Subido por Alejandro Schneider

Alejandro Schneider (2000) “‘Ladran Sancho...’ Dictadura y clase obrera en la zona norte del Gran Buenos Aires”; en: Pablo Pozzi, Hernán Camarero y Alejandro Schneider (Comp.) De la Revolución Libertadora al Menemismo. Historia social y política argentina. Buenos Aires: Ediciones Imago Mundi, págs. 195 a 231

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―Ladran Sancho...‖ Dictadura y clase obrera en la zona norte del Gran Buenos Aires
Alejandro M. Schneider1
Es un lugar común en los análisis históricos y sociológicos sobre el Proceso de
Reorganización Nacional (PRN) que las actitudes y el comportamiento opositor que el
movimiento obrero desplegó durante el mismo quede relegado y se pierda en el tiempo.
A diecisiete años de la finalización de la última dictadura militar, opinamos que son
escasos los intelectuales que rescatan a esta clase social como una de las principales
protagonistas que hicieron posible el cambio en el régimen político. En este sentido, los
trabajadores cuando son considerados en estos ensayos, por lo general, se los analiza
alrededor de dos grandes problemáticas.
La primera hace hincapié en el grado de resistencia que desplegaron los obreros
y sus organizaciones ante la embestida política, económica y social del Proceso. La
segunda, en íntima conexión con la anterior, se refiere al nivel de los cambios y las
transformaciones que experimentó la clase obrera en esos años de dominio dictatorial.
O, expresada en otras palabras, si ésta quedó derrotada –en términos políticos—tras el
interregno militar.2
En forma simultánea, diversas cuestiones salen a la luz cuando se examina este
período. Algunas de ellas se refieren a las causas de la retirada del Proceso; otras, al
papel que desempeñaron los dirigentes sindicales con los diversos gobiernos militares
de turno o los planteos que surgen alrededor de la ―supuesta incapacidad intrínseca‖ de
la burguesía para imponer su hegemonía en el campo político-social.3 Asimismo, la
mayoría de estos estudios privilegian en sus análisis el desenvolvimiento de las
instituciones sindicales y sus dirigentes antes que observar las experiencias de la clase.4
En resumen, en la mayoría de los análisis del período se encuentran dos notables
y diferentes formas de interpretar –en términos históricos—el comportamiento y la
acción desplegada por la clase obrera durante el régimen militar. Por un lado, se afirma
que éste es un período de alta desmovilidad social y de dispersión obrera; por el otro, se
parte y se concluye que son los propios trabajadores, a través de sus luchas, los que
terminan convirtiéndose en los más importantes antagonistas de la dictadura.
Francisco Delich es el principal teórico que sostiene la hipótesis sobre la
existencia de un ―inmovilismo obrero‖ durante el Proceso. De acuerdo con este
observador, la represión draconiana hizo que la sociedad fuera ―puesta entre paréntesis‖;
afirmando que los sindicatos ―tuvieron el mínimo poder imaginable desde 1950‖ y que
1
Universidad de Buenos Aires. Universidad Nacional de La Plata.
Sobre este último interrogante nos explayamos en otra investigación. Véase: Pablo Pozzi y Alejandro
Schneider. Combatiendo al capital. Crisis y recomposición de la clase obrera argentina (1983-1993)
(Buenos Aires: El Bloque Editorial, 1994).
3
Para un análisis que privilegia los problemas internos y la guerra de Malvinas como factores que
intervienen en la caída del PRN puede consultarse: Arnold Spitta. ―El Proceso de Reorganización
Nacional de 1976 a 1981: los objetivos básicos y su realización práctica‖; en: Peter Waldman y Ernesto
Garzón Valdez (Comp.) El poder militar en la Argentina, 1976-1981. (Buenos Aires: Galerna, 1983);
Alejandro Dabat y Luis Lorenzano. Conflicto malvinense y crisis nacional (México: Teoría y Política,
1982); Alejandro Dabat. ―El derrumbe de la dictadura‖; en: Alberto Plá. La década trágica, 1973 a 1983.
(México: Ed. Tierra del Fuego, 1984); Marcelo Cavarozzi. Autoritarismo y democracia (1955-1983).
(Buenos Aires: CEAL, 1987).
4
Entre otros: Osvaldo Calello y Daniel Parcero. De Vandor a Ubaldini. (Buenos Aires: CEAL, 1984) 2
vols.; Jorge Taiana. ―El movimiento obrero (1973-1988)‖; en: Cuadernos de Crisis Nº34 (Buenos Aires:
1984); Gustavo Beliz. CGT, el otro poder. (Buenos Aires: Planeta, 1988); Alvaro Abós. Las
organizaciones sindicales y el poder militar (1976-1983). (Buenos Aires: CEAL, 1984).
2
vivieran ―el máximo lapso de desmovilización que se recuerda desde 1940‖.5 De esta
manera, en sus dos ensayos, destaca la falta de protagonismo de la clase obrera y de sus
organizaciones lo que condujo a una carencia de conflictos sociales y políticos en el
período.6
Si bien otros autores --desde comienzos de la década de 1980—habían
comenzado a cuestionar esos postulados teóricos, fue la investigación realizada por
Pablo Pozzi la que catapultó, de manera definitiva, la opinión de Delich.7 Subrayando el
grado de ―madurez‖ alcanzado por la clase obrera, este historiador sostiene que las
distintas medidas de fuerza, protagonizadas por la clase obrera, hicieron posible el
derrumbe del régimen militar. Aunque los conflictos laborales se caracterizaron --en el
plano económico-- por ser ―defensivos y reivindicativos‖, estas luchas tuvieron ―un
profundo significado político‖ ya que imposibilitaron uno de los objetivos centrales del
Proceso: la ―resolución de la crisis orgánica‖ en la Argentina.8
Nuestro ensayo, sobre la base de un estudio de caso, intenta insertarse en esta
polémica histórica y política, reconociendo lo arriesgado de corroborar algunas
hipótesis a partir de un análisis particular.9 De ahí que, considerando esta salvedad, la
presente investigación esté orientada a demostrar cómo desde el inicio, y durante el
transcurso de todo el Proceso, la clase obrera industrial --en la zona norte del Gran
Buenos Aires-- resistió económica, social y políticamente al régimen dictatorial por
medio de la realización de diferentes medidas de fuerza encaradas, sobre todo, en los
lugares de trabajo.10
Esta afirmación implica comprender los diferentes objetivos que se había
propuesto el Proceso en materia laboral. Dentro de estos, en nuestra opinión, el principal
fue el de reestructurar el tradicional mercado de trabajo consolidado durante la década
de 1940. Para la concreción de este fin, el régimen militar intentó quebrar la clásica
homogeneidad de la clase mediante diversos instrumentos; entre los que sobresalió el
intento de atomizar la negociación salarial en torno a las unidades de producción,
haciendo que los incrementos en el monto de los haberes se determinaran de acuerdo
con los aumentos de la productividad laboral.
Si bien, de manera efectiva, ocurrieron cambios en la estructura productiva
durante esos años, éstos no alcanzaron la magnitud propuesta por los sectores
hegemónicos de la burguesía o la que sostienen algunos ensayos sobre la época. De este
modo, a pesar del riguroso contexto represivo, no se concretó la anhelada fragmentación
de la clase obrera debido –entre otros motivos—al alto nivel de conciencia gremial que
5
Francisco Delich. ―Desmovilización social, reestructuración obrera y cambio sindical‖; en: Peter
Waldman y Ernesto Garzón Valdez (Comp.) Op.Cit., p.103 y Francisco Delich. ―Después del diluvio, la
clase obrera‖; en Alain Rouquié (Comp.) Argentina, hoy. (México: S.XXI, 1982) p.136.
6
Otros autores como Abós comparten, en forma parcial, los postulados de Delich.
7
Entre las investigaciones previas hallamos: León Bieber. ―El movimiento obrero argentino a partir de
1976. Observaciones al trabajo de Francisco J. Delich‖; en Peter Waldman y Ernesto Garzón Valdez
(Comp.). Gonzalo Chávez. Las luchas sindicales contra el Proceso. (Buenos Aires: Ed. La Causa, 1983);
Guillermo Almeyra. ―La clase obrera en la Argentina actual‖; en: Alberto Plá. Op.Cit.; Arturo Fernández.
Las prácticas sociales del sindicalismo (1976-1982). (Buenos Aires: CEAL, 1985).
8
Pablo Pozzi. Oposición Obrera a la dictadura. (Buenos Aires: Contrapunto, 1988), pp.32 y 33.
9
La presente investigación retoma y profundiza dos estudios previos realizados en forma conjunta con
Rafael Bitrán. Al respecto puede consultarse: ―La clase obrera durante la dictadura militar (1976-1982).
Un estudio de la Zona Norte del Gran Buenos Aires: tres casos particulares‖; en: VV.AA. Historia del
movimiento obrero en la Argentina (1955-1990). (Buenos Aires: CEHO, 1991) y ―Dinámica social y
clase trabajadora durante la dictadura militar de 1976-1983. Estudio de la zona norte del Gran Buenos
Aires, en particular de las fábricas Del Carlo y Ford Motors‖; en: VV.AA. Nuevas Tendencias en el
sindicalismo: Argentina – Brasil. (Buenos Aires: Biblos, 1992).
10
Focalizamos nuestra investigación en torno a los distritos que conforman la zona norte del conurbano
bonaerense: Vicente López, San Isidro, San Fernando y Tigre.
poseían los trabajadores. De esta manera, para que esto sucediese, intervinieron diversos
factores presentes en la cultura de la clase obrera argentina. Fenómenos tales como las
lecciones aprendidas en otras dictaduras, la férrea solidaridad que desplegó en su
interior la clase, el intenso nivel de conflictividad en los años anteriores (1969-1975) así
como las formas creativas y permanentes de organización que empleó para enfrentar al
régimen militar incidió para el fracaso de los principales objetivos del Proceso.
I.
En nuestra área de investigación, durante el tercer gobierno peronista (19731976) se desarrollaron numerosas luchas obreras que impugnaron los diversos planes
económicos así como también el comportamiento de la dirigencia sindical tradicional.
Más aún, en esta zona del conurbano, la movilización obrera alcanzó uno de sus
máximos niveles de expresión con la conformación de una de las Coordinadoras
Interfabriles más importantes de esos años.
El golpe de estado efectuado el 24 de marzo de 1976 puso fin a esa situación de
―rebeldía obrera‖. Desde hacía varios meses los empresarios clamaban al gobierno para
que interviniera en forma más drástica contra la clase obrera. Responsabilizaban a los
trabajadores como la principal causa de ―estancamiento‖ del sector:
―...el ausentismo ha vuelto a recrudecer, ha caído la producción y la
productividad [...] la falta de autoridad y de respaldo político para ensayar cualquier
solución de fondo son ingredientes que tienen más importancia que los indicadores
económicos...‖11
En respuesta a esa situación, los gobiernos peronistas, en colaboración con los
jerarcas sindicales, desataron un feroz ataque represivo contra los trabajadores y su
nivel de vida no sólo en forma económica sino también de manera física.12
Con la instauración del régimen militar la actuación coercitiva impune de la
Triple A y de las Fuerzas Armadas se aceleró y se desplegó en una magnitud nunca
vista en la historia argentina. Esta se llevó a cabo en todos los ámbitos de la sociedad,
tanto valiéndose de mecanismos jurídicos como de herramientas extralegales.13 Si bien,
no hubo espacio donde ésta no estuviese presente, la principal destinataria de las
medidas represivas fue la clase obrera, en particular, los sectores más politizados.14
Desde sus inicios, ésta se desplegó en forma selectiva. Para eso contó con la
invaluable colaboración de empresarios, dirigentes gremiales y personal jerárquico en
las fábricas que indicaban, a los agentes de seguridad, los trabajadores que podían llegar
a obstaculizar las transformaciones sociales y económicas del Proceso. Numerosos
11
Mercado, 4 de marzo de 1976.
Sobre el particular puede consultarse: Pablo Pozzi y Alejandro Schneider. Los setentistas. Izquierda y
clase obrera 1969-1976. (Buenos Aires: EUDEBA, 2000).
13
Al respecto Alain Rouquié observa:
―La concepción militar de una subversión generalizada, que no se limita solamente a la guerrilla,
traduce a la vez la mutación de la sociedad y el fracaso de los procedimientos de control social de la era
populista; [...] la movilización de una clase obrera con alta combatividad y que había desbordado los
sindicatos oficiales y burocratizados, completaba el cuadro de amenazas a las cuales las Fuerzas Armadas
creían enfrentarse.‖ En Alain Rouquié. ―El poder militar en la Argentina de hoy: cambio y continuidad‖;
en: Peter Waldman y Ernesto Garzón Valdez (Comp.) Op.Cit., p.74.
14
De acuerdo con el informe realizado por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas,
30,2% de los detenidos fueron obreros, en tanto 17,9% eran empleados. CONADEP. Nunca Más.
(Buenos Aires: Eudeba, 1984), p.375.
12
testimonios relatan los procedimientos de secuestro y posterior desaparición de obreros
en los lugares de trabajo.15
Sin embargo, de todos éstos, los más impactantes fueron los acontecidos en el
centro industrial de Ford Motors en General Pacheco. En ellos, desde los inicios, y
durante el transcurso de toda la dictadura, se puede observar la complicidad de los
empleadores con las detenciones efectuadas por las fuerzas de seguridad. El recuerdo de
Juan Amoroso es bastante explícito:
―...el 23-3-76 la empresa reúne al cuerpo de delegados que se encontraba en
planta de Estampado, estando presentes por parte de la misma los señores Marcos
(gerente de planta de estampado), Perez (representante laboral) y Galarraga (Gerente de
Relaciones Laborales) y por la parte obrera, entre otros, los compañeros Murúa
(delegado de Línea de Prensa), Sánchez (delegado de subarmado) y el dicente. Que en
esa reunión el señor Galarraga lee un papel que dice le entregó un coronel al cual se
negó identificar, porque ‗su palabra bastaba‘, para exhortarles a trabajar en sus tareas
olvidándose de todo tipo de reclamos y, manifestó, que todo problema se había acabado.
[...] [Luego Galarraga expresó:] ‗Amoroso, dele saludos a Camps‘, cosa que produjo
una carcajada al Sr. Marcos. Como preguntó, por no conocerlo, quién era ese señor, le
dijo ‗ya se va a enterar‘ y se alejaron riendo los dos. [...] Que siguieron trabajando
normalmente hasta el 28-3-76. Por la noche, se presentaron en casa del dicente dos
coches cargados de hombres fuertemente armados, golpeando hasta romper la puerta y,
amenazándolo con armas largas, le preguntaron si él era delegado de Ford y uno de ellos
tenía una tarjeta Kardek con una foto suya, le preguntó si era él... Agrega que al verla
reconoció la ficha de ingreso a la fábrica y la foto que le tomaron en la misma nueve
años antes...‖16
Por otra parte, ante esta situación, la terminal automotriz intentaba sacar más
ventajas, mientras encubría su participación societaria en los secuestros. La declaración
del delegado Norberto Troiani así lo testifica:
―...A todo esto esta poderosa empresa se reía de nosotros y aparentando total
desentendimiento de lo que pasaba, enviaba diversos telegramas intimándonos a que nos
presentáramos a trabajar dentro de las 24 horas siguientes o seríamos despedidos por
abandono de tareas...‖17
A partir de estos hechos, sumado al nuevo marco jurídico impuesto por el
régimen militar, hizo que se modificaran, a favor de los empleadores, las condiciones y
los ritmos de producción dentro de las fábricas. No sorprende que, para esos días, un
directivo de la industria automotriz declarase que ―los niveles de asistencia de obreros y
empleados‖ tendieron a recuperarse ―sin presión de ningún tipo‖.18
Era una realidad que, a partir del 24 de marzo, habían cambiado las relaciones de
fuerza entre las clases tanto en el interior de las fábricas como en todo el país. El
movimiento obrero se encontraba en una situación defensiva, intentando no sólo resistir
las conquistas logradas a lo largo de este siglo sino también preservando su condición
como clase. Pese a este sombrío panorama, los trabajadores – por medio de diversos
niveles de enfrentamientos y con diferentes instrumentos de organización—fueron
estableciendo límites concretos al proyecto del país anhelado por la burguesía
monopólica y el PRN.
15
Por ejemplo en los astilleros Mestrina, Astarsa o en la fábrica Terrabusi. En CONADEP. Idem., p.376;
Arturo Fernández. Op.Cit., pp.115 y 116 y testimonio de G. Mayo de 1990.
16
En CONADEP. Idem., p.381.
17
Idem., p.381.
18
La Nación, 27 de marzo de 1976. De acuerdo a un editorialista, en la empresa Ford ―ha desaparecido el
ausentismo, alcanzándose sorprendentes niveles de producción.‖ La Razón, 26 de marzo de 1976.
En este marco de incertidumbre, generado por la acción represiva del aparato
estatal comenzaron las primeras medidas de protesta que lo enfrentaron. Los secuestros
de los compañeros de trabajo como también el empeoramiento de las condiciones
laborales (tanto sea por el incumplimiento de los convenios colectivos como por el
aumento de la productividad horaria) fueron los primeros motivos reivindicatorios y de
protesta que los obreros manifestaron a los pocos días de ejecutado el golpe de estado.
Los propietarios de la fábrica Del Carlo, en Beccar, a los pocos días de haber
asumido las autoridades militares, plantearon –en forma abierta-- a los miembros de la
Comisión Interna y al Cuerpo de Delegados el nuevo contexto laboral. Al respecto, un
testimoniante recuerda:
―...la empresa, enseguida nos llama a los delegados a empezar a discutir:... ‗que
bueno, acá ha cambiado la situación, acá hay una situación distinta... este bueno,
tenemos que esperar que va a pasar acá, esto no puede seguir así...‘[...] La patronal
empieza a plantear que el funcionamiento de la Comisión y el Cuerpo de Delegados
no sea el que venía dándose... [...] Solamente funcione la Comisión Interna y algunos
Delegados de sector, no todos. [...] El gremio llama a la Comisión Interna para
plantearle que tenemos que por un tiempo parar, desensillar hasta que aclare... y ver que
hasta ahora no podemos hacer nada y tenemos que esperar lo más quieto...‖ 19
No obstante, pese a esta intimidación, en abril, los trabajadores del
establecimiento comenzaron a realizar diversos paros por hora en cada turno ante
modificaciones en las condiciones de trabajo. Según el testimonio de V.P, ante la
amenaza de profundizar las medidas, la gerencia ―accedió‖ a otorgar algunas mejoras
como los delantales de amianto (para la sección soldadura) y la leche obligatoria para el
refrigerio.20
La respuesta de la empresa no se hizo esperar. El día 14 de abril fueron
secuestrados doce trabajadores de sus respectivos hogares. Como recuerdan los
trabajadores entrevistados, hasta ese entonces no habían percibido en toda su magnitud
los cambios operados en la fábrica y en el país. Aunque esa mañana se hicieron
asambleas por sector, no se logró ―ninguna medida‖ efectiva; puesto que ―la gente‖ se
encontraba ―totalmente desmoralizada‖. La única respuesta fue la de recurrir a algunas
autoridades policiales y al Obispo de San Isidro.21
Estas no fueron las únicas desapariciones. A menos de un mes se produjo, en el
propio establecimiento, el secuestro de otros tres miembros de la Comisión Interna. Al
igual que en Ford, Astarsa, Mestrina, etc. existió una explícita complicidad de los
empresarios en la detención de sus obreros. La siguiente descripción, pese a su
extensión, es ilustrativa de esos hechos:
―El segundo golpe fue el 12 de mayo. [...] Fue a la mañana, a las doce menos
veinte, era la hora del comedor. [...] dos días antes, había venido Mastendolfo, había
venido para arreglar con la empresa para irse. [...] Ese día estaban los tres compañeros
Mastendolfo, Apaza y Rojas que eran de la Comisión Interna junto con G., quedaban
ellos de la Comisión Interna. Ellos, ese día, se iban a ir a cochería Paraná para hacer un
trámite. En ese momento yo estaba comiendo en la parte de moldeado que estaba en el
fondo, [...] había compañeros que jugaban a la pelota en el fondo. Tiraban a veces, la
pelota, salía afuera donde había bastante terreno, [...] un compañero se le va la pelota
afuera y salen a buscarla [...] cuando van a buscarla, los detienen. Entonces, vienen
corriendo los compañeros por la parte del fondo porque lo habían detenido a un
19
Entrevista con O. Marzo de 1992.
Testimonio de V.P. Mayo de 1990.
21
Entrevista con O. Marzo de 1992.
20
compañero. Había un montón de soldados con los cascos pintados, bien preparados
digamos para combate [...] Nos veníamos, para la sección nuestra, cuando llego a la
sección viene corriendo G. y nos dice que a los tres compañeros Apaza, Rojas y
Mastendolfo los habían entrado a un coche, un 128 y había entrado un tipo, que habían
descripto en todos los procedimientos, en todos los secuestros de los doce compañeros.
[...] [G.cuenta que] ellos estaban parados en la puerta de la oficina del personal,
vieron que llega un coche y se baja un tipo con una ametralladora y entra por la portería.
Y se viene caminando donde están ellos. Baja otro y le dice que le abran la puerta y
entran con el coche. Le preguntan a ellos: ‗Uds. ¿qué hacen acá?, ¿Quiénes son Uds.?‘,
dice... ‗¿cómo te llamas vos?‘, le dijo a fulano... ‗yo me llamo Apaza, ponete ahí. ¿Vos?
Mastendolfo, ponete ahí. ¿Vos?...Rojas, ponete ahí‘ y cuando le dijo a G., ‗vos rajá de
acá...‘ G. vino corriendo a la sección y me plantea que lo habían agarrado ahí a los
compañeros, los metieron adentro del coche y los sacaron... [...] Fuimos corriendo hacia
adelante, fuimos corriendo por la sección planteando que pararan, que salieran todos
afuera, que salieran todos afuera porque teníamos que ir todos adelante. Salimos
corriendo, cuando llegamos adelante ya no quedaba nadie. Ya el coche se había ido. [...]
Lo único que vimos, aparecieron todos los camiones con soldados, todos con casco,
pertrechados como para algún enfrentamiento. Donde detenían a toda la gente, ponían la
mano contra la pared enfrente, revisaban y hacían todo un procedimiento que revisaban
a toda la gente que pasaba por ahí. [...]
Fuimos hablar con la empresa, en ese momento el gerente era el ingeniero
Lesma y le planteamos que nosotros, directamente le dijimos que la responsabilidad era
de la empresa. Que era llamativo, que lo agarraran a tres compañeros ahí, en la puerta
de la oficina del personal, cuando los compañeros se estaban por ir, era llamativo que se
hiciera presente. No era casual y más, era llamativo, cuando Mastendolfo venía
planteando de irse de la fábrica. Es decir que muchas coincidencias en eso.[...] La
burocracia fue en ese momento, algunos delegados de la burocracia, no decían
absolutamente nada. La empresa desligó toda responsabilidad. Nosotros, le dijimos que
íbamos hacer una asamblea para avisarle a la gente y después ver...‖22
Como observamos, la colaboración de la compañía en los secuestros realizados
se manifiesta de manera explícita. A esto se añade el comportamiento de los delegados
que respondían al secretario de la Seccional de la UOM de Vicente López, Gregorio
Minguito, quienes se negaron a tomar partido en el asunto y, luego, boicotearon –en
forma reiterada-- las medidas de fuerza resueltas por la asamblea. La misma declaró un
paro de cuarenta y ocho horas. Tras la realización de éste, los empleadores acordaron
pagar el sueldo de los trabajadores secuestrados (hasta que aparecieran) a los familiares,
abonar un día caído por el reclamo (se pedían dos) y conformar una comisión conjunta
entre los familiares, los obreros que lo desearan y la firma, para averiguar el paradero de
los detenidos.23
Para ese entonces comenzaron a llegar, a la delegación regional del Ministerio
de Trabajo en Vicente López, las denuncias de algunos gremios ante la violación de las
normas de trabajo y las actitudes provocativas de algunas empresas. 24 Por ejemplo, los
trabajadores de Miluz (Villa Martelli) ante el incumplimiento de las cláusulas del
22
Idem.
Las comisiones dejaron de funcionar en agosto luego de no encontrarse datos sobre los detenidos, en
tanto que, durante ese mes, la gerencia dejó de abonar los sueldos a los familiares. Testimonio de O.
Marzo de 1992.
24
Expediente de la Delegación Regional de la Zona Norte del Ministerio de Trabajo.
23
convenio colectivo hicieron circular un petitorio y, luego, recurrieron a la oficina de la
cartera laboral.25
La política económica implantada por Alfredo Martínez de Hoz generó una
fuerte distribución regresiva de los ingresos vía congelamiento de los salarios nominales
junto con una abierta liberación de los precios de los bienes y servicios. Sus efectos
inmediatos repercutieron en una brusca reducción del poder adquisitivo de los
asalariados; la cual, sumada a la apertura importadora, contribuyó a la fuerte recesión
del aparato industrial. Esto ocasionó, paralelo a los reclamos por los obreros detenidos y
el empeoramiento de las condiciones laborales, que se añadieran reivindicaciones por la
defensa del salario y por la fuente de trabajo. De este modo, durante esos meses, se
produjeron varias protestas por medio de la realización de distintas medidas de fuerza.
Verbigracia, registramos protestas por estos motivos en Cavaliere (Florida), Dosicenter
(Florida), Tibat (Beccar), Cofia (Munro), El Detalle (Martínez), Vinca (Boulogne),
entre otras.
Por lo general, estos enfrentamientos presentaron una serie de patrones comunes
que se reiteraron en el transcurso de los tres primeros años de la dictadura. En este
sentido las protestas eran sorpresivas, se restringían al ámbito de las empresas y tenían
una escasa duración. Asimismo, las medidas de fuerza tuvieron una amplia y creativa
gama de expresión. Estas podían consistir desde el tradicional paro (total o parcial)
hasta una variada cantidad de quites de colaboración (trabajos a desgano, en cualquiera
de sus formas) y de sabotajes.
En las grandes fábricas, como en Ford Motors, la situación social no fue distinta.
En el mes de mayo la terminal automotriz acentuó su política de expoliación a sus
trabajadores, al disponer la suspensión de tareas, sin goce de sueldo, durante dos
semanas. Cumplida ésta, a continuación, añadió a su personal el período de vacaciones
durante otras tres.26 Estas medidas, en las que se vieron afectados más de cuatro mil
operarios, contaron con el total respaldo jurídico del gobierno militar. 27 Si bien los
obreros, que regresaron a su labor el 21 de junio, recibieron una bonificación
equivalente a cien horas trabajadas, el panorama volvió a empeorar cuando la compañía
suspendió sus tareas en la tercera semana de julio, abonando el 50% de los jornales por
los cinco días no trabajados.28
En ese contexto de suspensiones, bajos salarios, detención de numerosos obreros
y deterioro de las condiciones laborales, se produjeron --en septiembre-- una serie de
―demostraciones de descontento‖ por parte de los trabajadores de la automotriz. Estas
alcanzaron su máxima expresión cuando se paralizó –en forma casi total-- la planta
entre los días 7 y 11 de ese mes. Vale aclarar que la protesta no se dio en forma aislada
sino que abarcó, de manera simultánea, a diferentes fábricas terminales de Capital
Federal y el Gran Buenos Aires como General Motors (Barracas), Chrysler (San Justo y
Monte Chingolo), Mercedes Benz (González Catán) y Fiat (Palomar).29
La disconformidad reinante, entre los obreros, ante el aumento de 12% otorgado
por el gobierno, fue el elemento disparador que originó el malestar. La protesta, de
acuerdo al diario La Opinión, comenzó en la media mañana del día 7. La misma
presentó, en sus inicios, una notable originalidad
25
Idem.
La Yesca Nº1, segunda quincena de mayo de 1976.
27
Resolución Nº222 del Ministerio de Trabajo, en La Yesca Nº2, segunda quincena de junio de 1976.
28
La Razón, 17 de julio de 1976. Durante ese mes, ocurrió una nueva detención y posterior desaparición
de un delegado. Clamor y Arturo Fernández. Op.Cit., p.126.
29
Entre otros medios periodísticos: La Opinión y La Razón, 8 de septiembre y Clarín, Crónica, El
Cronista Comercial, 9 de septiembre de 1976 y Denuncia, enero de 1977.
26
―En Ford se registra una suerte de trabajo a desgano. Los obreros, debido a que
no les alcanza el salario –según dicen-- sólo comen al mediodía un plato de sopa y un
pan. Por esta razón, insisten, están débiles y no pueden trabajar como corresponde. A
esta manifestación de disgusto se la conoce como la huelga de la sopa ‖. 30
Esta, como tantas otras, fue una de las ricas y variadas formas en que se expresó
la lucha de la clase obrera en un contexto de fuerte nivel represivo. En la jornada
siguiente, los medios de comunicación informaban que había sido desalojada la planta
por fuerzas de seguridad, además de que se enviaban alrededor de cien telegramas de
despidos. Según la firma, los motivos por los cuales se había desalojado la terminal y se
mantenían custodiadas –militarmente-- las instalaciones se debía a que el ―litigio‖
estaba en ―solución del Ministerio de Trabajo‖.31 En conclusión, la medida de fuerza
presentó una grave repercusión para el régimen: había interrumpido la producción en
una de las fábricas líderes de la Argentina, ejemplo a imitar del nuevo modelo de
acumulación de capital; a la vez, la protesta tuvo una amplia cobertura --pese a la
censura reinante-- en los medios de comunicación. La respuesta a este conflicto, y a los
que se venían llevando a cabo en forma subterránea, fue draconiana. El gobierno
decretó una de las leyes más férreas de la dictadura, la Ley 21.400 de Seguridad
Industrial.
Sin embargo, pese a las intimidaciones por medio de la publicación de una
solicitada en los diarios, la creación de una legislación represiva, el envío de un centenar
de telegramas de cesantías y la presencia de efectivos militares, la protesta perduró hasta
la madrugada del sábado once.32
A partir de ese momento, se radicó en el campo de deportes del centro fabril una
guarnición del Primer Cuerpo del Ejército. Uno de los obreros recordaba esos días:
―...el ejército [...] se instaló acá después de un paro que hicimos en septiembre
de 1976. [...] Antes, el material declarado inservible, el operario se lo podía llevar. Hoy,
no. Lo queman, lo hacen fardo, pero no lo dan. [...] Cuando se instaló el ejército acá
dentro se llenaron las arcas. Se llevaron todas las maderas de importación que antes nos
llevábamos los operarios. [...] Acá dentro hay muchos superintendentes, capataces, de
todo, que son retirados del ejército, de la marina o de la aeronáutica. ¿Cómo se puede
trabajar en esas condiciones? [...] A los compañeros de estampado, por ejemplo, los han
sacado de sus máquinas trabajando y se los han llevado, a otros los sacaban del baño.
[...] Acá hubo unos cien desaparecidos. Muchos aparecieron después como detenidos y
muchos han sido soltados. Otros nunca aparecieron. La mayoría han estado presos en
Devoto, en Sierra Chica, otros fueron a parar a Córdoba y otras partes. [...] Uno estaba
trabajando y tenía un soldado con un fusil al lado...‖33
Paralelo a estos acontecimientos, entre octubre de 1976 y marzo de 1977, se
desencadenó la protesta del gremio de Luz y Fuerza. Si bien el conflicto tuvo un alcance
nacional, en nuestra área de investigación también se evidenció la participación de los
trabajadores en estos reclamos.34
Esta comenzó, en la primera semana de octubre, a raíz del despido de más de
doscientos trabajadores como consecuencia de la Ley de Prescindibilidad. Además, se
30
La Opinión, 8 de septiembre de 1976.
La Razón, 8 y 9 de septiembre y Crónica, 10 de septiembre de 1976.
32
La Razón, 9 de septiembre y La Opinión, 11 de septiembre de 1976.
33
Alvaro Abós. Op.Cit., p.12
34
Para un estudio más detenido del conflicto, entre otros, véase: Mario Baizán y Silvia Mercado. Oscar
Smith: el sindicalismo peronista ante sus límites. (Buenos Aires: Puntosur, 1987). Pablo Pozzi. Op.Cit.
Sandro Montali. ―Oposición Obrera a la dictadura. El ejemplo de Luz y Fuerza Capital. (1976-1977); en:
VV.AA. ―Historia...” Op.Cit.
31
añadieron otros factores como la caída en el ingreso salarial, la derogación del régimen
laboral y el intento de modificar el convenio colectivo de trabajo.
Aunque el gobierno militar emitió numerosos comunicados y usó las fuerzas de
seguridad para reprimir, el malestar se mantuvo por cerca de cinco meses. Durante ese
tiempo, las medidas de protesta fueron mutando –de manera constante-- ya sea en el
tipo de acción elegida o por el lugar donde ésta se desarrollaba. Con respecto a sus
características, las modalidades más empleadas fueron la realización de trabajo a
―tristeza‖, asambleas, abandono de tareas, actos de sabotajes con grandes apagones,
tirada de pastillas insecticidas y movilizaciones ―espontáneas‖. Asimismo, la aplicación
de éstas se hacían en forma discontinua. Verbigracia, mientras los diarios informaban
que el 16 de octubre, la actividad ―tendía a normalizarse‖ en Boulogne y Acassuso, no
sucedía tal situación en Olivos y Vicente López.35 En tanto, dos días más tarde se
informaba ―que como consecuencias del estallido de un artefacto colocado en la
plataforma área‖ donde estaban instalados ―dos transformadores de la empresa SEGBA‖
se ―quedaron sin luz‖ alrededor de ―treinta manzanas‖ de San Fernando. 36 Como todos
los días variaban los sitios de protesta, hacían que la tarea de control y de represión, por
parte de las fuerzas de seguridad, fuera imposible de practicar.
Los enfrentamientos continuaron con fuerza durante los últimos meses de 1976 e
inicios de 1977. Sin embargo, en los meses de febrero y marzo, las medidas de protesta
comenzaron a mermar. La desaparición del dirigente lucifuercista Oscar Smith frenó y
cambió el contenido del conflicto.37
En el transcurso de esos meses, los casos de realización de actos de sabotajes
abundaron, por ejemplo, los obreros del frigorífico Reconquista practicaron ―cortes en
las reses destinadas a la exportación‖.38 Sobre el particular, J.M. ex metalúrgico de la
firma Shullman, recordaba que el sabotaje era ―muy común‖ para interrumpir el trabajo
como forma de reclamo ante el aumento de los ritmos de producción. El entrevistado
destacaba que ―para hacer que las máquinas‖ se descompusieran ―había que conocer el
oficio‖; de este modo, siempre aparecía como un ―error de funcionamiento‖.39
Como podemos observar, en esta área de estudio, en el transcurso de 1976 se
sucedieron numerosas medidas de fuerza que tendieron a resistir el embate del régimen
militar. Estas presentaron diversas y cambiantes características, graduándose de acuerdo
al tipo de enfrentamiento que mantenían y en concordancia a la represión recibida. Los
hechos ocurridos desmitifican la interpretación presentada –y sostenida—por autores
como Delich y Abós sobre el inmovilismo de la clase en esos años. Por otro lado, las
protestas, pese a que muchas de ellas terminaban sin obtener los reclamos planteados,
dejaban un notable e importante saldo organizativo tanto para los trabajadores que
participaban en las mismas como para el resto de la clase que observaba la lucha.
Además, las diversas conflagraciones se nutrían y se recreaban de la experiencia
aprendida en otras dictaduras. En un contexto donde los principales sindicatos se
hallaban intervenidos --o bien, sus principales dirigentes no enfrentaban al gobierno--,
el desarrollo de las diferentes acciones terminaron agudizando la calidad en los niveles
de enfrentamiento y de organización de los trabajadores.
II.
35
Clarín, 16 de octubre de 1976.
La Razón, 18 de octubre de 1976.
37
La Razón, 14 de febrero de 1977 y Pablo Pozzi. Op.Cit., p.80.
38
Denuncia, agosto de 1976.
39
Testimonio de J.M. Mayo de 1990.
36
Como mencionábamos, los trabajadores debían mantenerse al resguardo de los
supervisores y el personal jerárquico para organizarse y efectuar las medidas de fuerza.
Sobre esta problemática es ilustrativo analizar el conflicto de E.M.A. (Florida) en
febrero de 1977. Aunque la protesta realizada consistió en un cese de tareas de un poco
más de media hora, consideramos que es importante detenernos en ella no sólo por las
reivindicaciones levantadas sino, sobre todo, porque es bastante ejemplificadora del
panorama de represión y delación que se vivía en el ámbito de una fábrica.
El reclamo se inició en repudio al despido de tres operarios. Junto con el pedido
por la reincorporación, los obreros planteaban otras quejas como testimonian los
siguientes volantes pegados en diversos lugares de la planta:
―...LA EMPRESA RAJA A LOS MEJORES COMPAÑEROS PARA QUE
E.M.A SEA UNA CARCEL...
...REINCORPORACION DE BONETTO Y LANZANO...
...BASTA DE DESPIDOS. A ORGANIZARSE PARAR LA MANO...
...NADIE PUEDE PARAR A LOS OBREROS UNIDOS...
...LA EMPRESA Y SUS MEDICOS CARNICEROS JUEGAN CON LA
SALUD DE LOS OBREROS...
...LA EMPRESA NOS ASUSTA CON LOS MILICOS. LOS OBREROS NOS
UNIMOS PARA DEFENDERNOS...‖
Por su parte, el comportamiento de los supervisores quedó plasmado en una nota
que la compañía dirigió a la cartera laboral, en ella se detallaba --paso a paso-- cómo
transcurrieron los hechos, de acuerdo al registro de los encargados de las secciones
involucradas en la medida de protesta:
―Siendo las 21.30 horas la totalidad del personal del sector Montaje de tableros
se dirige hacia el pañol del citado sector, circunstancia en la cual, la supervisión le
solicita que retornen a sus respectivas tareas. Haciendo caso omiso a dicha
recomendación, todo el grupo se dirige al sector Herrería donde a las 21.50 hs.
comienza, también, el cese de actividades. Posteriormente, el citado grupo de Montaje
de tableros acompañado por el personal de Herrería que había cesado de trabajar, se
traslada al sector Mecánica, donde a las 21.55 hs. se inicia la medida de fuerza. Reunido
todo el personal que había parado en el mencionado sector Mecánica, se realiza una
asamblea que se prolonga hasta las 22.10 hs. Oportunidad en la cual, todo el personal
allí reunido retorna a sus respectivos lugares de trabajo, reiniciando posteriormente sus
labores en forma normal.‖
Como podemos inferir, esta minuciosa descripción sólo se pudo realizar
contando con los informes parciales brindados por los jefes de las secciones. Más aún,
otros supervisores describieron:
―...Cúmpleme en informarle, que siendo las 20.50 hs. del día de la fecha, observé
que los Sres. V. e I. de la sección M. de Tableros y los Sres. L. y V. de la sección de
Herrería, se encontraban próximos a la puerta vaivén que está al lado de los relojes de
fichar, en actitud un tanto misteriosa, como la de quien esta tramando algo...‖
―...Por personal a mi cargo, me enteré de los rumores que en ese momento
circulaban en la Fca. La Secc. Tableros realizaría un paro a partir de las 21.30 hs. y
trataría que las demás Secc. de Fca. lo acataran...‖
―...Informo a Ud. que siendo las 21.55 hs. del día 7 de febrero de 1977, un grupo
de obreros que provenían en su mayoría del sector Herrería y Montaje de Tableros,
irrumpieron en la sección Mecánica, arengando a los compañeros que se encontraban
trabajando normalmente, instándolo a que se plieguen a un movimiento de fuerza que
ellos estaban realizando...‖
De esta manera, la gerencia no tuvo dificultad en identificar a los ―instigadores‖
de la medida de fuerza (alrededor de ocho operarios) con apellido y número interno de
legajo para despedirlos.40
No fue casual que, para evitar situaciones como la recién descripta, la clase
obrera fuera reflexionando e incorporando a su accionar las nuevas experiencias
adquiridas impuestas bajo este marco represivo. Estas características se observan en las
protestas desarrolladas en 1977.
El caso de la empresa Ford fue ilustrativo. El centro industrial, además de
instalar la guarnición pretoriana descripta, contaba entre sus supervisores a no pocos
miembros retirados de las Fuerzas Armadas. De acuerdo al relato de dos antiguos
obreros de la terminal automotriz, vivían un clima de terror debido a la presencia militar
en todas las plantas. Uno de ellos recordaba que los ―milicos‖ contaban con todos los
―chiches‖; más aún, ―por momentos‖ había ―helicópteros‖ que ―sobrevolaban‖ las
secciones. El control y la represión de los obreros no sólo quedaban limitado a la
revisión de los bolsos, que se realizaba a la entrada y a la salida del establecimiento,
sino que éste se hacía por militares y personal de seguridad en pleno proceso
productivo. En general comenzaban por una ―simple inspección de los protectores
auditivos, los guantes, hasta la revisación de los cofres‖, los cuales muchas veces eran
―pateados‖.
En este marco la resistencia de la clase, luego del conflicto de septiembre de
1976, se limitó --en gran parte-- a acciones individuales como la de ―resistirse al
manoseo de la inspección‖ y a ―no ir un fin de semana a realizar horas extras‖. Uno de
los trabajadores recordaba que las ausencias estaban limitadas, ―no se podía estar en la
enfermería por más de diez minutos‖ incluso ―las enfermeras‖ --algunas veces—
―intercedían por los obreros‖. Más aún, afirmaba que el obrero ―que no quería hacer
horas extras trabajando sábado y domingo se le llamaba la atención y luego se lo
despedía‖. El entrevistado reflexionaba que, por este último motivo, fue despedido; en
el telegrama cursado a tal efecto se lo acusaba de ―perjudicar la producción‖ y de
―terrorista‖.
Este panorama no invalida el hecho de que hubo algunos reclamos realizados en
común. Sobre todo cuando se reunían para jugar partidos de fútbol, en ellos –
ocasionalmente-- se hablaba de política. Otras veces, en momentos que los militares se
aprestaban a revisarlos, se ―calentaban‖ y les ―tiraban‖ con bulones y tornillos. También
los testimoniantes recordaron la realización de actos de sabotaje y trabajo a desgano. Al
respecto, F. atestigua que en esa época le ―volaron los coches a varios capos de la
fábrica‖.41 Por su parte, el periódico Denuncia informaba que:
―Por tristeza, quizás los trabajadores de Ford olvidaron un día las llaves en el
interior de todos los autos terminados. Hubo que romper todas las cerraduras y frenar la
línea de producción.‖42
Paralelo al mantenimiento de las acciones anónimas, la clase fue desplegando --a
través de su dinámica-- toda una serie de denominadores comunes. La clandestinidad, la
organización al margen de los clásicos organismos sindicales, la mayor dureza en los
enfrentamientos, los paros sorpresivos y cortos, se constituyeron en elementos que, por
su propia sustancia, representaban un alto grado de concientización.
En la fábrica Bendix de Munro, durante la segunda quincena de julio de 1977, se
produjo un conflicto por problemas salariales. La medida consistió en un ―quite de
colaboración‖ mediante la negativa a efectuar horas extras. Según la compañía, las
40
Expediente...
Testimonio de R. Junio de 1991 y F. Mayo de 1990.
42
Denuncia, abril de 1977.
41
acciones se realizaron sin intervención de la UOM ya que fueron llevadas a cabo por
―las presiones ejercidas sobre los operarios por un pequeño grupo‖ afectando alrededor
de cien obreros de las secciones de Montaje, Maquinado, Armado de frenos, Caliper y
Caliper. La firma se quejaba ante la cartera laboral que la protesta tuvo un fuerte efecto
perjudicial, puesto que detenía su ―operatividad‖, provocándole
―...un serio trastorno en la producción dado que han recibido la intimación de
entrega de piezas por las terminales como FIAT, etc.‖
La inspección del representante del Ministerio de Trabajo informó que,
interrogando a los operarios, éstos manifestaron no estar ―presionados por nadie‖ sino
que:
―... algunos de ellos que no se quedaban por causas particulares, porque tenían
otro trabajo, por tener un familiar enfermo, etc.; logrando a raíz de las conversaciones
con el personal afectado, extraer que la negativa a realizar horas extras se debe a que no
siempre las hay y la mayor preocupación del personal es que se sienten afectados
moralmente por cuanto la firma ha dado en lo que transcurren del año al personal
técnico en general (preparadores, matriceros, etc.) tres aumentos más los otorgados por
los Decretos respectivos de aumentos otorgados por el P.E.N.; no ocurriendo lo mismo
con los operarios a quienes no se les dio más que los aumentos por Decretos...‖43
Era claro, como se infiere a partir de las declaraciones, que los obreros
encubrieron la ejecución de la medida de fuerza, a su vez, planteaban -en forma sutil- el
problema que los aquejaba.
Así como éste, la mayoría de los reclamos registrados durante el segundo
semestre de 1977, escaparon de los tradicionales canales ―orgánicos‖, ya fueran de los
gremios como de los Cuerpos de Delegados reconocidos. En este sentido, no pocas
luchas estuvieron encabezadas por ―Comisiones Internas de hecho‖; en otras palabras,
surgieron a través de la necesidad y de la dinámica de la propia medida de fuerza. Si
bien --a diferencia de lo que erróneamente se supone-- numerosos establecimientos
fabriles contaron con sus respectivas Comisiones Internas legalizadas por la cartera
laboral, las mismas (algunas veces) no tomaron participación en las protestas realizadas.
Por ejemplo, el conflicto desarrollado en La Hidrófila (Florida), en el transcurso
de todo el mes de agosto, estuvo dirigido por un ―comité de lucha‖ que ―conducía de
hecho‖ la fábrica desde hacía varios meses de manera independiente al Cuerpo de
Delegados y a la Asociación Obrera Textil.
La causa del malestar quedó expresada en un volante que el comité hizo circular
y adhirió en las paredes de los baños:
―COMITE DE LUCHA DE L.H.A.
COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS:
Es evidente el descontento general por el aumento otorgado, simplemente
porque no alcanza para nada prácticamente ha sido absorbido por los aumentos en los
artículos de la canasta familiar y los transportes.
COMPAÑEROS: Por lo tanto es necesario hablar bien claro lo que nosotros
queremos y que la patronal se entere.
1º) Un aumento general de 4.000$ más por hora, considerando que el planteo no
es cosa imposible. Hay empresas como GRAFA que paga a los tejedores 28.000$
por hora, sobre eso más la producción.
2º) EL COMITE DE LUCHA no hace planteos de sectores es inquietud general
de todos los compañeros como único medio posible. No anteponemos caprichos ni nada
por el estilo. Lo hemos demostrado de un tiempo a esta fecha.
43
Expediente...
Por lo tanto EL COMITE DE LUCHA ha resuelto sacar las horas extras a partir
del día 9/8/77 en todas las secciones, hasta que se dé solución al 1º punto. Advertimos a
aquellos compañeros y compañeras que no cometan errores, consideramos que el
beneficio es general y los que hacen horas extras deben pensar que hay cientos de
compañeros que cobran 1.200.000$ por quincena y secciones que nunca hay horas
extras.
COMITE DE LUCHA DE L.H.A.‖
Además de la reivindicación salarial, observamos la firmeza con que se pensaba
mantener la medida. De manera simultánea a la negativa de realizar horas extras, se
realizaron una serie de sabotajes durante los días 11 y 15 del citado mes por medio de la
realización de cortes en las urdimbres de cuatro telares durante el turno de la mañana y
del corte en cinco telares en el turno de la tarde. Cuando la inspección del Ministerio
entrevistó a un operario de cada una de las tres secciones, éstos manifestaron ―no
conocer exactamente‖ los motivos ―por el cual no se realizan horas extras‖. Igual actitud
adoptó la filial local del gremio textil al suscribir la presente nota:
―...la organización sindical desconoce en absoluto y en todos sus términos la
denuncia presentada por la empresa en lo que hace respecto de las horas extras y el
problema [...] [de los] cortes intencionales aparecidos en diversos telares, que no le
consta a esta organización sindical de que sea cierto y de ser así responsabilizamos
totalmente al sector empresario por cuanto la empresa tiene la facultad de dirección y el
control de la vigilancia a través de sus encargados de sección, capataz y supervisores de
turnos. Lo mismo podemos manifestar respecto al volante...‖
Durante todo el mes las medidas se mantuvieron, incluso, se tornaron más duras;
así lo percibieron tanto la empresa como los trabajadores. La primera se quejaba a la
delegación de que ―no ha ingresado nuevo personal‖ al establecimiento, por lo tanto no
se ha podido ―cubrir con horas extraordinarias las dotaciones standars de las Secciones‖,
provocando una merma en la ―producción en un 20%‖. En tanto los segundos, sacaron
un nuevo volante donde reseñaron el panorama y exhortaban a que continúen las
acciones:
―COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS:
No debe extrañarnos la posición que ha adoptado la Hidrófila ante todos los
compañeros. Para ello primero están el capricho, el desprecio hacia el obrero, ellos
pretenden humillarnos, siempre están especulando con nuestras necesidades. Lo único
que quieren de nosotros es explotarnos y nada más. Incluso cuando tenemos que cobrar
las quincenas no nos pagan en la fecha. Ellos se sienten seguros porque la Dictadura
Militar los defiende. Porque este gobierno lo único que quiere es beneficiar al patrón y
explotar y reprimir al obrero.
Compañeros: ¿Ustedes creen que nosotros podemos trabajar tranquilos ante
semejantes injusticias? De ninguna manera. Nosotros hemos pedido este aumento
porque no nos alcanza para nada lo que ganamos. Todas las cosas aumentan día a día
mientras que estos chupasangres nos quieren arreglar con miserias. En cambio la
patronal no piensa mucho para dar aumento de hasta 8 millones a algunos supervisores
que están llegando a ganar hasta 14 millones por mes y nosotros no llegamos ni a 3
millones. Es que la patronal necesita pagarles buenos sueldos a los capataces para que
nos están todo el día negreando a más no poder.
El Comité de Lucha ha resuelto seguir con el quite de colaboración en todas las
secciones. Durante las 8 horas se trabajará normalmente y con mucha disciplina para
evitar provocaciones. No permitiremos que por culpa de un compañero tengamos que
perder esta situación, somos bastante maduros y sabemos lo que hacemos.
En cuanto al señor Yaconi le decimos que está arriesgándose mucho, nosotros
sabemos positivamente que es el colaborador directo Nº1 de la Empresa y le conviene
aprovechar el tiempo para irse, él sabe muy bien porqué nosotros lo decimos.
Por último, compañeros, es necesario mantener la unidad sin distinción de
ninguna naturaleza. Que los obreros todos unidos sabemos darle su merecido a los
patrones explotadores y a los milicos asesinos que los defienden. Hasta otro momento.
-POR UN AUMENTO DE 4.000 PESOS POR HORA.
-CONTINUAR CON EL QUITE DE COLABORACION NO HACER EXTRAS.
-UNIDAD DE TODOS LOS OBREROS PARA LUCHAR POR EL AUMENTO.
COMITE DE LUCHA DE L.H.A.
22 de agosto‖
El volante demuestra cómo la protesta se fue endureciendo dentro de las filas
obreras, tratando de mantener la cohesión y advirtiendo contra los carneros. Además,
describe el carácter no sólo reivindicativo sino también político del conflicto. No
sabemos como terminó la pugna, sólo encontramos que la empresa envió una nota, con
fecha de 12 de septiembre, pidiendo que el legajo se archive.44
Medidas de este tenor abundaron en la zona estudiada, algunas fueron parte de
procesos de mayor alcance como las protestas efectuadas por los ferroviarios.45
Aunque la protesta de los trabajadores del riel tuvo su momento de conflictidad
más alto en los últimos meses de 1977, éstos comenzaron, desde febrero, a oponerse a la
aplicación de la Ley de Prescindibilidad en las empresas estatales a través de diversas
modalidades ―trabajo a tristeza‖.46
En octubre los ferroviarios reiniciaron las protestas en demanda de aumento
salarial. Las medidas estuvieron protagonizadas por afiliados al gremio de señaleros y
por miembros de la Unión Ferroviaria; en algunas líneas se adhirieron los trabajadores
enrolados en La Fraternidad. Si bien, el malestar alcanzó a la totalidad de las líneas del
conurbano, los principales ramales fueron los del Roca, San Martín, Mitre y Sarmiento.
De acuerdo a la crónica periodística, el cese de tareas se extendió al margen de la
conducción sindical por medio de la realización de asambleas de base. Asimismo, los
periódicos analizaban que el ―movimiento de fuerza‖ era ―producido‖ desde ―núcleos
secundarios‖, o bien, manifestaban que:
―...las medidas de acción directa se realizaban sin la anuencia de la conducción
sindical, lo que conforma un paro de los llamados ‗salvaje‘...‖47
De este modo, al igual que en las fábricas, surgía una organización por la base en
forma independiente de los tradicionales jerarcas sindicales. Paralelo con la demanda
salarial, los trabajadores solicitaron, entre otras reivindicaciones, que se mejorara el
pago en concepto de antigüedad, responsabilidad y presentismo.48 Como respuesta, el
gobierno empezó a aplicar la Ley 21.400 cursando telegramas de cesantías; no obstante,
durante los siguientes días prosiguieron las protestas en el resto de los ramales,
obteniendo las reivindicaciones exigidas en sus haberes.49
En resumen, los numerosos enfrentamientos que se produjeron en el último
semestre de 1977 generaron un notable impacto en la dictadura, en sus apologistas y en
el interior de la propia clase obrera. Al respecto, un editorialista reflexionaba sobre este
panorama:
44
Idem.
Entre los conflictos registrados encontramos los producidos en Junker (Munro), Di Paolo Hnos.
(Boulogne), Siemens (Villa Adelina), Lozadur (Villa Adelina), etc.
46
La Razón, 5 y 6 de febrero de 1977.
47
La Nación, 12 de noviembre y La Razón, 27 de octubre de 1977.
48
La Razón, 9 de noviembre de 1977.
49
Arturo Fernández. Op.Cit., p.92
45
―En el lapso de muy pocos días, la opinión pública ha asistido con sorpresa al
surgimiento de situaciones abruptas que, revestidas de planteamientos salariales,
insinúan un contenido menos particularizado. [...] Es la circunstancia cierta de que las
Fuerzas Armadas aún no ha dado por concluida la lucha contra la subversión. [...] En la
medida en que los episodios huelguísticos de estos días respondan exclusivamente a
problemas salariales, las soluciones habrán de encuadrarse dentro de lo razonable. Pero
cuando se tenga la certeza de que detrás de esa cuestión salarial digna de ser
comprendida se muevan determinaciones no confesables, la réplica debe corresponder
al móvil del ataque.‖50
Asimismo, como consecuencia de estas ―situaciones abruptas‖ los militares
modificaron la composición de su gabinete, en particular, desplazaron al Ministro de
Planeamiento general Ramón Díaz Bessone. Por su parte, la clase obrera supo
aprovechar las lecciones que se registraron durante esos meses, para asimilarlas –y
retroalimentarla—a su propia experiencia, posibilitándole un avance en sus tácticas de
enfrentamiento contra el régimen.
III.
Los primeros meses del año 1978 registraron una relativa calma laboral, en
comparación con el pico de lucha que se desplegó en el transcurso de 1977 y al que, en
cambio, ocurrió durante el segundo semestre. Si bien existen cifras que informan que
sucedió una importante cantidad de disputas a lo largo del año; éstas, sin embargo, no
trascendieron a los medios de comunicación masivos.51 Una posible hipótesis que
explique este desfasaje puede estar sustentada en que los medios masivos se ocuparon
de temas menos inquietantes para el régimen como el campeonato mundial de fútbol.
Asimismo, contribuyó que los problemas laborales --por lo general-- abarcaron sectores
y acontecimientos puntuales y, a su vez, tuvieron una escasa duración en su desarrollo,
factores que facilitaron su mimetismo ante ―la opinión pública‖.
Algunas de estas demandas se originaron por el incumplimiento de compromisos
asumidos en los convenios laborales y por retrasos en el cobro de haberes. Entre otros,
éstos fueron los problemas surgidos en Di Paolo Hnos., Suavestar, Fate, Del Carlo, etc.
En el transcurso de esos meses también hubo medidas de fuerza por mejoras en
los ingresos. Una de ellas fue protagonizada por las obreras de la fábrica Llave quienes
realizaron un paro de tareas en su sección. Por idénticos motivos, los trabajadores de
Standard Electric hicieron circular un petitorio durante el mes de octubre.52
En la firma metalúrgica Armetal se combinó las dificultades originadas por los
controles internos con la preocupación salarial. Si bien, el conflicto tuvo lugar en el mes
de noviembre, desde hacía varios meses en la planta reinaba un clima de malestar
debido a las constantes requisiciones que el personal de seguridad y la policía realizaban
sobre los obreros, incluso en el interior de los baños. Ante esas persecuciones, los
delegados obtuvieron el compromiso empresarial de respetar la intimidad en los
sanitarios. Este ―pequeño triunfo‖ envalentonó a los operarios para realizar un quite de
colaboración en demanda de aumento de haberes. Hecho que lograron al obtener un
incremento de 35% sobre el premio, un 25% sobre las horas extras de semana y un 50%
sobre las que se realizaban en los días feriados; además, se consiguió congelar el precio
50
La Nación, 3 de noviembre de 1977.
Para una revista empresarial hubo cerca de 1.300 conflictos en el primer semestre de 1978, en:
Mercado, octubre de 1978. En tanto, para León Bieber, existieron alrededor de cuatro mil conflictos en
todo el año. En: León Bieber.Op.Cit. p.117.
52
Opción Nº8, octubre de 1978.
51
del vale del refrigerio diario.53 Por similares causas, los obreros de Fundiciones Corni,
efectuaron un quite de colaboración durante la tercera semana de noviembre. La medida
abarcó a los 300 trabajadores de la planta de Pacheco; los cuales se negaron a realizar
horas extras, retirándose en su horario habitual de las 14.00. Esto lo hicieron pese a estar
dividida la postura entre los delegados en cuanto aceptar o rechazar la oferta propuesta
por la gerencia. En particular, es importante subrayar que, de acuerdo con la fuente
periodística, el conflicto se vio alentado por las demandas que venían practicando los
ferroviarios en el transcurso de ese mes.54
Estos últimos no sólo protagonizaron reclamos durante el mes de noviembre,
sino que su accionar se desplegó en el transcurso de todo 1978. Desde el inicio del año,
los trabajadores de algunas seccionales de La Fraternidad, como los pertenecientes al
ramal Retiro - Tigre del ferrocarril Mitre, ocasionaron ―algunos atrasos‖ en los servicios
de la línea en disconformidad por la implantación de los nuevos diagramas de trabajo
impuestos por el interventor de la empresa.55
Como en el año anterior, las protestas fueron encabezadas por filiales de La
Fraternidad que no respondían a la conducción de Luis Etchezar. Más aún, éste se
distanciaba de los mismos:
―La Fraternidad, sociedad del personal de ferroviarios de locomotoras, ante las
medidas inconsultas adoptadas por las seccionales San Martín, Victoria, Lynch, [...] en
el sentido de realizar un paro de actividades de la especialidad por el término de 24
horas, desautoriza públicamente esa decisión y hace un llamado a la reflexión de
los compañeros para que sigan desarrollando sus tareas normalmente. La
materialización de una medida de esa naturaleza no contribuye a la solución de los
problemas que afligen a la familia ferroviaria y sólo entorpecerá la búsqueda de
soluciones adecuadas en la cual estamos todos empeñados.‖56
El contenido de esa filosofía hizo que continuase la organización por fuera y en
oposición a la conducción nacional del gremio. Así lo entendieron cuando en noviembre
se realizó un paro ―sorpresivo‖ de 48 hs. --en las líneas Roca, San Martín y Mitre-- en
demanda de aumento salarial. Como en la anterior ocasión, la dirección de los
conductores de locomotoras difundió una nota ―aclarando‖ que no había convocado a la
realización de la protesta. Quedaba claro que, los ferroviarios estaban coordinando, por
debajo, entre las diversas seccionales, al margen y en contra de la conducta de los
dirigentes tradicionales. Pese a las amenazas de aplicar la Ley 21.400, el paro fue un
éxito; la Secretaría de Transportes y de Obras Públicas concedió un aumento de
emergencia a partir del primero de diciembre, al margen del que se iba a otorgar al resto
de los trabajadores estatales.57
Durante este año lo que sí se evidenció, a diferencia de 1977, fue una mayor
participación de las seccionales sindicales en los problemas internos de las fábricas. Por
ejemplo, la filial local de los trabajadores plásticos de la zona norte efectuó diferentes
actividades que sirvieron para fortalecer la camaradería y la solidaridad entre sus
afiliados.58 Una de ellas fue el campeonato de fútbol, llamado de ―Unidad‖, en la cancha
53
Opción Nº10, diciembre de 1978.
Idem.
55
La Razón, 14 de enero de 1978.
56
La Razón, 9 de marzo de 1978.
57
La Razón, 23 de noviembre de 1978. El periódico Denuncia, asimismo informaba que durante el paro
ferroviario casi no se registraron protestas por parte de los usuarios, de esta manera, se brindaba un tácito
apoyo a los huelguistas. Denuncia, diciembre de 1978.
58
Una muestra de la independencia de la Seccional Norte del sindicato plástico fue el episodio ocurrido,
años más tarde, cuando el dirigente nacional del gremio, Jorge Triacca, fue expulsado del local ―a
puñetazos‖. En La Razón, 21 de enero de 1982.
54
de Tigre en Victoria; en el mismo participaron trece equipos de diversos talleres del
conurbano.59 No sólo hicieron eso, semanas más tarde, realizaron una peña folklórica en
la que asistieron los obreros juntos con sus familiares. En esa reunión, de acuerdo a un
cronista, se intercambiaron distintas experiencias:
―Una ex delegada, recientemente despedida, [...] dijo que, a pesar de todos los
atropellos sufridos, la unidad de su fábrica no había sido quebrada. [...] Otro orador
sostuvo que lo que allí se estaba haciendo era una manera de fortalecerse para luchar
por el salario, la recuperación y reorganización plena de los sindicatos y la liberación
de los obreros presos. [...] Finalmente, un miembro de la comisión directiva del
sindicato felicitó a los activistas y a todos los presentes y a la iniciativa de haberse
reunido, comprometiendo su apoyo a los problemas.‖60
Como observamos, estas actividades fortalecieron el compañerismo y la
solidaridad mediante el intercambio de opiniones sobre la situación particular de cada
establecimiento, los salarios y la organización gremial. Ante el marco represivo
impuesto por las Fuerzas Armadas, la planificación de las medidas de protesta impuso
un alto grado de clandestinidad; de ahí el empleo de eventos sociales que no resultaran
sospechosas ante las autoridades militares. De este modo, no fue casual registrar que en
éstos participaran las familias de los obreros a través de peñas, asados, picnics y
campeonatos de fútbol. En forma simultánea a estos encuentros, distintos dirigentes
gremiales --pertenecientes a filiales de la zona norte—se congregaron en varias
ocasiones.61
De este modo el año 1978, en el ámbito de las entidades gremiales de la zona,
representó una modificación muy notable en comparación con los anteriores. Estos
cambios en su comportamiento correspondían –en cierta forma-- a los movimientos que
se manifestaban en los nucleamientos sindicales nacionales y, ambos a su vez,
reflejaban el aumento de la resistencia en la clase a los dictámenes y embates del
gobierno. En particular, esta última razón es muy importante para comprender la
mutación en la conducta gremial; puesto que ésta surgió como una respuesta para
canalizar la protesta sostenida por las bases.
En síntesis, en el transcurso de los primeros años del régimen militar –a
diferencia de algunas hipótesis que sostienen lo contrario—la clase obrera presentó, en
nuestra área de investigación, una tenaz resistencia contra los designios propuestos por
el Proceso. Estos enfrentamientos defensivos tuvieron una serie de patrones comunes: la
sorpresividad de las protestas, su restricción puntual al ámbito de la empresa, los paros
fueron de escasa duración y con una importante cantidad de quites de colaboración y de
sabotajes. Asimismo hubo una estrecha coordinación de las bases en los lugares de
trabajo y una organización clandestina de las medidas por fuera de los tradicionales
canales orgánicos sindicales. La combinación y la minuciosa concertación de los hechos
recién descriptos –en un entorno férreamente represivo—implicó la existencia latente de
un alto nivel de conciencia de clase. Esta se manifestó, sobre todo, en la oleada de lucha
surgidas en el último semestre de 1977; la cual se caracterizó por realizarse al margen y
en contra de (algunos) dirigentes sindicales y porque expresó la existencia de ―vasos
comunicantes‖ entre los diversos sectores obreros que enfrentaban al gobierno. Por
último, el maduro nivel de su conciencia gremial se comprueba, también, si se evalúan
las causas que determinaron la mayoría de los enfrentamientos.
IV.
59
Opción Nº3, mayo de 1978.
Opción Nº5, julio de 1978.
61
La Razón, 30 de septiembre de 1978.
60
El repunte conflictivo evidenciado en los últimos meses de 1978, anticipó la
oleada de lucha que se dio en el transcurso de todo 1979. De acuerdo al estudio de
Arturo Fernández, los conflictos laborales duplicaron en número a los producidos en
1977, a la vez, que se cuadruplicó la cantidad de trabajadores que participaron en los
mismos respecto al mencionado año.62
Los principales motivos fueron similares: retraso en el pago de las quincenas,
demanda de aumentos salariales y reclamos por la violación de las condiciones
elementales de trabajo. Asimismo, fueron mayoritarios los enfrentamientos que se
desarrollaron en el ámbito restringido de cada establecimiento. Como, entre otros, el
caso de los obreros de la metalúrgica Permet de Villa Martelli quienes, por intermedio
de la filial local de la UOM, denunciaron ante la delegación ministerial las dificultades
en el cobro de las quincenas. Además, exigían que la entrega de la ropa de trabajo junto
con el calzado de seguridad, tal como lo establecía la convención colectiva de trabajo.63
Entre las disputas que se registraron –de manera puntual-- en las unidades de
producción, por demanda salarial, destacamos el conflicto protagonizado por los
trabajadores de Standard Electric en el mes de septiembre.
El establecimiento, por esa fecha, ocupaba a unos tres mil obreros distribuidos
en diversas secciones de la planta (Cables, Telefonía, Mecánica, etc.) las cuales se
hallaban separadas entre sí, tanto en forma técnica como locacional. Durante el citado
mes los operarios fueron acrecentando su malestar ante el deterioro de sus haberes. Por
otra parte, desde la llegada del gobierno de facto, la firma se encontraba en una ―buena
situación económica‖ debido a que se habían cancelado ―algunas deudas financieras‖ al
grupo multinacional –ITT-- (propietario de la empresa) contraídas bajo la presidencia de
Isabel Perón.
De este modo, y en rechazo a la propuesta salarial que estaba negociando el
sindicato con la empresa desde principio del mes, comenzaron las medidas de fuerza.
Estas se iniciaron en la jornada del 27, cuando el turno de la mañana --de la sección
Telefonía-- comenzó con un paro de actividades en demanda de un incremento del
100%.64 De acuerdo al testimonio de T., la protesta la originaron las obreras de la
sección antes mencionada. Estas dejaron su lugar de trabajo y se pasearon frente a los
hombres de otras secciones exhibiendo ―en sus manos ropa interior femenina‖. 65Por su
parte, F.G. testifica un recuerdo similar:
―-P.: ¿Quién lo largó al conflicto?
-F.G.: Lo impulsaron las mujeres. Empiezan en el horario de comedor a ir al
búnker, a ir aplaudir. El búnker es un edificio donde está el jefe de personal, gerentes,
todos los gerentes. Enfrente al búnker hay una plaza y entonces la gente en la hora de
comer iba y aplaudía ahí... Empiezan ellas, como no había comunicación casi entre los
que estaban... [...] venían las mujeres, venían por el costado y nos decían ‗ustedes no
tienen pelota‘ [...] ‗cuando van a salir‘, ‗que están esperando‘...‖66
Horas más tarde, ante esta situación, el resto de las secciones no demoraron en
sumarse a las medidas. Al iniciarse el turno de las 14.00, los tres mil trabajadores de la
planta se habían plegado a la lucha. Estos paralizaron sus labores permaneciendo dentro
de la fábrica, paseándose por sus jardines y portando carteles que decían:
62
Arturo Fernández. Op.Cit., p.93.
Expediente...
64
La Razón y Diario Popular, 28 de septiembre de 1979.
65
Entrevista con T. Mayo de 1990.
66
Testimonio de F.G. Julio de 1992.
63
―QUEREMOS COMER... QUEREMOS TENER SUELDOS DIGNOS...‖67
Los trabajadores entrevistados recuerdan que cuando se sumó la sección de
Cables al conflicto, las medidas de fuerza tendieron a endurecerse. Desde ese entonces,
junto con los aplausos y los carteles empezaron a golpearse tachos de aceite y carros
con mangueras. Tal era el bullicio, que los vecinos de los alrededores enviaron
telegramas a la firma quejándose del ruido que producían los tachos durante el turno de
la noche.
Según la información periodística, el viernes 28 los obreros habían levantado el
paro en espera de una mejor oferta salarial.68 No obstante, en los horarios de comedor se
paseaban con los carteles por las calles internas de la planta y realizaban aplaudidas,
golpeadas de tachos y cantos:
― * I.T.T., I.T.T., dejate de joder danos el aumento que queremos comer...
* Dicen que el pueblo provoca la inflación, para mí que no, para mí que no,
más bien es Martínez de Hoz...‖69
El conflicto durante su transcurso no sólo presentó un carácter antipatronal, sino
también contuvo algunos elementos de tono antigubernamental. En las siguientes
jornadas la protesta permaneció en forma discontinua. Pese a las recomendaciones de
los delegados del sindicato, los obreros de la sección Cables, continuaron rechazando
las ofertas sugeridas por la compañía. La respuesta de la empresa no se hizo esperar, en
forma sorpresiva, reforzó la guardia de la planta e hizo ingresar a las fuerzas de
seguridad. De acuerdo con los operarios entrevistados, cuando el ejército entró, ellos
estaban adentro sin trabajar. C. recuerda que discutieron con los militares, les mostraron
sus recibos de sueldo y les decían: ―no podemos vivir con esto‖, ―si se sacaran esas
ropas y se pusieran las de un obrero, ¿cómo harían para alimentar a sus familias?‖.70 Por
su parte, F.G. ilustra ese momento,
―-P.: ¿ De dónde eran los militares?
-F.G.: De acá, de Boulogne. Uno habló con nosotros, dijo que era de Boulogne.
Yo estaba en el turno de tarde y no trabajábamos. Y dice ‗qué hacen acá,... no
trabajan,... bueno, sino trabajan, van a tener que retirarse.‘ [...]
Y le empezamos a plantear, uno le mostraba el sobre y le decíamos que
ganábamos poco... ‗Esta bien yo los comprendo pero, yo no puedo hacer nada, yo tengo
órdenes que cumplir‘. Pero, primero vino un mayor que medio nos matoneó...
Después empezamos a charlar, a explicarle, y bueno... ‗Esta bien porque no se
van allá, al arsenal, vayan allá a plantear sus problemas, yo los voy a atender...‘ Qué
mierda, quién va ir... [risas]. Estás, loco!
-P.: Los milicos, ¿entraban en la fábrica?
-F.G.: Sí, si estaban adentro, estaban los patrulleros.
Pero como no había desorden, [...] venían a hablar con la gente, porque al no
tener delegados, no teníamos nada, hablaban con la gente...
La gente después le empezó a tomar el pelo. A uno le decían, me acuerdo, en
forma de chiste... ‗mire... nosotros ganamos muy poco... y ustedes me parece que
ganan muy bien, porque nunca hacen paro...‘[risas] le decía,... y ‗bueno... si ustedes
piensan que ganamos bien, sigan la carrera militar...‘ y salta otro y le dice ‗y si somos
todos militares... quien va a trabajar gratis...‘[risas]
67
Entrevista con C. Mayo de 1990 y Diario Popular, 28 de septiembre de 1979.
Clarín y La Razón, 28 de septiembre de 1979.
69
Opción Nº15.
70
Testimonio de C. Mayo de 1990.
68
Ellos le tomaban el pelo ya al tipo. El tipo no reaccionaba para nada, como se
reían todos...‖71
Los trabajadores entrevistados aseveraron que los militares entraban a los baños
y revisaban los cofres, ―uno se tenía que parar al lado‖. Según T., lo hacían para ver si
se encontraban los clavos con que se pinchaban los cables. Asimismo, F.G. relata
que los intimaban a trabajar, en caso contrario, debían abandonar las instalaciones de la
fábrica. Por su parte, los obreros planteaban que sólo se retirarían del lugar ―si eran bien
tratados‖ y si se dejaba constancia escrita de que ―no hacían abandono de sus
puestos‖ sino que eran ―expulsados por el ejército‖. De hecho, los trabajadores
demoraban la orden impartida argumentando que ―eran una minoría‖ y que no podían
cumplirla debido a que ―el grueso de la gente está a la mañana‖ y que habían votado por
―asamblea, seguir‖. No obstante, los entrevistados recuerdan que fueron a conversar con
el ―gerente de departamento‖ para que firme un ―compromiso‖:
―...le pedimos que no nos ponga como abandono de trabajo. [...] No quiso firmar,
no sabía lo que iba a hacer. Nos habla, ‗yo... no tengo porqué hacer estas cosas... pero,
yo le doy mi palabra que no va a pasar nada muchachos‘... agarramos nosotros y
decidimos retirarnos de la fábrica...‖72
Una semana más tarde de iniciado el conflicto, los trabajadores volvieron a sus
tareas. Se había logrado elevar las remuneraciones a 51,25% de incremento, junto con
una bonificación de 100.000$, la cual se abonaría ―por única vez‖ con el cobro de los
haberes del mes anterior.73
Como podemos observar, uno de los factores más importantes que intervinieron
para que se gane esta protesta fue su alto nivel organizativo. Ni la Comisión Interna, ni
el Cuerpo de Delegados estuvieron encabezando las medidas de fuerza; ―sólo‖ se
dedicaron a ―negociar‖ con la firma. En este sentido, el conflicto se realizó al margen de
los canales orgánicos oficiales:
―-P.: ¿Y los delegados?
-F.G.: Los delegados no pasaba nada. Se armó un grupo de activistas de los
viejos, con compañeros viejos y la gente nueva. Y teníamos que salir [...] Era sin una
dirección, no teníamos dirección. Los del sindicato, hijos de puta, venían y hablaban
con la patronal. Hacíamos asambleas y los cagábamos a puteadas a los del sindicato.
[...]...nos jodían, porque nos decían en tal sección decidieron esto, en tal otra... y era
mentira, venían los compañeros y decían... ‗eh... cómo, porqué decidieron esto‘, y si
ustedes...
-P.: ¿Los dividían?
-F.G.: Claro, nos dividían...‖74
Todos los testimonios coinciden, palabras más, palabras menos, con lo descripto
por F.G. Más aún, T. destaca que la medida de fuerza fue encabezada por una Comisión
Interna ―de hecho‖ con la participación de distintos activistas obreros. Ellos llamaban a
las asambleas que se realizaban en cada sección y, si esto era imposible, en los
vestuarios o a través de pequeños grupos alrededor de las máquinas en el momento de la
producción. Para esto último contaban con ―campanas‖ que avisaban sobre la presencia
de los supervisores. Por otra parte, insiste en subrayar, que una de las formas más
empleadas de coordinación era mediante las ―voces‖ que se transmitían de obrero a
obrero y que ―se cumplían, aun cuando no sabían de donde provenían‖. Por su parte, G.
y F.G. recordaban que –también-- se hacían reuniones fuera de la fábrica, donde se
71
Entrevista con F.G. Julio de 1992.
Testimonio de F.G. Julio de 1992.
73
La Razón, 5 de octubre de 1979.
74
Testimonio de F.G. Julio de 1992.
72
discutía la evolución del conflicto. Asimismo, los obreros, en algunas ocasiones, se
encargaron de ―apretar a los delegados‖ y a aquellos trabajadores que no acataban con
las acciones resueltas, T. recuerda que a ―algunos los golpeaban en el baño y les
quemaban las ropas‖, a su vez, reflexiona que si en esa época ―no nos echaron durante
el conflicto‖ fue ―por la solidaridad que había entre el personal‖. Por nuestra parte,
teniendo presente el marco represivo, creemos que no sólo fue por el apoyo mutuo
existente sino también por la insustituible organización. Esta además se expresó en la
conformación de un fondo de huelga sostenido por los propios trabajadores para
aquellos compañeros que tenían ―necesidades más urgentes‖.75
Una disputa que no alcanzó esa magnitud, pero que se dio para esa fecha, fue la
protagonizada por los obreros de Fate. Estos manifestaron su malestar, desde la primera
semana de octubre, a raíz de los escasos incrementos percibidos durante ese mes. La
protesta se generalizó el día 17, cuando cerca de dos mil operarios realizaron asambleas
en sus secciones y comenzaron con un quite de colaboración. En las jornadas siguientes
la medida de fuerza se fue solucionando en las secciones de Caucho y Neumático donde
se obtuvo 15% de aumento. En cambio el malestar persistió en la planta de Electrónica,
donde continuaron los trabajadores haciendo paros de dos horas por turno.76
Hasta el momento, durante ese año, hemos detallado los reclamos que se
desarrollaron en el ámbito puntual de cada establecimiento. Sin embargo, en 1979, se
efectuó el primer hecho aglutinador de la oposición obrera contra la dictadura militar: la
Jornada Nacional de Protesta del 27 de abril. Esta surgió como expresión de la
resistencia que la clase realizaba a diario contra la opresión de los empresarios y el
régimen. También reflejaba la cristalización de la tendencia esbozada en 1978 de una
mayor participación de las entidades gremiales en los problemas cotidianos de las
fábricas. Ejemplos de estas transformaciones fueron los conflictos protagonizados por
los papeleros y los metalúrgicos.
En el primer caso las medidas de fuerza se desarrollaron en varias fábricas, entre
ellas, Zucamor, Celulosa Argentina, Papelera San Isidro y Pedotti. De acuerdo a
diversos testimonios, por las características manifestadas, las protestas estuvieron
dirigidas por el sindicato nacional. Más allá de eso, en cada establecimiento, existieron
motivos particulares de reclamo. En Papelera San Isidro la demanda se originó debido a
que los obreros percibieron, en el pago de las dos últimas quincenas, un 15% menos de
salario de lo que correspondía. Ante esto, sus cuatrocientos trabajadores respondieron
con un cese de tareas de 24 horas. En las jornadas siguientes continuaron la pugna
realizando quites de colaboración. El malestar fue superado tras un acuerdo con la
gerencia.77
Durante octubre y noviembre se sucedieron una serie de reclamos en diversas
fábricas metalúrgicas de la zona. Si bien la UOM no convocó –en forma pública-- a
realizar medida de fuerza alguna, opinamos que éstas no se efectuaron de manera
aislada. Creemos que, entre ellas, hubo una conexión --al menos-- en el ámbito de la
seccional. Ciertos indicios, a partir de la existencia de una serie de elementos comunes,
nos hacen pensar que el gremio participó en las mismas.78 Además, en todos los casos
registrados se logró el aumento solicitado tras un breve paro y la negociación del
75
Entrevistas mencionadas.
Expediente...; La Razón, 18 de octubre y Diario Popular, 19 de octubre de 1979.
77
Diario Popular, 18 de junio de 1979.
78
Por ejemplo, la seccional junto con las Comisiones Internas encabezaban los reclamos en la delegación
ministerial; además se empleaban papeles con el membrete del gremio.
76
sindicato. Entre otros, se destacaron las protestas en Rómulo Ruffini, Bianchetti, Búfalo,
Santini e Ispsan.79 En esta última fábrica, un antiguo obrero recuerda esos días:
―-P.: Me decías, ¿cómo fue el conflicto?
-J.L.: El conflicto fue adentro, fueron dos o tres días, no se laburaba. Incluso, se
ganó el conflicto. [...] Pero se ganó, bastante bien, todo el mundo cumplió. Tiene que
ver con que se hacían asambleas.
-P.: ¿Había asambleas?
-J.L.: Había asambleas sí, por secciones, nunca había una asamblea general, sí
por secciones. [...] La más grande donde estaba yo, que era pintura, [...] Había unos 150
tipos, más o menos. Eso sí parecía una asamblea general.[...]
-P.: ¿Qué tal los delegados? Iba al frente o..
-J.L.: Sí, iban al frente, eran muy cuidadosos porque... venían de estar muy
ligados a los montos, eran bastante cuidadosos en un principio, pero se mantenían... o
sea, el conflicto lo llevaban bien. Y había fuerza en la gente, había bastante fuerza. [...]
Me acuerdo que el conflicto lo largamos en la casa de un compañero, en donde hicimos
un asado y un partido de fútbol. En la casa de uno de los compañeros de pintura que
vivía en el Talar [...] ahí juntamos unos veinte compañeros, [...] todos los delegados
estaban en el asado ese. [...]
-P.: ¿Durante el conflicto que hicieron?, ¿Salieron a la calle?
-J.L.: No, no todos adentro. El conflicto en donde la gente estaba sentada en
su puesto de laburo, pero no se laburaba.
-P.: La patronal, ¿le dio el aumento?
-J.L.: La patronal dio el aumento...‖80
Como relata J.L., la cercanía al lugar de trabajo fue un factor importante en el
momento de proponer y organizar una medida de fuerza. Durante esos años numerosas
protestas tuvieron estas características debido a que el local del sindicato no podía ser
empleado para programar algún tipo de enfrentamiento. De este modo, cobra todo su
significado los lazos informales de solidaridad que –en forma potencial—estuvieron
conectados entre la comunidad barrial y las fábricas del lugar, los cuales se activaron en
los momentos de necesidad.
En resumen, durante esos meses, la UOM participó –de alguna manera—en estas
medidas de fuerza. Quizás, lo más probable, hubo casos en que no tuvo un control
absoluto de la situación y que muchas de las similitudes entre éstas se expliquen por la
existencia de vasos subterráneos comunicantes entre los diversos establecimientos
metalúrgicos de la zona. No obstante, los dirigentes gremiales tendieron a encabezar los
reclamos, factor que empleaban para poder canalizar e institucionalizar el descontento
de sus bases.
Por otra parte, esto no niega que se hayan producido algunos enfrentamientos al
margen de la conducción sindical. Por ejemplo, los obreros de Tensa se organizaron en
forma independiente a los delegados que respondían a Minguito; para eso, emplearon la
excusa de ―armar un campeonato de fútbol‖. De acuerdo a M., dicha competencia –en la
que participaron la casi totalidad de los operarios de la planta—fue utilizada como
―...respuesta a la patronal y a la burocracia que sostenían que la fábrica estaba
desunida...‖
A su vez, esta actividad deportiva le permitió a los trabajadores redactar un
petitorio solicitando turnos fijos en los horarios de trabajo para poder concurrir a los
79
Expediente... También en La Razón, 26 de octubre y 27-28 de noviembre y Diario Popular, 26 de
octubre de 1979.
80
Testimonio de J.L. Mayo de 1990.
cursos del CONET; además, sirvió para planificar la ―actividad de sabotaje‖ como
―instrumento de presión‖.81
En cuanto a los empleadores, en todos estos reclamos, aceptaron conceder los
aumentos solicitados. Más aún, en algunos casos, se les ―anticipaba‖ parte del
incremento que iban a recibir en el siguiente bimestre. Esto, además de reflejar la mayor
fuerza de la resistencia obrera, también respondía al hecho de que Martínez de Hoz,
durante 1979, cambió las pautas en materia de remuneraciones.
V.
Las protestas del movimiento obrero, durante 1980, se agudizaron. A diferencia
de los años anteriores, donde predominaron los conflictos de índole salarial; en 1980,
junto con esta demanda, entre las principales causas de reclamos, sobresalieron las
originadas en torno a la defensa de la fuente de trabajo ante el cierre de numerosos
establecimientos fabriles.
Si bien el proceso recesivo se prolongó en el transcurso de todo el año, fueron
los meses estivales donde se evidenció que la cifra de obreros con paro forzoso
alcanzaba su mayor número. Los trabajadores textiles eran los más afectados. En este
sentido, un comunicado emitido por la Agrupación Adelino Romero subrayaba que
―varias decenas‖ de establecimientos que ocupaban a ―no menos de 20.000 obreros‖ se
encontraban bajo medidas de fuerza, debido a problemas salariales o por falta de
trabajo. Sin embargo, la declaración no era sólo importante por la información en sí o
por el dato cuantitativo, sino que, además, ésta hacía ―un llamado de alerta‖ al gobierno
puesto que, por los problemas acaecidos, ―la situación es precursora de acontecimientos
que nadie puede controlar‖.82
Entre estos reclamos, los obreros de Productex, ante las suspensiones ocurridas y
el atraso en el cobro de varias de quincenas, decidieron realizar un cese general de
tareas. Tras cerca de once días de protesta, la empresa abonó la deuda pendiente.83
Paralelo a los reclamos por las suspensiones, continuaron las disputas generadas
por el incumplimiento de las condiciones de empleo y las demandas de mejoras
salariales.
Sobre el primero de los motivos de malestar, encontramos, por ejemplo, el caso
del astillero Cominco de Tigre. Dicho conflicto se originó ante la falta de pago de la
asignación que se otorgaba anualmente como ayuda escolar. Ante la actitud de la
empresa, los cuarenta obreros protagonizaron un cese de actividades de cuatro horas y
media con el fin de obtener una satisfacción de su reclamo.84
El segundo tipo de reclamos, lo observamos en los enfrentamientos que llevaron
adelante los obreros de Papelera San Isidro y los trabajadores de Aldinor en Florida. En
el caso de la papelera, el personal efectuó un paro con ocupación de planta debido a que
la gerencia ―desconocía‖ los acuerdos internos pactados. En tanto, en la metalúrgica las
medidas de fuerza tuvieron una duración mayor; éstas consistieron en la ejecución,
durante una semana, de paros parciales de dos horas por turno.85
Otra peculiaridad que tuvieron las luchas durante este año, fue que una cantidad
importante de ellas tuvieron como fin la reincorporación de los compañeros que habían
sido despedidos en el transcurso de una protesta. Esta característica, en cierta manera,
81
Entrevista con M. Mayo de 1990.
La Razón, 29 de noviembre de 1979.
83
Clarín, 10 de abril, La Razón, 26 de abril y Denuncia, mayo de 1980.
84
Expediente...
85
La Razón, 13 y 20 de agosto de 1980.
82
indicaba que, pese a cuatro años de intentos de quebrar la solidaridad entre la clase, ésta
no se había logrado. De ahí que, la hipótesis esbozada –sobre todo-- por Delich sobre la
―ruptura de la solidaridad obrera‖ no tenga, al menos en nuestra área de estudio, asidero.
En el establecimiento Bambozi, dedicado a la construcción de carrocerías para
micros, el problema comenzó a causa de un pedido de aumento en la retribución horaria
de 2.140$ a 3.000$ y el ―blanqueo‖ de una parte de los haberes. Como resultado de la
discusión con la parte empresaria se produjo el despido de uno de los obreros que
integraba la comisión de reclamo. Esto determinó que sus compañeros paralizaran las
actividades por más de seis horas en repudio al despido efectuado. No obstante, pese a
la intimación del Ministerio de Trabajo y al desalojo al que se vieron sometidos por las
fuerzas de seguridad, la querella prosiguió durante las siguientes jornadas.86
En el mes de diciembre de 1980, los obreros de Fate protagonizaron un conflicto
similar al anterior. Este se inició el día ocho, en demanda de un incremento salarial del
orden de 60%. Los novecientos trabajadores de la planta se plegaron a la lucha mediante
la realización de paros de tres horas por turno. Como respuesta, la patronal dejó cesantes
primero a 35 y luego a 50 operarios, en forma paralela, exhortó --por medio de
telegramas-- a la totalidad de los obreros implicados a que normalicen la situación so
pena de aplicación de la Ley de Seguridad Industrial. En tanto, por su parte, el sindicato
del neumático presionó también a sus afiliados a dejar sin efecto las medidas de fuerza
ya que la firma había amenazado con cerrar el establecimiento. En consecuencia, ante
estas intimaciones, los trabajadores el día 19 suspendieron el paro con la promesa de la
gerencia de reincorporar al medio centenar de despedidos y de considerar el reclamo
salarial que, para ese entonces, había disminuido a un 25%.87
Como observamos, todo ese año --de recesión industrial—muchos de los
cuestionamientos realizados que comenzaron por reivindicaciones salariales siguieron
dinamizándose con pedidos de reincorporaciones. Mientras se desarrollaba el conflicto
de Fate, la Regional de la Zona Norte de la CGT denunciaba
―...las medidas de fuerza fueron auspiciadas por la firma para apresurar despidos
baratos...‖ 88
Al igual que en años anteriores, en el transcurso de 1980, los ferroviarios
efectuaron sus luchas al margen de las conducciones nacionales de las diferentes
entidades gremiales. Los motivos continuaron siendo el empeoramiento de las
condiciones laborales –en particular, las referidas al aumento de la productividad
laboral--, la aplicación de la Ley de Prescindibilidad y la demanda por mejoras
salariales.
Desde enero, los trabajadores de la seccional Victoria de La Fraternidad
iniciaron reclamos ante problemas de seguridad.89 En julio quedaron interrumpidos --en
―forma sorpresiva‖-- los servicios urbanos y suburbanos de todas las líneas. La medida,
efectuada por los conductores, se hizo en demanda de incremento en los haberes,
mejoras para los jubilados y, en protesta, por el cierre de los talleres de Tafí Viejo.90
En los meses siguientes las inquietudes obreras en torno a problemática salarial,
trataron de ser institucionalizadas en el plano de la negociación. Los conciliábulos entre
los dirigentes nacionales de los cuatros gremios ferroviarios con el Ministro de Trabajo
Llamil Reston así lo testifican.91 No obstante, por debajo de la superestructura
86
La Razón, 26 de enero de 1980.
La Razón, 11, 13 y 19 de diciembre y Clarín, 17 de diciembre de 1980.
88
Clarín, 26 de diciembre de 1980.
89
La Razón, 3 de enero de 1980.
90
La Razón, 10 de julio de 1980.
91
La Razón, 26 de septiembre de 1980.
87
jerárquica, los trabajadores siguieron demostrando su disconformidad, reuniéndose al
margen de los tradicionales canales orgánicos. Una expresión de estas reuniones
paralelas fueron los comunicados emitidos por la Mesa Coordinadora Provisoria de los
Ferroviarios del Ferrocarril Mitre - Victoria.92 De esta forma, los ferroviarios dieron
continuidad a la experiencia histórica iniciada en los años de Juan D. Perón y de Arturo
Frondizi.
Si, como antes mencionamos, 1980 fue el año en que los principales afectados
por la recesión fueron los trabajadores de la industria textil; en 1981, este lamentable
lugar lo ocuparon los obreros de las terminales automotrices. La realización de dos
paros nacionales corrobora la fuerte pelea que entablaron los mecánicos en defensa de la
fuente de trabajo.
El día 17 de junio se cumplió, desde las 11 hasta las 24 horas, el primer paro
general de actividades en el ámbito nacional convocado por el SMATA. La medida, en
protesta contra las suspensiones y los despidos, tuvo un total acatamiento en la Capital
Federal y en el conurbano bonaerense. En consecuencia, el gobierno dispersó y
encarceló a los manifestantes que se habían movilizado hacia la sede central del gremio.
Por su parte, la entidad sindical, al conocer la detención de sus dirigentes, amenazó con
un nuevo paro para el día 19, protesta que no se concretó al liberarse los detenidos.93
Semanas más tarde, el 3 de julio, se efectuó el segundo paro general de los
mecánicos. La medida fue dispuesta en solidaridad con los obreros de las terminales
automotrices de Borgward y Mercedes Benz, quienes intentaron conservar su fuente de
empleo. La protesta gremial consistió en ―un paro de brazos caídos‖ en los lugares de
trabajo desde las 10 hasta las 12 horas. El acatamiento de la medida de fuerza --por
parte de las seccionales-- fue similar a la de la anterior ocasión.94
Los trabajadores plásticos también se sintieron afectados por la paralización
productiva. La filial local del sindicato denunció que, durante el segundo semestre de
1981, veintinueve fábricas cesaron sus actividades, dejando sin empleo a más de un
millar de operarios.95 Casos similares de suspensiones y despidos se produjeron en
Miluz, Dunlit, Sedalana, Villa Colombo, etc.
Durante ese año y los primeros meses de 1982, hubo también reclamos laborales
por retraso en el cobro de haberes, por condiciones de trabajo y por pedido de aumento
de sueldos.
En Lozadur medio millar de ceramistas, a fines de diciembre de 1981, iniciaron
un paro por tiempo indeterminado. El malestar estalló debido a que se adeudaba cuatro
quincenas, el aguinaldo de ambos semestres, las vacaciones y las asignaciones
familiares. En un primer momento, pareció alcanzarse una solución cuando, el último
día hábil del año, la firma comenzó a abonar los sueldos correspondientes a la primera
quincena de noviembre. Sin embargo, la protesta prosiguió una semana más. El 6 de
enero, la planta fue ocupada por sus obreros ante la falta de respuesta de los empresarios
sobre el resto del dinero adeudado y por posibles suspensiones. En consecuencia, tras
seis horas de tomar la fábrica se acordó que la gerencia pagaría en cuatro cuotas –en
enero-- las quincenas y los aguinaldos adeudados.96
Los seiscientos obreros de Terrabusi, en febrero - marzo de 1982, comenzaron
una protesta ante las brutales condiciones de trabajo y los magros salarios existentes en
92
La Razón, 21 de noviembre de 1980.
La Razón, 17 a 19 de junio de 1981.
94
La Razón, 3 de julio de 1981.
95
La Razón, 31 de diciembre de 1981.
96
La Razón, 30 de diciembre de 1981 y 6 de enero de 1982.
93
el establecimiento alimenticio. Sobre el particular, el testimonio de A. es bastante
gráfico:
―-P.: ¿Recordás cómo eran las condiciones de trabajo?
-A.: Las condiciones de trabajo eran de superexplotación, la ropa no la podíamos
sacar de la empresa porque había lavaderos que lavaban la ropa, [...] Control...hasta
cuando ibas al baño, te daban un papel para entrar al baño...ibas al comedor tenías que
marcar tarjeta y cuando salías del comedor tenías que marcar tarjeta, o sea un control
estricto...
-P.: ¿Había mucha vigilancia de los supervisores?
-A.: Sí, además, de vez en cuando, te hacían un test.
-P.: Sí, ¿qué tipo de test?
-A.: Una serie de preguntas como ser de la familia, que pensamos de la familia,
de la religión, de qué religión eras, de qué cuadro de fútbol, qué periódicos leías, si
tomabas vino... [...]
-P.: Y, ¿algún otro tipo de test?
-A.: Sí, con una imagen o dos... seis, siete, cinco segundos y luego vos tenías
que nombrar la serie de imágenes que veías; los colores, dibujos, cuadros, rectángulos,
todo lo que veías. Después, ponían una serie de ocho o diez obreros con distintas
herramientas de trabajo y tenías que marcar el obrero que vos veías y las herramientas
que utilizaban...‖
A pesar de este régimen de estrictas condiciones de labor y de los secuestros
ocurridos a comienzos de la dictadura, los trabajadores –al calor de la creciente
agitación existente en el país—iniciaron una protesta en demanda de mejora salarial. Al
respecto, el entrevistado recuerda esos días,
―-P.: ¿Podes reseñar cómo se inició el conflicto?
-A.: Salió de abajo, desde abajo, por intermedio de los compañeros que veían
que el sueldo no alcanzaba, se lo plantearon a los delegados. [Estos] llamaron a
una asamblea y se decidió.
-P.: ¿Cómo continuó?
-A.: Hubo una asamblea en Chocolate, donde ellos hicieron un petitorio para
pedir aumento salarial. Empezó parando, haciendo quite de colaboración de una
hora. Justo una hora en Chocolate... donde al hacer el paro, el chocolate se echa a
perder... Ahí se plegó la planta de fideos, [...] después se plegó expedición y después
nos plegamos nosotros... Hubo diez días que trabajamos con quite de colaboración de
dos horas, luego pasamos a cuatro horas y después se pasó a 24 horas. Se ganó un
aumento, pero hubo más o menos veinte despidos.
-P.: El conflicto, ¿lo cumplió toda la fábrica?
-A.: Lo tomaron todas las secciones... El problema fue cuando vino el Ministerio
de Trabajo, pidió la conciliación obligatoria. Y después que se logra el aumento... hubo
veinte cesantías, de los veinte, eran dos delegados y después todos compañeros de
distintas secciones...‖
Con respecto a los delegados, el entrevistado añade que cada sección poseía dos
delegados; además de éstos, se encontraban en cada uno de los tres pisos de la planta un
delegado general, los cuales eran elegidos a través de asambleas generales. La actuación
de éstos en el enfrentamiento fue dispar. Dos de ellos, junto con otros activistas,
constituyeron un grupo por fuera de la Comisión Interna y dirigieron de hecho la
protesta. De acuerdo con A., el resto de los delegados:
―...tuvieron que ponerse a la cabeza, más que por el problema salarial para ver
cómo desviaban el problema, como lo contenían... Por eso, los delegados que eran más
coherentes en la empresa quedaron cesantes, los demás, quedaron todos adentro y no
tuvieron una política de jorobar a la empresa para la reincorporación, no solamente de
los delegados sino de todos los que quedamos afuera...‖97
Pero dentro de este tipo de conflictos los que –de nuevo-- sobresalieron por su
permanente enfrentamiento con la política económica del gobierno fueron los
ferroviarios. La protesta de este sector fue una continuación de la llevada a cabo en los
años anteriores. La conformación de la Mesa Coordinadora Provisoria del Ferrocarril
Mitre - Victoria fue producto de esa experiencia.
La postura opositora de esa seccional se evidenció en el paro nacional de la CGT
del 22 de julio de 1981. Ese día, los servicios ferroviarios de la línea Bartolomé Mitre
anduvieron –de manera normal-- en los ramales Retiro - Mitre y Retiro - José L. Suárez,
en tanto, fue nulo el servicio en el ramal Retiro - Tigre por la ―actitud asumida‖ del
personal de la estación Victoria.98
En febrero de 1982, los ferroviarios y parte de los sindicatos nucleados en la
CGT de la región (telefónicos, Luz y Fuerza, municipales, etc.) constituyeron la
Coordinadora de Gremios Estatales Zonal del Norte del Gran Buenos Aires; la que se
organizó principalmente en contra de la privatización de las empresas estatales y en
―repudio a la política económica y salarial‖ del régimen militar.99
El panorama laboral durante esos meses se agudizó en todo el país, las protestas
obreras trascendieron el marco fabril para convertirse en una impugnación generalizada
contra la dictadura. En el transcurso de los últimos años los conflictos puntuales que se
desarrollaron quedaron ―marginados‖ ante los reclamos que, cada vez más, superaban
los marcos restringidos de los primeros tiempos. Expresión de esta coyuntura histórica
fueron las coordinadoras estatales, los paros convocados por el SMATA y las medidas
de fuerza de la CGT como el paro del 22 de julio, la marcha del 7 de noviembre de
―Paz, Pan y Trabajo‖ a San Cayetano y la movilización del 30 de marzo de 1982.
Elementos todos que indicaban que, para la clase obrera, se avecinaba un nuevo
período; donde las luchas libradas contra el régimen militar constituirían una fuente
inigualable de experiencias para los próximos combates a librar.
En conclusión, la resistencia desarrollada por la clase obrera en nuestra área de
estudio presentó una serie de elementos comunes durante el transcurso del régimen
militar. Los primeros años se caracterizaron por la ejecución de medidas de fuerzas
sorpresivas y dentro de los límites de las unidades fabriles. Los paros fueron de corta
duración junto con numerosos quites de colaboración (los que tuvieron una alta dosis de
recreación y de reelaboración) y una miríada notable de sabotajes. En los últimos años,
la oposición dejó de realizarse en forma atomizada para convertirse en molecular;
superando el ámbito restringido de las primeras protestas, conectándose con otras
fábricas del sector y/o con los barrios que la circunscribían. De esta manera se reveló la
constitución de canales subterráneos de comunicación informal entre los diversos
establecimientos, denotando la existencia de redes de resistencia entre los propios
trabajadores. Los enfrentamientos se expandieron tanto en su número como en la
cantidad de participantes; además, los ceses de tareas alcanzaron una mayor extensión
en el tiempo.
En cuanto a la dirección de los conflictos se notó un cambio en el transcurso de
la dictadura. En sus inicios, éstos fueron dirigidos por comisiones internas existentes o
bien, en el caso de que éstas no actuasen o no subsistieran, por aquellas que se
conformaron en la dinámica de su propia acción, generando en la práctica nuevos
97
Testimonio de A. Octubre de 1992.
La Razón, 22 de julio de 1981.
99
La Razón, 17 de febrero de 1982.
98
activistas y ―delegados de hecho‖. En este sentido --y en particular, nos referimos a la
oleada de luchas del segundo semestre de 1977-- resultó significativo el grado de
organización clandestina de estas medidas. Muchas de ellas se constituyeron por fuera
de los tradicionales canales orgánicos sindicales. En cambio, a partir de 1978, se notó
una considerable participación de las conducciones gremiales seccionales y nacionales
en los conflictos que fueron surgiendo, institucionalizando la oposición y el descontento
de las bases hacia el régimen.
Con respecto a las causas que originaron los reclamos en el primer trienio,
predominaron las referidas a las demandas por mejoras salariales, el amparo ante el
atropello de las condiciones laborales y la defensa de los compañeros de trabajo que
eran secuestrados. En tanto, en el último período, el principal motivo de reivindicación
giró en torno a las suspensiones y los despidos. Pese a que este tipo de reclamo contiene
por sus características fuertes elementos de individualismo, hecho que se expresa --en
forma nítida--en el comportamiento de otras clases sociales, en el caso del movimiento
obrero esto no se verificó.
Para finalizar, queremos enfatizar que en estos enfrentamientos se condensaron
diversos elementos que nutrieron la experiencia y la conciencia de la clase. En ella
confluyeron las lecciones aprendidas de la oposición a otras dictaduras, la tradición de
combatividad de los años anteriores y, sobre todo, la solidaridad gestada y desarrollada
en su interior. Asimismo, en esta particular coyuntura, los resultados obtenidos en las
luchas libradas (tanto las ganadas como las perdidas) incidieron en el proceso posterior
de reelaboración de la resistencia y en la reorganización de la propia clase. Hacemos
referencia a este problemática no desde una óptica economicista sino más bien lo
sostenemos en cuanto a los saldos obtenidos en términos de organización, solidaridad y
conciencia. Saldo, por otra parte, expresado en la común identificación que los obreros
realizaron como individuos y en tantos miembros de una clase; de este modo, ésta se fue
autodefiniendo como sujeto histórico a través de la propia lucha de resistencia y en su
participación colectiva. En idéntico sentido, las diversas entrevistas orales permitieron
una singular reidificación histórica en donde los protagonistas fueron reconstruyendo la
Historia, su Historia, a la vez que su reflexión y testimonio ayudó a su percepción como
clase.
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