Lean atentamente la siguiente poesía, escrita por Mario Benedetti: DE VEZ EN CUANDO HAY QUE HACER UNA PAUSA, CONTEMPLARSE A SÍ MISMO, SIN LA FUNCIÓN COTIDIANA. EXAMINAR EL PASADO RUBRO POR RUBRO, ETAPA POR ETAPA, BALDOSA POR BALDOSA. Y NO LLORARSE LAS MENTIRAS SINO CANTARSE LAS VERDADES Cambiar el mundo – por Alejandro Lerner Puedes cambiar el mundo tan solo en un instante Puedes cambiar de rumbo si quieres que eso pase. Puedes mirar adentro tu sentimiento, el universo traerá tus sueños. Cambiar el mundo empieza por ti. Verás que los colores son mucho más brillantes, verás con otros ojos que hay magia en todas partes. Arriba y adelante se ven los horizontes si el sol también renace, renacerán los hombres. Cambiar el mundo empieza por ti, empieza por ti. Si se renueva la esperanza, si te convences que se puede cambiar si quiero un cielo nuevo empiezo yo primero y elevo una alabanza para la humanidad. Cambiar el mundo empiezo por mí, empieza por ti. Puedes cambiar hoy mismo el curso de tu viaje, verás que no es lo mismo si tienes el coraje. Arriba y adelante se ven los horizontes si el sol también renace, renacerán los hombres. Cambiar el mundo empieza por ti, empieza por ti. Si se renueva la esperanza, si te convences que se puede cambiar si quiero un cielo nuevo empiezo yo primero y elevo una alabanza para la humanidad. Cambiar el mundo empiezo por mí, empieza por ti El sonido del Shofar Una vez, un hombre estaba durmiendo en su casa justo el día de Rosh Hashaná, después de haber estado toda la mañana en el Beit hakneset. De pronto, oyó un sonido brillante y profundo, era un sonido raro: era el sonido del Shofar. Inmediatamente se levantó, se vistió y se fue corriendo al Beit hakneset. Pensó que se había quedado dormido, y que había soñado con lo que había sucedido a la mañana. Cuando llegó al Beit hakneset, vio que no había nadie, estaba vacío, sólo quedaba el Rebe en un rincón. El hombre se acercó y le dijo: - Rabí, ¿usted tocó recién el Shofar? ¿Usted me llamó? - No, hijo – le respondió el Rabí – estarás confundido. Hace rato, a la mañana tocamos el Shofar. ¿Por qué habría de tocarlo ahora? Y el hombre volvió a acostarse y a dormir. Pero otra vez, el mismo sonido, el mismo Shofar lo volvió a despertar. Se levantó y fue corriendo más lejos todavía, a otro Beit hakneset, para ver si provenía de ahí ese sonido tan profundo. Pero ocurrió lo mismo: - No, te has confundido – le dijo el Rabí – Yo no toqué el Shofar, incluso nuestro Baal tokea, la persona que lo toca, ya se fue a su casa. Decepcionado, volvió a su casa y se acostó. Pero otra vez, ni bien se durmió, escuchó los sonidos del Shofar, que cada vez eran más y más fuertes. Salió de su casa desesperado, decidido a encontrar de dónde provenía el sonido, que iba creciendo a cada minuto. Corrió por toda la ciudad, hasta que en un momento se detuvo frente a una persona muy pobre que le sonreía. - Pasaste muchas veces sin verme, buen hombre – le dijo. El hombre se dio cuenta de que el pobre necesitaba comer, y lo llevó a su casa, le dio ropa nueva, le sirvió comida festiva, y charlaron mucho tiempo. Luego se despidieron, y el hombre volvió a acostarse, pero esta vez, no escuchó los penetrantes sonidos del Shofar, porque su misión, y la misión del Shofar, había sido cumplida. Él había comprendido lo que el Shofar con sus sonidos brillantes quería decirle: - Despiértate, hay mucho que puedes arreglar en el mundo, hay mucha gente que necesita tu ayuda. No te duermas, escucha sus dolores y sus males, ayúdalos, ayúdalos... Y como esto fue lo que había hecho, y lo que había decidido hacer siempre, no volvió a escuchar nunca más los sonidos del Shofar en sueños. Extraído de: “Un Majzor para niños” "Como el lápiz” Paulo Coelho Para reflexionar en estos días... El nietito miraba al abuelo escribir una carta. En un momento dado, le preguntó: - ¿Abuelo, estás escribiendo una historia que nos pasa a los dos? ¿Es, por casualidad, una historia sobre mí? El abuelo dejó de escribir, sonrió y le dijo al nieto: - Estoy escribiendo sobre ti, es cierto. Sin embargo, más importante que las palabras, es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueses como él cuando crezcas. El nieto miró el lápiz intrigado, y no vio nada de especial en él, y preguntó: - ¿Qué tiene de particular ese lápiz? El abuelo le respondió: - Todo depende del modo en que mires las cosas. Hay en él cinco cualidades que, si consigues mantenerlas, harán siempre de ti una persona en paz con el mundo. Primera cualidad: Puedes hacer grandes cosas, pero no olvides nunca que existe una mano que guía tus pasos. Esta mano la llamamos Dios, y siempre te conducirá en dirección a su voluntad. Segunda cualidad: De vez en cuando necesitas dejar lo que estás escribiendo y usar el sacapuntas. Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final, estará más afilado. Por lo tanto, debes ser capaz de soportar algunos dolores, porque te harán mejor persona. Tercera cualidad: El lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Entiende que corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia. Cuarta cualidad: Lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto, cuida siempre de lo que sucede en tu interior. Quinta cualidad: El lápiz siempre deja una marca. De la misma manera, has de saber que todo lo que hagas en la vida, dejará trazos. Por eso intenta ser consciente de cada acción.