REVOLUCION MEXICANA PRELUDIO DE LA CRISIS DEL PORFIRIATO.

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REVOLUCION MEXICANA
PRELUDIO DE LA CRISIS DEL PORFIRIATO.
Inicialmente el régimen de Porfirio Díaz fue respetuoso con las limitaciones temporales del mandato
presidencial y mostró una clara preocupación social y una línea firme de desarrollo económico. El programa
prioritario fue la articulación por todo el país mediante la construcción de vías férreas, que en 1910 rebasaban
los 20.000 Km.
Las huelgas y los enfrentamientos armados que se desencadenaron en 1906 preludiaron la crisis final del
porfiriato y del estado liberal. La huelga del pueblo minero de Cananea en junio de 1906, la huelga general
textil (dic. 1906−ene. 1907) que desembocó en el levantamiento de Río Blanco y su sangrienta represión, la
frustrada insurrección que para fines de 1906 planeó el Partido Liberal Mexicano de los hermanos Flores
Magón, constituyeron evidencias de un malestar creciente.
La depresión económica iniciada en 1907 en Estados Unidos se hizo sentir de inmediato sobre México, con el
derrumbe de los precios del cobre y la plata. Además, una de las más prolongadas crisis de la agricultura (las
malas cosechas de 1907 y 1908), redoblada en 1909 y 1910, vino a coincidir con la crisis minera y la agitación
de un incipiente movimiento obrero.
AGITACION POLITICA.
En esas circunstancias, Díaz intentó recuperar la iniciativa con el anuncio de su hipotética retirada tras acabar
su mandato en 1908. Un bloque heterogéneo de intereses, representativos de las clases medias, los industriales
del norte y parte de la élite política rival de Limantour, apoyó entonces las aspiraciones del General Reyes.
Díaz no lo aprobó y alentó el enfrentamiento entre Limantour y Reyes, quien optó por retirarse al ejercicio del
gobierno de Nuevo León (1909). Al mismo tiempo Díaz, desmintiendo lo anunciado anteriormente, fue
proclamado de nuevo candidato para la inmediata campaña presidencial. El episodio tuvo como consecuencia
la división irreversible de la clase política porfirista y de los grupos sociales que habían apoyado al régimen,
en unos momentos en que las rebeliones de Orozco en el noroeste y Zapata en el Sur añadieron a la agitación
social una dimensión campesina.
La retirada de Reyes dejó a Francisco Madero, hacendado y líder del Club Antirreleccionista, como única
alternativa a Díaz y a ella acudió buena parte del anterior bloque reyista. Madero fue proclamado candidato
presidencial en abril de 1910, pero Díaz lo hizo encarcelar bajo la acusación de haber instigado revueltas
públicas en junio del mismo año. Las elecciones de julio dieron de nuevo vencedor a un Díaz que creyó haber
superado la situación. Madero, ya en territorio norteamericano, proclamó el plan de San Luis, por el que
declaró nulas las elecciones y se atribuyó la presidencia provisional de la república hasta el derrocamiento de
Díaz y la celebración de nuevos comicios.
UNA EPOCA DE CAOS
El centenario del grito de independencia de Dolores, en 1910, contribuyo a la aparición de varios dirigentes
revolucionarios en el campo, el más destacado Emiliano Zapata. En esta situación de efervescencia se produjo
la rebelión contra Porfirio Díaz, encabezada por Francisco I. Madero, que esgrimió el lema de sufragio
efectivo, no reelección, alcanzó la presidencia y prometió algunas libertades, pero pospuso la reforma agraria.
Este aplazamiento provocó levantamientos de campesinos dirigidos por Emiliano Zapata y de patriotas como
Pancho Villa y Pascual Orozco.
Para someterlos, el presidente recurrió a un ambicioso militar aventurero, el General Huerta . Tras asesinar a
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Madero y sucederlo, Huerta tuvo que hacer frente a una guerra civil en contra de las tropas campesinas,
dirigidas en el norte por Villa y en el centro por Zapata, y contra un sector del ejército, comandado por
Carranza, gobernador del estado de Coahuila. En agosto de 1915 Carranza entró en la capital de México , pero
no controlaba todo el territorio. En este momento, en México no existía gobierno, sino tres sectores diferentes.
La capital y la costa obedecían a Carranza, el norte a Villa y el sur a Zapata. La guerra civil adquirió
caracteres sangrientos en los meses finales del año 1915.
Todas las partes implicadas miraban hacia Estados Unidos como país suministrador de armas. El gobierno del
presidente Wilson se vio pronto mezclado con el conflicto facilitando armas a los constitucionalistas dirigidos
por Carranza y negándoselas a Huerta. Los Estados Unidos intervinieron el 21 de abril de 1914 y se
apoderaron del puerto de Veracruz, con lo que se dio lugar a un conflicto que se solucionó por el Tratado de
Niagara Falls, con éste los Estados Unidos intentaron controlar la política interna mexicana. La intervención
contribuyo a desplazar a Huerta, pero no consiguió colocar en el poder a los constitucionalistas.
La lucha prosiguió hasta que finalmente Carranza consiguió hacerse con el poder, pero no gracias a la ayuda
de los norteamericanos sino a haber aceptado públicamente un programa en el que no creía: la reforma agraria
propugnada por Zapata y el campesinado.
LA PAUSA DE 1917
Con la perspectiva de normalizar la vida del país, en 1917 se acordó el final de la guerra revolucionaria y fue
aprobada la Constitución. En lo político no contenía nada realmente nuevo. Las innovaciones más importantes
afectaban a lo económico. En el articulo 123 se incluía una legislación laboral muy amplia y, para la época,
muy generosa. La clave de esta Constitución radicaba en el articulo 27, que restituía las pequeñas propiedades
y fraccionaba los latifundios, declarando que la tierra era de la Nación y al Estado correspondía el derecho de
transmitirla.
Prometía la devolución de todas las tierras comunales enajenadas desde 1854 y autorizaba la asignación de
tierras a los pueblos que no poseyesen tierras comunales. La indignación del campesinado había llegado a tal
punto y la lucha era tan enconada en el país, que probablemente este programa de redistribución de la tierra
era la única forma de lograr algo parecido a la paz. Carranza ni supo gobernar ni cumplió lo prometido en el
programa agrario. El resultado fue que las expectativas abiertas por la Constitución no fueron colmadas
porque el articulo 27 apenas se aplicó.
Esta reforma tímida fue paralizada por el sucesor de Carranza, su lugarteniente Obregón, al derrocarlo en
1919. Su llegada a la presidencia parecía el triunfo del poder revolucionario, pero en realidad representaba la
hegemonía de los generales norteños, grupo que había aprendido a manejar a obreros y campesinos con
medidas sociales sin cambio de estructuras. El personal político y militar volvió a reclutarse entre los grupos
antirrevolucionarios. Y en ningún caso aumento el numero de ejidos, las tierras comunales que la Revolución
había prometido.
Durante las presidencias de Obregón y Calles la revolución quedó domesticada, y un partido oficial, llamado
eufemísticamente Partido Nacional Revolucionario o PNR, monopolizó la política.
CONCLUSION
El porfirismo significó el rápido enriquecimiento, en negocios más o menos lícitos, de una burguesía
ostentosa. Peones, aparceros, pequeños propietarios y rancheros sufrieron treinta y seis interminables años de
dictadura porfirista y los zarpazos de las grandes haciendas en expansión incontenible. Así pues, la lucha por
la tierra y el resentimiento de las clases más atropelladas fueron factores determinantes en la Revolución de la
que el campesinado fue su protagonista.
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Fue éste un extraño proceso de una revolución a saltos, que en varias ocasiones pareció cobrar impulso y
nuevamente fue conducida a vía muerta por los grupos interesados en evitar la verdadera transformación
social de México y la extensión de la reforma agraria en el país.
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