Universidad Autónoma de México Colegio de Ciencias y Humanidades Azcapotzalco “Museo de la Revolución Mexicana” Profesora: Susana Huerta G. Materia: Historia de México I Grupo: 315 Semestre: 3° Integrantes: ° Rodríguez Ortega Lilia G. ° Godínez García Karla J. Historia Del Museo: En enero de 1933, el Gral. Plutarco Elías Calles y el arquitecto Carlos Obregón Santacilia presentaron un proyecto al entonces presidente de la República, Gral. Abelardo L. Rodríguez para erigir un monumento a la Revolución. En éste se pretendía utilizar parte de la estructura del inconcluso Palacio Legislativo porfirista. La iniciativa presentada fue rápidamente aceptada por el presidente Abelardo L. Rodríguez y el 25 de enero de 1933 expidió un acuerdo para integrar una Comisión de Patronato del Monumento a la Revolución presidida por el Gral. Plutarco Elías Calles. La construcción del proyecto fue encomendada al mismo Obregón Santacilia, quien además de dirigir los trabajos para la elaboración del monumento, presentó en el año 1936 al entonces secretario de Hacienda, Ing. Marte R. Gómez los planos de los sótanos del monumento donde se podría ubicar el Museo de la Revolución. Sin embargo, por diversas razones, entre ellas la falta de recursos económicos, el proyecto del museo no se llevó a cabo. Fue en 1986, cuando se retomó la idea del arquitecto Obregón Santacilia para la creación del Museo Nacional de la Revolución. El proyecto se inició encabezado por la doctora Eugenia Meyer, historiadora especialista en el periodo de la Revolución Mexicana y un equipo de expertos en historia oral que habían colaborado en la creación del Museo Nacional de las Intervenciones. El equipo de historiadores que participó en el montaje de la museografía de la exposición permanente, fue dirigido por el arquitecto y experto museógrafo, Jorge Bribiesca. El Museo Nacional de la Revolución fue finalmente inaugurado el 20 de noviembre de 1986, durante el periodo presidencial de Miguel de la Madrid. En el Museo, la Revolución Mexicana es considerada como la culminación de un proceso que se inicia con la Restauración de la República en el año de 1867 y culmina con la promulgación de la Constitución de 1917. En el recorrido de este museo nosotras daremos un pequeño resumen de todo lo que vimos en el. Desde el año de 1863 a 1867 en donde los los liberales o republicanos defendieron la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma y, encabezados por el presidente Benito Juárez, lucharon contra el invasor francés. Luego de triunfar sobre éste se impuso la República Restaurada. Benito Juárez permaneció en el poder hasta su muerte en 1872, y lo sustituyó Sebastián Lerdo de Tejada, quien al intentar permanecer en el poder en 1876 se enfrentó a José María Iglesias, presidente de la Suprema Corte de Justicia, al Gral. Porfirio Díaz, levantado en armas con un ejército de cerca de cuatro mil hombre y al Gral. Manuel González, quienes lograron expulsar a Lerdo de Tejada del país. Para fines de ese año, Díaz proclamó el Plan de Tuxtepec y las reformas de Palo Blanco, y con la bandera de la "no reelección" llegó a la presidencia; con él los mexicanos comenzaron una nueva etapa de organización económica, política y social que se prolongaría por más de treinta años, con una interrupción de cuatro años -de 1880 a 1884- en que el Gral. Manuel González ocupó la presidencia. Aunque México era un país eminentemente rural cuyos cultivos principales eran maíz, trigo, frijol y arroz, su producción apenas alcanzaba para el autoconsumo y, a veces, incluso tenía que importarse. Durante el Porfiriato, la ganadería y la minería se transformaron, especialmente en el norte del país, donde las condiciones climatológicas y la calidad de los suelos superaba en mucho a las del sur; esto significaba, en algún sentido, mejores condiciones de trabajo para los jornaleros. En el centro predominaba la explotación a los peones a casillados y en el sur la servidumbre por endeudamiento, que degeneraba en esclavitud absoluta. Fue entonces cuando las haciendas lograron su máximo desarrollo. Contaban con grandes extensiones de tierra y cada una era una pequeña isla. La etapa porfirista, sin embargo, se caracterizó por una evolución intensa de la economía en otros niveles. La penetración del capital extranjero propició el desarrollo del país; Inglaterra, Francia, Alemania, España y Estados Unidos invirtieron en la industria y la minería, con el consecuente restablecimiento del crédito externo, que se había suspendido con la Intervención Francesa. La inversión extranjera, en especial estadounidense e inglesa, auspició la modernización de la industria textil. Las fábricas aumentaron su capacidad de producción y se amplió el número de trabajadores. Los ingenios azucareros renovaron sus sistemas. La industria cervecera creció y se instalaron fábricas en Monterrey y Orizaba, además de las de Morelos y Puebla. Se incrementó la producción de cigarrillos y puros, papel, aceites y jabones, cemento, loza y vidrio. La siderurgia se transformó al empezar a trabajar en 1903 la Fundidora de Hierro y Acero de Monterrey. Para lograr ese desarrollo se tuvieron que realizar esfuerzos colosales, en particular para mejorar las vías de comunicación: ferrocarriles, telégrafo y sus complementos tuvieron especial atención. Los ferrocarriles fueron cuidados con esmero desde los tiempos de Juárez, por ser los "introductores del progreso" y por abrir el camino al transporte de materia prima a través de la República y hacia el extranjero, especialmente hacia Estados Unidos. Unas cuantas compañías extranjeras tenían en sus manos la mayor parte de las vías férreas, por lo que en 1908 se crearon los Ferrocarriles Nacionales de México, que absorbieron cerca de 11 000 de los 20 000 kilómetros de vías existentes. Este gobierno estuvo apoyado por el partido de los Científicos, por el clero católico y por el ejército federal. Para 1910, el país contaba con más de quince millones de habitantes entre indios, mestizos y blancos. Había ricos muy ricos y pobres demasiado pobres; la clase media se fortalecía. En las ciudades aparecía el proletariado, conformado por obreros, jornaleros y desplazados del campo. Muy pocos mexicanos tenían acceso a la educación y había grandes grupos de analfabetos. Los intelectuales estaban influidos por la cultura francesa y por la filosofía positivista. Durante el porfiriato se persiguió especialmente a la prensa independiente; las continuas reelecciones de Díaz hicieron crecer la prensa de oposición y con ella la represión a periodistas, los cateos y la incautación de imprentas. Los periódicos libres denunciaban las condiciones de miseria en que vivían los trabajadores del campo y las ciudades, por ello eran clausurados. Hacia fines del siglo XIX surgieron periódicos que atacaban abiertamente al gobierno y difundían ideas liberales, socialista y anarquistas. Destacaron entre ellos El Hijo del Ahuizote, dirigido por Daniel Cabrera y Jesús Martínez Carrión; El Diablito Rojo, de tendencia obrerista, cuyo caricaturista fue José Guadalupe Posada; El Demócrata, publicado por estudiantes, denunciaba los actos del gobierno. También salió a la luz Regeneración, un periódico del Partido Liberal que pugnaba por la no reelección y por el cambio de gobierno, con demandas de una situación más justa para los obreros, campesinos y el pueblo en general. En un contexto de protestas y represión, en 1906 apareció el programa del Partido Liberal y Manifiesto a la Nación, firmado en San Luis Missouri por los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón, Antonio I. Villareal, Juan y Manuel Sarabia, Librado Rivera y Rosalio Bustamante. En este documento, por primera vez, se planteó la necesidad de luchar contra la dictadura e implantar un sistema de gobierno democrático. El Partido Liberal Mexicano impulsó un movimiento social que tuvo repercusiones directas en luchas obreras -como las huelgas de Cananea y Río Blanco- y en la formación de clubes y partidos políticos. Para 1908 se había conformado una fuerza suficientemente grande para hacer frente común contra la séptima reelección del Gral. Díaz, planeada para 1910. Uno de los más destacados defensores del antirreeleccionismo era el coahuilense Francisco I. Madero, quien en 1908 hacía un análisis de la historia de México y planteaba la necesidad de organizar a los mexicanos para el cambio democrático. En todo el país se formaron clubes contra la reelección de Díaz y, con el lema "Sufragio efectivo. No reelección" se convocó a una Gran Convención Nacional Independiente, que se realizó en la Ciudad de México en abril de 1910. En ella se postularon como candidatos a la presidencia y vicepresidencia de la República a Madero y a Francisco Vázquez Gómez, respectivamente. Madero inició una exitosa campaña electoral, interrumpida en ocasiones por el aparato porfirista que lo encarceló en San Luis Potosí y lo obligó a huir a Estados Unidos. El 26 de junio de 1910 se realizaron las elecciones y, como resultado del fraude electoral, Porfirio Díaz y Ramón Corral fueron designados presidente y vicepresidente para el periodo 1910-1916. En septiembre, el presidente y su séquito celebraban con gran lujo las fiestas del Centenario de la Independencia. Revolución maderista. En el exilio, en San Antonio, Texas, Madero y otros revolucionarios terminaron de redactar el Plan de San Luis, en el que se denunció el fraudulento proceso electoral y se llamó al pueblo a tomar las armas el 20 de noviembre, en defensa de sus más elementales derechos constitucionales. El Plan de San Luis fue secundado por la mayoría de los dirigentes de los centros antirreeleccionistas que habían sido fundados en toda la república; tal fue el caso de los hermanos Serdán en Puebla, que el 18 de noviembre se enfrentaron al ejército y la policía. Abraham González, Pascual Orozco y Francisco Villa luchaban en el norte, mientras en el sur lo hacía Emiliano Zapata y su ejército libertador. Para mayo de 1911, después de un enfrentamiento en Ciudad Juárez, Chihuahua, se firmaron los tratados de Ciudad Juárez, en los que se acordó la renuncia de Porfirio Díaz y Ramón Corral; el secretario de Relaciones Exteriores, Francisco León de la Barra, como presidente provisional, convocaría a elecciones generales para la presidencia de la República. En noviembre de 1911, Madero era democráticamente electo presidente y José María Pino Suárez vicepresidente. Poco después, zapatistas y orozquistas se pronunciaron contra el gobierno de Madero, entre otras razones, por no haber cumplido con lo que prometía el Plan de San Luis y porque el Congreso de la Unión continuaba en manos de porfiristas. Las demandas de los campesinos por recobrar la tierra, las huelgas de los obreros en la industria minera textil y las denuncias de la prensa de oposición a Madero mantuvieron un ambiente de tensión y angustia en el primer año de gobierno. Al mismo tiempo, Bernardo Reyes se levantó en Texas y Félix Díaz en Veracruz, lo que culminó con la conspiración del 9 de febrero de 1913, comandada por el general porfirista Manuel Mondragón. La decena trágica. Se le llamó Decena Trágica porque durante diez días los contrarrevolucionarios se levantaron en armas en el Palacio Nacional y en la Ciudadela para recuperar el poder. El Gral. Victoriano Huerta era comandante militar del régimen maderista y, sin embargo, negoció con Félix Díaz y con el embajador de Estados Unidos, Henry Lane Wilson para acabar con el gobierno de Madero y Pino Suárez. El 19 de febrero Francisco I. Madero y Pino Suárez fueron forzados a dimitir, asumiendo el poder el Secretario de Relaciones Exteriores, Pedro Lascuráin, quien nombró Secretario de Gobernación a Victoriano Huerta e inmediatamente después renunció al cargo. Huerta accedió legalmente a la presidencia apoyado por ex porfiristas, tanto políticos como militares, y por el clero católico. Madero y Pino Suárez fueron asesinados el 22 de febrero. Huerta ordenó la adhesión de los gobernadores a su régimen. La negativa de Abraham González en Chihuahua provocó su asesinato; los gobernadores de Coahuila y Sonora, Venustiano Carranza e Ignacio L. Pesqueira, iniciaron la lucha contra el usurpador. Venustiano Carranza proclamó un plan unificador contra el gobierno de Huerta: el Plan de Guadalupe; en él se desconocía abiertamente su régimen y se formaba el Ejército Constitucionalista, con el propio Carranza al frente. Este ejército quedó organizado en siete cuerpos militares. Los principales eran del Noroeste, comandado por Álvaro Obregón, el del Noreste con Pablo González al mando y el del Centro, a cuyo frente estaba Pánfilo Natera. Francisco Villa, incorporado también al Ejército Constitucionalista, quedó al mando de su famosa División del Norte. De manera independiente, Emiliano Zapata combatió a Huerta con su Ejército Libertador del Sur. El senador por Chiapas, Belisario Domínguez, escribió un discurso contra Victoriano Huerta; lo culpaba por la falta de orden y paz, y lo responsabilizaba por el hambre y la miseria del pueblo mexicano. Este discurso costó la vida al Dr. Domínguez. En abril de 1914 el gobierno norteamericano, con el pretexto de un agravio sufrido por uno de sus buques en Tampico, ordenó la invasión al puerto de Veracruz, por lo que Huerta tuvo que enfrentar la defensa del territorio nacional en un momento crítico para su gobierno, situación que fue aprovechada por Carranza para reforzar sus posiciones. Los constitucionalistas lograron aniquilar a Victoriano Huerta política y militarmente en julio de 1914. Sin embargo, existían dificultades entre el jefe del Ejército Constitucionalista y algunos de los principales dirigentes populares. Francisco Villa, por ejemplo, impulsaba una política congruente con los intereses de las clases populares, una de cuyas acciones era la expropiación de extensas zonas agrarias. La situación se iba decantando y ésta daba paso a un nuevo conflicto político y social. A pesar de que algunos revolucionarios como Álvaro Obregón hacían esfuerzos por conciliar a los bandos, en Chihuahua circulaba ya un manifiesto de Francisco Villa que llamaba a los mexicanos a unirse a la División del Norte, exigiendo la renuncia de Carranza y proponiendo la realización de elecciones democráticas, mientras Carranza, en la Ciudad de México, convocaba a los militares más destacados a una convención que inicialmente se llevó a cabo en la Cámara de Diputados, del 1o. al 6 de octubre de 1914, y a la que asistieron algunos gobernadores y reconocidos constitucionalistas, ante la ausencia de representantes de la División del Norte y del Ejército Libertador del Sur. Se vió la necesidad de trasladar la asamblea a Aguascalientes, lugar neutro, para que participaran todas las facciones incluyendo a villistas y zapatistas. La Soberana Convención de Aguascalientes nombró a Eulalio Gutiérrez presidente provisional de la República y solicitó las renuncias de Carranza y Villa a sus cargos. Villa aceptó, pero Carranza negó a la Convención autoridad y soberanía para tomar tales medidas, y partió a Veracruz para instalar allí su gobierno. Así el movimiento armado continuó, acompañado de decretos y leyes que buscaban la legitimidad de ambos gobiernos. El de Carranza (constitucionalista) se impuso sobre el de la Convención, que se había debilitado desde la renuncia de Eulalio Gutiérrez. A fines de 1915, Carranza controlaba la mayor parte de la zona norte, incluyendo las zonas de influencia del ejército villista. Ante las derrotas sufridas por la División del Norte, el 19 de octubre de 1915 el gobierno de Estados Unidos reconoció el régimen del Primer Jefe Constitucionalista como gobierno de facto. Esto provocó la furia de Villa contra el presidente Woodrow Wilson, pues éste le había ofrecido su apoyo y confianza. El conflicto entre Villa y el gobierno de Estados Unidos culminó con la muerte de varios estadounidenses de la población de Santa Isabel, Coahuila, y con el ataque de Villa a Columbus, Nuevo México, lo cual trajo como consecuencia la "expedición punitiva", comandada por John J. Pershing, quien se dedicó a perseguir a Villa en territorio mexicano. No obstante las adversidades, en septiembre de 1916 Carranza controlaba a villistas y zapatistas, quienes aisladamente continuaban su lucha. Seis años de guerra civil propiciaron desorden en la economía nacional, desabasto, carestía y hambre. Para remediar la situación, Carranza tomó una serie de medidas económicas; quería demostrar que podía tomar el control del país y que tenía un proyecto político y social para resolver los problemas que atravesaba México. En septiembre de 1916 Venustiano Carranza convocó a la realización del Congreso que daría a México una Constitución. Éste inició sus trabajos en Querétaro el 1o. de diciembre y los concluyó el 31 de enero de 1917. Durante las sesiones, los diputados discutieron cuestiones fundamentales por las que había luchado el pueblo durante siete años consecutivos: quedaban plasmados como derechos el reparto equitativo de la tierra, la jornada máxima de trabajo y el salario justo a los trabajadores, así como la educación gratuita y laica. El 5 de febrero de 1917 se promulgó la nueva Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que actualmente rige la vida de nuestro país. De esta manera se dio por concluida la guerra civil que vivió México en un intento de cambio y reestructuración económica, política y social. Con la promulgación de la Constitución de 1917 quedó establecido en el máximo documento de la nación, el derecho a la libertad y a la democracia, a condiciones dignas de trabajo, a un reparto equitativo de la tierra, en suma, el derecho a una vida digna para los mexicanos. Opinión Propia: En nuestra Opinión El museo es algo Muy Interesante ya que nos narra como fue nuestra revolución con ayuda de Un familiar nuestro que trabaja en el museo pudimos transcribir todo esto ya que el nos proporciono información que pudo conseguir con el museo fue un poco difícil poder transcribir esto a nuestras palabras pero muy interesante ya que nosotras con esto apoyamos mas nuestro conocimiento histórico, el diseño del museo esta muy bien organizado nos agrado demasiado ir a ese museo ya que cosas que no sabíamos que nunca aviamos visto lo vimos en ese momento , nos pareció muy interesante la antigua constitución realmente era algo muy hermoso y es algo muy valioso en este tiempo también la silla presidencial eso es algo que nos gusto claro nos gusto todo el museo la parte donde hicieron a los revolucionarios en estatua y las adelitas. En conclusión Gracias a que fuimos al museo de la revolución nosotras reforzamos mas nuestro aprendizaje de esta época ya que es muy importante para nuestro país.