ANÁLISIS, estructura y FRONTERAS Una aproximación transversal a la música en Latinoamérica # Julio Ogas Al estudiar la música académica generada en Latinoamérica durante el siglo XX es necesario prestar atención a la selección, combinación y reelaboración estilística que cada compositor realiza a partir de las diferentes fuentes del patrimonio musical a las que tiene acceso, ya sean académicas o populares. De esta forma es posible atender a las marcas inequívocas que los creadores dejan en sus obras en cuanto a la interpretación del pasado, que de una u otra forma actualizan, y al posible camino de progreso que señalan. Para llevar adelante este estudio es necesario abordarlo desde una integración del valor estético y del histórico-social. Es así como, a partir de la observación de las características internas de los signos estilísticos y las estructuras de las obras en que se insertan, proponemos tres modos de significación musical como niveles amplios de clasificación. Para su análisis partimos de una estructura en tres fases de análisis semiótico, con el fin de reconocer los diferentes momentos del proceso de generación del significado de una obra musical. ANALYSIS, STRUCTURE AND FRONTIERS A transversal approach to music in Latin America * 2 When studying the academic music produced in Latin America in the 20th century we must take account of how each composer selects, combines and stylistically re-works material from the different sources of musical heritage he or she has access to, and this includes popular as well as academic sources. In this way we can focus on the unmistakable stamp that the creators leave on their work as regards interpreting the past, which in some way or other they bring up to date and to the possible path of progress that they indicate. To carry out this study we have to approach it by integrating aesthetic values with historical-social ones. Hence, we propose three modes of musical signification with wide classification categories based on observation of the internal characteristics of stylistic signs and the structure of the works they are inserted into. To carry out this analysis we employ a structure consisting of three phases of semiotic analysis so we will be able to identify the different. # _Este trabajo se desarrolla dentro del Proyecto de Investigación I+D Música española desde la postguerra a la postmodernidad: poder, indentidades y diálogos con Hispanoamérica. * _This study is part of the research and development project entitled Spanish music from the post-war period to postmodernism: power, identities and dialogues with Latin America (Música española desde la postguerra a la postmodernidad: poder, indentidades y diálogos con Hispanoamérica). Julio Ogas 1 1 _ COORDENADAS La necesidad de las sociedades Latinoamericanas de reconstruir el pasado a partir de diferentes fuentes culturales es una de las características que debemos tener en cuenta a la hora de estudiar la música académica generada a lo largo del siglo XX en este espacio geográfico. En ella, al igual que en otras manifestaciones de la cultura de cada país, los compositores interpretan el pasado, de una u otra forma lo actualizan, y, en cierta medida, señalan un posible camino de progreso o de futuro. Para este propósito trabajan a partir de la selección, apropiación y reelaboración de las diferentes fuentes provenientes de los estilos musicales que conforman el patrimonio cultural de la región. Nos referimos tanto a aquellas que provienen de la música popular como a las que proceden de la música académica internacional. Pero la relación entre pasado, actualidad y futuro que pueden presentar estas fuentes, no es de ninguna manera estática y definitiva. Observemos, por ejemplo, el fragmento del patrimonio musical que evoca a los habitantes que nos precedieron en el continente y que es considerado como referente principal del pasado. Las fuentes más difundidas en este sentido son las provenientes de la música popular de ascendencia indígena, criolla o afro. Pero no podemos dejar de apreciar que esa música, al mismo tiempo que contiene un elemento tradicional, es actual al ser tomada por el compositor, directa o indirectamente, de las prácticas musicales que están vigentes, sea de una forma masiva o reducida, en el momento histórico que compone su obra. Esta relación entre actualidad y pasado se mantiene, aunque reflejada desde otro punto, cuando el compositor invoca la novedad a partir de elementos estilísticos y técnicas compositivas propias del siglo XX. Aquí, aunque la tendencia a modernizar prevalece, no consigue desprenderse completamente del hecho de que esos “nuevos estilos”, son la cristalización o, de una forma u otra, llevan la impronta del desarrollo histórico de la música académica de Occidente. Por ello, a la hora de abordar el análisis, debemos recordar que la selección de las diferentes referencias estilísticas contenidas en las fuentes del patrimonio musical latinoamericano, es, como señalamos, sólo una parte del proceso creativo. De hecho, ella por sí misma no puede determinar plenamente el valor musical de una obra. La diferencia no puede estar solo en el tipo de fuente musical a la cual recurre el creador, ni, por ende, en el referente cultural del pasado más o menos lejano que desea cristalizar en su composición. Por el contrario, si la obra musical nunca es una mera copia, es necesario prestar atención a la lectura particular, es decir a la apropiación, combinación y reelaboración estilística, que cada compositor puede realizar en las diferentes etapas de su producción. ANÁLISIS, estructura y FRONTERAS 2 Esto nos lleva a que el estudio de la música latinoamericana no puede regirse desde el canon impuesto por la oposición nacionalismo-universalismo, que, en general, busca dignificar el valor identitario por el mero uso de lo popular o, por lo mismo, menospreciar su valor artístico. Tampoco, por escapar a esta segmentación, es productivo un aislamiento de obras y autores, buscando una supuesta valoración objetiva de la producción artística. En cambio, entendemos que una mirada que atienda al conjunto de la producción musical en Latinoamérica debe centrarse en la relación entre ese pasado que se desea idealizar, teniendo en cuenta la relación entre actualidad y antigüedad ya mencionada, y la manera en que esas referencias se coordinan para ser introducidas en el museo musical latinoamericano. Poner el acento en el eje significante tradición y modernidad o, quizás mejor, tradiciones y modernidades, evidentemente no busca determinar un grado de avance musical como ideal artístico. El fin de este eje referencial es apreciar la caracterización que cada autor da a estos dos componentes culturales, la forma en que establece el diálogo entre los mismos, cómo esto da lugar a una estructuración del discurso musical, y de qué manera éste se relaciona con los que surgen en otros ámbitos de la sociedad. Las estructuras que trazan el discurso musical de un compositor o un grupo de ellos, al igual que aquéllas que surgen en otros espacios de la cultura, debe confrontarse con las de otros autores o grupos que conforman el contexto musical en cada época. Para ello debemos tener en cuenta que la música es parte de una sociedad policéntrica. El término policentrismo ha sido utilizado por diferentes autores, como J.B. Metz, en relación a la teología; P. Togliatti, en función del movimiento comunista internacional, o, más cerca espacialmente, A. Argumedo, para referirse a la interacción de los diferentes polos de la política económico-financiera en los finales del siglo XX. En nuestro caso, entendemos necesario partir del reconocimiento de que dentro de los países coexisten diferentes expresiones de poder social y cultural, a las que la música no puede sustraerse. La música, de una u otra forma, se relaciona con estos polos que resumen intereses relacionados con construcciones basadas en valores identitarios, estructuración socio-política y objetivos de desarrollo. Esta relación puede ir desde la preocupación por una valoración estética y su incidencia en la producción y recepción musical del país, hasta la implicancia directa en movimientos donde lo estético busque participar directamente en proyectos políticos y/o sociales. Pero lo cierto es que, para conocer un determinado momento histórico de la música de un país o región, se deben tener en cuenta y confrontar esas diferentes visiones o centros desde los cuales se lee la realidad y se generan propuestas estéticas. Este enfoque permite alejarnos de las clasificaciones que tienden a primar un parámetro sobre otros, como puede ser el estilístico, el generacional o el referencial, para abocarnos a una visión integral de esos parámetros que atiendan a la base ideacional de la propuesta sonora. Julio Ogas 3 Para lograr una lectura de la simultaneidad de centros músico-culturales y del diálogo entre modernidades dentro de un país, o incluso dentro de una misma ciudad, debemos prestar especial atención a los espacios donde interaccionan las propuestas sonoras, ya que son fundamentales en la determinación del sentido musical. Es allí donde se asimilan o rechazan aspectos de las otras tendencias y en esa comunicación es donde cada propuesta adopta una posición estética y cultural en la sociedad a las que pertenecen. Por ello, para acercarnos al entramado musical que se genera en los distintos espacios geográficos de Latinoamérica a lo largo del siglo XX, tendremos en cuenta la noción de semiosfera y fronteras, que, desde la teoría de la cultura, propone Iuri Lotman. Desde la perspectiva de este autor, el estudio de la comunicación y traducción presentes en las relaciones entre las diferentes propuestas compositivas, nos permitirá apreciar, por una parte, las particularidades de las relaciones móviles existentes entre las mismas; y, por otra, las características del proceso de generación de sentido que se establece entre una estructuración del lenguaje musical y otras. Lotman denomina semiosfera a un “espacio semiótico fuera del cual es imposible la existencia misma de la semiosis”, de manera que los sistemas sígnicos precisos y funcionalmente unívocos “sólo funcionan estando sumergidos en un continuum semiótico, completamente ocupado por formaciones semióticas de diversos tipos y que se hallan en diversos niveles de organización” (Lotean, 1996: 21). Por lo tanto, podemos considerar a la semiosfera el espacio cultural donde se desarrollan todas las dimensiones de una reproducción social, perteneciente a un grupo histórico que materialmente se manifiesta en los códigos, géneros discursivos y textos patrimoniales. La zona donde se produce la interacción o contacto entre semiosferas es la frontera de las mismas, en ella se da la experiencia significante de la traducción o interpretación de un sistema de signos hacia otros. De esta forma se negocian procesos de integración sígnica que promueven adaptaciones y reelaboraciones del contenido discursivo, fruto de procesos de conflicto, negociación o intercambio y modificación constantes. La presencia de estas fronteras no sólo debe considerarse como separaciones del interior – exterior de una cultura, dado que la “irregularidad semiótica”, producto de “la irregularidad estructural de la organización interna de la semiosfera” (Lotman 1996:31), también permite advertir la existencia de fronteras internas en un espacio cultural. Cuando por esta práctica significante que es la traducción o interpretación de un sistema hacia otros, un espacio cultural se torna visible para otro, se producen diferentes procesos de interacción social semiótica. Este proceso comporta para el visualizado que: a) sus prácticas significantes, hasta ese momento constituidas en no-textos o no-cultura – espacios no semióticos o alosemióticos -, devienen en una nueva significación entramada en las redes semióticas existentes fuera de él; y b) los conflictos, negociaciones e intercambios -relaciones ANÁLISIS, estructura y FRONTERAS 4 de poder en definitiva - que conlleva este devenir, le otorgan un valor cultural dentro de un espacio geográfico e histórico. En el caso del visualizador: a) el reconocer al otro, desde un determinado grupo histórico, le permite asumir como fundamento de su espacio cultural, la red de significados establecida en los textos que circulan en su interior; y b) lo que se hace visible, lo nuevo, tiende a equipararse e incluso, en cierto sentido, a homogeneizarse con las representaciones mentales vigentes. Aplicado al espacio musical, no es difícil identificar esta interacción entre estructuras y subestructuras, como la relación entre centros o espacios compositivos dentro de una estructura mayor que es el contexto musical de cada país, y las comunicaciones internas de cada uno de esos espacios. La observación de la zona de interrelación entre estos ámbitos nos proporciona la información necesaria para comprender los diferentes procesos que generan cambios en la conformación de los textos musicales. Un ejemplo de estas interacciones entre centros musicales lo encontramos en la adopción de escalas pentáfonas, junto con determinados patrones melódicos y rítmicos, para señalar la cultura indígena. En este acto de traducción al espacio sígnico académico de un fragmento del patrimonio cultural proveniente de la otra música, los compositores que estructuran los contextos musicales de cada país le dan un nuevo significado, le atribuyen valores y, en definitiva, se atribuyen la capacidad de representar a ese otro dentro de su uso sígnicoestilístico occidental. En ese descubrir al otro desde lo académico podemos apreciar diferentes conjugaciones de esa fuente. Así, en el Perú se busca reforzar la predominancia de ciertos componentes culturales del Altiplano sobre los de la costa, en Argentina se sobredimensiona la presencia de un componente cultural indígena o en México, con Carlos Chávez, se pretende recrear una música azteca de la cual se poseen referencias imprecisas. Más allá de reconocer estos reduccionismos e idealizaciones al que es sometida esta fuente - como otras del patrimonio de un país - en los procesos de construcciones identitarias, no podemos dejar de constatar que todos ellos se enmarcan, de una forma u otra, en proyectos políticos, históricos o en tradiciones intelectuales e institucionales1. Tampoco podemos obviar que cuando un determinado centro introduce esta fuente en los diferentes contextos musicales de cada país, con su consiguiente resignificación y revaloración, se inicia un nuevo proceso de traducciones entre los centros que actúan en cada uno de ellos. De este modo, nos encontramos que estas prácticas significantes pueden tener lugar en centros compositivos que integran las escalas pentáfonas como un elemento exótico, dentro de espacios estilísticos romántico-impresionistas, u otros que lo hacen como parte de un todo arcaizante, en cierto neoclasicismo, hasta ámbitos sígnicos donde lo popular y lo académico tienden a fusionarse. Evidentemente estas resignificaciones se encadenan sucesivamente en el tiempo, pero luego se sedimentan Julio Ogas 5 para convivir dentro de esos contextos. También tiene características similares la interacción entre la estructuración de estos centros músico-culturales y las subestructuras que se conforman en su interior, a partir de la acción de uno o varios compositores. Así, si tomamos como referencia un indigenismo de corte neoclasicista, podremos observar cómo, en cada país, se dan compositores o grupos que enmarcan esas referencias a la otra cultura dentro de diferentes lecturas o grados de aceptación del neoclasicismo y asociándolos con signos provenientes de otras fuentes de la denominada cultura popular. Otro ejemplo, en principio bastante distante, puede ser la utilización del dodecafonismo. Éste aparece siempre enfrentado o ligado a una negación de la música llamada nacionalista, para nosotros de alusión folclórica o de alusión a lo popular. Así, Graciela Paraskevaídis (1984) asegura que “la introducción del dodecafonismo en Argentina y Brasil significó un rompimiento con el falso nacionalismo”. Más allá de las distinciones entre nacionalismos falsos o reales, que - como dijimos más arriba - son fruto de valoraciones que incluyen cuestiones estéticas, identidarias e, incluso, éticas, la línea de discurso propuesta por estos compositores refleja la consideración de una vanguardia internacionalista como único camino viable para la estructuración estética y, por ende, socio-cultural. Aquí tampoco es difícil encontrar la correspondencia de estas constricciones estilísticas con proyectos políticos históricos o con tradiciones intelectuales existentes en el contexto de los países en cuestión. De la misma forma, podemos apreciar cómo, a partir del primer núcleo que incorpora este repertorio sígnico en la música académica de un país, se producen traducciones hacia el resto de centros que conforman el contexto musical y hacia dentro del mismo núcleo inicial. Hasta aquí nos hemos acercado de una forma global al sentido de la música y su relación con las circunstancias socio-culturales que la rodean. Esta aproximación parece llevarnos a una enorme fragmentación del espacio sonoro de la música latinoamericana. En parte es así, ya que deseamos llamar la atención sobre el hecho de que no existe un único nacionalismo o música que representa lo nacional y otra que no, como tampoco existe un único neoclasicismo, neoexpresionismo, dodecafonismo o neorromanticismo, sólo por nombrar algunas de las tendencias que se manifiestan a lo largo del siglo XX. Evidentemente el sentido surge de la selección y traducción o interpretación que los compositores hacen de esas fuentes del patrimonio musical. Pero la cristalización de todos y cada uno de estos procesos, tiene un valor determinado en la construcción nacional, a partir de su interrelación con las demás, haga o no referencia a lo popular. Por lo tanto podemos decir que aún siendo necesaria, como punto de partida, la deconstrucción de los parámetros estilísticos canónicos, no podemos dejar de reconocer que el sentido final de una producción musical se encuentra en su relación con las diferentes formas que adquiere el contexto músico-cultural dentro de las circunstancias de cada momento y país. ANÁLISIS, estructura y FRONTERAS 6 A este contexto sígnico lo denominamos neomitológico, a partir de conjugar las propuestas de Lotman (1999) y Eero Tarasti (1978). En él los músicos, al igual que los creadores del resto de expresiones artísticas y literarias, recurren a la conformación de mitos culturales que tienden a normalizar el discurso intelectual, a partir de minuciosas reconstrucciones del pasado, que, en su germen y en su manifestación, generalmente no se concretan en las direcciones políticas que toma el país, pero logran efectos culturales de consideración. De esta manera, consiguen esa propiedad del mito expresada por Salustio, “aquello que nunca ha sucedido pero que, sin embargo, siempre está presente”. En cualquier caso, el proceso de traducción y creación musical que realizan los compositores explicita una problemática a través de la cual se reinventan nuevas mitologías e interpretaciones sobre lo latinoamericano, intentando encontrar una continuidad entre el pasado rural o allende los mares y el tiempo acelerado de la modernización. En esa búsqueda de continuidad se mitifica tanto al componente criollo, indígena o afro, como al linaje hispánico, godo, grecorromano, germánico, etc., o el imprescindible contacto con la cultura europea de ese momento, en diferentes grados de hibridación. Sólo confrontando estos procesos es posible caracterizar las diferentes lecturas del pretendido ser nacional que proponen las elites culturales locales. 2 _ (RE)ESTRUCTURAR UN ANÁLISIS La concepción del contexto musical como un espacio fragmentado en diferentes centros músico-culturales, a los cuales debemos analizar para poder reconstruir el espacio sígnico y sus significados, nos hace reflexionar sobre las estructuras y subestructuras generadas en el ámbito del análisis musical. Al igual que en el contexto musical, encontramos una frontera interna que necesariamente debemos visualizar a la hora de acercarnos a la música en Latinoamérica. Ésta es la que surge de la interacción de las subestructuras generadas a partir del “dogmatismo estético” y el “dogmatismo historiográfico”, tal como los presenta y critica Carl Dahlhaus en la primera parte de “Historicidad y Carácter artístico” (Dahlhaus, 1997: 29 - 40). El análisis del musicólogo alemán de estas construcciones en torno al carácter artístico o autonomía estética y al método sociohistórico o la conciencia histórica, nos permiten proponer el siguiente esquema, destacando la zona donde se producen las traducciones entre las tesis estructuralista e historicista. De este modo, si aplicamos el mismo principio semiosférico antes mencionado, la subestructura que surge en torno a la autonomía estética, concibe como espacios semióticos a las obras musicales y como lenguaje propio el musical y su metalenguaje modelado a partir de definiciones técnicas y formales. Pero a pesar de esta delimitación del lenguaje, no deja de asimilar o sumar a éste, a través de un proceso de traducción o interpretación, elementos sígnicos provenientes de circunstancias personales, relaciones interdisciplinares, situaciones sociales o culturales. Es decir, la capacidad de (re-)construcción textual del estructuralismo tiene un Julio Ogas 7 importante referente en el poder que ejerce a la hora de aceptar y traducir los elementos de los espacios histórico-culturales. Espacios estos, a los que, en un principio, parece desechar al considerarlos constituidos de hechos alosemióticos. Evidentemente, siguiendo la propuesta de Dahlhaus, podemos invertir el esquema y llamar la atención sobre cómo la (re-)construcción textual desde el historicismo ejerce una traducción o interpretación semejante del lenguaje esteticista. En la siguiente figura se propone un esquema de este proceso de divergencia/convergencia. Siguiendo el principio de la frontera como un espacio de traducción o interpretación y dependiente de las características que adopta la lectura que se hace en uno u otro sentido – que nos hace reflexionar sobre el poder del intérprete o traductor -, abordaremos las traducciones o interpretaciones dentro de la creación y la recepción musical. Dentro de éstas se puede apreciar un proceso intersemiótico donde la concepción ideológica, a nivel de conciencia y/o de expresión verbal, es traducida o interpretada en el sistema de signos musicales. A partir del mismo podemos apreciar el encadenamiento de procesos que generan traducciones a otro ámbito sígnico. En el esquema siguiente reflejamos desde nuestra perspectiva la relación entre leyes, reglas y estrategias expuesta por Leonard Meyer en El estilo en la música. Teoría musical, historia e ideología ANÁLISIS, estructura y FRONTERAS 8 (2000). En el primer nivel de relaciones podemos observar la interpretación que en constricciones musicales se realiza de lo ideológico, a partir del grado de aceptación o negación de los diferentes fragmentos del patrimonio músico-cultural. Esta correspondencia ideológico-musical se traduce en una determinada clase de relación con la tradición musical, expresada en los diferentes usos de sistemas de organización de alturas, principios formales, formantes tímbricos, técnicas instrumentales, etc. Desde esta primera relación horizontal, entre el texto de partida (ideología) y el texto meta (constricciones), se sucederá una cadena de procesos de interpretación, que pasan por las técnicas compositivas, el surgimiento de estilos individuales y/o grupales, la obra musical y su ejecución. Esta última, a su vez, genera subtextos críticos de interpretantes y del propio compositor u otros creadores, que conducen a una reinterpretación del hecho musical en diferentes sistemas de signos (verbal, musical, visual, etc.) y a la generación de un contexto (sonoro e/o ideacional) dentro del cual vuelve a comenzar este proceso de traducción horizontal y vertical. Entendemos que la coordinación de los ámbitos de valoración de la obra musical y del proceso de recepción/creación, de acuerdo con la concepción expuesta hasta aquí, resulta básico y de especial interés a la hora de abordar la estructuración de las codificaciones sígnicas propias de cada espacio de creación musical y sus relaciones con el contexto. Por ello, partiremos de estos principios de interacción para observar la relación entre subestructuras de una misma cultura o, más propiamente dicho, para analizar los fundamentos que algunos de los grupos históricos o espacios culturales que actúan en el contexto musical latinoamericano proponen como intra-cultura y extra-cultura. Para Julio Ogas 9 esto es necesario tener en cuenta el acto de inclusión / no inclusión que el compositor cristaliza en cada obra, seleccionando como material estilístico los elementos representativos de los diferentes ámbitos culturales. Tomando este acto como punto de partida para el análisis, es necesario secuenciar el proceso que nos lleva desde el sistema de signos organizados que es la obra musical, hasta las posibles interpretaciones y significados. Para ello, partiremos de las relaciones de los signos entre sí dentro de la obra y la relación referencial que guardan con el patrimonio musical. Luego nos centraremos en las caracterizaciones semánticas y pragmáticas de la obra en su conjunto. 2.1 _ Dimensión morfosintáctica A la primera dimensión del análisis la denominaremos morfosintáctica, ya que nos valdremos de la sintaxis musical, en su forma de análisis morfológico, armónico, etc., como disciplina con mayor desarrollo histórico. También atenderemos en este primer acercamiento a la necesidad de comprender los valores semánticos y de situar a la obra en un contexto pragmático. Por ello, el análisis sintáctico siempre estará guiado por la necesidad de establecer una relación homológica entre los elementos formales y sus valores semánticos. Es decir que, junto a la observación del funcionamiento interno de los signos, se contemplarán sus relaciones con el patrimonio musical y el contexto cultural, buscando concordancias que le otorguen un posible valor semántico. De aquí surge la base del metadiscurso que busca explicar el funcionamiento del discurso artístico-musical, a partir de reconocer en éste la realización material de un sistema, donde todos los recursos temáticos, estilísticos y formales comportan contenido y transmiten información. En este punto de partida, teniendo en cuenta el principio de inclusión/noinclusión, podremos advertir la selección que el autor realiza entre los signos del sistema materialmente disponibles, como una primera aproximación al universo referencial del discurso estudiado. Para ello, desde este primer paso del análisis, buscaremos determinar la presencia, dentro de las unidades formales, de los componentes semánticos de la obra, según las tres categorías sígnicas que hemos establecido: índice, símbolo y cita. Como veremos más adelante, estos signos no sólo se definen por sus características internas, sino que deben mucho a la estructuración formal en la que se encuentran. 2.2 _ Dimensión semántica Acercarnos al contenido musical es desentrañar la codificación de las diferentes fuentes culturales que se produce en el seno de la obra artística. Para esto es necesario confrontar el código resultante de las circunstancias y el contexto en los que se genera la obra, con el contenido de las mismas. Las circunstancias nos pueden dar la incidencia de la situación externa sobre los códigos musi- ANÁLISIS, estructura y FRONTERAS 10 cales y su contexto2. En cuanto a este último, en nuestro caso, el mismo debe ser entendido con el alcance que mencionamos al hablar de contexto neomitológico. Es decir, no limitarnos a los modos de codificación sígnica de las obras musicales, sino extenderlo a todos aquellos que comparten con la música un lenguaje de características similares, más allá de los elementos de base que empleen. Un fragmento de este contexto neomitológico que es de especial interés para nuestro trabajo es el de la literatura. No sólo por ser el lenguaje verbal su elemento básico, con el consiguiente aporte denotativo que éste posee, sino también por tener en general una importante incidencia en este tipo de construcciones indentitarias. Podemos expresar que, como lo decíamos de los músicos, los literatos buscan desentrañarle al pasado un sentido coherente con la propuesta de identidad nacional ofrecida en sus novelas, novelas-ensayos u otros géneros3. De igual manera, aquí recurrimos a las verbalizaciones del autor respecto a su obra, dado que, aunque las mismas en las teorías de análisis literarios se remitan a la dimensión pragmática, en el caso de la música entendemos adecuado ubicarlo en esta fase, ya que nos puede ofrecer precisiones semánticas imprescindibles para la solidez del proceso analítico. Ahora bien, dentro del texto encontramos diferentes niveles de coherencia semántica estructurados jerárquicamente, es decir, relaciones semánticas de oposición (contradicción) y/o de extensión (implicación) que se dan en relaciones lineales o verticales; el objetivo final de esta dimensión del análisis es determinar el nivel de coherencia de mayor capacidad para englobar a los demás y que por lo tanto otorga sentido a la totalidad. Recordemos que a este tipo de coherencia A. J. Greimas le llama isotopía ([1970] Talens, 1978:54). Para llegar a ella realizamos un estudio previo de las relaciones semánticas intrasintagmática e intersintagmática y del semantismo opositor. Con este fin, y en íntima relación con la incidencia de la estructuración formal en las categorías sígnicas apuntadas, prestaremos especial atención a lo que Márta Grabócz denomina “programa narrativo interno”, en el cual, “la forma musical llega a asimilar, a disolver los temas externos dentro de sus medios tradicionales y las posibilidades de sus materiales y procedimientos más o menos habituales” (Grabócz, 1998: 81). Para acercarnos con mayor presición al funcionamiento sígnico, y siguiendo lo propuesto en el artículo de Grabócz, tomaremos como referencia de narratividad lo que Ricoeur denomina “dimensión secuencial”: a) la situación inicial; b) la mala acción o falta, es decir, la ruptura del orden [nosotros también la denominamos fuerza transformadora]; c) la búsqueda (serie de tres pruebas a las que es sometido el héroe: la primera, cualificante; la segunda, decisiva; y la tercera, glorificante); y d) la reintegración, el restablecimiento del orden. Esta referencia la tendremos en cuenta tanto para corroborar una posible secuencia narrativa semejante, como para negar o poner en duda la existencia de sentido narrativo en la obra estudiada. Julio Ogas 11 2.3 _ Dimensión pragmática En este punto toma especial protagonismo nuestra interpretación del funcionamiento sígnico de la obra, en cuanto a su capacidad de transmitir contenidos. Por ello debemos tener presente dos cuestiones que generan gran controversia en el ámbito del análisis, como son: a) el componente de poder que conlleva toda interpretación o traducción, como lo reflejábamos en los esquemas presentados más arriba; y b) el carácter provisorio de cualquier tipo de interpretación. Éstas, por una parte, deben evitar que adoptemos la actitud del especialista que tiene la llave para una audición especial de la obra, tan habitual en el análisis musical - tanto estructuralista como contenidista. Por otra parte, nos obligan a tener presente que éste es el punto de encuentro y hacia donde están orientadas las dos etapas anteriores, y que aquí solo buscaremos completar la visión general del discurso presentada en ellas parcialmente. En este sentido, debemos precisar que en la interpretación se debe aludir a todo aquello que convoca esa organización sígnica, que es la obra musical, tanto en relación a su contexto como a sus circunstancias. Aquí es necesario no excluir ninguno de los canales que la obra musical abre, en relación al patrimonio musical y al ambiente socio-cultural de cada país o región de Latinoamérica, ya que esas relaciones constituyen las bases del contenido del discurso sonoro. Es necesario detenernos en esto que acabamos de expresar, en relación a lo que las unidades significantes de una obra musical convocan o llaman y a lo que no. Evidentemente aquí nos ponemos frente a un tema de cierta complejidad, como es el de si este análisis pretende determinar una intencionalidad o voluntad de decir o hacer exterior al texto. O lo que es lo mismo, instituir al sujeto (autor o intérprete) como centro y así desplazar la perspectiva desde la objetividad del funcionamiento de una práctica al terreno del voluntarismo subjetivo. En este punto, debemos expresar que, dado el amplio espectro de la música latinoamericana, podemos encontrar compositores que expresan con diferentes grados de precisión las relaciones entre cuestiones ideológicas y el estilo compositivo de una, varias o todas sus obras, y otros que no lo hacen o niegan rotundamente cualquier posible conexión. En el primer caso, es posible incluir, tanto en la conformación del significado del signo musical como en la interpretación de la/s obra/s, valores connotativos que provienen de experiencias personales, políticas, sociales o culturales del compositor, a partir de los títulos y dedicatorias, los textos que seleccionan para musicalizar, las sugerencias o indicaciones programáticas y/o las descripciones verbales que realizan en cuanto a su labor creadora o su pensamiento estético. En el segundo caso, entendemos oportuno enmarcar el análisis dentro de lo que Jenaro Talens denomina proceso sin sujeto, donde el autor se concibe como función-lugar, donde al atravesarlo las contradicciones se constituyen como práctica. Esta función-lugar posee características que se pueden agrupar en tres bloques: a) organización de un mundo - otorgar una cierta coherencia al mundo experien- ANÁLISIS, estructura y FRONTERAS 12 cial, vivido o imaginado; b) trascendencia de lo concreto-individual - intento de trascender y reflexionar sobre las limitaciones de los diferentes contextos; y c) deseo de placer - característica específica del arte y la que le otorga esteticidad (Talens, 1978: 49-50). Indudablemente en este último caso, la semanticidad estará dada, casi exclusivamente, por la capacidad connotativa del signo musical en relación a las fuentes del patrimonio musical incluidas, junto a la referencialidad cultural que conllevan y las relaciones con las construcciones sígnicas semejantes que se dan en el contexto neomitológico. 3 _ LOS SIGNOS EN SITUACIÓN: MODOS DE SIGNIFICACIÓN Al tratar la dimensión morfosintáctica del análisis hablamos de tres categorías sígnicas, en función de las características internas y de la obra en que se insertan. En cuanto a su configuración interna, no escapa al lector que al hablar de índice, símbolo y cita, no nos estamos alejando demasiado de las categorías básicas del signo ampliamente utilizadas en el análisis musical, como son las de icono, índice y símbolo. En lo que se refiere a su relación textual, las mismas están vinculadas con los modos o estrategias desarrolladas por los compositores en sus obras para resignificar el patrimonio musical. A estas pautas las denominamos modos de significación y hemos establecido tres grandes grupos como niveles amplios de clasificación. De ellas se desprenden posteriormente especificaciones y caracterizaciones particulares en relación a las diferentes formas de significar de las fuentes estilísticas latinoamericanas. Así establecemos la existencia de tres modos de significación: índices alegóricos, símbólico y ready made. 3.1 _ Índice alegórico En este acercamiento tomamos como punto de partida la concepción de Raymond Monelle de los signos musicales como tópicos musicales, los cuales, a su vez, son esencialmente un símbolo que es icono o índice según las convenciones o las reglas. Sin embargo, Monelle sostiene que una particularidad general que los caracteriza es la semiotización de su objeto por medio de un mecanismo indexical: “la indexicalidad de su contenido” (Monelle, 2000:17). Entre estos tópicos Monelle distingue dos tipos, el tópico icono-indexical y el tópico índice-indexical. En el segundo, el que aquí nos interesa, el signo musical actúa como un símbolo de un estilo y remite indexicalmente a una determinada tendencia estilística. Esto lo asociamos, en el caso de la música latinoamericana, con obras con una curva narrativa poco pronunciada o nula, ya sea porque, aunque basadas en el principio tonal, su brevedad no permite un desarrollo climático muy marcado; por no estar ancladas en el sistema tonal; y/o porque en cualquiera de los dos casos anteriores se evita deliberadamente ese desarrollo. En ellas todos los Julio Ogas 13 signos o tópicos que constituyen la obra musical se integran en función de una fuente referencial principal, propuesta por el índice-indexical. De modo que se conjuga la alusión estilística directa del mismo con otras marcas metafóricas dadas por los restantes componentes sonoros –por ejemplo: armonía, textura, timbre, etc., lo cual le acerca al concepto de alegoría. Para ello, recurrimos a la caracterización de la alegoría que hace Walter Benjamin en su estudio sobre el drama barroco alemán, donde considera que “en la alegoría la faccies hippocratica de la historia se ofrece a los ojos del observador como pasaje primordial petrificado” (Benjamín, 1990:159), y al esquema propuesto por Peter Bürger, al aplicar a la producción y al efecto estético de las obras de vanguardia este concepto del pensador alemán. Los cuatro puntos que comprende el esquema de Bürger, consideran que lo alegórico: “1) Arranca un elemento a la totalidad del contexto vital, lo aísla, lo despoja de su función [...]. 2) Crea sentido al reunir esos fragmentos aislados de la realidad [...]. 3) [Es] expresión de melancolía. 4) Representa la historia como decadencia” (Bürger, 1987:131). Si esa versión petrificada de la cultura está siempre presente en el espacio sonoro de las obras que forman este grupo, las características puntualizadas por Bürger se manifiestan en ellas con diferentes grados y particularidades, según las épocas y los autores. El ámbito donde se hacen más evidentes estos rasgos es el de la música con alusiones a lo popular, de forma que la culturización folclórica premoderna, la pretendida objetividad modernista y la mirada despreocupada posmodernista nos ofrecen, en igual medida, obras con una visión estática y final de la cultura local. De modo que esta imagen fija que la composición nos ofrece se conforma de dos aspectos, uno que se construye a través de la captación de un instante y de un espacio musical, por medio de la concreción sonora de la alusión a la música popular; y, otro, que elabora la información, no a partir del diálogo de sus componentes sígnicos, sino desde la yuxtaposición de la información que individualmente aportan los elementos populares y académicos. O, lo que es lo mismo, retomando la división de Bürger, el sentido surge de lo popular arrebatado de su contexto y despojado de su función social, para luego conjugarlo con los elementos académicos, en un ejercicio de distancias y cercanías, de mimesis y contrastes. Ante el cual no podemos dejar de percibir la melancolía con la que el creador musical evoca el paisaje sonoro rural, suburbano o urbano de un pasado idealizado, que la decadente cultura cosmopolita tiende a desterrar. Pero, como veremos es los ejemplos siguientes, este no es el único ámbito estilístico donde se dan estas características. Entre las numerosas obras de este modo de significación, tomamos como primer ejemplo para delinear los rasgos más destacados sobre los cuales se basa el análisis, “Tamboriles” (ca. 1947) del 2º libro de la serie Nuestra Tierra de Luis Cluzeau Mortet. En el plano morfosintáctico, en esta obra apreciamos que el índice nos ubica en la música popular urbana uruguaya, a partir del ANÁLISIS, estructura y FRONTERAS 14 elemento rítmico. El mismo se expone en los primeros ocho compases, más explícitamente en los compases 1 y 6 (Ej. 1), y de él se van a derivar casi la totalidad de los motivos rítmicos de esta pieza. El segundo tópico que concurre en esta construcción alegórica, es el de un neoclasicismo premoderno o de transición. Lo caracterizamos así por las dualidades que presenta el tratamiento armónico-tonal y formal. En el primer caso, los rasgos neoclásicos se presentan, por ejemplo, en: la tonicalización del sonido La -por ubicación métrica/registral y por reiteración- junto a una construcción triádica sobre el sexto grado (compás 1), la idea de acorde motor, a la manera de Stravinsky, o la conducción del proceso tonal al Re b es decir, dentro de la tonalidad axial, al eje de la dominante (compás 96 y ss.); pero cierto arraigo al tratamiento tonal aparece, por ejemplo, en la conducción cadencial del primer pasaje –cadencia de séptima disminuida primero, en los compases 16 y 17- o en la preferencia de las construcciones triádicas, aunque a veces utilice segundas agregadas. En lo formal, a la equilibrada forma en arco, en la que inclusive la sección áurea (compás 96) coincide con el comienzo del pasaje “bullicioso y animado” -final del desarrollo tonal y temático-, se le contrapone una marcada cuadratura en la estructuración de las frases. Un tercer tópico con una aparición muy puntual entre los compases 69 y 71, es la melodía en corcheas sobre una escala de Si mayor pero armonizada en el compás 71 con una tríada menor. El giro y la bimodalidad le acercan, en esta referencialidad a lo popular, a las fuentes de la música criolla. Ej. 1 Luís Cluzeau Mortet: “Tamboriles” compás 1 al 6 La semanticidad de esta pieza resulta claramente centrada en la música ciudadana uruguaya. Los componentes rítmicos que constituyen ese índice, fuente referencial principal, estén ligados a la cultura afrouruguaya. Pero es evidente que el contenido de esta pieza, nos lleva a una destilación de los aportes que ese fragmento del patrimonio musical realiza al conformado por la música popular urbana, como el tango o la milonga. De forma que existe al mismo tiempo un acercamiento y un distanciamiento de la fuente musical, lo cual es, en cierta manera, reforzado por la alusión a lo criollo. Esta doble perspectiva se realiza desde una modernización dual, que, especialmente en el plano de la macro estructuración formal y tonal, lo aleja considerablemente de la música Julio Ogas 15 popular; pero que la regularidad interna de la forma y lo armónico lo acerca al proceso de culturización de lo popular, que predominó en la música académica latinoamericana en los finales del siglo XIX y una parte importante de la primera mitad del XX. Un hecho que no es de menor importancia, aunque hace al paratexto musical, es la dedicatoria de esta pieza a Lauro Ayestarán. No podemos separar esta dedicatoria del reconocimiento y respeto que los compositores como Luis Cluzeau Mortet profesaban a aquellos que, a través de la profesionalización del estudio del folclore, habían realizado un aporte significativo a la modernización de la música académica con referencia a lo popular en Latinoamérica. Una somera interpretación dentro de la dimensión pragmática, nos permite apuntar a una modernización que atiende a la música y, por ende, a la cultura popular urbana, con todas sus hibridaciones o cruces identitarios, alejándose de la idealización de lo rural, tan cara a las generaciones anteriores. En “Tamboriles”, el sentido surge de la unión de dos realidades distantes, como son la música popular urbana y el neoclasicismo, remarcando ese “arrancar” del contexto vital a lo popular. El resultado de esa conjunción sígnica impregna a la obra de una certeza modernista o evolucionista, a pesar de los pequeños rasgos de “melancolía” que pueden surgir en esos rasgos tonales pre-neoclásicos. La cual no duda en recurrir a la hibridación estilística, tanto popular como académica, pero no renuncia al referente identitario local ni a la organización racional. Lo provisional de esta interpretación se acentúa aquí por la imposibilidad de extendernos en las relaciones de esta obra con el resto de la producción del autor y del contexto de la música uruguaya de su tiempo. Mucho más brevemente nos referiremos a otras obras de este modo de significación. En el conocido primer número, “Animado”, de Saudades das selvas brasileiras de Villa-Lobos, el índice nos centra en la cultura indígena, con el material melódico pentatónico, tratado con sencillez y cierto exotismo, que se subraya en las construcciones verticales de la parte central. Otra información nos la aporta el hipnotismo del ostinato del grave, las reiteraciones de tercera del final de la parte central y la clara referencia al blues en las síncopas, contratiempos y en la figuración breve de la transición entre A y B. De este modo el pentatonismo y la rítmica binaria, extraído de la cultura indígena, es resignificado para, por una parte, ofrecer una mirada melancólica de esa cultura selvática, y, por otra, cristalizar un mestizaje de razas negra e indígena, no exenta de un cierto grado de modernismo para esa época y para algunas de las corrientes de pensamiento brasileñas. En Conclave (2003) para piano de Adina Izarra, publicado por Boosey and Hawkes en la recopilación titulada Salsa Nueva, el índice lo constituye la clave ANÁLISIS, estructura y FRONTERAS 16 de la rumba que guía permanentemente la acentuación a lo largo de la obra (Ej. 2). Atendiendo al resto de componentes sígnicos, podemos destacar que complementan a esa fuente referencial principal una clara alusión a la marimba en el registro y la escritura pianística, y un fuerte anclaje tonal en fa menor, donde no son pocos los pasajes sobre prolongados pedales de tónica, con un tratamiento registral y textural de polifonía oblicua. Aquí también se señaliza claramente a la cultura afro y a la música popular urbana, aunque sobresale la cada vez más difundida despreocupación por el modernismo. Esa abandonada melancolía característica del posmodernismo nos retrotrae a las reflexiones de Benjamín sobre Baudelière, en cuanto a la similitud entre la devaluación del objeto en la alegoría y la del objeto en mercancía (Buck- Morss, 1995:202), ya que en ese abandono se encuentra la aceptación o denuncia, según cada compositor, del uso del patrimonio musical como producto, en ese apropiamiento que hacen los proyectos modernos de bienes históricos y de tradiciones populares, como lo expone García Canclini (2001: 157 y ss.). Ej. 2 Adina Izarra: Conclave compás 1 al 3 Pasemos ahora a observar este funcionamiento en obras que toman como tópicos estilísticos elementos de otros compositores o tendencias. En primer lugar podemos apreciar como la Nazarethiana de Marlos Nobre guarda cierta relación con las obras tratadas anteriormente, aunque aquí, ya desde su título, se marca una referencia indirecta a lo popular. Es decir, se pone en primer plano el índice estilístico alusivo a Ernesto Nazareth (1863-1934). El resto de signos refuerzan esa indexicalidad, tanto en aquellos recursos compositivos que más evidencian la presencia de Nazareth, por ejemplo el inicio o la exageración de los gestos cadenciales, como aquellos que se alejan de su estilo pero refuerzan el sentido de asimilación estilística u homenaje, tal es el caso de cierto uso de las disonancias o el tratamiento rítmico del segundo material temático. La decisión - evidentemente posterior - del compositor de dejar esta pequeña obra de juventud dentro de su catálogo, nos lleva necesariamente a prestar atención al contexto. Apreciamos que ese acto de inclusión como punto de referencia de su producción, conlleva una ponderación de la hibridez de la fuente Julio Ogas 17 aludida –la conocida dualidad valorativa, popular/académica, de la música de Nazareth-, como de la similar ambivalencia de este producto final. A lo que no podemos separar de la actitud posmoderna, que aquí refleja el beneplácito por ese plegar el tiempo, tan alejado de la vectorialidad modernista, buscando unir el premodernismo y el postmodernismo latinoamericano. Ej. 3 Marlos Nobre: Nazarethiana ccompás 1 al 3 Podemos encontrar una referencialidad semejante en las diferentes obras que, a lo largo del subcontinente, toman como principal referencia a compositores europeos, desde Bach hasta contemporáneos de cada momento. En este apartado también podemos incluir, por ejemplo, a aquellas obras que se enrolan dentro del dodecafonismo. Es el caso de la “Balada Nº 2” de Juan Carlos Paz, de sus Canciones y Baladas Op. 31 (1936/7). En ella, como no puede ser de otra forma, el índice principal de referencia estilística es la serie. Pero ésta contiene características ambiguas en su constitución y presentación. Por un lado, el comienzo de esta pieza (Ej. 4) nos remite claramente a la música de doce sonidos, pero las relaciones triádicas que ella encierra -sonidos 1,2 y 3; 3, 4 y 5; 8,9 y 10; y 9, 10 y 114 - junto al acento cadencial del final de la serie y su reiteración (compases 2 y 3) parecen sugerir permanentemente ciertas reminiscencias tonales. A este índice ambivalente se le suman las construcciones triádicas que aparecen en diferentes momentos de la obra y un tópico estilístico que aquí podemos asociar con el sema de lo “baladístico” de Tarasti (1978), en relación a esa imagen sonora que busca reflejar sonoridades de un “lejano” pasado musical. Aquí, aunque con diferentes cuestiones de fondo, estamos en un caso semejante al de Luis Cluzeau Mortet, es decir un progreso que guarda cierta melancolía por el pasado. Por una parte está ese solapamiento serialtonal, por otro la modernidad estilística de la técnica europea más reciente llegada a Argentina y la reminiscencia del pasado, también europeo, en la construcción motívica y textural. ANÁLISIS, estructura y FRONTERAS 18 Ej. 4 Juan Carlos Paz: “Balada Nº 2” ccompás 1 al 4 Otras obras que podemos mencionar dentro de este modo de significación, son: el resto de Saudades das selvas brasileiras de Heitor Villa-Lobos, El Rancho abandonado o las Hueyas de Alberto Williams, la Balada Mexicana o el Scherzino Mexicano de Manuel Ponce, la Berceuse Campesina de Alejandro García Caturla, las Sietes piezas para piano de Blas Galindo, la Serie de 7 Milongas Rioplatenses de Jaurès Lamarque Pons, entre tantas otras. 3.2 _ La lectura simbólica Aquí nos centramos en obras que presentan un claro desarrollo narrativo, con una curva de tensión climática muy marcada. En ellas los signos provenientes de las diferentes fuentes culturales se coordinan de tal manera que permiten una lectura simbólica del discurso musical. Realizamos esta lectura a partir de la definición del modo simbólico que realiza Umberto Eco, quien determina que el mismo “no caracteriza un tipo particular de signo ni una modalidad especial de producción sígnica, sino sólo una modalidad de producción o de interpretación textual” (Eco, 1990:229). Por su parte, Iuri Lotman afirma que “la idea del símbolo está ligada a la idea de cierto contenido que, a su vez, sirve de plano de expresión para otro contenido, por lo regular más valioso culturalmente”. Este autor también nos plantea que la naturaleza del símbolo es doble, dado que “actuará como algo que no guarda homogeneidad con el espacio textual que lo rodea, como un mensajero de otras épocas culturales (= otras culturas), como un recordatorio de los fundamentos antiguos (= eternos) de la cultura. Por otra parte, el símbolo se correlaciona activamente con el contexto cultural, se transforma bajo su influencia y, a su vez, lo transforma” (Lothman, 1996: 144-146). En el caso específico de la música Eero Tarasti, en Myth And Music, reconoce que los símbolos estéticos en principio no funcionan de manera diferente a esas unidades lingüísticas de comunicación que él denomina, siguiendo a Greimas, sememas. Dado que estos actúan directamente en la interpretación de la obra musical que realiza el oyente y que “solamente los diferentes tipos de simbolismos y conexiones entre la música y otros campos semánticos de una cultura determinada, son capaces de generar lo mítico en el área musical en toda su extensión” (Tarasti, 1978: 71-72). Julio Ogas 19 Los trabajos de estos autores, nos proporcionan el campo de acción para el acercamiento a obras que se nos revelan considerablemente diferentes a las del anterior grupo, en cuanto al uso sígnico. Concretamente, este acercamiento nos ha resultado especialmente productivo en relación a las obras con alusiones a lo popular, pues nos permite apreciar la coordinación de los elementos temáticos de procedencia folclórica con los relacionados a estilos musicales, a gestos particulares de cada compositor y a elementos de la naturaleza, para lograr reflejar en su discurso un fragmento de esa yuxtaposición y entrecruzamiento cultural latinoamericano. Si bien cada obra concreta una lectura cultural, ésta es el resultado de un desarrollo de las tensiones contenidas en la superposición sígnica. De este modo podemos apreciar que a la complementariedad descriptiva del alegorismo, se le opone una narratividad donde las unidades significantes aportan información en la acción de oposición y/o coordinación a las que las somete el compositor. Como es evidente, la diferencia entre el material de referencia en el modo anterior y éste no radica en su constitución interna, sino en su funcionamiento dentro del texto en el que se inserta. Para puntualizar esta cuestión recurriremos a dos pasajes de obras diferentes del mismo compositor. Así observemos cómo en el final del primer movimiento, “Allegro”, de la Sonata Nº2 de Luis Gianneo (Ej.5), consideramos símbolo a un material que motivicamente guarda mucha similitud con el que encontramos en el comienzo de la “Chacarera” del mismo autor (Ej.6), al que ubicamos dentro del índice alegórico. La diferencia entre ambos está dada por el co-texto. El fragmento de la “Chacarera” se encuentra en una pieza en la que todos los elementos que participan en su estructuración, tienden a designar el texto conformado por el conjunto de esas especies folclóricas. El de la Sonata, pierde esa referencia directa a la especie folclórica para transformarla en una alusión al espacio cultural del folclore argentino, ya que actúa dentro de una estructura narrativa completamente alejada de las formas populares, como es el caso de la sonata -como forma y como género-, y establece en el interior de ese texto relaciones hipo/hipertácticas de coordinación/subordinación con otros símbolos y signos de diferentes procedencias. Ej. 5 Luís Gianneo: “Sonata Nº 2” “Allegro” ccompás 242 al 244 ANÁLISIS, estructura y FRONTERAS 20 Ej. 6 Luís Gianneo: “Chacarera” ccompás ccompás 4 al 8 A partir de estas consideraciones podemos inferir que estos símbolos sonoros constituidos a partir de elementos melódicos, rítmicos y/o armónicos provenientes de fuente folclóricas o no, poseen un valor semántico. Valor que, al relacionarse con el entorno textual dado y a través de esta interacción, confiere significado a la obra musical que lo/s contiene/n. Ahora bien, dentro de estas obras encontramos diferentes niveles de coherencia semántica estructurados jerárquicamente, es decir, relaciones semánticas de oposición (contradicción) y/o de extensión (implicación) que se dan en relaciones lineales o verticales. Nuestro objetivo en relación al valor semántico de estos textos, es determinar el nivel de coherencia o isotopía de mayor capacidad para englobar a los demás y que por lo tanto otorga sentido a la totalidad. Para llegar a ello realizamos un estudio previo de las relaciones semánticas intrasintagmática e intersintagmática. Para ello es necesario que tengamos en cuenta las relaciones de simultaneidad y de continuidad de una obra musical. En el primer caso partiremos de los fragmentos estructurales que podemos considerar cercanos al concepto de sintagma lingüístico. En ellos diferenciaremos a los que denominamos “motivo semántico-simbolizador” (MSS de aquí en más), que constituyen el principal elemento connotante, que pueden estar constituidos por una frase melódico/ rítmica o un fragmento de la misma, un esquema rítmico y sus reiteraciones o modificaciones, o por una determinada estructura vertical. Junto con él, en esa unidad de significado o sintagma, encontramos los modificadores, es decir la armonización o el contrapunto que acompaña a la melodía, los timbres que aportan a la estructura rítmica, etc. De modo que el MSS y sus modificadores conectados entre sí, constituyen un conjunto dotado de sentido y con una misma función. En el ejemplo anterior de la Sonata Nº 2 de Luís Gianneo, al MSS lo Julio Ogas 21 representa el material de la mano izquierda, por su conexión con la especie popular criolla mencionada, y al modificador las estructuras triádicas arpegiadas que lleva la mano derecha. Podemos establecer la siguiente división general de estos MSS: a) aquellos relacionados con el patrimonio musical proveniente de lo popular, b) los que provienen del patrimonio musical académico, c) los que hacen referencias a fenómenos naturales; y d) los relacionados con gestos estilísticos propios del compositor. Evidentemente cada una de estas divisiones contiene un número muy extenso de subdivisiones; pensemos solamente en las innumerables posibilidades que nos ofrecen las fuentes de la música popular a partir de ascendencias, zonas, épocas, hibridaciones, etc., o los diferentes estilos compositivos académicos que nos podemos encontrar. Para ejemplificar este modo de significación, nos fijaremos en las unidades significantes más relevantes de la Sonatina Española (1953) de Juan José Castro5. En el primer movimiento destacamos dos, uno que se expone en los compases 4 y 5 (Ej. 7), y otro, presentado entre los compases 28 al 36 (Ej. 8), los denominamos hispanista1 e hispanista2. Además de la clara caracterización hispánica de los MSS constituidos por su material melódico, estos presentan una nítida influencia de Manuel de Falla e Isaac Albeniz. En este sentido señalemos la similitud entre el de hispanidad1 y el de la “Danza de la molinera” de El sombrero de tres picos de Falla o el de hispanidad2 y la transformación de la idea principal de “El puerto” de la Suite Iberia -cuaderno1- que aparece al final de la sección central de esta pieza. En ambos actúan como modificador los acordes de la mano izquierda, en el primero por terceras y en el segundo por cuartas y por terceras, y en el último se suman los gesto melódicos de la voz intermedia. Estos dos materiales, juntos con el sintagma del comienzo del movimiento, constituyen la base de todo el primer movimiento. De forma que encontramos una relación de extensión (implicación) de todos estos materiales, tanto en las relaciones lineales como verticales. Ej. 7 Juan José Castro: Sonatina española “Allegrretto comodo” compases 4 y 5 ANÁLISIS, estructura y FRONTERAS 22 Ej. 8 Juan José Castro: Sonatina española “Allegrretto comodo” compases 27 al 31 El segundo movimiento comienza con una unidad significativa que, por extensión de lo mencionado en el párrafo anterior, denominamos hispanismo3. Luego encontramos un MSS de indigenismo, al que denominamos de esta manera ya que se basa en un modo pentáfono menor sobre Si b, con la aparición de un único sonido defectivo, Sol b (Ej. 9). Luego de presentados estos dos materiales, se fusionan ambos para dar lugar en la parte central del movimiento al MSS de fusión hispano-indígena (Ej. 10). Hacia el final del mismo, encontramos otro MSS al que denominamos eólico (Ej.11), ya que hemos observado en numerosas obras la presencia de pasajes de cierta extensión, en figuraciones breves y con una tendencia inicial o general de ascenso hacia el agudo, a los cuales se les asigna una función de expansión dramática muy destacada, semejante a la que la presencia del viento tiene en la narrativa literaria. En este caso se constituye de escalas ascendentes en fusas y semifusas, primero la escala es de Sol b y luego de La b con la tercera mayor y la sexta y la séptima menor. La nota repetida, las estructuras acórdicas y el pedal actúan como modificadores y resaltan la expresividad del pasaje. Contrastando con el abrupto surgimiento de este sintagma, a continuación da paso a una lontana monodia con fragmentos de los MSS de fusión hispano-indígena y de hispanidad3. Ej. 9 Juan José Castro: Sonatina española. “Poco lento” ccompás 14 y 15 Julio Ogas 23 Ej. 10 Juan José Castro: Sonatina española. “Poco lento” ccompás 26 y 27 Ej. 11 Juan José Castro: Sonatina española. “Poco lento” ccompás 68 al 69 El último movimiento comienza con una de las unidades significantes más llamativas de esta obra, ya que tenemos un nuevo MSS de hispanidad4, constituido por la rítmica melodía de la mano izquierda, junto al que actúa como modificador una cita del “Rondó” de la Sonata Nº1 en Do M Op. 24 de Carl María von Weber (Ej. 12). Mientras el primero se desarrolla en Fa # mayor y en 3/8, la cita a Weber se mantiene en su tonalidad de origen y, evidentemente, con su métrica en 2/4. Este movimiento responde a la estructura formal de rondó sonata, con la salvedad de que en la sección central se presentan dos ideas temáticas: la que nace del sintagma de hispanidad3 oído al comienzo del segundo movimiento y la cita de una de las coplas del mismo “Rondó” de Weber. Aunque la politonalidad y la polimetría no son constantes en todo el movimiento, se mantienen en todos los estribillos, aunque con diferentes características. ANÁLISIS, estructura y FRONTERAS 24 Ej. 12 Juan José Castro: Sonatina española. “Allegro” ccompás 1 al 5 Antes de entrar en la dimensión semántica del análisis, debemos advertir que hemos elegido esta obra como ejemplo, dado que es uno de los pocos casos que hemos estudiado, donde las circunstancias adquieren un valor relevante para el análisis. Por ello, en este fragmento, además de las verbalizaciones del compositor en relación a la obra, veremos que el sistema de signos organizados que es esta composición requiere de otras indagaciones que complementen la aproximación a su contenido. En primer lugar es evidente que desde su título hasta, como hemos visto, sus componentes temáticos, esta obra tiene un fehaciente canal de referencia a lo hispánico. En segundo término, entendemos como muy sintomático el hecho de que en un texto así concebido, se incluyan dos citas de una obra de un músico alemán, más aún si este músico citado es considerado uno de los iniciadores del movimiento operístico nacionalista alemán. También es significativo que esta obra esté dedicada a Hephzibah Menuhin, con la que Castro coincidiera en actividades artísticas y docentes durante los años de composición de esta obra en Australia. Recordemos que esta pianista es además, reconocida, al igual que su hermano, por su interés en las causas filantrópicas, lo que la llevó a dirigir la Liga internacional de Mujeres para la Paz y la Libertad en 1977. Estos factores son lo suficientemente ricos como para hcer posible llamar al análisis de elementos contextuales y circunstanciales. A partir de esta integración de diferentes planos sígnicos en el análisis musical, podremos apreciar la afinidad del compositor con lo hispánico y las posibles lecturas culturales e ideológicas plasmadas en el contenido de esta obra. En sus expresiones verbales Castro mantiene siempre y sin fisuras sus principios neoclasicistas; es por ello que prácticamente nunca se refiere a un contenido extramusical de sus obras. Un ejemplo es la referencia que hace, en 1956, a dos de sus obras: “[En] Corales Criollos y Sonatina española [...] no empleo preestablecidos temas folclóricos o giros teñidos folclorizantes. Pero lo argentino y lo español siempre toman más fuerza en mi música” (García Muñoz 1996: 20). De estas declaraciones sólo podemos deducir que una fuerza interior lo impulsa hacia lo español, sin que exista una intencionalidad consciente y racional de esa tendencia, algo que, por lo menos, parece extraño en un compositor adherido al neoclasicismo. Julio Ogas 25 Por otra parte, podemos constatar que Juan José Castro mantiene una relación directa con España al ser hijo de inmigrantes gallegos. Es el fundador, y un representante fundamental, de lo que hemos denominado tendencia hispanista en Argentina (Ogas 2005), que comienza entre 1938/39, coincidiendo con la Guerra Civil española. Son conocidas sus relaciones personales y profesionales con músicos y artistas españoles emigrados o exiliados, como es el caso de Manuel de Falla, Julián Bautista, Margarita Xirgu, Conchita Badía, Pablo Casals o Andrés Segovia. También mantuvo importantes vínculos con Toscanini, reconocido antifascista, y con críticos del nazismo como Fritz Busch y Erich Kleiber. Este último lo designa como su sucesor al frente de la Orquesta Filarmónica de la Habana (Corrado, 2001. 21). Ahondando en las convicciones ideológicas, encontramos su identificación con el ideario socialista, que Francisco Giacobbe no deslinda de su filiación francófila en lo compositivo: “Juan José Castro recibía casi por herencia sanguínea el ideal equilibrado y maduro, inteligente e inconfundible del Socialismo Francés. De aquí que su cita en el meridiano histórico de París no fuese ni un modalismo oportunista, ni una circunstancia mimética. Constituía en la totalidad de su acción una forma de humanismo integral e integrante” (Giacobbe 1969: 79). También es significativo que debuta como director en un homenaje a Juan B. Justo, fundador del Partido Socialista Argentino (Arizaga 1963: 62). Asimismo la actividad que desarrolla Juan José Castro tanto en su etapa en el Grupo Renovación como luego, se encuentra cercano al núcleo cultural que se congrega alrededor de la revista Sur, dirigida por Victoria Ocampo. De hecho cuando en 1933 Castro es designado Director General el Teatro Colón, Victoria Ocampo forma parte, entre otros, del directorio de su gestión. Aquellos que se aglutinaban en torno a esta publicación, mayoritariamente propugnan una defensa de la democracia, un americanismo, que durante la Segunda Guerra se torna en una actitud pro-aliados, y, en el caso de España, una clara postura pro-República. Un artículo titulado “Lo que para nosotros significa la tragedia española” firmado por Waldo Frank concluye con una significativa frase refiriéndose a los exiliados: “España salió de España hacia el mundo entero. Con el objeto de que el mundo, por medio del desastre español, pueda de nuevo convertirse en hogar y receptor del espíritu de España” (Frank, 1942:27). En 1943, Juan José Castro suscribe una declaración sobre democracia efectiva y solidaridad americana, junto a otros hombres destacados de Buenos Aires como Adolfo Bioy Casares, Bernardo Houssay, Alberto Gerchunoff, Julio E. Payró, Adolfo Mitre, entre otros, lo que provocó un decreto presidencial por el cual se declara cesantes a todos los empleados del Estado que, como él, hubieran participado en este manifiesto (Arizaga, 1963: 66). Cuando en 1945 el régimen gobernante cambia sus caras en el poder, intenta un lavado de imagen reintegrando a todos aquellos que habían sido cesados en 1943. Juan José Castro rechaza esta posibilidad con términos muy duros, dado la ANÁLISIS, estructura y FRONTERAS 26 imprecisión en los términos del reintegro y, según sus palabras “porque entiendo que nuestro aleja­miento de la cátedra -ahora voluntario- significa una constante protesta por el agravio inferido a la ciudadanía en aquella ocasión, así como expresa un constante anhelo por el restablecimiento de la normalidad institucional, he resuelto no reintegrarme a mi cargo.” ([Castro 1945] Arizaga, 1963: 67). Su situación personal y profesional se complica de tal manera que en 1948 debe abandonar el país. Como vemos, más allá de las verbalizaciones del compositor, el discurso que emana de sus circunstancias personales, nos ofrece datos que pueden resultar destacados para la interpretación de la obra analizada. De modo que observamos la convergencia de factores como la ascendencia familiar, en el plano musical su relación con compositores y artistas españoles radicados en América, fuertes convicciones democráticas y la pertenencia a un grupo de intelectuales convencidos de que la continuación del espíritu español depende de los que están fuera de España. Veamos ahora la secuencia narrativa según la dimensión secuencial de Ricoeur, a cuyas cuatro funciones fundamentales adaptamos levemente dado las características de esta obra. Realizaremos esta adecuación, teniendo en cuenta la importante incidencia que posee la aparición del sintagma eólico dentro de la secuencia narrativa, al producir una abrupta interrupción en la compenetración que se había dado entre los MSS de hispanidad e indígena; por lo cual señalaremos a esta unidad con un valor especial dentro de la narración. Por otra parte, es sustancial reparar que la tensión generada por su aparición y la expectativa que provoca, prepara la presentación del sintagma constituido por el MSS de hispanidad4 y la cita de Weber. En el tercer movimiento advertimos que la imbricación de los dos elementos antes mencionados, constituye una oposición portadora de un factor divergente dentro de la unidad ostentada por el texto hasta ese momento. Dado que esa oposición se mantiene hasta el final de la obra, aunque el MSS de hispanidad4 se retraiga o pierda cierta caracterización rítmica a favor de una asimilación del material de las citas, es que en el esquema siguiente no incluiremos la función correspondiente a la reintegración o restablecimiento del orden. Julio Ogas 27 La observación de las relaciones semánticas de los tres movimientos que conforman esta obra, sumado a la inflexión expresiva de la secuencia textual, a través del inciso eólico en el final del segundo movimiento, hace converger la tensión del discurso en la oposición hispanidad ⇔ cita del inicio del tercero. Esto nos permite determinar que las conexiones hipo/hipertácticas de coordinación/subordinación entre las unidades semántico-simbolizadoras de esta obra se articulan sobre la isotopía fundamental de lo hispánico: irradiación y conflicto. Por último nos acercamos a la dimensión pragmática del análisis. Como decíamos al comienzo del apartado anterior, es muy sugerente la presencia de esas citas del “Rondó” de Weber. En primer lugar, por provenir de unas circunstancias culturales -clasicismo alemán- lo suficientemente diferentes de las españolas reflejadas en el texto, como para disimularse o diluirse dentro de ella. En segundo término, y a partir de lo mostrado en el análisis previo, por estar tratada con rasgos que favorecen más la divergencia que la convergencia con el co-texto. Por último, no escapa al receptor la ascendencia que Weber tuvo, a través de Wagner, sobre el nacionalismo musical alemán, y la concomitancia que el poder gobernante en España en aquellos años tiene con el producto político del nacionalismo germano. Por esto, para la traslación del esquema de la secuencia narrativa al nivel pragmático, tomamos las citas del “Rondó” de Weber como una referencia a lo germánico. Ante este planteamiento del texto de Castro, podemos afirmar que la inclusión de temáticas españolas en sus obras, no solo es un afán de rendir homenaje a la tierra de sus padres, sino que ese dato genético se engarza con el temperamento de un hombre con una clara ideología, que a medida que su figura musical se hace más reconocida no duda en dejar testimonio inequívoco de ella. Ante esta actitud de vida y, lo que podemos denominar el discurso ideológico que la sustenta, no creemos inapropiado partir de los indicios presentes en la partitura de la Sonatina Española y analizarla como un texto que, inserto en ese discurso y dentro del lenguaje musical, se pronuncia sobre la incidencia del régimen franquista en los valores hispánicos. Cierto es que será imposible saber fehacientemente si Castro intenta incorporar un símbolo de la influencia ANÁLISIS, estructura y FRONTERAS 28 germánica sobre la derecha española con la cita a la obra de Weber, o, aún más genéricamente, si esta obra en su conjunto tiene una intencionalidad poïetica de referencia extratextual. Pero, más allá de toda la carga de subjetividad que una interpretación lleva implícita, hemos observado que es posible el proceso inverso, o sea, evidenciar que todas las circunstancias extratextuales convergen para otorgar sentido al discurso musical contenido en el texto analizado. Dado que, a pesar de evitar detenernos en todos los detalles de este análisis, nos hemos extendido para dar una idea lo más completa posible de la aproximación a este modo de significación, sólo mencionaremos otras obras que podemos incluir en este apartado: la Sonata Nº2 de Manuel Ponce, las Sonata op. 54 de Ginastera, la Tercera Sonata de Francisco Mignone, la Sinfonía India de Carlos Chávez, la Cantata Criolla de Antonio Estévez, Campo de Eduardo Fabini o los Tres Toques de Amadeo Roldán. 3.3 _ La puesta ready made En este tercer modo, la referencia a otras músicas, populares o académicas, se hace a través de la cita textual del patrimonio musical. La adopción de la denominación ready made, “lo ya visto” u “objeto encontrado”, es debida a que en estas composiciones el modo de significación se corresponde con la de esta expresión visual, en cuanto a que, por una parte, lo popular se convierte en música académica por el co-texto en el cual se inserta y no por el tratamiento directo recibido - nos referimos al armónico, textural, tímbrico, etc.; y por otra parte, los fragmentos de obras de otros autores se redimensionan al incorporarse a la nueva composición, a la manera que lo hace un objeto que se incorpora a un museo, donde la arquitectura, la ubicación y la iluminación le otorgan un nuevo sentido. De modo que podemos considerar en ambos casos que el objeto-cita es ubicado dentro del museo sonoro conformado por la nueva composición académica casi sin intervención, al igual que los “objetos encontrados” de Duchamp, o con relativa adaptación, como el “objeto poético” de Miró. En lo musical se da tanto con la reproducción directa a través de medios tecnológicos o con la trascripción para instrumentos académicos. En esta estrategia de uso del patrimonio musical nos encontramos con una propuesta intermedia entre lo alegórico y lo simbólico. En cuanto al primero, guarda semejanza al expresar con mayor crudeza el aislamiento del material sonoro de su contexto vital, dado que es el patrimonio en sí el que se expone en el texto académico. Asimismo, la cita, dada la fuerza de su referencialidad, en diferentes grados y según la obra, se aísla de los posibles tratamientos que puedan recibir algunos de sus componentes musicales. La relación que guarda la cita con lo simbólico es la que mantiene el “objeto encontrado” con el museo donde se lo ubica. Es decir que, fruto de la acción del compositor al ubicar la cita dentro de su obra, ésta se convierte en un icono que dialoga con el entra- Julio Ogas 29 mado sígnico del co-texto. Por ello es evidente que el valor de la cita no se centra en los aspectos relacionados con su construcción interna, ritmo, melodía, etc., sino en esa “otra cultura” que se hace presente en la música académica y en el campo semántico que esa iconicidad aporta al texto musical. Dado que en los puntos anteriores nos hemos extendido sobre el alcance de las diferentes dimensiones del análisis, aquí sólo presentaremos los rasgos más significativos del funcionamiento de estas referencias ready made. Para ello, en primer lugar, recordemos el funcionamiento, en cuanto a referencialidad e integración, de la cita al “Rondó” de Weber en la obra de Juan José Castro anteriormente tratada. En este mismo sentido, encontramos un ejemplo semejante en la “Pavana”, de las Tres versiones sinfónicas de Julián Orbón, donde cita un tema de Luis de Milán. Orbón, recordemos, aunque nacido en España, vivió desde muy niño en Cuba y luego en México y Estados Unidos. En el contenido de este primer movimiento va a resaltar el espacio de la cultura criolla en Latinoamérica, partiendo de esa cita al compositor del siglo XVI - esta referencia dialoga con las que aparecen en los movimientos siguientes. La estructura de este movimiento es la de un rondó, aunque la idea de tema con variaciones - al que era tan afecto el compositor y que consideraba como el principal legado de la tradición musical española - parece actuar como soporte ideacional. Aprovecharemos este fragmento para mostrar una variante de la secuencia narrativa generada a partir de la propuesta de análisis realizado por Claude Levi-Strauss y el desarrollo que hace de la misma Tarasti (1978) en relación al estilo mítico. Así, tomamos como referencia las diecisiete categorías de semas propuestas por este último, luego del estudio comparativo de óperas, obras instrumentales programáticas o con títulos determinantes de su contenido, especialmente de los siglos XIX y XX. Las mismas son: la naturaleza mítica, el héroe mítico, lo mágico, lo fabuloso, lo baladístico, lo legendario, lo sagrado, lo demoníaco, lo fantástico, lo místico, lo exótico, lo primitivo, la música nacional, lo pastoral, lo gestural, lo sublime y lo trágico. En el esquema siguiente apreciamos cómo en el uso de la cita y del resto de material temático se evidencia un valor connotativo que, en algunos casos, se relaciona con las caracterizaciones sémicas apuntadas y, en otros, lo adquiere de la indexicalización producida a partir del contexto latinoamericano y de ese amplio espacio que propone “lo nacional”. ANÁLISIS, estructura y FRONTERAS 30 Este gráfico expresa cómo se caracterizan y diferencian los componentes de cada grupo temático, aunque motívicamente guarden un importante parentesco entre sí. Destaquemos: 1) la caracterización del inicio como “baladístico/fabuloso”, por la alusión a un pasado distante históricamente que implica el primero, expresado aquí por el tema de la Pavana de Luis de Milán, y la ambientación alrededor de ésta que refiere al segundo, especialmente en las células rítmicas en semicorcheas realizadas por los cornos; 2) la conexión a través de “lo legendario” entre el breve pasaje de A (compás 23 al 26; 1’11’’6) y el comienzo de B (3’20’’), en A por el cambio de instrumentación del tema principal (clarinetes, fagot y arpa) y en B por el ritmo de los violonchelos, la característica apertura al espacio de leyenda que realiza la celesta y los violines (compás 104) y el tema a cargo del clarinete; 3) la centralización del climax en la criollización de lo hispánico (compás 174 y ss.; 5’20’’), dada principalmente por el trabajo rítmico. Esta focalización es realzada por lo exótico/fantástico del “animato” (compás 129; 4’28’’), con el tema en los violines y la creciente complejidad tímbrica y rítmica, y la evidente relación temática entre este climax yel pasaje caracterizado como hispánico. Por su parte, en la obra electroacústica Autorretrato sobre paisaje porteño7 (1969) de Jorge Antunes, se inserta un pasaje de un tango interpretado por la orquesta de Canaro. Observamos que el tango, como sonido encontrado por el compositor en las calles de Buenos Aires, expone su individualidad dentro de la obra, pero a su vez dialoga con el co-texto, ya que, desde la dualidad de la cita antes planteada, podemos apreciar cómo su perfil se recorta en la obra, remarcando su carácter de objeto aislado del contexto de la música popular urbana del Río de la Plata. Además, no existe evolución o desarrollo en sus Julio Ogas 31 dos apariciones, a pesar de que el efecto de disco rayado es potenciado por el autor, dándole un sentido de escape ascendente. Esto es así porque, como lo planteamos más arriba, ese efecto repetitivo es captado como un elemento independiente o aditivo a la alusión cultural de la cita. Apartándonos del aspecto alegórico, observamos cómo el tango dialoga con símbolos de brasilidad presentes en algunos pasajes rítmicos vanguardistas, propios del tratamiento sonoro de la obra, y verbales, dados por el discurso grabado. En este plano, la propuesta de Antunes desdobla el rol que cumple dentro del texto la cultura urbana de Buenos Aires invocada desde el tango, dado que lo sitúa, a la vez, como continente de esa mirada hacia sí mismo, tal cual lo sugiere desde el título, y como contenido que dialoga con el resto de fuentes culturales que reflejan el estado de autoconciencia al que el autor se somete. Otras obras que se pueden incluir en este apartado son: Creación de la tierra (1972) de Jacqueline Nova, basada en un canto de la cultura tunebo; Mestizaje (1990) de Gonzalo Bifarella, que incluye cantos rituales de los indígenas mataco; la Cantata Criolla (1954) de Antonio Estévez, que incluye el recurrido Dies Irae y el Himno Ave Maris Stella; o la Sonata Nº 2 para piano de Alberto Ginastera, que incorpora la danza del “Pala pala”. 4 _ ESTRUCTURA Y AMBIVALENCIA Llegados a este punto, resulta obvio que nos acercamos a la obra musical como un objeto de conocimiento o una “unidad cultural” - tal como la conciben, entre otros, Raymond Monelle, Umberto Eco o Robert Hatten -, cuya apreciación desde un principio de utilización pragmática del texto, desestima aquellas opiniones que sostienen la vaguedad o el excluyente valor metafórico de la música. Ya que esta “unidad cultural”, al igual que sucede con cualquier hecho histórico, puede ser más o menos adecuadamente interpretada según los códigos que maneja quien intenta estudiarlo. Por ello, proponemos alejarnos de un repertorio de códigos reduccionista, como lo son las clasificaciones de obras en nacionalistas y universalistas, a partir de la inclusión o no inclusión de referencias a lo popular, o de los diferentes estilos europeos, sin tener en cuenta las particularidades de la recepción y modelación de las mismas al contexto latinoamericano. Estas estructuras analíticas y/o valorativas, muchas veces sustentadas por un supuesto objetivismo, extienden su mirada sobre la producción musical de un país o región, desde la perspectiva que les da considerar a priori una tendencia o solución estilística como la más adecuada para la época estudiada. Como si en algún país de Latinoamérica, en algún momento de la historia, se hubiera dado una sincronización unánime de los tiempos históricos. Es decir, como si toda la sociedad en su conjunto o, por lo menos, dividida en dos grandes grupos, se hubiera puesto de acuerdo en una jerarquización de los elementos de la tradición y en una apuesta de futuro. ANÁLISIS, estructura y FRONTERAS 32 Por el contrario, entendemos que toda propuesta de análisis de este patrimonio musical debe atender a la heterogeneidad multitemporal de cada nación. No se puede omitir que la estructuración sígnica de una obra musical es fruto de la elección que hace un compositor, a partir de su aceptación y rechazo de las propuestas músico-culturales que se articulan en el medio en el cual se desarrolla. Por ello, es portadora de unos valores culturales, que, por una parte, de una forma u otra, hacen a la construcción de lo nacional, y, por otra, son la expresión de esas tensiones y afinidades que el compositor ha experimentado en su proceso de elección. De allí que el análisis deba prestar atención a la selección que realiza el músico, en relación con las fuentes, el grado de progreso y/o tradición propuestos, y el proceso de recepción y puesta en valor que se genera a partir del momento en que la obra es dada a conocer. Resumiendo, podemos decir que el análisis musical nos debe permitir visualizar el hecho musical desde el contenido y significado, a partir de lo que la obra intenta abarcar y lo que deliberadamente deja fuera; la categoría del producto, observando las diferentes filiaciones estilísticas que presenta una composición; y, la ubicación histórico-cultural, determinando su relación con el entramado social. Pero la necesidad que de ello surge, respecto a deconstruir los canónicos espacios signicos del análisis musical y la estructuración de la historia de los estilos musicales del modernismo, no nos debe llevar a negar la posibilidad de estructurar un modelo de análisis, que nos permita abordar integralmente los diferentes momentos de la historia de la música latinoamericana. Para ello, en nuestra propuesta, a partir de las tres dimensiones del análisis, perseguimos integrar gradualmente todas esas miradas hacia el hecho musical, partiendo de la partitura y su interpretación. Dado que la integración sígnica definida en una obra musical puede tomar diversas formas, es que entendemos necesario plantear como ámbitos de referencia tres grandes modos de significación. La conjunción de ambas propuestas nos permite abordar el sentido integral de la obra musical con la necesaria flexibilidad que el análisis de todo producto cultural requiere. Un sentido integral que proponemos conducir y poner en valor dentro del contexto neomitológico que se da en cada país o región. Esta forma de determinar la relación de la obra musical con el entramado musical y social nos permite indagar en las características de la construcción identitaria en la que la misma participa, dado que el modo en que opera sobre el patrimonio nos permite ubicar la propuesta en función de aquellos valores idealizados de las diferentes fuentes culturales. Así, en nuestros estudios, hemos podido comprobar cómo, a través de esa idealización y, casi siempre, sublimación sonora, se aporta a la mitificación de los diferentes fragmentos de la cultura de un país. En estas páginas hemos observado cómo desde el hecho sonoro se pone en valor, “ennobleciendo” o “restaurando”, lo afro urbano, lo hispánico, lo criollo urbano, los estilos latinoamericanos (Nazareth) o los europeos (germanos). Evidentemente, no son los únicos fragmentos de la cultura mitificados que nos encontramos a lo largo de Latinoamérica y en Julio Ogas 33 cada región se dan caracterizaciones particulares de los mismos. Pero además de tender a esa ubicación de una producción musical dentro de su espacio cultural, el análisis debe profundizar en la manera en que se llega a participar en esa mitificación. Es decir, el tipo de complementariedad y oposiciones que se dan en una obra musical, para que el valor emergente tienda a idealizar un determinado actor social. Por último, si antes hablábamos de flexibilidad, debemos tener en cuenta que ésta no solo nos debe permitir poner el acento en aquellos aspectos que cada obra requiera y atender a sus ambivalencias, sino reconocer que estas herramientas, por sí solas, no pueden dar respuestas definitivas a la diversa problemática de identidades e hibridación presentes en la manifestación cultural que nos ocupa. Creerlo así, nos conduce a la relativamente simple tarea de clasificación y segmentación, con lo cual sólo estaremos generando una nueva estandardización canónica. ANÁLISIS, estructura y FRONTERAS 34 Bibliografía Aguilar Mora, J., 1978 - La divina pareja: Historia y mito en Octavio Paz. México: El Colegio de México. Argumedo, A., l985 - Los laberintos de la crisis (América Latina: poder transnacional y comunicaciones). Buenos Aires: Folios/Ilet. Arizaga, R., 1963 – Juan José Castro. Buenos Aires: Ediciones Culturales Argentinas. Balderston, D., 1996 - ¿Fuera de contexto? Referencialidad histórica y expresión de la realidad en Borges. Buenos Aires: Beatriz Viterbo Bartra, R., 1987 - La jaula de la melancolía: Identidad y metamorfosis del mexicano. México: Grijalbo. Bauman, Z., 2001 - La posmodernidad y sus descontentos. Madrid: Akal. Bauman, Z., 2005 - Modernidad y Ambivalencia. Barcelona: Anthropos. Beriain, J., 2005 - Modernidades en disputa. Barcelona: Anthropos. 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ANÁLISIS, estructura y FRONTERAS 36 1 Gabriel Castillo Fadic (1998) aborda esta idea en su aproximación al relato musicológico en Latinoamérica. 2 Según Umberto Eco, “contexto” es el ambiente en que una expresión se da junto con otras expresiones pertenecientes al mimo sistema de signos. Una circunstancia es la situación externa en la que puede darse una expresión junto a su contexto (Eco 1990: 296/7) 3 Estas características del discurso literario y los efectos culturales que genera más allá de su campo inmediato son estudiados, entre otros muchos, por autores como Ángel Rama (1982) en relación a la transculturación narrativa, Graciela Montaldo en cuanto a las fábulas identitarias, o en referencia a autores puntuales como el caso de Daniel Balderston (1996) o Roger Bartra (1987) que abordan la obra de Jorge Luis Borge y Octavio Paz respectivamente. 4 En su artículo sobre Gianneo y Paz (1997: 164), Omar Corrado hace una comparativa de las series utilizadas por Paz en esta época y las implicaciones triádicas posibles. 5 Un análisis detallado de esta obra se puede encontrar en Ogas, 2001 6 Incluimos aquí como referencia, la indicación de tiempo según la grabación de la Orquesta Sinfónica de Asturias, editado por Marco Polo y Naxos en 2004, CD 8.557368. 7 Se puede acceder a una audición de esta obra en http://www.sonus.ca/ app/ui/search_s.php?Language=en&Last_Name=A*&RPP=50&CP=1&Strict= 1&SubType=Submit Julio Ogas 37