Ensayo Comunicación Audiovisual, niñez y adolescencia. 1. Primera Infancia. Pensamiento Mágico. La habitualmente denominada “primera infancia” (entre los 2 y 7 años aprox.) se caracteriza por el predominio de un estilo de pensamiento de tipo “mágico”, esto es, un pensamiento en el cual los objetos y seres del mundo poseen la propiedad de animarse, tomar vida a la manera de las propias vivencias subjetivas del niño. Así las nubes sonríen, el sol es bueno cuando sale o se enoja y por eso no se lo ve, los rayos pueden ser un indicador de la ira del cielo y todas aquellas versiones comunes al pensamiento de los pueblos primitivos. (1) Ocurre que las capacidades intelectuales están en pleno desarrollo y formación, dado que todas las funciones psíquicas y construcciones intelectuales acompañan los procesos de maduración del organismo, en especial, del sistema nervioso central y periférico. La progresiva adquisición de la motricidad fina es correlativa al proceso de maduración del sistema nervioso central que determinará recién alrededor de los 9 ó 10 años de edad, la precisión en los movimientos, gracias a la transmisión a velocidad cada vez mayor, de los estímulos nerviosos, tornando progresivamente todas las acciones, pensamientos y movimientos en altamente precisos. Toda la industria del dibujo animado, pionera en las comunicaciones audiovisuales para niños pequeños, está estructurada en relación a estas características -pensamiento mágico y omnipotencia de las ideas- gracias a las cuales, esponjas, teteras, tenedores, hojas, soles y todo tipo de objetos, más la escala animal, hablan y sienten a la par de la sensibilidad y emociones infantiles; se humanizan, se animan. 1.1. Primera Infancia: Omnipotencia de las ideas. Este pensamiento mágico, se da a la par de otro fenómeno infantil: la omnipotencia de las ideas: para el niño pequeño aquello que piensa, es, tiene carácter de realidad y verdad, de allí las dificultades propias de esta etapa evolutiva, para comprender que algunas cosas no son lógicamente posibles. La realidad se mezcla permanentemente con la fantasía y lo posible con lo deseado o imaginado, caracterizando este momento por los caprichos y dificultad en entender la imposibilidad y los límites que el mundo adolescente y adulto habrán de incorporar como condición necesaria. La conjunción de estas dos características -pensamiento mágico y omnipotencia de las ideas- que progresivamente con la evolución se atenúan en forma lenta adecuándose a los parámetros y leyes que rigen los fenómenos físicos pudiendo establecer la diferencia entre realidad e imaginación- , hace de esta etapa un momento vertiginosamente productivo en la formación de la subjetividad, pero también, especialmente riesgoso a la hora de entablar o idear comunicaciones destinadas a niños. Veamos los motivos. 1.2. Construcciones básicas. Esta confusión entre realidad y ficción del niño pequeño, determina que la relación con el medio audiovisual se torne de total mimetización: en espejo, los niños reproducirán punto a punto los movimientos de las figuras que ven en la pantalla, en especial aquellas que cuenten con características que convoquen rápidamente la atención inmediata y espontánea, a saber: colores llamativos, formas en movimiento, luces, brillos, movimientos repetitivos, simples y esquematizados. “Captadores atencionales”, ganchos eficaces y rápidos para todos, que se tornan elementos fundamentales y casi excluyentes en los niños. (2) De igual forma, las historias simples y estereotipadas de la vida cotidiana -tengan estas como protagonistas personas, animales u objetos animados- por sus propiedades de construcción básica, simple, esteriotipada y repetitiva, son de fácil comprensión y asimilación infantil. La repetición estereotipada es requerida por los niños en la típica demanda de volver a escuchar nuevamente el mismo cuento o volver a ver la misma película o serie televisiva una y otra vez. Lejos de saturarse por la repetición, los niños pequeños demandan escuchar la secuencia lógica de un relato simple, con principio y final, (la mamá prepara la comida, el papá llega de trabajar, etc.) dado que esta práctica acompaña y ayuda a la formación de encadenamientos discursivos que luego serán incorporados como modelos no solamente de discurso, sino también de esquemas de pensamiento de tipo primario. 1.3. Estructuración progresiva del pensamiento. Estas construcciones ayudan a constituir nuevas estructuras de pensamiento que, una vez afianzadas, darán lugar a esquemas cada vez más complejos, remitiéndonos a la clásica concepción piagetiana de la inteligencia, como sucesión de estructuras, a su vez estructurantes de las subsiguientes hasta llegar al pensamiento formal, propio de la etapa adolescente. Según esta secuencia, la diferencia entre ficción y realidad, lo posible e imposible lógicamente, las nociones de tiempo, espacio, cantidad, volumen, reversibilidad, las acciones y sus consecuencias, serán progresivas adquisiciones de los niños y no estarán de ninguna forma dadas desde el inicio de la vida, sino como: posibilidad genéticamente heredada. Esta base común o potencialidad humana, solo puede verse alterada en su adquisición o cronología esperable, por accidentes genéticos, congénitos, enfermedades graves, desnutrición infantil, falta de estimulación del medio o por toda forma de maltrato psíquico y moral. 2. Frente a la TV. Planteadas estas cuestiones generales, es posible aplicar las mismas a las conductas esperables y observables cotidianamente -en algunas investigaciones en particular con mayor sistematización- , a la relación de los niños con los medios audiovisuales de comunicación social, en especial, el medio televisivo. Frente a las imágenes de la televisión, el niño pequeño, adoptará similares posturas a las descriptas anteriormente para todos los fenómenos del mundo: creerá en las frases y propuestas que escucha, dará crédito a las imágenes fantásticas al igual que las reales y aplicará una lógica de operaciones concretas, con acciones miméticas, fascinación por las imágenes repetitivas, por los personajes pintorescos y, básicamente valiéndose de la identificación con sus ídolos, superhéroes, con poderes especiales, semidioses –en similitud a los pueblos primitivos- en la medida en que estos representen a las figuras parentales fuertemente idealizadas, según lo propio de la edad. (3) En el plano de la Inteligencia esta será “netamente senso-motriz…una inteligencia vívida y en ninguna forma reflexiva” (4) caracterizada primero por la internalización de secuencias de actos, pasando luego a un periodo de operaciones concretas, con progresiva complejización hacia la adquisición de la plena capacidad de representación simbólica y abstracción ya en la pubertad y adolescencia. Las cualidades específicas del momento evolutivo pueden y suelen, ser fácilmente utilizadas para llegar con mensajes publicitarios a esta especial audiencia infantil. Los niños pequeños son efectivamente, sumamente influenciables para con los mensajes provenientes de su entorno, no están en principio en condiciones de discriminar entre mensaje publicitario y contenido de un programa, algo así como si todo para ellos fuera PNT (publicidad no tradicional), lo lograrán paulatinamente a medida que se acerquen a la latencia y pubertad, completando claramente este logro una vez instalada la capacidad de juicio crítico, propia de la adolescencia. 2.1. Comunicación Responsable Si bien en este periodo de la vida los niños viven bajo la tutela de adultos responsables, no todos tienen los mismos cuidados y cada uno de ellos va conformando su estructura de personalidad, en unos casos más cuidadosos y temerosos y otros más arriesgados e intrépidos, razón por la cual parecerían siempre insuficientes los recaudos aconsejables desde el ámbito comunicacional en cuanto a la peligrosidad de proponer acciones de riesgo en la primera infancia. Es lamentable recordar los casos de niños que han intentado volar como su superhéroe y, en forma más reciente aquellos que intentaron repetir el ahorcamiento de Sadam Husseim, transmitido por la televisión internacional en paralelo con la aparición de un muñeco símil del mismo con soga al cuello incluida. Hasta donde fue transmitida la noticia, se calcularon 16 niños muertos imitando la ejecución en el mundo. Uno solo, hubiera justificado la extrema precaución que debe tenerse en la transmisión de este tipo de contenidos a una audiencia generacionalmente indiscriminada. De este modo, la audiencia en apariencia más fácil e influenciable desde el punto de vista comunicacional, es también y por eso mismo, la más compleja desde el punto de vista de la responsabilidad profesional y ética comunicacional. 2.2. Etapa de Latencia. La evolución y maduración anatómica y fisiológica continuarán – en la mayoría de los casos- su camino genéticamente determinado y el psiquismo y las funciones intelectuales acompañarán este gradual y complejo proceso. La etapa de latencia aportará cada vez más discriminación en relación a los mensajes mediáticos de la mano del aumento de la capacidad de evaluación de la realidad y la complejización de los procesos intelectuales, en especial la adquisición cabal del lenguaje y su correlato: el pensamiento representacional, conceptual, constituido por representaciones abstractas de los fenómenos del mundo, permitirá independizar definitivamente la función intelectual, de las secuencias de acciones interiorizadas, características de la primera infancia, gracias a la implementación de procesos de seriación y clasificación que permitirán la categorización de todo lo conocido. Así la evaluación de la realidad se tornará progresivamente más discriminada y objetiva, pudiendo el niño clasificar y diferenciar -entre otras cosas- los mensajes e imágenes provenientes de los medios. “La construcción del universo práctico, debida a la inteligencia sensorio-motriz del lactante, desemboca en la reconstrucción del mundo mediante el pensamiento hipotético-deductivo, pasando por el conocimiento del universo concreto debido al sistema de las operaciones de la segunda infancia” (5) En esta etapa el niño tendrá una actitud más introspectiva, es la etapa de las colecciones, de autos, figuritas, muñecos, tapitas, seriaciones y clasificaciones en actos, que desde la práctica, permitirán incorporar las complejas nociones de categorías. 2.4. La Pubertad Situando la pubertad alrededor de los 11 a 13 años aproximadamente -con la variación que el contexto socio-cultural y el entorno familiar determinan- será esta una etapa de transición acelerada, desde el punto de vista intelectual, hacia la adolescencia. “Hacia los once o los doce años, en efecto, se produce una transformación fundamental en el pensamiento del niño, que indica su final con relación a las operaciones construidas durante la segunda infancia: el paso del pensamiento concreto al pensamiento “formal” o, tal como se dice utilizando una expresión bárbara pero clara, “hipotético-deductivo”. (6) Las estructuras que fueron construyéndose lentamente durante toda la infancia se articularan y una vez más, acompañando la verdadera revolución hormonal y su correlato con el cambio del esquema corporal y la aparición de los caracteres sexuales secundarios, darán lugar a la asunción del género aplicable a todas las situaciones de la vida, y se verán reflejadas en los cambios psíquicos y adquisiciones intelectuales. Esta es la etapa de las diferencias, masculino y femenino, caballeros y damas dirán los baños de todos los lugares públicos, marcando la diferencia de género desde un lugar eminentemente social, el mundo está organizado en gran parte por esta escala de diferencias. Etapa signada por la vergüenza, el pudor, las comparaciones, la competencia, la necesidad de formar parte de grupos de pertenencia claramente diferenciados que contengan a la vez que ayuden a cimentar la identidad. 2.5. En transición hacia la adolescencia. El pensamiento conceptual unido a la capacidad de categorización de la realidad, posibilitará la aparición del juicio crítico, comprendido como la posibilidad de ejercer juicios de valor absolutamente autónomos sobre la realidad. No será ya necesaria la asistencia de un adulto para esta evaluación y, en su intento por constituir desde el ejercicio práctico esta capacidad el adolescente será eminentemente crítico, todas las verdades establecidas serán sometidas a su propio juicio siendo este movimiento el precursor del pensamiento dialéctico (tesis-antítesis-síntesis), las proposiciones propias de la lógica formal y las operaciones intelectuales abstractas o superiores, que darán acceso a la comprensión del álgebra y la independencia absoluta del pensamiento en relación a la materialidad de los fenómenos. “…existe un egocentrismo intelectual de la adolescencia, comparable al egocentrismo del lactante que asimila el universo a su actividad corporal y al egocentrismo de la primera infancia que asimila las cosas al pensamiento naciente (juego simbólico, etc.). Esta última forma de egocentrismo se manifiesta mediante la creencia en el infinito poder de la reflexión, como si el mundo debiera someterse a los sistemas y no los sistemas a la realidad. Esta es la edad metafísica por excelencia: el yo es lo suficientemente fuerte para reconstruir el universo y lo suficientemente grande para incorporárselo…el egocentrismo metafísico de la adolescencia encuentra paulatinamente su corrección en una reconciliación entre el pensamiento formal y la realidad: el equilibrio se alcanza cuando la reflexión comprende que su función característica no es contradecir, sino preceder e interpretar a la experiencia.”(7) Capacidad de juicio crítico, operaciones lógico-formales y pensamiento dialéctico, serán los pilares de la inteligencia en su potencialidad máxima, propia de los inicios de la etapa adulta, siendo aquí, los abatares psíquicos y las características del entorno sociocultural, aquellos que puedan demorar o apresurar la entrada a la adultez. Los mensajes mediáticos no están exentos de ser sometidos al ejercicio del juicio crítico, los jóvenes adolescentes se encuentran en condiciones de delimitar claramente un mensaje publicitario de aquel que no lo es, es más, por su espíritu fuertemente crítico, se tornan particularmente sensibles ante cualquier intento de persuasión y muestran especial desagrado a la de influencia o persuasión enmascarada, soliendo calificar estas comunicaciones como atropellos a su inteligencia que se traduce en un efecto boomerang hacia el emisor del mismo, sea este producto, servicio, candidato o marca. 3. Adolescencia: un nuevo desafío. Es posible que un adolescente compre o consuma productos solo por su marca aún cuando evalúe claramente que la calidad del mismo no amerita ese costo, o que su necesareidad no se justifica, pero si esta marca, idea o producto se ha tornado código común o requisito del grupo de pertenencia lo hará, no sin saber que y porque lo hace, o sea no sin poder establecer una evaluación de sus actos pero tampoco sin dejar de estar sometido a la característica ambivalencia adolescente. De igual forma podrá adquirir temporal o definitivamente algunos hábitos como prueba de pertenencia a su grupo. “Con un perfecto paralelismo con la elaboración de operaciones formales y la finalización de las construcciones del pensamiento, la vida afectiva de la adolescencia se afirma mediante la doble conquista de la personalidad y de su inserción en la sociedad adulta” (8) Es por esto que la adolescencia plantea un nuevo desafío para los comunicadores, quienes deberán manejarse dentro de la delgada línea que separa la realidad del mensaje de aquello que se quiere escuchar, los ídolos de los tontos, lo moderno de lo pasado de moda, lo bueno de lo malo, en fin, los valores instituidos, de la caída alternativa de cada uno de esos mismos valores en un movimiento de continua separación de las figuras parentales, tutelares y culturales, para volver luego a recobrarlos y reasumirlos, o no, pero siempre desde una nueva óptica, la propia. 3.1. Un salto al vacío En estos tiempos es común ver comunicaciones que promueven “los saltos al vacío”, “la vida al límite” de la acción, el riesgo y la violencia, elevados a la categoría de ideales o facilitadores de prestigio social. Es inevitable reflexionar ante este tipo de mensajes, desde el punto de vista ético-profesional, sobre el desconocimiento de los vaivenes propios de la edad, de la labilidad que promueve vivir en un mundo subjetivo puesto en tela de juicio permanentemente. Cuando que esta característica propia de la adolescencia se inscribe en un contexto social donde ya nada parece seguro y todo es pensable como posible, gracias a la laxitud legal y social en general, que caracteriza a las sociedades de la posmodernidad. Así también es curioso observar la falta de regulaciones y controles por parte de los organismos habilitados para ello, sobre los contenidos de algunas comunicaciones fácilmente encuadrables en la figura de “apología del delito”. Campañas que, tomando como target objetivo al adolescente, promueven explícita o implícitamente todo tipo de excesos a la manera de código de grupo, símbolo de éxito o prestigio social. Mucho más cuidadoso parecería necesario ser el tratamiento de los mismos, cuando sus destinatarios son adolescentes, o sea adultos en formación. 3.2. El otro polo de las comunicaciones mediáticas. En el otro polo de las comunicaciones mediáticas, la figura del adulto contenedor, que entiende sus códigos y vacilaciones, parece marcar una clara tendencia de adhesión en las nuevas propuestas. Un adulto que, sin ocultar su condición, hable desde un lugar paterno, pero sin serlo, responsabilizándolo sin juzgarlo, siendo muestra clara de este estilo imperante, las recientes campañas de gaseosas y golosinas en Argentina, que tienen como figura líder del grupo adolescente a un adulto prestigioso en el medio televisivo o radial. Si bien el adolescente busca esencialmente diferenciarse del adulto para poder separarse y comenzar su camino como ser independiente, por una parte este camino es lento y progresivo, tiene idas y vueltas que a los adultos nos cuesta muchas veces entender. A saber, esa misma jovencita que ensaya poses femeninas frente a un espejo es también la que llena su habitación de muñecos de peluche y adora las agendas de Bob esponja. Ese mismo joven que recorre cuanta página de Internet existe en busca de imágenes femeninas inquietantes, es también aquel que cuida como ninguno su colección de coches diminutos o juega horas y horas a ser el príncipe que desafía dragones en un juego de rol. El pasaje no es fácil, ni en breve tiempo y todos sabemos, algunos de esos deliciosos refugios adolescentes nos encontrarán muchas veces en plena edad adulta, buscándolos como la mejor manera de hacer un paréntesis a tanta y tan extrema realidad. Pero también, por otra parte el adolescente puede transitar medianamente tranquilo y seguro ese sinuoso camino, cuanto más sabe que cuenta con la presencia y tutela de un adulto cabalmente responsable en quien poder apoyarse. El punto es que muchas veces esta presencia es requerida para atribuciones positivas y muchas otras negativas. Se está tan seguro de la presencia de otro por admirarlo como por detestarlo, para ambas cosas es necesario saber que está ahí. Ese estar ahí, velando por ellos, es el eje de una serie de nuevas comunicaciones que se observan en el mundo, donde ya sea para ridiculizarlo o para ponderarlo, el adulto es incluido en las comunicaciones destinadas al segmento adolescente, puede ser el padre compinche que acompaña y comparte un deporte como puede ser la madre que no deja de recordarle que se abrigue, pero lo cierto es que las figuras parentales o tutelares han comenzado a ser parte nuevamente desde las comunicaciones mediáticas de los spots destinados al segmento. 4. Modelos discursivos en la adolescencia. Sabido es a costa de enormes fracasos que no es bueno subestimar a un puber o a un adolescente. Se recurre habitualmente para la comunicación publicitaria con este segmento a todo tipo de discursos en busca del más efectivo, de aquel que impacte favorablemente en esta población, y se sabe también que esto no es por cierto fácil. Figuras identificatorias, códigos de grupo, son los recursos más implementados, pero detrás de todos ellos subyace un estilo o modalidad discursiva que será decisiva a la hora de estructurar el mensaje. Si los adolescentes hacen todo su recorrido buscando precisamente revelarse contra la autoridad parental, pero amparados en la posibilidad de tener contra quien revelarse, esto es, de que alguien concretamente soporte la crítica y la rebeldía sin claudicar a su posición adulta, cualquier discurso que se revele tácitamente autoritario será motivo de los mayores embates de agresividad por parte del adolescente. Basta con ver sus reacciones en relación a profesores en la escuela secundaria para conocer los estragos que este tipo de discurso puede producir. Otro modelo discursivo es aquel por el cual se les habla como si aún fueran niños, como si no tuvieran la capacidad de reconocer el intento persuasivo en comunicación, ante esto, la descalificación suele ser la primera respuesta. Tal vez sea el mayor desafió para un adulto en posición de comunicador, poder recordar que la adolescencia no es ni más ni menos que una etapa de transición, de formación de estructuras definitivas, donde prima un “equilibrio móvil”. Comprender la adolescencia es comprender que alguien pueda vivir instalado en el conflicto, conflicto que se arma y se desarma permanentemente, una y otra vez. Citas: (1) y (3) -Freud, Sigmund, Obras Completas, cfr. (2) -Del Río Pereda, P., Psicología de los medios de comunicación. Hacia el diseño sociocultural en comunicación audiovisual, Madrid, Editorial Síntesis S.A., 1996 (4) -Piaget, Jean, Psicología de la Inteligencia, Editorial Psique, Buenos Aires, 1973 (5) -Piaget, Jean, Seis estudios de Psicología, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1974, Pág.83 (6) -Piaget, Jean, Seis estudios de Psicología, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1974, Pág.93 (7) - Piaget, Jean, Seis estudios de Psicología, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1974; pág. 86/87. (8) - Piaget, Jean, Seis estudios de Psicología, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1974; pág.87 Fuentes -Freud, Sigmund, Obras Completas, Editorial Biblioteca Nueva. Madrid. España.1973. -Piaget, Jean, Seis estudios de Psicología, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1974 -Piaget, Jean, Psicología de la Inteligencia, Editorial Psique, Buenos Aires, 1973 -Del Río Pereda, P., Psicología de los medios de comunicación. Hacia el diseño sociocultural en comunicación audiovisual, Madrid, Editorial Síntesis S.A., 1996