Ensayo.EsperanzaLopez

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Benemérita y Centenaria
Escuela Normal del
Estado
Ensayo Los estudiantes de la escuela
secundaria
Esperanza López Castillo
17/02/2013
1
Los procesos de cambio en la adolescencia no presentan un carácter siempre
idéntico, sino que muestran notables diferencias entre unos adolescentes y otros,
aunque existen elementos comunes entre ellos. Tales diferencias dependen de los
recursos de partida (evolución previa) con que cada adolescente afronta la
transición, razón por la cual la transición adolescente tiene un carácter de
construcción; y las formas de relación e interacción entre el adolescente en
desarrollo y las personas que le rodean, según el contexto en que se encuentre
(transición
personal),
carácter
de
construcción
personal.
Las capacidades y recursos previos, informan y condicionan, pero no determinan
por completo la transición adolescente, ya que obedecen a la interacción social y
en particular a las relaciones interpersonales, directas, del adolescente tanto con
los adultos como con sus compañeros de edad y el de los distintos contextos.
Si usted cursó la secundaria, independientemente de la modalidad por la que optó,
generalmente cambiaba de clase a clase todo el día y tenía un maestro distinto
para cada materia. Durante los últimos 20 años, se han realizado muchos cambios
en la manera que los adolescentes son educados. Y se siguen haciendo cambios
a medida que aprendemos más sobre cómo se desarrollan y aprenden en esta
edad.
La mayoría de los adolescentes que ingresan a una escuela nueva descubren que
existe un gran cambio. Han estado acostumbrados a ser los mayores en su
escuela; ahora de nuevo se encuentran entre los menores. Muchos compañeros
son nuevos, así como las rutinas diarias y el trabajo escolar. Y cuando
combinamos estos cambios con los cambios estresantes que los adolescentes
sufren a esta edad, no resultará sorprendente que esta etapa tenga un impacto
negativo
sobre
su
motivación
y
su
autoestima.
La conducta del adolescente debe ser normada, sobre todo dentro de una
escuela, porque se encuentra en una etapa de cambios constantes, tanto físicos
como emocionales, es un ser carente de identidad, sin un criterio propio; ya que el
alumno no sabe quién es, debe al menos saber lo que se espera de él, por lo tanto
requiere
ser
orientado
en
la
toma
de
decisiones.
Por estas razones muchas escuelas secundarias tienen programas para asistir en
la transición. Por ejemplo, a veces invitan a los alumnos de primaria a visitar la
escuela secundaria para que se vayan familiarizando con el edificio y cómo
encontrar
sus
salones
de
clase.
O a veces los administradores de las secundarias y las primarias se reúnen para
dialogar sobre los programas que cada escuela ofrece. Los consejeros escolares
quizás se reúnan para dialogar sobre cómo ayudar a los estudiantes a lograr una
transición más fácil. Estas y otras actividades pueden ayudar a que la escuela sea
más
accesible.
Las prácticas educativas son formas particulares de interacción, parte fundamental
de la mediación social necesaria para apoyar y orientar el paso de los
adolescentes a la vida adulta y su inserción como miembros plenos de la
sociedad. Dentro de esas prácticas educativas, la educación escolar debe ser un
contexto básico y el apoyo más relevante a la transición adolescente.
La escuela actúa como un contexto relevante en la formación por parte de los
adolescentes de su autoconcepto y su identidad personal, de su autoestima y sus
expectativas para el futuro. Tiene un papel de contexto intermedio (transicional),
entre formas de actuación propias de la etapa infantil y aquéllas distintivas del
estatus adulto. Ofrece la posibilidad de ensayar y regular formas de
comportamiento y habilidades implicadas en el ejercicio del estatus adulto.
Planifica de manera explícita su acción educativa, favorece un proceso de
“reconstrucción crítica” de informaciones e influencias que reciben los
adolescentes, ayuda al establecimiento de conexiones entre diferentes contextos
relevantes
para
la
transición
adolescente.
La educación escolar puede plantear guías de una educación sexual en los niveles
informativos, nunca morales, debido a que la sexualidad está intrínsecamente
ligada a una valoración moral y que no es en la escuela donde se construye la
moralidad sexual, sino en la familia. La escuela debe ser neutral en este aspecto,
sin embargo es necesario que los alumnos reconozcan el entorno escolar como un
lugar público en donde debe imperar el respeto hacia las costumbres y valores de
los
demás.
Lo anterior debe tomarse de manera seria y ponerlo en práctica prioritariamente
en escuelas ubicadas en comunidades indígenas, donde su población tiene
demasiado arraigadas sus costumbres, tradiciones y valores negativos como el
machismo
y
la
sumisión
de
las
mujeres.
Los sentimientos que se generan en el adolescente siguen siendo los mismos
(aislamiento, rebeldía, resentimiento, curiosidad, etc.), aunque cada adolescente
posee personalidad y capacidades diferentes. Aunque existan fluctuaciones en
sus niveles hormonales, los adolescentes de cualquier proveniencia y con una
gran variedad de características todavía pueden absorber grandes cantidades de
información. Y pueden sacar mucho provecho de un plan de estudios sustancioso.
El adolescente asume diferentes roles, se esfuerza igual por mantener su
individualidad que por pertenecer e identificarse con un grupo en especial. La
mejor manera de desarrollar en el alumno el sentido de pertenencia es el trabajo
en equipo, el papel del maestro es asignar los roles que cada integrante tendrán
para
la
elaboración
de
cada
trabajo.
A medida que ellos desarrollan sus destrezas cognoscitivas, son capaces de
completar proyectos cada vez más complicados y más largos y de explorar temas
de mayor profundidad. Como consecuencia, algunas escuelas ofrecen
oportunidades dentro y fuera de la escuela para que los alumnos participen en
actividades deportivas, y en programas donde puedan aprender idiomas
extranjeros,
música,
artes
dramáticas,
y
el
uso
de
la
tecnología.
Muchas escuelas alientan a los estudiantes a participar como voluntarios en
programas de servicio a la comunidad. Los programas de exploración pueden
ayudar a los adolescentes a encontrar sus intereses y ayudarles a imaginarse un
futuro para sí mismos. Todavía queda mucho que mejorar en las escuelas
secundarias. Los resultados de los exámenes estandarizados sugieren que
muchos jovencitos todavía carecen de las destrezas necesarias para tener éxito
en
la
secundaria.
El reto actual sobre la reforma de la escuela secundaria, para muchos docentes
que se encuentran inmersos en este nivel educativo es grande. Las razones son
diversas, ya que hay que hacer cambios radicales en muchos aspectos de su
labor cotidiana, además de que enfrentan el hecho de que los adolescentes se
encuentran inmersos en la dinámica de la Sociedad de la Información, que los
involucra
en
un
proceso
globalizante
sin
una
guía
adecuada.
La escuela es el espacio formal que el Estado ofrece para asegurar el derecho de
todos a aprender. Esta afirmación constituye el punto de partida obligado,
ineludible, en la definición de la escuela secundaria que queremos, pues pone en
el centro su quehacer fundamental: el logro del aprendizaje de todos los
estudiantes.
¿Pero qué tipo de aprendizajes han de lograr nuestras escuelas? ¿Cómo han de
funcionar y organizarse para que el aprendizaje de todos sea posible? ¿Qué
profesores requieren? ¿Cómo la comunidad escolar se relaciona con su
comunidad con su entorno inmediato? ¿Qué vínculos han de establecer con la
comunidad
a
la
que
atienden?
El adolescente toma como marco referencial al maestro, por ello debemos cuidar
nuestras acciones, para que ellas tengan una influencia positiva en su vida futura.
Lo mejor es ofrecer al alumno un maestro que haga valer su autoridad, pero que al
mismo tiempo los haga sentirse cómodos, con la confianza de acercarse a él para
que les resuelva cualquier tipo de duda, ayudándoles de esta manera a
encontrarse consigo mismo y superar de la mejor manera posible tan difícil etapa.
Los docentes tienen un poco olvidado que los alumnos de escuela secundaria
tienen características particulares que pueden intervenir en su aprendizaje, tales
como su estado emocional, físico, intelectual y mental, ya que están en una edad
de transición, pero afortunadamente encontramos docentes que están
convencidos de que ellos son los responsables de estar a la altura de las
expectativas de los alumnos, además de darse cuenta de que necesitan continuar
actualizándose en tanto en beneficio propio como de sus alumnos.
No debemos de olvidar la etapa de desarrollo en que se encuentran "los chavos",
la inestabilidad emocional que viven día con día y sobretodo la influencia de su
entorno, en todos los niveles, familiar, escolar y social. Esto aunado a la gran
necesidad de afecto y aceptación que tienen nos da un panorama en cuanto a la
relación maestro-alumno un tanto complicada, con tantas influencias en ellos.
Por lo mismo, la relación escolar debiera estar preponderando el desarrollo
humano (enfoque humanista), los valores, la ética, y la seguridad en sí mismos;
claro está, sin dejar a un lado el área cognoscitiva que nos corresponde
académicamente hablando. Los maestros dejamos huella indeleble en su vida,
¿qué tipo de huella queremos dejar?, ¿aquella que los haga crecer como seres
humanos, o aquella, que los lastime y hasta los haga no desear aprender?
El trabajo de los maestros se ve impactado seguramente por la situación social y
económica en que cada uno vive. Sin embargo, estos elementos no son los únicos
que permean la labor educativa, sino otros que tienen que ver con la formación de
los educadores, de los cuales en mi experiencia puedo decir que muchos no
tienen la formación docente y desempeñan un papel pobre en lo pedagógico.
Pero a la vez tenemos docentes que sin formación pedagógica atienden a los
alumnos con mucho tino, platican con ellos, realizan su trabajo áulico con
puntualidad, revisan las tareas que dejan en tiempo y forma pero además explican
y reorientan a los estudiantes para que vean en lo que fallaron, etc. Esto quiere
decir que están al pendiente de las actividades de los alumnos y por lo mismo el
profesor pudiera tener el reconocimiento de los jóvenes y de las autoridades
educativas.
No
siempre
es
así.
Existen varios ejemplos donde los alumnos son atendidos en lo académico y sin
embargo no existe identificación con el maestro. La circunstancia actual es que los
jóvenes requieren no sólo la atención académica, sino también un acercamiento a
la persona, a que se les conozca como personas. Ya debe haber finiquitado el
tiempo en que los mejores alumnos eran aquellos que no hablaban en clase, que
no
eran
inquietos;
en
suma,
los
más
callados.
El profesor que se identifica con lo jóvenes por la esencia de ser persona, por sus
problemas, por sus inquietudes, por compartir en charlas los roles a que están
expuestos a sumarse tiene potencialmente ganado un terreno amplio en que a su
vez sea aceptada la materia que imparte, no importa si ésta es matemáticas,
historia,
química
u
otra.
El maestro decide si sólo transmite los conocimientos que le marca el programa, o
si crea una verdadera relación de enseñanza-aprendizaje, en donde la adquisición
de conocimientos pasa a un segundo término, para dar paso a otros aspectos
formativos que serán determinantes en la vida futura de los jóvenes.
La tarea escolar, no significa culminar un programa, sino generar en los
estudiantes de secundaria la experiencia de nuevos procesos más que de nuevos
contenidos, preparándolos realmente para enfrentar los retos futuros que puedan
presentarse a lo largo de sus vidas, aprender a compartir y socializar las dudas
que se tienen sobre tal o cual materia. Así, mientras no permitamos un espacio de
diálogo con los jóvenes, estaremos inhibiendo su propia participación en la
confianza que podamos generar en él.
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