Ofuscado y lleno de ira, se encontraba nuestro odiado Pablo, Por haber despertado a su lado, envuelto y acaramelado. Sofía no lo percibía, dormía ahogada en las horas, Sus manos acariciaban mejillas, piernas, cara, ojos y boca. Y ya cuando el tiempo decía, que el sueño debía acabarse, Pablo besó a Sofía, y gritó a que se levantase. Se encontró enojada al instante, y le dijo que imbécil era, Todavía el desayuno quería... ¡Levántate humilde escoria! Pero él la lanzó de la cama, ahogada en sabanas rosas, Cayó como sacó de papás, y ésta lanzó en su cabeza botas. Cuando el conflicto hubo acabado, y cada uno se vio maltrecho, Pablo emprendió a la cocina y Sofía furiosa cantaba al cielo. En la tarde se amaron sin riendas, con cada grito que espetaban, Él le decía basura, y ella: déjame en paz, inmunda escoria. Qué extraña sonata es la vida, profunda relación de notas, Algunos se aman de llenos, y otros se miran sin pena y glorias. Y en la tarde se avecinaba, nuevamente otro conflicto, Ella se puso bonita y él su traje algo viejito. Posaron juntos en la foto, ella arregló la camisa del hombre, Él le dijo de su falda corta, y ella mencionó garabatos acordes. Y justo en el flash de la foto, ambos tontos se dieron cuenta, Que Sofía miraba la nada y Pablo el suelo abrumado observaba. Pero a quién le importa eso, más inteligentes no somos por parecerlo, Quien se crea perfecto que escuche: somos humanos hechos de enredos. Y cuando ambos colgaron la imagen, en la pared de los recuerdos, Observaron las de años antiguos, con estrechos matices e imperfectos. Y juntos en silencio quedaron, pues aceptaban su historia, Él la odiaba de día, y ella al igual, pero a toda hora. Ya cansados y aburridos, de discutir sin motivo alguno, Se insertaron en la cama y Pablo jugó como el hombre sucio. Ella le dijo que se fuera: ¡déjame en paz miserable! Hoy no es mi día de fiesta, y menos contigo, estúpido andante. Y él se dio media vuelta, e hizo una carcajada. Sofía estaba enojada, cansada y amargada con su alegría. Y cuando el hombre se quedó dormido, ésta le abrazó suavemente, Era el hombre de su vida, con el cual vivía continuamente. Y se enojó nuevamente, y más fuerte le apretaba, El hombre hizo un chillido, y ella contenta lo hostigaba. Y así son las cosas de pareja, así es el amor en la vida, A veces cuesta creerlo, que de enemigos al contrario sería. Porque así se vive la vida, una vida de gloria, Pregúntale a quién ves: ¿cómo se ama en el Pueblo de al revés?