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USOS, MOTIVOS Y REVIVAL DEL NACIONALISMO ESPAÑOL

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USOS, MOTIVOS Y "REVIVAL" DEL NACIONALISMO ESPAÑOL
Author(s): JOSÉ MARÍA MARCO
Source: Cuadernos de Pensamiento Político, No. 48 (Octubre/Diciembre 2015), pp. 33-43
Published by: FAES, Fundacion para el Analisis y los Estudios Sociales
Stable URL: https://www.jstor.org/stable/24571067
Accessed: 30-11-2019 20:05 UTC
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JOSE MARIA MARCO
USOS, MOTIVOS Y REVIVAL
DEL NACIONALISMO ESPAÑOL
después de los años treinta, la dictadura de Franco promocionó
Durante
muchos
años,
existióestatalista
el nacionalismo
español. Luego,
una ideología
nacionalista
compleja:no
el nacionalismo
y
totalitario de Falange, el contrarrevolucionario de los herederos de Reno
vación Española, el nacionalcatolicismo apoyado desde el Estado autori
tario y desde la Iglesia católica. Todo aquello acabó disuelto en un
conservadurismo autoritario descarnadamente pragmático que caracterizó
los últimos quince años de la dictadura. Desde entonces, el recuerdo de la
dictadura parecía haber inmunizado a la sociedad española del "virus" na
cionalista (español). Los españoles vivían ajenos a esa patología. Andrés de
Blas, uno de los pocos especialistas en el asunto, habló, en su Tradición re
publicana y nacionalismo español, de la falta de necesidad del nacionalismo
español ya que "España constituye un claro y acabado ejemplo de nación
de signo político o territorial"1.
La perspectiva cambió muy a finales del siglo pasado, en torno a 1998
y en los años posteriores. Entonces empezaron a surgir los estudios -en
José María Marco es escritor. Profesor del Departamento de Relaciones Internacionales, Universi
dad Pontificia Comillas de Madrid.
1 Andrés de Blas Guerrero, Tradición republicana y nacionalismo español (1876-1930). Madrid,
Tecnos, 1991, p. 13.
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CUADERNOS de pensamiento político
particular Mater Dolorosa, de Alvarez Junco- que retomaban y ampliaban
un argumento clásico en la reflexión historiografía y en la política de nues
tro país. Al revés de lo que se había mantenido hasta entonces, la nación
española aparecía aquejada de un déficit de nacionalización achacable a la
debilidad del nacionalismo español. Se reconocerán en este argumento las
antiguas y venerables reflexiones acerca del fracaso de la nación española
-o castellana- en la Guerra de las Comunidades y la suplantación del pro
yecto nacional por la idea imperial (también dinástica y familiar). Sobre
este esquema clásico se superpone otro casi igual de venerable, como es la
plantilla interpretativa, revitalizada en su momento por la historiografía
marxista, según la cual la revolución liberal, o burguesa, resultó un fracaso
(Azaña hablaba de "fracasco"). Uno de los factores que explican la con
vulsa historia de España en el siglo XX, así como el nacimiento y sobre
todo la supervivencia de los nacionalismos periféricos, reliquias de antes de
las dos guerras mundiales, sería esa débil nacionalización propia de nues
tro país, que se debe relacionar con el poco empuje de la Revolución in
dustrial, la incapacidad de liderazgo de la burguesía española y la falta de
recursos del Estado.
En este contexto, la palabra "nacionalismo" designa una ideología en
caminada a la creación de la nación. Esta se entiende como la nación po
lítica surgida de las revoluciones liberales, aunque no únicamente. La
construcción o la invención de la "nación" acarrean materiales sentimen
tales, culturales e ideológicos de otro orden, que poco tienen que ver con
el liberalismo, que es la forma política de la modernidad. Así que la nación
es tanto la nación cultural, identificada por rasgos históricos, lingüísticos y
étnicos, como la nación de los ciudadanos dotados de derechos y deberes
tal y como las definen las constituciones a partir de la norteamericana de
1787, la polaca de 1791, la francesa del mismo año (precedida por la De
claración de Derechos Humanos de 1789) y la española de 1812.
A partir de ahí un solo término, el de "nacionalismo", sirve para desig
nar cualquier movimiento político e ideológico que aspire a construir una
"nación", sean cuales sean las características de esta. No hay forma, por
tanto, de distinguir entre el "nacionalismo" liberal del siglo XIX -movi
mientos de emancipación o afirmación nacional que se esfuerzan por situar
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Usos, MOTIVOS Y REVIVAL DEL NACIONALISMO ESPAÑOL / JOSÉ MARÍA MARCO
y articular la identidad nacional en la dimensión humana, racional y uni
versal-, del "nacionalismo" que lleva a subordinar a lo que se considera
propiamente "nacional" cualquier otra dimensión de la vida, en particular
aquellas que nos hacen humanos. En otras palabras, no hay forma de dis
tinguir entre el "nacionalismo" de Michelet, de Cánovas o de Churchill del
nacionalismo de Maurras, de Hitler o de José Antonio Primo de Rivera.
Sin embargo, es posible establecer una distinción entre los dos, una dis
tinción coherente con la intuición de que el "nacionalismo" de Mussolini o
de Franco no puede ser lo mismo que el "nacionalismo" de Verdi o el de
Galdós. Es lo que me he esforzado por hacer en Sueño y destrucción de España,
siguiendo las indicaciones de Guido de Ruggiero, Zeev Sternhell, Domini
que Schnapper y Pierre-André Targuieff entre otros. (También de Feijoo,
que distingue el "amor a la patria" de la "pasión nacional") Aquí el término
"nacionalismo" no intenta abarcar cualquier movimiento relacionado con la
"nación", sino, más precisamente, los movimientos surgidos en tomo a la
crisis del final del siglo XIX. Aquellos años asistieron a la crisis definitiva de
la conciencia occidental. Se hundió la fe en la razón, que había sustituido a
la religión como fundamento de la civilización. Se hundió la confianza en el
liberalismo como régimen político basado en la igualdad de derechos. Se
hundió la seguridad de que el ser humano es una criatura caracterizada antes
que nada por la racionalidad, capaz por tanto de discriminación moral. Se
hundió la convicción de que el "yo", a pesar de las trampas del amor propio,
es capaz de conocerse a sí mismo. Y se llegó a la convicción de que la "na
ción" estaba a punto de desaparecer y que era inaplazable, urgentísimo, en
contrar la forma de restaurarla en una forma que impidiera la catástrofe total,
fruto de la degeneración propia de la modernidad.
El nacionalismo es uno de los síntomas y de las respuestas a esta crisis
total, y se ha definido a veces como la tabla de salvación a la que se acoge
el náufrago a punto de hundirse en un mar muy bravio. Del desastre so
brevive (o surge, al modo de un palacio encantado) la identidad nacional,
que rescata de la insignificancia y de la anomia a los que estaban a punto
de perecer en el trance. La historia, el alma del pueblo, la raza serán los
nuevos elementos que nos definan, lejos ya de la artificialidad inane, pre
tenciosa y superficial de la razón universal.
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CUADERNOS de pensamiento político
Estos son los datos de una crisis occidental que en nuestro país llama
mos "crisis del 98". La hemos vivido como algo propio de nuestra historia,
algo que solo nos atañe a nosotros cuando no es más que un capítulo -más
relevante de lo que tendemos a pensar- de una crisis occidental general. Si
limitamos el término "nacionalismo" al movimiento político de construc
ción de la "nación" surgido de esa crisis, encontraremos que el significado
del nacionalismo se precisa y al mismo tiempo permite entender de otro
modo una parte importante de los movimientos políticos, estéticos, cultu
rales y filosóficos del momento.
Como es lógico, el movimiento nacionalista catalán y luego el vasco
-parodia del catalán- se pueden encuadrar casi punto por punto en esta ti
pología: exaltación de la raza, es decir, de la cultura, con sus valores pro
pios enfrentados a cualquier universalismo humano; rechazo del
individualismo y nostalgia de una Edad Media en la que reinaba la fe, la je
rarquía y la unanimidad comunitaria; confianza en el sentido de la Histo
ria; intento de restaurar una urdimbre social significativa, de raíz
organicista; pánico al enemigo interior, a ese "otro yo" interior, tan propio
del nacionalismo (los españoles, en el caso de los nacionalistas catalanes y
vascos); prevalencia del "inconsciente colectivo" sobre la racionalidad...
En resumen, todo lo que hace del nacionalismo una de las grandes reli
giones políticas que devastaron el siglo XX.
Como hasta hace poco tiempo no se había vuelto a hablar de naciona
lismo español, parecía que el nacionalismo, en nuestro país, estaba limi
tado a los movimientos periféricos catalán y vasco. La fuerza de estos se
explicaba por la debilidad de este. Ahora bien, resulta difícil entender lo que
ocurre en nuestro país entre 1890 y 1930 sin tener en cuenta los concep
tos, las propuestas estéticas, vitales y políticas propias del nacionalismo. Y
es que, como en muchos de los demás países europeos (y algunos no eu
ropeos), también la sociedad española padeció el nacionalismo, aunque
con una denominación específica. Se trata del regeneracionismo. Efecti
vamente, el regeneracionismo es el nacionalismo español, y cuando ha
blamos de "regeneracionismo" estamos hablando de nacionalismo, y no
de cualquier "nacionalismo", sino del "nacionalismo" surgido como res
puesta y síntoma de la crisis de fin de siglo, lo que aquí se ha llamado el 98.
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USOS, MOTIVOS Y REVIVAL DEL NACIONALISMO ESPAÑOL / JOSÉ MARÍA MARCO
En lo político, en primer lugar. El regeneracionismo desconfía del li
beralismo, al considerarlo, en el mejor de los casos, una fórmula para es
tablecer la superioridad de una clase social. También desconfía del
parlamentarismo, que ya no representa a los intereses de la nación, y solo
resulta útil para dar voz a los de una oligarquía. (El parlamento y la ora
toria parlamentaria quedan desacreditados como una representación tea
tral más.) El régimen constitucional no es capaz, por otra parte, de acabar
con las realidades que se oponen al despliegue de la nación: aquí, como
en Francia, se conocen con el apelativo de "caciquismo", ese grumo inex
plicable, imposible de disolver, que a veces parece un resto del pasado
feudal y otras el producto de la situación económica propiciada por el
avance del capitalismo. Los regeneracionistas -es decir, los nacionalistas
se empeñan en dar voz a la "España real" frente la "España oficial" que no
la representa y la falsifica, esencialmente corrupta como está. Y como no
logran articular un movimiento político, los regeneracionistas se refugian
en el lamento sobre la falta de movilización de las clases neutras, o del
pueblo español, enfermo, incapaz de levantarse y acabar con los malan
drines que lo tienen sojuzgado. Como es lógico, los regeneracionistas, en
la línea del populismo nacionalista, propugnan un régimen personal, el de
un caudillo que acabe con la ficción constitucional y sepa dar voz al pue
blo, que él entiende y que lo entiende a él en una comunión intuitiva, sen
timental, de orden místico.
También los escritores y los artistas se esforzarán, en su campo, por im
buirse, transmutarse y dar voz al alma auténtica del pueblo traicionado.
Renegarán del estilo decimonónico, liberal, que de pronto parece impos
tado, tan ampuloso y postizo como la oratoria parlamentaria. Y se esfuer
zan por convertirse en la expresión más pura de ese pueblo que encarna,
sin saberlo, una forma de verdad eterna. "Pueblo", en esta perspectiva, son
también los pájaros, los árboles y las montañas: en buena doctrina nacio
nalista, lo más frivolo y estúpido de los seres humanos es su racionalidad.
Gran parte de la literatura, la música, la pintura y las obsesiones artísticas
de las elites españolas de la primera mitad de siglo XX explorarán este te
rreno. Aquí no hay distinción de derechas ni de izquierdas. La plaga de la
invención de lo popular no conoce límites ideológicos, y acaba siendo una
de las grandes fuentes de legitimación política.
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CUADERNOS de pensamiento político
La fantasía nacionalista de una verdad española atesorada en el "pueblo"
y ajena a la política y al conocimiento racional y positivo se encuentra muy
particularmente en la mitología creada por los herederos del krausismo, en
particular por Giner de los Ríos. La convertirán en un arma contra el régi
men de la Monarquía constitucional (la llamada "Restauración") y al mismo
tiempo en el criterio último que habrá de cumplir la nueva España, pura,
limpia de la falsificación, la vulgaridad y el filisteísmo del liberalismo deci
monónico. El paisaje español, convertido en la representación más perfecta,
la más exigente del alma española. Sus intérpretes, aquellos que saben com
prenderla, poseen, como es natural, la llave, política porque estética, de la
nueva España. (En todos los nacionalismos el paisaje se convierte en el signo
más puro de la nacionalidad perdida o a punto de perderse.)
Como era de esperar, también habrá un nacionalismo filosófico, al que
Ortega suministró los materiales en nuestro país. Ortega se esforzó por ela
borar un nuevo sistema filosófico que sienta los fundamentos de la ideolo
gía nacionalista: irracionalismo, exaltación de la vida, negación de la
universalidad, desconfianza radical de la política -equiparada a la inteligen
cia, es decir, a la estupidez-, introversión en la historia Lo hizo interviniendo
en el debate político e ideológico contemporáneo, y con la misma repercu
sión -la misma "gloria", por utilizar la expresión de François Azouvi- que al
canzó Bergson en Francia. Así como Bergson es el Ortega francés, Ortega es
nuestro Bergson..., con las inseguridades propias de quien no quiere sacar
las consecuencias lógicas de su proyecto y hace del nacionalismo una opción
exclusivamente crítica con su propio país, a diferencia de Bergson, que no se
arredra ante la exaltación nacionalista del suyo.
A diferencia del regeneracionismo catalán, que comparte los mismos mo
tivos con el que el movimiento cundió en el resto de España, el regenera
cionismo "español" no consiguió plasmarse en un instrumento político
consistente. Regeneracionistas como Costa, patrocinado por Giner y por al
gunos sacerdotes, lo intentaron sin éxito. Tampoco lo tuvieron los intentos
de reforma patrocinados por Maura o Canalejas (que no son regeneracio
nistas propiamente dichos, sino liberales reformistas, democratizadores). La
crisis del régimen abocó sin embargo al triunfo del regeneracionismo con el
golpe de Estado de Primo de Rivera y la instauración de un experimento
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USOS, MOTIVOS Y REVIVAL DEL NACIONALISMO ESPAÑOL / JOSÉ MARÍA MARCO
anticonstitucional, antiliberal..., antipolítico, apoyado por las elites intelec
tuales, y también políticas, reconvertidas al antiliberalismo.
El fracaso de la dictadura regeneracionista de Primo de Rivera abrió la
puerta a la Segunda República. Bajo la inspiración del nacionalismo republi
cano de Manuel Azaña (sumado al estético de la Institución Libre de Ense
ñanza, no menos radical que el primero), se intentó poner en marcha una
España nueva, en ruptura con la tradición liberal y que definiera lo español
según los criterios de sus promotores. Aunaba modernidad y tradición. Por
una parte, iba a crear por fin una España sin el filisteísmo y la vulgaridad de la
anterior. Y al mismo tiempo, esta España nueva sería la del pueblo auténtico
que hiciera por fin la revolución que los liberales decimonónicos no se atre
vieron a realizar. (Entre los aspectos más relevantes del experimento está el
hecho de que Manuel Azaña, su promotor, no creyera nada de lo que estaba
diciendo: el nacionalista sectario intentó rescatar al nihilista, sin conseguirlo.)
El fracaso de este segundo experimento, de orden nacionalista, llevó a la
dictadura de Franco, en la que compitieron y se aliaron tres nacionalismos: el
de Falange, fascista y estatista, con ambición totalitaria; el contrarrevolucio
nario de Renovación Española, conservador, monárquico y católico; y el na
cionalcatolicismo, con su propuesta utópica de una España identificada con
el catolicismo. El primero tuvo una relevancia relativa salvo en el aspecto cru
cial de lo estético y lo simbólico (en competencia directa con los institucio
nistas). Los otros dos, más próximos a la mentalidad conservadora y
tradicional del dictador, lograron la hegemonía hasta que el éxito económico
de la dictadura, con la modernización de la sociedad española, creó una si
tuación irreconciliable con aquella empresa utópica de nacionalización cató
lica y contrarrevolucionaria.
El final de la dictadura y el éxito del proceso de transición a una demo
cracia liberal podían haber traído aparejado, en este campo, el mismo ajuste
a los parámetros europeos que ocurrieron, en general, en el resto de la vida
social y política de los españoles. Sobre todo si se tiene en cuenta que la Tran
sición política puede ser entendida como la forma política de una evolución
cultural y social que había tenido lugar, en España como en el resto de Eu
ropa, en las décadas previas: es el proceso de reconciliación y de perdón sobre
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CUADERNOS de pensamiento político
el que se fundaron las naciones democráticas y las instituciones de la futura
Unión Europea, pensadas para superar de una vez por todas el nacionalismo.
Se podía esperar, por tanto, que en nuestro país se recuperara la nación es
pañola como concepto político básico, al tiempo que -simbólicamente- se re
tomaba el proceso de democratización del liberalismo allí donde este había
quedado interrumpido, en 1923, cuando el golpe de Estado regeneracionista.
No ocurrió así. A pesar de la importancia de instituciones como la Mo
narquía, que encaman la articulación de la nación tradicional con la política,
el concepto mismo de España, sus símbolos, la vigencia de su historia, que
daron apartados de la esfera política. No se realizó el esfuerzo de articular la
política con la nación, de tal modo que se inició un nuevo experimento, el de
la construcción de una democracia liberal sin nación que la sustente. Cono
cemos los efectos de esta situación: censura de los símbolos nacionales, inca
pacidad para articular una respuesta cívica al nacionalismo e incluso al
terrorismo nacionalista, dificultad para elaborar una historia nacional, dis
continuidades en la valoración de las manifestaciones culturales españolas,
denigración del hecho nacional español, complejos de inferioridad frente a
"Europa", los "países normales", los de "nuestro entorno"...
Estos hechos se suelen relacionar con el nacionalismo de la dictadura de
Franco. Al politizar los símbolos y la idea de la nación (desde los signos hasta
las instituciones, el concepto de nación, la misma palabra "España"), la dicta
dura los habría inutilizado para su uso en un régimen de signo político
opuesto. La explicación es convincente hasta cierto punto. Puede ayudar a en
tender la situación durante algún tiempo. En cambio, deja sin explicar por
qué las elites políticas e intelectuales españolas han hecho desde entonces un
esfuerzo tan considerable, tan agotador podría decirse, por evacuar y esteri
lizar lo nacional de la vida política e, incluso, de la vida cultural y sentimen
tal. Así hasta llegar a la situación actual, en la que la nacionalidad española ha
vuelto a ganar parte del terreno, en buena medida por su aplastante presen
cia -natural, podría decirse-, sin que eso haya llevado a las elites a asumir el
papel que les corresponde en la consolidación de la idea nacional. El único
intento consistente de cambiar esta situación tuvo lugar bajo el Gobierno de
José María Aznar, con su ofensiva frente al terrorismo nacionalista y su recu
peración del liberalismo constitucional español. Suscitó una respuesta viru
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lenta, en la que se puede encuadrar la nueva historiografía acerca de la debi
lidad del "nacionalismo" español en el que se inserta la propuesta política de
aquellos años. En la lógica misma del movimiento está haberse propuesto
demoler aquello que dice echar de menos. Es la herencia envenenada de un
nacionalismo que no se expresa como tal.
Efectivamente, el núcleo ideológico y cultural de esta posición está en
continuidad con la posición regeneracionista de los primeros treinta años
del siglo XX. Y es que los elementos ideológicos y culturales que nutrieron
la oposición a la dictadura de Franco, solo en parte estuvieron guiados por
la recuperación y la reelaboración del liberalismo y del constitucionalismo
liberal. Lo que acabó siendo el fundamento de la oposición a la dictadura
fue, en cambio, el argumentario regeneracionista, es decir, el propio del
nacionalismo español. La base ideológica y cultural de la democracia es
pañola retomó así los motivos que forman el núcleo del nacionalismo es
pañol, que en la crisis de fin de siglo elaboró una crítica sistemática del
régimen constitucional. En vez de hacer la crítica de la dictadura de Franco
desde el constitucionalismo liberal, es decir, desde la herencia de la Ilus
tración y de la modernidad articuladas con la nación histórica en una forma
de patriotismo que fuera más allá del puramente constitucional, prevaleció
la crítica de la dictadura desde los presupuestos antinacionales que habían
sustentado el regeneracionismo o el nacionalismo español.
Más en particular, la crítica retomó como motivo central el proceso a
la nación realizado en la crisis del 98. La nación queda equiparada a una
construcción artificial, en este caso heredera de un supuesto designio im
perial-católico cuyo único objetivo era sojuzgar y reprimir las energías po
pulares y las de los heterodoxos españoles. (Para los nacionalistas de
derechas la artificialidad de la nación es idéntica, aunque se construye con
elementos ideológicamente opuestos.) España volvía a ser un fracaso,
cuando no una enfermedad, de la que muy poco de positivo podía sacarse.
Así es como la democracia española buscó su fundamento, su mito funda
dor, en un discurso nacionalista... vuelto del revés, en el que lo que queda
excluido es lo español, aquello que se ha definido como tal a lo largo de la
historia. A cambio, se intensifica el valor español de aquello que lo nacio
nal habría excluido: el inconsciente español reprimido, tal como lo exploró
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CUADERNOS de pensamiento político
(o lo inventó) Américo Castro en un gesto postmoderno que bebía de la
exaltación de la irracionalidad propia del pensamiento nacionalista, de
Bergson a Ortega.
Así es como Ortega, que se pasó la vida tratando de reconstruir aque
llo mismo que rechazó desde la ruptura con su primer pensamiento ilus
trado, pasa a convertirse en la base ideológica -sumamente problemática
por otra parte- de un nacionalismo cuyo primer objetivo es, como siem
pre, porque ese es el objetivo del nacionalismo, la negación de la nación.
De los referentes estéticos e ideológicos del nacionalismo primero (por
ejemplo, Maurice Barrés, de enorme influencia en Ortega y Azaña), se salta
directamente, como si fuera el último grito, a un nacionalismo postmo
derno que se esfuerza por excluir lo español porque lo español pertenece
al mundo de la racionalidad liberal, puesta ahora en línea con la España na
cional católica de la dictadura...
Entre las muchas situaciones sorprendentes de las que algún día se em
pezará a hacer el recuento y a las que ha dado lugar este nacionalismo ex
cluyente de lo español, está la recuperación falangista del noventayochismo
-es decir, de la crítica demoledora a la Monarquía constitucional- vía el es
tudio de Pedro Lain Entralgo, como fundamento de la historia oficial de
la democracia española. Otra es la afirmación de que la modernidad llegó
a España de la mano de Giner y de la Institución Libre de Enseñanza, lo
que hace de toda la España anterior una instancia premoderna, y de quie
nes polemizaron con ella representantes de la antimodernidad. También en
este contexto puede ser entendida la facilidad con la que el internaciona
lismo socialista, que en los años de Rodríguez Zapatero se declaró post-na
cional, se alia con el nacionalismo catalán: en este punto, España es el signo
en el que se reconocen, para excluirlo, los nacionalismos que sobrevivieron
intactos, ajenos al transcurrir del tiempo, a la dictadura de Franco.
La vigencia de este peculiar nacionalismo antinacional -algo propio del
nacionalismo- explica también que, llegado el momento de la crisis, las eli
tes españolas recurran naturalmente a la "regeneración" y al "regeneracio
nismo" como motivo explicativo y como programa. Así se ha podido
comprobar en estos últimos años, cuando en vez de centrarse en la defensa
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USOS, MOTIVOS V REVIVAL DEL NACIONALISMO ESPAÑOL / JOSÉ MARÍA MARCO
de las instituciones y en el debate y la propuesta de reformas graduales, el de
bate crítico opta por el maximalismo típicamente nacionalista (o regenera
cionista) en el que queda puesto en cuestión el sistema entero. Si se resumen
los motivos de la crítica de estos últimos años, se comprobará que respon
den punto por punto a aquellos elaborados por el regeneracionismo en con
tra del liberalismo y la nación constitucional, y que son los propios de todos
los nacionalismos occidentales de hace un siglo: falta de representatividad,
intereses oligárquicos, corrupción generalizada, antipolítica, dudas sobre la
legitimidad de la Monarquía, puesta en cuestión del bipartidismo. Las elites
españolas se atascan en la repetición compulsiva de una fantasía pretérita, de
raíz y naturaleza nacionalista. Parece que la empresa de demoliciones se hu
biera puesto en marcha otra vez en nuestro país. Bien es verdad que tampoco
en esto somos tan originales como parece. En muchas democracias libera
les soplan los mismos vientos de nacional-populismo.
PALABRAS CLAVE
España • Nacionalismo • Regeneracionismo • Liberalismo • Estado de Derecho
RESUMEN
ABSTRACT
Siguiendo la idea desarrollada en Sueño y
destrucción de España (Planeta, 2015), este
ensayo mantiene que uno de los principa
les problemas a los que se enfrenta la ela
boración de un proyecto nacional español
integrador es la supervivencia del naciona
lismo español, que conocemos como "re
generacionismo". El nacionalismo español,
como cualquier otro nacionalismo, aspira a
construir una nación nacionalista que re
quiere la destrucción de la nación española
liberal o constitucional. En vez de recuperar
esta, las elites españolas reelaboran com
Following the idea developed in Sueño y
destrucción de España (Planeta, 2015),
this essay holds that one of the main
problems facing the creation of an
integrating project of Spain is the survival
of Spanish nationalism, known as
"regenerationism." Spanish nationalism,
like any other nationalism, seeks to build
a nationalist nation, which demands the
destruction of the liberal or constitutional
Spanish nation. Rather that recovering it,
the Spanish elites compulsively
reeiaborate the regenerationist imaginary
pulsivamente el imaginario regeneracio
worldview, that is, nationalist, thus
nista, es decir nacionalista, y bloquean así
la posibilidad de la nacionalidad española.
blocking the possibility of Spanish
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fundación para ai análisis y tos estudios sociales
nationality.
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