“APRENDER A ESCUCHAR EN LA ESCUELA” EL COACHING ONTOLÓGICO, UNA HERRAMIENTA PARA MAESTROS Julio César Bustos Solís UPN 162, Zamora, Michoacán [email protected] RESUMEN En un mundo cambiante como en el que vivimos, la realidad de las aulas debe cambiar si queremos lograr alumnos que aprendan a aprender y puedan ser aprendices autónomos para toda la vida. Ya no alcanza con que les enseñemos conceptos y les demos información. Hoy por hoy los alumnos tienen acceso a toda la información que desean con sólo un click. Lo importante entonces es enseñarles qué hacer con toda esa información. El desafío de los docentes hoy en día es poder cambiar de observador de lo que sucede en el aula hasta ahora conocida por ellos y poder ubicarse en una nueva realidad que los interpela y los invita a desarrollar una profunda escucha activa para poder conocer lo que resuena en el corazón de cada uno de sus alumnos y poder así dar respuesta a las necesidades de los niños que hoy están en sus aulas. PALABRAS CLAVES Empatía, Escucha, Coaching, inteligencia emocional, creatividad, pensamiento crítico. ABSTRACT We live in an world of constant change, the reality in the classroom must change if we want our students to learn to learn and become autonomous learners for life. It is not enough that we teach them concepts and that we provide them information. As of today students have acces to all the information they desire with just the click of a button. What is important then is to teach them what to do with all that information. The challenge for professors today is to change from being an observer of what goes on in the classroom as they know it and to place themselves in a new reality that questions and invites them to carefully and actively listen in order for them to learn what resounds in the heart of each one of their students to provide answers according to the needs of the children in today's classrooms. KEY WORDS Empathy, Listen, Coaching, Emotional Intelligence, Creativity, Critical Thinking. INTRODUCCIÓN Saber escuchar es una tarea de nosotros los docentes, desde mi experiencia la considero de suma importancia, nuestra responsabilidad como profesores es ‘escuchar’ a nuestros alumnos en el aula y cómo hacer esa escucha visible a través de distintas estrategias áulicas. Dice Carles Capdevila en su libro Educar millor, “La evaluación del maestro como profesional de la enseñanza la hace uno mismo y la hacen sus alumnos, aunque no te des cuenta. Si no vienen a clase o no hacen las tareas, o si no les gustas, o no se comportan bien, te están poniendo calificación.” Mucho de lo que sucede en la cabeza de nuestros alumnos es invisible. piensan, sienten, sueñan e imaginan más allá de lo que sucede en el aula. No sabemos qué piensan ni qué sienten y es por ello que muchas veces no los entendemos. Desarrollar una buena escucha y hacerla visible en el aula es posible y nos ayudará a comprender la nueva realidad que hoy se vive en las escuelas. SOMOS LO QUE HICIERON DE NOSOTROS Durante el proceso del diplomado en nivelación pedagógica de la UPN en La Placita de Morelos Michoacán, los docente analizamos modelos educativos, discutimos sobre las formas de enseñanza, analizamos los contextos, las adecuaciones, y concluimos que el modelo educativo siempre se construye a partir de las necesidades de la sociedad. Revisamos la escuela ‘industrial’ o fordista que nació para preparar profesionales que abastecerían la sociedad industrial que florecía en esa época la que se fundamentaba en la producción y el consumo masivo. Así nace una escuela con la estructura de la industria, con una organización típicamente fabril. De allí la estandarización, la producción en masa con control y jerarquías bien definidas. Los alumnos de esta primera escuela se les formaban para que obedecieran e hicieran lo que se les pedía. Había poco espacio para la creatividad, el pensamiento crítico, la innovación y la originalidad. Era necesaria en esta era pre-internet que los alumnos absorbieran la mayor cantidad de conocimientos posibles para luego desplegar esos mismos conocimientos en su etapa profesional o laboral después de la escuela. Era el modelo ‘una misma talla para todos’ (one size fits all). Este modelo perduró por muchos años y aún tiene vigencia en mayor o menor medida en muchas de nuestras escuelas. Si miramos un aula de la era industrial y la comparamos con un aula de hoy en día veremos pocas diferencias. Ahora si nos comparamos los docentes ¿veríamos alguna diferencia? ¿De qué manera los docentes acompañamos este modelo del siglo XIX? Hoy por hoy la emoción ha ingresado a las aulas para quedarse. Pero ¿Qué papel ocupa la inteligencia emocional hoy en las aulas? ¿Hasta qué punto la tenemos en cuenta? La inteligencia emocional desempeña un importante papel en el éxito o el fracaso de todo tipo de relaciones humanas, desde las sentimentales y familiares hasta los vínculos laborales. Sin duda hoy en día es materia de estudio y está muy de moda las cuestiones emocionales en el aula, pero que se puede esperar cuando los docentes somos analfabetas emocionales, no podemos enseñar algo que no vivenciamos, es por ello que primero que nada debemos alfabetizarnos en estas cuestiones y una estrategia es trabajar desde el couching docente. El concepto de coaching tiene un enorme impacto en el ámbito educativo, y precisamente surge por la necesidad de ocupar espacios de aprendizaje basados en los procesos de “apreder a aprender” que toma en consideración a cada individuo desde un punto de vista holístico. Un docente Coach se centra en conceptos de los alumnos tales como talento, cualidades, habilidades, actitudes, competencias paradigmas, modelos mentales, juicios, emociones, creencias, valores, y analiza el cómo estos procesos influyen en las relaciones académicas, personales que se dan dentro del ambito educativo. La palabra Coaching suele traducirse como entrenamiento. Al especialista que ejerce esta disciplina se le nombre coach, el coachee es, en consecuencia, la persona atendida por el coach. De tal manera que en esta nueva era no podemos concebir un docente que no introduzca en el aula la cuestión de los elementos emocionales en la relación entre docente y alumno, y la importancia que esto tiene en todo el proceso de enseñanza-aprendizaje. ¿Qué tipo de docente se requiere entonces hoy en día en las aulas? El docente para el siglo XXI debe tener una escucha activa que le permita acompañar a sus alumnos ya no como en la era industrial sino de una forma mucho más personalizada. Hoy es imperativo crear una cultura de pensamiento tanto lingüística como emocional en nuestras aulas. Necesitamos docentes que además de ser docentes tengan las cualidades de un coach. Esto no es sólo una decisión inteligente sino también responsable. Inteligente porque nos ayudará como docentes a crear un clima propicio para el desarrollo del pensamiento. Responsable porque nuestro objetivo como docentes es lograr que los alumnos aprendan a aprender. Un alumno que piensa críticamente es un alumno que tendrá las herramientas necesarias para enfrentar lo que el mundo tenga para ofrecerle. Pero ¿qué es una cultura de pensamiento? ¿Por dónde empezar? Una cultura donde el pensamiento está en todas partes como el aire (Perkins, 2009). Una cultura donde tanto el pensamiento individual como el grupal es valorado y se hace visible (Ritchhart, 2011) de manera de poder promover activamente un enriquecimiento de ideas y experiencias en el aula con el aporte de todos los actores, como: profesores, alumnos, directivos, padres de familia todos los involucrados. El alumno debe estar rodeado de ‘pensamiento’ y de ayudas visuales que lo motiven a pensar. Un docente con las cualidades de un coach hará posible que esto suceda, será un docente que preguntará para saber de sus alumnos y no para saber qué saben sus alumnos, lo que en los pilares de la educación llamamos el SER. El docente debe escuchar a sus alumnos sin prejuzgar, otogar tiempo para que llegue la respuesta, saber esperar es una condición del buen coach. ¿No lo es acaso también la de un buen docente? El lenguaje no es inocente nos dice Rafael Echeverría. Por lo tanto el lenguaje que utilizamos los adultos también contribuye a la escucha activa en una cultura de pensamiento en el aula. Una sencilla estrategia que permite al docente darle tiempo al alumno para que piense y al docente la oportunidad de escuchar en vez de responder al instante a toda pregunta que realizan los alumnos es: ¿Qué te hace decir esto? ¿Qué te hace sentir eso? Incluir en nuestro lenguaje diario con los alumnos palabras que hacen al pensamiento es vital: debemos ayudar a los alumnos a aprender a pensar. Al modelar con nuestro lenguaje ponemos en palabras procesos que hacen al pensamiento. También podemos hacer visible nuestro propio aprendizaje y de esa manera ayudar a los niños a hacer visible su propio aprendizaje. El modelaje cobra importancia aquí. Para que los alumnos piensen, primero tenemos que pensar nosotros y además hacerles ver a los alumnos que la mejor manera de aprender es enseñar. Por otro lado hacerles ver también el valor del error como una instancia de aprendizaje. Para ello nosotros debemos darle la bienvenida al error en nuestras aulas y no que sea penalizado. Una baja tolerancia al error o la frustración no ayuda al aprendizaje. Tendremos así que desarrollar nuevas maneras de trabajar, entender qué debo abandonar para darle cabida al pensamiento significativo, al error, a la práctica deliberada. Debemos enseñarles a nuestros alumnos a poder lidiar con sus dificultades, darles las herramientas para que los resuelvan. Es aquí donde debemos considerar la cualidad que todo buen coach debe tener: la escucha activa. Hoy ya no podemos quedarnos solo en ‘informar’. Debemos educar niños que sepan lo que hacen, que sepan argumentar y para ello deben saber pensar y poder compartir ese pensamiento para enriquecerse y enriquecer a otros. Ahora en este facilitar el aprendizaje yo me pregunto: ¿Sabemos escuchar? ¿Qué escuchamos cuando escuchamos? Hacer visible la escuchar efectiva es muy importante. Pero ¿cómo hacer visible que estamos verdaderamente escuchando al otro? Nuestros alumnos se acercan a nosotros en todo momento. Anhelan ser escuchados. Esperan con ansias que nosotros escuchemos lo que tienen para decirnos. Las más de las veces estamos apurados, queremos terminar con el plan de estudios y no hay tiempo. ¿No hay tiempo para escuchar? Sin escucha no hay aprendizaje. ¿Entonces cómo hacerlo? Lo primero es la presencia en el aquí y en el ahora de la conversación. Centrarse en el momento. Nuestra mente se ve constantemente asaltada por pensamientos e ideas, Es casi imposible acallarla. Es esa voz interna que nos invade y nos aleja del momento presente, de nuestros alumnos en al aula ahí y en ese momento. En la medida en que podamos ser conscientes de esto, será más fácil acallar esa voz interior y situarnos en el momento presente con todos nuestros sentidos al momento de tener una conversación con otro, con un alumno. Igual que el coach con su coachee. Para eso es importante destinar espacio y tiempo para escuchar con atención. Observar concretamente cómo respondemos a los alumnos cuando nos hablan, qué tipo de respuestas les damos habitualmente. ¿De qué forma respondemos a los alumnos? ¿Respondemos de forma empática? Uno de los grandes defectos de muchos docentes es que no sabemos escuchar o, si escuchamos, no tenemos una intención declarada de comprender, sino de contestar. Muchas veces ignoramos al alumno que nos habla ya que lo ‘escuchamos’ mientras hacemos otra cosa: ordenamos papeles en el escritorio, buscamos algo en la cartera o portafolios. No estamos presentes en el aquí y ahora que requiere una verdadera conversación. Otras veces hacemos como que escuchamos pero en realidad nuestra mente está más ocupada en lo que vamos a responder que en lo que realmente nos están diciendo en ese momento. No hay una verdadera conexión con el otro en tanto otro. El lenguaje corporal suele acompañar este ‘no estar presente’ en la conversación. No hay contacto visual y solemos distraernos con lo que sucede alrededor. En cambio cuando logramos una comunicación empática con una verdadera escucha lo que buscamos es generar opciones a través de preguntas abiertas. La respuesta empática es la escucha que genera un diálogo con el alumno que tiene algo importante que decirte. La empatía requiere tiempo, interés y dedicación hacia el otro. Una de las cualidades que mejor nos define como seres humanos es la capacidad que tenemos de escuchar a los demás. Porque escuchando nos hacemos partícipes de las inquietudes, preocupaciones y anhelos de los demás. ‘La capacidad de escucha es la competencia ontológica fundamental en la que el aprendizaje requiere sustentarse. Aprender significa estrictamente un ejercicio de escucha Por eso toda conversación puede constituirse en una gran experiencia de aprendizaje. REFLEXIONES FINALES Sin duda el trabajo que realizamos en el diplomado en nivelación pedagógica: teoría y práctica del docente en educación básica es por demás satisfactorio, se realizó un análisis exhaustivo de nuestra práctica docente y me parece interesante hacer referencia de lo que Leonardo Wolk en su libro “Coaching Ontológico El Arte de Soplar Brasas” expresa respecto del enfoque de la enseñanza para el nuevo siglo: “Un tema de gran relevancia para los líderes del nuevo siglo será el de generar contextos de aprendizaje en los cuales se haga posible el surgimiento de observadores diferentes. Contextos de confianza, respeto, confiabilidad que posibiliten el cuestionar también ciertos dogmas que nos dicen “como deben hacerse las cosas” en el mundo de las organizaciones. Transformando el observador, abriremos posibilidades para generar nuevas respuestas donde antes no las había. Es en el mutuo hablar y escuchar del maestro que se da el proceso de enseñanza-aprendizaje. Cuánto más y mejor escuche el profesor a sus alumnos tanto más podrá ayudarlos a que encuentren sus propias respuestas, que encuentren su propio observador, su propia voz y desarrollen sus particulares capacidades de dar respuestas en acciones efectivas. Un docente-coach sabe escuchar y hacer esa escucha visible en sus aulas. Reconoce las diferencias que existen entre él y sus alumnos. Zanja esa brecha inevitable al permitirles hacer visibles sus pensamientos y ejercitar una escucha activa en todo momento. Da así un lugar de privilegio al alumno que es en definitiva quien está siendo y por lo tanto debe ser el centro de todos nuestros esfuerzos como docentes para que se produzcan las aprendizajes. BIBLIOGRAFÍA Echeverría, Rafael. Escritos sobre aprendizaje. Recopilación. 2015, Granica Echeverría, Rafael. Ontología del Lenguaje. 2015, Granica Wolk, Leonardo. El Arte de Soplar las Brasas. 2007, Gran Aldea Editores.