USOS, MOTIVOS Y "REVIVAL" DEL NACIONALISMO ESPAÑOL Author(s): JOSÉ MARÍA MARCO Source: Cuadernos de Pensamiento Político, No. 48 (Octubre/Diciembre 2015), pp. 33-43 Published by: FAES, Fundacion para el Analisis y los Estudios Sociales Stable URL: https://www.jstor.org/stable/24571067 Accessed: 30-11-2019 20:05 UTC JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at https://about.jstor.org/terms FAES, Fundacion para el Analisis y los Estudios Sociales is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Cuadernos de Pensamiento Político This content downloaded from 136.145.180.42 on Sat, 30 Nov 2019 20:05:00 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms JOSE MARIA MARCO USOS, MOTIVOS Y REVIVAL DEL NACIONALISMO ESPAÑOL después de los años treinta, la dictadura de Franco promocionó Durante muchos años, existióestatalista el nacionalismo español. Luego, una ideología nacionalista compleja:no el nacionalismo y totalitario de Falange, el contrarrevolucionario de los herederos de Reno vación Española, el nacionalcatolicismo apoyado desde el Estado autori tario y desde la Iglesia católica. Todo aquello acabó disuelto en un conservadurismo autoritario descarnadamente pragmático que caracterizó los últimos quince años de la dictadura. Desde entonces, el recuerdo de la dictadura parecía haber inmunizado a la sociedad española del "virus" na cionalista (español). Los españoles vivían ajenos a esa patología. Andrés de Blas, uno de los pocos especialistas en el asunto, habló, en su Tradición re publicana y nacionalismo español, de la falta de necesidad del nacionalismo español ya que "España constituye un claro y acabado ejemplo de nación de signo político o territorial"1. La perspectiva cambió muy a finales del siglo pasado, en torno a 1998 y en los años posteriores. Entonces empezaron a surgir los estudios -en José María Marco es escritor. Profesor del Departamento de Relaciones Internacionales, Universi dad Pontificia Comillas de Madrid. 1 Andrés de Blas Guerrero, Tradición republicana y nacionalismo español (1876-1930). Madrid, Tecnos, 1991, p. 13. ¿*faes fundación para el análisis y los estudios sociales Octubre / Diciembre 2015 33 This content downloaded from 136.145.180.42 on Sat, 30 Nov 2019 20:05:00 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms CUADERNOS de pensamiento político particular Mater Dolorosa, de Alvarez Junco- que retomaban y ampliaban un argumento clásico en la reflexión historiografía y en la política de nues tro país. Al revés de lo que se había mantenido hasta entonces, la nación española aparecía aquejada de un déficit de nacionalización achacable a la debilidad del nacionalismo español. Se reconocerán en este argumento las antiguas y venerables reflexiones acerca del fracaso de la nación española -o castellana- en la Guerra de las Comunidades y la suplantación del pro yecto nacional por la idea imperial (también dinástica y familiar). Sobre este esquema clásico se superpone otro casi igual de venerable, como es la plantilla interpretativa, revitalizada en su momento por la historiografía marxista, según la cual la revolución liberal, o burguesa, resultó un fracaso (Azaña hablaba de "fracasco"). Uno de los factores que explican la con vulsa historia de España en el siglo XX, así como el nacimiento y sobre todo la supervivencia de los nacionalismos periféricos, reliquias de antes de las dos guerras mundiales, sería esa débil nacionalización propia de nues tro país, que se debe relacionar con el poco empuje de la Revolución in dustrial, la incapacidad de liderazgo de la burguesía española y la falta de recursos del Estado. En este contexto, la palabra "nacionalismo" designa una ideología en caminada a la creación de la nación. Esta se entiende como la nación po lítica surgida de las revoluciones liberales, aunque no únicamente. La construcción o la invención de la "nación" acarrean materiales sentimen tales, culturales e ideológicos de otro orden, que poco tienen que ver con el liberalismo, que es la forma política de la modernidad. Así que la nación es tanto la nación cultural, identificada por rasgos históricos, lingüísticos y étnicos, como la nación de los ciudadanos dotados de derechos y deberes tal y como las definen las constituciones a partir de la norteamericana de 1787, la polaca de 1791, la francesa del mismo año (precedida por la De claración de Derechos Humanos de 1789) y la española de 1812. A partir de ahí un solo término, el de "nacionalismo", sirve para desig nar cualquier movimiento político e ideológico que aspire a construir una "nación", sean cuales sean las características de esta. No hay forma, por tanto, de distinguir entre el "nacionalismo" liberal del siglo XIX -movi mientos de emancipación o afirmación nacional que se esfuerzan por situar 34 Octubre / Diciembre 2015 faes fundación para el análisis y los estudios sociales This content downloaded from 136.145.180.42 on Sat, 30 Nov 2019 20:05:00 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms Usos, MOTIVOS Y REVIVAL DEL NACIONALISMO ESPAÑOL / JOSÉ MARÍA MARCO y articular la identidad nacional en la dimensión humana, racional y uni versal-, del "nacionalismo" que lleva a subordinar a lo que se considera propiamente "nacional" cualquier otra dimensión de la vida, en particular aquellas que nos hacen humanos. En otras palabras, no hay forma de dis tinguir entre el "nacionalismo" de Michelet, de Cánovas o de Churchill del nacionalismo de Maurras, de Hitler o de José Antonio Primo de Rivera. Sin embargo, es posible establecer una distinción entre los dos, una dis tinción coherente con la intuición de que el "nacionalismo" de Mussolini o de Franco no puede ser lo mismo que el "nacionalismo" de Verdi o el de Galdós. Es lo que me he esforzado por hacer en Sueño y destrucción de España, siguiendo las indicaciones de Guido de Ruggiero, Zeev Sternhell, Domini que Schnapper y Pierre-André Targuieff entre otros. (También de Feijoo, que distingue el "amor a la patria" de la "pasión nacional") Aquí el término "nacionalismo" no intenta abarcar cualquier movimiento relacionado con la "nación", sino, más precisamente, los movimientos surgidos en tomo a la crisis del final del siglo XIX. Aquellos años asistieron a la crisis definitiva de la conciencia occidental. Se hundió la fe en la razón, que había sustituido a la religión como fundamento de la civilización. Se hundió la confianza en el liberalismo como régimen político basado en la igualdad de derechos. Se hundió la seguridad de que el ser humano es una criatura caracterizada antes que nada por la racionalidad, capaz por tanto de discriminación moral. Se hundió la convicción de que el "yo", a pesar de las trampas del amor propio, es capaz de conocerse a sí mismo. Y se llegó a la convicción de que la "na ción" estaba a punto de desaparecer y que era inaplazable, urgentísimo, en contrar la forma de restaurarla en una forma que impidiera la catástrofe total, fruto de la degeneración propia de la modernidad. El nacionalismo es uno de los síntomas y de las respuestas a esta crisis total, y se ha definido a veces como la tabla de salvación a la que se acoge el náufrago a punto de hundirse en un mar muy bravio. Del desastre so brevive (o surge, al modo de un palacio encantado) la identidad nacional, que rescata de la insignificancia y de la anomia a los que estaban a punto de perecer en el trance. La historia, el alma del pueblo, la raza serán los nuevos elementos que nos definan, lejos ya de la artificialidad inane, pre tenciosa y superficial de la razón universal. faes fundación para «I análisis y los estudios sociales Octubre / Diciembre 2015 35 This content downloaded from 136.145.180.42 on Sat, 30 Nov 2019 20:05:00 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms CUADERNOS de pensamiento político Estos son los datos de una crisis occidental que en nuestro país llama mos "crisis del 98". La hemos vivido como algo propio de nuestra historia, algo que solo nos atañe a nosotros cuando no es más que un capítulo -más relevante de lo que tendemos a pensar- de una crisis occidental general. Si limitamos el término "nacionalismo" al movimiento político de construc ción de la "nación" surgido de esa crisis, encontraremos que el significado del nacionalismo se precisa y al mismo tiempo permite entender de otro modo una parte importante de los movimientos políticos, estéticos, cultu rales y filosóficos del momento. Como es lógico, el movimiento nacionalista catalán y luego el vasco -parodia del catalán- se pueden encuadrar casi punto por punto en esta ti pología: exaltación de la raza, es decir, de la cultura, con sus valores pro pios enfrentados a cualquier universalismo humano; rechazo del individualismo y nostalgia de una Edad Media en la que reinaba la fe, la je rarquía y la unanimidad comunitaria; confianza en el sentido de la Histo ria; intento de restaurar una urdimbre social significativa, de raíz organicista; pánico al enemigo interior, a ese "otro yo" interior, tan propio del nacionalismo (los españoles, en el caso de los nacionalistas catalanes y vascos); prevalencia del "inconsciente colectivo" sobre la racionalidad... En resumen, todo lo que hace del nacionalismo una de las grandes reli giones políticas que devastaron el siglo XX. Como hasta hace poco tiempo no se había vuelto a hablar de naciona lismo español, parecía que el nacionalismo, en nuestro país, estaba limi tado a los movimientos periféricos catalán y vasco. La fuerza de estos se explicaba por la debilidad de este. Ahora bien, resulta difícil entender lo que ocurre en nuestro país entre 1890 y 1930 sin tener en cuenta los concep tos, las propuestas estéticas, vitales y políticas propias del nacionalismo. Y es que, como en muchos de los demás países europeos (y algunos no eu ropeos), también la sociedad española padeció el nacionalismo, aunque con una denominación específica. Se trata del regeneracionismo. Efecti vamente, el regeneracionismo es el nacionalismo español, y cuando ha blamos de "regeneracionismo" estamos hablando de nacionalismo, y no de cualquier "nacionalismo", sino del "nacionalismo" surgido como res puesta y síntoma de la crisis de fin de siglo, lo que aquí se ha llamado el 98. 36 Octubre / Diciembre 2015 faes fundación para el análisis y los estudios sociales This content downloaded from 136.145.180.42 on Sat, 30 Nov 2019 20:05:00 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms USOS, MOTIVOS Y REVIVAL DEL NACIONALISMO ESPAÑOL / JOSÉ MARÍA MARCO En lo político, en primer lugar. El regeneracionismo desconfía del li beralismo, al considerarlo, en el mejor de los casos, una fórmula para es tablecer la superioridad de una clase social. También desconfía del parlamentarismo, que ya no representa a los intereses de la nación, y solo resulta útil para dar voz a los de una oligarquía. (El parlamento y la ora toria parlamentaria quedan desacreditados como una representación tea tral más.) El régimen constitucional no es capaz, por otra parte, de acabar con las realidades que se oponen al despliegue de la nación: aquí, como en Francia, se conocen con el apelativo de "caciquismo", ese grumo inex plicable, imposible de disolver, que a veces parece un resto del pasado feudal y otras el producto de la situación económica propiciada por el avance del capitalismo. Los regeneracionistas -es decir, los nacionalistas se empeñan en dar voz a la "España real" frente la "España oficial" que no la representa y la falsifica, esencialmente corrupta como está. Y como no logran articular un movimiento político, los regeneracionistas se refugian en el lamento sobre la falta de movilización de las clases neutras, o del pueblo español, enfermo, incapaz de levantarse y acabar con los malan drines que lo tienen sojuzgado. Como es lógico, los regeneracionistas, en la línea del populismo nacionalista, propugnan un régimen personal, el de un caudillo que acabe con la ficción constitucional y sepa dar voz al pue blo, que él entiende y que lo entiende a él en una comunión intuitiva, sen timental, de orden místico. También los escritores y los artistas se esforzarán, en su campo, por im buirse, transmutarse y dar voz al alma auténtica del pueblo traicionado. Renegarán del estilo decimonónico, liberal, que de pronto parece impos tado, tan ampuloso y postizo como la oratoria parlamentaria. Y se esfuer zan por convertirse en la expresión más pura de ese pueblo que encarna, sin saberlo, una forma de verdad eterna. "Pueblo", en esta perspectiva, son también los pájaros, los árboles y las montañas: en buena doctrina nacio nalista, lo más frivolo y estúpido de los seres humanos es su racionalidad. Gran parte de la literatura, la música, la pintura y las obsesiones artísticas de las elites españolas de la primera mitad de siglo XX explorarán este te rreno. Aquí no hay distinción de derechas ni de izquierdas. La plaga de la invención de lo popular no conoce límites ideológicos, y acaba siendo una de las grandes fuentes de legitimación política. faes fundación para eí análisis y los estudios sociales Octubre / Diciembre 2015 37 This content downloaded from 136.145.180.42 on Sat, 30 Nov 2019 20:05:00 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms CUADERNOS de pensamiento político La fantasía nacionalista de una verdad española atesorada en el "pueblo" y ajena a la política y al conocimiento racional y positivo se encuentra muy particularmente en la mitología creada por los herederos del krausismo, en particular por Giner de los Ríos. La convertirán en un arma contra el régi men de la Monarquía constitucional (la llamada "Restauración") y al mismo tiempo en el criterio último que habrá de cumplir la nueva España, pura, limpia de la falsificación, la vulgaridad y el filisteísmo del liberalismo deci monónico. El paisaje español, convertido en la representación más perfecta, la más exigente del alma española. Sus intérpretes, aquellos que saben com prenderla, poseen, como es natural, la llave, política porque estética, de la nueva España. (En todos los nacionalismos el paisaje se convierte en el signo más puro de la nacionalidad perdida o a punto de perderse.) Como era de esperar, también habrá un nacionalismo filosófico, al que Ortega suministró los materiales en nuestro país. Ortega se esforzó por ela borar un nuevo sistema filosófico que sienta los fundamentos de la ideolo gía nacionalista: irracionalismo, exaltación de la vida, negación de la universalidad, desconfianza radical de la política -equiparada a la inteligen cia, es decir, a la estupidez-, introversión en la historia Lo hizo interviniendo en el debate político e ideológico contemporáneo, y con la misma repercu sión -la misma "gloria", por utilizar la expresión de François Azouvi- que al canzó Bergson en Francia. Así como Bergson es el Ortega francés, Ortega es nuestro Bergson..., con las inseguridades propias de quien no quiere sacar las consecuencias lógicas de su proyecto y hace del nacionalismo una opción exclusivamente crítica con su propio país, a diferencia de Bergson, que no se arredra ante la exaltación nacionalista del suyo. A diferencia del regeneracionismo catalán, que comparte los mismos mo tivos con el que el movimiento cundió en el resto de España, el regenera cionismo "español" no consiguió plasmarse en un instrumento político consistente. Regeneracionistas como Costa, patrocinado por Giner y por al gunos sacerdotes, lo intentaron sin éxito. Tampoco lo tuvieron los intentos de reforma patrocinados por Maura o Canalejas (que no son regeneracio nistas propiamente dichos, sino liberales reformistas, democratizadores). La crisis del régimen abocó sin embargo al triunfo del regeneracionismo con el golpe de Estado de Primo de Rivera y la instauración de un experimento 38 Octubre / Diciembre 2015 faes fundación para el análisis y los estudios sociales This content downloaded from 136.145.180.42 on Sat, 30 Nov 2019 20:05:00 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms USOS, MOTIVOS Y REVIVAL DEL NACIONALISMO ESPAÑOL / JOSÉ MARÍA MARCO anticonstitucional, antiliberal..., antipolítico, apoyado por las elites intelec tuales, y también políticas, reconvertidas al antiliberalismo. El fracaso de la dictadura regeneracionista de Primo de Rivera abrió la puerta a la Segunda República. Bajo la inspiración del nacionalismo republi cano de Manuel Azaña (sumado al estético de la Institución Libre de Ense ñanza, no menos radical que el primero), se intentó poner en marcha una España nueva, en ruptura con la tradición liberal y que definiera lo español según los criterios de sus promotores. Aunaba modernidad y tradición. Por una parte, iba a crear por fin una España sin el filisteísmo y la vulgaridad de la anterior. Y al mismo tiempo, esta España nueva sería la del pueblo auténtico que hiciera por fin la revolución que los liberales decimonónicos no se atre vieron a realizar. (Entre los aspectos más relevantes del experimento está el hecho de que Manuel Azaña, su promotor, no creyera nada de lo que estaba diciendo: el nacionalista sectario intentó rescatar al nihilista, sin conseguirlo.) El fracaso de este segundo experimento, de orden nacionalista, llevó a la dictadura de Franco, en la que compitieron y se aliaron tres nacionalismos: el de Falange, fascista y estatista, con ambición totalitaria; el contrarrevolucio nario de Renovación Española, conservador, monárquico y católico; y el na cionalcatolicismo, con su propuesta utópica de una España identificada con el catolicismo. El primero tuvo una relevancia relativa salvo en el aspecto cru cial de lo estético y lo simbólico (en competencia directa con los institucio nistas). Los otros dos, más próximos a la mentalidad conservadora y tradicional del dictador, lograron la hegemonía hasta que el éxito económico de la dictadura, con la modernización de la sociedad española, creó una si tuación irreconciliable con aquella empresa utópica de nacionalización cató lica y contrarrevolucionaria. El final de la dictadura y el éxito del proceso de transición a una demo cracia liberal podían haber traído aparejado, en este campo, el mismo ajuste a los parámetros europeos que ocurrieron, en general, en el resto de la vida social y política de los españoles. Sobre todo si se tiene en cuenta que la Tran sición política puede ser entendida como la forma política de una evolución cultural y social que había tenido lugar, en España como en el resto de Eu ropa, en las décadas previas: es el proceso de reconciliación y de perdón sobre faes fundación para oí anáfisis y los estudios sociales Octubre / Diciembre 2015 39 This content downloaded from 136.145.180.42 on Sat, 30 Nov 2019 20:05:00 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms CUADERNOS de pensamiento político el que se fundaron las naciones democráticas y las instituciones de la futura Unión Europea, pensadas para superar de una vez por todas el nacionalismo. Se podía esperar, por tanto, que en nuestro país se recuperara la nación es pañola como concepto político básico, al tiempo que -simbólicamente- se re tomaba el proceso de democratización del liberalismo allí donde este había quedado interrumpido, en 1923, cuando el golpe de Estado regeneracionista. No ocurrió así. A pesar de la importancia de instituciones como la Mo narquía, que encaman la articulación de la nación tradicional con la política, el concepto mismo de España, sus símbolos, la vigencia de su historia, que daron apartados de la esfera política. No se realizó el esfuerzo de articular la política con la nación, de tal modo que se inició un nuevo experimento, el de la construcción de una democracia liberal sin nación que la sustente. Cono cemos los efectos de esta situación: censura de los símbolos nacionales, inca pacidad para articular una respuesta cívica al nacionalismo e incluso al terrorismo nacionalista, dificultad para elaborar una historia nacional, dis continuidades en la valoración de las manifestaciones culturales españolas, denigración del hecho nacional español, complejos de inferioridad frente a "Europa", los "países normales", los de "nuestro entorno"... Estos hechos se suelen relacionar con el nacionalismo de la dictadura de Franco. Al politizar los símbolos y la idea de la nación (desde los signos hasta las instituciones, el concepto de nación, la misma palabra "España"), la dicta dura los habría inutilizado para su uso en un régimen de signo político opuesto. La explicación es convincente hasta cierto punto. Puede ayudar a en tender la situación durante algún tiempo. En cambio, deja sin explicar por qué las elites políticas e intelectuales españolas han hecho desde entonces un esfuerzo tan considerable, tan agotador podría decirse, por evacuar y esteri lizar lo nacional de la vida política e, incluso, de la vida cultural y sentimen tal. Así hasta llegar a la situación actual, en la que la nacionalidad española ha vuelto a ganar parte del terreno, en buena medida por su aplastante presen cia -natural, podría decirse-, sin que eso haya llevado a las elites a asumir el papel que les corresponde en la consolidación de la idea nacional. El único intento consistente de cambiar esta situación tuvo lugar bajo el Gobierno de José María Aznar, con su ofensiva frente al terrorismo nacionalista y su recu peración del liberalismo constitucional español. Suscitó una respuesta viru 40 Octubre / Diciembre 2015 faes fundación para el análisis y los estudios sociales This content downloaded from 136.145.180.42 on Sat, 30 Nov 2019 20:05:00 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms USOS, MOTIVOS V REVIVAL DEL NACIONALISMO ESPAÑOL / JOSÉ MARÍA MARCO lenta, en la que se puede encuadrar la nueva historiografía acerca de la debi lidad del "nacionalismo" español en el que se inserta la propuesta política de aquellos años. En la lógica misma del movimiento está haberse propuesto demoler aquello que dice echar de menos. Es la herencia envenenada de un nacionalismo que no se expresa como tal. Efectivamente, el núcleo ideológico y cultural de esta posición está en continuidad con la posición regeneracionista de los primeros treinta años del siglo XX. Y es que los elementos ideológicos y culturales que nutrieron la oposición a la dictadura de Franco, solo en parte estuvieron guiados por la recuperación y la reelaboración del liberalismo y del constitucionalismo liberal. Lo que acabó siendo el fundamento de la oposición a la dictadura fue, en cambio, el argumentario regeneracionista, es decir, el propio del nacionalismo español. La base ideológica y cultural de la democracia es pañola retomó así los motivos que forman el núcleo del nacionalismo es pañol, que en la crisis de fin de siglo elaboró una crítica sistemática del régimen constitucional. En vez de hacer la crítica de la dictadura de Franco desde el constitucionalismo liberal, es decir, desde la herencia de la Ilus tración y de la modernidad articuladas con la nación histórica en una forma de patriotismo que fuera más allá del puramente constitucional, prevaleció la crítica de la dictadura desde los presupuestos antinacionales que habían sustentado el regeneracionismo o el nacionalismo español. Más en particular, la crítica retomó como motivo central el proceso a la nación realizado en la crisis del 98. La nación queda equiparada a una construcción artificial, en este caso heredera de un supuesto designio im perial-católico cuyo único objetivo era sojuzgar y reprimir las energías po pulares y las de los heterodoxos españoles. (Para los nacionalistas de derechas la artificialidad de la nación es idéntica, aunque se construye con elementos ideológicamente opuestos.) España volvía a ser un fracaso, cuando no una enfermedad, de la que muy poco de positivo podía sacarse. Así es como la democracia española buscó su fundamento, su mito funda dor, en un discurso nacionalista... vuelto del revés, en el que lo que queda excluido es lo español, aquello que se ha definido como tal a lo largo de la historia. A cambio, se intensifica el valor español de aquello que lo nacio nal habría excluido: el inconsciente español reprimido, tal como lo exploró faes fundación para el análisis y los estudios sociales Octubre / Diciembre 2015 41 This content downloaded from 136.145.180.42 on Sat, 30 Nov 2019 20:05:00 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms CUADERNOS de pensamiento político (o lo inventó) Américo Castro en un gesto postmoderno que bebía de la exaltación de la irracionalidad propia del pensamiento nacionalista, de Bergson a Ortega. Así es como Ortega, que se pasó la vida tratando de reconstruir aque llo mismo que rechazó desde la ruptura con su primer pensamiento ilus trado, pasa a convertirse en la base ideológica -sumamente problemática por otra parte- de un nacionalismo cuyo primer objetivo es, como siem pre, porque ese es el objetivo del nacionalismo, la negación de la nación. De los referentes estéticos e ideológicos del nacionalismo primero (por ejemplo, Maurice Barrés, de enorme influencia en Ortega y Azaña), se salta directamente, como si fuera el último grito, a un nacionalismo postmo derno que se esfuerza por excluir lo español porque lo español pertenece al mundo de la racionalidad liberal, puesta ahora en línea con la España na cional católica de la dictadura... Entre las muchas situaciones sorprendentes de las que algún día se em pezará a hacer el recuento y a las que ha dado lugar este nacionalismo ex cluyente de lo español, está la recuperación falangista del noventayochismo -es decir, de la crítica demoledora a la Monarquía constitucional- vía el es tudio de Pedro Lain Entralgo, como fundamento de la historia oficial de la democracia española. Otra es la afirmación de que la modernidad llegó a España de la mano de Giner y de la Institución Libre de Enseñanza, lo que hace de toda la España anterior una instancia premoderna, y de quie nes polemizaron con ella representantes de la antimodernidad. También en este contexto puede ser entendida la facilidad con la que el internaciona lismo socialista, que en los años de Rodríguez Zapatero se declaró post-na cional, se alia con el nacionalismo catalán: en este punto, España es el signo en el que se reconocen, para excluirlo, los nacionalismos que sobrevivieron intactos, ajenos al transcurrir del tiempo, a la dictadura de Franco. La vigencia de este peculiar nacionalismo antinacional -algo propio del nacionalismo- explica también que, llegado el momento de la crisis, las eli tes españolas recurran naturalmente a la "regeneración" y al "regeneracio nismo" como motivo explicativo y como programa. Así se ha podido comprobar en estos últimos años, cuando en vez de centrarse en la defensa 42 Octubre / Diciembre 2015 faes fundación pera el análisis y los estudios sociales This content downloaded from 136.145.180.42 on Sat, 30 Nov 2019 20:05:00 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms USOS, MOTIVOS V REVIVAL DEL NACIONALISMO ESPAÑOL / JOSÉ MARÍA MARCO de las instituciones y en el debate y la propuesta de reformas graduales, el de bate crítico opta por el maximalismo típicamente nacionalista (o regenera cionista) en el que queda puesto en cuestión el sistema entero. Si se resumen los motivos de la crítica de estos últimos años, se comprobará que respon den punto por punto a aquellos elaborados por el regeneracionismo en con tra del liberalismo y la nación constitucional, y que son los propios de todos los nacionalismos occidentales de hace un siglo: falta de representatividad, intereses oligárquicos, corrupción generalizada, antipolítica, dudas sobre la legitimidad de la Monarquía, puesta en cuestión del bipartidismo. Las elites españolas se atascan en la repetición compulsiva de una fantasía pretérita, de raíz y naturaleza nacionalista. Parece que la empresa de demoliciones se hu biera puesto en marcha otra vez en nuestro país. Bien es verdad que tampoco en esto somos tan originales como parece. En muchas democracias libera les soplan los mismos vientos de nacional-populismo. PALABRAS CLAVE España • Nacionalismo • Regeneracionismo • Liberalismo • Estado de Derecho RESUMEN ABSTRACT Siguiendo la idea desarrollada en Sueño y destrucción de España (Planeta, 2015), este ensayo mantiene que uno de los principa les problemas a los que se enfrenta la ela boración de un proyecto nacional español integrador es la supervivencia del naciona lismo español, que conocemos como "re generacionismo". El nacionalismo español, como cualquier otro nacionalismo, aspira a construir una nación nacionalista que re quiere la destrucción de la nación española liberal o constitucional. En vez de recuperar esta, las elites españolas reelaboran com Following the idea developed in Sueño y destrucción de España (Planeta, 2015), this essay holds that one of the main problems facing the creation of an integrating project of Spain is the survival of Spanish nationalism, known as "regenerationism." Spanish nationalism, like any other nationalism, seeks to build a nationalist nation, which demands the destruction of the liberal or constitutional Spanish nation. Rather that recovering it, the Spanish elites compulsively reeiaborate the regenerationist imaginary pulsivamente el imaginario regeneracio worldview, that is, nationalist, thus nista, es decir nacionalista, y bloquean así la posibilidad de la nacionalidad española. blocking the possibility of Spanish faes fundación para ai análisis y tos estudios sociales nationality. Octubre / Diciembre 2015 43 This content downloaded from 136.145.180.42 on Sat, 30 Nov 2019 20:05:00 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms