos. En el interior de sus límites se encuentra el infinito, es decir,
contienen potencialidad infinita e infinita conectividad con todo lo demás.
Podemos tomar cada célula, átomo o partícula que constituyen nuestro cuerpo y
dividirlos hasta el infinito, eso significa que contienen infinita cantidad
de información y que poseemos infinita cantidad de divisiones dentro de nosotros.
Nuestro cuerpo es infinito en el interior, en el exterior siempre están los límites de la
percepción
No podemos percibir lo infinitamente grande, porque somos el contenido, pero si
podemos acceder a lo infinitamente pequeño, ya que lo contenemos en nuestro interior.
La realidad exterior siempre es limitada y determinada mientras que el mundo interior
esta lleno de posibilidades, infinitas. Infinitas partículas, infinitos puntos conectando
todos los niveles de la escala.
Podemos descomponer todo hasta llegar a un punto y luego ampliar ese punto con un
zoom y seguir descomponiéndolo y así sucesivamente.
Si observamos una de célula y ampliamos la escala alejando el foco, la célula se vuelve
un punto, nosotros mismos somos puntos vistos desde el aire, pasando Marte nuestro
bello planeta es apenas un punto en el espacio.
La Tierra vista desde Marte (fotografía de la NASA)
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Por eso podemos considerar al punto como una representación de lo infinito y lo
finito integrados.
Todo está hecho de puntos
Cada momento de nuestra vida es un punto. Nunca existió ni existe una continuidad,
excepto en la mente. Vamos de punto en punto, de a saltos
cuánticos, imperceptibles para el cerebro cotidiano, pero lo cierto es que si paramos el
proyector, o sea la mente consciente, podemos descomponer lo que percibimos en
puntos, en píxeles de realidad, considerando que cada cosa que observamos,
cada punto de la imagen es parte de una imagen más grande, nosotros mismos podemos
considerarnos proyecciones de planos superiores.
Cada aquí y ahora es un punto en la existencia y por ser un punto,
contiene infinitas posibilidades.
Si podemos concentrarnos en cada punto, en cada momento, la vida seguramente se
vuelve mucho más plena y con más posibilidades.
La verdadera fuente de creatividad esta en nuestro interior.
Esto nos permite apagar y reiniciar cuando queremos. Cada punto es un final y un
nuevo inicio.
Nuestra verdadera naturaleza es infinita e interconectada.
Pero eso no significa que somos todos iguales. No somos producidos en serie, como un
prototipo de fábrica.
Cada átomo, cada célula, cada uno de nosotros ocupa un lugar único de la experiencia,
es decir, no hay manera que dos personas ante la misma situación, en las mismas
condiciones, experimenten lo mismo.
¿No es genial? ¿Para que buscar afuera lo que ya somos? ¿Y que somos?
Un punto único de experiencia en el universo infinito.
¿Pero entonces que es lo que nos conecta con todo lo demás?
El espacio
El espacio está por todas partes. A gran escala lo podemos observar entre galaxias (y
probablemente entre universos), estrellas y planetas, todo está rodeado de una gran
cantidad de espacio. Y en la escala microscópica el espacio es todavía más enorme.
Cada átomo está formado por un 99,9999 % de vacío.
En otras palabras, la estructura atómica de nuestra realidad cotidiana está construida,
excepto un 0,00001 %, por espacio.
El resto, que es la parte que podemos percibir y consideramos sólida, concreta e
inmutable, oscila, vibra en una altísima frecuencia, y lo más notable es que estas
oscilaciones “nunca se tocan”. En ningún momento, en ningún lugar, jamás se tocan.
Los átomos y moléculas se enlazan, forman uniones más o menos estables,
intercambian electrones, pero no entran nunca en contacto. Por ejemplo, una estructura
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resistente y densa como la del diamante (que es una forma alotrópica del carbono), si
agrandáramos una de sus moléculas al tamaño de una naranja, la siguiente se
encontraría a medio kilómetro de distancia. Tal es el espacio entre las cosas.
Sin embargo, a pesar de esta evidencia, seguimos prestándole atención a ese ínfimo
porcentaje que aceptamos como concreto y “real”. Gastamos nuestra energía y tiempo
en ese 0,00001 % que llamamos materia y generalmente ni siquiera reparamos en el
99,9999 % restante, que es el espacio entre las cosas.
¿Cuál es la parte que te define entonces, la materia o el espacio? ¿La parte sustancial o
la parte insustancial?
Percibimos la realidad desde la perspectiva de la materia, por eso nuestra percepción es
limitada y estrecha y nuestra vida, determinada y previsible.
Pero si percibiéramos a partir del vacío, de lo insustancial, aceptaríamos que es el
espacio el que define nuestros límites y modela nuestra percepción, entonces crearíamos
una realidad más amplia, con más espacio (y tiempo) y seríamos más libres.
Quizás no somos nosotros los que creamos y definimos el espacio, sino que es el
espacio el que nos define y da forma.
Aparentemente esto no cambia nada en nuestra realidad cotidiana, igual tengo salir a
trabajar y todo eso, pero una cosa es andar por el mundo creyendo que la materia y las
cosas existen por si mismas y que son ellas las que crean tus límites, y otra cosa es
considerarte principalmente vacío, espacio ilimitado e interconectado, y que es
justamente ese espacio el que crea, delimita los objetos y tus experiencias y te conecta
con todo.
Somos responsables de la forma en que alimentamos de información al espacio
De acuerdo a la información que enviemos recibiremos una respuesta, a veces no en el
momento ni de la forma que esperamos, por eso también es importante comprender y
aceptar la interdependencia que existe entre todo.
Cuando enfocamos la observación desde esta perspectiva más total, el cerebro cambia
su dinámica y su organización, se reformatea permitiendo procesar la nueva
información, más amplia e interconectada. Nuevas áreas cerebrales se despiertan y su
actividad se vuelve más coherente y unificada.
El espacio que nos rodea y nos modela, aunque se le llame vacío, esta repleto de
energía, infinita energía. Esto se ha calculado, 1 cm3 de espacio tiene una densidad de
energía de unos 10-93 gr. Esto no nos dice nada a priori. ¿Que podría significar esa cifra
en la vida diaria?
Si tomamos todas las estrellas que podemos ver con el telescopio más potente y las
compactamos en 1 cm3 de espacio vacío, eso llega a un 10-55 gr de densidad de energía
por cm3, y esto es mucho considerando que solo en nuestra galaxia hay unos 100 mil
millones de estrellas y todavía nos faltaría agregar 39 ceros para alcanzar la densidad de
energía del vacío.
Lo que consideramos espacio vacío, en realidad es infinitamente denso, no lo podemos
percibir porque al ser infinito en cada punto, se cancela, (infinitos vectores que
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convergen en cada punto) y por eso lo vemos como nada. Aclarando que nuestros
sensores solo captan los desequilibrios o las diferencias (algunas), es decir los vectores
que sobresalen del resto, así que cuando están en perfecto equilibrio no los percibimos.
Como el pez que no sabe que está en el agua hasta que lo sacas y siente una densidad
diferente, para el pez el océano es ilimitado, adonde vaya está en su casa.
Es igual para el ave que vuela libre en el cielo, su espacio es ilimitado, todo es espacio.
Lo cierto es que estamos sumergidos en un mar de energía infinita. La aparente escasez
de recursos es el resultado de la ignorancia y la mala utilización de los mismos.
Vivimos en un universo de abundancia
Es el espacio el que determina la dinámica del universo y es el espacio lo que
compartimos y nos conecta a todos. La información divide el espacio en escalas
diferentes y estas escalas o niveles son los que crean nuestra realidad. Somos parte de
esos niveles.
La materia no es algo salido de ninguna parte, sino que surge como consecuencia de las
divisiones de la estructura del espacio mismo y cada uno de nosotros está interactuando
cada instante de su vida con esta estructura.
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Sin silencios no habría música, es el silencio el que corta y da las características a cada
nota. Sin vacío no habría realidad posible, es el espacio el que define y modela los
límites y contornos de la materia.
Es el espacio el que brinda utilidad a las cosas., sino imagínate una casa maciza o una
taza llena.
Las partículas que forman nuestros átomos aparecen y desaparecen todo el tiempo en el
vacío. Cada vez que el electrón aparece, aprende de tu experiencia y lleva nuevamente
la información al vacío. En cada instante estás informando al universo acerca de
tu experiencia, es decir, informas sobre tu propio y particular punto de vista.
Somos los ojos del universo. Podemos considerarnos vehículos de experiencia, modelos
experimentales expresando el deseo de fuerzas superiores.
La vida nos atraviesa.
Creamos nuestra realidad, pero también la realidad nos está creando. Esa es la
contraparte, el opuesto complementario. Enviamos información al espacio y este nos la
devuelve, modificada a su vez por la experiencia de los otros. Somos creadores creados.
Si solo fuéramos nosotros los que creamos nuestra realidad, además de encontrarnos
solos siempre en nuestra pequeña burbuja artificial, sería muy aburrido y no podríamos
aprender nada… y tampoco el universo.
La riqueza y la abundancia surgen del flujo y de la interconexión, no de la
acumulación. Lo que se acumula se estanca y lo que se estanca degenera
Somos un punto en un universo de infinitos puntos.
Un punto formado por infinitos puntos. Todos interconectados.
Concentrarse en un 1 punto es la puerta a dimensiones superiores de la mente y a
infinitas posibilidades. En nuestro cuerpo físico el punto central se encuentra a unos 3
cm. bajo el ombligo. Podemos respirar y concentrar la mente en cualquier punto del
cuerpo, pero es en este punto central donde la acción se vuelve más eficaz y la
conciencia se equilibra más fácilmente.
En el centro de tu ser se encuentra el centro del universo.
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Puedes encerrar al universo en un punto y depositarlo en el punto bajo el ombligo. Si te
concentras en ese punto con la totalidad de tu cuerpo-mente, así será.
3- Relajarse:
Aprender a relajarse es fundamental. En un cuerpo tenso la energía no fluye libremente.
Las tensiones generan bloqueos y estancamientos que provocan desequilibrios, de un
lado se acumula y del otro escasea. Esta es la causa de la mayoría de los trastornos de
salud actuales.
Nuestro cuerpo tiene un sistema de adaptación, conocido como sistema nervioso
autónomo, organizado en dos sistemas o ramas: El simpático y el parasimpático.
El primero, la rama simpática, se encarga de preparar al organismo para la lucha o la
huida. Es el sistema de la acción y la defensa, es de naturaleza Yang, por lo tanto más
superficial, consume mucha energía y aumenta el metabolismo celular, predisponiendo
a la tensión y al movimiento
La rama parasimpática, se encarga de los procesos de nutrición, asimilación,
regeneración y reposo. Es el sistema de la reacción que mantiene las condiciones del
medio interno. Es de naturaleza Yin y por tanto, más profundo, genera y ahorra energía,
disminuye el gasto energético, predispone para la relajación, la curación y el reposo.
Hoy en día, el ritmo de vida cotidiano, especialmente en las ciudades, mantiene activado
casi permanentemente el sistema simpático. Presiones, obligaciones materiales,
preocupaciones, estrés y estímulos de todo tipo, hacen que el cuerpo y la mente estén
siempre “en guardia” y buscando, tensos, bloqueados y desunidos.
Relajarse es una condición natural de los seres vivos. Los animales lo hacen todo el
tiempo, pueden pasar de la acción a la relajación rápidamente.
Para estimular la relajación hay que activar el sistema profundo, el parasimpático, y
comenzar a desactivar el sistema de defensa y acción. La meditación es la clave, pero
además hay técnicas como el masaje, en particular el shiatsu, ejercicios respiratorios y
de visualización y disciplinas como el taichi y el chi kung.
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La naturaleza nos ayuda a relajar la mente, a desconectarnos de los estímulos artificiales
y reconectarnos con la fuente natural. Pasear por un bosque, mirar lejos, el mar y las
nubes, contemplar un cielo estrellado, tener tiempo para observar y reflexionar. Son
actitudes básicas que debemos practicar con regularidad, entonces el cuerpo y la mente
podrán relajarse naturalmente.
La mente es como un músculo, debe estar entrenada y conocer la tensión, la fuerza y la
resistencia, pero la mayor parte del tiempo tiene que estar relajada. Al igual que la
actividad física necesita reposo, la mente también debe reposar y relajarse.
Aclarando que hablamos de relajación, porque hoy día la gente está de más en más
tensa, pero no hay que confundir esto con un estado de laxitud o abandono
Se trata más bien de la “tensión justa”, que al igual que un instrumento afinado, permite
que suene armoniosamente. Es un estado dinámico. Si está tenso se relaja, si esta flojo,
se tensa un poco.
Finalmente cuerpo y mente no están separados. Si la mente está relajada y a gusto, el
cuerpo la seguirá y si el cuerpo puede relajarse, la mente encontrará la calma de forma
natural.
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4- Llevar la energía hacia abajo:
Como vimos antes, el mejor sitio para unificar la mente y el cuerpo es el centro del
cuerpo, es decir, el “punto bajo el ombligo”. En japonés se le llama Kikaitandem,
Tanden o simplemente Hara. Para los chinos es Tantien o Dantian.
Mucha gente actualmente, tiene su energía acumulada en las partes altas del cuerpo, en
particular en la cabeza y el pecho. Esto es debido al exceso de pensamientos y de
emociones.
Esta tendencia genera congestiones, bloqueos y pérdida del ritmo natural en el
organismo. Al perturbarse el flujo de sangre y de energía, la mente y el cuerpo se
separan, se desorganizan y en casos graves, puede provocar profundas enfermedades
mentales y físicas (depresión, pánico, ACV, cardiopatías…)
Ya se explicó que la mente y las emociones mueven y conducen la energía, que a su vez
mueve la sangre e indefectiblemente impacta en el plano físico.
Por eso, aprender a descender la energía y concentrarse bajo el ombligo es muy
importante. Las artes marciales y el chi kung son muy eficaces practicados con
frecuencia.
Este movimiento de la conciencia no depende de la actividad mental ni de la voluntad,
aunque al principio, quizás haya que tener determinación y cierto esfuerzo para no
dispersarse, pero luego con la práctica y la repetición se hace más fácil y se trasciende la
intención consciente.
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Se trata más bien de conectar la mente con el punto o la zona a la que queremos dirigirla
y dejar que fluya. Podemos visualizar el punto y dejar que la respiración descienda
naturalmente.
Podemos pensar y respirar por cualquier parte del cuerpo, de hecho cada célula respira y
es consciente
El kikaitandem está conectado con los riñones y el cerebro profundo, su estimulación
interrumpe la secuencia interminable y disrítmica del pensamiento consciente,
desviando la energía desde la corteza frontal hacia la profundidad del cerebro,
modificando las ondas cerebrales que se vuelven amplias, rítmicas y disminuyen su
frecuencia (ondas alfa, theta y delta).
También es importante aprender llevar el peso hacia abajo. Esto brinda estabilidad y
fuerza al cuerpo, favoreciendo el equilibrio psicofísico.
Las cosas caen por su propio peso, es una cuestión de gravedad.
Una postura estable genera una actividad mental estable
Si nos conectamos conscientemente con la tierra y dejamos que nuestra energía
descienda, no solo absorbemos su chi además desarrollamos raíces y al igual que un
árbol, nos volvemos firmes, estables y flexibles. En la actualidad, la mayoría de las
personas carecen de raíces y de verdaderas conexiones naturales y por eso son llevados
de un lado para el otro sin voluntad propia, como ganado.
Una persona sin raíces es parecida a un fantasma.
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Cuanto más base tiene un cuerpo, más estable y equilibrado es.
La capacidad de llevar el peso y la energía hacía abajo es primordial para calmar la
mente y unificar el cuerpo-espíritu
5- Expandir el Chi:
La energía vital (Chi o Ki) es el poder que anima a la vida y mantiene en movimiento a
todas las cosas. Es la fuerza subyacente al ritmo de la naturaleza y a sus
transformaciones. En el cuerpo humano está representado por la respiración, por eso en
la medicina china se considera que los pulmones gobiernan al Chi.
Esta energía es el movimiento de la conciencia, es vibración, es una onda que fluye,
como un espiral y marca el ritmo y el tiempo de los cambios.
Podemos atraerla, cultivarla, desarrollarla y atesorarla, y a partir de ahí, expandirla y
proyectarla, lo que es imposible, es definirla o tratar de categorizarla, al igual que la
vida, hay que vivirla. Debemos aprender a percibir esta energía, a sentirla en nuestro
cuerpo y por extensión en todo lo que nos rodea.
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También hay que conocer todos los niveles de nuestra existencia, estamos
acostumbrados a tratar con nuestro cuerpo físico y a percibir por lo tanto solo un
universo material, mecánico y sin vida.
Pero más allá del estrecho nivel de lo “visible” y palpable tenemos un cuerpo sutil,
campos de energía y de conciencia que se extienden en el espacio y nos conectan con
todo el universo
Cuanto más nos conectemos con estos planos sutiles, más se expandirá nuestra energía
y podremos proyectarla a voluntad, hacia el entorno y hacia cualquier parte de nuestro
cuerpo. Recordemos que es la mente la que conduce a la energía y que esta puede
condensarse y cristalizarse.
Si el Chi es débil, el campo de energía se retrae, el cuerpo se debilita y se separa
fácilmente de la mente. En estas condiciones uno se vuelve atractor de vibraciones
negativas y de enfermedad y es fácilmente manejado por el entorno.
Si el Chi es fuerte, se expande naturalmente, los órganos internos se llenan de vitalidad,
mente y cuerpo se unifican con más facilidad y podemos proyectar la energía y los
pensamientos con coherencia y eficacia, como un láser.
Al aumentar nuestro “poder personal” nos volvemos más libres y responsables de
nuestros actos y podemos interconectar con el flujo infinito de información y energía
del universo, que nutre y da vida a todos los seres.
Estos 5 principios funcionan como uno solo, si calmas tu mente el cuerpo se relaja y la
energía fluye y se expande naturalmente. Si aprendes a relajarte es más fácil calmar la
mente y concentrarte en 1 punto. Si tu mente se expande también lo hará tu energía. Si
desarrollas la capacidad de concentración y de atención puedes proyectar tu mente y tu
Chi hasta el infinito. Recuerda, concentrarse en un punto es concentrarse en el infinito.
Aprende, practica, respira, expande tu mente, abre tu corazón,
pero sobretodo…disfruta de la vida!
Mariano Giacobone
2015
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