Subido por Julio Alejandro Ballivián

LA RELACIÓN HUMANO/MEDIOAMBIENTE DESDE EL PAISAJE EN LA CUENCA ALTA DEL RÍO PILCOMAYO.

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XXV REUNIÓN ANUAL DE ETNOLOGÍA
MUSEO NACIONAL DE ETNOGRAFÍA Y FOLKLORE
23 AL 26 DE AGOSTO DE 2011
LA RELACIÓN HUMANO/MEDIOAMBIENTE DESDE EL PAISAJE EN LA
CUENCA ALTA DEL RÍO PILCOMAYO.
RETOMANDO EL ACERTIJO ECOLÓGICO
Julio Alejandro Ballivián Torrez1
Resumen
La relación humano/medioambiente se estudia desde varios campos de la ciencia, entre
ellos la Ecología Humana, el Materialismo Cultural, la Ecología Cultural y la Historia
Ambiental, entre otros. La arqueología, influenciada por la Ecología Cultural aplica la
teoría de la adaptación por la cual la cultura de un grupo representa una forma de
adaptación al medioambiente. La naturaleza juega un papel determinante para explicar
el grado de evolución cultural. Este tipo de arqueología ha desarrollado técnicas de
investigación como la prospección regional, el análisis espacial y la aplicación del
muestreo estadístico, que se basan en los principios teóricos de la relación entre la
naturaleza y la cultura como un sistema adaptativo. El presente artículo propone
retomar el debate de la relación entre los seres humanos y el medioambiente desde el
paisaje, tomando como ejemplo nuestra investigación en la cuenca alta del Río
Pilcomayo.
El acertijo Ecológico.En 1989, Donald Worster escribía que la importancia de retomar el estudio de la
relación entre los seres humanos y la naturaleza, recae en el vínculo de interdependencia
que existe entre ambos. Es un tema que concierne tanto a las ciencias naturales como a
las ciencias sociales, y en este marco al desafío planteado por la Historia como ciencia,
para superar la vieja Historia de la política, las leyes y la vida de los diplomáticos.
Avanzar hacia una Historia Ambiental suponía mirar desde la Historia la importancia
del clima y los fenómenos atmosféricos que han influenciado las buenas o malas
cosechas, elevado o deprimido los precios, promovido o concluido epidemias,
incrementado o declinado la población. (Worester 1989, 29)
Los ecólogos han definido la relación de los organismos vivos cuando se reúnen
entre diferentes especies en comunidades, que por lo general resultan muy
diversificadas en su estructura, con el nombre de Ecosistemas. Un ecosistema
comprende tanto a los elementos orgánicos como a los inorgánicos de la naturaleza,
unidos entre sí en un mismo lugar, en una activa relación de interdependencia (Worster
1989, 33). Los ecosistemas varían en su tamaño y son descritos generalmente en un
1
Arqueólogo de la Universidad Mayor de San Andrés. [email protected]
lenguaje asociado a la física mecánica o la cibernética, como auto-equilibrados, como
una máquina que funciona automáticamente de manera ininterrumpida, controlándose a
sí misma cuando se calienta en exceso, se acelera demasiado, o se desacelera y empieza
a parpadear. Una perturbación externa podría afectar ese equilibrio, alterando
momentáneamente el ritmo de la máquina, pero ésta regresa siempre a algún tipo de
situación de equilibrio. El número de especies que forman parte de un ecosistema
fluctúa en torno a un punto determinable; el flujo de energía a través de la máquina
permanece constante (Ibíd.). El acertijo ecológico según Worster se halla en relación a
hasta dónde son estables estos ecosistemas naturales, y hasta qué punto son susceptibles
de alteración. ¿Resulta adecuado describirlos como equilibrados y estables hasta que el
ser humano entra en contacto con ellos? ¿Cuál es el rol del ser humano como organismo
con cultura en el funcionamiento de los ecosistemas? El acertijo está planteado. El
sistema describe el funcionamiento de la máquina pero no sus cambios y continuidades
a través del tiempo, por lo cual la arqueología y la historia se hallan interpeladas para
una mejor comprensión de la relación entre la ecología y el ser humano.
La cuenca alta del Río Pilcomayo
Gracias a enfoques ecológicos y geográficos se ha hecho posible vislumbrar la
complejidad, distribución, diversidad y dimensión del medioambiente en los Andes (Cf.
Dollfus 1991). Se ha propuesto que este escenario geográfico, ha modelado un escenario
social y cultural también complejo (Cf. Bouysse – Cassagne 1986). En los andes
bolivianos, esta diversidad medioambiental y cultural se halla representada por el
altiplano y los valles orientales.
La Cordillera Real es considerada como un elemento fisiográfico determinante
en el desarrollo de las poblaciones locales, urbanas y rurales (Montes de Oca 1995). Su
distribución define las características de los valles ubicados en su interior. La cuenca del
Río Pilcomayo es uno de aquellos valles que nace en las faldas de la cordillera de
Asanaques y recorre importantes serranías en los departamentos de Chuquisaca y Potosí
hasta alcanzar las tierras bajas del Chaco tarijeño (Somos Pilcomayo 2007). En el curso
del año 2008 y 2009, efectuamos trabajos de prospección arqueológica en la parte alta
de la cuenca dividiendo el área en dos unidades o transectos: Lagunillas – Cahuayo:
3.300 y 4.500m.s.n.m. y Salinas de Yocalla - Yocalla: 2.300 y 3.300 m.s.n.m. El
proyecto forma parte de la tesis de grado en la carrera de Arqueología de la Universidad
Mayor de San Andrés (Ballivián 2011) y el área a la cual nos remitiremos es la de
Salinas de Yocalla – Yocalla.
El trayecto mencionado es una amplía zona que incluye las microcuencas de
varios otros ríos que son tributarios del Pilcomayo. En este transecto, el valle posee un
estrecho fondo delimitado por las serranías inmediatas conformando un valle en forma
de “V”. El trabajo de prospección contempló un área rectangular de 0.5km de ancho por
12.9km de largo que fue dividido en categorías de cobertura en base a la clasificación
propuesta por Van Damme (2002: 10) para las cuencas hidrográficas de Bolivia:
a)
Ribera de río, se caracteriza por suelos profundos con una elevación promedio
de 1m respecto al nivel del río. Posee un ancho promedio de 50m.
b)
Serranías, compuesto por las montañas que rodean al valle, clasificada en:
b.1) Ladera baja y media (3.500-3.640 m.s.n.m.) caracterizadas por las laderas con
poca pendiente y suelos francos y profundos;
b.2) Ladera alta (4.005-4.200 m.s.n.m.) que se caracteriza por la presencia de
vegetación gramínea y suelos rocosos poco profundos asociados con el pastoreo y la
caza; y
c) Meseta (3.900-4760 m.s.n.m.) correspondiente a la cima del cañón del valle del río
con suelos rocosos y vegetación escasa (Figura 1).
El área se caracteriza por valles internos superiores, donde es posible encontrar
ríos con agua permanente y laderas de valle levemente pronunciadas (Navarro y
Maldonado 2005). El escalón ecológico al cual pertenece es Prepuna, entre los 3.600 y
los 2.800 metros de altura, cuyo clima es similar al de la Puna, con una leve variación
en las heladas nocturnas que solo ocurren algunos días del año. Las diferencias
altitudinales entre la base y la cima del valle, presentan un promedio de 400 metros el
cual genera un clima templado en el fondo del valle con diferencias de hasta 8°
centígrados con respecto a la cima. Esta variación fue utilizada para la ubicación de las
áreas agrícolas y el cambio de cultivos.
Valles como éste, situados en las laderas altas de la cordillera Oriental, no
reciben suficientes lluvias para el desarrollo de bosques siempre verdes pero sí para un
bosque decíduo que pierde las hojas durante el invierno. Existe poca vegetación arbórea
y especies resistentes al sobre pastoreo y la quema, como las acacias (Acacia
macracantha, y A. laevigata). Además se pueden apreciar en las laderas como Torora,
arbustos de chacotea (Dodonaea viscosa) y tholas altas (Baccharis dracunculifolia,
Eupatorium buniifolium) (Beck 1988). En esta región también encontramos árboles
nativos dispuestos en el camino de Sotoqawichay, entre la hacienda Torora y la estancia
Luqe Yapu. Entre estos la Kiswara (Buddleja coriacea) y la Queñua (Polylepis spp.).
En la región de los valles secos, se considera que la fauna forma parte de la
transición entre la fauna andina y la fauna amazónica o chaqueña. Sin embargo, la
mayoría de ésta es de influencia de la región andina, presentando animales como el
zorro (Canis culpaeus andinus), la vizcacha de la pampa (Lagidium viscacia), el cuy
(Microcavia niata), el gato andino (Felis jacobita) y una gran variedad de loros que son
considerados plagas para los maizales.
Figura 1. Área de investigación. Cuenca alta del Río Pilcomayo: Salinas de Yocalla. – Yocalla
(Ballivián 2011, 48)
Figura 2. Mapa del trayecto entre Salinas de Yocalla y Yocalla (Ballivián 2011, 123 basado en Google Earth)
Figura 3. Características de dos segmentos en la cuenca alta del Río Pilcomayo (Ballivián 2011, 49)
La relación humano/medioambiente en la cuenca alta del Río
Pilcomayo.
Para estudiar la relación humano/naturaleza en el periodo precolombino, se
realizó una prospección arqueológica de paisaje. Emergente del pensamiento
posmoderno2 y del reconocimiento de la importancia de la acción humana en el
entorno3, la Arqueología de Paisaje sugiere que la cultura y el medioambiente son parte
de un solo fenómeno: la vida en este planeta. No se puede separar la acción (humana)
del escenario donde tiene lugar (la naturaleza). La acción tiene sentido sólo respecto al
escenario donde ocurre, por lo tanto ambos son parte de la acción. La relación entre
cultura y naturaleza no es de adaptación, es más bien una relación dialéctica y creativa
donde los factores climáticos, políticos, ecológicos o tecnológicos, interactúan y
cambian indistintamente parar crear el paisaje. El paisaje es, por lo tanto, el resultado de
2
El posmodernismo es una corriente filosófica que fue definida por François Lyotard en 1984 como la
incredulidad hacia las metanarrativas. Una metanarrativa es un discurso serio que se plantea para
justificar la posesión de una verdad absoluta y desde allí detentar el poder. Por ejemplo, el capitalismo, el
progreso científico, el evolucionismo, el cristianismo o el marxismo (Johnson 2000).
3
Basta con ver la rapidez y la intensidad con la que se deteriora el medio ambiente a causa de la
intervención humana. El daño en la capa de ozono, la deforestación y el cambio climático, la
contaminación química y radioactiva y junto a ellos la extensión del hambre y la desnutrición en los
países del tercer mundo, constituyen sólo algunas consecuencias incontrolables e irreversibles del alto
deterioro ambiental producto de la relación con la naturaleza (Gómez y Pérez 1999, 1)
la relación histórica entre los componentes abióticos y bióticos (ríos, montañas,
llanuras, bosques, salares, desiertos, glaciares, etc.), y el pensamiento humano creativo.
En 1992, Robert Dunnell escribía en “The Notion Site”, que los arqueólogos
buscan, encuentran, registran, colectan, excavan y fechan sitios arqueológicos, y que el
sitio es considerado como la unidad de análisis básica en arqueología pero que sin
embargo es un concepto defectuoso e incluso dañino para la misma (Dunnell 1992, 2122). El autor señala que el concepto presenta problemas epistemológicos y ontológicos,
ya que sus usos no están garantizados por las propiedades del concepto (p. ej.
concentraciones de artefactos, una ciudad o un edificio) haciendo referencia a que el
concepto debe ser debatido con respecto a otras definiciones sobre los procesos de
formación del registro arqueológico (Op.cit. 36). Dese un enfoque de paisaje, el registro
arqueológico es una matriz continua en todo el planeta, la actividad humana esta
grabada en toda la superficie terrestre y sus huellas varían debido a los usos y
concepciones sobre la naturaleza, donde es posible o „no‟, encontrar artefactos.
En la cuenca alta del Río Pilcomayo, la relación con la naturaleza se caracteriza
por la implementación de tecnología a gran escala, demostrando eficiencia en el control
del agua, los suelos y las variaciones climáticas. En términos productivos la relación
entre seres humanos/naturaleza se traduce en una transformación que presenta varias
manifestaciones materiales (sistemas de producción, caminos, asentamientos, etc.). El
paisaje observado entre Salinas de Yocalla y Yocalla, muestra evidencias de
transformación desde el periodo Formativo Tardío (0-300 d.C.) con la construcción de
terrazas agrícolas tipo banco y formación lenta en la región de Cruz Ukho.
Posteriormente, en el periodo de los Desarrollos Regionales Tempranos (300-900 d.C.)
aparecen terrazas agrícolas con irrigación utilizando el agua de las quebradas tanto en la
ribera suroeste como en la ladera media y baja noreste del valle del río. Resaltamos el
hecho de que la ampliación de la infraestructura agrícola y el empleo de nuevas
tecnologías se asocian con la convergencia de diferentes estilos cerámicos, actividades
sociales festivas, agrícolas y ceremoniales que fueron la razón de la articulación de ésta
zona con otras distantes. En el periodo de los Desarrollos Regionales Tardíos (9001.450 d.C.), la región entre Salinas de Yocalla y la estancia Torora se mantienen bajo
los mismos parámetros productivos, mientras que las regiones como Turqui y Luqe
Yapu, Cieneguillas y Yocalla muestran una dinámica relacionada con la agricultura y
otras actividades sociales convergiendo estilos cerámicos de diferentes regiones del
altiplano y los valles (Intersalar, Altiplano de Oruro, Chaqui), que pudo darse a nivel
familiar o comunal.
Finalmente en los periodos Horizonte Tardío (1.450-1.532 Inka) y Colonial
(1.532-1.825) el paisaje adquiere su mayor transformación con la intensificación de la
producción agrícola y camélida. La administración de la población local y la
construcción de tambos para el acopio de la producción más el movimiento de
personeros Estatales (Inka y españoles) conduce a una estandarización del uso del valle.
La fundación de estancias en los lugares templados muestra una correspondencia con lo
descrito por la etnohistoria en torno a los nuevos productos y zonas de producción
además de la tecnología aplicada (molinos, almacenes, caminos, etc.). La construcción
de Iglesias y capillas mantiene el patrón de centros ceremoniales anterior al periodo
Horizonte Tardío, mientras que los asentamientos de reducción se superponen a los
establecidos desde el periodo Horizonte Tardío (1.450-1.532 d.C.).
De acuerdo al análisis cerámico podemos decir que varios estilos foráneos y
locales confluyen en áreas habitacionales y de producción. Este fenómeno puede
interpretarse como el resultado de la confluencia, el intercambio, la producción y el
ritual efectuado por varios grupos, ayllus menores que, diferenciados étnicamente
forman parte de un ayllu mayor el cual forma parte de una entidad política más grande:
Urco o Uma. Por ejemplo las festividades anuales en las cuales miembros de diferentes
grupos étnicos o ayllus menores confluyen al ritual centralizado en la marka (Cf.
Bouysse-Cassagne 1987, Harris 1987, Platt 1987, Platt et al. 2006, Abercrombie 2006).
Figura 4. Mapa de Yocalla y sus principales componentes arqueológicos (Ballivián 2011, 158)
En términos sociales, basado en las formas que el paisaje representa la relación
entre la naturaleza y el ser humano, apoyado en la definición etnohistórica y etnográfica
del Ayllu andino4 , el paisaje de la cuenca alta del Río Pilcomayo refleja una interacción
social y una identidad étnica de la cual sólo podemos avizorar una parte en la cerámica.
Desde el periodo de los Desarrollos Regionales Tempranos (300-900 d.C.) hasta el
periodo Horizonte Tardío (1.450-1.532 d.C.) los restos cerámicos muestran una serie de
actividades de interacción e integración de grupos de diferentes regiones que
seguramente llevaban sus objetos personales como parte del trabajo comunal o ritual.
Este tipo de actividades han sido descritas por la arqueología y la etnohistoria como
rituales de diferenciación social y étnica que tienen lugar en las markas o centros de
convergencia política y ceremonial (Janusek 2004, Abercrombie 2006). Los ayllus
como aglutinadores de diversos segmentos sociales, receptores de viajeros (caravanas
de camélidos), peregrinos o parientes lejanos, congregaban a poblaciones que formaban
4
El ayllu es un conjunto de individuos unidos por lazos de consanguinidad y por la creencia de un
antepasado mítico común, el cual podría ser una persona, un animal, un objeto o un rasgo geográfico al
que se le rinde culto en la forma de huacca o adoratorio (Szabó 2008, 86).
parte del ayllu multiétnico mayor, principalmente con la finalidad de recorrer, celebrar y
recordar los linajes de los ancestros y los más remotos lugares del territorio imbuidos de
poder histórico, social o sagrado (Abercrombie 2006, Platt et al. 2006, Janusek 2004).
Finalmente, en términos religiosos el estudio de paisaje nos permite ver que las
formas de relacionamiento productivo y social, tienen como eje central una ideología
basada en la vivificación del paisaje, relacionándolo con un conjunto de seres
sobrenaturales vinculados a través de servicios recíprocos con los seres humanos. La
relación con este paisaje se enmarca en el respeto y la veneración en un esquema
vertical entre lo divino y lo humano. La naturaleza encarna lo divino, involucrando a los
seres tutelares sagrados, antiguos dioses a veces asociados con el espíritu de los muertos
(Albó et al. 1990). Este amplio y complejo mundo es materializado con el concepto de
huaca.
Según Astvaldur Astvaldsson (2000), Wak’a o huaca es un término panandino
común a las dos principales lenguas de los Andes, el quechua y el aymara que designa
el poder sagrado mítico y social incorporado en una roca, un río, manantial o una
montaña. Las huacas guardan estrecha relación con los derechos del agua, los
fenómenos meteorológicos, los enterratorios y los muertos, con el origen mítico de los
grupos étnicos y con el culto a los antepasados (Asvaldsson 2000, 56). Los lugares con
un poder especial en el paisaje sagrado son los cruces de caminos y las confluencias de
los ríos, las apachetas y las cumbres arriba, mientras que existen otras fuerzas que
brotan desde abajo en los manantiales, lagunas, cuevas, quebradas, minas u otros
agujeros (Bouysse y Harris 1987). Entre los más destacados de estos lugares se
encuentran las cumbres de los cerros dado que se les atribuye el control de las fuerzas
meteorológicas (granizo, lluvia y rayo). Una de las formas más comunes de referirse a
ellos es achachila o abuelo, vinculado a las divinidades con el poder generador de los
muertos o antepasados y su intervención en la agricultura o el clima (Ibíd. 44). Los
cerros constituyen las divinidades que dominan el paisaje andino estructurándolo en un
sistema de jerarquías (Bouysse y Harris 1987; 45).
La prospección permitió la identificación de santuarios que en algunos casos
provienen del periodo de Desarrollos Regionales Tempranos (300-900 d.C.), sin
embargo los santuarios en la cima de las montañas o sobre plataformas que tienen
acceso visual a otras montañas o elevaciones, provienen del periodo Desarrollos
Regionales Tardíos (900-1.450 d.C.) y el Horizonte Tardío (1.450 – 1.532 d.C.).
También identificamos en Salinas de Yocalla una roca que es una huaca y las
Apachetas5 muestran un antiguo sistema de referencia geográfica para identificar y
definir los territorios de los ayllus.
Los santuarios pueden haber cambiado de ubicación desde el periodo Formativo
hasta el presente, sin embargo se percibe una continuidad en el paisaje como un ser
vivificado, con los dioses comunicándose a través de una roca, un río, manantial, un
lago o una montaña.
Figura 5. Restos prehispánicos en el tramo Salinas de Yocalla-Torora
(Ballivián 2011, 134: basado en Google Earth 2010)
Conclusiones
Ochenta y cuatro de los ciento tres ecosistemas del planeta, se hallan en la región
andina, gracias a este marco geográfico se domesticaron 40% de los alimentos que hoy
en día consume la humanidad (Condarco 1970). Retomar lo que Donald Worster llamó
5
Piedras de diferentes tamaños que son apiladas junto con alguna ofrenda solicitando el permiso de los
seres no humanos que habitan cierto tipo de rasgos como pasos geográficos en cumbres y cordilleras que
separan valles.
el acertijo ecológico significa repensar los términos en los cuales nos imaginamos la
relación con la naturaleza. ¿Crean los humanos con sus tecnologías una serie de nuevos
ecosistemas artificiales? ¿Son artificiales por que fueron hechos por seres con cultura?
Como hemos visto en la cuenca alta del Río Pilcomayo, la acción humana sobre el
medioambiente es profunda y esta regida por los cánones de la cultura, de la lectura
humana de las capacidades productivas del entorno, es decir, de la disponibilidad de los
recursos.
La producción agrícola por debajo de los 3.600 m.s.n.m., en base a una
tecnología que permite un mejor uso o aprovechamiento de los suelos, del agua de
escorrentía y de la fluctuación climática, mientras que la producción de pastos para la
ganadería camélida a gran escala, por encima de los 3.600 m.s.n.m., en base a una
tecnología de irrigación utilizando vertientes o canales de derivación de ríos, es una
muestra elocuente de la escala y la forma en la cual se ha expresado la relación
humano/naturaleza. Como podíamos esperar, esta relación esta sujeta a contextos
naturales (climáticos) y culturales (p, ej. Tecnológicos) que marcan los ritmos de su
desarrollo histórico, una relación dialéctica y determinante para ambos. Finalmente,
creemos que más allá del enfoque de paisaje, en la arqueología debemos retomar el
debate ecológico y las investigaciones para saber en qué términos se da la relación entre
la sociedad humana y la naturaleza de una región dada. Pude ser un interesante punto de
partida para debatir otros temas relacionados como el cambio climático.
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