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LA FILIACIÓN ASISTIDA Y SU IMPUGNACIÓN

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LA FILIACIÓN ASISTIDA Y SU IMPUGNACIÓN
La ciencia ha dado paso a la procreación artificial y la jurisprudencia se ha adaptado
a las nuevas formas de filiación asistidas, reconociendo los avances científicos en
la reproducción humana y creando herramientas para su regulación. Los derechos
y deberes de padres e hijos también están protegidos en el marco de estas técnicas
de concepción y es posible impugnar la paternidad en referencia a estos
procedimientos.
Nuestro ordenamiento civil establece que la filiación es el vínculo jurídico que une a
un hijo con su madre o con su padre y que consiste en la relación de parentesco
establecida por la ley entre un ascendiente y su descendiente de primer grado. Es
así como la filiación da lugar a un estado civil indivisible, indisponible e
imprescriptible.
La filiación, en principio, puede ser natural o adoptiva. Sin embargo, hoy, debido a
los avances y descubrimientos científicos en los campos de la biomédica y la
biotecnología, las formas de reproducción de la especie humana se han modificado
al punto de ser posible acceder a la fecundación in vitro, inseminación artificial,
transferencia de embriones y demás. Esto significa que, de conformidad con los
nuevos lineamientos jurisprudenciales, la filiación puede ser también por
reproducción artificial.
En cuanto a los hijos
El artículo 42 de la Constitución Política se adelantó al establecer que “todos los
hijos habidos en el matrimonio o fuera de él, adoptados y procreados naturalmente
o con asistencia científica, tienen iguales derechos y deberes”, y así repudió todo
tipo de diferencia en origen de la filiación, ampliando las formas de esta y aceptando
los métodos de reproducción asistida.
Lo anterior supone que todos los hijos los habidos dentro de un matrimonio o fuera
de él, adoptados o los procreados de manera asistida deben recibir el mismo trato
jurídico, sin importar el origen diverso que pueda tener la familia.
Sobre los padres
Por otro lado, la filiación artificial o asistida supone que la fecundación del óvulo se
hace sin unión sexual, puede hacerse en el útero de la madre o fuera de este, con
el semen de la pareja o de un donante desconocido.
Ahora bien, el artículo 213 del Código Civil señala que el hijo concebido durante el
matrimonio o durante una unión marital de hecho tiene por padres a los cónyuges o
compañeros permanentes, según sea el caso, salvo que se llegase a probar lo
contrario en un proceso de impugnación o investigación de la paternidad.
Esta presunción legal es denominada en nuestro ordenamiento jurídico como pater
ist est.
Dicha presunción, según lo establecido por la jurisprudencia, aplica también en
aquellos casos en que los hijos son concebidos por inseminación artificial
consentida, durante el matrimonio o la unión marital de hecho, a pesar de que el
artículo 213 del Código Civil no lo indica expresamente, pues solo hace referencia
a los hijos biológicos.
Así las cosas, se presume que aquellos hijos que nacen de un procedimiento
asistido o por reproducción artificial tienen por padres a los cónyuges o compañeros
permanentes que han dado su autorización expresa para que su esposa o
compañera se embarace mediante algún tipo de técnica de inseminación artificial.
Entonces, podemos indicar, sin lugar a dudas, que aquellos esposos o compañeros
permanentes que no hayan dado su consentimiento para que su pareja se
embarazara mediante cualquier método de inseminación artificial pueden ejercer la
acción de impugnación de dicha paternidad. Para esto bastará demostrar que hubo
ausencia total de consentimiento o que este se encontraba viciado.
NUEVOS MÉTODOS DE FILIACIÓN: NUEVAS CAUSALES DE IMPUGNACIÓN
La trascendencia de lo dicho recae en que se amplían las causales previstas en el
artículo 214 del Código Civil. El cónyuge o compañero permanente tiene una nueva
herramienta legal para impugnar la paternidad de los hijos, además de las allí
establecidas, encausadas a señalar la falta de consanguinidad, ya sea demostrando
por cualquier medio que no es el padre o desvirtuando la presunción de paternidad
mediante prueba científica. En los casos de inseminación artificial o asistida puede
alegar y demostrar la falta de consentimiento libre e informado para la realización
de dicho procedimiento.
Por ello, el consentimiento en esta nueva forma de filiación es determinante para
establecer la responsabilidad en la procreación. Hoy, es cada vez más usual que
las parejas opten por tener hijos mediante métodos científicos de reproducción
asistida, en donde los padres no aportan material genético, pero desean asumir la
responsabilidad en la procreación y en la misma progenitura, es decir, ejercer la
función paterna con todas las obligaciones y derechos que ella implica. Esto se
evidencia a través de la expresión libre de dar su consentimiento para que su
esposa o compañera permanente se someta a procedimientos tendientes a obtener
científicamente un embarazo exitoso.
Para que el consentimiento que da el cónyuge o compañero permanente sea válido,
este deberá ser expreso y exteriorizado de tal forma que no quede duda de que se
trata de una declaración de la voluntad, deberá estar libre de vicios y recaer sobre
una causa y un objeto lícito y, además, la persona debe ser legalmente capaz.
Dicha expresión de la voluntad, en los términos descritos, tiene como finalidad
específica hacer posible la práctica de la inseminación artificial en la mujer, para
que su pareja asuma libre y responsablemente la progenitura del hijo que nace
como consecuencia del procedimiento. El consentimiento que se exige es la base
para que, en primer lugar, la mujer pueda ser inseminada y, en segundo lugar, para
que, una vez realizada la inseminación, los padres puedan legalmente asumir las
consecuencias jurídicas de su estado civil.
Así las cosas, el consentimiento informado suscrito por el esposo, compañero
permanente o pareja de una mujer permite asegurar, contando con la voluntad de
esta, que él conoce el procedimiento y las razones clínicas que llevaron a que se
diera un embarazo con esperma de un donante, con lo que se crea, de manera
perfecta, la filiación entre la pareja que firmó el consentimiento y el hijo, sin que se
llegue a generar ninguna vinculación con el donante desconocido.
Sin embargo, vale la pena resaltar que en materia de procreación artificial es
necesario esperar la evolución de la doctrina y la jurisprudencia nacional, así como
la reglamentación de figuras de este tipo, que generan bastantes desafíos legales y
sociales.
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