CARA O SELLO: El lado oscuro de la integración La integración económica es el proceso a través del cual las trabas al comercio entre dos o más países se reducen progresivamente hasta su eliminación. Este concepto es percibido instintivamente como algo bueno debido a que al mismo tiempo se habla de bienestar, especialización y productividad. Sin embargo, muy poco se comenta de las implicancias negativas. A continuación, se explicarán dichas implicancias en el eslabón más alto de este proceso: la unión monetaria. La integración económica decanta finalmente en la unión monetaria. Este es el máximo hito al que cualquier fase anterior de integración aspira. ¿Y cómo no? Se reducen costos de transacción y la incertidumbre, además de que genera un ambiente predilecto para la inversión, el empleo y el crecimiento económico en general. No obstante, esta última fase, debido a su naturaleza, debe ser complementada con una armonización de políticas o unión política. La gestión macroeconómica de un país se realiza a través de la política monetaria y fiscal que regulan el precio y la cantidad de dinero, y los ingresos y gastos públicos. En momentos de recesión, la principal herramienta para combatir la coyuntura es una política expansiva que, del lado monetario, reduzca la tasa de interés o precio del dinero y, del lado fiscal, amplié el gasto público o reduzca los tributos. Es así que, mientras la unión monetaria esté en vigor, se pierde la libertad de aplicar una política monetaria, de tipo de cambio o fiscal, ya que la integración demanda homogeneidad política entre los países miembros. Es por esto que la tasa de interés no puede ser cambiada, el gasto público se encuentra limitado, así como los niveles de déficit fiscal, y la manipulación del tipo de cambio, la más útil herramienta que utilizan los gobiernos para equilibrar la balanza comercial y compensar la pérdida de competitividad, queda totalmente descartada. Todo esto deja muy vulnerables a los países miembros de una unión monetaria frente a una recesión o cualquier coyuntura adversa. Existen abundantes propuestas para dar cara a estas circunstancias, como la de Joaquín Arriola (1997), quien sugiere que la única política para compensar las disparidades en la productividad entre regiones es la salarial. Si un gobierno se ve acorralado por las limitaciones impuestas por la unión monetaria y política y necesita aumentar su productividad lo va a hacer mediante la reducción de los salarios, y, por tanto, de los costos. Esta medida alienta la producción y posteriormente la exportación en detrimento de los trabajadores y sus familias. Es necesario aclarar que las consecuencias descritas no son para todos los miembros, sino para los relativamente más atrasados. Estos países se verían amenazados y con pocas alternativas al enfrentar una recesión u otro acontecimiento económico infortunado. Es por esto que percibo imprescindible un exhaustivo estudio de las consecuencias que conlleva el pertenecer a una unión monetaria y política. Y además de esto, también sería provechoso contar con hábiles dirigentes que sepan lidiar con situaciones altamente demandantes. Solo de esta manera se puede sacar provecho y disfrutar de todos los beneficios que supone ser parte de la fase más ambiciosa de una integración económica. Benny Rojas Estudiante de la Carrera de Administración de Negocios Internacionales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos [email protected] Bibliografía: Arriola, J. (1 de febrero de 1997). Consecuencias de la Unión Monetaria y Económica. Noticias Obreras. 16(60), p.17.